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REACTIVIDAD

En química, la reactividad se refiere a la capacidad de una sustancia para sufrir


una reacción química, ya sea con ella misma o con otras sustancias o
reactivos, transformándose en uno o varios productos y liberando energía.

Es un concepto amplio que se puede estudiar desde varios puntos de vista,


uno termodinámico y otro cinético. Desde un punto de vista termodinámico, a
mayor reactividad menos energía es necesaria para iniciar la reacción y/o
mayor energía se libera en la reacción. Desde un punto de vista cinético, a
mayor reactividad mayor velocidad de transformación de los reactivos.
Generalidades
Una reacción ocurre generalmente en la dirección en la que una sustancia se
transforma en otras sustancias más estables, es decir, con un nivel de energía
menor. La diferencia de energía se puede predecir mediante diferentes teorías,
por ejemplo mediante la teoría del enlace de valencia y las teorías de orbitales
atómicos y moleculares.

La estabilidad de los electrones en los átomos y moléculas es uno de los


principales aspectos que influyen en la reactividad y el tipo de enlaces que
puede formar, sobre todo la configuración en la capa de valencia.

La mayor reactividad aparece, en general, entre átomos que presentan


orbitales con electrones desapareados. Los átomos con orbitales semillenos
son más estables, pero aún presentan reactividad relativamente alta. Los
átomos con orbitales completos y todos los electrones apareados son los que
presentan menor reactividad.

Por ejemplo, el carbono tiene una valencia de 4, es decir, 4 electrones en su


orbital más externo, pero este orbital puede albergar hasta 8 electrones. Su
configuración electrónica de valencia es 2s2 2p2 y tiene la capa de valencia
semillena. Así, el carbono puede formar 4 enlaces, uno por cada electrón
desapareado.

Una explicación muy simple sobre la reactividad sería que la reactividad


aumenta al aumentar la facilidad para aceptar o donar electrones. En el caso
del carbono, puede aceptar 4 electrones en su capa de valencia para completar
esta capa electrónica. Este principio no solo se aplica a átomos de elementos,
también se puede aplicar a iones y a compuestos moleculares.
Además de las características del átomo o molécula, la reactividad se ve
fuertemente afectada por el contexto en el que se produce la reacción:
temperatura, pureza química, presencia de otras sustancias, presencia de
catalizadores, etc.

Es muy común referirse a las especies químicas con baja reactividad como
“estables”, pero la estabilidad se refiere en la mayoría de ocasiones a una
descomposición radioactiva lenta, así que hay que tener claro el contexto en el
que se habla de estabilidad química.

Las sustancias químicas no reactivas, o mejor dicho, con reactividad


extremadamente baja, se conocen como intertes; por ejemplo, los gases nobles
se suelen clasificar como elementos inertes, ya que tienen una reactividad
prácticamente nula con la mayoría de otros elementos. No obstante, tanto las
especies químicas estables como las inertes pueden reaccionar en
determinadas circunstancias, por ejemplo si se aplica la suficiente energía.

Reactividad y cinética de reacción


El concepto de reactividad se asocia frecuentemente con la tasa o velocidad de
reacción, una medida que se puede utilizar como medida de la reactividad de
una sustancia. Por ejemplo, se puede medir el cambio en la concentración
molar por segundo de los reactivos y productos de una reacción.

Si tenemos una reacción molecular simple:

A (reactivo) → B (producto)

La tasa de reacción se puede representar mediante esta fórmula:

R = k · [A]

Dónde la tasa o velocidad de reacción (R) es el cambio de concentración de A


por segundo y es igual al coeficiente de reacción k multiplicado por la
concentración del reactivo A.
Si hay más de un reactivo:

R = k · [A]n · [B]m

De acuerdo con esta ecuación, a mayor reactividad mayor coeficiente de


reacción y mayor velocidad de reacción.

Reactividad en la tabla periódica


La clasificación de los elementos en la tabla periódica permite reconocer
patrones en características de los elementos químicos, incluyendo la
reactividad. Tanto los elementos de alta electropositividad como los elementos
de alta electronegatividad presenta alta reactividad química.

La electronegatividad asciende de forma general desde la parte inferior


izquierda a la parte superior derecha de la tabla periódica, y la
electropositividad aumenta hacia la parte superior izquierda. Entre los
elementos con mayor reactividad están los halógenos, los metales alcalinos y
los alcalinotérreos.

Como elemento con mayor reactividad se suele citar al flúor, el primer elemento
del grupo de los halógenos (grupo 17).
El francio es el metal más reactivo pero es muy inestable; su período de
semidesintegración es de tan sólo 22 minutos.
El cesio, situado junto encima del francio, sigue siendo muy reactivo pero
cuenta con un isótopo estable.
Los elementos menos reactivos son los gases nobles, generalmente
clasificados como sustancias inertes.
Los metales suelen presentar una reactividad intermedia. Los metales con baja
reactividad se conocen como metales nobles. El metal con menor reactividad
es el platino, le sigue el oro.
Conclusión: La reactividad química de una sustancia o de una especie
química es la capacidad de reacción química que presenta ante otros reactivos.

Se puede distinguir entre la reactividad termodinámica y la reactividad cinética.


La primera distingue entre sí la reacción está o no favorecida por entalpía
(competencia entre energía y entropía). La segunda decide si la reacción
tendrá lugar o no en una escala de tiempo dada. Así, hay reacciones permitidas
por termodinámica (como la combustión de grafito en presencia de aire), pero
que están bloqueadas por cinética.

La química orgánica y la química inorgánica estudian la reactividad de los


distintos compuestos. La química física trata de calcular o predecir la
reactividad de los compuestos, y de racionalizar los caminos de reacción.

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