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CENTRO DE ESTUDIOS UNIVERSITARIOS SIGLO XXI

DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN SUPERIOR

INFORME DE INVESTIGACIÓN

PROYECTO

QUE PARA ACREDITAR LA MATERIA DE

HISTORIA DE LA EDUCACIÓN EN MÉXICO I

PRESENTA

ARTURO FERIA DE LA CRUZ


MARÍA ISABEL GARCÍA ESCALANTE
MELISSA MENDEZ RODRÍGUEZ
ADA MARÍA MONSERRAT SUÁREZ ZACARÍAS
PERLA GUADALUPE VALENZUELA OVANDO

ASESOR

MC. JOSÉ FRANKLIN OVANDO SANCHEZ

CUNDUACÁN, TABASCO. 23 DE MAYO DEL 2019.

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Índice

Introducción
2. La educación en México durante la Colonia……………………………………
5
2.1 La economía y la sociedad de la Nueva España……………………………….
6
2.2 El papel de las principales órdenes religiosas en el proceso ideológico
y educativo de la Nueva
7
España…………………………………………………… 8
2.2.1 10
Dominicos…………………………………………………………..……….. 12
2.2.2 Agustinos…………………………………………………………….………
13
2.2.3 Franciscanos…………………………………………………………...…….15
2.2.4 17
Jesuitas………………………………………………………………………. 19
2.2.5 Métodos Misionales…………………………………………………………20
2.2.5.1 La mímica…………………………………………………………………21
2.2.5.2
Teatro………………………………………………………………………
2.2.5.3 Intérpretes…………………………………………………..……...………
2.2.5.4
Catequesis………………………………………………………………….

Conclusión.
Bibliografías.

2
INTRODUCCIÓN

Este proyecto es presentado con el fin de orientarnos a ver el paso del tiempo que
México sufrió para llegar a lo que es hoy en día, para darnos a entender que estamos en
aulas climatizadas y en asientos tranquilos porque antes de nuestra generación y antes
de esa generación, (sucesivamente), nuestros antepasados dieron marcha en pie para
poder aprender lo que nosotros hoy fácilmente buscamos en internet, es claro que para
que haya estado en la web debió ocurrir en algún momento, ese es el momento al que
nos referimos.
Tal vez conocemos la parte de cultivar la tierra o, en otros términos, conocemos la
llamada “agricultura” por parte de nuestros abuelos o bisabuelos, bueno, es en realidad
una fortuna conocer el significado de una cosecha, nuestros abuelos nos contaban que
antiguamente el maíz era como tener oro, sin pensar que así lo fue en el tiempo que
estamos estudiando: La Nueva España. Así es, el maíz aparte de ser similar al mineral
mencionado era de “ricos” cosecharlo, porque significaba tierra fértil y comida segura,
no sabemos qué tantas recetas se cocinaban con ese cereal, pero lo que sí podemos
asegurar que era la millonada de nuestros antepasados.
Alguna vez se pensó “¿Qué sería de nosotros si los españoles no hubieran invadido
nuestras tierras?, de forma retorica es de suponerse que no existiría evolución
tecnológica alguna, y objetivamente no hubiera espacio a kilos de contaminación, y lo
mejor aún es que no se sobreexplotarían nuestros recursos naturales, sin embargo, por
más pros que tenga un contra lo limita todo, no estaríamos aquí reunidos como equipo
escribiendo este proyecto por el simple hecho de que tal vez ni existiera el ordenador.

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Increíble, no. Hay tanto que aprender del mundo y solo conocemos un 35%
aproximadamente, y al seguir estudiando el porcentaje va aumentando.
“Me maravillo a menudo de que la historia resulte tan pesada, porque gran parte de ella
debe ser pura invención” -Jane Austen (1775-1817) Escritora británica.
Lo que queremos decir de esto es que en ocasiones la historia puede ser confusa, puede
llegar a hacernos sentir que es un mundo que se nos viene encima, pero no es así, si
nosotros diéramos de antemano una cuantas repasadas a nuestros libros de primaria y
secundaria nos daríamos cuenta que son temas que ya hemos visto y que sin duda ya
hemos platicado.
Podemos recordar cómo fue que se conquistó América y como de ello derivo una gran
colonización, los españoles encantados por las riquezas de nuestras tierras y por todo
los monumentos que en aquella época le pertenecían únicamente a los indígenas, creo
que cualquiera que hubiera llegado no les quitaría el dedo de encima, fue una ganancia
total para los españoles, para los indígenas fue como tener que compartir a la de ley
aunque no quisieran, puesto que sus armas y su defensa no era tan segura como para
darse a la negación.

Para nuestro parecer esto no fue coincidencia, como el dicho “si Dios te da limones,
aprende a hacer limonada”, a los españoles se les presentó una gran oportunidad y sería
intolerable su menosprecio, cualquiera que llegara a la isla hubiera hecho lo mismo. El
lado bueno de las cosas es que conocimos fruto y cereales nuevos, que no se crea que
ya lo teníamos todo en nuestras tierras, no, los españoles se encargaron de darle entrada
a nuevos condimentos, y, además, a nuevos animales, antes de los españoles solo se
vivía de la caza y de la agricultura, pero no es conocido que animales útiles para el
transporte y animales de corral se hayan visto anteriormente. Fue una revolución que
sin querer queriendo al igual que todas las revoluciones dan un giro drástico y un
cambio sumamente impactante.

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Este proyecto sin más que decir, fue para nosotros la entrada al recuerdo de nuestra
niñez, porque como se decía anteriormente, son cosas que en algún momento de
nuestras vidas ya habíamos conocido y hoy, se nos refuerzan esos conocimientos y
vienen con ellos nuevos saberes que indiscutiblemente nos ayudan a orientarnos a
seguir nuestro futuro, como decía el filósofo economista Karl Marx: “Los seres
humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el
pasado.”
2. LA EDUCACIÓN EN MÉXICO DURANTE LA
COLONIA

La caída de México-Tenochtitlan en 1521 marcó el inicio de la dominación española.


Durante los dos primeros siglos México fue gobernado por los reyes de España que
descendían de la casa de Austria. Y a partir de la primera década del siglo dieciocho
nuestro país fue gobernado por la casa de los Borbones. Este último siglo también fue
llamado siglo de las “luces” tanto por el desarrollo del humanismo como por el
impulso que recibieron las ciencias y la reforma del sistema educativo. La época
colonial terminó nominalmente en 1821 con la Independencia de México. Aunque
diversos elementos del sistema colonial permanecieron hasta nuestro siglo XX.
El sistema educativo fue desarrollado como un fenómeno netamente urbano o citadino.
Hizo a un lado a la gran población indígena. La educación colonial se realizó en dos
sistemas. Uno universitario o superior y otro de estudios menores. La educación
superior otorgó diversos grados: bachiller, licenciado y doctor. Los estudios se
realizaban en Colegios mayores y en la Universidad. La Universidad fue fundada en
1551. En ella se enseñaba Teología, la facultad máxima. Proseguía la enseñanza de
derecho canónico o eclesiástico y el derecho civil o leyes. En un escalón inferior se
situaba la facultad de artes.
Con la llegada de los españoles y la conquista de México surgieron grandes cambios
sociales y culturales. Hay que recordar que la cultura de los conquistadores era una

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mezcla de otras culturas como las de Oriente, Grecia, Roma, el islam e inclusive la
judía.
Los españoles cuya cultura estaba basada en el agrarismo, la religiosidad y la guerra,
llegan con ansias de riquezas y enarbolando la cruz como escudo y con una amplia
experiencia en conquista y colonización de pueblos.
En el régimen colonial se tiene diversas castas como indios, españoles, negros y las
mezclas de estos que son los mestizos, mulatos y zambos.
En la organización política de la Nueva España la mayor autoridad era la del Virrey y
del Consejo Real y Supremo de las Indias, sin embargo también influía como había
sucedido en la Europa de Medievo la iglesia a través del clero secular y clero regular
este último compuesto por las órdenes y congregaciones, ambos cleros fueron los
encargados de la formación de pueblos urbanizados en Los que convivían las diferentes
castas que los habitaban y en las que se podían distinguir dos tipos de trabajos que
realizaban los indios, la encomienda que era como la esclavitud y e repartimiento en el
que era un trabajo temporal asalariado, sin embargo en ambos casos era explotación de
los españoles en contra de los indios.

En los que respeta a la educación inicialmente tenía dos fines principales: la


evangelización de los aborígenes y la educación popular indígena.

2.1 LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD DE LA NUEVA ESPAÑA

Con la llegada de los españoles se acaba la vida tranquila y llena de abundancia de los
indios americanos. Los conquistadores son seducidos por las riquezas indígenas y
comienzan a presionar a los nativos para que muestren la procedencia del oro y sus
adornos. Entonces comienza una verdadera carrera para encontrar metales preciosos lo
que permitió a los españoles descubrir importantes yacimientos mineros, sobre todo a
partir de la segunda mitad del siglo XVI. Las minas de oro de Carabaya, Antioquia,
Chocó, Popayán y Zaruma y las de plata de Taxco, Guanajuato, Zacatecas, Potosí o

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Castrovirreyna dieron un vuelco total a la economía de la época. Una verdadera fiebre
por la riqueza fácil se apoderó de los europeos, cuyo principal lazo de unión con
América será, en adelante, la producción minera y el comercio que se desarrolló en
torno a ésta.

En un comienzo los conquistadores españoles menospreciaron la agricultura,


dedicándose principalmente a la minería. Pero los centros mineros no podían subsistir
sin agricultura y ganadería, pues debían resolver los problemas de alimentación y
transporte. Así, en torno a las explotaciones mineras se establecieron haciendas y
estancias, dirigidas a satisfacer las necesidades de la población minera. Desde la
América indígena salían cargamentos a todo el mundo de numerosas especies
vegetales: como el maíz, la papa, los frijoles, el cacao, la mandioca o yuca, el tabaco, la
coca, los tomates, el maní, el ají, la vainilla, el algodón, el caucho, el maguey o pita, el
guano, el índigo, numerosas frutas tropicales (piña, chirimoya, mango, ananá, guayaba,
mamón, papaya, chirimoya) y plantas medicinales como la quina, coca, zarzaparrilla,
liquidámbar y distintos bálsamos. Los españoles introdujeron a nuestro territorio los
cultivos de cereales, leguminosas, hortalizas, la vid, el olivo, la caña de azúcar y
algunas especias de origen asiático. Asimismo, caballos, cerdos, vacas, ovejas y aves
de corral, animales traídos por los conquistadores, se reprodujeron y dispersaron
rápidamente por todo el territorio americano.

2.2 EL PAPEL DE LAS PRINCIPALES ÓRDENES RELIGIOSAS


EN EL PROCESO IDEOLÓGICO Y EDUCATIVO DE LA NUEVA
ESPAÑA

La Iglesia Católica fue una institución poderosa durante el período colonial. A ella
estaba encomendada la evangelización, pero su poder también se extendía a lo
territorial ya que, por legados y donaciones de fieles piadosos, la iglesia había llegado a

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poseer una inmensa fortuna territorial. Las relaciones entre la Corona y la Iglesia
habían estado reguladas por el Patronato eclesiástico, que era un conjunto de
prerrogativas cedido por los Papas a los Reyes. Según el Patronato, el Estado Español
daba los nombres de los prelados que el Papa debía nombrar, designaba los curas
párrocos, percibía los diezmos eclesiásticos, autorizaba la fundación de Iglesias y la
demarcación de diócesis y parroquias y pagaba a prelados y curas, los cuales, por la
procedencia de su nombramiento, por las leyes vigentes y por el origen de su
estipendio, eran prácticamente funcionarios estatales con un cierto grado de
subordinación. En el período colonial la Iglesia Católica monopolizaba la enseñanza.
En América en general, a lo largo de los siglos XVII y sobre todo XVIII, la agricultura
se transformó en la actividad económica más importante, principalmente por el
crecimiento de la población, con el consiguiente aumento de la demanda de alimentos,
y la valorización social que otorgaba la posesión de la tierra.
En el siglo XVIII se evidenció la pérdida de la hegemonía española en Europa y en los
mares. Corsarios (marinos contratados y financiados por un Estado en guerra para
causar pérdidas al comercio del enemigo y provocar el mayor daño posible en sus
posesiones, como Francis Drake que saqueo a Cartagena) y piratas (que robaban por
cuenta propia) ya no podían ser detenidos por los galeones de la corona, debilitándose
extraordinariamente el oneroso sistema de flotas anuales. Por otra parte, el aumento de
la población de las Indias y la ineficacia del sistema comercial hispano frente a las cada
vez mayores necesidades, propiciaron un exitoso contrabando. De esta manera se
generaron una serie de medidas, la más exitosa fue en 1778 que dispuso el libre
comercio entre los puertos de América y los de España. Si bien en términos generales
el comercio aumentó, las colonias se vieron sumidas en una descapitalización visible
en una balanza de pagos negativa que arruinó a muchos comerciantes americanos.

2.2.1 DOMINICOS

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Para remediar los males que en la sociedad causa la "ignorancia”, en 1215 nació en
España la Orden de Frailes Predicadores. Fundada por Santo Domingo de Guzmán,
esta corriente de sacerdotes impregnó el ambiente medieval con un renovado espíritu
por vivir y transmitir la Verdad del Evangelio. El hábito blanco con capa negra
distingue hasta nuestros días a la familia dominica, integrada por tres ramas: la
masculina, de sacerdotes y frailes; la femenina, de hermanas religiosas y monjas y, la
seglar, compuesta por fraternidades laicales e institutos seculares. Quienes conocieron
a Domingo (1170-1221) en su infatigable labor con los más desposeídos, los herejes y
los pecadores, destacan su profunda unión con Cristo crucificado. Cuentan que tras los
días dedicados por completo a los demás, solía destinar todas las noches a orar a los
pies del Sagrario. Sus seguidores explican que sólo contemplando la Cruz de Cristo se
puede tener “ojos evangélicos” para entender las situaciones históricas determinadas. Y
viceversa, sólo en el contacto con la humanidad, se puede aumentar la experiencia de
Dios en la oración y la contemplación.
Su ejemplo de pobreza radical para “seguir libremente a Cristo”, su madurez y
equilibrio humano para vivir su celibato como “un canal de entrega generosa”, su
humildad vivida como una actitud evangélica (no como mera modestia) y su vida
contemplativa constituye la más preciada herencia de los dominicos
Los recintos de los que me ocupo fueron muy importantes en la época novohispana
porque en ellos se formaron como sacerdotes e instruyeron en el conocimiento de las
lenguas los frailes dominicos que emprendieron la evangelización de la Nueva España.
La vocación primordial de la orden establecida por santo Domingo fue la de predicar el
evangelio a los habitantes de las incipientes ciudades, que o bien manifestaban una
grave ignorancia evangélica o interpretaban las escrituras alterando los dogmas
católicos y propiciando las distintas herejías que se dieron cita en la Europa medieval.
Los dominicos rompieron con la sociedad feudal y clerical, rechazaron privilegios
económicos, políticos y aristocráticos, y practicaron y predicaron la pobreza de Cristo,
para lo cual tuvieron especial empeño en dar testimonio de pobreza y vivir únicamente
de limosnas, de ahí que la orden fuera mendicante. Se instalaron cerca de las

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universidades, para encontrarse entre los grupos de jóvenes alumnos y encauzarlos a
una vida cristiana pero también con el fin de obtener una sólida instrucción.
El estudio y la predicación estrechamente unidos fueron los medios para lograr el
convencimiento de los herejes, de los incrédulos y de los ignorantes. Sin embargo,
durante los siglos XV y XVI, en los conventos dominicos se gestaron dos tendencias:
la de los frailes que bajo una vida de austeridad y retiro pretendían mantener en el
claustro la observancia de la regla impuesta por santo Domingo, y la de los religiosos
entregados al apostolado activo. Para unos, las misiones adquirieron un lugar
secundario, mientras los otros conciliaron la observancia y la predicación evangélicas
sin que ninguna de las dos obtuviera preponderancia. Las dos tendencias llegaron al
Nuevo Mundo.
Si bien el estudio y la predicación son consubstanciales a la orden de predicadores,
también lo es el oficio divino, respetado por todas las órdenes religiosas. Mediante él,
la comunidad se reunía en el coro para orar y alabar a Dios en nombre de la Iglesia.
Santo Domingo aconsejó que los frailes de su orden lo realizaran de manera breve
porque de otra manera ocuparían mucho tiempo en él y no se darían el espacio
suficiente para el estudio y la predicación. Entre los dominicos además se rezaba
diariamente el oficio de la Virgen y cada ocho días el oficio de difuntos. Vivir dentro
de la observancia religiosa implicaba la práctica del oficio divino.
Para ingresar a un convento de formación dominica era requisito indispensable el
conocimiento del latín y la presentación de un examen en el cual el candidato
demostrara “aptitud para el estudio, espíritu de piedad, mansedumbre, buenas
inclinaciones”, además de dar a conocer la motivación que lo conducía a abrazar la
vida religiosa. No se admitían hombres “violentos, viciosos o enfermizos”. Se puede
decir que los aspirantes pasaban por un riguroso examen de selección en el que sobre
todo debían demostrar su capacidad intelectual.

2.2.2 AGUSTINOS

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El origen de esta orden hay que buscarlo en el año 388 cuando su creador, San Agustín,
funda su primer monasterio. Los monasterios agustinianos se establecieron por el norte
africano hasta la invasión de los vándalos en que hubieron de dispersarse. Esta
dispersión dio origen a nuevas modalidades dentro de la observancia de la Regla. En el
siglo XIII se hizo la Gran Unión de los ermitaños de San Agustín (año 1256). Su
máximo apogeo es en el s. XV y principios del XVII.
En Zuberoa aparecen ya en el siglo XI pues durante el episcopado de Odón de Benac,
obispo de Olorón (1083-1101), existía ya una colegiata a cargo de los agustinos. Era
este un lugar célebre por las peregrinaciones para honrar las reliquias de Santa
Engracia. Había también un hospital para atender a los peregrinos de Compostela. Esta
localidad, situada en lo más abrupto de Zuberoa, se llamaba antes del siglo XI, Urdaite.
Estaba dentro del Reino de Navarra y ligada a la abadía de Leire.
En Bizkaia el año 1515 se funda un convento de varones en San Bartolomé de Bérriz,
en el monte Artxanda (Bilbao), come perteneciente a la provincia agustina de Castilla a
la que pertenecían también Santa Catalina de Badaya (Álava), San Agustín de Estella
(Navarra) y San Agustín de Pamplona. En 1563 ya existía en Bilbao otro convento
agustiniano, pero de religiosas, aunque no poseemos datos sobre el origen de un
segundo convento de monjas. El primero se llamaba convento de La Esperanza, y el
segundo, de Santa Mónica. En 1546 Martín Ibáñez de Garazate y su mujer, dueños de
la Casatorre de Bidarte, fundaron en Markina un beaterio de agustinas que se extinguió
en 10 de abril de 1846 por muerte de Dolores de Aguirre y Amalloa, última de las
beatas.
Hay dos casas de agustinos en Pamplona, una con 84 religiosos, de los cuales ocho son
sacerdotes con un Noviciado y otra con tres religiosos, dos de ellos sacerdotes con
Residencia. Hay otro convento en Artieda (Navarra). Los Agustinos Asuncionistas
tienen casa de estudios en Elorrio; los ermitaños, una en Bilbao, con Colegio dedicado
a la enseñanza; en Gernika, una Residencia con actividades misioneras; en Las Arenas,
otra con la misma finalidad; y en Portugalete, otra con Colegio dedicado a la
enseñanza. Los Recoletos tienen conventos en Artieda, 14 religiosos y Colegio

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Apostólico; en Buñuel, con dos religiosos y finca agrícola; en Lodosa, 13 y estudios de
Teologado; en Marcilla, con 104 y estudios de Teologado y en Monteagudo, con 16 y
Noviciado. Todos ellos en Navarra. En Gipuzkoa está el Colegio Misional de San
Sebastián y el de Martutene, con Aspirantado y Estudios. Las monjas Agustinas tienen
en Navarra dos casas, una en Alcaz con 24 religiosas y otra en Lodosa, con tres; las
Ermitañas, tres conventos en Bilbao, Begoña y Durango y un Colegio en Aretxabaleta
(Gipuzkoa), otro en Mendaro (Gipuzkoa) y dos conventos de vida contemplativa en
Mutriku y Errenteria, ambos guipuzcoanos; las Ermitañas de S. P se hallan establecidas
en Pamplona con una casa que alberga a 25 religiosas de vida contemplativa; las
Misioneras de María tienen una Clínica en Tolosa (Gipuzkoa); las Misioneras de
Ultramar, un Colegio en Astigarraga (Gipuzkoa); las Recoletas un convento en
Artziniega (Álava), con 20 religiosas de vida contemplativa; otro en Pamplona y otro
en Lekeitio (Bizkaia); y, finalmente, las Recoletas Misioneras un convento en
Monteagudo con Noviciado.

2.2.3 FRANCISCANOS

Los franciscanos son un grupo de la Iglesia católica fundado por san Francisco de Asís.
En 1209 fundó la Primera Orden, para frailes, en 1212 la Segunda Orden, para monjas,
y hacia 1221 la Tercera Orden, para seglares.
La Orden Franciscana en la Nueva España fue la primera y una de las más importantes
órdenes que arribaron para adoctrinar, convertir, misionar, colonizar y enseñar a los
indios. Su estancia se refleja en la arquitectura, en la educación, en las letras. José
Vasconcelos, en su conferencia "La Idea franciscana en la conquista de América",
señala que la de México fue una "conquista que no se limitó a buscar minas, bosques y
recursos naturales, sino que entró a nuestros territorios impulsada por el afán de los
paisajes nuevos que deleitaban la ambición de los aventureros y por el celo de los
franciscanos que buscaban almas que convertir. Y la conversión suponía la enseñanza

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no sólo de las verdades religiosas, también la ciencia toda y las artes de la civilización
europea." Los colegios-seminarios de Propaganda Fide, además de ser semilleros de
escritores, se constituyeron en centros de promoción en el ámbito de las letras, según se
desarrolla en el presente estudio.
El Colegio de la Santa Cruz de Santiago Tlatelolco fue la primera institución de
educación superior de América, preparatoria para la universidad, destinada a los
indígenas. Fue el centro más importante de las ciencias y las artes durante la primera
mitad del siglo XVI en la Nueva España. «Durante los 50 años de su funcionamiento,
el Colegio de Tlatelolco constituyó un establecimiento científico en el cual se cultivó
preferentemente la medicina nahua y, al mismo tiempo, fue la escuela de ciencias
políticas en que se preparaba a los hijos de los caciques para el gobierno de los pueblos
de indios».
El Colegio de Santa Cruz fue una institución franciscana de élite creada para que niños
indígenas de entre diez y doce años pudieran internarse para ser educados. Se eligieron
a los hijos más aptos de la nobleza indígena, de los señores y principales de los
mayores pueblos o provincias de Nueva España —dos o tres por cada cabecera o
pueblo principal, aproximadamente cien niños en total. Durante los primeros cuatro
años de su funcionamiento, la escuela no aceptó a más estudiantes.
Debido al primer propósito de la educación impartida, en los primeros años del colegio,
aproximadamente de 1536 a 1540, la vida de los estudiantes fue muy similar a la
monástica. Los alumnos comían junto con los frailes en el refectorio. Dormían en una
habitación larga, similar al dormitorio de las monjas, con camas en ambos lados del
cuarto, separadas por un pasillo que lo atravesaba transversalmente; las camas de la
derecha estaban sobre unas tarimas de madera debido a la humedad. No se debe caer en
el error de pensar en camas formales de armazón de madera. Estas eran, más bien, un
tejido grueso para colocar sobre el suelo y una frazada, ya para tender sobre el tejido —
pues era hecho de espartos, juncos, palmas u otros incómodos materiales de este tipo—
en temporadas de calor, ya para cubrirse en las de frío. Cada alumno poseía, además,

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una caja con cerradura para guardar sus pertenencias (ropa y libros) y su respectiva
llave. Tenían también lumbre y celadores toda la noche.
Otra cosa que el colegio compartía con los monasterios era el officium divinum, un
conjunto de servicios no sacramentales de la oración que debían ser pronunciados en
momentos establecidos del día de acuerdo con el Breviario, escrito hacia el siglo XIII.

2.2.4 JESUITAS

La orden jesuita, o de los jesuitas, llamada oficialmente Compañía de Jesús, es una


orden religiosa católica fundada a mediados del siglo XVI (más específicamente en el
año 1534) en la ciudad de París. Su fundador fue el religioso luego declarado santo San
Ignacio de Loyola. Los objetivos de la fundación de esta compañía fueron, obviamente,
la extensión y difusión del mensaje de Jesús en aquellos territorios y comunidades en
los cuales el mismo todavía no existiera. Una de las principales y más destacas obras
de esta compañía tuvo lugar en América del Sur, en el actual territorio argentino y
paraguayo.
Contamos entre los elementos más significativos y distintivos de la obra de la
Compañía de Jesús el interés por sembrar en sus seguidores y fieles el mensaje de Jesús
a través de la educación y de la enseñanza evangelizadora. Los jesuitas no sólo se
hicieron famosos históricamente por enseñar a comunidades aborígenes el mensaje
católico sino también por inculcar en ellas las nociones de espiritualidad y de la
importancia de una vida dedicada a la reflexión y a la admiración de las obras del señor
más que al interés por los objetos materiales y por el dinero. Al mismo tiempo, los
jesuitas pasaban a sus fieles la idea o misión para la que cada uno de nosotros fue
creado y traído al mundo: descubrir la propia misión y llevarla adelante era para los
jesuitas un acto de valentía y completa devoción al Señor.
Si bien las compañías jesuitas existen hasta el día de hoy con gran presencia en
espacios como Latinoamérica, uno de los momentos más cruciales en su historia fue la
expulsión de América que los mismos sufrieron en el siglo XVIII a manos de los reyes

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Borbones de España y de otras casas dinásticas europeas. Los jesuitas representaban
valores políticos y religiosos que no coincidían con los de los reyes (quienes querían
limitar el poder Papal y centralizar tanto el poder político como el religioso en sus
personas). Al mismo tiempo, los jesuitas habían logrado una increíble obra de
evangelización en América que iba más allá de las cuestiones religiosas ya que habían
otorgado a las comunidades indígenas diferentes elementos para su organización y
subsistencia. Hoy en día, los jesuitas siguen existiendo y cuentan con numerosos
adeptos en todo el mundo.
Los jesuitas llegaron a México en 1572, evangelizando y educando en Estados como
Guanajuato, San Luis Potosí y Coahuila, para luego extenderse por otros estados del
país.
Con la idea de convertir a la gente al cristianismo, los jesuitas fundaron colegios y
ciudades. Los que aceptaban, se unían para construir una misión, que, una vez
establecida, se emprendía el viaje hacia otros lugares con el mismo propósito.
Por eso, la llegada a México de los jesuitas en 1572 se produce en el momento más
oportuno. Aunque desde un principio sus tareas se dedicaron a la educación, sobre
todo de la niñez, no descuidaron la labor apostólica en los lugares donde apenas se
iniciaba y que no habían sido cubiertos por las otras órdenes religiosas. Así, llegaron
con relativa rapidez a Guanajuato, San Luis Potosí y Coahuila, para después extenderse
al norte llegando hasta Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Durango.
Los colegios jesuitas en México se caracterizan por su excelencia académica y la
formación ignaciana que se les da a sus alumnos por medio de diferentes experiencias.
Es importante destacar que sólo en estas seis instituciones del Sistema de Colegios
Jesuitas se destina a los sacerdotes de la Compañía de Jesús para colaborar en las
diferentes áreas de los colegios, así mismo el nombramiento del rector de cada colegio
depende de la decisión del jesuita encargado de la Provincia Mexicana de la Compañía
de Jesús.
El Colegio sobrevivió gracias al cariño de muchas familias poblanas que lo acogieron
en sus casas para que en ellas continuara furtivamente su labor, y gracias a una figura

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excepcional: el Hermano José Jurado S.J., “Tío Pepe”. Quien pedía que no se le
llamara Hermano Jurado y menos Padre José. “Si no le puede llegar el chisme a la
policía, me encierran y se acabó el colegio. Llámenme “Tío Pepe”.

2.2.5 MÉTODOS MISIONALES

A cuatro siglos de distancia y con una experiencia misional larga y variada que arranca,
al menos de una manera definitiva, precisamente del siglo XVI, hoy se nos hace difícil
calibrar en toda su importancia la novedad que para los misioneros del mil quinientos
representaba la empresa misional de Indias.
La novedad que para ellos revestía era no sólo de carácter histórico, sino, sobre todo,
de índole metodológica. Es decir, no sólo tuvieron que enfrentarse con una realidad
misional hasta entonces no abordada por nadie en circunstancias análogas a la de
Indias, sino que ni en las precedentes empresas misionales que a lo largo de la historia
de la Iglesia se habían venido sucediendo hasta el siglo XVI podían encontrar los
misioneros de esa centuria un modelo en que inspirarse para llevarla a cabo. Índice de
la novedad que para ellos revestía, y de lo difícil que les era atinar con un método para
abordarla, son las numerosas y, en muchas ocasiones, contradictorias soluciones que,
con este fin, a lo largo de la centuria, se fueron proponiendo.
A la novedad se añadía, por otra parte, la magnitud de la empresa. Ya en 1538 la
Corona se había percatado de ello con toda claridad. El hecho es de sobra conocido, y
en esta misma obra tendremos ocasión de hacer referencia más de una vez a la
diversidad de puntos de vista que en el siglo XVI se sostuvieron sobre aspectos
particulares de algunos métodos. Con todo, es curioso observar cómo ya a fines de la
centuria la noticia de esta diversidad de soluciones había traspasado las fronteras de
Indias y las de España. Possevino, en efecto, que escribía en Roma y en 1593, se hace
eco de esta diversidad de opiniones.
Una de las claves a que se recurrió para solventar el problema, fue fijar la vista en lo
realizado por otros misioneros en épocas contemporáneas o anteriores.

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Contemporáneamente a la empresa española de Indias, Portugal realizaba otra
semejante en el Oriente. No obstante ser las circunstancias de ambas misiones muy
distintas, los jesuitas del Perú recurrieron a lo que se realizaba en las portuguesas para
abonar sus tesis sobre la necesidad de que los misioneros de Indias fueran ejemplares,
de que la penetración entre indios aun no conquistados se hiciera de un modo pacífico,
o sobre la conveniencia.
Con muy pocos años de existencia todavía, la Compañía de Jesús se encontraba en el
siglo XVI, o al menos en la época a que pertenecen los testimonios citados anteriores al
de Acosta, en un período de tanteos. Por ello podría parecer muy natural que sus
primeros misioneros de Indias trataran de seguir muy de cerca los pasos que efectuaban
aquellos que les precedieron en las misiones portuguesas de Oriente. Resulta, sin
embargo, que también los de otras Ordenes ya antiguas y con cierta experiencia
misional buscaron asimismo un ejemplar en otras partes. Los misioneros de éstas
fijaron su atención en lo que acababa de suceder en España con los moriscos. La
experiencia había sido negativa, pero aun así juzgaron que les ofrecía frutos que
cosechar. A ella recurrieron, por ejemplo, los misioneros de las Ordenes Mendicantes
de la Nueva España para apoyar su tesis sobre la necesidad del desprendimiento en los
misioneros de Indias. Tanto los franciscanos de aquella región como los dominicos y
agustinos consideraban la codicia en el misionero como uno de los mayores obstáculos
para conseguir la cristianización del indio y, por lo mismo, se oponían a la entrega de
las doctrinas a los clérigos por el peligro que en el hecho se ocultaba.
Las razones que los movían a argumentar así eran varias y no todas desinteresadas;
pero es sintomático que se acuerden de las misiones entre los moriscos de Granada
para aducir un ejemplo concreto de lo que venían probando. Según ellos, apenas
conquistada Granada por los Reyes Católicos, los franciscanos, dominicos y agustinos
comenzaron allí a predicar con algún fruto. Fueron suplantados por clérigos y,
abandonando ellos el apostolado, la cristiandad de los moriscos quedó reducida a un
estado lamentable.

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2.2.5.1 LA MÍMICA

La mímica es un arte de representación dramática muy antiguo que intenta


manifestarse mediante gestos y movimientos corporales.
En los grandes teatros antiguos al aire libre de Grecia y Roma, donde el público podía
ver, pero apenas podía oír, el mimo era un elemento importante en la interpretación. El
pantomimus romano era un actor que utilizaba palabras y también movimientos
estilizados con máscaras para representar al personaje acompañado de música y las
canciones del coro. A pesar de su trascendencia en el teatro, en el siglo V la iglesia
prohibió a estos encantadores personajes, a causa de sus constantes burlas a los
sacramentos. En ese momento de la historia la mímica decayó hasta casi desaparecer.

En Asia este arte se desarrolló mucho antes que en Europa y para estas culturas la
mímica representó un papel esencial en los géneros dramáticos más importantes.
En Europa tendremos que esperar al siglo XVI para ver en Italia la commedia dell'arte,
una comedia improvisada que pronto se propagó por todo el continente. La pantomima
continuó con el Arlequinado durante los siglos XVII y XVIII en Francia e Inglaterra,
que era una forma desarrollada a partir de la commedia dell'arte en la cual se
presentaban las aventuras de Arlequín, su amante, Colombina, y su padre, Pantaleón.

En Londres, el Arlequinado era precedido por una escena en la que los actores hacían
mímica y bailaban representando historias de la mitología clásica o cuentos de hadas, y
culminaban con la transformación del personaje principal en Arlequín. Después del
siglo XIX, las representaciones se limitaron a la época de Navidad. Poco a poco la
escena inicial mencionada, o pantomima, se fue extendiendo y se hizo más importante
que el propio Arlequinado, especialmente a principios del siglo XIX tras el desarrollo
llevado a cabo por el actor Joseph Grimaldi, que destacaba en acrobacias e inventó
trucos y maquinaria escénica, de los que se valió después para crear el personaje del

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payaso Joey. La pantomima emergió como un espectáculo de elaborado trabajo
escénico y de vestuario, basado en cuentos de hadas, con la incorporación de
canciones, danzas, diálogos, acrobacias y otros elementos de revista inglesa. Se
convirtió en tradición que una actriz joven interpretara el papel del héroe, o chico
principal, y que un actor cómico interpretara el papel cómico de la dama de la
pantomima.
La pantomima moderna acabó siendo un arte puramente mudo, donde el significado es
trasmitido solamente a través del gesto, el movimiento y la expresión corporal.
Adquirió el rango de gran arte en el siglo XIX gracias al actor francés Jean Gaspard
Deburau, que refinó los rasgos de un temprano personaje de la commedia dell'arte y
creó a partir de él a Pierrot, el payaso herido de amor. En el siglo XX, dos actores
franceses, Étienne Decroux y Marcel Marceau, creador del payaso Bip, han sido mimos
de excepción. Los actores de cine mudo de principios del siglo XX, en especial Charlie
Chaplin y Buster Keaton, basaron su trabajo por entero en las técnicas de mimo para
transmitir sus historias.

2.2.5.2 TEATRO

Se sabe que utilizaron este recurso los religiosos que catequizaron las tierras
mexicanas. Las representaciones tenían lugar en los atrios, frente a las capillas abiertas,
donde pudieran ser observadas por mayor número de gente y aun en los mismos
templos que comenzaban a levantarse con espléndidos retablos y techumbres con
nervaduras góticas. A veces no eran obras de teatro que se escenificaban, sino simples
cuadros plásticos representando un pasaje bíblico.
El repertorio dramático usado en la tarea de evangelización fue escrito por religiosos
dominicos en las lenguas nativas.
Durante una de esas representaciones, en el primitivo templo de Etla, ocurrió una
desgracia. Siendo las festividades de Corpus, se escenificaba

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"poniendo de bulto ante los ojos las principales figuras del Antiguo Testamento,
relativas al Augusto sacramento de la Eucaristía", y se vino una parte exterior del
convento que no soportó el excesivo peso de los espectadores.
Se sabe de otro fraile, también nacido en Oaxaca, fray Martín Jiménez, "predicador en
lengua mixteca y chochona. Además de sus conocimientos de música, compuso a
modo de comedias algunas representaciones de misterios, dramas sacros, en los que
mezclaban algunos versos en romance, porque era ingeniosísimo poeta".
Estas representaciones religiosas, de acuerdo a los cánones del teatro de la época,
solían ser de gran duración, estaban musicalizadas y quizás originaban un mestizaje
instrumental porque las melodías se interpretaban líricamente con flautas, guitarras,
vihuelas, laúd, teponaztli, chirimías y tambor español, sin excluir probablemente algo
de danza. Los instrumentos musicales del siglo XVI más comunes fueron flautas,
clarines, cornetines, trompetas, pítanos, trombones, flautas moriscas o sabelas,
chirimías, dulzainas, sacabuches, orlos, rabeles, vihuelas de arco y atabales.
Estas puestas en escena hechas en las lenguas nativas, musicalizadas y con gran
aparato, fueron una enorme enseñanza audiovisual para los catequizados,
constituyendo un recuerdo imperecedero en la sensibilidad del indio, siempre receptivo
a toda manifestación artística.
Los métodos de evangelización, bien lo sabemos, hicieron de la música una de sus
herramientas más eficaces, pues como prolijamente describen las crónicas de los
frailes, los dogmas, misterios de la fe, oraciones y ritos cristianos se transmitían por
medio de la palabra cantada, de la música “instrumental”, pero sobre todo mediante la
fiesta y la celebración.
La predicación del Evangelio constituyó el fundamento teológico de la conquista de las
Indias, pero la Palabra de Dios enmudecía frente a la Babel americana, y disponer de
instrumentos susceptibles de ser empleados para la adecuada presentación de la Fe a
los indígenas constituía el menester más urgente. Mientras que entre los conquistadores
y los agentes coloniales era práctica común recurrir a intérpretes, los misioneros
necesitaban comunicarse con claridad, permanencia y profundidad, más cuando su

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discurso estaba plagado de temas y conceptos complejos y de comprometida
traducción. De ahí que una de sus primeras dificultades fuera la de llevar a la práctica
uno de los grandes principios teológicos misioneros: que el Evangelio sea predicado a
cada pueblo en su propia lengua. De esta manera los misioneros se lanzaron al
aprendizaje de las lenguas vernáculas convirtiéndose en gramáticos, lexicógrafos y
traductores.

2.2.5.3 INTÉRPRETES

La lengua se convirtió, pues, en el arma perfecta del Imperio. De ahí que uno de los
propósitos principales de la conquista fuese castellanizar al Nuevo Mundo, y a través
de la lengua -como esperaba Colón- enseñarles la religión católica. Las metas de los
conquistadores oscilaban, pues, entre la explotación y la conversión. Tenían un doble
interés en controlar a los indígenas y en cristianizarlos. Para poder controlarlos y
explotar sus riquezas, los conquistadores no necesitaban que aprendiesen la lengua. Sin
embargo, para cristianizarlos, necesitaban ser entendidos por los indígenas. Tanto en
un caso como en otro necesitaban intérpretes y traductores, aunque por razones
diferentes. Tales razas opuestas tuvieron grandes consecuencias en el proceso de
colonización.
La importancia del traductor/intérprete se hizo pronto evidente, pero no se reconoció
oficialmente. Dado que pretendo analizar el encuentro entre dos culturas diferentes
(indígena/española) y dos tipos de discurso diferente (escrito/oral) creo interesante
establecer dos períodos cronológicos, el primero referido a los primeros
encuentros orales, y el segundo referido a manifestaciones escritas.
En este período caben distinguir entre la comunicación por señales y símbolos y la
comunicación oral. Comunicación por señales. En cuanto a la comunicación por
señales, digamos que obviamente los primeros encuentros tuvieron que ser por señales
y símbolos ante la falta de un código lingüístico común. De este modo, siguiendo un
ritual legal representado por los españoles, cuya cultura favorecía la ceremonia y las

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formalidades legales, Colón y sucesivas expediciones, tomaban posesión de las nuevas
tierras recitando una fórmula, como deducimos del Diario de Colón (12 octubre 1492):
El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron a tierra, y a Rodrigo
de Escobedo, escribano de toda la armada, y a Rodrigo Sánchez Segovia, y dio que le
diesen fe y testimonio. La Malinche, mujer y esclava que probablemente no conocía
mucho de protocolos ni de un discurso elevado y de asuntos públicos llevados a cabo
por hombres, fue su principal intérprete náhuatl y en este proceso cabría especular con
la manipulación de información presente en toda actividad de transvase.

2.2.5.4 CATEQUESIS

La primera experiencia evangelizadora fue la del ermitaño Ramón Pané que acompañó
a Colón en su segunda expedición de 1493. Escribió en 1496 una relación por la que
vemos que se dirigió a los caciques de La Española en su lengua taína, les enseñó las
principales oraciones y algunos artículos de la fe más fácilmente accesibles: un solo
Dios, creador, etc. Encontró, entre otras dificultades, una notable: los indígenas
percibían la fe cristiana como algo propio de los españoles opresores. Con todo, logró
Pané unas conversiones luego de una preparación de dos años. Hubo inclusive algunos
mártires, como Juan Mateo, el primer indígena bautizado. Pero el mal ejemplo de los
colonos hizo abortar esta primera misión. Triste anticipo de lo que se iba a repetir
posteriormente en muchas ocasiones: la codicia de algunos neutralizando la obra
apostólica de otros.
Otros intentos efímeros corresponden a las primeras conquistas. Valga como ejemplo
la expedición de Gil González Dávila, desde 1522 hasta junio de 1523, desde el Darién
hasta Nicaragua. Terminada su misión, anunció triunfalmente al rey: «Torné cristianos
32.242 ánimas». Agregó, por supuesto, un cálculo de las cantidades de oro recogidas
en la misma ocasión, pues para él Dios y Mamón formaban buena compañía. Pocos
años después, en septiembre de 1528, fray Francisco de Bobadilla, mercedario, hizo en
presencia de un escribano una evaluación de lo que había dejado la correría apostólica

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del citado conquistador y de otros dos que pretendían haber evangelizado a los indios
de Nicaragua. Sometió a un cuestionario riguroso a varios de aquellos bautizados.
Como era de esperar, el resultado resultó deplorable. Todos los bautizados habían
vuelto a sus idolatrías. Nada recordaban de la doctrina enseñada. La mayoría de ellos ni
siquiera recordaban su nombre cristiano.
Muy pronto en Nueva España hubo también bautismos en masa, pero de mejor quilate.
Después del trauma inicial de la primera conquista, los indígenas, justamente molestos
por los atropellos de los conquistadores, pero impresionados por el poder del Dios de
los cristianos y atraídos por el testimonio de caridad de los santos frailes, empezaron a
afluir numerosísimos a las puertas de los monasterios.
Los misioneros, convencidos en su mentalidad medieval de que todos los paganos
iban a parar ineludiblemente al infierno, no querían cerrarles las puertas del paraíso.
En realidad, el bautismo no era un mero punto de llegada, sino,
como siempre debería ser, el principio de un proceso que dura toda la vida.

CONCLUSIÓN

Es curioso como conocer lo pasado, hoy en día nadie dice “Ah, leeré un libro de
historia”, o “Hoy en vez de indagar Facebook indagaré sobre la época colonial”, pero si
tan siquiera dedicáramos 10 minutos diarios a la lectura de nuestra historia creemos
que algo cambiaría en la humanidad, si nosotros relacionáramos el día de hoy con hace
más 500 años podremos reflexionar que para nada estábamos al borde de la extinción
por problemas ambientales, aunque esto no quiere decir que no hubieran problemas
como tales. Pero, como indígenas solo nos preocupaba la comida del día, o más bien
las necesidades básicas que por el simple hecho de ser seres humanos traemos en el

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ADN, eso sí, no se iba a la tienda a comprar botellas de refrescos, Sabritas, etc., se
utilizaban las botellas de vidrio y en realidad ni existían las Sabritas.

Por qué abarcamos este tema, ya que hemos estado con problemas ambientales no está
demás realizar la comparación de esta época con la Nueva España y/o época Colonial,
con solo saber que la llegada de los españoles a futuro iba a provocar un caos (claro,
que no culpamos al 100% a la raza española), pero de vivir solo los indios en su
ambiente natural e intacto, las nubes grises, la escasez de agua y la sobreexplotación de
recursos existiera tal vez, pero no a tal magnitud, este como punto de vista extra con
respecto al análisis de las consecuencias a la época Colonial. Una vez derrotados los
ejércitos aztecas y los colonizadores tomaron Tenochtitlán, la conquista militar de
Anáhuac había terminado. Pero nadie puede explotar y gobernar a un pueblo solo por
la espada, se requiere el cemento ideológico que adormezca a las masas, se necesita del
opio religioso.
Para dominar en forma estable no basta la fuerza, se requiere un sistema administrativo
capaz de asegurar el funcionamiento de ese dominio y su reproducción económica,
política y jurídica.

Otra consecuencia más es que en la educación colonial significó el inicio de una


educación discriminatoria, en la cual se atendían sólo a los grupos sociales
privilegiados, dejando por fuera a una gran mayoría. Es un período desarticulado en
cuanto a lineamientos estadales, ya que el Estado español no poseía ni la organización,
ni la voluntad para educar a sus colonias americanas
Por otro lado, lo que es importante la lectura pre-exposición, porque cuando se nos
adjudicó el tema respecto a los dominicos al desconocer de estos creíamos que se
trataba de personas dedicadas al evangelio dominical, es decir, a los domingos, suerte
es la de nosotros la oportunidad de tomar nuestro ordenador e investigar mejormente
los temas asignados y fue así que conocimos la verdadera historia de estos personajes,
los dominicos se encargaron de emprender la conversión de los indios en Nueva

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España, para que estos tuvieran una sólida preparación académica respaldada por el
conocimiento del trívium, filosofía aristotélica, la Biblia, teología tomista y lenguas
indígenas. Los frailes que llegaron a ser lectores también conocieron los idiomas
nativos y participaron no sólo de la educación entre sus hermanos de orden sino incluso
en la preparación de los estudiantes de la Universidad de México, donde también
impartieron cátedras.

Hoy por hoy al acercarnos a nuestra iglesia más cercana (sin especificar religión
alguna), podemos ver que los métodos misionales de los que hablábamos aun son
vistos, como la catequesis, por ejemplo, dos de nuestros compañeros de equipo
brindaron este servicio por algunos años y nos describieron las rutinas que realizaban:
activar y guiar a los alumnos por el camino del evangelio, mismo objetivo que nos
hereda la época colonial.

Al escuchar misionales es lógico de la derivación de la palabra “misión”, y así es, solo


que existen significados finitos para tal palabra, y en este caso como se describió
anteriormente se habla de implementarle a los indios la educación del evangelio.
Algo como esto aun con el paso del tiempo no ha cambiado, ya que hablando de razas
nosotros somos indios, y hablando de evangelización también se nos profesa el conocer
el evangelio, claro que hoy en día ya hay más que cuatro métodos para dárnoslo a
conocer, y tenemos la oportunidad hasta darnos el lujo de poder escoger.

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BIBLIOGRAFÍA

Bello, R. F. (2009 de julio de 31). Seminario de historia de la educacion. Obtenido de


http://seminariodehistoriadelaeducacion.blogspot.com/2009/07/educacion-epoca-
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Pedro, B. M. El envio de misioneros a America durante la epoca española. Salamanca


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