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Madame Kadalú: La leyenda de María

Lionza (Segunda parte)


vie., 18 abr. 2014 15:32:33, theangryantihero, [post_tag: brujeria, post_tag: brujos, post_tag:
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Luego de una hora, la camioneta llega a Costa del Este, una lujosa urbanización cerca del mar a quince
kilómetros del centro de la ciudad. Situada a las afueras, es donde habita parte de la elite económica del
país, en este lugar también vive una gran comunidad de inmigrantes venezolanos buscando mejores días
ante la complicada situación política de su país.

La reja de seguridad se abre lentamente ante el vehículo, delante les espera un enorme edificio. Al subir
hasta el piso doce entran a un amplio apartamento, la sala de estilo minimalista está iluminada por la luz
del sol que se cuela por las enormes ventanas de vidrio que ofrecen una espectacular vista del tramo
marino del corredor sur y la ciudad de Panamá, a madame Kadalú esto no la maravilla, en especial al
recordar el duro contraste social de los edificios de Paitilla y el empobrecido barrio de Boca la Caja.

Del lado derecho hay un enorme balcón con piscina. Sentado en una de las mesas de la terraza un
hombre alto, delgado, maduro y canoso, de cejas tupidas, nariz griega, labios delgados y traje de sastre
observa el mar mientras espera a su invitada con dos vasos de limonada con raspadura.

— No quise ir a buscarla directamente a su consultorio madame Kadalú, pensé más oportuno dadas las
circunstancias, traerla hasta acá. Mi nombre es Alberto Damiano. —dice el empresario saludando a la
hechicera.

— Mucho gusto, dígame entonces señor Damiano para qué soy buena.

Alberto le cuenta sobre su aventura en el Sorte y la relación que esta tiene con su hija Mariana. Ella,
desde que tuvo uso de razón, fue una niña prodigiosa e inteligente y sobre todo noble, desde siempre
ha combinado sus estudios con el voluntariado en diferentes causas sociales yendo a comunidades
indígenas y marginadas de Panamá a ayudar pero, especialmente, está profundamente comprometida
con grupos ecologistas.

Sus poderes psíquicos son impresionantes, ha sido capaz en ocasiones de realizar curaciones milagrosas
y demás prodigios aunque nunca se da cuenta. Desde los quince años, cae en breves trances donde se
manifiesta el pasado, el conocimiento y los recuerdos de sus predecesoras. Hace un mes, desde su
cumpleaños número 20, ha tenido pesadillas donde ve a su natal Venezuela arder entre el fuego y la
guerra civil, a la montaña del Sorte siendo destruida y con ella el advenimiento de una gran oscuridad.

— El problema es que los que sabemos de esto conocemos a la reina María Lionza, ella jamás baja de la
montaña, para nada. Siempre ha sido una sola, desde hace siglos. Tal vez su hija es más bien una
médium muy poderosa conectada en cierta forma con ese lugar. —contesta madame Kadalú.

— Yo la entiendo pero si me permite le puedo mostrar pruebas de lo que digo. —dice Alberto mientras
Erikson lleva una carpeta llena de documentos y la pone en la mesa.

Madame Kadalú ve la documentación, desde los exámenes que indican que Mariana tenía un raro tipo
de cáncer que la mataría en meses y su milagrosa recuperación, hasta fotografías de los guardias
vikingos que datan de 1897. Todo autenticado por especialistas en fotografía, médicos y expertos
parapsicólogos.

— Esto está incluso certificado por la DLAP y usted sabe que esa gente no juega carrito, yo solo
necesito que vaya con nosotros y ayude a que la transición sea lo más sencilla posible, que la oriente y la
enseñe a manejar su poder y su nueva responsabilidad, en esa institución me dijeron que usted es la
única que nos puede ayudar. —dice Alberto refiriéndose a la dirección latinoamericana de asuntos
paranormales

— Yo le ayudaré en lo que pueda pero sepa usted que estas cosas nunca son fáciles, esta vaina no es
para cualquiera. Suponiendo que lo que me dice es verdad, su hija lleva un peso enorme sobre su
espalda. —responde la hechicera.

Luego de esto, madame Kadalú cree conveniente regresar a su casa, Hans y Thomas se ofrecen a llevarla
a su casa, a lo cual la hechicera accede, los otros dos vikingos Marcus y su hijo Peter de 18 años se
ofrecen a acompañarlos, el primero con la apariencia de un hombre de 35 años, tiene una calva de
franciscano entre el poco cabello rubio que le queda. El segundo tiene el cabello largo y recogido en una
cola de caballo. Mientras bajan al estacionamiento, madame Kadalú siente algo extraño, una sensación
de peligro inminente.

Entre los carros, seis hombres de apariencia indígena aparecen con intenciones poco amigables. Entre
espasmos y dolores su físico se transforma, su musculatura aumenta, su piel se llena de pelo y su rostro
parece transformarse en la de un perro sin orejas. Madame Kadalú les dice que son nahuales, los
vikingos se quitan los sacos para empezar el combate. La hechicera hace una oración y cae en trance
inmediatamente, con los ojos en blanco vuela y se le tira encima a uno de los nahuales estrellándose
junto al monstruo contra un carro.

La bruja con una voz masculina empieza a mofarse del nahual y a golpearlo salvajemente con los puños
cerrados. Detrás de ella otro de los monstruos intenta atacarla pero es detenido por un candado a la
cabeza que le aplica Hans, la bestia le da un codazo en el costado haciendo que Erikson relaje la presión,
esto permite que el nahual se libere, de la vuelta, lo tome por el cuello y reviente una pilastra lanzando
al vikingo contra la misma, el monstruo luego da un gran salto para rematarlo pero Hans lo patea
rompiéndole las costillas.

Thomas por su parte es arañado en el pecho por el nahual al que se enfrenta, la sangre en su camisa y el
dolor no le impide taclear y estrellar al monstruo contra un vehículo, el nahual golpea la espalda del
vikingo que suelta al monstruo para luego ser empujado, sin embargo no cae y se pone en guardia
sacando un cuchillo de guerra de su cinturón.

Madame Kadalú sigue combatiendo, libre del trance provocado por el espíritu que invocó anteriormente
ahora corre entre los autos perseguida por otra de las bestias que corre y salta encima de los carros a
cuatro patas. La habilidad de la hechicera es tal, que pareciera que el largo vestido no le molestara a la
hora de saltar de carro en carro. Justo cuando el nahual piensa que la ha arrinconado ella atraviesa la
pared como si fuera un fantasma. Confundido, el nahual toca la pared buscándola cuando siente que la
mano izquierda de la hechicera, cuyo brazalete blanco y rojo comienza a brillar, le aprieta el hombro y le
suelta una descarga eléctrica que lo deja inconsciente.

Peter ataca a otro hombre perro con dos rectas de derecha, cuando va aplicar el gancho elevado de
izquierda es detenido por el antebrazo del nahual sin contar con una fuerte patada al estómago por
parte del vikingo que lo saca volando a varios metros entre lastimeros aullidos hasta destrozar otro
carro con su anatomía.

Por su parte, Marcus bloquea la mordida de otro nahual con una barra de hierro, la presión es tan
elevada que el metal se achurra al punto de partirse. Arrinconado, el vikingo ve como la bestia le ruge
en la cara pero, aprovechando la distracción le clava ambos pedazos de hierro en los costados.

Hans, corre hacia la camioneta y la enciende, entre unos carros Thomas pelea contra su contrincante
cuando, al ver que Hans se acerca manejando a velocidad, corta la cara del nahual y lo patea para ser
golpeado por el vehículo que arrolla a la bestia destrozando su cuerpo bajo las llantas.

Madame Kadalú agarra al nahual que inmovilizó hace unos momentos, mal herido y recuperando su
forma humana casi no puede hablar por las quemaduras en su cuerpo. Ella pregunta quién lo envió pero
el monstruo se niega a responder, en ese momento Hans llega en el carro junto con Thomas y le indica
que suba, no pueden arriesgarse a que sufra algún daño o lesión justo antes de comenzar la misión.

— ¿Peter y Marcus se quedan? —pregunta la bruja a Erikson.

— Peter está herido, Marcus se queda a curar a su hijo, esos hombres lobo… -responde Thomas
mientras la hechicera abre la puerta y sube.

— No son hombres lobo, son brujos que caen en el grupo de “changelines”. Cambian su forma usando
grasa o sangre de jaguares o coyotes. —contesta la hechicera. —La maldición del lobo es una cosa
diferente, son mucho más grandes y brutos, solo se transforman durante la luna llena. Veo que esta
misión será complicada y tengo la sensación de que necesitaremos artillería pesada esta vez, no me
lleven a mi casa, yo les indicaré a donde debemos ir. —explica madame Kadalú.

Algunas horas después se detienen en una casa de arquitectura neocolonial, justo detrás de la
universidad de Panamá, techo de tejas, ventanas con un delicado enrejado victoriano y un aspecto
rústico y antiguo, como si hubiese sido abandonada desde hace siglos. Del lado izquierdo hay un
estacionamiento que guarda una camioneta militar de color negro. La hechicera toca la puerta varias
veces pero nadie contesta, vuelve a tocar con más fuerza , se escucha un gruñido y pasos pesados, ella
se hace para atrás.
Ante ellos, un joven de 1.95 metros, imponente musculatura, cabello rizado, piel canela y ojos verde
olivo abre la puerta y se para a observarlos. Con los ojos adormecidos, mira con severidad a cada una de
las personas que están delante de él, se sorprende al ver que están golpeados y algo ensangrentados.

— Well… Supongo que tienes una buena razón para despertarme, bloody hell llevo más de 48 horas sin
dormir. —dice el joven restregándose los ojos.

— ¿Así saludas a tu madrina, “Watusi”? Arthur William Stuart Gill Mendoza, te desconozco. —cuenta
madame Kadalú con falsa decepción.

El chico entonces la agarra por la cintura, la carga y empieza a dar vueltas sin hacer caso de los gritos y
amenazas de su madrina, al bajarla ella lo golpea mientras él solo se ríe sin parar. Luego de las
presentaciones y los saludos, Arthur los invita a pasar. La casa está bastante desordenada, cosa que
madame Kadalú siempre le reclama las pocas veces que va, el único lugar más o menos ordenado es la
mesa de la cocina, todos se sientan mientras Arthur se dedica a lavar una olla y tres tazas para preparar
té.

— Nahuales, that´s interesting… Ahora ¿Qué hacen esos manes de México aquí? —dice Arthur
extrañado.

— Me sorprende que no sepas nada al respecto. —dice madame Kadalú.

— Acabo de llegar de Brasil madrina, big deal mission con mi familia de Inglaterra, un líder vampiro
llegó a una favela y transformó a toda una pandilla. —contesta Arthur.

— ¿Vampiros? Ahora lo entiendo, tu ahijado es miembro de la familia Gill, los llamados cazadores
nocturnos, tuve la oportunidad de conocer a un tal Cedric Gill en 1885, la estaca de plata que tienes en
la vitrina tiene el nombre del fabricante bajo la base, Lukas Erikson, solo mi padre hacía estacas como
esa. —dice Hans.

Arthur va a la vitrina y mira bajo la base de la estaca de plata grabada con runas vikingas y dibujos de
batallas medievales, “Lukas Erikson 1876”.

— Cedric Gill era hermano de mi tatarabuelo, no puedes tener más de 35 años, no es posible que sepas
la historia de esa estaca, no queda un miembro vivo de esa familia de herreros. —dice Arthur.

— Arthur ellos rebasan los 100 años de edad, dicen que han vivido junto con la reina María Lionza por
décadas, vi las fotos y no hay truco, incluso la DLAP les cree. —responde madame Kadalú.

— Ellos no juegan con esas vainas madrina, no creo que esa reina de la que hablan sea María Lionza,
pero alguna explicación hay. Me sumo, quiero saber más de esto. —dice Arthur.

— Volviendo al tema ¿Qué puede querer un grupo de brujos mexicanos en Panamá? —dice Erikson.

— Así como tu patrón contrata mis servicios, ellos pudieron ser contratados por alguien más, tal vez
alguien no quiere que su reina llegue al Sorte. —dice madame Kadalú.

— Sabiendo que tú y yo vivimos aquí madrina, dudo que se arriesguen y se tiren a locos. Quite a
rubbish decision…. —contesta Arthur.

— Entonces tendremos que averiguarlo mañana, nosotros debemos irnos, el señor Alberto nos debe
estar esperando y no tarda en llamar, mañana a las cinco de la madrugada en el aeropuerto de Albrook.
—dice Hans antes de levantarse y marcharse.

Al día siguiente, a las cuatro y cuarenta y cinco de la mañana, Arthur y madame Kadalú llegan al
aeropuerto de Albrook donde el jet privado de Alberto Damiano les espera, el magnate se sorprende al
ver la vestimenta de la hechicera y a su enorme acompañante, lejos del vestido largo y elegante del día
anterior ahora lleva una camiseta blanca sin mangas muy escotada y encima una chaqueta de mezclilla
con mangas cortas del mismo color, pantalón blanco ceñido al cuerpo con una correa, cuya hebilla de
hierro es la cabeza de un león y zapatos blancos de tacón alto.
— ¿Qué? No todas las brujas nos vestimos como señoras domingueras, nunca me gustó ese cliché,
además soy una mujer joven todavía. —dice la hechicera

— Pero...

— Ayer andaba así porque estaba visitando a mis muertos. —responde al ver la sorpresa de Alberto,
luego muda la expresión al sentir una poderosa presencia.

— ¿Madame Kadalú está bien? —pregunta Alberto

— En ese avión, hay alguien con un ashé muy fuerte. —la hechicera se echa hacia atrás, empieza a
sudar y siente escalofríos.

Arthur también se preocupa por la reacción de su madrina pero ella le indica que vaya a la avioneta a
dejar el equipaje. Alberto ordena a la sobrecargo que le traiga un vaso con agua a la hechicera.
Mientras, Arthur abre la puerta del Jet para acomodar el equipaje y siente un delicado olor a orquídeas,
al mirar al fondo se encuentra con una chica sentada mirando su celular, su piel es tan blanca e
inmaculada como la nieve, su belleza es algo que nunca había visto, ni siquiera durante los años que
vivió entrenando con su familia en el Reino Unido.

Su cabello negro es largo y voluminoso, la luz del teléfono hacía brillar sus ojos verdes enmarcados por
unas cejas tupidas pero delicadamente recortadas, su nariz es recta y respingada. Al levantar la mirada y
ver a Arthur se queda sorprendida por su tamaño pero luego sonríe y saluda, sus labios son gruesos y
sensuales, su sonrisa muestra unos dientes blancos y perfectos.

— Pensé que solo vendría la señora que mi papá contrató para acompañarnos, puedes sentarte a mi
lado si quieres, siempre es bueno tener cerca a alguien tan guapo y fuerte.
— ¿Perdón? —contesta Arthur algo nervioso y visiblemente sonrojado.

— Tus ojos... Hacen buen juego con tu color de piel, incluso creo que te lucen mejor que a mí. —dice
Mariana haciendo que Arthur no sepa qué decir.

— Usted perdone a Mariana, ella a veces no tiene filtro para decir las cosas. —dice Alberto con algo de
desagrado, Arthur se da la vuelta y lo encuentra detrás de él esperando a que se mueva del camino.

— Vamos muchacho siéntate al lado de la niña, ella no muerde. —dice madame Kadalú mirando
fijamente a Mariana, no puede creer que una niña así de elegante e indefensa pueda tener tanto poder.

Ya estando la comitiva completa, el avión despega con rumbo a Yaracuy. Mariana habla con Arthur
mientras madame Kadalú la observa con cuidado ¿Qué poder tan grande y destructivo hay dentro de
ella? Una sensación de zozobra la invade por completo aun cuando no siente maldad alguna en la chica,
si los nahual tuvieron el valor de ir hasta Panamá para eliminarla entonces el viaje no será tan sencillo
como esperaba.

Continúa la próxima semana...

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