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Revelación Natural de Dios


Para los cristianos católicos la revelación es un acto de Dios por el cual se revela a los hombres, ya sea de
manera natural o sobrenatural. La revelación natural es una manifestación a partir de la realidad del
universo, la naturaleza, el mismo ser humano, o sea, toda la creación; el hombre puede, por analogía y con
el solo uso de la luz natural de la razón, llegar al conocimiento y certeza de la existencia de un Dios
creador.
De acuerdo con la doctrina católica, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras
haciendo uso de la razón natural. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de
ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la revelación divina. Por una decisión enteramente
libre, Dios se revela y se da al hombre. Entre sus revelaciones dentro del credo cristiano, destacan aquéllas
que han supuesto el envío de su hijo encarnado, Jesucristo, y del Espíritu Santo.

Revelación Divina de Dios


En religión y teología, la revelación divina consiste en revelar, descubrir o hacer algo obvio a través de
una comunicación activa o pasiva con alguna entidad sobrenatural. Según la tradición judeocristiana la
revelación puede originarse directamente a partir de una deidad o a través de algún agente de la misma,
como un ángel, por ejemplo. A quien ha experimentado ese tipo de comunicación divina suele
llamársele profeta.
Algunas religiones, como el judaísmo, cristianismo, el islam y el hinduismo cuentan con libros
sagrados que se ven como revelados o inspirados de manera sobrenatural.

La revelación Divina o sobrenatural es una acción más específica y directa de Dios para manifestarse por
una libre iniciativa suya de modo que trascienda las realidades naturales.
En el cristianismo la revelación divina sobrenatural consiste específicamente en las verdades teológicas
transmitidas por la Sagrada Tradición y las Sagradas Escrituras. Según enseña la Iglesia católica,
el Magisterio de la Iglesia es el encargado de interpretar la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición,
entendiendo estas últimas como un solo depósito de la fe.

Dios, que «habita una luz inaccesible» quiere comunicar su propia vida divina a los hombres libremente
creados por él, para hacer de ellos, en su hijo, hijos adoptivos. Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer
a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces
por sus propias fuerzas.
El designio divino de la revelación se realiza a la vez «mediante acciones y palabras», íntimamente ligadas
entre sí y que se esclarecen mutuamente. Este designio comporta una «pedagogía divina» particular: Dios
se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que
hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo.

San Ireneo de Lyon habla en varias ocasiones de esta pedagogía divina bajo la imagen de un mutuo
acostumbrarse entre Dios y el hombre: «El Verbo de Dios ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo
del hombre para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el
hombre, según la voluntad del Padre Dios»

La transmisión de la Revelación divina


La Revelación divina está contenida en las Sagradas Escrituras y en la Tradición, que constituyen un único
depósito donde se custodia la palabra de Dios. Éstas son interdependientes entre sí: la Tradición transmite
e interpreta la Escritura, y ésta, a su vez, verifica y convalida cuanto se vive en la Tradición (Catecismo,
80-82).
La Tradición, fundada sobre la predicación apostólica, testimonia y transmite de modo vivo y dinámico
cuanto la Escritura ha recogido a través de un texto fijado. «Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles,
progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de
las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las
meditan en su corazón y, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el
anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad».
Las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, las de los Padres de la Iglesia, la oración de la Liturgia, el
sentir común de los fieles que viven en gracia de Dios, y también realidades cotidianas como la educación
en la fe transmitida por parte de los padres a sus hijos o el apostolado cristiano, contribuyen a la
transmisión de la Revelación divina. De hecho, lo que fue recibido por los apóstoles y transmitido a sus
sucesores, los Obispos, comprende «todo lo necesario para que el Pueblo de Dios viva santamente y
aumente su fe, y de esta forma la Iglesia, en su doctrina, en su vida y en su culto perpetúa y transmite a
todas las generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree». La gran Tradición apostólica debe distinguirse
de las diversas tradiciones, teológicas, litúrgicas, disciplinares, etc. cuyo valor puede ser limitado e incluso
provisional (Catecismo, 83).
La realidad conjunta de la Revelación divina como verdad y como vida implica que el objeto de la
transmisión no sea solamente una enseñanza, sino también un estilo de vida: doctrina y ejemplo son
inseparables. Lo que se transmite es, efectivamente, una experiencia viva, la del encuentro con Cristo
resucitado y lo que este evento ha significado y sigue significando para la vida de cada uno. Por este
motivo, al hablar de la transmisión de la Revelación, la Iglesia habla de fides et mores, fe y costumbres,
doctrina y conducta.

Diferencia:
La Revelación Natural es la manifestación de la existencia y de ciertos atributos de Dios, unidos
inseparablemente a la creación y a la naturaleza.
La Revelación Divina o Sobrenatural consiste en que Dios es un ser personal, inteligente y libre, cuya
acción externa no está limitada por las leyes naturales. Esta revelación se verifica mediante el lenguaje
propiamente y el testimonio de Dios vivo. Este lenguaje no es un proceso fisiológico, sino una actuación
mediata (por empleo de signos) o inmediata de Dios sobre el entendimiento humano, mediante la cual
Dios, no solo comunica ciertos pensamientos, sino que también hace conocer mediante señales seguras
que Él es quien los comunica y garantiza su verdad. La revelación Divina tiene su base en la Tradición
oral de la Iglesia y en la Sagrada Escritura.

Bibliografía:

La revelación. Disponible en:


www.enciclopediacatolica.com
https://opusdei.org/es/article/tema-2-la-revelacion/
https://es.catholic.net/op/articulos/17747/cat/1173/la-revelacion.html#modal

La revelación de Dios. Catecismo de la Iglesia Católica, 50-133.


Disponible en: http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p1s1c2a1_sp.html

Constitución Dogmática Dei Verbum Sobre La Divina Revelación. Concilio Vaticano II, Const. Dei
Verbum, 1-20.
Disponible en: http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/index_sp.htm

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