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1. Referencia
2.
Higuera Jiménez, D. M. (2017). Límites al porder de reforma, modificaciones y alteraciones a
la Constitución. Opinión Jurídica, 16(32), 97-126. doi:10.22395/ojum.v16n32a4
2.3. Resumen
Construir un analisis en donde el foco central sea la “reforma a la constitución”,
exige, un concepto del mismo, en efecto, al autor empieza diciendo que la reforma a la
constitución es un mecanismo que permite mejorar las garantías, ajustar las instituciones,
corregir imprecisiones que se evidencia en la práctica y responder a las necesidades políticas,
económicas y sociales de la población. Aduce que tal poder no es absoluto, sino que está
sujeto a determinados límites, como lo son la rigidez, la estabilidad y la supremacía misma de
la Carta Magna.
Dicho lo anterior, se puede, con justa razón, afirmar que una de las características
fundantes de cualquier estado constitucional es el sometimiento a cuantiosos frenos y
contrapesos y así, elaborar un equilibrio armónico entre los poderes estatales, con el fin, de
hacer amena y respetosa la vida en sociedad. Los dos grandes cimientos que sustentan el
entramado constitucional de un Estado son, por un lado, el político - democrático que reviste
a la carta Magna de soberanía popular; y de otro, el jurídico – normativo, el cual da pie para
determinar el por qué la ley fundamental es suprema y en virtud de ello, desarrollar el edificio
jurídico posterior.
Es muy bien sabido, que desde la filosofía iluminista el pueblo se disfrazó de único
soberano, lo que implicaba, que este era exclusivamente el que detentaba legítimamente la
capacidad de tomar las decisiones, circunstancia que se ejerce cuando este funge de
constituyente originario, sin embargo, en las sociedades contemporáneas podemos ver como
el pueblo no actúa por sí mismo, sino que ejercen sus funciones, de forma limitada, los
representantes, el denominado poder constituyente derivado. Aquí surge un nuevo
inconveniente, la división entre los que poseen el poder de reforma y los que no. Situación en
la que la misma Constitución debe mediar, y así evitar una injusticia de un grupo sobre otro.
Para ello, se elabora un nuevo termino, la rigidez, es pues un principio que hace difícil
el modificar la ley fundamental, y en virtud de ello, evitar las modificaciones arbitrarias que
puedan poner en riesgo lo dispuesto por el constituyente originario. De no existir dicho
concepto, la constitución perdería su epíteto más importante, su supremacía, pues sería como
una ley ordinaria, la cual se puede modificar sin mayor problema.
El autor, hace hincapié, en que el acto reformatorio de la constitución, es un ejercicio
constituido, es decir, no puede usarse para destruir la ley fundamental misma, pues este –el
acto de reforma- posee varias funciones: como vínculo entre la realidad jurídica y política, a
la vez que impide que se destruya la carta. Dicho lo anterior, no se quiere decir que la Norma
Normarum no se pueda derogar, sino, que las cosas hay que llamarlas por su nombre, por lo
que, si se trata de un acto reformatorio de un órgano constituido, no debe destruir el marco
constitucional; en cambio, si lo que se busca es revocar la carta vigente y plantear una nueva,
se trata de un acto constitucional supremo de naturaleza fundación que está en cabeza del
poder constituyente originario.
Una modificación a la Constitución es una delicada intervención en el edificio
jurídico político, por ello, no puede ser simplemente un reacomodo de las reglas del juego por
una mayoría coyuntural pues no necesariamente ello implica eficacia ni aporte. Así, nos dice
el autor, la pertinencia, la juridicidad y la legitimidad política de una reforma debe ser
evaluada detenidamente en el caso en concreto.
2.4. Conclusión
El empleo de los mecanismos de reforma constitucional, con gran probabilidad,
pueden incurrir en una afectación a los elementos fundamentales de la Constitución, creando
así, una violación a los límites de competencia del órgano de reforma que la misma ley
fundamental ha impuesto.
Por supuesto que el derecho debe ser dinámico, y para garantizar ello, el poder de
reforma fue instituido, sin embargo, este debe ser usado para fines legítimos, fines que el
constituyente originario decidió plasmar en la ley fundamental.
El alcance y desarrollo jurisprudencial elaborado por la Corte Constitucional en lo
referente a la teoría de la Sustitución de la Constitución ha sido nutrido, sin embargo, no se
puede decir lo mismo de las otras formas de alteraciones de la constitución.
2.5. Opinión
Este documento genera un aporte gigantesco a nuestro cometido de investigación,
desde la perspectiva, en que, al tener con suma claridad las formas negativas y por ende
antijurídicas que pueden resultar de cualquier reforma u alteración a la constitución, se nos
hace más completo el analisis que podemos elaborar sobre la idoneidad del plebiscito como
mecanismo de reforma constitucional.
Desde una óptica metodológica, es interesante todas las herramientas, -y por
herramientas me refiero a las clasificaciones de cada una de las posibles alteraciones que
pueden surgir del acto de reforma constitucional en el ordenamiento jurídico colombiano- que
nos brinda este documento, pues se nos hace posible enmarcar un caso concreto en una
específica categoría, dicho de otra forma, este analisis nos permitirá determinar en qué
categoría de alteración cabria el plebiscito elaborado el dos de octubre de 2016 por la
administración de Juan Manuel Santos Calderón y de ahí, concluir si hubiese sido idóneo o
por el contrario un rotundo fracaso.