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LA GRAB REVOLUCIÓN.

Raúl Mandrini

A. LOS PRELUDIOS DE UN GRAN CAMBIOS

Pese a los cambios que se operaron a lo largo de miles de años, las formas básicas de subsistencia
siguieron siendo las mismas que en los comienzos: alguna forma de caza, de recolección.

Las condiciones se habían modificado muchas veces. Esos cambios climáticos se traducían en la
alternancia de periodos fríos y periodos templados o cálidos; periodos más secos o épocas de alta
humedad, incidían en cambios en la flora y fauna, de los recursos con que contaban los cazadores
recolectores. El éxito dependía de la habilidad de los cazadores como de la eficacia de sus técnicas,
armas y utensilios.

- El final de la Edad de Hielo y el Mesolítico europeo

Desde hace alrededor de unos 15.000 años aproximadamente, y como consecuencia del paulatino
aumento de la temperatura, las corriente de agua originadas por el deshielo que cubrían las regiones
septentrionales del continente, favorecieron la formación de vastas praderas herbáceas al sur de
los mismo que muy pronto fueron ocupadas por enormes manadas de caballos, bisontes, mamuts
y renos. Fue la época de oro, pues coincidía entonces la abundancia de grandes animales con la
posesión de una tecnología de caza sumamente eficaz.

Pero esta edad de oro terminó muy pronto. Hace unos 12.000 años el bosque comenzó a invadir las
praderas, impidiendo el crecimiento de la hierba. El avance del bosque y los retrocesos de los hielos
provocaron un profundo cambio en la fauna. Algunos de los grandes animales terminaron por
extinguirse (mamut, rinoceronte lanudo), otros, como el reno, se alejaron hacia el norte. Algunos
cazadores siguieron la ruta de estos animales, pero otros, debieron cambiar sus hábitos de vida.

Al mismo tiempo, los océanos, mares y lagos comenzaron a elevar su nivel al recibir el agua
producida por la fusión de los hielos. Muchas llanuras costeras desaparecieron, por ejemplo, sobre
las tierras de Beringia se formó el mar de Bering, las islas Británicas quedaron separadas del
continente y Australia y Nueva Zelanda del continente asiático.

Los arqueólogos llaman Mesolítico a este periodo, etapa intermedia entre el Paleolítico y el Neolítico
y, en general, se lo consideró tradicionalmente como una etapa de empobrecimiento y decadencia
cultural, faltan en el Mesolítico las grandes puntas de proyectil talladas, las muestras del arte
mobiliario y las extraordinarias pinturas rupestres. Sin embargo, las innovaciones culturales que
debieron realizar estos grupos para sobrevivir muestran una interrumpida vitalidad.

Los cazadores europeos instalaron sus campamentos en los claros de los bosques, sobre las riberas
de los ríos o en las costas del mar. En el bosque la captura de los animales eran más complejos y
difíciles que en las praderas por lo que debieron desarrollar nuevas técnicas y armas para localizar
y matar a las presas. Seguramente, la domesticación del perro, que parece haberse producido en
este periodo, estuvo vinculada a esta necesidad.

Pero el rendimiento de la caza en el bosque es menor, por lo que debieron recurrir cada vez más a
una dieta que abarcaba un amplio espectro de vegetales y de productos fluviales y marinos. Para
muchos grupos, lo recursos del mar se convirtieron en esenciales.
La tecnología se adaptó a las nuevas circunstancias. Las puntas de proyectil redujeron su tamaño
permitiendo un mejor aprovechamiento de la materia prima. La abundancia de árboles favoreció el
desarrollo de técnicas e instrumentos de madera. Se fabricaron las primeras hachas pulimentadas.
También se perfeccionaron anzuelos y arpones se fabricaron redes de pesca, se construyeron
pequeñas embarcaciones, trineos y esquíes. Algunos grupos pudieron alcanzar cierto grado de
sedentarización.

El mesolítico fue u periodo de profunda experimentación tecnológica en momentos de profunda


trasformación de las condiciones naturales. Estos cambios naturales parecen haber afectado a
muchas otras regiones fuera de Europa.

- Los cambios del pos glacial en el Asia suroccidental

Es allí donde parece haberse dado primero las grandes trasformaciones que caracterizaron al
Neolítico, que representó una verdadera revolución en las formas y condiciones de vida de la
humanidad. Allí también tuvo lugar un conjunto de cambios climáticos, que alteraron la flora y la
fauna. Estos cambios no fueron bruscos ni catastróficos, peor si significativos.

La secuencia climática y medioambiental muestra, a los menos, dos grandes momentos bien
diferenciados en la época que nos interesa.

Durante el primero, hace unos 23.000 y 11.000 años, la región mostraba un aspecto similar al que
presentan hoy las estepas de las altas mesetas de Irán y Anatolia, con clima frío y seguramente algo
más seco que el actual, y una vegetación con gran proporción de arbustos y casi carente de árboles.

En el segundo momento, hace unos 11.000 años, se observa unos cambios en el clima, con aumento
de las temperaturas y de las precipitaciones. Los arboles comenzaron a aumentar su presencia al
mismo tiempo que se redujo y casi desapareció la artemisia. Aparecieron prados de gramíneas que
alternaba con el bosque abierto. Las etapas, ricas en caza mayor, fueron cediendo lugar al bosque
de roble y pistacho y los prados de gramíneas, los grandes mamíferos cedieron espacio a otros más
adaptados. Entre las nuevas especies que ganaron espacio se encontraban los ancestros silvestres
de la cebada y del trigo así como de cabras y ovejas.

Los cambios habían llevado a los cazadores a ir modificando paulatinamente su forma de


subsistencia al pasar de una economía basada en la caza especializada de grandes herbívoros a otra
destinada a un aprovechamiento más intenso de todos los recursos disponibles.

La diversidad de instrumentos y de restos nos muestra que explotaban una gran variedad de
recursos alimenticios, animales más pequeños, aves acuáticas, tortugas, caracoles, peces, cangrejos.
Recolectaban también distintos productos vegetales, tal vez, algunas semillas. Dos buenos ejemplos
son las culturas “zarziense” (montes Zagros) y el llamado “complejo Kebariense” (costas de Israel y
El Líbano actuales).

- El fin de la Edad del Hielo en continente americano

Los grandes culturas cazadoras americanas tuvieron su momento de apogeo entre hace unos 13.000
y 8.000 años. A partir de entonces comenzaron a desaparecer los grandes animales, especialmente
los grandes herbívoros.
Este hecho transformó la vida de muchas comunidades cazadoras. La aparición de nuevas culturas
no implica la aparición de nuevos grupos humanos producto de nuevas migraciones sino que puede
muy bien ser el resultado de esos cambios. Los grandes cazadores especializados fueron
reemplazados por cazadores temporarios, que combinaban esa actividad con la recolección de
vegetales. En las zonas costeras se volcaron a la explotación de los recursos marítimos.

En América del norte, estas culturas de cazadores-recolectores se extendieron por la llamada Gran
Cuenca. En América del sur, se las encuentra en la región andina y, hacia el sur, en el noroeste y
centro de la Argentina. En esta última región se desarrolló una industria de puntas conocida con el
nombre de Ayampitin.

Habían comenzado a manifestarse en América algunos cambios que provocaron transformaciones


trascendentales. El centro de tales cambios fue el descubrimiento del cultivo, cuyos primeros
indicios se remontan quizá, en México y en los Andes centrales, a unos 8.000 años.

B. LA REVOLUCION NEOLÍTICA

- ¿Qué fue la “revolución neolítica”?

Proceso de profundas transformaciones que, hace alrededor de 10.000 años, comenzó a cambiar
en todos sus aspectos la vida de muchas comunidades de cazadores-recolectores. La expresión
alcanzó difusión y popularidad a partir de la década de 1930, gracias a la obra de Gordon Childe.

El termino neolítico era usado para definir una de las etapas de la evolución, y se refería a la
fabricación de instrumentos de piedra pulida así como otras técnicas asociadas, como la alfarería y
los textiles. Pero pronto, se asociaron al neolítico otros rasgos que parecían acompañarlo siempre,
como la vida sedentaria en aldeas, el cultivo de la tierra y la domesticación de animales.

Para Childe, estos dos últimos rasgos se convirtieron en los elementos fundamentales para definir
al neolítico: la “producción de alimentos” constituía una de las grandes trasformaciones de la
humanidad. Este cambios era para Childe una verdadera revolución pues había afectado todos los
aspectos de la vida: mayor estabilidad en la provisión de alimentos, posibilidad de un excedente
acumulable, aumento de la población, asentamiento en aldeas permanentes, disponibilidad de
tiempo libre que permitía mejorar las condiciones de vida y desarrollar tecnologías más complejas,
etc.

Descubrimientos en las últimas décadas han relativizado este esquema, cuestionando en particular
la validez de la aplicación del termino neolítico y de los rasgos a él asociados a sociedades fuera de
Europa central y occidental, ya que el conjunto de rasgos aquí asociados no lo están siempre en
otras partes: hay comunidades sedentarias de aldea que no son productoras de alimentos; otras,
practican cierta forma de cultivo pero no son plenamente sedentarias; etc.

Este proceso de cambio fue lento y gradual: pasaron en algunos sitios varios milenios desde el
momento en que el hombre comenzó a experimentar con la domesticación de plantas y animales
hasta que la agricultura y la ganadería pudieran mantener por si solas a las comunidades. Por tal
motivo, algunos dudan del término “revolución”. Si aludimos a los cambios que se produjeron como
consecuencia de este proceso, no queda duda de que tal proceso fue verdaderamente
revolucionario.
De todos modos, no parece cuestionarse hoy que el rasgo crucial para definir al neolítico es la
producción de alimentos. Tenemos dos estrategias básicas. Por un lado, aquella basada en la caza y
la recolección como actividades esenciales, denominada economía parasitaria o destructiva, el
hombre simplemente se apropia o toma aquello que la naturaleza le brinda. Por otro, aquella en
que el hombre crea, genera o produce los recursos que consume. Esta suele apoyarse en dos
actividades básicas como son la agricultura y la ganadería.

Este proceso de paso de una economía de caza y recolección a otra basada en la producción, se
operó casi contemporáneamente en distintos centros, y en forma independientes entre estos
centros debemos mencionar: el cercano y medio oriente, las llanuras de China, el sudeste asiático,
Mesoamérica, Andes centrales y la tierras bajas tropicales de América del Sur.

A partir de estos núcleos, las formas de vida neolíticas se difundieron a las áreas vecinas. El más
temprano tuvo lugar en sudoeste asiático. Este proceso es el más conocido y el mejor estudiado
dada la importancia que tuvo luego esta zona, donde surgieron las primeras civilizaciones.

- La revolución neolítica en suroeste asiático

Su núcleo, entre las altas mesetas (Irán, Anatolia) y montañas (Taurus, Zagros) y las llanuras y
desiertos, formaba un gran arco abierto hacia el sur que desde el valle del Jordán alcanzaba el sur
de Turquía y se extendía hacia el este hasta las cabeceras del Éufrates y el Tigris para prolongarse
hacia el sur de los montes Zagros. A este núcleo deben agregarse, hacia el oeste, las tierras de la
meseta de Anatolia y el extremo meridional de la península de los Balcanes.

Esta región posee en estado silvestre las especies que luego fueron domesticadas antes de que
interviniera en el proceso de selección natural. Aquí fueron identificados, en un momento que se
sitúa entre hace unos 11.000 y 9.000 años, los primeros restos ya domesticados de cebada y trigo,
así como cerdos, ovejas y cabras. A estos deben agregarse algunas leguminosas que fueron
domesticadas al mismo tiempo que los cereales básicos, y los vacunos, que se incorporaron algo
más tarde. El proceso que se desarrolló de la producción de alimentos abarca distintas etapas:

a) Recolectores intensivos. Sedentarios o semisedentarios

En esta región, hace unos 11.000 o 12.000 años y como resultado de cambios climáticos y
medioambientales, un conjunto de culturas de cazadores-recolectores con economías de “amplio
espectro” había reemplazado a los grandes cazadores especializados. Aunque en muchos aspectos
este proceso se correspondió con el del Mesolítico europeo, una diferencia parece ser critica: el uso
de semillas de gramíneas silvestres.

La recolección de las semillas debía efectuarse en el momento preciso de la maduración. Una


población que espere vivir de esas semillas por más tiempo, debe intensificar al máximo la
recolección durante ese periodo y disponer de medios para almacenar el grano. Estos procesos
requieren una considerable inversión de energía concentrada, y una tecnología e instrumentos
adecuados. El uso alimentario de semillas requiere además que las mismas sean limpiadas, tostadas
y descarrilladas y, luego, aventadas, molidas y cocidas.
El desarrollo de estas actividades significó la aparición de un instrumental que es característico de
esta poblaciones, como hoces y cuchillos, pozos, a modo de silos, sitios de tostado, y pesados
morteros.

Pero más importante fue el cambio que se produjo en las formas de asentamiento de esos grupos,
era imposible para un grupo nómada transportar grandes cantidades de semilla, y los instrumentos.
A apresen entonces asentamientos más o menos permanentes donde podían almacenarse los
granos y mantenerse los equipos de molienda.

En síntesis, diversas comunidades del Asia suroccidental entraron, hace unos 12.000 años, en una
etapa de recolectores intensivos sedentarios y semisedentarios. Los testimonios aparecen tanto en
Palestina y Siria como a lo largo de los montes Zagros.

En Palestina y Siria la llamada cultura “natufiense” parece haber preferido las cuevas. Se trataba de
una población dedica a la recolección de cereales silvestres, no hay indicios de domesticación, y su
instrumental más característico eran cuchillones, hoces de pedernal, molinos, morteros y manos.
También se construían pozos para almacenar. La presencia de arpones y anzuelos nos habla de la
importancia de la pesca, y la abundancia de pintas microliticas refleja el papel que todavía tenía la
caza. Se trataba pues de poblaciones caracterizadas por una dieta omnívora.

Aunque se desplazaban con cierta frecuencia, hay indicios bastantes sólidos para afirmar que
algunos sitios servían como campamentos base bastante estables. Hay algunos entierros en los pisos
de las cuevas y morteros que fueron cortados en la mima roca.

En Eynan hay restos de tres aldeas superpuestas, se remontan a unos 12.000 años. Cada aldea
estaba formada por casi 50 casas de planta redonda, de más de 7 metros de diámetro, dispuestas
en torno a un área central abierta. Las casas, cuyos pisos estaban parcialmente hundidos tenían una
subestructura de piedra cubierta con estuco. La parte superior estaba construida con cañas y esteras
y tal vez un techo cónico. En el área central se habían abierto pozos, sin duda destinados a almacenar
alimentos. En el interior había fogones de piedra, morteros y molinos. Bajos pisos se encontraron
entierros.

En los Zagros, aparecen múltiples restos de este modo de vida, destacándose los restos de la cueva
de Shanidar y de la cercana aldea de Zawi Chemi, en la aldea se han encontrado restos de ovejas
domésticas y es probable que fuera ocupada solo durante en verano en tanto la cueva serviría mejor
para el invierno. En la aldea se encuentran estructuras circulares u ovoides de piedra con fogones
en el interior. En la cueva hay vestigios de esteras y cestería y en ambas, pozos de almacenamiento,
morteros, molinos, manos y majadores. Hay también varios entierros y se da el hallazgo de bienes
de lujo, como cuentas pendientes de diferentes piedras. La presencia de obsidiana y de betún, que
no se encuentran en la región, supone la existencia de intercambios regulares.

b) Las primeras experiencias de cultivo y domesticación.

Fue en este contexto de recolección intensificada donde se produjeron las primeras experiencias
con cultivos y domesticaciones de animales. Ello debió ocurrir hace unos 10.000 años, puesto que
entre hace 9.500 y 8.000 años aparecieron en la región los primeros indicios, inequívocos, de
domesticación de una agricultura practicada por aldeanos en un contexto no muy diferentes al que
antes analizamos.

Los centros más importantes donde se han hallado indicios de esta domesticación temprana se
extienden por una amplia región del Asia suroccidental. En la porción orienta, los restos tempranos
aparecen en el occidente iraní, en la región de los Zagros, en sitios como Allí Kosh y Deh Lurán, así
como en Kurdistan iraquí, donde se encuentra el poblado de Jarmo.

Jarmo se ubica en la región montañosa situada al este de la ciudad petrolera de Kirkur, en Iraq. Sus
ocupantes eran agricultores y cultivaban dos tipos diferentes de trigo y cebada. Fabricaban hoces
de pedernal, molinos o morteros de manos, hornos y recipientes de piedra donde cocían y comían.
Domesticaban cabras, ovejas y perros y, en los últimos niveles aparecen cerdos. Consumían además
gran cantidad de caracoles terrestres.

Jarmo era un poblado permanente que no debió tener más de 20 casa, y una población de no más
de 150 habitantes. Casas de techo bajo hechas con lodo y paja, con varios cuartos rectangulares, las
paredes se alzaban sobre cimientos de piedra. La mayor parte del sitio es pre cerámico y la alfarería
aparece solo en el tercio superior, aunque la arcilla era ya empleada para modelar figurillas de
animales o seres humanos, para acondicionar pisos, más tarde para hacer hornos abovedados. El
trabajo de la piedra mantiene la tradición microlitica. Un elemento nuevo es la presencia de
microlitos de obsidiana que proviene de yacimientos que se encuentra a cerca de 500 km hacia el
norte, lo que supone un tráfico e intercambio.

Jericó, entre hace unos 9.000 y 8.000 años, era ya un gran centro caracterizado por un notable
desarrollo de la arquitectura que se expresa en la construcción de imponentes fortificaciones con
muralla, torreones y escaleras.

Tenemos además, para esta época, restos de asentamientos agrícolas más al norte, en la actual
Turquía, donde los hallazgos muestran la presencia de haber trigo cultivado hace unos 9.000 años.
También en Grecia y en el extremo de los Balcanes había comunidades neolíticas bien asentadas.

El conjunto de las plantas comprende trigo, cebada y un conjunto de leguminosas como arvejas,
guisantes, habas y lentejas. La domesticación de animales comprendió esencialmente ovejas y
cabras, poco más tarde aparecen cerdos y, luego, vacunos. En general, los sitios de este periodo
muestran un mejoramiento general de los asentamientos así como indicios de un aumento de la
población, aunque no hay indicadores de cambios cualitativos profundos.

c) Desarrollo y expansión de las formas de vida neolíticos

Las poblaciones de la región entraron, hace unos 8.000 años, en pleno neolítico: las aldeas y
poblados aumentaron en número y cantidad así como en densidad de habitantes. Pronto apareció
la cerámica, que sirve hoy a los arqueólogos como elemento diferenciador de las distintas culturas.
El arado se inventó después, unos dos milenios más tarde, y el trabajo del cobre se introdujo hace
unos 7.000 años, iniciándose el periodo que los arqueólogos llaman calcolítico.
Hace unos ocho milenios, el nuevo tipo de vida se extendía desde Tracia, en Europa hasta el Irán y
se lo encuentra bien representado en Anatolia, en el área septentrional y en otros sitios de Irán. En
Palestina parece haber un cierto retraso.

La expansión del neolítico en la región se completó hacia la segunda mitad del quinto milenio a.C.,
con la colonización de la tierras meridionales de la Mesopotamia que los arqueólogos denominan
Al´Ubaid y ubican entre hace unos 6.300-5.500 años, presenció un rápido desarrollo de las formas
de vida neolíticas favorecido por las condiciones de la región para la agricultura. Para ese entonces,
los campesinos de la Mesopotamia conocían lo suficiente como para construir sistemas de canales
y acequias que permitían desecar zonas pantanosas e irrigar otras que carecían de suficiente agua.

El proceso fue rápido e ininterrumpido. Con el tiempo las aldeas se convirtieron en ciudades, lo que
indujo a la aparición de la primera civilización histórica en la región, la de los sumerios.

- El neolítico europeo

El concepto fue elaborado para el continente europeo y asociaba la presencia de instrumentos de


piedra pulida con la producción de alimentos, la vida sedentaria en aldeas y la elaboración de
cerámica. Pero el avance de la arqueología fue mostrando otras cosas: la domesticación de animales
y plantas, la cerámica y el sedentarismo no siempre coincidan. Además, quedaba claro que la
neolitización se había operado antes en otras regiones, particularmente en el sudoeste asiático, y
que los datos para Europa eran más tardíos.

Se pensó que Europa había sido “colonizada” por grupos neolitizados originarios del Cercano
Oriente: en su avance hacia occidente fueron ocupando las mejores tierras y empujando a los
recolectores y cazadores mesolíticos a las áreas periféricos.

Hoy esta explicación no satisface a los estudiosos y parece que las cosas fueron más complejas. Sin
duda hubo contactos tempranos, y a través de ellos viajaron ideas e innovaciones. También parece
seguro que algunos cultivos son originarios del Asia. Pero, se piensa que los grupos que habitaban
el continente europeo participaron activamente en las innovaciones. Por un lado, habrían
desarrollado algunas formas de domesticación a partir de especies salvajes locales; por otro, habrían
incorporado y adaptado técnicas y cultivos recibidos a través del contacto con otros grupos.

La economía agrícola se extendió por la mayor parte de Europa entre el séptimo y cuarto milenio
a.C. 9.000- 7.4000, porción meridional de la península de los Balcanes y costas del Mediterráneo,
alcanzando en los siglos siguientes el litoral atlántico; 7.400-6.800, Europa central, cuencas del
Danubio, hasta el norte de Francia y Bélgica; 6.800-5.200, resto de Europa, incluidas las islas
británicas.

En la Europa templada se inició un sistema extensivo de agricultura mixta con cultivos que
incorporaron el arado, el uso de carros con ruedas tirados por animales y la cría de animales para la
producción de leche y lana. En el Mediterráneo se incorporaron pronto la vid y el olivo.

En algunas zonas, la sociedad parece complejizarse. Hay indicios de cierta jerarquización social y de
la aparición de artesanos especializados, lo que se vincula al perfeccionamiento de las técnicas. Un
rasgo característico del neolítico europeo es la aparición de construcciones megalíticas –dólmenes
y menhires- así como de grandes tumbas. Este hecho se vincula a la complejización y jerarquización
de las sociedades.

- Las primeras comunidades aldeanas de China

La historia más antigua de China, cuyo núcleo inicial lo constituyó la “gran llanura” de loess y
aluviones que se extiende por la cuenca inferior y media de los ríos amarillo y Azul, está íntimamente
ligada al poblamiento y ocupación de esos valles y llanuras.

La aparición del neolítico en China se remonta al menos a unos seis o siete milenios, constituyendo
un desarrollo independiente del de los centros del Asia suroccidental. Seguían viviendo en casas
excavadas en el suelo, cultivaban al menos el mijo –más tarde se incorporó el arroz- y habían
domesticado el cerdo y el perro. La caza y la pesca seguían siendo las actividades fundamentales.
Con el tiempo, en la agricultura, al mijo y al arroz se incorporó más tarde el trigo y la ganadería se
vio enriquecida con bueyes, ovejas, aves de corral y con el gusano de seda.

Las comunidades eran ahora más grandes y más estables. Para las prácticas agrícolas empleaban
azadas y palas de piedra pulida y afilada; arcos y flechas y lanzas de bambú afilado constituían sus
armas defensivas u ofensivas, y manufacturaban una cerámica que fue mejorando su calidad
repetidamente. Fabricaban sus vestidos con pieles y cortezas y es probable que usaran también el
cáñamo.

Nuestro conocimiento se centra, sobre todo es sus etapas finales. La fase más antigua de este
neolítico final es conocida con el nombre de cultura Yang Chao que tiene sus principales centros en
el valle medio de Hoang-ho y se caracteriza por una bonita alfarería pintada policroma. La fase más
moderna, cultura de Long-Shan, ve desaparecer esa cerámica pintada que es reemplazada por otra
negra y bruñida y a menudo fabricada con torno. Su centro de irradiación parece encontrarse al
oriente, en las provincias ribereñas del mar de la China.

En este neolítico reciente eran ya productores de alimentos dedicados plenamente a la agricultura


y la ganadería. Aunque no desdeñaban la pesca y la caza. Vivian en aldeas más grandes y sólidas,
generalmente protegidas por muros de tierra apisonada. Las casas, en parte subterráneas, redondas
o rectangulares, eran de tierra sobre una estructura de madera y con pisos de apisonada con el
hogar en el centro. Enterraban a sus muertos en hoyos rectangulares abiertos en el centro de sus
poblados y fabricaban múltiples utensilios de cerámica, piedra y conchas de moluscos, tanto
utilitarios como de adorno. Es casi seguro que ya practicaban la adivinación del futuro a través de la
forma de las grietas que se producían al aplicar calor a los omoplatos de bueyes y ciervos
(“escapulimancia”).

La etapa final del neolítico chino, la llamada cultura de Hsiao-T´un, señala la transición hacia la edad
de bronce, caracterizada en su primera etapa por lo magníficos bronces de la dinastía Shang, la
aparición de la escritura y el comienzo de la civilización china.

- Los agricultores americanos


El origen de la agricultura fue causa de discusión: dos posiciones extremas. Para algunos, la
agricultura era un producto importado desde el Viejo Mundo; para otros, fue el resultado de un
proceso autóctono e independiente, sin conexión con el Viejo Mundo.

Los descubrimientos han respaldado a la segunda tesis, nos muestran que las primeras experiencias
con cultivos se remontan a hace quizá más de 8.000 años, casi contemporáneamente de los
primeros restos del Viejo Mundo (Andes centrales y Mesoamérica)

Los inicios de la agricultura debieron estar ligados a los cambios que se operaron a comienzos de la
época pos glacial. Los cambios climáticos provocaron la extinción de muchas especies de grandes
mamíferos, algunos pueblos se volcaron entonces a la recolección de semillas silvestres para
completar si dieta, creando un tipo de economía cazadora recolectora. En algunas regiones costeras
se dio la recolección de mariscos.

Fue en este contexto donde aparecen los primeros testimonios de plantas cultivadas, que durante
mucho tiempo solo constituyeron un complemento de la recolección y la caza. En los valles centro
andinos, los inicios del cultivo parecen ir acompañados por las primeras experiencias de
domesticación de animales, como el cuy y la llama. Los primeros cultivos fueron algunas variedades
de calabazas, el ají, la yuca y algunas leguminosas, a los que pronto se agregaron otros, como el maíz
en Mesoamérica.

El continente americano vivió un intenso periodo de experimentación agrícola que duró entre tres
y cuatro milenios. Durante esa época, los cultivos se hicieron más variados, aumentaron de
incidencia en la dieta y se lograron las primeras especies hibridas. Sin embargo, hasta hace unos
cinco mil años, la agricultura seguía siendo una actividad secundaria y (excepto la costa peruana)
esos grupos seguían practicando alguna forma de nomadismo estacional.

A partir de aquí, se produce una aceleración del proceso. En Mesoamérica, se obtienen ya especies
hibridas del maíz y su cultivo pasará pronto a ocupar un lugar fundamental en la economía indígena.
Hasta la época de la conquista el maíz, los frijoles y el chile constituirían la base de su alimentación.
Un milenio o quizá un milenio y medio después encontramos comunidades aldeanas plenamente
asentadas con una economía basada fundamentalmente en el cultivo.

En los Andes aparece en la costa el algodón que enriqueció la actividad textil de la región. Aplicado
a la fabricación de cordeles y redes permitió además, una intensificación de las actividades de pesca.
El gran despegue de la agricultura andina es algo más tardío y se vincula con la extensión de los
sistemas de riego en los valles costeros, lo que permitió incorporar áreas hasta entonces desértica.

La cerámica, un rasgo que se asoció al neolítico, está ausente durante toda esa época y los primeros
testimonios aparecen recién hacia fines del cuarto milenio a.C. en Ecuador y la costa caribeña de
Colombia, un milenios después en Mesoamérica y un poco más tarde en los Andes centrales. Los
arqueólogos suelen denominar a esa época de transición como “agrícola pre alfarera” o “agrícola
pre cerámica”.

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