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CURSO DE DERECHO
INTERNACIONAL
PÚBLICO
Y ORGANIZACIONES
INTERNACIONALES
DECIMONOVENA EDICIÓN
Diseño de cubierta: J. M. Domínguez y J. Sánchez Cuenca
www.tecnos.es
SUBSECCIÓN PRIMERA:
LA ORGANIZACIÓN UNIVERSAL DE COOPERACIÓN POLÍTICA GENERAL:
LAS NACIONES UNIDAS
76. ANTECEDENTES.
BREVE REFERENCIA A LA SOCIEDAD DE NACIONES
1
Véase apartado 60.
2
Véase apartado 64.1.
3
Véase apartado 65.
[737]
738 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
4
Véase F. M. CASTIELLA Y MAÍZ, Una batalla diplomática, Barcelona, 1976.
5
Véase apartado 27.
6
Sobre la Sociedad de Naciones en general: G. SCELLE, Le Pacte des Nations et sa liaison avec le
Traité de Praix, París, 1919; A. ZIMMERN, The League of Nations and the Rule of Law, Londres y Nueva
York, 1936; W. SCHIFFER, Repertoire of questions of General International Law before the League of
Nations, Ginebra, 1942; F. P. WALTERS, A History of the League of Nations, vols. 1 y 2, Londres/Nueva
York, 1952; P. DE AZCÁRATE, «La Sociedad de Naciones. Recuerdos y notas sueltas», en ONU, año
XX, Madrid, 1966, pp. 65 ss.; C. PARRY, «League of Nations», en E.O.P.I.L., vol. 5, 1983, pp. 192 ss.
77. LA CREACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS
c) Había que sentar, sin embargo, las bases concretas de la nueva organización
internacional, y a este cometido se entregó la Conferencia reunida en Dumbarton
Oaks (Washington) entre el 21 de agosto y el 28 de septiembre de 1944, con la par-
ticipación de representantes de Estados Unidos, Unión Soviética y Reino Unido; y
entre el 29 de septiembre al 7 de octubre, con la participación de representantes de
Estados Unidos, Reino Unido y China. En la Conferencia se trazaron las grandes
líneas del proyecto, pero no se llegó a un acuerdo sobre la cuestión clave del modo
[739]
740 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
1
Sobre la creación de las Naciones Unidas, véase especialmente, entre la amplia bibliografía:
L. KOPELMANAS, L’Organisation des Nations Unies, París, 1947; R. B. RUSSEL, A History of the United
Nations Charter: the Role of the United States, 1940-1945, Washington, 1958; E. M. BORCHARD, «The
Dumbarton Oaks Conference», en A.J.I.L., 1945, pp. 97 ss.; M. PANEBIANCO, Dalla Società delle
Nazioni all O.N.U., Nápoles, 1977; M. A. MARÍN LUNA, «Reflexiones sobre la Conferencia de San
Francisco y la Carta de las Naciones Unidas», en ONU: año XL, Revista de la Facultad de Derecho de
la Universidad Complutense, 1987, pp. 33 ss.; J. A. CARRILLO SALCEDO, «El Derecho Internacional en
1945 y en la inmediata posguerra», en Liber Amicorum. Colección de estudios jurídicos en homenaje al
Profesor Dr. José Pérez Montero, Oviedo, 1988, pp. 187 ss.; Las actas y documentos de la Conferencia
de San Francisco en U.N.C.I.O., Nueva York, 1945-1946.
78. LA CARTA Y SUS REFORMAS
6
A. ROSS, op. cit. en nota 1, p. 38; E. JIMÉNEZ DE ARÉCHAGA op. cit. en nota 1, p. 629. Sobre la
cuestión, véase, en general, E. GIRAUD, «La Révision de la Charte des Nations Unies», en R. des C.,
1956-II, vol. 90, pp. 311 ss.; J. NISSOT, «La Révisión de la Charte des Nations Unies», en R.B.D.I.,
1965, pp. 369 ss.; del mismo autor, «Les Amendements à la Charte des Nationes Unies et leur mise
en oeuvre», en R.B.D.I., 1966, pp. 321 ss.; y C. ECONOMIDES, «La Révision de la Charte des Nations
Unies», en Révue Hellénique de Droit International, 1977, pp. 20 ss.
7
Resoluciones 1.991 A y B (XVIII), 2.101 (XX) y 2.847 (XXVI) de la Asamblea General.
744 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
perjuicio de que en cada tema en particular tengamos que dejar constancia de los
cambios acaecidos.
9
Chief Justice MARSHALL, en McCulloch versus Md. (1819), y Wheat, 316.
10
CIJ, Recueil, 1949, p. 178. Véanse apartados 8.8 y 74.
11
CIJ, Recueil, 1954, p. 58.
12
CIJ, Recueil, 1962, pp. 162 ss.
746 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
13
Por ejemplo, la obra de H. KELSEN, The Law of the United Nations. A Critical Analysis of its
Fundamental Problems, Londres, 1951, y la de M. BENTWICH y A. MARTIN, A Commentary on the
Charter of the United Nations, Londres, 1951.
14
Véase J. P. COT y A. PELLET, La Charte des Nations Unies, «Avant-propos», París, 1985, pp. XI ss.
79. LAS TRANSFORMACIONES DE LAS NACIONES UNIDAS
1
J. A. CARRILLO SALCEDO, «Las Naciones Unidas entre 1945 y 1986», en ONU: año XL, Revista de
la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, vol. 13, Madrid, 1987, pp. 11 ss. Véase también
del mismo autor, Textos básicos de las Naciones Unidas, Estudio preliminar, Madrid, 1982, pp. 9 ss.,
y La crisis constitucional de las Naciones Unidas, Madrid, 1966.
[747]
748 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
entre las dos superpotencias, Estados Unidos y Unión Soviética2. Es indudable que al
principio el centro de gravedad de la Organización estuvo en el Consejo de Seguridad,
que se vio, sin embargo, frecuentemente paralizado por el ejercicio del derecho de veto
del miembro que a la sazón se sentía en minoría, la Unión Soviética; tal paralización
produjo dificultades y retrasos importantes en la admisión de nuevos miembros, como
veremos en el apartado siguiente, y repercutió de manera negativa en la puesta en
marcha del sistema de seguridad colectiva establecido en el capítulo VII de la Carta.
Pero la inviabilidad de este sistema motivó el intento de sustituir el Consejo de Segu-
ridad por la Asamblea General, es decir, de cambiar el centro de gravedad política de
la Organización que se pretendía residiese en el futuro en un órgano, la Asamblea,
en el que no existe el derecho de veto. La manifestación culminante de este intento
la encontramos en la resolución 377 (V), adoptada por la Asamblea General el día 3
de noviembre de 1950, llamada «Unidos para la paz». Y conviene señalar que hay en
esta resolución un hondo cambio de uno de los supuestos políticos de la Conferencia
de San Francisco; si en ésta, de acuerdo con el compromiso alcanzado en Yalta, se
instauró el principio de unanimidad entre los miembros permanentes del Consejo
para la puesta en práctica del mecanismo de seguridad colectiva del capítulo VII de
la Carta, lo que significaba que el sistema no fuese de aplicación en los conflictos en
que aquellos miembros estuviesen directamente enfrentados, la resolución de 1950
comportaba la posibilidad de una acción decidida por la Asamblea General a falta
de aquella unanimidad (por ejercicio del derecho de veto). La resolución «Unidos
para la paz» suponía, pues, una ruptura de los equilibrios institucionales previstos
en San Francisco y, con el transcurso del tiempo, provocó una grave crisis política,
institucional y jurídica con motivo del abono de los gastos desencadenados por las
operaciones preventivas de la paz que había decidido la Asamblea General, y de
la que sólo se salió en 1965 por un compromiso de carácter político. Pero es que,
además, aquellas operaciones hicieron adquirir una relevancia y un protagonismo
estructural al Secretario General de la Organización, ya que, al ser la Asamblea un
órgano plenario y deliberante, resultaba poco idónea para el desempeño de fun-
ciones ejecutivas; competencias que iban más allá de las atribuidas por la Carta al
Secretario General. En fin, del compromiso de 1965 resultaron dos consecuencias:
de un lado, la reafirmación de la idea de que la responsabilidad primordial en el
mantenimiento de la paz y seguridad internacionales correspondía al Consejo de
Seguridad y no a la Asamblea General o al Secretario General; de otro, el abandono
de la idea de organizar un sistema de seguridad colectiva, para intentar, en cambio,
una nueva misión de la Organización, la de servir de instancia de amortiguamiento
de las crisis internacionales a través de operaciones preventivas —y no propiamente
coercitivas— del mantenimiento de la paz; operaciones que, por tanto, ya no tendrán
su fundamento jurídico en el capítulo VII de la Carta, puesto que no pretenden la
imposición de sanciones, sino que consisten tan sólo en una acción pacificadora y
preventiva de las Naciones Unidas en las crisis internacionales. Resulta así que, en
la práctica, el Consejo de Seguridad no está desempeñando las funciones coercitivas
que le asigna el repetido capítulo VII, sino que aparece fundamentalmente como
2
Véase apartado 4.3.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,79] 749
d) Al decir del profesor CARRILLO, una segunda etapa en la historia del funcio-
namiento de las Naciones Unidas es la de la descolonización como idea-eje, y en la
que sus grandes hitos son el 14 de diciembre de 1960, cuando la Asamblea General
adopta la resolución 1.514 (XV) sobre la concesión de independencia a los países y
a los pueblos coloniales, y el 24 de octubre de 1970, cuando en la resolución 2.625
(XXV) incorpora el principio de la igualdad de derechos y libre determinación de
los pueblos a los principios de Derecho Internacional sobre las relaciones de amis-
tad y cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones
Unidas3. Y es lo cierto que admitidos en 1960 dieciséis Estados africanos, lo que
facilitó la adopción de la resolución 1.514 (XV), la descolonización fue adquiriendo
una velocidad progresiva y, sobre todo, un título de legitimidad, contribuyendo en
definitiva a la universalización de la sociedad internacional. En 1970 la Organización
se componía de 125 Estados y hoy de 191, y bien entendido que ese número no sólo
supone un aumento cuantitativo, sino que tiene sobre todo una significación cualita-
tiva porque las Naciones Unidas no reflejan ya una concepción europea occidental de
las relaciones internacionales, sino una propiamente universal. Todo ello supuso la
necesidad de aumentar la composición de órganos importantes, como el Consejo de
Seguridad y el Consejo Económico y Social, y la reducción de la importancia de este
último órgano, así como la pérdida de importancia del Consejo de Administración
Fiduciaria, al quedar progresivamente desplazado por otro órgano, el Comité especial
encargado de examinar la situación con respecto a la Declaración sobre concesión de
la independencia a los países y pueblos coloniales, creado por la Asamblea General
en 1961. Y el proceso de universalización de las Naciones Unidas determinó el desa-
rrollo y consolidación de grupos de Estados en el seno de aquélla, como los grupos
geográficos (África, América Latina, Europa Occidental y otros, y Europa oriental),
de gran importancia para el intercambio de información y para la designación de
candidatos a órganos en cuya composición es relevante el criterio de la distribución
geográfica equitativa; grupos políticos, como los de la OTAN, Pacto de Varsovia y
Países no alineados; grupos basados en la conciencia de intereses comunes, como el
Grupo de los 77, integrado hoy por 125 Estados en desarrollo; y grupos fundamen-
tados en acuerdos y organizaciones de cooperación económica preexistentes, como
la Comunidad Económica Europea y otros4.
3
Véase apartado 27.
4
Véase apartado 72.
750 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Unidas. La etapa se inicia realmente en la década de los años setenta y está presi-
dida por dos ideas-eje que, aun teniendo sus raíces en años anteriores, alcanzan
su mayor auge en la década citada. La primera idea-eje es la responsabilidad de
la Organización en la puesta en marcha de actividades operacionales tanto en
lo que respecta al mantenimiento de la paz y seguridad internacionales como a
la consecución del objetivo común del desarrollo; la segunda consiste en la res-
ponsabilidad de las Naciones Unidas respecto al planteamiento de problemas
globales que afectan a la comunidad internacional en su conjunto. Efectivamente,
a partir de la década de los años setenta, el hecho de que la mayor parte de los
miembros sean Estados en desarrollo comportó la consecuencia de que la paz
dejara de concebirse desde el punto de vista casi exclusivo de la seguridad para ser
entendida sobre todo en función del desarrollo como empresa y objetivo común
de la humanidad. La nueva mayoría africana, asiática y latinoamericana tiende
a una nueva lectura de la Carta en que el énfasis ya no se pone en la seguridad,
sino en la definición de reglas internacionales orientadas hacia el desarrollo y en la
instauración de mecanismos institucionales encaminados a promover ese objetivo;
además aquellos Estados utilizan la Organización para el planteamiento y deba-
te de los grandes problemas globales que afectan a la comunidad internacional
en su conjunto, con el decidido propósito de hacer de las Naciones Unidas una
instancia de legitimación colectiva de sus exigencias y aspiraciones de cambio y
una especie de infraestructura institucional de aquella comunidad. Los nuevos
planteamientos han incidido en el plano normativo y en el institucional, siendo
de destacar en este último la tendencia a una progresiva centralización porque los
Estados en desarrollo, que cuentan con la mayoría automática en la Asamblea
General al ser democrático el sistema de adopción de decisiones, prefieren lógi-
camente ese foro al de los organismos especializados, en que el método de toma
de decisiones se basa en ocasiones en el voto ponderado.
de las razones que expondremos en el apartado 82.2, las Naciones Unidas fueron
incapaces de salvaguardar o imponer la paz en la República de Bosnia-Herzegovina
y en otras partes del mundo. En este contexto lo novedoso no es, pues, el orden
sino el desorden mundial.
Añádase a todo esto la marginación del Consejo de Seguridad en relación con
el uso de la fuerza desplegado por fuerzas de la OTAN en la primavera de 1999; la
acción armada puesta en marcha en Afganistán tras los atentados del 11 de septiem-
bre de 1991, presentada ciertamente como un supuesto de ejercicio de la defensa
preventiva, pero sin cobertura de una resolución del Consejo; la intervención bélica
en Irak en la primavera de 2003, nuevamente sin la autorización del Consejo de
Seguridad; la inacción del Consejo ante la invasión armada de parte del territorio
del norte de Georgia por Rusia en agosto de 2008; y su altamente insatisfactoria
reacción con ocasión de la respuesta armada de Israel a los ataques terroristas de
Hamás en los días postreros de 2008 y los iniciales de 2009. En suma, en la cuestión
capital de la prohibición de la guerra, la autoridad y credibilidad de las Naciones
Unidas había alcanzado en el inicio del siglo y del milenio las cotas más bajas
imaginables, aunque la acción desplegada contra la Libia del coronel Gadafi en
virtud de la resolución del Consejo de Seguridad de 17 de marzo de 2011 permite
abrigar pese a todas sus limitaciones esperanzas de una mayor implicación de la
organización en el mantenimiento de la paz. El desorden mundial es con todo una
triste realidad. Si la filosofía política básica de la Organización es el multilateralis-
mo, la preferencia por el unilateralismo que han mostrado últimamente las altas
autoridades de los Estados Unidos de América en el campo de la paz y seguridad
internacionales implica una herida gravísima e inquietante a esa filosofía. Espe-
remos que la administración demócrata elegida en el otoño de 2008 vuelva por
los cauces del multilateralismo, es decir, por los sanos principios que inspiraron
en 1945 la creación de las Naciones Unidas. El apoyo de los Estados Unidos a la
citada resolución del Consejo de 17 de marzo de 2011 es un indicio de la voluntad
de retorno al multilateralismo.
g) Éstas son, pues, las grandes líneas de la evolución de las Naciones Unidas
entre 1945 y nuestros días. Líneas que nos ha parecido necesario trazar en su con-
junto previamente al examen de las disposiciones de la Carta con relación a temas
particulares, porque, como ya dijimos, el instrumento de San Francisco debe ser
objeto hoy de una lectura dinámica, so pena de presentar a la Organización como
algo muy distinto a lo que realmente es y significa en el mundo actual. En cualquier
caso, los hondos cambios acaecidos en la Comunidad Internacional desde 1945
requieren modificaciones importantes en las Naciones Unidas, como se ha puesto
de relieve en el documento final de la Cumbre Mundial del año 2005.
80. MIEMBROS
1
Véase apartado 69.1.
2
Véase apartado 70.
3
Sobre la admisión de miembros: G. BERLIA, «Admission d’un Etat aux Nations Unies», en
R.G.D.I.P., 1949, pp. 481 ss.; N. FEINBERG, «L’admission de nouveaux membres a la Societé des
Nations et à l’Organisation des Nations Unies», en R. des C., vol. 80, 1952, pp. 293 ss.; E. GIRAUD,
«Admisión de nuevos miembros en las Naciones Unidas», en R.E.D.I., 1956, pp. 11 ss.
[752]
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,80] 753
4
CIJ, Recueil, 1948, pp. 57 ss. Véase L. GARCÍA ARIAS, «El primer dictamen del Tribunal Inter-
nacional de Justicia: Las condiciones de admisión de un Estado como nuevo miembro de la ONU»,
en R.E.D.I., 1949, pp. 145 ss.
754 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
5
CIJ, Recueil, 1950, pp. 4 ss.
6
Sobre la entrada de Suiza, véase R. BERMEJO GARCÍA y P. POZO SERRANO, «Heidi en Nueva York:
algunos comentarios sobre la adhesión de Suiza a las Naciones Unidas», en R.E.D.I, 2002, 1, pp. 115 ss.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,80] 755
7
Sobre la expulsión y suspensión, E. JIMÉNEZ DE ARÉCHAGA, Derecho Constitucional de las Naciones
Unidas, Madrid, 1958, pp. 149 ss. Sobre la retirada voluntaria, L. NIZARD, «Le retrait de l’Indonésie
des Nations Unies», en A.F.D.I., 1965, pp. 498 ss.; E. SCHWELB, «Withdrawal from United Nations;
the Indonesian Intermezzo», en A.J.I.L., 1967, pp. 161 ss.; y M. PÉREZ GONZÁLEZ, Retirada y «silla
vacía» en la Organización Internacional, Madrid, 1974.
81. ESTRUCTURA INSTITUCIONAL
81.1. GENERALIDADES
1
Véase apartado 27. Sobre los órganos en general de las Naciones Unidas: L. GROSS, The United
Nations: Structure for Peace, Nueva York, 1962; M. DIEZ DE VELASCO, «Estructura orgánica de la
Organización de Naciones Unidas», en ONU, Año XX, Madrid, 1966, pp. 11 ss.; H. FAKKER, The
Relationship among the Principal Organs of the United Nations, Ginebra, 1950; J. DUTHEIL DE LA
ROCHÈRE, «Article 7», en J. P. COT y A. PELLET, La Charte des Nations Unies, Commentaire article
par article, París, Bruselas, 1985, pp. 211 ss.
[756]
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,2] 757
temente dinámico, lo que quiere decir que no nos contentaremos con una glosa
estática y formal de las disposiciones de la Carta, sino que tendremos en cuenta,
sobre todo, la evolución de la Organización y las transformaciones ocurridas en
cada uno de sus órganos y en las relaciones entre ellos. Y la perspectiva dinámica
a que aludimos nos va a permitir que prescindamos del análisis de órganos que
apenas desarrollan en nuestros días funciones de relieve; es el caso, en particular,
del Consejo de Administración Fiduciaria, establecido por la Carta, según hemos
visto, con carácter principal, pero cuya actuación tiene hoy interés muy escaso,
como expusimos al hablar del impulso dado por las Naciones Unidas al proceso
descolonizador. En cambio, por ser éste un libro concebido básicamente para la
formación de juristas, nos ha parecido conveniente un detallado y extenso análisis
del órgano judicial principal de la Organización, es decir, el Tribunal Internacional
de Justicia.
4
Véase apartado 73.
5
E. JIMÉNEZ DE ARÉCHAGA, Derecho Constitucional de las Naciones Unidas, Madrid, 1958,
p. 161.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,2] 759
6
Véase E. JIMÉNEZ DE ARÉCHAGA, op. cit. en nota anterior, pp. 197 ss.; A. ROSSIGNOL, «Des
tentatives efectues en vue de mettre un nouveau mecanisme de sécurité collective à la disposition de
l’Assemblée Générale des Nations Unies et leur inconstitutionalité», en R.G.D.I.P., 1954, pp. 94 ss.
760 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
7
Véase apartado 79.
8
Véase apartado 82.3.
9
Véase apartado 22.1.
10
Véase apartado 4.2.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,3] 761
c) Pero a partir de 1993 están soplando vientos de cambio por lo que se refiere
a la composición del Consejo de Seguridad. Efectivamente, y aunque la cuestión
figurase en el orden del día de la Asamblea General desde el año 1979, el 11 de
diciembre de 1992 adopta dicho órgano la resolución 47/62 sobre la cuestión de la
representación equitativa en el Consejo de Seguridad y del aumento del número
de sus miembros, en cuya parte dispositiva ruega al Secretario General que invite
a los Estados miembros a someter observaciones escritas al respecto. Una de las
ideas que se manejan en este marco de consideraciones, al parecer con el visto
bueno de los Estados Unidos, es la de conceder puestos de miembros permanentes
a Estados con altas responsabilidades en el sostenimiento financiero de la Orga-
nización y elevada capacidad de contribución eficaz al mantenimiento de la paz y
seguridad internacionales, y ello con o sin el privilegio del derecho de veto del que
hablaremos enseguida. Dos de los países vencidos en la segunda guerra mundial,
Alemania y Japón, responden perfectamente al perfil descrito y pasarían a formar
parte del Consejo de Seguridad bajo ese concepto. Paralelamente se asignaría la
misma condición de miembros permanentes a los Estados más importantes de las
principales regiones geográficas de los países en desarrollo: India, por ejemplo, en
Asia; Brasil en América Latina; y Nigeria en África. Hay que decir que este patrón
general de reforma parece muy razonable en buena parte de sus aspectos pero el
obstáculo para su viabilidad estriba justamente en las reticencias y los celos de otros
Estados importantes, desarrollados o en desarrollo, que se consideran también con
títulos suficientes para sentarse de modo permanente en el Consejo de Seguridad.
Otra idea que se ha barajado es la de crear miembros semipermanentes. En fin, en
el informe interno sobre reforma de la Organización presentado por el Secretario
General en diciembre de 2004 se proponen dos modelos alternativos de ampliación
del Consejo. En ambos la cifra total de puestos es de 24, pero en el primer modelo
se contemplan seis nuevos miembros permanentes y tres no permanentes; en el
otro los nueve puestos adicionales serían no permanentes. En ambos modelos el
derecho de veto continuaría como hasta ahora, esto es, en los miembros perma-
nentes fundadores. España, octavo contribuyente mundial a la financiación de las
Naciones Unidas, no ve con buenos ojos estas propuestas, cuyo triunfo reduciría
sin duda sus oportunidades de acceder al Consejo como miembro no permanente.
En cualquier caso, y empleando una expresión frecuentemente utilizada en diplo-
macia parlamentaria internacional, se ha abierto la Caja de Pandora. Llegar a un
acuerdo en este punto no va a ser fácil y más teniendo en cuenta un factor adicional
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,3] 763
11
La cita del Tribunal en CIJ, Recueil, 1971, p. 22. Sobre la adopción de decisiones, véase: J. DE PREUX,
Le veto dans la Charte des Nations Unies, Lausana, 1949; C. GARCHON, Le veto. Étude positive des modes
de votation dans les Organisations Internationaux, Argel, 1949; P. F. BRUGIÈRE, Droit de veto, París, 1952;
G. DAY, Le droit de veto dans l’Organisation des Nations Unies, París, 1952; L. GROSS, «The Double Veto
764 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
and the four Power Statement on Voting in Security Council», en Harward Law Review, 1953, pp. 251
ss.; M. C. SMOUTS, «Réflexions sur les méthodes de travail du Conseil de Securité», en A.F.D.I., 1982,
pp. 601 ss. Sobre el Consejo de Seguridad en general: T. J. KAHNG, Law, Politics and the Security Council,
La Haya, 1969; HISCOKS, The Security Council, Londres, 1973; y E. JIMÉNEZ DE ARÉCHAGA, «United
Nations Security Council», en E.O.P.I.L., 1983, vol. 5, pp. 345 ss. J. A. CARRILLO SALCEDO, «Le role du
Conseil de Sécurité dans l’organisation et la réglementation du droit d’assistance humanitaire», en Le
développement du role du Conseil de Sécurité. Colloque 1992, Academia de Derecho Internacional de La
Haya, Nijhoff, 1993; del mismo autor, «El Consejo de Seguridad y el mantenimiento de la paz: aspectos
recientes», en Cuadernos de Derecho Internacional de Vitoria-Gasteiz, 1992, pp. 19 ss.; M. ORTEGA CARCE-
LEM, Hacia un Gobierno Mundial, Salamanca, 1995; F. L. KIRGIS, «The Security Council’s Fifty Years», en
A. J. I. L., 1995-3, pp. 506 ss.; M. E. LÓPEZ-JACOISTE DÍAZ, La actualidad del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas. La legalidad de las decisiones y el problema de su control, Madrid, 2003; E. DE WET, The
Chapter VII Powers of the Security Council, Hart Publishing, Oxford, 2004; y L. A. SICILIANOS, «Après
l’Irak, où va le Conseil de Sécurité», Soberanía del Estado y Derecho internacional. Homenaje al profesor
Juan Antonio Carrillo Salcedo, Sevilla, 2005, pp. 1311 ss. La tabla de casos de veto la hemos tomado de
P. TAVERNIER, «Article 27», en La Charte des Nations Unies. Commentaire article par article, París, Bruselas,
1985, pp. 499 ss. Sobre la reforma del Consejo, véase R. RIQUELME CORTADO, «La interminable historia
de la reforma del Consejo de Seguridad», R.E.D.I., 2005, 2, pp. 745 ss.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,4] 765
12
Véase bibliografía citada en nota anterior. Véase también E. JIMÉNEZ DE ARÉCHAGA, Derecho
Constitucional de las Naciones Unidas, Madrid, 1958, pp. 229 ss.; I. L. CLAUDE, «The United Nations and
the Use of Force», en International Conciliation, 1961; M. BOURQUIN, L’Etat souverain et l’Organisation
Internationale, Nueva York, 1959; y J. A. CARRILLO SALCEDO, La crisis constitucional de las Naciones
Unidas, Madrid, 1966, especialmente pp. 27 ss.
13
Véase apartado 64.2.
14
Véase apartado 82.2.
766 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
15
Véase apartado 22.1.
16
Véase apartado 22.1.
17
Véase apartado 69.1 y la bibliografía allí citada sobre las ONG.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,5] 767
18
F. L. KIRGIS, «United Nations Economic and Social Council», en E.O.P.I.L., 1983, vol. 5, pp.
310 ss. Véase en general, L. DELBEZ, «Les pouvoirs du Conseil Economique et Social», en Études en
l’honneur de George Scelle, París, 1950, vol. I, pp. 213 ss.; P. VELLAS y L. INCHAUSPE, Les compétences
du Conseil Économique et Social des Nations Unies, París, 1950; y R. PANIAGUA, La reforma del Consejo
Económico y Social de las Naciones Unidas (1945-2000), Madrid, 2001.
768 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
19
Véase apartado 62. Sobre el Tribunal Internacional de Justicia en general: M. DUBISSON, La Cour
Internationale de Justice, París, 1964; S. ROSENNE, The Law and Practice of the International Court, 2
vols., Leyden, 1965, y El Tribunal Internacional de Justicia, Madrid, 1967; L. GARCÍA ARIAS, Balance
y perspectivas del Tribunal Internacional de Justicia, Madrid, 1972; H. K. SCHOLOCHAUER, «Interna-
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,5] 769
tional Court of Justice», en E.O.P.I.L., 1981, vol. 1, pp. 72 ss.; T. O. ELIAS, The International Court
of Justice, La Haya, 1983. Respecto a la denominación usual en España («Tribunal Internacional de
Justicia»), véase la nota 27 del apartado 62.
770 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
común, los jueces ad hoc votan a favor del Estado que les ha designado, por lo que
su misión estriba de hecho en defender las posiciones de las partes en el momento
decisivo de deliberación del Tribunal20.
El Tribunal funciona normalmente en pleno, aunque el Estatuto reconoce la
posibilidad de constitución de salas especiales, compuestas por un número reducido
de magistrados que podrán oír y resolver los casos si las partes así lo solicitan. La
reforma del Reglamento del Tribunal operada en 1972 ha admitido que los Estados
partes en la controversia puedan designar los jueces que integren dichas salas. Se trata
de una novedad del mayor interés, que tiende a dotar al arreglo judicial de algunas
de las ventajas del arbitraje, como ya dijimos, y de la que los Estados partes están
haciendo uso frecuente en los últimos años21.
c) Ius standi. Según el artículo 34 del Estatuto, sólo los Estados podrán ser partes
en litigios ante el Tribunal. No se admite, pues, el ius standi de los particulares, ni
siquiera el de las organizaciones internacionales, aunque el Tribunal sí puede recabar
y recibir, de estas últimas, información sobre los casos de que conozca. Claro que esta
denegación del ius standi de las organizaciones internacionales se refiere al supuesto
en que el Tribunal ejerza jurisdicción contenciosa —es decir, resuelva controversias
mediante decisiones vinculantes—, porque, en las condiciones señaladas en la Carta
y en el Estatuto, que más adelante estudiaremos, ciertos órganos de organizaciones
internacionales sí pueden pedir opinión o dictamen —no vinculante— al Tribunal.
Es el supuesto de la llamada función consultiva. Y cabe incluso transformar la fun-
ción consultiva en jurisdicción contenciosa atribuyendo mediante acuerdo eficacia
vinculante al dictamen, lo que supone reconocimiento de un cierto derecho de acceso
de las organizaciones internacionales a los litigios ante el Tribunal. Volveremos sobre
este tema al hablar de la función consultiva.
Está claro, en todo caso, que los Estados tienen ius standi ante el Tribunal;
pero ¿qué Estados exactamente? Por lo pronto, según el párrafo 1.º del artículo
35 del Estatuto, lo tienen todos los Estados partes en él, debiéndose señalar a este
respecto que, según el artículo 93 de la Carta, poseen ipso facto esa condición los
miembros de las Naciones Unidas, aunque un Estado no miembro puede llegar a
ser parte en el Estatuto de acuerdo con las condiciones establecidas en cada caso
por la Asamblea General a recomendación del Consejo de Seguridad. Pero también
un Estado no parte en el Estatuto puede llegar a litigar ante el Tribunal, ya que, de
acuerdo con el párrafo 2 del artículo 35 del Estatuto (caso de Albania en el litigio
del Canal de Corfú, resuelto por sentencia de 9 de abril de 1949)22, el Consejo de
Seguridad fijará, con sujeción a los tratados vigentes, las condiciones en que el
Tribunal estará abierto a otros Estados, condiciones que no podrán colocar a las
partes de modo alguno en situación de desigualdad.
20
Sobre los jueces ad hoc, D. D. NSERKO, «The International Court, Impartiality and Judges ad
hoc», en Indian Journal of International Law, 1973, pp. 207 ss.
21
Véase apartado 62; y E. ZOLLER, «La première Constitution d’une Chambre spéciale par la
Cour Internationale de Justice: Observations sur l’Ordonnance du 20 janvier 1982», en R.G.D.I.P.,
1982, pp. 305 ss.
22
CIJ, Recueil, 1949, pp. 4 ss.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,5] 771
26
CIJ, Recueil, 1964, pp. 6 ss.; A. MIAJA DE LA MUELA, «El artículo 37 del Estatuto del Tribunal
Internacional de Justicia y su interpretación por la sentencia de 24 de julio de 1964», en Estudios
sobre el Tribunal Internacional de Justicia, obra colectiva, Zaragoza, 1967, pp. 151 ss.; y J. A. PASTOR
RIDRUEJO, «La sentencia del Tribunal de La Haya de 24 de julio de 1964: Excepciones preliminares
en el caso Barcelona Traction», ibíd., pp. 133 ss.
27
CIJ, Recueil, 1984, pp. 192 ss.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,5] 773
27 bis
B.O.E. de 16 de noviembre de 1990. Véase E. ORIHUELA CALATAYUD, «España y la jurisdic-
ción obligatoria del Tribunal Internacional de Justicia», en R.E.D.I., 1989, 1, vol. XLI, pp. 69 ss.; J. D.
GONZÁLEZ CAMPOS, «España reconoce como obligatoria la jurisdicción de la C.I.J. de conformidad
con el artículo 36.2 del Estatuto», R.E.D.I., 1990, 2, vol. XLII, pp. 361 ss.; y J. A. PASTOR RIDRUEJO,
«The spanish declaration of acceptance of the compulsory jurisdiction of the International Court of
Justice», en S.Y.I.L., 1991, pp. 19 ss.
El texto de la declaración es: «1. Tengo el honor de declarar, en nombre del Gobierno español, que
el Reino de España reconoce como obligatoria ipso facto, y sin necesidad de convenio específico, la
jurisdicción del Tribunal Internacional de Justicia conforme a lo dispuesto en el párrafo 2 del artículo
36 del Estatuto de dicho Tribunal, respecto a cualquier otro Estado que haya aceptado la misma obli-
gación, bajo condición de reciprocidad, en las controversias de orden jurídico no comprendidas en los
supuestos y excepciones siguientes:
»a) Controversias respecto de las cuales el Reino de España y la otra u otras partes hayan con-
venido o convengan recurrir a un medio pacífico distinto de arreglo de la controversia.
»b) Controversias en las que la otra parte o partes hayan aceptado la jurisdicción obligatoria del
Tribunal únicamente en lo que concierne a la controversia de que se trate o para los fines exclusivos
de la misma.
»c) Controversias en las que la otra parte o partes hayan aceptado la jurisdicción obligatoria del
Tribunal con menos de doce meses de antelación a la fecha de presentación de la solicitud escrita incoando
el procedimiento correspondiente ante el Tribunal.
»d) Controversias surgidas antes de la fecha de remisión de la presente Declaración al Secretario
General de las Naciones Unidas para su depósito, o relativas a hechos o situaciones acaecidas con
anterioridad a dicha fecha, aunque dichos hechos o situaciones puedan seguir manifestándose o sur-
tiendo efectos con posterioridad a la misma.
»2. El Reino de España podrá completar, modificar o retirar, en cualquier momento, en todo o en
parte, las reservas arriba mencionadas, así como cualesquiera otras que pudiese formular en el futuro,
mediante notificación dirigida al Secretario General de las Naciones Unidas. Estas modificaciones
tendrán efectos a partir de la fecha de su recepción por el Secretario General de las Naciones Unidas.
»3. La presente Declaración, que se remite para su depósito al Secretario General de las Nacio-
nes Unidas, de conformidad con lo dispuesto en el párrafo 4 del artículo 36 del Estatuto del Tribunal
Internacional de Justicia, permanecerá en vigor mientras no sea retirada por el Gobierno español o
reemplazada por otra declaración de dicho Gobierno.
»La retirada de la Declaración tendrá efectos una vez transcurrido un período de seis meses, contados
a partir de la recepción por el Secretario General de las Naciones Unidas de la notificación correspon-
diente del Gobierno español. Sin embargo, respecto a Estados que hubieran establecido un período
inferior a seis meses entre la notificación y la producción de efectos de la retirada de su Declaración,
la retirada de la Declaración española surtirá efectos una vez transcurrido dicho plazo más breve».
Señalemos que se aprovechó la publicación de la Declaración en el B.O.E. para publicar al mismo
tiempo la Carta de las Naciones Unidas con el Estatuto anejo del Tribunal.
28
CIJ, Recueil, 1961, pp. 31-32.
29
CIJ, Recueil, 1952, p. 105.
30
CIJ, Recueil, 1957, p. 142.
774 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
31
CPJI, Serie A/B, n.º 74, pp. 23-24.
32
CIJ, Recueil, 1953, pp. 122-123.
33
CIJ, Recueil, 1984, pp. 192 ss.
34
CIJ, Recueil, 1957, pp. 23-24. Véase J. A. CARRILLO SALCEDO, «La excepción automática de
competencia doméstica (domestic jurisdiction) ante el Tribunal Internacional de Justicia. Examen de
la práctica reciente», en R.E.D.I., 1960, pp. 187 ss.
35
CIJ, Recueil, 1959, pp. 127 ss.
36
Sobre la competencia incidental, H. W. BRIGGS, «La compétence incidente de la Cour Interna-
tionale de Justice en tant que compétence obligatoire», en R.G.D.I.P., 1960, pp. 217 ss.
37
CIJ, Recueil, 1953, p. 119. Véase G. BERLIA, «Jurisprudence des tribunaux internationaux en ce
qui concerne leur compétence», en R. des C., 1955, vol. 88, pp. 105 ss.; V. IACCARINO, Della così dita
competenza sulla competenza dei tribunali internazionali, Nápoles, 1962.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,5] 775
el artículo 41 del Estatuto, el Tribunal puede indicar, si considera que las circunstan-
cias así lo exigen, las medidas provisionales que deban tomarse para resguardar los
derechos de cada una de las partes que, mientras se pronuncia el fallo, se notifican
inmediatamente a las partes y al Consejo de Seguridad, y en el entendido de que
dicha indicación, según lo estatuido por el propio Tribunal en su sentencia de 27
de junio de 2001 (asunto Lagrand, Alemania contra Estados Unidos), es obligatoria
para las partes por exigirlo así el objeto y el propósito del Estatuto 40 bis. Por su parte,
el artículo 76 del Reglamento faculta al Tribunal para levantar o modificar dichas
medidas si aprecia un cambio en las circunstancias que las motivaron. Mediante la
presentación de una excepción preliminar se pretende que el Tribunal no se pronun-
cie sobre el fondo del litigio, bien por entender que no tiene competencia sobre él,
bien por considerar que no se han satisfecho ciertas condiciones necesarias para la
admisibilidad de la reclamación; dicha excepción ha de ser presentada por escrito en
las condiciones que determina el artículo 79 del Reglamento, y bien entendido que
su alegación suspende el procedimiento en cuanto al fondo. Al resolver la excepción,
el Tribunal puede desestimarla, lo que supone la continuación del proceso; puede
estimarla, en cuyo caso ya no tiene que pronunciarse sobre el fondo; y puede por fin
unir la excepción a la consideración del fondo del asunto, continuando entonces el
procedimiento principal. Cabe asimismo la presentación de una demanda reconvencio-
nal, salvo, como es lógico, en los casos en que el litigio haya sido sometido al Tribunal
por vía de compromiso; dicha demanda ha de ser articulada en la contramemoria de
la parte que la presente, debe tener una conexión directa con la demanda principal
(así lo exige el art. 80 del Reglamento) y la petición contenida en ella tiene que caer
dentro de la competencia del Tribunal. Respecto al derecho de intervención de terce-
ros Estados, son dos los supuestos en que la autoriza el Estatuto: si el tercer Estado
considera que tiene un interés de orden jurídico que puede quedar afectado por la
decisión del litigio, en cuyo caso el Tribunal decide sobre la solicitud de intervención
(art. 62 del Estatuto); y si se trata de la interpretación de una convención en que sean
partes Estados distintos de los que intervienen en el litigio, en el entendido de que,
si el tercer Estado ejerce la intervención, la interpretación contenida en la sentencia
es obligatoria para él (art. 63 del Estatuto). Digamos, por fin, que el artículo 53 del
Estatuto contempla el supuesto de juicio en rebeldía al disponer que, cuando una
de las partes no comparezca ante el Tribunal o se abstenga de defender su caso, la
otra parte podrá pedir al Tribunal que decida a su favor, aunque antes de dictar su
sentencia el Tribunal ha de asegurarse que tiene competencia y que la demanda está
bien fundada en cuanto a los hechos y al Derecho. La sentencia de 27 de junio de
1986 en el caso relativo a las actividades militares y paramilitares en Nicaragua y contra
ella fue dictada en rebeldía de los Estados Unidos41, si bien no es el único precedente
de la figura que nos ocupa. Añadamos que sobre los incidentes del procedimiento
que acabamos de reseñar sucintamente existe una rica práctica y una interesante
jurisprudencia que, por la índole de este libro, no podemos analizar aquí42.
40 bis
CIJ, Recueil, 2001, párrafos 92 ss.
41
CIJ, Recueil, 1986, pp. 14 ss.
42
Véase en J. A. PASTOR RIDRUEJO, La jurisprudencia del Tribunal Internacional de La Haya.
Sistematización y comentarios, Madrid, 1962, pp. 220 ss.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,5] 777
42 bis
CIJ, Recueil, 2003, párr. 43 de la sentencia.
778 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
43
Véase V. VILLANI, «Il potere del Consiglio di Sicurezza delle Nazione Unite in materia di ese-
cuzione delle sentenze della Corte Internazionale de Giustizia», en Comunità Internazionale, 1970,
pp. 646 ss.; y P. PAONE, «Considerazioni sulla esecuzione delle sentenze della Corte Internazionale de
Giustizia», en Comunicacioni e Studi, 1975, pp. 627 ss.
44
Sobre la función consultiva del Tribunal: K. J. KEITH, The Extent of the Advisory Jurisdiction of
the International Court of Justice, Leyden, 1971; D. PRATAP, The Advisory Jurisdiction of the International
Court, Oxford, 1972; M. LACHS, «Perspectives pour la fonction consultative de la Cour Internationale
de Justice», Comunicazioni e Studi, 1975, pp. 423 ss.; R. LUZZATTO, «La competenza consultiva della
Corte Internazionale de Giustizia nella soluzione delle controversie internazionali», ibíd., pp. 627 ss.;
L. B. SOHN, «Broadening the Advisory Jurisdiction of the International Court of Justice», en A.J.I.L.,
1983, pp. 124 ss.; R. AGO, «Binding Advisory opinions of the International Court of Justice», en
A.J.I.L., 1991-3, pp. 439 ss.; y C. D. EXPÓSITO, La jurisdicción consultiva de la Corte Internacional de
Justicia, Madrid, 1996.
45
Véase apartado 59.
46
CIJ, Recueil, 1948, p. 61; CIJ, Recueil, 1950, pp. 6-7; CIJ, Recueil, 1960, p. 153; y CIJ, Recueil,
1962, pp. 155-156.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,5] 779
47
Véase apartado 60.
47 bis
Véase K. HIGHET, «The Peace Palace Heats Up: the World Court in Bussines Again?», en A.J.I.L.,
1991-4, pp. 646 ss.; y R. Y. JENNINGS, «The International Court of Justice after Fifty Years», en
A.J.I.L., 1995-3, pp. 493 ss. Los datos en el Informe de la Corte Internacional de Justicia. 1.º de agosto
de 1994 a 31 de julio de 1995, Asamblea General, Documentos oficiales, Quincuagésimo período de
sesiones, Suplemento n.º 4 (A/50/4).
780 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
48
Una excelente síntesis de la aportación del Tribunal al perfeccionamiento y desarrollo progresi-
vo del Derecho Internacional, en E. JIMÉNEZ DE ARÉCHAGA, «Balance sobre la actuación de la Corte
Internacional de Justicia en sus cuarenta años de funcionamiento», en ONU: Año XL, Revista de la
Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, Madrid, 1987, pp. 187 ss.
49
Véase J. L. KUNZ, «The Legal Position of the Secretary General of the U.N.», en A.J.I.L., 1946,
pp. 782 ss.; C. PARRY, «The Secretariat of the United Nations», en World Affairs, 1950, pp. 350 ss.;
M. VIRALLY, «Le rôle politique du Secrétaire Général des Nations Unies», en A.F.D.I., 1958, pp. 360
ss., J. PUENTE EGIDO, «Funciones administrativas y diplomático-políticas del Secretario General de
las Naciones Unidas según la Carta y la práctica de la Organización», en Zeitschrift für Ausländisches
öfftentliches Recht und Völkerrecht, vol. 29, 1959, pp. 36 ss., y vol. 30, pp. 450 ss.; M. C. SMOUTS, Le
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,81,6] 781
Secrétaire Général des Nations Unies, París, 1971; S. M. SCHWEBEL, «United Nations Secretary Gene-
ral», en E.O.P.I.L., 1983, vol. 5, pp. 341 ss.
782 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
que fue aceptado por la Asamblea y ejecutado por el propio Secretario General; la
resolución 138, adoptada por el Consejo de Seguridad el 14 de julio de 1960, que le
autorizó a prestar ayuda militar al Gobierno del Congo en orden a la preservación
de su independencia política e integridad territorial; y la resolución 505, aprobada
por el Consejo de Seguridad el 26 de mayo de 1982, en la que se pidió la utilización
de sus buenos oficios en el litigio sobre las Islas Malvinas entre Argentina y el Reino
Unido. De otro lado, y también conforme al artículo 98, el Secretario General debe
rendir a la Asamblea General un informe anual sobre las actividades de la Organiza-
ción, informe de particular importancia porque rebasa comúnmente la actividad de
las Naciones Unidas y trasciende a valoraciones globales de política internacional.
Además, de acuerdo con el artículo 99, el Secretario General podrá llamar la aten-
ción del Consejo de Seguridad hacia cualquier asunto que en su opinión pueda poner en
peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, facultad muy relevan-
te en cuanto que suple las eventuales actitudes de inhibición o desinterés de los Estados
miembros, y de la que se ha hecho uso en distintas ocasiones; así, en 1950, TRIGVE LYE
invocó el artículo 99 en su comunicación al Consejo con ocasión del inicio de la guerra de
Corea; en 1960 fue HAMMARSKJÖLD quien, sobre la base de la disposición citada, llevó
al Consejo el asunto del Congo y en 1961 la cuestión de Bizerta; en 1979 KURT WALD-
HEIM sometió la cuestión de los rehenes estadounidenses en Teherán, etc. El Secretario
General es, de otro lado, quien ostenta la función representativa de la Organización, y
en este sentido es él quien concluye acuerdos y contratos, entabla reclamaciones por
daños y para cobro de deudas, etc. Por fin, al ser el más alto funcionario administrativo
de las Naciones Unidas, dirige, coordina y supervisa las actividades de la Secretaría
y, según el artículo 101, nombra a su personal de acuerdo con las reglas estableci-
das por la Asamblea General.
2
Véanse apartado 64.2 y la bibliografía allí citada.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,82,2] 785
b) Recordando el esquema trazado con ocasión del análisis del ius ad bellum sobre
las líneas de acción de la Organización en casos de amenazas a la paz, quebrantamientos
de la paz o actos de agresión, debemos decir que hasta 1990 el único caso de acción
propiamente coercitiva —es decir, con empleo de la fuerza armada— es el de la guerra
de Corea en 1950. En efecto, invadida Corea del Sur por fuerzas armadas de Corea
del Norte, en su sesión del día 25 de junio de 1950 el Consejo de Seguridad adopta
una resolución en la que, «advirtiendo con suma preocupación el ataque armado
dirigido contra la República de Corea por fuerzas venidas de Corea del Norte, decide
que este acto constituye un quebrantamiento de la paz». Y, en su sesión de 27 de junio
siguiente, el propio Consejo «recomienda a los miembros de las Naciones Unidas que
proporcionen a la República de Corea la ayuda que pueda ser necesaria para repeler
el ataque armado y restablecer la paz y seguridad internacionales en la región». En
virtud de esta recomendación, 19 de los Estados miembros de las Naciones Unidas
pudieron contribuir con sus fuerzas, bajo el mando unificado de los Estados Unidos,
a hacer frente al ataque de Corea del Norte, aunque hay que señalar que la resolu-
ción del Consejo pudo ser adoptada merced a la ausencia del delegado de la Unión
Soviética, como muestra de disconformidad por la no representación en el órgano
de la República Popular China en sustitución de China Nacionalista. El derecho de
veto de los miembros permanentes y la reincorporación del representante soviético al
Consejo determinaron posteriormente un bloqueo del sistema coercitivo y motivaron
la tentativa de la Asamblea de reemplazar al Consejo a través del mecanismo previsto
en la resolución 377 (V), de 3 de noviembre de 1950, la resolución «Unidos para la
paz», que ya conocemos3. Sabemos que esta resolución comportaba una profunda
alteración de los compromisos institucionales de carácter político alcanzados en Yalta
y San Francisco y que provocó una grave crisis institucional de la que sólo se pudo
salir en 1965 mediante un arreglo de carácter político.
c) Sin embargo, y como ya hemos adelantado en otros lugares del Curso, una
vez desaparecida la bipolaridad y consolidada la distensión Este-Oeste, mejoraron
inicialmente las perspectivas de las acciones coercitivas del Consejo de Seguridad
conforme al capítulo VII de la Carta, porque aquella distensión conllevaba el
restablecimiento del supuesto político contemplado en Yalta y San Francisco, a
saber, el entendimiento entre los miembros permanentes. Y es así como el día 29
de noviembre de 1990 el Consejo pudo adoptar, con el voto favorable soviético y la
abstención china, la importante resolución 678, que autorizaba a los Estados que
cooperaban con el Gobierno de Kuwait a utilizar todos los «medios necesarios»
para hacer cumplir resoluciones anteriores, esto es, a fin de devolver el territorio
de aquel país a la soberanía primitiva. Y fue tal resolución la que legalizó la acción
militar de Estados Unidos y sus aliados contra Irak en la guerra del Golfo del
invierno de 1991. No obstante, la valoración de la resolución que nos ocupa y de
3
Véanse apartados 64.2 y 81.21.
786 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
3 bis
Véanse en la doctrina española: L. I. SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, «Problemas jurídicos en torno a
la guerra del Golfo», La Ley, año XII, n.º 2693, 4 de marzo de 1991; A. MANGAS MARTÍN, «Normas
internacionales y objetivos militares en la guerra del Golfo Pérsico», en Tiempo de Paz, n.º 19-20, pri-
mavera 1991, pp. 24 ss.; M. P. ANDRÉS SÁENZ DE SANTA MARÍA, «Las Naciones Unidas y la guerra
del Golfo», ibíd., pp. 48 ss.; M. PÉREZ GONZÁLEZ, «Conflicto del Golfo, sanciones internacionales y
uso de la guerra: la posición de España», ibíd., pp. 31 ss.; J. A. PEREA UNCETA, «El uso de la fuerza
en el Derecho Internacional: el conflicto del Golfo Arábigo (agosto 1990-enero de 1991)», en Anuario
Jurídico y Económico Escurialense, 1990-1991, pp. 127 ss.; J. A. YTURRIAGA BARBERÁN, «Actuación
de las Comunidades Europeas en el conflicto del Golfo», en R.I.E., 1991, pp. 485 ss.; A. M. DASTIS
QUEVEDO, «El uso de la fuerza armada en el Golfo: una justificación jurídica», en R.E.D.I., 1991-1,
pp. 109 ss.; M. P. ANDRÉS SÁENZ DE SANTA MARÍA, «Réplica: cuestiones de legalidad en las acciones
armadas contra Irak», ibíd., pp. 117.
3 ter
La concepción del Nuevo Orden Mundial se articula oficialmente en la Defense Planning Gui-
dance para los años fiscales 1994-1998, que se hace pública en mayo de 1992.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,82,2] 787
medidas de esta última naturaleza figura la autorización del empleo de fuerza aérea
para proporcionar apoyo a la acción humanitaria de UNPROFOR (resoluciones
836 y 844, de 4 y 8 de junio de 1993, en las que se basó el ultimátum y la acción de la
OTAN del primer semestre de 1994) y la creación de un tribunal penal internacio-
nal para el castigo de los crímenes internacionales cometidos en el territorio de la
antigua Yugoslavia (resolución 827 de 25 de mayo de 1993). Mas por la conjunción
desafortunada de varios factores —entre los que sobresalen la falta de interés directo
de la superpotencia y las grandes potencias, las dificultades técnicas de una acción
militar masiva en un conflicto en el que no parece haber un único agresor y que se
desarrolla en un terreno de complicada orografía, los elevados costes financieros
de la operación, el temor a un alto número de bajas y a su impacto negativo en las
opiniones públicas nacionales—, lo que no hizo el Consejo de Seguridad es poner
fin al conflicto mediante la autorización y puesta en marcha de una acción coercitiva
masiva y global similar a la adoptada en la guerra del Golfo. Además, el Acuerdo
de Paz de París de 14 de diciembre de 1995 fue alcanzado bajo la presión y por el
impulso de los Estados Unidos de América, si bien el Consejo de Seguridad lo endo-
só en su resolución 1.033 de 15 de diciembre del mismo año, resolución que aporta
cobertura jurídica a las medidas necesarias (y hay que entender que quedan incluidas
las que comporten uso de la fuerza) para la aplicación del Acuerdo encomendadas
a la fuerza multinacional IFOR (bajo mando de la OTAN).
En cualquier caso, y tomando en consideración el conjunto de todas las actuacio-
nes de las Naciones Unidas en Bosnia-Herzegovina, se comprenden perfectamente
las acerbas palabras que con ocasión del cincuentenario de las Naciones Unidas
pronunciara el 24 de octubre de 1995 el presidente de Bosnia-Herzegovina, ALIJA
IZETBEGOVIC:
Las Naciones Unidas actuaron eficazmente al detener la crisis del Golfo. Desafortuna-
damente, esta eficacia no se ha repetido en el caso de la agresión contra mi país. El precio
de la duda ha sido enorme. Mi pueblo ha pagado ese precio.
4 bis
Por ejemplo, entre nosotros, y de manera muy razonada y bien argumentada, el profesor
R. BERMEJO, en «Cuestiones actuales referentes al uso de la fuerza en Derecho Internacional», A.D.I.,
1999, pp. 3 ss. Véanse opiniones diferentes en la bibliografía española: P. ANDRÉS SÁENZ DE SANTA
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,82,2] 789
MARÍA, «Kosovo: todo por el Derecho Internacional sin el Derecho Internacional», Meridiano Ceri,
1999, n.º 28, pp. 4 ss.; A. REMIRO BROTONS, «¿De la asistencia a la agresión humanitaria?», Política
Exterior, mayo-junio de 1999, pp. 17 ss.; S. RIPOLL CARULLA, «El Consejo de Seguridad y la defensa
de los derechos humanos. Reflexiones a partir del conflicto de Kosovo», R.E.D.I., 1999, vol. I pp. 59
ss.; E. ÁLVAREZ LÓPEZ, «La intervención militar de la OTAN en la República Federal de Yugoslavia: la
legalidad internacional cuestionada», Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de
Madrid, n.º 93, Curso 1999-2000, pp. 9 ss.; y J. M. ORTEGA TEROL, La intervención de la OTAN en Yugo-
slavia, Oviedo, 2001. Por supuesto, la bibliografía sobre el tema es muy abundante fuera de nuestro país.
790 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
tado por destacamentos de la fuerza aérea de los Estados Unidos como un ataque
talibán. Y, en tercer lugar, porque la admisión de ese tipo de defensa propia iría
en detrimento de la dimensión real del principio de la igualdad soberana de los
Estados. Parece claro, en efecto, que únicamente los Estados más poderosos
estarían en condiciones de beneficiarse de ese no man’s land, de esos límites vagos
e imprecisos que existen entre la defensa preventiva y las represalias armadas, y
ello, lógicamente, en perjuicio de los Estados menos poderosos.
Mas, partiendo del supuesto de que frente a los devastadores y mil veces conde-
nables atentados del 11 de septiembre de 2001 los Estados Unidos tenían no sólo
el derecho, sino también el deber de defenderse, conviene preguntarse qué tipo de
reacción se hubiese conformado a la legalidad de la Carta de las Naciones Unidas.
La respuesta parece fácil. Ese modo de reacción no era otro, a mi entender, que la
acción institucional prevista para los casos de amenazas a la paz, quebrantamientos
de la paz o actos de agresión en el capítulo VII de la Carta. Y es del todo verosímil
que, de la misma manera que los Estados Unidos consiguieron la unanimidad de
los miembros del Consejo para la adopción de las resoluciones 1.368, 1.373 y otras,
hubiesen obtenido la misma actitud unánime para la autorización del desenca-
denamiento de una acción armada. Pero los Estados Unidos decidieron orillar y
menospreciar una vez más al Consejo de Seguridad; en aras de sus intereses de poder
prefirieron el unilateralismo al multilateralismo, lo que ciertamente hacer perder
autoridad y credibilidad a las Naciones Unidas en su función primera y primordial
de mantenimiento de la paz y seguridad internacionales 4 ter.
4 ter
Sobre la acción armada en Afganistán en 2001 y 2002, la doctrina es abundante en España y fuera
de ella. Véase, especialmente, L. CONDORELLI, «Les attentats du 11 septiembre et leurs suites; où va le
droit international?», en R.G.D.I.P., vol. 4, 2001, pp. 829 ss.; N. SCHRIJVER, «Responding to inernational
terrorism: moving the frontiers of International Law for “enduring freedoms”», en N.I.L.R., 2001, pp.
271 ss.; J. A. GONZÁLEZ VEGA, «Los atentados del 11 de septiembre, la operación “libertad duradera”
y el derecho de legítima defensa», en R.E.D.I., 2001, 1 y 2, vol. LVIII, pp. 248 ss.; R. BERMEJO GARCÍA,
«El Derecho Internacional frente al terrorismo: ¿nuevas perspectivas tras los atentados del 11 de sep-
tiembre?», en A.D.I., 2001, pp. 5 ss.; C. GUTIÉRREZ ESPADA, «¿No cesaréis de citarnos leyes viendo que
ceñimos espadas?», en A.D.I., 2001, pp. 25 ss.; y J. SAURA, «Some Remarks on the Use of Force against
Terrorism in Contemporary International Law and the Role of the Security Council», en Loyola of Los
Angeles International & and Comparative Law Review, vol. 26, n.º 1, 2003.
792 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
lución del Consejo— medida tan drástica como el uso de la fuerza. Acción de tanta
gravedad en todo tipo de consecuencias como el uso de la fuerza contra un Estado
(y, en definitiva, contra su pueblo) —la ultima ratio para la solución de conflictos, se
dice con todo fundamento— no puede apoyarse en una interpretación sumamente
artificiosa y políticamente interesada de una resolución —o serie de resoluciones—
del Consejo de Seguridad; requiere una disposición completamente nítida, esto es,
de lectura y comprensión diáfanas. Y si es verdad que en el momento de adoptar la
resolución, los Estados Unidos se reservaron la posibilidad de defensa unilateral si
Irak no se desarmaba, no es menos cierto que, en términos jurídicos, la reserva de
un comportamiento contrario al Derecho Internacional no tiene valor alguno 4 quáter.
En fin, en la carta que el día del inicio de las hostilidades —20 de marzo de 2003— el
representante de los Estados Unidos de América dirigió al Consejo de Seguridad,
se pretende fundamentar la legalidad de la acción armada en la resolución 678 del
Consejo de Seguridad (de 29 de noviembre de 1990), que es la que autorizó el uso
de la fuerza contra Irak en la primera guerra del Golfo, justamente para expulsar
de Kuwait al ocupante ilegal. Lo que se intentaba ahora es hacer revivir los efectos
de esa resolución y ello porque se dice en la misiva del representante americano que
otra resolución del Consejo —la 687, de 3 de abril de 1991— impuso a Irak una serie
de obligaciones como condición del cese del fuego. Y habiendo incumplido ese país
las obligaciones en materia de desarme —se argumentaba en la carta— habría vuel-
to a desplegar efectos la resolución 678 de modo que quedase expedito legalmente
el camino para el uso de la fuerza. Entiendo personalmente que el argumento es
demasiado artificioso como para justificar un comportamiento tan grave como una
agresión. Estamos ante una excusa rayana al puro malabarismo jurídico, que semeja
una condena a muerte dictada por un tribunal nacional en violación del principio
de legalidad, esto es, basada en una combinación mistificada de diversos artículos
del Código penal. Y el argumento es también falaz, pues los hechos posteriores a la
4 quáter
En efecto, el representante de los Estados Unidos, embajador Negroponte, tras asegurar que
la resolución no contenía ningún gatillo oculto ni ninguna «automatización», agregó: «Si el Consejo
de Seguridad no actúa con decisión en caso de producirse nuevas violaciones por parte de Irak, esta
resolución no impide a ningún Estado miembro actuar para defenderse contra la amenaza planteada por
Irak ni hacer cumplir las disposiciones pertinentes de las Naciones Unidas y proteger la paz y seguridad
internacionales.» Así consta en el acta de la reunión del Consejo del viernes 8 de noviembre de 2002,
Doc. s/pv 4644. La bibliografía sobre el tema es muy abundante. Entre la española, véase especialmente
J. A. PASTOR RIDRUEJO, «¿Un nuevo gendarme de la paz y seguridad internacionales? A propósito de
la guerra de Irak de la primavera de 2003», en Pacis artes. Obra homenaje al profesor Julio D. González
Campos, Madrid, 2005, tomo I, pp. 463 ss.; C. JIMÉNEZ PIERNAS, «La política exterior española en torno
a Irak y la relevancia del consensus en los ordenamientos interno e internacional», en Cursos de Derecho
internacional y relaciones internacionales de Vitoria-Gasteiz, 2004, pp. 268 ss.; J. A. GONZÁLEZ VEGA,
«Política de defensa, uso de la fuerza y legalidad internacional: una aproximación a las “concepciones
estratégicas” desde la perspectiva del Derecho internacional», en Cuadernos aragoneses de economía, vol.
14, 2004, pp. 363 ss.; J. CARDONA LLORENS, «¿Libération ou occupation? Les droits et devoirs de l’Etat
vainqueur», en Cahiers internationaux, n.º 19, 2004, pp. 221 ss.; M. PÉREZ GONZÁLEZ, «La legítima defensa
puesta en su sitio: observaciones críticas sobre la doctrina Bush de la acción preventiva», en R.E.D.I.,
2003, n.º 1, pp. 187 ss.; S. RIPOL CARULLA, «La nueva doctrina de defensa preventiva. Consideraciones
sobre su caracterización y fundamento», en El imperio inviable. El orden internacional tras el conflicto de
Irak, edición de C. García Segura y Ángel Rodrigo Hernández; R. PANIAGUA REDONDO, «La ocupación
militar de Irak: en contra del Consejo de Seguridad y del Derecho internacional», en Soberanía del Estado y
Derecho internacional. Homenaje al profesor Juan Antonio Carrillo Salcedo, Sevilla, 2005, tomo II, pp. 985
ss.; y J. M. FARAMIÑAN, «Ratio belli versus ratio iuris. A propósito de la guerra de Irak», ibíd., pp. 415 ss.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,82,2] 793
invasión han demostrado sobradamente que en el territorio iraquí no existían armas
nucleares de las que las autoridades hubiesen debido desprenderse.
En resumen, fueron tres y diferentes en su contenido las explicaciones formuladas
con la pretensión de justificar ética y jurídicamente el recurso a la fuerza armada en
Irak, lo que viene a demostrar la falta de convicción de quienes desplegaron esa fuerza
en la conformidad de su acción con el Derecho internacional. Falta de convicción que
resulta más palmaria si cabe teniendo en cuenta otras dos circunstancias: los esfuerzos
por conseguir en los días inmediatamente anteriores a la agresión una resolución
del Consejo de Seguridad que autorizase de manera indubitada el uso de la fuerza;
y el cambio en el objetivo declarado de ese uso. Porque no habiéndose encontrado
armas nucleares ni de destrucción masiva en Irak —primer objetivo declarado de la
intervención— los Estados Unidos y el Reino Unido se vieron precisados a poner el
énfasis en la finalidad de liberar al pueblo iraquí de un régimen opresivo y tiránico,
violador a gran escala de los derechos humanos.
Es imposible negar, en efecto, que el régimen iraquí ha cometido crímenes
internacionales execrables. Pero, dada la monstruosidad de la guerra y la necesidad
de preservar la autoridad y la credibilidad de las Naciones Unidas, la alternativa
razonable a una resolución del Consejo autorizando indubitadamente la acción
armada, hubiese sido la paciencia, esto es, la concesión de más tiempo a los inspec-
tores de UNMOVIC y la OIEA para llevar a cabo su cometido, combinada con la
intensificación de la presión diplomática. Debe quedar claro en cualquier caso que
discrepar de la legalidad y legitimidad del uso de la fuerza desencadenado contra
Irak en la primavera de 2003 no significa apoyo alguno a su régimen opresivo y
dictatorial. No hay que atribuir motivos espurios a una opinión independiente
que resulta de la ponderación reflexiva y en conciencia de unos hechos y de unos
parámetros jurídicos. Prescindiendo de lo que aquella acción pueda suponer en el
futuro de fractura de civilizaciones, y aunque no se tomasen en cuenta (lo que es
imposible) las víctimas humanas entre combatientes y población civil —entiendo
que todas ellas inocentes— me atrevería a decir, junto a muchos otros profesores de
Derecho Internacional, que el Consejo de Seguridad, y con él las Naciones Unidas,
ha recibido una herida gravísima. Los Estados que han empleado el uso de la fuerza
en Irak no han respetado las reglas de juego que ellos contribuyeron decisivamente
a establecer cuando, en 1945, se crearon las Naciones Unidas, y ello a pesar de que
esas reglas les conferían una posición privilegiada, como el derecho de veto.
i) Tampoco ha tenido justificación legal la penetración de tropas rusas en territo-
rio de Georgia en agosto de 2008, ante la que, a causa de la posesión del privilegio del
veto por Rusia, nada hizo el Consejo de Seguridad. En cuanto a la extremadamente
desproporcionada acción armada de Israel en el territorio de Gaza a fines de diciem-
bre de 2008 y días iniciales de 2009, contraria a las más elementales exigencias del
Derecho Internacional Humanitario, como respuesta al letal lanzamiento de misiles
por la organización terrorista Hamás, el Consejo de Seguridad se limitó a adoptar
una descafeinada resolución —la 1.860 de 8 de enero de 2009— instando el cese de
hostilidades. Resolución, hay que recalcarlo, que no pudo ser tomada en el marco del
capítulo VII de la Carta, que es el que contempla la puesta en práctica de medidas
coercitivas de carácter obligatorio o de otras sanciones.
794 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
adoptada esta vez por unanimidad el 14 de abril siguiente, que dispuso el envío
al país de observadores imparciales con el mandato de verificar el cumplimiento
del cese en fuego propuesto por el antiguo secretario general de la Organización,
señor Kofi Annan4 quinquies.
k) Abandonada durante largo tiempo por razones abundantemente expuestas
la idea de seguridad colectiva basada en acciones coercitivas de la Organización, la
presión de los acontecimientos motivó ya en la época de la guerra fría la aparición
de una nueva modalidad de acción ejecutiva institucional con naturaleza preventi-
va: la de las operaciones del mantenimiento de la paz. Entre nosotros, el profesor
CARRILLO SALCEDO caracterizó esas operaciones de la forma siguiente: 1) impor-
tancia progresiva de las funciones político-diplomáticas del Secretario General y
acrecentamiento de sus funciones y responsabilidades de diplomacia preventiva; 2)
consenso mínimo de las grandes potencias, que aceptan no participar directamente en
las operaciones de mantenimiento de la paz; 3) especial colaboración de los Estados
no directamente comprometidos en el conflicto o situación que amenaza a la paz y
seguridad internacionales y que provoca la acción ejecutiva de las Naciones Unidas;
4) establecimiento de un sistema de «neutralización internacional» por el que se
pretende mantener los conflictos armados fuera de la guerra fría, al margen de la
confrontación global entre las grandes potencias; 5) por último, consentimiento del
Estado territorial que soporta la intervención de la acción ejecutiva de las Naciones
Unidas destinada a la conservación de la paz 4 sexies. La primera ocasión en que se puso
4 quinquies
Sobre la crisis libia de 2011, véase especialmente en el volumen 27 (2011) del A.D.I.,
R. BERMEJO GARCÍA, «La protección de la población civil en Libia como coartada para derrocar un
gobierno: un mal inicio para la responsabilidad de proteger», pp. 9 ss.; C. GUTIÉRREZ ESPADA, «Sobre
el núcleo duro de la resolución 1973 (2011) del Consejo de Seguridad y acerca de su aplicación en la
práctica», pp. 57 ss.; M. J. CERVELL HORTAL, «La resolución 1970 (2011) del Consejo de Seguridad y
la remisión de la cuestión libia a la CPI: ¿la unión hace la fuerza?», pp. 77 ss.; E. LÓPEZ-JACOISTE DÍAZ,
«La crisis de Libia desde la perspectiva de la responsabilidad de proteger», pp. 109 ss.; J. D. OLIVA
MARTÍNEZ, «Cuestiones en torno a la legitimidad del Consejo Nacional de Transición Libio a raíz
de su reconocimiento por la Asamblea General de las Naciones Unidas», pp. 153 ss.; C. ECHEVERRÍA
JESÚS, «Revueltas, guerra civil tribal e intervención extranjera en Libia», p. 185.
4 sexies
J. A. CARRILLO SALCEDO, La crisis constitucional de las Naciones Unidas, Madrid, 1966, p.
80. Véanse, del mismo autor, «El mantenimiento de la paz: veinte años de esfuerzo», en O.N.U., año
XX, Madrid, 1966, pp. 183 ss.; y «Consideraciones sobre el fundamento, naturaleza y significado de las
operaciones de las Naciones Unidas destinadas al mantenimiento de la paz», en R.E.D.I., 1965, pp. 164
ss. Véanse también: G. WINT, What Happened in Korea. A Study of Collective Security, Londres, 1954;
T. H. YOO, The Corean War and the United Nations. A legal and diplomatic Study, Lovaina, 1965; P.
H. GENDEBIEN, L’intervention des Nations Unies au Congo 1960-64; G. ABI SAAB, The United Nations
Operation in Congo, Oxford, 1978, París, 1967; A. LLAL, The United Nations and the Middle East Cri-
sis, Nueva York y Londres, 1968; L. IERODIAKONOV, The Cyprus Question, Estocolmo, 1971; F. VAN
LAGENHOVE, La crise du système de sécurité collective des Nations Unies, Bruselas, 1958; S. MARTÍNEZ
CARO, «La Fuerza de Emergencia de las Naciones Unidas», en R.E.D.I., 1960, pp. 83 ss.; P. FESSOL, Un
essai de police international: la force d’urgence des Nations Unies, Aix, 1959; J. W. HALDERMAN, «Legal
Basis for United Nations Armed Forces», en A.J.I.L., 1962, pp. 971 ss.; J. SOUBEYROL, Las iniciativas
coercitivas de la ONU y la legalidad interna de la Organización, Valladolid, 1970; J. I. GARVEY, «United
Nations Peace Keeping and Host State Consent», en A.J.I.L., 1970, pp. 241 ss.; J. M. BOYD, United
Nations Peace Keeping Operations: A Military and Political Appraisal, Nueva York, 1971; Ph. MANIN,
L’Organisation des Nations Unies et le maintien de la paix. Le respect du consentement de l’État, París,
1971; y M. DE SOLA, «Naciones Unidas y el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales:
Unas reflexiones con motivo de su cuarenta aniversario», en ONU: Año XL, Revista de la Facultad de
Derecho de la Universidad Complutense, n.º 13, Madrid, 1987, pp. 107 ss.
796 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
incluso tercera) generación, de particular importancia para el caso de los failing States
o Estados en descomposición o desvanecimiento, incapaces de desempeñar por sí solos
funciones esenciales al servicio de necesidades mínimas de la población5.
Siendo en cualquier caso el mantenimiento de la paz y seguridad internacio-
nales la función primordial de las Naciones Unidas en la percepción de la opinión
pública, el juicio de conjunto que merece la acción de la Organización depende
de los logros obtenidos en la acción pacificadora. E, iniciado el nuevo milenio,
la penuria de estos resultados explica la honda crisis de credibilidad por la que
atraviesa hoy en la materia que nos ocupa la Organización Mundial 5 bis.
l) Mencionemos que en la cumbre del milenio de septiembre de 2005 se pre-
veía la creación de una Comisión de consolidación de la paz, institución intergu-
bernamental a la que dio nacimiento el 20 de diciembre siguiente una resolución
conjunta del Consejo de Seguridad y la Asamblea General. La función principal
de la Comisión es la de ayudar a la rehabilitación y reconstrucción de los países
que salgan de conflictos, coordinando las ayudas que se reciban al respecto.
m) Hemos dicho en otro lugar de este libro 5 ter que la paz auténtica tiene un
significado más profundo que el puramente negativo de la ausencia de guerra, que
la paz posee un sentido positivo y dinámico que postula al respeto de los derechos
del hombre y de los pueblos. De manera coherente con estas ideas, queremos señalar
ahora que se está imponiendo progresivamente en las Naciones Unidas una nueva
percepción de la paz y seguridad internacionales; percepción de carácter global en
cuanto que comprende no sólo la desaparición de los conflictos armados, sino también
la erradicación de las causas que los hacen posibles mediante la aplicación plena e
integral de los principios de la Carta. Muestras elocuentes de esta concepción son una
serie de declaraciones de la Asamblea General, entre las que destaca la contenida en
la resolución 2.734 (XXV), de 10 de diciembre de 1970, denominada «Declaración
sobre el fortalecimiento de la Seguridad Internacional», cuyo párrafo dispositivo
segundo está así redactado:
5
Véanse muy especialmente F. VILLAR, «El sistema de mantenimiento de la paz de la ONU cin-
cuenta años después de su creación», en Jornadas sobre el cincuenta aniversario de las Naciones Unidas.
Colección Escuela Diplomática, n.º 2, 1995, pp. 25 ss.; también M. VOELCKEL, «Quelques aspects de
la conduite des opérations de maintien de la paix», en A.F.D.I., 1993, pp. 65 ss.; y J. CARDONA LLO-
RENS, «Las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, ¿hacia una revisión de
sus principios fundamentales?», en C.E.M.Bc.D.I., vol. 6, 2002, pp. 761 ss.
5 bis
Por ejemplo, el International Herald Tribune publicaba el 22 de abril de 1994, en su sección de
opinión, un artículo (de W. Pfaff), en el que, después de los fracasos de las Naciones Unidas en Bosnia,
se afirmaba que no existe la comunidad internacional como fuerza política coherente. Un editorial del
mismo periódico del 4 de mayo siguiente denunciaba la impotencia del Consejo de Seguridad ante el
genocidio ruandés y calificaba a la comunidad internacional como un «fantasma nebuloso». En cuanto
a la resolución 948 sobre Haití, la edición del 2 de agosto de 1994 de The New York Times le dedicó un
editorial muy crítico bajo el título de «Una autorización de Naciones Unidas para invadir Haití». El 12
de agosto siguiente, El País publicaba asimismo un acerbo artículo sobre la resolución 948 del mejicano
Carlos Fuentes bajo el título de «Las malas resoluciones». De nuevo The New York Times publicaba
un editorial el 23 de octubre de 1995 sobre el cincuentenario de las Naciones Unidas en el que, entre
otras cosas, decía: «Las Naciones Unidas han decepcionado algunas de las mayores esperanzas de sus
fundadores». En crisis posteriores (Kosovo, Afganistán, Irak) los comentarios de los medios indepen-
dientes han sido aún más severos.
5 ter
Véase apartado 4.2 de este libro.
798 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Exhorta a todos los Estados a que en sus relaciones internacionales se adhieran estrictamente a
los propósitos y principios de la Carta, entre ellos: el principio de que los Estados, en sus relaciones
internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad
territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible
con los propósitos de las Naciones Unidas; el principio de que los Estados arreglarán sus contro-
versias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no pongan en peligro ni la paz ni
la seguridad internacionales ni la justicia; la obligación de no intervenir en los asuntos que son de
la jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta; la obligación de los Estados
de cooperar entre sí de conformidad con la Carta; el principio de la igualdad de derechos y la libre
determinación de los pueblos; el principio de la igualdad soberana de los Estados; y el principio
de que los Estados cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos de conformidad
con la Carta6.
6
Véase el texto de la resolución en J. A. CARRILLO SALCEDO, Textos básicos de Naciones Unidas,
Madrid, 1984, pp. 383 ss.
7
Véase especialmente el estudio de M. DE SOLA citado en la nota 4.
8
Véase apartado 58.
9
CIJ, Recueil, 1986, p. 145.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,82,3] 799
13
Véase apartado 81.2.
14
Véase especialmente F. MARIÑO MENÉNDEZ, op. cit., en nota 10, p. 163.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,82,3] 801
15
Véase M. VIRALLY, «Le rôle politique du Secrétaire Général des Nations Unies», en A.F.D.I.,
1958, pp. 360 ss.
802 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
armados. Destaquemos de todos modos las perspectivas abiertas por los éxitos
de las Naciones Unidas en 1988 y años posteriores.
h) No sería justo cerrar este apartado sin una mención, por sucinta que sea, de
la actividad de carácter normativo emprendida por la Asamblea General sobre el
tema de la solución pacífica de las controversias internacionales. Efectivamente, en
las tantas veces citada «Declaración relativa a los principios de Derecho Interna-
cional referentes a los principios de amistad y a la cooperación entre los Estados de
conformidad con la Carta de las Naciones Unidas», contenida en la resolución 2.625
(XXV) de la Asamblea General, de 24 de octubre de 1970, se reafirma y desarrolla
el principio de que los Estados arreglarán sus controversias internacionales de tal
manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la
justicia. Hay que citar también la resolución 37/10, adoptada por la Asamblea el 15
de noviembre de 1982, por la que se aprueba la llamada «Declaración de Manila
sobre el arreglo pacífico de controversias internacionales» y en la que la explicitación
de aquel principio básico es objeto aún de mayores precisiones. Pero, como ya sabe-
mos, una y otra declaración no han podido desviarse lo más mínimo del principio
de libertad de elección de medio proclamado en el artículo 33 de la Carta. De todos
modos, el examen de la cuestión ha proseguido en el seno del «Comité especial de la
Carta de las Naciones Unidas y del fortalecimiento del papel de la Organización»,
en el que la Secretaría ha elaborado un «Manual sobre arreglo pacífico de contro-
versias», de gran utilidad técnica 15 bis. A nuestro juicio, y puesto que no hay que
hacerse ilusiones hoy por hoy de una superación del principio de libertad en la elección
de medio, la acción descrita de la Asamblea General no puede llegar a otro resultado
que al de mejorar las estructuras de solución existentes y suscitar confianza en ellas, de
modo que los Estados se sientan alentados y estimulados a hacer uso de las mismas.
15 bis
El «Manual sobre arreglo pacífico de controversias entre Estados» figura en el Informe del
Comité Especial de la Carta de las Naciones Unidas y del fortalecimiento del papel de la Organiza-
ción, Asamblea General, Documentos Oficiales, cuadragésimo sexto período de sesiones, Suplemento
n.º 33 (A/46/33), Naciones Unidas, Nueva York, 1991, pp. 32 ss.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,82,4] 803
16
Sobre el deber general de cooperación, véanse: J. A. CARRILLO SALCEDO, El deber de los Estados de
cooperar mutuamente de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, edición mimeografiada de la
Escuela de Funcionarios Internacionales, Madrid, 1967-1968; W. FRIEDMAN, «Droit de Coexistence et
droit de coopération: quelques observations sur la structure du Droit International», en R.B.D.I., 1970,
pp. 1 ss.; y G. GARZÓN CLARIANA, El principio de cooperación pacífica entre los Estados en el Derecho
Internacional contemporáneo, Universidad Autónoma de Madrid, Extractos de tesis doctorales, serie 1
(1972-1974); «Sobre la noción de cooperación en el Derecho Internacional», en R.E.D.I., 1976, pp. 51 ss.
17
Véase apartado 4.2.
804 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
19
Véase apartado 4.2.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,82,4] 807
20
U.N.I.T.A.R., Desarrollo progresivo de los principios y normas de Derecho International relativos
al Nuevo Orden Económico Internacional, Doc. A/39/503, Add. 1, Anexos III y IV.
21
Véanse apartados 11 y 23.3.
22
Véase la sentencia en JDI, 1977, n.º 1, pp. 374 ss., especialmente párrafo 88.
808 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
es discrecional y que, con excepciones dignas del mayor encomio, se caracteriza por
las notas de selectividad y politización; que la asistencia técnica operacional de la
Organización está condicionada por unos presupuestos nutridos, en una parte, de
las contribuciones voluntarias de los Estados industrializados y, en otra parte, de las
contribuciones del Estado beneficiario; que el núcleo de las medidas tomadas en el
campo del comercio internacional estriba en concesiones soberanas y temporales de
los Estados desarrollados; y, en fin, que el Nuevo Orden Económico Internacional
no pasa de ser, en su conjunto, una aspiración tercermundista que, como mucho,
crea mala conciencia en los países desarrollados y les incita a comportamientos de
ayuda y comprensión. Tal estado de cosas no es ciertamente alentador, pero hay
que señalar que, sin las Naciones Unidas, podría ser peor, porque es el hecho de
la existencia de un foro multilateral y universal el que ha permitido a los países en
desarrollo tomar conciencia colectiva de su situación y aunar esfuerzos para arrancar
unas concesiones que difícilmente hubiesen obtenido a través de acciones aisladas.
83. RECAPITULACIÓN: VALORACIÓN GLOBAL DE LA OBRA
DE LAS NACIONES UNIDAS
1
Véase apartado 4.2.
2
Véase apartado 22.1.
[810]
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,83] 811
3
Véase apartado 27.
4
Véase apartado 82.4.
5
Véanse apartados 47.1 y 50.1.
6
Véase apartado 38.1.
7
Véanse apartados 34.2, 34.3, 48 y 49.
8
Véase apartado 53.
9
Véanse apartados 64.2 y 82.2.
812 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
13
P. ANDRÉS SÁENZ DE SANTA MARÍA, «La sociedad internacional un siglo después: las Naciones
Unidas como eje de vertebración y su reforma», La Conferencia de Algeciras y las relaciones interna-
cionales, Sevilla, 2007, pp. 283 ss. Sobre la Cumbre de 2005, véase X. PONS RAFOLS, «Luces y sombras
en el Documento final de la Cumbre mundial de 2005», R.E.D.I., 2005, 2, pp. 1128 ss.
SUBSECCIÓN SEGUNDA:
ORGANIZACIONES UNIVERSALES DE COOPERACIÓN SECTORIAL:
LOS ORGANISMOS ESPECIALIZADOS DE LAS NACIONES UNIDAS
1
Sobre las organizaciones especializadas en general, véanse: J. L. MATHIEU, Les institutions
spécialisées des Nations Unies, París, 1977; A. H. ZARB, Les institutions spécialisées du systême des
Nations Unies et leurs membres, París, 1980; A. DI BLASE, Nazioni Unite e Istituti specializzati, Nápo-
les, 1982; J. P. CAILLOUX, «Aspects juridiques de la vie des institutions spécialisées de L’O.N.U.», en
A.F.D.I., 1983, pp. 533 ss.; y E. KLEIN, «United Nations, Specialized Agencies», en E.O.P.I.L., vol.
5, 1983, pp. 349 ss. Los datos sobre participación que figuran en los epígrafes siguientes los hemos
tomado del United Nations Handbook, editado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Nueva
Zelanda, Wellington, 1986.
[815]
816 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
a) De acuerdo con el preámbulo del Tratado constitutivo, son dos las ideas
que están en la base de la creación de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT). La primera se vincula a la naturaleza integral de la paz internacional, uno
de cuyos componentes es, sin duda, la justicia en las relaciones laborales; la conse-
cución de la paz requiere, entre otras cosas, el respeto a los postulados de la justicia
social. La segunda idea hunde sus raíces en la noción de interdependencia entre
los Estados, toda vez que los intentos de mejorar la suerte de los trabajadores en
uno de ellos pueden verse obstaculizados si otro u otros dejan de adoptar un régi-
men de trabajo realmente humano; interdependencia que postula la cooperación
internacional en el sector. Y fue en 1919, al término de la primera guerra mun-
dial, cuando ambas ideas alcanzaron la madurez suficiente en la opinión pública
internacional, determinando la creación de la OIT en la parte XIII del Tratado
de Paz de Versalles. El cometido básico de la Organización era la puesta en pie
de un mecanismo que, a través de convenciones y recomendaciones, estableciera
estándares mínimos sobre las condiciones de trabajo en los diversos países. La sede
de la OIT se fijó en Ginebra, donde continúa. El número de Estados miembros
asciende en 2015 a 1851.
1
Véanse en general: G. SCELLE, L’Organisation Internationale de Travail et le B.I.T., París, 1930;
N. VALTICOS, «Un système de contrôle international: la mise en oeuvre des conventions internationales
du travail», en R. des C., 1986, vol. I, pp. 311 ss.; «La Commission d’investigation et de conciliation en
matière de liberté syndicale et le mécanisme de protection internationale des droits syndicaux», en A.F.D.I.,
1967, pp. 445 ss.; G. M. CORREA MEYER, «Perspectivas actuales de la OIT», en Libro homenaje al
profesor Miaja de la Muela, Madrid, 1979, vol. II, pp. 733 ss.; A. ALCOCK, History of the International
Labour Organisation, Londres, 1971; J. A. JOHNSON, The International Labour Organisation, Londres,
1970; K. T. SAMSON, «International Labour Organisation», en E.O.P.I.L., vol. 5, 1987, pp. 87 ss.;
F. MAUPAIN, «La réforme de l’Organisation Internationale du Travail», en A.F.D.I., 1987, pp. 478 ss.
[818]
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,85,1] 819
rios por el Consejo, este órgano puede hacer pública la reclamación y, en su caso,
la declaración recibida (arts. 24 y 25). Caben también reclamaciones o quejas de
un Estado parte en una convención, de un delegado en la Conferencia General o
del propio Consejo de Administración; el Consejo puede deferir la cuestión a una
comisión de encuesta, que, después de examinar detenidamente la queja, redacta
un informe en el que expone el resultado de sus averiguaciones y hace las reco-
mendaciones que considere apropiadas; el Director General transmite el informe
de la comisión de encuesta al Consejo de Administración y a los gobiernos a que
concierna la queja, y procede a la publicación de aquél; los gobiernos interesados
deberán comunicar al Director General, en un plazo de tres meses, si aceptan o no
las recomendaciones de la comisión de encuesta y, en caso de que no las acepten, si
desean someter la queja al Tribunal Internacional de Justicia (arts. 26 a 34). Seña-
lemos que en los últimos años se ha hecho un cierto uso de estos procedimientos.
Un procedimiento especial para el control del respeto a los derechos sindicales
fue establecido por acuerdo concluido en 1950 entre las Naciones Unidas y la OIT,
procedimiento que puede ser entablado incluso contra Estados no partes en las
convenciones pertinentes. Las quejas pueden ser presentadas por el gobierno de otro
Estado, por una asociación internacional de empleadores o trabajadores que tenga
estatuto consultivo en la OIT, por una asociación internacional de empleadores o
trabajadores respecto a cuestiones que afecten a sus afiliados, o por una organiza-
ción nacional de empleadores o trabajadores directamente afectada. El órgano que
examina las quejas es el Comité de Libertad Sindical del Consejo de Administración,
institución de composición tripartita (tres representantes gubernamentales, tres de
los empleadores y tres de los trabajadores, bajo la presidencia de una persona inde-
pendiente). Cuando el Comité se encuentra en posesión de todos los elementos de
juicio, eleva su propuesta de resolución al Consejo de Administración, aunque puede
también recomendar que las quejas sean trasladadas a la Comisión de Investigación
y Conciliación, si a ello accede el Estado denunciado. Hay que decir que la actua-
ción del Comité de Libertad Sindical ha sido y continúa siendo intensa, lo que le ha
permitido construir un amplio cuerpo de principios en materia de libertad sindical.
ción. Se declara en dicho preámbulo, efectivamente, que, «puesto que las guerras
nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben
erigirse los baluartes de la paz», y se dice también que «una paz fundada exclusi-
vamente en acuerdos políticos y económicos entre gobiernos no podría obtener el
apoyo unánime, sincero y perdurable de los pueblos, y que, por consiguiente, esa
paz debe basarse en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad». Semejante
ideario humanista y pacifista estaba ya maduro en 1945, y el 16 de noviembre de
dicho año se firma en Londres el tratado instituyente de la UNESCO, reformado
por sucesivas resoluciones de la Conferencia General (su órgano plenario); este
mismo órgano aprobó el 6 de diciembre de 1946 el acuerdo de vinculación con
las Naciones Unidas, que convertía a la UNESCO en organismo especializado.
En 2015 el número de miembros de la Organización es de 195 y 8 el de Estados
asociados. La Organización tiene su sede en París2.
2
Véanse en general: T. BESTERMAN, UNESCO, Peace in the Minds of Men, Londres, 1951; B. M.
H. TRIPP, «UNESCO in Perspective», en International Conciliation, 1954, pp. 323 ss.; J. THOMAS,
UNESCO, París, 1962; J. TOUSCOZ, La coopération scientifique internationale, París, 1973; J. P. SEWELL,
UNESCO and World Politics. Engaged in International Relations, Princetown, 1975; Y. KASHLEV,
«UNESCO within the System of International Cooperation», en International Affairs, 1982, pp. 109
ss.; D. G. PARTAN, «United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization», en E.O.P.I.L.,
vol. 5, 1983, pp. 314 ss.
822 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
3
Véanse en general: H. DESBOIS, «La Conférence de Stockholm rélative aux droits inte-
lectuels», en A.F.D.I., 1967, pp. 7 ss.; J. RIDEAU, «Les institutions internationales de la pro-
tection de la propriété intelectuelle», en R.G.D.I.P., 1968, pp. 730 ss.; J. EKEDI-SAMNIK, «Une
nouvelle institution spécialisée des Nations Unies: L’Organisation mondiale de la propriété inte-
lectuelle (OMPI)», en R.G.D.I.P., 1977, pp. 466 ss.; C. MASSOUYE, «L’Organisation mondiale
de la propriété intelectuelle (OMPI). 14. Institution spécialisée des Nations Unies», en J.D.I.,
1977, pp. 806 ss.; H. BALLREICH, «World Intellectual Property Organisation», en E.O.P.I.L.,
vol. 5, 1983, pp. 410 ss.
824 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
4
Véanse en general: J. VONCKEN y P. DE LA PRADELLE, «L’Organisation mondiale de la santé», en
Révue des Deux Mondes, 1954, pp. 331 ss.; C. H. VIGNES, «Organisation mondiale de la santé: questions
juridiques», en A.F.D.I., 1963, pp. 627 ss.; «Le réglement sanitaire international. Aspects juridiques»,
en A.F.D.I., 1965, pp. 649 ss.; C. H. VIGNES y H. J. SCHELENZKA, «World Healt Organisation», en
E.O.P.I.L., vol. 5, 1983, pp. 406 ss.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,85,5] 825
5
G. HAMBRIDGE, The Story of FAO, Londres, 1955; L. MARSEILLAN, L’Organisation des Nations
Unies pour l’Alimentation et l’Agriculture, París, 1951; A. GÓMEZ ORBANEJA, «La Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación», en Escuela de Funcionarios Internacionales,
Cursos y conferencias, Madrid, 1955-1956, vol. 2, pp. 403 ss.; V. BLANCO GASPAR, «Nota sobre el pasado,
presente y futuro de la FAO», en Revista de Política Internacional, 1970, pp. 125 ss.; M. A. DI BARI,
La FAO: natura iuridica e funzioni, Roma, 1970; J. P. DOBBERT, «Food and Agriculture Organization
of the United Nations», en E.O.P.I.L., 1983, vol. 5, pp. 15 ss.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,85,6] 827
d) Hay que añadir que por Convenio de 13 de junio de 1976, en vigor desde el
día 30 de noviembre de 1977, se creó el Fondo Internacional de Desarrollo Agríco-
la (FIDA), con sede en Roma, que es también un organismo especializado de las
Naciones Unidas. Estamos básicamente ante una organización internacional ope-
racional de carácter financiero, inserta en el marco del Nuevo Orden Económico
Internacional, ya que su objetivo primordial es el de movilizar recursos financieros
adicionales para formentar la agricultura de los países miembros en desarrollo. Su
estructura institucional consiste en un Consejo de Gobernadores, de carácter plena-
rio, que concentra las facultades del Fondo; en una Junta Ejecutiva, de naturaleza
restringida, en la que el Consejo delega funciones; y en un presidente que, dirige
al personal y que tiene la responsabilidad de la gestión de los asuntos del Fondo.
España se adhirió al tratado instituyente el día 22 de junio de 19775 bis.
5 bis
Véase E. SAUVIGNON, «Le Fonds International de Développement Agricole», en A.F.D.I.,
1978, pp. 661 ss.
6
Véanse en general: A. BASCH, «International Bank for Reconstruction and Development, 1944-1949»,
en International Conciliation, 1949, pp. 791 ss.; A. BROCHES, «International Legal Aspects of the Operations
of the World Bank», en R. des C., 1959, III, pp. 301 ss.; A. K. CAIRNCROSS, The International Bank for Recons-
truction and Development, Princeton, 1959; R. LAVALLE, La Banque mondiale et ses filiales: aspects juridi-
ques et fonctionement, París, 1972; J. SYZ, International Development Bank, Leydem, Nueva York, 1974;
H. GOLSONG, «International Bank for Reconstruction and Development», en E.O.P.I.L., vol. 5, 1983,
pp. 58 ss.; y R. N. GARDNER, La diplomacia del dólar y la esterlina. Orígenes y futuro del sistema de
Bretton Woods-Gatt, Barcelona, 1994.
828 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
entre los particulares inversionistas y los Estados receptores de la inversión; hay que
decir que el Centro no constituye el órgano de conciliación o arbitraje, sino que se
limita a organizar y administrar ambos métodos de solución de la controversia. Son
ya muchos los casos de arbitraje basados en la Convención de 1965 y es aún mayor
la cifra de acuerdos de inversión —los llamados APRI’S— que se refieren al arbitraje
previsto en aquélla. Se considera de todos modos que el Centro es una organización
internacional, aunque no un organismo especializado de las Naciones Unidas. Son
partes en la Convención de Washington 144 Estados7.
7
Véanse en general: H. GOLSONG, «International Development Association», en E.O.P.I.L., vol.
5, 1983, pp. 75 ss.; «International Finance Corporation», ibíd., pp. 83 ss.; A. MIAJA DE LA MUELA,
«Aspectos jurídicos de las diferencias entre Estados y personas privadas extranjeras», en R.E.D.I.,
1969, 1, pp. 9 ss.; H. GOLSONG, «Investment Disputes, Convention and International Centre for the
Settlement of disputes», en E.O.P.I.L., cit., vol. 5, 1983, p. 188.
8
Véanse en general: B. TEW, The International Monetary Fund: its Present Role and Future Prospects,
Princeton, 1961; H. AUFRICHT, The International Monetary Fund. Legal Bases, Structure, Functions,
Nueva York, 1964; P. P. SCHWEITZEN, The International Monetary Fund and its Role, Londres, 1969;
B. CARREAU, Le Fonds Monétaire International, París, 1970; J. GOLD, Voting and Decisions in the Inter-
national Monetary Fund, Washington, 1973; T. TREVES, «Les décisions d’interprétation des status du
Fonds Monetaire International», en R.G.D.I.P., 1975, pp. 5 ss.; F. CAFFE, «Su alcune transformazioni
recenti del Fondo Monetario Internazionale», en Communità Internazionale, 1977, pp. 525 ss.; J. GOLD,
«International Monetary Fund», en E.O.P.I.L., vol. 5, 1983, pp. 108 ss.; y M. LÓPEZ ESCUDERO, «Crisis
y reforma del Fondo Monetario Internacional», R.E.D.I., vol. LIX, 2007-2, pp. 527 ss.
830 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
9
R. CHARVIN, «L’Organisation des Nations Unies pour le Développement Industrial», en R.G.D.I.P.,
1969, pp. 785 ss.; P. BRETTON, «La transformation de l’ONUDI en institution spécialisée», en A.F.D.I.,
1979, pp. 567 ss.; y P. C. SZASZ, «United Nations Industrial Development Organisation», en E.O.P.I.L.,
vol. 5, 1983, pp. 329 ss.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,85,9] 833
a) Durante la primera mitad del siglo XIX, las relaciones postales interes-
tatales se regían comúnmente por acuerdos o arreglos bilaterales, concluida la
mayor parte de ellos entre las respectivas administraciones de correos. Pero la
heterogeneidad de los términos de dichos acuerdos provocaba dificultades por
falta de coordinación, y para remediar esta situación se celebra en París, en 1863,
la I Conferencia Postal Internacional, que pudo adoptar una serie de principios
generales, que aun no siendo obligatorios fueron incorporados posteriormente a
algunos acuerdos bilaterales. En 1874 se firma en Berna un tratado que estableció
la Unión General de Correos, que a partir del Congreso de París de 1878 se deno-
mina Unión Postal Universal. La Unión se convirtió en organismo especializado
de las Naciones Unidas, y su constitución ha sido objeto de sucesivas puestas al
día. La participación es prácticamente universal: 191 miembros en 2015. La sede
de la Unión está en Berna11.
10
Véase apartado 82.4.
11
A. N. MIR ESKANDARI, L’Institution internationale des P.T.T. (UPU), París, 1951; G. A.
CODDING, The Universal Postal Union, Nueva York, 1964; M. A. K. MENON, «Universal Postal Union»,
en International Conciliation, 1965, pp. 3 ss.; L. WEBER, «Universal Postal Union», en E.O.P.I.L., vol.
5, 1983, pp. 383 ss.; J. ASCANDONI RIVERO, La Unión Postal Universal. Tesis doctoral presentada en la
Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, edición policopiada, Madrid, 1984.
834 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
12
Véanse en general: G. A. CODDING, The International Telecomunication Union: An Experiment
in International Cooperation, Leyden, 1955; F. FERNÁNDEZ SHAW, Organización Internacional de las
Telecomunicaciones y de la radiodifusión, Madrid, 1978; D. M. LEIVE, International Telecomunication
and International Law: The Regulation of the Radio Spectrum, Leyden, 1970; y A. NOLL, «International
Telecommunication Union», en E.O.P.I.L., vol. 5, 1983, pp. 177 ss.
836 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
13
Véase M. PEETERS, «World Meteorological Organization», en E.O.P.I.L., vol. 5, 1983, Oxford,
pp. 415 ss.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,85,12] 837
14
Véase el apartado 39. Sobre la OACI: J. SCHENKMAN, International Civil Aviation Organization,
Ginebra, 1955; T. BUERGENTHAL, Law-Making in the International Civil Aviation Organization, Nueva
York, 1969; A. MANIN, L’Organisation de l’Aviation Civile Internationale. Autorité mondiale de l’air,
París, 1970; R. H. MANKIEWICZ, «Organisation de l’Aviation Civile Internationale», en A.F.D.I.,
1972, pp. 804 ss.; y K. HAILBRONNER, «International Civil Aviation Organization», en E.O.P.I.L.,
vol. 5, 1983, pp. 68 ss.
838 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
15
Véanse en general: C. PARRY, «International Organisations: IMCO», en B.Y.B.I.L., 1948, pp.
437 ss.; V. BABINI, «L’Organizzazione interguvernativa consultativa maritima», en La Communità
Internazionale, vol. 14, octubre 1959, n.º 4, pp. 606 ss.; J. DUTHEIL DE LA ROCHÈRE, «Une institu-
tion spécialisée renaissante: la nouvelle Organisation Maritime Internationale», en A.F.D.I., 1976,
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,85,13] 839
b) Desde el punto de vista de la estructura orgánica hay que decir que la OMI
cuenta con una Asamblea, un Consejo, un Comité de Seguridad Marítima, un
Comité de Protección del Medio Marino y otros órganos, incluyendo la Secretaría.
La Asamblea es órgano plenario y desempeña en principio las funciones propias
de la Organización. El Consejo es órgano restringido en cuanto compuesto por
32 miembros que elige la Asamblea con arreglo a los siguientes criterios: a) ocho
Estados con los mayores intereses en la provisión de los servicios marítimos inter-
nacionales; b) ocho Estados con los mayores intereses en el comercio marítimo
internacional; c) dieciséis Estados no elegidos por los conceptos anteriores que
tengan intereses particulares en el transporte marítimo internacional; c) dieciséis
Estados no elegidos por los conceptos anteriores que tengan intereses particulares
en el transporte marítimo o en la navegación y cuya elección garantice la repre-
sentación de todas las grandes regiones geográficas del mundo. La composición
del Consejo se inspira ampliamente, como puede verse, en la idea de intereses
especiales. Por su parte el Comité de Seguridad Marítima, que comenzó siendo
un órgano restringido, es desde 1978 un órgano plenario.
pp. 434 ss.; K. R. SIMMANDS, «International Maritime Organisation», en E.O.P.I.L., vol. 5, 1983,
pp. 104 ss.; y S. MANKABAY, The International Maritime Organisation, vol. I, International Shipping
Rules, Londres, Sidney, Wolbeforo, 1986.
840 CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
16
Véanse: J. CASTAÑEDA, «Une nouvelle méthode pour la création d’organismes internationaux:
le cas récente de la U.I.O.T.», en A.F.D.I., 1970, pp. 625 ss.; M. MEDINA ORTEGA, «La Organiza-
ción Mundial del Turismo», en Temis (Symbolae García Arias), 1973-1974, pp. 487 ss.; y L. KLEIN,
«L’Organisation Mondiale du Tourisme», en A.F.D.I., 1974, pp. 659 ss. «El acuerdo de sede con España»,
en B.O.E. de 6 de julio de 1977.
LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES DE ÁMBITO UNIVERSAL [VIII,85,14] 841