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I.

Municipalidad de El Bosque
Liceo Polivalente Juan Gómez Millas
Profesores: Lucy Piga
Héctor Albornoz

GUÍA Nº1 DISCURSO PÚBLICO


Modalidades y modos del discurso público y su relación con los Actos de habla

Nombre: Curso: Fecha:

Objetivo:
 Conocer e identificar los distintos tipos y categorías de actos de habla
 Relacionar los actos de habla con el discurso público a través de los modos enunciativos y
modalidades de la enunciación.

I. Actos de habla
Se denomina actos de habla a todos los enunciados que mediante su expresión realizan una acción. Desde
esta perspectiva, comprender un enunciado no solo requiere del manejo de sus significados, sino también
de la interpretación de la acción que está siendo enunciada a través de él.

Los actos de habla evidencian tres niveles, dos relacionadas con el emisor y una con el receptor:

Niveles de acto de habla

El concepto o idea expresada La finalidad comunicativa Los efectos de cualquier


en la oración, es decir, la concreta con que el hablante enunciado pueden producir
intención de significado emite su enunciado y realiza en el receptor en unas
desempeñada al expresar el acto locutivo: Acto determinadas circunstancias:
cualquier frase: Acto Locutivo Ilocutivo Acto Perlocutivo.

Según la finalidad que subyace en el enunciado es posible distinguir los siguientes tipos de acto de
habla:

Tipo Definición Ejemplo


En estos, el emisor afirma o
niega algo con diferentes grados
certeza, por lo tanto está en
Representativos juego el compromiso de este al Estoy leyendo esta guía
(asertivos) expresar el enunciado. En su
mayoría de veces se ve como un
hecho ‘sabido’ por el emisor.

Su finalidad es provocar una


reacción en el oyente (que haga
algo, que responda, etc.) como
se basa en la intención de de ¿Préstame tu cuaderno por favor?
Directivos
querer algo, el enunciado
siempre se basa en acciones
futuras.

Estos actos implican el


compromiso del emisor a realizar
Compromisorios
una acción o conducta futura. Mañana te llamo
(comisivos)
En este tipo de actos, el emisor
expresa un estado emocional,
afectivo o físico con respecto al Me alegra saber que estás bien
Expresivos enunciado que está haciendo.

En este tipo de actos existe una


conexión entre la enunciación y la
acción, ya que el emisor pretende
cambiar el estado en que se
encuentra alguna cosa.
Declarativos Los declaro marido y mujer
Generalmente, hacen una
referencia a un sistema
normativo (el derecho, la iglesia
o cualquier tipo de legislación).

Los actos de habla, independiente de su clasificación, pueden dividirse en dos categorías:

Actos de habla directos:


Son aquellos actos en que se expresa directamente la intención del enunciado; las intenciones van
explícitamente. Va dirigida a un interlocutor claramente determinado.

Actos de habla indirectos:


Son aquellos actos donde se indican de modo indirecto la intención o el objetivo comunicativo, es
decir, la finalidad de la oración es distinta a la que se expresa directamente.

ACTIVIDAD I
Identifica el acto de habla presente en las siguientes oraciones. ¿Son directos o indirectos?

1. Me gustas mucho

2. ¡Debes callarte!

3. Es un día nublado

4. Yo juro ante Dios y la bandera

5. Yo te bautizo como Daniela

6. Ven a mi fiesta en Casa Piedra

7. Lo agradezco, en verdad

8. Me iré mañana

9. Lo sentencio a 99 años y un día de presidio

10. La naranja es una fruta cítrica

II. Modos enunciativos y Modalidades de enunciación


Son elementos elegidos por el emisor de acuerdo a las intenciones de su estrategia comunicativa. Su
importancia radica en que te permite distinguir y diferenciar el tipo de relación que el emisor ha
establecido contigo, para interpretar y analizar el discurso público.
Modos enunciativos

Modo Elocutivo: se usa para dar impresión de sinceridad o subjetividad.

Modo Alocutivo: Se focaliza el discurso sobre el destinatario para implicarlo o para incitarlo a la
acción.

Modo Delocutivo: Se usa para marcar cierta distancia con lo enunciado. Fenómeno discursivo de
algunos emisores cuando hablan de ellos en tercera persona.

Modalidades de la enunciación

Modalidad interrogativa:
Este tipo de modalidad tiene marcas formales específicas, como la entonación, inversión del sujeto,
morfemas interrogativos, etc. El emisor pone en escena a un receptor que debe responder, sea aludido
directamente, marcado en el texto con una forma alocutiva o estando implícito.

Modalidad imperativa o de orden:


Implica una relación activa entre emisor y receptor, lo que se puede observar en el hecho de que
generalmente adopta una forma imperativa. El emisor pone al receptor en una situación que implica un
“tener que hacer”. El hecho de que el emisor dé una orden, significa que debe existir entre él y su
interlocutor una relación de jerarquía tal que permita ese acto de lenguaje (el emisor puede estar
legitimado institucionalmente en esta relación de jerarquía, como en el caso del discurso político).

Modalidad exclamativa: Esta modalidad parece no tener formas propias, por lo que muchos autores
suelen no incluirla en las modalidades de la enunciación. Sin embargo, utiliza los mismos elementos
formales que la interrogación, pero con una entonación propia. Puede tomar forma de oración asertiva
con entonación exclamativa, cuando el emisor manifiesta sorpresa o admiración, dejando al receptor
como simple testigo de esa admiración o invitándolo a compartirla.

Modalidad asertiva: Corresponde a la oración declarativa (afirmativa o negativa). La enunciación


asertiva apunta a comunicar al receptor una certidumbre, o en algunos casos, contribuye a dar la
impresión de verdad frente a lo que es transmitido por el emisor, lo que se acentúa si este último se
borra de su enunciado al adoptar el modo delocutivo.

ACTIVIDAD II
1. Identifica algunos elementos básicos en el siguiente discurso:
a) características de los interlocutores:

b) contexto situacional:

c) Tema:

d) Intención comunicativa:

2. Indica el modo de enunciativo y la modalidad de enunciación que corresponda, en los cuadros


en blanco que aparecen al costado del discurso de A. Alessandri.
Arturo Alessandri Palma
20 de marzo de 1925

Señores conciudadanos y amigos míos:


Realmente, me siento pesaroso de no poder hablar como yo lo
deseara, pues son tan fuertes los latidos de mi corazón, que
apagan el eco de mi voz.
¿Qué queréis que os diga, mis conciudadanos, ante esta
manifestación de cariño y de afecto, después de un viaje
continuado en medio de aclamaciones y vítores de un pueblo que
mitigan mis dolores, que tienden un manto de olvido sobre el
pasado, y que hacen concebir en el alma esperanzas de
redención, de una patria grande y nueva, redimida por su
esfuerzo y sus virtudes?
He sentido la amargura del destierro. Vagué por el mundo y en mi exilio,
momento a momento, sentía que más y más tierras me separaban de mi
patria, pero, a medida que los países y los mares me alejaban de este
suelo, sentía también que la fuerza intensa de mis afectos por mi pueblo
se agigantaba como una mole inmensa que hacía desaparecer las
distancias.
En la ausencia he vivido con vosotros: he vivido en vuestros
recuerdos; vuestras penas eran las mías y vuestras alegrías las
de mi alma.
Este pueblo generoso me llamó a Chile. Sin meditar en el sacrificio
inmenso que esta vuelta importa para mí, he obedecido, y aquí me
tenéis, compatriotas, dispuesto a emprender con vosotros la obra de
salvación nacional.
Nuestro régimen gubernamental se había hecho imposible día a día.
Todos los regímenes de Gobierno están basados sobre el equilibrio de los
Poderes Ejecutivo y Legislativo. Entre nosotros se habían subvertido los
valores, y el Poder Ejecutivo se había convertido en un esclavo de la
tiranía irresponsable y colectiva del Congreso.
Al expresar este concepto, no me refiero a personas, que en momentos
tan solemnes no cabe personalizar. Es necesario modificar nuestro
régimen de Gobierno; establecer un Ejecutivo que rija los destinos del
país bajo su responsabilidad, y un Congreso que legisle y fiscalice: pero
que no se inmiscuya en los actos de la Administración, porque esto trae
como consecuencia el trastorno y equivale a socavar por sus cimientos
las bases de la República.
Estos mismos sentimientos están en el alma del país, y se encontraron
cristalizados en el movimiento de Septiembre, movimiento que, juzgado
a la luz de los hechos, cualesquiera que hayan sido los procedimientos
que se emplearon, fue un sentimiento idealista que obedecía a los
propósitos de cambiar nuestro régimen gubernativo y conseguir un Chile
nuevo, lleno de esperanzas, altivo y audaz en marcha hacia la conquista
del progreso.
En estos momentos rindo tributo a las fuerzas armadas de la República,
por ese movimiento idealista que se confunde con las sentidas
aspiraciones del pueblo, porque ellas han querido depurar nuestro
régimen, y reconstruirlo sobre nuevas bases sólidas e inconmovibles.
El movimiento de Septiembre fue sincero. Sus manifestaciones
posteriores así lo revelan y las fuerzas armadas de la República han
puesto de relieve su patriotismo. Ellas no han querido levantar un
caudillo; cuando vieron que sus actividades eran desviadas, se
congregaron en un solo sentimiento, y llamaron al Jefe
Constitucional de la República para que viniera a reasumir su
cargo y a realizar su programa concordante y armónico con la
iniciativa del 5 de septiembre.
Se han unido, pues, todas las fuerzas vitales de este país. Concuerdan en
un ideal el pueblo, las fuerzas armadas y el Ejecutivo; es menester
volver al régimen institucional, que es la suprema expresión de la
democracia, por cuanto las instituciones de un pueblo son la garantía de
la libertad y del derecho, la base de la felicidad y de la vida de los
ciudadanos.
Llamado por el pueblo de Chile, en consorcio con las fuerzas armadas de
la República, vengo aquí en nombre de la democracia, con el propósito
de retornar a mi país, a la vida institucional, para hacer de él una nación
redimida de sus males, y fundida sobre los nuevos moldes, que se dará
el pueblo mismo en ejercicio de su voluntad suprema.
Señores, los antiguos soberanos, entre otros el Rey Sol, decían: “El
Estado soy yo”. Las democracias han sustituido aquel lema por otro más
noble, más digno, más compatible con la dignidad humana, y dicen: “El
Estado somos nosotros”.
Por eso la tarea de reducir a volver al país a su quicio institucional a la
mayor brevedad posible, sobre la base de la libre expresión de la
voluntad nacional, que es la única que tiene derecho para darse sus
leyes.
Hoy, como ayer, vuelvo a decir que no acepto dictaduras, y yo sería el
primero en castigarme si se me ocurriera la idea de abusar de la
confianza que el pueblo me da. La única dictadura que yo acepto es la de
la voluntad soberana del pueblo y la de las instituciones que el pueblo
seda en ejercicio de esa soberanía.
No hay, pues, discrepancia ni desacuerdos entre mis ideales y los de las
fuerzas Armadas con las aspiraciones populares que me han llamado a
realizar esta obra con fe, con patriotismo y abnegación.
Es preciso que nos convenzamos de una cosa. La tarea que pesa en
estos momentos sobre mis hombros es inmensa.
Yo mido la magnitud de la responsabilidad que cae sobre los hombres
que vamos a rehacer el país. No es esta tarea para un hombre, para dos
ni para cuatro. Ella, deber ser la obra armónica y conjunta de un pueblo
entero, unido por ideales de redención y por una sana y patriótica
aspiración.
Por eso, abriéndoos mi corazón y mis brazos, os digo: Venid a
ayudarme en esta renovación. ¡Venid a concluir la obra de justicia
y de solidaridad humana, que vuestro Presidente ha predicado en
todos y en cada uno de los momentos de su vida!
Hoy, más que nunca, grito con todas las fuerzas de mis pulmones, con
todas las energías de mi alma, que “el odio nada engendra; sólo el amor
es fecundo”. Dejo la ingrata tarea de odiar a los que se consumen en el
propio dolor de sus malos sentimientos; yo conservo mis energías para
amar, para unir, para fundir el alma del pueblo en un aliento vigoroso de
salvación de la patria.
Para ello buscaré la cooperación de todas las fuerzas sociales. El partido
en que me apoyaré será el partido del bien público y de todos aquellos
que aman con sinceridad al país.
Señores: Este es un momento solemne en la historia de la República, y
yo os declaro que quiero la reforma de la nación sobre las bases del
orden: no acepto el desquiciamiento ni la desorganización. Si el pueblo
de Chile me acompaña en estas directivas, seguiré en este puesto; si me
niega su concurso, la puerta es ancha y seguiré el camino que ya una
vez recorrí con dolor de mi corazón, y abandonaré la patria.
La obra de reconstrucción que vamos a emprender no se puede hacer en
24 horas. La leyenda bíblica nos enseña que aquella fuerza omnipotente,
que creó el mundo, no ejecutó su obra en un momento.
Dios realizó su obra en siete días, y si esa fuerza superior necesitó darse
tiempo, no es posible pedir a un hombre que realice la magna obra de
reconstruir el país en un día. Para ello, os pido paciencia; reclamo de
vosotros la confianza a que tengo derecho y os pido que confiéis en mí.
Enaltecí a mi patria sometiendo nuestra única cuestión al fallo de un
árbitro intachable. Se me censuró, porque se creía que con mi actuación
debilitaba los derechos de Chile. ¡Sin embargo, los acontecimientos
posteriores han manifestado que yo tenía toda la razón! En
Washington brilló la justicia de nuestra causa. El más alto tribunal del
mundo nos ha hecho la más elevada justicia: el nombre de Chile brilla
hoy como el de las naciones que saben cumplir y respetar sus tratados
internacionales, y el resultado confirma mis predicciones, me autoriza
para que se tenga confianza en mí para que se me crea y se espere
cuando yo digo que se debe esperar.
Señores: Antes de terminar, quiero expresar pública y solemnemente,
mis más profundos agradecimientos a los miembros de la Junta de
Gobierno y a sus dignos colaboradores en el Ministerio, como, asimismo,
a las fuerzas armadas, que han procedido en todo momento con la
conciencia plena de sus deberes. Mis agradecimientos también para este
pueblo amante del orden y respetuoso de sus instituciones que me ha
recibido en esta forma majestuosa.
Un pueblo que así procede, un pueblo que así hace justicia; es un
pueblo que tiene asegurada su inmortalidad.

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