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índice
Presentación ........................................................................................... 9
Salvador Vega y León
Alberto Padilla Arias
José Luis Cepeda Dovala
Introducción ........................................................................................ 11
Adriana García Gutiérrez
Margarita Guerra Álvarez
México: sus revoluciones y educación.
Una perspectiva sociohistórica, 1810-2010 ....................................... 21
Alejandro Martínez Jiménez
Alberto Padilla Arias
¿La educación une el pasado con el futuro?
Dos siglos de educación en México ................................................... 49
Rogelio Martínez Flores
Javier E. Ortiz Cárdenas
De la sociedad de la información hacia la sociedad
del conocimiento a partir del aprendizaje .......................................... 83
José Manuel Juárez Núnez
Sonia Comboni Salinas
De la utopía a ¿dónde? Reflexiones para la educación
en México, siglo XXI ........................................................................ 111
Jorge Alsina Valdés y Capote
La batalla por la identidad de la educación superior.
Una lucha de siglos y un año clave: 2010 ........................................ 135
Vicente Hugo Aboites Aguilar
Universidad pública
y privatización del conocimiento ...................................................... 163
Carlos Montemayor
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La universidad del conocimiento:
una visión de futuro desde el 2010 .................................................. 179
Axel Didriksson Takayanagui
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México: sus revoluciones y educación.
Una perspectiva sociohistórica, 1810-2010
E
n este ensayo nos proponemos contextualizar históricamente el pa-
pel de la educación en la formación social mexicana, en la constitu-
ción de su economía y Estado nacional; primero se analiza su fase
precapitalista en el curso del siglo XIX, como efecto de las luchas de libera-
ción y descolonización, posteriormente se trabaja en relación con la conso-
lidación de su proyecto de nación independiente, como producto de la
Revolución de 1910.
Así, analizamos los primeros afanes por forjar un aparato educativo
propio, basado fundamentalmente en los dos modelos educativos que se
disputaban la hegemonía mundial: el europeo en decadencia y el estado-
unidense o anglosajón en gestación. Contemplamos también las enormes
dificultades y limitaciones del naciente Estado mexicano para llevar a la
práctica un proyecto escolar nacional, pues en nuestro país no se tenía ex-
periencia en la satisfacción de esta moderna necesidad, las facultades de los
diferentes gobiernos para emprender tal proyecto eran limitadas al igual
que los recursos públicos; no obstante su escasez, estos últimos eran cana-
lizados frecuentemente para aplacar las sublevaciones y luchas entre las
facciones en larga contienda por el poder político.
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Antecedentes
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que implicaba el dominio de las leyes de Cádiz, del poderoso clero católico
y otros lastres de los que habría que desembarazarse.
La primera etapa está cargada de simbolismos, abigarrada de aconteci-
mientos históricos que nos hablan de levantamientos, batallas entre los
ejércitos realista e insurgente y ejecuciones de los protagonistas, que hoy en
bronce pueblan muchos espacios públicos. Sin embargo, la Ciudad de
México en cierta medida es ajena a todos estos acontecimientos y se desen-
vuelve perezosa, en medio del vaivén de carruajes de figuras notables de la
vida económica, social y política de la poderosa colonia. En ese sentido, las
escuelas citadinas continúan sus actividades, preparando a los futuros fun-
cionarios, miembros de las viejas cofradías y jóvenes ministros, sacerdotes;
las nuevas corrientes del pensamiento pedagógico recorren las aulas en la
metrópoli, pero en el ámbito escolar de la colonia española estas ideas no
logran asentar sus reales.
La segunda mitad del siglo XIX tiene otro derrotero y también hablare-
mos de él en materia política, social, cultural y principalmente educativa,
para tener un claro horizonte desde donde pudiéramos interpretar el se-
gundo proceso revolucionario, que consolidaría al Estado mexicano del
siglo XX. Los acontecimientos se suceden más rápidamente debido a la
dominación de una de las facciones que venían dándole vida a la ya exco-
lonia y ahora nueva nación en proceso de formación.
Lo anterior está enmarcado en la expansión del capitalismo a escala
mundial, la decadencia de las colonias y la emergencia de nuevos Estados-
nación que vendrían a participar del concierto del mercado mundial, desde
luego en condiciones de subordinación frente a las nuevas potencias emer-
gentes y la desaparición de los viejos imperios coloniales; este es el nuevo
reparto del mundo de fines del siglo XIX y principios del XX.
Si bien el proceso de conformación de una nación capitalista requiere
del ordenamiento de un aparato educativo, su constitución en México llevó
muchos años debido, en buena medida, a la falta de unidad nacional, por
un lado y, por otro, a la postración de la mayoría de los sectores sociales
que constituían la base de la nueva sociedad emergente. El latifundio colo-
nial pasa de manos del periodo poscolonial a la constitución del mundo
hacendario agroexportador porfiriano.
El clero seguirá gobernando el mundo de la educación a pesar de las Le-
yes de Reforma y de todo el esfuerzo de un Estado en plena formación, ya
que el aparato educativo demanda una cantidad enorme de recursos –escue-
las normales para la formación de los maestros, instalaciones, el pago de
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salarios, materiales de trabajo para los alumnos–, que un Estado con poca
capacidad de recaudación puede sustentar. De tal forma que durante todo el
siglo XIX se habrán de continuar reproduciendo las contradicciones de una
sociedad sin un claro proyecto para la transición hacia un Estado moderno.
No es suficiente el discurso del liberalismo decimonónico, de los triunfa-
dores al frente del gobierno, una y otra vez se hace necesaria la conciliación
con los sectores dominantes de una clase hacendada conservadora, ambi-
ciosa y dependiente, y un poderosísimo clero, a pesar de los cambios en la
legislación.
El analfabetismo seguirá siendo predominante en un pueblo atado al
latifundio tradicional o hacendario de la tienda de raya. La escuela pública
laica tiene espacios muy limitados, mientras se multiplican las escuelas pa-
rroquiales y de las haciendas, poco eficientes en la lucha contra el analfabe-
tismo y dispuestas a promover el catecismo de Ripalda, que favorece las
condiciones de enajenación y subordinación de un sector conformado por
peones acasillados en condiciones de franca explotación.
El campo no requiere de la escuela para potenciar la producción monta-
da sobre la fuerza física del peón y su familia, quienes, por sus condiciones,
no tienen la menor idea de los conceptos liberales de una nueva organiza-
ción del trabajo fabril y de la lucha de los sindicatos, que son ya muy acti-
vos en los países donde el capitalismo mercantil ha tomado la delantera y
ha lanzado a nuestros países en emergencia a la periferia del mundo indus-
trial y comercial que se consolida.
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La educación en México
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[...] asegurando por tiempo limitado los derechos exclusivos a los autores
por sus respectivas obras; estableciendo colegios de marina, artillería e inge-
nieros, erigiendo uno o más establecimientos en que se enseñen las ciencias
naturales y exactas, políticas y morales, nobles artes y lengua, sin perjudicar
la libertad que tienen las legislaturas para el arreglo de la educación pública
de los respectivos estados.
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La reforma de 1854-1867
El tema central para el país sin duda es la separación de los poderes público
y privado; esto sólo se logra al suprimir los privilegios y el poder del clero
católico. Para 1856 los liberales emiten la Ley Lerdo, que obliga a la iglesia
a vender la totalidad de sus bienes. Luego del levantamiento de Zuloaga, en
julio de 1859, se declara la nacionalización de todos los inmuebles y capi-
tales clericales. Esa iniciativa viene a ser lo que se conoce como “Leyes de
Reforma”.
Benito Juárez consideraba que estas leyes estaban encaminadas a forta-
lecer a la educación como una fuerza transformadora. Así, en congruencia
con esta estrategia, la Constitución de 1857 establece, junto con las liberta-
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El porfiriato: 1876-1910
En 1876 pugnas internas dentro del partido liberal culminan con el triunfo
de la rebelión de Tuxtepec, encabezada por Porfirio Díaz, con lo que se ini-
cia un periodo de dictadura que habrá de extenderse por 30 largos años,
donde los postulados de “orden y progreso” dirigen inequitativamente la
vida nacional, todos deben regirse ordenadamente y acatar sus deberes, lo
que habría de favorecer la industrialización y la modernización, pero el pro-
greso sólo era para unos cuantos, mientras las grandes mayorías carecían de
lo elemental para una vida digna. Indudablemente la característica funda-
mental del desarrollo del país, desde el punto de vista económico, será la
articulación de la economía mexicana a la economía imperialista mundial.
Durante este periodo, el despojo a los productores directos de los me-
dios de producción es brutal, la actividad de las compañías deslindadoras
conduce a la casi total eliminación de la pequeña propiedad y al intento de
exterminio de las comunidades indígenas. Todas las tierras comunales por
donde pasaba el ferrocarril, o en aquellas donde había petróleo, cobre, oro,
plata o cualquier otra riqueza, eran violentamente expropiadas, para “ha-
cerlas productivas” por los nuevos propietarios. Mariano Otero encuentra
en la forma de propiedad actual el problema fundamental, siguiéndole en
la misma línea Valentín Gómez Farías y José María Luis Mora, quienes
sostienen que la nueva República debe sustentarse con base en pequeños
propietarios agrícolas (Martínez, 1983:28).
Las concepciones del positivismo de Gabino Barreda constituyen la filo-
sofía porfirista para sustituir el orden divino por el orden humano del po-
der; siendo este periodo sumamente rico en cuanto a los alcances que se
lograron en materia de educación. Como antecedente importante tenemos
a la escuela lancasteriana, que nació en el seno mismo del imperio de Itur-
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la educación en el siglo xx
Revolución y educación
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La ley, aunque dejaba las puertas abiertas de la enseñanza básica a la federalización,
establecía la libertad político-administrativa municipal, delegando la facultad del servicio
educativo a la jurisdicción local.
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Los orfeones, las tablas gimnásticas, los conciertos, el deporte, la nueva arquitectura, los
murales, los grupos misioneros, los grandes tirajes de impresiones de libros y antologías lite-
rarias, los actos multitudinarios, etcétera, parecían diseñados, más que para cultivar a las
mayorías, para causarles fuerte impresión.
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“En general, el misionero representa en el Estado contemporáneo un instrumento de
conquista moral y de asimilación de castas muy favorable para el propósito nacional de la
unidad [...] El secreto está en no corromper la institución [educativa] empleándola en los fi-
nes de la política” (Vasconcelos, 1981:1603). Habría que precisar ¿a qué fines políticos con-
tribuye un delegado de la Revolución “triunfante” como creador y dirigente de la SEP? La
educación retribuyó una amplia legitimación al propio régimen –al incorporar a nuevos
grupos a la escuela– por la oferta educativa del “bueno y/o supremo gobierno”, y no como
su obligación de satisfacer el derecho constitucional de sus ciudadanos.
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Como las campañas de alfabetización, la “Casa del pueblo”, las Misiones Culturales; la
enseñanza de los oficios, la prevención de la salud, los programas socioculturales comunales,
la organización de las comunidades, etcétera.
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Los dirigentes de la institución concebían a su manera la estrategia a seguir; pero Narci-
so Bassols la concibió más clara y sintéticamente en el clímax de la crisis estructural y educa-
tiva; y consecuente con su acertado diagnóstico, avanzó en su administración por varios
caminos y reglamentos para que la educación se ligara a las nuevas circunstancias.
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dano en gestación, liberado del yugo del hacendado o del patrón, necesita
aprender las bases de la vida cívica, ejercer sus derechos, etcétera.
Pero el boicot a la escuela socialista y la proliferación de escuelas confe-
sionales familiares atizan el rescoldo del movimiento cristero que frena la
expansión escolar y la aplicación de la reforma agraria, obstaculizan la reac-
tivación productiva de las recién creadas comunidades ejidales. No obstante,
la política educativa no se detiene; logra acercar y acomodar la escuela a la
transformación económica, social y cultural. Las comunidades, organizacio-
nes obreras y campesinas, en condiciones materiales más propicias y con
más espacios de libertad e influencia político-social, contribuyen a diseñar la
educación conforme a condiciones, necesidades y aspiraciones propias. En
general, la sociedad y los grupos mayoritarios experimentan una mejoría en
sus vidas y la necesidad de prepararse y cultivarse. Se advierte, como algo
inédito, una estrecha relación entre gobernantes y gobernados, entre oferta
educativa y demanda social de educación. Es en ese contexto de avance de la
Revolución mexicana en que se contribuyó a crear y expandir el sector esco-
lar rural, excluido por la dictadura, incorporando al sistema comunidades y
grupos sociales rurales (Martínez, 1996:253).
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El incremento de la población total es de 3.2%, de la urbana 4.8%, y la escolarizable
necesariamente debió crecer más (Martínez, 1996:337).
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La relación educación-sociedad
Los gobiernos creían que los maestros acataban fielmente sus planes –que, a
menudo, ni siquiera leían– [...] en 1958, me daba cuenta de que [...] la fede-
ralización no era recomendable [tampoco] la unificación sindical [...] pare-
cía favorecer de manera muy positiva la calidad del trabajo docente de los
maestros [...] ¿Qué había ocurrido durante mi ausencia? Ni los programas
de 1944 dieron los frutos que supusimos, ni los nuevos egresados de las
normales querían oír hablar de “apostolados” o de “misiones”. Advertían
que en nombre del progreso económico, el país estaba acostumbrándose a
desmentir los ideales de la Revolución (Torres, 2005:243).
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Echeverría se propone lograr: 1) el “desarrollo (nacional) compartido”, 2) la “apertura”
político–social a los nuevos sectores medios, y 3) la educación cognitiva, para el trabajo y la
productividad, como palanca para dinamizar la industria nacional.
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“Sí [...] porque si en América Latina yo no tomo la bandera (del Tercer Mundo), nos la
quita Castro Ruz. Estoy perfectamente consciente de eso”. Conversación grabada secreta-
mente de la reunión entre los presidentes de Estados Unidos, Richard Nixon y Luis Echeve-
rría, de México, junio de 1972 (Montemayor, 2009:36-39).
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El gobierno no aplica la reforma fiscal progresiva pero lleva a cabo un acuerdo secreto,
revelado en 2009, con la cúpula empresarial, a la que exenta de pagar impuestos. Por lo visto
Tello (1980:208) no exageró en haber juzgado su reforma como “vergonzante”.
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El programa prácticamente cubrió la demanda real de educación básica, el ritmo de
incremento de la población en edad escolar fue disminuyendo; el presupuesto educativo al-
canzó la cifra récord de 5.5% del producto interno bruto; la eficiencia escolar promedio
mejoró, ya que de 100 niños que se incorporaban a la escuela, 52 logran terminarla; como
resultado, la escolaridad promedio nacional aumenta de 3 a 5 (Preda, 1988:57-124).
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Las inequidades del sistema educativo, “Educación, terreno devastado”, “La catástrofe
silenciosa”, en fin, “un país de reprobados”.
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reflexiones finales
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Para lograr una mayor eficiencia en los recursos se hace necesario poner
en práctica sistemas de evaluación, acreditación y rendición de cuentas de la
aplicación de recursos. Se requieren políticas, estrategias, normatividad e
indicadores de desempeño de la calidad académica y de atención a las de-
mandas del entorno y del mercado laboral. Es además importante dar difu-
sión a los resultados de las evaluaciones, asegurar la realimentación a los
actores involucrados en los procesos educativos para establecer las medidas
correctivas pertinentes.
Ante este panorama, mucho queda por hacer en materia de educación
durante este siglo XXI que comienza, si esperamos que México recobre el
camino hacia una mayor estabilidad que se funde en la equidad y pluralidad
social y cultural de todos los mexicanos.
bibliografía
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