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(_/ /
.../i desea ser un líder ex
celente, ¿quién mejor que
Dios mismo para que sea su
mentor?
•••
El Dr. Kenneth Boa es el presidente de Refiections Ministries,
una organización que anima, enseña y equipa a la gente para segui r
a Cristo. Es el autor de 20 evidencias irrefwab/es de que Dios existe~
Conformados a s11 imagen; Cara a cara: Crecimiento espiritual a
través de la Palabra y Cara a cara: Adoración íntima con Dios a
tral·és de s11 Palabra.
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Ken Boa nunca escribe un libro predecible. Todo lo que leí me sorpren-
de, me toma desprevenido, y ayuda a tener conciencia sobre nuevas
cosas. El liderazgo es un tema casi agotado pero cuando el Dr. Boa lo
trata, vuelve a la vida.
Dr. Larry Crabb
Consejero cristiano, New Way Ministries and Soul Care Ministries
En este libro hay una profunda sabiduría ya sea para nuevos como para
viejos líderes. Ken Boa define los rasgos del liderazgo desde la base de
todas las cosas buenas y verdaderas: la naturaleza y el carácter de Dios.
Desde ese punto de partida llama al arrepentimiento y a la fe del lector y
a la gran aventura de guiar a otros.
Chuck Colson
Fundador y presidente, Prison Fellowship
Conozco a Ken Boa desde 1968. Durante todo este tiempo ha exhibi-
do un carácter cristiano constante y una excelencia en servir a Dios. Su
excepcional habilidad al explicar la Palabra de Dios es evidente en sus
enseñanzas y escrituras.
Harold W. Hoehner
Presidente, Nuevo Testamento, Dallas Theological Seminary
EL LÍDER PERFECTO
EDICIÓN EN ESPAÑOL PUBLICADA POR
EDITORIAL VIDA - 2007
© 2007 Editorial Vida
Miami, Florida
07 08 09 10 • 6 5 4 3 2 1
Dedicatoria
Con gran gratitud a John y jill Turner por su importante aporte a este
proyecto, y a Sid Buzzell y Bill Perkins por su contribución y
compañía para crear The Leadership Bible.
Contenido
Introducción 13
PARTE 1:
LOS ATRIBUTOS DEL LÍDER PERFECTO
1. Integridad 17
2. Carácter 29
3. Valores 43
4. Propósito y pasión 55
5. Humildad 67
6. Compromiso 79
PARTE 2:
LAS HABILIDADES OBSERVABLES EN EL LÍDER PERFECTO
7. Visión compartida 95
8. Innovación 111
9. La toma de decisiones 127
10. La resolución de problemas 143
11. La formación de un equipo 157
PARTE 3:
LAS RELACIONES DEL LÍDER PERFECTO
Notas 255
Introducción
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EL LÍDER PERFECTO
del liderazgo que trata; y (4) provee una mirada profunda al interior
sobre cómo funciona el principio de liderazgo cuando es ejecutado en
una dirección bíblica. Cada capítulo se nutre de los puntos de vista de
numerosos líderes expertos y, por supuesto, de las enseñanzas bíblicas.
El líder perfecto usa algunas de las categorías que Sid Buzzell, Bill
Perkins y yo mismo desarrollamos cuando creamos The Leadership Bible
[La Biblia de Liderazgo] (Zondervan, 1998). Estamos convencidos de
que estos principios y categorías lo ayudarán a aprender a ser un líder a
la imagen de Dios.
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Parte 1:
Integridad
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EL LÍDER PERFECTO
EL PROCESO DE INTEGRACIÓN
que un líder diga, pero jamás olvidará cómo vive el líder. Esto es lo que
le dijo Pablo a Timoteo:
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INTEGRIDAD
aunque salga perjudicado» (Salmo 15:4). Este es el hombre que «no cae-
rá jamás» (v. 5). Simplemente no hay sustituto para una persona con un
carácter consistente con el de Cristo.
Eso no significa que ninguno de nosotros será libre de pecado en
esta vida. En realidad, el Nuevo Testamento no clama por líderes perfec-
tos; clama por aquellos que son modelos de progreso en su fe. ¿Entonces
por qué en el Sermón del Monte llamó Jesús a sus seguidores dicien-
do: «Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto»
(Mateo 5:48)? Es claro que en esta existencia física no podemos aspirar a
no tener pecados (ver Juan 1:8).
Lo que Jesús nos está pidiendo es el proceso de perfeccionarnos, y
no el de completar nuestra perfección (de este lado de la eternidad). Es
la obra de santificación del Espíritu Santo de Dios en la vida del líder
creyente lo que da lugar al proceso por el que vamos perfeccionándonos.
Continuaremos tropezando, cayéndonos de muchas maneras, pero nues-
tro deseo debería ser el de cooperar con Dios para ver un progreso hacia
la integración de nuestras palabras y nuestras prácticas. Porque solo el
proceso de perfección de Dios (el verdadero y perfecto líder) obrando en
nosotros puede lograr cualquier progreso.
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EL LÍDER PERFECTO
Es posible vivir una vida pública y otra vida privada. Eso no es ser
íntegro; es invitar a la disciplina de Dios. Debemos vivir de manera con-
sistente tanto en público como en privado, porque nuestro Padre «ve lo
que se hace en secreto» (Mateo 6:4). Siendo este el caso, ser fiel en lo
secreto y en lo pequeño es muy importante. A Dios le interesa menos
nuestra persona pública que nuestro carácter privado. Le importa más
cómo manejamos nuestras cuentas personales que cómo administra-
mos los libros de un gran negocio. Es en las cosas y lugares pequeños y
secretos que la gracia de Dios nos cambia y forma a la imagen de su Hijo
(2 Corintios 3:18).
Al final nos convertimos en lo que nuestros deseos nos convierten.
Aquello en lo que nos convertimos revela lo que deseamos en verdad. Si
deseamos el elogio de otros, entonces nos convertiremos en una cierta
clase de persona. Pero si lo que deseamos son los elogios de Dios, enton-
ces necesitamos hacer de la integridad una prioridad en nuestras vidas.
Al sentir la sobrecogedora santidad de nuestro Creador, entenderemos
cuán imperfectos somos. Pero al concentrarnos en la gracia de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo, reconoceremos que a pesar de que nos poda-
mos sentir incompletos no lo estamos, porque él nos ha hecho plenos.
Su gracia es suficiente, pues su poder se perfecciona en nuestra debilidad
(2 Corintios 12:9).
La des-integración de Isaías
Cuando el profeta Isaías tuvo una visión del glorioso y grandioso Creador
del universo, se sintió abrumado por la santidad de Dios:
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INTEGRIDAD
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EL LÍDER PERFECTO
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INTEGRIDAD
Este Jesús no es, como dice Philip Yancey: «Mr. Rogers con barba».
El lenguaje de Jesús revela la profundidad de su justa ira. Observe que
cada uno de los versículos que incluyen la palabra «hipócritas» comien-
zan con «¡Ay de ustedes!» Esta palabra, «Ay» (en griego ouai), puede con-
tener ira, tono de advertencia, tragedia y burla al mismo tiempo. En este
pasaje Jesús defenestró a los fariseos porque decían una cosa y hacían
otra. No solo fallaban por su falta de integridad como potenciales segui-
dores de Cristo, sino que como líderes religiosos eran culpables de dar
una mala imagen de Dios Padre.
Ya hemos visto que la integridad, lo contrario a la hipocresía, es la
cualidad que más buscan las personas en un líder. Es claro que los fari-
seos y maestros de la ley en los tiempos de Jesús no vivían de mane-
ra íntegra. Cuando hoy hablamos de la integridad también utilizamos
por lo general otros términos que tienen relación estrecha con esta: ética
y moral. Sin embargo, un claro entendimiento del concepto de la inte-
gridad requiere que pensemos en las tres palabras con mucha claridad.
Porque cada una tiene un significado que le es propio. Al utilizarlas de
manera adecuada nos señalan de modo pertinente algo esencial del lide-
razgo que sin embargo no siempre se entiende como debiera:
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EL LÍDER PERFECTO
LA INTEGRIDAD DE SAMUEL
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INTEGRIDAD
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CAPÍTULO 2
Carácter
como personas que caminan por las calles de la ciudad pregonando sus
mercaderías y dándonos a probar lo que ofrecen (Proverbios 1:10-33).
Salomón, a quien se le atribuye la autoría del libro de Proverbios,
nos brinda un excelente punto de partida para desarrollar las cualidades
de carácter que son esenciales para el buen liderazgo:
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CARÁCTER
otro para que desarrolle nuestros músculos físicos. Si queremos ser más
fuertes, somos nosotros los que tenemos que levantar pesas.
Tampoco podemos esperar que de la noche a la mañana nos vea-
mos musculosos. Todo toma tiempo y esfuerzo. Douglas J. Rumford
dice: «El carácter es como el ejercicio físico, o como cualquier proceso de
aprendizaje. Uno no puede "atiborrarse" para lograr un progreso en días
en lugar de pasar por el período de meses o años de práctica constante».2
Por eso el escritor de Proverbios usa palabras que convocan al lector a la
acción enérgica y apasionada.
A medida que cavamos tenemos que pedirle a Dios que nos brinde
comprensión y entendimiento. En última instancia es solo Dios quien
puede abrir nuestros ojos para ver la verdad espiritual y luego darnos la
capacidad de aplicar esa verdad en nuestra vida (Efesios 1:18). A medi-
da que Dios llena nuestra mente con sabiduría, nuestro carácter se desa-
rrollará para que poseamos la capacidad de tomar las decisiones correctas
siempre, decisiones justas y morales. Como observan Henry Blackaby y
Claude King en su libro Mi experiencia con Dios:
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CARÁCTER
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CARÁCTER
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los pies a los discípulos, entre los que se contaba él (Juan 13:1-10). El
hombre que nos dice: «Para orar bien, manténganse sobrios y con la
mente despejada» (1 Pedro 4:7), se durmió mientras Jesús oraba con tal
intensidad que su sudor era como gotas de sangre (Lucas 22:39-46). El
hombre que nos dice con tal coraje: «Sométanse por causa del Señor a
toda autoridad humana» (1 Pedro 2:13), tomó una espada y le cortó la
oreja a uno de los oficiales de los sumos sacerdotes y los fariseos (Juan
18:10-11).
No hay en este examen de las contrastantes diferencias entre las pala-
bras y las acciones de Pedro ánimo alguno de disminuirlo, sino todo lo
contrario. Es para que tengamos esperanzas. Este hombre, Pedro, tan
impulsivo e inmaduro, llegó a ser un gran líder de la iglesia. El Pedro de
quien leemos en los cuatro Evangelios fue luego el Pedro de quien lee-
mos en el libro de los Hechos, el Pedro que escribió dos epístolas. Llevó
tiempo y esfuerzo, pero Dios lo transformó. Y el mismo Espíritu Santo
que obró esta transformación en la vida de Pedro está obrando de mane-
ra activa para transfórmanos a aquellos que hemos puesto nuestra fe en
el Hijo, Jesucristo.
Los Evangelios nos dejan cuatro impresiones acerca de Pedro. La pri-
mera es que a veces era un personaje impulsivo, casi cómico. Dos veces
saltó vestido al agua. Desafió a Jesús, hablaba cuando no era su turno y
a veces parecía demostrar más energía y creatividad de la que merecía el
momento en cuestión. Aunque es esta energía y creatividad las que sub-
yacen a la segunda impresión que deja Pedro.
Pedro era el líder no oficial de los discípulos. Muchas veces fue su
vocero. Junto con Santiago y Juan, era uno de los tres discípulos del «cír-
culo íntimo» de Jesús. Por cierto, después de la partida de Jesús los discí-
pulos buscaron a Pedro para que les diera dirección. El registro de Lucas
de los primeros años de la iglesia (el libro de los Hechos), no deja dudas
acerca del liderazgo de Pedro.
Esta combinación de cualidades en aparente conflicto existe en
muchos líderes jóvenes y puede identificarse como «alta energía mental».
Pedro siempre estaba pensando, y siempre pensaba con vistas a la acción.
Cuando oía la palabra «pregunta», de inmediato pensaba en «respues-
ta». Cuando observaba un «problema», enseguida pensaba en «solución».
Cuando encontraba «opciones», pensaba en «decisión». Pero también
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CARÁCTER
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luego a los samaritanos, a los gentiles locales, y más tarde a los asiáticos,
griegos y romanos. Como Pedro era un líder cuyo ego podía soportar la
amenaza del desacuerdo, los retos y hasta una mala decisión, no temía
actuar. No era falto de cautela, y tampoco trataba asuntos importantes
con frivolidad. Su carácter cristiano no se lo permitiría, por supuesto. Sin
embargo, no temía avanzar, y bajo su liderazgo la iglesia lograba mucho.
Pedro era un líder que tomaba decisiones importantes.
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CARÁCTER
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CARÁCTER
FORJEMOS EL CARÁCTER
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CAPÍTULO 3
Valores
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VALORES
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VALORES
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DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA
S aber lo que hay que hacer es una cosa. Hacerlo de manera consistente
es otra. Jesús nos llamó a ser perfectos así como nuestro Padre celes-
tial es perfecto (Mateo 5:48), pero esto no puede lograrse separados del
poder del Espíritu Santo que nos habita. Larry Hall afirma: «De hecho,
lograr la virtud trascendental en tanto se niegue la trascendencia es tan
absurdo e imposible como ahorcarse uno mismo tirando del cuello de la
camisa que se lleva puesta».6 Solamente cuando vivimos por el Espíritu
tenemos poder para encarnar los valores bíblicos y hacerlos realidad en
nuestra propia vida. Los valores son algo interesante para discutir en el
plano abstracto, pero muchas veces se presentan como obstáculos cuan-
do tenemos que tomar decisiones valiosas. Mantener los valores puede
significar para un líder un precio muy alto que pagar. Entonces, ¿cómo
decidimos qué es lo que más importa cuando sopesamos el costo y nues-
tras convicciones en uno y otro plato de la balanza?
El primer paso en el liderazgo efectivo implica la definición de los
valores centrales. Solo cuando se ha logrado esto tendrá timón el barco
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VALORES
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VALORES
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una breve declaración de visión para nuestras vidas. Esto puede hacerse
sin dificultad. Sencillamente, añada sus valores personales a las listas que
figuran aquí y luego ordene los valores en orden de importancia, según
sus prioridades. Los autores luego sugieren que «examinemos con cui-
dado la lista de nuestros valores terminales e instrumentales más impor-
tantes, buscando semejanzas, patrones y temas».9 Para concluir, declare
su breve declaración de visión a partir de lo que sus valores le presenten
con claridad.
Pablo luchó con sus deseos hasta que logró clarificar qué era lo que
valoraba. Hackman y Johnson respaldan el proceso de toma de decisión
de Pablo al decirnos que las personas trabajamos mejor cuando enten-
demos los valores acabadamente. Los líderes que quieren ser efectivos
descubrirán que es esencial poder aclarar y comunicar los valores. Al
organizar los valores terminales e instrumentales por orden de importan-
cia y formar una breve declaración de visión se puede evitar la perspecti-
va de vida basada en el azar, similar a la técnica de puntería que utilizaba
el francotirador del ejemplo.
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VALORES
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CAPÍTULO 4
Propósito y pasión
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PROPÓSITO Y PASIÓN
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PROPÓSITO Y PASIÓN
Tu belleza es indescriptible,
eres demasiado maravilloso como para expresarlo con palabras,
demasiado como para comprenderlo,
no hay nada que veamos o podamos oír que se compare
contigo.
¿Quién podrá entender tu infinita sabiduría?
¿Quién podrá medir la profundidad de tu amor?
Tu belleza es indescriptible,
Majestad, entronado en amor estás.4
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PROPÓSITO Y PASIÓN
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como algo sin sentido. Por el contrario, esto hacía que quisiera agradar
a Cristo.
Como seguidores de Cristo nuestra pasión por el Salvador define
y da impulso a nuestro propósito para vivir. Brennan Manning, en su
libro The Lion and the Lamb [El león y el cordero], escribe sobre dos for-
mas en que podemos discernir nuestra pasión y propósito. Ante todo
nos aconseja recordar algo que nos haya entristecido hace poco tiempo.
Pregunta:
Luego pregunta:
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PROPÓSITO Y PASIÓN
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PROPÓSITO Y PASIÓN
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CAPÍTULO 5
Humildad
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HUMILDAD
Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses sino tam-
bién por los intereses de los demás. (Filipenses 2:1-4)
LA HUMILDAD DE DIOS
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HUMILDAD
caminado sobre este planeta nos llama y dice: «Yo les serví y ahora les
pido que sirvan a otros. El sirviente no es más que su amo. Yo hice esto
por ustedes, ustedes deben hacerlo por los demás. Yo me ocuparé de su
dignidad. No tienen por qué tomarse tan en serio, porque yo les tomo
en serio».
Cualquiera puede reclamar ser un sirviente, pero Jesucristo, el
Hijo del Dios vivo, fue tratado como siervo y jamás se quejó por ello.
Jesucristo, el hombre más poderoso que haya pisado la tierra, también
fue el hombre más humilde en toda la historia de la humanidad. Jamás
buscó la honra. Siempre buscó agradar a su Padre, amando y sirviendo a
los demás. Somos llamados a imitar esa humildad.
HUMILDAD Y HONRA
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HUMILDAD
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LA HUMILDAD DE MOISÉS
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CAPÍTULO 6
Compromiso
PLENO COMPROMISO
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COMPROMISO
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COMPROMISO
hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para
que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados» (1
Juan 4:9-10). Cuando amamos a Dios es «porque él nos amó primero»
(1 Juan 4:19).
Lewis Thomas, científico y filósofo, da una excelente descripción de
los seres humanos: «Somos, quizá como particularidad más evidente entre
las criaturas de la tierra, el animal de la preocupación. Nos preocupamos
durante toda la vida, le tememos al futuro, estamos descontentos con el
presente, somos incapaces de comprender la idea de la muerte, e incapa-
ces de estar en quietud». La promesa de Dios de amor permanente y com-
promiso hacia nuestro bienestar nos da la capacidad de vivir por encima
de la preocupación y del miedo. Su compromiso hacia nosotros nos per-
mite entonces vivir nuestro compromiso hacia él. Como dijo Martín
Lutero: «No es la imitación lo que hace que seamos hijos de Dios, sino el
ser hijos de Dios lo que hace que sea posible la imitación».6
Estas palabras se las dijo Jesús a sus discípulos, pero aun así nos lla-
man a la acción hoy día. A través de estas palabras de vida Jesús dejó
en claro que requiere compromiso pleno de parte de sus seguidores.
Dijo que a menos que uno lo comprometa todo, lo perderá todo. Como
líderes cristianos ese compromiso debe permanecer fuerte hasta el final
de nuestro camino en la tierra.
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EL LÍDER PERFECTO
Creo que [Solano] tiene que haber conocido una felicidad que
iba más allá de lo económico. Tenía un rumbo marcado y todas
las posibilidades le eran contrarias. Perseveró y ganó. No sola-
mente había hecho lo que se había propuesto -lo cual es una
recompensa en sí mismo- sino que lo había hecho aun enfren-
tando la oscuridad y la posibilidad del fracaso».7
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UN ÚNICO PROPÓSITO
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Parte 2
LAS HABILIDADES
OBSERVABLES EN EL
LÍDER PERFECTO
CAPITULO 7
Visión compartida
LA IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN
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Lo tiró hacia arriba y mientras los músicos veían como caía, lentamente
y con toda gracia, el director dijo: «Eso es. Así quiero que lo toquen». 1
U n a cosa es tener visión, pero si no hay comunicación clara la visión
jamás podrá hacerse realidad. Sí los demás entienden la visión lo sufi-
ciente como para articularla, solo entonces podemos esperar que la persi-
gan con pasión. Leonard Sweet da un sabio consejo: «No son las personas
que tienen razón quienes cambian el m u n d o . Son las personas que pue-
den comunicar su definición sobre lo que está bien quienes lo logran». 2
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rechazo. Pero Dios le dijo que validaría su liderazgo a través de una serie
de milagros que convencería aun al más escéptico habitante de Egipto.
Mientras Moisés se mantuviera al lado de Dios, no tendría por qué preo-
cuparse.
Con sus dos primeras objeciones Moisés estaba mostrando que no se
sentía calificado para liderar al pueblo hacia la libertad porque no habla-
ba con elocuencia (4:10) y que por eso Dios debía elegir a alguien más
(4:13). En ese momento, su miedo al fracaso era más potente que su
memoria. Habían pasado tantos años desde que utilizara alguna de las
capacidades de liderazgo que ya no creía tenerlas. Una vez más Dios res-
pondió con compasión. Prometió darle las palabras que debería pronun-
ciar y luego le asignó a Aarón como ayudante:
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EL LÍDER PERFECTO
HECHOS 29
Se nos dio la vida porque Dios nos soñó. A cada uno, indivi-
dual y específicamente por nombre. No eres un accidente. Dios
quiso que existieras y no solo te dio la vida sino que también te
invistió con promesas y potencial. Dentro de ti está la oportu-
nidad de unirte a Dios en el cumplimiento de la gran aventura
concebida en su mente para ti desde la eternidad.3
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EL LÍDER PERFECTO
"Todavía faltan cuatro meses para la cosecha"? Yo les digo: ¡Abran los
ojos y miren los campos sembrados! Ya la cosecha está madura» (v. 34-
35).
Antes de que llegaran a escena los discípulos, la mujer samarita-
na con quien Jesús había estado hablando fue a contarles a los de su
aldea que este hombre sabía todo lo que ella había hecho en su vida.
Cuando Jesús les dijo a sus discípulos que miraran los campos que esta-
ban listos para la cosecha, es posible que se refiriera a los samaritanos que
estaban en camino para hablar con él. Este pasaje ilustra cómo Jesús bus-
caba siempre comunicar a sus seguidores la visión más amplia, la de la
voluntad del Padre. El Dr. Hans Finzel, director ejecutivo de una gran
organización que establece iglesias, escribe:
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Entonces Elíseo oró: «SEÑOR, ábrele a Guiezi los ojos para que
vea». El SEÑOR así lo hizo, y el criado vio que la colina estaba
llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Elíseo. (2
Reyes 6:16-17)
Las visiones más significativas no son las que declaran los gran-
des oradores desde un podio. Son las que comunicamos jun-
to a la cama de nuestros hijos. Las oportunidades más grandes
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EL LÍDER PERFECTO
para comunicar la visión se dan entre las 7:30 y las 9:30 PM,
de lunes a domingo. En las horas de cierre del día tenemos una
oportunidad única para plantar las semillas de lo que puede y
debe ser. Aproveche cada una de estas oportunidades.5
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somos. Tiene que haber integridad y alineación para que nuestra comu-
nicación sea creíble y persuasiva.
Muchos padres han descubierto que de nada sirve tratar de criar a
sus hijos con estándares morales si ellos mismos no los poseen. No tiene
sentido tratar de que los hijos obedezcan a Dios sin amarlo, y es imposi-
ble que los padres enseñen a sus hijos a amar a Dios si ellos no lo aman.
Este pasaje también subraya el hecho de que la visión se imparte de
manera formal e informal a la vez. En estos versículos se les dice a los
padres que impartan a sus hijos los mandamientos de Dios no solo en
un entorno estructurado («cuando estés en tu casa» v. 7) sino también de
manera espontánea y no estructurada («cuando vayas por el camino» v.
7). Cuando las personas consideran en serio el conocer a Dios, comien-
zan a encarnar y exhibir aquello de lo que hablan. Los principios morales
y espirituales se transmiten mejor en el laboratorio de la vida; se trans-
miten tanto a través del carácter como por medio de las palabras. La ver-
dad se proclama de manera más efectiva cuando uno es consistente entre
lo dicho y lo hecho.
El mensaje de Proverbios 2 dice que la sabiduría se encuentra solo si
se busca con intención:
La razón por la que este padre puede implorarle a su hijo que busque
la sabiduría es porque el hijo había visto hacer esto mismo a su padre.
Los padres que instruyen a sus hijos en el temor reverencial al Señor,
cuando ellos mismos no le temen, son como quienes intentan describir
algo que no han visto. Larry Crabb se explaya en cuanto al poder y la
importancia de transmitir una visión a otra persona:
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EL LÍDER PERFECTO
¿Qué pasaría si tuviéramos una visión los unos para los otros, si
pudiéramos ver la gloria perdida en nosotros mismos, en nues-
tra familia y amigos? ¿Cuál sería el efecto en sus hijos e hijas si
ellos supieran que le embargan las posibilidades de la gloria res-
taurada, de lo que podrían llegar a ser; no en términos de éxito,
talento o aspecto externo, o de riqueza material sino en cuan-
to a su bondad, su fuerza, su seguridad en sí mismos y una vida
plena?
Cuando las personas se conectan sobre la base de una visión
de lo que son y lo que pueden llegar a ser; cuando vemos en
otros lo poquito de Jesús que ya se ha comenzado a formar por
debajo de la inseguridad, el miedo y el orgullo; cuando anhe-
lamos más que nada ver ese poquito de Jesús madurar y desa-
rrollarse; entonces se libera algo de nuestro interior que logra
formar más de Jesús en ellos. Ese poder es la vida de Cristo, lle-
vada a otras almas a través del puente de nuestra visión para
ellos, una vida que toca la vida de otros con un poder de nutri-
ción. La visión para los demás cubre las distancias entre dos
almas y provoca la liberación del poder que tenemos dentro. 6
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EL LÍDER PERFECTO
¡GRANDES LOGROS!
S teve siempre había soñado con un negocio propio, pero mayor toda-
vía que su deseo era su firme creencia en que podría lograr que en
cada hogar y oficina hubiera computadoras a precios accesibles. Creía que
con esto se revolucionaría el mundo. Por lo tanto dio el salto y formó su
propia compañía de computación. El único problema era que sabía de
computadoras, pero no de negocios. Necesitaba al mejor director ejecu-
tivo que pudiera conseguir, es decir a John Sculley, director de PepsiCo,
Inc. De alguna manera Steve tendría que convencer a Sculley para que
dejara su importante posición en una de las compañías más prestigiosas
y rentables del mundo para ocuparse de su joven e incipiente compañía.
Steve se las arregló para conseguir una cita con John Sculley. Sculley escu-
chó al joven con paciencia y hasta permitió que programara una segun-
da cita. Por fin, y luego de varias reuniones, Sculley le presentó la realidad
a Steve:
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CAPÍTULO 8
Innovación
Son contados los días de los años de nuestra vida, y giran más
rápido que el huso del que hila. La vida es un corto y febril
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EL LÍDER PERFECTO
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INNOVACIÓN
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INNOVACIÓN
pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gra-
cia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios
nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que
vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.
(Juan 1:1-18)
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INNOVACIÓN
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CAPÍTULO 9
La toma de decisiones
L A T O M A D E DECISIONES R E Q U I E R E
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LA TOMA DE DECISIONES
EL PODER DE LA ORACIÓN
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Dios no es una fuerza borrosa que vive en algún lugar del cielo,
ni una abstracción como proponían los griegos, ni un sobrehu-
mano sensual como los que adoraban los romanos, y definitiva-
mente no es el relojero ausente de los deístas. Dios es personal.
Él entra en la vida de las personas, se involucra con las fami-
lias, se aparece en lugares imprevistos, elige líderes poco pro-
bables, le pide a las personas que justifiquen su conducta. Más
que todo, Dios ama.2
Por supuesto que antes de ser el Dios de Israel, Dios era el Dios de
Abraham. La historia de las oraciones de Abraham por las pocas personas
justas de Sodoma ilustra la verdad bíblica de que Dios de manera miste-
riosa incorpora nuestras oraciones a su plan eterno. Abraham fundó su
intercesión en la invariable justicia del Amo y Rey del mundo:
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LA TOMA DE DECISIONES
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EL LÍDER PERFECTO
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L A TOMA D E DECISIONES
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EL LÍDER PERFECTO
... así la natural tintura del valor se debilita con los barnices
pálidos de la prudencia, las empresas de mayor importancia
por esta sola consideración mudan camino, no se ejecutan y se
reducen a designios vanos.
-Hamlet, Tercer Acto, Escena 1
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LA TOMA DE DECISIONES
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E L LÍDER PERFECTO
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LA TOMA DE DECISIONES
EL PELIGRO DE EXCLUIR A D I O S
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E L LÍDER PERFECTO
Los israelitas recabaron datos (vv. 7-14), pero omitieron un paso cru-
cial en este proceso: «Los hombres de Israel... no consultaron al SEÑOR»
(v. 14). Muchos años más tarde Santiago se refirió a este tema justamen-
te cuando escribió: «Más bien, debieran decir: “Si el Señor quiere, vivire-
mos y haremos esto o aquello”» (Santiago 4:15).
En Decision Making by the Book, Haddon Robinson comenta esta
afirmación de Santiago y dice: «Santiago no se opone a los planes... y no
busca la decisión por azar, ni se muestra contrario al compromiso ... Lo
que Santiago advierte es que nuestra libertad para planificar no es una
licencia para vivir excluyendo a Dios de nuestras vidas. Porque el llegar a
esa conclusión sería arrogante». De hecho, afirma Robinson, «la frase “Si
el Señor quiere” debiera infectar nuestro pensamiento. Tiene que formar
parte de nuestro vocabulario, de manera pre establecida».9
En esta ocasión Josué no consultó a Dios y por esto tomó una mala
decisión. Al fin se vio obligado a mantener a su pueblo comprometido
con los gabaonitas, y esto le impidió a Israel conquistar del todo la tie-
rra de Canaán. Aunque luego Josué pudo sacar el mejor provecho de
esta mala situación, los resultados finales no fueron óptimos en abso-
luto. Santiago urge a todo quien cree en el Dios soberano a consultar
primero con él antes de tomar cualquier decisión. Robinson vuelve a
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LA TOMA DE DECISIONES
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EL LÍDER PERFECTO
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LA TOMA DE DECISIONES
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CAPITULO 1 0
La resolución de problemas
«No te imagines que por estar en la casa del rey serás la única
que escape con vida de entre todos los judíos. Si ahora te que-
das absolutamente callada, de otra parte vendrán el alivio y la
liberación para los judíos, pero tú y la familia de tu padre pere-
cerán. ¡Quién sabe si no has llegado al trono precisamente para
un momento como éste!». (Ester 4:13-14)
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LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
Aman (7:6-10) le pidió al rey Jerjes que les permitiera, a ella y a su primo
Mardoqueo, escribir un decreto que anulara el efecto del edicto previo,
permitiendo que los judíos se defendieran en las provincias del imperio
(8:1-17).
Ester y Mardoqueo nos demuestran cuánta energía hay que inver-
tir en sopesar un problema, en contraposición a lo que se invierte en
planificar una solución. También nos recuerdan que la creatividad y el
momento justo son elementos esenciales para la solución exitosa de las
dificultades.
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EL LÍDER PERFECTO
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LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
R E S O L V A M O S EL P R O B L E M A C O R R E C T O
Al ver los israelitas que Moisés tardaba en bajar del monte, fue-
ron a reunirse con Aarón y le dijeron:
—Tienes que hacernos dioses que marchen al frente de
nosotros, porque a ese Moisés que nos sacó de Egipto, ¡no sabe-
mos qué pudo haberle pasado!
Aarón les respondió:
—Quítenles a sus mujeres los aretes de oro, y también a
sus hijos e hijas, y tráiganmelos.
Todos los israelitas se quitaron los aretes de oro que lleva-
ban puestos, y se los llevaron a Aarón, quien los recibió y los
fundió; luego cinceló el oro fundido e hizo un ídolo en forma
de becerro. Entonces exclamó el pueblo: «Israel, ¡aquí tienes a
tu dios que te sacó de Egipto!» (Éxodo 32:1-4)
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EL LÍDER PERFECTO
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LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
Pero yo le respondí:
—¡Yo no soy de los que huyen! ¡Los hombres como yo no
corren a esconderse en el templo para salvar la vida! ¡No me
esconderé!
Y es que me di cuenta de que Dios no lo había enviado,
sino que se las daba de profeta porque Sambalat y Tobías lo
habían sobornado. En efecto, le habían pagado para intimi-
darme y hacerme pecar siguiendo su consejo. De este modo
podrían hablar mal de mí y desprestigiarme.
«¡Dios mío, recuerda las intrigas de Sambalat y Tobías!
¡Recuerda también a la profetisa Noadías y a los otros profetas
que quisieron intimidarme!» (Nehemías 6:11-14)
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EL líder PERFECTO
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CAPÍTULO I I
La formación de un equipo
TRABAJO EN EQUIPO
equipo, Una de las marcas que distinguen al buen líder será la cantidad
y el calibre de las personas a las que pueda persuadir para que se unan a
su proyecto. El más grande de los reyes de Israel, David, tenía un equipo
formado por «hombres valientes»:
Como David tenía por intención hacer cosas grandes, solamente los
más fuertes y valientes podían mantenerse a su lado. Los que no logra-
ban seguirle el paso no podían unirse al equipo.
«Solo no puedes»
Don Bennett se sentía en la cima del mundo. Tenía más riqueza de la
que podríamos imaginar siquiera. Sus propiedades incluían una casa de
campo, un chalet para esquiar y una gran casa de ocho dormitorios sobre
la orilla de la Isla Mercer en Seattle. Y luego todo cambió. Un bello día
soleado de agosto de 1972, Don iba con sus hijos en una lancha cuando
cayó por la borda y la hélice le cortó las piernas. Casi muere desangrado
158
L A F O R M A C I Ó N D E U N EQUIPO
pero logró sobrevivir. Hicieron falta 480 puntos para suturar los cortes de
su pierna izquierda. Perdió la pierna derecha desde encima de la rodilla.
Y lo peor fue que mientras estaba en el hospital recuperándose
de este accidente, su negocio quebró. Don sentía que lo había perdi-
do todo, excepto su determinación. Asombró a todos cuando logró vol-
ver a esquiar. Y con el tiempo les enseñó a hacerlo a otras personas que
también habían perdido una pierna. Inició un nuevo negocio, Video
Training Center, y entre sus clientes se contaban empresas como Boeing
y Weyerhaeuser. Se le despertó el gusto por andar en kayak y fue enton-
ces que empezó a soñar con volver a escalar montañas.
Había escalado el Monte Rainier en 1970 y quería hacerlo nueva-
mente. Pero sabía que solo no podría hacerlo. Se entrenó, recorriendo
ocho kilómetros al día con ayuda de sus muletas. Con un equipo de
cuatro personas más llegó a unos ciento veinte metros de la cima antes
de que las condiciones meteorológicas y un fuerte viento les obligaran
a bajar. Cuatro meses más tarde volvió a entrenar con el capitán de su
equipo. Durante un año se esforzaron, preparándose para volver a la
montaña. Escaló durante cinco días dedicando catorce horas cada vez a
saltar, arrastrarse y subir como podía, utilizando su pierna izquierda don-
de el lugar se lo permitía. El 15 de julio de 1982, Don Bennett tocó la
cima de la montaña. Fue el primer amputado en escalar los 4.393 metros
del Monte Rainier.
Cuando le preguntaron cuál era la lección más importante que había
aprendido de todo esto, su respuesta fue simple: «Solo no se puede».
Describió que una vez al cruzar un campo helado su hija le acompaña-
ba, y al ver que todo se le hacía tan difícil, la niña dijo: «Tú puedes, papá.
Eres el mejor papá del mundo. Tú puedes». Les dijo a quienes le entrevis-
taron que no podía dejar de saltar hasta la cima, con las dulces palabras
de su hijita resonando en sus oídos y dándole ánimo. 1
«Solo no se puede». ¡Tiene mucho sentido! Porque muy pocos logros,
si acaso alguno de los que sobresalen entre tantas cosas pueden conse-
guirse cuando uno trabaja a solas. Este es un hecho que la mayoría de
las personas conoce. Pero lo que no es tan obvio es que no cualquiera
podrá ayudarnos. Don Bennnet no reclutó a sus ayudantes buscando en
la población de un hogar de ancianos. No. Formó un equipo de perso-
nas que querían escalar hasta la cima de ese monte de 4.400 metros, y lo
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E L LÍDER P E R F E C T O
que es quizá más importante, que podían hacerlo. Quien intenta realizar
grandes hazañas tendrá que ser capaz de reclutar a un equipo de perso-
nas dispuestas, capaces y valientes.
EL TRABAJO EN E Q U I P O Y LA T R I N I D A D
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LA FORMACIÓN DE UN EQUIPO
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LA FORMACIÓN DE UN EQUIPO
E l rey David fue líder de uno de los equipos más célebres de todo el
Antiguo Testamento. Este grupo era el equipo estrella, con sus gue-
rreros inconmovibles y valientes, celebrados por sus esfuerzos y cora-
je. Eran hombres dispuestos, preparados y capaces de entrar en batalla
y entregar sus vidas por el hombre que conocían como líder elegido por
Dios.
Surgen varias cosas cuando pensamos en la forma en que David for-
mó su equipo. Primero, David pasaba tiempo junto a su equipo en las
batallas. Necesitamos estar con nuestro equipo «en las buenas y en las
malas». Se forman vínculos sólidos cuando se comparten experiencias.
En segundo lugar, sabiendo que estaban dispuestos a hacer sacrifi-
cios por él, David se aseguró de que supieran que él estaba dispuesto a
hacer lo mismo por ellos. Cuando tres de sus valientes hombres arries-
garon sus vidas para obtener agua potable para él durante una batalla,
David se negó a bebería, demostrando su compromiso y voluntad de
compartir los riesgos con ellos (2 Samuel 23:13-17). Tenemos que com-
prometernos con nuestro equipo con toda sinceridad.
El tercer punto es que David celebraba la victoria con los miem-
bros de su equipo. Una y otra vez David y sus hombres enfrentaron
obstáculos que parecían insalvables, y vieron cómo Dios los liberaba.
Tenemos que reconocer las victorias y tomarnos el tiempo de celebrar
con los miembros de nuestro equipo.
Finalmente, David honraba a sus amigos. Estos hombres eran cono-
cidos en esas tierras como «los valientes de David», una frase que servía
como estandarte y los señalaba como extraordinarios (2 Samuel 23:8-17;
1 Crónicas 11:10-11). No eran hombres valientes cualesquiera. Eran los
hombres valientes de David. Tenemos que formar el sentido de identi-
dad de nuestro equipo para poder mantenernos firmes cuando lleguen
los momentos de mayor presión.
163
E L LÍDER P E R F E C T O
familia de Dios. Somos personas que viajamos con otras, llamados todos
a un pacto de relación. Cuando acudimos a Dios desesperanzados y gol-
peados, sin nada en las manos, y recibimos su don de perdón y salva-
ción, estamos «comprando un paquete». Al hacerlo Dios nos dice: «Si
me amas, tienes que amar también a mi pueblo».
Vivimos en una cultura individualista pero somos llamados a la rela-
ción. Greg Johnson observó, como mencionamos antes, que no somos
llamados a ser personas de Dios sino pueblo de Dios.
Una frase que por lo general no se toma en cuenta en toda esta dis-
cusión sobre las relaciones es la primera parte del versículo 14 del capítu-
lo 3 de Marcos: Jesús apartó a sus discípulos «para que lo acompañaran».
Antes de ser enviados a ministrar al mundo los discípulos fueron llama-
dos a una experiencia personal con Jesús. En su sabiduría, Cristo jamás
quiere que nadie hable del cristianismo como un vendedor, sino como
un testigo, como alguien que de primera mano ha experimentado aque-
llo de lo que habla. Hay algo en la persona que ha estado con Jesús que
la distingue.
Y es bueno que veamos cómo podemos invertir de nosotros mismos
en otros para que lo que hayamos aprendido, lo que valoramos, lo que
es el pilar de nuestras vidas, perdure aun cuando ya no estemos. La men-
te prudente siempre construye una sucesión. La mente prudente siem-
pre busca ser mentora de otros que lleguen a posiciones de liderazgo en
el futuro. Una vieja parábola popular dice que el sabio es el que planta
árboles para dar sombra aunque sepa que él nunca llegará a disfrutarla.
Los planta para sus hijos, y para los hijos de sus hijos.
Vemos un gran ejemplo de la relación entre la sinergia, el ser mento-
res y la formación de equipos en el mundo de los deportes. Muchos de los
entrenadores de nuestra era solían jugar para los entrenadores de épocas
pasadas. En la Serie Mundial del 2002, los Anaheim Angels jugaron contra
los San Francisco Giants. Ambos equipos eran dirigidos por sus respectivos
ex jugadores Mike Scioscia y Dusty Baker. Los dos se cuentan entre los
mejores entrenadores del béisbol profesional y dicen que fue una maravi-
llosa experiencia jugar para el legendario Tommy Lasorda. Byron Scott fue
entrenador de los New Jersey Nets en las finales de la NBA. Atribuye direc-
tamente gran parte de su éxito al hecho de haber jugado bajo la tutela de
Pat Riley. Como entrenador de los San Francisco Forty-Niners, Bill Walsh
164
LA FORMACIÓN DE UN EQUIPO
Un equipo de especialistas
Los equipos están formados por especialistas posicionales. Estas perso-
nas por lo general han sido reclutadas por su capacidad individual y la
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E L LÍDER P E R F E C T O
Quizá veamos a Leví como una elección arbitraria, pero como vimos
antes Jesús había pasado la noche entera orando antes de elegir a sus
discípulos. Es decir, que eligió a Mateo con toda intención. Al elegir a
un recaudador de impuestos Jesús demostró dos principios importantes
para la formación de un equipo.
166
LA FORMACIÓN DE UN EQUIPO
167
EL LÍDER PERFECTO
Cuando Jesús pasó por allí vio a Leví. La mayoría de las personas
habrían tratado de ignorar al recaudador de impuestos, pasando a su
lado sin mirarlo siquiera. Jesús era diferente. Miró a Leví a los ojos y lo
llamó a un discipulado inmediato.
Leví respondió enseguida, con todo su ser. Quizá ya conocía a Jesús.
El Mar de Galilea, y en especial la orilla cercana a Capernaúm, era el
«cuartel general» de Jesús. Sin duda Leví lo habría oído predicar. Habría
sido testigo del llamado de Jesús a los cuatro pescadores. Claro que les
había cobrado impuestos muchísimas veces, en especial después de la
pesca milagrosa (Lucas 5:4-7). Aunque el texto es un poco confuso en
torno a este punto, es probable que Leví cerrara su negocio y luego arre-
glara las cuentas con las autoridades romanas a las que debía responder
antes de abandonar su puesto para seguir a Jesús. Si no lo hubiera hecho
se le consideraría irresponsable como mínimo, y también habría repre-
sentado un peligro que pondría en riesgo el ministerio de Jesús.
Una cosa era que los cuatro pescadores (Pedro y Andrés, Santiago
y Juan) dejaran sus negocios en manos de sus padres (Mateo 4:18-22).
Siempre tendrían la opción de regresar. De hecho, después de la resurrec-
ción los apóstoles volvieron a Galilea y pasaron algún tiempo pescando
(Juan 21:1-14). Sin embargo, la situación de Leví era diferente. No tenía
otras opciones. Era un miembro menor en una enorme estructura corpo-
rativa. Había jóvenes publicanos ansiosos por ocupar su lucrativo puesto.
Cuando se fue, sabía que se iba para siempre.
Además de Mateo, recaudador de impuestos, Jesús reclutó a Simón
el Zelote (Lucas 6:15), que se hallaba en el extremo opuesto a Mateo del
espectro político. Jesús le enseñó a este equipo de personas a entender-
se, apreciarse y amarse los unos a los otros. Jesús dio forma a este equi-
po, convirtiéndolo en una unidad íntimamente entretejida. Aun así los
reclutó, a cada uno de ellos, basándose en sus puntos fuertes como indi-
viduos. Reclutó personas que contribuirían con los demás miembros del
equipo y con los objetivos del equipo como unidad.
Los equipos, por su naturaleza, requieren de especialistas. Y los espe-
cialistas suelen tener personalidades y puntos de vista diferentes. Los
miembros de un equipo combinan sus puntos fuertes para ayudarse a cre-
cer y cambiar su mundo. Un equipo con tal diversidad puede ser más
168
LA FORMACIÓN DE UN EQUIPO
difícil de liderar ... ¡pero domar leones es más excitante que alimentar
gatitos!
Confianza en el equipo
Todo líder competente conocerá la importancia de la formación del
equipo. Pero, ¿cómo se logra formar un equipo? Una vez más Jesús nos
da el ejemplo:
Hay un factor que para el liderazgo efectivo quizá sea más importan-
te que las cualidades de liderazgo o la capacitación extensa. Según John
R. Katzenbach y Douglas K. Smith, los líderes efectivos «simplemen-
te necesitan creer en su propósito y en su gente».5 Katzenbach y Smith
afirman que cuanto más firme sea esta creencia, tanto más permite a los
líderes encontrar casi por instinto el equilibrio adecuado entre la acción
y la paciencia mientras trabajan para formar equipos efectivos.
169
EL LÍDER PERFECTO
Nadie ilustra este principio mejor que Jesús. Cuando Jesús le pre-
guntó a Pedro «¿Quién dices que soy yo?», no estaba jugando a los acer-
tijos con este pescador. Si Pedro iba a liderar la iglesia debía conocer muy
bien la identidad de Cristo y su propósito. Pedro no pestañeó siquie-
ra antes de responder. Con toda seguridad declaró que Jesús era «el
Cristo, el Hijo del Dios viviente». Cuando Pedro confesó que Jesús era
el «Cristo», exhibió un entendimiento del propósito del Señor. Él era el
Ungido, el Mesías, el Salvador. Había venido para salvar a todos los que
quisieran confiar en él.
Jesús respondió no solo afirmando la revelación del Padre a Pedro,
sino expresando también su confianza en el futuro rol del discípulo como
líder de la iglesia. Aunque los teólogos debaten sobre el significado exac-
to de las palabras de Jesús, hay una cosa que está muy en claro: Jesús le
confió a Pedro un rol de liderazgo clave. Y ese paso fue crucial para el
desarrollo futuro del equipo de hombres y mujeres que harían llover el
evangelio sobre el imperio romano.
EL PODER DE LA SINERGIA
Comunicación
APRENDAMOS A ESCUCHAR
EL D I O S QUE HABLA
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EL LÍDER PERFECTO
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COMUNICACIÓN
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EL LÍDER PERFECTO
Jesús dijo que vino para que nos fuera posible conocer al Padre:
«Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el
Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera
revelarlo» (Mateo 11:27). Como Dios ha tomado la iniciativa, ha hecho
que nos fuera posible conocerle y nos invita a comunicarnos con él per-
sonalmente a través de las Escrituras y la oración.
178
COMUNICACIÓN
«sarcasmo» tiene como raíz la idea de cortar carne. Todo aquel que haya
oído un discurso sarcástico conoce el dolor del filo de las palabras.
Es posible que si nos guardamos las emociones, nuestra salud se vea
afectada, pero esto no nos da la libertad de ventilar nuestra ira, irri-
tación, desilusión, impaciencia, estrés, inseguridad, culpa o cualquier
otra emoción negativa que sintamos al momento de hablar. Dietrich
Bonhoeffer habló de la necesidad de poner en práctica «el ministerio de
guardar la lengua». «Muchas veces combatimos mejor los pensamientos
de maldad si nos negamos a expresarlos con palabras ... Tiene que ser una
regla decisiva en todo cristiano que nos prohibamos decir muchas de las
cosas que se nos ocurren».4
Los líderes que actúan con sabiduría piensan antes de hablar y al
hacerlo seleccionan palabras que logren nutrir en lugar de destruir.
Cuando se enfrentan con la hostilidad hablan con suavidad, como para
calmar la ira en lugar de azuzarla (Proverbios 15:1). En la epístola del
Nuevo Testamento, Santiago escribió: «Mis queridos hermanos, tengan
presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para
hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que
Dios quiere» (Santiago 1:19-20). Estos tres mandamientos (ser rápidos
para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarnos) son los man-
damientos bíblicos más desobedecidos por nosotros. Sin embargo, si se
los observa con regularidad pueden cambiar la vida de una persona de
manera radical y contribuir a que vivamos la vida justa que Dios quiere.
Nuestra capacidad para comunicarnos puede evocar confianza o
desconfianza en las personas que están bajo nuestro liderazgo. Puede ins-
pirarles seguridad o temor. Y determinará en gran medida las ganas que
tengan de escucharnos, creer en lo que decimos y seguirnos.
La lengua tramposa
Como hemos sido creados a imagen de Dios somos seres personales,
relacionales y comunicativos. El tema no es entonces si nos comunica-
mos o no, sino cuán efectiva y adecuada será nuestra comunicación. Lo
que digamos puede bendecir o lastimar a otros, como lo señala Santiago
en su epístola. Santiago es el libro de sabiduría del Nuevo Testamento, y
al igual que el libro de Proverbios, nos dice mucho sobre las palabras que
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EL LÍDER PERFECTO
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COMUNICACIÓN
Así está escrito: «No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay
nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han
extraviado; por igual se han corrompido. No hay nadie que
haga lo bueno; ¡no hay uno solo!». «Su garganta es un sepul-
cro abierto; con su lengua profieren el engaño». «¡Veneno de
vibora hay en sus labios!».«Llena está su boca de maldiciones y
de amargura». «Veloces son sus pies para ir a derramar sangre;
dejan ruina y miseria en su camino, y no conocen el camino de
paz». «No hay temor de Dios delante de sus ojos». (Romanos
3:10-18)
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COMUNICACIÓN
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E L LÍDER PERFECTO
18.2). John Stott cuenta una bellísima historia sobre Joseph Parker,
quien sirviera en el City Temple of London a fines del siglo diecinueve.
Un domingo por la mañana cuando Parker subía al pulpito, una mujer
le tiró un papel. Él lo levantó y leyó lo que decía: «¡Necio!» El Dr. Parker
se dirigió a la gente y dijo: «He recibido muchas cartas anónimas en mi
vida. Todas contenían un texto con una firma debajo. ¡Sin embargo, hoy
por primera vez recibí una que solo contiene la firma y ningún texto!»6
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CAPÍTULO 1 3
Aliento
L A IMPORTANCIA D E L A ESPERANZA
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EL D I O S D E L ALIENTO Y EL Á N I M O
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ALIENTO
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ALIENTO
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ALIENTO
El aliento de un amigo
En las circunstancias y altibajos de la vida a veces recibimos golpes que
nos dejan sangrando, boqueando por un poco de aire porque no pode-
mos respirar. En esos momentos nos hace falta la reafirmación de Dios y
de otros para que podamos permanecer fieles en «la buena batalla de la
fe» (1 Timoteo 6:12), «fijando la mirada en Jesús» (Hebreos 12:2) para
«terminar la carrera» (Hechos 20:24).
Jonatán y David formaron una relación profunda, de pacto, de apo-
yo mutuo, que a ambos les vino bien y les dio consuelo y fortaleza en
momentos de inestabilidad.
193
EL LÍDER PERFECTO
hermano! Más preciosa fue para mí tu amistad que el amor de las muje-
res» (2 Samuel 1:26).
Jonatán alentó a David al demostrarle su lealtad en los buenos
momentos, cuando David era el miembro favorito de la corte de Saúl.
Pero luego, cuando su padre Saúl quería matar a David, el apoyo de
Jonatán fue mucho más importante para su amigo. Muchos de los que
habían apoyado a David en los buenos momentos le abandonaron cuan-
do más apoyo necesitaba.
En esta situación tan difícil, de prueba, Jonatán fue modelo del
carácter del consolador. Cuando David no podía darle nada a cambio,
Jonatán lo sostuvo ofreciéndole toda su ayuda:
Imagine cómo se habrá sentido David sabiendo que a pesar del gran
riesgo personal, su querido amigo Jonatán seguiría a su lado haciendo
todo lo posible por protegerlo. Jonatán le hizo a su amigo una promesa,
sin condiciones, y demostró su voluntad de interponerse ante el peligro
para proteger a David.
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ALIENTO
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CAPÍTULO 14
Exhortación
AMISTAD Y LIDERAZGO
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E L LÍDER PERFECTO
L A E X H O R T A C I Ó N D E D I O S : « ¡ T Ú ELIGES!»
Es decir, que Dios tiene planes maravillosos para su pueblo. Sus pla-
nes son para que estemos llenos de gozo, para que seamos prósperos. Sin
embargo, él no nos impondrá sus planes. Podemos tener lo mejor de
Dios, y podemos tener gozo y prosperidad, pero solo si buscamos a Dios
con toda diligencia.
Como padres nos sentimos frustrados cuando nuestros hijos eligen o
deciden algo que sabemos les causará dolor y perjuicio. Aun así, tenemos
que permitir que nuestros hijos tengan cierta libertad, porque de otro
modo no podrán ser seres humanos plenos. A medida que crecen y les
damos más y más soga, corren peligro de tomar más decisiones equivo-
cadas. Pero es necesario que maduren y tenemos que permitirles mayor
libertad, porque si no, estaremos todo el tiempo mimándolos y even-
tualmente, les robaríamos su dignidad. El amor siempre implica correr
riesgos.
Moisés urgía al pueblo de Dios a aferrarse a la vida confiando y obe-
deciendo al Señor: «Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra
ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendi-
ción y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descen-
dientes» (Deuteronomio 30:19). ¡No hay nada oscuro ni escondido en
esta exhortación!
«Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervo-
roso y arrepiéntete» (Apocalipsis 3:19). Como a Dios le importamos en
lo personal, y él tiene interés por nuestro bienestar, nos advierte y urge
al arrepentimiento y a seguirle mientras todavía hay tiempo. Lo hace
por tres medios principales. Ante todo utiliza el ministerio de convic-
ción del Espíritu Santo. La convicción del Espíritu de Dios siempre será
específica, no general. Satanás buscará acusar con generalidades, pero el
Espíritu con todo amor señalará con su dedo las cosas específicas de las
que hemos de ocuparnos.
Otro de los medios utilizados por Dios para corregirnos es la exhor-
tación de otros creyentes. Tenemos que escuchar el ministerio de exhor-
tación que Dios nos brinda a través de otras personas. Muchas veces, este
ministerio vendrá de parte de quienes más nos aman. Pero es lamenta-
ble que tantas veces sean justamente estas personas a las que no valora-
mos, sin escucharlas demasiado. Aun así, Dios puede usar a las personas
201
E L LÍDER PERFECTO
con las que tenemos relaciones de pacto para que nos hablen palabras de
aliento y exhortación.
Por último, Dios también llama nuestra atención a través de su
Palabra: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para
reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo
de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra» (2 Timoteo
3:16-17). Al profundizar en las Escrituras con frecuencia encontrare-
mos cosas en el texto que parecen hablarle directamente a nuestros cora-
zones. Puede ser una palabra de consuelo, y también puede tratarse de
exhortación.
Tenemos que recordar que la revelación siempre requiere de una res-
puesta. Dios nunca nos revela algo solo para informarnos. Su deseo es
transformarnos, pero para eso hace falta que respondamos a su invitación.
Aunque es triste, es posible que rechacemos las exhortaciones de
Dios. A lo largo del tiempo, tal rechazo puede llevar a una concien-
cia dormida y a la incapacidad de dejarnos convencer por el Señor (1
Timoteo 4:2). Recordemos que Dios suele hablar en «un suave murmu-
llo» (1 Reyes 19:12). Es posible que nos volvamos insensibles a su voz y
que Dios se vea obligado a usar métodos más severos para llamar nues-
tra atención. Y él puede ser increíblemente creativo en los métodos que
utiliza para nuestra convicción. C. S. Lewis dijo: «Dios nos susurra en
nuestros placeres. Nos habla en nuestra conciencia y nos grita en nues-
tro dolor. El dolor es el megáfono de Dios para despertar a un mundo
de oídos sordos».2
Tarde o temprano cada uno de nosotros siente la exhortación de
Dios a través de una convicción interna, una porción de las Escrituras,
o la participación de otro creyente. La pregunta es: ¿Cómo responde-
mos? «Hijo mío, no desprecies la disciplina del SEÑOR, ni te ofendas por
sus reprensiones. Porque el SEÑOR disciplina a los que ama, como corri-
ge un padre a su hijo querido» (Proverbios 3:11-12; Hebreos 12:4-13).
Tampoco en esta exhortación hay nada oscuro ni difícil de entender.
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EL LÍDER PERFECTO
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EXHORTACIÓN
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EL líder PERFECTO
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EXHORTACIÓN
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CAPÍTULO 15
Edificación de relaciones
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EL LÍDER PERFECTO
EL D I O S DE LAS RELACIONES
L a Biblia tiene que ver con las relaciones entre las personas. Todos los
más grandes teólogos de la historia de la iglesia han acordado que es
así. Y claro está que el ejemplo más grande es el de Jesús. Cuando se le
pidió que resumiera la vida centrada en Dios, dijo que era muy sencillo:
Amar a Dios y amar al prójimo (Marcos 12:28-31). Mucho después, San
Agustín, gran teólogo de la primera iglesia, observaría que todo lo escri-
to en la Biblia tiene como objetivo enseñarnos a amar a Dios y al próji-
mo. 2 Más de mil años pasaron y un monje agustino convertido, llamado
Martín Lutero, se hizo eco de esta misma idea cuando declaró que la vida
cristiana consiste en relacionarnos con quienes nos rodean, y en particu-
lar, con el servicio al prójimo.3 Michael Wittmer dice: «La única verdad
en la que todos parecen estar de acuerdo, desde Moisés a Jesús y luego de
San Agustín a los reformadores, es que es prácticamente imposible agra-
dar a Dios sin amar al prójimo».4
Por supuesto, esta verdad no nos sorprende si consideramos que el
Dios trino es un ser personal que existe como gozosa comunidad de
humildad, servicio y mutua sumisión. La Trinidad es «una comunidad
autosuficiente de inefables y magníficos seres personales llenos de amor,
conocimiento y poder sin límites», dice Dallas Willard.5
Este gran Dios no solo existe en perfecta comunidad en sí mismo
sino que también ha pagado un altísimo precio para que nos fuera posi-
ble entrar en una relación con él por medio de los méritos de Jesucristo
y del Espíritu Santo habitando en nuestra vida. Todo esto es, claro está,
historia muy, muy antigua. Pero lamentablemente en nuestros días esta
historia tan conocida ha perdido parte de su poder e impacto, se ha des-
gastado gran parte de esta maravilla y misterio. Sin embargo, es la his-
toria más magnífica del mundo. No hay otra como ella. Dios, en su
misericordia y sabiduría y entendiendo que no podíamos salvarnos a
nosotros mismos, inicia nuestra salvación. Ofrece libremente el perdón
a todo quien acepte su simple invitación. El perdón y la reconciliación
están allí, a nuestro alcance.
Él quiere que esta relación, a su vez, se haga visible en nuestras rela-
ciones con los demás. Dios sabe que no solo somos incapaces de salvar-
nos, sino que además somos incapaces de amar de veras a los demás. Por
212
E D I F I C A C I Ó N DE RELACIONES
Dios nunca dice nada más que nos ama. Lo demuestra. Para mostrar
su amor, da. El amor genuino siempre será amor generoso. El amor de
Dios por nosotros, el amor ágape, es la firme intención de su voluntad
en pos de nuestro más alto bien. Es este amor ágape el que Dios infunde
en nosotros, y con el que nos llama a amar a los demás.
Este sentimiento es tan potente en la mente del Espíritu Santo que
más adelante en el mismo capítulo Juan nos dice que quienes no aman
a los miembros de la familia de Dios deberán cuestionarse en serio si
de veras aman a Dios (vv. 20-21). Es decir, que lo que comienza con el
amor de Dios terminará inevitablemente en una demostración práctica
del amor al prójimo.
Hay una relación recíproca entre amar a Dios y amar al prójimo.
«Todo el que cree que Jesús es el Cristo, ha nacido de Dios, y todo el que
ama al padre, ama también a sus hijos. Así, cuando amamos a Dios y
cumplimos sus mandamientos, sabemos que amamos a los hijos de Dios»
(1 Juan 5:1-2).
213
EL LÍDER PERFECTO
214
E D I F I C A C I Ó N DE RELACIONES
215
EL LÍDER PERFECTO
derecho quedó atrapado. Con la navaja pasó diez horas intentando rom-
per la piedra, pero lo único que logró fue raspar apenas un puñado de
polvo. El brazo todavía estaba atrapado.
Pasó el domingo. Y el lunes. Y Aron seguía allí sin poder salir. Se le
acabó la comida y el agua el día martes. Y el miércoles grabó un mensaje
de video para sus padres. Sobre la roca esculpió como pudo su nombre,
junto con su fecha de nacimiento y la fecha que parecía con toda segu-
ridad ser el día de su muerte. Terminó la esculpida con las iniciales de la
frase: Descansa en paz.
En algún momento de la mañana del jueves, Ralston comenzó a
tener alucinaciones. Se le apareció la visión de un niño que corría por un
lugar soleado y a quien un hombre con un solo brazo levantaba. En su
mente, algo hizo un clic y se le ocurrió amputarse el brazo derecho por
debajo del codo utilizando su navaja. Lo primero que hizo fue romper-
se los huesos del brazo. Luego se aplicó un torniquete y con la hoja de la
navaja inició el procedimiento.
Utilizó parte del contenido de su botiquín de primeros auxilios y
luego bajó el último descenso por cuerda, de unos veintiún metros, hasta
llegar al pie del Bluejohn Canyon. Desde allí caminó unos ocho kilóme-
tros corriente abajo hasta el Horseshoe Canyon, donde se topó con una
familia de holandeses que estaban de vacaciones.
Mientras tanto, en Aspen, Colorado, sus amigos estaban preocupa-
dos al ver que no había ido a trabajar. No solo se había ausentado sino
que no le había avisado a nadie cuál sería su itinerario.
Finalmente, Aron Ralston fue llevado en helicóptero al Hospital
Alien Memorial de Moab, Utah, donde debieron tratarlo primero por el
shock. No había manera de reimplantarle el brazo. Fue un suceso trági-
co con un final más o menos feliz. Aron Ralston sobrevivió, pero pagó
un precio tremendo.
Quizá la parte más trágica es que todo esto podría haberse evita-
do si Aron hubiese ido acompañado. Es difícil imaginar una ilustración
más vivida para la sabiduría bíblica que nos da Eclesiastés 4:9-10: «Más
valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen,
el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!» Este
pasaje nos recuerda por qué en las organizaciones siempre se unen las
216
E D I F I C A C I Ó N DE RELACIONES
a Oseas a casarse con una prostituta. Oseas lo hizo, y eligió a una mujer
llamada Gómer por esposa. El resultado no se hizo esperar, y no sorpren-
dió que la mujer le rompiera el corazón siéndole infiel y abandonándo-
le (Oseas 1:2). Más tarde, por mandato de Dios, Oseas buscó a Gómer,
que a la sazón estaba emocionalmente destrozada y económicamente en
la ruina. Oseas la perdonó y renovaron su relación matrimonial (3:1-2).
A través de estos problemas maritales, Oseas experimentó parte
del dolor de Dios ante la infidelidad de su pueblo. El amor de Oseas
por Gómer es una imagen del amor de Dios hacia nosotros: un amor
incondicional, pero también marcado por su santidad. Aquí, para nues-
tros propósitos específicos, sin embargo, Oseas sirve como un ejemplo a
seguir. A veces somos llamados por Dios a buscar, perdonar y restaurar
a quienes nos han ofendido. Esto ni siquiera nos acerca a una similitud
con nuestro Padre celestial. Dios perdona, pero el perdón nunca signi-
fica que no debamos pagar un precio. Estas acciones requieren de nues-
tro crecimiento en la capacidad de mostrar la gracia y el amor de Dios
a quienes nos ofenden, renunciando al derecho de ofenderles y pagarles
con la misma moneda.
218
E D I F I C A C I Ó N DE RELACIONES
219
EL LÍDER PERFECTO
220
E D I F I C A C I Ó N DE RELACIONES
¿ES REAL?
221
CAPÍTULO 16
Liderazgo de servicio
223
EL LÍDER PERFECTO
EL LÍDER Q U E SIRVE
unque se dice mucho hoy sobre el concepto del líder que sirve, no es
A un concepto nuevo. De hecho, podemos encontrar sus raíces arrai-
gadas en la Biblia. De Génesis a Apocalipsis vemos una corriente conti-
nua de líderes que usaron su posición y poder en beneficio de quienes les
rodeaban. Es claro que nadie demostró este principio mejor que Jesús de
Nazaret, y no hay momento en que expresara con mayor claridad la vir-
tud del liderazgo del servicio que en la noche previa a su crucifixión.
Cuando los discípulos entraron en el aposento alto, discutieron un
poco sobre sus expectativas de posición. Es posible que el entredicho se
iniciara en torno a quién se sentaría al lado de Jesús durante la cena. Sin
duda, estaban olvidando lo que Jesús les había dicho seis meses antes a
los fariseos en cuanto a que los últimos serían primeros, advirtiendo en
contra de quien se abre paso a los codazos hasta el mejor lugar (Lucas
14:7-11).
Jesús acababa de responder al debate de los discípulos en cuanto a
quién era el mayor entre ellos (Lucas 22:24-30). Luego, les dio una res-
puesta visual. Dijo que había venido como quien sirve, y no como quien
se sienta a la mesa para que le sirvan (v. 27). Los asombrados discípulos
entonces conocieron la verdad de esas palabras. Porque a solas, con sus
discípulos en un cuarto de la ciudad de Jerusalén, Jesús hizo lo impen-
sable. Mientras cada uno se acomodaba en su almohadón, y se servía la
cena de la Pascua, Jesús se levantó y se envolvió en una toalla.
224
L I D E R A Z G O DE SERVICIO
225
EL LÍDER PERFECTO
El Señor no les dijo que hicieran «tal cual» había hecho él, sino más
bien «como» él había hecho. No debían convertirse en lavadores de pies
de tiempo completo, sino en servidores de hombres y mujeres, dedica-
dos todo el tiempo a servir. Debían ser líderes que sirven. Juan Calvino
tenía razón cuando dijo: «Aquí Cristo no impone una ceremonia anual
sino que nos manda a estar dispuestos durante toda la vida a lavarles los
pies a nuestros hermanos».3 Lejos de querer decir que tenemos que lavar
pies, en términos literales, lo que Cristo quiere es que vivamos una vida
de amor, de servicio humilde y en sacrificio.
La acción de lavarles los pies a otros no tiene para nosotros el mis-
mo significado cultural que tenía para los que vivían en el siglo uno. Así
que aunque puede verse como gesto de humildad, como bello acto reli-
gioso, hoy podríamos pasar por alto el significado pragmático que tenía
para los apóstoles. Jesús nos llama no a una acción determinada sino a
una actitud que puede manifestarse de diferentes maneras. Hoy puede
significar ayudar a alguien sacando la basura, limpiando baños, cambian-
do los pañales del bebé. «Lavar los pies» se traduce en una gran cantidad
de tareas humildes, que muchos evitan a causa de su orgullo.
Observemos que Jesús jamás nos llama a hacer algo que él no haya
hecho primero por nosotros. Así como no nos llama a amarnos los unos a
los otros sin habernos amado primero, o a perdonar sin habernos perdo-
nado, tampoco nos invita a servir sin primero haberlo hecho él mismo.
Como nos amó, nos perdonó y nos sirvió, ahora nos invita a participar
con él del ministerio de la toalla.
En su libro The Cod of the Towel, Jim McGuiggan define el secreto
del poder de Jesús y su capacidad para la entrega:
226
LIDERAZGO DE SERVICIO
Las Escrituras nos dicen que [Jesús] tenía varias cosas en men-
te. Al decirnos una y otra vez lo que «Jesús sabía», Juan quiere
que el lector entienda que Cristo hace lo que hace a la luz de su
conocimiento y amor.
Jesús sabía que la hora para la que había venido al mundo
había llegado por fin: la hora de la traición, la hora de la increí-
ble confusión interior, la hora del rechazo nacional, de cargar
con los pecados.
Jesús sabía que el Padre había decidido darle toda autori-
dad y control: una decisión inmutable de darle autoridad más
allá del sueño más loco del más grande megalomaníaco.
Jesús sabía que había venido de Dios, y conocía muy bien
su origen divino. Lo entendía ya siendo un niño de doce años,
y su corta, aunque plena vida, no le habían quitado esta convic-
ción, sino que la habían fortalecido.
Jesús sabía que regresaría al Padre, este era su destino divi-
no. Sabía que se enfrentaría a la traición, la humillación, el
abandono y la cruz, pero también sabía que regresaría a la glo-
ria con su Padre.4
Dios ha hecho mucho por brindarnos una base que nos permita
conocer cuál es nuestra identidad, seguridad y destino. En la Biblia lee-
mos que nada puede separarnos a los que estamos en Cristo del amor
de Dios (Romanos 8:38-39). También leemos que quienes nos hemos
entregado a este gran amor de Dios somos ahora hijos de Dios (1 Juan
3:1). Y finalmente la Biblia nos asegura que como hijos de Dios un día
seremos llevados para estar con Jesús, para estar en la casa del Padre por
toda la eternidad (Juan 14:2-3).
El líder sufriente
Muy a menudo se utiliza la capacidad de liderar con el fin de obtener
ganancia personal o progreso en la propia carrera, en lugar de hacerlo
en beneficio de otros. Sin embargo, Dios mismo demostró a través de la
vida y ministerio de su Hijo que el liderazgo tiene como propósito el uso
de estas capacidades con un enfoque en el beneficio del prójimo.
227
EL LÍDER PERFECTO
228
LIDERAZGO DE SERVICIO
Aquí vemos con toda claridad una imagen de rechazo. Jesús era la
raíz, plantada por Dios, que creció en el árido suelo del rechazo de Israel,
el aislamiento y el legalismo religioso. Lejos de ser enviado a una audien-
cia receptiva, Jesús llegó a los suyos, pero fue rechazado por ellos (Juan
1:11). Naturalmente este rechazo lleva a la siguiente estrofa del poema,
que trata sobre la pasión del Siervo:
229
EL LÍDER PERFECTO
230
L iderazgo de servicio
231
El l í d e r p e r f e c t o
El líder seguro
El líder contra-cultural
232
L iderazgo de servicio
El líder influyente
Como hemos visto, en tanto el concepto del líder que sirve va haciéndo
se más popular, esto no significa que sea nuevo. Jesús lo requirió como
rasgo fundamental para todo el que quisiera seguirle. El Dr. Frank Davey
escribió:
233
El líder perfecto
234
Liderazgo de servicio
235
E l líder perfecto
a la iglesia de Filipo que «Cristo Jesús ... siendo por naturaleza Dios ...
se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo» (Filipenses
2:5-7).
Es absolutamente correcto afirmar que nadie más ha tenido la
influencia que tuvo Jesús, que tiene y tendrá en este mundo. El obispo
Stephen Nelly formuló una pregunta que nos hace pensar: «¿Qué tipo
de piedra, una vez echada en el estanque de la existencia humana, podría
causar ondas expansivas que seguirían esparciéndose hasta que alcanza
ran hasta el confín más alejado del mundo?»6 John Stott ofrece una ati
nada respuesta:
El líder comprensivo
n su exaltada posición celestial, así como en su humilde rol terre
E nal, Jesús lidera sirviendo. Está sentado a la diestra del Padre, exalta
do a lo sumo por sobre todos los demás seres. Y sin embargo, su pasión e
236
L I D E R A Z G O DE SERVICIO
Este pasaje tiene que empapar la raíz de nuestro ser. Es una verdad
esencial.
237
LÍDER PERFECTO
Todos los que queremos ser grandes líderes tenemos que estar dis-
puestos a servir a los demás dando nuestro máximo esfuerzo. La medi-
tación prolongada y concentrada en el pasaje de Hebreos que acabamos
de leer nos brindará un excelente punto de partida para dar forma a los
valores necesarios para un servicio sincero, genuino. Cada uno de noso-
tros ha de permitir que el más grande líder sirviente que haya conocido
o pueda conocer el mundo nos sirva al enseñarnos cómo liderar a tra-
vés del servicio.
238
GUÍA DEL LECTOR
Para la reflexión personal o la discusión en grupo
Guía del lector
241
LÍDER PERFECTO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
Si es cierto que a las personas les gusta seguir a los líderes que tienen un
carácter conforme a la voluntad de Dios, y si este carácter se forma al
buscar la sabiduría, ¿por qué hay tantos líderes que se dejan llevar por la
opinión pública? Nombre a algunos líderes importantes cuya sabiduría
hizo que la gente se dejara llevar por ellos, y no al revés.
Dios no deja librado a nuestro entendimiento la comprensión de
su carácter, lo afirma con toda claridad: «El SEÑOR, el SEÑOR, Dios cle-
mente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que
mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la ini-
quidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable,
sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta
la tercera y la cuarta generación» (Éxodo 34:6-7). ¿Es el Dios de la Biblia
una persona de carácter a quien usted respeta?
Una cosa es respetar a nuestros líderes, pero amarlos es la prueba más
difícil. El carácter de Dios, según lo revela en su Palabra, en su mundo
y en la relación que tiene usted con él, ¿ha hecho que le ame? ¿Por qué?
¿Por qué no?
Los líderes por lo general saben que suelen servir como modelo para
los demás. ¿De qué manera ha logrado usted el equilibrio entre ser autén-
tico ante sus fracasos y asumir la responsabilidad de ser modelo de una
conducta como la de Cristo?
¿Le resulta fácil formar el hábito de intentar la perfección por sus
propios medios? ¿Le consuela o le molesta saber que nunca lo logra-
rá? ¿Por qué? ¿Cree que el carácter que demuestra fluye de la obra del
Espíritu de Dios que habita en su interior? ¿De qué manera le ayuda o le
impide esto para ser una persona de carácter?
¿Le consuela saber que Pedro, que tanto se equivocó al inicio de su
andar con Cristo, fue luego uno de los principales líderes de la iglesia?
¿Qué puede aprender usted de los errores de Pedro?
243
EL LÍDER PERFECTO
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
244
G U Í A DEL LECTOR
Una y otra vez las Escrituras dejan en claro que no podemos enten-
der los caminos de Dios, y sin embargo es igual de claro que Dios tie-
ne una pasión y un propósito para su pueblo. ¿Cree usted que Dios
duda alguna vez de la decisión de amarnos? Respalde su respuesta con las
Escrituras. ¿Qué le dice sobre Dios su paciente fidelidad hacia su propó-
sito y pasión (¡la intimidad con nosotros!)? ¿Y qué le dice sobre el lide-
razgo esta paciente fidelidad?
¿Tiene usted una relación con Cristo basada en el amor? Si es así,
¿qué piensa que representa para Dios su amor por Cristo? Si no es así,
¿cómo cree que hace sentir a Dios al rechazar a Cristo? ¿Por qué cree
usted que Dios sigue buscando aun a quienes le rechazan?
Si la pasión implica que se ame algo con intensidad, también será
lo que impulse a alguien a comportarse de determinada manera. ¿Sabe
usted cuál es su pasión? ¿De qué modo determinan su propósito en la
vida sus pasiones? ¿Y la forma en que lidera a los demás?
¿Importa aquello por lo que sienten pasión los líderes o les basta con
tener entusiasmo? De la misma manera, ¿necesita el líder una estrategia
para establecer un propósito, o le basta con presentar una visión? ¿Siente
usted entusiasmo por su propósito? ¿Ha establecido estrategias?
Cuando Pablo conoció a Jesús, sintió pasión y determinación en su
deseo de que otros pudieran conocer también a este Dios. ¿Admira usted
su pasión o le intimida este tipo de energía? ¿Qué haría falta para que
encontrara usted ese tipo de determinación en su forma de liderar?
CAPÍTULO 5
¿Conoce a algún gran líder (una figura pública o no) que no se haya dado
cuenta del maravilloso efecto que tiene en los demás? ¿Por qué cree que
estas personas no se dan cuenta de su propia grandeza?
Las Escrituras nos dicen que Jesús «al manifestarse como hombre,
se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de
cruz!» (Filipenses 2:8). ¿Por qué piensa usted que Dios, el más grande
líder de todos los tiempos, se humillaría al punto de hacerse siervo? ¿Qué
le dice esto de Dios? ¿Y del liderazgo?
¿Ha obedecido alguna vez a Dios aunque no entendiera ni estuvie-
ra de acuerdo con su plan? Si es así, ¿qué sucedió? Si desobedeció, ¿qué
245
EL LÍDER PERFECTO
sucedió? ¿Por qué es tan difícil obedecer a Dios aun cuando sepamos que
su plan siempre será mejor que el nuestro?
Todos queremos poder llamarnos humildes, pero, ¿se alegra de veras
cuando otros le tratan como sirviente? ¿Por qué? ¿Por qué no? ¿De qué
modo puede entrenarse para centrarse primero en los demás?
¿Qué significa para usted la verdadera humildad? ¿Cree que puede
tener percepción de su propio valor y dignidad siendo humilde? ¿Puede
buscar el éxito, aun siendo humilde? ¿Por qué? ¿Por qué no?
¿Por qué cree usted que Dios dijo que Moisés era el hombre más
humilde sobre la faz de la tierra? ¿Le consuela saber que un gran líder
puede ser temeroso y valiente a la vez? ¿Alguna vez dudó de ser el líder
que Dios le llamó a ser? ¿Qué pasó?
CAPÍTULO 6
Muchas personas anhelan ser líderes sin ver que la tarea nos llama a un
trabajo que es más duro y difícil que brillante y glamoroso. ¿Se le ocurre
el nombre de algún líder que llegó a liderar a causa de su compromiso,
no de su carisma? ¿Por qué seguía la gente a este líder?
Nombre las diversas formas en que Dios se compromete con noso-
tros, como lo muestran las Escrituras. ¿En qué medida afecta su com-
prensión de lo que es el liderazgo este compromiso pleno de Dios hacia
su pueblo?
¿Ha vivido el compromiso de Dios en un nivel personal? Si es así,
¿cómo respondió usted? Si no es así, ¿qué puede hacer para que tan bella
verdad pase de su mente a su corazón?
¿Cuál es su mayor compromiso? Si su respuesta es que se ha compro-
metido con Dios por sobre todo lo demás, ¿de qué modo vive este com-
promiso? Si su respuesta es otra cosa, y no Dios, ¿querría poder poner a
Dios ante todo lo demás en su vida? ¿Por qué? ¿Por qué no?
¿Cree que si busca primero el reino de Dios todo lo demás vendrá
por añadidura? ¿Por qué? ¿Por qué no?
¿Piensa que tiene la perseverancia de poner a Dios ante todo lo demás
en su vida, durante toda su vida, como lo hizo Josué? ¿Por qué? ¿Por qué
no? ¿Cómo podría cambiar el paradigma en su interior para querer cum-
246
G U Í A DEL L E C T O R
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
¿Ve usted a líderes que pasan más tiempo aferrados a las viejas tradicio-
nes? ¿O ve que efectúan cambios para ajustarse a las nuevas circunstan-
cias? ¿Cuál de las dos posiciones le parece más efectiva?
247
E L LÍDER PERFECTO
Apocalipsis 21:5 nos dice que Dios hace todas las cosas nuevas. ¿Qué
entiende usted de estas dos verdades que parecen contradictorias sobre
Dios: su inmutabilidad y su pasión por hacer todas las cosas nuevas?
¿Le parece a veces que aunque se esfuerza mucho nada cambia? ¿O
ha disfrutado de la excitación de ver cómo cambian las cosas? ¿Ha senti-
do el obrar del Espíritu Santo en su organización, en su vida, o en la vida
de alguien cercano, entendiendo que este cambio no podría haber suce-
dido sin la obra del Espíritu? Explique.
¿De qué manera discierne usted a qué cosas aferrarse y qué cosas
dejar abiertas al cambio? Cuente historias de éxito o fracaso que haya
vivido en esta área.
Es difícil hacer cambios, y más difícil todavía es lograr cambios gran-
des en la vida. ¿Ha vivido una experiencia como la de Abram, en la que
debió hacer un cambio radical en su vida para obedecer a Dios? Si es así,
¿qué sucedió? Si no es así, ¿cómo cree que respondería?
CAPÍTULO 9
La mayoría de los líderes saben que tienen que tomar buenas decisiones.
¿De qué modo ha visto que llegan ellos a formar sus decisiones (por ej.:
basándose en las emociones, escuchando consejos, orando, enumeran-
do los pros y los contras)? Describa de qué modo el proceso de toma de
decisiones afecta la capacidad para liderar.
¿Le sorprende descubrir en las Escrituras que hay ocasiones en que
Dios cambió de parecer porque escuchó a su pueblo? ¿Qué le dice esto
acerca del liderazgo?
Cuando ora, ¿encuentra que Dios le escucha? Si es así, ¿cómo se
siente? Cuando las personas que usted lidera le piden que cambie de
parecer, ¿toma en serio su pedido?
Las Escrituras dejan en claro que no debemos hacer nada sin depen-
der de Dios. ¿Cómo puede discernir usted lo que Dios le está diciendo?
Una vez tomada su decisión, ¿cómo la comunica e implementa?
¿Cómo responden las personas? ¿De qué modo le afecta a usted esta res-
puesta?
Nehemías demostró tener una notable perseverancia. ¿Cómo piensa
usted que su proceso de toma de decisiones pudiera afectar su capacidad
248
G U Í A DEL L E C T O R
para seguir adelante con la tarea a pesar de los obstáculos? ¿Qué le ense-
ña esto en cuanto al liderazgo?
CAPÍTULO 1 0
CAPÍTULO 1 1
¿Conoce líderes que tienen éxito a causa de las personas que incluyen en
sus equipos? ¿Por qué cree que esto les permite ser exitosos?
Las Escrituras dicen: «En él también ustedes ... fueron marcados
con el sello que es el Espíritu Santo prometido» (Efesios 1:13). ¿Qué es
lo que Dios ve en los humanos para querer incluirlos en su eterno plan?
249
EL LÍDER PERFECTO
¿Qué aspecto del liderazgo le muestra a usted su paciencia con las perso-
nas imperfectas?
Cuando piensa en lo que se siente al estar incluido en el plan de
Dios, ¿qué acción motiva esto en usted? ¿Por qué quiere la gente esfor-
zarse más cuando sabe que otros creen en ellos?
Como líder, ¿se esfuerza de manera intencional para asegurarles a
los de su equipo que usted es uno más? ¿Por qué? ¿Por qué no? ¿De qué
modo podría mejorar usted en esto?
¿En qué se diferencia el liderazgo en los negocios del liderazgo en el
ministerio? ¿En qué se parecen?
Jesús eligió su equipo con cuidado y aun así uno de sus seguidores
lo traicionó. ¿Cómo manejó Jesús esta traición? ¿Qué podemos apren-
der de él?
CAPÍTULO 1 2
Nombre algunos líderes en su vida que han sido reconocidos por su capa-
cidad para comunicar. Reflexione en cómo se comunicaban para deter-
minar si en realidad la diferencia estaba en su modo de hablar o su modo
de escuchar.
Dios se comunica con nosotros principalmente a través de las Escri-
turas. Nombre otras formas en las que Dios nos habla. ¿Qué nos muestra
su estilo de comunicación sobre su persona? ¿Sobre el liderazgo?
¿Piensa que la Biblia es una carta que Dios nos escribió? Una carta
solo puede provenir de alguien que nos conoce. ¿Hasta qué punto cono-
ce usted a Dios? ¿Piensa que la Palabra podría ser algo más personal para
usted si pasara más tiempo conociendo a Dios?
¿Cuánta atención le presta usted a las palabras que pronuncia? ¿Qué
cree que pasaría si durante una semana grabara todo lo que dice? ¿Vería
que anima a las personas? ¿O todo lo contrario?
Las palabras que pronuncian nuestros labios reflejan la actitud de
nuestro corazón. ¿Qué reflejan sus palabras? ¿Por qué es tan importante
que un líder tenga dominio sobre las actitudes de su corazón?
Jesús comunicaba su mensaje usando parábolas. ¿Cuáles eran los
riesgos de utilizar esta forma de comunicación? ¿Y cuáles eran los bene-
ficios?
250
GUÍA DEL LECTOR
CAPÍTULO 1 3
¿De qué modo ha visto que otros alientan efectivamente a las personas
aun en medio de la desesperanza? ¿Qué le enseña esto acerca del lideraz-
go?
¿Por qué Dios seguía siempre buscando a su pueblo en las historias
del Antiguo Testamento? Si ha pensado que edificar a otros es un obstá-
culo que le impide su propia edificación, ¿le hace cambiar de parecer esta
forma de actuar de Dios? ¿Por qué? ¿Por qué no?
¿Puede pensar en alguien que se tomó el tiempo de alentarle ante
una situación difícil? ¿En qué aspectos mostró esta persona los atributos
de Dios? ¿Y las cualidades del liderazgo?
¿Cree usted que cuanto más alentamos a otros más satisfacción
encontramos en nuestra propia vida? ¿Por qué? ¿Por qué no? ¿Tiene his-
torias que respaldan lo que usted cree?
¿Se ha encontrado siendo el principal apoyo de alguien que necesi-
taba aliento? ¿Cómo manejó la situación? ¿Cuál fue el resultado? ¿Qué
cosas aprendió en cuanto al valor del apoyo para quien lo da y para quien
lo recibe?
Si alguien puede decir que pasó por tribulaciones, ese es el apóstol
Pablo. Y sin embargo, seguía poniendo intensa energía en alentar a los
demás. ¿Le motiva esto a seguir adelante ante la adversidad y a alentar a
otros aun cuando usted esté pasando por momentos difíciles? ¿Por qué?
¿Por qué no? ¿Qué puede hacer usted para crecer en este aspecto?
CAPÍTULO 1 4
Aquellos que exhortan son personas que estimulan a otros para que
alcancen niveles más altos de logro o éxito. ¿Piensa usted que los líderes
pueden exhortar sin confrontación? ¿Por qué? ¿Por qué no?
Las personas muchas veces piensan en Dios como nuestro amoroso
Padre (lo cual es cierto) pero olvidan su perfecta santidad. ¿Qué pasajes
o historias de la Biblia le ayudan a aceptar, y hasta con agrado, la disci-
plina de Dios?
251
EL LÍDER PERFECTO
CAPÍTULO 1 5
252
GUÍA DEL LECTOR
CAPÍTULO 1 6
En estos tiempos el concepto del líder que sirve es algo que resuena, pero,
¿qué diría usted de cómo se ve un verdadero líder sirviente? ¿Conoce
líderes sirvientes que sean famosos? ¿Por qué cree que sucede esto?
Las Escrituras describen de manera vivida la agonía de Cristo duran-
te el cumplimiento de su llamado, y Cristo aceptó el dolor sin cuestio-
narlo. ¿Consideraría usted esta acción un ejemplo supremo de lo que es
el liderazgo de servicio? ¿Por qué? ¿Por qué no?
Jesús pudo ser sirviente porque entendía quién era él y hacia dónde
iba. ¿En qué afecta esta disposición a servir su deseo de seguir a Cristo?
¿De qué modo afecta su disposición a servir a los demás?
¿Está usted de acuerdo con que «el servicio no es el camino a la gran-
deza, sino la grandeza misma»? Si es así, ¿actúa de manera que refleje sus
creencias? Si no es así, ¿qué connotaciones tiene para usted el servicio y
por qué?
Es posible que al aceptar la condición de siervo haya sufrimiento.
¿Cree usted que la persecución puede interponerse en el llamado de un
líder? ¿O cree que hay líderes que son llamados a servir más que otros?
Explique.
Jesús lideró de tal manera que ninguno de los que le conocieron
pudo seguir viviendo igual que antes. ¿Es esto algo que le gustaría que se
dijera de usted? ¿Por qué? ¿Por qué no? ¿Cómo podría lograr ser un líder
que cambia vidas?
253
Notas
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
255
E l líder PERFECTO
Capítulo 3
1. Por ejemplo, se han publicado hasta hoy los siguientes libros:
Executive Values: A Christian Approach to Organizational Leadership, de
Kurt Senske (Augsburg Fortress Publishers); Transformational Leadership:
Value Based Management for Indian Organizations, de Shivganesh
Bhargava (Sage Publications); And Dignity for All: Unlocking Greatness
with Values-Based Leadership, de James E. Despain, et al. (Financial Times
Prentice Hall); Living Headship: Voices, Values and Vision, de Helen M.
Gunter, et al. (Paul Chapman Publications).
2. James C. Collins y Jerry I. Porras, Empresas que perduran, Grupo
Editorial Norma.
3. Ibid, p. 94.
4. C. S. Lewis, «De Futilitate», en Christian Reflections (Grand
Rapids: MI: Eerdmans, 1967), p. 69.
5. Larry E. Hall, No longer I (Abilene, TX: ACU Press, 1998),
p. 126.
6. Ibid, p. 127.
7. Adaptado de James Emery White, Rethinking the Church (Grand
Rapids, MI: Baker, 1997), p. 33.
8. Michael Hadsman y Craig Johnson, Leadership: A Communication
Perspective , 2nd ed. (Prospect Heights, IL: Waveland Press, 1996),
p. 89.
9. Ibid.
10. Rich Mullins, «Land of My Sojourn», A Liturgy, a Legacy and a
Ragamuffin Band, 1993, Reunion Records.
256
N otas
Capítulo 4
1. Thomas S. Jones, Jr, «Sometimes», en The Little Book of Modern
Verse, ed. Jessie B. Rittenhouse (Whitefish, MT: Kessinger Publishing,
2005).
2. John Martineau, El libro de las coincidencias, Ed. Oniro, ISBN:
8497541707.
3. Michael Card, «Could it be», Present Reality, 1981. Sparrow
Records.
4. Mark Altrogge, «I Stand in Awe», 1987, Worship Favorites from
PDI Music, PDI Praise.
5. Brennan Manning, Lion and Lamb (Grand Rapids, MI: Revell,
1986), p. 43.
6. Ibid.
7. Adaptado de Una iglesia con propósito, de Rick Warren (Editorial
Vida, ISBN 0829716831).
8. Benjamin Kline Hunnicutt, Work without end: abandoning shor
ter hours for the right to work (Philadelphia: Temple University Press,
1988).
Capítulo 5
1. John Ruskin, The Quotations page, http://www.quotationspa-
ge.com/quote/8 560.html.
2. Thomas Alexander Fyle, Who’s who in Dickens (Ann Arbor, MI:
Gryphon, 1971), p. 267.
3. Richard Foster, Celebration of Discipline (San Francisco:
HarperSanFrancisco, 1971), p. 130.
Capítulo 6
1. G. K. Chesterton, The Collected Works of G.K. Chesterton, ed.
George Marlin (San Francisco: Ignatius, 1987), 4:61.
2. Mark Oppenheimer «Salvation without sacrifice», Charlotte
Observer, 30 de octubre de 2000, sec. 11a.
257
El líder perfecto
Capítulo 7
1. Clifton Fadiman, ed, The Little, Brown Book of Anecdotes
(Boston: Little Brown and Company, 1985), p. 548.
2. Leonard Sweet, Aqua church (Loveland, CO: Group Publishing,
1999), p. 167.
3. James Emery White, Life-Defining Moments (Colorado Springs.
WaterBrook Press, 2001), p. 69.
4. Hans Finzel, Los líderes, sus 10 errores más comunes (Ed. Las
Américas).
5. Andy Stanley, Vision ingeniería (Ed. Unilit, ISBN
0789908670).
6. Larry Crabb, Connecting (Nashville: Word, 1997), p. 65.
7. Adaptado de John Sculley, Odyssey (New York: Harper & Row,
1987), pp. 56-91.
258
N otas
Capítulo 8
1. Robert Mankoff, The New Yorker, septiembre 9 de 2002.
2. A. W. Tozer, El conocimiento del Dios santo (Ed. Vida ISBN
0829704663).
3. James S. Steward, The Gates of New Life (Edinburgh, T&T
Clark, 1937), pp. 245-246.
4. Larry E. Hall, No longer I (Abilene, TX: ACU Press, 1998),
p. 127.
5. Luder G. Whitlock, Jr., The Spiritual Quest (Grand Rapids, MI:
Baker Books, 2000), pp. 148-49.
6. Jim McGuiggan, The God of the Towel (West Monroe, LA:
Howard Publishing Company, 1997), p. 178.
7. Hamlet, III Acto, Escena 1.
8. James Collins y Jerry Porras, Empresas que perduran (Grupo edi
torial Norma).
9. Leonard Sweet, Aqua Church (Loveland, CO: Group Publishing,
1999), pp. 28-30.
10. San Gregorio de Nisa, Comentario al Cantar de Cantares (Ed.
Sígueme, ISBN 8430112243).
Capítulo 9
1. Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas.
2. Philip Yancey, «¿Vale la pena el Antiguo Testamento?», en La
Biblia que leyó Jesús (Ed. Vida, ISBN 0829736905), pp. 34-35.
3. Abraham J. Heschel, «The Divine Pathos», en Judaism, vol 11,
no. 1. (enero de 1963), p. 61.
4. Juan Calvino, Sumario de la institución de la religión cristiana,
(Ed. Clie, ISBN 8476454910).
5. Jack W. Hayford, Prayer is invading the impossible (New York:
Ballantine Books, 1983), p. 57.
6. Esta frase apareció por primera vez en el artículo de Wink
«Prayer and the Powers» en Sojourners (octubre de 1990), p. 10.
7. Carta del Papa Juan Pablo II a Agostino Cardenal Casaroli, secre
tario de estado, el 20 de mayo de 1982, citada en el libro Inculturation: Its
259
El líder perfecto
Capítulo 10
1. Donald Schon, La formación de profesionales reflexivos (Ed.
Paidós Ibérica, ISBN 8475097308).
2. Lynn Anderson, They Smell Like Sheep (West Monroe, LA:
Howard Publishing Company, 1997), p. 126.
3. Greg Johnson, The World According to God (Downers Grove, IL:
InterVarsity Press, 2002), p. 189.
4. Citado por John C. Maxwell en Failing Forward (Nashville:
Thomas Nelson Publishers, 2000), pp. 202-203.
Capitulo 11
1. Adaptado del libro de James M. Kouzes y Barry Z. Posner: The
Leadership Challenge: How to Keep Getting Extraordinary Things Done in
Organizations (San Francisco: Jossey-Bass, 1995).
2. Gilbert Bilezikian, Community 101: Reclaiming the Local Church
as Community of Oneness (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1997), p. 16.
260
N otas
Capítulo 12
1. Arthur Robertson, Saber escuchar (Ed. Irwin).
2. Adaptado de James J. Lynch, Language of the Heart (New York,
Basic Books, 1985), pp. 122-24.
3. William Barry y William Connolly, The practice of Spiritual
Direction (San Francisco: HarperCollins, 1993), p. 33.
4. Dietrich Bonhoeffer, Life Together (New York: Harper & Row,
1956), pp. 91-92.
5. Joseph M. Stowell, The Weight of Your Words (Chicago: Moody
Press, 1998), p. 16.
6. John Stott, El cristiano contemporáneo (Editorial Libros Desafío,
ISBN 1558834052).
7. Ted W. Engstrom, Un líder no nace, se hace (Ed. Caribe Betania.
ISBN 0881133302).
Capítulo 13
1. Andy Cook, A Different Kind Of Laughter, Finding Joy And Peace
In The Deep End Of Life (Grand Rapids, MI: Kregel Publications, 2002),
p. 77.
2. Joyce Landorf Heatherley, Balcony People (Austin, TX: Balcony
Publishing, 1984), p. 25.
3. Dave Dravecky con Connie Neal, Worth of a Man (Grand
Rapids, MI: Zondervan, 1996).
4. Jim McGuiggan, The God of the Towel (West Monroe, LA:
Howard Publishing Company, 1997), p. 100.
261
El líder perfecto
Capítulo 14
1. Aristóteles, Etica Nicomaquea, 8.1.
2. Lewis, C. S., El problema del dolor (Ed. Rayo, ISBN
0061140031).
3. M. Scott Peck, The Different Drum (New York: Simon &
Schuster, 1987), p. 87.
4. Dietrich Bonhoeffer, Life Together, trad. de Daniel Bloesch y
James Burtness (Minneapolis: Fortress Press, 1996), p. 105.
5. John Ortberg, Todos son normales hasta que los conoces (Ed. Vida,
ISBN 0829738584), p. 179.
6. Warren Wiersbe, Caring people (Grand Rapids, MI: Baker
Books, 2002), p. 103.
7. Bohoeffer, Life Together, p. 105.
8. Dallas Willard, The Divine Conspiracy (San Francisco:
HarperCollins, 1998), pp. 218-21.
9. A. W. Tozer, The Root of the Righteous (Camp Hill, PA: Christian
Publications, 1955), p. 17.
10. Ibid, p. 18.
11. Cornelius Platinga Jr., Not the Way it’s Supposed to Be: A Breviary
of Sin (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1995), p. 105.
Capítulo 15
1. Zig Ziglar, Top performance (New York: Berkeley Books, 1986),
p. 11.
262
N otas
Capítulo 16
1. Pat Riley, The Winner Within (New York: Putnam Publishing
Group, 1993), p. 53.
2. M. Scott Peck, The different drum (New York: Simon & Schuster,
1987), p. 293.
3. Juan Calvino, The gospel according to St. John 11-21 [El Evangelio
según San Juan] (Edinburgh: Oliver & Boyd, 1961), p. 60, comentario
sobre Juan 13:14.
4. Jim McGuiggan, The God of the Towel (West Monroe, LA:
Howard Publishing Company, 1997), pp. 135-36.
5. S. G. Browne, T. F. Davey y W. A. R. Thomson, eds, Heralds
of Health: The Sage of Christian Medical Initiatives (London: Christian
Medical Fellowship, 1985), p. 7.
6. S. C. Nelly y N. T. Wright, The Interpretation of the New
Testament 1861-1986 (New York: Oxford University Press, 1988), p.
19.
7. John Stott, The Incomparable Christ (Downers Grove, IL:
InterVarsity Press, 2001), p. 166.
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Acerca del autor
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