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índice

Prólogo
Introducción
Capítulo 1 — Definición del liderazgo
Capítulo 2 — Las nueve tareas del liderazgo
Capítulo 3 — Poder, autoridad y confianza
Capítulo 4 — La mente y el cuerpo
Capítulo 5 — Liderazgo y familia
Capítulo 6 — El tema de la sexualidad
Capítulo 7 — La carga personal del liderazgo
Capítulo 8 — Renovación personal
Capítulo 9 — En busca de la excelencia
Capítulo 10 — Del liderazgo individual al organizativo
Capítulo 11 — Ser seguidor
Capítulo 12 — Confrontación
Capítulo 13 — Perspectiva y planificación
Capítulo 14 — Perdón
Capítulo 15 — Remuneración, transiciones y vulnerabilidad
Capitulo — Crecimiento: ¿Hasta dónde llegar?
Capítulo 17 — Los líderes y la iglesia local
Capítulo 18 — Escogidos por Dios
Capítulo 19 — Aptitudes espirituales de los líderes
Capítulo 20 — El don espiritual del liderazgo
Capítulo 21—Compromiso espiritual en el liderazgo
Capítulo 22 — Liderazgo y obediencia
Capítulo 23 — La necesidad de que el líder ore
Capítulo 24 — Restauración espiritual, avivamiento y liderazgo .
Conclusión
Notas
Prólogo

ABUNDAN HOY LOS LIBROS acerca del liderazgo. Una de las razones es que nunca ha sido mayor la necesidad de
liderazgo auténtico. Sin embargo, la cuestión sigue siendo qué es en realidad el liderazgo, cuál es su carácter y
cómo funciona.
En esta obra maravillosa, muy documentada pero fácil de leer, del doctor Eugene Habecker se presentan con
claridad y precisión esas cuestiones y su aplicación para los cristianos. El doctor Habecker nos ayuda en realidad en
Redescuba el alma del liderazgo. Él nos muestra que quien ha de guiar a otros debe ante todo convertirse en
discípulo de Cristo. En la misma proporción en que uno les refleje a los demás el espíritu de servicio de Cristo,
podrá guiar debidamente a otros. Al mantener esa perspectiva, el doctor Habecker establece y desarrolla la
característica fundamental de la naturaleza del liderazgo cristiano: este siempre actúa en concordancia con los
objetivos y propósitos de Dios.
La belleza de esta obra radica en que los principios pueden aplicarse a los líderes en cualquier nivel y en todos
los niveles, ya sea un esposo guiando a su familia, un hombre o mujer de negocios dirigiendo una organización, o un
pastor guiando a su congregación. Se trata la tensión entre el liderazgo y el espíritu de servicio de tal manera que se
afirman ambas sin hacer concesiones. Después de leer esta obra se hace muy evidente que es posible ser un discípulo
sin abandonar la función de liderazgo. Con un liderazgo así todo el mundo se beneficia.
La razón fundamental de que este libro surta efecto es porque está firmemente fundamentado en una
perspectiva cristiana del liderazgo. Define el liderazgo en términos de la perspectiva de Dios. Ilustra el liderazgo a
partir de la vida y las palabras de Cristo, y lo encauza hacia fines bíblicos. Se mantiene esta perspectiva centrada
en la Biblia a la vez que se tratan los muchos aspectos pragmáticos que deben tratarse en todo análisis serio
acerca del liderazgo.
El doctor Habecker le ha prestado un servicio a la comunidad cristiana al presentar el tema del liderazgo de un
modo muy sencillo como para que todos lo podamos asimilar, mientras que, al mismo tiempo, nos da la ayuda
que necesitamos para alcanzar el gran llamamiento que representa el liderazgo.
Redescubra el alma del liderazgo debe ser lectura obligatoria para cualquier líder o futuro líder que desee
cumplir con este gran llamamiento desde una inconfundible perspectiva cristiana.
Tony Evans, Pastor Oak Cliff Bible Fellowship
Introducción

EN BRASIL, EL SUEÑO DE UN LÍDER cristiano era construir un taller de encuadernación, nuevo y grande, que haría
posible proporcionarle a cada persona en Brasil las buenas nuevas del evangelio de Cristo teniendo su propia
Biblia. Dicho taller está ahora en funcionamiento y constituye una impresionante herramienta para la extensión
de la iglesia.
En China, se imprimen y distribuyen más de dos millones de Biblias cada año con la aprobación del gobierno.
Este es otro resultado de un sueño y de la oración.
En Argentina, una cárcel de máxima seguridad se ha vuelto uno de los centros principales del evangelismo y
discipulado cristiano, mientras que en Puerto Rico se ha hecho realidad el sueño de una persona de crear un
Centro Bíblico que todas las iglesias, sin importar su denominación, pudieran usar para extender el mensaje del
evangelio.
En Rusia, el sueño de proporcionar Biblias y Nuevos Testamentos para su distribución, producidos totalmente en
territorio Ruso, es ahora un hecho palpable. Y como resultado millones de personas se han rendido a la fe en Cristo.
En Ghana, una persona soñó y ha tenido éxito en proporcionar las Escrituras a quienes no saben leer, empleando
su propio idioma. Y hay incontables ejemplos similares en los Estados Unidos y alrededor del mundo. Lo sé porque
he visto a las personas en acción tras esos sueños. Ellos son un prototipo y un ejemplo práctico de lo que usted
está a punto de leer en este libro.
Con demasiada frecuencia, las conferencias y los debates acerca del liderazgo tienen una perspectiva occidental
característica. Los prejuicios del mundo occidental tienden a filtrarse en nuestra forma de pensar. Sin embargo, el
mundo del liderazgo es precisamente eso, mundial. A pesar del país y la cultura, la denominación y la tradición,
hay miles y centenares de miles de líderes cristianos que están en el proceso de alcanzar los sueños que Dios les ha
dado.
Aunque los resultados son impresionantes, no se alcanzan así como así. Los resultados que perduran los
obtienen quienes han aprendido cómo equilibrar la importancia de obedecer la verdad bíblica y, al mismo tiempo,
integrarla al liderazgo, tanto personal como organizativo.
Esta no es tarea fácil, pero es una tarea necesaria. Y hay miles de personas alrededor del mundo que forman
parte de esta empresa. ¿Proporcionan las diferencias educativas y culturales un contexto que interviene en los
resultados? Claro que sí. ¿Las diferencias denominacionales impulsan ciertas iniciativas y retrasan otras? Sin duda.
No obstante, en un país tras otro (y he analizado y considerado estas ideas con líderes de docenas de países
alrededor del mundo) está influyendo en la integración eficaz de la verdad bíblica con sus dimensiones tanto en el
liderazgo de organización como en el personal.
Cuando escribí The Other Side of Leadership [La otra cara del liderazgo] (1987) y Leading with a Follower's Heart
[Guiando con corazón de discípulo] (1990), el contexto de mi experiencia en el liderazgo era básicamente
estadounidense de las afueras de la ciudad, evangélico y relacionado en primera instancia con la educación cristiana
superior. Dichos contextos son muy sanos y aprendí mucho de ellos. Aunque mi tradición sigue siendo evangélica,
en la actualidad vivo en una de las capitales urbanas del mundo poseedora de una diversidad increíble. Cuando he
conversado con colegas cristianos de todo el mundo con múltiples orígenes étnicos, ya sean evangélicos,
protestantes históricos, ortodoxos o católico romanos, he visto a Dios obrando de forma maravillosa y signifi-
cativa.
Como resultado, en todos esos contextos, entre ellos muchos en los Estados Unidos, he analizado las ideas que
usted está a punto de leer en este libro. Estoy más convencido que nunca de que los modelos de liderazgo y
discipulado que encontramos en las Escrituras no son sólo para todos los tiempos, sino que tampoco tienen
fronteras geográficas.
Por ejemplo, todo el mundo se interesa por el aspecto público del liderazgo. Y en realidad hay funciones
públicas que deben desempeñarse. A su vez, todos desean y buscan comprender y practicar las dimensiones del
liderazgo privado o personal acerca de cómo ser mejor cónyuge, o cómo ser mejor padre o madre, o
sencillamente, cómo ser mejor persona. Incluso todo el mundo entiende un tercer componente del liderazgo, la
parte interior de este, o como lo llama el pastor Bill Hybels de Willow Creek, "quién es usted cuando nadie lo
observa". Como lo plantea el respetado autor sobre el liderazgo Stephen Covey, "Es en esta tercera esfera en la
que el alma del liderazgo se define y desarrolla. Tanto la dimensión pública como privada del liderazgo se
moldeará de acuerdo con el tipo de fuego que se mantenga en este horno."" Y en una reciente entrevista en Chief
Executive a Francés Hesselbein, gerente principal de la Fundación Peter Drucker, ella comentó que la primera
prueba que deben afrontar los futuros líderes "es el asunto de cómo serlo, no cómo hacerlo (el liderazgo)."
De modo que volví a empezar, por decirlo así, y revisé las ideas de mis primeros dos libros, y llegué a la
conclusión de que debían tratarse de nuevo y, en su mayor parte, ratificarse.
Las ideas que antes presenté ahora tienen diez años más de un contexto y perspectiva espectacularmente
expandidos. Y he incluido dichos contextos y perspectivas. Además, se ha dispuesto el material de tal modo que
refleje tanto el aspecto público u organizativo como la dimensión privada o interna del liderazgo.
A fin de darle un contexto a lo que sigue, es importante que usted entienda la armazón de cómo desarrollo las
ideas acerca de la importancia del liderazgo y el discipulado. Sin ese antecedente, el resto del libro pierde
significado.
Hacia fines de 1995 el papa Juan Pablo II visitó varias ciudades del noreste de los Estados Unidos, entre ellas la
ciudad de Nueva York. En una de sus entrevistas citada por U.S. News and World Report, afirmó lo siguiente: "Los
Estados Unidos necesitan mucha oración, para que no lo perdamos." Durante esta década y las venideras, los
líderes cristianos deben evitar perder el alma del liderazgo. Porque a menos que el liderazgo se encuentre en un
contexto bíblico; y a menos que los líderes presten a los principios y modelos bíblicos tanta atención como la que
prestan a la literatura de otras organizaciones, el liderazgo se moverá indiferente de la necesidad de permanecer
en sintonía y en contacto con el Espíritu Santo de Dios. Y cada día traerá más profesiones de fe de labios hacia
fuera, en vez de una constante práctica de la fe. Esa es una tragedia que el cristianismo no puede darse el lujo de
permitir.
1
Definición del liderazgo

DONDEQUIERA veo líderes. Veo madres y padres que guían cada uno de maneras muy interesantes y peculiares.
Está la madre que anima insistentemente a su renuente hijo a esforzarse por alcanzar mayores logros. Y los
padres, que entrenan pacientemente con una hija a veces desanimada que más tarde se convierte en una
talentosa deportista. Veo a directores de coros, maestros de la Escuela Dominical, pastores, ejecutivos de un nego-
cio, directores y presidentes de distintas organizaciones. He visto personas que tienen una increíble influencia en
quienes las rodean. La mayoría de las personas, si no todas, tienen algo de líderes.
Sin embargo, este libro hace énfasis en un tipo especial de líder que comprende lo que significa guiar y seguir.
Desde el principio quiero destacar que mi definición de "líder" es alguien de perfil amplio, que no está limitado a
"una función o a un título asignado". Para mí líderes son quienes creen que pueden y deben influir en sus
organizaciones, sus familias y sus comunidades, y lo hacen siguiendo los principios bíblicos. Creo que para el
cristiano que es guía y discípulo, los fines u objetivos a los que aspira en el liderazgo también deben ser bíblicos.
Antes de continuar, debo destacar que a Jesús le inquietaba el término "líder". En realidad, enseñó en contra de
su uso: "Ni seáis llamados maestros, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo" (Mateo 23:10). A lo largo de este
libro haremos énfasis con más detalles acerca esta preocupación de Jesús. Los líderes deben cumplir sus
encomiendas con humildad y gran prudencia, permitiendo que todas sus acciones sean examinadas por el Dios
santo, a fin de que no andemos de manera incorrecta en opciones que le pertenecen exclusivamente a Él.
El profesor John Kotter, de Harvard, establece la diferencia entre los líderes con "L" (de los que no hay muchos) y
líderes con "1" (de los que hay muchos). Él observa que "ayudaría mucho (desde el punto de vista del desarrollo
del liderazgo) si pudiéramos lograr que una mayor cantidad de personas pensaran en el liderazgo con "1"
minúscula..." Lamentablemente, muchos piensan sólo en el liderazgo con "L" mayúscula. No obstante, tanto los
líderes con "L" mayúscula como con "1" minúscula influyen en los demás persiguiendo un fin, objetivo o propósito
determinado, ya sea que los resultados sean positivos o negativos. Y así como los resultados del liderazgo pueden
ser negativos o positivos, los procedimientos o métodos para guiar pueden ser también positivos o negativos.
Por lo tanto, aquí tenemos una observación preliminar acerca del liderazgo: este puede ser positivo o negativo;
puede ser ubicado en la misma dirección de los divinos propósitos de Dios o en cualquier otra dirección. Es
liderazgo igual. Jesús es el ejemplo perfecto de liderazgo positivo. Es probable que Hitler sea uno de los ejemplos
mejor conocidos de liderazgo negativo.

Liderazgo positivo y negativo


Las Escrituras están llenas de ejemplos de personas que guiaron de forma positiva. Y este libro examinará muchos
de ellos. Pero las Escrituras también tienen largas listas de quienes guiaron negativamente, de quienes llevaron a
las personas lejos del amor y del servicio a Dios en vez de guiarlas a hacerlo.
El liderazgo negativo
Es probable que uno de los mejores ejemplos de preocupación por el liderazgo negativo lo encontremos en el
libro de Ezequiel. A su manera ilustra el deseo de Dios de tener personas que sientan un profundo amor por Él. Sin
embargo, ante todo, establece como un lúgubre recordatorio que el pecado y la desobediencia al amoroso Padre
celestial traen consigo consecuencias. El escritor, Ezequiel, es muy gráfico en muchas de sus descripciones del
pecado del pueblo de Dios y sobre su juicio inminente sobre ese pueblo. En la primera parte del capítulo 34,
Ezequiel comunica la palabra del Señor, dirigiéndose específicamente a los pastores o líderes de Israel, de la
siguiente manera:
Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho
Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores
a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las
ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, ni volvisteis
al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con
violencia. Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han
dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto, y en toda la faz
de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas.
Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová: Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi
rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor;
ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos y no
apacentaron mis ovejas; por tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: He
aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las
ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les
serán más por comida (Ez. 34:2-10).
Ese ejemplo de liderazgo negativo, entre otros, identifica al menos cuatro características de un líder negativo:
Ambición egoísta. La prioridad número uno del líder era cuidar de sí mismo y de sus propias necesidades más
que expresar interés por su rebaño y cuidar de él. Al parecer la clara inferencia es que el pastor debe tener en un
nivel de prioridad tan alto cuidar de su rebaño como lo es cuidar de sí mismo.
Falta de preocupación. En segundo lugar, estos versículos claramente sugieren que hay maneras específicas en las
que se supone que el líder participe activamente en el cuidado del rebaño: fortaleciendo al débil, sanando al
enfermo, restaurando al ofendido, haciendo regresar al extraviado, y buscando a las ovejas perdidas. Aunque cada
una de estas acciones tiene su expresión contemporánea, aquí se encuentra poderosamente expresada la idea del
líder preocupado por las ovejas. Lo que dijo Jesús acerca del pastor y de las ovejas en Juan 10:1-17, Mateo
18:10-14, y en algún otro pasaje, ilustra el ejemplo positivo de lo que hace un buen pastor.
Dureza. En tercer lugar, se supone que los líderes guíen en formas específicas: "...sino que os habéis enseñoreado
de ellas con dureza y con violencia" (Ez 34:4). Más tarde veremos que a los líderes se les indica que deben guiar con
gentileza, para mí está muy claro que esto no significa "dureza".
Incapacidad de aunar. En cuarto lugar, el liderazgo negativo trae malas consecuencias para el rebaño. El texto
señala que debido al pobre cuidado del pastor por las ovejas, el rebaño anduvo errante y fue dispersado. Podemos
inferir que un buen pastor mantiene la unidad del rebaño.
El liderazgo negativo, y no nos debe sorprender, también trae consecuencias negativas para el líder. "Así ha dicho
Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de
apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas y no les
será más por comida" (v. 10).
Lo que en realidad hace más difícil nuestro análisis acerca del liderazgo cristiano es la realidad de saber que
tenemos personas que asumen funciones de liderazgo formal o informalmente ejerciendo influencia en los demás
hacia fines y objetivos que no son necesariamente bíblicos. Y si "las personas que están siendo guiadas" son
analfabetos bíblicos, es decir, si no "examinan las Escrituras cada día para ver si lo que el líder dice es verdad"
(Hechos 17:11, paráfrasis del autor), los discípulos estarán más propensos a dejarse desviar por esos líderes
cristianos.
Es evidente que el líder cristiano que aspire al liderazgo en el contexto de la organización cristiana debe reflejar
objetivos y propósitos bíblicos. Además de eso, la manera en que uno guíe debe reflejar métodos y formas bíblicas
para tratar a las personas. Y las motivaciones, o el por qué que impulsa nuestro liderazgo, debe también ser el
adecuado, reflejando cualidades bíblicas.
Liderazgo positivo
El liderazgo positivo incluye guiar y seguir como partes imprescindibles de un todo. Sin lugar a dudas, uno no
puede ser líder sin tener discípulos. Mi definición de discípulo es algo diferente de subordinado. Para mí un
subordinado es una persona que, bajo la dirección de un superior, lleva a cabo algún tipo de función o
responsabilidad que se le ha asignado. El subordinado puede desempeñar dicha función o responsabilidad con gran
gozo y entusiasmo o con gran renuencia y un sentido de imposición. Cuando yo cumplo con mi responsabilidad o
función porque quiero, en vez de porque tengo que hacerlo, voy en camino a ser un discípulo. Me parece que
Cristo quería discípulos, no subordinados.
Uno de los grandes errores que cometen algunos líderes es su tendencia a considerar a los "discípulos"
personas con muy poca o ninguna capacidad de ejercer influencia en la dirección, ni de los "problemas", ni las
"oportunidades" que enfrentan las organizaciones. Tales líderes se ven a sí mismos como la fuente primaría de
verdad organizativa y de iluminación empresarial. Ay de aquel subordinado que se "cruce" con ese tipo de líder.
El profesor Robert Kelley de Carnegie Mellon presenta a ese tipo de líder de la siguiente manera: "Tienden a
pensar en discípulos como ovejas pasivas." Pero dice Kelley que "los discípulos eficientes sí cuestionan el juicio de los
líderes y comparan su sentido de lo correcto y lo erróneo con lo que se les pide que hagan". Quiero enunciar el
punto de Kelley aun con más fuerza: Los discípulos eficientes están en la obligación de cuestionar el juicio de los
líderes. Sin duda, los líderes tienen discernimiento acerca de la organización y su visión. Pero los discípulos también lo
tienen. Un líder eficiente celebra los "nuestros" no los "mis" de los logros de una organización. Y un líder eficiente
celebra "al equipo como protagonista".
De la misma manera que los subordinados pueden asumir la actitud de un discípulo, así también debe hacer un
líder. Los líderes pueden convertirse en discípulos:
"sometiendo sus planes e ideas al análisis y el aporte de sus discípulos; * aprendiendo activamente de sus
discípulos; ' comprometiéndose fuertemente a sí mismos con el bienestar de sus discípulos.
Recibiendo los aportes de sus subordinados, un líder puede mejorar mucho su eficiencia. Así que los líderes
deben buscar constantemente servir a sus discípulos, y al mismo tiempo mantener su función de liderazgo. Son
esos líderes, quienes se han sumergido en las Escrituras y quienes han aprendido el verdadero gozo de servir, los
que han comenzado a descubrir el alma del liderazgo.
Estoy convencido de que buscando aportes de los demás y siendo sensible hacia las personas que guío, no
necesariamente significa que he abandonado una función de liderazgo que se me ha asignado. Hay quienes
plantean que ser sensible hacia las personas en su función de discipulado significa que les he cedido mi función de
liderazgo a las personas. Creen que al hacerlo, he condenado a la organización al estancamiento o incluso a la
bancarrota. Sin embargo, un líder eficiente, aunque siervo de las personas, debe ayudar a mantener a las personas
moviéndose en o hacia un determinado curso o dirección. El pastor, por ejemplo, no puede servir bien a las ovejas
si al rebaño se le permite moverse aleatoriamente en todas direcciones y a voluntad. Me gusta como el ex
secretario de HEW John Gardner lo expresa: "La relación entre líder y discípulo es en el mejor de los casos un
alimentarse mutuamente, un fortalecimiento mutuo. No es una relación insulsa. No está libre de tensión y
conflicto. Lo ideal es un liderazgo lo bastante fuerte como para proponer direcciones claras y discípulos lo bastante
fuertes como para criticar y corregir; y finalmente suficiente continuidad de propósitos como para resolver las
disputas y seguir adelante."
Hay veces en que los líderes deben seguir y los discípulos deben guiar. Por tanto, un líder eficiente debe ser
capaz de usar dos sombreros diferentes, por decirlo así. Como señala un artículo en el Harvard Business Review: "El
discipulado no es una persona sino una función, y lo que distingue a los discípulos de los líderes no es la inteligencia
ni el carácter sino la función que desempeñan. Los discípulos eficientes y los líderes eficientes son, en ocasiones,
las mismas personas jugando diferentes papeles en diferentes momentos del día." Así que, en vez de debatir sólo
acerca del liderazgo, más bien prefiero analizar el concepto de "líder-discípulo" en particular, y de manera general
los conceptos de guiar y seguir.

El "líder-discípulo"
Aquí hay una importante diferencia que quiero señalar antes de proseguir: Dondequiera que hablo de líderes a lo
largo de este libro, lo hago en el contexto del líder como alguien que puede tanto seguir como guiar. Dondequiera
que tratamos acerca de discípulos, me refiero a un discípulo que puede tanto guiar como seguir.
En mi trabajo con una organización cristiana, estoy contratado por una junta directiva. Sigo sus políticas. Pero
hay veces en que me siento en la obligación (y ellos desean que lo haga) de dirigir la junta, aunque no soy miembro
de la misma. Tengo el deber de guiar al personal. No obstante, la realidad es que el personal administrativo sabe
mucho más que yo en una gran diversidad de asuntos. Por ejemplo, nuestro personal de información tecnológica y
nuestros financieros tienen considerablemente mayor pericia que yo en dichas esferas. Así que en esas ramas, y en
otras, debo ser discípulo y aprendiz. Necesito proporcionarle liderazgo al personal; no obstante, debo estar atento
a sus intereses, escuchar sus necesidades y las expresiones de sus deseos, con el fin de hacer que nuestra
organización sea más sensible a sus necesidades. En esa función yo soy discípulo. Proporciono liderazgo para un
equipo administrativo, no obstante, ellos son expertos en sus respectivas esferas en las cuales proporcionan
liderazgo. Por lo tanto, yo debo seguir su dirección en muchos aspectos.
Uno de los más grandes errores que cometen los líderes es verse a sí mismos y permitir que otros los vean como
los "únicos" líderes, y a todos los demás en la organización como discípulos. Tal distribución es indebida e
innecesariamente sobrecarga al líder y limita la probabilidad de que la organización alcance sus metas. Como ha
comentado Elisabet Moss-Kanter, profesora de Harvard: "No hay suficientes genios creativos a disposición, y hay
muchos problemas en esta era para que se den el lujo de tener sólo un puñado de personas pensando en las
soluciones."
Quizá nuestro ejemplo más contundente de "discipulado" viene de los miembros del cuerpo de Cristo en la
iglesia local. En 1 Corintios 12; 1 Pedro 4; Romanos 12; y pasajes similares, el significado que se comunica es que
cada persona miembro del cuerpo de Cristo posee al menos un don y es por tanto necesario para el correcto
funcionamiento del cuerpo. El "líder" de la iglesia local que no tome en cuenta la utilización del don de cada
miembro de la iglesia, probablemente no verá a la iglesia alcanzar su máxima potencialidad. De la misma manera que
el cuerpo físico no funciona correctamente si no se les permite funcionar a algunas de sus partes, tampoco puede
funcionar el cuerpo de Cristo. Pablo golpea este blanco con gran fuerza en 1 Corintios 12:12-31. "Porque así como
el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo
cuerpo, así también Cristo" (v. 12).
Es importante para mí hacer notar en este análisis acerca del discipulado que, aunque el gerente principal en
una organización se encuentre plenamente comprometido con el concepto operativo del discipulado, es muy
probable que lleve sobre sus hombros la máxima autoridad operativa (legalmente) de la organización.

Resumen
Durante un viaje a Egipto, pasé aproximadamente diez días en El Cairo. Esta es la ciudad de las pirámides y de la
Esfinge. La característica natural más sobresaliente de esta ciudad no es el desierto, sino el río Nilo. Usted no
puede llegar a muchos lugares sin ver o cruzar, incluso varias veces, el Nilo.
Viendo ese río, era muy difícil para mí no pensar bastante en Moisés, aquel gran y renuente líder del pueblo
judío. En realidad, este fue el mismo río que produjo las ranas y que fue convertido en sangre.
Moisés es un gran ejemplo de alguien que primero intentó el liderazgo tomando los asuntos por sus propias
manos. El siguió la forma tradicional de liderazgo (mediante el simple empleo del poder) y este trajo como
resultado muerte y destitución de su posición. Pero fue en su descenso de la corte del Faraón al desierto, que
descubrió el alma del liderazgo. El no quiso, e inicialmente se negó a aceptar el nombramiento de parte de Dios.
Pero en su oficio como pastor de ovejas aprendió que no podría haber algo más importante que reconocer la
santidad de Dios y luego responder obedientemente a su llamado. A pesar de lo fuerte que eran sus propios
deseos, Moisés había aprendido que los de Dios eran los más importantes. A pesar de lo brillante que fueran sus
primeros métodos para controlar y guiar, aprendió que la fortaleza en el liderazgo viene a través de una continua
y obediente confianza en Dios y de una disposición de servir a otros. Habiendo descubierto esa diferencia, el
segundo nombramiento de Moisés al liderazgo fue radicalmente distinto y mucho más eficiente.
Aunque ninguno de nosotros haya servido en la corte del Faraón, ni atendido ovejas en el desierto durante
muchas décadas, podemos aprender las lecciones de Moisés... que sólo el liderazgo que honra a Dios y que viene
del alma es el liderazgo que será eficiente.
2
Las nueve tareas del liderazgo
SE HA ESCRITO mucho acerca del liderazgo sin definir realmente qué es. Creo que será útil abordar el liderazgo
concentrándonos en sus tareas, y hay muchas de ellas.
Una de las listas más útiles es la desarrollada por el ex secretario de HEW, John Gardner. Él opina que un líder
tiene que ver con al menos nueve tareas cruciales.
Las nueve tareas cruciales de un líder

Vislumbrar metas
En primer lugar, el líder tiene la responsabilidad de "vislumbrar metas". Esto quiere decir la capacidad de
establecer objetivos y formar una visión de lo que las personas o la organización pueden alcanzar.
Reiteradas veces vemos a los líderes en el Antiguo Testamento vislumbrando metas para su pueblo. Cuando el
pueblo vio los muros que rodeaban a Jericó y se quejaron: "No podemos", Josué dijo: "Sí podemos." Cuando los
israelitas se enfrentaron a Goliat y dijeron: "No podemos", David respondió con un vigoroso: "Sí podemos."
Cuando diez de los espías dijeron a los israelitas que no podrían tomar Canaán debido a los gigantes y otros
obstáculos, Josué y Caleb dijeron: "Sí podemos."
Un colega en Brasil tenía el sueño de una fábrica a un costo de varios millones de dólares para producir Biblias
para el Brasil. En aquella tierra de pobreza y oportunidad, debido a que él se hizo la pregunta inicial "¿Qué lugar
ocupa Dios en este proyecto?", funciona con éxito una hermosa fábrica. Él fue capaz de vislumbrar ese proyecto
para incontables personas que luego ayudaron a hacerlo realidad.
Afirmar valores
La segunda tarea que Gardner identifica es la necesidad de que el líder "afirme valores". Él señala:
Una gran civilización es un drama vivido en la mente de un pueblo. Es una visión compartida; son
normas, expectativas y propósitos compartidos. Cuando uno piensa en las grandes civilizaciones del
mundo, las imágenes más vividas que se agrupan en nuestra mente son los monumentos que nos han
legado... Pero en realidad todo el esplendor material fue un simple subproducto. Las civilizaciones
mismas, desde el principio hasta el fin, existieron en la mente de hombres y mujeres.
Los valores compartidos por el pueblo que Moisés guió venían de diversas fuentes, la más importante de las
cuales eran los diez mandamientos. Una y otra vez Moisés tuvo que recordarle al pueblo, no solamente los valores
comunes compartidos, sino el único fundamento sobre el que se levantaban dichos valores: la confianza en el Dios
Todopoderoso. Moisés tuvo que mantener la visión que Dios le había concedido a pesar de las quejas, la murmu-
ración y la rebelión. Los líderes cristianos contemporáneos están llamados a hacer lo mismo.
Motivar
La tercera tarea del liderazgo según Gardner es la de "motivar". Gardner plantea: "Los líderes normalmente no
crean motivaciones de la nada. Ellos liberan o canalizan motivos ya existentes." Es por esas razones, por ejemplo,
que un líder debe prestar atención a las metas, sueños y necesidades de las personas a las que guía. Sin embargo,
las motivaciones no pueden imponérsele al grupo. "Cualquier grupo", dice Gardner, "tiene grandes enredos o mo-
tivos. Los líderes eficientes animan aquellas motivaciones que sirven a los propósitos de la actividad colectiva en
la búsqueda de metas comunes significativas." Uno de los métodos que Moisés empleó en ese sentido fue el
recordarle constantemente al pueblo que las bendiciones que resultarían de su obediencia a Dios estaban al alcance
de la mano. "Porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus
mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la
tierra a la cual entras para tomar posesión de ella" (Dt 30:16). Sin embargo, tan importante como aquellas eran las
consecuencias que vendrían si la obediencia no era el camino elegido por ellos. "Mas si tu corazón se apartare y no
oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto
pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión
de ella" (v. 17-18). Al igual que las motivaciones positivas, las motivaciones negativas pueden producir acciones
positivas.
Gardner hace notar más adelante que "las formas positivas de ver el futuro deben atemperarse con una porción
de realismo objetivo." Ni Moisés ni Josué sugirieron, por ejemplo, que la Tierra Prometida sería tomada sin algún
grado de dificultad, como por ejemplo, pelear. Lo que ellos le aseguraron al pueblo, no obstante, fue que Dios
estaba de su lado y que ellos prevalecerían (31:3-6).
Dirigir
Una cuarta tarea del liderazgo identificada por Gardner es "dirigir". Aunque no considera necesariamente que
esta sea la función primordial del liderazgo, Gardner lo ve como parte indispensable de la tarea de liderazgo. Por
ejemplo, enumera asuntos de dirección como la planificación, establecimiento de prioridades, establecimiento de
la agenda de trabajo, toma de decisiones, y el hacer valoraciones de la política a seguir.

En el Antiguo Testamento, por ejemplo, se le prestaba especial atención no sólo al concepto de adoración, sino
también a cómo debían adorar las personas. Los diversos sacrificios, ofrendas y procedimientos que el pueblo
tenía que seguir en un sinnúmero de esferas, eran meticulosamente especificados. Muchas veces, tras consultar al
Señor, Moisés le comunicó al pueblo cómo obtener agua y dónde obtener pan. Esas actividades son
representativas de las tareas fundamentales de dirección.
Alcanzar una unidad en la que se puede trabajar
Una quinta tarea de liderazgo es alcanzar "una unidad en la que se pueda trabajar" Gardner no sugiere que esta
tarea se alcanzará cuando estemos en presencia de una uniformidad organizativa absoluta o cuando haya una
ausencia total de conflicto. En realidad, él cree que algunos conflictos ocurrirán inevitablemente: "En realidad,
alguien pudiera plantear que la disposición de entrar en contienda cuando sea necesario es un sine qua non de
liderazgo." Gardner sostiene que esta tarea incluye el interés y la capacidad para resolver conflictos y la necesidad de
edificar la confianza dentro de la organización.
El tema de la unidad es un punto rico en las Escrituras. Muchas de las cartas de Pablo disertan acerca de este
trascendental asunto. Y Cristo mismo, como lo expresa en su oración a su Padre, justo antes de su muerte, hace del
tema de la unidad una parte significativa de la oración:
Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de
ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en
nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que
sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad,
para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has
amado. (Juan 17:20-23).
En realidad, lo que Él planteó fue que la evidencia ante el mundo de que El había sido enviado por el Padre sería
que el mundo viera a los creyentes en completa unidad.
Marylou y yo estábamos paseando una vez por un campo de "softball" (variedad de béisbol que se juega con
pelota blanda) en el Parque Central. Era diferente de los campos de "softball" que yo había visto en mi vida porque
precisamente en medio del jardín central había un gran árbol. A pesar de todo, se jugaba "softball" sin ningún
problema. La gente simplemente aprendió a jugar a pesar de esas condiciones imperfectas. A veces en el liderazgo
perdemos oportunidades porque insistimos en la perfección que rara vez logramos alcanzar en vez de tomar y
sacar el mayor provecho de las oportunidades con las que podemos trabajar. Esto es cierto sobre todo cuando se
trata del asunto de la unidad.
Explicar
Una sexta tarea del liderazgo es la de "explicar". Con el explicar Gardner sugiere la necesidad de compartir
información acerca de qué está sucediendo y por qué. El ve una fuerte similitud entre la función de los líderes de
explicar y la función de la enseñanza: "Enseñar y guiar son ocupaciones que se pueden distinguir, pero todo gran
líder está evidentemente enseñando; y todo gran maestro está guiando."
Una de las principales funciones que se observa en el liderazgo de Moisés es que fue el Moisés maestro.
Reiteradas veces reunió al pueblo para enseñarles los caminos del Señor. Y también llamó al pueblo a ser maestros
de sus propios hijos. De la misma manera los hijos debían prestar atención a la instrucción de sus padres: "Oye, hijo
mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre" (Pr 1:8).
Muchos líderes no dan en el blanco al respecto. Ellos suponen que, como enviaron un memorándum, la claridad
y la comprensión vienen como resultado. No pueden entender por qué las personas todavía tienen preguntas. He
descubierto que las reuniones abiertas con el presidente, donde el orden del día es de lo que el personal quiera
hablar, no de lo que yo quiero hablar, son de gran ayuda en esa tarea de explicar.

Servir como símbolo


Una séptima tarea del liderazgo es "servir como símbolo." Cualquier líder —ya sea un pastor, gerente principal,
maestro de obras, o maestro, por sólo mencionar algunos— ha enfrentado el hecho de ser identificado en primera
instancia como símbolo.
Mi maestra de escuela primaria era símbolo para mí de todo lo bueno que había que aprender acerca de la
enseñanza y el aprendizaje. Cuando la veía en la tienda ella seguía siendo mi maestra y esperaba que se
comportara de una cierta manera. Lo mismo pudiera decirse de una multitud de otros puestos de liderazgo. El
líder que se niega a reconocer esa función de símbolo, que insiste siempre en ser tal como es sin que le importe
nada más, sin duda enfrentará un camino escabroso. Comenta Gardner: "Los líderes rara vez pueden darse el lujo
de hablar sólo por sí mismos." Moisés estaba bien consciente de su función de símbolo en este sentido. También
lo estaban los sumos sacerdotes. Cuando Moisés ascendió al Monte Sinaí, por ejemplo, lo hizo no sólo por sí mismo,
sino en nombre de su pueblo. Los mandamientos que recibió no fueron sólo para su beneficio, sino para beneficio
de todo el pueblo.
He hallado que esto es especialmente cierto en una organización internacional en la que hay multitud de puntos
de vista y de orígenes étnicos, y una diversidad de tradiciones eclesiásticas. Actividades y prácticas que son
perfectamente aceptables en una cultura son totalmente inaceptables en otra. De esta manera esa tarea de servir
como símbolo se vuelve aun más difícil y complicada.
Representar al grupo
La octava tarea del liderazgo que Gardner identifica es la de "representar al grupo". Un líder debe estar
completamente consciente de las virtudes y debilidades de la organización, y negociar en consecuencia. El líder
también debe estar consciente de las necesidades y deseos de los constituyentes, y prestar atención a sus mejores
intereses. Es probable que esa función o tarea representativa se identifique más fácilmente en la esfera política
cuando un líder de un país se sienta con el líder de otro país a negociar algún tratado o acuerdo. Una ilustración
bíblica acerca de esa función es cuando Josué negoció un pacto con los gabaonitas. Dios le había indicado a Josué
que destruyera a las naciones vecinas; no obstante, los gabaonitas perpetraron un ardid con el que engañaron a
Josué. Sin embargo, como representante del pueblo, él se vio obligado, una vez que la treta fue descubierta, a
cumplir con lo pactado.
En cuanto a Moisés, esa función figurativa estuvo claramente identificado durante la visita de su suegro: "Oye
ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios. Y somete tú los
asuntos a Dios" (Ex 18:19).
Renovar
La novena tarea del liderazgo identificada por Gardner es la tarea de "renovar.". Lo que Gardner tiene en mente
es que las organizaciones están continuamente cambiando. Como resultado, tal vez se descarten métodos que
antes eran válidos, en algún momento en el futuro. Él plantea que, debido al cambio, la organización debe estar
constantemente tratando de renovarse de forma tal que sus metas y propósitos, aunque alcanzados por
diferentes métodos, se mantengan intactos. Según Gardner:
Poco a poco, la preocupación por el método, la técnica y el procedimiento gana un sutil dominio sobre
todo el proceso de búsqueda de objetivos. Cómo se hace cobra mayor importancia que si se hace o no.
Los medios triunfan sobre los fines. Las formas triunfan sobre el espíritu. El método se sienta en el
trono. Los hombres se convierten en prisioneros de sus procedimientos, y las organizaciones que
fueron diseñadas para alcanzar alguna meta, se vuelven obstáculos en el camino hacia dicho objetivo.
Una ilustración en extremo vivida de esta tarea tiene que ver con el cambio ocurrido en el Nuevo Testamento
para incluir a los gentiles en la Iglesia cuando antes solamente los judíos creyentes estaban incluidos. Pablo fue
más sensible que Pedro a la función renovadora en ese contexto específico, pero con la ayuda de una visión
celestial, Pedro también captó el mensaje aunque continuó luchando con todas sus ramificaciones.
Mientras líderes y organizaciones se preparan para el próximo milenio, es probable que no haya nada más
difícil que enfrentarse a esa tarea de renovación. Por ejemplo, todas las organizaciones enfrentarán cambios que
tendrán lugar fuera de la organización y sobre los que ella no tendrá ningún control, pero que repercutirán en las
organizaciones. El código de un impuesto que desanima las donaciones caritativas es uno de esos ejemplos. El
líder que sale airoso en esta tarea comprende que "el futuro pertenece verdaderamente a los que aprenden, no a
los que ya han aprendido." La renovación, tanto de la organización como de las personas que la integran,
continuará siendo una tarea de gran importancia del liderazgo.

Liderazgo en equipo
Quiero destacar otro concepto que Gardner identifica: el concepto de liderazgo en equipo. El sostiene que una
persona será un mejor líder si forma parte de un equipo de liderazgo: "La mayoría del liderazgo que puede
considerarse eficiente tiene que ver con determinadas personas que trabajan en una relación de equipo. La
mayoría de las empresas funcionan mejor si una persona está al frente, pero no como un solista, no como un
gigante rodeado de pigmeos."
Gardner opina del concepto de liderazgo en equipo por varias razones. En primer lugar, de la misma manera
que la organización está cambiando constantemente, así también los líderes. Y el líder que esté rodeado de un
equipo de jugadores clave, cada uno de los cuales posee fortalezas diferentes pero complementarias, se encuentra
en buena posición para mantenerse arriba y a la cabeza de las necesidades de la organización. En segundo lugar, la
estructura del liderazgo está constantemente en un estado de adecuación. Aunque toda organización posee un
diagrama oficial de su estructura, la mayoría de sus miembros conocen los niveles de acceso formales e informales.
Como observa Gardner: "todo el mundo comprende el fenómeno de la 'camarilla'." Además, el liderazgo
descentralizado se encuentra en buena posición para enfrentar tanto esa estructura formal como la informal. En
tercer lugar, de la misma manera que las personas dentro de la organización cambian, así también cambia el
ambiente externo de la organización. Y el liderazgo descentralizado puede mantenerse en sintonía con dichos
cambios.

Resumen
*Vislumbrar metas ' Afirmar valores 'Motivar
*Dirigir
*Alcanzar una unidad en la que se puede trabajar
*Explicar
*Servir de símbolo
*Representar al grupo
*Renovar
Por lo tanto, localizar estas nueve tareas del liderazgo y la necesidad de que el líder desarrolle un liderazgo en
equipo son elementos importantes en la comprensión y desempeño del liderazgo. Son pasos a dar en la dirección
correcta. Pero si vamos a manipular correctamente estas tareas, debemos batallar con ciertos conceptos
adicionales: aquellos conceptos engorrosos del poder y la autoridad, y la necesidad de confianza. La manera en que
lidiemos con el poder, la autoridad y la confianza, contribuirá en gran manera a fin de ayudarnos a entender el
alma del liderazgo.
3
Poder, autoridad y confianza
NO PODEMOS HABLAR DE LIDERAZGO si no mencionamos los conceptos de poder, autoridad, y confianza; esa será
la tarea de este capítulo.
Liderazgo y poder
Kast y Rosenzweig, profesores de la Universidad de Washington, nos ofrecen una excelente definición del poder:
"El poder es la capacidad de hacer o tener repercusión sobre algo. Implica la capacidad de influir en los demás. En
el sentido más general, el poder denota (1) la habilidad de producir cierto acontecimiento o (2) la influencia que
ejerce un hombre o un grupo de hombres, empleando cualquier método, sobre la conducta de otros en forma
premeditada."
Tres tipos de poder
Según Kast y Rosenzweig, hay tres tipos de poder: poder físico, poder material y poder simbólico. El poder físico
se asocia mucho con el contexto de la policía o de una organización militar. Esas entidades tienen el poder de
causar daño, encarcelar e incluso quitar la vida en algunas circunstancias. Un ejemplo de poder material pudiera
ser la dirección financiera de una organización. Todos los gerentes principales conocen el poder de un
contribuyente que insiste en usar su donación para manipular la organización hacia una dirección determinada o
para conseguir determinado propósito. Un ejemplo de poder simbólico pudiera ser la habilidad para motivar a las
personas a dar lo mejor de sí a fin de ayudar a la organización a alcanzar sus metas.
De la misma manera que ha escrito acerca del liderazgo, John Gardner ha presentado algunos análisis útiles
sobre el tema del poder, y señala lo siguiente: "El poder no es confundirse de condición social o de prestigio. Es la
capacidad de garantizar los resultados que uno anhela y de evitar los que no desea. El poder, de la manera en que
ahora estamos hablando, poder en la dimensión social, es sencillamente la capacidad de lograr ciertas consecuencias
premeditadas en la conducta de otros."
La perspectiva de Dios acerca del poder
Una simple reflexión acerca de la vida y el ministerio de Cristo en la tierra sugiere que Él no sólo tuvo poder sino
que lo ejerció adecuadamente y con los fines adecuados. Su vida es un ejemplo positivo de cómo el poder puede
usarse y de cómo debe usarse. Antes que un líder emplee el poder con fines egoístas debe hacerse esta pregunta:
"¿Qué habría hecho Jesús?" Si un líder quiere emplear el poder para vengarse de quienes se comportan de forma
hipócrita y malvada, una vez más debe hacerse la pregunta: "¿Qué habría hecho Jesús?" Vale la pena repetir las
palabras de Jesús que aparecen en Marcos 10:42-44:
Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen
sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será
vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. No obstante, no es suficiente
que los líderes rechacen o huyan del poder. Como señala Gardner: "El poder se aloja en todas partes." La clave
es entonces someter ese poder al señorío de Cristo, usándolo para darle la gloria a Dios. Aunque el proceso de
cómo se ejerce el poder es importante, tenemos que ir más allá del proceso y analizar los motivos. Reiteradas
veces, los líderes "religiosos" del Antiguo Testamento fueron castigados por Dios a causa de la impureza de sus
motivos, a pesar de que a primera vista parecía que estaban haciendo un uso adecuado de su poder.
Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis
vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales
engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos (Amos
5:21-23). Dios está mirando y juzgando todo lo que hago y constantemente está valorando los pensamientos y las
actitudes del corazón (Hebreos 4:12, parafraseado). Por lo tanto, al ejercer poder en el liderazgo necesito estar
atento a mis más íntimos motivos que puedan controlar la forma en que ejerzo y los objetivos o propósitos que
me hacen querer usarlo.
El poder y la obligación de rendir cuentas
Es esencial, apunta Gardner, garantizar que los líderes sean exigentes y que se les establezca altos parámetros
de exigencia en su liderazgo. Él señala la observación que hace Acton: "El poder tiende a corromper, el poder
absoluto corrompe absolutamente." Gardner advierte, y yo quiero subrayar su énfasis, debido a que muchos en
nuestra sociedad ven el poder como la esencia de la maldad, el comentario de Acton por lo general se cita
incorrectamente diciendo: "El poder corrompe", en lugar de "El poder tiende a corromper". Digámoslo de una
manera sencilla: los líderes deben aceptar la insistencia de las juntas en exigir que se rinda cuentas por el
liderazgo, pues esto es un control importante para asegurar que el poder y la autoridad se manejen
adecuadamente. Por otro lado, demasiadas "exigencias" pueden hacer que el líder sea totalmente ineficiente.
Como señalara Gardner: "Cuando a los líderes que se les exige rendir cuentas de su liderazgo se les despoja del
poder, las personas pierden el poder."
La autora Cheryl Forbes analiza el tema del poder en su muy útil libro The Religión of Power [La religión de
poder]. En su forma de pensar, el poder se define de esta manera: "Insistir en lo que queremos sin ninguna otra
razón que porque lo queremos, significa hacer que otras personas nos sigan sin tener en cuenta sus deseos. El
poder es arrogante, insensible, deshumanizador y, en última instancia, destructivo." Forbes ve el poder como algo
de lo que hay que "liberarse" en lugar de algo que "perseguir": "Los cristianos deben decirle no al poder, de modo
individual y de modo colectivo. Una decisión a favor del poder es incompatible con el deseo de buscar a Dios." Ella
ve la autoridad, en cambio, como "algo positivo y por lo general tiene que ver con un derecho atribuido dentro de
límites estrictamente controlados. Es un re-conocimiento temporal o un estado temporal de 'mandato'."
Liderazgo y autoridad
Es difícil tratar el asunto del poder sin tratar el tema de la autoridad, aunque son conceptos diferentes. Según el
fundador de Prison Fellowship Ministries, Charles Colson:
El poder y la autoridad no pueden confundirse. El poder es la capacidad de afectar los fines y propósitos
de uno en el mundo. Autoridad es tener no sólo el poder (fuerza) sino el derecho de afectar los
propósitos de uno. Con frecuencia el poder se mantiene a pura fuerza; la autoridad emana de un
cimiento moral. La Madre Teresa es un buen ejemplo. Se pasaba la vida ayudando a morir con dignidad
a personas carentes de poder; sin embargo, pocas personas tuvieron más autoridad que ella a nivel
mundial.
Colson nos advierte que "el poder secular, ya sea que lo midamos por edificios, presupuestos, bautizos o acceso a
la Casa Blanca, es por lo general más enemigo que aliado de la santidad." El concepto de autoridad aparece
entonces en la misma constante que el poder, pero en un lugar distinto. Es importante y algo compleja la relación
entre poder, autoridad y liderazgo. A fin de parafrasear a Gardner, ni el poder ni la autoridad hacen líder a una
persona. Están los que tienen ambas cosas, poder y autoridad; pero que no tienen seguidores voluntarios.
También son útiles los comentarios de los profesores de comercio Pascale y Athos:
La imagen más constante de un líder eficiente es el del que adopta el estilo de "superseguidor", que
sirve con la bendición y el consentimiento de sus seguidores y quien es capaz de inspirar porque en
primer lugar es capaz de dar respuesta a las necesidades e intereses de estos. Poder en ese contexto
significa la capacidad de lograr que las cosas se hagan, de movilizar recursos, y de obtener lo necesario
para alcanzar metas. En ese sentido el poder es más parecido a "maestría" que a "dominio" o "control.
En consecuencia, el asunto para los líderes cristianos no es tener ni un interés indebido por el poder mismo, ni
por la autoridad misma. Más bien la cuestión es "¿Cómo puedo ejercer el poder y la autoridad que Dios me ha
dado para ayudar a que la organización que Él me ha confiado alcance sus propósitos y metas?" Además, de la
manera en que yo emplee el poder y la autoridad como líder se torna tan importante como la finalidad que se
busca mediante el empleo de los mismos.
Liderazgo y confianza
Cuando uno se convierte en líder de una organización —cualquier organización, ya sea una iglesia, una
universidad, o un negocio— hay una diversidad de voces diciendo: "Confía en mí." En una universidad, por
ejemplo, la facultad quiere la confianza de la administración y viceversa. El alumnado quiere que la administración
confíe en ellos y viceversa, y así sucesivamente. Todo el mundo quiere ser digno de confianza. En otras
organizaciones se repiten los mismos planteamientos de "confía en mí" en boca del personal, voluntarios, y
miembros de la junta.
El cristianismo bíblico nos pide con frecuencia que confiemos en el Señor:
Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus
caminos, y él enderezará tus veredas (Proverbios 3:5-6).
Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en
Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará
(Salmo 37:3-5). Cuando confío en alguien, lo que en esencia estoy diciendo es que en los asuntos que afectan mi
bienestar sé que aquel en quien he confiado se preocupará y trabajará diligentemente en pro de mi mejoría.
Además, no necesito emplear medidas extraordinarias para que ese compromiso se lleve a efecto. "Se ganan
electores fieles cuando las personas consideran conscientemente que el líder es capaz de resolver sus problemas y
satisfacer sus necesidades."
Tiene mucho que ganar cualquier líder que obtiene la confianza de sus constituyentes. Los líderes no
sólo deben forjar lazos de confianza entre ellos y sus constituyentes, deben crear un clima de confianza
a lo largo y ancho del sistema que ellos presiden. La confianza no es sólo pegamento que mantiene junto
a un grupo humano, sino que cuando se disuelve, se deteriora seriamente la capacidad del grupo de
funcionar con eficiencia.
Según Louis Barnes, de la Universidad de Harvard, la confianza en una organización es más importante para su
funcionamiento que la autoridad o el poder. Además de eso, la confianza se destruye con gran facilidad, pero
quizá tan importante como aquello es que la confianza puede ser fácilmente creada o restaurada.
Destruyendo la confianza
Según Barnes, la confianza se destruye fácilmente cuando los líderes se aferran a tres suposiciones al parecer
inofensivas: En primer lugar, que los asuntos importantes caen por naturaleza en dos campos opuestos, reflejado
en el pensamiento 'una de dos'; en segundo lugar, que los datos y hechos son mejores que las que parecen ser
ideas débiles y especulaciones, lo que se refleja en la regla de "fuerte es mejor que débil"; y por último, que el
mundo en general es un lugar inseguro, siendo esto visto en la penetrante desconfianza de las personas hacia el
mundo. Señala Barnes que aunque esas suposiciones parecen bastante sencillas, cuando los líderes combinan las
tres, el efecto a largo plazo de la organización puede ser "muy destructivo" en lo que respecta al asunto de la
confianza.
Pensamiento 'una de dos'. Según Barnes, este supuesto refleja la tendencia a creer que en cualquier decisión sólo
hay dos opciones principales. En realidad un problema puede tener múltiples soluciones. El líder de una
organización que es partidario de esta forma de pensar tiende a limitar el rango de opciones posibles para resolver
la dificultad. Las opciones presentadas, por lo general sólo dos, se convierten rápidamente en símbolos que pueden
representar entidades polarizadas. A partir de entonces, la polarización evoluciona en bandos tales como,
sindicatos contra la administración, negros contra blancos, teoría contra práctica, nosotros contra ellos. En las
situaciones de una iglesia, los bandos pueden adoptar muchas formas: los jóvenes contra los ancianos, los de
grandes ofrendas contra los de pequeñas ofrendas, y los miembros antiguos contra los nuevos creyentes. Así que
Barnes da a entender que los líderes necesitan evitar el pensamiento 'una de dos', no sólo para minimizar la
polarización innecesaria que viene como consecuencia de intereses simbólicos sino, aun más importante, para
que la organización esté dispuesta a considerar otras opciones.
Fuerte es mejor que débil. Como una extensión del pensamiento 'una de dos', Barnes sostiene que esta segunda
falsa suposición se establece sobre una premisa que es algo así como: "Si tengo datos que apoyan mi
recomendación y usted basa la suya sólo en sentimientos o intuición, entonces mi recomendación debe
imponerse." Como quiero que mi recomendación prevalezca, busco datos, hechos o números en vez de explorar
mis sentimientos, mi intuición u otras posibilidades "débiles" más abstractas.
Según Pascale y Athos, la actitud mental de la administración occidental está dominada por gerentes "duros".
Los gerentes estadounidenses tienden a centrar demasiado su atención en los elementos "fuertes".
Algunos de los mejores trabajos realizados en las escuelas de comercio en las últimas décadas han estado
encaminados hacia el mejoramiento de nuestra comprensión del "triángulo frío" de la estrategia, la
estructura y los sistemas. Cada uno de estos elementos y las relaciones entre los tres son
particularmente susceptibles a la investigación analítica, cuantitativa, lógica y sistemática. En resumen,
se requiere "ciencia" de uno u otro tipo, observación y conceptualización rigurosa; razonamiento, si lo
prefiere. A eso es a lo que las escuelas de comercio le conceden valor. Es así como los profesores
obtienen su pago. Y eso es lo que se ajusta a las creencias centrales de nuestra cultura acerca de la
gerencia.
Lo que estos autores señalan es que la cultura occidental está dominada por esta actitud mental "fuerte"
mientras que otras culturas son más abiertas a la actitud mental "débil". "Fuerte contra débil" es entonces más un
fenómeno de la cultura que un requisito para una buena gerencia. Pascale y Athos vuelven a advertir contra el
peligro de pasar por alto las partes "débiles" de la gerencia de una organización: "En resumen, los elementos débiles
no pueden seguir siendo considerados como el merengue del pastel empresarial. Son parte indispensable de
cualquier compromiso empresarial de éxito a largo plazo."
Veo esas diferencias en diversos países. En algunas culturas, si no hay relación entre las personas, las cifras o los
números no importan. En otras, ocurre lo contrario. Nuestra responsabilidad en el liderazgo es equilibrar estos
aspectos múltiples de manera productiva. Y es interesante observar que la confianza parece ser una variable débil.
Desconfiar del mundo. Esta conjetura "sostiene que el mundo es un lugar peligroso que requiere que la persona
adopte una posición de profunda desconfianza para sobrevivir." En el contexto de una organización, esa
perspectiva supone un criterio darviniano o de "selección natural": "Necesito atrapar a la otra persona antes que
ella me atrape a mí. Nuestra organización necesita salir adelante con el plan o programa creativo primero; si no,
nuestro competidor, ya sea la iglesia u organización vecina, nos quitará todos los posibles feligreses o las entradas
potenciales de ofrendas." Tal suposición tiene un efecto negativo en el nivel de confianza existente dentro de una
organización.
Creando confianza
Los esfuerzos de Barnes en la investigación sugieren que una variable clave en la capacidad de una organización
para resolver los problemas es un alto nivel de confianza. Si este es el caso, ¿qué puede hacer un líder para crear
confianza? Según Barnes, los líderes necesitan abandonar las tres suposiciones antes mencionadas y al mismo
tiempo buscar combinaciones menos rígidas y más creativas.
Plantea Gardner: "Uno de los requisitos más importantes para la confianza en un líder es la estabilidad." Con
estabilidad, Gardner quiere decir pronosticabilidad. Gardner también señala que otro elemento importante para
el establecimiento de la confianza en la organización es la imparcialidad: "imparcialidad cuando los asuntos estén
siendo tratados abiertamente, pero igualmente importante, imparcialidad a puertas cerradas. Sin duda nada es
tan estabilizador como la certeza de que el líder es inconmoviblemente justo en público y en privado."
Lamentablemente, muchos líderes cristianos que tienen puestos visibles de liderazgo y que son activos en una
iglesia local separan lo que se espera de ellos en su andar personal con Cristo de lo que se espera de ellos como
líderes cristianos en un contexto colectivo cristiano. Es irónico que mientras muchas organizaciones cristianas
insisten en "profesiones de fe", muy pocas lo hacen en "profesiones de práctica". No obstante, nuestro Señor no se
impresionó con las palabras de las personas si estas no estaban acompañadas de acciones producidas por
motivaciones correctas. En resumen, en nuestras profesiones colectivas del cristianismo, a menudo no prestamos
atención a nuestro testimonio colectivo. Hemos dicho con relación a esto que "no importa que nuestras
estructuras colectivas y la forma en que funcionamos dentro de las mismas difieran poco de la típica cultura
colectiva secular". Lo paradójico es que Jesús sostuvo firmemente que las personas serían atraídas hacia su causa
como producto de las diferencias que verían en el proceder de la comunidad colectiva cristiana al compararlas con
el proceder del mundo secular. Eso no sólo deja de generar confianza en una organización, sino aun más, la causa
del reino pierde de modo significativo.
De este breve recuento vemos que el mundo colectivo secular aboga por altos niveles de confianza en una
organización. Las personas confiables serán personas más laboriosas. Las personas confiables serán personas más
comprometidas. Las personas confiables serán personas más eficientes. Así que tiene sentido, después de todo,
que el líder dirija y cultive la confianza en una organización. Y no sólo tiene sentido en lo que a las organizaciones
se refiere, sino que las organizaciones que se llaman a sí mismas cristianas deben caracterizarse por altos niveles
de confianza. Ese es específicamente el caso en el que se ven implicados el poder, la autoridad y el liderazgo.
Resumen
Después de todo, hay una diferencia entre poder (las acciones y los métodos que una persona en determinada
posición emplea para la obtención de una meta, sea autorizado o no) y la autoridad (lo que autoriza la "posición").
Sin duda, poder es un término más amplio que autoridad. En el liderazgo organizativo es imprescindible que el
poder y la autoridad del líder sean revisados regularmente por una junta. Resulta interesante que el liderazgo
puede tener lugar ya sea que se ostente o no una posición de poder y autoridad. El ascenso de José, ocurrido de
un día para otro y ordenado por Dios, de preso (sin poder ni autoridad) a primer ministro (con pleno poder y
autoridad), no estuvo relacionado en lo absoluto a las cualidades de liderazgo que el Faraón vio en José.
Y así también con la edificación de la confianza. Los líderes que:
(1) proporcionan y buscan opciones múltiples como soluciones potenciales a los problemas, o identifican una
variedad de oportunidades para el futuro, hacen todo lo posible para hacer crecer la confianza en una
organización.
Los líderes que: (2) hacen hincapié en los datos fuertes pero que también dan cabida a la oración, el papel de la
intuición, y otros tipos de aportes débiles, son propensos a terminar tomando las decisiones más sólidas. Esto es
particularmente aplicable en una organización cristiana que da cabida a la dirección del Espíritu Santo y la busca
ardientemente. A menudo no puede cuantificarse la clara dirección de Dios.
Y los líderes que: (3) escogen formarse una opinión positiva del mundo y de las personas a las que guían,
terminan buscando lo mejor de las personas y las situaciones, no lo peor. Alguien pudiera argumentar que esa "falta
de realismo" a la larga irá en contra de los intereses del líder. Al contrario, los líderes que ponen en práctica esos tres
elementos establecerán confianza e identificarán múltiples opciones para sus seguidores en pro de posibles futuros
organizadores.
El círculo se cierra en torno al alma del liderazgo. Las personas ven poder, posición y autoridad. David no tenía
ninguno de estos atributos; sin embargo, fue escogido por Dios para dirigir debido a las cualidades de su alma (él
era un hombre conforme al corazón de Dios). Y así también sucedió con José, Moisés, Pedro, Pablo, Juan el
Bautista y, ¿por qué no?, incluso con Cristo, nuestro ejemplo supremo (Fil 2:6-11).

4
La mente y el cuerpo
UN LIDERAZGO SALUDABLE comienza por un líder saludable. Crecí en una iglesia conservadora que con frecuencia
recibía la visita de evangelistas. La estocada principal de sus sermones estaba dirigida a causar el siguiente efecto:
no tomar, no fumar, no bailar, predicar a otros y evitar el infierno. Nunca escuché ningún sermón con relación al
cuidado del cuerpo, los peligros de comer en exceso y la importancia de la dieta y el ejercicio. Uno de los mayores
defensores de la línea de "no tomar y no fumar" era un evangelista que pesaba más de trescientas libras. No fue
sino hasta más adelante en mi vida que se me ocurrió que el asunto del liderazgo cristiano es la mayordomía del
cuerpo, no importa si el problema es comer demasiado, abuso de drogas (por ejemplo, pastillas, alcohol, café),
descanso inadecuado o falta de ejercicio.
La observación me dice que estas no son sólo preocupaciones a nivel personal (¿Qué tiene de malo tener unas
diez o quince libras de más?, razonamos), pero con frecuencia la cultura cristiana me dice que los deslices, o el
pecado, en esta esfera no son tan malos como lo son en otras.
Cuide su cuerpo
Pablo nos recuerda en 1 Corintios 3:16-17 que el cuerpo es el templo de Dios: "¿No sabéis que sois templo de
Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él;
porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es."
Como resultado de mi experiencia, siempre me fue más fácil tolerar a personas con problemas de peso que a
aquellas que eran alcohólicas. Es lamentable que muchos en organizaciones cristianas están considerablemente
pasados de peso. Dado el frecuente y al parecer interminable horario de viajes, comidas, banquetes, pasteles y
galleticas hechos en casa que deben probar, es muy fácil para el líder hallarse en medio de una lucha en ese
campo. A pesar de eso, son esenciales para el líder la dieta, el descanso y el ejercicio apropiado. Aunque la dejadez
a corto plazo en esta esfera no producirá resultados negativos, a largo plazo puede ser desastrosa.
Oswald Sanders cuenta la siguiente historia de Roben Murray McCheyne: "Cuando McCheyne se estaba
muriendo a la edad de treinta y dos años —se había gastado en el trabajo del avivamiento y demás— le dijo a un
amigo en su lecho de muerte, 'Dios me dio un caballo para montar y un mensaje que entregar. ¡Qué pena! He
matado al caballo y no puedo dar el mensaje."' Sanders concluye: "No estoy sugiriendo en ningún momento que
usted tenga que preocuparse demasiado por sí mismo o temer a gastarse en la obra. Pero hay un punto en que es
sabio detenerse y descansar."
Algunas pautas que trato de seguir incluyen las siguientes:
1. Descanse lo suficiente (para mí eso es por lo menos siete horas);
2. Practique algún ejercicio que no requiera de un área de práctica específica (trato de correr de diecisiete a
veinticuatro kilómetros cada semana).
Me gusta el baloncesto, pero cuando viajo es difícil encontrar un gimnasio; así que correr es una alternativa mejor
pues por lo general puedo encontrar una calle o una vereda. Para quienes viajan poco, el baloncesto, la natación,
el tenis o la cancha pueden ser buenos tipos de ejercicio regular. Lo que sea que usted escoja, haga algo de lo cual
disfrute.
3. Preste atención a reglas nutritivas básicas. La especialista en nutrición doctora Denise Webb ofrece buenos
consejos en su artículo "El poder de la comida positiva":
Meriende con regularidad. Hágalo de forma inteligente, escogiendo alimentos bajos en calorías y de alto
contenido en fibras, como frutas y legumbres. Desayune. Comer temprano por la mañana puede minimizar su
apetito a la hora del almuerzo y evitar que su metabolismo sea más lento durante la mañana.
Pruebe algunos de los productos con poca o ninguna grasa. Estos sustitutos le ayudan a reducir las calorías y las
grasas sin necesidad de ingerir pequeñas cantidades.
Lea las etiquetas de los alimentos. Casi todos los productos del supermercado tienen información nutritiva en la
etiqueta. Escoja los que tengan la menor cantidad de grasa posible y un alto contenido de fibras.
Aumente su ingestión de fibras. Los expertos en salud hoy día recomiendan la ingestión de seis raciones de
granos al día, por lo menos.
Asegúrese de ingerir cinco raciones de frutas y legumbres diariamente. Ambos son ricos en beta caroteno y
vitamina C, nutrientes que se consideran importantes para prevenir en cierta medida el cáncer y las
enfermedades cardiacas.
De cuando en cuando ceda a sus deseos. Luchar contra lo que deseamos es el camino seguro a una orgía. Trate de
manejarlos con una pequeña cantidad. El evitar los alimentos tentadores los hace más deseables.
Haga desaparecer los sentimientos de culpa a causa de sus pensamientos. Recriminarse porque usted cede demasiado
sólo fomenta sentimientos de fracaso y lo lleva a desanimarse y renunciar. En cambio, acepte su desliz y regrese a
sus hábitos más saludables lo antes posible."
Lo que trato de decir es fácil de plantear pero difícil de poner en práctica; el cuidado adecuado del cuerpo es de
importancia fundamental para el líder. Hay otros asuntos difíciles en el liderazgo; éste no debe ser uno de esos.
Es fácil regresar a antiguos hábitos. Sé lo que tengo que hacer... así que cuando me siento fuera de control,
tengo que detenerme, admitirlo y comenzar de nuevo. Me obligo a subirme en la balanza para determinar los
"daños", y luego sigo a partir de ese punto. Mi tendencia es evitar el examen físico regular, no queriendo escuchar
acerca de algo en lo que tengo que tener cuidado. Comprendo la tontería de esa actitud, de modo que doy el paso
hacia adelante y planifico una cita con el médico... y sí, descubro que tengo que cuidarme del colesterol, pero en
sentido general las cosas andan bien.
Cuando tengo mucho estrés (y con frecuencia no me doy cuenta de que es así) el hombro se me pone muy
tenso. Es aquí donde el hecho de correr me ayuda: reduce el nivel de estrés y me da la oportunidad de pensar y
orar. Una vez conocí a un profesor que, en su consulta, me dijo que corría con regularidad para hacer ejercicio,
pero también porque le daba un tiempo ininterrumpido para pensar. Otros, al igual que yo, hemos obtenido
nuevas perspectivas en lo que a problemas y oportunidad se refiere mientras "vamos algunos kilómetros" y
estamos a solas con Dios de esa manera.
Podemos estimular a otros a través de nuestro ejemplo en esta esfera. Hace poco uno de los miembros de
nuestro equipo me retó para participar en una carrera de cinco kilómetros en el Parque Central. Aunque yo
caminaba regularmente, di la excusa de que no tenía tiempo para "entrenar" de esa manera. Pero el insistió y yo
perseveré. Participé en la carrera y en el proceso no sólo gané un nuevo plan de entrenamiento sino que hice
nuevos amigos de la Sociedad Bíblica que participaron en la carrera y que yo ni sabía que eran corredores. Correr y
sudar juntos creó un interés mutuo que no hubiera sido posible tener de otra manera. Las palabras de Pablo en 1
Corintios tal vez lo expresen mejor: "¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero
uno sólo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis" (1 Co 9:24).
Cuide su mente
Así como es importante mantener el cuerpo en forma, lo es "ejercitar" la mente. Algunos líderes dejan de
crecer intelectual-mente cuando llegan a ciertos puestos en el liderazgo. Buscamos obtener diplomas y pasar
cursos para presentar un conjunto adecuado de credenciales y obtener un trabajo. Sin embargo, el líder que no
busque su superación cognoscitiva no será un líder eficiente durante mucho tiempo.
Educación
Aunque recibir clases formalmente es siempre una opción y yo añadiría que es en extremo estimulante, esa no
es la única variante. Una de las ventajas que tiene es que lleva un elemento inminente de riesgo. Una vez que
hemos alcanzado nuestro diploma es muy tentador evitar situarnos en una posición en que el fracaso académico
puede ser una realidad. "Después de todo, ya tengo demasiados riesgos con las responsabilidades del liderazgo; no
me hacen falta otros." No obstante, ese tipo de riesgo puede ser un catalizador del crecimiento. De modo que en
lo sucesivo debe considerarse recibir clases formalmente. Los institutos y talleres también pueden tenerse en
cuenta.
Un sabio pensador lo ha dicho muy bien: "El futuro pertenece a los que aprenden, no a los que ya han
aprendido." Todos nos hemos encontrado con los que ya no están al día en su profesión y con líderes que
dependen de anticuados diplomas del pasado. Cuando entrevisto a personas que aspiran a puestos de liderazgo,
una de las preguntas que siempre les hago es: ¿Qué hace usted para mantenerse al día?
Price Pritchett, consejero de administración, arguye que quienes tiene el liderazgo deben predicarle a su
personal el evangelio de "la seguridad de la empleabilidad, no del empleo seguro". Digámoslo de una manera
sencilla: si a los miembros del personal se les estimula para que se mantengan al día y se les proporcionan los medios
para hacerlo, no sólo se beneficiará la organización sino que también el personal saldrá beneficiado. Como
resultado, ese miembro del personal está mucho más preparado para ser empleado no sólo dentro de la
organización sino fuera de ella. Para esa persona no hay callejones sin salida, sólo nuevas oportunidades. Y así
también para el líder que se mantiene "completamente vivo" física y espiritualmente, mantenerse al día en la
profesión de uno mejora no solamente la capacidad de dirigir sino las oportunidades futuras de empleo.
Lectura
El líder debe ser un ávido lector, tanto de obras relacionadas con el liderazgo como de otras que estén totalmente
fuera de la vocación que uno pueda tener, de autores cristianos y también seculares. Estoy suponiendo que ese
tipo de lectura nunca ocupará el lugar de la lectura y del estudio bíblico.
Según Gordon MacDonald: "El desarrollo de la mente hace posible que hombres y mujeres sean siervos de las
generaciones en que viven. No desarrollamos nuestro intelecto sólo para provecho personal sino que ponemos
nuestra capacidad de pensar a trabajar para el uso de otros. Según crezca mi mente podré hacer posible el
crecimiento de otros." Oswald Sanders observa: "El hombre que desea crecer intelectual y espiritualmente debe
estar constantemente con sus libros." Entre otras razones para estimular la lectura, Sanders señala las siguientes:
estímulo mental, cultivo del estilo, adquisición de informaciones y conocimiento de las ideas de los grandes
pensadores.
Meditación/Reflexión
También es importante para el líder apartar tiempo para lo que llamara nuestro antiguo colega William Green,
liderazgo reflexivo. Al menos en el contexto de las organizaciones, la mayor parte del liderazgo tiene que ver con
reuniones, atender quejas y cosas por el estilo. Sin embargo, si el líder va a dirigir debe pasar tiempo fuera de la
oficina con regularidad, reflexionando en su misión. Una de las responsabilidades más importantes de una junta es
asegurar que el líder tenga tiempo para reflexionar.
Mi período de reflexión incluye grandes dosis de lectura, lo que obviamente enriquece el desarrollo cognoscitivo.
Días planificados con regularidad para estar lejos de la oficina me ayudan a hacer esto.
Con frecuencia los líderes pierden de vista el propósito global y la misión de una organización. Pasar un tiempo
de reflexión fuera de la oficina ayuda a mantener la perspectiva en esta importante responsabilidad.
Resumen
Una vez más quiero decir que el liderazgo no es un grupo de piezas desconectadas. Más bien, como lo define
Covey, lo espiritual, mental, físico y social puede verse como una serie de círculos concéntricos que se superponen
y el lugar donde todos se encuentran, él lo define como "el fuego interior".
Para nuestro propósito, este lugar de convergencia, donde una buena dieta, el ejercicio y el desarrollo mental y
social, establecidos sobre un sólido fundamento espiritual —donde todos estos convergen— tendrá en el centro al
Espíritu Santo de Dios dirigiendo, guiando, facultando y consolando. Y eso es lo que marca la diferencia en el
liderazgo.

5
Liderazgo y familia
SURGE A MENUDO EL TEMA del liderazgo y de la familia durante los debates de nuestro pequeño grupo de
compañerismo en la iglesia. Como por lo general ocurre en ese tipo de reuniones, se presentan varias perspectivas
acerca del tema: éxito en el trabajo pero muy poco tiempo con los hijos o éxito en el trabajo y tiempo con los hijos
pero nada sólido con el cónyuge.
A lo largo y ancho del mundo, en culturas diferentes, se debate este asunto del liderazgo y la familia. Desde Egipto
hasta el Ecuador; desde Santiago hasta Madrid las preguntas son las mismas: ¿Cuándo llegarán los hijos a conocer a su
madre o a su padre? ¿Cuándo tendrá mi cónyuge tiempo para mí? Y el dilema está latente en la mayoría de las
profesiones, incluso en la iglesia.
Jim Smith tiene treinta y ocho años. Tiene una esposa hermosa, dos niños encantadores y es
considerado uno de los pastores más sobresalientes en su ciudad. Jim y Jane se casaron cuando él
estudiaba en el seminario. El primer niño nació cuando él estaba en el último año. Jane nunca terminó
la universidad pero empezó a trabajar para ayudar a Jim en el seminario. Jim es un predicador eficiente
y muy respetado tanto por su pastor asistente como por su congregación. Se prepara mucho para lograr
buenos sermones. Su iglesia está creciendo. La esposa de Jim va a dejarlo la semana entrante.
Pero no es sólo en la iglesia donde encontramos ese problema. También está presente dentro de muchas
organizaciones cristianas:
Bob Ramson es el director ejecutivo de Compromiso Cristiano en el Extranjero, organización que fundó
hace veintidós años. Ha viajado por todo el mundo y es un predicador muy solicitado. Luego de un
comienzo vacilante CCE comenzó a crecer rápidamente hace alrededor de diez años. Mucho de ese
crecimiento se debe al alto grado de compromiso de Bob y a su disposición de entregarse
desinteresadamente a la obra de Cristo. Bob no lo sabe, pero hace ocho años que abandonó a su esposa
y a sus hijos.
Estas dos anécdotas, ambas del presidente emérito de Visión Mundial Engstrom y del libro del director
ejecutivo de Visión Mundial Ed Dayton, The Christian Executive [El ejecutivo cristiano] ilustran acertadamente
situaciones afrontadas con demasiada frecuencia por los líderes cristianos: han fracasado en sus matrimonios.
Los líderes y sus cónyuges
Los requisitos de Pablo para los diáconos y líderes incluían que esos líderes fueran "marido de una sola mujer"
(1 Ti 3:2). ¿y cuál era el tipo de esposo que él tenía en mente? La respuesta está en Efesios 5:25-33:
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela
a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese
santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El
que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la
sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne
y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos
serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo
demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.
Sin duda, el esposo ha de amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia. Debe amarla así como ama su
cuerpo. Muchos líderes tienen una relación idólatra con otra "amante" a la que llaman "el ministerio".
Esa "amante" exige mucho tiempo, tiempo lejos de casa, y se usa para justificar todo tipo de
prioridades antibíblicas. Ese tipo de idolatría debe clasificarse por lo que es: pecado. Las relaciones
ilícitas con esa clase de amante tienen que acabarse. No se pueden pasar por alto las prioridades de
Dios. Él espera que los líderes amen a su esposa de la misma forma que El amó a la iglesia y esto requiere
que el líder no rechace las necesidades, ninguna de ellas, de su esposa.
Como señalan Engstrom y Dayton:
Algunos respondemos de inmediato en defensa propia: '¡Pero este es el ministerio al que Dios me ha
llamado! Mi esposa lo comprende, es un sacrificio que estamos haciendo juntos.' Puede ser, pero tal vez sea
el punto de vista que tiene usted de la situación y, aunque en el exterior su esposa lo esté compartiendo,
quizás en su interior ella sienta algo muy distinto. Con demasiada .; frecuencia la esposa cristiana se pone en
una posición en que parece que no está de acuerdo con la voluntad del Señor si no se siente a gusto con las
circunstancias dentro de las cuales su esposo se está moviendo. Muchos hombres y mujeres se casan antes de
tener una idea clara del ministerio al que ambos (o él sólo) puedan ser llamados. Con demasiada frecuencia
pasan por alto lo que el Espíritu pueda estar diciéndole a ella y los dones que Dios le ha concedido.
Si este es el tipo de relación conyugal que caracteriza la vida del líder, habremos hecho una interpretación
funesta de lo que es practicar el amor en la forma en que Cristo lo hace. Tenemos que comenzar de nuevo. No lo
podemos hacer lo bastante rápido. Desde el punto de vista de las relaciones familiares, el cónyuge debe ser lo más
importante, y el cónyuge debe saberlo.
Haga de su cónyuge la prioridad número uno
Aquí ofrecemos algunas sugerencias para considerar cómo ayudar a desarrollar y fortalecer nuestra relación
conyugal.
Tómese vacaciones regularmente. Tome esas vacaciones varias veces al año, aun cuando sean sólo excursiones de
un solo día. Me sorprende ver cuántos líderes no pasan mucho tiempo de vacaciones con sus esposas. Un tiempo
de vacaciones, sin los niños, es de vital importancia para desarrollar la intimidad, tanto sexual como en otros
sentidos. ¡Dedique tiempo a divertirse!
Haga algo especial. Estas "cosas especiales" deben ser algo más que simplemente ayudar con las tareas diarias del
hogar. Uno de los hábitos que se me sugirió hace muchos años fue llevarle flores a mi esposa, todas las semanas si
fuera posible. No lo he logrado todas las semanas, pero he dado en el blanco más veces de las que he fallado. Al
comienzo de nuestro matrimonio hubo semanas en las que sólo podía llevar a casa un clavel, pues eso era lo único
que me permitía mi presupuesto. Pero tenía el mismo significado que una docena de rosas rojas porque lo hacía
con todo amor en mi corazón. Este pequeño gasto mensual era una de las mejores inversiones que podía hacer en
nuestro matrimonio. De cuando en cuando, había algo adicional como ropa nueva o alguna prenda.
Haga de la renovación espiritual como pareja un viaje continuo. A veces este un asunto espinoso en las parejas, ya
que ciertos hábitos y recuerdos aprendidos en el hogar (con frecuencia negativos) se llevan al matrimonio. Cada
persona debe aprender y crecer a su propio ritmo. Pero con el tiempo necesitan ir al mismo ritmo en su
crecimiento. Crecer juntos espiritualmente enriquece y profundiza el matrimonio. La paciencia, la consecuencia en
las palabras y mucha oración son de obligatoriedad en este viaje.
Comparta su mundo. Con frecuencia muchos cónyuges se vuelven viejos el uno para el otro y con el tiempo se
alejan. Asegúrese de que el mundo de cada uno se entienda correctamente y que lo compartan. Crecer juntos, no
separados, debe ser la perspectiva.
Pasen tiempo juntos. Esto significa más que el tiempo ocasional "de calidad" situado entre otras actividades. Si
fuera necesario, esté preparado para a descartar sus planes de momento. El asunto de "cuándo" debe decidirlo
cada pareja, pero no deje que eso le impida la oportunidad de hallar tiempo para estar juntos.
Comparta la información económica de la familia. Asegúrese de que su esposa comprenda la condición
económica de la familia y de que ella estará económicamente amparada en caso de que usted muera. Muchísimos
líderes mantienen a sus esposas desinformadas en esos asuntos. Analícelos franca y directamente. He visto a
muchísimos esposos que protegen a sus esposas de esta "carga" y al final resulta en una carga mayor. El dinero no
hace el matrimonio, pero compartir información puede ayudar a mantener las líneas de comunicación abiertas y
evitar que entre los dos se interponga un muralla.
Engstrom y Dayton ofrecen algunas sugerencias adicionales: "Comience a salir con su esposa, ustedes dos solos.
Pídale que evalúe la forma en que usted emplea su tiempo. Trate de fantasear lo que usted cree que será la mejor
situación en la que ustedes se encontrarán como individuos y como pareja dentro de diez años." No se crea la
mentira de que su esposa se conformará con "un pequeño tiempo de calidad". La esposa aprecia el tiempo de
calidad, sin duda; pero lo que ella necesita son dosis mayores de ese tipo de tiempo. Así como nuestro Padre
celestial desea que nosotros pasemos con El tiempo de calidad y cantidades significativas de tiempo, nuestro
cónyuge lo desea.
Engstrom y Dayton les ofrecen otro recordatorio a los líderes: "La obra de Dios puede hacerse sin usted. Él no
está preocupado por el futuro. ¿Acaso no está Él más interesado en lo que usted sea que en lo que usted pueda
lograr? ¿y no se demuestra lo que usted es por el tipo de relaciones que tiene? ¿y no es la relación con su cónyuge
la mas profunda de todas las relaciones? ¿Ha abandonado usted a su esposa? Le pedimos a Dios que ella lo acepte
nuevamente."
¿Ha "abandonado" usted a su esposa?
Estos autores también ofrecen una lista de comprobación para los líderes a fin de descubrir si han
"abandonado" o no a sus cónyuges. Si su respuesta es afirmativa a la mayoría de esos planteamientos, ya quizás
usted haya "abandonado" a su esposa o está en el proceso de "abandonarla".
¿Cuál es su posición? Marque todas las que correspondan:
 Por lo general llevo trabajo a casa por las noches.
 No he salido con mi esposa en las últimas dos semanas.
 En mi agenda no aparece una salida con mi esposa.
 Por lo general estoy fuera de casa trabajando más de diez horas diarias.
 En las últimas semanas hemos tenido dos peleas.
 No hemos tenido una discusión en estos cinco años.
 Mi educación está cuatro años o más por encima de mi esposa.
 Nos casamos antes que yo hubiera sido llamado a mi actual ministerio.
 Nuestro hijo menor tiene entre 16 y veinte años.
 Mi esposa no ha salido de viaje conmigo en los últimos cuatro años.
 La mayor parte de nuestras relaciones sociales giran en torno a mi trabajo.
 La cena familiar es por lo general interrumpida por llamadas telefónicas para mí.
 Mi esposa no conoce mucho de cómo funciona mi organización.
 Mi esposa ha adquirido más información académica desde que nos casamos.
 Mi esposa no tiene otros planes en cuanto a profesión fuera de nuestro matrimonio.

Una idea para concluir. Aparte de las observaciones generales hechas hasta ahora en esta esfera de las
relaciones conyugales, la Biblia no ofrece muchos ejemplos reales. En otras palabras, las Escrituras nos instruyen
en cómo amar y cuidar de la esposa, pero no presentan muchos casos de diálogo abierto entre los cónyuges,
sobre todo acerca de los asuntos que predominan en nuestras relaciones conyugales actuales. Aunque tenemos
algunas ideas acerca de las esposas de Abraham, Job y Jacob, sabemos poco de las esposas de José, Pedro, Josué y
Moisés. Y lo mismo nos sucede con Rut, Ester, Débora y Noemí. No sabemos con certeza qué funciones
desempeñaron ellas en el ministerio de sus esposos.
Veamos por ejemplo el caso de Moisés. Sí sabemos que cuando Dios lo llamó para que regresara a Egipto luego
de sus cuarenta años como pastor, él regresó con su esposa y dos hijos: "Entonces Moisés tomó su mujer y sus
hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano" (Ex
4:20). Pero durante el éxodo Séfora y sus hijos regresaron a su padre en Madián y sólo en algunas ocasiones se
encontraron con Moisés a partir de entonces (véase 18:2, 5). ¿Por qué fue de esa manera? No se menciona.
Los líderes y sus hijos
Mientras que los contribuyentes, los diáconos y muchos otros pueden con facilidad obtener la atención del
líder, sus hijos no son tan afortunados. Como una observación general, los niños pueden sobrevivir con un mínimo
de atención. Y algunos obtienen muy poco de su padre y líder. Sin embargo, por otra parte, los niños tomarán
tanto tiempo como se les conceda.
La perspectiva bíblica
Anlicemos algunas observaciones bíblicas acerca de las relaciones del líder con sus hijos. Según el Antiguo
Testamento, Dios esperaba claramente que los padres enseñaran a sus hijos las verdades bíblicas porque sin ellas la
nación de Israel no sobreviviría. Debía enseñar los mandamientos de Dios a sus hijos constantemente, a pesar de
la situación en que se encontraran. Eso no sólo incluía la instrucción verbal sino también el ejemplo y el uso de
ayudas visuales.
Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al
acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales
entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puerta (Dt 6:7-9).
Y las enseñaréis a vuestro hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el
camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes, y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus
puertas; para que sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra que
Jehová juró a vuestros padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la tierra (11:19-21).
Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros
hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. Porque no os es cosa vana; es
vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando
el Jordán, para tomar posesión de ella (32:46-47).
Esa preocupación por los hijos aparece en el Salmo 78:4: "No las encubriremos a sus hijos, contando a la
generación venidera las alabanzas de Jehová, y su potencia, y las maravillas que hizo."
En pocas palabras, un líder tiene la responsabilidad de dar instrucción bíblica a su familia. Hay muchos buenos
libros que aportan información a los padres sobre el tema de criar hijos. El propósito de este análisis no es repetir,
sino que quiero presentar algunas formas en las que el líder puede basarse para ocuparse de esta prioridad tan
importante.
Sea flexible. Los líderes pueden no ser capaces de seguir algún plan esquemático. Lo que dio resultado con nuestros
hijos cuando eran preescolares, por ejemplo, no dará resultado cuando sean jóvenes adultos. Nosotros no somos
los únicos que hemos cambiado; también han cambiado ellos y nuestras agendas.
Cuando nuestros hijos eran más jóvenes mi agenda cambiaba mucho debido a mi posición como rector
universitario y por el acelerado número de actividades extraescolares y de fin de semana en las que participaban
los niños. Sin embargo, descubrimos que los momentos para enseñar que se mencionan en Deuteronomio 6
(cuando nos levantamos por la mañana, en la hora de las comidas, al hacer viajes juntos y a la hora de dormir)
siguieron siéndolo a pesar de la edad de nuestros hijos. Esos momentos no siempre se podían programar. Se
presentaban en distintas oportunidades y en diversas formas.
Por lo tanto, nuestra meta como padres era estar con nuestros hijos tanto como pudiéramos (ya fuera de
manera individual o juntos) y aprovechar al máximo ese tiempo. Además, descubrimos muchas otras cosas
prácticas que funcionaban bien para nosotros como familia. En primer lugar, tratábamos de salir a desayunar
fuera con uno de los niños cada domingo por la mañana antes de ir a la iglesia. Como tenemos tres hijos, yo los
llevaba fuera durante tres semanas y luego mi esposa hacía lo mismo. Lo hicimos así por más de diez años. Era
divertido para nosotros ver los cambios en la naturaleza de la conversación. Los niños siempre esperaban con
mucho anhelo ese tiempo para estar a solas con nosotros.
Descubra intereses comunes. Busque actividades recreativas de las que puedan disfrutar todos juntos como
familia. Por ejemplo, nuestra familia disfruta mucho esquiar y las actividades acuáticas. Una cosa es arrastrar a los
niños al mundo de los adultos y otra entrar en el mundo de ellos. A nuestros hijos les encantaba ir de acampada.
Hubiéramos preferido un motel tranquilo y acogedor (apartado de todos los elementos... lluvia, frío, humedad). Les
encantaba la aventura y la actividad constante. Para hallar interés mutuo hay que hacer un esfuerzo. Las relaciones
con los niños toman nuevas dimensiones y se enriquecen cuando padres e hijos se esfuerzan por vivir en el mundo
de los dos.
Separe la casa de la oficina. Evite llevar trabajo de la oficina a la casa. Quiero decir esto en dos sentidos. En
primer lugar, psicológicamente. Los líderes tienen que esforzarse por asegurar que los problemas de la oficina no se
conviertan en los problemas de la casa. En segundo lugar me refiero al trabajo físico. Por lo general no llevo a la
casa un portafolios lleno de papeles con asuntos de la oficina todas las noches. Cuando los niños eran más
pequeños no podían entender por qué papi no podía jugar cuando estaba en casa. De algún modo yo no era capaz
de traducir "Tengo que estudiar" o "Tengo que terminar este informe" al lenguaje infantil. Como resultado, cambié
mis hábitos para que cada vez que llegara a casa de la oficina, por lo general, estuviera dispuesto a pasar tiempo
con mi familia.
Subraye los aspectos positivos del liderazgo. Repetidas veces resalte ante su familia los beneficios no materiales
del liderazgo. Con frecuencia es fácil concentrarse en los aspectos negativos del liderazgo. En realidad hay muchos,
pero también abundan los beneficios. Nuestros hijos, por ejemplo, han conocido a muchas personas interesantes
que hemos hospedado en nuestro hogar. Varias veces han viajado con nosotros a conferencias en las que he
participado y los hemos llevado de paseo a lugares de interés para ellos. Además, hemos disfrutado de los
beneficios que ofrecen los viajes y de poder conversar sin interrupciones.
Haga planes a largo plazo. Eduque a sus hijos para que sean emprendedores e independientes. Comience a
prepararlos para esto desde temprana edad, dándoles cada vez más autonomía a medida que avanzan en la
madurez. Algunos han afirmado que los hijos deben ser capaces de vivir independientemente desde los dieciocho
años. Hay diferencias importantes en América del Norte respecto a eso, ya que en muchas otras partes del mundo,
los jóvenes no se van de casa hasta que se casan.
He comentado esos conceptos acerca de los hijos estando plenamente consciente de que, aunque seamos
padres que deseamos santidad para nuestros propios hijos, eso no garantiza que esos hijos sean santos. Hay
frecuentes referencias bíblicas, por ejemplo, donde un líder piadoso tuvo por sucesor un hijo impío a quien siguió
un hijo piadoso y así sucesivamente. Sólo vuelva a leer 1 y 2 Reyes, o 1 y 2 Crónicas, y entenderá lo que le digo.
Como padres y líderes lo único que el Señor nos pide es que simplemente hagamos nuestro mayor esfuerzo y que
continuamente les dejemos nuestros hijos a Él y a su gracia.
Resumen
Hay muy pocas prioridades para el líder que estén por encima de su preocupación por ayudar y animar a su
esposa y a sus hijos. Las personas saben esto y sin embargo se comportan de otra manera. ¿Por qué? De alguna
forma la tarea aparece como algo agobiante. En realidad, lleva trabajo. Sin embargo, el amor es el ingrediente más
importante. Tenemos que amar a nuestras esposas como Cristo amó a la iglesia.

El tema de la sexualidad
6
EL DIVORCIO Y LA INFIDELIDAD en el matrimonio suman un creciente número de líderes cristianos cada año. El
propósito de este capítulo no es mencionar personas ni culpar a nadie. No obstante, es muy probable que todos los
líderes tengan que admitir, al menos delante de sí mismos, que este es un asunto preocupante. Como ha observado
John Stott: "Nadie (con la única excepción de Jesús de Nazaret) ha sido sexualmente inmaculado. Por lo tanto, no
hay por qué acercarse a este estudio con la horrible actitud de superioridad moral de 'más papista que el Papa'."
La cultura moderna destila insinuaciones de sexualidad y los cristianos no han escapado de su influencia. En
realidad, ha invadido la esfera ejecutiva. Como observara la autora Cheryl Forbes:
La sexualidad es uno de los métodos más antiguos para llegar al poder. Los reyes, así como la reina de turno, la
han usado, como también lo han hecho el esposo y la esposa común. Da resultado en los negocios y en las escuelas,
dondequiera que la gente se relaciona. De todos los medios de poder —financiero, intelectual y psicológico— es el
fundamental. Todo el mundo lo practica, cristianos y no cristianos por igual. No importa cuánto queramos evitarlo,
no podemos hablar de poder si no hablamos de sexo.

La sexualidad forma parte de los programas de televisión, de las películas y de las canciones. La respuesta
cristiana ha sido típicamente pasar por alto el tema de la sexualidad. Nos sentimos a gusto analizando el amor de
Dios, pero no sucede así cuando se trata de analizar el amor entre un hombre y una mujer. Rara vez escucha uno
una canción cristiana acerca del amor y el matrimonio en las emisoras religiosas. Gracias a Dios, un creciente
número de libros cristianos tratan el tema.
Muchas organizaciones cristianas están prácticamente carentes de mujeres en la esfera ejecutiva. En la
universidad, al igual que en el mundo de los negocios, las mujeres cristianas o no cristianas tienden a no ocupar
puestos visibles de liderazgo. Otras organizaciones no lucrativas reflejan el mismo patrón. ¿Por qué? Parte del
problema puede ser la creencia por parte de algunos de que Dios ha distribuido sus dones basándose en el sexo.
Otro elemento en la ausencia de mujeres ejecutivas puede estar en parte relacionado con la sexualidad. Los
hombres en la cultura cristiana no están acostumbrados a competir con mujeres en su mismo campo. Lo que es
peor, las mujeres en esta posición pueden crear situaciones incómodas cuando se hacen necesarias ciertas tareas
típicamente profesionales, como hacer viajes de más de un día para asistir a reuniones.
Tratando con la sexualidad
Aunque hay otros más calificados para escribir acerca de este tema, me gustaría añadir algunas observaciones.
En primer lugar, los líderes tienen que aceptar y dominar su sexualidad. Stott señala:
Todos somos seres sexuales. Nuestra sexualidad, de acuerdo con las Escrituras y la experiencia, es inherente a
nuestra humanidad. Tal vez los ángeles no tengan sexo, pero los seres humanos sí lo tenemos. Cuando Dios creó a
los seres humanos los hizo hombre y mujer. Así que al hablar del sexo estamos en un punto en el centro de nuestra
personalidad. Se debate nuestra propia identidad y tal vez se sienta apoyada o amenazada. Así que el tema exige
un grado extraordinario de sensibilidad.
No podemos negar la forma en que Dios nos hizo. El impulso sexual es poderoso. Por consiguiente, el líder que
asume la actitud de "nunca he tenido que preocuparme por eso" se hallará rápidamente en problemas. En realidad,
la intensidad de esta parte normal de nuestro ser debiera prepararnos para estar en guardia ante conductas
sexuales impropias.
El adulterio, las causas
En mis conversaciones con líderes que han fracasado en esta esfera, han comentado por lo general que el pecado
sexual no siempre es premeditado. Además de eso, no siempre es el resultado de falta de amor o afecto del
cónyuge. Más bien, es la consecuencia de la cantidad de tiempo y contacto que tenemos con otra persona en el
trabajo. Como observa Forbes: "La reacción sexual entre los hombres y las mujeres siempre está presente y es casi
automática. Debemos reconocer eso, y aunque no podemos disiparlo por completo, podemos evitar
deliberadamente usar la sexualidad con fines de poder."
Por ejemplo, cuando la literatura secular describe la relación entre jefe y secretaria, por lo general describe a la
secretaria como la "esposa de la oficina". Como apuntan Pascale y Athos: "La secretaria de uno es a menudo el
único puesto de avanzada en cuanto a lo personal en un mundo de organizaciones mayormente impersonales." Eso
no está sugiriendo que se manifiesta la relación sexual de marido y mujer, pero pueden estar presentes otras
similitudes de ese tipo de relación. La exhortación hecha al líder de "mantenerse en guardia" es por lo tanto
sumamente apropiada.
Quiero poner en claro que no le estoy echando la culpa del pecado sexual sólo al "otro hombre" o a "la otra
mujer" con que el líder trabaja. Es obvio que la responsabilidad de ser prudente es tanto para el líder como para los
que él dirige. Muchos líderes masculinos, por ejemplo, tienden a culpar por sus pecados sexuales a otras mujeres:
"Mi esposa no satisfizo mis necesidades", "Me sedujo." Inconscientemente muchos líderes se aferran a esta
conjetura: "Si ahora las mujeres no seducen a los hombres de Dios, al menos están destruyendo su sexualidad y
debilitando sus voluntades." Como señalara Forbes: "La excusa es tan vieja como Adán y tan corrompida
moralmente ahora como lo fue entonces."
Sólo diga que no
Los líderes, tanto hombres como mujeres, simplemente tienen que responder negativamente a las tentaciones
sexuales. Deben recordar que Dios no está en el negocio de tentar a las personas. "Cuando alguno es tentado, no
diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que
cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia,
después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte" (Santiago
1:13-15).
Ejemplos bíblicos de inmoralidad y sus consecuencias
Los modelos de liderazgo en las Escrituras, particularmente en el Antiguo Testamento, sugieren que el asunto de
la sexualidad ha sido un problema a lo largo de la historia. Sin embargo, la Palabra de Dios respecto a eso siempre
ha sido clara: No lo haga. La Biblia está llena de ejemplos de inmoralidad en el liderazgo. Por ejemplo, el adulterio
del rey David con Betsabé. En ese caso, la lujuria consumada de David produjo trágicas consecuencias para su
familia y para otros, un pobre ejemplo que sus descendientes siguieron incontables veces, siempre con el mismo
resultado.
Por eso el Señor dice: "He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante
de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol. Porque tú lo hiciste en secreto;
mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol... Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los
enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá" (2 Samuel 12:11-12,14).

No satisfecho con una sola mujer, Salomón, el hijo de David, siguió las inclinaciones sexuales de su padre y las
sobrepasó. Como era de esperar, la preocupación excesiva de Salomón por el sexo y las mujeres lo llevó al fracaso:
Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de
Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas... Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas;
y sus mujeres desviaron su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras
dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David (1 Reyes
11:1,3-4).
Hay muchos otros ejemplos de líderes en la Biblia que jugaron con la sexualidad y a la larga todos fueron
castigados por su carácter pecaminoso. La Biblia es clara sobre el tema de la sexualidad: la intimidad sólo debe
producirse en el contexto del matrimonio. La Biblia hace advertencias, claras y numerosas, respecto al pecado
sexual. Al enfrentar tentaciones de tipo sexual, el creyente también tiene que confiar en el Espíritu Santo. El
Espíritu, y la sabiduría que proporciona, le dan al cristiano el entendimiento necesario para mirar más allá de los
placeres temporales del mundo visible y pensar en la recompensa eterna que ofrece haber obedecido la voluntad
de Dios.
Serás librado de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus palabras, la cual abandona al compañero de su
juventud, y se olvida del pacto de su Dios. Por lo cual su casa está inclinada a la muerte, y sus veredas hacia los
muertos; todos los que a ella se lleguen, no volverán, ni seguirán otra vez los senderos de la vida (Pr 2:16-19).
Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite; mas su fin es
amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al
Seol. Sus caminos son inestables; no los conocerás, si no considerares el camino de vida. Ahora pues, hijos, oídme, y
no os apartéis de las razones de mi boca. Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa; para que
no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel (5:3-9).
Bebe el agua de tu misma cisterna, y los raudales de tu propio pozo. ¿Se derramarán tus fuentes por las calles,
y tus corrientes de aguas por las plazas? Sean para ti solo, y no para los extraños contigo. Sea bendito tu
manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan
en todo tiempo, y en su amor recréate siempre (v. 15-20).
El asunto es que el líder siempre tiene que estar alerta en esta esfera. No hay líder inmune a las tentaciones, y
cada uno debe estar preparado siempre con una respuesta bíblica. Algunos líderes pueden manejar otras
tentaciones muy bien; sin embargo, cuando se trata de tentaciones sexuales tienen una lucha. Tal vez así como
Pablo oró para que se le quitara su "aguijón en la carne", pueda buscarse la liberación en ese aspecto. No obstante,
las palabras de Pablo respecto a su oración no contestada están vivas y con poder:
Tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose
sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades,
en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte (2 Co 12:8-10).

Consejos prácticos para manejar la sexualidad


¿Cuáles pudieran ser algunos consejos prácticos para combatir la tentación sexual?
Desvíe los ojos
En primer lugar, ya que los ojos y la mente tienen mucho que ver con la lujuria, los líderes tienen que evitar, por
ejemplo, "detenerse a contemplar" los puestos de periódicos en los hoteles y aeropuertos. Compre el periódico y
salga corriendo.
Vea televisión con cautela
Cuando esté en la habitación de un hotel considere el no encender el televisor. Prefiera oír radio. Muchas veces
me he sentido tentado de ver una película HBO ("¡Por supuesto que puedo manejar el asunto!"), así que he
aprendido que la mejor defensa es simplemente no ver televisión. Es importante enfrentar la posible tentación y
hacer lo que se sepa que da resultado para evitarla.
Evite lo que pueda parecer impropio
Siempre mantenga informado a su cónyuge del tiempo que pasa fuera de la oficina con un miembro del sexo
opuesto, ya sea en un almuerzo, o un viaje de negocios u otra cosa. Su esposa apreciará su sinceridad, y al hacerlo
usted habrá logrado una responsabilidad esencial contra las reuniones "secretas".
A veces es bueno que participe una tercera persona
Cuando sea posible, y cuando los viajes de negocios requieran pasar tiempo con otra persona fuera de la oficina
(sobre todo viajes de más de un día), asegúrese de que una tercera parte esté al tanto y si es posible, que un
tercero los acompañe. Los viajes de negocios no siempre requieren que sean "los dos solos". En realidad, si usted
quiere que sea "sólo los dos" tal vez esto sea un indicio de que la relación ya es algo más que una relación de
negocios.
Escoja películas que alimenten el alma
Muchas veces un viaje al cine alimenta la tentación. Y la película que está recibiendo todos los premios con
frecuencia puede producir alguna desnutrición mientras que da alas a la lujuria. Los cónyuges pueden ser de
tremenda ayuda al animarnos a escoger lo mejor, que no necesariamente será lo más popular.
Pueden ofrecerse otros consejos, pero mi argumento principal es este: a fin de reflejar la pureza sexual en su
estilo de vida, el líder tiene que estar vigilante frente a la tentación sexual y evitarla. Como Pablo nos enseñó:
Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el
cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo... ¿O no sabéis que el que se une con
una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor, un
espíritu es con él... Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas
el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual
está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio;
glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (1 Co 6:13, 16-20). Aunque
este capítulo puede hacernos sentir incómodos a algunos de nosotros, los asuntos tratados son reales y los líderes y
sus cónyuges deben identificar sinceramente las oportunidades tanto para el éxito como para el fracaso.
Los líderes necesitan dar todo paso responsable para asegurar la integridad del alma en este aspecto específico.
Con certeza, el liderazgo visionario y emprendedor se afina con las cualidades interiores del alma.
A pesar de que este es un asunto tan importante dentro del matrimonio y en el liderazgo, a veces hay cierta
resistencia a enfrentarlo. Tal vez no hay tiempo. Tal vez el miedo impide la divulgación. Como escribiera mi esposa
Marylou:

"La falta de tiempo es un problema real. Por consiguiente, los 'asuntos candentes' quedan a un lado. Como hace
falta tanto tiempo y energía para encarar estos asuntos difíciles y a veces dolorosos, las parejas los evitan y
mantienen la conversación a un nivel 'seguro'. Pero debajo de la superficie yace una falla, y la presión va en
aumento."
Vale la pena repetir las palabras de ánimo y advertencia que Pablo presenta en Gálatas 6:
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de
mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de
los otros, y cumplid así la ley de Cristo (Gá 6:1-2). Este es un consejo particularmente bueno, en este aspecto, para
los esposos, esposas y líderes.

7
La carga personal del liderazgo
EN EL CAPÍTULO 18 explicaré que no se debe estar en un puesto de liderazgo sin un claro sentido de que el Señor
lo ha escogido a uno para ese puesto. Las cargas son demasiado grandes y la tensión muy notable. Si el líder está
considerando ejercer una función formal de liderazgo, entonces debe hacer la pregunta: ¿Cuáles son las cargas del
liderazgo y quién tiene la responsabilidad por ellas?
Este asunto fue firmemente encarado por Moisés en Números 11. Parece que el éxodo desde Egipto no fue nada
fácil. Aun cuando el pueblo estuvo muy complacido al inicio al abandonar la tierra de su cautiverio, muy pronto
comenzaron a comparar sus vidas como esclavos en Egipto con su existencia como nómadas en el desierto. Se
quejaron de los alimentos y el Señor proveyó el maná. En realidad, a Moisés debió parecerle que lo único que el
pueblo hacía era quejarse:
Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego
de Jehová, y consumió uno de los extremos del campamento. Entonces el pueblo clamó a Moisés, y Moisés oró a
Jehová, y el fuego se extinguió. Y llamó a aquel lugar Tabera, porque el fuego de Jehová se encendió en ellos. Y la
gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y
dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los
pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná
ven nuestros ojos (Nm 11:1-6). Además de eso, la queja no fue simplemente un hecho aislado, ya que la Biblia dice
que "oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda" (v. 10). Sabiendo que no
tienen la capacidad para satisfacer cada "necesidad" que se les presente, pocas cosas desalientan más a un líder
que el que se le recuerde constantemente todo lo que la organización debe estar haciendo y no hace. Este es
particularmente el caso, ya que las palabras de alabanza y aliento no llegan con mucha frecuencia a los líderes. Las
personas deben tener oportunidades de hacer sugerencias en la marcha con vistas a progresar.
Una de las prioridades que trato de programar habitualmente en la Sociedad Bíblica es buscar un momento en
que el personal se reúna conmigo en sesiones abiertas para plantear inquietudes y preguntas que tengan en su
mente. Aunque disfruto de la compañía del personal, las sesiones por lo general producen muchas más
preocupaciones que alabanzas. Y eso parece ser cierto sin importar cuánto progreso se haya alcanzado. He
experimentado eso con otras organizaciones. Sin embargo, oportunidades de este tipo son esenciales, ya que le
dan al personal la posibilidad de "descargar" y esto es muy importante para elevar su moral. Como me dijo uno de
ellos cuando concluía una de estas sesiones: "Gracias por es-cucharnos y por darnos la oportunidad de compartir
preocupaciones." En este tipo de sesiones, encuentro que es importante mantener a las personas centradas en
situaciones y no en la gente. Deseo que seamos implacables con las situaciones, pero tiernos con las personas.
Debemos también reconocer que la satisfacción con la organización pudiera significar satisfacción de sí mismos,
haciendo así más difícil el cambio y el proseguir hacia la excelencia de la organización.

Insatisfacción: La base de la excelencia en el liderazgo


El asesor Lawrence Miller ha afirmado que: "La satisfacción y la excelencia están intrínsecamente en conflicto. La
satisfacción implica el aceptar las cosas tal y como son. El profesor de Harvard, John Kotter, declara que es difícil
para una organización ir adelante con el cambio donde hay un sentido de satisfacción con el statu quo. La
insatisfacción es la fuente de la motivación. Conduce a acciones para cambiar lo que es la fuente de malestar. El
logro de la excelencia sólo puede ocurrir cuando la organización fomenta una cultura de insatisfacción creativa."
Según John Stott, sin ese tipo de insatisfacción creativa pudiera no existir visión alguna en la organización.
Por lo tanto, ¿qué es visión? Es un acto de ver, por supuesto, una percepción imaginativa de cosas combinando
intuición y previsión. Pero de forma más particular, en el sentido en que estoy usando la palabra, está compuesta
por una insatisfacción profunda con lo que es y una clara comprensión de lo que pudiera ser. Comienza con el
rechazo del statu quo y crece en la búsqueda sincera de una alternativa."
La insatisfacción creativa contra la queja negativa
Por eso los líderes deben valorar las expresiones de insatisfacción creativa. Los israelitas, lamentablemente, no
estaban ocupados en la expresión de insatisfacción creativa, sino en la queja negativa. En realidad, su queja tuvo un
efecto desastroso sobre Moisés. Le dijo a Dios que si El no tenía una mejor idea, deseaba que le quitara la vida.
Expresó su frustración al Señor de esta forma:
¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo
este pueblo sobre mí? ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno,
como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres? ¿De dónde conseguiré yo carne para
dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos. No puedo yo solo soportar a todo
este pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he
hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal (Nm 11:11-15, cursivas añadidas). Los líderes de hoy se hacen las
mismas preguntas. "Señor, ¿por qué me trajiste a este lugar? Señor, ¿cómo es posible que yo no supiera todo lo
que estaba mal en este lugar cuando respondí a tu llamado? Señor, deseo estar en algún otro lugar, un lugar mejor,
y que no tenga esta clase de problemas." Dios debe de sonreír a veces cuando nos ve atravesando por momentos
como este. Él sabe, como nosotros, que está encargado de librarnos en nuestras circunstancias, no de ellas. El
quiere que recordemos sus palabras a Israel:
Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te
puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán (Isaías
43:1-2, cursivas añadidas). Su repuesta para hoy es la misma que le dio en aquella oportunidad a Moisés: "¿Acaso
se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra, o no" (Nm 11:23). ¿Qué hizo exactamente
Él por Moisés? ¿Cómo se ocupó de la carga de Moisés? Dios respondió de dos formas. En primer lugar, estuvo de
acuerdo con el plan de liderazgo distribuido (un concepto considerado en el primer capítulo de este libro)
cambiando el diagrama de flujo de la organización:
El Señor dijo a Moisés: "Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del
pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. Y yo descenderé y
hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y
no la llevarás tú solo" (Nm 11:16-17).

En esencia, Dios identificó a otras personas que podían ayudar a Moisés, el líder, a llevar la carga.
La segunda forma en que Dios respondió a la solicitud de Moisés con relación a su carga fue proporcionando una
respuesta concreta a una necesidad concreta. El pueblo clamó por carne y Dios les dio carne. Dios continúa
preocupándose por responder a necesidades concretas. Muchos líderes cristianos pudieran dar testimonio de cómo
Dios ha suplido en forma concreta las necesidades de sus organizaciones. Yo me cuento entre ellos.
Entonces hay que subrayar lo siguiente: La carga de una organización no lo es sólo del líder, también es del
Señor. La solución para llevar las cargas pudiera incluir la reorganización de la institución, delegar responsabilidades
y mostrar mayor atención al liderazgo distribuido. Y vemos que Dios puede responder directamente a la necesidad
que provocó la "queja" en primer lugar.
El arte de llevar las cargas
El deseo de tener una existencia libre de cargas es magnífico, pero al mismo tiempo ingenuo. En la Biblia
encontramos ejemplos continuos de líderes con cargas de diversos tipos. Alternando desde Adán hasta Abraham,
desde David hasta Daniel, vemos a un Dios que está constantemente ocupado en librar a las personas no de sus
circunstancias sino en medio de ellas.
Las cargas del liderazgo no son diferentes. Por lo tanto, no hay tal cosa como liderazgo sin problemas u
organizaciones sin problemas. Surge entonces la pregunta siguiente: ¿Cómo le hacemos frente?
Echa tus cargas sobre el Señor.
En primer lugar, se nos dice que echemos nuestras cargas sobre el Señor, que encomendemos nuestros caminos
a Él: "Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará" (Salmo 37:5). Se nos dice que debemos reconocerlo
en todos nuestros caminos: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo
en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas" (Pr 3:5-6).
Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestios de humildad; porque:
Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él
os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros (1
Pedro 5:5-7).
Comparta sus cargas con otros
Suponiendo que lo he hecho, ¿entonces qué? Varias sugerencias adicionales son apropiadas. En primer lugar,
debemos compartir las cargas con otros: "Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo"
(Gá 6:2). No puedo tener a nadie más que me ayude con mi carga si no la comparto, y la mayoría de los líderes no
son muy buenos compartiendo cargas. ¿Por qué? Es probable que una razón sea que "se han quemado" por
haberlo hecho.
Por eso los grupos a quienes hay que rendir cuentas son tan importantes en el liderazgo. Hay que estar en un
grupo donde los líderes y su equipo puedan tener confianza los unos en los otros y donde los líderes puedan ser
sinceros. Una segunda sugerencia es que los líderes no deben llevar cargas que no les corresponden. Muchos
líderes, por ejemplo, "llevan el mundo sobre sus hombros" cuando lo que Dios desea que hagan es llevar una
pequeña parte de él. Muchos líderes su preocupan o llevan cargas "equivocadas" cuando Dios quiere que ellos
lleven las cargas "correctas". Por ejemplo, considere los versículos siguientes:
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con
acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús (Fil 4:6-7). No creo que estos versículos me digan que debo estar sin preocupación o
sin carga por un mundo sin esperanza. No creo que estos versículos me digan que no debo preocuparme por mis
hijos, por mi esposa o por dirigir la organización. Pablo, por ejemplo, enumera sus cargas en 2 Corintios 11. Después
de enumerar una larga lista, señala una adicional: "y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la
preocupación por todas las iglesias" (v. 28). Muchos líderes pudieran hacer declaraciones similares. Creo, entonces,
que el mensaje en este pasaje a los filipenses es que debemos centrarnos en las cargas correctas, cargas que Dios
nos ayudará a llevar, cargas tales como las representadas en los siguientes versículos:
para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo
en el conocimiento de Dios (Col 1:10).
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,
todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis
y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros (Fil 4:8).
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra (Col 3:1-2). ¿Cuáles son las preocupaciones que debemos
evitar? Jesús nos ofrece una lista de ellas en Mateo 6:25-34:
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro
cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del
cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros
mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el
vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que
ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se
echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poco fe? No os afanéis, pues,
diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas;
pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día
de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal." En resumen, la lista incluye nuestra vida (aunque eso no
quiere decir que debemos ser descuidados o abusar del templo que Dios nos ha dado), los alimentos, las bebidas y
el tipo de ropa que vestimos. Se nos dice también que no debemos preocuparnos por las cargas de mañana.
Cuando combinamos nuestra fe en el poder de Cristo con la carga que llevamos, ponemos en práctica una vida
cristiana a conciencia. Cuando llevamos nuestra carga sin unirla a la fe en un Dios todopoderoso, terminamos con
preocupación y afán. La exhortación "Por nada estéis afanosos" en la carta a los filipenses está acompañada de
métodos para que podamos estar seguros de que lo lograremos. En primer lugar, presentamos nuestras cargas al
Señor en oración y ruego. Le damos a Él nuestras cargas. En segundo lugar, cubrimos estas peticiones con alabanza
o acción de gracias. Cuando Ezequías se enfrentó a la carga de lo que parecía una insuperable desventaja militar, él
no tuvo otra opción que entregar la situación a Dios:
Entonces Ezequías oró a Jehová, diciendo: Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines,
sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye;
abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye todas las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios
viviente. Ciertamente, oh Jehová, los reyes de Asiría destruyeron todas las tierras y sus comarcas, y entregaron los
dioses de ellos al fuego; porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, madera y piedra; por eso los
destruyeron. Ahora pues, Jehová Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan
que sólo tú eres Jehová (Isaías 37:15-20). Y Dios le dio una gran victoria. Josafat enfrentó una adversidad como esa
con resultados similares:
Jahaziel dijo, "Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis
ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. No habrá para
que peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y
Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros" (2 Cr 20:15, 17).
A menudo los líderes no tienen otra opción que entregar su carga al Señor. Esto es lo que Dios desea desde un
principio. Cuando nosotros como líderes entregamos nuestras cargas al Señor, nos dice el pasaje de la carta a los
filipenses que experimentaremos la paz de Dios, y además, que esa paz sobrepasará todo nuestro entendimiento. Y
ni nuestro corazón ni nuestra mente estarán preocupados por otra cosa. En realidad, cuando le llevamos nuestras
cargas, podemos suspirar con alivio. Esta es la única forma en que un líder puede mantener la "cabeza fresca", por
decirlo así, mientras pasa por un tiempo de prueba.
Escriba las cargas "de usted"
He enfrentado muchas situaciones duras en el liderazgo. He pasado noches de insomnio orando por posibles
respuestas y combatiendo por ellas. En casi todas estas situaciones me ha sido de mucha ayuda escribir mis
preocupaciones. Hay veces en que el leer una nota escrita en las primeras horas de la mañana o muy tarde en la
noche ha traído gran claridad y perspectiva a una situación que parecía de otra manera sin esperanza.
Estar preparados para "huir" del problema
Para algunos líderes, saber que tienen la opción de huir de un puesto de liderazgo es una gran ayuda. Cuando
digo "huir" quiero decir cambiar a una actividad diferente para modificar totalmente el escenario de nuestra
mente. Esto proporciona libertad y claridad. Asistir a un concierto, tomarse un tiempo libre, unas cortas vacaciones,
y otras actividades como esas son las que tengo en cuenta. Tuve una vez un empleado que "huía" los fines de
semana renunciando el viernes por la noche y solicitando su reincorporación el lunes por la mañana; reservando
siempre esa decisión como algo personal. Esa "huida" le proporcionaba un descanso maravilloso y perspectivas que
le permitían enfrentar en mejores condiciones la semana entrante.
No puedo terminar este capítulo sin hacer notar que a veces Dios decide incrementar en vez de disminuir la
complejidad de los problemas o cargas, de manera que nos obliga a depender absolutamente de Él para obtener
soluciones. Un ejemplo bíblico muy claro de esto lo encontramos en la historia de Gedeón, en la que Dios le hizo
reducir aun más el ya escaso ejército. ¿Por qué? Para que no existiera duda alguna de que la liberación provenía de
Dios (Jueces 7). Al recordar eso, reoriento mi vida en conformidad al hecho de que Él realmente desea las cargas del
liderazgo. Debo recordar que cuanto más grave sea la situación tanto más dispuesto debo estar a echar la carga
sobre Él. ¿El resultado? Mayor alabanza y gloría dirigida al Padre celestial cuando alcanzamos la victoria.
Fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, del tal modo que aun perdimos la esperanza de
conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros
mismos, sino en Dios que resucita a los muertos (2 Co 1:8-9).
8
Renovación personal
LA CARGA DEL liderazgo puede convertirse en un considerable peso para la mente, de modo que en este capítulo
queremos considerar la renovación personal en el liderazgo. En particular, quiero analizar el tema del día de reposo
como una clave potencial para la renovación personal.
La Biblia presenta muchísimos ejemplos que contribuyen a desarrollar nuestra perspectiva sobre la renovación
personal. Pablo, por ejemplo, tuvo un ardiente interés en la renovación espiritual. Deseaba que quienes conocían a
Cristo fueran transformados por la renovación de su entendimiento (Ro 12:2). Pablo sabía que el estar
comprometido con Cristo cambiaría la forma en que las personas vivían. Los demás versículos de Romanos 12 nos
muestran algunas de las evidencias de la renovación espiritual.
Razones por las que necesitamos renovación
Si fuera a enumerar los puntos de peligro en el liderazgo cristiano contemporáneo, uno de los primeros en la lista
sería la poca preocupación por la renovación personal. Para muchos líderes la norma sería algo como esto: las
prioridades familiares descuidadas, las prioridades de la buena salud descuidadas y las prioridades espirituales
descuidadas. He conversado lo suficiente con personas que ocupan posiciones en el liderazgo de organizaciones
para saber que eso es un problema colectivo. Muchos líderes yacerán en su lecho de muerte anhelando haber
pasado más tiempo con sus familias y menos en la oficina.
Muy pocos serán capaces de identificarse con la declaración de Pablo de que permaneció en el rumbo de su
llamamiento. Todos conocemos la necesidad de nuestra renovación, pero la descuidamos. ¿Por qué? O mejor
dicho, ¿por qué tenemos en primer lugar esas preocupaciones por la renovación personal? John Gardner, en su
clásico Self-Renewal [Autorrenovación], sugiere que todos languidecemos como personas si no participamos en
actividades de renovación:
"Sigan desarrollándose — dicen los oradores en los discursos de graduación—. No se queden estancados. Que
esto sea el comienzo, no el final." Es un buen tema. No obstante, un gran por ciento de los jóvenes que oyen los
sermones no prestan atención alguna y con el tiempo llegan a la edad madura totalmente momificados. Según
maduramos vamos estrechando progresivamente el alcance y variedad de nuestra vida. Quedamos atrapados en
una red de relaciones fijas. Desarrollamos determinadas formas de hacer las cosas. El defensor más inflexible de sus
propios intereses creados es el hombre que ha perdido la capacidad de una autorrenovación.
La experiencia personal confirma las observaciones de Gardner. Debemos aspirar a una renovación personal, ya
que algunos pudieran decir que el liderazgo es ahora más difícil que en las generaciones pasadas. Ellos argumentan
que la complejidad de la problemática del liderazgo es un proceso que va creciendo continuamente. Un comentario
reciente del profesor de Harvard John Kotter ilustra este punto de vista. Refiriéndose a los requisitos personales
necesarios para los líderes, afirmó: "Aun en las condiciones más sencillas se requieren varias cosas para crear la
visión y la estrategia, y para lograr el trabajo en equipo y la motivación. Pero ya las condiciones sencillas no son la
norma. La norma es lo complejo' (cursivas del autor). Luego se refiere a los grados variables de complejidad según
la naturaleza de la organización, la cantidad y tipo de personas implicadas, y la tecnología que utilice. Además de
eso, la longevidad en una posición importante de liderazgo en una organización, ya sea pastor de una iglesia,
presidente de una organización no lucrativa, o director principal de un equipo deportivo, tiende a ser la excepción,
más que la regla. Kotter observa que uno de los ingredientes fundamentales en un liderazgo eficiente es "un alto
nivel de energía y un deseo profundo de usar esa energía para contribuir al liderazgo". Cualquiera que haya estado
o esté en un puesto de liderazgo sabe la necesidad de contar con mucha energía. Un líder cansado y exhausto rara
vez será eficiente.
Como lo ha expresado mi esposa Marylou: "Los líderes tienden a gastar mucha energía, a trabajar en exceso...
Tienen éxito en los retos, en dar un extra de adrenalina para atacar otro problema, planificar otra reunión, hacer
otro viaje. Ellos dicen 'Descansaré luego'. Y el mundo premia este comportamiento: 'Cuanto más haces, tanto mejor
debes de ser'."
Factores que impiden la renovación
¿Por qué los líderes en las organizaciones luchan tanto con la renovación personal? Algunas de las razones más
comunes incluyen el miedo al fracaso, la avaricia, la presión por alcanzar el triunfo y la necesidad de prestigio.
Miedo al fracaso
En primer lugar, hay presión por parte de nuestro ego. Ningún líder desea fracasar ni verse implicado en lo que el
asesor de gerencia, Kets de Vries, llama la "Dimensión-F (Factor de Fracaso)". Por lo tanto, empleamos toda nuestra
energía y tiempo en el programa de la organización y en su salud en vez de incorporar y combinar nuestro
programa personal y familiar.
Aunque los fracasos familiares son cada vez más aceptados en la sociedad, pocos líderes desean decir: "Y la
organización perdió su rumbo durante mi administración." Todos los líderes desean que se les vea como dignos de
la confianza que la organización les ha conferido.
A pesar de retóricas religiosas tales como "Dios me ha llamado a otro lugar", los líderes buscan la oportunidad
precisa para salir de organizaciones "en decadencia". Pocos dejan empresas prósperas con solidez financiera y salud
espiritual. Las personas quieren estar del lado del "ganador". Los líderes no son la excepción y muchos, llevados por
el ego, tratan de asegurar que su organización permanezca o llegue a estar en el grupo de las "ganadoras". Muchos
lo hacen a un costo muy elevado en el orden personal y físico. Muchos dejan su organización esperando
inocentemente que un cambio de escenario, de los problemas y las personas los ayudará a renovarse.
La avaricia
Una de las reglas no escritas en una organización es que ¡suficiente! nunca es suficiente. Si es una iglesia, se
necesita un edificio mejor y más grande, más programas, más directivos y, por supuesto, más dinero. Lo mismo
puede decirse de casi todas las demás organizaciones cristianas. Afirmamos nuestra creencia en un Dios que
declara que Él es capaz de suplir nuestras necesidades. A pesar de esto ¡nosotros siempre necesitamos más! Como
resultado, no importa cuánto trabajen los líderes, "ellos" nunca logran hacerlo todo.
Los líderes cristianos se aferran a esta filosofía de "pero se necesita más" y llegan a ser esclavos de ella. Como hay
tantos necesitando ayuda espiritual, siempre debo decir "sí" a las invitaciones a predicar. Como siempre hay
necesidad de dinero, debo hacer todas las exhortaciones que pueda para recaudar fondos. Debo llegar en tantas
iglesias o casas como pueda. Las familias de la iglesia me necesitan; los empleados me necesitan; los contribuyentes
me necesitan; y la lista continúa. Los pastores y otros líderes emplean este tiempo de buena gana para las
organizaciones a las que sirven, convenciéndose de que el pastor debe dar su vida por las ovejas. Las grandes
necesidades de la iglesia "justifican" menos atención a las necesidades de la familia. La esposa de un líder amigo
nuestro nos comentó que ella y su esposo muy rara vez pasan tiempo solos. Aun en vacaciones hay llamadas
telefónicas que hacer y personas que ver por el trabajo de la organización. Como lo expresó un escritor: "Usted
como líder tiene una responsabilidad tan grande de orar diariamente por nuestro pueblo que pudiera tener que
limitar la cantidad de tiempo que ora por sí mismo y por su familia".
La presión
La presión de trabajo es una tercera razón para el agotamiento personal. Las responsabilidades del liderazgo se
han hecho más complejas; por lo tanto, se necesita más tiempo sólo para poder con el trabajo. Rara vez se acaba el
"aprendizaje", se completa la planificación, o se finalizan las proyecciones.
Una de las prácticas que había seguido durante años fue la de ir a la oficina los sábados por la mañana para hacer
el trabajo creativo: escribir y soñar. Sin embargo, durante mis años como presidente de una universidad, fui
regularmente a la oficina los sábados sólo para mantenerme al día. Muchos líderes pueden identificarse con este
sentido de ser absorbidos por el trabajo. Y eso puede ser un peligro mortal cuando a uno le gusta mucho el trabajo.
El prestigio
Una cuarta razón de que fracasemos en nuestra búsqueda de renovación personal es que tenemos lo que parece
ser motivación innata por ascenso y prestigio. Nos sentimos incómodos con nuestra "situación actual en la vida" y
por lo tanto deseamos "ministrar" a una iglesia mayor o a una organización mayor. Deseamos el prestigio que viene
de trabajar en algún lugar (en cualquier parte fuera de donde estamos) que el mundo secular piense que es
"tremendo". Y sabemos que no seremos reconocidos por nuestros logros (por otra organización en otro lugar) si no
tenemos superlogros en nuestra posición actual. Por eso trabajamos horas extra, no sólo para tratar de probarles a
otros que somos dignos del puesto que ocupamos, sino también para demostrar que merecemos que se nos dé una
oportunidad en alguna "más grande" y "mejor".
Esa actitud, y todos hemos luchado con ella una que otra vez, pasa por alto la enseñanza bíblica de que nuestro
trabajo siempre debemos hacerlo para el Señor, no para una organización. Juan nos advierte también sobre la
preocupación con "la vanagloria de la vida" o la "jactancia de lo que tiene o hace". Tal pensamiento "no proviene
del Padre, sino del mundo" (1 Juan 2:16).
Una de las mejores historias que he escuchado acerca de este tema fue la narrada por un veterano misionero
que protestó porque Dios lo había llamado a cierto lugar y, según parece, a un evidente anonimato, mientras que
todos sus amigos estaban "logrando" cosas más importantes y dignas de reconocimiento. Mientras este estimado
hombre de Dios esperaba su respuesta a su irritada protesta, la respuesta que oímos del Señor fue algo así como
esto: "Hijo mío, tu responsabilidad es preocuparte por tu andar conmigo en sentido vertical (lo que Dios piensa de
ti). Mi responsabilidad es tratar con tu andar conmigo en sentido horizontal (lo que el hombre piensa de ti)." El rey
David lo dijo de esta manera: "En tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a
todos" (1 Cr 29:12). Digámoslo de una manera sencilla: Un deseo egoísta de ascenso y reconocimiento, y la falsa
necesidad de tener que estar sometiéndose a la aprobación de los demás son rara vez, si es que alguna, excusa
para pasar por alto la renovación personal. Ahora bien, ¿a dónde nos lleva todo esto?
El día de reposo o "Sabbath" y la renovación personal
Mientras trato de evitar ser simplista en un esfuerzo por enfrentar esta preocupación por la renovación personal,
creo que una forma esencial de enfocar este asunto es revisar el concepto del día de reposo. Uno de los diez
mandamientos, el día de reposo, es un concepto que Jesús practicó y al que concedió honor y aceptación (aunque
El no siguió necesariamente todos los requisitos legalistas que las personas le habían añadido).

Muchos crecimos en un etapa en que se le daba poca atención al día de reposo. Salvo referencias esporádicas al
hecho de que el domingo necesitaba ser diferente, uno escuchaba muy poco con relación a este importante
concepto bíblico.
Después de todo, el "día de reposo" fue un concepto del Antiguo Testamento dado bajo la ley, y los ilustrados
cristianos modernos están bajo la gracia. Pero al revisar las Escrituras (sólo se mencionarán aquí algunos versículos
ilustrativos), estas presentan el día de reposo como algo con varios objetivos importantes que debemos considerar.
El día de reposo como día de descanso
El concepto del día de reposo como día de descanso lo encontramos desde el principio en las Escrituras,
comenzando en Génesis 2:2-3: "Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la
obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en
la creación."
No sabemos por qué Dios descansó. Es obvio que no fue porque estaba cansado o exhausto. Pero El descansó el
séptimo día; lo bendijo; lo hizo santo. Por tanto sabemos desde el principio de la creación que el séptimo día tenía
que ser diferente debido a lo que el mismo Dios dijo acerca de él.
Este concepto del día de reposo comienza a adquirir un significado adicional en versículos como Éxodo 20:8;
23:12; 34:21; y 35:1-3. En primer lugar —como parte de los diez mandamientos— recibimos la instrucción de que
las personas tienen que trabajar y hacer toda su labor en seis días. Esto se aplica igualmente a las familias, criados y
animales. La razón para este mandamiento parece ser el ejemplo de Dios al descansar el séptimo día de la creación.
Éxodo 23:12 habla de descanso para personas y animales como uno de los resultados del día de reposo: "Seis
días trabajarás, y al séptimo día reposarás, para que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu
sierva, y el extranjero." En este sentido haría notar que aunque tomar refrigerio pudiera no ser el único propósito
del día de reposo, al menos es uno de los propósitos por el que se creó. Otros pasajes bíblicos (tengo en cuenta
versículos como 31:12-14 y Lv 23:3) amplían el significado del día de reposo al incluir el pacto que Dios hizo entre Él
y el pueblo. La referencia en Levítico incluye el concepto de que fuera un día de "santa convocación".
Para nuestros propósitos específicos deseo destacar solamente los aspectos del día de reposo que se refieren al
descanso y al refrigerio. Cualquier otro que sea su significado, un propósito esencial del día de reposo es que una
vez cada siete días no se debe realizar ningún trabajo de los que acostumbramos a hacer los seis días restantes. Los
efectos del día incluyen descanso (tanto personal como colectivo), refrigerio y santa convocación delante del Señor.
Es interesante destacar que en otras partes del mundo este día de reposo tiene un enfoque completamente
diferente. En Egipto, por ejemplo, cuando pregunté por qué no había juventud en el culto de la mañana, me dijeron
que el domingo era un día normal de trabajo y estudio en este país predominantemente musulmán. En Rusia y
Ghana, este día se utiliza para celebrar las bondades del Señor con otros miembros de la iglesia. Y muchas veces
todo el día se concentrará en este tiempo junto a la familia de Dios.
Aun en el mundo occidental a veces los líderes les temen a los domingos. ¿Por qué? Porque para muchos el
domingo es un día en extremo fatigoso. Las invitaciones a los líderes a predicar en distintas iglesias los hacen estar
alejados de sus familias durante todo el día (así como también de la iglesia local) y a menudo desde el sábado de la
noche anterior, si la iglesia queda algo distante. Y frecuentemente estos días fuera de casa coinciden con días de
celebración familiar.
No estoy preparado para hacer una amplia lista de sugerencias sobre la actividad en el día de reposo como no
sea hacer notar que según nos acercamos a nuestro día de reposo, necesitamos tener respuestas para preguntas
como estas: ¿Lo que he planificado para nuestra familia producirá descanso y refrigerio para nosotros? ¿Incluirá
nuestro plan ver este día como santo para el Señor (no pretendo sugerir aquí que otros días no deben ser santos, o
estar sugiriendo una dicotomía sacro/secular) y como un día de bendición? ¿Cómo enfrentaremos la necesidad de
una santa convocación? ¿Cómo garantizar que en este día no estaremos realizando "trabajos" que normalmente se
realizan los otros seis días de la semana? Habiendo luchado tanto con ese tipo de preguntas siendo más joven en el
liderazgo, reduje los compromisos de predicar en otras iglesias los domingos y comencé a disfrutar aun más del
estar en nuestra iglesia local los domingos. Tomar el día de reposo con mayor seriedad ha provisto renovación
personal para nosotros. Para los que desempeñan funciones eclesiásticas, que están ocupados y trabajando en este
séptimo día, algún otro pudiera resultar en beneficios similares. Quizás haya que oír una vez más las palabras de
Cristo: "El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo" (Marcos
2:27).
El "Sabbath " como año de descanso
Las Escrituras presentan también el concepto del "Sabbath" como un año de descanso para la tierra. Vemos eso
en pasajes como Levítico 25:1-7, particularmente en los versículos 4 y 5: "Pero el séptimo año la tierra tendrá
descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña. Lo que de suyo naciere en tu tierra
segada, no lo segarás, y las uvas de tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para la tierra."
Dios les dio estos mandamientos a los israelitas mientras ellos anhelaban entrar y tomar posesión de la Tierra
Prometida. Resulta interesante que quienes están vinculados a la agricultura hablan igualmente de la necesidad de
dar descanso a la tierra y rotar los cultivos. Además, no sabemos cómo el obedecer este mandamiento afectaría el
estilo de vida del pueblo durante ese año de descanso de la tierra. Se supone que siguieron trabajando, pero no en
el campo. Quizás repararan sus casas o sus utensilios, o se hicieran ropas nuevas. No es improbable sugerir que, por
lo menos, el año sabático para la tierra cambió la rutina del pueblo, costumbres de trabajos y programas de
actividades.
Además, no estoy preparado para hacer una larga lista de sugerencias respecto a cómo esto pudiera tener
relación, si es que tiene alguna, con nuestro análisis sobre la renovación personal. Sin embargo, he considerado
este asunto con suficientes personas como para saber que períodos significativos de tiempo, ya sea un mes o varios
meses, o hasta un año, alejados de nuestros hábitos regulares de trabajo, nuestro programa de actividades y
nuestra rutina, pueden desempeñar una función muy importante en la renovación personal. Aparte de todos los
muchos beneficios relacionados con el trabajo, dar a las personas descansos "sabáticos" ofrece oportunidades para
la reflexión que de otra forma es imposible o poco probable en la rutina habitual. Un descanso sabático da mejores
oportunidades para la quietud (véase el Salmo 46:10), tranquilidad y una elevada percepción espiritual.
La profesión de educación en muchas regiones del mundo probablemente logra mejores resultados que otras en
proporcionar oportunidades para la renovación personal. "Tiempo libre" durante el verano contribuye al cambio en
la rutina y en nuestro programa de actividades. Muchas organizaciones educativas proporcionan tiempo libre
mediante un programa "sabático" después de un requerido número de años de servicio.
Algunos países toman con gran seriedad ese "tiempo libre" para la renovación. Durante un viaje a Australia,
estuve interesado en aprender que, como un asunto de práctica pública, si no por política, a las personas que han
trabajado durante aproximadamente diez años para el mismo empleador por lo general se les da tres meses de
vacaciones, pagándoles su salario completo, como un beneficio por servicio prolongado. Creo que como cristianos
necesitamos enfrentarnos más al asunto de la renovación personal mediante descansos sabáticos. No estoy
proponiendo una duración determinada para este descanso; lo que sugiero es que el concepto del día de reposo en
la Biblia con relación al "día" y al "año" (y no he mencionado el concepto similar del "año de jubileo" expuesto en Lv
25:8-55) presenta un fuerte precedente bíblico para que el "tiempo libre" se vincule con una rutina diferente tan
necesaria para el descanso y el refrigerio. No obstante, si los que ocupan puestos de liderazgo no creen que esto es
importante o no toman seriamente la renovación personal, entonces seguramente tampoco lo liarán las personas
que están "siendo guiadas".
El concepto de descanso en el Nuevo Testamento
Jesús anima a sus discípulos al decirles en Mateo 11:28-30: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y
cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga". Otras referencias
sobre el "reposo" se encuentran en la Epístola a los Hebreos, particularmente en el capítulo 4. Allí aparecen varios
tipos de significados para el concepto bíblico de descanso:
El descanso espiritual como la verdadera salvación de Dios
En primer lugar, el concepto de descanso espiritual como la verdadera salvación de Dios se compara con la
religión falsa y las cargas de los fariseos. El conocer a Dios proporciona un descanso para nuestra alma que no se
puede alcanzar mediante cosas o dinero, poder o prestigio, o por simples prácticas religiosas.
El descanso espiritual como la comunión con Cristo
En segundo lugar, hay el concepto de descanso como un reposar diario en Cristo. Cuando le doy mis cargas, El me
da descanso. Mientras me escondo en el Dios de la creación, cambia mi perspectiva y de igual manera mi vida. Esa
clase de descanso no significa simplemente que dejamos de trabajar y nos ponemos a descansar. Más bien forma
parte del proceso de echar nuestras cargas en Él y aprender de Él, sabiendo que Él cuida de nosotros. Ese tipo de
descanso espiritual renueva nuestra alma y nuestra mente.

El descanso espiritual como un simple reposo


En tercer lugar, el concepto de descanso incluye la idea de cesación de las actividades normales y dedicar más
nuestro tiempo y energías hacia el Dios viviente. Este es en parte el tipo de descanso asociado con el día de reposo
de que hablamos con anterioridad. Proporciona refrigerio físico y espiritual.
Dios quiere líderes y obreros que estén frescos y renovados. Una práctica obediente a lo que Jesucristo mismo
nos dejó como modelo sobre este asunto nos ayudará mucho en nuestro proceso continuo de renovación personal.
Resumen
Uno de los mejores casos bíblicos que relacionan fatiga, descanso y renovación lo encontramos en 1 Reyes 18, la
historia de Elías. El había realizado un poderoso milagro en el que estuvieron implicados los profetas de Baal;
predijo y fue el instrumento que Dios utilizó para dar término a una sequía de tres años; y aventajó corriendo a una
carroza. Sin embargo, después de obtener esas victorias, la amenaza de muerte de una reina lo hizo huir temiendo
por su vida. Todos los líderes tienen la experiencia de ver tremendas victorias seguidas de los típicos valles. Elías se
desalentó tanto que pidió a Dios: "Quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres" (19:4).
Dios intervino directamente en el proceso de renovación de Elías. En primer lugar, Elías durmió. A veces el
descanso hace maravillas para la renovación del cuerpo y el espíritu. En segundo lugar, Dios le dio comida (v. 6) y
fue una comida sencilla. A veces nuestro cansancio se debe a malos hábitos alimentarios y una dieta pobre. En
tercer lugar, Elías volvió a dormir. En cuarto lugar, fue despertado de nuevo para que comiera y bebiera y se
preparara para un viaje de cuarenta días al Sinaí, el monte de Dios.
Hasta aquí Elías experimentó varios de los pasos que hemos mencionado antes:
1. Se alejó de las actividades de su vida;
2. Descansó;
3. Comió adecuadamente;
4. Se ocupó de hacer ejercicio.
Todo esto es bueno hasta este punto, pero el elemento importante en la renovación estaba aún por venir y fue
este: él tuvo un nuevo encuentro con el Dios viviente.
Aunque Dios viene a nosotros de diversos modos, y nosotros por lo general queremos que sea de manera
espectacular, aquí Dios vino a Elías en "silbo apacible y delicado". Lo importante es que Elías se había dispuesto
para oír este "silbo apacible". Muchas veces no tenemos experiencias con Dios porque esperamos que venga a
nosotros según nuestros métodos, no según los suyos. Y de esta forma dejamos de oír la voz de Dios porque
estamos en el lugar equivocado y no estamos escuchando. Ambos aspectos son fundamentales para quienes van a
dirigir.
¿El resultado final? Elías, después de casi seis semanas "alejado de su trabajo", y después de un nuevo encuentro
con Dios, estuvo listo una vez más para servir. De su ejemplo todos pudiéramos sacar provecho.

9
En busca de la excelencia
EL CONCEPTO DE la excelencia y la calidad está relacionado con todo, desde los libros y las bebidas hasta equipos
deportivos y bancos. Como señaló un escritor:
¡La excelencia está "de moda"! Hoy es algo muy en boga ser excelente. Corporaciones, universidades y directores
de equipos de fútbol proclaman sus compromisos por alcanzar la excelencia, mientras los espectáculos de la
televisión celebran lo que consideran como ejemplos de excelencia. Todos aman la excelencia y rechazan la
mediocridad.
¿Qué es la excelencia, o incluso, la excelencia cristiana? ¿Difiere del concepto de éxito? ¿Tiene alguna
importancia para los líderes de organizaciones cristianas? De ser así, ¿en qué sentido? Estas son preguntas
cruciales, y sobre ellas voy a tratar a continuación.
Un segundo vistazo a la excelencia
Es probable que en los últimos años nada haya contribuido más al amplio debate acerca del término "excelencia"
que el popular libro de negocios de Peters y Waterman, In Search of Excellence [En busca de la excelencia]. Sin
duda, el libro tiene varios elementos interesantes. Por ejemplo, me gusta el énfasis que hace en los procesos y las
personas, consideraciones que se reflejan en los ocho principios fundamentales del libro. Digo un "amén" fervoroso
a su observación de que "la verdadera función del ejecutivo principal está en administrar los valores de la
organización". Y el concepto de "administración en movimiento" se recomienda para un líder eficiente.
Me gustó mucho leer ese libro; sin embargo, hay partes con las que batallé. Por ejemplo, los autores no definen
realmente qué significa para ellos la excelencia. Me da la sensación de que están utilizando el término excelencia
como sinónimo de éxito, y el éxito se define en términos muy sencillos: mayores ganancias y mejores productos.
Según el punto de vista de Peters y Waterman, al seguir estos ocho pasos fundamentales, una compañía estaría en
mejores condiciones para alcanzar el éxito que desea. En esencia, estos pasos llegan a ser medios para alcanzar
como fin el éxito y la excelencia: el logro máximo de una corporación. En este campo, la excelencia tiene una única
dimensión que debe ser atendida. Obviamente esto no es algo necesariamente erróneo, porque todos hemos
buscado este tipo de "logros de excelencia" mediante metas alcanzadas, como, por ejemplo, alcanzar un título
universitario.
John Gardner es otro que ha escrito mucho de este tema de la excelencia. En sus libros Excellence [Excelencia] y
Self-Renewal [Autorrenovación], Gardner tiende a tomar un punto de vista más amplio del concepto de excelencia
y sugiere que esta existe en todas las facetas de nuestra sociedad y de diversos modos.
Hay muchas variedades de excelencia. Tan sólo en el ámbito intelectual hay muchos tipos. Hay un tipo de
actividad intelectual que conduce a una nueva teoría y también hay otro tipo que conduce a una nueva máquina.
Está la mente que encuentra su expresión más eficaz enseñando y la mente que se siente más cómoda
investigando. Está la mente que da más resultado en términos cuantitativos y la mente que se complace en
imágenes poéticas. Y hay excelencia en el arte, en la música, en la artesanía, en las relaciones humanas, en el
trabajo técnico, en el liderazgo, en las responsabilidades de los padres.
Gardner sugiere que cualquier cosa que uno hace debe caracterizarse por un alto nivel de energía y de
competencia técnica. Una de sus citas más famosas en este sentido ilustra este concepto:
Un plomero excelente es infinitamente más admirable que un filósofo incompetente. La sociedad que desprecia
la excelencia en la plomería por ser una actividad humilde y tolera la mediocridad en la filosofía porque es una
actividad venerada, no tendrá ni buena plomería ni buena filosofía. Ni sus tuberías ni sus teorías tendrán
"sustancia" alguna.
Normas elevadas como bases para la excelencia
Gardner hace otras varias observaciones esenciales que considero útiles para este análisis. En primer lugar,
sugiere que no puede haber excelencia si no hay normas o estándares de comparación:
Nuestra sociedad no puede lograr la grandeza a menos que los individuos de diferentes niveles de capacidad
acepten la necesidad de normas altas de desempeño y se afanen en lograr esas normas dentro de los límites
posibles para ellos. No podemos tener islas de excelencia en un desastroso mar de indiferencia por las normas.
El profesor y autor Gary Inrig argumenta correctamente, a mi juicio, que colocar "la excelencia como la norma no
es suficiente. ¿Cuál es la norma de la excelencia? ¿Cómo la identificamos y la medimos?" Discernir la relación entre
normas y excelencia parece ser una de nuestras principales tareas. Tenemos que aferramos al concepto de normas
en nuestra vida personal (por ejemplo, nivel de escolaridad buscado, la buena salud, dedicación a la familia, etc.), y
también tenemos que aplicarlo a la vida de la organización (por ejemplo, ¿requiere el mismo grado de rigor todo el
personal cuando procura la excelencia en una tarea determinada?). Es probable que muchos podamos recordar
haber experimentado una que otra vez durante nuestros días de estudiantes el sentimiento de que "más vale
obtener una B con ella que una A con él". Entonces esa búsqueda de normas, particularmente en el contexto de la
organización cristiana, es una de las preocupaciones más importantes para los líderes. ¿Hacemos énfasis en
patrones que valoran lo exterior (por ejemplo, calidad del personal, fondos recaudados), o nos concentramos en
normas que miran hacia el interior? (por ejemplo, cantidad de personas a quienes servimos, etc.).
Hay que hacer dos advertencias. En primer lugar, los líderes necesitan tener la precaución de no buscar sólo
soluciones de tipo "una de dos" porque nuestro énfasis debe incluir ambos tipos de normas: internas y externas. En
segundo lugar, los líderes no deben evadir esa búsqueda sólo por su grado de dificultad. En realidad, deben tener
cuidado de no confundir el "grado de dificultad" y el "grado de imposibilidad". Y nosotros debemos cuidarnos de
suponer que porque estén presentes ciertas normas externas o internas se satisface la norma de excelencia. En
tercer lugar, debemos evitar creer que porque nos identifiquemos nosotros o a nuestras organizaciones como
"cristianos", obtendremos la excelencia automáticamente. Debemos tener muy presentes las palabras del antiguo
filósofo cuáquero Elton Trueblood: "La mediocridad santa sigue siendo mediocridad."
Para resumir, Peters y Waterman, y docenas de otros escritores ven el éxito como el resultado final. Se ve a la
excelencia principalmente como logro. Si es excelente, vendrá el éxito. Gardner ve la excelencia como medio y
como fin, basada en normas elevadas y caracterizada por la autorrenovación.
Excelencia: una perspectiva cristiana
Hay otros que han desechado el "logro" como la ruta hacia el éxito. Por ejemplo, en The Success Fantasy [La
fantasía del éxito], Tony Campólo argumenta que el éxito para el mundo por lo general significa riqueza, poder y
prestigio con toda su denigrante ostentación. Él ve este tipo de éxito como inconsecuente con las enseñanzas de la
Biblia.
Robert Sandin en su libro The Search for Excellence [La búsqueda de la excelencia], aunque no define la
excelencia o describe claramente las normas, sugiere que la excelencia, al menos en el mundo universitario, está
caracterizada por algunas normas externas. Al enumerar "referencias de calidad" él incluye artículos tales como las
finanzas de una institución, su biblioteca, sus recursos físicos y docentes, y concluye que las universidades que
carecen de ese tipo de cosas "están... menos preparadas para satisfacer la competencia educativa y económica de
nuestro tiempo".
Otros dos libros de autores cristianos son A Cali to Excellence [Llamado a la excelencia] de Gary Inrig y Christian
Excellence [La excelencia cristiana] de Jon Johnston. Inrig destaca que la excelencia es un concepto de múltiples
dimensiones que los grandes pensadores han enfocado desde diversas posiciones. "La excelencia social consiste en
la búsqueda apropiada de talentos y logros que tienen utilidad social. La excelencia humana consiste en el
desarrollo del hombre o la mujer como ser humano." La excelencia personal refleja la jerga psicológica de la
autorrealización buscada tan frecuentemente en nuestra cultura. La excelencia utilitaria es la búsqueda de aquellas
cosas que constituyen fines externos, como los bienes materiales o el reconocimiento público. Por último, Inrig
considera la excelencia técnica como niveles de habilidades, ya sea en la música, el arte, la ciencia, los deportes,
etc. El termina sugiriendo que la excelencia para el cristiano debe centrarse más en la calidad del carácter
representado por el fruto del Espíritu y otras características espirituales, que en la búsqueda de definiciones de
excelencia más mundanales y orientadas al éxito.
Johnston enfrenta el éxito a la excelencia y argumenta que los cristianos deben tratar de alcanzar la excelencia,
no el éxito. Para él, "el éxito logra objetivos culturales... y... se reserva mayormente para quienes han triunfado o
están triunfando en grande. Esas personas visten ropa de marca, comen en los mejores restaurantes". Mientras que
el éxito se reserva sólo para pocos, la excelencia puede ser lograda por todos. Para Johnston son evidentes las
diferencias entre éxito y excelencia:
El éxito basa nuestro mérito en una comparación con otros. La excelencia mide nuestro valor al medirnos contra
nuestra potencialidad. El éxito concede sus galardones a pocos, pero es el sueño de multitudes. La excelencia está
al alcance de todos los seres vivientes, pero es aceptada por pocos. El éxito centra su atención en lo externo,
convirtiéndose en la pauta de los apetitos insaciables del... consumidor. La excelencia emite su luz hacia el espíritu.
El éxito incita el oportunismo y la transigencia, lo que nos incita a usar a las personas como medios para nuestros
fines. La excelencia cultiva los principios y la firmeza...
Inrig ve a la excelencia como poseedora de características como el fruto del Espíritu, en tanto que la metáfora de
Johnston es amor ágape.
Excelencia y éxito en las Escrituras
En la Biblia no se contempla con desdén el éxito. En realidad, en varias ocasiones se les prometió el éxito a
personas si permanecían fieles a Dios. Por ejemplo, Dios le prometió a Josué éxito y prosperidad si seguía ciertas
directivas bíblicas. Sin duda, el tipo de éxito que experimentó Josué refleja logro en el mejor sentido de la palabra.
Éxito militar. En primer lugar, Josué logró éxito en lo militar. El tenía el tipo de reputación con su pueblo que
muchos líderes aspiran a tener, pero nunca experimentan, pues podemos leer: "En aquel día Jehová engrandeció a
Josué a los ojos de todo Israel; y le temieron, como habían temido a Moisés, todos los días de su vida" (Josué 4:14).

Éxito material. Josué tuvo también éxito en lo material, ya que más adelante leemos: "Y después que acabaron
de repartir la tierra en heredad por sus territorios, dieron los hijos de Israel heredad a Josué hijo de Nun en medio
de ellos; según la palabra de Jehová, le dieron la ciudad que él pidió, Timnat-sera, en el monte de Efraín; y él
reedificó la ciudad y habitó en ella" (19:49-50).
Muchos líderes desearían que lo que se dijo de la organización que estaba bajo el liderazgo de Josué —Israel—
también se dijera de sus propios esfuerzos como líderes:
De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en
ella. Y Jehová les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres; y ninguno de todos sus
enemigos pudo hacerles frente, porque Jehová entregó en sus manos a todos sus enemigos. No faltó palabra de
todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió (21:43-45). Éxito espiritual.
Josué tuvo éxito porque el Señor se lo dio. El tuvo éxito porque estaba comprometido a hacer la obra de Dios en la
forma que Dios quería. El tuvo cuidado de obedecer la ordenanza que el Señor le trazó al principio de su carrera
como líder:
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y
hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien
(1:8).
Encontramos en otro lugar del Antiguo Testamento un acicate para reflejar excelencia en nuestra conversación:
"No conviene al necio la altilocuencia; ¡cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!" (Pr 17:7).

El líder y la excelencia
Hasta aquí hemos examinado la excelencia desde dos puntos de vista: la perspectiva secular y la perspectiva
cristiana. Ahora hacemos la pregunta: "¿Cómo pueden estas dos perspectivas ayudar al líder cristiano a buscar la
excelencia en el liderazgo?" Hay cuatro formas por lo menos.
Los líderes deben buscar la excelencia en la preparación
Dios hace que sus líderes elegidos del futuro pasen por un prolongado período de preparación. José y Moisés son
sólo dos ejemplos. Desde su juventud José sintió que Dios lo había llamado a ser un líder. En realidad, era tan
franco acerca de ese llamamiento que su padre le aconsejó que dejara de hablar tanto de eso. Pero el liderazgo no
apareció en los primeros años de la vida de José ni fue fácil para él. Durante su adolescencia y su mocedad, pasó
por duras circunstancias que lo prepararon para su desempeño futuro. A José se le educó en las cisternas, en el
mercado de esclavos y finalmente en la cárcel. Un curso de adiestramiento y desarrollo difícil de sugerirle a alguien
que quiera ser un alto funcionario gubernamental.
Pero mientras José estaba preparándose para una tarea de liderazgo posterior, observamos dos cosas curiosas.
En primer lugar, no encontramos evidencia alguna de que José se sintiera descontento con las condiciones de
preparación para el liderazgo establecidas por Dios. En segundo lugar, no vemos evidencia alguna de que José
tratara de acelerar el plan de Dios.
La vida de Moisés presenta un ejemplo parecido de dura preparación para el liderazgo. Algunos escritores han
sugerido que pudiera considerarse la vida de Moisés en tres períodos de aproximadamente cuarenta años cada
uno: cuarenta años como uno de los mejores y más brillantes hombres de Egipto; cuarenta años como pastor de
ovejas; y cuarenta años como pastor del pueblo de Dios. Muchos considerarían los primeros años de la vida de
Moisés como una apropiada preparación para el liderazgo. Educado en las mejores escuelas de Egipto, y como el
hijo de la hija de Faraón, hubiera tenido éxito. Según nuestras normas, habría sido un graduado de Harvard, summa
cum laude. Como observó Esteban: "Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en
sus palabras y obras" (Hechos 7:22). En resumen, iba en camino de alcanzar el éxito en el mejor sentido de esa
palabra. Pero Dios tenía otros planes en la preparación de Moisés para su liderazgo. El plan de Dios incluía el que
Moisés abandonara la buena vida que llevaba en Egipto para pastorear en el desierto, y entonces vagar por el
desierto con un pueblo rebelde y obstinado. Creo que Dios quiere líderes que se esfuercen por alcanzar la
excelencia en la calidad de su preparación, ya sea mediante títulos o experiencia. Pero vemos en esos dos ejemplos
de líderes bíblicos que la preparación para el liderazgo abarca más que títulos o puestos. También incluye
contentamiento en las circunstancias y el estar conscientes de que nunca llega tarde el momento oportuno de Dios.
El esforzarse por pastorear una gran iglesia o por ser presidente de una gran organización no es prueba de motivos
impuros. Lo es sin duda el violentar el plan de Dios, junto con una actitud de descontento mientras se presta
servicios en una organización pequeña y solitaria.
Los líderes deben buscar la excelencia en el carácter cristiano
La expresión de excelentes cualidades de carácter se encuentra en el fruto del Espíritu: "Amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley" (Gálatas 5:22-23). Los
líderes deben mostrar esas virtudes no sólo en su propia vida, sino que también deben alentar y fomentar esas
virtudes en las tareas relacionadas con el trabajo.
También deben tomarse en consideración esas cualidades de carácter a la hora del contrato inicial, de los
ascensos y de las decisiones subsiguientes de retener a un empleado, además de las otras normas de desempeño
en el trabajo de carácter más tradicional. Y los que dirigen deben felicitar a un empleado competente que muestre
dominio propio y bondad al igual que las demás cualidades en el desempeño de sus funciones. El líder debiera
procurar que la organización refleje las cualidades positivas de carácter de sus empleados. Las organizaciones, al
igual que las personas, tienen personalidad. Hay la tendencia, por ejemplo, de calificar a las iglesias de "frías" o
"tibias". A menudo se describe a las organizaciones con frases como "se interesan por las personas"; "allá hacen
que las personas se sientan importantes". Creo que es posible que una organización refleje, por medio de sus
funcionarios, las virtudes bíblicas. Si las personas dentro de la organización reflejan esas virtudes, parecería lógico
suponer que así también es la organización en la que trabajan esas personas. Volvemos entonces al comentario
inicial: A los empleados de una organización hay que alentarlos, con el ejemplo positivo de los líderes, a que
muestren cualidades bíblicas de carácter.
Los líderes deben buscar la excelencia en las estructuras y los procesos organizativos
Los procesos y las estructuras organizativas se han de revisar periódicamente. En las organizaciones a menudo
hay muy pocos procedimientos en cuanto a cómo se hacen las cosas. Como resultado, gran parte del tiempo de la
organización se invierte en tratar de determinar cómo deben hacerse las cosas. Me gusta decirle a nuestro personal
que las organizaciones deben tratar con dureza los problemas, con ternura a las personas, con claridad los procesos
y deben hacer todo con equidad. Aunque hemos hecho en esto algún progreso, se ha establecido la tendencia a
largo plazo.
Como los seres humanos son criaturas de hábito, el proceso puede contribuir a un ambiente organizativo estable.
Por otra parte, algunas organizaciones se preocupan demasiado con los procedimientos organizativos. En cuanto a
la organización, por la forma en que se hacen las cosas, al parecer se le da más importancia al procedimiento que al
fin que se persigue. Como observa Gard-ner:

Esta preocupación por "cómo se hace" es también una de las enfermedades de que mueren las sociedades. Poco
a poco, la preocupación con el método, la técnica y el procedimiento va dominando sutilmente todo el proceso de
logro de objetivos. Cómo se hace se vuelve más importante que si se hace. Los medios triunfan sobre los fines. La
forma triunfa sobre el espíritu. Se entroniza el método. Los hombres se vuelven prisioneros de sus procedimientos,
y las organizaciones que tenían como propósito alcanzar alguna meta se vuelven obstáculos en la senda de esa
meta.
Los líderes deben buscar la excelencia en la visión organizativa
Muy pocos líderes le prestan atención al cultivo y fomento del sueño de la organización. En las iglesias muchos
pastores a veces se olvidan de recalcar que las peticiones a sus miembros de que canten en el coro, enseñen una
clase o ayuden en el cuidado de los niños no son cosas que aumenten un programa personal ya de por sí excesivo.
Más bien son oportunidades de servicio y adoración.
En las organizaciones cristianas, debe presentárseles a las personas la oportunidad de ejercer sus dones
espirituales para el bien de la iglesia. Ellas tienen la oportunidad de ser colaboradores de Dios en la importantísima
tarea de edificación del reino. ¿Están los obreros poniendo ladrillos o edificando catedrales? ¿Están los granjeros
arrancando cizaña o preparando el terreno para la cosecha? Los líderes tienen la responsabilidad de cultivar la
visión en la organización. Como dice Proverbios 29:18: "Donde no hay visión, el pueblo se extravía" (NVI).
Aunque a veces se hacen esfuerzos por separar el logro (de la forma en que hemos empleado aquí el término) de
la excelencia, la realidad de la organización es que ambos deben estar integrados. Lo más probable es que causará
problemas el proyectarse exclusivamente en el logro o en la excelencia.

Por ejemplo, es sumamente importante para las personas y las organizaciones la excelencia de carácter y la
excelencia en el proceso. Pero habrá problemas si la organización no cumple su misión y sigue económicamente
floreciente. Así que el líder prudente buscará y alentará ambos aspectos. El lograr la excelencia de la forma correcta
es un fin digno de cualquier líder y organización.

10
Del liderazgo individual al organizativo
UNA DE LAS dificultades de tener una definición abarcadura del liderazgo es que tiende a pasar por alto las
necesidades y las expectativas únicas del liderazgo organizativo. Al hablar de "organización" me refiero a una
entidad que surge voluntariamente por el deseo de un grupo de personas para alcanzar un propósito determinado
y que por lo general tienden a constituirse legalmente: universidades cristianas, agencias misioneras,
organizaciones paraeclesiásticas y una "iglesia local organizada" (a diferencia de la iglesia común). Este es el tipo de
organizaciones al que me refiero.
Diferencias entre el liderazgo individual y el organizativo
¿Cuáles son algunas de las características o tendencias del liderazgo organizativo? Aunque tienen muchas
similitudes, creo que hay algunas diferencias entre ambos, y quisiera mencionar varias de ellas.
El liderazgo organizativo está centrado en la interacción con personas dentro de la organización.
En una organización, uno debe dirigir y seguir. Ya sea con la familia o con el personal de la compañía, el líder de
una organización tiene como función principal el desarrollo y cuidado de las personas y la provisión de una cultura
saludable donde pueda hacerse el trabajo.
El liderazgo organizativo tiene el compromiso de cumplir con un propósito o misión.
Las organizaciones surgen no sólo con el simple objetivo de existir, sino para alcanzar una meta o propósito. Por
ejemplo, los estudiantes reciben educación; los hambrientos reciben alimento; se distribuyen las Biblias y se envían
misioneros. Además de eso, el personal no voluntario espera que en períodos regulares de tiempo se les pague por
la realización de sus servicios. Así que, aunque el líder tenga muchas habilidades para relacionarse bien con el
personal, aunque sea atractivo, las demás necesidades de la organización deben satisfacerse. Además, las
decisiones y la política a seguir deben reflejar consecuencia con métodos y fines bíblicos.
En el liderazgo organizativo el llamamiento debe confirmarse continuamente.
Pocas personas que ocupen posiciones de autoridad verán a los subordinados convertirse en seguidores si estos
se niegan a confirmar su liderazgo. En organizaciones cristianas y seculares abundan ejemplos donde no ocurrió esa
confirmación. Además de eso, esta confirmación debe ser continua para que el liderazgo sea eficiente. El hecho de
que comience mi liderazgo con la fanfarria y elogios de los seguidores, no garantiza que seguirá siendo así.
El líder de una organización tiene que defenderse para no ser consumido por las necesidades de la organización.
Aunque con certeza hay cargas en el liderazgo individual, en el organizativo son intensas. Están las cargas de las
decisiones acerca del personal. Las cargas financieras: asegurar que se paguen las cuentas y que se emitan los
cheques a tiempo. Es de gran preocupación para el líder saber que centenares de familias dependen de que él tome
la "decisión correcta". Unas de las palabras de Jesús más reconfortantes para los líderes y los seguidores se
encuentran en Mateo 11:28-30:
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es
fácil y ligera mi carga.
Jesucristo les da descanso a todos los cargados y cansados. Cuando llevamos su yugo (camino) y cuando Él nos
enseña, encontramos descanso interior para nuestra alma. Su yugo es fácil y ligera su carga. ¡Qué noticia tan
refrescante y qué consuelo para líderes y seguidores! Estas palabras hacen las cosas más fáciles para ambos.
Definiendo el liderazgo organizativo
Antes de analizar las muchas relaciones que tienen que ver con el líder y a la organización, quiero ahondar un
poco más en el concepto de liderazgo organizativo. ¿Qué es el liderazgo organizativo? ¿En qué se diferencia de la
administración y cuál es su relación con el poder y la autoridad?
Para completar nuestra definición examinaremos mucha literatura. Según Arthur Schlesinger, Jr., el liderazgo es
"la capacidad de mover, inspirar y movilizar a grupos de personas". Arthur Gold-berg, quien fuera juez de la Corte
Suprema de los Estados Unidos, define el liderazgo como "gran capacidad y gran oportunidad muy empleadas; es
un arte, no una ciencia, y en su mayoría intuitivo". Algunos ven el liderazgo como piramidal o jerárquico. "Según
este clásico punto de vista, una cadena de mandato yace en el corazón de la operación. La información sube por la
cadena, las órdenes bajan. La obediencia se convierte en la obligación fundamental del empleado y la
responsabilidad del líder es dar órdenes." Esta perspectiva se aprecia en las observaciones de un estudiante de la
facultad de Comercio de Harvard al describir su percepción del tipo de líder de negocios más admirado por sus
compañeros: "el gerente duro, que se mete de lleno en el trabajo, alguien que justifica su salario porque es el que
resuelve las crisis, el que soluciona los problemas, el que 'trata con dureza a los que no rinden'". Por mucho que
tratemos de definir exactamente el liderazgo, debemos entender que no es una ciencia exacta; si se definiera de
alguna manera, habría que decir que es un arte no preciso. Gardner, por ejemplo, señala que:
Cualquier intento para describir un proceso tan complejo como el liderazgo lo hace parecer más ordenado de lo
que realmente es. El liderazgo no es algo "pulcro". Se toman decisiones y luego se revocan. Con frecuencia hay
malentendidos y la incongruencia es inevitable. Casi siempre las cosas se van de las manos. No hay un líder que
disfrute de esa realidad, pero todos la conocen.
Gardner define el liderazgo como "el proceso de persuasión y ejemplo mediante el cual un individuo (o equipo de
liderazgo) induce a un grupo a entrar en acción de acuerdo con sus propósitos o los propósitos compartidos de
todos". Por ejemplo, la historia de Moisés sacando al pueblo de Egipto, encajaría en esa definición. El pueblo que
iba a guiar quería salir de la esclavitud egipcia. Sin embargo, ellos no tenían un plan hasta que Moisés, el líder
escogido por la mano de Dios, apareció en escena. Nehemías también se ajusta a esta definición de liderazgo. En el
capítulo dos del libro que lleva su nombre, él regresó a Jerusalén para ayudar a completar una tarea dada por Dios.
Puede inferirse por la historia que el pueblo de Dios deseaba ver el muro reconstruido pero la tarea seguía sin
realizarse hasta que apareció este líder.
Es importante advertir a partir de los relatos de Nehemías y Moisés, que ninguno de ellos se impuso al pueblo
con una declaración caprichosa como: "Dios me ha designado para ser su líder, y ustedes tienen que seguirme."
Más bien, cada uno le mostró evidencias al grupo de cómo había sido llamado por Dios y preparado para la tarea.
Moisés podía hablar de su experiencia en el desierto, incluso su encuentro con el Dios vivo en la zarza ardiente.
Nehemías podía contar como el rey Artajerjes había apoyado su misión como respuesta a la oración que Dios había
contestado.
Dirigir o administrar
Una característica importante que Gardner señala es la diferencia substancial entre "administradores" y
"líderes". Algunos argumentan que una diferencia fundamental radica en que los administradores se concentran en
que "se hagan las cosas bien" mientras que los líderes se concentran en que "se hagan buenas cosas". Gardner no
está seguro de que en realidad haya diferencia entre administradores y líderes, y señala:
A muchos que escriben acerca del liderazgo les resulta difícil distinguir entre líderes y administradores. En el
proceso los líderes acaban siendo una mezcla de Napoleón y el Flautista de Hamelín, y los administradores como
simplones faltos de imaginación. Eso me incomoda. Cada vez que me encuentro un administrador completamente
de primera clase, resulta tener mucho de líder dentro de sí.
Sin embargo, Gardner identifica seis formas en las que los líderes y los líderes/administradores pueden
diferenciarse de la generalidad de los administradores:
 Piensan a largo plazo;
 Ven más allá de la parte que ellos dirigen y comprenden su relación con la organización en sentido general;
 Llegan a los miembros/empleados e influyen en ellos aun cuando estén fuera de su jurisdicción y frontera;
 Ponen mucho énfasis en los aspectos intangibles de la visión, los valores y la motivación, y entienden
instintivamente los elementos no racionales e inconscientes de la interacción entre líder y
empleado/miembro (seguidor);
 Tienen la habilidad política de lidiar con los conflictivos requisitos de muchos grupos; y
 Piensan desde el punto de vista de la renovación.

Katz y Kahn sobre el liderazgo


Una de las fuentes primarías en la naturaleza de la organización en el contexto del liderazgo, es el clásico The
Social Psychology of Organizations [La psicología social de las organizaciones] escrito por Daniel Katz y Robert Kahn.
Se recomienda mucho ese libro para quienes aspiran a tener o tienen ya una posición de liderazgo organizativo.
Una hipótesis fundamental en gran parte de su trabajo es que el estudio del liderazgo estará incompleto sin una
comprensión de cómo las organizaciones funcionan como tales. El líder que entiende cómo funcionan las
organizaciones, y más específicamente cómo lo hace su organización, incrementa las probabilidades para un
liderazgo eficiente.
Al referirse al liderazgo, Katz y Kahn identifican las tres formas en que el concepto se ha presentado típicamente:
"como el atributo de una posición, como la característica de una persona y como una categoría de conducta. Ser un
superior es ocupar un puesto de liderazgo, y ser el presidente de una compañía es ocupar una posición más grande
de liderazgo". Ellos también sugieren que el liderazgo es un concepto de relaciones interactivas, "el agente que
influye y la personas influidas. Sin seguidores no puede haber líder". Además, sugieren que el liderazgo es más que
desempeñar una función. Ellos ven al líder organizativo como uno que está dispuesto (y por lo general lo hace) a ir
más allá de las expectativas del desempeño de su función: "Consideramos que la esencia del liderazgo organizativo
es el aumento influyente por encima de la sumisión mecánica a los ejecutivos de la organización." Estos autores
señalan diferentes razones por las cuales se necesita el liderazgo.
Las organizaciones necesitan estructura.
Cualquier tipo de organización tiene una estructura incompleta. Por lo general las personas conocen la diferencia
entre cómo se supone que funcione la organización y cómo funciona realmente.
A menos que uno esté comprometido con una descripción de reglas y procesos organizativos escritos en varios
tomos (y algunas organizaciones cristianas lo están) hay por lo general algunas lagunas entre la práctica y la
estructura que requieren una interpretación, adaptación, embellecimiento u omisión continua. El líder eficiente
ayuda en este proceso.
Una de las principales preocupaciones de Jesús, como se presenta en los Evangelios, era que los líderes judíos se
habían entusiasmado locamente en esa esfera. Sus esfuerzos por ser precisos y rígidos con las regulaciones
religiosas, por hacer que todo luciera bien y limpio, hizo que el propósito de la regulación perdiera su verdadero
sentido y razón. Como señalan Katz y Kahn: "La situación concreta siempre necesita algo de interpretación y
adaptación, embellecimiento u olvido deliberado." Como líder, Jesús lo hizo y le causó problemas; sin embargo,
como líder, el creyó que valía la pena.
Las condiciones externas cambian constantemente.
Una segunda razón para el liderazgo en una organización, según Katz y Kahn, es que las condiciones externas
bajo las cuales la organización debe funcionar siempre están cambiando. El líder entonces sirve de vínculo funcional
con las fronteras o las condiciones del exterior.
Las organizaciones, entre ellas las iglesias, sufren el impacto en sus programas de cosas que suceden más allá de
sus paredes e incluso comunidades. Los programas de misiones y la necesidad de alimentar a los hambrientos son
sólo dos ejemplos. Otros son la preocupación por las leyes, ya sean acerca de la pornografía, el aborto u otras. Una
de las prioridades y ocupaciones del apóstol Pablo era mantener a grupos de cristianos, geográficamente distantes,
conscientes de las necesidades de los otros. Él siempre se sentía satisfecho cuando veía que un grupo respondía
generosamente a las necesidades de otro. En este sentido, Pablo actuaba como líder.
Las organizaciones cambian constantemente.
Se trazan nuevas metas y estrategias, se establecen nuevas prioridades y planes estratégicos, lo cual va seguido
por lo general de ajustes en la estructura de la organización. Una de las necesidades de liderazgo es coordinar y
dirigir estos cambios. Cuando la primitiva iglesia del Nuevo Testamento estaba dando sus primeros pasos, se hizo
una distinción entre los ancianos y los diáconos debido a necesidades y prioridades que cambiaban rápidamente.
Moisés tuvo que reorganizar su manera de dirigir porque las necesidades del pueblo a quien él guiaba cambiaban.
Según Katz y Kahn, el comienzo de los cambios dentro de una organización es "la más desafiante de todas las
tareas de la organización y rara vez ocurre sin la presión externa". Esta presión externa puede presentarse de
diversos modos: un competidor fuerte que abre su negocio al otro lado de la calle; a la iglesia antigua y apelmazada
llega un pastor nuevo y dinámico; o se produce una crisis económica. Los líderes que han tenido éxito en los
cambios dentro de la organización tienen dos cualidades, una cognoscitiva: la perspectiva sistémica; y la otra,
afectiva: el carisma. Perspectiva sistémica quiere decir tener la capacidad de ver la forma en que cada parte de la
organización se relaciona con la otra, y cómo la propia organización se relaciona con el resto del mundo. Esta
perspectiva es importante para los líderes y de importancia fundamental si se desea un cambio.
Respecto al carisma, señalan Katz y Kahn: "El máximo líder organizativo, que posee legítimamente el poder y
controla los premios y sanciones, puede obtener mayor apoyo para los proyectos si tiene carisma, ese hálito mágico
que las personas a veces adjudican a sus líderes.

Muchas veces las personas dan por sentado que su líder es carismático, queriendo decir que ha sido "bendecido"
con cierto tipo de personalidad. Los líderes no carismáticos casi que miran con envidia a este tipo de personalidad y
en secreto desearían tenerla también. Sin embargo, son pocas las personas que ven el carisma como algo que ellos
mismos le confieren al líder, y lo que es más, ese liderazgo carismático se caracteriza por la renuncia a las
responsabilidades por parte de las personas y por una distancia psicológica entre el líder y los seguidores. No
debiera sorprendernos que muchos líderes de los llamados carismáticos mantengan cierta distancia entre ellos y
sus seguidores; lo hacen porque "la intimidad cotidiana destruye la ilusión".
Katz y Kahn comparten la ambivalencia de Gardner en cuanto a si hay o no una evidente distinción entre el líder y
el gerente/administrador. Ellos apuntan: "Las organizaciones no alcanzan su grandeza basándose en su suficiencia
para manejar las tareas administrativas cotidianas, pero a menos que éstas se atiendan, la organi-zación se
deteriora." Además, señalan el descuido de ciertas organizaciones "en las que los líderes superiores se pasan la
mayor parte del tiempo discutiendo políticas y planes a seguir, y prácticamente no tienen contacto con los
requisitos diarios de la vida de la organización". Ellos afirman que la diferencia clave entre las organizaciones que
triunfan y las que no triunfan es que la función del liderazgo está descentralizada en la organización: "Las personas
se sienten más comprometidas con decisiones de las cuales ellos han formado parte... y una amplia distribución del
liderazgo tiende a mejorar la calidad de las decisiones..."
Moisés estaba muy preocupado al tener que dirigirlo todo, hasta que su suegro, Jetro, le hizo una visita. El
observó la situación, la evaluó correctamente y dijo que la carga de trabajo de Moisés era demasiado grande:
No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo
es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo (Ex 18:17-18). Como resultado, sugirió una nueva estructura
de liderazgo compartido con la cual Moisés se convirtió en un líder aun más eficiente:
Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que
aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos
juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así
aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo. Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y
también todo este pueblo irá en paz a su lugar. Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo lo que dijo (w. 21-24). El
caso de Josué fue diferente. Al parecer no empleó eficazmente este estilo de liderazgo porque una vez que
desapareció las cosas por las cuales había luchado se desvanecieron y creció una generación que no reconocía a
Dios. ¿Quién dice que eso no puede volver a suceder? Los líderes que están comprometidos con una perspectiva a
largo plazo para su organización serán practicantes del liderazgo con esta estructura.
¿Cuál es entonces la interrelación entre el liderazgo personal y el organizativo? En primer lugar, los líderes, ya sea
en una organización o no, tienen que prestar especial atención a todo lo que dicen las Escrituras respecto a una
vida santa. Las cualidades del carácter, la renovación personal, las prioridades familiares, una intensa espiritualidad.
Estas y muchas otras son importantes en el liderazgo personal.
De modo que el liderazgo organizativo se basa en estas dimensiones personales del liderazgo e intenta
integrarlas en el contexto de una organización para que pueda cumplirse su misión. Es precisamente a estos fines y
tareas organizativas que estarán dirigidos los próximos capítulos.

11
Ser seguidor
MUCHAS PERSONAS ESTARÁN DE acuerdo en que una de las primeras lecciones que enseña la sociedad es que
tenemos que ser seguidores. Recuerdo muy bien los días de mi niñez en la escuela y los constantes recordatorios de
los profesores para garantizar que yo siguiera las instrucciones. Uno de los juegos que jugábamos durante el receso
era "Sigue al líder" y una de las características de un buen maestro en aquellos tiempos era garantizar que los
jóvenes alumnos supieran cómo hacer una fila, pararse en la fila y seguir a quien quiera que encabezara la fila; y
hacer todo esto de una manera ordenada.
Cuarenta años después, el énfasis en ser un seguidor se ha convertido en algo mucho más sutil, si no inexistente
por completo, en nuestra cultura cristiana. El centro de nuestros esfuerzos está en el liderazgo. Como dijera
Gardner: "Esperamos que nuestros líderes sean sensibles y que sirvan a las necesidades fundamentales de los
miembros; esperamos que tengan fe en sus miembros y que muestren gran interés en ellos." Al parecer las iglesias
están ofreciendo siempre talleres sobre el liderazgo. Las universidades proclaman orgullosas sus posiciones en la
preparación de futuros líderes. Las publicaciones cristianas tienen el mismo énfasis.
No tengo objeciones en cuanto al énfasis en el liderazgo. Considero que es importante. Por otra parte, no se ha
hecho igual énfasis en ser seguidor. Rara vez he visto alguna conferencia acerca de ese tema. Sin embargo, como
señala Engstrom: "Lo que casi todos necesitamos es más preparación en cuanto a cómo seguir." Paradójicamente,
muchos que creen que son seguidores, en esencia son líderes. Como se ha dicho en alguna parte: "Es algo fuera de
lo común que alguien sea líder en todas las dimensiones de la vida o un seguidor en todas sus dimensiones." La
realidad es que en una semana, por lo general, una persona sirve indistintamente, y en una gran variedad de
funciones, como líder y seguidor. Cuando los profesores Katz y Lazarsfeld estaban investigando lo que después
apareció en su libro Personal Influence [Influencia personal], ellos intentaron localizar líderes de opinión. Como era
de esperar los encontraron en posiciones oficiales de responsabilidad pero también los encontraron en diversas
funciones como seguidores: "Los líderes extraoficiales guían sin la ayuda de un cargo de autoridad: esos son los
hombres clave de una brigada de trabajo, la bujía en una reunión de vendedores, las respetadas figuras de la
política que se sientan en los bancos de un parque a hablarles a los periódicos." Estos líderes de opinión, por tanto,
dirigen a su forma, tal vez no como lo hiciera Churchill, pero tienen seguidores.
Este capítulo trata sobre el tema de ser seguidor. ¿Qué es entonces un seguidor? ¿Cuáles son las
responsabilidades de ser un seguidor? ¿Cuáles son los privilegios que tiene ser un seguidor? ¿Cuál debe ser la
relación entre los seguidores y los líderes? Y ¿cómo decidir a quién seguir?
Una perspectiva bíblica sobre ser un seguidor
La Biblia nos da muchos ejemplos de personas que fueron seguidores eficientes. También nos proporciona
muchas maneras diferentes en las que puede emplearse el concepto de seguir. A continuación aparecen sólo
algunas de las formas en que se emplea.
Entonces vendrán a verme todos estos funcionarios tuyos, y de rodillas me pedirán: 'Vayanse, tú y toda la gente
que te sigue.' Antes de eso, no me iré. Y muy enojado, Moisés salió de la presencia del faraón (Ex 11:8, VP).
Aquí el concepto de "seguir" quiere decir caminar junto a, e incluye el concepto de resistencia.
Otro empleo de "seguir" aparece en Hechos 12:8, que es una descripción de la maravillosa forma en que Pedro
salió de la cárcel: "Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y
sígueme."
Aquí el significado de "seguir" incluye el concepto de "acompañar", estar en el mismo camino con, "unión". Este
implica clara dirección así como una cercana proximidad entre el líder y el seguidor. Un significado similar se halla
en las palabras de Jesús que aparecen en Mateo 8:22: "Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus
muertos."
Otro uso de "seguir" aparece en Mateo 4:19: "Jesús les dijo: 'Síganme, y yo los haré pescadores de hombres"
(VP). Aquí el contexto sugiere la presencia física pero no en el mismo lugar. En resumen, yo debo permanecer cerca
del líder pero claramente debo permanecer detrás porque no estoy al mando. Ese es el sentido del Salmo 119:59:
"Me he puesto a pensar en mis caminos, y he orientado mis pasos hacia tus estatutos" (NVI).
Además, pueden hacerse muchos estudios de casos basados en personajes bíblicos que fueron excelentes
seguidores. En otros lugares he escrito acerca de Abel, Noé, y Job; José y Daniel; y Pedro y Pablo. Pero además, me
siento inclinado hacia el personaje de Moisés, ya que vemos la mano de Dios sobre él desde el momento en que fue
sacado del Nilo hasta que murió frente a Dios. Y a pesar de que en varias ocasiones fue imperfecto, Dios puso en su
corazón el deseo de conocerlo y obedecerle. El era un aprendiz y un pastor en el desierto; era un siervo de Dios
poco dispuesto cuando se enfrentó al faraón; también fue un líder poco entusiasta cuando batallaba con sus
seguidores para que no desertaran ni desobedecieran; fue él quien recibió los diez mandamientos y quien guió a
aquel pueblo hacia el desierto y alrededor del desierto por su desobediencia, no la de él. Aunque a Moisés se le
negó la oportunidad de ver "la Tierra Prometida" debido a un fallo cuando aprendía a obedecer, se mantuvo fiel a
su llamamiento y obedeció totalmente a Dios.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento muestran similitudes entre el liderazgo y el ser seguidor:
* ambos pueden ser intensivos;
* no hay necesidad de que exista un vacío entre los líderes y sus seguidores y;
* el liderazgo implica mostrarle a alguien el camino y enseñarle, mientras que el seguir implica prestar
atención al modelo.
Otros conceptos acerca de ser seguidor
Según Gardner, "los líderes nunca tienen tanto control como se piensa, ni los seguidores son tan sumisos como
uno creería". Además de eso, y reflexionando en la obra de George Simmel (1858-1918), Gardner apunta que "los
seguidores tienen casi tanta influencia en sus líderes como estos en ellos. Los líderes no pueden mantener su
autoridad... a menos que los seguidores estén preparados para creer en esa autoridad. En cierto sentido, el
liderazgo lo otorgan los seguidores".
Gardner argumenta más adelante que el éxito o el fracaso de un líder depende mucho, si no del todo, de los
seguidores más que del líder. "Los buenos miembros producen buenos líderes. No sólo escogen buenos líderes sino
que los hacen mejores al ponerles altos parámetros para su desempeño." Muchas veces los "líderes" dan por
sentado que, porque tienen una determinada posición, son líderes; no es así, plantea Gardner:
La suposición por parte de algunos ejecutivos de que, dado su rango y autoridad, pueden guiar sin ser líderes es
una de las razones por las cuales se estancan las burocracias. Ellos tienen subordinados pero no seguidores.
Increíblemente, algunos no se percatan de que no están dirigiendo. Confunden el ejercicio de la autoridad con el
liderazgo, y mientras insistan en ese error nunca aprenderán el arte de convertir a los subordinados en seguidores.
¿Qué es entonces lo que los seguidores esperan de un líder? Según Gardner,
a los seguidores sí les gusta que los traten con consideración, les gusta que les escuchen, les gusta que se les de
la oportunidad de ejercer su propia iniciativa; y, sin duda, la participación aumenta la aceptación de las decisiones.
Pero hay veces en que los seguidores reciben bien la autoridad en lugar de rechazarla, quieren decisiones rápidas y
claras del líder, quieren manifestar su solidaridad con el líder. Los líderes más capaces y eficientes no se aferran a
un único estilo. Pueden ser altamente comprensivos en las relaciones personales cuando sea necesario. No
obstante, son capaces de tomar una decisión rápida y autoritaria cuando la situación lo requiera.
Además, los seguidores anhelan una "comunicación bilateral eficaz", y una comunicación cara a cara significativa.
Como apunta Gardner: "Los líderes sabios continuamente están encontrando formas de decirles a sus seguidores:
'Te escucho.'" Además, los seguidores responden rápidamente a la comunicación no verbal. Según Gardner: "Los
líderes verdaderamente talentosos conocen no sólo las necesidades de sus seguidores sino sus miedos, anhelos y
preferencias. Woodrow Wilson dijo: 'En el oído del líder deben resonar las voces de las personas.'" Los líderes
deben ser seguidores de las personas a quienes guían porque Cristo nos manda a ser seguidores de El, y seguidores
en el sentido de poner las necesidades de aquellos a quienes dirigimos primero que las nuestras.

Las cualidades del que sigue bien


Engstrom y Dayton presentan nueve características de los que siguen bien.
1. Compromiso. "Nuestro primer compromiso es con la persona para quien trabajamos, en segundo lugar con
nuestros colegas de trabajo y en tercer lugar con nuestra organización."
2. Comprensión. "Sabemos cuál es la tarea y nuestra función en ella, cómo relacionarnos con otros, con quién
vamos a trabajar, su estilo y metas y otra gran cantidad de datos."
3. Lealtad. "Representaremos a nuestro líder fiel y cui
dadosamente. Protegeremos su reputación."
4. Comunicación. En otras partes de este libro hemos analizado la necesidad de que el líder se comunique con
sus seguidores. Ahora se trata de que el seguidor se comunique con el líder y con otros que trabajan con el mismo
líder. Debe ofrecerse toda la información y no solamente lo que se pudiera pensar que el líder quiere escuchar.
5. Idoneidad. "Si usted no tiene lo que se necesita para hacer un trabajo, no hay forma de que pueda ser un
seguidor en esa situación... Está muy bien que nos esforcemos pero hay veces en que tenemos que decir con toda
franqueza: 'No creo que pueda hacer ese trabajo de manera adecuada.'" En mi experiencia con una diversidad de
organizaciones rara vez he tenido personas que reconozcan que no son idóneas para el trabajo. Sin embargo, es
algo evidente para todo el mundo, menos para el implicado en el asunto. Además, cuando la persona no está
dispuesta a crecer o a aprender, la situación se vuelve aun más difícil.
6. Cumplir las promesas. "Los buenos seguidores cumplen lo que prometen. Cuando se dan cuenta de que no
van a poder cumplir con lo que prometieron a su líder o a sus colegas, de inmediato se lo hacen saber."
7. La participación. "Los buenos seguidores comprenden cuál es su lugar en el gran todo. Reconocen que no
hacer la parte que les corresponde puede perjudicar a todos los demás. Por eso es tan importante el compromiso
con otros, además de con el líder."
8. Llevarse bien. Esta cualidad se refiere no sólo a la importancia
de la participación sino también a cómo contribuimos con otros.
Llevarse bien significa pasar tiempo con otros cuando lo que hacen parece frívolo o innecesario... Llevarse bien es
reconocer que tenemos alguna debilidad y otros pueden tener algo que decirnos. Llevarse bien significa permitir
que otros nos ayuden, nos feliciten y a veces nos critiquen.
9. Sacrificio. "Con frecuencia hablamos del costo del liderazgo.
Rara vez oímos acerca del precio de seguir: 'tomar su cruz cada día.
El seguir incluye una disposición de aceptar la posibilidad de nuestro propio sacrificio... Tal vez haya que sacrificar
sueños y aspiraciones personales. Tal vez tengamos que sacrificar nuestras opiniones. Tal vez tengamos que ofrecer
nuestro individualismo por el bien de la causa de la cual somos parte... Descubriremos que ser un buen seguidor
implica sacrificios que nunca imaginamos."
Los fracasos de los seguidores
La literatura cristiana está llena de reseñas de líderes que fracasaron. Teniendo en cuenta lo que expusimos
anteriormente acerca de la casi simbiótica relación entre los líderes y los seguidores, entonces, casi por definición,
los fracasos de los líderes están relacionados de alguna manera con los de los seguidores. Pero ¿dónde están los
libros que hablan de esos fracasos? Como observa Gardner: "Hay mucha literatura que trata acerca de los fracasos
del liderazgo: el abuso de poder, la injusticia, la irresolución, la falta de perspicacia, y así sucesivamente. ¿Quién va
a escribir acerca de los fracasos, individuales o colectivos, entre los seguidores?"
Luego Gardner procede a identificar tres "fallos de los seguidores". En primer lugar, se refiere a la falta de
participación activa: apatía, pasividad, cinismo y el hábito de comportarse como espectador solamente, lo que
invita al abuso de poder por parte de los líderes. La preocupación en este caso es que el hecho de seguir de forma
adecuada requiere insistir en la obligación de los líderes de rendir cuentas. Si no es así, el líder está más propenso a
abusar o a hacer un mal uso del poder.
Un segundo fallo de los seguidores es "contribuir a su propio engaño". Como señala Gardner: "El grupo de
ciudadanos que quiere que se les mienta, tendrá un líder mentiroso." Este tipo de engaño ocurre cuando los
seguidores no están dispuestos a enfrentarse a la realidad. Si los líderes y los seguidores se engañan a sí mismos, no
se producirá el crecimiento de la organización ni se solucionarán los problemas.
Un tercer fallo de los seguidores es "no lograr la cohesión dentro del grupo de seguidores, algo que hace del
liderazgo algo muy difícil"
¿Cuándo dejamos de seguir?
Ya que cada líder es un seguidor y cada seguidor un líder, esta pregunta deben hacérsela todos. ¿Cuándo
dejamos de seguir al líder?
A primera vista, la respuesta parece fácil. Empleando las definiciones anteriores, al parecer uno deja de seguir si
el líder deja de guiar. Esa respuesta, evidentemente subjetiva, sugiere que cuando un líder deja de satisfacer las
necesidades de los seguidores, el proceso de seguir acaba. Aunque yo, como seguidor, sea un subordinado frente a
cierta autoridad, el hecho de que soy un subordinado no me hace un seguidor. En esencia, puedo dejar de seguir y
seguir siendo un subordinado en la organización.
Otra opción principal que veo (y no es escogida de buena gana por quienes dejan de seguir, particularmente
durante los tiempos de estrecheces económicas) es abandonar la organización e irse a otra parte. Quizá sea la
opción más honrada para el seguidor. Además, ya que los líderes son también seguidores de las personas a quienes
guían, también debieran tener la opción de dejar de seguir a la gente. Si las personas a quienes éste guía se oponen
rotundamente a la dirección sugerida, entonces el líder puede evaluar de igual manera la eficiencia futura en otras
esferas.

Tanto los líderes como los seguidores deben admitir con franqueza que hay veces en que es correcto que los
seguidores dejen de seguir o que el líder deje de guiar. La situación ideal sería aquella en que ambas partes, los
líderes y los seguidores afectados, lleguen a esta conclusión por su propia iniciativa, sin que nadie tenga que
hacerlo por ellos. A veces los seguidores tendrán la integridad suficiente como para admitir que discrepan de la
política que sigue la dirección de cierta organización y que por tanto les conviene convertirse en un subordinado
comprensivo o irse. Lo que muchas veces sucede es que los seguidores dejan de seguir y se convierten en
subordinados descontentos. Como resultado, hacen todo lo que sea posible para deshacerse del líder actual, pero a
menos que este esté claramente violando algún principio bíblico, este tipo de agenda organizativa/personal puede
chocar con la Biblia.
Si el seguidor no puede convertirse en un subordinado contento, o si no está dispuesto a trabajar para lograr un
cambio de la mejor manera posible, entonces debo decir que tal individuo debe dejar dicha organización e irse a
otro lugar donde la forma de trabajo sea más compatible con su agenda personal.
Aunque para una organización el liderazgo es importante, también lo es el ser seguidor. Debemos recordar que,
para bien de quienes son guiados, eso también incluye al líder que también es un seguidor de las personas a
quienes guía. La relación entre los líderes y los seguidores es interactiva y mutuamente dependiente, y ambas
funciones, no sólo el del líder, deben atenderse cuidadosamente. Lo más probable es que sin buenos líderes la
organización no experimente crecimiento ni desarrollo. Sin buenos seguidores que pidan cuentas al liderazgo, la
organización puede perder el alma colectiva de su misión y el compromiso con ésta. Cuando líderes y seguidores,
que tanto siguen como guían, trabajan juntos, reconociendo los mandamientos bíblicos y anhelando entender las
dimensiones organizativas de lo que significa honrar a Cristo y "poner a otros en primer lugar", entonces tendrán la
posibilidad de que ocurra un tremendo desarrollo dinámico de la organización.

12
Confrontación
UNA DE LAS tareas más importantes y a la vez difíciles del liderazgo organizativo es la de la confrontación, tanto
de los asuntos como de las personas. Cuando uno piensa en el concepto de confrontación, vienen a la mente varios
escenarios: obreros contra administración, padres contra hijos, país contra país. A pesar de las dificultades
relacionadas con la confrontación, los líderes saben que, a fin de ser fiel a las responsabilidades de su cargo y al
mismo tiempo a los mandamientos de la Biblia, la función de liderazgo no puede desarrollarse correctamente sin
estar dispuesto a participar en la confrontación.
Como la confrontación por lo general incluye decisiones relacionadas con otras personas, se hace aun más difícil
de llevarse a cabo. Sin embargo, debemos confrontar si queremos ser líderes eficientes. Fred Smith, un hombre de
negocios cristiano de Dallas, propone este pensamiento:
Cada vez que me veo tentado a no actuar en medio de una situación difícil respecto al personal, me pregunto:
"¿Estoy evitando esta situación en pro de mi bienestar personal o por el bien de la organización?" Si estoy haciendo
lo que me haga sentir más cómodo, estoy malversando. Si hacer lo que es mejor para la organización redunda en
mi comodidad, eso es maravilloso.
Pero si estoy tratando la irresponsabilidad irresponsablemente, debo recordar que la suma de dos cosas mal
hechas no da como resultado una buena.
Opciones a la confrontación
El profesor David Augsburger, en su libro Caring Enough to Confront [Lo bastante interesado como para
confrontar] enumera diversas opciones a la confrontación.
* No hacer caso del problema. En primer lugar, el líder puede decidir no hacer caso del problema. Esa opción es
el enfoque simplista de "meter la cabeza debajo del ala". Quizás el problema desaparezca si no se dice ni se hace
nada.
Asombrosamente, muchas veces esta es la mejor variante a considerar. A menudo los líderes elevan incidentes
insignificantes a la categoría de problemas cruciales tan sólo al seguir hablando de ellos. Como la mayoría de los
líderes no están buscando trabajo adicional, esta opción a la confrontación puede se verdaderamente útil. El líder
intuitivo necesita ser sensible en cuanto a cuáles incidentes merecen ser tratados de esta manera y en qué
momento.
La historia de Eli y su familia relatada en el Antiguo Testamento es una ilustración de esta primera opción. Dios
envió juicio sobre la casa de Eli debido a la maldad de sus hijos. Eli mismo fue juzgado "porque sus hijos han
blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado" (1 Samuel 3:13). Este fue evidentemente un caso en el que Eli no hizo
caso del problema.
Atacar el problema sin piedad. Una segunda opción a la confrontación es la variante de "todo para el vencedor".
En esta situación, no hay tal cosa como "llegar a un arreglo". Siempre hay un ganador y siempre hay un perdedor.
No se admiten términos medios. O gano en grande o pierdo en grande. Un ejemplo de esta opción en las Escrituras
es la historia de Absalón y David. Como era uno de los hijos más jóvenes de David, Absalón probablemente se
percató de que no sería un posible candidato al trono de su padre. Así que se lanzó en su plan de juego "todo para
el vencedor" que incluía "robar el corazón de los de Israel", abierta inmoralidad sexual con las esposas de su padre,
y oposición militar abierta contra su padre. De haber vencido mediante este enfoque, el reino habría sido suyo. Sin
embargo, fracasó en su intento y perdió la guerra, su dignidad y la vida.
La experiencia sugiere que muchos en el mundo cristiano utilizan esta variante para tratar los problemas. Está
caracterizada por una actitud que dice: "No analicemos nuestras preocupaciones ni las enfrentemos abiertamente.
Más bien, comencemos una nueva iglesia, cambiemos de iglesia o de trabajo, o mudémonos." El panorama de
diversas comunidades cristianas se encuentra contaminado por los residuos, tanto psicológicos como físicos, de
personas que escogieron este método de lidiar con los problemas y quienes, habiendo perdido la batalla, al final de
la jornada abandonaron la guerra.
'Rendirse. Una tercera opción a la confrontación es rendirse o sucumbir ante la oposición. Esta variante adopta
básicamente la actitud opuesta a la de la segunda opción. Accedo a la petición y satisfago las exigencias. Les doy lo
que desean. Un ejemplo bíblico de esa situación lo encontramos en 1 Reyes 3. Dos prostitutas, que vivían en la
misma casa, vinieron ante el rey Salomón con las historias de sus infortunios.
Salomón, dependiendo de la sabiduría que Dios le había dado, sabía que en algunos aspectos rendirse no
soluciona el problema. Él sabía que a veces la persona que tiene la verdad de su lado no cede así como así. Por lo
tanto, esta historia nos ilustra el peligro de ceder a una petición determinada y las limitaciones potenciales de
emplear esa opción para aliviar la confrontación.
'Llegar a un arreglo. Una cuarta opción a la confrontación es el enfoque "mitad y mitad". Esta opción sugiere que
tengo algo a lo cual vale la pena aferrarse y haré todo lo posible por defender mi cincuenta por ciento. Mientras sea
capaz de mantener parte de mis ideas o argumentos, es suficiente; no necesito ser el ganador absoluto. Como
resultado, tampoco necesito ser el perdedor absoluto. Cada parte retiene su dignidad, por decirlo así. Cada parte
está dispuesta a llegar a un arreglo.
Es probable que uno de los mejores ejemplos bíblicos del empleo de este enfoque para enfrentar asuntos
difíciles se encuentre en Hechos 15, la historia del Concilio de Jerusalén. Había surgido un conflicto acerca de si los
nuevos cristianos gentiles debían someterse a todas las tradiciones judías, como por ejemplo la circuncisión, ahora
que habían creído. Este aspecto era altamente delicado y tenía la potencialidad necesaria para dividir y fragmentar
a la Iglesia primitiva, ya que, ante todo, muchos judíos batallaban con el concepto de que los gentiles fueran
cristianos.
Pedro, quien en lo personal luchó con este asunto, pudo haber argumentado que las tradiciones judías eran
irremediablemente anticuadas. Quizás esa posición hubiera complacido mejor a Pablo. Sin embargo, Pedro no
planteó este argumento. Tal vez él sabía que el Concilio jamás habría estado de acuerdo con dicha propuesta. Así
que, a cambio, recomendó una concesión dirigida por el Espíritu, en la que las tradiciones judías permanecieran en
su lugar para los judíos, pero que los nuevos creyentes gentiles no estuvieran sujetos a ellas (w. 7-10). La propuesta
de Pedro era aún al parecer demasiado radical para los hermanos judíos, pues con lo que finalmente estuvieron de
acuerdo fue con que los cristianos gentiles debían llevar un yugo parcial, es decir, debían mantenerse apegados a
un grupo más pequeño de tradiciones judías.
Aunque al parecer los cristianos gentiles no estuvieron presentes en este Concilio, sí lo estaban quienes les
ministraban. Y parece que esta solución de un entendimiento parcial fue admisible, pues no se registra que hubiera
desacuerdos. En esencia, con lo que convino el Concilio fue con la existencia de dos conjuntos diferentes de
requisitos para la membresía de la iglesia, uno para los judíos y otro para los gentiles. El singular éxito de este
método para enfrentar los asuntos difíciles sugiere que esto merece una estrecha consideración dentro de nuestras
organizaciones.
Aunque a veces los líderes pueden utilizar correctamente cada una de estas opciones, hay una quinta opción: la
vía de la confrontación. Al emplear el término confrontación quiero decir una disposición de mirar un asunto sin un
interés personal en el resultado, velando siempre por el beneficio de los demás. Pudiera significar que mi punto de
vista no será el que predominará. Pudiera significar que voy a "perder". Pero también significa que, al participar en
la confrontación, me comprometo con un estándar más alto que el simple hecho de ganar o perder.
¿Por qué confrontar?
El líder cristiano tiene una doble responsabilidad, no solamente la de ser eficiente en su responsabilidad de
liderazgo sino también la de ser fiel a los mandamientos de la Biblia. Como cristianos, no confrontamos a otros para
avergonzar, menospreciar, destruir o humillar. Confrontamos para que nuestro compromiso de ayudar a otros
alcance su potencialidad, incluso el desarrollo cristiano continuado. Pablo tuvo que decirles muchas cosas difíciles a
los lectores de sus cartas, pero era a causa de su inconmovible compromiso con sus hermanos: "Para que andéis
como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento
de Dios" (Col 1:10).
Formas de confrontación
En algunas profesiones, una de las distinciones que se hacen con frecuencia con relación a la evaluación es la
diferencia entre confrontación "formativa" y confrontación "sumativa".
Confrontación formativa
La confrontación formativa es el proceso de dar "retroalimentación" continua a un individuo, posibilitándole de
esta manera a hacer correcciones apropiadas para ejecutar un mejor trabajo. "Juan, necesitamos poner mayor
énfasis en aquel detalle en vez de en este." "María, vamos a emplear mayor cantidad de material escrito en vez de
usar solamente informes orales."
Confrontación sumativa
La confrontación sumativa tiene un carácter definitivo. "Juan, a partir del primero de mayo no vas a trabajar más
aquí." "María, no le vamos a renovar el contrato cuando este llegue a su término."
Ambos tipos de confrontación son útiles y cada uno tiene sus defensores. En ciertos aspectos, la evaluación
formativa es un tipo de adiestramiento. Sin duda, la confrontación sumativa a veces será necesaria, pero rara vez
debe ser la primera respuesta del líder cristiano.
Mi experiencia con organizaciones cristianas es que se practica muy poco la confrontación constructiva y se hace
demasiado énfasis en la confrontación destructiva. No es extraño que un individuo sea despedido y no tenga la más
mínima idea de por qué. Cuando se ofrecen las razones, por lo general no han sido antecedidas por previas
expresiones de preocupación del empleador. De esta forma el individuo se marcha sin oportunidad de hacer ajustes
y sin los recursos organizativos necesarios para ver mejoría.
Con estos pensamientos preliminares en mente, echemos un vistazo a algunas perspectivas bíblicas en cuanto a
este difícil tema.
Perspectivas acerca de la confrontación
Sin duda, la confrontación es difícil. Todavía no he conocido al líder cristiano que saboree la oportunidad de
confrontar situaciones difíciles o personas difíciles. En realidad, la persona a quien le gusta despedir a la gente debe
preguntarse por qué. Este tipo de motivación puede ser un problema. Como el despido por lo general contempla
una serie de implicaciones negativas para la organización y para el líder (por ejemplo, morales, económicas,
psicológicas, legales), si un líder me dice que despedir a la gente es una de las partes que más disfruta de su trabajo,
me preocupo, no sólo por el líder sino también por la organización que dirige.

Varias veces Pablo argumenta acerca de la dificultad de confrontar a las personas. Fíjese, por ejemplo, en este
pasaje:
Mas yo invoco a Dios por testigo sobre mi alma, que por ser indulgente con vosotros no he pasado todavía a
Corinto. No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que colaboramos para vuestro gozo; porque por la fe estáis
firmes. Esto, pues, determiné para conmigo, no ir otra vez a vosotros con tristeza. Porque si yo os contristo, ¿quién
será luego el que me alegre, sino aquel a quien yo contristé? Y esto mismo os escribí, para que cuando llegue no
tenga tristeza de parte de aquellos de quienes me debiera gozar; confiando en vosotros todos que mi gozo es el de
todos vosotros. Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que
fueseis contristados, sino para que supieseis cuan grande es el amor que os tengo (2 Co 1:23-2:4).
No se equivoque. Para Pablo y para muchos líderes, confrontar a las personas es dolorosamente difícil. Una de las
tareas más importantes del líder es la de crear un ambiente en que tanto el líder como sus seguidores se
encuentren preparados para ser confrontados, y en realidad lo esperan. Las Escrituras son muy claras en cuanto a
ese principio:
"Camino a la vida es guardar la instrucción; pero quien desecha
la reprensión, yerra" (Pr 10:17).
"El que ama la instrucción ama la sabiduría; mas el que aborrece la reprensión es ignorante" (12:1).
"El camino del necio es derecho en su opinión; mas el que obedece al consejo es sabio" (12:15).
"Hiere al escarnecedor, y el simple se hará avisado; y corrigiendo al entendido entenderá ciencia" (19:25).
"Aplica tu corazón a la enseñanza, y tus oídos a las palabras de sabiduría" (23:12).
"Como zarcillo de oro y joyel de oro fino es el que reprende al sabio que tiene oído dócil" (25:12).
"El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua" (28:23).
En contra de lo que se pudiera esperar, el sentido de esos versículos sugiere que las personas no sólo deben estar
preparadas para la confrontación, sino que deben tener interés en recibirla. La idea parece ser: "No seré eficiente
como líder si dejo de desarrollar un clima organizativo en que las personas se sientan libres para confrontarme."
Como señaló cierto miembro de un equipo de trabajo respecto a la confrontación: "Más bienaventurado es recibir
que dar." En resumen, al establecer un ambiente que contribuya a una confrontación saludable, tanto los
individuos como la organización tendrán potencialidad para un crecimiento positivo.
Por supuesto, las personas no siempre reaccionarán a la confrontación de la manera que nosotros quisiéramos,
como las Escrituras indican explícitamente: "La memoria del justo será bendita; mas el nombre de los impíos se
pudrirá" (Pr 10:7).
Además de eso, Pablo registra la reacción de los corintios ante algunas de sus cartas más difíciles y con un mayor
grado de confrontación:
Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta,
aunque por algún tiempo, os contristó. Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis
contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios; para que ninguna pérdida
padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que
no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. Porque he aquí, esto mismo de que hayáis
sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué
ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto (2 Co 7:8-11).
Estos versículos y otros indican que debemos estar alertas ante el hecho de que las personas que se preocupan
por nosotros y por la organización que guiamos nos confrontarán. Cuando eso ocurra, debemos buscar lo bueno y
aprender de eso, aunque a veces la confrontación tal vez no sea totalmente justa.
Gústenos o no, la confrontación, aunque se le llame por otro nombre como "rendir cuentas", es esencial para un
liderazgo eficiente. Y sabiendo que la confrontación que se realiza de modo equivocado o con un motivo incorrecto
producirá desastre organizativo y personal, aquí tenemos otra razón por la cual es tan importante el alma interior
del líder. Para el líder que trata de "atrapar" a una persona que no le cae bien o que le incomoda, casi siempre esa
decisión tendrá un efecto contraproducente. Así que enfoque esta importante tarea con gran cuidado, humildad y
la motivación correcta. Sólo entonces podemos estar seguros de que haya posibilidad de alcanzar los resultados
que esperamos y por los que oramos.

13
Perspectiva y planificación
ALGUNAS VARIABLES DEL liderazgo, incluso las que se presentaron en otras partes de este libro, aumentan la
función de éste, pero su ausencia no es necesariamente funesta para la empresa. Sin embargo, el líder que carece
de una perspectiva objetiva, o "visión", fracasará inevitablemente. Como observa John White:
Las personas no siguen programas, sino a líderes que los inspiran. Actúan cuando una visión despierta en ellos
una confianza atrevida en algo más grande que ellos mismos, un sentido de realización al que nunca antes habían
osado aspirar.
La perspectiva está directamente ligada a varias cosas, entre ellas la planificación y la dirección. El capítulo 13 de
Números nos da un buen ejemplo de cómo establecer metas y de planificación. Cuando los israelitas finalmente
llegaron a la Tierra Prometida, Moisés nombró a un grupo de exploradores (espías) para que fueran y regresaran
con una evaluación de lo que tenían delante de ellos. Las instrucciones que dio fueron las siguientes:
Observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso; cómo es la tierra
habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas; y cómo
es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país. Y era el tiempo de
las primeras uvas (Núm 13:18-20).
Más adelante en la historia, al regresar los espías, terminaron dando un "informe heterogéneo". La mayoría de
los exploradores hicieron las siguientes observaciones:
Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de
ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos
allí a los hijos de Anac (w. 27-28).
El informe de la minoría, provisto por Caleb y Josué, tenía un enfoque diferente:
La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare de
nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes
contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha
apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis (14:7-9).
En esencia, la mayoría dijo: "¡Qué lugar tan extraordinario! Pero ¿cómo podremos pagar el precio que costará
apropiarnos de él? Desde luego, no podemos." La minoría dijo: "¡Qué lugar tan extraordinario! El costo de
apropiarnos de él pudiera ser elevado, pero con la ayuda de Dios podemos lograrlo." ¿Cuál de los dos bandos tenía
la razón? Ambos habían visto exactamente las mismas cosas. Aun así, ¿por qué la mayoría dio un informe negativo
y la minoría uno positivo? En organizaciones de todos los tamaños, con personas que presuntamente están viendo
los "mismos" hechos, casi siempre los líderes se enfrentan a informes de mayorías y de minorías. ¿Cómo logra
saber el líder cuál es el análisis correcto?
Me gustaría sugerir que en la historia de los espías, una razón para la diferencia en los puntos de vista fue la
perspectiva espiritual. Una parte vio la situación desde una perspectiva sencillamente humana, mientras que la otra
parte vio la situación desde la perspectiva de Dios. Tener una perspectiva espiritual es absolutamente decisivo para
el liderazgo, porque a veces una situación parece no tener salida desde el punto de vista humano. Pero ¿cómo un
líder consigue alcanzar una perspectiva bíblica en una situación dada?
Perspectiva y establecimiento de metas
En primer lugar, a fin de mantener una perspectiva espiritual, los líderes deben comenzar con metas dadas por
Dios. ¿Qué desea Dios de la organización a la que El me ha llamado a guiar? ¿Desea más edificación? ¿Más
miembros? ¿Más programas? ¿Más contribuciones? ¿Desea una conducta mejor de las personas asociadas a la
organización? Estas y otras preguntas son los puntos de partida en la búsqueda de la perspectiva bíblica.
Muchas veces las organizaciones cristianas establecen sus propias metas y luego piden a Dios que las bendiga. En
el caso de Moisés y los espías, la clave para conocer cuál informe era el adecuado fue una clara comprensión de las
metas de Dios para la organización. Con esas metas bien definidas, el discernimiento de otros asuntos fue mucho
más fácil. Caleb y Josué fueron capaces de ver la situación desde la perspectiva de Dios por varias razones. Ante
todo entendieron que Dios les iba a dar la Tierra Prometida: "El nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra
que fluye leche y miel" (v. 8). Además, entendieron que Dios sería su protección y que estaría con ellos: "Su amparo
se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis" (v. 9). En resumen, aunque habían visto las
mismas murallas y gigantes, su punto de vista estuvo más influenciado por las promesas de Dios y su comprensión
de cómo

Dios había hecho previamente su labor en la historia. De no haber sido así, ellos también habrían contendido con
la perspectiva correcta.
En el empeño por alcanzar la perspectiva apropiada, el líder debe ser diligente en la búsqueda de las metas dadas
por Dios. Sin esta visión faltará la perspectiva y las personas perecerán; algo que les sucedió a los hijos de Israel que
se negaron a ver la situación de la Tierra Prometida desde la perspectiva correcta. Así que la perspectiva divina está
relacionada con las metas dadas por Dios. Además de eso, el líder debe rodearse de personas que compartan este
mismo compromiso con las metas que Dios da. Entonces, a medida que esas personas se esfuerzan por conocer
cuáles deben ser las metas de Dios para la organización, el Espíritu de Dios puede poner en claro lo que Él quiere
que realicemos juntos. En mi búsqueda de perspectiva, este debe ser mi punto de partida. Difícilmente seré capaz
de entender a ciencia cierta o de determinar las metas que Dios da si soy insensible o permanezco ajeno a los
propósitos de Dios para mí y mi organización. He aquí otra razón por la cual mi corazón debe ser conforme al
corazón de Dios. Es en el alma del líder donde ocurre frecuentemente este proceso.
El punto de partida para estas metas siempre debe ser el alcanzar las que Dios tiene para mí en lo personal, tal
como reflejar el fruto del Espíritu en mi vida y negarme a abandonar mi "primer amor" (véase Ap. 2:4). Hasta que
esta influencia de ser como Cristo no impregne cada fibra de mi ser, fracasaré al tratar de comprender una
situación desde su perspectiva.
Perspectiva y planificación
Una buena planificación ayuda a mantener la perspectiva divina. Los líderes deben comprometerse a sí mismos y
comprometer a sus organizaciones para desarrollar un buen proceso de planificación. Muchas organizaciones
cristianas ven la planificación como una pérdida de tiempo. "¿Para qué planificar?", argumentan. "No podemos
predecir el futuro. Además, la Biblia nos dice que 'no os afanéis por el día de mañana'. Y el planificar nos toma
tiempo que pudiera emplearse mejor en la organización." Estos argumentos, implícitos o explícitos, llegan con
mucha frecuencia a oídos del líder.
Después que Moisés esbozó la meta de Israel para entrar en la Tierra Prometida, comenzó a reunir información
sobre Canán y sus habitantes. Moisés deseaba esta información para poder concebir un plan. El reunir información
sobre cuan fuertes eran los habitantes actuales y su ubicación, así como las características de los recursos naturales
de la tierra, pudiera desarrollar una estrategia eficaz para conquistar a los cananeos.
Sin embargo, la planificación de Moisés fue sólo algo suplementario al trabajo del Señor. Dios haría la mayor
parte del trabajo de derrotar a los cananeos; Israel sólo "limpiaría" detrás de El (Ex 23:20-21). Esto no significa que
la parte de Israel no tenía importancia, pero era secundaria respecto a la del Señor, como la infantería que apoya a
una división de tanques. Por lo tanto, su función en la conquista de Canaán aún requería una planificación
meticulosa. De igual modo, debemos reconocer que es ineludible alguna planificación en la organización. Pero
permanece el interrogante de si el líder va a ejercer su influencia en el futuro con un propósito o al azar. Tanto
Pablo (Ro. 6:15-23) como Pedro (2 P. 2:19) sugieren que las personas son esclavas de aquello que las domina y
controla. Mientras declaramos libertad sobre un tipo de esclavitud, podemos llegar a ser víctimas de otro. Esto se
cumple también en la planificación. Mientras declaramos libertad del cautiverio de la planificación podemos llegar a
ser esclavos de la tiranía de los resultados de no planificar. Es más, la planificación debe verse como una función
legítima de la mayordomía bíblica.
Quienes trabajan en alguna organización, cristiana o secular, lo hacen con al menos tres recursos primordiales:
dinero, capacidades y tiempo. La Biblia tiene mucho que decir sobre cada uno de ellos. Con relación al dinero y a las
posesiones, Jesús enseñó: "El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel" (Le 16:10). Respecto a las
capacidades, Pablo escribió ampliamente sobre esas habilidades y dones conferidos a cada creyente. Leemos en 1
Corintios 4:2, por ejemplo, que "se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel". Por último,
refiriéndose al uso adecuado del tiempo, nos dice Proverbios 18:9 que "el que es negligente en su trabajo es
hermano del hombre disipador". Como discípulos de Cristo, creemos que tenemos la responsabilidad de ser
mayordomos de todos los recursos que Dios nos ha dado. En resumen, creemos que no podemos practicar una
buena mayordomía a menos que nuestra planificación nos ayude a obtener el máximo de nuestros recursos.
Encontramos a través de toda la Biblia exhortaciones relacionadas con la mayordomía:
"La ciencia del prudente está en entender su camino; mas la indiscreción de los necios es engaño" (Pr 14:8).
"Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman" (15:22).
"Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio" (18:13).
"Los pensamientos con el consejo se ordenan" (20:18).
"Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará; y con ciencia se llenarán las cámaras de todo bien
preciado y agradable" (24:3-4).
"El avisado ve el mal y se esconde; mas los simples pasan y llevan el daño" (27:12).
Con estas observaciones como antecedentes, lo que sigue son algunas pautas a seguir para la planificación. He
empleado como contexto el pasaje de Números 13 (la Tierra Prometida y Moisés).
La planificación debe reflejar metas previamente establecidas.
El capítulo 13 de Números comienza con una clara declaración en la que se afirma que la Tierra Prometida no era
idea de Moisés, sino de Dios. Y Moisés estaba convencido de que la tierra de Canaán iba a ser un regalo de Dios
("Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus
padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos", (v.2). Por tanto, no había dudas con relación a la
dirección o a la meta en este ejemplo.
A menudo los líderes no pueden mencionar ni un texto bíblico para apoyar una meta que hay que alcanzar. Por
eso necesitan ser discípulos, tanto de la directiva como del resto del personal, ya que a ambos puede hablar el
Espíritu Santo. Pero el establecer metas es indispensable para el liderazgo. Si no es importante a dónde debemos
llegar, podemos tomar cualquier camino. Tenemos la misma opción si dibujamos el blanco después que realizamos
el tiro. A menos que queramos ejercer nuestra influencia en el futuro al azar, debemos comenzar con metas.
Pablo se comprometió al decir "prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús"
(Fil 3:14). Esas personas tuvieron metas que persiguieron diligentemente. Debemos hacer lo mismo en nuestra
planificación.
Las prioridades deben desarrollarse en medio de metas determinadas. Moisés tenía la opción de seleccionar
cualquier estrategia para llegar a la meta final. Pero primero decidió organizar un grupo de exploradores o espías y
entonces les dio orientaciones claras para la acción. Moisés decidió basándose en sus prioridades. De esa misma
manera deben obrar los líderes. Es muy difícil que todas las decisiones sean dignas de alabanza, y determinadas
elecciones o decisiones sí conducen a resultados y consecuencias diferentes.
La planificación requiere el conocimiento de los hechos tal y como son y no como nosotros deseamos que sean.
Ante todo debemos conocer la realidad de los hechos. Moisés estaba consciente de la importancia de los hechos
a la hora de determinar estrategias u opciones, y por eso quería saber sobre los obstáculos potenciales, como
murallas y defensas. Pero también quería los detalles sobre la geografía y la agricultura. Con mucha frecuencia los
líderes ignoran los hechos, o si los conocen, se niegan a enfrentarse a la realidad que encierran.

La planificación no pasa por alto el pasado, pero está indudablemente orientada hacia el futuro.
Moisés, conociendo la forma en que Dios había obrado en el pasado, pudo manejar con confianza los aspectos
desconocidos del futuro. Por eso, mientras estaba obviamente celebrando el pasado, anticipaba ansiosamente el
futuro. Deseaba conocer el próximo paso de Dios y vivió con esta expectación. El pasado provee un contexto y el
futuro proporciona dirección y esperanza. El líder que penetra en el pasado yendo a través de la historia, como lo
hizo Moisés, es quizá quien, al final, reciba mayor recompensa. Esta es también la evaluación hecha por Pablo: "Lo
que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante" (Fil 3:13, VP).
Resumiendo, creemos que para cualquier organización cristiana la planificación es una función recomendada por
la Biblia, que conduce no sólo a una mejor mayordomía de los recursos de que disponemos, sino también a la
realización de metas. Estas metas reflejan las tareas que Dios nos ha dado. Es decir, el líder debe estar consciente
de que es Jehová quien edifica la casa (véase el Salmo 127:1) y que "del hombre son las disposiciones del corazón;
mas de Jehová es la respuesta de la lengua" (Pr 16:1; cf. Stg 4:13-16).

14
Perdón
EL LÍDER QUE NO HA APRENDIDO a ser un buen perdonador no será tan eficiente como uno que sí lo sea. El líder
se enfrenta a muchos incidentes desagradables, a muchas acusaciones falsas y tiene muy poco tiempo para seguirle
la pista a todo el que lo ha "ofendido".
Para ubicar en algún contexto el tema del perdón, imagínese por un momento que la próxima semana en el
teatro de su comunidad se presentará una representación dramatizada de la historia de su vida. La historia
recogerá todo lo que usted haya hecho. ¡Todo! Nada quedará fuera. Además, incluirá también todo lo que usted
haya dicho. ¡Todo! Para hacerlo aun más espectacular, también se incluirá todo lo que usted haya pensado. ¡Todo!
Pocos de los líderes que conozco, y me incluyo, desearían ir al frente después de una representación de ese tipo
para ser saludado. Casi todos seguramente irían lo más rápidamente posible hasta la puerta y desaparecerían de la
vista de los demás.
Algunos líderes probablemente piensan: "Qué bueno que nadie tenga un registro de la historia de mi vida como
ése." Sin embargo, la verdad de ese asunto es que Alguien sí tiene esa historia a menos que hayamos
experimentado el perdón de Cristo en nuestra vida. El salmista nos dice: "Cuanto está lejos el oriente del occidente,
hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones" (Salmo 103:12).
El perdón está en el corazón del evangelio de Jesucristo. Cristo murió por nosotros aun siendo pecadores. He
experimentado su perdón porque Él pagó la culpa por el pecado. Y cada vez que peco vuelvo a buscar su perdón. Se
me ha dicho: "El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará
misericordia" (Pr 28:13). Y en el Nuevo Testamento dice: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). Por lo tanto, como alguien que ha
experimentado el perdón, y como líder, debo ser una persona que perdone.
La idea que encontramos en las páginas de la Biblia subraya un concepto bidimensional del perdón. En primer
lugar, y como ya se ha indicado, necesitamos experimentar el perdón en una dimensión vertical entre Dios y
nosotros. En segundo lugar, Dios desea que experimentemos el perdón en el plano horizontal, de persona a
persona. Como veremos, dejar de perdonar a las personas en el plano horizontal produce un efecto devastador en
nuestra relación con Dios en el plano vertical. Así que este capítulo tratará sobre preguntas como: por qué
debemos perdonar, quién es el que tiene la responsabilidad de iniciar el perdón, cuántas veces debemos perdonar,
qué incluye el perdón, y qué sucede si no deseo perdonar.
¿Por qué debemos perdonar?
Uno de los argumentos principales para el perdón horizontal es que debemos perdonarnos unos a otros porque
Cristo es nuestro ejemplo. Considere las instrucciones de Pablo:
"Tengan paciencia unos con otros, y perdónense si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Señor los
perdonó, perdonen también ustedes" (Col 3:13, VP). "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
per-donándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo" (Ef 4:32).
Lo que Pablo está ordenando en forma muy clara es: Cristo te ha perdonado, por lo tanto tienes que perdonar a
los demás. Digámoslo de una manera sencilla, un líder no tiene la opción de no perdonar a los demás. Tenemos que
perdonar porque así se nos ordena en las Escrituras.
¿Quién tiene la responsabilidad de iniciar el perdón?
Sin duda alguna, la persona que ha ofendido tiene en primer lugar la responsabilidad de iniciar el proceso del
perdón. En otras palabras, si yo como líder he hecho algo que ha ofendido a alguien, tengo la responsabilidad de ir
donde aquella persona y pedir perdón. Esto presupone, desde luego, que sé que he originado la ofensa. Jesús habló
de ese tipo de situación en el Sermón del monte:
Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda
delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda (Mt 5: 23-24).
La idea es esta. Estoy frente al altar preparándome para ofrecer mi sacrificio cuando recuerdo que alguien tiene
algo contra mí, presumiblemente a causa de algo que he hecho. ¿Qué debo hacer? Por muy importante que sean el
sacrificio y la ceremonia religiosa, Jesús dijo que es aun más importante estar en paz. Por lo tanto, tengo que dejar
mi ofrenda o sacrificio en el altar, ir a buscar el perdón y regresar para terminar de ofrecer mi sacrificio.
Con relación al perdón, el tiempo es vital. Necesitamos tener las cuentas claras. Así que, si tenemos que escoger
entre ir al templo un domingo por la mañana o ir en búsqueda de restauración con un amigo, tenemos primero que
buscar la restauración. Note, sin embargo, que Jesús no sólo ofrece la posibilidad de elegir entre esto o aquello. El
no dice: "Escoja entre la ceremonia religiosa o buscar el perdón." Más bien parece estar sugiriendo que el perdón
horizontal debe producirse antes que la ceremonia religiosa, y además, que nuestra disposición de participar en el
proceso del perdón afectará nuestra capacidad para la adoración.

Creo que las Escrituras enseñan también que el que ha sido ofendido tiene la responsabilidad de iniciar el
proceso del perdón. Hay dos textos que ilustran este principio, Marcos 11:25-26 y Lucas 17:3-4. En el de Marcos,
Jesús enseñó: "Cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que
está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas." Mientras que el texto de Mateo 5 estaba dirigido a
quienes habían ofendido a alguien, éste está dirigido a quienes han sido ofendidos por otro, esté o no consciente el
que cometió la falta. A diferencia del texto de Mateo, donde el ofendido tiene la responsabilidad de tomar la
iniciativa, este sugiere directamente que si yo estoy ofendido por algo que usted ha hecho, aunque usted sepa o no
que estoy disgustado, yo tengo la responsabilidad de perdonarlo. Si el hecho de perdonarlo es primordialmente una
cuestión de actitud, quizá no tenga ni que decirle nada al respecto. El asunto es, el ofendido no tiene la opción de
esperar hasta que el supuesto ofensor inicie el proceso del perdón. El ofendido también está obligado a hacer las
cosas correctamente.
Si hubo alguna duda con relación a lo que Jesús quiso decir sobre la responsabilidad del ofendido, El aclaró muy
bien las cosas cuando les dijo a sus discípulos:
Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete
veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale (Le 17:3-4).
¿Cuántas veces debemos perdonar?
Jesús previo evidentemente este tipo de pregunta porque se refirió a ella en varias ocasiones. En el pasaje de
Lucas 17 destacó que si una persona peca contra otra siete veces en el día y siete veces se arrepiente, se le debe
conceder el perdón. Probablemente Pedro estaba contando el número de veces que él había perdonado a alguien,
ya que según Mateo 18:21-22 él quiso aclarar el asunto con Jesús: "Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor,
¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?" En esencia Jesús le dijo a Pedro que
dejara de contar y que aprendiera de una vez por todas que conceder a otros el perdón ha de considerarse un
modo de vida del cristiano, sin que importe cuántas veces haya sido agraviado: "Jesús le dijo: No te digo hasta siete,
sino aun hasta setenta veces siete" (v. 22).
¿ Qué decir de los pecados "graves"?
¿Tiene el líder (y otros) que ser perdonado por los pecados "graves"? De aquí se infiere obviamente que hay
pecados "buenos" que no son dignos de una respuesta significativa por parte de la organización y que pueden ser
perdonados. Y también hay pecados "graves" que, si los cometen el líder u otros, y aun cuando se les conceda el
perdón, casi seguramente tendrán como consecuencia la destitución.
Estos asuntos rara vez son considerados en publicaciones cristianas. Los pecados relacionados con el sexo
(particularmente aventuras amorosas y divorcio) y la conducta delictiva se destacan como pecados "graves". Los
líderes y otros que los cometen, aun cuando todas las partes concedan y se les conceda el perdón, pueden dar por
sentado que tendrán que buscar otro trabajo. ¿Por qué? Quizás el asunto no sería tan problemático si la razón por
la que se toma la decisión de despedirlo estuviera ligada a cosas como "una vida de santidad" y pureza de la
organización. Sin embargo, muchas veces la razón para la destitución se basa fundamentalmente en el
razonamiento de que dejarlo continuar en el empleo "será perjudicial para nuestro ministerio. Después de todo, las
personas no apoyarán nuestro ministerio si nuestro líder es un escritor de cheques incobrables que ha sido
perdonado. Cesarían los envíos de dinero y, por supuesto, la organización necesita dinero para funcionar." Y la
organización definitivamente no desea que quienes la sostienen piensen que se es "flojo con el pecado". "Vea cómo
Dios castigó a Acán" (véanse pasajes bíblicos como Josué 7), dicen los defensores de este punto de vista. Pero ¿qué
decir de David y los pecados abominables de lujuria, adulterio y asesinato que cometió? ¿Lo quitó Dios de su cargo?
La respuesta, obviamente, es no. Por supuesto, aunque David confesó su pecado y fue perdonado por Dios, hubo
consecuencias para su pecado. El profeta Natán fue el vocero del juicio de Dios:
Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer
de Urías heteo para que fuese tu mujer. Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma
casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del
sol. Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol. Entonces David dijo a
Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás. Mas por
cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá (2
Samuel 12:10-14).
A causa del pecado de David, su hijo murió y se desató una contienda interna en la familia real. Sin embargo,
David no fue quitado de su posición de liderazgo. Surge otra vez la pregunta "¿por qué no?".
Quizá la organización cristiana contemporánea haya hecho una de sus mayores prioridades el mantener felices a
sus donantes y satisfechos a los que tienen influencia religiosa, antes que tener a Cristo como su guía y ejemplo.
¿Acaso la crítica más fuerte de Jesús no estuvo dirigida a la comunidad religiosa? Si David fuera un líder
contemporáneo en una organización cristiana importante y, dando por sentado que él confesó genuinamente su
pecado, ¿alguien dudaría de que habría sido quitado de su posición de liderazgo? ¿Por qué Dios no eliminó a David
y por qué lo haríamos nosotros? Tal vez es porque aún no entendemos cómo Dios trabaja con las personas y en qué
consiste realmente el perdón.

Según un renombrado consejero, el perdón incluye al menos tres facetas:


1. No continúe trayendo el asunto a colación. En primer lugar, cuando perdono digo en esencia que no voy a
mencionar nuevamente el asunto. Nuestro ejemplo es la persona de Cristo y su relación conmigo. Cuando Él me
perdona liquida mi cuenta.
2. No hable con los demás acerca del problema. Conceder perdón significa que después de hacerlo no hablaré
con otra persona acerca del error anteriormente cometido. Lo relacionado con la ofensa se convierte en asunto
cerrado entre las dos partes.
3. Olvide el asunto y siga adelante. Después que haya sido concedido el perdón, no voy a seguir pensando en
el asunto. La persona que dice "perdono, pero no olvido" no ha perdonado realmente. De acuerdo, me puede
costar trabajo perdonar, pero debo hacerlo. En la parábola de los dos deudores, Jesús trató en parte este asunto al
afirmar que el perdón tiene que afectar inevitablemente al corazón: "si no perdonáis de todo corazón" (Mt 18:35,
cursivas añadidas).
¿Qué sucede si no deseo perdonar?
Si se hace algo sin sentirlo, ¿deja de ser por esto una acción genuina? No, pienso que no. Con frecuencia el líder
tiene que hacer cosas que no tiene deseos de hacer. Esto me sucede en mi vida personal. Por ejemplo, no me gusta
levantarme temprano cada mañana, pero lo hago. ¿Me convierte eso en un hipócrita? Seguro que no. Lo que me
haría un hipócrita es que yo vaya por todas partes diciendo a todos lo mucho que me gusta levantarme temprano
por la mañana. Algunas de las palabras más severas de Jesús estuvieron dirigidas a los fariseos, quienes trataban
constantemente de proyectar una imagen externa que no se correspondía con la actitud de su corazón. En el
contexto del perdón, si alguien me ofende, no es necesario que tenga ganas de perdonarlo para que le conceda el
perdón. Esto no es hipocresía. Lo que haría ese acto hipócrita sería el que yo declarara que me he deleitado en
conceder el perdón, cuando en realidad he detestado hacerlo. Una y otra vez el líder tiene que ir contra los
sentimientos para ser un líder y un cristiano responsable. Y cuando tratamos con asuntos que tienen que ver con el
perdón, muchas veces el líder pudiera tener que ir contra sus sentimientos. En el pasaje de Lucas 17 examinado
anteriormente, Jesús parece estar diciendo: "Ni siquiera consideren el hecho de que les pido que perdonen y
perdonen y perdonen como algo muy grande. Más bien consideren su actitud como la de una persona que es
contratada y simplemente cumple con su deber."
El análisis anterior de la parábola de los dos deudores (Mt 18:23-25) sugiere que el no perdonar provoca serias
consecuencias. Marcos 11:25 pone en claro que, cuando no perdonamos a otros, Dios no nos perdona a nosotros.
Dadas estas consecuencias sobre el no perdonar, escandaliza y sorprende presenciar la gran cantidad de rencores,
luchas internas y batallas políticas que plagan muchas veces a las organizaciones cristianas. Tal vez una de las
mayores responsabilidades de los líderes es, no sólo estar seguros de que las cuentas están saldadas entre ellos y
los demás, sino también esforzarse para estar seguros de que se practica el perdón en toda la organización. Dado el
énfasis bíblico en la unidad y la declaración de Jesús de que el mundo conocería a sus discípulos por el amor que
ellos se tuvieran entre sí, no es extraordinario que su enseñanza acerca del perdón sea tan poderosa y que las
consecuencias de no cumplir con esas instrucciones sean tan severas.
15
Remuneración, transiciones y vulnerabilidad
HAY VARIAS cosas importantes a tener en cuenta acerca del liderazgo organizativo si queremos ser eficientes en
el mismo. La mayoría de las personas comprenden la importancia del liderazgo y la planificación; de tener el control
de la cultura y desarrollar a las personas; de establecer estructuras y de la importancia de la obligación de rendir
cuentas por lo que se hace. Pero con relación a líderes cristianos casi nunca se mencionan en los libros sobre el
liderazgo los tres aspectos que se analizan en este capítulo. No obstante, son muy importantes tanto para los
líderes como para los seguidores. Y con bastante frecuencia, el enfoque que se le dé a la remuneración, las
transiciones y la vulnerabilidad determina nuestra eficiencia en el liderazgo.
Remuneración
Aunque a menudo no se expresa verbalmente, al menos no al principio, el asunto de "¿cuánto me van a pagar?"
es una pregunta importante para el líder en potencia. Según establecen las leyes no escritas del proceso de
contratación, no es correcto que el candidato al liderazgo trate asuntos monetarios hasta que, al menos, se
celebren las últimas entrevistas o, preferiblemente, hasta que se le haga una oferta. Entonces, y sólo entonces,
deben tener lugar las discusiones financieras.
Mi afirmación para el resto de este análisis es que "los líderes escogidos por Dios" rara vez, si acaso, deben
mostrar interés en lo relativo a los aspectos económicos de su empleo, como no sea tal vez con el objetivo de
esclarecer algo. Daré mis razones más adelante.
Muchos líderes negocian o regatean salarios y beneficios "máximos" y sólo aceptan "si el precio es justo". La
suposición subyacente en esta forma de pensar, es que la organización debe ocuparse de las necesidades de sus
líderes y luego el líder se ocupará de las necesidades de la organización. Y como la presión del liderazgo es tanta, se
exige un gran salario, presumiblemente para compensar ese estrés. Esa actitud parece oponerse a la que las
Escrituras nos presentan, que es: si he sido llamado por Dios, tengo la responsabilidad de ocuparme de las
necesidades de las personas (¿recuerda nuestras anteriores referencias al líder como pastor?) y luego Dios y las
personas se ocuparán de mis necesidades. Si tengo un estrés perjudicial, Dios me dice que "eche toda mi ansiedad
sobre él", no que pida más dinero ni beneficios. El comportamiento de Josué y Nehemías es aleccionador para los
líderes.
Como ya dije, el libro de Josué es una historia de éxito y victoria. Producto de su dependencia de Dios, rara vez
los hijos de Israel fueron derrotados. Note lo siguiente:
De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en
ella. Y Jehová les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres; y ninguno de todos sus
enemigos pudo hacerles frente, porque Jehová entregó en sus manos a todos sus enemigos. No faltó palabra de
todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió (Josué 21:43-45).
Es interesante que también se nos diga cómo se repartió entre las diferentes tribus el botín de la victoria. Sólo
después que cada tribu recibiera su herencia, los israelitas se volvieron al asunto de remunerar a sus líderes.
Y después que acabaron de repartir la tierra en heredad por sus territorios, dieron los hijos de Israel heredad a
Josué hijo de Nun en medio de ellos; según la palabra de Jehová, le dieron la ciudad que él pidió, Timnat-sera, en el
monte de Efraín; y él reedificó la ciudad y habitó en ella (19:49-50).
En otras palabras, Josué no obtuvo su parte hasta que los demás, el pueblo a quien estaba guiando, recibió la
suya. Es obvio que la práctica actual es muchas veces todo lo contrario. Anteriormente hemos visto la historia de
Nehemías. El también escogió no recibir la "pensión" de gobernador.
También desde el día que me mandó el rey que fuese gobernador de ellos en la tierra de Judá, desde el año
veinte del rey Artajerjes hasta el año treinta y dos, doce años, ni yo ni mis hermanos comimos el pan del
gobernador. Pero los primeros gobernadores que fueron antes de mí abrumaron al pueblo, y tomaron de ellos por
el pan y por el vino más de cuarenta ciclos de plata, y aun sus criados se enseñoreaban del pueblo; pero yo no hice
así, a causa del temor de Dios. También en la obra de este muro restauré mi parte, y no compramos heredad; y
todos mis criados juntos estaban allí en la obra (Neh 5:14-16).
Sí, Nehemías pudo haber tenido más, pero optó por tener menos porque no quería tener nada que ver con
"abrumar al pueblo". Otros pasajes bíblicos también nos pueden ayudar. El apóstol Pedro, por ejemplo, nos
recuerda que nuestra posición como líderes no es para señorear sobre aquellos a quienes guiamos, ni debemos
codiciar dinero:
Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por
ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado,
sino siendo ejemplos de la grey (1 Pedro 5:2,3).
Pedro también nos recuerda cuál es la verdadera recompensa del liderazgo: "Y cuando aparezca el Príncipe de los
pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria" (v. 4, cursivas añadidas). En otra parte se nos dice a
los líderes: "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres" (Col 3:23).
Transiciones
Las transiciones en el liderazgo tienden a ser, cuando mejor, complicadas; y cuando peor, divisorias, incluso
dentro de organizaciones cristianas. Los seguidores tienden a comprometerse con un líder determinado y cuando
esa persona deja de ser el líder, ya sea por razones voluntarias o involuntarias, es inevitable que surja una cierta
tensión en la organización.
Algunos sostienen que una vez que un líder se retira o "lo retiran", no debe quedarse en la misma zona. La razón
es que si un líder popular retirado permanece en la misma región, las personas de la organización no transferirán su
lealtad al nuevo líder. El argumento opuesto, en particular con el caso del líder popular retirado, es que, como la
persona retirada ha construido un cimiento de buena voluntad, el sucesor procede bajo su propio riesgo si dicha
pericia no se emplea para el bien de la organización.

Como guía funcional general, las transiciones en el liderazgo no deben dejarse a la deriva. En realidad, las
transiciones deben planificarse de antemano. En TheArt of japanese Management [El arte de la administración
japonesa] los profesores de comercio, Pascale y Athos, mencionan los cinco ingredientes clave "para construir una
gran corporación que sobreviva al paso del tiempo, sobre todo después que sus fundadores se hayan ido".

Esto requiere, en primer lugar, mucho tiempo. En segundo lugar, requiere una constante adaptación de las
nuevas personas al medio social y un adiestramiento constante de quienes continúan ascendiendo. En tercer lugar,
es necesaria una articulación y afianzamiento interminable de las cosas que la institución honra, valora y cree. En
cuarto lugar, lleva una atención obsesiva por parte del gerente principal. Y en quinto lugar, requiere una
planificación previa y cuidadosa de la sucesión (del liderazgo).
En realidad, para que las transiciones sean eficaces, es esencial la buena disposición tanto del líder que se retira
como del sucesor, si se desea que el trabajo de la organización continúe sin interrupción. Algunos han afirmado que
uno de los legados más importantes que un líder puede dejarle a una institución es una transición suave de su
liderazgo, donde la lealtad de la organización pueda entregársela al nuevo líder con rapidez y comodidad.
John Gardner afirma que un buen líder insiste constantemente en que sus seguidores cuenten con sus propios
recursos e iniciativas en vez de recurrir siempre al líder en busca de dirección: "Los propósitos del grupo son
atendidos mejor cuando el líder ayuda a sus seguidores a desarrollar sus propias iniciativas, los afianza en el uso de
sus propios juicios, y les permite crecer y convertirse en mejores colaboradores.
Sin embargo, también hay líderes "que minimizan a sus seguidores, haciéndolos dependientes y aniñados,
explotando sus necesidades inconscientes del hada madrina de su infancia". Él señala que James Jones de
Jonestown trabajó sistemáticamente para eliminar el juicio de adulto y crear dependencia entre sus seguidores. Lo
que Gardner está en esencia sugiriendo es que un líder debe estarse preguntando continuamente: ¿Qué efecto
tendrá mi salida, voluntaria o no, sobre la estabilidad permanente de la organización? ¿He hecho a mis empleados
o seguidores tan dependientes de mí que son incapaces de apoyar a un nuevo líder, ya sea pastor o presidente?

Esta consideración, por consiguiente, nos regresa nuevamente al asunto de las transiciones en el liderazgo.
Michael Youssef presenta varias sugerencias útiles acerca de este tema de las transiciones. En primer lugar, destaca
que "una característica de los buenos líderes es que preparan a otros para que se hagan cargo. Ellos no preparan
simplemente a sus seguidores para que hagan 'un buen trabajo', sino que los preparan para que sean capaces de
hacer cualquier cosa que ellos estén haciendo." Más adelante sugiere que los líderes actuales ayuden en el proceso
de preparar a otros líderes dándoles a los demás otras "responsabilidades antes que estén preparados para ellas" y
"antes que las pidan".
La Biblia misma nos ofrece varios casos acerca de las transiciones del liderazgo. Centraremos nuestra atención en
la transición de Moisés a Josué. En los últimos capítulos de Deuteronomio, Dios le había dicho claramente a Moisés
que él no iba a seguir siendo el líder de Israel, y que Josué sería su sucesor. Como se nos dice que cuando Moisés
murió "sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor" (Dt 34:7), Dios tenía otras razones para querer un nuevo
líder. Afortunadamente, Moisés no se resistió al cambio sino que se esforzó para lograr una transición eficaz. Fíjese
en su encargo a Josué:
Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este
pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar. Y Jehová va delante de ti; él
estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides (Dt 31:7-8).
El próximo paso en la transición fue que Dios sacó a Moisés del escenario. El mismo día en que se transfirió el
cargo a Josué, Dios le habló a Moisés:
Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, situado en la tierra de Moab que está frente a Jericó, y mira la
tierra de Canaán, que yo doy por heredad a los hijos de Israel; y muere en el monte al cual subes, y sé unido a tu
pueblo, así como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fue unido a su pueblo; por cuanto pecasteis contra mí
en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis
en medio de los hijos de Israel. Verás, por tanto, delante de ti la tierra; mas no entrarás allá, a la tierra que doy a los
hijos de Israel (32:49-52).
En esos versículos vemos no sólo que a Moisés se le saca de inmediato del escenario, sino también el tremendo
precio que tiene el fracaso en el liderazgo (el problema de la obediencia incompleta). Por último, vemos la
respuesta positiva del pueblo al cambio de liderazgo:
"Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los
hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés" (34:9). "De la manera que obedecimos a
Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con
Moisés 0osué 1:17). Entonces y ahora, siguen ocurriendo transiciones en el liderazgo. El futuro de la mayoría de las
organizaciones, y la función que estas desempeñan como parte de la obra del reino, depende de lo bien que se
manejen este tipo de transiciones en el liderazgo.
Vulnerabilidad
"¿Por qué los líderes son tan elitistas?" Esta es una pregunta que hacen con frecuencia los seguidores en las
organizaciones. Los seguidores quieren líderes accesibles, no líderes tan "elevados y poderosos" que uno no pueda
ni subir al pedestal para alcanzarlos. Desde mi punto de vista, el asunto no es tanto de "elitismo palpable" como de
vulnerabilidad. ¿Cuan vulnerables se hacen los líderes respecto a las personas a quienes guían? Con vulnerable no
quiero decir que los líderes deben ir por ahí 'mostrando todos los trapos sucios; más bien quiero decir la continua
demostración y expresión de cualidades humanas fundamentales, como el enojo, la desilusión y el dolor.
Se ha analizado ese complejo asunto desde diversas perspectivas. Por una parte, algunos plantean que es
absolutamente esencial para los líderes que mantengan la distancia entre ellos y las personas a quienes guían.
Observe las palabras de un antiguo rector universitario y ahora asesor, James Fisher: "La distancia ha caracterizado
a los líderes eficientes a lo largo de la historia. Y no hay nada deshonesto ni poco ético en su práctica; es
sencillamente poco sabio que un rector universitario establezca vínculos íntimos con miembros de la facultad a la
que sirve.
A medida que desarrolla sus argumentos, Fisher señala que las personas que son guiadas se niegan a aceptar al
líder como una persona normal. Por consiguiente, rara vez se les invita a actividades sociales que no sean de
negocio. Más aun, los seguidores tienen una tendencia a ver al líder como "mejor que yo". En otras palabras, el
seguidor puede tener cierto problema o debilidad, pero al líder más le vale no tener ninguno. La vulnerabilidad, por
lo tanto, debe evitarse a toda costa pues, si los seguidores perciben al líder simplemente como una persona común
y corriente, puede ser considerado no apto para el liderazgo. Como hace notar Fisher:
A los líderes se les idealiza como personas a quienes su fortaleza les da la posibilidad de asumir la responsabilidad
de sus seguidores y quienes pueden idear mejores soluciones y proveer mejor dirección. En realidad, con esa
idealización, los seguidores niegan que los líderes experimenten dudas, inseguridades o debilidades de cualquier
tipo. Los seguidores reaccionan ante las debilidades humanas de sus líderes con asombro, consternación, e incluso
enojo en niveles exagerados, como si dijeran: "Si no eres totalmente confiable, quizá no seas confiable en lo
absoluto.
El líder, desde esta óptica, está en un callejón sin salida. Según Pascale y Athos, los gerentes japoneses son más
propensos a mostrar vulnerabilidad que sus homólogos del mundo occidental:
Están más dispuestos a revelar sus debilidades e idiosincrasias a sus subordinados. En realidad, muchos gerentes
japoneses sienten que, al revelar sus aspectos vulnerables son más capaces de obtener cooperación. Compare eso
con los subordinados en el mundo occidental, quienes a menudo tienen que distinguir la debilidad de un superior
tras un enchapado de falsa suficiencia. Con frecuencia nos cohibimos de ofrecerle ayuda a nuestro jefe
directamente porque se supone que aceptemos la imagen que nuestro "superior" está tratando de dar por todos
los medios.
Si se mantiene la distancia, puede pensarse en el líder como alguien frío y arrogante. Si el líder se vuelve
vulnerable, y expresa sus debilidades y otras tendencias humanas, no es digno de ser seguido. Todo líder ha
experimentado esta tensión y aparente paradoja.
En el otro extremo del espectro está la posición de que es correcto que el líder sea vulnerable. El psicólogo James
Carr representa este punto de vista:
Como premisa del liderazgo, "la confianza engendra desdén" es una evasiva. Tal vez sirva a un propósito
determinado, pero ¿sirve a la causa del liderazgo? Mostrando sus cargos, su rango o su autoridad frente a sus
subordinados y manteniéndolos a distancia, usted puede evitar el disgusto de conocerlos... o preocuparse por ellos.
Puede evitar, a su vez, que ellos le conozcan o se preocupen por usted y de esta manera evadir la responsabilidad
que implica relacionarse. Pero ¿qué es el trabajo en equipo si no hay relaciones?
Parece fuera de toda duda que las Escrituras nos dan una imagen de los cristianos trabajando juntos para reflejar
las cualidades de la unidad o el trabajo en equipo. Sin duda que este concepto de trabajar juntos en unidad
contribuye a animar la vulnerabilidad en el liderazgo. Note, por ejemplo, los siguientes pasajes del Nuevo
Testamento:
"Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si
algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor,
unánimes, sin-tiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad,
estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo" (Fil 2:1-3). "Finalmente, sed todos de un mismo
sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables" (1 Pedro 3:8). "Pero el Dios de la
paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús" (Ro 15:5). "Amaos los unos a
los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros" (12:10). Como líder, al repasar
estos versículos me he preguntado: ¿estos pasajes y otros semejantes sugieren vulnerabilidad o distanciamiento?
Para mí parece claro que la respuesta es que cuando los cristianos trabajan juntos, como es el caso en una
organización cristiana, la expectativa funcional debe ser la vulnerabilidad, no la distancia. En realidad, en la carta a
los gálatas, Pablo les indicó lo siguiente: "Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo"
(Gá 6:2). Sobrellevar las cargas de otros en un contexto colectivo presupone que cada parte tiene pleno
conocimiento de dichas cargas. Y si no estoy practicando la vulnerabilidad, ni yo ni las personas a quienes guío
seremos capaces de poner en práctica lo que la Biblia nos pide que hagamos.
Pero ¿cuan vulnerable debe ser un líder? Como ha escrito Jerry White, presidente de los Navegantes: "En el
ministerio las personas se vuelven herméticas porque han sido traicionadas por amistades. Se franquean con
alguien y le dicen: Tenemos un problema en nuestro matrimonio... y antes que se den cuenta, la junta comienza a
investigar."
Ser vulnerable respecto a las luchas más personales de la vida no significa que "todo el mundo" debe enterarse.
Por lo general las demás personas no lo dicen "todo a todo el mundo". En cambio, los líderes deben mantenerse
regularmente en contacto con un pequeño grupo de amigos que puedan compartir cargas mutuamente e insistir en
dar razón de sus actos. Un líder aislado es un líder en problemas. El cónyuge del líder también puede ser de gran
ayuda en esta esfera.
Por último, ser vulnerable no significa un verdadero vertedero de basura. Los líderes deben practicar la discreción
al expresar detalles. Pedir oración por "el conflicto familiar" tal vez refleje lo que en realidad se está
experimentando, pero puede ser igual de eficaz pedir oración para "aprender a amar mejor a mi familia". Después
de todo, Dios conoce todos los detalles y es mejor que algunos se los dejemos a El.
En reiteradas ocasiones en este libro hemos centrado nuestra atención en el alma del liderazgo. La parte interior
del líder influirá de igual manera en los asuntos tratados en este capítulo. Un líder no debe ser egoísta ni avaro en el
aspecto de la remuneración. La principal preocupación del líder saliente debe ser estar pendiente de cómo la
transición afecta al sucesor. La vulnerabilidad no será más que un piadoso vertedero de basura a menos que dicha
acción esté inspirada por la motivación correcta.
De modo que terminamos este análisis con este punto: Un líder no puede ser mejor externamente de lo que su
interior le permite ser. Eso es particularmente cierto respecto a las actitudes en cuanto a la remuneración, las
transiciones y la vulnerabilidad.

16
Crecimiento: ¿Hasta dónde llegar?
UNO DE LOS asuntos al que un líder debe prestar mayor atención es el del crecimiento de la organización, o
"¿hasta dónde llegar?". Es un asunto muy amplio. Las organizaciones no lucrativas se enfrentan a él en cuestiones
tales como la cantidad de programas y el monto de las donaciones; las iglesias lo enfrentan en cuestiones como la
cantidad de miembros, la extensión del local y de los programas; los negocios en cuestiones como el tamaño de la
fábrica, cantidad de producción y costo de los servicios prestados. Con el tiempo todos tenemos que decidir dónde
poner los límites.
La cultura secular y su influencia en los conceptos modernos de crecimiento de la iglesia
Antes de examinar este asunto en el contexto de las Escrituras, debe observarse que en su mayor parte nuestro
deseo de crecimiento, más que un deseo de crecimiento en una forma abstracta, es el resultado de una actitud
mental secular. Queramos o no, Carlos Darwin ha ejercido una gran influencia en nuestro pensamiento en este
sentido, hasta en los círculos cristianos.
El origen y el dominio del darvinismo social
Jeremy Rifkin, en su libro Algeny, analiza las diversas formas en que el darvinismo social ha venido a influir sobre
nuestro pensamiento. Rifkin argumenta, convincentemente en mi opinión, que Darwin no hizo más que reflejar la
estructura social y económica de su época, la Inglaterra del siglo diecinueve, y procedió a expresar aquella
estructura social en forma de una teoría que sonara a científica explicando la relación de los hombres y la
naturaleza. Rifkin escribió:
Darwin vistió la naturaleza con una "personalidad" inglesa, le atribuyó exigencias y motivaciones inglesas e
incluso le dio a la naturaleza un mercado inglés y la forma inglesa de gobierno. Al igual que otros que lo precedieron
en la historia, Darwin tomó prestadas de la cultura popular las metáforas apropiadas y las traspuso luego a la
naturaleza, proyectando una nueva cosmología que fue notablemente similar en detalle a la vida cotidiana a la que
estaba acostumbrado.
Y ¿cuáles eran esas características de la vida cotidiana? El principio fundamental de "la teoría de Darwin sobre el
origen y el desarrollo de las especies centrado en la supervivencia de los mejor adaptados". Expresado como un
principio "natural", "en la lucha por la supervivencia, la naturaleza se asegura de que los fuertes triunfarán y los
débiles perecerán". Traducido a la por lo general amarga competencia entre organizaciones cristianas es: mucho
trabajo extra para desarrollar la fortaleza de la organización de modo que logren ser los mejor adaptados de los
sobrevivientes. En realidad, la meta de muchas iniciativas estratégicas de planeamiento es hacer lo que se necesita
más rápido, mejor y con menos. John White expresó el asunto muy brevemente:
La expansión es irreflexivamente aceptada entre los cristianos occidentales como algo bueno y deseable en sí
mismo. Y al hablar de expansión no me refiero a la difusión del evangelio, sino al crecimiento de ciertas
instituciones. Las organizaciones que se expanden entran en conflicto con relación al dinero, al territorio y a los
trabajadores. A veces prevalece el razonamiento maduro y se logra cooperación y colaboración, pero con igual
frecuencia el conflicto resulta en el espíritu de competencia que ya he descrito, que no es menos grave aunque se
describe en la piadosa frase gastada de "algo por lo que orar". Por lo tanto, la operación se hace mayor. Si los
grupos más pequeños disminuyen en número, pudiera ser que esto pruebe que Dios ha perdido interés en ellos.
Debían haber tenido más "fe". Así como en la política de no intervención del capitalismo, también en la industria de
la cristianización... la su-pervivencia de los mejor adaptados debe de ser la ley del propio Dios. Es obvio que algunos
grupos cristianos pasan más apuros que otros. Algunas misiones denominacionales tienen grandes reservas de
capital. Dondequiera que se pasen más apuros, la batalla rugirá más fieramente. Y en realidad es una batalla. Detrás
de un fuerte apretón de manos y de la jocosidad eclesiástica se libra a menudo una lucha por la subsistencia
económica, no menos mortal por ser encubierta.
Por ejemplo, el pensamiento moderno con relación a las organizaciones no lucrativas sugiere que no todas
sobrevivirán, sino solamente las más fuertes. Se infiere obviamente que los débiles perecerán. Muchos grupos de
iglesias de distintas denominaciones señalan periódicamente cuáles son sus iglesias fuertes y débiles, y qué debe
hacerse para mantener fuertes a las fuertes y ayudar o eliminar a las débiles. No muchos líderes de
denominaciones expresarían tristeza por la pérdida de otra denominación, así como no muchos pastores
lamentarían el hecho de que más personas vengan a "mi" iglesia y menos a la "tuya". A menudo no hay
compromiso de conjunto en las organizaciones cristianas para ver que cada una sobreviva y prospere. Más bien, el
compromiso es para ver "mi entidad crecer, a tus expensas si fuera necesario", y hacerse lo más grande posible. Si
la tuya no sobrevive, pudiera no ser digna de continuar.
Muchos líderes de iglesias emplean como su motivación para el crecimiento y la expansión la salvación de nuevos
creyentes, pero como ya muchos grupos de iglesias han aprendido, no siempre los "nuevos creyentes" se traducen
en nuevos miembros. El crecimiento de la iglesia y los esfuerzos en el evangelismo no siempre son directamente
proporcionales.
Otro aspecto importante de la teoría de Darwin de la evolución fue el mejoramiento continuo que formaba parte
del proceso. Esto coincide con la "inclinación victoriana a creer en el progreso". Sin embargo, como observa Rifkin,
"la idea de 'sin límite' en el proceso de mejoramiento no estaba limitada a Darwin". Él cita al aristócrata francés,
Marqués de Condorcet: "No se han fijado límites al mejoramiento de las facultades humanas, la perfectibilidad del
hombre es absolutamente indefinida." Como dijo Darwin, la supervivencia de los mejor adaptados era el punto
clave para este continuo mejoramiento o crecimiento: "[Hay] una ley general que conduce al adelanto de todos los
seres orgánicos, es decir, multiplicar, variar, dejar vivir a los más fuertes y morir a los más débiles." Darwin
menciona que "muchos organismos" estaban "compitiendo por muy pocos nichos en la naturaleza". Y también que
"sólo hay dos vías para fomentar la subsistencia de un organismo. O compite por los nichos existentes o encuentra
nuevos que todavía no se han ocupado".
Se puede notar fácilmente la increíble similitud entre cómo las organizaciones, entre ellas las cristianas, reflejan
estos principios darvinianos, que incluyen la utilización de las más modernas técnicas de mercado. Uno casi pudiera
sustituir la palabra organización por el organismo de Darwin y las realidades prácticas serían las mismas. La vía que
él sugiere para subsistir se igualaría al típico consejo en cuanto a la mercadotecnia: encuentre una necesidad y
satisfágala. La competencia abunda y para ganar se necesita "más".
Mi continuo andar con organizaciones cristianas sugiere que el darvinismo social está vivo y saludable. Tal parece
ser el caso desde el punto de vista de las operaciones de la organización, particularmente la búsqueda de clientes,
miembros de iglesias y donantes. Por ejemplo, los buenos clientes son candidatos primarios de atención. Cada
organización desea más, y no importa cuánto ya se tiene, uno más siempre viene bien. Las organizaciones bien
conocidas recorren mucho para reclutar a nuevos clientes y a nuevos contribuyentes que creen que les
proporcionarán grandes beneficios. Las organizaciones desperdician inmensos recursos en la disputa, entre ellos los
factores primordialmente "espirituales" como la tan venerada historia y la pureza o superioridad de su misión. Y
¿por qué? ¿Por qué las organizaciones cristianas siguen los principios más importantes del darvinismo en sus
esfuerzos por reclutar clientes o aumentar los ingresos? ¿La vida es sólo para subsistir? ¿Pueden las Escrituras
aprobar este método?
La ironía de esta competencia por la "supervivencia de los mejor adaptados" es que desde el punto de vista de su
religión, muy pocas organizaciones cristianas se identificarían como seguidoras de Carlos Darwin, pero en la
práctica Darwin se ha convertido en uno de sus profetas más populares. Afortunadamente, la Biblia sí tiene algo
que decirnos acerca de todo esto. Parece que el pensamiento bíblico avanza entre dos líneas distintas. Desde el
punto de vista de las cosas intangibles del reino, 'suficiente' nunca es suficiente, pero desde el punto de vista de las
cosas palpables, tenga cuidado porque "suficiente" pudiera ser demasiado. Permítame explicar.
Un punto de vista bíblico contra el darvinismo social
Mi lectura de la Biblia no sugiere límites precisos y cuantificables de los que se pueda interpretar que cualquier
acumulación más allá de cierta cantidad de dólares, miembros, o clientes es pecado y traerá problemas. De forma
alternativa, la Biblia sí plantea algunos principios que ofrecen una guía al hablar de posesiones. Observemos
algunos de ellos.
Dios desea determinar en el crecimiento y decrecimiento de las organizaciones
Dios desea que las personas, y también las organizaciones, sólo acumulen o dispersen bajo su control, para que
de esta forma la esperanza y la confianza siempre estén en El.
En Josué 11 encontramos un ejército enorme "como la arena que está a la orilla del mar" que se había reunido
para rechazar a los israelitas, que aunque ampliamente sobrepasado en número, eran los invasores (v. 4). Después
de decir al pueblo que Él les daría la victoria, Dios les dijo: "Desjarretarás sus caballos, y sus carros quemarás a
fuego" (v. 6). ¿Por qué? ¿No habrían sido muy útiles para los israelitas todos esos maravillosos instrumentos de
guerra en su nuevo encuentro? Sí, pero Dios quería que el pueblo exclusiva e inequívocamente dependiera y
esperara sólo en El. Él sabía que nosotros los seres humanos tendemos a confiar en las cosas palpables en vez de
confiar en Él. Como observó Yoder: "Si abandonamos nuestros bienes para seguirlo, estamos proclamando nuestra
confianza en un Padre que conoce nuestras necesidades."
El éxito puede hacer que no veamos la voluntad de Dios
Al acumular cosas llegamos a un punto en que confiamos en ellas y nos olvidamos de Dios. Nuestros ojos y oídos
se cubren con la grasa del lujo y la conveniencia. Además, aun cuando podemos oír todavía la Palabra de Dios, a
menudo no la obedecemos porque es un obstáculo en nuestras gestiones por la "autorrealización".
Un buen ejemplo de eso es el anuncio hecho por Dios con relación a que los israelitas lo rechazarían, en parte,
porque llegarían a confiar en la generosidad de la Tierra Prometida: "Yo les introduciré en la tierra que juré a sus
padres, la cual fluye leche y miel; y comerán y se saciarán, y engordarán; y se volverán a dioses ajenos y les servirán,
y me enojarán, e invalidarán mi pacto" (Dt 31:20). Este punto se repite en los profetas menores: "En sus pastos se
saciaron, y repletos, se ensoberbeció su corazón; por esta causa se olvidaron de mí" (Oseas 13:6). El concepto
parece estar claro: llega un punto en que la acumulación de cosas, y la experiencia del "éxito" resultante, hacen que
el corazón de las personas se aparte de Dios.
La provisión de Dios siempre se ajusta a nuestras necesidades
Sin que importen las condiciones o las circunstancias, la Biblia está llena de historia tras historia de la provisión
de Dios para las necesidades del pueblo. Durante el éxodo, Dios hizo que los egipcios dieran provisiones extras a los
israelitas antes que estos salieran para su largo viaje. Cuando no hubo agua, El la proveyó. Cuando estaban en el
desierto, les buscó carne fresca. Y siempre tuvieron el "maná" como una fuente necesaria de alimento. Además de
esto, sus ropas y sandalias no se envejecieron en toda la jornada. ¿Coincidencia o provisión oportuna de Dios?
Dios no sólo satisfizo las necesidades materiales, sino que fue una fuente de soluciones para las campañas y
conquistas militares, de modo que por lo general se obtuvo la victoria al borde de la derrota. Con mucha frecuencia
los israelitas fueron sobrepasados en número y estuvieron en desventaja, pero esto no pareció importarles
mientras estuvieron dependiendo de Dios. Aun cuando el pueblo tuvo la oportunidad de agregar armas de guerra,
se les instruyó que no lo hicieran. ¿Por qué? Porque Dios quería que el pueblo dependiera solamente de Él como la
fuente de éxito y victoria. La tarea de Moisés fue asegurar esto a través de su liderazgo. Como resultado, el pueblo
fue obediente al Señor y la provisión de Dios siempre fue suficiente.
A diferencia de Moisés, hemos invertido lo que parecen ser prioridades bíblicas muy claras y hemos fallado al
clasificarlas. ¿Por qué? Ante todo, las organizaciones cristianas modernas tienden a premiar más a sus líderes por
acumular cosas palpables que por el crecimiento cualitativo respecto a cosas intangibles. Por ejemplo, no conozco a
casi ningún líder de organizaciones cristianas a quien se le haya pedido renunciar por no dedicar tiempo suficiente a
la oración. Sin duda ha habido casos aislados donde se ha destituido debido a imprudencias económicas o
maritales. Por otro lado, sé de varios líderes que han perdido sus puestos por no ser lo bastante buenos
acumulando clientes, dinero, instalaciones o donaciones.
¿No es posible que Dios pudiera desear que una organización permanezca pequeña y posea poco desde el punto
de vista de instalaciones o recursos económicos? Desde luego que estos comentarios no están dirigidos a aprobar la
mala administración o la falta de atención a los mejores procesos de remodelación y de mercado. De lo analizado
anteriormente vimos dónde Dios ha dado instrucciones específicas a los israelitas de no acumular y, además, no
aprovecharse de la última tecnología para acelerar sus propósitos. ¿Estuvo Él equivocado y estamos nosotros en lo
cierto? Se pudiera pensar así, al ver el plan de actividades de muchas organizaciones cristianas.
Los líderes de organizaciones cristianas saben cómo es el juego. Proceden impetuosamente a lo largo del camino
de la acumulación de cosas para sus organizaciones. En el mundo universitario, por ejemplo, que aumente la
matricula, que crezcan las contribuciones y que se construyan nuevos edificios. Es bueno saber que
cualitativamente los estudiantes están dedicando más tiempo a la oración, que están viviendo las enseñanzas de la
Biblia prestando atención a las necesidades de los ancianos, pero esto no conducirá a un aumento de sueldo o al
reconocimiento en ningún otro lugar, ni mucho menos atraerá la atención del liderazgo de las "grandes"
organizaciones cristianas. Al tener esas expectativas para el líder en cuanto a cosas palpables, las juntas por defecto
aprueban implícitamente los principios de operación que tienen su centro en la acumulación.
En mis múltiples conversaciones con pastores de distintas denominaciones, muchos de ellos en seguida confiesan
que sus oportunidades de ascenso y reconocimiento dentro de su denominación dependen de la oportunidad de
guiar a la iglesia adecuada. Como resultado, y sin "orar" por eso, se toman decisiones para evitar "servir" en iglesias
pequeñas a fin de mejorar sus oportunidades de ascenso dentro de la denominación. Todo esto se hace con el
empleo eficaz de un lenguaje que parece espiritual: "Dios no me ha guiado" o "Dios me ha guiado a una iglesia más
grande". En realidad, Dios pudo haber guiado de esta manera, pero muchas veces nuestras respuestas respecto a
por qué servimos donde lo hacemos no son más que mentiras espiritualizadas. Los directivos de las
denominaciones juegan al revés, dando responsabilidades clave a los pastores que han sido buenos en el juego en
las iglesias pequeñas. Es obvio que una de las vías principales de acaparar la atención de los directivos es tener un
rápido crecimiento de la iglesia y un significativo y exitoso programa de construcción. ¿Por qué? Porque la
acumulación de cosas palpables alcanza su galardón.
Analice casi cualquier agrupación profesional de organizaciones y por lo general serán las entidades más grandes
las que aportan mayor número de oradores, líderes de talleres y miembros de la junta. Gracias a Dios hay
excepciones. No obstante, como nosotros igualamos "grande" con mejor y "pequeño" con menos deseable que "lo
grande", hay centenares de líderes que se dañan a sí mismos, perjudican su matrimonio y a su familia a fin de hacer
ese algo extra para conseguir estar en la delantera.
Aun cuando algunas juntas y algunos líderes de iglesias pudieran ser culpables por tener las prioridades en este
sentido fuera de lugar, el líder resuelto a vivir en integridad, ya sea un presidente de organización, pastor u otro
líder, debe aceptar la responsabilidad por sus propias actitudes y acciones. En primer lugar, un líder tiene la
responsabilidad de mantener sus prioridades y metas basadas en la Biblia y con Cristo como centro, sin considerar
el efecto en su avance profesional. Si una de las metas del liderazgo es hacer mucho dinero y presidir alguna
organización cristiana de prestigio, entonces quizá pudiera plantearse otra agenda. Mi compromiso con Cristo debe
hacerme decir que yo le seguiré todo el tiempo y a todo lugar que me guíe. Si Él me guía a una iglesia pequeña y
distante, estaré de acuerdo porque Él es Dios; Él ha prometido suplir mis necesidades y yo he prometido ser
obediente. Si me lleva a ciudades en el interior de un país extranjero, estaré de acuerdo porque Él ha prometido
suplir mis necesidades y yo he prometido ser obediente. Si me guía a ser presidente de una organización cristiana
pequeña y de poca fama, estaré de acuerdo también. Mi suficiencia, después de todo, no radica en los recursos
palpables de la organización que dirijo, sino más bien, en Cristo y sólo en Él.
Mi corazón se aflige al escuchar a los líderes hablando de que no desearían ir a una organización cristiana
específica "debido a todos los problemas que hay allí". Pero este es el asunto: ¡Dios es suficiente! El es el Dios que
obra milagros, el que puede tomar una situación insoportable y hacerla propicia. Sin embargo, tenemos que dejarlo
obrar, y quizás Él desee que seamos parte de la solución.
Una de las cosas más decepcionantes para mí en los círculos cristianos que frecuento es la forma en que se
describe a las pequeñas organizaciones como lugares donde los "grandotes" no quieren servir. Sin embargo, en la
organización más pequeña hay tan grandes oportunidades o mayores de usar las capacidades del liderazgo. En
realidad, la organización pequeña y cargada de problemas pudiera requerir de mayor capacidad de liderazgo que la
mayor y de "mejor posición".
Moisés se enfrentó a este importante problema en diversas maneras. Por ejemplo, las leyes de la herencia
limitaron el movimiento de bienes entre las tribus:
La heredad de los hijos de Israel no sea traspasada de tribu en tribu; porque cada uno de los hijos de Israel estará
ligado a la heredad de la tribu de sus padres. Y cualquier hija que tenga heredad en las tribus de los hijos de Israel,
con alguno de la familia de la tribu de su padre se casará, para que los hijos de Israel posean cada uno la heredad de
sus padres, y no ande la heredad rodando de una tribu a otra, sino que cada una de las tribus de los ' hijos de
Israel estará ligada a su heredad (Nm. 36:7-9).
En otras palabras, la heredad de una tribu no debía crecer a expensas de otra. Dios prohibió los negocios sucios
para acaparar una mayor cuota de mercado.
Dicho en otra forma, Moisés hizo énfasis en que los hijos de Israel llevaran las primicias de su éxito palpable a
Dios. Vemos eso en Levítico 23:9-10: "Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando
hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los
primeros frutos de vuestra siega."
Evidentemente el pueblo no podía tomar para sí todo lo que estuviera a su alcance. Ese énfasis en el diezmo y en
la preocupación por el necesitado fue otra forma en la que Dios dijo al pueblo que ellos no tenían que preocuparse
haciendo esas cosas, porque El fue y sigue siendo la vía más apropiada para suplir nuestras necesidades.
Ahora bien, ¿hacia dónde nos lleva esto? En primer lugar, las organizaciones deben identificar el "por qué" del
deseo de hacerse mayores. Si es para satisfacer el ego, entonces el crecimiento debe ser rechazado. Si es para
ayudar a suplir necesidades aún no cubiertas, entonces pudiera considerarse como candidato a ser un objetivo de
la organización. En segundo lugar, después de consideración y análisis guiados por la oración, si Dios aún está
indicando que haya más crecimiento en una obra que ya es grande, no dude en proceder de acuerdo con esa
orientación. En tercer lugar, tenga cuidado al proseguir ese programa más abarcador, para evitar competencias que
dividen y destruyen. La competencia es saludable, pero competir y ganar no es lo esencial. Lo esencial es edificar el
reino de Dios. Por lo tanto, siempre que se invoque a "Dios" como la razón de la expansión, esta debe ser una
afirmación sincera.
Entonces ¿hasta dónde llegar? En asuntos de carácter, suficiente nunca es suficiente. Desde el punto de vista de
búsqueda de santidad, nunca alcanzaré esa meta en toda mi vida. Pero en asuntos de las cosas palpables, debo
evitar tener tanto que mi confianza y satisfacción se basen en lo que he acumulado, no en la suficiencia de Dios
para suplir las necesidades. Espero que estas sean palabras de aliento para los líderes.

17
Los líderes y la iglesia local
MUCHOS CRISTIANOS QUE ocupan posiciones de liderazgo, formales o informales, en organizaciones fuera de la
iglesia local se ven como "sólo un laico". No están estrechamente vinculados a la iglesia, a pesar de su
responsabilidad bíblica de estar así. En su libro Unleashing the Church [Desatando a la iglesia], Frank Tillapaugh
observa: "El principal problema de la iglesia es lograr que los laicos participen en el ministerio."
Estemos de acuerdo o no con la afirmación de Tillapaugh, debemos reconocer que la mayoría de las iglesias no
tienen una amplia participación activa de los laicos. Necesitamos hacer más, mucho más. En realidad, el dilema es
que sin un laicado activo, la iglesia local está condenada a pasar apuros, si no a fracasar. Lamentablemente, muchos
están contentos con el estado de las cosas, incluso los laicos, y particularmente los que dirigen fuera de la iglesia.
Antes de analizar este punto y lo que pudiéramos hacer al respecto, necesitamos definir algunos términos.
El laicado
Cuando empleo el término "laicado", me estoy refiriendo a individuos que no ocupan una posición a tiempo
completo y remunerada en el trabajo de la iglesia local. Cuando empleo el término "iglesia", no estoy hablando del
edificio. Aunque el edificio de la iglesia puede tener estado legal y de organización, en el sentido bíblico es sólo uno
de los lugares donde se reúne la iglesia. Dios no habita allí.
Me resultan interesantes los esfuerzos de personas bienintencionadas que sugieren que el edificio de la iglesia es
similar al templo del Antiguo Testamento. Pero estoy recordando la declaración de Salomón: "¿Quién será capaz de
edificarle casa, siendo que los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerlo? ¿Quién, pues, soy yo, para que
le edifique casa, sino tan sólo para quemar incienso delante de él?" (2 Cr 2:6).
Recuerde por un momento el diálogo de Jesús con la mujer samaritana (Juan 4:4-26). En esencia ella estaba
hablando sobre un lugar especial para la adoración cuando dijo: "Nuestros padres adoraron en este monte, y
vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar" (v. 20). Pero Jesús respondió: "Mas la hora viene,
y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre
tales adoradores busca que le adoren. Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que
adoren" (w. 23-24). Y Pablo les recuerda: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros?" (1 Co 3:16).
Entonces, ¿qué es la iglesia? Según Efesios 1:22-23, "[Dios] sometió todas las cosas bajos sus pies [los de Cristo], y
lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en
todo." ¡Ya lo tenemos! La iglesia es el cuerpo de Cristo. Pero ¿qué compone su cuerpo? Romanos 12:4-5 nos da la
respuesta: "En un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así
nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros." Esto indica que
todos nosotros, líderes y seguidores, somos parte del cuerpo de Cristo si lo hemos invitado a ser el Salvador y Señor
de nuestra vida. Nosotros formamos su cuerpo. Como escribe Pablo: "Vosotros, pues, sois el cuerpo del Cristo, y
miembros cada uno en particular" (1 Co 12:27).
En la medida en que estudiamos con más detenimiento la enseñanza bíblica con relación a este asunto,
aprendemos una parte de la verdad mucho más importante: Como parte del cuerpo de Cristo, cada uno de
nosotros desempeña una función necesaria o esencial. Algunas de las funciones que realizan las distintas partes del
cuerpo son: enseñar, repartir, servir y presidir (véase Ro 12:4-8; 1 Co 12:1-18; Ef 4:4-16; 1 Pedro 4:10-11). En
resumen, la iglesia está compuesta de personas que han aceptado a Cristo y que están suficientemente preparadas
para usar los dones espirituales con que Dios las ha dotado.
El cuerpo de Cristo no tiene ningún requisito organizativo para que una persona sea admitida o incluida en la
membrecía. No encontramos ningún apoyo bíblico para una posición que diga: "Solamente los miembros de tal y tal
iglesia, que está legalmente constituida, pueden participar en nuestros programas y actividades." En realidad, las
personas que se aferran a esta posición pudieran no sólo estar definiendo en forma incompleta la iglesia bíblica,
sino que pudieran también estar sustituyendo la expectativa bíblica del cuerpo con una serie de requisitos humanos
para poder participar. Aunque hay buenas razones organizativas que pueden analizarse para optar por la
membrecía en una iglesia local, no podemos igualar la membrecía de una iglesia local o denominación con la
membrecía en el cuerpo de Cristo. Irónicamente, ¿pudiera ser esta una de las razones por las que muchos laicos no
están participando en el trabajo del ministerio? Mientras nos quejamos por lo poco que participa el laicado, al
mismo tiempo tendemos a cerrar la puerta para evitar que participen. Además, necesitamos regresar al patrón
bíblico al respecto.
Los laicos son esenciales para la obra
En primer lugar, como ya hemos observado, sin la inclusión de los laicos, los dones y talentos que necesita el
cuerpo de Cristo para funcionar adecuadamente no están presentes. En realidad, no puede haber un cuerpo
saludable sin tener todas esas partes participando y trabajando correctamente.
Todos podemos referirnos a ejemplos mecánicos de este principio. Lo que me asombra es que asumimos una
actitud muy tranquila con relación a lo poco que participan los laicos en nuestras iglesias, cuando esto debiera
llevarnos a estar de rodillas. Debemos hacer todos los esfuerzos razonables para motivar la participación, se
requiera o no la membresía en la iglesia. Nadie parece estar contento cuando se presenta un desperfecto
mecánico. ¿Por qué nos contentamos con un desperfecto espiritual? Si sólo algunas personas están usando sus
dones, vamos a terminar con un cuerpo incompleto, exhausto con sólo un pie, o un ojo, o un brazo. Y a todo esto
añadiría que parece que Dios ha dado al menos un don a cada creyente. Si hay alguno que no tiene don, ¿cómo
pudiera esa persona ser una parte necesaria del cuerpo?
Por qué no hay muchos laicos participando en el ministerio
En primer lugar, y para sorpresa de muchos, porque algunos pastores no quieren que haya muchos laicos
participando en el ministerio. ¿Sorprendido? Permítame ejemplificar cómo este pudiera ser el caso. Por ejemplo,
muchos pastores no toman con mucha seriedad el laicado, incluso los que dirigen, y en segundo lugar,
sencillamente no confían en que los laicos deban participar en el ministerio. Observe estas palabras de Tillapaugh:
Estoy convencido de que muchos más laicos acometerán grandes tareas cuando se convenzan de que nosotros
los pastores estamos permitiéndoles, con seriedad, participar en el ministerio... Lamentablemente, los líderes de las
iglesias... por lo general no están acostumbrados a confiar en las personas para el ministerio... Este estilo de
ministerio disminuye su control (pastoral).
A muchos líderes laicos, particularmente los que están en puestos de liderazgo fuera de la iglesia, se les considera
a veces una amenaza personal para el pastor. No obstante, como señalan Willimon y Wilson: "Los ministros deben
tener confianza en los laicos para que testifiquen de [su] experiencia con la gracia de Dios, no solamente para servir
en el comité de finanzas... Necesitamos tener confianza en que los laicos tienen en el corazón el mayor interés por
su iglesia."
Los pastores también desalientan la participación al crear un sentido de distanciamiento entre lo mucho que
sabe el pastor y lo poco que sabe el laico. Es una forma de mantener ventaja espiritual. Considere las palabras de
Willimon y Wilson: "Muchos de nuestros ministros sienten que los laicos no entienden realmente la fe cristiana,
aunque son los laicos quienes en primer lugar le dan significado y propósito al ministerio pastoral." No obstante,
ellos nos recuerdan que "los propios ministros son todos invenciones secundarias de la iglesia".
Ellos nos ofrecen un extenso análisis de la vida y ministerio de Juan Wesley en Inglaterra para ilustrarnos sus
consideraciones.
El avivamiento que se produjo en Inglaterra en el siglo dieciocho se debió, en gran medida, al inspirado intento
de Juan Wesley de reformar la oficializada Iglesia de Inglaterra a través de una reforma del laicado... Wesley
conocía lo suficiente... para saber que los laicos son la iglesia... El buscó la forma de usar a predicadores laicos como
un medio de restablecer a los feligreses de la iglesia de Inglaterra.
Aunque Wesley tuvo una excelente educación en Oxford, "su verdadera genialidad radicaba en su capacidad de
hablarles a los laicos de tal forma que ellos pudieran entender y aplicarlo en la vida diaria". Su lucha por un uso más
amplio de los laicos en el ministerio "fue la doctrina protestante del 'sacerdocio de los creyentes', la creencia de
que cada cristiano debe... ser un sacerdote para su prójimo." Primera de Pedro 2:9-10 se dirige a toda la iglesia, no
sólo a los ministros, cuando afirma: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais
alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia."
Sin embargo, como observan Willimon y Wilson, poco después la iglesia de Wesley, la iglesia metodista, "no tuvo
lugar para la dirección y entrada de los laicos fuera del ámbito de la iglesia local". Respecto a la forma en que estas
diferencias continúan, Willimon y Wilson hacen notar lo siguiente: "Aunque la presión por incrementar los
requisitos educativos para los ministros tiene muchos resultados deseables, es también un medio por el que
nuestros ministros pueden asegurar que el ministerio es una 'profesión', como lo es la medicina o la abogacía." Esa
posición o condición tan elevada no es más que otra forma sutil de decirles a los laicos: "Les permitiremos que
participen en determinadas esferas del ministerio, pero sólo después que estemos seguros de que están
preparados para hacerlo." Irónicamente, Willimon y Wilson observan que por lo general son los ministros, no los
laicos, quienes ejercen presión para elevar los requisitos educativos necesarios para la ordenación: "La distancia
entre los laicos y los ministros se ha hecho mayor con el incremento de los requisitos educativos para la
ordenación. Debe observarse que la presión para incrementar los requisitos educativos del pastorado ha venido de
los ministros y no de los laicos." De esa manera, debemos tener cuidado de cómo el laicado pudiera percibir el
pastorado de nuestras propias iglesias, y a su vez, ser desalentado en su ministerio como laico al percibir
insuficiencia o falta de conocimiento.
Cómo los pastores pueden estimular a los laicos a participar
¿Cuáles son algunas de las formas en que se puede estimular a los laicos para que participen en el ministerio de
la iglesia?
Delegar autoridad
El pastor principal de la iglesia debe estar dispuesto a dar oportunidades a los laicos en el ministerio.

Tillapaugh explica: "Si él [el pastor principal] decide no compartir el liderazgo del ministerio de forma
significativa, él es responsable por esa decisión... Si el pastor principal no está dispuesto a compartir realmente el
ministerio, la iglesia desatada seguirá siendo un sueño."
Y añade Tillapaugh: "Es algo terriblemente sofocante para el ministerio de la iglesia cuando las personas están
recibiendo constantemente el mensaje: 'Yo soy el pastor.'"
Lo más probable es que las responsabilidades específicas que se confían al laicado varíen de una denominación a
otra. Pero muchas esferas funcionales, no teológicas, se les pueden confiar a los laicos sin una pérdida significativa
de la misión de la iglesia.
No trate con aire condescendiente al laicado.
Los pastores deben emplear términos que estimulen a los laicos a participar. Por ejemplo, me sorprende el oír
que muchos pastores se refieran a sí mismos como "el ministro". En algunas denominaciones a cada miembro se le
considera un ministro mientras que la función pastoral se reserva para los ministros graduados. He visto eso llevado
hasta el punto de "cada persona, un ministerio". Aunque los pastores ministran, también pudieran hacerlo los
miembros de la iglesia y los congregados (que son cristianos). Respecto a este segundo ejemplo, sugeriría sumo
cuidado para evitar referirnos a la iglesia como el edificio. Frases como "Guarde silencio, esta es la casa de Dios" o
"Ven a nuestra iglesia" distorsionan y confunden. Si como laicos no comprendemos lo que es realmente la iglesia,
seguramente no ayudaremos a que se desarrolle su ministerio.
Dar a los laicos una visión de sus responsabilidades.
Los pastores no sólo deben presentar a los laicos la visión de la iglesia reunida sino también la visión de la iglesia
esparcida.
Como dije antes, veo este énfasis particularmente importante para los laicos que se desempeñan como líderes
fuera de la iglesia. Cuando empleo el término "iglesia reunida", me refiero a las ocasiones en que los miembros del
cuerpo de Cristo se reúnen como un grupo, grande o pequeño, para adorar, amonestar, reprender y exhortar, por
mencionar algunas de las funciones de la iglesia. Tengo en cuenta versículos como el de Hebreos 10:24-25: "Y
considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como
algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca."
Cuando empleo el término "iglesia esparcida" tengo en cuenta los muchos "miembros" (empleo este término
libremente) que van "por todo el mundo" ministrando, ya sea como líderes o como seguidores, para que el mundo
pueda ver a Cristo y pueda glorificar al Padre que está en los cielos (Mateo 5:16). Por otra parte, es difícil para
algunos pensar en las responsabilidades de los laicos fuera de una iglesia reunida. Por ejemplo, al reflexionar en
una de las entrevistas con un pastor específico, Robert Bellah y sus coautores de Habits of the Heart [Hábitos del
corazón] hicieron esta observación: "Él (el pastor) tal vez se apresuró al suponer que el compromiso cristiano
significaba ocupar alguna responsabilidad en una organización o comité dentro de la parroquia."
Permítame explicar esto más ampliamente. Si como laico yo sólo pienso en el ministerio como la iglesia reunida,
pronto me percato de que hay sólo un número limitado de tareas a realizar cuando la iglesia está reunida. Sólo hay
algunos puestos en el coro, otros como maestro en la Escuela Dominical y otros como miembro de la directiva.
Cuando ya están cubiertas estas posiciones, están cubiertas. Cuanto más grande sea la iglesia reunida, tanto más
crítico es el problema con los laicos que dicen: "No hay lugar para que yo ponga en práctica mi don."
Sin embargo, cuando pensamos en la iglesia esparcida, vemos que hay muchas oportunidades para el servicio y
ministerio de los laicos. Hay literalmente centenares de círculos, o lo que los Navegantes llaman "esferas de
influencia", que frecuentan los laicos con regularidad, y adonde les sería en extremo difícil entrar a los pastores.
Debemos alentar y ofrecer oportunidades de que los laicos ministren en este contexto.
Redefinir el concepto de ministerio.
Los pastores deben pensar en el ministerio diversificado, definido, controlado y operado con amplitud por los
laicos, en vez de pensar en el ministerio sólo en la forma más estrecha o tradicional de la iglesia reunida.
En gran medida, los programas de la iglesia reunida son más el producto de una cultura de iglesia que una
reflexión de la práctica del Nuevo Testamento, sin hablar de los mandatos bíblicos. Estaríamos en aprietos si
tuviéramos que buscar un culto dominical o una reunión de oración un miércoles que esté apoyado por la
enseñanza o la práctica neotestamentaria. Sin embargo, en algunos círculos esas prácticas siguen avanzando en
nuestras iglesias organizadas, al parecer sin que se les cuestione, porque siempre han sido de esa forma. Mi
sentimiento es que muchos pastores se deleitarían al experimentar cambios en estos programas, pero no pueden
debido a su preocupación por el laicado.
Dado el mandato de la iglesia, es imprescindible que los líderes laicos, en realidad todos los laicos, participemos
más activamente en la iglesia local. Los que ocupan puestos de liderazgo en organizaciones fuera de la iglesia, no
deben emplear eso como excusa para no participar en el trabajo de la iglesia local.
Es en este último punto donde fallan muchos en el liderazgo cristiano. Hace poco reuní a varios de mis colegas,
todos muy buenos cristianos de otras partes del mundo, quienes a menudo viajan largas distancias por sus
organizaciones, y les pregunté: ¿Cómo permanecen participando en el trabajo de la iglesia local?
Lamentablemente, cada uno expresó pesar al sentirse marginados en este sentido. Quizás aquí es donde se pueden
desarrollar las tareas en equipo o compartidas a fin de permitir una participación más directa de la iglesia. Los
líderes que descuidan el sustentar sus almas muy pronto morirán de hambre debido a la desnutrición espiritual.

18
Escogidos por Dios
CUANDO USO el término "escogidos por Dios" quiero decir que el líder tiene que estar seguro de que la tarea le
ha sido dada por Dios o de que Dios está en medio de ella. Son demasiadas cargas y es demasiado tiempo para que
sea de otra manera. Es importante que aquellos a quienes se les ha dado la responsabilidad de escoger al líder
compartan ese sentido de que sea la selección de Dios.
El hecho de que cada año, luego de cortos períodos, haya retiros prematuros en ciertas posiciones indica nuestra
falibilidad en este sentido. Para el líder que es escogido por Dios, hay ciertas señales o directivas para el liderazgo
mostradas mediante el pueblo de Dios.
Señales de un líder escogido
La reseña de la designación de Josué, por parte Dios, como el nuevo líder de Israel es una rica fuente de
información con relación a lo que hace a un líder escogido.
Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de
Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la
tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la
planta de vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los héteos hasta el
gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio. Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida;
como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú
repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate
y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella
ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu
boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo
que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te
esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas
(Josué 1:1-9).
Al pasar la batuta de Moisés a Josué, Dios le dio al nuevo líder escogido por él ciertas directrices para lograr el
éxito en su liderazgo. Me gustaría resaltar algunas de ellas.
Dios tenía la atención de Josué.
El podía hablarle. Puedo recordar momentos en mi liderazgo en los cuales Dios no podía hablarme porque me
encontraba en una posición en la cual no podía escucharle. Por tanto, un requisito importante para el liderazgo es
que habitualmente nos pongamos en una posición donde podamos escuchar su voz. En otras palabras, las líneas de
comunicación deben mantenerse abiertas mediante la lectura de la Biblia, la meditación y la oración.
Dios le dio a Josué una meta que alcanzar.
Muchas veces en el liderazgo diseñamos las metas y luego le pedimos a Dios que las bendiga. Como líderes,
tenemos que estar más conscientes de hacer que sus metas sean las nuestras. Dios nos ha dado promesas tales
como:
Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos (Salmo 32:8).
Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente,
que te encamina por el camino que debes seguir (Isaías 48:17).
Más aun, nos previene de seguir planes que no sean los de Él:
¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de
mi espíritu, añadiendo pecado a pecado! Que se apartan para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca;
para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en la sombra de Egipto (30:1-2).
El plan de Dios para Josué requería acción departe de Josué.
El Señor le dijo a Josué que se le daría toda la tierra donde pusiera sus pies. En resumen, la magnitud de su
hazaña dependería de la extensión de sus acciones.
Muchas veces no hacemos nada esperando que Dios haga todo el trabajo. Por supuesto que a veces "nada" es lo
que hay que hacer; únicamente debemos contemplar cómo Dios da la victoria. Sin embargo, en otras ocasiones
Dios quiere que seamos sus colaboradores para terminar una tarea. Muchos líderes han conocido esas ocasiones en
las que esperamos muy poco de parte de Dios, ¡y Él honra nuestras expectativas! Es mi opinión que en otras
ocasiones Él está preparado para hacer mucho más de lo que esperamos. Debemos orar como Jabes:
E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano
estuviera conmigo, y me libraras del mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió (1 Cr 4:10).
Dios le prometió a Josué la victoria aun antes de que comenzara.
También le prometió su presencia constante. ¡Antes de que empezara ya tenía la victoria!
Algunos creerían que es presuntuoso pensar que Dios siempre nos da la victoria sobre el enemigo, como en este
caso. Tal vez. El problema es que muchas veces el plan que seguimos es nuestro, no de El. Y es verdad, Dios nunca
dijo que el precio sería bajo (cf. Hebreos 11:35-40). Sin embargo, si escuchamos su voz, si los planes son los de El, y
si El ha prometido la victoria, entonces tenemos que orar por metas mayores.
Josué tenía que obedecer completamente la ley de Dios.
"No te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra", ordenó el Señor (Josué 1:7). Constantemente los líderes se
enfrentan al asunto de la obediencia incompleta. A veces, el líder o los seguidores sólo quieren ser bíblicos en
parte.
Es importante que, si queremos ser bíblicos, lo seamos de verdad. En otras palabras, no podemos tener metas
bíblicas y usar métodos no bíblicos. Esta es una de las preocupaciones, por ejemplo, reflejadas en el libro de Larry
Richards The Screw-loose Letters [Cartas a las que les falta un tornillo]. Imaginemos solamente los resultados de lo
que produce la obediencia incompleta: Noé construye un arca más pequeña, Josué marcha alrededor de Jericó tres
veces, Gedeón usa treinta mil hombres.
Josué tenía que permanecer en la Palabra de Dios.
Como se mencionó anteriormente, no hay suficientes líderes cristianos ocupados en la Palabra de Dios. Cuando
las juntas recompensan a los líderes más por su desempeño cuantitativo (más miembros, más clientes, más
edificios, más recaudación de fondos) que por su desempeño cualitativo, pueden estar contribuyendo al
desvanecimiento tanto del líder como de la organización.
Llamado por Dios
Aunque pudieran hacerse otras observaciones, quiero reiterar el hecho de que un desarrollo espiritual cualitativo
es indispensable para un liderazgo eficiente. En otras partes de este libro hemos identificado algunas de las tareas
del liderazgo y en varias de ellas hemos presentado un ejemplo bíblico. Además de estar conscientes de las
funciones del liderazgo, los líderes eficientes deben estar seguros de su llamamiento al liderazgo.
Es una creencia popular que quienes ocupan puestos de liderazgo han aspirado a eso ávidamente, que están
"viviendo la vida" y debido a esa "buena vida" quieren permanecer en ese cargo todo el tiempo posible. Aunque
siempre hay uno o dos ejemplos que pueden señalarse para apoyar esta creencia, de mis conversaciones con
líderes, además de mi propia experiencia, pudiera sugerir un cuadro muy diferente: aunque las personas que
ocupan posiciones de liderazgo se sienten tranquilas con su llamamiento, no lo necesitan para satisfacer su ego ni
lo desean tampoco por razones de seguridad. En realidad, la mayoría estaría muy dispuesta a escoger otra
responsabilidad en la cual pudieran desempeñarse bien y que probablemente les gustaría más.
Digámoslo de una manera sencilla: la mayoría de los líderes están en el lugar en que se encuentran únicamente
porque creen que han sido escogidos por Dios. El líder de una organización cristiana que no esté seguro de su
llamamiento por parte de Dios puede acabar siendo un líder muy frustrado. ¿Por qué es importante estar seguro
del llamamiento?
Desventajas del liderazgo
Aunque sin duda algunos puestos de liderazgo tienen sus beneficios, también tienen algunas desventajas, incluso
las financieras. Para ilustrar pudiéramos citar varios ejemplos de desventajas.
Cada miembro reclama de su tiempo.
Como líder de la organización, el gerente principal sirve a todas las personas. Y no es nada raro, dada la política
orientada hacia el cliente que ha inundado el mercado, que el empleado o el miembro de la junta se pregunte: "¿En
qué me beneficio?" ¿Quién sino el líder está más capacitado para satisfacer esta preocupación?
Las prioridades de la familia del líder están constantemente en peligro.
El líder debe luchar cuidadosa pero insistentemente para que las prioridades de su familia no corran peligro. No
es nada fuera de lo común, hasta en los círculos cristianos, oír acerca de matrimonios que están separándose o de
hijos que se rebelan. Por lo tanto, muchos líderes tienen que ser en extremo sensibles al tiempo porque el tiempo
quizá sea su bien más preciado y deben defenderlo cuidadosamente.
Los líderes tienden a carecer de amigos íntimos.
Esto se debe a las responsabilidades que tienen y a la siempre presente presión del tiempo. Así que muchas
veces el trabajo del líder es solitario. Con certeza los líderes tienen muchos amigos, pero muy pocos amigos
íntimos.
Los líderes están bajo estrés constante.
Como dijera un ex gerente principal: "Yo soy el responsable". Y resulta caro pasarle la responsabilidad a otro.
Todo líder sabe que se necesita poder para alcanzar las metas de la organización. Muy pocos líderes saborean su
uso, particularmente cuando se trata de asuntos de personal o cuando hay que ajustar el presupuesto; ambas son
situaciones de mucho estrés. Aunque sin duda el liderazgo tiene un lado positivo, el otro lado también es parte del
asunto.
Lo que trato de decir no es que haya que mantenerse alejado de posiciones de liderazgo. Más bien, el caso es
que el liderazgo es un llamamiento que tiene un alto precio, y se aconseja a las personas que no se aventuren en él
si no están convencidas, luego de analizar el costo, de que Dios las ha llamado. Tal vez la actitud debe ser la de un
siervo poco deseoso pero dispuesto al mismo tiempo.
En el libro de Oswald Sanders, Spiritual leadership [El liderazgo espiritual], él observa lo siguiente:
La verdadera grandeza, el verdadero liderazgo no se alcanza al limitar a los hombres a nuestro servicio sino al
entregarnos al servicio de los hombres, y eso nunca se alcanza sin pagar el precio. Implica beber del vaso de la
amargura y experimentar el doloroso bautismo del sufrimiento. El verdadero guía espiritual está más interesado en
el servicio que pueda darles a Dios y a sus semejantes que en los beneficios y placeres que pueda obtener en la
vida, aspira a darle más a la vida que a tomar de ella.2
Esta es entonces nuestra respuesta: los líderes deben tener un claro sentido de que han sido escogidos por Dios
para esta misión de liderazgo.
Si alguien ha sido escogido por Dios para el liderazgo, ¿qué límites, si es que hay alguno, implica esa selección? Si
yo soy la elección de Dios, ¿significa que puedo servir de por vida? Con certeza los ejemplos bíblicos planteados
pudieran interpretarse por algunos como queriendo decir eso.
Sin embargo, creo que las Escrituras sostienen mejor la idea de que los líderes deben ver su misión de liderazgo
como la mayordomía temporal de un bien que le pertenece al Señor, en lugar de algo permanente a lo cual
aferrarse. Al parecer, el modelo en las Escrituras es que, mientras el líder obedeciera la voluntad del Señor, Dios
estaba dispuesto a usar a esa persona. Como ya vimos, Saúl perdió su posición de liderazgo debido a su
desobediencia.
A partir de todo lo que leemos acerca de Moisés, podemos inferir que él era muy diligente en su servicio a Dios:
"Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara" (Dt 34:10). Sin
embargo, a pesar del sobresaliente historial de Moisés, a pesar del hecho de que él cuidó fielmente del pueblo
mientras vagaron por el desierto durante cuarenta años, Dios le dijo que no iba a poder entrar en la Tierra
Prometida: "Fue Moisés y habló estas palabras a todo Israel, y les dijo: Este día soy de edad de ciento veinte años;
no puedo más salir ni entrar; además de esto Jehová me ha dicho: No pasarás este Jordán" (31:1-2).
¿Qué hizo entonces Moisés que lo dejó incapacitado para su liderazgo? Dios le dijo a Moisés que hablara a la
peña para que saliera agua de ella; en vez de eso, Moisés golpeó la peña (Nm 20). Para el lector promedio, esto no
parece ser una ofensa que mereciera una sanción tan fuerte, teniendo en cuenta sobre todo que ya antes Dios le
había ordenado que golpeara la roca en busca de agua (Ex 17:5-7). Sin embargo, como esta vez Moisés no obedeció
la orden de Dios exactamente como Él lo había dicho, Dios lo vio como que él estaba perdiendo su fe en El y como
que no estaba respaldando su santidad.
Requisitos previos de los líderes escogidos
Sin duda, este episodio establece parámetros muy altos para los líderes escogidos por Dios. De éste aprendemos
lo siguiente:
Dios pone parámetros muy altos.
Los líderes escogidos por Dios tienen una norma increíblemente alta que cumplir, y esa norma es puesta por
Dios. Dicha norma incluye la obediencia y el deseo de llevar una vida santa.
Dios no garantiza empleo permanente.
Los líderes escogidos por Dios no pueden dar por sentado que siempre serán líderes. Más bien, tal vez un líder
permanezca en un puesto de liderazgo durante mucho tiempo, pero esa longevidad puede ser el resultado de una
continua confirmación por parte del Espíritu de Dios, no por algo que se haya planeado desde el principio.
Dios castiga la desobediencia.
Tal vez los líderes escogidos por Dios no experimenten de inmediato las consecuencias de su desobediencia. En el
caso de Moisés, su pecado ocurrió mucho antes del tiempo en que Dios lo castigó por su falta de responsabilidad.

Es importante destacar que el pecado de Moisés no fue del tipo que con toda probabilidad le hubiera causado el
despido de una posición de liderazgo en la actualidad. Él no había robado dinero, no se emborrachó ni maltrató a su
familia. Sin embargo, había quebrantado una norma importante para Dios. A la postre, le costó su trabajo, su retiro
y su vida en definitiva, un precio bastante alto por no cumplir con una tarea en su liderazgo.
Dios quiere un compromiso a largo plazo.
Los líderes escogidos por Dios deben pensar en compromisos a largo plazo en cuanto a las posiciones en que Dios
los ha puesto.
Muchísimas veces, como ya hemos dicho, los líderes de organizaciones cristianas juegan a las sillas. "Necesito
obtener una iglesia más grande para que las oficinas centrales noten mi presencia." En organizaciones cristianas es
algo así: "Voy a asumir la presidencia aquí, me quedaré durante un par de años y luego veremos qué oportunidades
se presentan en otro lugar." Lo cual pudiera traducirse: "Realmente me gustaría estar en un lugar mucho más
grande, más famoso y en la primera oportunidad que se me dé, me voy." Tal vez los ejemplos presentados antes
puedan sugerir que deba volver a examinarse esa mentalidad de "ascenso por traslado".
Es muy interesante para quienes observan a los líderes de negocios japoneses ver que una de las diferencias
fundamentales entre las compañías japonesas, al compararse con las estadounidenses, es que los japoneses se
comprometen más a largo plazo. En otras palabras, los líderes en los Estados Unidos tienden a optar por resultados
rápidos y fáciles. Su contraparte japonesa, prefiere ver las cosas pensando más en el futuro. El líder que planea
estar en la iglesia o la organización por sólo cinco años y quien está comprometido con cosas más grandes o
mejores tal vez tenga la tendencia a luchar por las soluciones rápidas a fin de obtener resultados más
impresionantes que lo hagan más idóneo para un lugar más grande o mejor. Curiosamente, al observar
organizaciones cristianas he visto que pocas de las "grandes" no tuvieron en algún momento en su historia un líder
comprometido a permanecer durante mucho tiempo. Aunque una larga permanencia en un cargo no es garantía de
grandes logros, parece que no hay grandes logros sin que alguien tenga que comprometerse a largo plazo.
"Escogidos por Dios": este es un recordatorio importante para los líderes. Estoy convencido de que Moisés no
habría ocupado una posición de liderazgo a largo plazo si no hubiera estado absolutamente convencido de que Dios
lo había escogido para esa tarea. Después de todo, estar constantemente separado de su familia y vagar por el
desierto durante cuarenta años no es la idea que la mayoría de los líderes tienen acerca de una "misión
maravillosa". El no había buscado esa tarea, y no la deseaba tampoco. Permaneció en ella porque estaba
convencido de que Dios estaba detrás de todo eso. El había sido escogido por Dios.

19
Aptitudes espirituales de los líderes
LAS APTITUDES NECESARIAS PARA ocupar puestos de liderazgo en organizaciones cristianas parecen ser muy
sencillas a primera vista. Por lo general se supone que los candidatos sean cristianos consagrados. Una vez que se
ha definido esto, la averiguación se dirige hacia las esferas más tradicionales como los títulos académicos, la
experiencia adecuada y el ajuste organizativo. Las iglesias locales a menudo esperan que los "líderes" también sean
"miembros" activos de la iglesia.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento abordan de alguna manera las aptitudes para ocupar posiciones de
liderazgo, aunque hay una tendencia en las organizaciones actuales a considerarlas muchas veces sólo a la ligera. A
fin de cuentas, ¿qué saben las Escrituras sobre administración contemporánea y expectativas del liderazgo? ¿Cómo
un libro sobre religión puede hablar de las muchas problemáticas que deben manejarse para sobrevivir en la típica
jungla de la administración?
El Antiguo Testamento y el liderazgo
Las selecciones para el liderazgo en el Antiguo Testamento parecen a veces caracterizarse por un poco de
arbitrariedad. Es obvio que Dios puede seleccionar a quien quiera para proveer liderazgo. Después de todo, Él es
Dios. No somos más que barro, y El es el alfarero.
No obstante, se percibe que siempre se ve como algo indispensable para una tarea de liderazgo el que la persona
ande con Dios. Por ejemplo, fíjese en el comentario acerca de Noé, el elegido de Dios para preservar la raza
humana del diluvio: "Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con
Dios caminó Noé. Y engendró Noé tres hijos: a Sem, a Cam y a Jafet" (Gn 6:9-10). Quizá podamos suponer que la
elección de Noé estuvo basada en parte en su disposición de "caminar con Dios". Y tenemos el caso de Abraham.
No se nos explica la razón en Génesis 12 por la que Dios seleccionó a Abraham para que fuera el padre de una gran
nación. Pero dada la muy positiva relación que podemos apreciar entre Dios y Abraham, sabemos que, o era una
persona piadosa cuando fue elegido, o al menos se convirtió en un hombre muy santo después de su selección.
Hay muchos otros ejemplos que sugieren que las aptitudes y la vitalidad espiritual son ingredientes de primera
clase para el liderazgo. No obstante, es difícil generalizar diciendo que Dios siempre y únicamente seleccionó a
personas piadosas para desempeñar un puesto de liderazgo. No sabemos mucho sobre la condición espiritual inicial
de personas como Gedeón, Saúl o Aarón; sin embargo, Dios los halló aptos para usarlos en funciones de liderazgo.
Lo que complica más nuestra tarea es que, particularmente en el Antiguo Testamento, también vemos algunas
tareas de liderazgo concedidas basándose en el legado familiar. El seguir las líneas genealógicas de Abraham, de
David y de la tribu de Leví esclarecerá este punto. En el Nuevo Testamento vemos incluso seleccionar a una persona
para la importante función de "apóstol" echando suertes (Hechos 1:24-26).
Paradójicamente, parece haber ocasiones en que Dios seleccionó personas a quienes no se les conocía
precisamente por su santidad, para llevar a cabo sus planes y propósitos. Este fue, por ejemplo, el caso cuando Dios
usó a un enemigo de Israel para traer juicio sobre ellos. Los ejemplos que pudiéramos mencionar incluirían a
personas como Nabucodonosor (véase Jeremías 27), Ciro, Darío y Artajerjes (véanse Esdras 1-5 y Nehemías 1-2).
En resumen, en el Antiguo Testamento hay muchos que fueron escogidos como líderes por apreciación de Dios.
El mensaje que Dios le dio a Jeremías ilustra este punto: "Yo hice la tierra, el hombre y las bestias que están sobre la
faz de la tierra, con mi gran poder y con mi brazo extendido, y la di a quien yo quise' (Jeremías 27:5, cursivas
añadidas). Así que, ¿cuáles son algunas de las aptitudes encontradas en el Antiguo Testamento para el liderazgo?
Dios busca líderes que tengan un corazón perfecto para con El.
Como observación general (y hay otros ejemplos que demuestran lo contrario), el Dios del Antiguo Testamento
parece preocuparse por encontrar personas cuyo corazón sea perfecto para con Él.
Su búsqueda en ese sentido parece ser continua, aunque no siempre termina coronada con el éxito. "Porque los
ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para
con él" (2 Cr 16:9).
Dios busca líderes de gran estatura espiritual.
Como el primer requisito de Dios para sus líderes es que sus corazones estén cerca del suyo. Por consiguiente,
sus líderes también deben ser personas de gran espiritualidad. Dios no se impresiona con nuestro árbol
genealógico, nuestra formación académica o nuestra previa experiencia de liderazgo. Él va más allá de todo eso
hasta los pensamientos y las intenciones del corazón. "El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová
mira el corazón" (1 Sam 16:7; véase también 1 Cr 28:9; Salmo 33:13-15). De estos pasajes y otros, se deduce que la
cualidad del carácter más deseada es la interior, dedicada y consagrada por completo al Señor. Como ha señalado
un colega: "Como líderes, nuestra principal obligación es llegar a ser más semejantes a Cristo. Después de todo, uno
ministra y guía a partir de lo que uno es."

El Nuevo Testamento y el liderazgo


Al igual que el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento, en particular los Evangelios, contiene una gran
variedad de referencias con relación a cómo debe funcionar un líder en su comunidad. Por ejemplo, la clara
enseñanza de Jesús en Mateo (sobre todo los capítulos 5-7) está llena de más alimento espiritual e instrucción de lo
que casi ninguno de nosotros pudiera dominar en toda su vida. Las parábolas y otras enseñanzas de Cristo
contenidas en todos los Evangelios igualmente constituyen enormes almacenes de profunda verdad. La manera en
que Cristo obró con las personas muestra una profunda perspectiva de cómo nosotros debemos ser sensibles con
las personas y satisfacer sus necesidades. Los métodos que El empleó al tratar con los oficiales del gobierno y con
quienes afirmaban ser las autoridades religiosas, ilustran una variedad de verdades, incluso las diferencias entre el
oportunismo político y la acción justa, así como las funciones y los dominios apropiados de un gobierno político
humano, en contraste con el reino de Dios.
Al igual que en el Antiguo Testamento, estas enseñanzas de Cristo no parecen estar dirigidas ni limitadas en
modo especial a los líderes. En realidad, al parecer Cristo tiene palabras de advertencia para quienes aspiren a ser
líderes o que ya estén fungiendo como tales, como son: No buscar ser el primero; preferir a los demás; no se
enseñoreen de los demás. Y ya hemos señalado sus palabras en Mateo 23:10: "Ni seáis llamados maestros; porque
uno es vuestro Maestro, el Cristo."
Muchas veces nos sentimos tentados a ver las enseñanzas de Cristo como si se aplicaran sólo a la vida personal
de uno, aislada de nuestra vida en la organización. Es como si los cristianos en las organizaciones leyeran y
entendieran los principios bíblicos, pero en la práctica de la organización no vemos cómo se aplican dichos
principios.
¿Por qué, por ejemplo, esas personas que predican obediencia a los mandamientos de Cristo domingo tras
domingo practican casi diariamente el ejercicio del poder secular en otros aspectos de la vida organizativa de la
iglesia, buscando siempre la manera de ser el primero y asegurándose de poseer poder absoluto dentro de la
iglesia? ¿Por qué cristianos bienintencionados que poseen títulos en teología y que ocupan puestos de liderazgo
presiden organizaciones cristianas que, en algunos casos, siguen prácticas y procedimientos claramente anti
bíblicos? ¿Por qué en algunas organizaciones de renombre en América del Norte (entre ellas iglesias, seminarios y
empresas para eclesiásticas), al líder se le llama solapadamente "dictador"; se insiste en las mismas gratificaciones
que reciben los oficiales de las contrapartes seculares; y la gente sabe que no es de mucho beneficio para ellos
contrariar al jefe'"?
Rebecca Pippert nos da un ejemplo de un hombre de negocios a nivel internacional que ilustra la inquietud que
tengo en cuenta:
Soy miembro de dos juntas directivas. Una pertenece a una organización religiosa, y la otra es con personas
seculares. Sé que muchos de los miembros de la junta secular están allí por beneficios personales. Manipulan,
controlan y engañan. Yo lo sé, y ellos también lo saben. Pero francamente he visto mucho de ese mismo
comportamiento controlador, manipulador y engañoso en la junta religiosa. La diferencia no está en el
comportamiento sino en el hecho de que los miembros de la junta secular a menudo reconocen sus motivaciones,
mientras que los creyentes no. Los creyentes no solamente lo niegan, sino que ocultan sus motivos con palabras
piadosas. Hablan espiritualmente, pero están jugando el mismo juego.
Es por esas razones que al guiar debemos estar concentrados en oír y hacer la Palabra de Dios. Como Santiago
escribió claramente: "Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros
mismos" (Santiago 1:22).

Aptitudes del líder según Pablo


Bien vale la pena estudiar de nuevo las listas que se encuentran en 1 Timoteo 3 y Tito 1 de cosas que se esperan
de los líderes. En estos dos importantes pasajes Pablo enumera las aptitudes de los ancianos/obispos y de los
diáconos. En el Nuevo Testamento esas funciones tienden a asemejarse, y no obstante son diferentes. Algunos, por
ejemplo, sugieren que la función del diácono se inclina en dirección a las responsabilidades descritas en Hechos 6:2,
mientras que la función de los ancianos se inclina hacia las responsabilidades identificadas en el versículo 4. Para los
objetivos de esta sección, analizaremos primeramente la lista de Pablo que encontramos en 1 Timoteo 3. Como hay
muchas similitudes entre las aptitudes enumeradas aquí para los ancianos/obispos y los diáconos, las trataremos
juntas.
Irreprensibles y honestos (vv. 2,8)
Parece ser el sentido de Pablo que era necesario que los candidatos a este puesto fueran personas a quienes la
gente no pudiera señalarles falta alguna. Y este expediente limpio, por decirlo así, no podía ser el de un neófito. El
expediente tenía que estar limpio por un largo período.
¿Sugiere este requisito que sólo personas perfectas desde su nacimiento pueden ocupar ese tipo de posiciones?
Es obvio que no. Pablo mismo (y Moisés, y otros) no dio honor a Cristo en todo lo que hiciera hasta más tarde en su
vida. Lo que al parecer quiere decir es que la persona considerada para ese tipo de posición de liderazgo debe ser
alguien maduro y, sin embargo, aún creciendo en la fe, que entienda la gracia de Dios y su perdón, y al que las
personas a quienes guía vean como alguien con una reputación digna de respeto. Quizás una de las razones de este
requisito sea asegurar que el líder nunca se convertirá en el problema del liderazgo.
Marido de una sola mujer (vv. 2,12)
¿Está dirigido este planteamiento a quienes querían practicar la poligamia? ¿Está dirigido a quienes una vez se
casaron, se divorciaron y más tarde se volvieron a casar? Pablo estaba en contra del divorcio (lCo7:ll-12)y también
había escrito que "cada uno tenga su propia mujer" (v. 2), una afirmación que ilustra su desdén por la poligamia,
habitualmente practicada en aquella cultura. Parece claro, por tanto, que la preocupación de Pablo era que los
líderes de la iglesia deben tener una sola mujer.
Sobrio y prudente (v. 2)
Estas dos aptitudes parecen tener relación. Alguien sobrio es alguien no dado a extremos. Esto me habla de tener
uniformidad en la forma en que uno lleva y conduce la vida, sin estar sujeto a continuas altas y bajas. ¿Está
entonces sugiriendo Pablo que una persona no debe tener emociones, nunca debe mostrar ira, nunca debe reflejar
amarga desilusión ni disgusto emocional por la pérdida de un ser querido, nunca desesperanzarse? Probablemente
no. En cambio, él apareja la necesidad de ser sobrios con ser prudentes. Obviamente uno hace esto (y quizá sólo
pueda hacerlo) mediante la fortaleza de Cristo mismo (Gá 2:20).
En muchos lugares Pablo habla acerca de la importancia del dominio propio (templanza) en el andar cristiano.
Por ejemplo, en Gálatas 5 lo menciona como parte del fruto del Espíritu: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley" (w. 22-23).
Lo que Pablo parece estar diciendo es que una de las cualidades del carácter de un creyente es el dominio
propio. Y esto es especialmente aplicable a los líderes. Por consiguiente, como líder, estoy llamado a ejercer la
moderación y a ser sobrio, a mostrar uniformidad en todos los aspectos de la vida, y a mantenerme bajo control en
cuanto a la forma en que enfoco mis responsabilidades de liderazgo. ¿Puede reflejar mi conducta frecuentes
arranques de ira? No lo creo.
Hospedador (v. 2)
El diccionario define este término como "dadivoso, dispuesto a dar la bienvenida y recibir a extraños o
huéspedes". Tanto Pablo como Pedro animan a ser así. Pablo nos exhorta a que vivamos "compartiendo para las
necesidades de los santos; practicando la hospitalidad" (Ro 12:13). Pedro lo dice de esta manera: "Hospedaos los
unos a los otros sin murmuraciones" (1 Pedro 4:9).
Apto para enseñar/para ser enseñado (v. 2)
Un líder eficiente debe reflejar un espíritu dócil en cuanto a cómo se tratan los asuntos y ser capaz de enseñar
bien. El que posee un espíritu dócil será un mejor aprendiz.
Pablo también pretendía que los líderes de la iglesia fueran buenos maestros de la Palabra de Dios. Tal vez
tuviera eso en mente cuando le dijo a Timoteo: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero...
que usa bien la palabra de verdad" (2 Ti 2:15). Es interesante que la literatura acerca del liderazgo subraya el hecho
de que uno guía mediante y a través de lo que enseña. Por otra parte, las personas también enseñan mediante y
según la manera en que guían. Los buenos líderes enseñan y los grandes maestros guían.
No dados a mucho vino (w. 3,8)
Aunque otros pasajes de las Escrituras, en particular los del Antiguo Testamento, hablan del asunto de la
abstinencia, éste no es uno de ellos. Aunque Pablo no insiste en la abstinencia como requisito para el liderazgo, se
cuida de mencionar como permisible sólo el vino, no otro tipo de bebida fermentada (Lv 10:9). Además de eso,
destaca que incluso en el uso que uno haga del vino, se debe practicar la sobriedad y el dominio propio, y no usarlo
si esto provocara que otros discípulos del Señor cayeran (Ro 14:21).
No pendenciero sino amable y apacible (v. 3)
Además, otra parte del fruto del Espíritu es paz y bondad. A lo largo de las epístolas Pablo advierte en contra de
las divisiones, las quejas y las discusiones; por ejemplo: "Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino
amable para con todos..." (2 Ti 2:24). El escritor de los Proverbios nos dice que "la blanda respuesta quita la ira" (Pr
15:1). Pedro nos dice que al dar razón a otros de nuestra fe, debemos hacerlo con mansedumbre y reverencia (1
Pedro 3:15-16). A los líderes eficientes se les llama a ser amables y apacibles, y se espera que lo sean.
Continuando con ese listado de cualidades del carácter que se espera que los líderes posean, Pablo se dirige
hacia otras dos esferas potenciales de preocupación: la familia y el dinero.
Gobierno adecuado de la familia e hijos obedientes (w. 4,12)
A los candidatos para ocupar puestos de liderazgo se les hacen preguntas típicas que tienen que ver con su
experiencia previa en situaciones de liderazgo organizativo; pero ¿cuándo se les pregunta acerca de sus familias?
Pablo plantea esta expectativa con gran fuerza: "que gobierne bien su casa"; sin embargo, no nos da, al menos aquí,
evidencias de lo que es una familia bien gobernada.
El gobierno adecuado de la familia puede hacer que surjan otras preguntas. Por ejemplo, ¿esto incluye la forma
en que manejo el dinero y las demás necesidades económicas de la vida?
No codiciosos de ganancias deshonestas (vv. 3,8)
En otros pasajes Pablo nos previene de que el amor al dinero es la raíz de todo tipo de males. Así que no es
sorprendente que aquí nos advierta de esta manera. Sabemos que el contentamiento (véase también Hebreos
13:5) con lo que Dios ha provisto debe destacarse en nuestra manera de vivir y más aun, que las personas que
codician riquezas pueden al final terminar en la ruina y la destrucción.
No un neófito (v. 6)
Pablo señala que los candidatos a ocupar puestos de liderazgo espiritual no deben ser recién convertidos.
Aunque no señala el espacio de tiempo que debe transcurrir, sí sugiere que debe ser suficiente tiempo para que
seleccionarlo como líder no lo convierta en una persona engreída. Pablo mismo pasó bastante rápido de ser una
persona que perseguía a Cristo a ser su leal y fiel siervo.
A menudo nos vemos tentados de llegar a la conclusión de que quienes llevan mucho tiempo de ser cristianos
son los más maduros en la fe. Mis observaciones sugieren que eso no es exactamente así.
He visto cristianos que pretenden ser cristianos que han estado creciendo durante treinta años cuando en
realidad han repetido el mismo año de crecimiento durante treinta años. Quizás este fuera el tipo de grupo que el
escritor de Hebreos tenía en mente en Hebreos 5:11-14 cuando escribió sobre quienes todavía necesitan "papilla"
espiritual, cuando debían estar comiendo alimento más sólido. He visto otros cristianos mucho más nuevos quienes
han demostrado un increíble crecimiento en el transcurso de sólo algunos años. Así que no debe de ser sólo al
transcurso del tiempo sino también a las evidencias del crecimiento cristiano a lo que Pablo se está refiriendo.
Esposas dignas de respeto (v. 11)
De la misma manera que el líder esposo debe satisfacer ciertas expectativas de liderazgo, así también sus esposas
(¿o pudieran ser los esposos de ellas?). Pablo lo dice de esta manera: "Las mujeres asimismo sean honestas, no
calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo." Supuestamente, si el esposo está comprometido y ama a su esposa
como debe, y gobierna bien a su familia, esa expectativa vendrá como resultado natural del proceso.
Ya es bastante del liderazgo autoproclamado. El texto bíblico proporciona listas y aptitudes específicas para el
liderazgo. El problema de muchas organizaciones cristianas es que hay mucha distancia entre sus procedimientos
para la contratación de los líderes y esos tipos de aptitudes espirituales. A menudo se añaden algunas cosas y se
pasan por alto otras tantas.
La tarea de los líderes cristianos es integrar estas aptitudes espirituales con otras de tipo funcional y hacerlo en
ese orden. ¿Qué hay de bueno en tener los mejores diplomas y experiencia si la condición del corazón, o las
cualidades espirituales no están bien? Aquí es donde el alma del liderazgo se vuelve crucial para la organización
cristiana y donde las realidades organizativas primordiales se darán a luz o serán ahogadas y morirán.

20
El don espiritual del liderazgo
A CONTINUACIÓN QUEREMOS considerar quién es competente para desempeñar una función de liderazgo.
¿Debe un líder poseer el don espiritual del liderazgo? ¿Distribuye Dios sus dones basándose en el sexo o siguiendo
algún otro procedimiento? ¿Es el liderazgo un don espiritual? ¿Quiere decir eso que no tiene importancia mi
preparación académica para el liderazgo? ¿Qué importancia tiene mi experiencia en empleos anteriores? ¿No
cuenta para nada en el liderazgo espiritual? Aunque no trataremos todas estas preguntas en este capítulo, sí
queremos dedicar tiempo al asunto de los dones espirituales cuando se relacionan con el liderazgo.
Confusión con relación a los dones espirituales
El tema en cuestión, los dones espirituales en el ministerio (tengo en cuenta pasajes como Ro 12:6-8; 1 Co
12:7-10, 28; Ef 4:7-8,11-13; y 1 Pedro 4:10-11) ha sido objeto de debate. Personas mucho más conocedoras que yo
se han negado a tratarlo. El comentario de Tillapaugh es ilustrativo:
El tema de los dones es demasiado complejo y polémico para que pueda tratarse en este libro. En realidad, hace
poco escuché decir a un pastor a quien respeto mucho que él nunca trataría de ayudar a las personas a descubrir
sus dones espirituales. Hay una gran confusión sobre el tema de los dones espirituales y no tengo ningún deseo,
de añadirle.
Kenneth Gangel, reconocido escritor sobre liderazgo cristiano, añade una advertencia al escribir sobre este
asunto: "Nadie está más consciente que yo de que al llegar a este punto nos aventuramos en un aspecto muy
polémico... la doctrina." El asunto parece ser complicado y confuso por varias razones. Sólo quiero hacer notar aquí
tres de ellas.
,> Un líder debe tener el don del liderazgo?
Las personas emplean el argumento de que el que no tiene el don espiritual del liderazgo no debe ser líder. Se
supone que sólo un número limitado de personas tiene el don espiritual del liderazgo. Por lo tanto, algo clave a
determinar antes que un líder sea designado, es si tal aspirante tiene o no el don para serlo. Tal y como se plantea,
si alguien no tiene el don espiritual para ser líder, entonces no debe estar en una posición de liderazgo. Mi opinión
es que parte de la confusión sobre ese asunto puede eliminarse si comenzamos suponiendo algo diferente, y
además, distinguimos entre un líder y un funcionario. Lo que debemos suponer es: Dios dotó a cada creyente con
dones que pueden ejercer su influencia en otros para la causa del reino. Uno puede ser un líder y sin embargo no
ocupar una posición de liderazgo oficial o formal.
Por ejemplo, creo que todos los cristianos hasta cierto punto tienen algo de líder dentro de sí. Observe las
palabras de John Stott citadas por Gangel: "Dios tiene un tipo de función de liderazgo para cada uno de nosotros."
Estoy de acuerdo con la posición de Stott en este aspecto. Hay pocos cristianos que, aunque sea sólo hasta cierto
punto, no ejerzan algún tipo de influencia en otros para alcanzar algún objetivo o realizar alguna acción que honre a
Dios, ya sea en la iglesia, en la casa o en una organización, y como ha señalado McKenna: "A cada cristiano se le
llama a ser discípulo de Cristo y un líder para los demás" (cursivas añadidas).

El don espiritual del liderazgo


Sin embargo, esto no implica que todo el que ejerza el liderazgo de una manera no formal esté interesado o
preparado para ocupar una posición de liderazgo en el contexto de una organización. Una persona puede ser un
líder dentro de una esfera de influencia dada y, no obstante, no tener interés alguno en ocupar una posición formal
de liderazgo en algún lugar. Como hemos visto, las Escrituras tienen algunas enseñanzas muy claras en cuanto a los
requisitos para la ocupación de una posición más formal. Encuentro que es más que un poco interesante el hecho
de que la posesión del don espiritual del liderazgo (Ro 12:8) no es una de las condiciones mencionadas por Pablo en
la lista donde manifiesta los requisitos para ser diáconos y ancianos (1 Ti 3:1-13; Tito 1:6-9). ¿No consideramos a los
pastores o ancianos como líderes? ¿Cometemos un error al anhelar que los pastores sean líderes? Tal vez la
respuesta tiene algo que ver con nuestras definiciones de liderazgo y, además, nuestras suposiciones sobre quiénes
son los líderes.
Como ya vimos, no todo el que "controla o administra una oficina" es un líder. Pudiera ser un magnífico
administrador o gerente, pero esto solo no hace líder a una persona.
¿Cómo se recibe el don del liderazgo?
Hay confusión con relación a cómo se recibe u obtiene el don espiritual del "liderazgo. "Por ejemplo, ¿el Espíritu
de Dios convierte a no líderes en líderes? De ser así, esto ocurre progresivamente o en un momento? ¿Los líderes
nacen o se hacen? Aunque no soy tan presuntuoso como para tratar de responder todas estas preguntas, otros han
contribuido con útiles comentarios.
Robert Clinton, profesor de seminario, argumenta que en el contexto del desarrollo del liderazgo "el progreso
más importante durante la fase media implica el descubrir los dones espirituales y usarlos confiadamente." Él
expone en secuencia las ocho fases del "proceso de descubrir los dones". Además, define los dones espirituales
como "las capacidades especiales dadas por el Espíritu Santo a cada creyente y vigorizadas por el Espíritu Santo en
el ministerio del creyente". Él destaca que "un don espiritual es una capacidad única para servir de canal al poder
del Espíritu Santo en el ministerio."
En su libro Ablazefor God [Brillando para Dios], Duewel tiene un capítulo muy útil (el 28) acerca de este tema. Su
punto de partida parece ser el reconocimiento de que cualquier capacidad que tengamos debe verse como dada
por Dios y debe usarse para la gloria de Dios: "Cada talento natural que Dios nos da es un don encomendado que
tenemos la responsabilidad de usar." Duewel sugiere que hay al menos tres tipos o grupos de dones espirituales
enumerados en las Escrituras. En primer lugar, él reconoce los dones espirituales sobrenaturales, o los dones que
"dependen completamente del poder milagroso de Dios". En este grupo están los dones que tienen que ver con
asuntos tales como profecía, sanidades, la capacidad de hablar en lenguas desconocidas y cosas por el estilo. El
liderazgo y la administración no parecen estar incluidos en este grupo.
El segundo grupo de dones son aquellas "capacidades con las que hemos nacido o que hemos desarrollado".
Duewel se refiere a estos dones como naturales. Todos hemos visto en nuestros hijos y en otros la manifestación de
estos dones naturales dados por Dios. Algunas personas toman un don dado por Dios y no hacen nada para
desarrollarlo o mejorarlo. Otros demoran mucho en hacerlo. Reconozca o no el que posee el "don natural" que el
mismo proviene del amoroso Padre celestial, de todas formas es un don dado por Dios. En el caso de los cristianos,
Dios puede usar estos dones: "Dios puede añadir un toque sobrenatural que complementa el don natural con lo
divino, guía y faculta el talento natural con la supervisión sobrenatural, y maximiza y multiplica la eficiencia con la
capacitación y unción del Espíritu."
El tercer grupo de dones espirituales que Duewel identifica son los que él llama dones prácticos como "el
servicio, la administración, el alentar la fe, los que dan, los que ayudan, la erudición". Creo que Duewel incluiría en
este tercer grupo muchos de estos dones prácticos y de vocación que se relacionan en pasajes del Antiguo
Testamento como Éxodo 35:30-35 y 36:1-2, 8.
Arthur Miller y otros en La verdad acerca de usted, aunque desde luego dando margen para la expresión de
dones espirituales sobrenaturales, reflejan el enfoque de los "dones naturales" de Duewel respecto a este asunto
del otorgamiento de dones. Su argumento, con algún riesgo de simplificar demasiado y basándose en textos como
el Salmo 139:13-14, es que un cuidadoso estudio de estos y otros versículos nos llevará a la conclusión de que parte
del proceso de formarse en el vientre incluye que Dios les da a las personas patrones individuales (biológicos, de
personalidad, de intereses, etc.) que ejercen su influencia en futuras direcciones. Estos patrones están presentes en
el momento de nacer e irán ellos mismos progresando en el proceso de la vida. Miller observa: "Las personas sólo
podrían... llegar a ser... para lo que ellas fueron diseñadas." "Las personas comienzan con un diseño específico que
permanece invariable a través de la vida, y no puede cambiarse este diseño. Eso no quiere decir que no pueda
haber cambios en la vida de una persona, ya que hay aspectos en las personas que necesitan desarrollo o
modificación... A pesar de lo asombroso que fue este descubrimiento para nosotros, no hubo dudas de la validez de
esta verdad después de experimentar una consecuencia absoluta caso tras caso (más de tres mil casos)."
Todos hemos visto a los niños desde temprana edad mostrando todo tipo de destrezas e intereses. A veces
vemos de forma evidente este mismo rasgo de la personalidad en la madre o en el padre. A veces vemos intereses
que no se parecen siquiera a los intereses o aptitudes de los padres. No es sorprendente que al niño que le gusta
vender limonada cuando tiene cuatro años, le guste vender terrenos, automóviles, bonos, proyectos cuando tenga
treinta y cinco. El niño que se preocupa por los números cuando tiene seis años, muy probablemente terminará en
una profesión que requiera de la manipulación considerable de números y cifras.

A cada persona, argumenta Miller, se le han dado grupos de "capacidades motivadas" que pueden desarrollarse
con la experiencia y mejorarse con la educación. Según él, hay cinco ingredientes clave en el patrón de motivación
de cada persona. En primer lugar, el patrón tiene un empuje primario de motivación. En segundo lugar, "hay una
forma recurrente de relacionarse con los demás". En tercer lugar, "está presente un grupo de capacidades". En
cuarto lugar, "hay asuntos recurrentes". En quinto lugar, "hay circunstancias recurrentes." Por lo tanto, una tarea
de crecimiento y desarrollo normal es detectar, por medio del estudio de mi historia, cuáles son mis patrones de
motivación. Entonces, respecto a los empleos por vocación, mi tarea es encontrar aquellos lugares que encajen con
el patrón de las capacidades motivadas que Dios me ha dado.
Es interesante cómo estos patrones de capacidades motivadas son otorgados a las personas para el momento en
que nacen, lo que implica que tanto cristianos como no cristianos los reciben. Esas capacidades pueden después
desarrollarse y mejorarse con la experiencia y la educación. Para el caso de una persona que llega a conocer a Cristo
esas capacidades se usarán para el progreso del reino de Dios y para edificar el cuerpo de Cristo en vez de estar
dirigidas sólo hacia la búsqueda de intereses egoístas.
Bruce Jones nos ofrece un análisis muy sólido sobre este asunto en su libro MinisterialLeadership in a Managerial
World [Liderazgo ministerial en un mundo administrativo]. Él señala que "tanto los dones espirituales como los
talentos naturales son parte de una teología bíblica de administración". "Se pueden desarrollar los dones
espirituales, al igual que los talentos naturales, en distintos grados de eficiencia. Y, por último, la eficiencia para un
cristiano requiere que nuestra motivación sea la gloria de Dios y que nuestro ministerio se realice en el poder del
Espíritu." Jones también nos brinda útiles intervenciones con relación a los oficios de superintendente, pastor y
anciano, y ofrece una percepción adicional sobre el "don del liderazgo" al citar a Peter Wagner en su observación
de que "el don del liderazgo para el ministerio es un requisito esencial en el crecimiento de la iglesia."
Recomendaría un estudio posterior de estos y otros autores que han escrito sobre este importante tema. Sus
empeños parecen ser bíblicos, lógicos y se adaptan a las diversas observaciones que todos hemos notado en los
líderes cristianos y en el liderazgo cristiano.
¿Son pocos los que tienen el don del liderazgo?
Nuestras propias experiencias han provocado más confusión con relación al don espiritual del liderazgo. Todos,
por ejemplo, hemos visto a cristianos que afirman tener el don espiritual del liderazgo, luchando al ocupar una
posición formal de liderazgo. Hemos visto pastores que se han comportado como dictadores "en el nombre de
Cristo". Hemos visto a personas con una personalidad "excelente" y una "feliz" sonrisa actuar de manera nada útil
en una función formal de liderazgo. (¡Doy gracias al Señor porque también hay muchos buenos ejemplos de
liderazgo!) Además, hemos visto a personas con actitudes mentales seculares, no cristianas, desempeñarse bien en
funciones de liderazgo dentro de organizaciones seculares. Paradójicamente, he conversado con muchas personas
que pertenecen a organizaciones cristianas que desean que su organización actúe en modo similar a alguna
organización secular para que los empleados pudieran ser tratados con mayor dignidad y honor. Todos estamos
informados acerca de "pesadillas" organizativas cristianas respecto a cómo se da atención al personal. Muchos
libros cristianos que tratan del liderazgo citan frecuentemente y con aprobación, la obra de algunos escritores
seculares sobre este tema. Y al observar el liderazgo "exitoso" de los no cristianos, surgen preguntas acerca de la
naturaleza del liderazgo como un "don espiritual".
Ordenando los dones espirituales
¿A dónde nos lleva todo esto respecto al don espiritual del liderazgo? Entiendo que el Espíritu Santo no actúa
según las caracterizaciones o listados de los hombres y hará su trabajo como considere adecuado, cuando quiera y
dondequiera que escoja. Y de igual forma, usted, el lector, necesitará estudiar más este tema y sacar sus propias
conclusiones. No obstante, esta es mi forma de analizar este difícil asunto. Hago estos comentarios con la debida
precaución.
Dones naturales
Comienzo con el enfoque del "don natural", reconociendo que Dios, como un acto de creación, forma a las
personas en el vientre de acuerdo con ciertos patrones y capacidades intencionales. Cada persona nace como un
ser talentoso, con dones y capacidades que pueden usarse para la gloria de Dios cuando el que los posee se
compromete con Cristo y llega a ser cristiano. Pero ya sea que la persona establezca o no una relación personal con
Cristo, el elemento de tener dones (pero no dones espirituales) aún permanece.
Resulta, por lo tanto, que siempre que el que posee esas capacidades dadas por Dios acepte a Cristo, estos dones
son entonces presentados al Señor para sus propósitos, para su servicio y para su gloria. La enseñanza de Pablo en
Romanos 12:1-2 me es muy útil aquí. Pablo llama la atención al hecho de presentar nuestro cuerpo a Cristo, lo que
presuntamente incluye las capacidades dadas por Dios, un acto de adoración espiritual. El que tiene talento musical
y se convierte, le da a Cristo sus dones y capacidades en la música como parte de su adoración espiritual. Muchos
líderes eficientes de organizaciones seculares que han conocido a Cristo llevan sus capacidades de liderazgo a
organizaciones cristianas como parte de su adoración espiritual.
Todos hemos presenciado a un buen maestro que es usado por el Espíritu Santo mientras imparte las verdades
espirituales. Además de eso, como cristianos, los que ejercen esos tipos de dones deben hacerlo dependiendo del
liderazgo del Espíritu Santo para que los fortalezca. El trabajo que se realiza es llevado adelante en el poderoso
nombre de Jesús.

Dones prácticos
Los "dones prácticos", como la administración, el brindar aliento, el dar y el mostrar misericordia, ilustran el
hecho de que todos los cristianos tienen un don de Dios para satisfacer una necesidad dada dentro del cuerpo de
Cristo. A medida que la persona que invoca el nombre de Cristo ejerce estos dones prácticos facultado por el
Espíritu Santo, los dones se convierten en dones espirituales. Las palabras de Pedro nos instruyen:
Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme
gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al
poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio
por los siglos de los siglos (1 Pedro 4:10-11).
Los dones espirituales sobrenaturales
Parece que la Biblia enseña que hay ciertos dones espirituales que son totalmente sobrenaturales, totalmente
milagrosos, aunque yo no incluiría entre ellos al liderazgo. Por supuesto que reconozco y observo que las Escrituras
también añaden limitaciones específicas en el uso y los propósitos de estos dones. Además, aunque definamos los
dones espirituales, debemos observar que el propósito y los resultados de los dones espirituales son para el
beneficio del cuerpo de Cristo, por el bien común.
Las palabras de Pablo en Efesios 4 explicando el "por qué" de los dones son particularmente esclarecedoras: "a
fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura
de la plenitud de Cristo" (w. 12-13).

El don espiritual del liderazgo


¿Existe el don espiritual del liderazgo? Romanos 12:6-8 admite claramente este don: "Tenemos dones
diferentes... si es el de dirigir, que dirija con esmero" (NVI). Pero al mismo tiempo el texto no parece distinguir
claramente cómo uno llega a poseer el don del liderazgo. Este podría ser un don sobrenatural de la misma forma
que hemos usado previamente este término.
Por ejemplo, me viene a la mente Saúl, el futuro líder de Israel, como lo vemos en 1 Samuel 10:10: "El Espíritu de
Dios vino sobre él con poder, y profetizó entre ellos." Este pudiera ser un don como el que se le dio a Gedeón,
donde parece que alguien que no era líder experimentó la bendición de Dios de un modo no acostumbrado y llegó
a ser un líder eficiente. Pudiera ser el don del liderazgo como el que vemos en Daniel, un líder eficiente a lo largo de
su vida. Pablo perfiló sus capacidades intelectuales y de debate, y entonces fue captado por el Señor para una
importante función como líder.
En resumen, ya sea que seamos facultados de manera sobrenatural, o que lo hayamos recibido de Dios al nacer,
o lo hayamos desarrollado a través de una amplia y diversa experiencia, el liderazgo en todos sus niveles, ya sea
formal o informal, debe considerarlo el cristiano como un don encomendado por el amoroso Padre celestial para
que se use en sus propósitos.
Ocupar formalmente una posición de liderazgo
Cuando estamos considerando a personas para posiciones formales de liderazgo, quizá sea más útil no sólo mirar
a la fuente del don del liderazgo (porque Dios es la fuente de toda buena dádiva) sino más bien a cómo el don
pudiera ejercerse o se está ejerciendo, hacia qué fines serían dirigidos esos esfuerzos, y tal vez mucho más
importante, cuál es el nivel de vida espiritual de la persona que se está considerando. McKenna observa:
"Aprendemos que los líderes cristianos son diferentes en 'ser' así como en 'hacer'. Nuestro 'ser' encarnado es para
servir de habitación al Espíritu de Cristo; nuestro 'hacer' encarnado es para dar poder a su pueblo."

Responder a ese tipo de preguntas es particularmente importante para el que se está considerando para una
función de liderazgo. En vista de los fines a que se aspira en el liderazgo, así como sus propósitos, mi esperanza
sería que todo el que invoca el nombre de Cristo aspirara a ser seguidor de Cristo, morada del Espíritu Santo y a ser
fortalecido por El, a ser un líder y un seguidor de otros. En la medida en que continuamos en la obra del reino,
"cada cristiano está llamado a ser un seguidor de Cristo y un líder para los demás".

21
Compromiso espiritual en el liderazgo
HAY UNA legítima preocupación por parte de muchos en la sociedad porque "compromiso" es una palabra para
una generación ya pasada de moda y envejecida. Compromiso en la actualidad sugiere una falta de libertad para
tomar decisiones, y si hay algo que gobierna la sociedad contemporánea, es el hecho de que nada puede perjudicar
mi libertad para tomar decisiones. Como resultado, hemos adoptado una manera de vivir contractual que ha
contaminado mucho de lo que hacemos.
¿Obligación contractual o compromiso de amor?
La "ley de contratos" sugiere, por ejemplo, que para que un contrato sea válido ambas partes deben beneficiarse
y deben sufrir un detrimento, es decir, pagar un precio. Por ejemplo, en el mundo comercial, si quiero comprar un
auto, firmo un contrato que tiene beneficios tanto para el vendedor como para mí. Mi beneficio es que ahora tengo
un auto nuevo y mi detrimento es que lo he comprado con dinero por el que he tenido que trabajar duramente. El
beneficio del vendedor es que tiene más dinero y en su detrimento es que ahora tiene un automóvil menos para
vender o poseer.
Como ya hemos señalado, este concepto del mundo comercial ha sido llevado en muchos sentidos a las esferas
no económicas de la vida. Desde el punto de vista del matrimonio, por ejemplo, el voto de "hasta que la muerte nos
separe" se ha subordinado a esa manera de ver el compromiso. Los votos tienden a interpretarse como beneficios
del convenio matrimonial. Cuando dejo de obtener los beneficios que creo me corresponden, me dispongo a
terminar la relación o a modificar el contrato. "¿Qué gano en esto?" tiende a ser lo único que importa.
Robert Bellah y sus coautores del éxito de librería Habits ofthe Heart [Hábitos del corazón] hacen estas
observaciones respecto al origen de este punto de vista contractual en contraposición del valor percibido del
compromiso:
La pregunta de "¿Es bueno o es malo?" se convierte en "¿Esto va a resultar para mí?" Por pura lógica, una ética
netamente contractual hace que todo compromiso sea inestable. Las partes implicadas se sienten libres para
escoger, y por tanto libres para rehacer o deshacer el compromiso, con tan sólo estar dispuestas a pagar el precio
correspondiente. Tal vez un modelo de contrato... no pueda llevar todo el peso de compromisos perdurables e
ininterrumpidos.
Puede verse fácilmente que esta mentalidad de contrato tiene muchas ramificaciones en diferentes esferas de la
vida, ya sea en el trabajo, en nuestra forma de ver la familia y las responsabilidades que en ella tenemos, mi
perspectiva acerca del gobierno y de las responsabilidades ciudadanas, mi criterio de si yo "le debo a la sociedad" o
si "la sociedad me debe a mí" e incluso respecto a mi relación con Dios. En muchos casos, este punto de vista
contractual de la vida ha definido la idea del compromiso y aunque muchos lo lamenten, ha impregnado el
pensamiento cristiano. Por ejemplo, analicemos la iglesia. Ella misma ha insistido en que se revise el concepto
neotestamentario de ser miembro y parte integral del cuerpo de Cristo. La iglesia ha instituido el concepto de que
ser miembro de una iglesia local es igual a formar parte del cuerpo de Cristo. En realidad, los requisitos para la
membresía tienen cierta semejanza con la idea de contrato a que nos referimos anteriormente. Tal como ocurre
con la membresía de un club, los miembros de la iglesia hacen un contrato para asistir fielmente, dar fondos, y
sumarse a las normas y expectativas del grupo. En algunos círculos, los principios y procedimientos adquieren una
cualidad espiritual y al parecer ocupan el lugar de las verdaderas doctrinas bíblicas. Todos estos comentarios son
preparatorios para el tema de este capítulo: el líder como una persona comprometida. ¿En esencia las personas
carecen de compromiso? ¿A qué me refiero cuando hablo de compromiso? ¿Qué significa compromiso total?
¿Cuáles son las evidencias del compromiso? A la definición de estos asuntos y otros relacionados nos referiremos a
continuación.
Todos los líderes están comprometidos con algo o alguien
Como veo el asunto, no se trata de si soy una persona comprometida o no. Más bien, el asunto puede plantearse
así: ¿Con quién y con qué estoy comprometido? Todos los líderes son personas comprometidas. Es interesante que
esta también parece ser una suposición a priori de las Escrituras. Rara vez hay referencias en las Escrituras a
personas comprometidas o no comprometidas. Creo que en ellas se da por sentado que las personas van a estar
comprometidas. Con esta suposición, presenta opciones para el compromiso así como el correspondiente
llamamiento a compromisos que honran a Dios. Hay varios ejemplos que pudieran ser útiles.
En la carta de Pablo a los romanos, el menciona la tensión entre el estar muerto al pecado y vivo en Cristo. Pablo
hace varias observaciones; pero hay una nota de interés particular para lo que estamos tratando que se halla en el
capítulo 6, versículo 16, donde, casi de manera retórica, les hace a sus lectores las preguntas siguientes: "¿No
sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea
del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?"

Entre otras cosas, parece que Pablo está diciendo que el asunto no es si uno está comprometido o es obediente.
Más bien se trata de cuál es el objeto de ese compromiso u obediencia, y Pablo nos presenta dos únicas opciones al
llegar a este punto. Podemos escoger ser esclavos del pecado, lo que lleva a la muerte, o podemos escoger ser
esclavos obedientes de las enseñanzas de Cristo. Es casi como si estuviera diciendo: "Eso es todo. Estas son las
únicas opciones cuando se trata de comprometerse. Pueden escoger o a Cristo o al pecado. No hay términos
medios." Por consiguiente, Pablo no permite el aparente término medio de la falta de compromiso. Más bien
alienta el compromiso con una opción o con la otra. Es obvio que plantea que la elección correcta debe ser el
compromiso con Cristo.
Este es otro caso en que se presentan dos opciones. Uno puede escoger el compromiso con Dios o el
compromiso de no servir a Dios. Regresemos al Nuevo Testamento para analizar un segundo ejemplo.
En su segunda epístola Pedro escribe, entre otras razones, para advertir a las personas acerca de los falsos
maestros y profetas. Este es el tema fundamental en el capítulo 2. Luego de varias observaciones acerca de los
falsos maestros, hace un comentario acerca de la humanidad en sentido general en el versículo 19: "Les prometen
libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que
lo venció." Aunque en otros pasajes se presentan dos opciones con sus respectivas consecuencias, Pedro parece
estar sugiriendo un punto de partida similar pero que va más allá: Ustedes pueden ver el objeto del compromiso al
determinar quién o qué controla (esclaviza) a una persona. En este caso también el asunto no es si uno está
viviendo como una persona comprometida o no. Más bien, la preocupación parece ser con quién y con qué estoy
comprometido y, señala Pedro, uno puede determinarlo al observar el objeto o persona de dominio.

Se cuenta la historia de un hombre-anuncio que caminaba por las calles de Chicago con su cartel. Al acercarse a
este "anuncio caminante" podía leerse: "Soy un tonto por Jesucristo." Claro que eso provocaba risas y carcajadas de
mofa por parte de los espectadores. Pero luego, al pasar el hombre, el espectador podía leer en la parte de atrás
del cartel: "¿Por quién eres un tonto tú?" Silencio abrumador. Eso es lo que dicen esos versículos acerca del
compromiso. Todos nosotros, como personas comprometidas, somos el tonto de alguien, pero ¿de quién?.
¿Cuál es el costo del compromiso con Cristo?
Tener una respuesta clara en cuanto al asunto del compromiso i (sí, ¡estoy comprometido!) no es lo único que
resuelve el problema; todavía tengo que dar un paso más. Suponiendo que opte por comprometerme con Cristo,
¿qué repercusiones tiene eso? Como veo el asunto, el compromiso con Cristo es un acto de la voluntad que se basa
en mi conocimiento de Cristo y mi comprensión del costo que implica. Aunque sin duda, la opción de no
comprometerse a servir a Cristo tiene sus costos, nuestro Señor dijo claramente que servirle a Él también los tiene.
Analicemos algunos.
En Lucas 9:23-24, Jesús quiere tener la certeza de que sus discípulos estén conscientes de que esta obra de
servirle amenaza la vida potencialmente.
Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.
En los versículos 57-62 del mismo capítulo, Jesús pone en claro que servirle es un asunto de mayor urgencia que
tener un lugar donde dormir, un asunto de mayor importancia que hacer arreglos funerarios y de mayor
preocupación que las despedidas familiares. Luego concluye su enseñanza haciéndoles notar que el que está
comprometido con el servicio en el reino no mira hacia atrás: "Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el
arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios" (v. 62). Es obvio que Jesús quiere resaltar aquí que es muy alto
el precio de servirle.
Cristo desea y merece un compromiso total
Este asunto del compromiso cristiano no es cuestión de trabajo fácil, a media jornada, para el débil de corazón.
Cristo desea todo lo que tengo y todo lo que soy. Sus instrucciones aparecen en el Marcos 12:30-31:
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro
mandamiento mayor que éstos. Esta expectativa sugiere compromiso completo. No puede quedarme mucho para
mí si voy a amarlo como debo. Cristo me dice cuánto debo amarlo y además cuál de mis tantas y conflictivas
prioridades va primero. Luego se refiere a expectativas específicas que tiene para mi cuerpo físico:
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni
tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros
mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia
(Romanos 6:12-13).
Ese tipo de compromiso, un compromiso que reconoce a Cristo, no a mí, como hegemónico, difiere mucho del
tipo de compromiso contractual que analizamos al principio de este capítulo. En "contratos terapéuticos" el centro
de atención del compromiso está siempre en el ego: "¿Qué obtengo con esto?" "¿Me ayudará o al menos me hará
lucir bien?" "¿Estoy recibiendo lo que deseo?" Es obvio que el tipo de compromiso que Cristo exige de mí va
substancialmente en otra dirección. Como resultado, ese tipo de compromiso tiene que marcar una diferencia en la
forma en que yo guío y sigo.
Formas de evaluar mi compromiso con Cristo
Una cosa es hablar de mi compromiso con Cristo y otra muy distinta es probar ese compromiso o que sea
probado. ¿Cómo puedo hacer una comprobación de mi compromiso al intentar, con su ayuda, servir como líder?
Déjeme sugerir algunas evidencias de compromiso profundo con Cristo.
Viviré en contra de las costumbres del mundo. Permítame considerar esto desde dos perspectivas diferentes.
Quiero comenzar con Romanos 12:2:
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Aunque pudiera decirse más en cuanto a este asunto, será suficiente observar que al estar comprometido con
Cristo y como líder debo ser inflexible en mi búsqueda de una mente transformada y renovada, lo que es contrario
y nada conforme a las normas de este mundo.
Estaré preparado para sufrir persecución. Jesús lo dijo de esta forma: "Acordaos de la palabra que yo os he dicho:
El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado
mi palabra, también guardarán la vuestra" (Juan 15:20). Pablo hizo la siguiente observación: "Y también todos los
que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución" (2 Ti 3:12).
La persecución no parece ser un tema popular, al menos entre los cristianos de los Estados Unidos; sin embargo,
parece ser una evidencia del compromiso cristiano. En todas partes del mundo, hay cristianos comprometidos que
sufren diariamente por su fe en Cristo. Durante un viaje a Egipto, visité a muchos líderes cristianos que conocían la
realidad de estos versículos. La paradoja en este caso es que a veces tratamos de evitar toda persecución, la que
sirve para fortalecer la fe cristiana de muchos creyentes y hacerla fuerte y enérgica. Tal vez debamos orar para que
haya más persecución. Por lo menos debemos practicar la oración intercesora para que se fortalezcan y perseveren
los hermanos en la fe que alrededor del mundo sufren la persecución a diario.
Le concederé poco valor a las cosas materiales. Jesús no estaba en contra de que se hablara acerca del dinero. En
realidad, Él habló acerca de eso más que de ningún otro tema. Analice esta observación hecha por Ron Blue en su
libro Master YourMoney [Domine su dinero]:
De las treinta y ocho parábolas de Jesús, dieciséis tratan el asunto del dinero; en el Nuevo Testamento se dice
más acerca del dinero que del cielo y del infierno juntos; se habla cinco veces más acerca del dinero que de la
oración; y aunque hay más de quinientos versículos que tratan la oración y la fe, hay más de dos mil que se refieren
al dinero y a las posesiones.
No obstante, aunque El habló mucho acerca del dinero y las cosas materiales, Jesús nunca las consideró
importantes, sino como asuntos de menor cuantía y sin duda como algo que no es digno de preocupación. Por
ejemplo, Jesús les dijo a sus discípulos que no se preocuparan por la comida, la ropa ni el cuerpo: "Vosotros, pues,
no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud" (Lucas
12:29), y concluyó su instrucción haciendo esta radical observación: "Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos
bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque
donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (w. 33-34).

Gozosamente y de buena gana renunciaré a mis derechos personales. Esto es algo sumamente difícil en un
tiempo y en una sociedad en que se les concede un alto grado de importancia a los derechos personales. Algunos
estarían prestos a señalar, por ejemplo, que ni siquiera Pablo dudó en apelar a sus derechos como ciudadano
romano. No obstante, y a pesar de lo difícil que pueda ser, los derechos personales no pueden ocupar un lugar
primordial en la vida del líder cristiano.
Me interesaré en la vida de los demás. Interesarse de manera significativa en la vida de los demás es algo difícil
para muchos, particularmente para líderes "ocupados". Sin embargo, Jesús dijo que esa debía ser la regla y no la
excepción. Señaló que la evidencia frente al mundo de que eran sus discípulos sería el amor que los cristianos
mostrarían unos por otros. Lo dijo de esta forma en Juan 13:34-35: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis
unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis
discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros."
No me avergonzaré de Cristo ni de sus palabras. Quiero destacar lo que parece ser la clara enseñanza de Cristo
sobre este asunto en Marcos 8:38:
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del
Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles. En Egipto los
cristianos llevan tarjetas de identificación que a las claras señalan "cristiano". Y esa identificación puede causarles
hostigamiento de muchas fuentes, sobre todo si uno se ha convertido al cristianismo. Sin embargo, en América del
Norte, muchas iglesias han limitado su aplicación de ese versículo al "llamado al altar". Las personas que asisten "a
la iglesia" escuchan el recordatorio pastoral de que, si no están dispuestos a pararse frente a sus amigos cristianos,
que también asisten a la iglesia, están desobedeciendo este versículo, que seguidamente cita el pastor. Aunque en
esencia esta pueda no ser una mala aplicación del versículo, al parecer nuestro Señor está más preocupado porque
su nombre y sus palabras sean respaldados por personas que están comprometidas con Él frente a pecadores y
adúlteros. Eso no se parece a lo que ocurre en la congregación de la iglesia local. En vista de que la enseñanza de
Cristo al respecto aparece en el mismo pasaje de Lucas que presenta la necesidad de "negarse a sí mismo", el
mantener este testimonio que no se avergüenza del amor por Cristo frente a un mundo de paganos que nos
observan parece ser una evidencia clara del compromiso con Cristo.
Resumen
El compromiso es un concepto dinámico y progresivo. El foco de atención para los discípulos estaba en el
crecimiento cristiano, no en la inercia. El proceso de "dar mi todo a Cristo, tal como lo conozco", es un ejercicio
dinámico y la experiencia tiene que ser de primera mano, no vivida por medio de otros.
Como dijera al respecto mi esposa Marylou: "Muchos líderes viven del pan duro. Es interesante que incluso un
líder desnutrido puede impulsar el reino..." Pero hay peligros y fallas.
Por mi compromiso con Dios, deseo que mi relación con El sea continua y dinámica. De otra manera, perderé
rápidamente el foco del liderazgo.

22
Liderazgo y obediencia
DIGÁMOSLO DE UNA MANERA SENCILLA: la obediencia no es una expresión "políticamente correcta". Los que
son parte del grupo de "líderes" se amparan en versículos como Hebreos 13:17: "Obedeced a vuestros pastores, y
sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con
alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso." Sin embargo, para los que son parte del grupo de
"seguidores", la palabra tiene un tono peyorativo. Para ellos, obediencia sugiere imágenes de un rígido capataz con
peones encogidos de temor frente a su presencia. Cuando se añade el adjetivo "ciega" como calificativo de la
obediencia, la imagen negativa se vuelve aun más intensa. La palabra "obediencia" sugiere la existencia de uno que
da las órdenes y uno que las obedece. Sugiere la existencia de una autoridad mayor, y en nuestra era de luces
donde nos rigen conceptos tales como gobierno o administración participativa, no aceptamos con agrado las
órdenes, solamente las sugerencias y las indicaciones. Obedecer, por lo tanto, es bastante difícil. Obedecer sin
discusión o "ciegamente" saca a la luz todos los resentimientos y las resistencias culturales que quedan en
nosotros.

La definición de obediencia
El diccionario define "obediencia" en estos mismos términos: "acción o práctica de obedecer; acatar sumisa o
resignadamente; esfera de autoridad, cuerpo de personas, etc., sujetas a alguna autoridad en particular, sobre todo
eclesiástica". En una sociedad que se esfuerza por un enfoque igualitario en muchos aspectos, la obediencia no es
un concepto fácil de debatir, mucho menos de practicar. El típico comentario en la Escuela Dominical de que "las
mujeres deben obedecer a sus maridos" no alivia en nada nuestras inseguridades o ansiedades.
Cuando consideramos el concepto de obediencia, vienen a la mente de inmediato un par de pasajes bíblicos. Uno
es el versículo de Hebreos mencionado antes en este capítulo. El otro es: "Hijos, obedeced en el Señor a vuestros
padres, porque esto es justo" (Ef 6:1). Este último versículo se ha marcado con más fuerza en mi mente producto de
su empleo frecuente durante los días de mi niñez.
Seamos sinceros: Los líderes tenemos la tendencia a poner en práctica la idea de la obediencia selectiva. Por
ejemplo, cuando creemos que nos conviene que otros practiquen la obediencia, entonces pensamos que la
obediencia es un gran concepto. Por ejemplo, los padres creen que es bueno que sus hijos obedezcan. Los hombres
de negocio esperan que se cumplan al pie de la letra los términos de un contrato, ya sea para la compraventa de
una casa o de un auto, o de un acuerdo de arrendamiento. Los jueces pueden esperar lógicamente que se
obedezcan las cláusulas de una orden judicial. Los médicos esperan que sus pacientes obedezcan sus
prescripciones. Siempre se supone que los choferes obedezcan las leyes del tránsito, entre ellas el límite de
velocidad. Y el jefe militar puede esperar que sus órdenes se sigan y se cumplan.
En resumidas cuentas, es probable que casi todos estaríamos de acuerdo en que obedecer es algo bueno. En
realidad, es difícil imaginar cómo pudiera funcionar correctamente una sociedad sin algún tipo de compromiso por
parte de su ciudadanía a practicar la obediencia. No obstante, para quienes desean diligencia en su andar con Cristo
y en su liderazgo, la obediencia es un concepto difícil.
Por qué el líder debe aprender la obediencia
Para el líder, las Escrituras tienen mucho que decir acerca de la obediencia. Aunque con facilidad podemos ver la
importancia de la obediencia en las esferas que acabamos de enumerar, de alguna manera perdemos de vista el
hecho de que, como hijos del Rey celestial, se nos llama a reflejar la obediencia en nuestro estilo de vida. Debemos
considerar y llevar una vida cristiana obediente.
Jesús identifica este asunto con toda claridad en los Evangelios, particularmente en el Evangelio según San Juan,
donde dice: "Si me amáis, guardad mis mandamientos... El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que
me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él" (14:15, 21). Estos
versículos sugieren directamente o por inferencia, las siguientes ideas: El mide mi amor a El, más por cómo actúo
que por lo que digo; caminar en obediencia a sus mandamientos vale más que la simple retórica espiritualizada; y
soy lo que hago, no lo que creo.
Es en este último punto que muchos cristianos tropiezan con dificultades, pues muchas veces hemos puesto
nuestro "hablar" en lugar de un obediente "andar". Nos hemos impresionado tanto con nuestro lenguaje
teológicamente correcto que hemos pasado por alto la preocupación de Dios por nuestra obediencia a sus
mandamientos e instrucciones.
No estoy abogando en contra de la precisión en el empleo del lenguaje teológico. Lo que estoy diciendo más bien
es que un hablar correcto que no concuerda con un actuar igualmente correcto no parece tener mucho valor en la
evaluación de nuestro Señor. La frase de que debemos "predicar la Palabra siempre, y si fuera necesario hacer uso
de la palabra", dice mucho sobre este punto.
Cristo aprendió la obediencia.
Es importante observar que Cristo aprendió la obediencia. Echemos un vistazo, por ejemplo, a Hebreos 5:7-9:

Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de
la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y
habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen (cursivas
añadidas). El texto señala que Cristo aprendió la obediencia como Hijo mediante el sufrimiento, y fue hecho
perfecto. Como resultado, se ha convertido en la fuente de vida eterna "para todos los que le obedecen". Casi
todos preferiríamos estar al mando y "exigir obediencia" a nuestras expectativas. Es aun más difícil aprender y
practicar la obediencia de acuerdo con las órdenes y expectativas de otros. No obstante, debemos aprender si
queremos seguir y guiar lealmente.
Cristo practicó la obediencia.
Nuestro Señor no sólo aprendió la obediencia, Él practicó la obediencia. Aunque vienen a nuestra mente varios
pasajes bíblicos que enseñan este punto, uno de mis favoritos es Filipenses 2:5-11, un pasaje que hemos
considerado con anterioridad. Debemos observar que aunque este texto está dirigido a "todos los santos" que
están en Filipos, Pablo hace aclaración especial de que "todos los santos" incluye a los obispos y a los diáconos
(1:1).
Así que él pudo muy bien haber comenzado el versículo 5 de esta manera: "Escuchen todos ustedes los santos,
incluso ustedes los 'líderes', los diáconos y obispos. Su actitud debe ser la misma de Cristo." Pablo no emplea
términos medios como "similar" o "parecida" al describir la actitud de Cristo. Más bien, pone en claro que nuestra
actitud debe ser "la misma" que la de Jesucristo. Esa es una norma sumamente elevada. Y en una sociedad
caracterizada por "mis derechos" esa norma es sumamente difícil. Pero es la norma bíblica.

De un modo conmovedor y maravilloso Pablo nos cuenta una vez más esa historia de Cristo. Aunque El era Dios,
no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse. Más bien se humilló a sí mismo y "por obediencia fue a la
muerte, a la vergonzosa muerte en la cruz" (2:8, VP). Qué ejemplo y modelo tan poderoso para el líder que lucha
con la sumisión y la obediencia.
El llamado bíblico a la obediencia
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento arguyen que la obediencia a los mandamientos de la Biblia es parte
esencial del estilo de vida bíblico. En realidad, en ciertos aspectos, uno pudiera sostener la opinión de que las
Escrituras se preocupan por el concepto de obediencia.
Algunos han afirmado, correctamente a mi juicio, que la decisión más trascendental de los cristianos es la de ser
o no fieles en su obediencia a los mandamientos de las Escrituras.
Hago énfasis en este asunto de la obediencia por varias razones. Muchas veces debido a mi obediencia selectiva
en lo relativo a cuestiones "no espirituales", tiendo a asumir una actitud similar respecto a las espirituales.
Digámoslo de una manera sencilla: esto me hace un pésimo discípulo del Cristo viviente. Además de eso, si yo sigo
selectivamente sólo aquellos mandamientos de las Escrituras que deseo, y alego que todos los demás son
opcionales o innecesarios, no seré el líder que Él quiere que yo sea. Así que la desobediencia tiene un efecto
negativo tanto en mi capacidad para guiar como en mi capacidad para seguir. Hay muchos ejemplos de esto en la
Biblia.
Samuel y Saúl (1 Samuel 15:1-23)
En este pasaje el escritor pone en claro dolorosamente que las prácticas religiosas no son un sustituto de la
obediencia al claro mandamiento de Dios. Aunque Saúl tenía razón al querer ofrecer un sacrificio al Señor antes de
ir a la batalla, previamente se le había dicho que él no era quien debía ofrecerlo. No obstante, Saúl se adelantó y
ofreció el sacrificio... y eso le costó el reino.

Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras
de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los
carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú
desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey (w. 22-23).
El error de Saúl al no obedecer la Palabra del Señor tuvo un efecto devastador en su capacidad para guiar. No fue
un buen discípulo y eso le costó la oportunidad de guiar.
Moisés y los hijos de Israel (Dt 5:1, 29; 6:1-3; 8:1)
En estos pasajes, Moisés está recordándoles a los hijos de Israel lo que debían conocer en cuanto a su relación
con Dios ahora que comenzaban su nueva vida en la Tierra Prometida. Aunque los mandamientos que Moisés
estableció eran específicamente para los israelitas, vemos con toda claridad el interés de Dios en la necesidad de
que el pueblo sea obediente a sus mandamientos.
Dios e Israel (Isaías 29:13-14; Amos 4:4; 5:21-23)
Estos pasajes se dirigen una vez más al pueblo escogido de Dios. En Isaías, Dios llama la atención a su pueblo, ya
que éste afirmaba que le pertenecía y no obstante seguía practicando la desobediencia. Específicamente menciona
su preocupación por la adoración que ellos le ofrecen y el hecho de que su temor de Él "no es más que un
mandamiento de hombres que les ha sido enseñado" (Isaías 29:13).
La preocupación específica de acuerdo con las referencias de Amos es que al parecer el pueblo pensó que, si
seguía determinadas prácticas religiosas (si, por ejemplo, ofrecía frecuentes sacrificios a Dios, diezmaba con
regularidad y tenía un programa de música de primera), estaría honrando al Señor. Pero aquí las Escrituras ponen
en claro que el ocuparse en esas otras actividades, al parecer correctas en sí mismas, cuando Dios quería corazones
puros y obedientes a sus otros mandamientos, era no sólo inadecuado sino también inaceptable.
La tentación de Jesús (Mateo 4:1-4)
En este pasaje, el diablo se acerca a Jesús, quien está hambriento luego de haber ayunado cuarenta días, y le
sugiere la forma en que debía obtener comida (convirtiendo las piedras en pan). Jesús respondió con un fuerte "no"
y luego reafirmó la importante función que desempeña la obediencia proporcionando "verdadero" sustento para la
vida: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (v. 4). Jesús deja bien claro
que la obediencia a la Palabra de Dios es de importancia fundamental para la vida misma. En realidad, es más
importante que el alimento físico.
Las bienaventuranzas (Mateo 5:3-20)
En este fragmento del Sermón del monte, Jesús pone en claro que quiere algo más que simplemente hablar
acerca de los mandamientos de la Biblia. Los grandes en el reino de los cielos son quienes ponen en práctica esos
mandamientos. Nuestro Señor quiere más que una simple apariencia exterior de rectitud, algo en lo que al parecer
los fariseos eran muy buenos. Los discípulos de Cristo deben practicar la rectitud interior, algo que los seres
humanos no podemos ver, pero que es muy visible a los ojos de Dios.

Juzgar a los demás (Mateo 7:21-22)


Una vez más Jesús advierte a sus oyentes que se cuiden de los "religiosos" que hablan acerca de Dios pero no
ponen en práctica sus mandamientos. Fíjese en sus palabras: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (v. 21).
Estos versículos, y docenas más a lo largo de las Escrituras, dejan bien claro que la desobediencia a las Escrituras
nunca es una opción para el líder. Ya sea dando respuesta a la junta directiva o a cualquiera de los miembros de una
organización, el punto de comienzo no es "así dice la gente" o "así dice la junta", sino "así dice el Señor". Y el
sentido que le doy a esta perspectiva de "así dice el Señor" es que esto no debiera ir en contra de la revelada
"Palabra de Dios". Como líder, una vez que me he sometido a la obediencia al Padre celestial, lo lógico es que debo
ser una persona que oiga y haga la Palabra.
Obediencia en las organizaciones
Pongo el requisito de "así dice el Señor" por varias razones. En primer lugar, donde personas que dicen creer en
Cristo se juntan en una corporación para trabajar por un salario bajo las condiciones y los términos impuestos por
una autoridad externa o por la propia organización, cada uno de los que participan en la asociación se ha sometido
a una autoridad (espiritual) superior e implícitamente ha estado de acuerdo en ser quien acata las órdenes. La
fuente final de dirección en cuanto a cómo tratar los unos con los otros en las organizaciones cristianas es,
entonces, las Escrituras.
Debe transmitirse una expectativa funcional a todos los niveles de una organización cristiana, que debe ser algo
así como esto: "Tratamos de dirigir esta organización basados en principios bíblicos. Cuando nos vea haciendo algo
que parezca ir en contra de las claras enseñanzas de la Biblia, usted tiene la responsabilidad y la obligación de
señalárnoslo de modo que podamos corregir el error." No hay otra manera mejor de comunicarles a todos en la
organización la respuesta al asunto de la obediencia suprema. Todos estamos llamados a ser obedientes, ante todo,
a El.
Esto nos lleva a una segunda consideración acerca de un compromiso con una perspectiva de "así dice el Señor"
dentro de la organización: dicha perspectiva no se alcanzará con el aislamiento ni con la exclusión del
discernimiento de otros creyentes que participan en la asociación. Muchísimas veces los líderes en la práctica
afirman que sólo ellos tienen "línea privada" con Dios y que Él deja a todos los demás incomunicados. En realidad,
ese tipo de líderes considera una falta de respeto y una insubordinación el simple hecho de poner en tela de juicio
la revelación privada del líder.

Mi experiencia es exactamente lo contrario. En realidad, he descubierto que cuando alguna acción es del Señor,
por lo general será confirmada en el corazón de otros mediante el mismo Espíritu Santo que la ha puesto en el mío.
Dando por sentado la presencia de madurez espiritual en las personas que trabajan con uno, sería terrible tomar
una decisión radical que no tenga la confirmación, el apoyo o siquiera la conformidad del resto de los hermanos de
la organización.
¿Significa eso que el líder no debe tomar ninguna decisión hasta que todo el mundo concuerde con la opción
recomendada? Claro que no. Lo que esto significa es que por lo general habrá un apoyo mayoritario, sea cual fuere
la forma en que se determine ese nivel de apoyo por cada decisión tomada. Note que no dije: "de acuerdo con"
sino "de apoyo por". Rara vez todo el mundo está de acuerdo con cada una de las decisiones tomadas en una
organización.
¿Hay momentos en que el líder debe decidir que se haga algo que no tiene el apoyo de los demás miembros de la
organización? Es probable, suponiendo que la acción que se prevé no va en contra de las claras enseñanzas de la
Biblia. Pero esto debe suceder sólo en limitadas ocasiones. Este enfoque obliga a todos a escuchar el "así dice el
Señor".
En resumen, el modelo bíblico para la obediencia les comunica a todos claramente que, tanto para "el que acata
las órdenes" como para "el que da las órdenes", hay una norma más elevada a la que todos debemos estar atentos.
Y esa norma es la realidad y la necesidad de todos los que dicen ser cristianos, tanto los líderes que son seguidores
como los seguidores que son líderes. Ambos necesitan profesar y poner en práctica las claras enseñanzas de la
Biblia. Sencillamente no hay la opción de que el líder desobedezca esa norma.
Además de eso, apegarse a esa norma, si se toma en serio, proporciona un tipo de protección para todos los
demás que se encuentran participando en la asociación, sin tener en cuenta su rango o función. Porque cuando
como líder declaro públicamente mi lealtad a Cristo y mi disposición de ser obediente a las enseñanzas de la Biblia,
estoy en esencia diciendo que voy a permitir que las Escrituras gobiernen mi forma de actuar hacia los demás en la
organización. Esto implica que, por ejemplo, renuncio a mi derecho a actuar arbitraria y caprichosamente dentro de
la organización. Pero ¿cómo conocer las normas a las que debo comprometerme? Dicho de otra manera, ¿cómo
puedo ser obediente a los mandamientos de Dios que influirán en mi forma de actuar dentro de la organización si
no sé cuáles son esos mandamientos? En realidad, si la ignorancia es una dicha, ¿no sería mejor no conocer los
mandamientos bíblicos para no tener que obedecerlos?
Por supuesto que la respuesta depende de la magnitud con que quiero comprometerme seriamente con Cristo.
Parece poco creíble que, por una parte, vaya a decir que quiero ser un fiel y obediente discípulo de Cristo, y por la
otra argumente que, si no conozco el tipo de expectativas bíblicas que las Escrituras tienen para mí como líder,
entonces no necesito obedecerlas.
Aprender y poner en práctica la obediencia
Como señalamos anteriormente, Jesús aprendió y practicó la obediencia. También debemos hacerlo nosotros.
Sin embargo, la obediencia requiere un objeto, un principio o un mandamiento. No puedo obedecer algo que no
conozco. Por eso los líderes que dicen creer en el nombre de Cristo deben participar en un continuo proceso de
estudio bíblico: conocer mejor a Dios.
Un proceso que me ha resultado muy útil en lo personal en lo que se refiere al estudio de las Escrituras es
hacerme tres preguntas acerca del pasaje que estoy estudiando. En primer lugar, ¿cuál es el deseo de Dios para el
cristiano? En segundo lugar, ¿cómo es mi vida en comparación con las expectativas bíblicas que aparecen en el
pasaje? Esto conduce lógicamente a la tercera pregunta: Para situar mi vida en conformidad con las Escrituras, ¿qué
debo cambiar? Este proceso de conocer lo que Dios desea de mí y luego hacer los ajustes adecuados para
conformar mi vida a sus deseos es lo que significa crecer en Cristo.

Hace varios años entrevisté a un candidato a ocupar un puesto como miembro del personal administrativo. Tal y
como es mi costumbre, le pedí que me hablara del crecimiento de su compromiso con Cristo. Su respuesta, y ya he
hecho referencia a esto con anterioridad, fue simple y profunda: dar mi todo a Cristo, tal como lo conozco. Una vez
que he invitado a Cristo a entrar en mi vida, al conocerme mejor y llegar a conocerlo mejor a El, sigo dándole más y
más de mí. Ese proceso dinámico es esencial para un liderazgo eficiente.
Obediencia absoluta
Debemos evitar a toda costa las trampas de la obediencia parcial o incompleta. Una y otra vez las Escrituras
recogen ejemplos que ilustran los resultados de la obediencia y la desobediencia. Me parece que el punto está
claro. Dios quiere completa obediencia a aquellas cosas de las que ha comunicado sus normas o expectativas. De
seguro habrá consecuencias negativas para cualquier actitud inferior a esas normas.
Obedecer a nuestro Señor es a menudo algo difícil; sin embargo, es esencial para ser un buen discípulo y líder. En
realidad, constituye el corazón y el alma del liderazgo.

23
La necesidad de que el líder ore
EN SU PROVOCATIVO ARTÍCULO: "La tiranía de lo urgente", Charles Hummel cita a P.T. Forsyth como sigue: "El
peor pecado es la falta de oración." Hummel señala: "Por lo general pensamos en el asesinato, el adulterio o el robo
como lo peor. Pero la raíz de todos los pecados es la autosuficiencia, la independencia de Dios. Cuando no
esperamos en oración por la dirección y fortaleza de Dios, estamos diciendo con nuestras acciones, si no con
nuestros labios, que no lo necesitamos." Aunque pudiéramos refutar la caracterización de Forsyth al decir que la
falta de oración es el "peor pecado", nadie puede negar que es indispensable que el líder sea una persona de
oración.
Los líderes cristianos del pasado han manifestado repetidas veces la importancia de la oración para el cristiano
que dirige. "Andrew Murray preguntó: ¿Cuál es la razón por la que miles de obreros cristianos no tienen una mayor
influencia en el mundo? Nada más que esto: la falta de oración en su servicio... La causa de que no exista una
poderosa vida espiritual es únicamente el pecado de la falta de oración." E.M. Bounds escribió: "Mucha oración, esa
es la señal y el sello de los grandes líderes de Dios. [Un líder] debe ser ante todo un hombre de oración. Su corazón
debe graduarse en la escuela de la oración... No hay aprendizaje que pueda compensar un fracaso en la oración."

Duewel lo dice de esta manera: "El fundamento sobre el cual se edifica todo ministerio y liderazgo es su vida de
oración. Su liderazgo nunca será de mayor importancia que sus oraciones. Un liderazgo eficiente requiere mucho
más que la oración, pero no hay liderazgo que pueda ser eficiente sin mucha oración.... Cuando el líder es una
persona de oración y sus seguidores también lo son, todo será bendecido." "La oración es el fundamento de
cualquier ministerio que uno pueda tener... La vida de oración de muchos líderes cristianos es inadecuada para el
ministerio que están tratando de llevar." Los apóstoles decidieron dedicarse a dos cosas: "Y nosotros persistiremos
en la oración y en el ministerio de la palabra" (Hechos 6:4). Duewel apunta: "Usted necesita una audiencia con Dios
antes de tener una audiencia con su propia gente. Entre en la presencia de Dios antes de presentarse ante ellos.
Hasta que usted no haya adorado con los serafines no estará listo para adorar con su pueblo. Sólo cuando usted
venga de la presencia de Dios podrá llevarlos a la presencia de Dios."
Definiendo la oración
Antes de proseguir, debemos definir lo que entendemos por oración. Leith Samuel ha definido la oración de esta
forma: "La oración no es un intento de cambiar la voluntad de Dios. La verdadera oración es la comunión con Dios:
mediante ésta expresamos nuestra confianza en Él, buscamos conocer su pensamiento respecto a las decisiones de
la vida, someternos a su voluntad, resistir en su nombre los esfuerzos del maligno por frustrar los propósitos de
Dios en los seres humanos." Alguien señaló esto acerca de la oración: "En nuestra comunicación con Dios debe
haber tiempo tanto para escuchar como para hablar. En primer lugar Dios nos habla a través de las Escrituras. Le
hablamos a Dios mediante la oración."
Biehl y Hagelganz también nos dan algunas ideas útiles respecto a la oración: "En términos directos, la oración es
simplemente hablar con Dios, y cuanto más sencilla sea la conversación, tanto mejor. En otras palabras, la oración
es conversar con Dios" (cursivas añadidas). El énfasis está tanto en la conversación (qué comunicamos y cómo lo
hacemos) como en la divina Trinidad (la persona con quien nos comunicamos). Para estos escritores la oración es
más que palabras, es una "profunda expresión del alma".
Biehl y Hagelganz también ven la oración como el acto de escuchar "mientras Dios nos habla". Tal es así como
ellos indican que la meditación puede ser parte importante de la oración. Además, sugieren que la oración es
decirle a Dios: "Así sea", y observan que la palabra amén es "realmente una palabra bíblica de afirmación en la
creencia de que Dios ha escuchado nuestra oración .
El resto de este capítulo se concentra en la importancia de la oración en el liderazgo. Comenzaremos analizando
las razones por las cuales la oración no se busca más diligentemente. Luego revisaremos brevemente lo que implica
la oración, destacando en especial el papel de la oración en la vida de Jesús. También repasaremos la práctica de la
oración como se ve en otras partes de la Biblia. Concluiremos sugiriendo cómo nosotros, como líderes, podemos
participar más en la oración personal. Es importante decir desde el principio que escribo estos párrafos desde la
perspectiva de uno que tiene mucho que aprender acerca de la oración y de orar. Estas palabras, por tanto, reflejan
lo que estoy aprendiendo acerca de la oración según el Señor me sigue enseñando.
Por qué no oran los líderes
La oración es un deber o una disciplina
Muchas veces la oración se presenta esencialmente como una disciplina espiritual o como un deber, como un
aburrido trabajo espiritual, algo así como un "tienes que hacerlo" espiritual. Como observa el profesor de Regent
College, James Houston: "Muchas personas tienen la impresión de que orar es simplemente otra cosa que
hacemos, al igual que otra de las tantas actividades con que atiborramos nuestra vida. Esa forma de pensar, que ve
a la oración como un interés o deber puede incitarnos a leer acerca de la oración exactamente del mismo modo
que lo hacemos con un manual acerca de cómo esquiar o coleccionar sellos de correo."
La oración es una prioridad inferior
Hay tantas otras cosas espirituales que hacer, tales como: meditar, ayunar y leer la Biblia. Hay muchas
necesidades familiares que satisfacer y además hay muchas exigencias profesionales en mis actividades diarias.
Todos tendemos a estar ocupados; casi siempre haciendo buenas cosas, y la oración se convierte simplemente en
un barco más que flota en el ya muy atestado mar de la ocupación y que es alejado cada vez más del puerto de las
cosas importantes de la vida.
La falta de oración como egocentrismo
En algunas partes del mundo hay un énfasis enfermizo en que se alcance la autosatisfacción y la potencialidad
personal. Eso lleva a una preocupación por sí mismo a costa de una comprensión adecuada del individuo en la
comunidad. El interés personal domina claramente por encima de cualquier sentido de interés común. Houston
señala que "semejante fe nos lleva a convertirnos a todos en Robinson Crusoes, cada uno en su isla desierta y
paradisíaca, viviendo de acuerdo con sus propias fantasías... La falta de oración es sencillamente parte de un gran
cuadro de la vida moderna, de estar solos en medio de una multitud."
Lamentablemente, esta independencia de otros nos lleva a una independencia de Dios. La autosuficiencia y la
dependencia de Cristo son conceptos que se excluyen mutuamente. Aunque la búsqueda de "mi potencialidad"
pueda ser una meta digna, el hecho de buscar mi satisfacción fuera de mi dependencia total de Cristo es lo que me
aleja de una vida activa de oración.
La oración como un espejo
Tal vez una de las razones por las cuales no pasamos mucho tiempo orando sea porque no podemos fingir
cuando oramos con sinceridad. Vernos de la manera en que Dios nos ve a veces puede asustarnos hasta lo más
profundo de nuestro ser. Además, como advirtiera Houston:
Conocernos a nosotros mismos es por lo general incómodo. Por eso tantas personas viven dentro de máscaras,
para evitar que otros descubran las verdades desagradables que ellos han descubierto acerca de sí mismos. Llegar a
conocernos no es halagüeño. Muchas veces evadimos lo que no nos gusta de nuestro interior al condenar a otros
por la misma debilidad. Es aquí donde la oración acaba con nuestras pretensiones. La oración es el espejo del alma
y en ella podemos vernos más claramente.
La comunicación con el Dios omnisciente impide nuestra transigencia con la pretensión. Él ve todo lo que
hacemos y conoce nuestros motivos. Ir a El en oración implica una gran sinceridad; y es nuestra incapacidad para
hacerlo así lo que a veces no nos deja disfrutar del poder transformador de la oración. Como vemos en Santiago
1:22-25, la Palabra de Dios puede servir de espejo para nosotros, cuando reaccionemos con sinceridad haciendo lo
que oigamos y veamos. Sin embargo, muchos nos negamos a mirarnos en el espejo o nos llevamos una imagen
desvirtuada de lo que vemos. Odiamos a los espejos porque nos reflejan tal como somos. Y muchas veces
abominamos lo que vemos. A menudo esto conduce a la falta de oración.
La oración como relación
Si hay una observación repetitiva que debo hacer acerca de la oración es esta: la oración fluye de nuestra
relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esto pone claramente al asunto de la oración en la posición de
"quiero o tengo el privilegio" en vez de en el lado de "tengo que o debo". Nada ha transformado más que esto mi
concepto acerca de la oración.

Para ayudar a explicar lo que quiero decir, primero quiero centrar nuestra atención en la relación que hay entre
el Padre y el Hijo, pues es en el contexto de esta relación que llegamos a comprender mejor la enseñanza de Cristo
sobre la oración. En segundo lugar, echaremos un vistazo a la relación entre el Hijo y sus discípulos.
Entre el Hijo y el Padre.
Cristo se consideró a sí mismo totalmente dependiente del Padre. A través de todo el libro de Juan, Jesús aborda
esa relación:
"Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino
lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente" (5:19).
"No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo;
y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre" (v. 30).
Esos versículos y muchos otros sugieren que Cristo estaba absolutamente determinado a hacer la voluntad de su
Padre en vez de la suya propia. Es probable que donde mejor se ilustre eso es en la oración de Jesús en Getsemaní,
poco antes de ir a la cruz. En tres ocasiones imploró al Padre que lo librara de tener que tomar de su copa. No
obstante, en cada ocasión, sometió claramente su petición a la voluntad del Padre.
Entre el Hijo y sus discípulos.
De la misma manera que Cristo y su Padre tienen una relación intensa, Cristo desea esa misma relación con
quienes lo siguen, ¡con nosotros! Podemos ver ese deseo de muchas maneras, y ante todo desde el punto de vista
de una expectativa general para los creyentes.
Cuando un maestro de la ley le preguntó cuál era el mandamiento más importante de la ley, "Jesús le dijo:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento" (Mateo 22:37-38). Aunque haya otras enseñanzas en este versículo, enseña el deseo de Cristo de
una relación con nosotros. Además de eso, no sólo Él desea una relación con nosotros, sino que nos dice que
separados de Él no tendremos fruto alguno en nuestra vida:
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en
la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en
mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer (Juan 15:4-5).
La oración corno compañerismo
Llegamos a la conclusión de que, si vemos la oración como una relación, también la veremos como
compañerismo. En las iglesias estadounidenses tenemos la tendencia de ver el compañerismo como un tiempo
social entre creyentes, algo asociado con comida y refrescos. Aunque considero que esto es parte importante del
compañerismo cristiano, definitivamente hay más que eso. Hace poco en una clase de la Escuela Dominical, se le
pidió a nuestro grupo de estudio que identificara formas clave en las que tenemos compañerismo con las personas.
Estos son algunos de los elementos que debatimos:
* Comunicación periódica en ambas direcciones, incluso hablar y escuchar;
* Interés genuino y demostrado hacia otra persona o personas; Presencia, es decir, estar físicamente con
otros —si fuera posible— en vez de acomodarnos sólo a cartas y llamadas telefónicas; " Comer juntos; y
* Compartir alegría y cargas.
Aunque el compañerismo pudiera incluir otros componentes, estas son algunas de las formas en que tenemos
compañerismo en el nivel humano u horizontal.
Las Escrituras también presentan una dimensión vertical de la comunión. Un buen ejemplo ilustrativo lo
encontramos en 1 Juan 1:3: "Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis
comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo." En realidad,
este versículo refleja ambas dimensiones de la comunión, la horizontal (con las personas) y la vertical (con el
Señor).
Entonces, de la misma manera en que deseamos comunión los unos con los otros, buscamos comunión con el
Padre. Sin duda El desea tenerla con nosotros. Buscamos comunión a fin de sostener nuestra "vida en Cristo". Y la
oración es una de las maneras en que nos comunicamos, y como consecuencia, tenemos comunión con el Padre.
La enseñanza de Jesús acerca de la oración
Mi interés aquí no es proporcionar una lista exhaustiva de las enseñanzas del Señor acerca de la oración, pero sí
quiero examinar varios pasajes clave, en particular el de Mateo 6.
Según la narración de Mateo, Jesús acababa de enseñar cómo las personas deben amar a sus enemigos: "Pero yo
os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por
los que os ultrajan y os persiguen" (5:44). Luego Jesús pasa a enseñar cómo las personas deben procurar hacer
obras de justicia, tratando primero el asunto de dar a los necesitados, luego la oración y por último el ayuno. Al
parecer su interés general es que no "exhibamos" nuestras obras de justicia.
Sobre el tema de la oración, Él parece tener varias preocupaciones. En primer lugar, advierte específicamente
contra la oración en público para ser visto por las personas. Un comentarista sugiere que esto representa el interés
de Cristo en que nos cuidemos de la "ostentación" en la oración. Más bien, parece animarnos a que practiquemos
la oración en privado ("entra en tu aposento, y cerrada la puerta"), sin adornos.
En segundo lugar, Jesús advierte contra las personas que emplean en sus oraciones "vanas repeticiones, como los
gentiles". Este mismo comentarista destaca que la preocupación de Cristo era por la "formalidad" innecesaria en la
oración, haciendo notar que la palabra griega que se traduce como "vanas repeticiones" significa "decir palabras sin
pensar o sin sentido".
Una tercera preocupación que Cristo tenía por la oración de las personas, era su falta de confianza en su Padre
celestial quien "sabe de qué cosas tenéis necesidad". Esta era otra razón, según parece, de por qué no había
necesidad de palabrerías o de usar palabras carentes de sentido.
Un efecto de estas observaciones preliminares acerca de la oración es que nuestra actitud al orar es de
importancia fundamental. Debo estar seguro de que mi corazón está "limpio". Al orar debo reconocer al Padre
como el dador de toda buena dádiva. Al orar debo ser cuidadoso de no emplear palabras con las que crea que voy a
manipular a Dios para que responda favorablemente a mis peticiones. Hacerlo así no serviría para nada porque Él
sabe todas mis necesidades antes que yo se las diga.
Examinemos ahora más de cerca las instrucciones de Cristo acerca de la oración que se encuentran en el Sermón
del monte, resaltando siete aspectos específicos.
Debemos orar a "nuestro Padre" (Mateo 6:9).
Aunque Él es mi Padre, no es sólo mío. Es necesario que las oraciones se dirijan a nuestro Padre. Jesús enseñó en
muchas otras ocasiones que el Padre es el que responde a nuestras peticiones: "En aquel día no me preguntaréis
nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará" 0uan 16:23). Y
cuando oramos debemos reconocer su santidad ("santificado sea tu nombre").
Debemos orar para que se haga la voluntad del Padre (Mateo 6:10).
Debemos reconocer la primacía del reino de Dios y pedir que su voluntad sea hecha en nuestra vida, "como en el
cielo, así también en la tierra". En resumen, cualquier cosa que pidamos debe estar en concordancia con su reino y
con su voluntad para nosotros. Con demasiada frecuencia ponemos énfasis en lo contrario al pedir que nuestros
deseos se antepongan a su reino. La enseñanza de Jesús se ejemplifica en la forma en que Él vivió su propia vida:
"Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú" (26:39b). Debemos
siempre armonizar nuestras peticiones con su voluntad para nosotros.
Debemos pedir a nuestro Padre que cuide de nuestras necesidades diarias (6:11).
Comenzamos nuestras peticiones pidiendo por el pan nuestro de cada día. Esta instrucción claramente nos
permite pedirle cosas al Padre, en este caso, que supla nuestras necesidades diarias. Jesús vuelve a destacar este
enfoque "de cada día" más tarde cuando les dice a sus oyentes: "Así que, no os afanéis por el día de mañana,
porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal" (v. 34).
Debemos pedir a nuestro Padre que nos perdone (6:12).
Debemos pedir a nuestro Padre que nos perdone nuestras deudas o pecados como hemos perdonado a otros
que han pecado contra nosotros. La naturaleza de esta petición tiene que ver más bien con las necesidades
espirituales que con las físicas. Tiene que ver no sólo con la limpieza de mi propio corazón sino también del de
aquellos con quienes estoy relacionado en la comunidad. Esta petición denota la importancia de asegurarme de
que yo y los que trabajan conmigo servimos al Padre con una conciencia limpia, como es la voluntad del Padre. Más
adelante en ese mismo pasaje, Cristo subraya el enfoque en la comunidad con tal fuerza, que señala que no es
posible obtener perdón individual de parte del Padre si hemos elegido no perdonar a otros que hayan pecado
contra nosotros y que nos hayan pedido perdón (w. 14-15). El Padre quiere asegurarse de que tenemos un corazón
limpio y el perdón de los demás, antes que le podamos pedir perdón para nosotros mismos.
Debemos pedir a nuestro Padre su protección (6:13).
Debemos pedirle al Padre que nos proteja y nos libre de las tentaciones del maligno. Jesús nos recuerda que las
luchas de la vida incluyen más que nuestras necesidades físicas (el pan diario) o más que estar seguros de que
vivimos en una buena relación con los demás miembros de nuestra comunidad. Él nos recuerda que estamos
inmersos en una lucha por nuestra alma con las potestades espirituales. Recuerdo las palabras de Pablo en Efesios
6:12: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes."
Alguien describió el discipulado como compuesto por tres relaciones fundamentales: (1) dependencia de Dios; (2)
interdependencia de la gente; e (3) independencia de la cultura. Este tema de la oración cae evidentemente en este
punto de la dependencia de Dios. Si vemos la oración como una relación, si vemos la oración como presencia, y si
vemos la oración como comunión, entonces no la consideraremos limitada a ninguna ubicación determinada. En
otras palabras, al conocer de la promesa de Dios de su presencia con nosotros, la oración será un ejercicio continuo
de conversar y escuchar. No quedará relegado a algo que sólo hago en la iglesia o al principio de una reunión o de
una comida. Es muy natural, entonces, que la oración sea continua y creciente.
Eso no quiere decir que los cristianos no deban comprometerse en la disciplina de una oración sostenida y bien
enfocada, ya sea en privado o de acuerdo con otros. Ni quiere decir que las oraciones en público en la iglesia o en
las comidas sean incorrectas. En realidad, he sido llevado a la adoración por poderosas oraciones salidas de lo
profundo del corazón de otras personas.
Como líderes, debemos pensar en la oración como algo casi semejante a la respiración, y como parte natural de
una buena relación con el Padre celestial. Todos los líderes han tenido la experiencia de estar tan sobrecargados
con el peso del liderazgo que ha sido absolutamente esencial la ayuda del Espíritu Santo mediante la oración. En
este contexto, la oración como una relación, y como comunión entre nuestra alma y el corazón de Dios, tiene todo
el sentido del mundo. Es necesario que esta sea la base y el fundamento sobre el que se edifica el liderazgo
eficiente.

24
Restauración espiritual, avivamiento y liderazgo
QUE ES la restauración espiritual? ¿Tiene alguna relación con la renovación personal del líder? ¿Cómo logran los
líderes "traer" avivamiento, si es que lo hacen? Estas son las preguntas que trataremos de responder en este
capítulo.
Desde varias perspectivas veo una relación muy estrecha entre renovación personal y restauración espiritual.
Aunque podemos hacer mucho para preparar el camino tanto para la renovación personal como para el
avivamiento personal (a lo largo de este análisis intercambiaré el empleo de los términos "restauración espiritual" y
"avivamiento"), al fin y al cabo son los resultados del Espíritu de Dios obrando en nosotros y produciendo los frutos
que El desea. Sin embargo, sigo convencido de que la renovación personal puede hacer mucho para posibilitar un
avivamiento.
Por ejemplo, todos tendemos a ser atrapados por la rutina de cada día. Deseamos que nuestra vida permanezca
sin sufrir cambios. Sin embargo, los cambios significativos en nuestra vida producen un contexto en que pueden
ocurrir cambios positivos: "No es raro descubrir que los cambios significativos en la vida —el matrimonio, mudarse
a otra ciudad, un cambio de trabajo— interrumpen el ritmo de nuestra vida y nos revelan de forma repentina hasta
dónde hemos sido prisioneros de la cómoda red que habíamos tejido a nuestro alrededor.... No nos damos cuenta
de que hemos estado presos hasta después que estamos fuera."
En momentos como esos es que estamos en nuestro punto para la restauración y el avivamiento espirituales.
Nuestra necesidad de restauración y avivamiento espiritual
Conozco pocos líderes en organizaciones cristianas que no necesiten un avivamiento. Conozco pocas
organizaciones cristianas (me refiero a las personas que están en ellas) que no se beneficiarían con un avivamiento.
Todo el que conoce a Cristo debe aspirar a vivir de la forma que Cristo quiere. Aunque casi todos estamos de
acuerdo en un inicio con este señalamiento, pudiéramos al final tener algunas reservas al hacer un compromiso
más serio con relación al avivamiento, porque no estamos seguros de que Dios nos está pidiendo que lo hagamos.
La restauración espiritual puede ser bastante riesgosa.
No obstante, las Escrituras muestran un marcado interés en el avivamiento o restauración espiritual. En ningún
lugar puedo encontrar un pasaje bíblico en el que Dios sea indiferente a la condición espiritual de una persona. Más
bien, vemos a un Dios trabajando activamente para atraer a las personas hacia El tanto para la comunión como
para el servicio. Sus prioridades para nosotros parecen ser primero, santidad y luego, obrar con resultados para su
gloria. El quiere una vida nueva y crecimiento, e irnos podando constantemente para lograrlo. Si fuera necesario, El
puede dar vida a unos huesos secos (Ez 37) para consumar sus propósitos. Él desea que entre sus seguidores haya
reflejo de vida santa y unidad. Él quiere vidas santas porque de ese modo reflejamos su carácter, y quiere unidad a
fin de mostrar en la tierra lo que existe en el cielo (Jn 17:23; Ro 15:5-6; Sal 133; Fil 2:1-2).
En segundo lugar, nuestro Señor sabe que no seremos capaces de cumplir con su plan, ya sea de modo colectivo
o individual, sin llegar a formar parte del cuerpo viviente de Cristo. Como Jesús mismo dijo, "porque separados de
mí nada podéis hacer" 0uan 15:5).

En tercer lugar, Dios quiere personas con un carácter santo. Él se preocupa por las cosas que no se ven, aunque
tendemos a concentrarnos sólo en las cosas que otros pueden ver. Lo que es peor, nunca alcanzamos un éxito
completo al tratar de cubrir esas cosas que no se ven. Cada uno de nosotros tiene un arca donde almacena cosas en
su corazón; Dios conoce lo que hay en ella y al desbordarse, será del conocimiento de otros con el tiempo. Como
dice la Biblia: "El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de
su corazón saca la malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca" (Lucas 6:45). Nuestro Creador, el
Señor es el juez y el que "discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Heb 4:12).
En cuarto lugar, y como hemos visto, Él quiere líderes y seguidores obedientes que sean modelos y mensajeros
fieles de la necesidad de restauración espiritual. En este sentido pienso en Jonás y destaco algunos elementos clave
en su historia. Dios quería que Jonás fuera (1) un siervo obediente, (2) que estuviera dispuesto a dar un mensaje de
buenas nuevas (3) a un público hostil. Además de eso, (4) la negativa de Jonás a dar el mensaje tuvo consecuencias
negativas no sólo para las personas a quienes estaba destinado, sino también para el reticente mensajero. Aunque
inicialmente el pecado de Jonás fue la desobediencia a una orden muy clara de Dios, lo más probable es que él no
lo viera como pecado de la misma manera en que veía la maldad de los asirios, el pueblo al que había sido enviado
con el mensaje. ¿Por qué? Porque hizo lo que hacemos frecuentemente... categorizar el pecado.
Las listas cristianas de pecados
Una de las dificultades para la restauración espiritual es nuestro fracaso al tratar, objetiva y luego
subjetivamente, con el asunto del pecado. El pecado no es un tema popular para un sermón y cuando se trata, por
lo general sólo se mencionan los pecados realmente "malos".
Una maldición del cristianismo contemporáneo es que hemos creado listas de pecados aceptables e
inaceptables. Los pecados socialmente aceptables incluyen el orgullo, las divisiones, el chisme y cosas por el estilo,
mientras que los pecados socialmente inaceptables incluyen el abuso del alcohol y la drogadicción. A menudo
nuestras listas de "pecados" muestran una relación de mandatos y prohibiciones que decrece rápidamente. ¿Por
qué algunas personas se sienten más cómodas "empujando los límites" de todas las cosas que pueden hacer a
pesar de ser cristianos, en vez de seguir aquellas acciones que "den mayor honor a Dios"? Digo esto sabiendo que
yo mismo he sido a veces culpable de semejante forma de pensar.
Otro problema con las listas de pecados es que logran que nos concentremos en la lista en vez de en la santidad
de Dios. El escritor de Hebreos señala que el maduro espiritualmente es el que ha aprendido a discernir entre el
bien y el mal (5:14). Sin embargo, por su naturaleza, las listas no requieren mucho discernimiento espiritual.
Lamentablemente, y como destaca Elisabet Elliot, "así dice la junta" a veces adquiere un valor cultural cristiano
mayor que "así dice el Señor." ¿Pudiera ser que nuestro legalismo espiritual, y su habitual compañero, las listas de
pecados, nos hayan llevado lejos de la santidad porque hemos sustituido la santidad divina con el cumplimiento de
una lista?
John "White y Ken Blue nos dan sus listas de tendencias pecaminosas, hábitos a los que no acostumbramos a
llamar pecados. Es una lista bastante extensa: pereza, glotonería, uso excesivo del alcohol, concupiscencia,
incredulidad, falta de oración, falta de bondad, chismes, materialismo, vanidad, orgullo, abandono del cónyuge y la
familia, ambiciones equivocadas, un sinnúmero de hábitos nocivos, espíritus de crítica, espíritus de queja, el estar
refunfuñando, carencia de franqueza cristiana, tendencias de manipulación, pequeños fraudes, mentirillas,
mentirotas, rencores, egoísmo, irresponsabilidad, vidas fantasiosas, los pecados sexuales. Ellos comentan:
No somos sólo ingenuos con relación al pecado; somos ciegos ante él. Y como iglesias también hemos llegado a
serlo porque somos mundanos y en nuestra ceguedad no vemos el pecado alrededor o dentro de nuestra condición
tal y como es. Somos demasiado ingenuos acerca del carácter pecaminoso de los seres humanos, tanto dentro
como fuera de la iglesia. Acostumbramos a no ver el pecado que ocurre ante nuestras propias narices y cuando lo
vemos, reaccionamos con escándalo y consternación. No esperamos encontrar pecado porque no conocemos
nuestro propio corazón.
Gordon MacDonald también hace algunos comentarios interesantes acerca de nuestros esfuerzos para clasificar
los pecados como graves y no graves:
Es una tendencia humana, sin embargo, el desear destacar ciertas malas conductas que parecen ser peores que
otras. Lo hacemos porque son particularmente repugnantes para nuestra generación o porque percibimos que
tienen mayores consecuencias que otras. Y cuando las personas son denunciadas o confiesan culpa en esas
categorías, nos referimos a ellas como caídas. Pero la verdad es que todos somos personas caídas, hayamos sido
culpables o no de una de esas malas conductas mayúsculas.
Aunque escogería la palabra "pecado" para referirme a lo que él llama mala conducta, creo que es válido el
punto de vista de MacDonald. Cuando hablamos de la necesidad de restauración y avivamiento espiritual es
imprescindible que veamos el pecado desde la perspectiva de Dios, no desde la nuestra. Si sólo vemos el pecado
desde nuestra perspectiva, justificaremos nuestras faltas sin darle un significado terrible (particularmente cuando
comparamos nuestros pecados con los pecados de otros) y las hacemos permisibles por diversas razones. Pero si
vemos el pecado, cualquier tipo de pecado, como causante de una profunda brecha en nuestra comunión con el
Padre, haremos lo que sea necesario en busca de nuestra restauración con Él.
Dios quiere tener relación con nosotros y hará lo que sea necesario para restaurar esta relación. El hecho de que
no busquemos una profunda relación con Él es una seria denuncia de nuestra condición espiritual.
Debemos comenzar cada día con este examen escrutador de nosotros mismos, pidiéndole al Espíritu Santo de
Dios que identifique el pecado en nuestra vida. Y esa búsqueda diaria es en definitiva un asunto del corazón.
Entonces tenemos que enfrentarnos a ese pecado, primero verticalmente, siguiendo las indicaciones expuestas en
1 Juan 1:9, y luego horizontalmente, si ese pecado ha afectado a otras personas.
En el proceso de identificar el pecado, todos nos daremos cuenta de nuestra gran necesidad del perdón, de la
misericordia y de la gracia de Dios, así como del significado de versículos tales como Lamentaciones 3:22-23: "Por la
misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada
mañana; grande es tu fidelidad." Entonces tendremos motivos para celebrar su gran amor, su compasión, su
perdón y su fidelidad.
Directivas para la restauración espiritual
Como líder, Esdras poseía las cualidades necesarias para la restauración o avivamiento espiritual. ¿Cuáles son
esas cualidades?
Esdras fue fiel, obediente y leal a Dios
De algún modo tenemos una tendencia a pasar por alto esas cualidades. Después de todo, en cierto modo todos
somos personas comprometidas y nos esforzamos en nuestra devoción a Dios mientras tratamos de ser
obedientes. Muchas veces toda esa bienintencionada devoción permanece como algo personal y rara vez
encuentra expresión colectiva. Aunque hemos analizado con detenimiento la necesidad que tiene el líder de
cualidades interiores espirituales y lo adecuado de tenerlas, la expresión definitiva de esas cualidades internas en el
contexto de una organización debe llegar a ser visible para las personas.
Si usted es líder de una organización cristiana, ya sea pastor, presidente o director ejecutivo, debe estar más
preocupado por su vida de santidad (ya que Dios nos ve y nos conoce) que por su reputación ante las personas que
lo rodean. Henri Nouwen señala: "La pregunta no es: ¿Cuántas personas le tienen consideración? ¿Cuánto va a
alcanzar? ¿Puede mostrar algunos resultados? Sino: ¿Ama usted a Jesucristo?"
Vuelvo a aprender que la calidad de mi trabajo estará en gran manera determinada por el carácter cristiano de
mis compromisos interiores. Debo anhelar que mi amor a Dios sea mi llamado supremo. Los comentarios de
Ezequiel 22:30 reflejan tal vez una tragedia contemporánea aún pendiente: "Y busqué entre ellos hombre que
hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no
lo hallé."
Esdras reconoció el pecado de ellos y lo enfrentó
Para que ocurra la renovación o avivamiento espiritual, el pecado debe ser reconocido y enfrentado. Además,
aquí es donde tenemos que ser muy sinceros con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Vemos en Esdras
9:1-2 preocupación por el pecado de los líderes.
Algunos líderes se presentaron ante Esdras y le manifestaron preocupación con relación a que se habían violado
los mandatos antiguos que prohibían el matrimonio con personas de países paganos, y que los líderes y
funcionarios habían sido los primeros en esa infidelidad. Una vez que el asunto del pecado de los líderes estuvo
"sobre la mesa", ¿cómo lo enfrentó Esdras? En la respuesta de Esdras encontramos un tercer paso en el proceso de
restauración espiritual.
Esdras estuvo visiblemente triste por el pecado de ellos
Esdras se incluye en una respuesta, no de indignidad, sino de dolor y humillación pública delante del Señor. Él se
postró ante el Señor: "Yo estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde" (9:4). Su respuesta también
incluyó ayuno (10:6).
Hay varias razones por las que creo que la actitud de Esdras fue apropiada para un líder. Quiero sugerir sólo una.
Como líder, si primero me humillo delante de Dios antes de actuar, reflexionando tranquilamente en mi propia vida
y carácter, y en la naturaleza de una respuesta ulterior, esta es una forma de proteger mi intención y motivación.
Esto me asegura tanto la limpieza del corazón (personal) como la limpieza de las acciones (pública). Como ha
sugerido alguien, todos debemos estar alertas ante la realidad de que muchas de nuestras suposiciones sobre los
demás son estimuladas por el conocimiento de nosotros mismos.
Esdras oró ante Dios
Después Esdras oró ante el Señor. "Y a la hora del sacrificio de la tarde me levanté de mi aflicción, y habiendo
rasgado mi vestido y mi manto, me postré de rodillas, y extendí mis manos a Jehová mi Dios" (9:5).
En su oración se incluye él mismo, ya que expresó pesar por "nuestras iniquidades" (v. 6, cursivas añadidas). No
sólo se identificó con el pueblo, sino que dio cabida al hecho de que él también, de alguna manera, pudiera haber
pecado ante el Señor. Observe además que su oración fue en público.
La humildad y la oración de Esdras inspiraron al pueblo para la acción
Esta no fue una situación en la que Esdras tuvo que acosar al pueblo. Más bien, mientras Esdras estaba orando, el
pueblo que se había congregado "lloraba... amargamente" (10:1). Le dijeron a Esdras que ellos habían sido infieles
al Señor y que lo apoyarían en cualquier medida que él quisiera tomar para corregir la situación: "Ahora, pues,
hagamos pacto con nuestro Dios, que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de
mi señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios; y hágase conforme a la ley. Levántate, porque esta
es tu obligación, y nosotros estaremos contigo; esfuérzate, y pon mano a la obra" (w. 3-4).

La actuación de Esdras y la respuesta del pueblo recomiendan la necesidad de oración en público para buscar
perdón por el pecado que impide la comunión con el Señor. También sugiere que la oración debe ser ofrecida con
espíritu de humildad personal. La oración de Esdras no fue por el mundo pagano, sino por el pueblo de Dios que
había caído.
Esdras se enfrentó completa e inflexiblemente con su pecado
La medida tomada para enfrentar el pecado siguió un proceso, incluyó una investigación minuciosa y fue
específica. Vemos en el texto que el pecado específico que estaba prohibido era el casarse con personas de otros
pueblos (9:10-12). El proceso a seguir debía estar basado en la ley (10:3) y debía incluir una investigación minuciosa
(v. 16).
Es interesante que las Escrituras tienen procesos reconocidos para enfrentar, tanto el pecado individual como el
colectivo (Mt 18 y 1 Co 5 respectivamente), aunque no muchas iglesias siguen estas prácticas. ¿Por qué? Porque
muchas iglesias no se sienten cómodas al tratar el asunto del pecado en una sociedad orientada a "mis derechos".
Enfrentar el pecado, tanto individual como colectivo, es un elemento esencial de la restauración espiritual.
El quebrantamiento y la restauración "espiritual"
Hasta aquí hemos hablado de llanto, de ciertos tipos de actividades espirituales y de ayuno, pasos que: pudieran
guiarnos a una restauración espiritual si son el resultado de una motivación correcta para enfrentar el pecado.
Sin embargo, no debemos engañarnos creyendo que sólo el llanto o las actividades religiosas como el ayuno nos
guiarán a la restauración espiritual. Encontramos muchos ejemplos en las Sagradas Escrituras de estos tipos de
actividades que fracasan al tratar de impresionar a Dios: Isaías 58:3, 6; Oseas 6:6; Joel 2:13; Amos 5:21-23; y
Malaquías 2:13-16.
El quebrantamiento genuino que produce arrepentimiento puede ser parte importante de la restauración y el
avivamiento espiritual. Además, algunos argumentan que debemos ver el quebrantamiento como un don. James
Houston, en una presentación en Regent College, señaló que "podemos contribuir voluntariamente al
quebrantamiento, y a veces Dios nos da el don del quebrantamiento. Y en este quebrantamiento nos renovamos."
A veces consideramos nuestro andar espiritual como algo que podemos manipular para obtener resultados, incluso
el estar quebrantados a cualquier hora que lo decidamos. Nos decimos a nosotros mismos que nos ocuparemos de
ese "pecado" mañana. Así que empaquetamos a Dios en nuestra pequeña caja hasta que estemos listos para
hacerle el favor de hacer lo que El desea que hagamos. Damos por sentado que podemos presionar este botón,
tirar de aquella palanca, tocar esta canción y decir aquella oración, y listo: las personas serán quebrantadas.
Sin duda podemos ser sensibles o no a la obra de Dios en nuestra vida mediante la fe o la incredulidad. Para estar
seguros podemos confesar nuestro pecado, pero es Dios quien concede el perdón. Es su obra, no únicamente la
nuestra. Debemos aceptar lo que El hace por nosotros y en nosotros —ya sea a través del llanto y del
quebrantamiento o de alguna otra cosa— como un don para nosotros. No podemos "comprar" el quebrantamiento
ni producir restauración espiritual sólo con lágrimas. Podemos, y debemos, orar por restauración espiritual, pero
sólo el Espíritu de Dios puede hacer que eso ocurra.
Resumen
Hemos visto en este capítulo que el Señor tiene un deseo intenso de que su pueblo sea "ardiente" en su andar
con Él. En Apocalipsis 3:15 se hace evidente su aversión por la indiferencia espiritual: "Yo conozco tus obras, que ni
eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!" También hemos considerado la necesidad de renovación personal
en el liderazgo y, aunque hay muchas consideraciones, sigo convencido de que existe una fuerte conexión entre mi
experiencia personal de renovación espiritual y mi disposición de honrar el concepto del día de reposo que hemos
analizado en este libro.
No es una coincidencia, al menos para mí, que a José se le diera una posición de servicio aun más eficiente
después que fue quitado de la corriente principal por decirlo así, y aprendió a conocer a Dios a través de las
circunstancias de la cárcel. Y podemos imaginar que la experiencia de Moisés en el desierto, que fue seguida de
inmediato por su experiencia con la élite del liderazgo de Egipto, sirvió mucho en la preparación para su futuro
liderazgo.
En mis conversaciones con muchos líderes cristianos he aprendido que algunas de las mayores lecciones, las que
literalmente los transformaron en lo espiritual y luego en su liderazgo, ocurrieron porque ellos fueron quitados de
la "vía rápida" y puestos en un lugar donde "oír a Dios" pudiera ser una realidad, no sólo un deseo piadoso. Como
resultado, hemos visto vidas, matrimonios y estilos de liderazgo transformados.
Marylou y yo fuimos beneficiados por ese tipo de experiencia durante el tiempo en que era un erudito visitante
en residencia en Regent College (Vancouver, Columbia Británica). Buscamos renovación física y espiritual, y
además, se nos dio quebrantamiento y renovación espiritual. Gracias a Dios que nos dio estos dones en medio de
una belleza natural increíble, en medio de lágrimas y escuchando a Dios en formas que eran nuevas para nosotros.
Tuvimos que practicar las cosas de las que he hablado en este capítulo, pero fue una experiencia que no
negociaríamos a ningún precio.
Hay entonces una clara relación entre mi "escuchar" y mi "conocer" a Dios. Mi deseo, como líder en proceso, y
como discípulo de Cristo, es conocerlo mejor. Y eso ocurre mejor en el alma del liderazgo.

Conclusión
GUIAR Y SEGUIR, de la manera en que empleamos los términos, son sumamente importantes para las
perspectivas de cualquier organización. Sin embargo, como este libro ha tratado de mostrar, el guiar y el seguir, que
son requisitos para todos los que participan en una organización, son tareas que no se llevan a cabo fácilmente.
Comenzamos este libro repasando y analizando las ideas acerca del liderazgo y los conceptos relacionados, incluso
los de poder y autoridad. Como señalamos, los líderes no pueden ejercer como tal si no tienen autoridad, y no
pueden tener autoridad si no tienen poder. Como apuntara Stott: "A todos los líderes se les confiere cierta
autoridad y sin ella el liderazgo sería imposible... Los líderes tienen poder, pero el poder sólo está a salvo en manos
de quienes se humillan para servir." 1
De modo que la cuestión al dirigir no es "poder frente a autoridad", sino más bien cómo se han alcanzado el
poder y la autoridad, cómo se manejan dentro de la organización y, sobre todo, los fines para los que se aplican.
Para el líder cristiano que guía y sigue —y hay que hacer ambas cosas para ser eficientes—, son muy importantes
tanto el proceso de dirigir como los "fines" de esa dirección. Los líderes no deben ser ni amos ni patrones. Stott ha
observado:

Por lo tanto, para los discípulos de Jesucristo, el liderazgo no es sinónimo de señorío. Nuestro llamamiento es a
ser siervos, no amos; esclavos, no dueños... El énfasis de Jesús no estaba en la autoridad del líder dictador sino en la
humildad del siervo líder.
Y John White señaló:
El verdadero líder sirve. Sirve a las personas, a sus mejores intereses y al hacerlo así, no siempre será popular, tal
vez no siempre impresione, pero ya que los verdaderos líderes están motivados por una amorosa preocupación en
lugar de por un deseo de gloria personal, están dispuestos a pagar el precio.
Muchas veces, y en ciertas organizaciones, el énfasis en un liderazgo de servicio no produce ninguna acción, más
bien estancamiento en la relación entre el líder y el seguidor. Como resultado, la organización deja de existir y, si
sigue existiendo, no tiene ningún propósito útil. Lo que hemos tratado de decir en este libro (y debo subrayar esto)
es que un líder eficiente, aunque sea un siervo de las personas, ayuda no obstante a mantenerlas moviéndose en
una cierta dirección o curso dado. El pastor, por ejemplo, no puede servir bien a las ovejas si al rebaño se le permite
moverse a voluntad en cualquier dirección.
Además de eso, hemos tratado de subrayar el hecho de que un liderazgo organizativo eficiente en el contexto del
propósito o misión de una organización, debe tener una sana preocupación por las personas de la organización.
Como anotara Gardner: "Creemos, como Emanuel Kant, que los individuos debieran ser tratados como fines en sí
mismos, no como los medios para los fines del propio líder." En realidad, las personas en la organización son de
vital importancia para las metas de la organización.
El liderazgo implica conocer el pasado, trabajar en el presente y planificar para el futuro. El líder debe guardar un
interés primordial por las personas que dirige. Como traté de mostrar, esta meta se alcanza mejor cuando estamos
concentrados en los principios bíblicos.
En el libro The Change Masters [Los maestros del cambio] de Rosabeth Moss Kanter, ella presenta otra razón
para que el lide-razgo se concentre en las personas dentro de la organización. Las organizaciones necesitan ideas
nuevas para sobrevivir y "las personas son la fuente de las nuevas ideas". Como ella señala, hay demasiados
problemas en la organización y muy pocas ideas dentro de ésta para manejar esos problemas a menos que el líder
"libere" el potencial humano hacia ese fin. Luego ella nos brinda este sorprendente recordatorio:
La verdadera "tragedia" en la mayoría de las decadentes compañías en los Estados Unidos que tratan de
mantenerse a flote... no es cuan lejos están de la potencialidad de transformación sino hasta dónde pudieran
acercarse y no saberlo.
Así se ha cerrado el círculo. Los líderes cristianos han sabido desde siempre su responsabilidad bíblica de estar
comprometidos con las personas a quienes dirigen. Lo que debemos recordar continuamente es que, si no nos
apegamos a esas prioridades bíblicas, nuestra organización se priva de la oportunidad de alcanzar su potencialidad.
Después de todo, las organizaciones necesitan líderes, ciertos tipos de líderes. No necesitamos del tipo de líderes
que John White describe: "gente pequeña petrificada que sueña con poder". Más bien, necesitamos hombres y
mujeres de Dios que estén de todo corazón comprometidos con servir a Dios y a las personas dentro de la
organización que están dirigiendo. Estos líderes no abundan mucho, pero siempre los ha habido y están
apareciendo en un número creciente de organizaciones.
Se supone que esos líderes "sean facilitadores, no déspotas... (y) deben usar su autoridad de la misma manera en
que Jesús lo hizo".

Como señalara White:


Siempre ha habido una verdadera élite de líderes de Dios. Ellos son los mansos que heredarán la tierra (Mateo
5:5). Ellos lloran y oran en secreto, y en público desafían a la tierra y al infierno. Tiemblan cuando enfrentan el
peligro, pero preferirían morir en el camino antes que volverse atrás. Son como un pastor que defiende a sus
ovejas, o como una madre que protege a su hijito. Sacrifican sin refunfuñar, dan sin calcular, sufren sin gemir. A
aquellos a quienes dirigen les dicen: "Nos sentiremos bien si ustedes están bien." Su precio está por encima de las
riquezas. Ellos son la sal de la tierra.
Pero este no es el final del problema. Los líderes cristianos también deben concentrarse en la dimensión interior
del liderazgo, lo que he llamado en este libro el alma del liderazgo. Es en esta esfera donde se pelean las batallas
ocultas del liderazgo y donde, a fin de cuentas, se determina la eficacia del liderazgo.
Sigo convencido de que el aspecto interior del liderazgo es de importancia vital para quienes invocan el nombre
de Cristo, ya sea dirigiendo en el contexto de una organización cristiana o en una secular. Si "ser" está primero que
"hacer", y estoy convencido de que es así, entonces dondequiera que Dios me llame a servir debo mostrar, tanto en
mis acciones personales como en las de la organización, lo que El me pide que sea como cristiano. Las instrucciones
de Pablo en Gálatas 6:10 me ayudan a comprender esto mejor: "Así que, según tengamos oportunidad, hagamos
bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe."
La calidad de mi liderazgo estará determinada en gran manera por la atención que le presto a este aspecto
interior del liderazgo. En este sentido debo con sinceridad y regularidad hacerme estas preguntas: ¿Cómo está mi
andar con el Señor? ¿Cómo es mi relación en el matrimonio con el cónyuge? ¿Cómo es mi relación con mis hijos?
¿Cuál es la calidad de mi vida devocional? ¿Y qué de mi vida de oración?
Es interesante que rara vez el público ve algunos de esos aspectos. Tal vez las personas vean a mi familia en la
iglesia; pueden oírme a mí u oír a mi esposa hablar en una reunión; pueden ver a nuestros hijos en situaciones
aisladas. Sin embargo, es la familia quien sabe bien cómo es el "líder". Por supuesto que Dios lo sabe también. Con
toda seguridad, las características interiores de nuestro carácter las ve de cierto modo un mundo que observa al
líder como lo que es, un líder. Pero si faltan las cualidades apropiadas, sucederán cosas inapropiadas en el
liderazgo. Así que antes de dirigir, debo ser discípulo de Cristo. Tengo que conocerlo a Él y el poder de su
resurrección, y luego permitirle que, por medio del Espíritu Santo, me revista de poder y transforme el aspecto
interior de mi liderazgo. A donde Él me lleve he de seguirlo.
La preocupación de Pablo por esta dimensión interior se ilustra considerablemente en muchos de sus escritos del
Nuevo Testamento. Uno de mis favoritos está en Efesios 3:16-21:
Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su
Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la
altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de
Dios. Y Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o
entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las
edades, por los siglos de los siglos. Amén. Entre otras cosas, Pablo estaba interesado en que la vida interior de sus
lectores estuviera revestida del poder del Espíritu Santo; estaba interesado en que tuvieran entendimiento a fin de
que apreciaran las increíbles dimensiones del amor de Cristo. Esas verdades, puestas en práctica, serían por sí
mismas suficientes para transformar a una organización y su liderazgo. Pero luego, Pablo proporciona el increíble
pensamiento de que Cristo, mediante su poder que está obrando en nosotros, en nuestro ser interior, es capaz de
hacer "todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos". Qué aliento para quienes
desean fidelidad en su servicio a Cristo. Presumiblemente eso incluye a los líderes. Aunque leer libros acerca del
liderazgo puede ayudar a guiar, aunque tomar cursos puede ayudar a profundizar en la comprensión del liderazgo,
debemos continuamente ser enseñados y aprender de quien nos pide que lo sigamos: Jesucristo, el Líder Maestro.
Como líderes, debemos escuchar de nuevo su llamado a que lo sigamos: "Venid a mí todos los que estáis trabajados
y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga" (Mateo 11:28-30). Esas
no son las palabras de un comandante o de un jefe. Son palabras llenas de gracia de alguien que dio su vida por
nosotros, de alguien que aprendió la obediencia, de alguien que cumplió con la invitación de su Padre y se hizo
siervo. Eso es guiar en su máxima expresión.
Henri Nouwen, en sus libros The Wounded Healer [El Sanador herido] y En el nombre de Cristo, comenta con
perspicacia sobre la importancia de estas dimensiones del liderazgo. Señala, por ejemplo, que nuestra
preocupación por nuestras múltiples tareas tiende a ocultar nuestra verdadera necesidad: conocer mejor a
Jesucristo. A veces fingimos que nuestra mucha ocupación está relacionada con el trabajo. Pero muchas veces la
sinceridad nos lleva a admitir que la mucha ocupación puede ser sólo una máscara para ocultar nuestra necesidad
de reconocer nuestros pensamientos más profundos. Nouwen cuenta la historia de un colega que, desesperado,
estaba contando "su agitada planificación diaria: cultos religiosos, enseñar a una clase, compromisos de almuerzo y
comida, y reuniones de la organización". Según Nouwen, ese colega hizo la siguiente observación acerca de su
propia ocupación: "Supongo que me mantengo ocupado a fin de evitar una dolorosa confrontación conmigo
mismo." ¿Tal vez nuestra ocupación en el liderazgo sea a veces sólo un intento solapado para evitar conocer
quiénes somos en realidad como líderes?
Nouwen señala más adelante que nuestra capacidad para concentrarnos en nuestra parte más interna realmente
nos da libertad para dirigir. (Lamentablemente, es probable que lo contrario también sea verdad.) Saber lo que
somos en nuestro interior nos ayuda a conceder poder a otros. Nouwen dice: "Cuando hemos encontrado el lugar
donde anclar nuestra vida, en nuestro corazón podemos ser libres para dejar que otros ocupen el espacio creado
para ellos." El va aun más lejos para hacer la desconcertante observación de que una de las funciones para futuros
líderes será la de "articular sucesos interiores". Sin embargo, resalta que muchos líderes no están preparados para
esa importante tarea:
Es doloroso darse cuenta de la pobre preparación que tienen la mayoría de los líderes cristianos cuando se les
invita a ser guías espirituales en el verdadero sentido. Muchos de ellos están acostumbrados a pensar desde el
punto de vista de las organizaciones en gran escala, agrupar a las personas en iglesias, escuelas y hospitales y dirigir
el espectáculo como si fueran directores de circo. Se han convertido en extraños e incluso algo temerosos cuando
se trata de los profundos y significativos movimientos del Espíritu.
De Nouwen aprendemos otro principio más acerca del liderazgo interior que es: Concentrarse en las dimensiones
internas del liderazgo y preocuparnos por las cosas de Cristo nos permite ser personas con esperanza. Gracias a
nuestra relación con Cristo, no sólo tenemos una esperanza interna sino también tenemos esperanza en el futuro y
en otras personas.
Un líder cristiano no lo es porque tenga una nueva idea y trate de convencer a otros del valor de ésta; una
persona es líder porque se enfrenta al mundo con expectativa, con la pericia para quitar el velo que cubre... la
potencialidad escondida.
Un líder cristiano es un hombre de esperanza cuya fortaleza, a fin de cuentas, no está en la confianza en sí mismo
a causa de su personalidad, ni en ciertas expectativas que tenga respecto al futuro, sino en una promesa que se le
ha dado... El liderazgo... no se llama cristiano porque esté impregnado de optimismo contra todas las dificultades
de la vida, sino porque tiene sus raíces en los sucesos de la cruz de Cristo.
Por último, Nouwen señala que el elemento más importante y necesario para los líderes y el liderazgo es que
seamos gente de Dios, que ame profundamente a su Salvador: "Si hay algo en lo que debe concentrarse el líder
cristiano del futuro es la disciplina de morar en la presencia del que sigue preguntándonos: ¿Me amas? ¿Me amas?
¿Me amas? Nouwen escribe:
No es suficiente que los predicadores y ministros (ejecutivos, maestros, etc.) del futuro sean personas morales,
bien preparadas, dispuestas a ayudar a sus colegas y que puedan responder creativamente a las candentes
preguntas de su tiempo. Todo eso tiene mucho valor y es importante, pero no es el alma del liderazgo cristiano. La
pregunta fundamental es: ¿Son los líderes del futuro verdaderos hombres de Dios, con un deseo ardiente de andar
en su presencia, de escuchar su voz, de contemplar su belleza, de tocar al Verbo encarnado de Dios y de saborear
su infinita bondad?
Parafraseando a J.I. Packer, una vez que como líderes comprendamos que nuestra primera tarea al dirigir es
seguirlo a Él, que estamos aquí "para conocer a Dios", entonces nuestros demás problemas y nuestro programa en
el liderazgo "encajan en su lugar espontáneamente". Lo seguimos "para que cada palabra dicha, cada consejo que
se dé, y cada estrategia a seguir provenga de un corazón que conoce a Dios íntimamente."
No hay dudas de que los líderes guían y los seguidores siguen. También hay líderes que siguen y seguidores que
guían. De igual manera también hay líderes sedientos de poder quienes piensan que el liderazgo es "mandar" e
impresionar a la gente con "mi" poder en lugar de ayudarlos mediante el fortalecimiento. El llamado de este libro
es para líderes que van a dirigir desde dentro de sus almas. Sabemos que en realidad esto es una paradoja: "La
paradoja del liderazgo cristiano es que el camino hacia fuera es el camino hacia dentro."
En mis viajes por los Estados Unidos y por otras partes del mundo, he visto muchos ejemplos admirables de
personas que han descubierto el alma del liderazgo. Ellas, como Moisés, representan a hombres y mujeres, jóvenes
y adultos, y pueden encontrarse en todo tipo de denominaciones. He visto a líderes y a seguidores del tipo del que
hemos hablado en este libro. Al terminar quiero presentar un ejemplo.
Mientras entrábamos en una cárcel de máxima seguridad en las afueras de Buenos Aires, Argentina, se nos pidió
que dejáramos todas nuestras pertenencias con la seguridad. Luego se nos condujo a través de varias puertas para
reunimos con el alcaide de la cárcel. Supimos que, debido a la influencia de los cristianos, la administración de la
cárcel había podido reducir los guardias en esta cárcel, donde se encuentran tres mil presos, de trescientos a
treinta, y habían sido transformadas las celdas.
Luego conocimos a los líderes cristianos. Ellos nos contaron de lo mucho que se había orado por esa cárcel antes
que los funcionarios del gobierno, en su desesperación y debido al fracaso de los programas gubernamentales,
pidieran la presencia de cristianos como alternativa. El esfuerzo resultó en que aproximadamente un tercio de la
población rotativa de la cárcel aceptó a Cristo.

¡Qué tremendo liderazgo y organización! Había informes diarios acerca de todos: quiénes habían entregado su
vida a Cristo, quiénes estaban dirigiendo y asistiendo a estudios bíblicos, quienes estaban estudiando cursos
bíblicos y quiénes estaban orando por quién. Se nos contó que mientras los presos dormían, los cristianos se
turnaban toda la noche en oración: dos horas leyendo las Escrituras, dos horas orando y dos horas pasando por el
lado de cada preso que dormía y orando por él. El ayuno era una práctica regular. Supimos que estos cristianos, al
terminar su condena, se iban de la cárcel y fundaban iglesias por toda Argentina.
En resumen, se practicaban todas las tareas del liderazgo. Se usaban los dones espirituales; se planificaba; el
Espíritu Santo estaba visiblemente presente; y se moldeaban y enseñaban cualidades del carácter. Pero ante todo
esos líderes se dieron cuenta de que no avanzarían sin comprender la importancia del alma en el liderazgo. He visto
esto mismo en líderes de todas partes del mundo, en iglesias, organizaciones y hogares.
Mientras escribo estas palabras, estoy visitando a futuros líderes en Washington, D.C. Estos jóvenes, todos de
algo más de veinte años, están trabajando activamente en distintas profesiones o cursando estudios superiores, y
están aprendiendo lo que significa ser líderes eficientes. Mientras estaba de pie observando la hermosa bahía
Chesapeake, un joven, Tucker, se expresó de esta manera: "Estoy en medio de la búsqueda más importante de mi
vida; estoy aprendiendo a escuchar y a responder a la voz de Dios." Y otro, David, lo dijo así: "La cuestión
fundamental de la vida no está impulsada por la búsqueda de una vocación. Más bien, está en conocer a Dios y
encontrar total realización en Él. Y eso hace que todo lo demás sea secundario."
Eso es, a fin de cuentas, de lo que se trata redescubrir el alma del liderazgo.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mateo 6:33).

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