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INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL.

ESCUELA SUPERIOR DE ENFERMERIA Y


OBSTETRICIA

UNIDAD DE APRENDIZAJE:

Bioética y Tanatología.

PROFESORA:
Rosa María Espinosa Moguel.

TEMA 5:
Tanatología.

EQUIPO 1:
 Cruz Soto Fatima Monserrat.
 Flores Ruvalcaba Fernando.
 Franco Hernández Edna Sarai.
 Pedraza Rodríguez Mirna.
 Ramírez Cruz Pedro Antonio.

27 de Junio del 2019.


INTRODUCCIÓN:
Hay fenómenos que, por ser tan universales, misteriosos y preocupantes, durante
épocas todos los pueblos, culturas y filosofías, se han planteado y han buscado
soluciones a éstos. Entre esas experiencias humanas se encuentran el dolor, el
sufrimiento y la muerte. Curiosamente, el ser humano no suele cuestionarse qué
sentido tienen la alegría, el éxito o el placer; en cambio, la dramática realidad del
dolor y del sufrimiento y, sobre todo, el misterio desconcertante de la muerte, han
inquietado tanto a los hombres que, a lo largo de la historia, las mentes más
reflexivas se han preguntado por qué sufrimos y, sobre todo, por qué morimos; y
qué significado tienen, si es que tienen alguno, el dolor, el sufrimiento y la muerte.
Sin embargo al transcurrir de los años todo el ser humano ha tratado de evadir el
tema de la muerte y sobre todo el hecho de aceptar que aún algún momento morirá,
lo aterroriza. La muerte es un proceso natural e inevitable, que todos en algún
momento lo hemos experimentado con personas cercanas a nosotros, sabemos
que vamos a morir, pero no sabemos cómo lidiar con eso, aquí es, entonces en
donde la tanatología nos ayuda a entender y sobrellevar de manera correcta el
proceso de la muerte y entramos en un proceso difícil de sobrellevar, el duelo.
El duelo es la reacción emocional y del comportamiento que se manifiesta en forma
de sufrimiento y aflicción cuando un vínculo afectivo se rompe. Es una respuesta
adaptativa normal que suele producirse en el contexto de la muerte de un ser
querido, como reacción ante la pérdida de una persona amada o de alguna
abstracción que ha ocupado el lugar de aquélla. No existe una respuesta disponible
a la pregunta ¿en qué momento se ha terminado un duelo?, por lo que debe
considerarse que es imprescindible haber completado las diferentes etapas hasta
llegar al restablecimiento emocional.
En este trabajo decidimos tocar un tema con el cual estamos en constante
comunicación día con día, ya que significa el fin de nuestra etapa evolutiva en este
mundo, el desarrollo del ser humano es magnífico por todas las etapas que vivimos,
pero no podemos ocultar la etapa de nuestra muerte la cual se hemos estigmatizado
como una simple aberración a nuestro objetivo del porque estamos en este mundo,
cuando en muchas culturas significa el haber cursado esta vida con grandeza y
descansar en lo más alto de la pureza.

Conforme avanza el tiempo, más se profundiza en cómo se conforma, cómo trabaja


y cómo evoluciona el cuerpo humano, sin embargo, con ello se presenta una
potencial cosificación del cuerpo, tanto del vivo, como del muerto. El manejo de
cadáveres para efectos científicos y académicos es un tema muy discutido en la
actualidad, ya que los fines con los que se ha justificado su uso, por siglos, han
dejado de ser suficientes, pues la presencia de tecnología en simulación médica
parece ser más eficiente y eficaz. La dignidad humana no puede ser separada del
cuerpo muerto, por lo que la protección del individuo nos obliga inevitablemente al
cuidado de su cadáver.
A. EL DOLOR, SUFRIMIENTO Y SUS IMPLICACIONES BIOÉTICAS:
Es el dolor una de las experiencias en que más implicada está la humanidad. La
lucha contra el dolor ha supuesto, desde el punto de vista antropológico, una de las
consideraciones más importantes de la historia de la humanidad, en cuanto ha
contribuido al desarrollo del hombre y de su cultura. El dolor se interpreta, según el
tiempo y la sociedad, desde una óptica cultural, teológica, científica, psicológica y
económica. El dolor es la experiencia más universal de los seres humanos (y
también de los animales, al menos, de los que llamamos «superiores»); su
antigüedad se remonta al principio de la Creación.
Para la Sociedad Internacional dedicada a su estudio, es «una experiencia
desagradable, sensorial y emocional, asociada a una lesión real o potencial, que se
describe como daño». En realidad, el dolor agudo es un mecanismo de alarma, que
alerta al organismo de que se está produciendo una lesión: es de sobra conocido el
terrible precio que puede pagar, por su carencia de sensibilidad dolorosa, el leproso
que no reciba tratamiento adecuado. En cambio, cuando el dolor se cronifica,
supone para el enfermo, la familia y la parte de la comunidad más relacionada con
ellos, un importante elemento perturbador desde el punto de vista físico, moral,
social y económico; pierde su sentido protector y se convierte en protagonista de la
enfermedad que le dio origen o, al menos, en elemento básico de la misma,
provocando un estado que se denomina sufrimiento, el cual no se limita a una
experiencia sensorial. Por el contrario, tiene importantes consecuencias sobre la
vida afectiva del ser humano, llegando a minimizar sus ilusiones, desintegrar la
personalidad y negativizar el espíritu. El sufrimiento intenso aumenta el sentimiento
de desesperanza, porque el dolor que tiene un propósito determinado (el derivado
de una intervención que debe conducir a la curación, por ejemplo) es más tolerable
que aquel ante el cual no puede contemplarse ninguna finalidad (el que se
experimenta a causa de ciertas metástasis de un cáncer, por ejemplo).
Recordemos, de paso, que etimológicamente el término «enfermedad» (in-firmitas),
implica falta de firmeza, debilidad, no sólo desde el punto de vista somático, sino
también espiritual.
La persona sufre más que los animales, por la autoconciencia; es decir, no sólo
sufre, sino que sabe que sufre. El sufrimiento es ambivalente, porque consta de
estos dos elementos: el dolor y el sentido que damos a ese dolor. En el terreno
antropológico, el sufrimiento puede destruir al hombre, pero también y por la misma
razón, puede enriquecerle profundamente. Sufrir es elevar el acontecimiento
meramente biológico a una categoría moral superior. El enfermo puede hacer
partícipes a sus amigos, familiares y al personal sanitario que le atiende, de sus
sufrimientos; pero sabe que el dolor es algo tan personal que cada uno tiene que
vivirlo responsablemente en su singularidad; porque el sufrimiento personal nos
capacita para comprender a los demás. El que no ha sufrido –si es que existe
alguien así- ¿cómo comprenderá al enfermo, al neurótico, al que es tratado de
manera injusta, cruel o degradante? Por otra parte, los sufrimientos de unos, pueden
ser una oportunidad para que otros ejerciten, a su vez, muchas virtudes humanas
(la comprensión, la ayuda, el servicio, la tolerancia y, sobre todo, el amor): La
persona que sufre es sagrada y merece todo nuestro respeto y toda nuestra ayuda.
Analgesia:
Ya Pío XII, en 1957, afirmó que «es totalmente lícito suprimir el dolor por medio de
narcóticos, a pesar de tener como consecuencia limitar la conciencia y abreviar la
vida, si no hay otros medios» porque «el hombre no tiene obligación de aceptar el
dolor por el dolor y combatir las fuerzas que producen efectos nocivos e impiden
bienes mayores, está en concordancia con el orden moral y el ideal cristiano, al
someter el dolor al poder humano»23. La medicina moderna dispone de una gama
más amplia que nunca, de medicamentos para el alivio del dolor; si todavía hay
mucha gente que no recibe atención médica adecuada en la fase final de su
enfermedad, es debido a la mala preparación (y no sólo en el sentido estrictamente
científico) del personal de salud que debe brindarle sus servicios.
En 1999 la American Academy of Pain Management y la American Pain Society
crearon un grupo de trabajo destinado a analizar las complicaciones bioéticas del
tratamiento del dolor en la enfermedad terminal y la terapéutica analgésica
inadecuada especialmente en niños y ancianos.
El enfermo tiene derecho a que su dolor sea aliviado, y el médico tiene el deber de
aliviárselo. Por ello, deseo recordar en este artículo que los médicos tenemos una
responsabilidad deontológica en el uso eficaz de la analgesia. Las siguientes
reflexiones tal vez nos ayuden a que la analgesia que hagamos cumpla los
suficientes requisitos éticos:
• No debemos permitir que alguien sufra dolor por ignorar cómo tratarlo, por temor
a aliviarlo con la posología suficiente o por creencias erróneas.
• No se debe formar a las nuevas generaciones de médicos en el tratamiento del
dolor solo desde el punto de vista estrictamente científico, sin tener presente la
dimensión cultural, social, psicológica, espiritual y humana. Los médicos hemos de
afrontar el “dolor total”.
• Aliviar el dolor de nuestros enfermos no debiera ser un privilegio para ellos, sino
un imperativo ético para nosotros.
La Bioética debe propiciar el marco necesario para la buena práctica clínica en el
tratamiento del dolor en todas sus vertientes, entendida esta de forma amplia, ya
que repercutirá en el bienestar del enfermo y en sus derechos, que es a lo que se
aspira desde el ámbito sanitario. Hacer daño al enfermo (maleficencia) no consiste
únicamente en indicarle tratamientos perjudiciales o inadecuados para aliviar su
dolor, sino en no tratárselo cuando es posible y asequible. Cuando se tenga que
tratar el dolor en un paciente se hace en su beneficio, procurando la mejor analgesia
posible, buscando los medios más eficaces y de menos riesgos; en otras palabras,
ser benefícienles.
Tal vez motive a los médicos para aliviar el dolor de sus enfermos las diez palabras
que empleó el Dr. Gregorio Marañón cuando dijo: “un dolor curado justifica toda la
vida de un médico”.
Efecto Placebo:
El efecto placebo es un fenómeno generalizado y universal que ha acompañado a
la práctica de la medicina desde sus inicios. Durante muchos años el placebo ha
sido considerado una sustancia inerte, sin embargo, en medicina existe confusión
al identificar el vocablo placebo como un objeto y no como un efecto. Las recientes
investigaciones han demostrado que éste es un genuino evento psicobiológico
atribuible a todo el contexto terapéutico.
El proceso de saneamiento se divide de manera tradicional en tres partes; 1) las
propiedades curativas del cuerpo (curso natural de la enfermedad); 2) las
propiedades curativas específicas, (como es el caso de las intervenciones
farmacológicas) y 3) los cambios inducidos por efectos no específicos de la terapia
(en donde, entrarían los placebos).
La palabra placebo (del Latín, yo por favor) se usó por primera vez en el siglo XIV,
debido a un error de traducción del noveno verso del Salmo 116 “Placebo Domino
in regione vivorum”, en donde lleva la connotación de desprecio o substitución.
En medicina, se emplea para designar una sustancia inerte que puede producir en
el enfermo un efecto curativo.
Basado en estas definiciones, para que exista el efecto placebo debemos tener en
cuenta los siguientes criterios básicos:
1) El placebo tiene que ser administrado.
2) Tiene que haber un efecto que sea provocado por el placebo.
3) El efecto secundario del placebo tiene que ser relevante para la enfermedad
o el síntoma y tiene que ser un resultado terapéutico.
No obstante, aún existe confusión en medicina al identificar el vocablo placebo como
una cosa y no como un efecto, quizá como un indicador del predominio avasallante
del empirismo en nuestra concepción del mundo. Más bien debemos considerar al
placebo como un efecto y no como una cosa, siendo éste el acompañante
inseparable de toda acción terapéutica.
1) Mecanismos de efecto placebo:

Mecanismos psicológicos: Éstos incluyen: expectativas, condicionamiento,


aprendizaje, memoria, motivación, el enfoque somático, recompensa y reducción de
la ansiedad.9 Aunque hay una creciente cantidad de investigaciones sobre estos
mecanismos, sólo dos están bien estudiados: la esperanza y los mecanismos de
condicionamiento básico.
Mecanismos neurobiológicos: El efecto placebo puede ocurrir en diferentes
sistemas fisiológicos en voluntarios sanos y en pacientes con diversas condiciones
clínicas. La mayor parte de las investigaciones en esta área se han centrado en la
respuesta analgésica al placebo, en consecuencia, la neurobiología del efecto
placebo se considera por lo general en términos de mecanismos opioides y no
opioides.
2) Características y percepciones de los placebos:

Cuando se valora la respuesta terapéutica de un placebo, se tiene que valorar una


serie de factores que pueden crear falsas impresiones de los efectos placebos, entre
ellas se consideran las siguientes: Mejoría espontánea, fluctuación de los síntomas,
presencia de un tratamiento adicional, sesgos de escalas, variables de respuestas
irrelevantes o cuestionables, respuestas de cortesía y subordinación experimental,
Respuestas condicionadas.

B. ENFERMO TERMINAL:
El concepto de paciente terminal surge de la atención a personas con cáncer en
fase avanzada y posteriormente se extendió a otras enfermedades que comparten
algunas características similares.
Enfermedad en fase terminal es aquella que no tiene tratamiento específico curativo
o con capacidad para retrasar la evolución, y que por ello conlleva a la muerte en
un tiempo variable; es progresiva; provoca síntomas intensos, multifactoriales,
cambiantes y conlleva un gran sufrimiento en la familia y el paciente.
En las situaciones terminales el objetivo de la atención médica no es “el curar” sino
el de “cuidar” al paciente, a pesar de la persistencia y progresión irreversible de la
enfermedad. Se trata de proporcionar la máxima calidad de vida hasta que
acontezca la muerte.
Surgiendo así una nueva forma de atención médica especializada en el cuidado
integral, denominada cuidados paliativos.
Rol del Médico Tratante.

Es preciso delinear las actitudes y conductas que corresponden al médico tratante


y otros miembros del equipo de salud, tanto en lo que respecta al enfermo como a
su familia.

a) Comunicación al enfermo de la situación que lo afecta:

El paciente tiene el derecho a conocer tanto la naturaleza de la enfermedad como


su pronóstico y el médico la obligación de decir la verdad.

Es al médico tratante a quien corresponde comunicar al paciente la naturaleza de


su enfermedad y su pronóstico, porque él es el responsable de su cuidado, y ha
desarrollado una relación interpersonal con el enfermo que facilita la comunicación.
No hay ninguna justificación ética para mentir a un paciente, dado que cualquier
buena intención que se tenga no excusa la intolerabilidad moral de la mentira.

b) Comunicación con la familia:

En general, la familia debe participar del conocimiento de la real situación del


enfermo y ser informada en el momento oportuno. La participación de la familia se
considera indispensable, no sólo para evitar eventuales problemas al médico o al
equipo de salud o por las implicaciones médico-legales que pudieran generarse,
sino como una manera de lograr una efectiva comprensión de la situación del
enfermo y la voluntad de los familiares de proporcionar al paciente un adecuado
sostén de todo orden hasta el fin de su vida.

c) Conducción del proceso de cuidado del paciente terminal:

El médico tratante debe ser el principal responsable y conductor del proceso de


cuidado del paciente terminal. Más aún, asumir esta conducción constituye una
obligación irrenunciable para el médico (principio del no abandono).

Sin perjuicio de ello, en la medida que se requiera, es necesaria la participación de


un equipo de profesionales y auxiliares de la salud según el lugar de atención y las
características de cada paciente. No obstante, la falta de un grupo profesional de
apoyo no excusa al médico tratante de dar las indicaciones pertinentes para llevar
a cabo el cuidado del enfermo

d) Tratamiento del enfermo:

Los objetivos del tratamiento deben orientarse a aliviar los síntomas que hacen sufrir
al enfermo, proporcionarle períodos apropiados de descanso y sueño, lograr la
mayor movilidad e independencia que su condición le permita y aliviar los
sentimientos de impotencia o culpa que el enfermo pudiera tener.

El paciente debe recibir un tratamiento paliativo acorde con su condición terminal,


por lo que no tiene justificación utilizar tratamientos agresivos y costosos como los
que pueden emplearse en el caso de enfermedades recuperables (principio de
proporcionalidad).

El tratamiento debe estar destinado a proporcionar al paciente:

1. Apoyo psicológico del médico tratante y demás profesionales y auxiliares


que tienen relación con el paciente, cuando el mismo esté consciente y
en capacidad de recibir información, lo que incluye el apoyo familiar.
2. Atención de enfermería básica adecuada, incluyendo el confort, y
compañía de personal especializado o de familiares que colaboren en
esas tareas.
3. Tratamiento apropiado de los síntomas que perturban al paciente, en
especial del dolor cuando está presente.
4. Diagnóstico oportuno y tratamiento adecuado de la ansiedad y depresión.
5. Diagnóstico oportuno y tratamiento de nuevos signos o síntomas que
pueden aparecer en el curso de la evolución e incomodar al paciente.

e) Preparación del enfermo para la muerte:

Tiene singular importancia que el paciente, que va a morir en un breve plazo, se


prepare para la muerte en debida forma y reciba la mejor ayuda de quienes
participan en su tratamiento y cuidado.

Esta preparación incluye la posibilidad de que el enfermo resuelva adecuadamente


un amplio rango de asuntos personales, de orden familiar, económico, legal o del
ámbito espiritual.

f) Lugar de atención del enfermo:

Un paciente terminal puede recibir atención médica en su casa, el hospital u otro


tipo de establecimiento adecuado para ello. Para tomar una decisión sobre el sitio
en que se cuidará al enfermo, el médico debe tomar en cuenta factores como los
siguientes:

1. Gustos y preferencias del afectado, haciendo con el paciente las


consultas pertinentes, toda vez que sea posible.
2. La situación socio-económica personal y familiar, a la vez que los
recursos disponibles para el caso particular.
3. El sistema previsional al que se encuentra adscrito el paciente, así
como los beneficios que dicho sistema le otorga.
4. La disponibilidad cierta (o su ausencia) de una red efectiva de apoyo
social, proporcionada por la familia. Otras personas cercanas u
organizaciones de voluntarios, que estén dispuestas a participar
activamente en la atención del enfermo.
5. Factores culturales, que pueden incidir en las preferencias del
enfermo o la familia por un determinado lugar de atención.

En último término, se trata de encontrar una solución individual que permita


optimizar la calidad de la vida que le resta, tanto desde un punto de vista técnico
como humano.

Cuidados Paliativos.
Los cuidados paliativos inicialmente se desarrollaron en Inglaterra como filosofía
hospice, y la OMS asume la denominación general de cuidados paliativos como “el
enfoque que mejora la calidad de vida de pacientes y familias que se enfrentan a
los problemas asociados con enfermedades amenazantes para la vida, a través de
la prevención y alivio del sufrimiento, por medio de la identificación temprana y la
impecable evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas físicos,
psicosociales y espirituales”.
Objetivos:

 Alivio del dolor y otros sintomas.


 No alargar ni acortar la vida.
 Dar apoyo psicologico, social y espiritual.
 Consderar la muerte como algo natural.
 Dar apoyo a la familia durante la enfermedad y el duelo.
La Muerte:
Etimológicamente, la palabra muerte es de origen latín “mors” o “mortis”.
La muerte se origina como consecuencia de la imposibilidad orgánica de sostener
el proceso homeostático y con ello el fin de la vida.
Puede producirse por causas:

 Naturales: (vejez, enfermedad, consecuencia de la cadena trófica, desastre


natural) o
 Inducidas: (suicidio, homicidio, eutanasia, accidente, desastre
medioambiental).

El Sufrimiento.
El sufrimiento es el padecimiento, la pena o el dolor que experimenta un ser vivo.
Se trata de una sensación, consciente o inconsciente, que aparece reflejada en
padecimiento, agotamiento o infelicidad.
Se describen dos tipos de sufrimiento:

 No real o evitable: “Hace referencia al dolor que causan situaciones, creencias,


pensamientos o problemas de nosotros que tienen solución”.
 Real o inevitable: “Son situaciones que no dependen de nosotros que causan
dolor, principalmente las que plantea el destino”.

C. PERDIDA, DUELO Y RITUAL:


El duelo (del latín dolium, dolor, aflicción) es la reacción natural ante la pérdida de
una persona, objeto o evento significativo; o, también, la reacción emocional y de
comportamiento en forma de sufrimiento y aflicción cuando un vínculo afectivo se
rompe. Incluye componentes psicológicos, físicos y sociales, con una intensidad y
duración proporcionales a la dimensión y significado de la pérdida. En términos
generales es un proceso normal, por lo que no se requieren situaciones especiales
para su resolución.
Se tiende a pensar en el duelo sólo en el contexto de la muerte de un ser querido,
pero también suele producirse como reacción ante la pérdida de una persona
amada o de alguna abstracción que ha ocupado su lugar. La intensidad del duelo
no depende de la naturaleza del objeto perdido, sino del valor que se le atribuye.
En el duelo surgen cambios y reacciones físicas, emocionales, intelectuales y
cognitivas que ocurren durante el proceso de cicatrización de una herida
(psicológica) por la pérdida de algún ser querido, mismos que pueden presentarse
ante el conocimiento de la propia muerte u otras pérdidas importantes en la vida.
Otros autores lo denominan “Pena” considerándola como el proceso normal de
reacción interna y externa a la percepción de la pérdida. Estas reacciones de pena
pueden ser psicológicas, físicas, sociales o emocionales:

 Entre las psicológicas o sentimientos: tristeza, enfado, rabia, culpa, auto-


reproche, ansiedad, soledad, etc.

 Las sensaciones físicas son: vacío de estómago, opresión en el pecho o


garganta, falta de aire, debilidad muscular, falta de energía, etc.

 Entre las cogniciones: incredulidad, confusión, preocupación, sentido de


presencia y alucinaciones.
 De tipo social o conductas: trastornos del sueño y del apetito, distracción,
aislamiento, hiperactividad desosegada, llanto, soñar con el fallecido, evitar
recordarle, etc.
Pudieran parecer síntomas de alguna enfermedad porque para muchas personas
jamás han sido experimentadas, pero no lo son, sino parte de un proceso
adaptativo.
La mayoría de los tanatólogos coinciden en que el duelo será:
1) Individual: porque cada doliente tiene su propio proceso y lo debe elaborar
él mismo.
2) Único: diferente tanto como pérdidas elaborará.
3) Temporal: requiere de un plazo para ser elaborado y llegar a un término.
4) Activo implica acción por parte del doliente, y se manifestará en forma
diferente en cada persona, influenciado por factores importantes como: la
edad del difunto y del doliente; la madurez, personalidad, circunstancias y
tipo de pérdida; situación económica y creencias religiosas.
En relación a la duración del proceso de duelo normal o adaptativo, se da una
referencia:
 Ruptura de hábitos (hasta 8 semanas): Hay rituales y ceremonias. Los
hábitos alimentarios y sueño se alteran. Hay dolor y miedo, intenso llanto, o
confusión y negación. Idealización del ser querido fallecido.
 Reconstrucción de la vida (2 a 12 meses): Hay nuevas rutinas,
aprendiendo a vivir sin la presencia del ser querido, se lucha contra la
recuperación. El dolor y llanto van disminuyendo pero hay crisis en fechas
significativas.
 Nuevos objetos de amor y amigos (transcurso del 2º. Año): Se toma
conciencia de que su vida debe continuar, de que se es responsable de su
felicidad. Aumenta la vida social, que se había alterado.
 Terminación del reajuste (final del 2º. Año): Aceptar lo pasado, vivir el
presente y estar dispuesto a planear el futuro. “El entender que la
aceptación, muy diferente a la resignación, es una postura activa ante lo que
nos ha ocurrido, nos pone inmediatamente en una condición protagónica que
exige toma de decisiones y posturas vitales”.
Tipos de Duelo:
- Duelo patológico: El duelo anormal aparece en varias formas y se le han
dado diferentes nombres. Se le llama patológico, no resuelto, complicado,
crónico, retrasado o exagerado.
Como sea que se llame, es la intensificación del duelo al nivel en que la
persona está desbordada, recurre a conductas des adaptativas o permanece
en este estado sin avanzar en el proceso del duelo hacia su resolución.
Se tiende a considerar que hay riesgo de duelo patológico cuando el dolor
moral se prolonga considerablemente en el tiempo; cuando su intensidad no
coincide con la personalidad previa del deudo; cuando impide amar a otras
personas o interesarse por ellas y cuando el sujeto se ve invalidado en su
vida diaria, sin más ocupación que la rememoración del muerto.
- Duelo anticipado: El duelo no comienza en el momento de la muerte, sino
mucho tiempo antes. Cuando se emite un pronóstico de incurabilidad, se
produce tristeza en el familiar, pero también una adaptación más o menos
inconsciente a la nueva situación que se acaba de crear.
A partir de ese momento se crea lo que se ha llamado el duelo anticipado,
que ofrece a las personas involucradas la oportunidad de compartir sus
sentimientos y prepararse para la despedida.
- Pre-duelo: Es un duelo completo en sí mismo que consiste en creer que el
ser querido ha muerto definitivamente “en estado de salud” El que está ahora
a nuestro lado ha sido transformado por la enfermedad a tal punto, que en
algunos casos no se le reconoce más.

- Duelo inhibido o negado: Se niega la expresión del duelo porque la persona


no afronta la realidad de la pérdida. Puede prevalecer una falsa euforia, que
sugiere la tendencia patológica de la aflicción.

- Duelo crónico: Es el que tiene una duración excesiva y nunca llega a una
conclusión satisfactoria. Un duelo crónico puede llegar a ocupar toda una
vida.
Rituales Terapéuticos de Despedida: El Duelo

Tradicionalmente, los rituales de duelo ayudaban a las personas a realizar el


duelo, proporcionándoles una estructura socialmente aceptada en la cual podía y
debían dirigir temporalmente toda su atención hacia el difunto, declarando así la
muerte de éste y aceptando sus consecuencias. Cuando no existen los rituales
de duelo tradicionales o éstos son inadecuados, los rituales terapéuticos de
“despedida” proporcionan a la persona una oportunidad para resolver su duelo. Se
emplean tanto en el síndrome de duelo conflictivo (la persona emplea el duelo
como excusa para no vivir la vida que le corresponde), como en el síndrome de
duelo inesperado (la persona fallece de forma imprevista por algún accidente,
desastre natural, etc.).

Los rituales terapéuticos de despedida se componen de tres fases:

a) Fase preparatoria de despedida

En esta fase, el paciente expone su pérdida de forma poco estructurada.


El terapeuta le explica cómo la realización de un ritual de despedida podría
ayudarle a resolver su duelo.
Es importante asegurarse de que el paciente está bien motivado para el ritual, ya
que éste será una ardua tarea emocional y requerirá un gran esfuerzo. No
solo puede desencadenar emociones intensas hacia el difunto, sino que la
persona puede debatirse entre la esperanza y el desánimo. La familia, a la que se
ha pedido apoyo y colaboración, debe ser informada de estas cuestiones.
Durante esta fase, se puede estimular a los miembros de la familia a que hablen
entre sí sobre la pérdida, quizá con la guía del terapeuta. La fase preparatoria
termina con un contrato definitivo, que especifica los acuerdos de terapeuta y
paciente sobre el ritual de despedida y la naturaleza de su trabajo conjunto. La
persona, una vez realizada esta tarea, tendrá al menos una sesión por semana con
el terapeuta.

b) Fase de reorganización de la despedida

Durante esta fase se lleva a cabo la mayor parte del trabajo sobre el duelo y otras
experiencias traumáticas. Cuando este proceso comienza, la mayoría de las
personas presentan un incremento de sueño sobre el difunto y el pasado.
Este experimenta un estado de profunda desesperación y depresión cuando se
da cuenta de que el significado de su existencia no puede continuar proviniendo del
difunto y que tendrá que desligarse de los vínculos que lo mantiene unido, o al
menos conceder a la persona muerta un lugar menos central en su vida.

Para poner en marcha el proceso de duelo o alentarlo después, el terapeuta pide


al paciente que escoja un objeto que simbolice su relación con el difunto. El paciente
da uno o varios de éstos al terapeuta para que los guarde. Después, se pide que
se relacione con los objetos de forma diferente; por ejemplo, colocándolos en un
lugar más importante, literal y metafóricamente. Podría encuadrar la fotografía de
un álbum y ponerla en una mesa del salón. El tratar de manera distinta estos
símbolos implica un cambio en la experiencia consciente con respecto al
difunto. La persona puede crear dibujos, pinturas, esculturas, poemas o historias
que sirvan como símbolos clave, o encontrarlos en la naturaleza (trozo de madera,
conchas, frutas, etc.), pudiendo trabajarlos o alterarlos para incrementar su
semejanza o conexión con el muerto. La búsqueda de actos y objetos simbólicos no
es una cuestión de ingenuidad por parte del terapeuta, sino una forma de
descubrir aquello que el cliente siente que es apropiado y significativo.

c) Fase de finalización de la despedida:

Esta fase abarca una ceremonia de despedida, el paciente se despide


solemnemente de los símbolos creados y recogidos mediante una ceremonia de
despedida, que con frecuencia adopta la forma de funeral, o bien se queman
primero los objetos y se entierran después.

A veces, es una ocasión apropiada para limpiar y sacar de los armarios las ropas y
otras pertenencias del difunto. Ciertos objetos se pueden regalar y, de esta forma,
reducir o perder contacto con estos símbolos. La finalidad es disminuir la
preparación por el muerto y con frecuencia se evidencia que la cumplimentación
del ritual “pone algo en su sitio” con respecto a la persona(s) de quien(es) se está
despidiendo.

Finalizada la ceremonia de despedida, el paciente realiza un ritual de purificación


como bañarse o ducharse. Esto marca el éxito de la fase de transición. Después,
celebrará su entrada en la “vida normal” con una reunión ritual, que con frecuencia
consiste en una comida especial con el cónyuge, los familiares o amigos.
La reunión ritual tiene gran importancia, ya que expresa simbólicamente las
relaciones más significativas en la nueva fase de su vida.
Una vez finalizado el ritual de despedida, convendrá tener unas sesiones de
seguimiento. Durante estas sesiones, se plantea una ceremonia conmemorativa, ya
que incluso después de todo el trabajo de duelo del ritual de despedida, ciertas
fechas harán resurgir la pena (la fecha de la muerte o el cumpleaños del difunto, por
ejemplo).

D. COMPLICACIONES DEL DUELO

Duelo complicado: fracaso o incapacidad para afrontarlo que impide alcanzar los
niveles de bienestar emocional y del funcionamiento previos a la pérdida”. Se
pueden encontrar alteraciones en la intensidad de la respuesta ya sea por demasía
(excesivas, atípicas o de duración más allá de lo aceptado) y por defecto (ausencia
de manifestaciones).

 Factores que aumentan el riesgo de sufrir duelo complicado:


Temporalidad, productividad de estrategias de afrontamiento, intensidad de
síntomas, edad del doliente, muertes repentinas, personas que han pasado un duelo
patológico, personas incapaces de tolerar los sentimientos, personas que sufren de
depresión, guardar las cosas de la persona fallecida, negar el significado de la
perdida, desprenderse rápido de las cosas del fallecido, personas que muestran una
imagen fuerte de su persona.

El duelo normal puede convertirse a un duelo complicado, hay que recordar que
cada persona vive la etapa de afrontamiento y de superación a su forma, que
depende de que tanto era tan apegada a la persona, pero si no hay una disminución
de síntomas y reacciones del duelo normal, esto podría convertirse a un duelo
complicado.
Hay que conocer las variables que se deben mediar para no caer en un duelo
complicado.

 Síntomas del duelo complicado:


Los criterios para el duelo patológico o complicado requieren que las personas en
duelo experimenten niveles severos de los siguientes síntomas:

Incredulidad, Anhelo, Amargura por la pérdida, Confusión acerca de la propia


identidad, Desconfianza hacia los demás, Dificultad para aceptar la pérdida,
Sensación de entumecimiento, Sensación de que la vida carece de significado
desde la pérdida, Sentirse aturdido por la pérdida.
Los expertos afirman que el individuo debe experimentar cinco de nueve de estos
síntomas durante 6 meses o más después de vivir la pérdida.

 Complicaciones del duelo complicado:

- Cáncer.
- Hipertensión.
- Disfunción del sistema inmunológico.
- Eventos cardíacos.
- Impedimentos funcionales.
- Comportamientos adversos para la salud.
- Reducción de la calidad de vida.
- Intentos de suicidio y hospitalización.

Inclusive, el estrés traumático de perder a un ser querido puede convertirse, sin


intervención, en Trastorno por Estrés Agudo o Trastorno de Estrés Postraumático,
en especial si la muerte ha sido violenta o inesperada.

La intervención de los expertos en el área de salud mental es imprescindible cuando


hay sospecha de duelo patológico.
De acuerdo con investigaciones, los individuos que cumplen con los criterios
diagnósticos para el trastorno de duelo prolongado han demostrado tener mayor
riesgo de desarrollar trastorno de estrés postraumático, trastorno de ansiedad
generalizada, trastorno depresivo mayor, así como presencia de ideación suicida.

Manifestaciones de un duelo complicado:

 Intensos sentimientos de culpa, provocados por cosas que hizo o dejo de


hacer en el momento de la muerte de su ser querido.
 Desesperanza extrema, sensación de no poder recuperar una vida que valga
la pena vivir.
 Inquietud o depresión prolongados, sensación de estar atrapado, mantenida
a lo largo de varios meses.
 Ira incontrolada, que hace que sus amigos y seres queridos se distancien,
con sentimiento de incomprensión o que le lleve a “planear venganza” de su
pérdida.
 Pensamientos suicidas, que van más allá del deseo pasivo de “estar muerto”
o querer reunirse con su ser querido perdido.
 Síntomas físicos, somatizando los sufridos por su ser querido en los últimos
días de su vida.
 Dificultad continuada de funcionamiento que se pone de manifiesto en su
incapacidad para realizar actividades de la vida cotidiana.
 Abuso de drogas o alcohol con intensión de desterrar el dolor de la pérdida.

También existen diferentes factores de riesgo que pueden convertirse en un duelo


complicado.
Los concernientes a la familia: Relación cercana con el fallecido (presente en
pérdidas de esposo o hijos), género femenino (especialmente madres), estilo de
apego no seguro (inseguro o evitativo), alta dependencia al difunto.
Relacionadas con la muerte: Baja aceptación ante la muerte, Insatisfacción ante
la notificación de la muerte (inadecuada información), múltiples pérdidas en poco
tiempo (sobrecarga de duelos no resueltos), muertes violentas (suicidios,
homicidios, accidentes).
Asociados con el último tratamiento: Agresiva intervención médica (UCI,
ventilación, reanimación/resucitación), ambivalencia en cuanto al tratamiento con
bajo nivel de aceptación ante la muerte, conflictos familiares con respecto a la
decisión del tratamiento, agotamiento del cuidador, dificultades económicas creadas
por el tratamiento.
E. ASPECTOS BIOÉTICOS EN EL CADAVER.

El concepto de cadáver:

Cadáver es el cuerpo de un ser vivo, muerto. Como palabra, es de origen latino y


proviene de cadavere, en relación con el verbo cadere que significa caer o caído.
Por otro lado, cadavere puede descomponerse en varios
términos: caro (carne), data (dar) y vermibus (gusanos). Por lo que el significado
antiguo de cadáver sería "carne dada a los gusanos".

En el español el concepto cadáver está enfatizado sobre el cuerpo de una persona,


no obstante, en otros idiomas suele utilizarse para señalar cualquier cuerpo muerto,
sea de un animal o un humano indistintamente. Es por esta presunción de hombre,
que será cadáver el término que será usado durante este escrito y en gran parte de
los textos citados.

El cadáver y su noción en México:

Para la Ley General de Salud, cadáver es el cuerpo humano en el que se haya


comprobado la pérdida de la vida, es decir, que presente muerte encefálica o paro
cardiaco irreversible. Esto da lugar a que se deje de ser sujeto activo y pasivo de
cualquier derecho u obligación, recayendo éstos en sus herederos, familiares o
bienes.
Sin embargo, aun perdiendo dicha potestad legal, la ley (LGS) brinda al cadáver la
facultad de no ser considerado objeto de propiedad y obliga a que se le trate con
respeto, dignidad y consideración (art. 346). Más esto es un poco contradictorio con
posteriores aseveraciones que la misma legislación hace, ya que aunque el cadáver
no debiese ser propiedad de nadie, el reglamento de dicha ley en materia de control
sanitario de la disposición de órganos, tejidos y cadáveres otorga la disposición que
se hiciera del mismo a sus familiares, en caso de ser un cadáver de persona
conocida o bien, al Ministerio Público o establecimientos de servicio de atención
médica, si es un cadáver de persona desconocida (art. 60, 61 del reglamento y 347
de la ley).

A partir del anterior punto, brotan muchos cuestionamientos sobre la disposición,


manejo, experimentación o uso general que se hace de los cadáveres, cualquiera
que sea el fin de éstos.

Aspectos bioéticos: Cuidados post mortem y tanatopraxia:

La Ley General de Salud es clara al decir que los cadáveres deben ser tratados con
respeto, dignidad y consideración, no obstante, es en la noción misma de dignidad
en la que se puede dar pauta a un conflicto, ya que respeto y consideración puede
tenerse también a las cosas al respetar su naturaleza, pero la dignidad a través de
los años ha sido considerada como un elemento ontológico del ser humano, por lo
que el hablar de dignidad en un cadáver, el cual ya no es, puede generar muchas
dudas.

Tanatopraxia:

Es el conjunto de prácticas que se realizan sobre un cadáver desarrollando y


aplicando métodos tanto para su higienización, conservación, embalsamamiento,
restauración, reconstrucción y cuidado estético del cadáver, como para el soporte
de su presentación.

Cuidados post mortem: son las intervenciones que se le brindan al cuerpo del
paciente después de la muerte, para ser trasladado a la morgue.
El amortajamiento es una función propia de los enfermeros, quienes pueden delegar
dicha función, movilizando al cadáver. El amortajamiento deberá realizarse en la
mayor intimidad posible y en el menor plazo, para evitar que aparezca el rigor
cadavérico (rigidez del cadáver o rigor mortis) y, posteriormente, el cadáver pueda
ser trasladado al mortuorio. La enfermería en los servicios de hospitalización se
enfrenta en muchas ocasiones a una urgencia y emergencias cuyo desenlace es
fatal, con el consecuente fallecimiento del paciente. El campo de actuación
hospitalario es muy variado y los decesos pueden producirse en cualquier lugar y
circunstancia, lo que demanda y exige una actuación estandarizada para el cuidado
del cuerpo del fallecido y el apoyo emocional y cognitivo de los familiares, amigos y
acompañantes. Enfermería brinda el cuidado de pacientes en fase terminal y la
convivencia con el sufrimiento ajeno y el mismo proceso de amortajamiento, las
experiencias más temidas. De sobra es conocido que la sociedad oculta la muerte
y que el hecho, también nos suceda a nosotros los profesionales de la salud, hasta
el punto que actuar con los cuidados de un cadáver (amortajamiento), y esto cause
estrés por falta de información.
CONCLUSIÓN:
Hoy tenemos un manejo del dolor constituido y floreciente. Sin embargo, todos
sabemos que aún se sufre mucho en el mundo y que será necesario seguir
enfrentándose al sufrimiento humano por los siglos de los siglos. Debido a la radical
unidad psicofísica y espiritual del ser humano, el dolor biológico va siempre unido a
un significado, a un sentido espiritual.
El ser humano tiene que aprender a aceptar la muerte así como ha aceptado la vida,
este proceso es muy duro, pero es el fin de un ciclo que ha terminado, el proceso
de duelo de una perdida es muy difícil, pero es un proceso normal de adaptación
ante las pérdidas. Aunque se ha estimado que 12 meses es el tiempo aceptable
para concluir este proceso, lo importante es transitar y resolver cada etapa del
duelo.
Una de ellas es el trato al cadáver, el cadáver es aquel cuerpo que se ha
deshumanizado, que ha perdido definitiva e irreversiblemente su condición de
persona. La bioética ha enseñado consideración y respeto porque le es inherente
una dignidad la cual no puede ser separada del cuerpo muerto, lo que obliga a un
cuidado y manejo (tanatopraxia) para su destino final, ya se la cremación,
incineración, etc.
En este trabajo concluimos de todos los aspectos que lleva afrontar la etapa del
duelo, la pérdida de un familiar o de un paciente, que aunque hay diferente tiempo
o formas de afrontarlos existen síntomas que se presentan y que los relacionamos
con alguna enfermedad cuando no es algo patológico, el estudio del duelo está en
constante auge para entender el comportamiento de los seres humanos.
BIBLIOGRAFÍA:

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Jorge H. Suardíaz Pareras.

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Royal University Hospital. Saskatoon, Saskatchewan, Canada. 17/05/2010.

 Implicaciones de la bioética en el tratamiento del dolor crónico: el cambio de


paradigmas J. A. de Vera Reyes1 y M. J. Guerra Palmero. Ex Jefe de Servicio
de Neurocirugía y Unidad del Dolor. Hospital Universitario La Candelaria.
Santa Cruz de Tenerife. 2 Profesora titular de la Facultad de Humanidades
(Sección Filosofía) de la Universidad de La Laguna. Santa Cruz de Tenerife.
2018.

 Aspectos éticos de la analgesia en cuidados paliativos. El control del dolor


representa un reto alcanzable para todos los médicos y la sociedad. Jacinto
Bátiz, jefe de la Unidad de cuidados paliativos del Hospital "San Juan de
Dios", Vizcaya, Es Fuente: Revista Dolor Clínica y Terapia Vol. VI/ Num. 1/
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 Wander, Barbara, Lambert , Susan. Manual de Procedimientos en


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 Susana Rosales: Fundamentos de Enfermería. El Manual Moderno. 3ª


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