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La teoría de las colisiones es una teoría propuesta por Max Trautz1 y Gilbert N. Lewis en 1916 y
1918, que explica cualitativamente cómo ocurren las reacciones químicas y por qué las velocidades
de reacción difieren para diversas reacciones.2 Para que una reacción ocurra las partículas
reaccionantes deben colisionar. Solo una cierta fracción de las colisiones totales causan un cambio
químico; estas son llamadas colisiones exitosas. Las colisiones exitosas tienen energía suficiente
(energía de activación), al momento del impacto, para romper los enlaces existentes y formar nuevos
enlaces, resultando en los productos de la reacción. El incrementar la concentración de los reactivos
y aumentar la temperatura lleva a más colisiones y por tanto a más colisiones exitosas,
incrementando la velocidad de la reacción.
Cuando un catalizador está involucrado en la colisión entre las moléculas reaccionantes, se requiere
una menor energía para que tome lugar el cambio químico, y por lo tanto más colisiones tienen la
energía suficiente para que ocurra la reacción. La velocidad de reacción por lo tanto también se
incrementa.
Aspectos fundamentales
Para que las colisiones sean lo más efectivas posible deben existir choques denominados efectivos.
Son los choques que generan productos a causa de una reacción. Estas colisiones se generan si se
cumplen dos aspectos importantes.
En primer lugar, para que la interacción sea la adecuada la dirección entre las moléculas que
colisionan debe ser la correcta.
En segundo lugar, debe existir una energía mínima suficiente (energía de activación) entre las
especies reaccionantes al momento de la colisión.
Esta energía romperá los enlaces existentes y formará nuevos, ya que todas las reacciones
requieren de un aporte energético para la formación de productos.
La energía de activación suele utilizarse para denominar la energía mínima necesaria para que se
produzca una reacción química dada. Para que ocurra una reacción entre dos moléculas, éstas
deben colisionar en la orientación correcta y poseer una cantidad de energía mínima. A medida que
las moléculas se aproximan, sus nubes de electrones se repelen. Para superar esto se requiere
energía (energía de activación), que proviene de la energía térmica del sistema, es decir la suma de
la energía traslacional, vibracional, y rotacional de cada molécula. Si la energía es suficiente, se
vence la repulsión y las moléculas se aproximan lo suficiente para que se produzca una
reordenación de sus enlaces. La ecuación de Arrhenius proporciona una expresión cuantitativa para
la relación entre la energía de activación y la velocidad a la que se produce la reacción. Arrhenius
introdujo el término energía de activación en 1889. El estudio de las velocidades de reacción se
denomina cinética química.
Según esta teoría para que se produzca una reacción deben cumplirse tres condiciones:
Estos choques deben de producirse con energía suficiente de forma que se puedan romper y
formar enlaces químicos.
En el choque debe haber una orientación adecuada para que los enlaces que se tienen que romper
y formar estén a una distancia y posición viable.
A continuación se ponen dos ejemplos esquemáticos de cómo podrían ser según la teoría de
colisiones dos reacciones químicas.
Con la temperatura aumentando, la energía cinética media y velocidad de las moléculas aumenta,
pero esto es poco significativo en el aumento en el número de colisiones.
La tasa de reacción aumenta con la disminución de la temperatura porque una mayor fracción de las
colisiones sobrepasa la energía de activación.