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RESEÑA HISTÓRICA DE LA DANZA EN EL PARAGUAY

Son escasas y breves las informaciones que se disponen para hablar de una historia
de la danza en el Paraguay; sin embargo, algunos escritores aportaron datos de
suyo interesantes, que cubren en parte el vacío que existe sobre el tema.

Hemos considerado conveniente incluir una reseña cronológica para ordenar los
datos ofrecidos por autores paraguayos y extranjeros, algunos de los cuales ofrecen
sólo fugaces comentarios y otros, en cambio, se refieren específicamente a las
danzas paraguayas practicadas desde la antigüedad. Sí bien esta reseña no puede
ser completa por las lagunas de información histórica sobre el tema, pretende sin
embargo registrar algunos acontecimientos más sobresalientes que hemos podido
revelar en nuestra investigación.

ÉPOCA DE LOS CONQUISTADORES.

Entre los datos más antiguos que hemos podido indagar, incluimos un relato de
tema musical, que se remonta a la época de los conquistadores, relato éste que
admite la posibilidad de que la primera Escuela de Canto y Música del Nuevo
Mundo, se haya instalado en Asunción. Debido a la estrecha relación que existe
entre la danza y la música, esta antigua referencia sobre la constitución de una
escuela musical, aunque haya sido formada sobre bases rudimentarias, pudo haber
favorecido el impulso inicial y el desarrollo de la danza en nuestro país. En efecto,
Guillermo Furlong Cardiff S.J. (B 17) al referirse a los músicos argentinos anteriores
a 1810, en el capítulo "El aporte musical de los Conquistadores" nos dice: "La
magna expedición de Don Pedro de Mendoza salió de Sanlúcar el 1º de Setiembre
1535 y en las onces naves, de que constaba, venían dos mil expedicionarios:
españoles, portugueses, flamencos y alemanes, de los que unos diez eran
eclesiásticos. A fines de febrero o principios de Marzo de 1536 llegó la expedición
a lo que es ahora la ciudad de Buenos Aires. Según uno de los expedicionarios,
apenas hubieron estos puestos el pie en estas regiones del Nuevo Mundo, uno de
ellos, por nombre Nuño Gabriel, comenzó a reunir en su casa grande a los indígenas
del lugar, sobre todo a los hijos de los Caciques y de los principales caudillos indios,
y les enseñaba no solo a leer y escribir sino que "les hizo cantares contra sus vicios".

"Nuño Gabriel que hizo cantares al estilo español o portugués, y los enseñó a
nuestros indígenas para extirpar por ese medio sus vicios, llamábase Juan Gabriel
Lezcano y fue en la efímera Buenos Aires o, lo que parece más probable fue en
Asunción del Paraguay, donde se fundó aquella rudimentaria escuela de canto y
música, la primera que hubo en estas regiones del Nuevo Mundo".

Cabe mencionar aquí que fue el capellán Juan Gabriel Lezcano quien también se
ocupó de cierta presentación teatral. En efecto, Josefina Plá (B 18) nos comenta
que, en las celebraciones de Corpus Christi, presentó en Asunción un auto en 1544.
Schmiedel, manifiesta aproximadamente por 1536 (B 19}: "El rey de los Jerús tiene
su corte como un gran señor de Europa. Durante las comidas se toca música; a
medio día si el Rey así lo quiere, bailan ante él los hombres y las mujeres más
bellas. Cuando nosotros veíamos bailar a esas mujeres, nos quedábamos con la
boca abierta, pues, vale la pena ver ese baile de los Jerús".

Otro dato de la época nos da Carlos Zubizarreta (B 20), que nos permite comprobar
la afición de los indígenas por la danza: "Un curioso documento antiguo da
testimonio de la atávica inclinación que siente este pueblo por la danza. En carta
dirigida al Consejo de Indias y fechada en Asunción el año 1556, que daba cuenta
de la rebelión de Ramoncillo, el capellán Martín González refiere lo siguiente:
"Tenemos nueva que entre los indios se ha levantado uno, con un niño que dice ser
Dios o hijo de Dios, y que tornan con esta invención a sus cantares pasados, a que
son inclinados por naturaleza: por los cuales cantares tenemos noticia que en
tiempos pasados muchas veces se perdieron, porque entre tanto que dura ni
siembran ni paran en sus casas, sino, como locos de noche y de día en otra cosa
no entienden, sino en cantar y bailar, sin que quede hombre ni mujer, niño ni viejo,
y así pierden los tristes la vida y el ánima".

La revista popular "Ocas poty cue mi". (B 21), nos ofrece con el título de "Danzas y
fiestas populares del Paraguay", el siguiente comentario: "El historiador Jean de
Lery describe una fiesta guaraní (año 1556) de la siguiente forma: ``unos 600
hombres bailan y cantan durante 2 horas.

"El canto de los guaraníes tiene una tal melodía que si piensa que ellos no conocen
el arte de la música, los que no han oído, jamás podrán creer que se acordasen tan
bien. Si al comienzo tuve cierto miedo, después sentí tal gozo, no solo oyendo los
acordes tan bien medidos de la multitud, sino sobre todo por cadencia del refrán de
la balada, cuando a cada copla todos alogan (sic) sus voces. Quedé todo
embargado y todas las veces que recuerdo de aquel canto, se me estremece el
corazón, y me parece como si lo tuviese aún en mis oídos.

"Posiblemente Lery describió una danza muy típica de los guaraníes "el baile de los
avá" estas danzas se realizaban en honor al cacique o en conmemorar algún hecho
notable de la tribu. Los indios guaraníes llevaban a cabo estas danzas en lugares
que previamente lo limpiaban y que llamaban "Ocas"; allí hacían grandes fogatas y
en cuyo contorno realizaba sus típicas danzas. Es posible que los indios guaraníes
tuvieron muchas clases de danzas, pero no tenemos noticias de ellas.

"Es lógico suponer entonces que los conquistadores hayan impuesto sus danzas''.
Época de las Misiones Jesuíticas (1609-1767).

Conocemos la importancia de la labor de los jesuitas en el desarrollo de las artes.


Ellos han conquistado a los indígenas utilizando fundamentalmente la música y la
danza como medios para lograr" sus objetivos. La danza no se practicaba como arte
independiente, sino que iba generalmente ligada al drama, a la pantomima,
siguiendo siempre un argumento. Los misioneros fueron imponiendo poco a poco
los temas religiosos. Renombrados historiadores han dado comentarios detallados
sobre estas manifestaciones artísticas, que constituyen serios documentos y fueron
comentados posteriormente por escritores de nuestra era.

Transcribimos algunos comentarios que nos darán un panorama más amplio de las
actividades durante este periodo jesuítico.

Rafael Eladio Velázquez (B 22): "Enrolados en una orden militante y en plena


expansión los religiosos de la Compañía de Jesús tuvieron gran influencia en el
desenvolvimiento cultural del Paraguay durante los siglos XVII y XVIII".

Carlos Zubizarreta (B 20): "Porque la astuta política que usó el jesuita para domeñar
al indio contó siempre, como arma más eficaz entre todas las armas con la
exaltación la fiesta. Su observación sagaz comprendió pronto cuánto amaba el
indígena el arte primitivo de la danza. (...) Con ese valioso descubrimiento de su
idiosincrasia adormeciole lentamente. Hizole olvidar su libertad perdida su
portentoso individualismo, embriagándole con fiestas y más fiestas. Liturgia de
ritual, procesiones solemnes y deslumbrantes, bailes, música y festivales llamativos.
"El pueblo paraguayo, que se conserva tan puro de sangre y de esencia tradicional,
continúa gustando de la afición ancestral. La costumbre atávica aflora siempre, a
través de los gestos pueriles de los gustos primarios. En la fiesta nacional del pueblo
está la danza herencia guaraní"....
Guillermo Furlong Cardiff S.J. (B 23): "Más aún que en la literatura se destacaron
los Jesuitas rioplatenses en la música. Conociendo la afición que por el divino arte
sentían los indios y considerando que podría ser un medio de apostolado y de
cultura, promovieron la música, el canto y el baile por todos los medios".

Isabel Aretz (B 24), comentando la labor jesuítica nos dice: "La enseñanza musical
produce frutos rápidamente, al punto que en 1622 pudo bajar a Buenos Aires un
grupo de músicos indios del Paraguay, "con tres coros de Músicos" y en 1628, otros
de San Ignacio, que ejecutaron danzas "con una música a dos coros conforme al
buen gusto de Francia", según escribieron respectivamente el Dr. D. Francisco
Xarque y el P. Natividad Berthold".

Víctor Ayala Queirolo, en su capítulo "Arte jesuítico", nos dice (B 25): "Los jesuitas
fueron sin lugar a duda, grandes psicólogos y comprendieron desde temprano que
la música muy apreciada por los aborígenes constituía un elemento precioso para
la aproximación primero y la catequización después de los guaraníes, a ese efecto,
desde el primer momento, organizaron bandas y orquestas con las cuales
enseñaban canciones sagradas y a cuyos sones hacían acompañar a la imagen
patronal a los campos de labranzas.

La música fue utilizada para las fiestas patronales y reuniones importantes:"


Guillermo Furlong Cardiff S.J. (B 26), en el capítulo "La danza y el drama", nos
relata: "Unidos en este capítulo dos cosas que, a primera vista, parecen dispares:
la danza y el drama, pero no era así entre los guaraníes, ya que las danzas eran
eminentemente musicales y en gran parte dramáticas, y el drama, a su vez, era ante
todo melodrama, predominando en él la música y en no escasa proporción, la
danza.

"En contraste con la música y el canto, si éste y aquella era algo de todos los días,
aunque en las formas más variadas, la danza y el drama era sólo de los domingos
y días de fiesta. Unas y otras tenían de común que no eran de aficionados, sino de
profesionales, ya que estaban sus ejecutantes dedicados, los unos, a la música y al
canto, los otros, a las danzas y a sus dramas, y el ejercicio era de todos los días,
aunque la actuación de danzantes y dramáticos era, a lo más, semanal.

"Desde principio de 1617 contaron los indígenas de las Reducciones Jesuíticas con
un maestro de danza: el jesuita francés Luis Berger, a quien ya recordamos entre
los grandes músicos que hubo en las Reducciones. En 1626 se indicaban sus
ocupaciones y entre ellas, se leen estas dos: músico y danzante. Pero no fue el
Hermano Berger el único maestro, ya que un historiador de la época se refiere a los
maestros seglares de danza. El historiador Francisco Jarque, que estuvo por algún
tiempo en las reducciones, con anterioridad a la brillante actuación de Berger, nos
informa de lo que ya entonces entre 1620 y 1630, eran las danzas y
representaciones lírico-dramáticas de los Guaraníes cristianos".

El mismo autor al hablar de la música y el canto, nos dice (B 27): "Los Jesuitas que
con tanto acierto supieron introducir, así en las ciudades de los españoles como en
las reducciones de los indígenas, los oficios mecánicos y las artes liberales, no
dejaron de hacer cuantos esfuerzos pudieron para aficionar a unos y otros a la
música y al canto.

La labor jesuítica en el campo de la música data de 1609. Fue en esta fecha que el
P. Diego de Torres ordenaba a los Padres José Cataldino y Simón Maseta que
"cuando más presto se pudiese, con suavidad y gusto de los indios, se recojan cada
mañana sus hijos para aprender la doctrina leer y cantar. El mismo Padre Torres en
una Instrucción que dio a los Misioneros en 1610, ordenaba que a los indígenas se
les enseñase canto y música. Peramás escribe que nunca faltaron buenos músicos
entre los Jesuitas de la Provincia del Paraguay, pero "jamás nadie, agrega este
historiador, aventajó a Domingo Zipoli, músico que había sido de una de las capillas
de Roma y de cuyo talento musical puede decirse que era singularísimo, y que aquel
que una vez hubiese oído alguna de las piezas de música por él compuesta, no
encontraba después gusto alguno en la obra de otros autores".

Guillermo Furlong Cardiff S.J. (B 28), refiriéndose a Francisco J. Miranda, expresa


que: "Era Maestro de danza para los hombres, que a las indias no se les enseñaban,
ni sabían bailar" José Manuel Peramás (B 29): "Las danzas tenían lugar solamente
en las grandes festividades del año, en la plaza, en presencia de todo el pueblo y
del Párroco, quién junto con su compañero se sentaba a la puerta del templo. Sólo
intervenían en ellas los niños y jóvenes, varones y mujeres por separado. Los bailes
eran graves y jeroglíficos, es decir, simbólicos. Unos representaban la lucha entre
el arcángel San Miguel (en cuyo escudo se leía: ¿Quién como Dios?) y el dragón
rebelde con sus secuaces. Estos al fin quedaban vencidos, y aquél, triunfante y
vencedor. Otras veces representaban cuatro augustos monarcas, cada uno de una
parte distinta del mundo, conducidos por un estrella para adorar al Rey de reyes y
Señor de los que dominan; y una vez que lo encontraban recostado en el seno de
la hermosa Madre, deponían ante él sus cetros y coronas en señal de adoración.

"En otras ocasiones clavaban en el centro de la plaza las insignias y el estandarte


de la Virgen, y llevando en unos escudos las letras del nombre de María las
combinaban, evolucionando en diversas formas, hasta que paulatinamente las
colocaban en orden, de modo que el público pudiese leer simultáneamente el dulce
nombre de la Reina del cielo. Los actores del juego, doblando a compás las rodillas
e inclinando la cabeza, quedaban prosternados ante una sagrada imagen de la
Virgen, dispuesta a este fin de antemano. A veces simulaban luchas entre moros y
cristianos: de modo que éstos, con la ayuda de Dios, quedasen vencedores, y
aquellos, confundidos y puestos en fuga, volviesen torpemente las espaldas.
Durante el combate guardaban un movimiento rítmico del cuerpo al compás de la
música. También exhibían, a veces, bailes de conjunto, con combinaciones
musicales: dos, por ejemplo, preludiaban con la lira; respondíanles otros dos con la
cítara; seguían dos con laúdes, dos con violines, dos con flautas, etc., sin cesar
mientras tanto de saltar con gran ritmo y agilidad.

"Referiré a este propósito un hecho memorable. Estaba destacada con su ejército,


en el pueblo de San Francisco de Borja, el ilustre capitán Pedro Cevallos, quien
había acudido allá a causa de un levantamiento de los pueblos cisuruguayos, los
cuales se resistían a acatar el célebre pacto con los portugueses, que los obligaba
a abandonar sus tierras, según dijimos más arriba. Habiéndose recibido, en ese
tiempo, cartas de Europa con la noticia de la ascensión de Carlos III al trono de
España, por muerte de su hermano Fernando VI, quiso Cevallos, en señal de
fidelidad al rey, celebrar con toda magnificencia el comienzo de su reinado. Los
juegos festivos duraron muchos días, y acudieron de otros pueblos muchos cantores
y bailarines guaraníes.

"Los cantores se encargaron de la música sagrada, que ejecutaron


maravillosamente durante los Oficios que se celebraron por el feliz y próspero
gobierno del nuevo rey. Los bailarines hicieron gala de su arte en la plaza, en
presencia del capitán Cevallos, de los jefes y soldados y numeroso público. Fueron
tan variadas las danzas, que constantemente se exhibían números nuevos, y en un
solo día se realizaron seis bailes distintos. Refieren que José Cardiel les enseñó
setenta diversos números de baile; y, lo que es más de alabar, en tanta variedad de
danzas no se advirtió nada chocante o lascivo (para evitar eso estaban allí
conservando la forma rítmica durante algún tiempo, pero introduciendo en las
danzas y cantos, si no un significado religioso - eso vendría luego - una intención
cristiana, ofrendarla".
"La inclinación del indio hacia la danza y el canto, y concretamente hacia las danzas
de contenido pantomímico o simulacros, explica el entusiasmo que en él
despertaron espectáculos como los juegos de moros y cristianos, aquí convertidos
en juegos de cristianos contra indígenas, o de cristianos e indígenas, unidos, contra
bandeirantes; o simulacros iluminados en el río; explica por tanto la proliferación de
los despliegues, cada vez más numerosos, complicados y lujosos, de danzas en las
Misiones, hasta el punto que los superiores se creyeron obligados a limitar el
número de danzas en cada fiesta, reduciéndolo a cuatro, (orden que por cierto no
fue cumplida; por ejemplo, en ocasión de visitar la Misión de San Francisco de Borja
el General Cevallos).

"He aquí la descripción que de una de esas danzas nos hace el P. José Cardiel"..
Hay una de nueve ángeles príncipes de las nueve jerarquías, con San Miguel de
caudillo, con espadas y broqueles muy vistosos, en que está esculpido el nombre
(sic) QUIS SICUT DEUS?... Al apósito salen tantos diablos con sus negras adargas
y lanzas y lleno de serpientes y llamas, y Lucifer por su capitán. Encuéntranse y
trábanse en coloquio los jefes, y al ensoberbecerse Lucifer tocan el arma. Tocan,
no violines, sino clarines y cajas de guerra. Al compás danzan y pelean haciendo
las mudanzas militares en fila, el escuadrón en dos trozos o en uno. Vencen los
ángeles, tienden en el suelo a los diablos a estocadas. Vuelven a levantarse y a
proseguir con la pelea. Finalmente los echan al infierno, de que hay por allí una
tramoya pintada en lienzos que lo representan y humo que de dentro sale. Cogen
los ángeles las adargas y las lanzas que quitaron a sus enemigos y cargados con
ellas y las suyas, dan la vuelta al campo, donde aparece un Niño Jesús de bulto
sobre una mesa. Allí cantan el JESU DULCI MEMORIA en triunfo de la victoria, que
varios de ellos son músicos, y van de dos en dos presentando las armas a Jesús
con muchas vueltas, reverencias y genuflexiones siempre danzando con la gran
variedad de mudanzas y sin cesar los clarines y las cajas".

"He aquí una danza también religiosa en la que se inserta un recitado:


"Otras danzas hay de ángeles, que al empezar cada uno dice una copla al santo del
día, especialmente en las festividades de la Virgen, y sacan en triunfo a su Majestad
y a San Rafael, con banderas, y alto los llevan avanzando en círculo por todo el
espacio de esta función".

"Y una del Corpus".

"En la procesión de Corpus... salen las danzas. Ocho, diez o más danzan alguna de
las más devotas danzas delante del SSMO ya de Ángeles, ya de naciones. Diré tal
cual. Salen vestidos diez de asiáticos con cazoletas de incienso de su tierra, y en
ellas un grano grande como una nuez, para que dure toda la danza. Puestos de
hilera comienzan a incensar al Señor, con reverencias hasta el suelo, al uso de su
tierra, y al mismo tiempo cantan LAUDA SION SALVATOREM y con bellísimas
voces, que casi todos son tiples. Esto lo cantan despacio al compás de la
incensación. Repiten todos más aprisa danzado y cantando, y prosiguen dos o tres
mudanzas. Cantan segunda vez dos de ellos QUANTUM POTES TANTUM AUDE
incensando y cantando con pausa, y repiten todos LAUDA SION SALVATOREM,
danzan y cantan más aprisa. Con este orden van cantando todo el sagrado himno.
A1 final van de dos en dos sucesivamente al altar, con muchas vueltas y
genuflexiones, y dejan allí en orden todas sus cazoletas con sus pebetes".

"La descripción de Cardiel es sumamente interesante, ya que nos muestra tipos de


danza en los cuales además de las figuras, el canto y la música, intervenía el diálogo
o el recitado.

El mismo Cardiel describe otra danza de carácter profano, en el cual salen "los
cuatro reyes que representan las cuatro partes del mundo, con sus coronas y trajes
que les corresponden y rinden adoración al de España". El número de danzas
distintas que eran capaces de realizar, ascendió en cierta época a setenta. Como
se ha dicho ya, no se permitía, por reglamento, dar más de cuatro por día de fiesta,
y de esas cuatro, la primera era a cargo de un solista: el último lugar pertenecía a
las danzas pantomímicas de ángeles y demonios como la ya descrita. Carácter
especial debieron tener las que según testimonio del mismo Cardiel, se realizaban
durante la procesión del Corpus, acompañando al Arca del Nuevo Testamento.
Seguramente eran éstas las que, realizadas por muchachos tenían lugar delante
del altar mayor, lo cual hace recordar las danzas de los llamados "seises" en la
Catedral de Sevilla.

"Las coreografías, ni que decir tiene, eran compuestas por los P.P. que eran también
como es lógico los maestros de baile. Esta enseñanza no dejaba de crear sus
problemas a los maestros, que por la dignidad debida a su investidura no podían
enseñar con el ejemplo directo, "y hacían con las manos lo que se hace con los pies,
por mirar a la modestia religiosa".

Gaspar González Pintado S. J., en una carta al Padre Provincial, en Octubre de


1613 comenta (B 32): "...y toda aquella noche la pasaron sin dormir; apare] ando
sus danzas y entremeses. El día de la fiesta se hinchió la iglesia de gente, que
apenas cabían y quedó muy gran parte fuera, cantose la misa, y después de ella
entraron las danzas y tan a propósito de la fiesta que dieron mucho gusto...".

J. Natalicio González (B. 33). Al comentar la instrucción pública y la vida intelectual,


nos dice: "... Los Cabildos costean las representaciones teatrales, en ocasión de las
festividades profanas o religiosas. Ellas tienen lugar al aire libre y atraen a
muchedumbres de espectadores. A base de la documentación existente, es fácil
definir la índole de las comedias coloniales. En 1622, la canonización de Ignacio de
Loyola fue celebrada en Asunción con una de ellas. Más de cien niños asuncenos,
que ensayaron sus papeles bajo la dirección del santo paraguayo Roque González,
se iniciaron como actores, divididos en dos bandos, uno de cristianos, y otros de
infieles". "Simularon una batalla, relata un cronista; los idólatras iban adornados de
ricos plumajes y armados con arco y macana; los cristianos peleaban con una cruz.
La música regulaba los movimientos de los infantiles ejércitos. Era de ver como
éstos se juntaban o separaban, dividían el campo en dos partes iguales o simulaban
acometidas. Pasado algún tiempo, la batalla se declaró a favor de los cristianos,
quienes llevaron a los vencidos, hechos prisioneros, delante del gobernador
eclesiástico, primero, y luego del civil. Estos se echaron en el suelo, pero
alegremente, cual convenía a cautivos voluntarios, saltando de cuando en cuando".
"En 1634 fue celebrado el centenario de la Compañía de Jesús con profusión de
espectáculos teatrales. En todos los pueblos misioneros se levantaron arcos
triunfales; hubo discursos en latín y guaraní; multitudes poseídas de frenética
alegría aplaudieron las danzas y los ejércitos de palestras. Soldados que llevaban
"en su escudo una de las letras que componen el nombre de Ignacio", "bailaban
formando con ellas diversos anagramas". "Por la noche se verificó un combate naval
a la luz de innumerables antorchas".

"La más suntuosa de aquellas fiestas, fue la celebrada en la reducción de


Encarnación, en el Guaira, donde se representó una complicada pantomima". "Salió
de improviso, escribe Techo, un gigante llamado Policromio, vestido de colores, con
larga barba y cabellera blanca; significaba el centenario de la compañía de Jesús y
llevaba cien niños pintados; estos eran los diferentes cargos de la Compañía: con
armonioso canto celebraron las alabanzas de Policromio; la escena tenía lugar en
un paseo de la población; más adelante había un rebaño de cien bueyes; después
cien arcos de triunfo con emblemas, que estaban en el camino de la iglesia; a la
puerta de ésta se ofrecieron cien panes; en el altar mayor lucían cien velas". "Se
trataba de una fiesta más pagana.
FINES DEL SIGLO XVIII.
Carlos Zubizarreta, al comentar las costumbres asuncenas a mediados del siglo 18,
nos dice (B 39): "Las cabalgatas y los paseos en coche y carreta hasta las chácaras
aledañas de la ciudad, donde se organizaban meriendas y bailes campestres,
constituían otro esparcimiento muy corriente"...Tal era la Asunción colonial de
mediados del siglo XVIII".

A fines del siglo todavía puede notarse el gusto por los entremeses, pantomimas.
Como anteriormente, no participaban las mujeres en las danzas.

Félix de Azara, quién vistió las reducciones unos años después de la salida de los
jesuitas, hizo el siguiente relato, que nos comprueba la presencia aún del estilo
impuesto en aquella época. Hablando de San Miguel nos dice (B 19): "la víspera, el
día y el después de la fiesta no cesan de tocar los músicos día y noche y la plaza
está llena de gente corriendo toros, sortijas, parejas y haciendo baile de todo con
mucha formalidad y concierto. Los bailes son siempre serios con vestidos
convenientes que da la comunidad y se reduce a una mezcla de danza y esgrima.
No tienen parte en ella las mujeres ni los instrumentos de viento"...

"Cada danza es seguida de un entremés o pantomima. Los bailes de noche se


hacen con iluminación y al que desempeña bien cualquier cosa de las dichas, se le
da Tupambáe, que es un pedazo de lienzo u otra friolera"...

"Los administradores modernos han enseñado a los indios algunas contradanzas y


bailes valencianos que ejecutan bien".

Tenemos también el comentario de Aguirre (B 40): "En todo son hábiles los indios,
no solamente en las artes... Para los entremeses y bailes con que gustan obsequiar
los pueblos a las personas que los visitan y con la comedia, cañas, parejas y sortija
que añaden en sus fiestas son igualmente al propósito de manera que es menester
decir son hábiles y trascendidos".

Continúa Aguirre al comentar la época de Don Pedro Melo de Portugal, que fue la
época de apogeo colonial en Asunción: "... y por último en el atrio unos juegos y
bailecitos de indiecitos de atihra..."

Los estilos y danzas detallados precedentemente, en el capítulo de los jesuitas,


fueron esfumándose poco a poco para dar paso a la absorción de nuevos bailes
europeos que
La descripción de Robertson se remonta a la época del Dr. Francia (B 19): "Primero
llegó una partida de frailes franciscanos, en caballos bailarines, y precedidos de la
banda de música del convento"...

Cardozo Ocampo nos dice (B 44): "En los pueblos indios fuera de la jurisdicción
jesuítica, los nativos en cambio, disponían de su libertad musical y artística y es en
esa región donde se amalgamaron la música española con el alma guaraní. EN
ESTA MEZCLA DE RAZAS SE GESTO LA MÚSICA PARAGUAYA.

"Es muy fácil comprobar esto que decimos. La geografía y la historia lo señalan con
el río TEBICUARI hacia el Sur; los pueblos que fueron fundados por la compañía de
Jesús como: San Miguel, San Juan Bautista, San Ignacio, Santa Rosa, Santa María,
Loreto, Jesús y Trinidad y muchos que quedaron en jurisdicción de la Argentina,
Uruguay y Brasil; en cambio hacia el norte el citado río tenemos los pueblos con
nombres guaraníes, que fueron catequizados por los franciscanos como Ca'apucú,
Quyquyhó, Ybycuí, Mbuyapey, Quündy, Acahay, Tabapy, Ybytimí, Carapeguá,
Paraguay, Yaguarón, Ca'acupé, Itacurubí, Itaguá, Capiatá, Itá, Areguá, Paragua-y,
nombre autóctono de nuestra capital, y como ya hemos dicho, en todos estos
pueblos los catequizantes franciscanos, daban más libertad a los neófitos para sus
recreos espirituales. Además estimularon la expansión artística de los paraguayos
con la creación de conjuntos orquestales, pues cada convento tenía su banda de
música, que luego de cada misa ofrecía sus conciertos y así nacieron las nuevas
expresiones artísticas, entre ellas la "danza de la galopes" que bailaban las muj eres
promeseras y otras entusiastas,... "

PANORAMA GENERAL DEL SIGLO XIX.


En el siglo XVIII nos decía Aguirre: "Prosiguen dominantes los cantares y bailes
antiguos españoles". Este predominio hispánico fue notorio desde el siglo XVII
debido a la influencia de los conquistadores y de los padres religiosos.

El siglo XIX se presentó con características diferentes dado que nuestras danzas
recibieron en esta época la influencia de varios países europeos. En efecto, fue el
siglo de la aparición de una gran variedad de danzas europeas que se aclimataron
y algunas de ellas se acriollaron en nuestro país adquiriendo posteriormente nuevas
fisonomías, de donde han surgido muchas de nuestras danzas tradicionales.

Esas danzas europeas llegaron por el Río de la Plata; de ahí se explica la casi
simultánea aparición en el Uruguay, Argentina y Paraguay.

La Contradanza, conocida desde el siglo XVIII, perdura aún, y ejerce cierta


influencia para la formación de otras danzas. El Cielito, el Pericón y la Media Caña,
tres contradanzas rurales, según Vega (B 5), "Conservan vagos restos de esa
música europea, a pesar de que, en ciertos ambientes adquirieron música de otro
carácter. Por eso difieren tanto entre sí las versiones tradicionales de la que
correspondió a esos bailes".

"La Contradanza, modificada, renovada, sostiene su nombre hasta 1850; y su


música se prolonga en sus herederas, la Cuadrilla y Los Lanceros, hasta entrado el
siglo XX, con gran penetración e influencia en la campaña".

También por mitad del siglo, se conoce el Montonero, cierta forma de Minué.
Aparece además en este siglo una nueva forma coreográfica que constituyó una
verdadera revolución: la danza de pareja enlazada independiente. El Vals fue el
primero de este grupo; siguieronle el Galop, la Polka, la Mazurca, el Chotis y la
habanera. Las danzas ya citadas, especialmente la Cuadrilla, el Lancero, el Vals y
El Chotis, pasaron velozmente de los salones a los ambientes campesinos.

En este mismo siglo, fueron gestándose nuestras danzas que se convirtieron en


tradicionales, contando con el elemento coreográfico europeo y con el ingenio y
habilidad del hombre paraguayo, que supo plasmar en movimientos estéticos el
sentir artístico de nuestro pueblo. Como dice Justo Pastor Benítez (B 45): "En
materia de arte y de costumbre lo esencial no es la procedencia, sino el estilo, el
carácter, el color, que se adquieren del medio telúrico y social, y por acción
creadora. El medio social paraguayo es poroso, absorbente; logra transformar, en
poco tiempo, lo foráneo, que asimila y nacionaliza, dándole su cuño. Es ésta la
verdadera garantía de la subsistencia de la nacionalidad".

Este es el panorama general del siglo XIX, esbozado, en síntesis. Para detallar
mejor el desenvolvimiento local de dicho siglo, a continuación, presentamos las
características de las diferentes etapas.
PRIMEROS AÑOS DEL SIGLO XIX.
Son escasos los datos sobre el desenvolvimiento artístico popular en nuestro país
durante los primeros años del siglo XIX. Indudablemente, prosiguió la misma
corriente de los últimos años del siglo anterior, y suponemos que nuestro pueblo,
tan afecto a las danzas siguió cultivándolas. Nos lo confirma Rengger, quien en la
época de Francia dijo: "Antiguamente se organizaban grandes bailes".

Lastimosamente, no se registraron crónicas o relatos sobre este tema; todos los


autores preocupados o interesados en otras esferas, olvidaron anotar las
manifestaciones artísticas. Época de la Independencia - José Gaspar de Francia
(1811-1840).

Transcribimos un breve pero curioso comentario de Robertson (B 19), que se


remonta a la época de la independencia. Este autor nos habla de "caballos
bailarines", hecho que se vuelve a mencionar en comentarios de años posteriores.
Describiendo una procesión nos dice: "Primero llegó una partida de frailes
franciscanos, en caballos bailarines, y precedidos de la banda de música del
convento..." "...mientras que sus caballos enseñados a bailar en ocasiones
especiales, marchaban al costado de los carruajes..."

Otro comentario de Robertson nos dice: "El viejo gobernador Velazco me dijo esa
noche con énfasis: "Ah, Sr. Robertson, temo mucho que estemos presenciando la
última fiesta que se celebra en el Paraguay"..."

Fulgencio R. Moreno, al hablar de Asunción en 1812, época de la reciente


independencia, nos dice (B 46): "La ciudad, habitualmente silenciosa, adquiría, sin
embargo, más frecuente animación con la celebración de las nuevas fiestas
nacionales, las reuniones y tertulias, puestas de moda por la juventud militar del
nuevo régimen y las funciones en homenaje a la Virgen de la Asunción, al patrono
San Blás, a San Francisco, la Merced y Santo Domingo, en que las bulliciosas
fiestas vespertinas, encanto de la esclavatura conventual sucedían al nocturno "toro
candil" y las alegres serenatas, que estremecían el tranquilo ambiente de la noche,
con los aires nacionales tan hondamente sentidos por el alma paraguaya".

Durante el mandato del Dr. Francia, las manifestaciones populares así como las
culturales artísticas, no pudieron desarrollarse por las severas costumbres
impuestas por él, que dejaron de lado la música y la danza. En los salones casi nada
se pudo ver. No obstante esta severidad, el pueblo tenía sus "desahogos" en
reuniones privadas, familiares; se podría decir, comunal, ya que en las reuniones
en casas particulares se invitaban a un gran número de personas.

Tenemos datos de una danza titulada "Gasparina", que se creó en homenaje a


Francia; dicha denominación deriva del nombre del mismo. El Dr. Juan Max
Boettner, quien realizó innumerables investigaciones en el campo de la música
paraguaya, nos ofrece sobre este punto, algunos datos obtenidos en entrevistas
personales con Juan E. O'Leary (B 19): "Allá por 1922 me vino a ver un músico
llamado Lorenzo González. Era violinista mediocre con unas manos endurecidas
por una afección artrítica. Mostrome una danza que, dijo, la encontró por casualidad
y que se bailaba en épocas del dictador Francia. Era la "Gasparina". Esa pieza dio
ocasión a una obra teatral de Juan E. O' Leary y que fue representada en el Teatro
Municipal. La música era parecida a un Minué".

Narciso R. Colmán (B 51), publicó unos versos en guaraní de un Cielito que se


cantaba en la época del Dr. Francia, llamado "Cielito Pane", con la siguiente
anotación: "Cielito Pane". (Cielo adverso). Es el reflejo de la vida de espionaje de
aquella época dictatorial. El cantar trasluce el peligro que corre la imprudencia
conspiratoria cuando dice el adagio "hasta las paredes oyen". Carlos Antonio López
(1841-1862).

Época de resurgimiento, ya que el gobierno auspició el progreso en todas las


esferas. Como consecuencia de este despertar general y especialmente por el
impulso artístico, las danzas alcanzaron un gran florecimiento. Tanto en los salones
de las ciudades como bajo las enramadas campesinas, sobresalieron los variados
bailes europeos; así también comenzaron a aflorar las danzas del país, como
inspiración propia del pueblo.

Historiadores de aquella época y conocidos escritores de hoy, nos relatan


interesantes pasajes que transcribimos seguidamente: Alejandro Baguet, belga, que
estuvo en nuestro país más o menos por el año 1845, nos ofrece un comentario
muy interesante (B 48): "Salimos acompañados de un sargento, un soldado y un
sirviente. A siete leguas de Itapúa visitamos el pueblo de Carmen (...) habitado por
los indios del antiguo pueblo de Itapúa. Hacia las cuatro de la madrugada nuestros
oídos fueron dulcemente heridos por una música, monótona aunque no carente de
encanto. Era el himno nacional. El cielo de la patria, cantado por jóvenes indios, que
cada día, y acompañándose con instrumentos primitivos, vienen a dar una serenata
matutina ante la casa del mayordomo. ¡Cuál no fue nuestra maravilla al saber que
ninguno de estos músicos conocía una nota de música y que sus propios
instrumentos los fabricaron indios de ese pueblo siguiendo viejos modelos de la
época jesuítica!".

Alfredo Demersay, médico y naturalista francés, estuvo en nuestro país también por
el año 1845. A1 hablar de las mujeres paraguayas, nos dice (B 48): "Afables,
graciosas, apasionadas por la música y la danza, las mujeres tienen, a semejanza
de las de las orillas del Plata, más tacto y finura que los hombres".

Francisco Solano López (1862 -1870). Guerra de la Triple Alianza (1864 -1870).
Durante este gobierno, y sobre todo en los primeros años, continúa el entusiasmo
por las fiestas, bailes, vida teatral, etc.

Del mismo modo que se ofrecían continuos bailes para las clases más elevadas, el
pueblo tenía su expansión propia con sus bailes populares, a los cuales se
entregaban con pasión. Masterman nos dice refiriéndose a la elección de Francisco
Solano (B 52): "Su elección fue seguida de una sucesión de suntuosos banquetes
bailes y espectáculos".

Juan Crisóstomo Centurión (B 59): "Los años 1863 y 1864 fueron fecundos en
grandes fiestas populares, ya en festejo de los días festivos, ya en conmemoración
del apóstol Sud Americano San Francisco Solano, cuyo nombre llevaba el General
Presidente. Por supuesto las fiestas dadas con motivo del aniversario del natalicio
del general sobrepujaban en mucho en esplendor a aquellas con que se
conmemoraban los sucesos patrios, como que había llegado ya a constituir parte
de la creencia del pueblo, de que la persona de aquel simbolizaba todas las glorias
nacionales.

POSTGUERRA.
Época cargada de dificultades por las negativas consecuencias de la guerra. El
exterminio de la población, especialmente la masculina, obligó a nuestras mujeres
a cubrir la falta del jefe de familia; las mismas se vieron precisadas a dedicarse
exclusivamente a mantener y levantar el hogar golpeado por la tragedia. Esta
circunstancia, lógicamente trajo una declinación de las actividades musicales y
especialmente danzantes.
Son muy escasos los datos sobre danzas en los periódicos o escritos de la época,
pues casi nada se ha hablado sobre ellas. Se realizaban presentaciones de
compañías teatrales, líricas, circenses, etc., que están fuera de nuestro tema.
Referente a danza, se comentaba muy esporádicamente con la frase: "se realizó un
baile".., pero sin especificar nombres y muchos menos figuras coreográficas.

Josefina Plá (B l 8): "... los años 70 y 71 en efecto fueron años bastante modestos
en lo que a las empresas de esparcimiento colectivo se refiere; este esparcimiento
se vio limitado preferentemente a las formas sociales de la tertulia, las fiestas de
compromiso o las veladas musicales y ciertos espectáculos tradicionales, bailes de
Kyguá-veras, actuaciones de la banda de indios de Yaguarón con sus "gombas", e
incluso "cambarangas" (e127 de diciembre de 1871, fue quizá la última vez que ese
espectáculo tuvo carácter de manifestación espontánea y popular)".

La misma autora al referirse a la música en la postguerra, y comentar sobre


instituciones musicales creadas ya en época de López, nos dice (B 65): "En el nuevo
periodo esas instituciones no hacen sino arraigarse y crecer y por tradición
adquieren carácter de espectáculo público: durante largas épocas, las retretas y
veladas a cargo de la banda de policía se convirtieron en una costumbre capitalina.
Ya en 1874 Cavedagni fue contratado oficialmente para organizar y dirigir la banda
nacional y como es sabido, fue el autor del primer arreglo del Himno patrio. No
encontramos sin embargo, orden municipal alguna tendiendo a la difusión de este
arte en forma orgánica: estas iniciativas quedarán libradas durante muchísimos
años al estímulo privado: La Municipalidad contribuye cediendo a menudo el Teatro
Nacional para la realización de veladas musicales".

He aquí un comentario periodístico sobre las actividades de Cavedagni: LA


REFORMA, 29 de Setiembre de 1877.

"Danzas habaneras. Nuestras bandas de música van a empezar el ensayo de dos


preciosísimas habaneras que el señor Cavedagni tiene en su repertorio. Este hábil
maestro trata de recrear siempre nuestros oídos con nuevas piezas de música".
Carlos R. Centurión (B 38): "Las actividades teatrales en el Paraguay durante la
época de transformación, como es lógico suponer, fueron muy precarias. La
prolongada y sangrienta guerra que tuvo su final trágico en Cerro Corá, dejó al
pueblo en un estado de pauperismo impresionante. Las exigencias de la vida no
pudieron darle tiempo para dedicarse a otros menesteres que no fueran los urgentes
e imperiosos, para subsistir. No obstante, una década.

FINES DEL SIGLO XIX.


Se advierte en los salones el apogeo de las danzas europeas, como danzas de
moda. En una velada musical realizada el 8 de Setiembre de 1893 en la Legación
Brasileña, citada por Juan Max Boettner (B 19), el programa de baile preparado para
dicha oportunidad era el siguiente:
1-Cuadrilla 9- Schottisch
2- Vals 10- Polka
3- Polka 11- Cuadrilla
4- Cuadrilla 12- Vals
5- Mazurca 13- Lancero
6- Lancero 14- Mazurca
7- Vals 15- Vals
8- Cuadrilla 16- Galop foral.

Citamos un solo programa para no caer en repetición, pues todos los redactados en
esa época se circunscribían a los mismos bailes.

La mayoría de estas danzas se extendió hasta el área campesina.


En efecto, las Cuadrillas, los Lanceros, el Chotis, etc. constituyeron danzas muy
conocidas en el campo; ellas adquirieron fisonomía local.

Slonimsky (B 67): "En el siglo diecinueve, el influjo de la música de salón europea y


la adopción universal de la guitarra como el principal instrumento del pueblo, produjo
en el Paraguay la aparición de un tipo híbrido de música popular, europea en
estructura y armonía, ejecutada en forma "tropical". Bajo los cielos del Paraguay, el
Vals, la Polka, y el Galope adquirieron una nueva y peculiar inflexión".

Hacia fines de este siglo 19 en el Río de la Plata comienza a decaer poco a poco la
práctica de las danzas de grupo, de parejas interdependientes, para afianzarse las
nuevas danzas de moda, del tipo pare] a enlazada independiente.

Comentarios de autores argentinos nos explican (B 3): "En 1883 Ventura R. Lynch
decía que en el sur de Buenos Aires la música de las danzas criollas aún se podía
oír por todas partes, y agregaba: "Sin embargo, la civilización que avanza, ya ha
comenzado a popularizar polkas, valses, mazurcas y habaneras".

Al hablar del Cielito (B 13): "En la campaña languidece gradualmente del 60 a1 90,
desplazado por las danzas del cielo en que la pareja baila enlazada (mazurca, polca,
habaneras, etc.) Se han difundido las danzas de "vueltas" y empieza el exterminio
de las danzas graves".

EN NUESTRO PAÍS TAMBIÉN SE ADVIRTIÓ EL MISMO FENÓMENO.


Las danzas verdaderamente nacionales fueron practicadas por el pueblo que las
incluía en las fiestas populares y especialmente en las patronales. En realidad los
periódicos poco se ocuparon de informar sobre estos temas. Boettner nos dice que
una galopa criolla tuvo lugar en la Plaza, al lado del Mercado, en junio de 1881.

COMIENZOS DEL SIGLO XX. PERÍODO ENTRE 1900 A 1920.


Son escasos los datos que se disponen en relación a la práctica de nuestras danzas
durante las dos primeras décadas de este siglo.

Permanece aún la práctica de las danzas de grupo de origen europeo,


especialmente la Cuadrilla, pero también vibran de cuando en cuando los aires
nacionales.

El DIARIO, lunes 20 de junio de 1904. (N° 16) (B 68). "Crónica social.

...Una orquesta compuesta de escogidos profesores preludió una melodiosa


cuadrilla y comenzó el baile que duró hasta las tres y media de la mañana sin decaer
ni un momento siquiera el entusiasmo".

El DIARIO, lunes 27 de junio de 1904. (N° 22).

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