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La Inquisición Protestante: Reforma,

Intolerancia y Persecución
Título: La Inquisición Protestante: “Reforma”, Intolerancia y Persecución.
Autor: Dave Armstrong.
Copyright 1991 by Dave Armstrong. All rights reserved.
Original en Inglés: The Protestant Inquisition: “Reformation” Intolerance and
Persecution
Traducción: Alejandro Villarreal de Biblia y Tradición, 2008.

Responsabilidad y declaración de intención: Es desafortunada la situación en la que el


“marcador del escándalo religioso” necesita ser nivelado, rescatar a los esqueletos menos
conocidos del clóset, sacarlos de la oscuridad, examinarlos y exponerlos. No me causa placer el
escarbar en estos desagradables sucesos, pero es necesario, por honestidad y por una justa
valoración histórica. Esto no significa que he desestimado el diálogo entre las iglesias o que
deseo aporrear a los protestantes o que niego las correspondientes deficiencias del Catolicismo.

Los hechos históricos son lo que son y la mayoría de los protestantes (y católicos) no son
conscientes de los siguientes acontecimientos y creencias, mientras que por otro lado, siempre
escuchamos acerca de la “vergonzosa y escandalosa” Inquisición Católica, que no suele ser muy
precisa o justa del todo. Si los lectores se conmocionan o sorprenden con el título de este tratado
(como sospecho puede ser el caso), debería ser un precedente y es parte de mi justificación y
propósito de enseñanza. Con tal finalidad y objetivo en mente, ofrezco este vasto tratado con
todo respeto a mis hermanos Protestantes y con cierta inquietud también.

Contenido

i. La Intolerancia Protestante: introducción y visión general


ii. La división protestante y las mutuas animadversiones
iii. El saqueo como un agente de la revolución religiosa
iv. La erradicación sistemática del catolicismo
v. Radicalismo violento y la revolución protestante
vi. Muerte y tortura para católicos, protestantes disidentes y judíos
vii. La censura protestante
Bibliografía

i. La Intolerancia Protestante: introducción y visión general

1. La visión de historiadores protestantes y católicos

A. Johan von Dollinger

En la Historia no hay nada más incorrecto que aseverar que la Reforma Protestante fue un
movimiento a favor de la libertad intelectual. La verdad es que fue todo lo contrario. Para los
luteranos y calvinistas, es cierto, representó su libertad de conciencia, pero el concederles esto a
los demás, es falso, no mientras ellos dominaran la escena. La eliminación completa de la
Iglesia Católica y de todo lo que se les oponía en su camino fue considerado por los
reformadores como algo perfectamente natural. (Grisar, VI, 268-269; Dollinger: Kirche und
Kirchen, 1861, 68)

B. Preserved Smith

Si alguien todavía alberga el típico prejuicio de que los primeros protestantes eran más
tolerantes, debe ser desengañado. Salvo por algunos dichos liberales de Lutero,
correspondientes a sus primeros años cuando carecía de influencia, es casi imposible encontrar
algo en los líderes reformistas a favor de la libertad de conciencia. Tan pronto como tuvieron a
su alcance el poder para dominar, lo ejercieron. (Smith, 177)

C. Hartmann Grisar

Zurich, el Estado-Iglesia de Zwinglio, se desarrolló tanto como Lutero lo hizo. Escolampadio en


Basilea y el sucesor de Zwinglio, Bullinger, fueron destacados represores. El nombre de
Calvino es sinónimo de tiranía religiosa, mientras que la tarea de entregar a la posteridad su
dura doctrina de la coacción religiosa fue llevada a cabo por Beza, en su famosa obra, El Deber
de los Magistrados para Castigar a los Herejes. Los anales de la Iglesia Oficial de Inglaterra
fueron, del mismo modo, en sus comienzos, escritos con sangre. (Grisar, VI, 278)

D. Oxford Dictionary of the Christian Church (protestante)

Los Reformadores como Lutero, Beza y en forma especial Calvino, fueron tan intolerantes al
disentimiento, como la Iglesia Católica Romana lo fue. (Cross, 1383)

2. The Double Standard of Protestant “Inquisition Polemics” (La contradictoria


posición de los Protestantes ante “La Polémica de la Inquisición”) de John
Stoddard.

La persecución religiosa, por lo general, continúa hasta que una o dos causas emergen para
reprimirla. Una de estas causas es la noción escéptica de que todas las religiones son buenas o
válidas, haciéndolas iguales. La otra causa es tener un esclarecido espíritu de tolerancia, con el
fin de promover la opinión sincera inspirada por la convicción de que es inútil obligar a
practicar alguna religión. Desafortunadamente, este espíritu de tolerancia es de lento
crecimiento y nunca ha sido notorio en la historia, pero si se afirma que muy pocos católicos en
el pasado han estado inspirados por este espíritu, lo mismo puede decirse de los protestantes.
Los hechos son olvidados por los protestantes, ellos promueven relatos que hielan la sangre
acerca de la Inquisición y de las atrocidades cometidas por los católicos, pero, ¿cuánto saben los
protestantes acerca de las atrocidades protestantes en los siglos que sucedieron a la Reforma?
Nada, a menos que hagan algún estudio especial sobre el tema. Si, los protestantes son bien
conocidos por cada estudioso de la historia. Si no enumero en este libro las persecuciones
llevadas a cabo por los católicos en el pasado, es porque no es necesario hacerlo aquí. Este
volumen está dedicado en forma especial a los protestantes, las persecuciones Católicas son bien
conocidas.

Ahora, aceptando sin conceder, que todo lo que se dice con frecuencia de las persecuciones
católicas fuese cierto, los protestantes no tendrían ningún derecho a denunciarlas, como si esto
fuese una característica exclusiva de los católicos. Las personas que viven en casas de cristal, no
deberían arrojar piedras a los demás.

Es incuestionable que los campeones del protestantismo: Lutero, Calvino, Beza, Knox, Cranmer
y Ridley defendieron el derecho de las autoridades civiles para castigar el crimen de herejía.
Rousseau dice con exactitud: La Reforma fue intolerante desde su cuna, y sus autores, tiranos
universales.
Augusto Comte escribía así:

La intolerancia del Protestantismo no fue menos tiránica que aquella que se le achaca al
Catolicismo. (Philosophie Positive, IV, 51)

Lo que hace, sin embargo, a las persecuciones protestantes de manera especial repugnantes es el
hecho de que eran por completo incompatibles con las doctrinas fundamentales del
Protestantismo, ¡el derecho a la interpretación personal en materia religiosa! ¡Nada puede ser
más ilógico que primero afirmar que uno puede interpretar la Biblia a su antojo, para después
torturar y matar por haber hecho eso mismo!

Tampoco debemos olvidar que los protestantes fueron los agresores, mientras que los católicos
solo se defendían. Los protestantes trataban de destruir a la antigua y constituida Iglesia
Católica, que al tiempo, cumplía mil quinientos años de existencia, para reemplazarla con algo
nuevo, inexplorado y revolucionario. Los católicos habían mantenido su Fe, santificada por
centenares de piadosas asociaciones y sublimes logros. Los protestantes, por el contrario,
luchaban por un credo que ya comenzaba a desintegrarse en hostiles sectas, cada una de las
cuales, al obtener ventaja sobre las demás, ¡comenzaba una persecución general! Toda
persecución religiosa es negativa, pero en este caso, de las dos partes culpables, los católicos
tenían, con certeza, los motivos más defendibles para su conducta.

En todo caso, el argumento de que, las persecuciones por herejía, perpetrados por los católicos,
constituyen una razón por la que no se debe entrar en la Iglesia Católica, no tiene una partícula
de mayor fuerza que un argumento similar construido en contra de la entrada en la Iglesia
protestante. Ambos han merecido culpa en este sentido, y lo que se aplica a uno se aplica
también al otro. (Stoddard, 204-205, 209-210)

3. El Siglo XVII: Rutherford, Milton, Locke.

La tradición de intolerancia entre los Protestantes no se extinguió pronto, de acuerdo al


historiador protestante Owen Chadwwick: La hábil defensa de la persecución durante el siglo
XVI se dio por el presbiteriano escocés Samuel Rutherford (A Free Disputation Against
Pretended Liberty Of Conscience, 1649). (Chadwick, 403)

John Milton y John Locke, “esclarecidos” protestantes, argumentaron a favor de la tolerancia


pero excluyendo a los católicos, el primero en su Aeropagitica (1644) y el segundo en su
primera Carta sobre la Tolerancia (1689). (Cross, 1384)

4. Los perseguidos convertidos en perseguidores.

Una de las muchas ironías tragicómicas de la Revolución Protestante es el hecho de que incluso
los perseguidos protestantes fallaron para ver la luz: A menudo, la resistencia a la tiranía y la
demanda de libertad religiosa se combinan, como en la revolución puritana en Inglaterra, y los
victoriosos, habiendo logrado la supremacía, implementan una nueva tiranía y una nueva
intolerancia. (Harkness, 222)

Multitud de inconformes huyeron de Irlanda e Inglaterra hacia América; lo que es sorprendente


de este hecho es que, después de sus experiencias, esos fugitivos no aprendieron la lección de
tolerancia y no le otorgaron libertad a aquellos con quienes diferían. Cuando se encontraron
ellos mismos en la posición de perseguidores, fueron aún más duros que lo que vivieron como
perseguidos. Entre los que atacaron estaba la sociedad de Amigos, mejor conocidos como
Cuáqueros. (Stoddard, 207)
En Massachussets, por ser reincidente en las faltas, un Cuáquero podía sufrir la pérdida de una o
de las dos orejas, la perforación de la lengua con un hierro candente y algunas veces, la muerte.
En Boston, unos cuáqueros, tres varones y una mujer, fueron ejecutados en la horca. El bautista
Roger Williams fue desterrado de Massachussets en 1635, después fundó la tolerante Rhode
Island (Stoddard, 208).

Y dándole crédito, permaneció tolerante, una excepción a la regla, como lo fue William Penn,
quien fue perseguido por los protestantes en Inglaterra y fundó la colonia tolerante de
Pensilvana. El cuaquerismo (la fe de Penn) tiene una honorable historia de tolerancia dado su
extremo carácter subjetivo e individualista entre todas las sectas protestantes, así como su
predecesor, el Anabaptismo, que rehuye a asociarse con el “mundo” (gobiernos, milicia, etc.),
en donde se encuentra el poder necesario para perseguir. Así, los Cuáqueros iban a la
vanguardia del movimiento abolicionista en América, en la primera mitad del siglo XIX.

5. El estado católico de Maryland: La primera colonia tolerante de Norte América.

A. Martin Marty

Baltimore acogió entre los inmigrantes ingleses, incluso a los odiados por los puritanos, es
decir, a los católicos. En enero de 1691, el nuevo régimen trajo dificultades para los católicos,
los protestantes clausuraban sus iglesias y les prohibían enseñar en forma pública. Pero el
pequeño puesto de avanzada de tolerancia práctica católica había dejado su huella en la
comunidad. (Pilgrims in Their Own Land: 500 Years of Religion in America, New York:
Penguin, 1984, 83, 85-86)

Lord Baltimore permitió a cientos de puritanos, rechazados de la episcopalista Virginia, a entrar


a Maryland en 1648. (Ver Ellis, abajo, p. 37)

B. John Tracy Ellis

Por primera vez en la historia todas las iglesias serían toleradas y ninguna sería el agente del
gobierno. Católicos y protestantes en términos de igualdad y tolerancia, características
desconocidas en la madre patria. El esfuerzo fue en vano, los puritanos en octubre de 1654
rechazaron el acto de tolerancia y proscribieron a los católicos, condenando a diez de ellos a
muerte, cuatro de ellos fueron ejecutados. Desde 1718 hasta el estallido de la Revolución, los
católicos de Maryland fueron separados de la participación en actos públicos, por no hablar de
las leyes en contra de sus servicios religiosos y escuelas de instrucción católica. Durante el
medio siglo que los católicos gobernaron Maryland, no fueron responsables de un solo acto de
opresión religiosa. (American Catholicism, Garden City, NY: Doubleday Image, 1956, 36, 38-
39)

C. Oxford Dictionary of the Christian Church

En el siglo XVII los más notables casos de tolerancia fueron las colonias de Maryland, fundada
por Lord Baltimore y católicos perseguidos, en 1632, quienes ofrecieron asilo también a los
protestantes; y de Rhode Island, fundada por Roger Williams. (Cross, 1383)

Las historias de intolerancia religiosa protestante en Norte América antes de 1789, podrían
contarse sin parar. Jefferson y Madison, en su tarea de impulsar la libertad religiosa, fueron
inspirados por las riñas entre protestantes por la dominación y no por los enfrentamientos en
Europa después de la Reforma.

Hasta aquí se trata de la era inmediata a la Revolución Protestante – alrededor de 1517 a 1600,
por lo que las anécdotas anteriores tendrán que bastar como ejemplos típicos.
6. Conclusión (Will Durant)

El principio que la Reforma había sostenido durante sus primeras fases, el derecho a la libre
interpretación, fue por completo rechazado por los líderes protestantes, como lo hicieron los
católicos desde su principio. La tolerancia fue menor después de la Reforma que antes de ésta.
(Durant, 456; referring to the year 1555)

ii. La división protestante y las mutuas animadversiones

1. Observaciones generales

El protestantismo estuvo plagado de disensión desde el principio, aunque sea una religión que
hace hincapié en el individualismo y la conciencia, no pudo estar exenta de esas contrariedades
y promover el mutuo respeto. El mito de la magnanimidad protestante y la coexistencia pacífica
(sobre todo en los inicios), sin duda muere una vez que se pasa del dicho al hecho.

2. Lutero habla de Zwinglio y sus seguidores

Zwinglio fue un gran codicioso, no ha aprendido nada de mí. Escolampadio considera que ha
aprendido o escuchado suficiente de mí. (Grisar, IV, 309; in Table Talk, 1540)

Los zwinglianos luchan en contra de Dios y los sacramentos como los más inveterados
enemigos de la Palabra divina. (Janssen, V, 220-221; LL, III, 454-456)

Sería mejor anunciar la eterna condenación antes que la salvación, frente al estilo de Zwinglio o
Escolampadio. (Daniel-Rops, 85)

Los Zwinglianos creen que la Eucaristía es simbólica en su totalidad (quizás la posición más
aceptada entre los protestantes hoy día). Por lo tanto, cualquiera que crea eso mismo tendría que
haber declarado lo mismo que el Dr. Lutero, quien con firmeza sostiene la consubstanciación,
esto es, la Presencia Real del Cuerpo y la Sangre de Cristo, presentes en la comunión, en el pan
y en el vino.

3. Lutero habla sobre Bucero

Ellos piensan mucho sobre sí mismos, lo cual, por supuesto, es la causa y la fuente de todas las
herejías. Así, Zwinglio y Bucero presentan una nueva doctrina, cosa muy peligrosa es el orgullo
en el clero. (Grisar, VI, 283; WA, Vol. 38, 177 ff.)

Un chismoso, reprobado una y otra vez, desconfío de él, Pablo dijo (Tito 3:10) Un hereje,
después de la primera y segunda advertencia, evítenlo. (Grisar, VI, 289; Table Talk, ed.
Mathesius / Kroker, 154, 253)

4. Calvino habla sobre Lutero y los luteranos

¿Qué pensar sobre Lutero?, no lo sé, su firmeza se mezcla con una buena dosis de obstinación.
Nada está a salvo mientras su ira contenida nos agita. Lutero nunca será capaza de unírsenos en
la verdad pura de Dios. El ha pecado de vanagloria, también de ignorancia y de la más burda
extravagancia, por los absurdos que nos ha impuesto, ¡cuando dijo que el pan es el verdadero
Cuerpo!, un error muy grave. ¿Qué puedo decir de su partidarios?, ¿no fantasean ellos mucho
más de lo que lo hacía Marción respecto al Cuerpo de Cristo? Por tanto, si usted tiene influencia
o autoridad sobre Martín, úsela para que se rinda a la verdad, a la que ataca de manera
manifiesta en la actualidad. Ingénieselas para que Lutero deje de llevar esa carga. (Dillenberger,
46-48; letter to Martin Bucer, January 12, 1538)

Estoy cuidando de que el Luteranismo no gane terreno ni sea introducido en Francia. El mejor
medio para frenar al malvado sería el publicar mi sentir respecto a él. (Dillenberger, 76; letter to
Heinrich Bullinger, July 2, 1563)

5. Melanchthon habla sobre Zwinglio

El tímido Melanchthon dedicó al menos un arrebato en contra de Zwinglio: Zwinglio casi no


dice nada acerca de la santidad cristiana. Sólo sigue a los Pelagianistas, a los Papistas y a los
filósofos. (Daniel-Rops, 261)

6. Lutero habla sobre los Herejes Protestantes

Heresiarcas, permanecen con obstinación en su engreimiento. No le permiten a nadie encontrar


una falta en ellos ni favorecen la oposición. Este es el pecado en contra del Espíritu Santo, para
el que no hay perdón. (Grisar, VI, 282; WA, Vol. 19, 609 ff.)

Esos son herejes y apóstatas, siguen sus propias ideas en lugar de la tradición de la cristiandad,
por pura malicia inventan nuevas formas y métodos. (Grisar, VI, 282-283; WA, VII, 394)

Grisar añade:

En su estado de ánimo, se hizo imposible para él, darse cuenta de que su hostilidad y la
intolerancia hacia los ‘herejes’, podría redundar en sí mismo. (Grisar, VI, 283)

Debemos censurar a los fanáticos y maldecirles. Ellos se atreven a señalar deficiencias en


nuestra doctrina, esa chusma de bellacos hace gran daño a nuestro Evangelio. (Grisar, VI, 289;
EA, Vol. 61, 8 ff.)

Les estoy pisando los talones a los Sacramentalistas y Anabaptistas, los retaré a pelear y los
pisotearé. (Daniel-Rops, 86)

Sacramentalistas eran aquellos que negaban la Presencia Real en la Eucaristía. Por ejemplo:
Zwinglio. Es necesario decir que las Escrituras condenan el engreimiento. Rom 12:16. Ver
también: Prob 3:7, Rom 11:20, 12:3, 1 Cor 3:18, 8:2, Efe 2:9

iii. El saqueo como un agente de la revolución religiosa

1. Observaciones Generales

A. Hillaire Belloc

Durante 1536-40 su suscitó un cambio. La tentación de saquear bienes de la Iglesia y el hábito


de hacerlo habían aparecido y estaban creciendo. Esto creó con rapidez un interés personal para
promover cambios en la religión. Los que atacaron a la doctrina católica, por ejemplo, el
celibato en las órdenes monásticas, les abrieron la puerta a los príncipes para tomar los
cuantiosos bienes de la Iglesia. Las propiedades de los conventos y monasterios fueron
saqueados en grandes cantidades en muchas partes de la cristiandad, en Escandinavia, las Islas
Británicas, el norte de Holanda, gran parte de Alemania y en muchos cantones en Suiza. Los
bienes de los hospitales, colegios, escuelas, gremios, no fueron incautados en su totalidad. Sin
embargo, un cambio económico de esa magnitud en tan corto tiempo, es algo que la civilización
no ha vuelto a ver. Los nuevos aventureros y los aristócratas, que de la noche a la mañana se
habían enriquecido, consideraron que el regreso de la Iglesia Católica representaba una amenaza
para sus inmensas nuevas fortunas. (Belloc, 9-l0)

B. Will Durant

Las ciudades se encontraron con un Protestantismo muy rentable, a cambio de la distorsión


teológica, ellos escaparon de los impuestos y las cortes episcopales, y se podían apropiar con
tranquilidad de las tierras y propiedades de la Iglesia. Los príncipes no solo se consideraban
señores temporales, sino también espirituales, de esta manera, toda la riqueza de la Iglesia podía
considerarse suya. Los príncipes simpatizantes del movimiento luterano clausuraron todos los
monasterios en sus territorios excepto algunos en los que sus internos habían abrazado la fe
protestante. (Durant, 438-439)

C. Henri Daniel-Rops

Desde el principio, la rebelión espiritual de Lutero desató la avaricia. Los gobernantes alemanes,
los monarcas escandinavos y Enrique VIII de Inglaterra tomaron ventaja del rompimiento con el
tutelaje papal, apropiándose tanto de la riqueza como del control de la Iglesias respectivas.
(Daniel-Rops, 309-310)

2. Melanchthon habla de los príncipes

Lo último que les importa es la religión, ellos están ansiosos sólo por tener el poder en sus
manos, para liberarse así del control de los obispos. Los príncipes se escudan en el Evangelio
para saquear las iglesias. (Durant, 438, 440)

3. Un precedente: Los Husitas

Los protestantes habían aprendido de los Husitas, pobladores de la región de Bohemia que
seguían al hereje John Hus, a quien Lutero aclamaba como uno de sus precursores. Después de
la ejecución de Hus en 1415, celosos ejércitos, campesinos en su mayoría, seguidores de Hus,
masacraron y robaron los monasterios de Bohemia, Moravia y Silesia a su paso, como
represalia. (Durant, 169)

4. Gustavo Vasa de Suecia

En Suecia, Gustavo Vasa privó a la Iglesia de todas sus tierras. La proporción de las tierras en
poder de la corona durante su reinado aumentó del 5,5% al 28%. La de la Iglesia, del 21% a
cero. (Dickens, 191)

5. Escocia e Inglaterra

Los “grandes” nobles escoceses, respaldaron a la revolución religiosa ya que ésta les otorgó el
poder de saquear a la Iglesia y a la monarquía al por mayor. (Belloc, 112)

De la misma manera, la Reforma Inglesa fue llevada a cabo, de forma principal, mediante el
saqueo perpetrado desde los más altos nivel del poder.

6. El rechazo de Erasmo hacia el saqueo protestante


El gran pensador europeo y hombre de letras, Erasmo, quien favorecía la Reforma en sus
inicios, se torno en contra de ésta al observar sus frutos, unas semanas antes de la Dieta de
Worms, el 10 de mayo de 1521 escribía acerca de quienes codician los bienes de la Iglesia:

Esto sin duda le da un giro a los acontecimientos, si las propiedades de los sacerdotes les son
quitadas por los soldados de esa manera tan inicua, para que éstos las usen de la peor manera,
desperdiciándola a su propio beneficio, entonces nadie sale beneficiado. (Erasmus, 157)

iv. La erradicación sistemática del catolicismo

1. Observaciones Generales

Janssen nos relata acerca de la visión de algunos líderes de la reforma, sobre este tema:

Lutero estaba complacido con la expulsión de los católicos. Melanchthon estaba a favor de
proceder en contra de ellos con castigos corporales. Zwinglio sostenía que, en caso de
necesidad, se debía aniquilar a los obispos y sacerdotes como un mandamiento de Dios.

(Janssen, V, 290)

2. La ciudad de Zurich, ciudad de Zwinglio

Esta ciudad, en dfinitiva, no era un paraíso de libertad cristiana: La asistencia a los sermones era
obligatoria bajo pena de castigo, toda enseñanza y práctica religiosa que se desviara de las
regulaciones prescritas, se castigaban. Incluso fuera del distrito de Zurich, a los clérigos no se
les permitía oficiar misa ni se permitía a los feligreses asistir a ésta. Y fue prohibido, bajo pena
de castigo severo, el tener imágenes y esculturas religiosas, aún dentro de las casas. El ejemplo
de Zurich fue seguido por otros cantones suizos. (Janssen, V, 134-135)

La Misa fue abolida en Zurich en 1525 (Dickens, 117). ¿Cómo pudo Zwinglio esparcir sus
ideas? Su progreso estuvo fundamentado en la destrucción de iglesias y a la quema de
monasterios. Los obispos de Constanza, Basilea, Lausana y Ginebra fueron forzados a
abandonas sus sedes. (Daniel-Rops, 81-82)

3. Farel en Ginebra

William Farel, quien precedió a Calvino en Ginebra, ayudó a abolir la Misa en agosto de 1535,
capturó todas las iglesias y cerró sus cuatro monasterios y un convento de monjas. (Harkness, 8)

Sus sermones en la iglesia de San Pedro, causaron amotinamientos, las estatuas fueron
destruidas, retratos destrozados y los tesoros de la iglesia, con un costo de diez mil coronas,
desaparecieron. (Hughes, 226-227)

4. Bucero en Augsburgo (Augusta), Ulm y Estrasburgo

Martín Bucero, aunque ansioso de ser valorado como respetable y pacífico, defendió de manera
abierta el poder de la autoridad sobre las conciencias. No descanso hasta que en 1537 provocó la
supresión de la Misa en Augsburgo. A su instigación, muchas bellas pinturas, monumentos y
antiguas obras de arte en las iglesias, fueron destrozados con arbitrariedad. Aquella persona que
se negara a asistir al culto público, se le daba un plazo de ocho días para salir de los límites de la
ciudad. A los ciudadanos católicos se les prohibió el asistir a los lugares de culto, bajo severos
castigos. En otras ciudades, Bucero actuó con no menos violencia e intolerancia, por ejemplo,
en Ulm, en donde afianzó a Escolampadio en 1531, y en Estrasburgo. Aquí en 1529, después de
un concilio popular, se prohibió el culto católico. Los predicadores solicitaron a los consejeros
que emitieran un reglamento en el cual se hiciera obligatoria la presencia al nuevo culto, y de
esta manera llenar los templos. (Grisar, VI, 277-278)

5. Otras ciudades protestantes

En 1529, el Consejo de Estrasburgo también ordenó la destrucción total de todos los altares,
imágenes y crucifijos que quedaran. Muchas iglesias y conventos fueron destruidos. (Janssen,
V, 143-144)

Acontecimientos similares sucedieron en Frankfurt. (Durant, 424)

En una convención luterana en Hamburgo, en abril de 1535, los poblados de Lubeck, Bremen,
Hamburgo, Luneburg, Stralsund, Rostock y Wismar, votaron en forma unánime para colgar a
los Anabaptistas y azotar a los Católicos y Zwinglianos antes de desterrarlos. (Janssen, V, 481)

En la ciudad de Lutero, en el territorio de la Sajonia, se había instituido la expulsión de


católicos, en 1527. (Grisar, VI, 241-242)

En 1522, una muchedumbre entró por la fuerza en la iglesia de Wittenberg, la misma en la que
Lutero había clavado su tesis, destruyeron sus altares y estatuas y expulsaron a sus clérigos. En
Rotenburg, en 1525, la figura de Cristo fue decapitada. El 9 de febrero de 1529, todo lo
venerado en el pasado en la preciosa catedral de Basilea, Suiza, fue destruido. Tales casos de
brutalidad y fanatismo pueden citarse por decenas. (Stoddard, 94)

En Constanza, el 10 de marzo de 1528, la fe católica fue prohibida por completo por el


Consejo: “No hay derechos más allá de los establecidos en el Evangelio, como es entendido
hoy”. Los altares fueron destruidos, los órganos fueron removidos por considerarlos obras de
idolatría, los tesoros de la iglesia fueron enviados a las arcas del gobierno. (Janssen, V, 146)

6. John Knox en Escocia

En Escocia, John Knox y sus seguidores aprobaron la siguiente legislación: fue prohibida la
Misa así como asistir a ésta, bajo la pena de perder todos los bienes y el azotamiento si es la
primera infracción, para la segunda, el destierro; si la tercera, la muerte. (Hughes, 300)

Knox, como casi sin excepción todos los fundadores protestantes, fue persuadido de que “todo
lo que nuestros adversarios hacen es diabólico”. Él se regocijaba en creer que “es perfecto el
odio que engendra el Espíritu Santo en los corazones de los elegidos de Dios, en contra de los
condenados por sus santos estatutos” (John Knox, History of the Reformation in Scotland, New
York: 1950, Introduction, 73)

En contra de nuestros malditos oponentes (es decir los católicos), todos los medios están
justificados, mentiras, traición (Ibíd., I, 194 and note 2), manipulación de las leyes aunque sean
contradictorias. (Durant, 610; Knox, ibid. Introduction, 44. See also Edwin Muir, John Knox,
London: 1920, 67, 300)

7. Lutero

Lutero fue a la vanguardia en su notable inquisición en contra de la práctica del catolicismo:

En una tarea de las autoridades el resistir y castigar la blasfemia pública. (Grisar, VI, 240)
No sólo el poder espiritual, sino también el temporal deben sujetarse al Evangelio, lo quieran o
no. (Grisar, VI, 245)

Lutero decidió en 1527 que el hombre despreciaba el Evangelio e insistió en que fuera obligado
por la fuerza de la ley y la espada. (Grisar, VI, 262; EA, III, 39; letter to Georg Spalatin)

Incluso aquellos que no crean, deben, no obstante, ser conducidos a la predicación, para que al
menos en apariencia sean obedientes. (Grisar, VI, 262; in 1529)

Aunque no podemos ni debemos forzar a nadie a creer en nuestra fe, las masas deben ser
conducidas hacia ésta para que así conozcan el significado del bien y el mal. (Grisar, VI, 263;
WA, XXX, 1, 349; Preface to Smaller Catechism, 1531)

Es nuestra costumbre el atemorizar a aquellos que no asisten a los sermones, y amenazarlos con
el destierro y la ley. En caso de que persistan en su obstinación, excomulgarlos, como si fueran
paganos. (Grisar, VI, 263; EN, IX, 365; letter to Leonard Beyer, 1533)

Aunque el papado ha abusado de manera vergonzosa de la excomunión, uno no debe


preocuparse por eso, sino utilizarla con corrección, como Cristo lo mando. (Durant, 424-425)

Se me perdonara un irresistible juego de palabras en este punto: “Las Misas católicas fueron
expulsadas, mientras que las masas de católicos fueron forzadas a entrar (a los servicios
protestantes)”[nota del T: Mass = Misa; mass = masa]

8. Melanchthon y Calvino

Melanchthon pide al estado obligar a la gente a atender los servicios protestantes. (Durant, 424)

Más tarde, en 1623, en la Sajonia, incluso las confesiones y la Eucaristía eran obligadas por ley
de manera estricta, castigables con el destierro. (Grisar, VI, 264)

Calvino, en Ginebra, también impulso un despotismo religioso que llegaba a un grado absurdo.

9. Conclusión (Owen Chadwick)

Los estados Protestantes no cuestionan que la enseñanza de doctrinas desaprobadas por ellos
sean prohibidas. Tampoco cuestionan que el estado promulgue leyes para estimular la asistencia
a las iglesias. En la Inglaterra anglicana, en la Alemania luterana y en la Holanda reformada, los
ciudadanos son merecedores de castigos si, a menos que tengan alguna buena razón, fallan en la
asistencia a sus iglesias parroquiales. (Chadwick, 398)

v. Radicalismo violento y la revolución protestante

1. La revolución de improperios de Lutero

Si tuviera a todos los frailes franciscanos en una sola casa, le prendería fuego. ¡Al fuego todos
ellos! (Grisar, VI, 247; Table Talk [edited by Mathesius], 180; summer 1540)

Es una obligación el vencer al Papa usando la fuerza. (Grisar, VI, 245; EN, IV, 298)
Los poderes espirituales, así como los temporales, tendrán que sucumbir al Evangelio, ya sea
por las buenas o por las malas, como se puede ver el ejemplo en la historia bíblica. (Janssen, III,
267; letter to Frederick, Elector of Saxony, 1522)

2. Zwinglio

Zwinglio también tenía marcadas tendencias militares.

Zwinglio había llegado demasiado lejos y declararó que la masacre de obispos era necesaria
para el establecimiento del Evangelio purificado. En 4 de mayo de 1528 escribió: Los obispos
no desistirán a su fraude, hasta que el segundo Elías aparezca y una lluvia de espadas caiga
sobre ellos. Es más prudente arrancarse un ojo inútil que dejar el cuerpo sujeto a la corrupción.
(Janssen, V, 180; Zwingli’s Works, VII, 174-184)

Zwinglio murió junto con 24 predicadores afines a él, en la batalla de Kappel, a unas cuantas
millas al sur de Zurich el 11 de octubre de 1531. Ante esta noticia, Lutero reaccionó con alegría.
Este acontecimiento ayudo a que Bullinger sucediera a Zwinglio, siendo el más leve y
moderado de todos los fundadores protestantes.

vi. Muerte y tortura para católicos, protestantes disidentes y judíos

1. Lutero

Hay quien enseña contradicciones a algunos reconocidos artículos de fe, con evidencia
fundamentados en la Escritura y que son creídos por buenos cristianos en todo el mundo, como
se les enseña a los niños en el Credo. Herejes de esta calaña no deben ser tolerados, sino
castigarlos como manifiestos blasfemadores. Si alguno desea predicar y enseñar, debe demostrar
su vocación para hacerlo o permanecer en silencio. Si no permanece en silencio, entonces las
autoridades civiles deberán conducir al sinvergüenza con su maestro, llamado Master Hans (esto
es, el verdugo de la horca). (Janssen, X, 222; EA, Bd. 39, 250-258; Commentary on 82nd
Psalm, 1530; cf. Durant, 423, Grisar, VI, 26-27)

Los artículos de doctrina sediciosos deben ser castigados por la espada, sin necesidad de
pruebas. En cuanto a los Anabaptistas, que niegan el bautismo en la infancia, el pecado original
y la inspiración, lo que no tiene relación con la Palabra de Dios y con certeza se opone a ésta,
las autoridades civiles también están obligadas a limitar y castigar sus falsas doctrinas. Tan solo
piensen ¿qué desastre resultaría si los niños no fuesen bautizados? Además, los Anabaptistas se
separaron de las iglesias y crearon un ministerio propio, lo cual es contrario al mandamiento de
Dios. Por todo lo anterior, resulta claro que las autoridades civiles están obligadas a imponer un
castigo corporal a estos agresores. También, cuando se trata de un sólo caso de defensa de
algunos postulados espirituales, tales como el bautismo infantil, el pecado original y la
separación innecesaria, entonces, llegamos a la conclusión de que, los obstinados sectarios
deben de ser aniquilados. (Janssen, X, 222-223; pamphlet of 1536)

Bullinger notó la contradicción de Lutero, quien apelaba a la tradición para castigar a los
herejes, pensó que era en realidad ridículo y que debía situarse en la realidad de que la Iglesia
había hecho esto por largo tiempo. Si el argumento de Lutero basado en que “así se ha
interpretado siempre” fuese admitido, entonces, la propia doctrina de Lutero se cae por su
propio peso, ya que su doctrina no es la misma que ha enseñado la Iglesia de Roma. (Grisar, VI,
259; letter to Albert, Margrave of Brandenburg)

La consistencia lógica nunca fue uno de los puntos fuertes de Lutero. Grisar comenta:
Cada seguidor de su evangelio que discrepaba con su visión, estaba destinado a ser encasillado
como un hereje impío. Lutero nunca dudó que había descubierto un nuevo evangelio. (Grisar,
VI, 238)

Son bien conocidos los hechos de Lutero, referidos por fuentes no católicas acreditadas, acerca
de sus prácticas persecutorias en contra de protestantes no-luteranos.

En 1530 perseveró en el criterio de que dos ofensas deberían ser castigadas, incluso con la
muerte, éstas son la sedición y la blasfemia. Lutero interpretó como sedición incluso alguna
abstención en el gobierno o la milicia, y el rechazo a algún artículo de los Apóstoles como
blasfemia. En un memorando de 1531, escrito por Melanchthon y firmado por Lutero, un
rechazo de la oficina gubernamental fue descrito como una blasfemia insufrible, y la
desintegración de la Iglesia como sedición en contra del orden eclesiástico. En un memorando
de 1536, otra vez por escrito y firmado por Melanchthon y Lutero, la distinción entre los
Anabaptistas pacíficos de los rebeldes, fue borrada. (Bainton, 295)

Bajo los múltiples criterios de Lutero acerca de la herejía, la sedición y la blasfemia, los
siguientes grupos hubieran merecido la pena de muerte: Bautistas, Pentecostales, muchos de los
Evangélicos independientes, Operación Rescate activistas en pro de la vida, activistas a favor de
los derechos civiles, Abolicionistas, Los Padres Fundadores de América, muchos Liberales y
Conservadores, Comunistas y Socialistas, miembros de comunas, los Hermanos Libres
(Plymouth Brethren), Menonitas, Cuáqueros, Amish, humanistas y ateos, todas las religiones no
cristianas, los teólogos liberales, cultos, etc. Es muy significativo observar cómo Lutero se
traslado de la tolerancia a la tiranía religiosa, y cómo fue creciendo ésta en él.

En 1520 decretó: “cada hombre es un sacerdote” y agregó “debemos vencer a los herejes con
libros, no con la hoguera” (Open Letter to Christian Nobility, Luther’s Works, Philadelphia,
1943, I, 76, 142)

Pero un hombre que tiene la “certeza” de tener a la Palabra de Dios en su poder, no tolerará
ninguna contradicción. En 1529 ya hacía algunas distinciones delicadas:

Incluso los incrédulos deben ser forzados a obedecer los Diez Mandamientos, asistir a la iglesia,
que se ajusten en lo exterior. (Letter of August 26, 1529 to Joseph Metsch)

En 1530, en su comentario al Salmo 82, aconsejaba a los gobernantes privar de la vida a los
herejes que predicaran la sedición o en contra de la propiedad privada y a aquellos que
enseñaran en contra de los artículos de fe. (WA, XXXI, 1, 208 ff.)

Debemos notar, no obstante lo anterior, que hacia el final de la vida de Lutero, éste retorno a sus
primeros sentimientos de tolerancia. En su último sermón aconsejó el abstenerse de combatir la
herejía por la fuerza. (Will Durant, 420-423)

De nueva cuenta, como en el caso de la Revuelta de los Campesinos, fue muy tarde para
corregir el camino, su fin llegó. Durant nos ofrece ejemplos de persecución de “reformadores”
después de Lutero (Durant, 423-425): Bucero urgió la desaparición de toda falsa profesión de fe,
junto con sus esposas, hijos y ganado (Bax, Ibíd., 352). Melanchthon insistió en usar la pena de
muerte para los que rechazaran la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía, a los que negaran el
bautismo a los niños (Smith, 177), y la creencia de que algunos paganos se pueden salvar
(Janssen, IV, 140-141). Demandó la desaparición de aquellos libros que se opusieran o
estorbaran a la doctrina luterana (Janssen, XIV, 503). Los estados protestantes suprimieron el
culto Católico y se apoderaron de sus bienes (Janssen, VI, 46-63, 181, 190, 208-214, 348-349).
La censura a la prensa fue adoptada (Janssen, IV, 232 ff.), junto con la excomunión (por
ejemplo en la Confesión de Augsburgo de 1530).
Kurt Reinhardt, autor de dos volúmenes sobre historia alemana, escribió:

La iglesia invisible que Lutero esperaba establecer en los corazones de todos los fieles, se había
convertido en una institución muy humana y visible. Lutero se encontró a sí mismo obligando y
forzando, en contra de sus principios de libertad individual y tolerancia. Los ideales de libertad
espiritual, libre interpretación y sentimientos de introspección de Lutero, en realidad nunca
proliferaron en la estructura de su iglesia. La mayoría de sus ideas que provocaron la separación
con Roma, tuvieron que refugiarse en aquellas sectas que las tres iglesias reformadas
(zwingliana, calvinista y luterana) perseguían con el fuego y la espada. (Germany: 2000 Years,
I, New York: Ungar, revised edition of 1961, 235, 237)

Uno puede adivinar cómo vivían los judíos en esta atmósfera de intolerancia entre los cristianos,
los verdaderos o los que así se hacían llamar, Lutero aconsejaba:

Destruyan y destrocen sus casas. Quítenles sus libros de oración y Talmuds, sus Biblias
también. Prohíbanles a sus rabinos, bajo pena de muerte, el volver a enseñar. Prohíbanles el
paso por calles y carreteras. Prohíbanles que ejerzan la usura y quítenles todo su dinero y sus
tesoros de oro y plata. Y si esto no fuera suficiente, destiérrenlos, como si fuesen perros
rabiosos.

(EA, XXXII, 217-233; Durant, 422; About the Jews and Their Lies, 1543; Durant cites as his
source Janssen, III, 211-212)

Lo triste del caso es que tiempo antes Lutero había hablado acerca de ser más tolerantes con los
judíos. Ahora, en su vejez, atacado por la enfermedad, la frustración, la discordia y la duda (y
muchas veces también con la duda de sí mismo), otra vez soltaba la lengua con consecuencias
incalculables.

2. Melanchthon

Melanchthon aceptó la dirigencia de la Inquisición Secular que prohibió el Anabaptismo en


Alemania, bajo pena de muerte. ¿Porqué debemos sentir más pena de aquellos hombres de la
que Dios no ha sentido por ellos?, preguntó, él estaba convencido que Dios había condenado al
infierno a los Anabaptistas. (Durant, 423)

Una Inquisición ordinaria se creó en la Sajonia, con Melanchthon a la cabeza, bajo la cual,
muchas personas fueron castigadas, algunas con la muerte, otras con prisión de por vida y varias
con el exilio. (Smith, 177)

Incluso cuando los Anabaptistas no promovían de manera explícita la sedición ni la blasfemia,


era, en su opinión, la obligación de las autoridades darles muerte. (Grisar, VI, 250; BR, II, 17
ff.; February 1530)

Hacia finales de 1530, Melanchthon elaboró un memorando en el cual se defendía un sistema de


coerción con la espada (esto es, muerte para los Anabaptistas), Lutero lo firmó con las palabras
“esto me complace” y agregó:

Aunque pueda parecer cruel el castigarlos con la muerte, es más cruel para ellos el no enseñar
ninguna buena doctrina y perseguir a la doctrina verdadera. (Grisar, VI, 251)

El teólogo protestante August W. Hunzinger concluye: “Era costumbre de Melanchthon, para no


perder tiempo, utilizar el recurso del fuego y la espada. Esto fue una gran mancha en su vida.
Muchos hombres cayeron, víctimas de sus designios” (Grisar, VI, 270; Die Theol. der
Gegenwart, 1909, III, 3, 49)

En 1530, Melanchthon recomendó pena de muerte a aquellos que rechazaren la Presencial Real
de Cristo en la Eucaristía. Pero, ¡después cambió de parecer acerca de este punto de doctrina!
(Durant, 424)

3. Zwinglio

Jóvenes estudiantes de la Biblia, que alguna vez habían sido instruidos por Zwinglio, proponían
una reforma más radical, se negaban a bautizar a sus hijos amparándose en sus primeras ideas.
En enero de 1525, Zwinglio concluyó que ellos merecían la pena de muerte por “desgarrar el
tejido de una sociedad cristiana sin fisuras”. (John L Ruth., “America’s Anabaptists: Who They
Are,” Christianity Today, October 22, 1990, 26 / cf. Dickens, 117; Lucas, 511)

La inclemente Zurich de Zwinglio, persiguió a los Anabaptistas:

La persecución de los Anabaptistas comenzó en Zurich. Los castigos ordenados por el Consejo
de Zurich consistían en ahogar, quemar o decapitar, de acuerdo a lo que pareciera más
recomendable. “Es nuestra voluntad”, declaró el Consejo, “que en cualquier lugar que se
encuentren, sea uno o varios, sean ahogados a morir y ninguno de ellos sea perdonado”
(Janssen, V, 153-157)

4. Bucero

En sus diálogos de 1535, Bucero llamó a los gobiernos a exterminar por medio del fuego y la
espada toda profesión de falsa religión, ya sean mujeres, niños o ganado.” (Janssen, V, 367-368,
290-291)

5. Knox

Sus convicciones recordaban las prácticas más obscuras de la Inquisición. Cada hereje debía ser
condenado a muerte, las ciudades con predominio de los herejes debían ser golpeadas con la
espada y destruirlas al final.

“Para el hombre “carnal” esto pudiera parecer un juicio muy severo. Sin embargo, no haremos
excepciones, y todos serán conducidos a la muerte cruel. En estos casos, la voluntad divina
desiste del razonamiento para dar paso a la ejecución de sus mandamientos”. (Durant, 614;
Edwin Muir, John Knox, London: 1920, 142)

6. Inglaterra

Elizabeth, en 1575, condenó a la hoguera a dos Anabaptistas holandeses. En 1535, Enrique VIII
ejecutaba en un solo día a una veintena de ellos. (Hughes, 143)

Seis monjes cartujos y uno de la orden Brigidina fueron colgados, el obispo de Rochester, san
Juan Fisher, fue decapitado. En mayo y junio de 1535, otros fueron desollados en vida,
ahogados y descuartizados, por negar que Enrique VIII fuera la Cabeza Suprema sobre la tierra
de la Iglesia de Inglaterra. (Hughes, 181-182)

Hugh Latimer, un reformista inglés, empañó su elocuente carrera al aprobar la quema de los
Anabaptistas y los obstinados Franciscanos bajo el reinado de Enrique VIII, enfatiza Durant.
(Durant, 597)
La reina Elizabeth escribe a Phillip Hughes:

Se decretó una definición de herejía que nos hace la vida segura a todos los que creemos en la
Trinidad y la Encarnación. Esta ley deja intacto el principio que dice que la herejía es castigable
con la muerte. Cualquier “Servet inglés” pudo haber sido condenado a la hoguera bajo el
reinado de Elizabeth, y de hecho, en 1589, condenó a la hoguera a un Arriano. (Hughes, 274)

No fue hasta 1679 cuando fue abolida la pena de muerte por herejía en Inglaterra, por un decreto
del Parlamento bajo Carlos II. (Hughes, 274)

John Stoddard lleva la cuenta de Enrique VIII, fundador del Anglicanismo:

Asesino de dos esposas, excomulgó a muchos miembros de la nobleza en su tiempo que


tuvieron la conciencia y el coraje para oponérsele. Entre estos personajes estaba el venerable
Obispo Fisher y sir Thomas More, uno de los hombres más distinguidos de ese siglo. Cuando
Enrique VIII comenzó su persecución, había unos mil monjes dominicos en Irlanda, solo cuatro
sobrevivieron cuando Elizabeth llegó al trono treinta años después.

Las ejecuciones comenzaron con rapidez, alrededor de 800 al año durante casi la última mitad
del siglo XVI. Hallam, protestante, relata que las ejecuciones de sacerdotes jesuitas, en el
reinado de Elizabeth, estaban caracterizadas por el salvajismo y el fanatismo, que no estoy
seguro que la Inquisición haya sobrepasado. Los detalles de tales atrocidades no complacerían a
los lectores Protestantes, acostumbrados a pensar que todas las persecuciones religiosas han sido
llevadas a cabo por los católicos.

Como dice Newman:

Es más placentero para ellos decir que están en contra de la persecución y calificar como
infernal a la Inquisición, que el considerar sus propias asuntos y obras en este sentido.
(Stoddard, 131-132, 135; citing Henry Hallam, Constitutional History of England, I, 146)

Stoddard nos relata más sobre la persecución en Inglaterra de los que se oponían a la Iglesia
Anglicana. Los Presbiterianos, por ejemplo, fueron calumniados, encarcelados, mutilados e
incluso condenados a muerte. Unos cuantos Anabaptistas y Unitarios fueron quemados vivos.
(Stoddard, 205)

Obispos anglicanos fueron cómplices silenciosos y testigos de mucha tortura. (Stoddard, 205-
206)

En Irlanda, dos obispos fueron ejecutados por los ingleses en 1578, y otros tantos en 1585 y
1611. En 1652 hubo un intento por exterminar a todos los sacerdotes católicos en Irlanda.

En un acta firmada por los Comisionados del Parlamento de Inglaterra, decretaron que cada
“sacerdote romano” debería ser colgado, decapitado, descuartizado, sacarle las entrañas y
quemarlas, colocar su cabeza sobre un poste en un lugar público. Al final, fueron escasísimos
los sacerdotes que quedaron en toda la isla. (Stoddard, 206)

Opositores en Irlanda también soportaron horribles sufrimientos. Hubo casos registrados en los
que se les arrancaron a tirones sus dedos, a los que se les chamuscó el cuerpo por medio de
hierros candentes, a los que se les rompían las piernas. Sus esposas también eran azotadas en
público. (Stoddard, 207)

7. Calvino
A. En general

En el prefacio de su obra las Instituciones, admitió el derecho a gobernar mediante la condena a


muerte de los herejes. El pensaba que se debía odiar a los enemigos de Dios. Aquellos que
defienden a los herejes deben ser castigados también. (Smith, 178)

Durante el gobierno de Calvino en Ginebra, entre 1542 y 1546, cincuenta y ocho personas
fueron condenadas a muerte por herejía. (Durant, 473)

Aunque no recomendaba usar de manera directa la pena de muerte por blasfemia entre los
judíos, sí defendió su uso en contra de éstos. (Harkness, 102)

En defensa a apedrear a los falsos profetas, dijo:

Un padre no debe perdonar a su hijo ni el esposo a su esposa. Si alguien estima tanto a un amigo
como a su propia vida, permítanle acabar con su vida. (Harkness, 107; Calvin, Opera [Works],
vol. 27, 251; Sermon on Deuteronomy 13:6-11)

Habló acerca de la ejecución de católicos, pero al modo de Lutero, en realidad no deseaba poner
en práctica su retórica: Las personas que persisten en las supersticiones de la Roma
anticristiana, merecen ser reprimidas por la espada. (Harkness, 96; letter to Duke of Somerset,
October 22, 1548)

B. James Gruet

En enero de 1547, en la Ginebra calvinista, James Gruet, una especie de librepensador, fue
acusado de haber publicado una nota en la que se implicaba que Calvino debía salir de la
ciudad: fue arrestado con rapidez y se buscó de casa en casa a sus cómplices. Esta acción fue
inútil para revelar nada, excepto que Gruet había escrito en uno de los panfletos de Calvino:
“son tonterías”. Los enjuiciadores lo torturaron en el potro dos veces al día, mañana y noche,
por todo un mes, fue sentenciado a muerte por blasfemia y decapitado el 26 de julio de 1547.
¡La libertad evangélica había llegado al punto de que sus campeones habían tomado la vida de
un hombre por el simple motivo de una sátira! (Huizinga, 176; cf. Daniel-Rops, 82-83)

Durant nos da más detalles:

Medio muerto, fueron atados sus pies a una estaca mientras le tiraban de la cabeza hasta
desprenderla. (Durant, 479)

C. Los hermanos Comparet

En mayo de 1555, ocurrió un disturbio de borrachos, provocado por un grupo que objetaba el
exceso de refugiados extranjeros en Ginebra. Estos opositores a Calvino fueron calificados
como “libertinos”.

Los hermanos Comparet, dos humildes barqueros, fueron ejecutados y las partes de sus cuerpos
desmembrados, regados en las salidas de la ciudad. (Daniel-Rops, 192)

Los hermanos Comparet fueron torturados con la aprobación de Calvino. En el potro de


tormento dijeron que el disturbio fue premeditado, más tarde, antes de su ejecución, lo negaron.
Varios fueron decapitados, incluyendo a Francois Berthelier. Otros más fueron desterrados junto
con sus esposas. (Harkness, 48)
Los otros miembros del grupo se fugaron, sin embargo fueron sentenciados a muerte en su
ausencia. (Daniel-Rops, 192)

D. Miguel Servet

La ejecución más infame en Ginebra fue la de Miguel Servet, un médico español que negaba la
Trinidad, fue una especie de gnóstico panteísta. Había conocido a Calvino y éste último declaró,
el 13 de febrero de 1547, en una carta a Farel:

Si él viene (a Ginebra), prevalecerá mi autoridad y no permitiré que vuelva a casa con vida.
(Daniel-Rops, 186)

Con el conocimiento de Calvino y con probabilidad su instigación, William Trie, de Ginebra,


denunció a Servet en la Inquisición de Viena (católica) mostrando las cartas enviadas del hereje
a Calvino. (Huizinga, 177)

Daniel-Rops dice respecto a este episodio, que los historiadores protestantes lo refieren con
vergüenza. (Daniel-Rops, 187)

El hecho no puede ser disimulado, Calvino mandó a Servet a la Inquisición y luego trató, por
medio de una mentira o un subterfugio, cubrir su participación en el asunto. (Harkness, 42)

El arribo de Servet a Ginebra, el 13 de agosto de 1553, fue detectado casi en el momento. Por
medio de instigaciones fue arrestado y puesto en prisión. Calvino esperaba su ejecución.
(Harkness, 42)

El 20 de agosto Calvino escribió a Farel:

Espero que Servet sea condenado a muerte, aunque me gustaría que se librara de la
peor parte del castigo, se refería al fuego. (Daniel-Rops, 190)

Esto es, en lo referente a este caso, el ejemplo máximo de la clemencia de Calvino.

El 26 de octubre, el Consejo ordenó que se quemase a Servet al día siguiente. Su deseo de


muerte para Servet es claro. (Harkness, 44)

Las observaciones de Calvino respecto a esta horrible muerte, mediante una lectura repugnante:

Él mostró la estupidez de una bestia. Bramó al modo español, ¡misericordia! (Daniel-Rops, 190-
191)

Henry Hallam, historiador protestante, nos ofrece su opinión:

Servet, de hecho, fue quemado no sólo por sus herejías sino por las ofensas que había
propinado a Calvino muchos años antes, que parecieron haber exasperado el
tremendo temperamento del reformador, para hacerle pagar por los dichos por los
que al final lo ejecutó. Así, en el segundo periodo de la Reforma, aquellos síntomas
repugnantes que habían aparecido en un periodo más temprano como la desunión, la
violencia, la obcecación y la intolerancia se arraigaron y crecieron hasta hacerlos
incurables. (Hallam, Ibíd., I, 280)

En la muerte de Servet, Calvino tiene gran responsabilidad, escribe Wendel, marcó al


reformador con un estigma sangriento y nada podrá borrarlo. (Daniel-Rops, 191)
Esta deshonra, sin embargo, es compartida por muchos otros “reformadores”, que elogiaron su
atroz venganza:

Melanchthon, en una carta a Calvino y Bullinger, dio gracias al Hijo de Dios y llamó a tal
ajusticiamiento, un santo ejemplo, memorable para la posteridad. Bucero declaró en su púlpito
en Estrasburgo, que Servet merecía haber sido desollado y desmembrado. Bullinger, en general
humanitario, coincidió en que los magistrados civiles deben castigar la blasfemia con la muerte.
(Durant, 484)

En 1554 Calvino escribió su tratado En Contra de los Errores de Servet, en el cual trató de
justificar su cruel acción:

Mucha gente me ha acusado de que con feroz crueldad quisiera matar de nuevo a aquel hombre
que aniquilé. No sólo soy indiferente a sus comentarios, sino que me regocijo en el hecho de
que me han escupido a la cara. (Daniel-Rops, 191)

Esta fue la actitud de Calvino ante el castigo de los herejes. De que modo, digo yo, ¿es él
superior en su moral que todos aquellos que cometieron atrocidades por medio de la
Inquisición?

8. Tortura protestante

El teólogo protestante Meyfart, fue testigo de las torturas que más tarde describió. El ingenioso
español y el astuto italiano se horrorizan ante estas bestialidades y brutalidades. En Roma no se
acostumbra someter ni a un asesino, una persona incestuosa o a un adúltero a tortura por espacio
de más de una hora, pero en Alemania, se mantiene la tortura por un día completo, día y noche,
por dos días, incluso cuatro días, después de lo cual, todo vuelve a comenzar. Hay historias tan
horribles y repugnantes que ningún hombre puede escucharlas sin estremecerse. (Janssen, XVI,
516-518, 521)

Meyfart nos ofrece otro ejemplo típico de cómo se trataba a los Anabaptistas:

En Augsburgo, en la primera mitad del año 1528, de manera casi ciento setenta Anabaptistas de
ambos sexos, o bien fueron encarcelados o fueron desterrados por orden del nuevo Consejo
Popular. A algunos se les cortó la lengua. (Janssen, V, 160)

9. Conclusión

La persecución, incluyendo la pena de muerte por herejía, no es una exclusiva falta del
catolicismo. Con claridad es una falta protestante también y un punto ciego de la Edad Media,
de modo similar al aborto en nuestros “civilizados” días. Además, es una mentira afirmar que el
protestantismo, en su presentación inicial, abogó por la tolerancia. La evidencia presentada
hasta el momento refuta este concepto más allá de cualquier duda razonable.

vii. La censura protestante

1. Visión general

Los primeros protestantes no fueron los campeones de la libertad de expresión ni de la libertad


de prensa, como se nos quiere hacer creer. La prohibición de la Misa y el forzar a asistir al culto
protestante por medio de las leyes civiles, son ejemplos de esta intolerancia respecto de la
libertad de pensamiento y de acción.
Desde el principio, la vida religiosa protestante estuvo influenciada por la desesperanzante
contradicción de que Lutero, por un lado, impuso como un deber sagrado en cada individuo, en
todos los asuntos de fe, dejar a un lado la autoridad sobre todo la de la Iglesia y seguir su propio
discernimiento; mientras que por el otro lado, los teólogos reformistas otorgaron más peso al
poder de los príncipes, sobre la religión, sus tierras y los individuos. Lutero nunca trató de
resolver esta contradicción. En la práctica, Lutero estaba complacido de que el príncipe tuviera
el control supremo sobre la religión, la doctrina y la Iglesia, y con otorgarle el derecho y la
obligación de sofocar cualquier credo que difiriera con el suyo. (Janssen, XIV, 230-231; citing
Johann von Dollinger: Kirche und Kirchen, 1861, 52 ff.)

El cuerpo doctrinal de Melanchthon había sido satisfactorio por mucho tiempo en la Sajonia,
pero a raíz de las controversias cripto calvinistas, el Elector Augusto prohibió los trabajos de
impresión. El control de la prensa, que Melanchthon había utilizado en contra de otros, ahora se
le revertía. (Janssen, XIV, 506)

En las ciudades protestantes, numerosos predicadores con gran celo y con la ayuda de las
autoridades municipales se movilizaron para suprimir los escritos de las corrientes opositoras.
Cuando Lutero comenzó a escribir sus libros se decía, recordando a Frederick Staphyllus
(1560), que “sería contrario a la libertad cristiana si los cristianos y la gente común no tuvieran
la posibilidad de leer toda clase de libros”. Ahora, sin embargo, los luteranos mismos estaban
prohibiendo que se adquirieran y leyeran los libros de sus oponentes, miembros apostatas y de
las sectas. (Janssen, XIV, 506-507)

Los príncipes protestantes amaban y promovían la censura, porque con ésta se acallaba la bien
merecida denuncia en contra del robo de los bienes de la Iglesia o de otros hechos de interés
propio e incluso actos criminales. (Janssen, XIV, 507)

La violación a las órdenes de censura, eran castigadas con severidad en todas partes. (Janssen,
XIV, 234)

2. Lutero prohibió las Biblias católicas

Janssen escribió un caso de censura hipócrita de Lutero (1529):

Lutero puso en movimiento su pluma con motivo de la traducción de la Biblia católica. “La
libertad del mundo”, que proclamaba para sí mismo, no la compartía con su oponente Emser.
Cuando se enteró que la traducción de Emser estaba por ser impresa en Rostock, no sólo apeló a
su seguidor, el duque Enrique de Mecklenburg, con la solicitud de que, “por la gloria del
evangelio de Cristo y las salvación de todas las almas”, detuviera esa impresión, sino que
también logró que los consejeros del Elector de Sajonia respaldaran esta acción. Lutero negó el
poder de las autoridades católicas para prohibir sus libros, pero, por otra parte, invocaba a las
autoridades civiles para impedir los escritos que le disgustaban. (Janssen, XIV, 503-504)

3. Lutero y Melanchthon prohibieron los libros provenientes de suiza y los de los


Anabaptistas.

Cuando la controversia sobre “La Última Cena del Señor” comenzó en Wittenberg, se tomaron
las máximas precauciones para prohibir los escritos de los reformadores suizos y de los
predicadores alemanes que compartían su punto de vista con los suizos. Con la instigación de
Lutero y Melanchthon, el Elector Juan de Sajonia publicó un edicto con el siguiente efecto: No
será permitida la venta y lectura de libros y panfletos (de los Anabaptistas, Sacramentalistas,
etc.). Y aquellos concientes de la violación de estas órdenes y no las denuncien, serán castigados
con la muerte y la pérdida de sus propiedades. (Janssen, XIV, 232-233; BR, IV, 549)
Melanchthon exigió de la manera más severa y exhaustiva, la prohibición de libros que se
opusieran a las enseñanzas luteranas. Los escritos de Zwinglio y sus seguidores fueron puestos
de manera formal en el índice de Wittenberg (lista negra). (Janssen, XIV, 504; cf. Durant, 424)

4, Universidades Protestantes

Por otro lado, el antagonismo también creció entre las Universidades Protestantes. Una
reprochaba a otra ser promotora y fuente de falsa doctrina. Wittenberg, en estos últimos tiempos
considerada como “la cuna de la nueva revelación y de la recién espabilada Iglesia de Cristo”,
en 1567 fue llamada “apestoso pozo del diablo”. (Janssen, XIV, 231-232)

5. Otras ciudades protestantes

En Estrasburgo, los escritos católicos fueron prohibidos ya en 1524. El Consejo de Francfort


ejercía estricta censura. En 1532, en Rostock, el impresor de los Hermanos de la Vida en
Común fue enviado a prisión, ya que él acostumbraba publicar las desventajas del
Protestantismo. (Janssen, XIV, 502)

Los príncipes, al modo de la vieja moda bizantina, se consideraban a sí mismos teólogos, de esta
manera ejercían la censura de forma directa. (Janssen, XIV, 233)

Los casos, por supuesto, son múltiples, se han escogido los más ilustrativos en cuanto a la
hostilidad protestante hacia la libertad de prensa.

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