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La concepción de los niños menores de 5 años como “perversos

polimorfos” es un aspecto muy llamativo de la obra de Sigmund Freud, creador


del psicoanálisis.

En este artículo describiremos qué significa exactamente este curioso concepto,


que se relaciona con la potencialidad de obtener placer sexual de cualquier objeto
durante la vida temprana.

 Artículo relacionado: "La Terapia Psicoanalítica que desarrolló Sigmund


Freud"

El concepto freudiano de perversión

Freud afirmó que la característica principal de la sexualidad durante la infancia es


la perversión polimorfa. Para entender este concepto es necesario definir en
primer lugar cómo se define la perversión en la obra del padre del psicoanálisis.

Para este autor la perversión es simplemente una conducta sexual no


normativa; en el contexto en que vivió Freud se concebía como normal el coito
genital heterosexual, mientras que prácticamente cualquier otro tipo de
comportamiento sexual era visto como una desviación de la moral dominante. En
gran medida esta idea sigue vigente en la actualidad.

Sin embargo, en la obra de Freud la visión de la “perversión” no es


necesariamente negativa. Aunque la violación o la pederastia, que conllevan
sufrimiento a la víctima, son formas de perversión, según la definición de Freud
también lo son el fetichismo o la homosexualidad, que consideró patrones de
comportamiento anormales pero no patológicos.

 Artículo relacionado: "Los 10 fetiches sexuales más extraños y curiosos"

¿Qué significa “perverso polimorfo”?

Según Freud, durante los primeros años de vida las niñas y los niños obtienen
gratificación sexual de fuentes muy diversas. Las pulsiones se dirigen hacia
cualquier objeto que pueda proporcionar placer; además, la estimulación no
tiene por qué limitarse a los genitales, sino que todas las partes del cuerpo son
susceptibles de recibir gratificación.

Así, como explicaremos en detalle más adelante, en función del estadio del
desarrollo psicosexual los pequeños obtendrían placer sexual de succionar el
pezón de la madre, de retener o expulsar las heces y de muchos otros
comportamientos.

Al inicio de la vida la sexualidad todavía no se ha focalizado en los objetos que la


socialización normativa demanda, es decir, fundamentalmente el coito
heterosexual. De la obra de Freud se deduce que este tipo de educación sexual
depende más de la cultura que de la biología, por lo cual cada sociedad o
grupo reforzaría estos patrones en distinta medida.

Esto hace que los niños pequeños carezcan de identidad sexual y de género. Una
vez superado el periodo de latencia, es decir, con la llegada de la pubertad, la
gratificación sexual se redirige de forma progresiva al coito heterosexual con el
objetivo último de la reproducción. Existe una clara relación entre este hecho y el
desarrollo de la moral o Superyó.

Por tanto, describir a los niños como “perversos polimorfos” implica que estos
son capaces de sentir placer sexual de muchos modos distintos que se alejan de
la norma social establecida. Esto incluye la orientación sexual; así, podríamos
decir que según Freud en las primeras etapas de la vida todas las personas
somos bisexuales o incluso pansexuales.

Las etapas del desarrollo psicosexual

La teoría psicoanalítica se fundamenta en gran medida en las cinco etapas del


desarrollo psicosexual descritas por Freud. Según este autor las personas
atravesamos estas fases en el proceso hacia la pubertad y la adolescencia, época
en que la sexualidad queda configurada de forma definitiva.

En cada una de estas fases la energía sexual se focaliza en una zona erógena
distinta: la boca, el ano o los genitales. Si la gratificación de las necesidades es
insuficiente o excesiva durante cualquiera de estas etapas, existe el riesgo de
que se produzca una “fijación” psicológica; esto implicaría la aparición de
neurosis y perversiones concretas.

 Artículo relacionado: "Las 5 etapas del desarrollo psicosexual de Sigmund


Freud"

1. Fase oral

La primera fase del desarrollo sexual se corresponde aproximadamente con el


primer año de vida. Durante este periodo el bebé obtiene placer a través de la
boca, por ejemplo introduciendo objetos en ella, lo cual le permite también explorar
su entorno. El Ello domina la estructura psíquica, por lo que el funcionamiento se
basa en el principio de placer.

La fijación en la fase oral provocaría la aparición de rasgos psicológicos como


inmadurez, pasividad y manipulabilidad. A nivel sexual se desarrollarían
perversiones relacionadas con la boca, como la focalización del placer en los
besos, la felación o el cunnilingus.

2. Fase anal
La etapa anal se da entre el segundo y el cuarto año de vida. Durante este periodo
los pequeños aprenden a controlar la higiene personal, incluyendo la retención y
expulsión de las heces y la orina. Según Freud en la fase anal el placer sexual se
obtiene de la eliminación de excrementos a través de los tractos intestinal y
urinario.

Si se produce una fijación en este estadio del desarrollo pueden aparecer rasgos y
conductas de tipo obsesivo (si el énfasis de los padres en la limpieza es excesivo)
o bien una tendencia hacia la falta de organización, la autoindulgencia y la
rebeldía (en el caso opuesto). En cuanto a la sexualidad, la coprofilia y la urofilia
se relacionarían con la fase anal.

3. Fase fálica

Entre los tres y los seis años de edad los genitales pasan a ser la zona erógena
principal. A esta edad las niñas y niños adquieren conciencia de su propio cuerpo
y del de los demás, y por tanto de la diferenciación de sexo y de género. Los
célebres complejos de Edipo y de Electra (propuesto por Carl Jung y rechazado
por Freud) se darían durante esta fase.

La masturbación compulsiva es la perversión que se puede relacionar de forma


más clara con la fase fálica. Se produciría una focalización en el placer obtenido a
través del pene o del clítoris, en función del sexo biológico de la persona.

 Artículo relacionado: "El Complejo de Edipo: uno de los conceptos más


polémicos de la teoría de Freud"

4. Fase de latencia

Entre la fase anal y la pubertad (es decir, aproximadamente entre los 6 y los 10
años) las pulsiones sexuales quedan silenciadas y la energía se redirige hacia la
interacción social, el aprendizaje, las actividades de ocio… Durante este periodo
se consolida el carácter adquirido durante los estadios psicosexuales previos.

Se considera que las fijaciones en la etapa de latencia son menos habituales que
en otras fases. Cuando suceden tienden a relacionarse con frustración sexual
intensa y/o con una incapacidad para focalizar el placer en actividades
consideradas aceptables por el contexto social del individuo.

5. Fase genital

Freud consideraba que después de la pubertad las personas alcanzamos la etapa


definitiva del desarrollo psicosexual: la fase genital, en la que nos mantendremos
durante toda la vida adulta. La gratificación se centra de nuevo en los genitales, si
bien en este caso la normalidad incluye la obtención de placer a través de otras
personas, y no de modo solitario.
Los fallos en el progreso de este periodo pueden interferir con la adquisición de
patrones de relación sexual adaptativos. Así, es habitual que aparezcan
disfunciones sexuales como dificultades para la excitación (principalmente
erección y lubricación, en función del sexo) en las relaciones sexuales, y también
que estas no resulten satisfactorias.

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