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PERSONAJES PRINCIPALES

Dante – El autor y protagonista de Inferno; el foco de toda la acción e interacción con


otros personajes. Al presentar la épica ficcional como una narración que le sucede a
él, la distancia entre el Dante real y el personaje se agranda. Por ejemplo, Dante el
poeta describe a Dante el personaje como compasivo y simpático cuando ve a las
almas en sufrimiento, pero Dante el poeta eligió colocarlo en el Infierno e idear el
sufrimiento que allí sucedía. Como resultado, si Dante el personaje es representativo
de Dante el poeta, sería una versión simplificada: Compasivo, sin miedo al peligro,
confundido moralmente e intelectualmente por su experiencia en el Infierno. A medida
que avanza el poema, Dante el personaje aprende gradualmente a abandonar su
simpatía y sentir más lástima hacia el castigo de los pecadores, que lo ve como un
mero reflejo de la justicia divina.

Virgilio – Es el guía de Dante por las profundidades del Infierno. Históricamente,


Dante vivió en el siglo uno antes de Cristo., en lo que es ahora Italia moderna. ES
considerado uno de los más grandes poetas Latinos. Su obra maestra, el Eneida,
cuenta la historia de cómo las Eneidas junto con los sobrevivientes de Troya,
encontraron Roma. La sombra o espíritu de Virgilio que aparece en el Infierno está
condenada a una eternidad ahí debido a que vivió previo a la aparición de Cristo en la
Tierra y, por ende, anterior a la posibilidad de redención. Sin embargo, Virgilio recibe
ahora las órdenes de guiar a Dante a través del Infierno en su viaje espiritual. Virgilio
comprueba que es una sabia, ingeniosa y comandante presencia, aunque aparece
incapaz de defender a Dante de los verdaderos peligros del Infierno. Críticos considera
a Virgilio una representación alegórica de la razón humana, tanto por su inmenso
poder y por su inferioridad a la fe en Dios.

Beatriz – Una de las bendecidas del Paraíso, Beatriz ayuda a Dante en su viaje al
pedirle a un ángel a que busque a Virgilio a pedirle que lo ayude en su viaje por el
Infierno. Al igual que Dante y Virgilio, Beatriz es un personaje histórico. A pesar de que
no existen detalles claros acerca de su vida, está claro que Dante se enamoró de ella
cuando joven y nunca dejó de amarla. Ella tiene un rol limitado en Infierno, pero es
más prominente en Purgatorio y Paraíso. Hasta se podría considerer que este viaje
imaginario tiene como objetivo encontrar a Beatriz, quien Dante perdió en la Tierra por
su temprano fallecimiento. Críticos ven a Beatriz como una representación alegórica
del amor espiritual.
Caronte – Una figura que Dante el poeta se apropia de de la mitología Griega,
Caronte es un hombre viejo que lleva las almas a través del río Aqueronte hacía el
Infierno.

Paolo y Francesca de Rímini – Un par de amantes condenados al Segundo Círculo


del Infierno por una relación adúltera que comenzaron tras leer la historia de Lancelot
y Ginebra.

Lucifer – El Príncipe del Infierno. Lucifer reside en el Noveno (y ultimo) Círculo del
Infierno, debajo de la superficie de la Tierra, con su cuerpo atravesando el centro de la
Tierra. Un enorme gigante de tres caras, pero no habla; sus tres bocas están
ocupadas mascando tres de los traidores más importantes de la historia: Judas, el
traicionero de Cristo, Casio y Bruto, los traicioneros de Julio César.

Minos – El Rey de Creta en la mitología Griega, Dante lo representa como un


monstruo gigante presente en el Segundo Círculo del Infierno que decide a dónde las
almas de los pecadores serán enviados. Luego de escuchar la confesión del picador,
Minos mueve su cola un número específico de veces para indicar a qué círculo debe
éste ir.

Bonifacio VIII - Un papa notablemente corrupto que reinó de 1294 a 1303, Bonifacio
intentó incrementar el poderío político de la Iglesia Católica y, por tanto, fue un
enemigo político de Dante, quien avocaba a la separación de la Iglesia y el Estado.

Farinata degli Uberti – Un noble gibelino que fue líder político en la época de Dante.
Ahora reside entre los Herejes en el Sexto Círculo del Infierno. Farinata está
condenado a continuar con su obsesión con la política Florentina en las que, ahora, no
puede intervenir.

Flegias – Es tomado prestado de la mitología Griega; es hijo de Ares y Crisa. En


Dante, es quien rema el barco por el río Estigia.

Filippo Argenti – Enemigo politico de Dante quien se encuentra entre los iracundos
en el Quinto Círculo del Infierno.

Neso - El Centauro (mitad hombre mitad caballo) que lleva a Dante a través del
Primer Anillo del Séptimo Círculo del Infierno.

Pier della Vigna – Antiguo consejero del Emperador Federico II, della Vigna se suicidó
cuando quedó desfavorecido en la Corte. Ahora pasa una eternidad en forma de árbol.
Gerión – El monstruo masivo y serpentine que transporta a Dante y Virgilio del
Séptimo Círculo al Octavo Círculo del Infierno.

Malacoda – Es el líder de los ocho demonios Malabranche que cuidan el Quinto


Recinto del Octavo Círculo del Infierno. Su nombre significa “mala cola”. Malacoda
provee intencionalmente a Dante y a Virgilio con direcciones erróneas.

Vanni Fucci – Un ladrón condenado al Séptimo Recinto del Octavo Círculo del
Infierno, quien profesa la derrota de los Güelfos Blancos. Un alma desafiante, Fucci
maldice a Dios y dirige una gesticulación obscena a él y a Dante antes de que éste
último continúe en su viaje.

Odiseo - El gran héroe de las épicas homéricas (La Ilíada y la Odiea). Odiseo fue un
hombre valiente que está ahora preso en el Octavo Recinto del Octavo Círculo del
Infierno entre aquellos culpables de Robo Espiritual.

Guido de Montefeltro – Un consejero del Papa Boneficio VIII, da Montefeltro fue


prometido la absolución de manera anticipatoria; es decir, perdón a un pecado antes
de que éste haya sido cometido. De Montefeltro ahora sufre en el Infierno ya que la
absolución de un pecado no puede ser conseguida sin arrepentirse de éste y es
imposible arrepentirse antes de cometerlo.

Anteo – El gigante que transporta a Dante y a Virgilio del Octavo Círculo al Noveno
Círculo del Infierno.

Conde Ugolino della Gherardesca - Un traidor condenado al Ronda Dos del Noveno
Círculo del Infierno. Ugolino mastica la cabeza de otro traidor, el Arzobispo Ruggieri.
Cuando Ruggieri encarceló a Ugolino y sus hijos, negándoles alimento, Ugolino fue
obligado a alimentarse de los cuerpos de sus hijos muertos de hambre.

Fray Alberigo and Branca d’Oria – Pecadores condenados a la Ronda Tres del
Noveno Círculo del Infierno. Fray Alberigo y Branca d’Oria son diferentes a otros
pecadores que Dante encuentra: sus crímenes fueron tan aberrantes que demonios
capturaron sus almas de sus cuerpos vivientes; por tanto, sus almas habitan el
Infierno mientras sus cuerpos aún viven, habitados por demonios.
La perfección de la Justicia de Dios

Dante crea una correspondencia imaginativa entre el pecado de un alma en Tierra y el


castigo que recibe ésta en el Infierno. Los Hoscos se ahogan en barro, los Iracundos
se atacan unos a otros, los Glotones son forzados a comer excremento, y así
sucesivamente. Esta simple idea provee muchos de los momentos espectaculares de
la imaginería y el simbolismo utilizado para describir al Infierno, pero también sirve
para iluminar uno de los mayores temas de Dante: la perfección de la Justicia de Dios.
La inscripción sobre las puertas del Infierno en el Canto III define, de manera explícita,
que Dios fue motivado a crear el Infierno por la Justicia (III.7). El Infierno existe para
castigar el pecado y la correspondencia entre cada pecado y su castigo específico son
prueba de la perfección divina que cada pecado viola.

Esta noción de la correspondencia de los castigos de Dios figura significativamente en


los mensajes morales de Dante y las estructuras del Infierno de Dante. Para lectores
modernos, los tormentos que Dante y Virgilio presencian parecerían innecesariamente
crueles: homosexuales son condenados a una eternidad caminando sobre arena
hirviente; aquellos que cobran intereses en préstamos son condenados a sentarse
bajo una lluvia de fuego. Sin embargo, cuando se toma el poema como una unidad,
queda claro que el principio que guía estos castigos es uno de equilibrio. Pecadores
sufren un castigo que se ajuste a la gravedad de su pecado y en un modo que se
ajuste a la naturaleza del mismo. El diseño del poema de Dante sirve para reforzar la
correspondencia existente: el argumento progresa de pecados menores a mayores, en
un arreglo según grado; y según una estructura geográfica en la cual las diferentes
regiones del Infierno corresponden a los tipos de pecado. Esta noción de equilibrio
informa todos los castigos elegidos por Dios y, a su vez, describe a la justicia de éste
como mecánica, objetiva e impersonal; no existen otras posibilidades en el Infierno, y
el castigo se convierte en una suerte de fórmula científica.

En el comienzo de Infierno, Dante construye una gran tensión entre la Justicia


impersonal y objetiva de Dios y el personaje de Dante y su humanidad empática con
los castigados que allí encuentra. Sin embargo, mientras avanza el argumento, el
personaje de Dante está cada vez menos inclinado hacia la lástima y comentarios
repetitivos de parte de Virgilio fomentan esta actitud. Por tanto, el texto afirma la
sabiduría divina detrás de esta correspondencia de justicia: los pecadores reciben el
castigo en perfecta proporción a su pecado; tenerles lástima en su sufrimiento es
demonstrar falta de comprensión.
Lo diabólico como contradicción al deseo de Dios.

En varias formas, el Infierno de Dante puede ser visto como una taxonomía imaginaria
acerca de la maldad humana en sus varios tipos, según los cuales Dante los clasifica,
aísla, explora y juzga. Se podría cuestionar según qué Dante ordena y clasifica los
pecados; por ejemplo, aceptar una coima es condenado en el Octavo Círculo y el por
asesinato en el Sexto Círculo. Para entender este ordenamiento, uno debe entender
que la narración de Dante sigue estrictas doctrinas de valores Cristianos. Su sistema
moral prioriza el deseo de Dios en el Paraíso por sobre la felicidad y harmonía
humana. Según esto, Dante considera que la violencia es menos condenable que el
fraude ya que entre estos dos pecados, el fraude es de mayor oposición al deseo de
Dios. Éste desea que nos tratemos con el amor que él extiende hacia nosotros como
individuos; un acto de violencia atenta contra este amor, sin embargo, el fraude es la
perversión del mismo. Un fraudulento perpetúa el pecado contra el amor y el cariño de
Dios. Sin embargo, mientras el Infierno implica todos estos argumentos morales,
Dante nunca entra en discusión acerca de los mismos. Al final, declara que la maldad
es maldad simplemente porque contradice el deseo de Dios y éste no necesita más
explicación. La exploración acerca de la maldad que Dante realiza no prueba ni las
causas, ni la psicología, ni las consecuencias terrestres de la maldad humana. Infierno
no es un texto filosófico, sino que su intención es enseñar y reforzar las doctrinas
Cristianas y no pensar de manera crítica a la maldad.

El Relato como forma de Alcanzar la Inmortalidad

Dante coloca suficiente énfasis en la noción de inmortalidad a través del relato, la


trascendencia lograda a través de leyenda y legados literarios. Numerosas sombras le
piden a Dante que recuerde su nombre e historias en la Tierra cuando vuelva. Ellos
esperan que, quizás, al recontar sus historias, ellos continuarían viviendo en las
memorias de los demás. El personaje de Dante no siempre aceptará; por ejemplo, él
ignora la petición de las almas Italianas en el Noveno Recint del Octavo Círculo del
Infierno de que advierta a ciertos hombres en la Tierra. Sin embargo, Dante el poeta
parece tener su propia agenda, ya que su poema recuenta las historias de estas almas
como parte central de su proyecto. A pesar de que el poeta realmente enfatiza la
perfección de la divina justicia y la correspondencia de los pecados y los castigos, al
incorporar los relatos a sus narrativas, el texto permite que éstos vivan, de alguna
manera, más allá del Infierno.
No obstante, al re-narrar los relatos de los pecadores, Dante el poeta puede que esté
actuando por su inmortalidad y no la de los pecadores. De hecho, Dante toma
oportunidades para avanzar sobre su propia gloria; por ejemplo, en el Canto XXIV, a
mitad de la descripción del castigo de los Ladrones, Dante declara directamente que él
ha superado tanto a Ovidio como a Lucano en su habilidad para escribir escenas de
metamorfosis y transformación. Al aclamar que ha sobrepasado a dos poetas
reconocidos por sus mitologías y utilización de imaginería, Dante busca asegurar su
propia inmortalidad.

De esta forma, Dante presenta al relato como un vehículo para múltiples legados: el
del relator y el del sujeto de quien se relata. Mientras que el argumento de un cuento
puede preservar la memoria de un protagonista, el estilo del relato y la destreza puede
servir para la mayor gloria del relator. A pesar de que los pecadores mueren de mil
maneras, Dante enfatiza de forma casi igual el poder de su narrativa tanto en el
pecador como en el autor, para dar a ambos el regalo de la vida eterna.

Argumentos Políticos

El Infierno de Dante existe para dar cuenta, a gran escala, de la dificultad política
existente en Florencia en el siglo XIV, de la cual se había recientemente exiliado.
Hace sus aseveraciones en varias formas distintas. En primer lugar, condena a figuras
políticas con quienes había enemistad y las distribuye por el Infierno. En segundo
lugar, debido a que Dante sitúa la acción que trascurre en Inferno en años previos al
que lo escribió, podía predecir ciertos eventos que ya habían ocurrido al tiempo en que
lo escribió. Estas pretendidas predicciones las hace vía las voces de los condenados
que parecen dotados del don de la predicción en muerte. Estas almas hacen énfasis
de la corrupción y del disturbio de la futura Florencia; a través de esto, Dante está
criticando su antiguo hogar. En tercer lugar, Dante asevera, a lo largo del poema, su
creencia política personal: el poder de la Iglesia y el poder del Estado deben existir
separados, pero iguales, en la Tierra. En la cual la Iglesia gobierna el espíritu humano,
y el Estado la persona. Por tanto, en sus múltiples referencias a Roma, Dante cuida el
mencionar la importancia de lo espiritual y lo secular. La última imagen del poema es
otro testigo a la importancia de la igualdad de poder del Estado y de la Iglesia: Satanás
mastica a Judas (el traidor de Cristo, el máximo líder espiritual) y a Casio y Bruto (los
traicioneros de Julio César, el máximo líder político). Traición tanto contra la religión,
como contra el Estado garantiza un lugar en el último círculo del Infierno. Mientras que
Dante enfatiza la igualdad entre estas dos instituciones, también asevera la necesidad
de su separación. Él asigna un castigo particularmente feroz a aquellas almas que no
fomentaron esta separación; por ejemplo, papas o arzobispos que aceptaron coimas o
que deseaban poder político.
CANTOS

Resumen del Canto I

En medio del camino de la vida,


errante me encontré por selva oscura,
en que la recta vía era perdida.

En medio de su vida, el poeta Dante se encuentra merodeando solitariamente en


medio de un bosque oscuro habiendo perdido su camino; “en que la recta vía era
perdida”. Dice no recordar cómo perdió su camino, pero que ha llegado a un lugar
tenebroso, un valle oscuro. En las alturas divisa un monte que parece prometer
protección del tenebroso bosque. El sol ilumina la cima del monte y Dante intenta subir
hacia la luz. Mientras asciende, tres bestias se le aparecen, una tras otra: un leopardo,
un león y una loba, que lo obligan a retornar.

Descendiendo en desesperación hacia el valle, Dante ve una figura humana en el


bosque, la cual se revela a ser el espíritu, o la sombra, del gran poeta Romano Virgilio.
Encantado de conocer al poeta que más admira, Dante le cuenta a Virgilio acerca de
las bestias que bloquearon su camino. Virgilio responde que la loba mata a todo quien
intenta acercársele pero, algún día, un gran perro vendrá a perseguir a la loba de
nuevo al Infierno, de donde originó. Agrega que la presencia de la loba hace que el
caminante requiera otro camino para ascender el monte y Virgilio se le ofrece a Date
como guía. Sin embargo, le advierte a Dante que antes de poder subir el monte, deben
pasar por el lugar de castigo eterno, es decir el Infierno y luego por un lugar de menos
castigo, el Purgatorio; sólo ahí podrán llegar a la ciudad de Dios, el Paraíso. Alentado
por las aseveraciones de Virgilio, Dante comienza su viaje junto con su guía.

Resumen del Canto II

Dante convoca a las Musas, las antiguas diosas del arte y de la poesía, y les pide que
lo ayuden en su experiencia.

Dante relata que, mientras él y Virgilio se acercan hacia la boca del Infierno, su mente
se torna hacia el camino que le queda por delante y lo sobrelleva el temor. Recuerda
que sólo otros dos hombres venturaron hacia la otra vida y volvieron: el apóstol Pablo,
quien visitó el Tercer Círculo del Paraíso y Eneas, quien viaja a través del Infierno en el
texto Eneida de Virgilio. Dante se considera a sí mismo como menos digno que estos
dos y teme que no sobreviva su travesía por el Infierno.

Virgilio reprimenda a Dante por su cobardía y lo reasegura contándole la historia de


cómo supo cómo encontrar a Dante y hacerle de guía. Según Virgilio, una mujer en el
Paraíso tuvo lástima de Dante, por lo que bajó al Infierno, donde habita Virgilio, y le
pidió que ayudara a Dante. Esta mujer era Beatriz, el amor partido de Dante, quien
ahora está entre los bendecidos en el Paraíso. Santa Lucía le contó sobre la difícil
situación de Dante en el bosque, y ésta la había escuchado de otra señora, lo más
seguro la Virgen María. El trío de mujeres santas vigila a Dante desde el Paraíso.
Virgilio dice que Beatriz lloraba mientras ella le contaba acerca de la miseria de Dante,
por lo cual él encontró a la situación muy conmovedora.

Dante se siente aliviado al escuchar que su amada Beatriz está en el Paraíso y que
desde allí cuida de él. Él alaba tanto a Beatriz como a Virgilio por su ayuda, y continúa
siguiendo a Virgilio hacia el Infierno.

CANTOS III–IV

Resumen: Canto III

Abandona la esperanza si entras aquí.

Virgilio lidera a Dante hasta las puertas del Infierno, sobre las cuales está escrito una
frase que hace de premonición a todo lo que vendrá: “Abandona la esperanza si entras
aquí.” Tras haber entrado, Dante escucha innumerables gritos de tormento y
sufrimiento. Virgilio le explica que estos llantos emanan de las almas de aquellos que
no cometieron ni bien ni mal en vida, pero que vivieron sin hacer decisiones morales
conscientes; por lo cual tanto el Paraíso como el Infierno les niegan la entrada. Estas
almas residen en el Ante-Infierno, dentro del Infierno pero no verdaderamente parte de
él, donde deben perseguir incesantemente tras una bandera blanca. Moscas y avispas
los pican, y lombrices consumen su sangre y las lágrimas que emanan de ellos. Las
almas de los acometidos son unidas en este tormento por ángeles neutrales, aquellos
que no se unieron ni a Dios ni a Satanás en la guerra en el Paraíso.

Virgilio lleva a Dante al gran río Aqueronte, el cual marca el límite al Infierno. Una
cantidad de nuevas almas esperaban ser llevadas por el río. Un barco llega con un
hombre mayor, Caronte, en su timón. Caronte reconoce a Dante como un alma
viviente y le dice que se aleje de los muertos, pero luego que Virgilio le informa acerca
del viaje que emprenden ordenados desde arriba, Caronte no los molesta más. Éste
vuelve a su trabajo de transportar a las almas miserables a través del río hacia el
Infierno. Mientras transporta a Virgilio y a Dante, Virgilio le cuenta al asustado Dante
que la vacilación inicial de Caronte es buen augurio: sólo los condenados cruzan el río.
De repente, una sacudida mueve la planicie; viento y fuego surgen del suelo y Dante,
atemorizado, se desmaya.

Resumen: Canto IV

Truenos devuelven a Dante al estado de consciencia. Cuando despierta, pensando


que ha estado dormido por mucho tiempo, se encuentra del otro lado del río,
aparentemente, habiendo sido bajado del barco por Virgilio. Dante ve un gran valle
que se expande bajo de ellos: El Primero Círculo del Infierno, también conocido como
el Limbo. Virgilio le informa que este círculo, que contiene las almas de aquellos que
tuvieron vidas virtuosas, pero o nacieron previo al advenimiento de Cristo (y por ende
no pueden honrar a Dios correctamente), o nunca fueron bautizados. Dante pregunta
si alguna de estas almas alguna vez obtuvo permiso para irse del Limbo hacia el
Paraíso, y Virgilio le numera a figuras del Antiguo Testamento: Noé, Moisés y otros.
Cristo les concedió amnistía a estas almas cuando descendió al Infierno en el
momento entre su muerte y su resucitación.

Otras tantas figuras reconocidas permanecen en el Limbo. Virgilio mismo reside ahí y
se le ha dado una breve salida para guiar a Dante. Este último observa un grupo de
hombres acercarse y saludar a Virgilio, quien los presenta como Homero, Horacio,
Ovidio y Lucano; los más grandes poetas de la antigüedad. Estos lideran a Dante a un
gran castillo con siete paredes, dentro de las cuales ve las almas de otras grandes
figuras del pasado: los filósofos Aristóteles, Sócrates y Platón; Eneas, Lavinia y otros
personajes de la Eneida; el matemático Euclides y el astrónomo Ptolomeo; y muchos
otros. Virgilio guía a Dante fuera del castillo y nuevamente se dirigen hacia la
oscuridad.
Resumen: Canto V

“éste, que de mí nunca ha de apartarse, 135

la boca me besó, todo él temblando.

Galeotto fue el libro y quien lo hizo;

no seguimos leyendo ya ese día.» 138

Dante y Virgilio descienden ahora hacia el Segundo Círculo del Infierno, más reducido
en tamaño que el Primero, pero mayor en su castigo. Ven al monstruo Minos, quien se
para frente a una fila sin fin de pecadores y les asigna su castigo. Los pecadores le
confiesan sus pecados a Minos, quien luego, enrolla su gran cola en sí mismo un
cierto número de veces, indicando de este modo a qué circulo corresponde esa alma.
Al igual que Caronte, Minos reconoce a Dante como un alma viviente y le advierte de
entrar; es la palabra de Virgilio la cual, nuevamente, los hace pasar.

Dante y Virgilio pasan a un oscuro lugar en el cual lluvias torrenciales caen


incesantemente y vendavales de viento irrumpen el aire. Las almas condenadas en
este círculo son arrastradas por el viento, indefensas. Estos son los Lujuriosos,
quienes han cometido pecados de la carne.

Dante le pide a Virgilio que le identifique algunas almas; éstas incluyen varios nombres
conocidos, entre ellos Elena de Troya, por quien la Guerra fue peleada, y Cleopatra.
Dante inmediatamente siente lástima por estas almas ya que están esencialmente
condenadas por actos de amor. Con el permiso de Virgilio, Dante llama a estas almas
a ver si alguna hablaría con él y le contara su historia. Una mujer, Francesca, reconoce
a Dante como un alma viviente, y le contesta. Ella le relata cómo el amor fue su
desdicha: casada a un hombre viejo y deformado, eventualmente se enamora de
Paolo da Rimini, el hermano menor de su marido. Un día, ella y Paolo estaban leyendo
una leyenda artúrica acerca del amor entre Lancelot y Ginebra, y éstos sintieron que la
historia hablaba acerca de su propio amor secreto. Cuando alcanzaron un momento
romántico particular de la historia, no pudieron resistir besarse. Arturo, el esposo de
Francesca descubrió la trasgresión de los amantes y mandó a ambos morir. Ahora
Paolo y Francesca son condenados a una eternidad en el Segundo Círculo del
Infierno. Sucumbido de lástima, Dante se desmaya nuevamente.
Resumen: Canto VI

Cuando Dante despierta, encuentra que ha sido movido al Tercer Círculo del Infierno,
donde la lluvia sigue cayendo. Ahora, sin embargo, las gotas de la lluvia son de
suciedad y excremento, y un horrible olor invade el aire. Un perro de tres cabezas,
Cerbero, intenta detener el paso de Dante y de Virgilio, pero Virgilio satisface a la
bestia al tirarle un cacho de tierra. Dante y Virgilio avanzan pues hacia el círculo de los
Glotones, quienes deben acostarse en suelo mientras la lluvia sucia cae sobre ellos.

Uno de los Glotones se sienta al ver entrar a Virgilio y a Dante, y pregunta si Dante lo
reconoce. Cuando Dante responde que no, la sombra se anuncia como Ciacco,
diciendo que pasó la temprana etapa de su vida en Florencia. A pedido de Dante, él
enuncia las predicciones para el futuro político de Florencia en el cual ve muchos
conflictos. Dante le pregunta entonces, acerca de figuras políticas del pasado de
Florencia, enumerando varios que él piensa tuvieron buenas intenciones. Ciacco le
responde que éstas habitan en un círculo más profundo del Infierno. Antes de volver a
acostarse, éste le pide a Dante que se acuerde de su nombre cuando vuelva al mundo
exterior.

Mientras abandonan el Tercer Círculo, Dante le pregunta a Virgilio cómo cambiarán los
castigos de las almas tras el Juicio Final, Virgilio le contesta que ese día traerá la
perfección a toda la creación y, como consecuencia, los castigos se perfeccionarán.

Resumen: Canto VII

Virgilio y Dante continúan su camino hacia el Cuarto Círculo del Infierno y se


encuentran con el demonio Pluto. Virgilio calla a la criatura con una palabra y entran al
círculo, donde Dante exclama al ver una gran zanja alrededor del círculo, creando un
gran anillo. Dentro del anillo, dos grupos de almas empujan pesas con enojo y dolor.
Cada grupo completa el semicírculo antes de chocarse contra el otro grupo, luego dan
la vuelta y proceden en la dirección inversa. Virgilio explica que las almas condenadas
a esta marcha tortuosa son las de los Avariciosos y de los Despilfarradores, que,
durante su vida, acumularon y gastaron, respectivamente, su dinero.

Como antes, Dante pregunta si Virgilio conoce algunas de las almas aquí presentes.
Virgilio le informa que la mayoría de los Avariciosos son clérigos, papas y cardenales,
pero agrega que las experiencias en el inframundo los hacen irreconocibles. Ni los
avariciosos ni los despilfarradores fueron justos con su Fortuna. Dante le pide a Virgilio
que le explique la naturaleza de esta “Fortuna”. Virgilio contesta que la “Fortuna”
recibió órdenes de Dios de transferir bienes terrenales entre individuos y naciones.
Sus movimientos evaden el entendimiento humano; por tanto, los hombres no deben
despotricar contra ella cuando pierden sus posesiones.

Reflexionando acerca de esta explicación, Dante sigue a Virgilio hacia el Quinto


Círculo del Infierno, que está delimitado por el río Estigio. Ven almas agachadas en la
barranca del río, cubiertas de barro, y agrediéndose entre ellas. Estos son los
Iracundos, quienes fueron consumidos por enojo e ira en Vida. Virgilio le advierte a
Dante acerca de la presencia de almas adicionales que permanecen invisibles a ellos
ya que están sumergidas en el Estigia –estos son los Hoscos, aquellos que en vida
murmuraban y se enfoscaban bajo el sol. Ahora, se ahogan con el barro negro del río
fangoso.

Resumen: Canto VIII

Continuando por el Quinto Círculo del Infierno, Dante y Virgilio se encuentran con una
gran torre, su pináculo estallando en llamas. Virgilio y Dante se encuentran con el
barquero Flegias quien los lleva a través del río Estigia. En el camino se cruzan con un
pecador que Dante reconoce como Filippo Argenti. A éste no le tiene lástima alguna y
mira con mucho gusto a los otros pecadores destrozarlo.

Virgilio anuncia que se están acercando la ciudad de Dite – el Infierno Inferior. Al


acercarse a la entrada, una horda de ángeles caídos exclama; estos demandan saber
por qué un viviente se atreve entrar a Dite. Virgilio de nuevo provee con racionalidades
acerca de la presencia de Dante, pero, por primera vez, no logra que le acceda la
entrada. Los demonios cierran la puerta en la cara de Virgilio, quien retorna a Dante
herido, pero no vencido.

Resumen: Canto IX

Dante se empalidece con miedo al ver el fracaso de Virgilio. Éste, quien parece estar
esperando a alguien, intenta reasegurar a Dante. De repente, Dante ve a tres Furias
(Erinias) acercarse –son criaturas que son mitad mujer, mitad serpiente. Éstas
exclaman y ríen cuando ven a Dante, y llaman a Medusa para que venga a convertirlo
en piedra. Virgilio cubre rápidamente los ojos de Dante para que no vea la cabeza de
Medusa.

Un enorme ruido dispersa a las Furias, Virgilio y Dante miran y encuentran a un


mensajero del Paraíso acercándose desde el río Estigio, y las almas y demonios
huyendo de él como moscas. El mensajero llega hasta la puerta a la ciudad de Dite y
demanda que ésta sea abierta para los viajeros; él es obedecido rápidamente. Virgilio
y Dante atraviesan las puertas y entran al Sexto Círculo del Infierno. Tumbas los
rodean, brillantes entre las llamas; aquí habitan los Herejes.

Resumen: Canto X

Aún en el Sexto Círculo del Infierno, Dante y Virgilio caminan entre las tumbas en
llamas de los Herejes. Virgilio describe la herejía particular de los Epicuristas, un grupo
que perseguía el placer en vida porque creían que el alma moría junto con el cuerpo.
De repente, una voz de entre las tumbas los interrumpe y se dirige a Dante llamándolo
toscano (proveniente de la región de Florencia). La voz pertenece a Farinata, un líder
politico de la era de Dante. Virgilio alienta a que Dante hable con él.

Dante y Farinata apenas empezaron su conversación cuando otra alma, aquella de


Cavalcante de’ Cavalcanti, el padre de un amigo íntimo de Dante llamado Guido, se
levanta de su tumba y los interrumpe, preguntándole a Dante por qué su hijo no lo
acompañó en este viaje. Dante responde que quizá Guido odia a Virgilio.
Desesperado, Cavalcanti piensa que su hijo está muerto y se hunde nuevamente en
su tumba.

Farinata continúa discutiendo política florentina con Dante. Se nota que ambos
personajes representan partidos políticos claramente opuestos, sin embargo, esto no
queda aclarado. De las palabras de Farinata y de otra alma cercana, Dante concluye
que las almas pueden predecir eventos futuros pero no saben qué sucede en el
presente. Farinata, por tanto, predice el destierro de Dante y confirma, a su vez, que
parte del castigo de los herejes es saber qué va a suceder, pero permanecen
ignorantes a lo que sucede ahora.

Virgilio llama a Dante y proceden hacia el resto del Círculo. Las palabras de Farinata
hacen que Dante comprenda la distancia que queda hasta su exilio, pero Virgilio le
asegura que sabrá más acerca de esto cuando lleguen a otro lugar.

Resumen: Canto XI

En el límite con el Séptimo Círculo del Infierno aparece un hedor tan abominable que
Dante y Virgilio se sientan en la tumba del Papa Anastasio para poder ajustarse a esto.
Virgilio se toma la oportunidad para explicarle los últimos tres círculos y sus
respectivas subdivisiones. El Séptimo Círculo que contiene a los violentos, está
dividido en tres círculos menores: los pecados contra un vecino, contra uno mismo o
contra Dios. Peor que cualquier pecado de violencia es el pecado del Fraude, que
rompe la confianza de cualquier hombre y, por tanto, se opone a la gran virtud del
amor. Los dos últimos círculos castigan, por ende, al Fraudulento. El Octavo Círculo
castiga el “fraude normal” –aquél pecado que viola la confianza natural entre personas;
tal fraude incluye actos de hipocresía. El Noveno Círculo castiga la traición –pecados
que violan la relación de confianza particular. Estas lealtades son entre parientes y
familia, entre países y partidos, invitados o benefactores.

Dante le pregunta a Virgilio por qué estas divisiones existen en el Infierno,


preguntándose por qué los pecadores que ya han visto no reciben el mismo grado de
castigo, ya que ellos también han actuado en contra del deseo divino. Como
respuesta, Virgilio le recuerda a Dante la filosofía propuesta en Ética Nicomáquea de
Aristóteles, en la que éste propone que existen “tres disposiciones contra el Deseo
Divino: / Incontinencia, malicia, brutalidad extrema” (XI.79–80). La disposición de
incontinencia ofende menos a Dios, dice Virgilio, y por tanto recibe un castigo más
leve, fuera de la ciudad de Dite.

Dante entonces pide clarificación acerca de otro aspecto teológico: ¿por qué es la
usura (Práctica que consiste en cobrar un interés excesivamente alto por un préstamo) un pecado?
Virgilio le explica a Dante que la usura va contra el deseo de Dios porque un usurero
hace su dinero, no de industria o por destreza, sino por la plata en sí misma. Por ende,
usureros también van contra el “arte” de Dios, o su designio del mundo. Los dos
poetas se dirigen ahora hacia el Primer Anillo del Séptimo Círculo del Infierno.

Resumen: Canto XII

El pasaje hacia el Primer Anillo del Séticmo Círculo del Infierno lleva a Dante y a
Virgilio por una barranca de roca rota. En el borde, el Minotauro monstruoso los
amenaza, y deben deslizarse por él. Mientras descienden, Virgilio nota que esta roca
no estaba en su primer viaje hacia las profundidades del Infierno. Llegando al Anillo,
ven un río de sangre: aquí hierven os pecadores que han violentado contra sus
vecinos. Un grupo de Centauros –mitad hombre, mitad caballo– se paran sobre la
barranca del río con arcos y flechas que le tiran a cualquier alma que trate de elevarse
del río a una altura muy cómoda para la magnitud de su pecado.

El centauro principal, Quirón, nota que Dante mueve las rocas sobre las cuales camina
tal como lo haría un alma viviente. Prepara una flecha, pero Virgilio lo obliga a
detenerse y éste obedece. Debido a que la roca hace del Anillo un camino complicado,
Virgilio solicita que un Centauro los guía alrededor de la sangre hirviente. Quirón les
provee a Neso, a quien Dante se sube.

Guiando a Dante y a Virgilio por el Anillo, Neso nombra a algunas de las almas más
notables aquí castigadas, una llamada Alejando (probablemente Alejando Magno),
Dionisio, y Atila el Huno. Aquellos que vivieron como tiranos, y por ende perpetuaron
violencia contra poblaciones enteras, yacen en las partes más profundas del río. Una
vez cruzado el río, Neso deja a sus viajeros, quienes continúan hacia el Segundo
Anillo del Séptimo Círculo del Infierno.

Resumen: Canto XIII

En el Segundo Anillo del Séptimo Círculo del Infierno, Virgilio y Dante entran en un
extraño bosque de árboles negros y retorcidos. Dante escucha muchos gritos de
sufrimiento pero no puede ver a las almas que los exclaman. Virgilio le aconseja
romper una ramita de uno de los árboles. Dante lo hace y el árbol exclama en dolor y,
para el asombro de Dante, el árbol sangra. Las almas en este Anillo, que fueron
violentos contra ellos mismos o sus posesiones (los suicidas y los derrochadores
respectivamente), fueron transformadas en árboles.

Virgilio le pide a este árbol-alma que cuente su historia a Dante así él puede contar su
historia en la Tierra. El árbol-alma le cuenta que, en vida, él era Pier della Vigna un
consejero al Emperador Federico y que era un hombre moral y admirable. Pero
cuando un grupo envidioso de cortesanos ensuciaron su nombre con mentiras atroces,
sintió tal vergüenza que se quitó la vida.

Dante entonces pregunta cómo las almas aquí llegan a tal estado. El árbol-alma le
contesta que cuando Minos manda a las almas a este círculo, éstas crecen raíces y
crecen como árboles jóvenes. Luego son lastimadas por arpías –criaturas mitad mujer,
mitad animal. Cuando las ramas de un árbol-alma son rotas, le causa un dolor al alma,
similar al desmembramiento. Cuando llegue el momento para todas las almas de
recuperar sus cuerpos, estas almas no se reunirán completamente con el suyo, porque
ellos lo descartaron voluntariamente. En cambio, los cuerpos retornados serán
colgados en las ramas de estos árboles y las almas podrán sentir constantemente la
forma humana que rechazó.
En este punto, dos hombres jóvenes entran corriendo por el bosque, interrumpiendo la
conversación entre Dante y Piere della Vigna. Uno de éstos, Jacomo da Sant’Andrea,
queda atrás y se mete en un arbusto; crueles perros los estaban persiguiendo, y ahora
lo rompen en pedazos. Virgilio y Dante hablan ahora con el arbusto, que también es un
alma: ésta cuenta del sufrimiento que plaga a Florencia desde que decidió ésta de
hacer a San Juan el Bautista su patrón, remplazando a Marte (dios Romano de
Guerra). El arbusto-alma agrega que él, en vida, era un Florentino que se ahorcó.

Resumen: Canto XIV

Dante junta las hojas dispersas del arbusto y se las da. Él y Virgilio proceden entonces
por el bosque hasta el límite del Tercer Anillo del Séptimo Círculo del Infierno. Aquí
encuentran un desierto de arena roja hirviente, sobre el cual copos de fuego caen
lenta e incesantemente. Como Virgilio explica en el canto XI, este Anillo, reservado
para aquellos que fueron violentos contra Dios, está dividido en tres zonas. La lluvia de
fuego cae sobre todas. La Primera Zona es para los Blasfemitas, quienes deben
acostarse en el banco de arena. La lluvia de fuego mantiene la arena caliente,
asegurándose que las almas se quemen por arriba y por abajo. Entre estos pecadores
Dante ve a un gigante, a quien Virgilio identifica como Capaneo, uno de los siete reyes
que sitió Tebas. Capaneo está en constante furia, insistiendo en que las torturas del
Infierno nunca van a quebrar su insubordinación.

Los poetas llegan a otro río, que es rojo, y Virgilio cuenta acerca de la fuente de las
aguas del infierno. Debajo de la montaña en la isla de Creta está la estatua rota de un
Hombre Viejo. Lágrimas caen por las ranuras de la estatua, juntándose a sus pies.
Cuando se diluyen y separan, forman los ríos Aqueronte, Estigia, Flegetonte y,
finalmente, el Cocito, el lago al fondo del Infierno.

Resumen: Canto XV

Cruzando el río, Virgilio y Dante entran en la Segunda Zona del Tercer Anillo en el
Séptimo Círculo del Infierno, donde los Sodomitas –los violentos contra la naturaleza–
deben caminar continuamente bajo la lluvia de fuego. Una de las almas, Brunetto
Latini, reconoce a Dante y le pide que camine cerca de la arena, así pueden
conversar. Latini predice que Dante será premiado por sus acciones políticas, Dante
ignora esta predicción dicéndole que la Fortuna hará como ella quiera. Virgilio aprueba
de esta actitud, y siguen su camino y Latini vuelve al suyo.
Resumen: Canto XVI

Aún entre los Sodomitas, un grupo de almas se le acerca a Dante a quien lo


reconocen como su compañero de país. Las llamas los han dejado irreconocibles, por
tanto le dicen a Dante sus nombres. Éste reconoce sus nombres de sus tiempos en
Florencia y siente gran pena por ellos. Le preguntan si la cortesía y el valor aún
caracterizan a su ciudad, a lo cual Dante responde tristemente que ahora son los actos
de exceso y arrogancia los que reinan.

Ante s de irse de la Segunda Zona, Virgilio hace una petición extraña. Le pide a Dante
la cuerda que utiliza como cinto y echa una de sus puntas en una barranca llena de
agua oscura; Dante mira incrédulo cómo una horrible criatura surge ante ellos.

Resumen: Canto XVII

Dante ahora ve que la criatura tiene cara de hombre, cuerpo de serpiente y dos patas
peludas. Acercándosele, él y Virgilio descienden hacia la Tercera Zona del Tercer
Anillo del Séptimo Círculo. Virgilio se queda atrás para hablar con la bestia, mandando
a Dante a investigar la zona inhabitada por aquellos violentos contra el arte, a quienes
Virgilio nombra anteriormente Usureros. Dante ve que estas almas deben sentarse
bajo la lluvia de fuego con carteras/billeteras en sus cuellos; éstas contienen los
emblemas familiares de los respectivos pecadores. Como parecen indispuestos a
hablar con Dante, éste vuelve a Virgilio.

Mientras tanto, Virgilio habló con la bestia con cabeza humana y logró que ésta los
llevara hasta el Octavo Círculo del Infierno. Con miedo, pero confianza hacia su guía,
Dante trepa a la espalda serpentina de la bestia; Virgilio llama a la bestia por el
nombre de Gerión. Para el espanto y maravillamiento de Dante, Gerión se inclina
hacia atrás y toma vuelo, circulando lentamente hacia abajo. Luego de haberlos
depositado a salvo en el piso entre las piedras en el límite del Octavo Círculo, Gerión
retorna a su lugar.

Resumen: Canto XVIII

Virgilio y Dante se encuentran fuera del Octavo Círculo del Infierno conocido como
Malebolge, o Fraudulentos. Éste se divide en 10 fosas circulares y concéntricas, cada
una de los cuales se dedica al castigo de una especie de fraudulentos. Según las
especies son:

1. Proxenetas

2. Aduladores

3. Simoníacos.

4. Adivinos.

5. Malversadores.

6. Hipócritas.

7. Ladrones.

8. Mal consejeros (los que hacen incurrir en fraude mediante consejos


malintencionados).

9. Sembradores de la discordia (los que incitan a la guerra civil y la división


religiosa).

10.Falsificadores
Dante describe la relación entre la estructura del círculo y su nombre: el círculo tiene
una pared que lo encierra, con un gran círculo concéntrico; diez fosas equitativamente
separadas se encuentran entre la pared y el círculo en el medio. En estas fosas se
encuentran los perpetuadores de “fraude ordinario”. Virgilio guía a Dante por el lado
izquierdo del círculo donde llegan a la Primera Fosa, o Primer Recinto.

Aquí, Virgilio y Dante ven un grupo de almas corriendo constantemente de lado a lado
del Recinto. Demonios con grandes látigos los agitan cada vez que están cerca de
ellos, forzándolos hacia el otro lado del círculo. Dante reconoce a un Italiano y habla
con él; el alma le informa a Dante que ha vivido en Boloña y ahora mora aquí porque
vendió a su hermana a un noble. Este recinto es para los Proxenetas y los Seductores
–los que engañan a las mujeres por su propia ventaja. También se encuentran con
Jasón, quién abandonó a Medea luego de que ella lo ayudó a encontrar el Vellocino de
Oro (En la mitología griega, era el vellón o zalea del carnero alado Crisómalo).
Mientras Dante y Virgilio cruzan hacia el Segundo Recinto, un horrible olor los abruma
y escuchan horribles llantos. Dante avista una fosa llena de excremento humano,
dentro de la cual los pecadores han sido metidos. De una de estas almas aprende que
el lugar comprende a los Aduladores. Tras unos segundos, Virgilio dice que han visto
suficiente de esta vista desagradable, y progresan hacia el Tercer Recinto.

Resumen: Canto XIX

Dante ya sabe que el Tercer Recinto castiga a los Simoníacos, aquellos que han
comprado o vendido perdones eclesiásticos. Él desaprueba lo simoníaco sin siquiera
haber avistado a la fosa. Dentro de ésta, los pecadores están metidos cabeza primero
en pozos, con sólo sus pies fuera. Mientras estas almas se mueven y quejan
fútilmente dentro de sus pozos, llamas de fuego queman sin cesar, sus pies.

Dante nota que un par de los pies de entre las llamas está más rojos que otros, y va a
hablar con él. Ésta, el alma del Papa Nicolás III, primero se confunde a Dante con
Boniface. Luego de que Dante lo corrige, el alma le dice que él fue un papa culpable
de simonía. El lamenta su propia posición, pero agrega que peores pecadores que él
existen todavía en la Tierra y les espera un destino peor. Dante asevera que Simón
Pedro no le pagó a Cristo para recibir las Llaves del Cielo y la Tierra (que simboliza el
papado). No le muestra lástima alguna a Nicolás, diciendo que su castigo corresponde
a su pecado. Luego habla contra todos los clérigos corruptos, llamándolos idólatras y
un problema en el mundo. Virgilio aprueba los sentimientos de Dante y lo lleva hacia el
Cuarto Recinto.

Resumen: Canto XX

En el Cuarto Recinto, Dante visualiza una fila de pecadores caminando lentamente


como si en camino a la Iglesia en procesión. El castigo implica caminar sin cesar, y
con las cabezas giradas hacia atrás –las cabezas están torcidas para que sus lágrimas
caigan por su espalda y en sus colas. Dante se siente colmado de lástima y pena, pero
Virgilio lo rezonga por su compasión.

Mientras pasan el Cuarto Recinto, Virgilio nombra varios de los pecadores aquí, que
eran Astrólogos, Adivinos, o Magos en vida. Él explica que el castigo de un pecador en
particular, diciendo que, desde que este individuo quiso usar poderes impíos para ver
el futuro, está condenado a mirar hacia atrás por toda la eternidad. Virgilio y Dante
avistan a Manto la hechicera, y Virgilio relata un breve relato acerca de cómo se fundó
Mantua. Entran en el Quinto Recinto.
Resumen: Canto XXI

Entrando en el Quinto Recinto del Octavo Círculo del Infierno, Dante ve una increíble
oscuridad. Ésta es un gran pozo lleno de lo que parece alquitrán similar a lo que los
venecianos utilizaban para emparchar sus barcos. Mientras Dante observa el pozo
para ver de qué está hecha, Virgilio le exclama que tenga cuidado: un demonio
aparece de entre las piedras al costado del pozo, agarrando a un alma nueva y
tirándola a la oscuridad. Tan rápido como el pecador sale a respirar, los demonios lo
agarran y lo tiran hacia abajo.

Virgilio le pide a Dante que se esconda detrás de una roca mientras él intenta negociar
su pasaje. El Malebranche accede una vez que Virgilio le dice que su viaje es un
deseo del Paraíso, incluso les brindan una escolta de diez demonios. Malacoda, el
líder de los Malabranche, les informa el momento exacto en que el puente cayó.

Resumen: Canto XXII

El grupo avanza, con Dante mirando cuidadosamente la superficie del pozo por
alguien con quien converser. Tiene pocas oportunidades porque los pecadores no
pueden quedarse mucho fuera del pozo antes de ser bajados nuevamente.
Finalmente, Virgilio logra hablar con un pecador que está siendo torturado fuera del
pozo. El alma, un Navarro, explica que el sería la casa del Rey Teobaldo y fue
mandado al Quinto Recinto porque aceptaba coimas. La conversación es finalizada
cuando el demonio con cuernos Ciriatto agrede contra el cuerpo del alma. Virgilio le
pregunta al alma si algún Italiano está en el pozo. El alma contesta que podría solicitar
a siete si es que los viajeros podrían esperarlo. Un demonio cercano dice que
sospecha que el alma sólo quiere escapar de sus torturas. Otros demonios escuchan a
su compañero, y el alma del Navarro corre hacia el pozo y se mete, sin intenciones
aparentes de retornar a ellos. Furiosos, dos demonios vuelan tras el alma pero se
quedan atascados en el alquitrán. Mientras los otros demonios intentan liberar a sus
compañeros, Dante y Virgilio escapan sigilosamente.

Resumen: Canto XXIII

Mientras él y Virgilio caminan, Dante se preocupa por haber provocado a los demonios
demasiado con esta situación. Virgilio está de acuerdo. De repente, escuchan el ruido
de alas y de garras atrás de ellos, giran para ver a los demonios persiguiéndolos en
una manada avivada. Virgilio actúa rápido: agarra a Dante y corre hacia la colina que
lleva al Sexto Recinto del Octavo Círculo. Ahí se desliza por la colina con Dante en sus
brazos, escapando de los demonios quienes no pueden abandonar su Recinto
asignado.

Ahora en el Sexto Recinto, Virgilio y Dante ven un grupo de almas caminando en


círculo vestidos con gorros, capuchas y capas. Dante nota rápidamente que sus
vestiduras están hechas de plomo, haciéndolas increíblemente pesadas. Una de las
sombras reconoce el discurso toscano de Dante y le ruega que hable con él y los otros
pecadores. Estos son los Hipócritas. Uno de ellos en particular le llama la atención a
Dante: Se encuentra crucificado en el suelo, y el resto de los Hipócritas caminan sobre
él. El crucificado es Caifás, quien servía de sacerdote bajo Poncio Pilato. Virgilio pide
le direcciones a uno de los pecadores para llegar a la próxima parte del Infierno.
Aprende que Malacoda le mintió acerca de una conexión entre recintos existente, y le
muestran el verdadero camino.

Resumen: Canto XXIV

Camino al Séptimo Recinto del Octavo Círculo del Infierno, Virgilio y Dante se
enfrentan a muchos peligros. Debido al puente colapsado, deben atravesar rocas
peligrosas y Virgilio elige su camino cuidadosamente previo a ayudar a su compañero
mortal a cruzar. Dante se cansa en un momento, pero Virgilio lo agiliza diciendo que
queda una larga subida por delante. Descienden la pared hacia el Séptimo Recinto,
donde enormes masas de serpientes persiguen a los pecadores desnudos; serpientes
enrolladas atan los pies y manos de éstos. Dante mira a una serpiente morder a un
pecador y ve con asombro cómo esta alma se prende fuego inmediatamente y
carboniza, luego, de entre las cenizas, resurge y vuelve al pozo de serpientes.

Virgilio habla con esta alma, quien se identifica como Vanni Fucci, un Toscano, a quien
Dante conocía en vida. Fucci les cuenta que el está ahí por robar una sacristía –el
Séptimo Recinto guarda los ladrones. Enojado de que Dante lo vea en tal situación,
prevé la derrota de los Güelfos Blancos en Pistoya.

Resumen: Canto XXV

Maldiciendo a Dios con un gesto obscene, Fucci se retira con las serpientes
enrollándose cerca de él, y Dante ahora disfruta de la situación. Más adelante en la
fosa, Dante y Virgilio ven otra vista impresionante: tres almas se aglomeran justo
debajo de ellos, y una enorme serpiente se envuelve alrededor de ellos tan
fuertemente que su forma se fusiona con la de sus víctimas; la serpiente y el alma se
convierten en una sola criatura. Mientras las otras almas miran con espanto, una
serpiente muerde a una en la panza. El alma y el reptil se miran, hipnotizados,
mientras que el reptil toma lentamente las características del hombre, y éste las del
reptil. Pronto habrían revertido sus formas.

Resumen: Canto XXVI

Habiendo reconocido a estos ladrones como Florentinos, Dante alaba sarcásticamente


a Florencia por su gran fama, no sólo en la Tierra, sino también en el Infierno. Virgilio
ahora lo lidera hacia el Octavo Recinto, donde se ven múltiples llamas flameando en
un oscuro y profundo valle. Acercándose, Virgilio le informa a Dante que cada llama
contiene a un pecador. Dante ve lo que aparecen ser dos almas en una misma llama, y
Virgilio las identifica como Odiseo y Diomedes, ambos sufriendo por el mismo fraude
cometido en la guerra de Troya –el caballo Troyano.

Dante quiere hablar con estos guerreros, pero Virgilio, advirtiéndole que los Griegos
pueden desagradar su Italiano medieval, habla con ellos como un intermediario. Éste
logra que Odiseo cuente acerca de su muerte. Inquietamente, buscando nuevos
desafíos, navegó hacia la punta oeste del Mediterráneo, que se creía constituía el
límite de la Tierra; la leyenda decía que la muerte esperaba a cualquier marinero que
se aventurara hasta ese punto. Luego de cinco meses, él y su tripulación visualizaron
una gran montaña. Sin embargo, antes de poder alcanzarla, una gran tormenta se alzó
y hundió su barco.

Resumen: Canto XXVII

Luego de escuchar la historia de Odiseo, Virgilio y Dante retoman su camino, sólo para
ser detenidos por otra alma inmersa en llamas. Esta alma vivió en la región de
Romaña, y ahora, escuchando a Dante hablar en lombardo, le pregunta por noticias
acerca de su hogar. Dante responde que Romaña sufre violencia por tiranos pero no
guerra explícitamente. Luego le pregunta al alma su nombre y ésta, creyendo que
Dante nunca va a dejar el abismo y por tanto sería incapaz de esparcir su historia, se
lo dice.

Se introduce como Guido de Montefeltro y establece que el era originalmente, un


miembro de los Gibelinos. Después de un tiempo, se convirtió a un Monje
Franciscano, pero fue perseguido por el Papa Bonifacio VIII para reentrar en la política
en el lado opuesto. En un momento, Bonifacio le pidió consejo en cómo conquistar
Palestrina. De Montefeltro mostró reticencia, pero Bonifacio le prometió la absolución
en adelantado, incluso si “su consejo” dijera que era incorrecto. Entonces, accedió en
dar su opinión, la cual resultó ser incorrecta. Cuando murió, San Francisco vino por él,
pero un demonio se lo llevó, diciendo que un hombre no puede recibir absolución
antes de pecar, dado que la absolución no puede preceder a al arrepentimiento, y el
arrepentimiento no puede preceder al pecado. Esta absolución preventiva fue
considerada “contradictoria” y por tanto, inválida. Considerándose un Lógico, el
demonio se llevó a de Montefeltro a Minos, quien lo consideró culpable de fraude y lo
asignó al Octavo Recinto del Octavo Círculo del Infierno.

Resumen: Canto XXVIII

Virgilio y Dante continúan hacia el Noveno Recinto, donde ven una fila de almas
circulando perpetuamente. Dante ve que llevan lastimaduras peores que aquellas
sufridas en las batallas de Troya y Ceparano. Un demonio se para en un punto del
círculo con una espada, cortando abierto a cada pecador que le pasa cerca. Uno de
los pecadores le habla a Dante mientras pasa –es Muhammad, el profeta de los
Musulmanes. Estos son los Sembradores de Escándalo y Cisma, por sus pecados de
división, ellos mismos son divididos al ser cortados. Peor aún, mientras continúan
caminando, sus heridas se cierran sólo para ser vueltas a cortar cuando se acercan a
la espada.

Varios en la fila miran a Dante al escuchar su voz de vivo. Los italianos entre las almas
ruegan a Dante para que vuelva con mensajes a hombres en la Tierra. Hacen
predicciones acerca del hundimiento de un barco, y una advertencia para Fray
Dulcino, quien está en peligro de unírseles cuando muera. Finalmente, Dante ve a un
hombre llevando su propia cabeza en sus manos: Bertran de Born, quien aconsejó a
un Rey joven de rebelarse contra su padre.

Resumen: Canto XXIX

Virgilio reniega a Dante por observar tanto a las lastimaduras de las almas,
recordándole que su tiempo está limitado; sin embargo, esta vez, Dante sigue su
propia inclinación. Él observa un alma más, un ancestro suyo que murió sin venganza.

Finalmente, Virgilio y Dante siguen la cresta hasta el final y a la izquierda hasta que
ven el Décimo Recinto bajo ellos. Este recinto contiene a los Adulteradores, y está
dividido en cuatro zonas. En la Primer Zona las almas se aglomeran en montones y se
extienden por el piso. Costras los cubren de cabeza a los pies, y se rascan furiosa e
incesantemente.

Dante ubica a dos italianos en esta zona. Ya que este viaje lo llevará nuevamente al
mundo de los vivos, él ofrece esparcir sus nombres entre los hombres si ellos le
cuentan sus historias. Los dos italianos aceptan. Uno de ellos es Griffolino of Arezzo,
quien fue quemado en la hoguera por hereje, pero ingresó a este recinto por practicar
alquimia. El otro florentino, Capocchio, también era un alquimista que murió en la
hoguera. La Primera Zona contiene a los Falsificadores de Metales.

Resumen: Canto XXX

Admirando la Segunda Zona del Décimo Recinto del Octavo Círculo del Infierno, Dante
recuerda los cuentos de la antigüedad en la cual gran sufrimiento causó que humanos
se tornaran sobre ellos mismos, como animales. Pero la crueldad de estas historias no
se compara con la visión que contempla aquí, donde los pecadores se desgarran
mutuamente con los dientes; estos son los Falsificadores de Otras Personas. Dante ve
a una mujer, Mirra, quien deseó a su padre y se disfrazó como otra para satisfacer se
deseo. Algunos pecadores de la Tercer Zona, los Falsificadores de Monedas, se
mezclan entre los anteriores. Dante habla con el creador de la moneda Florentina;
parte de su castigo es estar sediento. Adam muestra dos miembros de la Cuarta Zona,
los Falsificadores de Palabras, o Mentirosos: una es la esposa de Putifar, quien acusó
falsamente a José de tratar de seducirla, el otro es un hombre Griego llamado Sinón.
Éste aparentemente conoce a Adam y viene a buscar pelea con él. Dante los escucha
pelear por un rato. Virgilio sanciona fuertemente a Dante, diciéndole que es
degradante escuchar una discusión insignificante.

Resumen: Canto XXXI

Mientras Virgilio y Dante se acercan finalmente a la fosa en el medio del Octavo


Círculo del Infierno, Dante ve lo que aparecen ser altas torres en el medio de la niebla.
Acercándose, se da cuenta de que son gigantes parados en la fosa. Sus ombligos
están en el nivel del Octavo Círculo, pero sus pies están en el Noveno Círculo, en el
fondo del Infierno. Uno de los gigantes empieza a hablar en galimatías; él es Nimrod
(significa Tonto en español), quien, por su participación en la construcción de la Torre
de Babel, trajo la confusión de los diferentes idiomas al mundo.
Virgilio nombra algunos de los otros gigantes a quienes pasan, hasta que llegan a
Anteo, quien los ayudo a bajar por la fosa. Luego de escuchar la petición de Virgilio,
Anteo toma a los dos viajeros en una de sus enormes manos y los baja lentamente,
posándolos junto a sus pies, al lado de un enorme aljibe. Ahora están en el Noveno
Círculo del Infierno, el reino de los Traidores.

Resumen: Canto XXXII

Dante siente que no puede expresar adecuadamente el terror de lo que él y Virgilio


ven, pero establece que él va a tratar de hacer un esfuerzo. Caminando por los pies
del gigante, los dos llegan a un gran lago congelado, tan claro como un espejo –es el
lago Cocito. En el hielo, almas se paran en el hielo, congeladas hasta las cabezas,
tiritando. El Primer Anillo del Noveno Círculo se llama Caina (tras Cain, quien, como
narra el Génesis, mató a su hermano, Abel), donde los traidores a su sangre reciben
su castigo. Virgilio y Dante ven mellizos congelados cara a cara, chocando sus
cabezas con ira. Más adelante, Dante le pega accidentalmente a una de las almas en
la mejilla. Inclinándose para disculparse, él piensa que reconoce la cara –resulta ser
de Bocca degli Abati, un traidor italiano. Dante amenaza a Bocca y le tira del pelo
antes de dejarlo en el hielo. Virgilio y Dante proceden al Segundo Anillo, Antenora, que
contiene a aquellos que traicionaron a su nación. Continuando por el lado, Dante se
horroriza con ver a un pecador mordiéndole la cabeza a otro desde atrás. Se pregunta
cuál es el pecado que garantiza tal crueldad, diciendo que él quizás es capaz de
esparcir el nombre del pecador que muerde al otro.

Resumen: Canto XXXIII

Y no los abrí; (149-150)

y cortesía fue el villano serle.

El pecador se levanta de su masticar y declara que, en vida, fue el Conte Ugolino; el


hombre cuya cabeza mastica es la del arzobispo Ruggieri. Ambos hombres vivieron en
Pisa, y el arzobispo, un traidor él mismo, encarceló a Ugolino y a sus hijos. Les negó
comida y, cuando sus hijos murieron, con su hambre, fue llevado a comer la carne de
sus cuerpos.
Dante ahora despotrica contra Pisa, una comunidad conocida por su escándalo, pero
que, sin embargo, ha permanecido sin castigar. Él y Virgilio pasan entonces al Tercer
Anillo, Ptolomea, que guarda a quienes traicionaron a sus invitados. Estas almas
yacen de espaldas sobre el lago congelado, con sólo sus caras saliendo del hielo.
Dante siente el viento frío levantarse por el lago, y Virgilio le dice que pronto verán su
fuente.

Los poetas reaccionan particularmente horrorizados frente a la vista de las próximas


dos almas en el Tercer Anillo, aquellas de Fray Albergino y Branca d’Oria. A pesar de
que estos individuos no han muerto aún, sus crímenes son tan grandes que sus almas
se vieron obligadas a ingresar al Infierno antes de tiempo; sus cuerpos fueron
ocupados por demonios. Luego de dejar estas sombras, Virgilio y Dante se acercan al
Cuarto Anillo del Noveno Círculo del Infierno, en lo más profundo de la fosa.

Resumen: Canto XXXIV

Aun viajando hacia el Noveno Círculo del Infierno, Dante es consciente de una gran
figura en la distancia, escondida por la niebla. Sin embargo, debajo de sus pies,
distingue figuras cubiertas en hielo, a veces muy profundas en este, contorsionadas en
varias posiciones. Estas almas constituyen a los más malvados de todos los
pecadores –los Traidores a sus Benefactores. Su parte en el Infierno, el Cuarto Anillo
del Noveno Círculo es llamado Judecca.

Dante y Virgilio avanzan hacia la forma gigante en la distancia. Cuanto más cerca,
más se distingue a través de la niebla. La vista enerva a Dante a tal extremo que no
distingue si está vivo o muerto. La figura es Lucifer, Dite, Satanás –ningún nombre
hace justicia de esta terrible y horrible vista. El tamaño sólo de sus brazos excede a
todos los gigantes del Octavo Círculo del Infierno puestos juntos. Está metido en el
lago congelado, su torso se eleva sobre la superficie. Mirando hacia arriba, Dante ve
que Lucifer tiene tres horribles caras. Debajo de cada cabeza hay un par de alas que
se mueven hacia delante y hacia atrás, creando el viento helado que mantiene
congelado al lago Cocito.

Cada una de las bocas de Lucifer tiene a un pecador –los tres más grandes pecadores
de la historia de la humanidad, todos Traidores a sus benefactores. En la boca del
medio está Judas Iscariote, quien traicionó a Cristo. En las bocas de la izquierda y de
la derecha cuelgan Bruto y Casio, quienes mataron a Julio César en el senado
Romano. Bruto y Casio aparecen con sus cabezas hacia afuera, mientras que Judas
aparece metido primero de cabeza; sólo sus patas protruyen. Las bocas mastican
sobres sus víctimas, constantemente destruyendo a los traidores en pedacitos, pero
nunca matándolos. Virgilio le dice a Dante que han visto todo del Infierno y que deben
irse inmediatamente.

Subiendo a Dante a su espalda, Virgilio evita las alas de Lucifer y trepa en su cuerpo,
agarrándose de pedazos congelados de pelo, y descendiendo. Debajo del Cocito,
llegan hasta la cintura de Lucifer, aquí, Virgilio se gira lentamente, volviendo a trepar
hacia arriba. Sin embargo, Dante observa que ahora, las piernas de Lucifer se
extienden hacia arriba de ellos, y su cabeza quedó por debajo. Virgilio le explica que
acaban de pasar el centro de la Tierra: cuando Lucifer cayó del cielo, cayó cabeza
primero al planeta; su cuerpo atascado en el medio. Según Virgilio, el impacto causó
que las tierras del Hemisferio Sur se retiraran hacia el Norte; dejando sólo la Montaña
del Purgatorio en las aguas del Sur. Dante y Virgilio trepan por el camino hacia ese
hemisferio, hasta que emergen y vuelven a ver las estrellas del lado opuesto de la
Tierra por el que entraron.

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