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La Evaluación Neuropsicológica

Lic. Gustavo Javier Granovsky

Introducción

La evaluación neuropsicológica proporciona una oportunidad exclusiva para evaluar


las características y necesidades de los niños, jóvenes y adultos.
La historia de la evaluación neuropsicológica, se originó en la clínica médica e
inicialmente se utilizó como medio para diagnosticar alteraciones neurológicas. Desde
entonces, la evaluación neuropsicológica ha incluido otros aspectos cognitivos además de la
valoración de las disfunciones cerebrales. Es así como se incluye las dificultades funcionales
en cuanto a la facultad del paciente para realizar tareas en la vida diaria, aspectos ecológicos y
determinará (como finalidad) las intervenciones correspondientes.
Actualmente se sigue debatiendo el papel que desempeñan las pruebas
estandarizadas, éstas proporcionan un método completo y relativamente objetivo para comparar
a un individuo en una variedad de actividades (probablemente que indican aspectos de su
funcionamiento cognitivo, motor, lingüístico y perceptivo) con sus contemporáneos. Estas
evaluaciones están intrínsecamente denominadas fijas se contraponen con las llamadas
“flexibles”, de características cualitativas, donde la capacidad del evaluador se pone en juego en
su máxima expresión.
Hoy en día muchas de las pruebas estandarizadas se han completado con una visión
neuropsicológica, tal es el caso del Wais NI de E. Kaplan. Esta autora realiza una modificación
de la escala de inteligencia de adultos, y propone una visión neuropsicológica de la misma. La
importancia de valorar pruebas estandarizadas desde un punto de vista neuropsicológico radica
en que el neuropsicólogo o profesional actuante deberá no sólo interpretar los valores
numéricos de la evaluación (puntajes directos, baremos, etc.), sino que deberá poseer la
habilidad para interpretar el procesamiento llevado a cabo por el paciente en cada tarea.
Justamente, esta valoración de los procesos que se ponen en juego al resolver una tarea, es
uno de lo pilares de la Neuropsicología Cognitiva. Los test neuropsicológicos empleados, deben
fundamentarse en conceptos neurobiológicos y neurofuncionales; además deben ser confiables
(en la medida en que en las mismas circunstancias, producen el mismo resultado) y válidos, es
decir, que miden aquello para lo
que fueron diseñados.
Es evidente que La evaluación neuropsicológica es una herramienta fundamental
en el ámbito clínico y es reconocida su ayuda en el proceso diagnóstico.

Objetivos de la Evaluación Neuropsicológica Infantil

El objeto del examen neuropsicológico es estudiar las relaciones entre los procesos
cognitivos y la función cerebral. La progresiva maduración del cerebro y el desarrollo de las
habilidades causan las diferencias entre la neuropsicología del niño y la del adulto y obligan a
poner siempre en relación los hechos observados con la edad del sujeto y a interpretarlos en
dicho contexto. Utilizando los conceptos de la clínica, una agresión al sistema nervioso
inmaduro puede producir déficit, en primer lugar, de las funciones previamente adquiridas, en
segundo, de las que están en curso de adquisición, y por último, de las que se han de
desarrollar en el futuro. Diferenciar estos tres niveles de repercusión es una tarea esencial del
examinador.
En neuropsicología moderna, los conceptos de «sistemas funcionales complejos» (Luria
1973) y de «redes neurocognitivas» (Mesulam 1990, Peña-Casanova 1991, Ellis y Young 1992)
implican que cada elemento de un determinado sistema o red influye y se deja influir por los

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demás componentes; en caso de patología, los efectos sobre la conducta estarán en relación
no sólo con el/los elemento/s dañado/s sino también con las repercusiones a distancia sobre el
conjunto del sistema. Al mismo tiempo se observarán efectos de suplencia y de remodelación
funcional por parte de los componentes intactos; esta plasticidad funcional es otro rasgo de
especial relevancia en neuropsicología infantil.
Tanto en clínica como en investigación, lo importante no es la evaluación del producto
final (como se mencionó anteriormente) sino más bien el proceso neurocognitivo: el itinerario y
los recursos que el sujeto utiliza para realizar una determinada tarea, así como los tipos de error
que comete y, los mecanismos que posee para corregirlos; todo ello nos permite aproximarnos
a la realidad funcional de su equipamiento neuropsicológico, emitir hipótesis acerca de su zona
de desarrollo potencial y plantear los objetivos y las estrategias de tratamiento más adecuados
(Bernstein y Waber 1999).

En neuropsicología clínica infantil se examinan tres grandes grupos de sujetos:

1. Los que, tras un desarrollo inicial normal, sufren un accidente patológico que
deja secuelas más o menos limitadas a ciertos sistemas funcionales.

2. Los que padecen un handicap mayor de instalación precoz en las esferas


cognitiva (deficiencia mental, autismo), motora (parálisis cerebral infantil) o
sensorial, que obliga a seleccionar las pruebas e interpretarlas teniendo en
cuenta dichas características.

3. Los que, sin patología neurológica o psicosensorial mayor, padecen trastornos


específicos del desarrollo de ciertas capacidades como el lenguaje, la lectura,
la escritura, el cálculo, la psicomotricidad, etc.

Este último grupo constituye el más numeroso contingente acreedor de examen


neuropsicológico.
Los recursos metodológicos son comunes a otras disciplinas: psicometría,
neurofisiología, neuroimagen, etc.
Las evaluaciones neuropsicológicas ofrecen algunas ventajas en comparación con las
evaluaciones psicopedagogicas escolares típicas. Una ventaja es que la evaluación
neuropsicológica es clásicamente mucho más exhaustiva que la evaluación psicopedagógica
escolar. En una evaluación neuropsicológica se evalúan más áreas variadas de cognición y
funcionamiento lingüístico, perceptivo y motor que lo que típicamente puede evaluar un
psicólogo o psicopedagogo de la escuela, las condiciones actuales a veces impide dedicarse
completamente a ello (Spreen, 1995). Por otro lado “típicamente”, el neuropsicólogo tiene
conocimientos adicionales en cuanto a los aspectos neurológicos del funcionamiento de un
niño. Aunque los psicopedagogos y psicólogos de la escuela tienen la ventaja de trabajar
directamente en el medio ambiente en el que el niño se desenvuelve la gran parte del día. Ellos
pueden observarlo en el aula de clase y consultar con una variedad de miembros del personal
profesional. En cuanto a las prácticas educativas, ellos trabajan donde se realiza la
intervención, participan en el proceso de enseñanza del diagnóstico y orientan los cambios en
las estrategias de intervención que pueden ser beneficiosos para el niño.

Funciones cognitivas y evaluación:

A continuación se hará mención de algunas técnicas de evaluación y la función


cognitiva que evalúan.

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• Inteligencia: Escala de Bayley de desarrollo infantil (0 a 2,5 años), WPPSI o
escala de Wechsler preescolar y primario (4-6 años), WISC III (6-14 años),
WAIS ( a partir de 15 años),
• Atención y sistema supervisor: Trail Making Test A y B (Halsted), Stroop Test
(Golden-Harris), Torre de Londres. Test del reloj
• Lenguaje: Prueba de ordenes, ELCE (López, MJ, Redón, otros), Test de
Gardener expresivo y receptivo (Gardner), Prueba de comprensión gramatical,
Fluencia verbal y Fonológica,
• Memoria: Figura compleja de Rey, Lista de palabras de Rey, Tomal Test, MAI.
• Gnosias y praxias: Test de Bender, Test de Santucci. Construcción con cubos.
Imágenes superpuestas (gnosias visuales).
• Lectura, procesos lectores y escritura: Prolec, Tale. Evaluación de la
conciencia fonológica.
• Cálculo: Subtest de la escala de inteligencia. Protocolo de evaluación del
cálculo Buenos Aires.
• Evaluación neuropsicológica global: CUMANIN (P. Perez).

El método en la Evaluación Neuropsicológica

Los métodos en la evaluación neuropsicológica varían. Existen varias series estructuradas que
se encuentran en amplio uso. Hay muchos profesionales expertos y calificados que utilizan
técnicas de diagnóstico más flexibles. En perspectiva, lo que importa no es el enfoque utilizado,
sino más bien lo que el profesional obtiene. El profesional que evalúa es el punto clave, y si es
un experto, podrá elegir sus herramientas. Lo que es importante ante todo es el discernimiento
clínico, el conocimiento de modelos de funcionamiento neuropsicológico y del trauma cerebral
así como tener conocimientos en cuanto al desarrollo.
Taylor y Fletcher (1984) ofrecen un modelo de evaluación. Ellos sugieren que se debe
evaluar exhaustivamente el problema actual desde sus inicios. La evaluación debe cubrir una
amplia gama de rasgos y características y no debe limitarse al funcionamiento cognitivo. Una
buena evaluación considera los factores ambientales e históricos importantes y tiene en cuenta
tanto las variables genéticas como las variables biológicas. Las dificultades de un niño son el
resultado de la interacción de factores tanto genéticos como biológicos. Una evaluación también
consiste en ver de forma integral el funcionamiento emocional, conductual y neuropsicológico
del niño. También se observa activamente de qué manera ese niño interactúa en el hogar, la
escuela y los entornos comunitarios. La selección de la prueba es flexible, pero debe ser
completa y debe medir una amplia gama de facultades del niño en varias áreas del
funcionamiento. Las evaluaciones son un método de llegar a conocer el niño en su totalidad e
integrar su funcionamiento neurológico y neuropsicológico con otros aspectos de su vida.
Bernstein (Bernstein & Waber, 1999) utiliza un enfoque similar, abogando por la
necesidad de maximizar la utilidad de la observación del profesional sin importar el instrumento
de prueba específico. Por ejemplo, cuando se le da a un niño un instrumento para que pueda
armar un rompecabezas, se evalúan las gnosias visuoespaciales, las praxias (praxias
constructivas) y el uso bilateral de las manos, y algunos aspectos lingüísticos reguladores,
aunque esto no se vea reflejado en las calificaciones, lo mismo sucede en el ordenamiento de
historias, donde se encuentra implicado, no solo el conocimiento temporal sino el lenguaje como
base estructural del pensamiento. Esto implica que el evaluador sea eficiente con su tiempo,
profundo en sus observaciones y que llegue a algún escrutinio amplio y sistemático de las
habilidades y puntos fuertes del niño.
Este criterio en la evaluación mostrará el funcionamiento de un niño como una unidad,
las estructuras neurológicas que se ponen en juego y el uso de vías y estrategias alternativas
que utiliza.

Evaluación e intervención

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No sólo basta tener éxito con la precisión del diagnóstico. Decirle a una persona con
una historia de trauma cerebral adquirido “que parece que hay deficiencias neurológicas” en los
resultados de las pruebas psicológicas puede no tener ningún sentido. Más bien, puede ser muy
valioso el proporcionar al individuo información sobre sus puntos fuertes y débiles, con una
aproximación de su progreso e integridad neurológica, y una descripción más completa de
cómo parece que funciona intelectualmente el individuo. Esto puede cambiar el autoconcepto
del paciente en una sentido positivo, en el caso de niños ayuda a los padres y maestros, y
proporciona un fundamento mucho más firme para estrategias apropiadas con objetivos
educativos y otras intervenciones.
Propiamente dicha, una evaluación no necesariamente resulta en firmes
recomendaciones de intervenciones específicas. La elección de un programa concreto o una
recomendación para determinados cambios en el cronograma educativo puede ser el objetivo
final de la misma. La tarea interdisciplinaria no puede estar ausente en el momento de la
intervención. De este modo, se pueden utilizar mejor las ventajas del neuropsicólogo en cuanto
a su entrenamiento y modelo clínico como también la experiencia del psicopedagogo de la
escuela en cuanto a la intervención y su acceso al entorno escolar.

Bibliografía:

Bernstein JH & Waber DP:Evaluación neuropsicológica del desarrollo. Neurométodos: Vol. 17,
Neuropsicología. 1999.

Granovsky, G. 2002. Neuropsicología y prematurez. Monografía. Facultad de Psicología.


Carrera de Neuropsicología.

Lezak M: Evaluación Neuropsicológica (Neuropsychological Assessment). New York: Oxford


University Press, 1993.

Pennington R: Diagnostico de los Trastornos del Aprendizaje (Diagnosing Learning Disorders).


New York: Guilford Press, 2000.

Spreen O, Risser AH & Edgell D: Neuropsicología del Desarrollo (Developmental


Neuropsychology). New York: Oxford University Press, 1995.

Taylor HG & Fletcher J: Evaluación neuropsicológica. En: Manual de Evaluación Psicológica


(Handbook of Psychological Assessmen). G Goldstein & M Hersen (Eds.) New York: Elsevier,
1999.

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