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Martín Luis Guzmán PDF
Martín Luis Guzmán PDF
Entre 1916 y 1920 vivió en Estados Unidos. Desde 1917 dirigió en Nueva York una revista
en español llamada El gráfico, y colaboró con la revista Universal. Con los artículos que
publicó en ellas formó su segundo libro, en 1920, A orillas del Hudson.
Regresó a México y continuó como periodista. Fue elegido como diputado nacional, pero
debió exiliarse desde 1924 hasta 1936 en España, donde escribió varios periódicos. Su
libro El águila y la serpiente, publicado en 1928, contenía memorias de las luchas civiles en
México. En 1929 publicó la novela La sombra del caudillo que caracterizaba un análisis de
la crisis política de México. Posteriormente, Guzmán publicó nuevas novelas como
Memorias de Pancho Villa, en 1940, y Muertes Históricas, en 1958, que le valió el Premio
Nacional de Ciencias y Artes en Literatura y Lingüística. También es de destacarse su
biografía de Xavier Mina, Mina El Mozo: Héroe De Navarra, Espasa Calpe. Madrid, 1932.
En ese entonces, fue el primer titular de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos
cuando se fundó en 1959 y ejerció el cargo hasta 1976.
Entre sus labores se destaca que fue embajador de México ante las Naciones Unidas de
1953 a 1958. Durante los sucesos de Tlatelolco, en 1968. Se pronunció a favor del
entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz y desde la revista Tiempo apoyó la represión
estudiantil, en gran parte debido a su miedo al avance del comunismo y los recientes
sucesos en la Cuba de Fidel Castro, por lo cual pese a ser un crítico del gobierno emanado
de la Revolución, terminó adaptándose al sistema.
vieron con el
cristal, en reflejos pavonados, trozos del luminoso paisaje urbano en las primeras de las
grandes...
Dijo Aguirre:
—Quedamos
candidatura a la Presidencia de
—Por supuesto.
— J …
—También.
—¿Seguro?
—Seguro.
—Hasta la noche.
lado lo
el traje;
sus ojos, verdes, pa la lu
Vuelto de
portezuela. Luego se otra la cabeza al interior,
dijo:
—Vamos, no finjas.
— …
—Mira, te prometo una cosa: yo no pondré nada de mi parte para conseguir lo que
“ ”
— “ ”
"Honor". Los dos amigos callaron un instante y dejaron fija —atento cada uno a los ojos
del otro— la mi
—Perfe — —
ecía,
A esa misma hora esperaba Rosario, bajo las enhiestas copas de la calzada de los
Insurgentes, el momento de su cita con Aguirre. Era costumbre que duraba ya desde ha
— a caí
— tiles—
edaban, con
intensos temblores, en los negros rizos de la cabellera.
Un lucero se le detuvo en la
vi