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CASO NIÑA EMBARAZADA

Al tomar en cuenta la influencia desfavorecedora de la psicóloga sobre la


decisión de la niña de 13 años respecto a la decisión de que esta continuara con
el embarazo raíz de una violación, descartando las resoluciones de otras áreas
como el ámbito médico y legal (al poner en riesgo la propia integridad de la niña) y
basada exclusivamente en sus prejuicios respecto al aborto dados a razón de sus
creencias mágico-religiosas, se llega a la conclusión de que infringe varios
apartados contenidos en el Código Ético del Psicólogo, uno de ellos es el relativo
a la dignidad de la niña, puesto que, de acuerdo al código antedicho: “cualquier
persona debe recibir fundamentalmente un trato como persona o como un fin en sí
misma, y no como un objeto o un medio para alcanzar un fin”, en este caso, la
psicóloga ejerció su profesión basada en sus prejuicios, descartando en realidad
tanto el contexto de la niña, así como su salud física y emocional, tratándola por
ende, meramente como un objeto sobre el cual ejercer sus preceptos religiosos
que “abogan por la vida, no por la muerte”, donde además, en el fondo de eso,
considera “persona” a un “producto” no considerado legalmente de aquel modo.

Además del anterior, un precepto que también violenta la psicóloga en este


caso es el referente al “cuidado responsable” el cual implica, además de promover
el beneficio para el individuo y su círculo familiar, también para la sociedad,
evitando el daño en todo momento; de manera resumida, este punto es
transgredido también por la terapeuta dado que, nuevamente, la subjetividad
personal con la que aborda el caso, donde es la propia creencia la que prevalece,
alimenta creencias sociales y religiosas dañinas, que fortalecen la creencia de que
“por su naturaleza femenina” las mujeres, sin importar su edad, son capaces de
criar a un hijo, aun sin tomar en cuenta el contexto de la misma, su edad ni el
acontecimiento de violencia que dio origen al embarazo.

Referente a la Competencia Y Honestidad Del Psicólogo, se violenta, entre


varios artículos, el número cuatro, el cual alude a la obligación del psicólogo por
mantenerse actualizado acerca de la información científica que repercuta en su
campo de actividad, lo cual se observa nuevamente de manera desfavorable en el
caso en cuestión, pues se opta más bien por lo subjetivo que por los sustentos
científicos.

Quizá un punto a favor de la práctica de la psicóloga en ese caso en


particular es con relación a su experiencia dentro del área y que (aparentemente)
en el fondo su intención no era en realidad provocar algún daño, tal como
proclama la defensa de la acusada en el caso; probablemente a favor tiene el
hecho de que haya sido la primera vez que se visibilizaba un error de estos en su
práctica, su formación y experiencia, así como el hecho de que no lo haya hecho
“con mala fe”.

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