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La reproducción humana asistida es uno de los mayores logros en la ciencia

que se han conseguido durante las últimas dos décadas, su aplicación como
método para combatir la infertilidad durante principios de los años 50 ha dado
lugar a innumerables debates respecto a los aspectos bioéticos de la misma.
Hay que considerar que, como todo avance científico en el que se involucre el
desarrollo biológico del organismo, esta misma ira cargado de fuertes
connotaciones sociales, psicológicas, filosóficas y ontológicas, pues no todo lo
que es posible ha de ser aceptado, y es por ello que cuando se desarrollan
nuevas tecnologías que nos permitan resolver problemas antagónicos a
nuestra existencia surgen múltiples posturas éticas. Parte de estas mismas
aparece producto de la necesidad frente a la identidad social característica de
la humanidad, como el médico que no es capaz de transferir sangre en una
persona porque su familia no lo permite debido a sus creencias, la diferencia en
el buen uso de la medicina radica entre distinguir el deber del poder.

En el caso de la reproducción humana asistida los ginecólogos se enfrentan al

dilema ético de apoyar practicas que podrían transgredir sus actuales

conocimientos en parejas que intentan desesperadamente conseguir

resultados frente a su infertilidad, lo cual puede devenir en consecuencias

sumamente desagradables para los mismos. Desde el mismo aspecto de la

procreación, esta se considera actualmente como una necesidad en la salud

psicológica de aquellas parejas que, por diversos motivos, resultan incapaces

de concebir a un niño aún en condiciones sanas. No obstante, la imperiosa

necesidad de estas parejas puede resultar contraproducente en un organismo

estatal que se vea incapaz de solventar dichas necesidades para los mismos

Las expectativas que crea la selección preimplantatoria y la manipulación

genética abren las puertas a otra posibilidad de abuso del derecho a procrear

que es el de pretender tener el hijo según diseños previos apetecidos expresión

de expectativas ajenas y no como un bien en sí mismo, es decir, según

causalidad natural. Así pues, la procreación no depende siempre de la


posibilidad técnica, sino de los fines y medios que se utilicen y faciliten la

investigación. Hay que considerar que, tal y como se plantea en la constitución

peruana, el ejercicio de la investigación es de carácter libre. Pero este carácter

debe ir de la mano con aspectos como la dignidad humana.

Ser digno de la procreación mediante reproducción asistida involucra

necesariamente que se puedan brindar las condiciones necesarias para el

cuidado del menor en cualquier circunstancia aparente que llegue a surgir,

pues, estas se han brindado específicamente para el nacimiento del menor. En

este punto no se intenta advertir de una actitud clasista por sobre otros tipos de

parto o cuidados, sino de una intención específica de cuidado hacia el recién

nacido.

Al tenerse conocimiento de las especiales circunstancias que rodean la

reproducción asistida, es menester considerar el bienestar infantil como algo

que no se encuentre alienado de la autonomía que tengan los padres sobre

ciertos aspectos fundamentales como la educación o la vestimenta, pero que

este principio siempre se encuentre orientado a apoyar el desarrollo tanto físico

como psicológico del infante. Uno de los principales métodos para lograr este

alcance deseado entre la autonomía de los padres y el cuidado del niño es

brindado por dos normativas: el Principio de bienestar máximo y el Principio del

umbral mínimo de bienestar.

El primer principio establece que se deben dar las condiciones ideales para

poder tener un bebé mediante reproducción asistida en las circunstancias más

ideales, de aquí surge el dilema. ¿Qué entendemos realmente por

circunstancias ideales cuando hablamos de cuidado y protección infantil? Si ha

de considerarse el modelo clásico de familia podríamos hablar de una familia


heterosexual con un patrimonio económico que permita sustentar a todos los

miembros y en el que todos se encuentren en óptimas condiciones de salud.

Empero, la realidad al momento de corroborar algunos datos sobre

reproducción asistida muestra que este no siempre es el caso, a menudo se

observa que solo se encuentra uno de los padres debido a separación, o que

ambos padres son mucho mayores para la edad de crianza, o se da el caso

que son lesbianas y homosexuales. En estos casos se denota el carácter de

elección tan importante que tiene esta decisión, tener un hijo para estas

personas no es algo instintivo, sino que es una manera de demostrar el afecto

que sienten por alguien más, es un hecho que intentan consumar a través de

nuevos métodos.

El segundo principio, del umbral mínimo de bienestar, tal como sugiere el

nombre, implica que el niño tenga un futuro que le asegure un mínimo de

bienestar. Si bien esto puede entenderse como: con todos los derechos del

niño, no siempre es el caso, y hasta se ha llegado a interpretar como una

situación mejor que la muerte o en el que tenga vida indigna. Puede resultar

chocante ver como una madre con enfermedad terminal decide traer al mundo

a un menor pese a su condición, o asentir cuando personas con enfermedades

hereditarias plantean lo mismo. Este principio se encarga justamente de eso,

de establecer el cuidado del menor frente a la autonomía del tácito padre.

Buscando la integración entre ambas posturas resulta reconfortante saber que

existen prohibiciones respecto a como se debe tratar este asunto con el mayor

cuidado sin inquirir siempre en la asperidad característica de una situación tan

delicada como la vida humana. Si se diera el caso en el que es mejor no traer

una vida mediante reproducción asistida porque esta pueda llegar a


considerarse un acto vejatorio, lo mejor es evitarlo para que este menor no

pase por situaciones tan complicadas, obviamente esto debe ser revisado no

solo bajo un ámbito moral, sino legal y social. La condición de nuestra sociedad

como organismo ético radica en nuestro criterio para distinguir entre lo factible

de lo impropio como especie pensante, y el cuidado de un alma tan delicada

como un infante, debe ser tema de continuo repaso para cada nueva situación

que surja.

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