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EDUCACIÓN PARA LA
DEMOCRACIA
PROYECTO PEDAGÓGICO
Los gigantitos les gritaban: “¡orejoneeeees! a los elfitos, estos a su vez le decían
“¡feos!” a los duendesitos, entonces, los duendesitos enojados murmuraban: ¡esos
gigantitoss tienen mal aliento y por eso no me junto con ellos!
Las flores se habían marchitado por la rabia que emanaba del corazón de aquellos
seres. Las montañas se derrumbaron porque en cada pelea usaban más y más
zapatos para golpearse entre sí. El sol había decidido irse de viaje para otro país
llamado algodón de azúcar, porque estaba aburrido de que todos, a pesar de su
luz, siempre buscaran la oscuridad proveniente de la rabia. El agua se había
acabado, se la gastaron toda en las lágrimas que derramaban después de cada
batalla.
Así que los gigantes dejaron su orgullo y se sentaron para quedar del mismo
tamaño que los elfos y los duendes. Sabían que sin importar las diferencias físicas
e ideológicas que parecían separarlos, podían construir juntos un plan para
solucionar los conflictos internos del país.
Y así, todos juntos lograron apaciguar la batalla, cada padre conversando con su
hijo. Y de pronto, a una mamá duende se le ocurrió que en el zapato también
podrían escribir las sanciones para quienes incumplieran los derechos y deberes y
los estímulos para quienes sí lo hicieran, pensando en que quizá eso motivaría a
sus hijos a ser más respetuosos.
Un gigantito quedó tan sorprendido al ver tal creación, que fue a hablar con su
papá a decirle que él quería empezar a reunirse cada atardecer con ellos para
conversar y aprender sobre todo eso que estaba consignado en el zapato.
Entonces esa tarde el niño gigante fue al encuentro. Un elfito vio a lo lejos que en
la reunión estaba aquel gigantito y en la noche preguntó a sus padres la razón.
Ellos le contaron que el niño había ido a aprender y a compartir con ellos, y lo
invitaron para el día siguiente.
Y así fue como todos los elfitos, gigantitos y duendesitos se fueron antojando de ir.
Como ya eran tantos, los papás les propusieron conformar un comité de
convivencia, con el fin de garantizar que todo se mantuviera en calma.
Desde ese día “La Montaña de Zapatos” se convirtió en un ejemplo para todos los
demás países, todos comparten y conviven sin ningún inconveniente. Los niños
juegan juntos, se respetan y se valoran. El sol regresó, el agua volvió a fluir por los
valles y montañas de zapatos. Todo fue amor entre todos a pesar de sus notables
y valiosas diferencias.
Alcanza la norma:
Escenas:
2. Esa noche la estudiante conversa la situación con sus padres, a lo que ellos
responden: “si le vuelve a decir algo, usted le pega para que se lo baje de
encima:”
4. ¿Qué pasa aquí? Dice el profesor. El estudiante dice que ella inició la pelea, sin
embargo, no expone las razones que tuvo para hacerlo. Ella, le cuenta lo que ha
estado sucediendo, siente muchas ganas de llorar, pero logra contarle al profesor
lo mal que la hacen sentir las palabras de su compañero y su indiferencia sobre el
tema.
6. Antes de la reunión, el profesor se reúne con los dos estudiantes y les dice que
la situación que se vivió, corresponde a un acto de violencia sexual emocional y
posteriormente se convirtió en agresión física. Añade que ambos son actos graves
y por lo tanto deben ser sancionados. Se disculpa con la estudiante por haber
dado un mal manejo inicial a la situación y solicita al estudiante manifestar las
disculpas correspondientes.
FIN DE LA OBRA.
4. Sanciones y estímulos
Juego de roles: