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TEORÍA

Un tópico, tan extendido como poco


fundamentado, piensa la relación del
espectador con la televisión en términos de
participación en un proceso comunicativo.
Lo que, de manera automática, conduce a ese presupuesto, por na-
die discutido, según el cual nos encontraríamos, por lo que a la televisión se refiere, ante un
"medio de comunicación social". De hecho, a primera vista nada impide pensar esa relación
de acuerdo a partir de las categorías del modelo comunicativo: una instancia emisora (cierta
cadena televisiva) emite sus mensajes a un colectivo de receptores (los telespectadores) que los
reciben y decodifican. Sin embargo, un análisis más detenido obliga a constatar que los cri-
terios que rigen la actuación de las instituciones televisivas no son propiamente comunicati-
vos sino estrictamente empresariales. Es decir, su identidad no responde a determinada polí-
tica comunicatiua, sino a otra estrictamente comercial: obtener la mayor cantidad de espec-
tadores la mayor cantidad de tiempo posible.

ELTEXTO
TELEVISIVO
" ,
JESUS GONZALEZ REQUENA - LUIS MARTIN ARIAS*

S;RIIOS 0 teoría
ue esto es así lo acreditan las propias cancías que circulan en su interior, es decir, el valor
instituciones televisivas cuando cons- de esos segmentos temporales objetos de compra-
truyen sus campañas publicitarias (es venta. Resulta imprescindible, por tanto, medir la
decir, sus campañas de identidad audiencia.
corporativa) a partir del número de Se trata, sin duda, de un saber aplicado, gene-
espectadores que son capaces de acumular en sus rado por la sociología del mercado y de la estadística
programas-estrella. y totalmente amoldado a las exigencias de las empre-
sas del sector. Y, en esa misma medida, modelado
tanto por las interrogaciones que formula como por
El dispositivo televisivo las que excluye. Pero, precisamente por ello, puede
resultamos de extraordinario valor como revelador
Nos encontramos, por tanto, ante empresas que de la lógica del dispositivo televisivo.
no conocen otro criterio de actuación que el de la Y he aquí el rasgo más significativo de esas in-
generación de beneficio y que, para conseguirlo, de- vestigaciones de audiencia: se despreocupan total-
ben mantener permanentemente abierta la conexión, mente del grado de eficacia comunicativa del pro-
el flujo entre los dos polos del proceso, siendo en lo ceso que analizan. Es decir, desde el punto de vista
esencial indiferentes los discursos que circulan en su de los criterios de actuación de estas empresas
interior, siempre que éstos sean eficaces para el sos- -emisoras y anunciantes- no resulta de interés
tenimiento mismo del dispositivo. averiguar si los espectadores han realizado una efi-
Optaremos por ello, en lo que sigue, por dejar caz decodificación de los mensajes televisivos; lo
en cuarentena el concepto de "medio de comunica- único significativo para ellas será la medida del nú-
ción social" para emplear, en su lugar, el de "dispo- mero de espectadores que han realizado la conexión
sitivo televisivo" (l). Éstas son sus ventajas: por una -pues éstos son los dos datos esenciales de los que

parte, nombra la topología de una relación -entre el audímetro informa: si el televisor está encendido y
las cadenas televisivas y los telespectadores- de cuál es el canal sintonizado. No se considera, pues,
manera neutra, sin prejuzgar la lógica de su funcio- como dato relevante la movilización, por parte del
narniento; por otra, permite separar la televisión, en espectador, de procesamiento cognitivo alguno: lo
tanto que tecnología susceptible de múltiples usos, único realmente decisivo para que el dispositivo
de la norma hoy dominante en su empleo, es decir, funcione y para que se alimente el proceso econó-
del propio dispositivo televisivo como una especí- mico que sobre él pivota es, entonces, el establecí-
fica configuración de ese soporte tecnológico en miento de un contacto visual.
fu ., de las exigencias de un tipo específico de Una deducción resulta obligada: lo que real-
extualida : la que caracteriza al discurso televisivo mente venden las empresas televisivas a las empresas
dominante anunciantes son las miradas de los espectadores que
Un di posiWO~G.{lfigurado por dos ele- a ellas se encuentran conectadas.
mentos báSic¡osflas Instituciones televisivas y los te- Pero entiéndasenos bien, no discutimos que la
lespectadole . Pero, Simultánea~n," •.•lli1~OrH1a60 te-le-"isffin.fun6ion~ooi.Q...de cornuni 'ón,
sobre una }elación económica entt.e tres agen~es dífe- es decir, como medio de transm~~ d inform ,
renciados: ~urto a los dos ya citwos, un te~gero, las ción. Por el contrario, es un hecho ~~, c nstituye el
empresas RU icitarias y anun~ntes. Es sal?jdo que medio de difusión de información má~.nfluyente en
son éstas I~s qu hacen posi9le la financiacieí>p'de las nuestra sociedad contemporánea. Pero J aquí, pre-
institucionis televisJv-as.ty:jQ~haGen en la mrfélida en cisamente, la gran paradoja: la lógica q~e domina
que comp a ~ aquéllas segmentos de ti9' po de en éste que, como decimos, es el medi die informa-
bmisión q destinan a la difusión de sus m nsajes ción más influyente, no es, en sí mis ,luna lógica
publicitario~. ~ L comunicativa. Por el contrario, el dispÓsltivo televi-
Ahora\bien, esos segmentos e emisión tienen SIVOse configura, en cámI51~, có~c~bamos de
n valor económico preciso, que depende, de ma- señalar, sobre una lógica esencialmente escópica,
riera directa, de la cantidad de espectadores que, en espectacular.
se lapso temporal, se hallan conectados con la ea- En definitiva, lo mue constituye a los individuos
Hena -y también, de su calidad, es decir, de su po- en telespectadores, es decir, en sujetos de miradas
er adquisiti\:'.u.en tantº--que..compradores. otencia- rentable desde el unto de vista de estas empresas,
es de los p'~oductos publicitados. es su deseo de mirar, de establecer y m ntener un
Lo md notable es que la regulación misma de contacto visual. Nos encontramos, por tarta, ante un
ste circuAo económico exige la producción de dispositivo destinado a atrapar, a seducíf la mirada
ierto sabel : para que el mercado televisivo pueda del espectador.
uncionar, esulta imprescindible establecer, de la Tal es, pues, el fin de la programacióri: atrapar el
maaera.más objetivada posible, el valor de las rner- deseo del espectador para poder venderl08s..decir,

signos ® teoría
cambiarlo por dinero-- a las empresas pu- "No resulta de y bien, si de lo que se trata es de
blicitarias. De manera que una nueva de- interés atraer la mirada deseante, no serán las
ducción resulta obligada: los espectadores averiguar si los propuestas comunicativas las más efica-
se incorporan a este proceso económico espectadores ces, de lo que se tratará entonces, necesa-
pagando lo que ven con su mirada -el han realizado riamente, será de ofrecer espectáculo, la
que sea éste un pago en especie en vez una eficaz construcción de cierta escenografía capaz
de en dinero no debe, pues, ocultar el he- decodificación de seducir, e incluso de hacer gozar, a la
cho de que tal pago tiene lugar. de los mirada del espectador.
El dispositivo televisivo se desvela, mensajes
entonces, como una estructura esencial al televisivos; lo
actual mercado capitalista. único El macrodiscurso televisivo
significativo
será si el Ahora bien, desde el momento en
La publicidad en el dispositivo te televisor está que el dispositivo televisivo configura, en
levisivo encendido y lo esencial, una relación espectacular en
cuál es el lugar de una comunicativa, el programa,
No puede entonces sorprendemos el canal en tanto unidad discursiva, comunicativa,
hecho de que los spots y las otras interpe- sintonizado" deja de constituir la unidad básica de las
laciones publicitarias que, con su presen- programaciones televisivas.
cia, sustentan financieramente las emisio- y de hecho todos los estudios de las
nes televisivas, se encuentren, por lo ge- audiencias lo confirman: el programa no
neral, vacíos de contenido informativo. constituye ya la pauta del consumo tele-
En ellas el objeto publicitado no aparece, visivo. Por lo demás, todas las cadenas
en la mayor parte de los casos, identifi- lo afirman de manera bien explícita: en
cado por sus cualidades o prestaciones sus incesantes campañas de autopublici-
objetivas, sino conformado como objeto dad ofrecen a los espectadores no unos
de deseo, es decir, como imagen seduc- u otros programas, sino el conjunto de
tora destinada a capturar la mirada del su programación configurado como un
espectador (2). gran espectáculo destinado a acoger y
y he aquí lo más notable: en la estimular la mirada del espectador. Y lo
misma medida en que esto se consigue, ofrecen, dicho sea de paso, con todos
el spot publicitario "gusta", es decir, da a los matices del discurso seductor: insis-
su espectador cierto placer. Con él ha na- tentes declaraciones de amor, formula-
cido una nueva forma de consumo -y ción expresa de la demanda de un ince-
una, añadámoslo, esencial a la actual fase sante retorno al contacto visual. Que el
del mercado capitalista-o Pues, a diferen- deseo del espectador es lo que importa
cia del consumo empírico del objeto, tras -pues posee, sin duda, una inmediata
haber sido adquirido en el mercado, el traducción en términos económicos, vía
spot publicitario propone un consumo la financiación publicitaria- se explicita
imaginario, específicamente visual, escó- una y otra vez.
pico, del objeto, de su imagen de marca, y bien, si es de esto de lo que se
de su "look". trata, el programa, en tanto unidad discur-
Generar publicidad es invertir, es de- siva clausurada, constituye un elemento
cir, aumentar el plusvalor que las mercan- en sí mismo peligroso, su cierre semántica
cías de una empresa pueden alcanzar. La introduce la posibilidad de la desconexión
adquisición por las empresas publicitarias por parte del espectador. La configura-
de las miradas deseantes de los telespec- ción, por tanto, de la programación como
tadores supone una inversión que será re- un espectáculo masivo (la mayor cantidad
cuperada, incrementada, cuando, más de espectadores) y permanente (durante
tarde, ese deseo del telespectador (de in- la mayor cantidad de tiempo posible)
corporar la imagen deseable de ese ob- exige someter el programa, en tanto uni-
jeto, su "look") que ha sido fijado en el dad discursiva clausurada, a las exigencias
objeto publicitario genere un acto de de la auténtica unidad básica con la que
compra en el mercado. El telespectador, trabaja el dispositivo: la programación
consumidor de imágenes televisivas, pre- como discurso-espectáculo permanente.
figura así al consumidor de objetos en el El análisis semiótica de los mensajes
mercado. televisivos nos ha permitido (3) confir-

signos ® teoría
mar la preeminencia de esta macrouni- tica de procedimientos y mecanismos de
dad discursiva sobre el conjunto de los continuidad, cohesión y homogeneización
elementos que la constituyen. En lo que que caracterizan a todo "díscurso-enun-
sigue, resumiremos sucintamente algunos ciado" (5). Elementos y operaciones de
de los datos más significativos de este continuidad que actúan como conectores
análisis. semióticos que cohesionan los diversos y
l. La configuración de la programa- heterogéneos segmentos discursivos de la
ción como unidad discursiva básica del fe- programación:
nómeno televisivo puede reconocerse, en 2.1. Segmentos de continuidad: car-
primer lugar, por la evidencia del someti- tas de ajuste, cabeceras de programas,
miento a su lógica (a las exigencias de un avances de programación, temas musi-
espectáculo permanente) del las diversas cales o visuales de continuidad, publici-
unidades discursivas que contiene (pro- dad interna de la propia cadena, esceni-
gramas, películas, retransmisiones ...), lo ficación, más o menos abstracta, de su
que se manifiesta, de manera inmediata, logotipo ...
como una agresión sistemática a su inte- 2.2. Constantes referencias cruzadas
gridad discursiva: nos referimos al fenó- entre los diferentes programas de la ca-
meno de la fragmentación: dena.
1.1. La fragmentación (es decir, el 2.3. Unidades temáticas que se prosi-
troceado) de las unidades programáticas guen a lo largo del tiempo atravesando di-
a través de su interrupción para la emi- ferentes programas.
sión de segmentos extraños y de índole 2.4. Las galas de presentación de la
heterogénea: spots publicitarios, infor- programación de la temporada.
maciones de última hora, avances de 2.5. Los constantes programas de
programación ... promoción y publicitación de la propia
1.2. La configuración "serial" de la programación.
mayor parte de los programas, en frag- 2.6. La presencia recurrente dellogo-
mentos -episodios- destinados a ser JOOST SWARTE tipo de la cadena, de su lema, y de ciertos
emitidos con cierta periodicidad (diaria, rostros que la antropomorfizan en una
semanal. ..) y, por tanto, interrumpidos por constantemente relanzada interpelación al
otros programas. espectador.
1.3. El diseño de nuevos formatos de Desde el punto de vista del análisis
programas (los rnagazines) configurados textual, la magnitud del fenómeno de la
por segmentos fuertemente heterogéneos continuidad se nos revela finalmente
que se entrecruzan y fragmentan mutua- como la lógica contrapartida de la sistemá-
mente de manera constante. tica fragmentación de que son objeto los
1.4. Pero existe todavía un dato más programas televisivos.
relevante: una de las piezas básicas en la La combinación de los mecanismos
actual configuración del dispositivo tele- de fragmentación (de las unidades progra-
visivo es el mando a distancia, instru- máticas) y de continuidad (del conjunto
mento que permite al espectador navegar de los fragmentos) fuerza la yuxtaposición
a través de las ofertas programáticas de -la puesta en continuidad- de segmen-
las diversas cadenas introduciendo, de tos discursivos necesariamente heterogé-
manera estructural, una tasa, cuantitativa- neos entre sí, lo que provoca, inevitable-
mente muy importante, de fragmentación "Lo que mente, la entrada en conflicto entre los di-
añadida. realmente versos contratos comunicativos propues-
Los programas se descubren así como venden las tos por cada uno de los programas a los
fragmentos, a su vez fragmentados, del empresas que esos segmentos pertenecen (así, por
macrodiscurso constituido por la progra- televisivas a ejemplo, el que caracteriza a un programa
mación de una cadena. las empresas religioso frente al de un spot de lencería
2. Junto a esta sistemática fragmenta- anunciantes que lo interrumpe).
ción de las unidades programáticas, la son las Así, el proceso de decodificación
programación, en tanto unidad discursiva miradas de los por parte del espectador de cada pro-
global, se manifiesta dotada de una es- espectadores grama se ve interrumpido (y violentado)
tructura discursiva de superficie (4): en el que a ellas se por la constante irrupción de segmentos
conjunto de las emisiones de cada cadena encuentran discursivos extraños, y de temática en
puede reconocerse la presencia sistemá- conectadas" extremo heterogénea. De manera que

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de clausura), nos devuelve finalmente la realiza-
ción de la paradoja de un discurso paradigmático:
uno en el que, como en los relatos imposibles de
Borges (8), todo cabe, dado que tiende a agotar to-
das las articulaciones posibles previstas por el pa-
radigma. Y así todo, finalmente (todos los mundos,
todos los géneros, todos los rostros, todos los ob-
jetos ...), se convierte en nada; el agotamiento del
paradigma conduce a una tendencial evacuación
del sentido, apareciendo en su lugar un ruido múl-
tiple y constante. (Cuando las tres luces del semá-
foro se encienden simultáneamente, cada uno de
los enunciados previstos por el código -luz roja,
verde o ámbar- se anulan mutuamente de
los diversos contratos comunicativos, al
manera que cesa la significación y el se-
entrar en conflicto, tienden a neutrali-
máforo, en términos -cornunicativos,
zarse mutuamente.
sólo produce ruido; más, por otra
Neutralización de los contratos
parte, algo espectacular comienza
comunicativos de los diversos pro-
más allá de ese cese: cierto vértigo
gramas en beneficio del contrato
del caos atrae nuestra mirada hacia
global que la cadena, como enun-
ese semáforo que sigue funcio-
ciador del macrodiscurso televisivo,
nando estropeado.)
propone al espectador. Pero no nos
Así, la dimensión semántica del
encontramos ya ante un contrato
macrodiscurso televisivo tiende a
propiamente comunicativo, pues se
vaciarse o, lo que es lo mismo, a
caracteriza por la instalación del es-
caotizarse. Pero, simultáneamente,
pectador, de manera estructural, en
en el plano de la enunciación,
una tendencial decodificación abe-
cierta propuesta relacional se
rrante (6); nos encontramos enton-
afirma: el discurso se satura de mar-
ces ante un contrato espectacular
cas de la enunciación subjetiva, la
donde la actividad de decodifica-
función expresiva del lenguaje es
ción es sustituida por otra de con-
ampliamente desplegada para cons-
sumo espectacular, visual -"con
tituir la imagen del enunciador del
un texto se puede dialogar y con-
discurso -la imagen de la cadena,
versar; con un flujo indiferenciado
su logotipo y los rostros a ella aso-
de datos y noticias se juega o se li-
ciados- en su incesante interpela-
mita a actos descoordinados de
ción al espectador, a través de una
consumo" (7).
no menos expandida presencia de
la función conativa. De manera que
el espacio que el telespectador ha-
Ruido, vínculo bita -su espacio doméstico- y él
mismo, en tanto aquel para cuyo
El discurso televisivo se confi- deseo visual todo se ofrece, se con-
gura así como un discurso múlti- vierten en elementos básicos de la
ple (emitido en varios canales si- representación televisiva.
multáneos) constituido de frag- y así, el predominio de la enun-
mentos de índole muy heterogé- ciación subjetiva, simultáneamente
nea en el que el que todo (todos expresiva y conativa, conduce a una
los universos reales de la informa- suerte de apoteosis de la función fá-
ción de actualidad, todos los obje- tica: la constante puesta en escena
tos deseables del mercado, todos de la relación del enunciador con el
los universos de ficción narrativa, enunciatario, de los rostros de la ca-
todos los espacios, propiamente dena con sus espectadores, como un
imaginarios, de la televisión) es contacto intenso y permanente. Se
ofrecido para el deseo de mirar del trata, así, de construir un vínculo perma-
espectador. Y, dado que se presenta nente, tan intenso como imaginario, donde
g"
...¡

como permanente e interminable (carente reina el deseo del espectador.

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Espectáculo 2. Constituye un espec-
táculo permanente fundido
La pantalla televisiva es así constituida como con la vida cotidiana de sus
una escena espectacular en la que todo se ofrece a ~ __ espectadores. Y, en esa misma
la mirada del espectador. El programador, lo había- medida, totalmente desritua-
mos advertido, no comparece ahí como un sujeto ~ lizado.
comunicativo -como alguien que dice en tanto que ~Q 3. Se ofrece como
~0-é.
tiene algo que decir- sino como el constructor de un espectáculo
~Q
un espejo permanente del deseo del espectador. absoluta-
Lo que nos permite afirmar que, a partir de un mente
cierto momento en el proceso de espectaculari-
zación del discurso televisivo, el lugar del enun-
ciador termina por vaciarse totalmente: se con-
vierte en el espejo del deseo de un espectador
tan anónimo como estadístico: ese espectador
abstracto a partir del cual se establece el valor
económico en el mercado televisivo.
"Espectáculo" proviene del latín "spectacu-
lum", derivado de "spectare" (contemplar, mirar),
que a su vez deriva de la forma primitiva, del latín
arcaico, "specere" (mirar), que dio lugar a "specu-
lurn" y, en castellano, a espejo. Luego "espectáculo"
tiene que ver con "mirar" y con "espejo", ese arte-
facto que nos devuelve una imagen virtual de noso-
tros mismos, invertida en el eje de simetría iz-
quierda-derecha, pero que nos permite reconocer-
nos, situándonos (imaginaria mente) en el mundo.
y bien, si el espectáculo responde? la lógica
imaginaria del espejo, si se configura como espejo
accesible en el tiempo y en el espacio, eliminando
para el deseo visual del espectador, deberá ser, pri-
todo esfuerzo por parte de su espectador: ni el es-
mordialmente, un espejo antropomórfico. El cuerpo,
fuerzo físico del desplazamiento en el espacio, ni el
el cuerpo del otro, y ulteriormente el cuerpo de las
psíquico de la espera en el tiempo. Pero tampoco el
cosas, del mundo, se constituye en la materia nuclear
esfuerzo cognitivo que reclama la actividad de deco-
de todo espectáculo. Y frente a esos cuerpos que en
dificación, pues se ofrecen objetos para el deseo de
el espectáculo se exhiben -tanto más cuanto más se
la mirada, no signos que reclamen ser interpretados.
vacía la dimensión semántica del discurso, es decir,
4. Espectáculo permanente, a la vez alimen-
cuando los actos, los gestos y los personajes, ahue-
tado de lo real y totalmente imaginarizado, tiende a
cado todo universo narrativo, se perciben en sí mis-
instalarse en una sistemática autorreferencialidad,
mos, vaciados de significados, como cuerpos y actos
configurándose como un universo autosuficiente
que sólo importan por su capacidad de movilizar el
que se constituye en referente de sus propios
deseo de la mirada-, es, finalmente, la pulsión escó-
enunciados.
pica (9) la que impone su (rechazo de toda) ley.
5. El dispositivo televisivo se descubre, así, no
La escena televisiva se configura así como el es-
como un medio de comunicación, sino como un es-
pacio de una incesante interpelación seductora, des-
tinada a capturar la mirada deseante del espectador.

"Tal es, pues, elfin de la programación:


El espectáculo televisivo atrapar el deseo del espectador para poder
venderlo -ef; decir, cambiarlo por
Anotemos las principales características de este dinero-- a las empresas publicitarias. Los
nuevo espectáculo electrónico:
espectadores se incorporan a esteproceso
1. Se muestra capaz de integrar todos los espectá-
culos preexistentes, pero al precio de la supresión de económico pagando lo que ven con su
su materia de la expresión. Todo otro espectáculo, el mirada. El dispositivo teleuisioo se desvela,
circo como el teatro o los espectáculos deportivos, al entonces, 'como una estructura esencial al
integrarse en el espectáculo televisivo, deviene descor- actual mercado capitalista."
poreizado, transformado en imagen, imaginarizado.

signos 0 teoría
pacio espectacular, un espacio permanen- "Los spots y de manera inmediata y permanente todo
temente habitable y en el que tiene lugar las otras inter- tipo de signos, de movilizar todo tipo de
un consumo espectacular permanente del pelaciones pu- códigos y de introducirlos, capilarmente,
mundo en sus infinitos fragmentos. blicitarias que, en los últimos rincones del tejido social),
6. Este nuevo espacio espectacular, con su presen- a partir de cierto momento de su desarro-
siendo imaginario, se instala de manera cia, sustentan llo, tiende a vaciarse de contenido semán-
bien real en el ámbito doméstico modifi- financiera- tico para convertirse en un espectáculo
cándolo de manera radical, cesa la dife- mente las emi- donde sólo reina el ruido de los cuerpos
rencia entre lo privado y lo público, desde siones televisi- en su más inmediata matericidad.
el momento en que el cuarto de estar se vas, se encuen- Es, por lo demás, la paradoja del Oc-
convierte en el lugar desde el que mejor tran, por lo ge- cidente de la posmodernidad: una civiliza-
se ve lo que fuera sucede, a la vez que el neral, vacíos ción que poseyendo más códigos, más
espectador, dentro, se siente mirado por de contenido aparatos discursivizadores y más saberes
un sinnúmero de otras miradas proceden- informativo. En especializados, operativos, científicos,
tes del televisor: la transparencia del mer- ellas el objeto para configurar la realidad, se vacía pro-
cado se instala así en el interior doméstico publicitado no gresivamente de dimensión simbólica. Es
(atravesando, pues, la última frontera que aparece identi- entonces lo real, en su otredad radical, en
le hacía resistencia) introduciendo en él ficado por sus lo que en ella hace resistencia a toda sig-
un escaparate permanente donde pueden cualidades o nificación, allí donde concierne de manera
ya realizarse actos de compra de todo tipo prestaciones directa, no mediada, al goce escópico, lo
de mercancías (10). objetivas, sino que se impone.
7. Junto a esta apertura de los espa- conformado Esta conversión espectacular del dis-
cios domésticos de la intimidad, tiene lu- como objeto de curso soportado por la tecnología televi-
gar, simultáneamente, la espectaculariza- deseo, es decir, siva genera, simultáneamente, un despla-
ción de la intimidad en la escena televi- como imagen zamiento de la demanda de transparen-
siva. Pero debe advertirse la novedad seductora cia discursiva Cesa sobre la que se funda
que esto entraña: no hablamos de las re- destinada a la racionalidad, pero también la demo-
presentaciones convencionales de la inti- capturar la cracia de Occidente: que cese la ambi-
midad, teatrales o cinematográficas - mirada del güedad de los dobles discursos, que se
-donde la intimidad misma aparece espectador" suprima la opacidad del poder) en forma
como aquello a lo que la interpretación de una nueva demanda, confusamente
de los actores y el despliegue del relato solapada sobre la primera, de transpa-
hace referencia-, sino de la exhibición, rencia visual: que todo sea visible, que
de la mostración directa ante la mirada nada se resista a la mirada (a su deseo).
publica, sin mediación representativa, de Se olvida, entonces, que el fundamento
lo íntimo en sí mismo. Una su de simbólico de la ley se sostiene sobre
grado cero de la representación, u,,~~ cierta limitación de la mirada, la necesa-
los signos caen para imponerse la mo ria para que se constituya ese ámbito de
tración desnuda de los cuerpos y de sus lo invisible que es el de las palabras fun-
deseos. (Concursos donde los concursan- dadoras que hacen posible la verdad en
tes ofrecen a la mirada pública su intimi- el espacio social (11).
dad, docudramas, reality-sbotos: toda una La demanda de trasparencia visual
evolución, toda una intensificación de las se descubre, entonces, refractaria a toda
aristas más obscenas del espectáculo. Y, ley; su lógica ya no es la del deseo en
en esa misma medida, pornográficas; la tanto articulado, sino la de la pulsión.
cámara escrutará en plano detalle los sur- Esta es, entonces, la más inquietante sos-
cos de las arrugas, las hendiduras del pecha, que a partir de cierto momento,
cuerpo y las huellas de su desgaste: sus el discurso televisivo, en su radical es-
lágrimas y sus quejidos.) pectacularización, comience a manifes-
tarse como un discurso psicotizado -el
porno duro es sin duda una de sus mani-
Posmodernidad festaciones más relevantes, nos de-
vuelve, a la escala del plano detalle, la
El análisis del discurso televisivo nos quiebra de ia forma humana -de la an-
devuelve finalmente esta extrema para- tropoforma-, en una fragmentación que
doja: que la más sofisticada tecnología de termina manifestándose como siniestra;
la comunicación (capaz de hacer circular S. M. pero es esa misma lógica la que reina en

signos @ teoría
el reality-show, la misma forma de bus- Sin embargo, si el análisis que hasta
car las hendiduras del cuerpo, la misma aquí hemos realizado es correcto, debe-
escala visual para acechar las manifest - remos deducir que era ése un enfoque
ciones de su quiebra. esencialmente desorientado. Y ello por-
La fragmentación se descubre enton- que, en lo esencial, el texto televisivo no
ces como un elemento facilitador entre lo se conforma esencialmente como un dis-
imaginario y lo real; pues el dispositivo curso ideológico, sino como un espectá-
televisivo no acaba ofreciéndonos otra culo. Y uno en el que casi nada hay im-
cosa que fragmentos, restos, basura del plícito; más bien todo lo contrario: lo
sentido. Y la basura, entonces, se des más sorprendente del discurso televisivo
bre como cuerpo de goce para la mirada. contemporáneo es su explicitud -pero
Psicotización del discurso: la programa- ésa es, después de todo, la lógica espec-
ción televisiva se conforma como un dis- tacular-c-. El espectáculo televisivo no
curso que, en su fragmentación y caotiza- oculta ninguno de sus mecanismos; por
ción, apunta hacia el límite mismo de su el contrario, los exhibe explícitamente,
disolución discursiva, un discurso ince- los proclama. Es decir, proclama de ma-
sante e incesantemente vacío, redun- nera insistente su voluntad de construir
dante, repetitivo. (12) un vínculo amoroso permanente con su
Y, finalmente, cierto encanallamiento espectador, su voluntad de seducirlo, de
de la mirada en ese espectáculo extremo conformarse plenamente a su deseo. Y,
de los cuerpos vacíos de signos, exhi- en esa misma medida, se vacía de conte-
biendo su intimidad a la mirada pública, nido ideológico ... pues, de hecho,
que constituye el reality-sboui. Frente a tiende, como hemos podido contemplar,
él, un sujeto que se quiere puro especta- a vaciarse semánticamente.
dor, es decir, alguien que mira desde El discurso televisivo es, en este sen-
fuera, que en nada se siente comprome- tido, una de las manifestaciones emble-
tido con lo que ve. Y, en la medida en máticas de la crisis radical de las ideolo-
que todo le es dado a ver, afirmándose gías que caracteriza a nuestra posmoder-
en cierta posición paranoide, la de quien: nidad. El gran espectáculo televisivo, lo
en lo imaginario, se vive amo de lo real, hemos advertido ya, es un espectáculo de
aquel que, ausente de toda restricción, la transparencia: de las imágenes, de los
inmunizado de todo contacto, de toda cuerpos, del deseo. Su discurso, como el
contaminación, convierte al otro, final- del capitalismo contemporáneo, es inma-
mente, en puro objeto de goce. Mo- nente, sólo reconoce los valores empíri-
mento, a partir del cual, el dispositivo te- cos que rigen objetivamente su funciona-
levisivo manifiesta cierta semejanza con "La adquisición miento -el dinero, el deseo-, no con-
la maquinaria sadiana. por las empre- cede lugar a la dimensión de los valores
sas publicita- transcendentes -simbólicos- sobre la
rias de las mi- que, hasta hace bien poco, se fundara
Del espectador al ciudadano com- radas desean- toda ideología.
prometido con el mundo que habita tes de los te- Queremos insistir en ello: lo más pe-
lespectadores ligroso de la televisión contemporánea no
¿Qué hacer frente al espectáculo tele- supone una in- estriba en su capacidad de difundir cierta
visivo? ¿Cómo orientar, con respecto a él, versión que ideología que debería ser desenmasca-
una política de intervención pedagógica? será recupe- rada. Por el congrario, lo que la hace ex-
Durante décadas, y creemos que rada, incre- traordinariamente inquietante es su radi-
erróneamente, se ha insistido en pensar mentada, cal vaciado semántico, su vacío de ideolo-
el fenómeno televisivo, básicamente, cuando, más gía. Y, en esa misma medida, la construc-
como un discurso ideológico. Es decir, tarde, ese de- ción de un espectador que tiende a entre-
como un discurso que, implícitamente, seo del teles- garse a la satisfacción de su pulsión escó-
transmitía ciertos valores que debían ser pectador que pica sin encuadre ideológico -y ético-
desenmascardados. De manera que, se ha sido fijado alguno.
pensaba, era urgente enseñar a los jóve- en el objeto pu- Es sin duda importante educar a las
nes a dominar el "lenguaje" que en la te- blicitario ge- nuevas generaciones en los lenguajes de
levisión operaba, para así hacerles capa- nere un acto la imagen. Pero no llegaremos muy lejos
ces de defenderse de los mensajes ideo- de compra en por esa vía frente al actual modelo televi-
lógicos que contenía. el mercado" sivo. Pues su espectáculo, en la misma

signos @ teoría
Jesús González Requena es profesor titular de la Facul-
tad de Ciencias de la Educación de la niversidad Complutense
de Madrid (teléfono de contacto: 91 - 394.22.55). Luis Martín
Arias es profesor asociado de la Facultad de Medicina de la
niversidad de Valladolid y profesor de Historia del Cine en la
Facultad de Historia de la citada universidad (teléfono de con-
tacto: 983 - 26.30.21).

Notas

(1) Jesús González Requena. '·EI dispositivo televisivo". En


Área Cinco, núm. 2. Madrid, enero-abril 1993.
( 2) Jesús González Requena y Amaya Ortiz de Zárate: La me-
medida en que conduce a un grado cero de la re- tamorfosis del deseo. Teoría y práctica del análisis del spot publici-
presentación, se itúa, en lo esencial, al margen del tario. Cátedra, Madrid, en prensa.
lenguaje. (5) Jesús González Requena. El discurso teleutsioo: espectá-
culo de la posmodernidad. Madrid, Cá-
De lo que debiera tratarse,
tedra, 1988.
entonces, es de desplazar al
( 1) Para el concepto de estruc-
sujeto de la posición que el tura discursiva de superficie, véase
dispositivo televisivo le destina Teun A. Van Dijk. La ciencia del texto.
como espectador, de introdu- Barcelona, Paidós, 1983.
cir, en esa relación dual, escó- (~) Para el concepto de discurso-
pica, imaginaria, que enfrenta enunciado, véase A. J. Greimas y J.
Courtés. Semiótica. Diccionario razo-
al espectador con el espejo es-
nado de la teoria del lenguaje. Madrid,
pectacular de su deseo, un ter- Gredos, 1982.
cer término. «(,) Para el concepto de descodi-
Parece sencillo. Además, ficación aberrante, véase Umberto
lo es: resulta asombroso el Eco: "¿El público perjudica a la televí-
sión?", en M. Moragas: Sociología de la
efecto que se produce en el
comunicación de masas. Gu tavo Gili,
sujeto cuando, fuera de los Barcelona, 1979.
espacios convencionales del
(~) Gianfranco Bettetini. La con-
consumo televisivo, en el aula versación audiouisúal. Madrid, Cáte-
o en la sala de conferencias, dra, 1986.
alguien, un tercero, cierto (R) Tales como "El jardín de los

profesor, algún conferen- senderos que se bifurcan" o "El in-


ciante, introduce su presencia mortal".

tercera y su palabra reflexiva (9) El concepto de pulsión escó-


pica procede de Jacques Lacan. El se-
nombrando, describiendo lo
minario 11: Los cuatro conceptos fun-
que en la relación del espec- damentales del psicoanálisis. Barce-
tador con la imagen televisiva lona, Paidós.
se juega. Este injerto terciario, ( l O) En otro lugar hemos anali-
simbólico, en la lógica dual zado los efectos de la alteración de la
del dispositivo, diríase que estructura familiar que de ello se de-
duce, tal y como se manifestaba en un
desencadena, en el sujeto, un filme de Hitchcock: Luis Martín Arias.
aluvión de palabra que tenía "Los pájaros: lo real como cortocir-
contenidas, que hasta enton- cuito del sentido". En: Alfred Httcb-
ces no había tenido ocasión cock. Oviedo, Fundación Municipal de
Cultura, 1989.
de articular. Y así era, sin
( 11) Hemos desarrollado esta te-
duda, porque quien habla
mática en profundidad en: Jesús Gon-
ahora, ya no es el espectador zález Requena. El espectáculo informativo.
-ese sujeto escópico volcado a O la amenaza de lo real, Akal, Madrid, 1989.
las pasiones de su mirada- sino I In Lacan definió la psicosis como un dis-
el ciudadano. Ese ciudadano que re- curso permanente, en el que el loco "habla todo el
nace cada vez que encuentra un espacio tiempo ... no cesa de hablar para no decir nada" (El Semi-
que le permite afirmarse en el campo de la palabra. nario 3: Las psicosis. Barcelona, Paidós, 1984). "Un loco es precisa-
mente aquél que se adhiere a ese imaginario puro ..." (El Semina-
No un espectador, entonces, sino todo lo contrario: rio 2: El yo en la teoría de Freu d y en la técnica psicoanalitica.
alguien que se descubre comprometido con el Barcelona, Paidós, 1983), pues, en la locura, ,.... hay una dominan-
mundo que habita. cia realmente impactante de la relación en espejo".

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www.gonzalezrequena.com

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