Está en la página 1de 5

Tratamiento de la hiperacusia con terapia sonora (lo tienes guardado en Chrome en el celular)

http://operacionhyperacusis.blogspot.com/2016/06/tratamiento-hiperacusia-terapia-
sonora.html?m=1

La terapia sonora para tratar la hiperacusia es una terapia de desensibilización auditiva, de


reeducación del cerebro para que no interprete como sonidos altos, molestos y/o dolorosos, sonidos
que no lo son para una persona sana. La terapia sonora funciona gracias a la plasticidad cerebral,
esto es, la capacidad del cerebro para tejer nuevas redes neuronales en función de los estímulos
externos que recibe.

Existen diferentes variantes sobre cómo realizar la terapia sonora pero todas están basadas en la
misma idea: escuchar sonidos de banda ancha e incrementar de forma progresiva el tiempo de
exposición y/o el volumen a medida que la tolerancia al sonido mejora. Voy a explicar el
tratamiento que he creado yo y el que desde mi experiencia mejor ha funcionado. Sin
embargo, cada caso particular y las circunstancias que lo rodean pueden hacer conveniente
realizar algunas modificaciones para adaptarlo a vuestras necesidades. A lo largo de este
artículo y junto al resto de artículos del blog trataré de proporcionar la base de conocimiento
para que, en caso de que sea necesario, podáis personalizar el tratamiento. Por otra parte,
al final de este apartado he incluido otras formas de realizar la terapia con el fin de que
encontréis la que mejor os funcione.
Los principios sobre los que se sustenta mi método para tratar la hiperacusia son los
siguientes:
Control contínuo de la exposición al sonido.

Exposición progresiva a aquellos sonidos que nos resultan intolerables.

Tratamiento del componente psicológico (misofonía / fonofobia)

Control contínuo sobre la exposición al sonido.

Hay que tomar las medidas necesarias para controlar la cantidad de sonido a la que nos exponemos
en el día a día evitando en todo momento y en la medida de lo posible caer tanto en la
sobreprotección como en la sobreexposición. Exponer sin control a los oídos a más sonido del que
pueden tolerar provocará recaídas y dejará los oídos doloridos y más sensibles. Abusar del silencio y
la protección auditiva o dejar de escuchar ciertos sonidos impedirá adaptarse a ellos y la sensibilidad
empeorará.

El control contínuo de la exposición al sonido proporciona una recuperación más rápida (obteniendo
resultados a veces en tan solo unos pocos días), frente al resto de enfoques sobre cómo tratar la
hiperacusia como la TRT (Tinnitus Retraining Therapy), con la que varias personas admiten no haber
experimentado ninguna mejoría en los 6 primeros meses de tratamiento. Además, evita gran parte
de los síntomas relacionados con la hiperacusia como dolor intenso, taponamiento de oídos, o
distorsión del sonido, los cuales pueden ser muy difíciles de sobrellevar. Sin embargo, tiene el
inconveniente de que, especialmente en los casos de hiperacusia severa, encontrar el equilibrio
entre la sobreprotección y la sobreexposición requiere mucho sacrificio y disciplina, e incluso
dependiendo del entorno sonoro en el que se mueve el sujeto y sus circunstancias personales,
puede ser impracticable. Si este es el caso, se recomienda optar por otras formas de realizar la
terapia como la Pet. (más info de PET en la página original)

Exposición progresiva a aquellos sonidos que nos resultan intolerables.

Para recuperarse de la hiperacusia no basta con un control contínuo sobre la exposición al


sonido. Este solo nos garantiza que no vamos a empeorar, pero necesitamos algo que nos
permita mejorar, y es aquí donde entra la terapia sonora propiamente dicha. Para mejorar la
tolerancia al sonido hay que exponerse de forma controlada y progresiva a los sonidos que
nos resultan intolerables, ya sea porque están por encima de nuestro nivel de tolerancia, o
porque su componente frecuencial nos es más difícil de soportar, o porque los sonidos nos
provocan determinados síntomas.
Tratamiento del componente psicológico (misofonía / fonofobia)
La hiperacusia es real, no es un trastorno psicológico. Sin embargo, sí puede tener un
componente psicológico cuyo peso es tal que de no tratarlo podría echar por tierra todo el
trabajo realizado por la terapia sonora. Este componente psicológico es principalmente el
causado por la misofonía y/o la fonofobia (de las que se hablará en detalle más adelante),
pero tiene que ver con cualquier estado psico-emocional negativo.

Terapia sonora

El sonido más recomendado para realizar la terapia sonora es el ruido rosa. Hay otro
tipo de sonidos también perfectamente válidos para la terapia sonora como los sonidos de
la naturaleza (olas de mar, lluvia, ríos, cascadas,...) o música para orquesta. La ventaja
de estos sonidos respecto al ruido rosa es que son más agradables y más fáciles de
escuchar, aunque son sonidos de banda más estrecha. Sin embargo, la música cuenta con
la posibilidad de provocar respuestas emocionales positivas, algo que puede ser muy útil
para tratar la misofonía y la fonofobia, y que no vamos a encontrar en el ruido rosa. En
algunos casos, y especialmente al principio, no todo el mundo tolera bien el ruido rosa, con
lo que este tipo de sonidos pueden ser una buena alternativa.
Las recaídas (pérdida de la mejora conseguida en cuanto a nivel de tolerancia) son
frecuentes. Por ello, quien padece hiperacusia debe centrar sus esfuerzos no solo en
mejorar su tolerancia a los sonidos, sino también en que no empeore. El objetivo debe ser
tratar de llegar al final del día con nuestros oídos lo más parecido posible a cómo se
encontraban al empezar el día. Una de las medidas fundamentales para evitar que la
hiperacusia empeore es el uso de protección auditiva (tapones o cascos) para aquellas
situaciones en las que estamos rodeados de sonidos muy altos o por encima de nuestro
nivel de tolerancia. Sin embargo, hay que usar la protección auditiva correctamente, ya que
su abuso a medio/largo plazo agrava la hiperacusia. En el artículo Protección auditiva
encontraréis información sobre cómo usarla correctamente. También es importante saber
aprovechar el reposo nocturno para que después de un día de exposición contínua nuestros
oídos fatigados estén preparados para el día siguiente. Para ello es importante no dormir en
silencio, veremos este punto en detalle más adelante.
La terapia sonora debe escucharse con altavoces o auriculares de alta fidelidad para que
reproduzcan bien todo el espectro frecuencial del sonido y no irriten los oídos. No es
necesario disponer de equipos caros pero sí es importante que tengan un mínimo de
calidad de sonido, en general debería servir cualquier equipo cuyo sonido no irrite nuestros
oídos y nos sintamos cómodos. En el caso de los altavoces, es recomendable colocarnos
entre los dos altavoces como si fueran unos auriculares, aproximadamente a 1,5 metros de
distancia de los oídos. En el caso de auriculares, es importante que no aislen del ruido y
permitan escuchar el sonido ambiente además del sonido de los auriculares, como por
ejemplo, unos simples auriculares de botón o unos auriculares supraaurales abiertos.
También es preferible que tengan una respuesta en frecuencias lo más plana posible, es
decir, que no tengan los graves o los agudos excesivamente acentuados.En cualquiera de
los dos casos, el volumen máximo nunca debe superar los 85 dB.
Es recomendable escuchar el ruido rosa con ecualización plana y con el refuerzo de graves
al mínimo. Sin embargo, si notamos que determinadas frecuencias nos resultan
especialmente molestas podemos probar a ajustar la ecualización.
Debemos escuchar el sonido en ambos oídos, aunque la hiperacusia sea unilateral
Divido la terapia en dos partes, la de corta duración y la de larga duración. Ambas deben
realizarse todos los días. El sonido que escuchamos nunca nos debe producir dolor o
provocar que los oídos se vuelvan mucho más sensibles al sonido. Sí es posible notar
algunas molestias que hay que ignorar, pues forman parte del proceso de reentrenamiento
auditivo. También es normal, especialmente en la terapia de corta duración, en aquellos que
también tengan acúfenos, que al finalizar la sesión los acúfenos hayan aumentado de
volumen, pero bajarán en poco tiempo al dejar descansar a los oídos.
La terapia de corta duración consiste en una sesión diaria de 10 minutos de ruido rosa. En
ella nos vamos a exponer a un volumen un poco por debajo del límite de nuestra tolerancia.
Esta terapia corta es especialmente útil en hiperacusia severa, ya que al ser tan corta es
más fácil de tolerar y permite usar un volumen más alto que otras terapias con una duración
mayor, lo que facilita adaptarse antes a los sonidos cotidianos del día a día. Debido a que
en esta terapia sometemos a los oídos a un volumen cercano al límite de tolerancia, hay
que hacerla cuando nuestros oídos están descansados. Si no lo están, hay que acortar su
duración cuanto sea necesario, o incluso suspenderla si los oídos están muy sensibles.

Lo primero de todo es encontrar el volumen con el que vamos a empezar la terapia. Para ello,
buscamos un volumen alto pero que al mismo tiempo nos resulte soportable. Puede ocurrir que a
los 3 minutos empecemos a notar dificultades para seguir, lo que indica que el volumen es
demasiado alto. Si nos vemos obligados a hacer reposo tras finalizar la terapia, es otro indicador de
que el volumen está demasiado alto. Debemos encontrar, a base de prueba y error, el volumen más
alto que nos permite realizar la sesión completa de forma que al acabar nos sintamos cómodos y con
la sensación de que podríamos seguir algunos minutos más.

Una vez que hemos conseguido escuchar la sesión completa con comodidad, seguimos con el mismo
volumen 3 días más para asentarlo, y al cuarto día lo subimos un punto. El tiempo que puede llevar
poder escuchar la sesión completa con comodidad es indeterminado, puede ser un día o pueden ser
varios.

Si durante el transcurso de la sesión sentimos que el volumen está demasiado alto y surge en
nosotros el deseo de terminar cuanto antes lo mejor es abortar la sesión, ya que tratar de
completarla podría dejarnos los oídos muy sensibles y provocarnos una recaída. Al día siguiente
volvemos a intentarlo tratando al menos de estar más tiempo que el día anterior

Durante la sesión debemos realizar alguna actividad compatible que nos mantenga distraídos, con el
foco puesto en otra cosa que no sean nuestros oídos. Debemos oír el ruido rosa, pero no escucharlo.
Estar contínuamente pendiente de nuestros oídos, de nuestro progreso, o tener miedo a hacernos
daño durante la terapia, es altamente perjudicial para nuestro propósito.

Por lo que respecta a la terapia de larga duración, la forma de proceder es análoga a la de corta
duración. Si el propósito de la terapia de corta duración es el de entrenar al cerebro a soportar los
sonidos más altos, el de larga duración es el de entrenar al cerebro a soportar tiempos de exposición
largos.

Se puede empezar con 30 minutos y aumentar el tiempo progresivamente hasta alcanzar 2 horas
seguidas. El tiempo se puede aumentar en pasos de 5/10 minutos o más. A diferencia del volumen
que hay que usar en la terapia corta, en esta ocasión no debe estar cercano a nuestro límite de
tolerancia. El volumen debe ser el más alto que sea confortable y que nos permita acabar los 30
minutos iniciales con comodidad. Si aparece dolor o empezamos a notar que los oídos se están
volviendo más sensibles bajamos el volumen o abortamos la sesión. En caso de que esto ocurra, al
día siguiente debemos seguir con el mismo tiempo hasta que se pueda soportar bien. Una vez que se
alcanzan las 2 horas, se sube el volumen un punto y se vuelve a empezar con 30 minutos.

A medida que avancemos en el restablecimiento de la tolerancia normal al sonido llegará un


momento en el que el volumen utilizado con auriculares será demasiado alto incluso para realizar la
terapia corta. A falta de un método fiable para conocer cuántos decibelios estamos escuchando con
auriculares y no superar el límite de los 85 dB, sabremos que ha llegado ese momento porque el
volumen nos parecerá peligrosamente alto incluso para una persona sana. Quien tenga hiperacusia
leve/moderada debe tener en cuenta que puede llegar a este punto en relativamente poco tiempo
desde el inicio de la terapia, o incluso puede que no sea necesario realizar la terapia corta y pueda
pasar directamente a la de larga duración.

A partir de este momento el progreso que podemos conseguir subiendo el volumen ha llegado a su
límite. Sin embargo, notaremos que aún nos puede quedar mucho camino por recorrer para
recuperar la tolerancia normal al sonido. Por lo tanto, el siguiente paso es trabajar únicamente con
el tiempo de exposición. Si bien podemos continuar haciendo la terapia corta (sin subir más el
volumen) a modo de mantenimiento, ahora nos vamos a centrar solo en la terapia de larga duración.
El objetivo es pasar de forma progresiva de las 2 horas a, al menos, 8 horas diarias preferiblemente
seguidas. Obviamente esto solo es posible hacerlo con auriculares, por la falta de movilidad que
supone hacer la terapia con altavoces. El volumen máximo que ajustemos debe ser aquel que nos
permita mantener una conversación sin problemas, lo que en la práctica no supera los 60 dB.

Otras variantes para realizar la terapia sonora son estas:

-PET (Progressive Ear Therapy)

-Terapia con ruido rosa de la Hyperacusis Network

-Terapia sonora en campo abierto. (todos estos puntos son links disponibles en la página original)

Enriquecimiento sonoro

El enriquecimiento sonoro consiste en exponer al oído a una extensa variedad de sonidos agradables
y que no supongan un desafío para nuestros oídos las 24h del día, incluso mientras dormimos. Esta
es una parte esencial del tratamiento de la hiperacusia que no debe ser descuidada.
El silencio prolongado es perjudicial incluso para una persona sana. De la misma forma que los ojos
reaccionan ante la oscuridad modificando el diámetro de la pupila y alterando la sensibilidad de los
bastones de la retina para permitir una mejor visibilidad, el sistema auditivo amplifica la señal
sonora en un ambiente silencioso para escuchar mejor. Y de la misma forma que si una persona
permanece en la oscuridad durante mucho tiempo necesitará un periodo de adaptación para volver
a ser capaz de ver un día soleado, algo parecido ocurre con quienes han permanecido mucho tiempo
en silencio o escuchando sonidos muy bajos. Por este motivo, las personas con hiperacusia con más
razón, deben evitar el silencio. Y esto es algo muy difícil de entender, ya que antes las molestias y
dolor que causa el sonido en las personas con hiperacusia, los oídos no hacen más que pedir silencio,
un volumen muy cómodo para su nivel de tolerancia, o el uso de protección auditiva. Y hacerles
siempre caso no hará más que empeorar la hiperacusia.

También podría gustarte