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Informe de Lectura

Capitulo sexto
LA LIBERTAD EN ACCIÓN
Por: David Alvarez Galvis

¿Será una ilusión o un prejuicio imaginar que somos capaces de verdaderas acciones y no
de simples reacciones ante lo que nos rodea, nos influye y nos constituye?
Esta pregunta es la premisa de este capítulo, llevándonos a indagar que tan reales y libres
son nuestras acciones.

¿Cómo saber si un acto es “voluntario” o no? Quizás antes de llevar a cabo una acción,
“decido” una entre varias posibilidades. En teoría de la información es lo que se llama
incertidumbre, elegir un mensaje entre varios posibles, en este caso una acción, esa
incertidumbre nubla la idea si la decisión es voluntaria. Decidir solo es el objetivo de mi
acción, hacer lo que decido es la posible acción y escribo posible, porque el autor
describe que la acción en si puede ser múltiples acciones o una acción lleva otras
involuntarias. Luego se plantea la ambigüedad de “voluntario”. La forma más simple de
describirlo es con la famosa frase del chavo del 8: “fue sin querer queriendo”. Hay
acciones voluntarias, pero que en su origen no era el propósito en sí.
Tomar acción bajo el deseo de hacer o no, determina el concepto de libertad, pero el
concepto de libertad es engañoso y está ligado a la ambigüedad de lo “voluntario”.
Sentimos que nuestra vida avanza según nosotros tomamos decisiones, nos alegramos por
las buenas y lamentamos las malas, la vida parece un fluir constate que se ramifica según
las decisiones, esto encaja con la idea tradicional religiosa entre el bien y el mal, y
percibimos que la elección determina nuestras vidas. ¿Podemos fiarnos de nuestra
percepción? No siempre, entonces ¿realmente elegimos o es una ilusión?

Según la física hasta el siglo XX el mundo estuvo dominada por unas reglas universales,
las leyes de Newton, que dice que conocidas la posición y la velocidad de cualquier
partícula de un sistema en un momento dado, nos permite conocer cualquier posición
futura o pasada. Si sabes el estado de todas las partículas en el universo en un momento
dado, lo sabes todo del universo. Esto es el determinismo puro y conocido como el
demonio de Laplace. Que esta imagen exista o no, no es lo importante, lo trascendental es
que las leyes de la física no lo prohíben y si existiera, podría saber que ropa me voy a
poner mañana o el menú de un restaurante y esto me llevaría a que no hay una libre
elección, que todo está predeterminado y no da lugar a cambios. Como lo sintetiza el
autor en esta frase: “Sólo mi ignorancia de cómo están las cosas en el momento A
justifica que me sorprenda de lo que pasa luego en el momento B”.
Pero como proponía Descartes, si separamos al hombre en una dualidad, materia y alma,
esta última libre de las leyes físicas, los pensamientos no se pueden predecir bajo esas
leyes. Pero esto multiplica las preguntas. Entonces, ¿La libertad de elección es algo
específico del ser humano? La mecánica cuántica introduce el concepto de “azar” que
rompe el determinismo para posición de partículas en un sistema, el indeterminismo de
Heisenberg, pero tiene un elemento, la fusión de onda, que si es elemento determinista en
mecánica cuántica.
Una teoría basada en aleatoriedad y azar, ¿puede dar lugar a la elección y el libre
albedrio? ¿No son las decisiones humanas de todo, menos aleatorias?
Es claro que no se da respuesta clara, por un lado, la percepción de libertad de elegir que
tenemos y por otro la dualidad física entre determinismo e indeterminismo.

El autor define 3 conceptos de libertad:


La libertad como disponibilidad para actuar de acuerdo con los propios deseos o
proyectos.
La libertad de querer lo que quiero y no sólo de hacer o intentar hacer lo que quiero.
La libertad de querer lo que no queremos y de no querer lo que de hecho queremos.
Estas definiciones es la relación que existe entre lo que pensamos y lo que hacemos, por
estas tres o las diversas definiciones que se dan, según el contexto, están estrechamente
relacionas y condicionas por el medio físico, pero sobre todo por el medio social. Puedo
elegir lo que quiero ser a partir de mi voluntad, pero no es posible elegir mi voluntad en
sí.
Podemos inferir que la acción es libre, porque es la causa de un sujeto que elige y lleva a
cabo esa elección, realiza intenciones. Es la base del “existencialismo” que nos presenta
esa paradoja: “Estamos condenados a ser libres”.

Mi libertad de elegir trae responsabilidades, pero esta premisa se divide y actuamos de


forma separa ante esa división. Primero nos regocijamos ante la “libertad de elección”,
pero si esa elección trae consecuencias negativas, buscamos responsables sobre las
consecuencias de nuestras elecciones. El autor plantea un ejemplo donde una mujer es
asesinada en un bosque, que cruza para ir a buscar a su esposo, que intempestivamente lo
solicitó ante la duda de una infidelidad. Si bien el responsable directo es el asesino, no se
puede obviar todas aquellas “libres decisiones” que cada uno de los personajes de la
historia tomó y que pudieron influenciar o conducir al deceso.
Esas consecuencias, si nos hacemos responsables llevan al arrepentimiento, ya que es una
posibilidad del sujeto libre, como somos libres, podemos arrepentirnos de aquello que
hacemos con nuestra libertad.

Haciendo una relación con el texto “el vacío ético”, consideramos que desde el hogar hay
una educación ética y moral, al estar expuestos socialmente se evidencia que aún nos
falta darle valor a los principios y aplicarlos, porque determinamos su uso según las
circunstancias y damos valor según quien nos observe. Esto nos puede llevar a pensar que
la libertad de acción ética y moral, están sujetas a previas concepciones, si bien soy libre
de elegir y realizo una acción en base a esa elección, también esa elección está sujeta a
elecciones de otros que influyen en la propia. Entonces la responsabilidad de algún modo
está ligada a todos los factores de elección que interviene en un resultado negativo y a su
vez esos factores están unidos a quienes los causan. Tal vez se puede llegar a una
conclusión, que somos libres de pensar elegir, pero la libertad de acción está
condicionada al ámbito social.

En paralelo al ejemplo del texto, si un político es corrupto y causa detrimento en el erario


público, es el primer en ser responsable de ello, pero sabiendo que voté por él y fue libre
mi elección, aun sabiendo de sus actos como antecedentes ¿Soy responsable del
detrimento? Si desconozco su actuar ¿soy igualmente responsable?
El vacío ético es un despojo de responsabilidades ante una libre elección. Me considero
libre de responsabilidad si un resultado negativo, no es directamente desencadenado por
mi acción.
La libertad de acción en términos de ética y moral, pueden estar condicionados por
preceptos previos, aun así, somos libres de elegir y a la vez responsables de las causas de
dichas elecciones.

“El hombre es libre en el momento en que desea serlo” (Voltaire)

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