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Frankie Love

e Isabella Starling Lobo Feroz

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

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Frankie Love
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Nuestras traducciones están hechas para quienes


disfrutan del placer de la lectura. Adoramos muchos
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ellos porque no son traducidos en nuestro idioma.

No pretendemos ser o sustituir el original, ni


desvalorizar el trabajo de los autores, ni el de ninguna
editorial. Apreciamos la creatividad y el tiempo que
les llevó desarrollar una historia para fascinarnos y
por eso queremos que más personas las conozcan y
disfruten de ellas.

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por este libro más que un Gracias y se prohíbe a
todos los miembros el uso de este con fines lucrativos.

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nada reemplaza el olor, la textura y la emoción de
abrir un libro nuevo así que encomiamos a todos a
seguir comprando a esos autores que tanto amamos.

¡A disfrutar de la lectura!

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Frankie Love
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Olvídate del príncipe encantado. Ve a por el lobo.

¿Quién va a salvar a Caperucita?

Hayley Adams volvió al pueblo el mes que fui liberado de la cárcel.

La única cosa que me mantuvo cuerdo ahí era el recuerdo de su


curvilíneo cuerpo bajo el mío.

Pero cuando un asesino misterioso comienza a matar a nuestros


amigos uno por uno, Hayley y yo tenemos que preocuparnos por nuestra
seguridad antes de volver a enamorarnos…

Nada es lo que parece ser y para resolver el misterio tendremos que


mirar al lobo feroz justo delante de sus dientes.

¿Quién le teme al lobo feroz?

Yo no. Siempre he confiado en Luke Burton y ahora que estoy de


vuelta quiero ser suya de nuevo. Es tan guapo como siempre, pero ahora
su oscura mirada esconde otra historia que estoy desesperada por saber.

Cuando me mudé otra vez a Willow Creek tenía la esperanza de


encontrar a Luke ahí.

Pero en vez de esto, tuve más de lo que me esperaba… y mi vida


misma podría estar en peligro.

Un alfa endemoniadamente seductor, una segunda oportunidad, amor y


un felices para siempre además de un misterioso asesinato… ¿Cómo
puede no gustar?

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Los recuerdos cubren cada superficie de este lugar. He vuelto a


Willow Creek por primera vez en tres años y es como si no me hubiera
ido nunca.

Los chicos Barton y yo crecimos aquí, corriendo a través de los


aspersores de niños, luego montando cámaras de neumáticos por el
arroyo de preadolescentes, y de adolescentes rodando por la calle
principal en el horrible coche de Chris, con la música sonando y nuestros
corazones llenos de esperanza. De posibilidades.

Al menos el mío lo estaba.

Supongo que Luke y su hermano mayor, Chris, pensaban en el


pedazo de culo caliente que planeaban encontrar en la fiesta en la que
aparecíamos con nada más que cerveza barata y tiempo.

En aquel entonces era la quintaesencia de la chica de al lado,


aunque la casa de mi abuela estaba técnicamente a tres puertas de la de
Barton.

Los chicos me cuidaban como si yo fuera su hermanita pequeña...


excepto que a medida que crecíamos no quedaba mucho de “pequeño” en
mí. Mis caderas se curvaron, mi cintura se estrechó, y mis pechos se
llenaron.

Aun así, los chicos nunca hicieron un movimiento sobre mí.

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Eran jugadores, quarterback1 y receptor abierto2, entre otras


posiciones, tanto dentro como fuera del campo.

Pero al mismo tiempo que yo dejé de ser pequeña, ellos dejaron de


ser los chicos mimados que siempre habían sido.

En algún punto del camino se convirtieron en los hombres grandes


del campus, y eso atrajo a muchas chicas, incluyéndome a mí. Pero no
quería a cualquier Barton. Chris estaba demasiado seguro de sí mismo.
Luke. Luke era natural.

Luke, con sus ojos brillantes y su risa fácil. Siempre me hacía sentir
cómoda en mi propia piel, lo que ya es mucho cuando eres una chica en
la escuela secundaria que anhela ser aceptada.

Luke era un año mayor, pero siempre sabía que cuidaba mi


espalda.

Y yo estaba siempre a la espera de él. Mi cuerpo palpitaba de deseo


cada vez que Luke se acercaba.

Solo una vez me dio lo que había ansiado tanto tiempo. Pensó que
era solo para divertirse cuando regresó a casa un fin de semana, durante
su segundo año de universidad. Yo me había graduado de la escuela

1 Quarterback (QB) (en varios medios latinoamericanos es referido como mariscal de


campo) es un anglicismo utilizado para una posición en fútbol americano y en el fútbol
canadiense. Los quarterbacks son miembros del equipo ofensivo y se sitúan justo detrás
del center, en el medio de la línea ofensiva. Los quarterbacks son los líderes del equipo
ofensivo, responsables de decidir la jugada a realizar. Inician prácticamente todas las
jugadas recibiendo el balón del center mediante un snap (aunque a veces este puede ir
dirigido hacia otro jugador). Una vez que el quarterback recibe el balón, puede correr
con él, dejárselo en mano a otro jugador o intentar un pase.
2 Wide receiver (WR) en español Ala abierta o Receptor Abierto es una posición en el

fútbol americano y canadiense que forma parte de la línea ofensiva. Especializados en


capturar los pases del quarterback para conseguir hacer touchdown o avanzar yardas,
suelen ser los jugadores más rápidos y ágiles del equipo. También se encargan de
bloquear al linebacker contrario para imposibilitarle el placaje en el caso de que sea
jugada de carrera.

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secundaria, pero todavía no me había ido para mi programa culinario en


Nueva York.

Se sentía como el momento perfecto, pensé que era lo


suficientemente mayor como para saber que esto no era el comienzo de
algo.

Pero como siempre había querido darle más, darle todo, lo hice.

Entonces me fui y nunca volví.

Han pasado tres años desde que vi a esos chicos, o a cualquiera de


este lugar, en realidad.

Es hora de volver a casa.

El lugar de mi abuela, bueno, mi lugar ahora, está lleno del pasado.


Mientras camino a través de la vieja casa de campo, es como caminar a
través de una casa llena de fantasmas.

Mi casa de fantasmas.

La abuela murió hace un mes. Había estado en un centro de


cuidado los últimos años de su vida, en una ciudad mucho más grande.
Iba a visitarla, por supuesto, pero había un largo viaje en coche hasta
Willow Creek y había perdido contacto con todo el mundo aquí. No había
nadie por quien volver.

Cuando el abogado me llamó para decirme que mi abuela me había


dejado la casa, junto con el dinero suficiente para comenzar el negocio
que siempre había soñado con abrir, pareció un nuevo comienzo.

El nuevo comienzo que necesitaba. Especialmente desde el


momento en que le conté a Nick las noticias sobre la herencia, él puso

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los ojos en blanco, y dijo que prefería morir que vivir en una ciudad como
Willow Creek, que estaba tan lejos a través del país como se puede llegar
a estar desde donde vivía en Nueva York.

—¿De veras, prefieres morir? ¿Incluso te das cuenta de lo


insensible que es eso? Mi abuela acababa de morir, Nick.

Ignorando mis sentimientos, continuó:

—No me mudaré allí, estoy empezando mi práctica en Nueva York,


no puedo irme.

Nick estaba en la escuela de postgrado para ser terapeuta, y era


bueno. Podía seguir intentando arreglar a la gente mientras no fuera yo.

—La casa de la abuela es lo más parecido que tengo a una familia.

Nick me miró con lástima en los ojos, como si yo lo tuviera todo


mal.

—¿Una casa de mierda en las afueras de una ciudad de mierda es


tu familia?

Cuando no le respondí, él entrecerró los ojos con una confianza que


había llegado a odiar, y dijo:

—No seas ridícula, quédate y cásate conmigo, yo puedo ser tu


familia.

Supe que habíamos terminado cuando dijo eso. Al fin y al cabo,


nunca me había imaginado casada con un hombre.

Siempre me había refrenado de googlear a Luke, nunca había


buscado su nombre en Facebook.

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Durante los últimos tres años traté de ignorar el hecho de que él


nunca vino a buscarme. Pero nunca he sido el tipo de chica que necesita
a un hombre para ser feliz.

Es por eso que le di a Nick un impertinente signo de paz, mientras


me alejaba con un remolque de U-Haul3 atado a la parte trasera de la
furgoneta que compré una vez que el dinero de mi abuela fue depositado.
No lo necesitaba, como no había necesitado perseguir a Luke y pedirle
más.

La cosa es que puede que no necesite a Luke, pero maldita sea,


siempre lo he querido.

Lo quiero.

Me trago ese deseo mientras camino por la casa casi vacía donde
crecí. En la cocina, paso la mano sobre la encimera de la abuela. No
queda nada en esta casa que deba hacerme llorar, pero de todas formas
me limpio las lágrimas. Estamos a finales de octubre y mirando por la
ventana sobre el fregadero puedo ver las hojas de los árboles de color
naranja y rojo oscuro, dispersas en el patio vacío.

Y todo lo que recuerdo es cuánto amaba mi abuela esta época del


año.

Todavía puedo imaginar sus manos gruesas pelando decenas de


manzanas, las de su huerto y cortándolas para ponerlas en sus tartas de
manzana. Ella quitaba la piel, recitándome la receta cada vez.
Mantequilla helada, harina tamizada. Levantaba el dedo mientras me

3U-Haul es una compañía norteamericana especializada en el alquiler de remolques y


camiones para la mudanza.

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recordaba que lo hiciera lentamente. Todas las cosas buenas valen la


pena la espera, no puedes apresurar el amor, Hayley.

Yo me reía, por supuesto.

Abuela, estás haciendo una tarta para el Festival de Halloween.


¿Qué tiene que ver con el amor?

Ella sacudía la cabeza, lo que nos confundía más a menudo de lo


que a cualquiera de nosotros le gustaba admitir.

Dulzura, decía ella, el amor tiene que ver con todo.

Sus palabras no me llegaron entonces, pero cuando la vida de la


abuela dio paso a la demencia, empecé a entender. La vida es demasiado
apresurada. Ahora, si puedo reducir la velocidad, lo haré.

Es exactamente lo que planeo hacer aquí, en Willow Creek. Voy a


abrir una panadería y ayudar a la gente a caer lentamente en el amor,
un pastel a la vez.

Me toma unas horas descargar el U-Haul, lo cual hago casi con la


misma gracia que una vaca. Puedo tener todas mis posesiones mundanas
esparcidas en cajas sobre el suelo de madera dura, pero no puedo ni por
mi vida encontrar las bolsas de basura. O las bombillas. Las que
realmente necesito, teniendo en cuenta que todas están quemadas y está
oscureciendo.

Sin mirarme en el espejo del baño, tomo las llaves. Mi pelo oscuro
es un moño desordenado, amontonado en la parte superior de mi cabeza,
y estoy usando un par de leggings, una sudadera con capucha con las

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palabras “La calabaza especiada es lo mío” bordadas en el frente, y Uggs4,


que es básicamente la única cosa que siempre quiero en mis pies después
de una larga mañana de pie delante de una batidora Kitchen-Aid.

La gente puede pensar que las manos de un panadero son lo


primero que debería doler, ya sabes, después de todo ese amasado, pero
la verdad es que son mis pobres pies los que me duelen después de un
día de trabajo.

El día de la mudanza no es exactamente el día que consigues estar


hecha una muñeca, la verdad es que aún no poseo ropa que pueda ser
clasificada de otro modo que de elegante chica de panadería, que se
compone de camisetas con frases chistosas, zuecos y vaqueros ajustados.
Puedo tener veintidós años, pero ser fashionista5 nunca ha sido mi
prioridad. Otra cosa que le molestaba a mi ex, Nick.

Siempre quería que pareciera más adulta. Pero tengo una camiseta
que dice literalmente “Ser adulto está sobrevalorado”. Él odiaba que la
llevara.

No importaba cuánto me empujara él, sus opiniones nunca


influyeron en mí. Decidir el sabor de glaseado que tendrán mis cupcakes
siempre ha sido una prioridad más grande que cuál lápiz de labios
comprar.

Sin embargo, cuando llego con el U-Haul a la ciudad, y me


identifican inmediatamente como Hayley Adams, la chica que se fue justo
después de terminar la secundaria a un lujoso programa culinario en
New York, por un chico que no puedo reconocer aunque me vaya la vida

4
Las botas UGG (también conocidas como uggs) son unas botas unisex hechas de piel
de oveja a doble cara con un forro polar en el interior, exterior curtido y normalmente
de suela sintética.
5 Fashionista es una persona que siente devoción por la moda, principalmente por las

prendas únicas o de alta costura.

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en ello, no puedo evitar preguntarme si debería haberme duchado antes


de hacer mi gran entrada en Willow Creek.

Le doy al chico mis llaves y le agradezco con una sonrisa apretada.

El cielo está oscuro cuando salgo en el estacionamiento del


supermercado. Las brillantes calabazas anaranjadas se alinean en la
entrada exterior y los tallos del maíz están firmes. Hay una señal grande
que anuncia la Fiesta de Halloween de Willow Creek y no puedo menos
que torcer los labios, recordando la última vez que fui a ese
acontecimiento. Se siente como hace una vida.

Noto a un grupo de adolescentes tratando de conseguir que alguien


les compre una cerveza. Un empleado de la tienda sale, gritando:

—Salid de aquí o llamaré al sheriff Barton.

Mientras me dirijo al supermercado y tomo un carrito, mi mente se


inunda de recuerdos. El sheriff Barton sigue aquí, el padre de Luke y
Chris. Bueno, el padre de Julie también. Pero Julie es cinco años menor
que yo, así que no era tan cercana a ella como a los chicos. Sin embargo,
no puedo dejar de preguntarme si los chicos están todavía en Willow
Creek.

Tomo bolsas de basura, una docena de bombillas y una enorme


botella de lejía. La casa de la abuela está sucia y necesita ser limpiada de
arriba a abajo. Luego me dirijo a la parte posterior de la tienda para
conseguir otros elementos de primera necesidad.

Tomo una caja de leche, torciendo los labios, llena de indecisión.

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No me doy cuenta cuando alguien se acerca detrás de mí, se inclina


lo bastante como para susurrarme en el oído, lo suficientemente cerca
como para asustarme.

—Boo. —Es todo lo que dice.

Pero es suficiente para saber quién está aquí, presionado contra mi


espalda como si fuera alguien familiar.

Porque es alguien familiar.

Me doy la vuelta, con los ojos muy abiertos.

—Maldita sea, Luke, me asustaste.

—¿Qué diablos hace la infame Hayley Adams aquí, en Willow


Creek? —Luke me mira de arriba abajo, sacudiendo la cabeza como si no
pudiera creer lo que ven sus ojos—. Quiero decir, aparte de debatirte
sobre uno o dos por ciento6.

Abro la boca, pero no tengo palabras. Por supuesto, soñé que


todavía estaría aquí. Y por sueño, me refiero a volverme demasiado íntima
conmigo misma mientras me imaginaba verle de nuevo.

Tocándolo otra vez.

Y aquí está, con su cálido aliento en mi oído. Lo disimulo, queriendo


mantener algo de él cerca, demasiado asustada de que esto no sea real.
Él y yo de pie aquí, en la parte de atrás de la única tienda de comestibles
de la ciudad, hablando de la leche cuando, maldita sea, en el momento
en que lo miro estoy llenando de crema mis vaqueros. Y por vaqueros, me

6
De acuerdo con the American Heart Association (Asociación Cardiaca Americana),
(AHA, por sus siglas en inglés), la leche de 1% provee ligeramente mayores nutrientes
que la de 2%, además de contener menos calorías, grasas, grasas saturadas y colesterol.

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refiero a mis leggings. Y por crema, me refiero sí, a él... que es tan caliente
como siempre.

Pero diferente. Más oscuro Más grande. Más aterrador.

Luego me mira, y su pequeña media sonrisa me recuerda que este


es el chico que conozco desde siempre. Puede parecer diferente, pero
sigue siendo Luke Barton.

—Mucho tiempo sin verte, Luke —digo, recordando cómo hablar


como un ser humano real. Recordando que la persona delante de mí es
Luke. No es un lobo feroz. Lo empujo a un abrazo, notando los tatuajes
a través de su antebrazo y nudillos, sin querer mirar fijamente, pero
queriendo saber desesperadamente qué palabras grabó tan
permanentemente en sí mismo.

Deseo estar grabada también en algún lugar en él, aunque sé que


me fui antes de tener un lugar permanente en el corazón de Luke Barton.

Me alejo.

Él se pasa la mano por la mandíbula. Leo sus nudillos: “Parte


Lobo”. De repente me hubiera gustado quedarme.

—Hayley, te ves...

—¿Igual? —Me río, encogiéndome de hombros—. Tú te ves...

—¿Como la mierda?

—Iba a decir cansado.

Luke traga, sus ojos no se alejan de los míos.

—Han sido tres largos años, Hayley.

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Asiento instintivamente, aunque sin saber lo que quiere decir. Debe


ver mi confusión.

—Larga historia —dice, cubriendo la pausa incómoda que he


creado—. Pero, uh, ¿qué estás haciendo aquí?

Miro en mi carrito de compras a las bolsas de basura negras y la


botella de lejía. Me río y digo:

—Limpiar una escena del crimen.

Los ojos de Luke se profundizan, luego retrocede un poco.

—Lo siento. —Me meto un mechón suelto detrás de la oreja,


mirando el suelo de linóleo, dándome cuenta de que hacer chistes sobre
un asesinato no es exactamente el modo de reavivar cualquier chispa
romántica que hubiera ardido brevemente. Señalando el refrigerador,
agrego—: Estaba buscando leche, obviamente.

—Largo viaje por un poco de leche.

Nerviosa, me las arreglo para decir:

—Cierto. No. Me estoy mudando, mudándome aquí, a la vieja casa


de mi abuela. Murió hace un mes y me la dejó.

—Maldición, lo siento, Hay. —Su voz lleva un tono serio, uno que
no he escuchado nunca del playboy Luke Barton. La última vez que lo vi
era imparable, se iba a la Universidad de Washington con una beca

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completa de fútbol, con más fanfarronería que Macklemore7—. No me di


cuenta de que todavía era la dueña. Ha estado vacía durante años.

Su teléfono suena y se lo saca del bolsillo. Mis ojos lo siguen y


aterrizan en su ingle, retrocediendo instantáneamente en el tiempo.

Luke escribe en su teléfono, luego me mira.

—Lo siento, Hay, era Chris. Estoy trabajando para su empresa de


construcción estos días, y tenemos un trabajo esta noche. Ya llego tarde.
Su chica, Stacy, está molestándome sobre la cena que debo recoger. —Se
inclina para darme un abrazo, y no es incómodo.

Nada fue incómodo entre Luke y yo.

Mientras me aleja, registro su comentario sobre su hermano.

—¿Stacy Collins?

—La única.

—¿Y está saliendo con Chris?

Sacudo la cabeza, recordando a mi mejor amiga de la infancia.


Salvaje, bárbara y completamente inestable. Estaba tan lista para
abandonar Willow Creek como yo.

Luke se ríe.

—Lo sé, ¿verdad? Trabaja en el bar de moteros ahora, ya sabes, el


que está fuera de la ciudad.

7 Ben Haggerty (Seattle, Washington, 19 de junio de 1983), conocido por su nombre


artístico Macklemore y anteriormente como Professor Macklemore, es un rapero
estadounidense.

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—Puedo verla allí totalmente.

Sonreímos, con los ojos cerrados, pero apuesto a que nuestras


mentes están en lugares totalmente diferentes.

Le doy un último saludo antes de que se aleje y él se vuelve,


mirándome por encima del hombro.

Parece que todos hemos encontrado nuestro camino de regreso a


casa.

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Conduzco de nuevo hacia casa de la abuela sin pensar siquiera en


la calle en la que estoy girando y cuándo. Mi mano mueve por instinto el
intermitente, gira las ruedas y lo siguiente que sé, es que estoy en casa.
Mi cuerpo recuerda cosas que yo no.

Pero de nuevo... mi cuerpo parece recordar un montón en este


momento.

Todo.

Después de que Luke se alejó, terminé mis compras, asegurándome


de coger una botella de vino blanco, con los muslos apretados. Lo cual
puede parecer insano o dramático, pero es cierto. Mi cuerpo recuerda
cosas que había olvidado.

La forma en que su boca se estrelló contra la mía.

La forma en que apartó mis rodillas, sus dedos tocando mi húmedo


coño. Tomándome de la manera que tanto había deseado que me tomara.

Cierro el maletero de la furgoneta, las asas de plástico de las bolsas


de la tienda de comestibles cavando en mis muñecas. Pateando para
cerrar la puerta principal con el talón, uso mi teléfono como linterna,
empujando lejos los recuerdos de aquel Halloween cuando Luke me trajo.

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La casa está oscura, vacía y no puedo hacer mi camino hasta la


cocina lo suficientemente rápido. Buscando en las bolsas de alimentos,
encuentro la caja de bombillas y agarro una silla para subirme. No soy
alguien que se moleste por estar sola en una casa. Al menos no creía que
lo era.

Ha pasado mucho tiempo desde que estoy realmente sola.

Apoyándome en la silla, enrosco una bombilla en la cocina,


pensando lo extraño que es que me fuera el día después de Halloween
hace tres años... y ahora estoy de vuelta una semana antes de las fiestas.

Después de guardar los alimentos, me aseguro de que las puertas


delantera y trasera estén cerradas con llave. Luego vuelvo a comprobar.
Willow Creek siempre ha sido un lugar seguro, pero todavía estoy sola,
en una granja de dos pisos que ha estado vacía durante demasiado
tiempo.

En el dormitorio, pongo una bombilla en la lámpara que solía usar


de niña, siempre leyendo hasta bien tarde por la noche. Cayendo en el
hoyo de conejo con Alicia, repitiendo hechizos más tarde mientras leía
“La piedra filosofal”8.

Podría usar algo de magia ahora mismo. Tal vez un hechizo de


sueño, para ser sincera, porque después de atravesar el país para llegar
aquí, combinado con descargar mi mierda yo sola, estoy agotada.
Agarrando una bolsa llena de mis artículos de tocador, la lanzo sobre mi
hombro y luego me sirvo una copa generosa de vino.

Necesito un baño. Inmediatamente.

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Se refiere a los libros Alicia en el país de las maravillas y Harry Potter y la piedra
filosofal.

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Derrochar en ropa bonita puede que nunca haya sido mi cosa, pero
me gusta bastante gastar dinero en sujetadores y bragas. Mientras me
desnudo, no puedo dejar de desear que Luke me hubiera visto en este
conjunto rosa pálido en lugar de mis ropas sudorosas. Con el agua
corriendo, añado gotas de aceite esencial de menta en la bañera, al
instante creando un húmedo vapor.

Tomando el vino, vale, tragándolo, mi mente se calma. Me observo


en el espejo de cuerpo entero, recordando de nuevo. Me quito las bragas,
desabrocho mi sujetador y paso mi mano sobre mis pechos desnudos,
cayendo en un viaje de recuerdos al pasado porque sé que mi cuerpo lo
anhela.

Lo estoy ansiando.

Entrando en la bañera, apago el grifo y exhalo. Cerrando los ojos,


dejo mi mano bajar, pasando un dedo arriba y abajo por mi coño. Dejo
escapar un suave gemido, hundiéndome más dentro de mí.

Luke está en mi mente, por supuesto y el Halloween de hace tres


años.

Stacy y yo estábamos comprando disfraces en una pequeña tienda


unos cuantos pueblos más allá. Seguía insistiendo en que nos
disfrazáramos como un ángel y demonio sexy.

—Mi abuela moriría si saliera de casa en lencería.

Stacy movió las cejas.

—Arréglate en mi casa, puedes ir como diablo si quieres, creo que


es hora de que cometas algunos pecados.

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Me encogí de hombros. Nos habíamos graduado de la escuela


secundaria en la pasada primavera, pero yo todavía era virgen. Stacy
pensaba que era ridículo.

—Oh, mira, son los chicos Barton. —Stacy señaló a la entrada y yo


giré mi cabeza tan rápido que podría haberme dado un traumatismo
cervical—. So, caballo —bromeó Stacy, pellizcando mi trasero. La golpeé
con la mano, sintiendo que mi cara ardía.

Sabía que sentía algo por Luke, pero que nuestra relación estaba
firmemente en la zona de amigos.

—Oye, Luke, Chris —dijo Stacy, saludándoles.

Amplias sonrisas se extendieron por sus caras y Chris me envolvió


en un abrazo de oso, levantándome del suelo.

—Ha sido mucho tiempo, Hay —dijo Chris, dejándome al suelo—.


Te ves tan... mayor.

Había estado en la Universidad de Washington durante dos años,


y Luke había estado allí hace poco más de un año.

—Sí, os fuisteis a la universidad y nos dejasteis —dijo Stacy,


fingiendo hacer pucheros.

Sentí los ojos de Chris en mí, mirándome como si fuera alguien que
él nunca había visto antes.

Recuerdo haber reposicionado mi bolso sobre mi pecho, no


queriendo llamar su atención.

Siempre quise que Luke tuviera ojos para mí.

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—¿Ambas vivís en Willow Creek? —preguntó Luke. No habíamos


mantenido el contacto, habría sido raro. Los chicos Barton eran mayores,
habían comenzado sus vidas. Yo era solo la vecina amiga con la que
corrían en la escuela secundaria.

—Estoy aquí, pero me voy la semana que viene, tengo que comprar
un billete de ida —alardeo Stacy. Estaba orgullosa de ella. Había
trabajado de camarera durante todo el verano, ahorrando sus propinas y
finalmente tenía suficiente respaldo para comenzar su aventura en
solitario—. Lo mismo ocurre con la pequeña Miss Mojigata.

—¿Te vas, Hay? —arqueó Luke una ceja, sin creerlo por un
segundo.

Asiento.

—Me mudaré a Nueva York. Volaré mañana. Stacy y yo hicimos un


pacto en el último año de que nos iríamos de aquí al mismo tiempo y
nunca miraríamos atrás.

Chris silbó.

—Maldita sea, estoy impresionado, señoras.

Stacy cruzó los brazos no tan discretamente, empujando hacia


arriba su escote y mordí una sonrisa. Esta chica tenía juego.

—¿Qué estáis haciendo en casa? —preguntó ella.

—Volvimos para el Festival de Halloween. Julie insistió en que


viniéramos, es su fiesta favorita.

—Eso es bonito. Solía ir a ver a tu madre este fin de semana,


¿verdad? —pregunté.

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—Nuestra madre se mudó a Phoenix durante el verano. Además,


Julie es estudiante de segundo año, dice que quiere quedarse para el
Festival de la Cosecha.

—Eres tan bueno con ella —dije, sonriendo—. Entonces, ¿de qué
te vas a disfrazar?

—No tengo ni idea de nada —dijo Chris mientras todos


empezábamos a repasar un estante de disfraces—. Pero Julie dijo que
mejor sería que fuera bueno.

—Sin presiones —me reí, sacando una capa roja—. Podría ir como
Caperucita Roja.

—Oye —gimió Stacy—. ¿Qué pasó con ser el diablo?

—Ambos llevan rojo. —Luke se encogió de hombros—. Además, no


hay manera en el infierno que Hayley Adams se disfrace de chica mala.

—Podría ser el Cazador —dijo Chris en tono animoso—. Llevaré un


traje completo con una camisa de franela, tirantes y un hacha falsa.

—¿De verdad? —pregunté—. ¿Lo harías?

—Por ti, por supuesto —dijo Chris.

Una vez más, tuve la sensación de que me miraba un poco


demasiado de cerca, pero cuando Luke empezó a hablar, estaba toda
atenta.

—Entonces seré el Lobo Feroz. —Agarró una percha con un traje


de lobo—. Mira, es el destino.

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—El destino, ¿eh? —Los ojos de Stacy se abrieron de par en par—.


En ese caso, a la mierda ser un ángel, yo soy la que elije ser traviesa
mañana por la noche.

Llevó un pequeño vestido rojo sobre su hombro y se dirigió a los


vestuarios.

La noche siguiente, vestida con la capa roja, una cesta de picnic


colgada de mi brazo, llena de dulces recién horneados de mi abuelita,
entré en el Festival de Halloween con Stacy a mi lado. Por supuesto, al
momento en que llegamos ella estaba buscando a alguien con quien
pudiera cometer un pecado o dos.

Yo también estaba buscando la zona. Mis ojos se acercaron a la


única persona que quería ver.

No habíamos hablado excepto en la tienda de disfraces y anhelaba


sus palabras, sus ojos en mí.

Estaba en un rincón, con la máscara de lobo sobre el rostro, con


unos pantalones negros apretados que me hacían sonreír como una
tonta. Me encantaba que Luke fuera siempre a por todo, nunca haciendo
nada a medias. Muchos chicos se habrían burlado de un traje con una
cola, bigotes y orejas. Pero de alguna manera Luke lo había conseguido.
Lo había conseguido todo.

Todo dentro de mí suplicaba estar más cerca de él.

El festival era en el antiguo gimnasio de secundaria. Había juegos


de carnaval en el perímetro, pero él estaba parado en el borde de la pista
de baile, como si me estuviera esperando.

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Estoy segura que no, pero mis pezones se endurecieron ante la


posibilidad.

—Qué ojos más grandes tienes —dije mientras me acercaba a él.

—Son para verte mejor —dijo, meneando las cejas. Nos reímos y
luego hubo una pausa. Una pausa que decía tanto—. Te ves hermosa,
Hay.

—Te ves... hambriento —bromeé, sin saber qué hacer con su


cumplido.

—Lo estoy. —No estaba bromeando entonces y sentí que mi pecho


se apretaba, mi corazón en llamas. No me estaba imaginando cosas. Luke
se acercaba a mí por primera vez en mi vida.

Justo en ese momento, las luces se atenuaron y la música


comenzó. Una vieja banda de bluegrass tocaba violines en el escenario y
niños corrían por todas partes, vestidos como brujas y hadas y de repente
se sentía como un sueño.

Un sueño hecho realidad.

Luke tomó mi mano, yo puse la cesta sobre una mesa y luego


estaba dando vueltas por la pista de baile, como si lo hubiéramos hecho
cien veces. Y de alguna manera lo habíamos hecho, habíamos pasado
nuestra infancia jugando a las luces de linterna y persiguiéndonos el uno
al otro en el recreo. Pero ahora estaba en sus brazos, no estaba huyendo.
Me había atrapado.

Vi a Chris entrar en el gimnasio y Luke me dio la vuelta, pero no


quería parar.

Estábamos riendo y debíamos haber parecido el par perfecto.

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Sabía que no duraría para siempre, esta magia, pero justo


entonces, era real. Me iba el día siguiente y Luke estaba en la
universidad, nuestras vidas nunca podrían cruzarse de nuevo.

Cuando la música se ralentizó y los brazos de Luke se soltaron


alrededor de mi cintura, no dudé. Tiré mis manos alrededor de su cuello,
levanté mi barbilla. Ofreciéndole todo.

Sus labios chocaron contra los míos. Mi boca se separó, deseando


esto de una manera como nunca había querido otra cosa.

Su lengua estaba caliente y empujó más allá de mis dientes, sus


manos me acercaron más a él y la sala giró alrededor de nosotros. Nos
besamos, el fuego entre nosotros evidente. Sus labios sabían delicioso y
nunca quería parar.

—Maldita sea —dijo, cuando nos separamos para recuperar el


aliento—. He querido hacer eso por un tiempo jodidamente largo.

—¿De verdad? —Sabía que mi voz sonaba inocente, ingenua. Pero


entonces lo era. Había experimentado tan poco y mi deseo más profundo
era que Luke fuera mi primero.

Primero y último.

Pero incluso entonces, sabía que eso era alcanzable. Esperaba que
esta noche fuera suficiente.

Miré alrededor del gimnasio, tratando de estabilizar mi corazón


palpitante. Vi a Chris acercarse a nosotros, con las cejas fruncidas, los
ojos oscuros. Lo miré mientras se giraba sobre sus talones, corriendo
fuera del gimnasio.

Volví a mirar a Luke, él vio todo lo que hice.

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Pero, ¿qué se supone que debíamos hacer?

Me besó otra vez, silenciando cualquier inseguridad que pudiera


haber revelado. Esta vez el beso fue más caliente, más profundo.

Hambriento.

—Vamos —dijo, tomando mi mano—. Si nos quedamos aquí más


tiempo mis manos van a levantar tu vestido. —Debí parecer
escandalizada, porque se inclinó, susurrando en mi oído—. Sabes, en la
historia, el lobo devora a caperucita.

Asentí, los ojos cubiertos por la capucha de mi capa. La empujé


hacia atrás.

—Entonces es hora de cenar.

Luke no dijo nada, sino que me tiró a través de la multitud y me


llevó al bosque.

Solos.

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Sostener su mano en la mía se siente bien. Casi demasiado bien,


tentándome a hacer más que solo acariciar sus pequeños dedos en mi
palma. Paso mi dedo por encima del punto de pulso en su muñeca y Hay
tiembla. Le doy una sonrisa lobuna mientras la empujo más lejos en el
bosque.

—¿A dónde vamos? —pregunta casi con miedo. No sé por qué, pero
esto me excita. Siempre me ha encantado darle un buen susto.

—Quiero mostrarte algo en el bosque —le digo con un guiño,


empujándola entre los árboles. Mira por encima del hombro con una
expresión preocupada y simplemente sonrío—. No te preocupes por
Stacy, ella estará bien. Chris se asegurará de ello.

—Está bien —dice con voz suave.

Los árboles nos envuelven ahora y sólo la luna llena queda para
guiarnos. Mis ojos vagan por el cuerpo sexy de Hayley y me pregunto si
ella siquiera sabe lo jodidamente caliente que es. Lo que le hace a mi
mente... Lo que le hace a mi cuerpo en mis sueños.

Después de caminar durante varios minutos, finalmente llegamos


a un pequeño claro en el bosque. Hay un antiguo puesto de vigilancia en

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medio de éste y Hayley jadea cuando lo ve, su mano volando hasta su


boca.

—¿Recuerdas este lugar? —le pregunto con una gran sonrisa,


sabiendo muy bien que sí. De niños, pasamos mucho tiempo aquí.

—Por supuesto que sí —dice ella, golpeando mi antebrazo


juguetonamente y sus bonitos ojos brillan—. ¿Podemos subir allí? ¿Aún
está abandonado?

—No exactamente —respondo con otro guiño—. Como que lo he


hecho mío. Quiero decir, ha estado abandonado durante tanto tiempo
que pensé que podría. ¿Quieres ver?

—Sí —asiente de inmediato—. Por los viejos tiempos.

Intercambiamos sonrisas y la ayudo a subir por la destartalada


escalera. Subimos al pequeño espacio de madera y ella suelta esa
encantadora y brillante risa suya cuando sus ojos ven la habitación.

No es nada lujosa, es pequeña y apenas amueblada con algunas


almohadas y alfombras en el suelo. No se lo digo a Hay, pero he venido
aquí más a menudo de lo que me gustaría admitir.

He estado tratando de escapar de alguna mierda y se siente como


si esta improvisada casa del árbol fuera mi nuevo hogar a veces. Es el
único lugar donde tengo un respiro. Ser yo mismo. Y nunca se lo habría
mostrado a menos que confíe en ella completamente.

Mirándola mientras se arrastra sobre las almohadas y me da una


sonrisa, mi respiración se traba. Es tan jodidamente hermosa, tan
delicada y tan perfecta. Sé que su vida no ha sido fácil tampoco y sé que
nos hemos distanciado.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

He hecho todo lo posible para alejarme, en realidad. Soy malo para


ella y no quiero que se involucre demasiado conmigo. Pero al verla en esa
tienda de disfraces y luego en la fiesta, Dios, no puedo quedarme alejado.

Siempre ha sido Hay y yo.

—¿Te importa si me uno a ti? —le pregunto con una sonrisa.

Ella asiente con timidez y me siento sobre las almohadas. Ella se


acuesta sobre su espalda y me quedo a su lado, mis dedos yendo a su
cuello. Sus pupilas se dilatan y sus ojos se ensanchan mientras
lentamente pongo mi mano en su garganta.

Lentamente, le aprieto el cuello y ella jadea, el sonido más dulce,


más pequeño y más pecaminoso que me vuelve loco. Le acaricio su bonita
garganta, mis dedos vagando por su cuello y acariciando su clavícula,
queriendo jugar con el tirante de su sujetador. Pero no estoy seguro que
deba hacerlo. Suspiro, me alejo y Hayley jadea.

—No puedes hacer eso —dice ella y le doy una mirada divertida.

—¿Hacer qué, cariño?

—Llevarme a todo... —agita sus manos en el aire y haciéndome reír


en voz alta—. Y después parar. No puedes hacerme eso.

Me inclino más cerca de ella, mis labios casi en su oreja. Le aliso el


cabello y le doblo un mechón detrás de la oreja y exhala con un largo
suspiro.

—Entonces, ¿qué quieres que haga? —susurro en su oído, viendo


la piel de gallina brotar en su cuello—. Dime, Hayley...

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e Isabella Starling Lobo Feroz

En vez de darme sus palabras, ella me da su cuerpo y me


sorprende. Yo soy el que está jugando. Yo estoy a cargo. Así que cuando
Hayley presiona su pequeño cuerpo tenso contra el mío y me besa
profundamente, apenas tengo tiempo para reaccionar.

Me besa dulcemente, pero en segundos, nuestras bocas se unen y


encajan perfectamente, como sabía que lo harían. Es deliciosa. Sabe a
fresas y malvaviscos. Quiero más.

—Hayley, no quiero hacerte daño —murmuro en su cabello cuando


me da un momento para respirar.

—Entonces no lo hagas —dice con una sonrisa, jugando con el


dobladillo de su vestido. Mis ojos vagan hacia el sur y la veo revelar un
muslo para mí. Está destrozando mi mente. La deseo. La necesito.

—¿Estás segura? —le pregunto suavemente y nuestros ojos se


conectan una vez más. Su mirada es sincera y dulce.

Asiente y es el fin del mundo, así como el principio.

Subo encima de ella, pero no la toco. Mis manos van a ambos lados
de su cuerpo y la admiro, esparcida por debajo de mí, tan jodidamente
bonita y tan jodidamente inocente.

Y yo soy el lobo feroz para devorarla...

—Tan bonita —le digo y ella se sonroja, tratando de apartar la vista.


Pero no la dejo, la hago volver a mirarme y le sonrío—. Sabes que eres
bonita, ¿verdad, cariño?

—Cállate —se ríe nerviosamente, pero pronto se interrumpe por un


gemido cuando mi boca desciende sobre su cuello y chupa su piel,

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probablemente dejando un chupetón para mañana. No me importa,


necesito tenerla, marcarla como mía.

No voy a lastimarla. Pero me aseguraré de que sepa a quién


pertenece.

Mis labios vagan por su cuello y ella gime mi nombre. Es el sonido


más dulce y necesito probarlo en sus labios. Nuestras bocas se conectan
de nuevo y chupo su labio inferior entre los míos, mordiendo suavemente.
Ella es deliciosa. Tan dulce.

—Hayley —gimo—. Tengo que hacerte mía.

—Sí —gime en respuesta, su cuerpo levantándose de las


almohadas y echándose en el suelo—. Por favor, Luke, yo... he estado
esperando tanto tiempo.

Mi mano se envuelve alrededor de sus caderas y la levanto a mi


cuerpo. Hay jadea cuando me siente frotándome contra ella, sintiendo
palpitar mi polla, sólo separada de su cuerpo por una fina capa de tela.

—¿Estás segura? —le pregunto de nuevo.

—Sí —suplica—. Sí, Luke, por favor... no tengo paciencia.

Su cuerpo se estremece y se pone a temblar cuando me pongo a


trabajar en él, besando cada rincón de su bonita persona. Cada
centímetro de ella sabe mejor, cada nueva parte que encuentro abre otro
secreto. Una marca de nacimiento en su clavícula, una pequeña cicatriz
en su brazo. Recuerdo que la consiguió cuando estábamos montando
nuestras bicis de niños.

Tengo historia con esta chica.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

Pero quiero tener un futuro con ella.

Juego con el dobladillo de su vestido y ella gime, tratando de salir


de él. Riéndome, lentamente se lo quito y ella se mueve aún más cerca,
ahora sólo en lencería. Se ve impresionante y su sujetador y bragas son
de un bonito conjunto rojo cereza.

Mi Caperucita Roja.

Mis labios tiemblan encima de su ombligo y respiro el aire caliente


en su abdomen.

—Luke, por favor... —Su voz es ronca. Podría hacerla rogar mucho
en este momento. Pero yo no soy ese tipo de hombre. Quiero ser amable,
bueno para ella. Quiero mostrarle lo jodidamente bien que encajamos.

—¿Qué quieres, Hay? —pregunto y sus manos encuentran su


camino en mi cabello, enredándose en él y acercándome.

—Te quiero a ti —ruega—. A ti Luke, por favor.

—¿Dónde? —susurro contra su piel y ella gime. Sus manos


empujan mi cabeza hacia abajo hasta que mis labios flotan a centímetros
por encima de la tela de sus bonitas bragas. Presiono un dedo en su
centro y ella se estremece—. ¿Aquí preciosa?

—Sí —gime—. Sí, justo ahí...

La desnudo de sus bragas en un movimiento y mi boca se hace


agua a la vista de su coño. Necesito probarla.

Mi cabeza se sumerge entre sus piernas y le doy una lamida


vacilante. No he hecho demasiado esto, pero, mierda, no puedo resistir.

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Frankie Love
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Ella es jodidamente especial. Demasiado deliciosa y demasiado buena


para mí.

—Oh, Dios mío. —Hay muerde mientras lamo su clítoris—. Oh,


Dios Luke, no pares.

Chupo su pequeño nudo de nervios en mi boca y ella arquea su


espalda de nuevo, sus piernas alrededor de mi cuello. Con mi mano libre,
presiono sobre su estómago para tener mejor acceso y ella gime tan
deliciosamente que me siento palpitando entre mis piernas.

—Oh dios —jadea—. Dios, Luke, necesito más. Necesito mucho


más de ti. Fóllame, Luke...

—¿Qué has dicho? —pregunto y se ruboriza cuando levanto los


labios de su coño mojado—. ¿Qué quieres, preciosa?

—Umm... —murmura y delineo sus labios vaginales con mis dedos,


provocándola hasta jadear—. Fóllame, Luke, por favor...

—¿Así? —susurro colocando un dedo contra su entrada, probando


suavemente—. ¿Cómo esto, Hayley?

—Sí —gime—. Más por favor...

Intento ir más profundo, necesito sentir sus paredes contrayéndose


en torno a mí, pero me encuentro con resistencia. Mis ojos se ensanchan
cuando me doy cuenta. Ella vuelve la cabeza, pero la hago mirarme,
subiéndome encima de ella.

—Hay —digo suavemente.

—No —solloza.

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—Hay. —Le doy una mirada paciente—. ¿Eres virgen, Caperucita


Roja?

Ella se menea debajo de mí y le doy una sonrisa. Sé cómo obtener


la respuesta de ella, pero no le va a gustar.

Mis dedos recorren su piel desnuda y empiezo a hacerle cosquillas.


Es un truco que aprendí cuando éramos niños. Ella está riéndose y
suplicándome que pare.

—¡Está bien, está bien, lo soy! —jadea

Cedo y la dejo recuperar el aliento.

—Entonces, ¿qué? ¿Me mandas a casa? No soy lo suficientemente


experimentada para ti, ¿cómo todas esas chicas universitarias?

Está haciendo pucheros y es la cosa más linda del mundo. Le hago


cosquillas y me frunce el ceño.

—¿De verdad crees que haría eso, Hay? —pregunto suavemente y


se niega a contestar. Así que le doy mi propia reacción a su pregunta.

Me saco la camiseta y sus ojos se entrecierran cuando entran en


contacto con mi pecho. He estado entrenando mucho más en la
universidad y sé que hay músculos en mi cuerpo donde antes era delgado
y larguirucho de niño. Ella probablemente estaba acostumbrada a verme
así, o tal vez en la forma en que estaba en la escuela secundaria, pero ya
no soy sólo un niño o un deportista. Ahora soy un hombre.

—¿Crees que no te deseo, preciosa? —pregunto duramente y ella


traga mientras tomo suavemente su mano y la guío hacia mi palpitante
polla.

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—Jesús —deja salir—. Oh Dios, Luke.

—Siente lo duro que me pones —le gruño—. Eso es todo para ti.
Para nadie más. Siempre has sido tú, Hay.

Maúlla como una pequeña gatita sexy y empujo abajo mis


pantalones también.

—Quítate el sujetador —le digo y ella cumple como una buena


chica. Estoy muy contento con ella. Es mejor de lo que soñé que sería...
tan dulce.

Su sujetador vuela al suelo y sus pequeñas tetas están expuestas.


Sus pezones son ligeros y rosados, un contraste agudo a esa pila
desordenada de pelo oscuro. Es jodidamente perfecta y gimo mientras
deslizo mi bóxer. Agarro mi longitud en mi mano mientras Hayley mira.

—Luke —jadea y puedo decir lo vulnerable que se siente, desnuda


delante de mí.

—Está bien, Hay —le digo sonriendo—. Sólo somos tú y yo. Sólo
nosotros.

—Te deseo —contesta—. Quiero que seas mi primero, Luke.

—¿Estás segura? —le pregunto y sus ojos se dilatan mientras


continua mirando mi polla. Asiente rápidamente y gruño mientras tiro
mis pantalones, sacando un condón de mi cartera. Se recuesta mientras
lentamente lo ruedo en mi longitud—. Puede que duela un poco —le digo.

—No pasa nada —dice ella y su pecho se alza respirando con


dificultad. Quiere esto, pero puedo decir que está nerviosa.

La beso suavemente, suspirando en sus suaves labios sensuales.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

—Está bien, Hay —digo—. Soy yo.

—Luke —contesta suavemente—. Quiero que seas tú. Siempre te


he deseado...

Sus dedos presionan contra mi amplio pecho y gruño, deseando


estar dentro de ella. Me tiene tan excitado que estoy listo para estallar,
pero estoy enfocado en cuidar de ella. Quiero que este momento sea
perfecto para ella. Para nosotros. Sigo susurrando cosas dulces contra
su boca y ella se ríe nerviosamente, arqueando su espalda para besarme,
para acercarse a mí. Y finalmente, no puedo controlarme más.

Lentamente, suavemente, empujo dentro de ella y su jadeo contra


mi boca es malditamente el sonido más dulce.

—Luke —jadea—. Oh dios, Luke...

Dejo que se ajuste a mi tamaño, siento su cuerpo romperse para


encajar conmigo, luchando al principio pero aceptándome bastante
rápido. Sus paredes se contraen a mi alrededor y yo gimo, porque joder,
se siente increíblemente bueno, como si ella fuera hecha para mí, como
si su dulce y pequeño coño fuera mío para reclamarlo todo el tiempo.

—¿Estás bien? —le pregunto, besándola profundamente—. ¿Te


duele, Hay?

Empujo más profundo dentro de ella, llenando su coño entero


conmigo, haciéndola clavar sus uñas en mi espalda y susurrar mi
nombre. Gime y lloriquea, suplicando por más con la voz más dulce y
suave cuando empiezo a encontrar un ritmo. Mis caderas giran
lentamente, empujando mi pene más profundo dentro de su coño virgen
y siento mí polla palpitar con cada empuje de mis fuertes caderas.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Dios, que bien se siente. Tan increíblemente apretada y tan mojada,


tan lista para darme la bienvenida a mi casa. Porque mi casa se supone
que se debe sentir así, enterrado hasta la empuñadura dentro de mi chica
y sabiendo que es mía para siempre. Nada nos separará.

—Hay —gimo en su sedoso cabello—. Dios, Hay, te sientes


demasiado bien.

—Te deseo —ruega—. Por favor Luke, quiero más.

Le beso las mejillas, los labios, la frente, casi febrilmente.

—Vale Hay, te daré todo, preciosa. Todo lo que quieras.

Ella gime y su cabeza gira hacia atrás. Envuelvo mi brazo alrededor


de sus caderas y comienzo a golpear en ella.

—Lo siento, Hay —le digo—. Necesito ir más rápido...

—Sí, por favor —responde—. Más rápido, por favor. ¡Oh!

De repente, la siento oprimiendo su ya increíblemente apretado


coño pulsando y contrayendo alrededor de mi polla, sus uñas rojas
hundiéndose en mi espalda y arañándome.

—Muy bien —le digo con una sonrisa perversa—. Córrete para mí,
preciosa.

Y lo hace, chillando mi nombre con todo su cuerpo temblando. Y


no puedo parar, sigo arremetiendo en ella y follándola, mis ojos adheridos
a los de ella, mientras vuelve en sí, gimiendo y diciendo mi nombre como
si fuera una jodida oración.

Sonríe, casi delirante.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

—Joder, Hay —jadeo.

—Por favor.

Una sola palabra de ella es todo lo que necesito y me siento


hinchándome, mi polla bombeando y su coño apretando y dios, es
demasiado...

—Dios, Hay —resoplo—. Eres. Tan. Jodidamente. Perfecta.

Hayley tiene los ojos clavados en los míos. Sonríe y susurra:

—Eres mi lobo feroz.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

El encuentro no fue exactamente como había planeado. Me había


prometido años atrás que si alguna vez me encontraba con Hay otra vez,
le diría todo.

Por supuesto, no puedo hacer exactamente eso la primera vez que


la veo, pero todavía me duele el pecho, sabiendo que ella no sabe toda la
verdad. Al menos debí pedirle su número. Maldita sea, soy un idiota.

Pero verla de nuevo así... Fue una locura y jodió mi cabeza. La


quiero aún más ahora, los recuerdos y cicatrices tan frescas como lo
fueron el primer día después de acostarnos juntos.

Me maldigo mentalmente y pateo una roca en el camino a casa.


Dios, soy jodidamente patético. Para un tipo con un pasado tan oscuro
como el mío, soy un tonto domesticado hasta el infierno y de vuelta.

Pero es Hayley, me recuerdo gentilmente. Hayley. ¡Maldición!

Siempre ha sido ella y siempre lo será. No hay manera de quitar


ese hecho.

Mientras camino de regreso a casa y el día se transforma en noche,


recuerdo el tiempo que chocamos con nuestras bicicletas cuando éramos
niños. Chris casi se desmayó cuando nos vio sangrando y corrió a buscar
a mi padre o a la abuela de Hay. Pero yo fui el que se quedó con ella, la
abrazó y trató de calmarla mientras la sangre corría por su piel. Yo no

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

estaba asustado, a pesar de que había sido herido también. Sabía que
necesitaba mantenerme fuerte para Hayley y cuando su abuela llegó, se
sorprendió al encontrar a su nieta riéndose a carcajadas mientras le
hacía cosquillas.

Esos eran simples momentos y ahora son meros recuerdos. Pero


Dios, desearía poder devolverlos.

Finalmente llego a casa cuando oscurece afuera, con mis manos en


puños en mis bolsillos y feas ideas corriendo por mi mente. Estoy
enfadado y no quiero pagarlo con Chris.

—¡Oye! —Su voz familiar me llama mientras me acerco a la casa.


Se ve feliz. De la forma que debería verme si no hubiera ido a ese infierno
de prisión. Chris parece una versión alternativa de mí y lo odio.

—Hey —le respondo, ofreciéndole una sonrisa, todavía pensado


profundamente.

—¿Estás bien? —Me pregunta con preocupación y solo me encojo


de hombros. Ahora entiende mis cambios de humor, por desgracia. Por
más que estoy tratando de deshacerme de ellos, ha sido duro para mí
después de todo lo que pasó.

—Sí —respondo—. ¿Nos vamos a trabajar pronto? ¿En el porche de


los Peterson esta noche si lo recuerdo bien?

—Sí —dice Chris con una sonrisa—. Tengo que agarrar algo del
coche. ¿Quieres hacerle compañía a Stacy?

Trato de no fruncir el ceño levantando la bolsa de comestibles que


la hará feliz.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

La ironía de mi hermano saliendo ahora con la mejor amiga de


Hayley, mientras Hay y yo no nos hemos visto en años, no pasa
desapercibida.

Éramos los que se suponía que se mantendrían en contacto.

Éramos los que se suponía que estaríamos besándonos todo


sentimentales y de cara al futuro.

Éramos los que se suponía que tenían el futuro perfecto.

Se suponía que fuéramos Hayley y yo, no Chris y Stacy.

Pero creo que así es la vida.

—Sí, claro —respondo con los dientes apretados—. ¿Está dentro?

Chris asiente y me da palmadas en la espalda mientras me dirijo


dentro de nuestra casa. Estoy viviendo con él temporalmente, aunque no
puedo decir que esté muy contento. De hecho, tengo que buscar algunos
apartamentos hoy, encontrar un nuevo lugar para llamar casa.

Miro a Chris dirigiéndose al coche mientras entro. Siento la


presencia de Stacy en nuestra casa como un ataque a todos mis sentidos.
Sus cosas están por todas partes, bonitas flores de color rosa, lindos y
ornamentados marcos de cuadros, jodidos popurrí.

Pero lo peor de todo es que está aquí constantemente también.


Nunca tuve un punto débil con Stacy como lo hizo mi hermano, pero
tengo que decir que me está poniendo nervioso aún más estos días. Por
una razón importante...

—¿Luke? —dice—. Entra.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Con un suspiro pesado, dejo los comestibles en el mostrador de la


cocina y me dirijo al comedor que está mirando hacia el patio trasero.

—Hola —le digo ásperamente, sin querer mirarla a los ojos.

—Hola, cariño —dice ella en respuesta, moviéndose


campantemente hacia mí y alisando mi sudadera con capucha—.
¿Tuviste un buen día?

—Stace, no —le digo mientras sus manos vagan por mi pecho. Pero
ella simplemente se ríe y no se detiene, dejándome sin ninguna opción.

Le agarro las muñecas suavemente y las mantengo en su lugar. He


pasado por esto con ella. No es que no sea una mujer impresionante, es
hermosa. Pero también es la novia de mi hermano y esto es inapropiado.

—No hagas esto —digo—. Sabes que no está bien.

—Es sólo un poco de coqueto inofensivo —dice, poniendo los ojos


en blanco. Se inclina para recoger una flor de una de sus orquídeas,
mostrándome su tanga en una falda cloche.

—Jesús —gimo tratando de tapar mis ojos. Eso es lo último que


quiero ver, especialmente con mi hermano justo afuera—. Por favor,
simplemente deja de hacerlo.

—Oh, Luke —dice ella, sonriéndome—. Sabes que me gusta jugar


un poco, ¿qué daño hay?

Pero a mí no me gusta jugar, no de esta manera y no con ella. Odio


que este coqueteando conmigo a espaldas de mi hermano… Está justo
fuera, por amor a Dios. Y Dios sabe lo que ella hace cuando ninguno de
nosotros está viendo. No estoy seguro tampoco si quiero saberlo.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Agarro un vaso de la cocina y vierto algo de agua fría. El agua me


calma de alguna manera y la miro.

—Basta —le pido—. En serio Stacey. Eres muy guapa. En


confianza, no necesitas toda esta atención por mi parte. Tienes a mi
hermano. Así que por favor, no me molestes más.

Y es verdad. Ella ha jugado este juego muchas veces desde que he


vuelto y he declinado cortésmente cada vez. Supongo que ahora es el
momento de empezar a frenar en serio sus pasos.

Hace una mueca y está a punto de hablar, pero no la dejo.

—Eres feliz con Chris, ¿por qué estás haciendo esto? Él te cuida,
te ama. Y si sigues así, voy a tener que decírselo. —Le doy una mirada
desesperada, esperando no herir sus sentimientos. Tiene que entender
esto.

—¿Decirle qué? —pregunta inocentemente, justo cuando oigo a


Chris abrir la puerta principal—. No hay nada que decir.

Le doy una mirada cansada y Chris entra con una gran sonrisa.

—¿De qué estáis hablando? —pregunta, acercándola a él y


presionando un beso en su frente. Ella se ríe nerviosamente y lucho
contra la necesidad de poner los ojos en blanco.

—Oh, nada especial —responde ella.

—¿Vosotros dos peleando de nuevo? —pregunta Chris con


preocupación.

—Por supuesto que no —respondo en un tono intentando ser


agradable—. Pero sabes que sólo la tolero porque la quieres.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Chris se ríe y me da una palmada en la espalda.

—Buena respuesta, hermano.

La miro fijamente y ella me da una mirada enfurecida, porque


ambos sabemos que digo la verdad esta vez. Todos empezamos a hacer
algo de comida antes de que Chris y yo salgamos al trabajo. Stacy hace
que mi hermano tome unos muffins pseudo saludables que revuelven mi
estómago y me hacen querer vomitar, mientras que yo agarro algunos Dr.
Pepper y un paquete de galletas del armario.

—Esa comida no es buena para ti, ya sabes —me dice ella con las
cejas levantadas.

—Sí, lo sé —respondo, mordiendo una galleta—. De todas formas,


¿por qué te importa?

Chris me da una mirada de advertencia y me encojo de hombros,


fingiendo no saber lo que quiere decir. Un incómodo silencio sigue y
decido romperlo con la gran noticia. Quiero decir, supongo que es ya es
el jodido momento para contarles acerca de Hayley.

—Así que, adivinad a quién vi en la tienda —digo torpemente y los


ojos se fijan en mí—. Nunca lo creeréis.

—¡Oh, Dios mío! —me agarra ella bruscamente el antebrazo y le


doy una mirada molesta—. ¿Es una celebridad? ¿Miley Cyrus? Sabes, he
oído que tiene familia aquí. Lo sabía, yo sabía que iba a aparecer en algún
momento. ¿Qué estaba vistien…?

—Tranquilízate —me rio quitándomela de encima—. No era una


celebridad, por Dios, pero esto te va gustar.

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Frankie Love
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—¿Oh? —Me da una mirada dudosa, cruzando sus brazos—.


Entonces, ¿quién era?

Miro a los dos mientras murmuro una réplica.

—¿Qué? —pregunta Chris—. No puedo escucharte.

—Es Hayley —repito, más fuerte esta vez—. Se ha mudado otra vez
a la casa de su abuela.

—¿Hayley? —la boca de Stacey se abre amplia—. Oh Dios mío, no


le he visto o hablado con ella en años. ¿Estás hablando en serio?

—Si. —Sonrío, de inmediato arrepintiéndome de haberles


contado—. Podríamos ir a verla, supongo —añado, intentando sonar no
demasiado interesado—. Sería bonito ponernos al día.

—Demonios, si —dice Stacey. Esta tan emocionada que abraza


fuerte a Chris.

—¿Tal vez el viernes después de trabajar? —sugiere Chris e incluso


él lleva una sonrisa en su rostro, por muy extraño que parezca.

Sé que Chris tuvo un fuerte enamoramiento con Hay. Nunca estuve


bastante seguro si me ha perdonado por acostarme con ella, bueno,
nunca hemos hablado en serio sobre esto. Y mejor no vamos por ahí. No
estoy seguro incluso de lo que sabe.

—Eso sería genial. —Respondo secamente, aunque ya me


arrepiento interiormente de estar de acuerdo con esto. Quiero hablar con
Hayley solo, no con mi hermano y su novia presente. Va a ser bastante
incómodo sin ellos.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Recuerdo nuestra primera noche juntos, aquella vez en Halloween.


Hace tantos años ahora, pero todavía tan fresco en mi memoria.

Me recuerdo haciéndole el amor, llenarla tan bien y escucharla


gemir mi nombre cuando se corrió con el toque de un hombre por primera
vez.

Recuerdo mis manos recorriendo su piel de gallina, sintiendo cuán


emocionada y excitada estaba por un simple aliento de mis labios
entreabiertos.

Recuerdo lo jodidamente húmeda que estaba para mí, su centro


goteando entre sus piernas, tan jodidamente desesperada por meterme
más profundo y dejarme tenerla a mi manera.

¿Por qué dejé que esto sucediera? ¿Cómo pude perderla así? Me
voy a arrepentir por el resto de mi vida, porque sabía que Hayley era
especial para mí.

Y habría permanecido mía si le hubiera dicho lo que sentía


realmente.

Pero yo quería que ella fuera a vivir la vida que había soñado,
seguro como el infierno que no iba a interponerme en el camino de los
sueños de Hayley. Y joder, en aquel entonces, yo también tenía grandes
sueños. Una beca universitaria, pensaba que era un verdadero hombre.

Un verdadero hombre le habría dicho que era todo lo que había


deseado. Pero no lo hice, y luego Julie desapareció y todo cambió
jodidamente. Me pregunto si Hayley sabe que ha estado en mi mente
todos estos años. Si ella es consciente de lo que pasó aquí, qué clase de
mierda atravesé.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Probablemente no.

Si realmente me importaba, la mantendría alejada de mi vida. Está


bastante destrozada y no necesito joder su futuro sólo porque el mío no
ha ido según el plan.

Pero algo me dice que no será tan fácil.

—Hayley Adams —dice Stacy de forma soñadora—. No puedo creer


que esté de vuelta en Willow Creek.

Y yo no puedo creer que todavía no esté en mis brazos.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Hay dos tipos de personas cuando se trata de mudarse a un nuevo


lugar. Algunas personas están bien rebuscando entre cajas de cartón
durante semanas sin cansarse, buscando la cafetera un día, y al
siguiente el secador de pelo.

El otro tipo es donde estoy firmemente plantada.

Después de unos días, la casa de la abuela parece un hogar de


nuevo. Dado que mi negocio de la pastelería va requerir de un tiempo
para levantarse, no tengo nada más que tiempo, y lo uso para mi ventaja.
Barro. Friego. Limpio. De rodillas, limpio el horno y rocío desinfectante
en la taza del inodoro.

En el cobertizo, encuentro un viejo espantapájaros y lo pongo en el


jardín delantero, luego me detengo en un huerto de calabazas y compro
más calabazas de las necesarias junto con tallos secos de maíz. Atándolos
en bonitos manojos en el porche delantero, comienzo a verme de verdad
a mí misma en esta vieja granja.

Cuando paso por el pueblo, admito que me pregunto si veré de


nuevo a Luke, y cada vez que pienso en él, recuerdo la forma en que me
toqué en la bañera la otra noche, recordando la forma en que me folló,
rudo y suave a la vez.

Incluso ahora, mientras levanto las dos últimas cajas que quedan
por desempacar, dejo salir una profunda exhalación, sintiéndome

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excitada por el recuerdo. Un recuerdo que me ha mantenido así por años.


Incluso cuando me acosté con Nick, mi mente y mi cuerpo respondieron
como si estuviera con Luke.

Cerrando mis ojos en la cocina vacía, me relajo contra el mostrador.


Mis manos se deslizan bajo mis leggings, bajo mis bragas, y me toco,
pasando mis dedos contra la humedad, frotando en círculos cerrados
mientras mi clítoris empieza a palpitar.

Gimo, rápidamente golpeando el placer. Maldición, se siente bien


caer en la tentación. Rápido, me tocó más rápido, mis dedos mojados y
mis bragas empapadas.

Tal vez debería ir a la cama, desnudarme del todo. Podría agarrar


mi vibrador, masturbarme hasta correrme en mis sábanas, hasta que mi
clímax se derrame por mis muslos.

Luke lamiéndome. Luke presionando su polla dentro de mí. Luke


pasando sus manos sobre mis pechos, succionándolos hasta que mis
pezones están duros contra sus palmas.

Con mis ojos cerrados, jadeo, corriéndome contra mis dedos.


Corriéndome con el recuerdo. Se siente tan real.

El timbre suena.

Abro mis ojos, jadeando. Mi coño esta sensible, palpitante. Mirando


alrededor, el sol se derrama a través de la ventana de la cocina.

El timbre suena otra vez.

Abriendo el grifo, me lavo las manos rápidamente, secándolas con


una toalla mientras voy a la puerta. Nadie ha venido aquí desde que me
mude.

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Hablando del diablo.

Luke, Chris y Stacy están de pie en el porche, sonriendo.

—¡Oh jodido Dios! —grita Stacy, acercándome en un abrazo.

Me rio, mientras me agarra con la guardia baja y también casi con


las manos en la masa.

—¿Qué estáis haciendo aquí? —pregunto, sacudiendo mi cabeza,


con una sonrisa en mi cara. Ha pasado tanto tiempo.

—Luke nos dijo que te mudaste de regreso. —Stacy golpea mi


hombro juguetonamente—. Bicho raro, no puedo creer que no te haya
hablado en tres años. Creo que eres la única persona en el planeta sin
Facebook. Traté de acosarte pero fue imposible.

—Lo sé. Estoy medio fuera de la red —digo en forma de disculpa.


La verdad es que la abuela siempre había sido mi única familia. Mis
padres murieron en un accidente de coche cuando era bebé, y ella es todo
lo que tengo. Lo que tenía. Cuando me mudé a Nueva York, mi enfoque
estuvo en la escuela culinaria, después, mi pasantía como pastelera. Soy
una adicta certificada al trabajo, razón por la cual la casa de la abuela es
ahora un hogar.

—Bueno, no puedes esconderte en Willow Creek por mucho tiempo.

—Lo sé. —Me encojo de hombros—. No quiero ocultarme. Estoy


aquí. Lo que ves es lo que hay. —Miro a los chicos. Los ojos de Chris
perforan los míos, y trago, recordando la última vez que vi su cara. Me
vio a Luke y a mí besándonos… y entonces se fue.

Pero se comporta tranquilo cuando me abraza. Estoy aliviada de


que no parezca guardarme ningún rencor.

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—Maldición, Hayley Adams, en carne y hueso. Hablando de


fantasmas del pasado.

Luke me sonríe suavemente, pero no está completamente relajado.


Está cargando algo como un nudo alrededor de su cuello. Lo veo en sus
ojos, su oscuro exterior. Lo que alguna vez fue brillante y hermoso parece
cansado, desgastado. Crudo.

—¿Queréis entrar?

Les hago señas, y me siguen, Stacy hablando todo el tiempo.

—Mierda, no he estado aquí en una eternidad. Luke nos dijo que


tu abuela había muerto, lo siento Hay —dijo. Noto a Stacy, Luke y Chris
intercambiar una mirada, pero no dicen nada aparte de lo mucho que lo
siente. Cambio el tema, sabiendo que nadie quiere hablar de la muerte.

—¿Entonces los chicos Barton están de regreso en el pueblo? —


Agarrando un plato de galletas del mostrador, las dejo en la mesa de la
cocina—. Servíos —digo encendiendo la cafetera.

Chris agarra una galleta de jengibre, masticando y hablando a la


vez.

—Sí, he estado por acá hace un tiempo. Tengo un negocio de


contratista ahora. Construcciones Barton.

—Qué elegante —digo, impresionada, sacando la leche del


refrigerador y algunas tazas del gabinete—. ¿Terminaste en la
Universidad de Washington?

Los tres intercambian una mirada, y debo parecer confundida


porque Stacy interviene.

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—Oye, ¿no necesitas ayuda desempacando? Déjanos hacer algo.


No es muy usual que una vieja amiga vuelva a casa.

Todos nos detenemos y miran alrededor.

—Todavía sobresaliente, ¿eh? —pregunta Luke, con una sonrisa de


verdad en su cara mientras acepta una taza de café antes de que pasar
el resto de las tazas—. Has estado aquí por un par de días y ya has tallado
calabazas para el porche delantero, preparado galletas caseras para los
visitantes, y puesto todos los muebles donde van.

—No te pierdes ni un detalle, ¿verdad?

—No cuando has estado donde he estado.

Sintiendo como si se desarrollara una extraña conversación,


retuerzo mis labios antes de decir.

—¿Entonces, eres contratista, Chris? El lavabo de mi baño tiene


una fuga y parece que no puedo arreglarlo. Y el inodoro está echando
agua todo el tiempo. Gracias a Dios esta casa tiene pozo, o mi factura del
agua sería una locura.

—Claro, Hay. Déjame ir por mis herramientas a la camioneta. —


Chris deja su taza de café—. ¿Luke, quieres ayudar?

Luke asiente y los chicos salen por la puerta principal. Al momento


en que se van, miro a Stacy.

—¿Qué sucede con vosotros? ¿Tú y Chris estáis juntos? ¿Qué


más?, siento que hay algo que no me estáis diciendo.

—¿Tienes algo más fuerte que el café? —Stacy arruga sus labios—
. Porque querida, vas a necesitarlo.

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Ignorando su comentario, me siento en la mesa frente a ella y lo


intento de nuevo.

—Ha pasado mucho tiempo desde que te vi, Stacy. Nunca pensé
que regresarías a Willow Creek.

—Lo mismo contigo. Pero aquí estamos.

—¿Qué te trajo de regreso?

—De hecho, los Barton.

—¿Por qué?

—Nunca llegué tan lejos como tú, Hay, apenas y llegué a Portland
antes de que tuviera que volver a casa. Tú ya estabas al otro lado del país,
y nunca miraste atrás. Lo cual entiendo, honestamente. No sabes lo que
sucedió aquí, así que nadie te guarda rencor por no ponerte en contacto.
—Alza sus manos, sin dejarme disculparme.

—¿De qué estás hablando? ¿Qué pasó?

—Julie fue asesinada, Hayley.

El aire sale del cuarto y mi cabeza da vueltas.

—¿Julie Barton?

Stacy asiente, toma mis manos y mis ojos se llenan de lágrimas


cuando la puerta principal se abre. Stacy despide a los chicos con señas
y deben entender el mensaje porque los escucho caminar por el pasillo
hacia el baño sin decir ni una palabra.

—Sucedió hace dos años —empieza Stacy—. Tal vez un poco más.
La llevaron al bosque, luego fue violada y asesinada, todo por un hombre

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loco que simplemente perdió la razón. Fue horrible. Era tan joven, sólo
quince años. Todo el mundo fue sacudido por eso, por supuesto. Fue por
eso que Chris volvió a casa, dejó la universidad.

Limpiando mis ojos, trató de estabilizar mis palabras.

—¿Fue por eso que Luke también volvió a casa? Quiero decir, ni
siquiera parece la misma persona.

Stacy baja la mirada a sus manos, sacudiendo su cabeza


lentamente, hablando en el tono más suave que le he escuchado usar
alguna vez.

—Fue por eso que dije que necesitábamos una bebida más fuerte.
Luke acaba de salir de prisión, Hay.

—¿Qué? —Cubro mi boca, sorprendida. ¿Luke, el chico de oro, el


mariscal de campo con la beca completa y una futuro más completo?—.
¿Prisión?

—Fue tras el asesino de Julie un par de meses después, y cuando


el cuerpo del asesino fue encontrado, estrangulado hasta la muerte, Luke
fue condenado.

—Santa mierda —digo—. Pero está fuera de prisión ahora, ¿eso


quiere decir…?

—Su abogado lo sacó, no había evidencia suficiente, y ha habido


una serie de asesinatos desde que él fue encerrado. Todas las víctimas
eran criminales de algún tipo, todas estranguladas de la misma forma.
Pero quiero decir, a pesar de eso, Luke estuvo en prisión por casi dos
años. Eso cambia a una persona.

—¿Cuándo salió?

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—Hace unos meses. Chris le dio un trabajo y ha estado intentando


recuperar su vida.

—¿Y su padre, Lee? ¿Está bien?

Stacy se sonroja, pero asiente.

—Está bien. Quiero decir, bebe más de lo que probablemente


debería, pero está arreglándoselas. Él y Luke en realidad no hablan, sin
embargo. Todo fue un verdadero desastre cuando fue arrestado.

Trato de imaginarme lo que debe ser ver a tu hijo ir a la cárcel a la


vez que tu hija es asesinada. Perdiendo dos hijos a la vez.

—Todo es muy trágico. —No sé qué más decir. ¿Que lo siento? ¿Que
Julie era una chica hermosa? ¿Que todo fue un desperdicio? Nada de eso
parece suficiente. Nada de eso raspa la superficie del dolor que los Barton
han enfrentado.

—Lo sé, ¿verdad? Mi madre llamó, me contó justo después de que


sucediera. Vine a casa para el funeral y nunca me fui. He estado
trabajando en el bar de moteros, saliendo con Chris. Sólo tratando de
vivir. Tratando de darle sentido a las cosas.

—¿Entonces quién mató al asesino de Julie? —pregunto.

Stacy sacude su cabeza.

—No tengo ni una maldita idea. Pero te diré algo, ni una vez he sido
capaz de caminar sola de noche en Willow Creek desde que regresé. Es
aterrador.

Me paro, necesitando encontrar un punto de apoyo o algo, porque


esta conversación me ha derrumbado.

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—Tomare ese trago ahora —le digo. Ella asiente y toma su teléfono
vibrando.

Caminando al refrigerador, saco un par de cervezas justo cuando


Luke y Chris regresan a la cocina, con la caja de herramientas.

Chris agarra una, pasándola a Stacy quien está respondiendo un


mensaje.

—¿Con quién hablas?

—Con nadie. —Arroja su teléfono sobre la mesa y toma la cerveza


ofrecida. Choca su botella con la de él—. Salud. —Los miro y me doy
cuenta que Stacy no lo mira a los ojos, es raro. Ella sigue mirando el
teléfono.

—Oye —dice Luke, inclinándose contra el mostrador. El mismo


mostrador en que estuve tocándome justo antes de que llegaran. Salto
sobre este al otro lado de él, con miedo de mirar sus ojos porque sé que
mis propios ojos me traicionarían. Afortunadamente, toma la delantera—
. ¿Desenterrasteis el pasado mientras arreglábamos tu lavabo?

—Luke —empiezo, pero mi voz se rompe en la primera silaba.

—Shhh —dice, ignorando la discusión que Chris y Stacy tienen tras


nosotros—. Oye, está bien —me dice, mientras mis hombros tiemblan.

—Era tan bella, tan feliz. Tan joven.

—Lo sé, Hayley. Lo sé. —Luke se pasa la mano sobre su fuerte


mandíbula, su presencia es poderosa y protectora, y cuando dice que lo
sabe, le creo.

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—Mierda, lo hice todo muy intenso, ¿verdad? —gime Stacy,


caminando hasta nosotros, rompiendo cualquier hechizo lanzado sobre
Luke y yo.

Entonces de nuevo, parece que cada vez que estamos él y yo a


solas, hay una especie de encantamiento rodeándonos, uniéndonos.

—No hiciste nada, Hayley necesitaba saberlo. Se fue por mucho


tiempo —dice Luke, enderezando sus hombros como si intentara aligerar
el denso humor.

—Mucho, creo. —Tomo un sorbo de la cerveza de calabaza y sacudo


mi cabeza.

—Bueno, ya regresaste —dice Chris—. Deberíamos salir, hacer algo


divertido. Sólo los cuatro.

Me gusta cómo suena eso. Claramente estos tres han pasado por
un escurridor, merecen divertirse.

—¿Podríamos ir al festival de Halloween?

Luke tuerce sus labios, dudando.

—¿Qué? Podría ser divertido —intento.

—No lo sé —dice Stacy—. Sólo me gusta emborracharme en


Halloween, no necesito ir a un festival para hacerlo.

—Que novedad —dice Luke un poco cortante.

—Creo que suena divertido —dice Chris—. Quiero decir, si quieres


ir, Hayley.

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—¿De verdad quieres pasar la noche del sábado emborrachándote


con medio Willow Creek? —pregunta Luke.

—¿Qué? ¿Tienes otra cosa que hacer? —dispara Stacy.

Su rencoroso intercambio me hace darme cuenta que todo el


mundo tiene historia en este pueblo.

—Muy bien, como sea, podemos ir, sólo… —Luke se encoge de


hombros, derrotado.

Como si los planes estuvieran decididos, Stacy agarra su bolso y


Chris recoge su caja de herramientas, despidiéndose. Antes de que Luke
se gire, agarro su mano.

—¿Sólo qué? —pregunto.

—Sólo quiero que las cosas sean sencillas —dice, girándose para
mirarme—. Han sido jodidamente difíciles. —Y entonces me sorprende,
enlazando sus dedos con los míos, y llevando mis nudillos a sus labios.
Los besa suavemente, casi como si pudieran romperse. La cosa es, que
creo que es Luke quien tiene las manos y un corazón frágil.

Ha visto demasiado, ido demasiado lejos.

Puede que haya cruzado el país, pero creo que Luke es quien ha
ido más lejos de casa.

La bocina de la camioneta de Chris suena con fuerza y Luke se


aleja.

—¿Mañana? —pregunto, sabiendo que mi voz revela demasiado.


Todo.

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—Mañana —responde sin dudar.

Lo veo marcharse, sabiendo que regresará.

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Es sólo un día antes de Halloween, y después de terminar el trabajo


en casa de los Peterson, decido hacer una visita a mi padre.

Decir que nuestra relación ha estado tensa desde lo que sucedió


con Julie sería un eufemismo. Pero también sé… que todavía soy su hijo,
y siempre será mi padre. Soy leal a mi familia. Al pasar dos años en
prisión, aprendí que la sangre no es como el agua. Y mierda, lo sabía
mientras me acercaba a la oficina del sheriff.

—Estás usándolo.

—¿Y qué? ¿Cómo si nunca hubiera usado a alguien antes?

Escucho voces mientras me acerco a la puerta del estudio de mi


padre, y frunzo el ceño mientras los escucho pelear. Son voces familiares
y reconozco una de ellas como la de mi padre y nadie más que a Stacy.

No quiero escuchar a escondidas, así que golpeo con fuerza para


asegurarles de que voy a entrar.

—Entra —dice mi padre con molestia, e ingreso.

Está decorado de forma elegante, con madera suave y muebles


costosos. Mi padre siempre ha estado orgulloso de su apariencia, y parece
que ha estado haciendo todo y nada para distraerse de nuestra dura
realidad, incluyendo comprar decoración para su oficina.

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Lo entiendo, jodidamente lo hago.

Desde que perdimos a Julie, he estado intentando llenar el agujero


que quedó. Supongo que papá encontró una mejor forma de lidiar con su
pena que yo.

—Hola, Luke —dice Stacy cuando me ve entrar.

—Hola —contesto, dándole a mi padre un cortante asentimiento, el


cual responde. Está usando un elegante traje, luciendo apuesto incluso
aunque está en sus sesenta ahora.

La gente dice que me parezco a mi padre.

Espero por Dios no seguir su ejemplo.

—Puedes irte ya, Stacy —le dice mi padre a la novia de mi hermano,


y ella le dispara una mirada de molestia—. Por favor, ya sabes el camino
de salida.

Se mueve para abrazarme, pero me hago a un lado, molestándola


aún más. Juro por Dios que ella coquetea con cualquiera y todo el que
tenga una maldita polla.

Sale de la oficina, murmurando algo para sí misma, y cierra la


puerta tras ella con fuerza. La tensión es de repente más opresiva cuando
sólo mi padre y yo quedamos en este espacio atestado.

—¿Qué fue todo eso? —le pregunto, apuntando a la puerta—.


¿Estáis de amiguitos ahora?

—Claro que no —contesta mi padre—. He escuchado unos


rumores.

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—¿Cómo cuáles? —Me siento frente a su escritorio sin invitación.


Parece molesto. Él toma asiento también y suspira profundamente,
pasándose los dedos por su cabello canoso.

—Que ha estado acostándose por ahí —dice—. Sé que ha estado


haciéndote ojitos. Pero escuché que puede haber más que sólo coqueteos.

—Mierda —murmuro—. Nunca pensé que de hecho engañaría a


Chris.

—Hay una primera vez para todo —contesta—. Voy a llegar al fondo
de esto, lo prometo.

—Sólo… —Trago con fuerza.

—¿Sólo qué? —Mi padre me mira implacablemente.

—Asegúrate de que Chris no salga herido —contesto, aclarando mi


garganta.

—No es una maldita flor delicada —dice mi padre ásperamente.


Siempre ha sido así con Chris. Tal vez es porque mi hermano es más
sensible que yo. Sé que la tragedia con Julie dejó marcas en él, más que
en mi padre o en mí. Y sé que mi padre ve a Julie en Chris… se parecen
tanto, es doloroso.

—Debe de ponerse los pantalones —continua papá, y elijo no


responderle. No estoy aquí para entrar en una jodida pelea, pero estoy
preocupado de comenzar una si no me muerdo mi maldita lengua. Odio
cuando mi papá habla mierda de mi hermano.

—¿Por qué estás aquí de todos modos? —pregunta. Claramente


enojado y me doy cuenta que mi visita fue un error. Me levanto de la silla

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y aliso mi camisa. Incluso me vestí bien, cambiando mis sudaderas para


ir a la oficina de mi padre.

Para lo que jodidamente sirvió.

—No importa —digo—. Pensé que sería bueno verte. Mañana es…
Halloween.

—¿Crees que no sé eso? —Papá estrella su puño en el escritorio y


se levanta.

—No peleemos —digo tranquilo, esperando calmar la situación—.


Honremos la memoria de Julie y hagamos algo bueno mañana.

—No —contesta molesto—. Ningún maldito festival de lágrimas. Es


hora de que lo superemos. Han pasado dos años, por el amor de Dios.

Tan sólo lo miro, sin palabras.

—Era tu hija —le recuerdo—. No quieres… Dios, no lo sé,


¿encender una jodida vela o algo?

Papá se acerca, intimidante, enorme y resollando como un toro.

—¿Crees que no la recuerdo? —dice, prácticamente escupiéndome


en la cara—. Recuerdo lo que sucedió cada minuto del día. Cada jodido
minuto.

Levanto mi mano para calmarlo, pero solo repite.

—¡Cada maldito minuto!

Después de un momento de silencio, finalmente digo.

—Muy bien. Me iré. Lidia con tu propio dolor, viejo.

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—Sí —murmura, apartándose de mí—. Sí, tú haz eso.

Algo que no puedo entender es dicho y a regañadientes voy a la


puerta. Con mi mano en el pomo, me arriesgo a mirar hacia mi padre.
Está de nuevo en su silla, de repente luciendo más viejo.

Sé que la vida ha sido dura para él. Perder una hija, un hijo enviado
a la maldita cárcel, y ahora esta mierda con Chris y Stacy. Sé que está
estresado, sé que está cerca de enloquecer. También yo.

Pero hay esta distancia entre ambos, ha estado ahí desde la muerte
de Julie. No estoy seguro de la razón o si alguna vez volveremos a como
éramos antes.

—Adiós, papá —murmuro antes de salir de su oficina.

No contesta.

***

—¿Estás lista, Stace? —llama mi hermano por la escalera,


sonriéndome—. Vamos tarde, bebé.

—¡Un minuto! —grita, sonando estresada y molesta.

—¿Dios, qué está haciendo allá arriba? —pregunto, poniendo los


ojos en blanco—. Está tardando años. ¡Stacy! Vámonos ya. Hay está
esperando.

—Dios, qué molestos —se queja, finalmente bajando por la escalera


en sus altos tacones.

Le echo un vistazo mientras Chris entusiasmado la halaga por su


ropa. Sus ojos están sobre mí, pero no me molesto en hacer ningún

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comentario. Supongo que sí se ve bien, pero nunca he mirado a Stacy de


esa forma. Y honestamente, su ropa es demasiado para mi gusto.

Hace un mohín cuando no digo nada y simplemente nos apura a ir


al auto. Conducimos a la casa de Hayley con Chris hablando sobre
nuestro proyecto con los Peterson, y Stacy y yo en completo silencio.

¿Qué había para decir? Odio que siquiera estemos yendo a esta
fiesta. La única razón por la acepté fue por Hayley.

La dulce Hayley… qué jodidamente desesperado estoy por tenerla


de regreso en mi vida. Por explicarle, por abrazarla de nuevo, por probar
sus labios de malvavisco de fresa una vez más.

Necesito que entienda. Tal vez esta noche es la noche en que


finalmente podremos hablar sobre todo lo que pasó.

Estacionamos en frente de la casa de Hayley y salto para ir por ella.


Stacy y Chris esperan en el coche mientras voy a la casa de la abuela de
Hay… bueno, supongo que es de Hayley ahora. Me tomará un tiempo
acostumbrarme a esa idea.

Toco el timbre y espero que ella llegue con las manos en los
bolsillos. Me siento como un tonto, tal vez debería haber traído flores o
alguna mierda, pero en realidad no es una cita, ¿verdad? Al menos no
oficialmente. No con Stacy y mi hermano esperando en el coche.

La puerta se abre y ahí está ella, tan jodidamente hermosa que me


quita el aliento. Está vestida como una caperucita roja otra vez. Mi
corazón duele de verla. No ha cambiado ni un poco.

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—Lo siento —dice, riéndose nerviosamente—. No tenía un disfraz


diferente… fue todo de último minuto. Afortunadamente, todavía me
queda…

—Te ves genial —contesto con voz tensa—. Siento que debería
haberme esforzado más.

—No seas tonto —dice—. Te ves perfecto de leñador.

—Vamos —contesto, sonriéndole—. Déjame acompañarte al coche.

Hago eso y escuchó el silbido lobuno de Stacy hacia Hayley


mientras abro la puerta. Pero estoy más preocupado con Chris, porque
sus ojos no dejan a Hay por un solo momento mientras entramos al
coche.

Sigue mirándola por el espejo mientras conducimos, las chicas


están conversando en el asiento de atrás. Cuando lo atrapo mirando,
rápidamente regresa a mirar por la ventana. Mierda, esto es jodido.

Por supuesto siempre supe que Chris tenía un enamoramiento con


Hay. ¿Cómo no tenerlo? Todo el mundo en el pueblo lo sabía, lo hizo muy
obvio. Supongo que Hayley nunca correspondió esos sentimientos, lo
cual lo lastimó mucho. Pero no es mi jodida culpa que me eligiera sobre
él.

Llegamos a la fiesta, y la atmosfera es tensa. Stacy está


enfurruñada, Chris está mirando a Hay, estoy enojado por mi reunión
con papá, y Hayley… bueno, parece nerviosa.

Ella y Stacy van a la mesa de bebidas tan pronto como llegamos al


bosque donde se está haciendo la fiesta. La ciudad de verdad se ha

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esmerado en las decoraciones… hay incluso un laberinto embrujado de


maíz con un montón de mierdas de Halloween.

Trato de no ser aguafiestas, pero ver a mi hermano mirar a Hayley


me enfada. Cuando las chicas finalmente regresan, ni siquiera intenta
ocultar que está viéndola, y mis manos naturalmente forman puños a
mis lados.

—Te ves bien, Luke —me dice Stacy, sus brazos rodean mi cuello.
Trato de apartarme, pero no es nada más que persistente—. ¡Qué apuesto
leñador!

—Stacy —digo con tono de advertencia, pero se ríe.

Hayley parece incomoda mientras su amiga procede a beberse el


ponche hasta que es el desastre borracho más jodido que he visto desde
la secundaria. Sé que las cosas están por salirse de control entre ella y
Chris, porque mi hermano sigue mirando a Hayley, y es incómodo como
el infierno.

—¿Te gusta mi ropa, Chris? —pregunta Stacy, girando para él.


Chris ni siquiera la mira—. ¿Bonito, verdad? ¿Luke?

Murmuro algo en respuesta. Santo Dios, esta es una mierda de


secundaria con la que preferiría no lidiar.

Stacy hace un mohín y Hayley y yo intercambiamos miradas


mientras se lleva a Chris a un lado. Al menos estamos a solas ahora…
pero mi hermano y su novia ya están peleando.

—Entonces… eh, ¿el pueblo de verdad hizo un buen trabajo, eh?


—pregunto a Hayley patéticamente, y ella me sonríe. Esa jodida sonrisa…
ilumina todo este maldito bosque.

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—Sí, el lugar se ve genial —contesta tímidamente—. ¿Tu padre


organizó algo de esto?

Papá solía ser muy colaborador con los eventos del pueblo.

—En realidad no —contesto sacudiendo mi cabeza—. No es el


fanático de Halloween más grande, sabes. No después de… Julie.

—Mierda —suspira Hayley, su mano volando a su boca—. Lo siento


mucho, Luke. Eso fue muy insensible de mi parte.

—No te preocupes —le sonrío con honestidad, esperando no verme


muy abatido. Esta fiesta… no es buena para ninguno de nosotros. Para
lo único que sirve es para recordarnos la mierda por la que hemos
pasado.

Stacy y Chris están discutiendo más fuerte ahora, sin intentar


mantener las voces bajas. Ya están recibiendo algunas miradas raras, y
está preocupándome bastante. Finalmente, el teléfono de Stacy empieza
a sonar y ella se aleja, continuando la pelea con la persona al otro lado
de la línea.

Chris le lanza otro vistazo a Hay antes de venir a nosotros. Se ve


demacrado.

—Me voy —me dice.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunto—. Acabamos de llegar.

—¿Qué crees? —ladra hacia mí, y lo miro con preocupación. Odio


cuando se pone con sus estados de ánimo. Nunca sé cuándo va a cambiar
su actitud.

—Bien —replico cortante—. Vete a casa, enfádate si quieres.

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Se va, disparándole una última mirada a Hayley. Su postura se


tensa y estoy preocupado por ella. Una vez estamos finalmente a solos, le
lanzo una mirada conspiradora.

—Oye —digo suavemente—. No nos preocupemos por esto. Solo


vamos a caminar, admiremos lo que hicieron, ¿bien?

—Sí. —Asiente, luciendo agradecida por la idea—. Me gustaría eso.

Comenzamos a caminar despacio hacia el laberinto de maíz, y


nuestros brazos se rozan mientras hablamos sobre el pueblo. La miro de
reojo. Dios, es tan hermosa. Desearía… desearía que las cosas fueran
diferentes.

Cuando nuestras manos se rozan, tentativamente tomo la suya en


la mía. Hay me dispara una mirada, y se la devuelvo. Su rostro se ilumina
con una sonrisa y aprieta su agarre sobre mis dedos. Sonrío en respuesta.

Dios, somos como un par de adolescentes. Pero la forma en que me


hace sentir… No hay nada apto para menores en eso.

Nuestra conversación cambia de Halloween a la vida. Hayley me


cuenta lo que ha estado haciendo, explicándome su nuevo negocio de
pastelería. Le digo que suena emocionante y eso parece animarla un
poco. Cuando ambos estamos de mejor ánimo, llegamos al laberinto y
nos detenemos para mirar el cielo estrellado.

—¿Luke? —pregunta con suavidad—. No quiero meterme, pero…

Sus palabras cuelgan en el aire, y sé que necesita mi aprobación.


Justo ahora, quiero darle todo lo que me pida.

—Puedes preguntarme cualquier cosa, Hayley —le digo—. Lo que


quieras.

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Aprieta mi mano y seguimos mirando el cielo por un rato más.

—Supongo que sólo… —Comienza con duda—. Supongo que sólo


me preguntaba cómo estás con todo lo que ha pasado. Me preguntaba si
de verdad estás tan bien como te gusta que todos crean. Porque desde
donde estoy, no eres el mismo Luke Barton.

Sacudo mi cabeza. Maldición, esta chica siempre corta de raíz las


cosas. Tal vez eso es parte del por qué me enamoré de ella en primer
lugar.

—¿Eso es algo malo? —pregunto.

—No —dice, su voz es suave mientras nuestros pies tocan los tallos
de maíz en el suelo. El viento es fuerte, y se ve tan jodidamente perfecta
usando esa capa roja, moviéndose con cada paso que da—. No, no es algo
malo, Luke. Me gustan los tatuajes —dice, sus pies se detienen, y se gira
a mirarme. Sus dedos trazan las letras en mis nudillos—. Y me gusta la
sombra de barba —añade, pasando el dorso de su mano sobre mi mejilla.
Sus bonitos ojos están muy abiertos, y sé que no está asustada de mí—.
Y me gusta que todavía estés aquí, de pie. Alguien menos hombre ya se
habría ido.

—No soy un santo. Demonios, la prisión me dañó. —Tomo su


mano, la que descansa en mi mejilla y la beso—. Pero antes de eso, el
asesinato de Julie hizo el daño más grande en mí. El mundo ya no era
este regalo que podía desenvolver cada día. Había abierto la maldita caja
y vi lo que había dentro y todo era feo y cruel. ¿Cómo diablos tendrá
sentido algo en un mundo como ese, Hayley?

—No todo está maltratado y roto, Luke —dice, como si supiera algo
sobre salvar partes perdidas. ¿Pero cómo podía? Hayley no ha estado

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aquí, no ha visto lo mal que se pusieron las cosas—. Algunas partes


todavía son tiernas y delicadas —me dice.

Sacudo mi cabeza.

—Chica, salí de prisión con un maldito estigma pegado a mí. Ahora


a donde sea que voy, la gente murmura “asesino, asesino”, en voz baja.
¿Qué hay de tierno y delicado en eso?

—Sé que puede sonar duro —dice—. Pero no todo se perdió la


noche en que Julie murió.

Frunzo el ceño.

—¿No? ¿Qué quedó?

Nos miramos el uno al otro por un largo rato, y dejo que pele mis
capas, que vea lo cruda que es mi jodida alma. Trato de explicarle con mi
mirada lo jodidamente difícil que fue la prisión.

—Estás aquí. Estás vivo. Puedes ser salvado de este desastre.

—No es tan fácil.

Ahora es el turno de Hayley de estar frustrada, de ser la que no es


entendida.

—Luke, ¿crees que no lo sé? Todas las cosas buenas requieren de


tiempo. —Me mira, reteniendo las lágrimas. No son de lástima. Son de
dolor.

—No necesitas citar nada para mí —digo—. Sé que las cosas


buenas necesitan de tiempo. Mira todo el tiempo que se necesitó para que
regresáramos a Willow Creek en una noche Halloween.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

Se acerca más, y su mano va a mi cuello. La miró intensamente.


Está tan cerca de mí. Podría besarla ahora mismo…

—No debí haberme ido tanto tiempo —susurra.

—Tal vez vienes en el momento correcto.

Nos quedamos así por un rato más, y disfruto de su aroma. Dios,


es perfecta, y he esperado esto mucho mucho tiempo… tenerla tan cerca
de mi otra vez.

—Lamento mucho lo de Julie —dice suavemente.

—También yo, Hay —contesto—. Pero no quiero desenterrar el


pasado hoy.

—Lo sé —dice—. Esta fiesta ya es lo suficientemente difícil como


es.

La mención de Julie y la fiesta se siente como si nos hubieran


arrojado un balde de agua fría.

Se estremece, con frío bajo la luz de la luna.

—¿Qué dices si encontramos a Stacy y volvemos a casa? —sugiero,


envolviendo mi brazo a su alrededor, y asiente. Cuando se aparta de mí,
siento su pérdida profundamente, y duele. Pero la dejo ir, incluso aunque
desearía poder aferrarme a ella para siempre.

Pasamos la siguiente media hora buscando a Stacy. No hay rastro


de ella y finalmente nos rendimos ya que es pasada la medianoche.

—Me pregunto dónde se metió —dice Hayley preocupada.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Tengo la sensación de saber dónde está, pero no digo nada. Si mi


padre tiene razón y está acostándose con alguien más… no quiero pensar
en eso, sin embargo. Trata de ser positivo.

Ya que Chris se llevó el coche a casa, Hay y yo decidimos caminar


a la suya. Dice que está bien yendo por su cuenta, pero no hay forma de
que la deje hacer eso.

Caminamos despacio, hablando más sobre su pastelería en el


camino. Me dice la receta de su tarta de calabaza favorita y me rio
mientras me describe el ingrediente secreto.

—¿Allspice9? ¿Qué pasó con el amor, Hay? —Sonrío—. A la abuela


no le gustaría.

—Bueno, hay amor —dice, sonriéndome—. En especial cuando


estás haciéndolo para… ya sabes. Personas que tu…

Sus ojos son brillantes y temerosos mientras nos detenemos en la


puerta.

—¿Personas que, qué Hay? —pregunto suavemente, apartando una


hebra de su cabello tras su oreja.

—Personas que… amas —susurra, mirando al suelo.

Ahueco su precioso rostro e inclino su barbilla hacia atrás. Sus


ojos enfocados en los míos y gruño, casi sin poder contenerme. E incluso
aunque sé que no debería, la beso.

9
En español se llama pimienta de Jamaica, pimienta gorda, pimienta Guayabita,
pimienta dulce, pimienta inglesa, malagueta, pimienta de Chapa o tabasca. Sus frutos
secos se emplean como condimento en diversos platos y puede combinar fácilmente con
otras especias. Su sabor y olor es similar al del clavo, canela, pimienta negra y nuez
moscada.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

La beso con todos los sentimientos que tengo por ella en mi


corazón, ahora, en este momento.

Su boca es suave y dispuesta, y un gemido se me escapa mientras


nuestros cuerpos se presionan juntos. Los labios de Hayley se abren
invitadoramente, dejándome entrar, y nuestras lenguas bailan juntas,
necesitando mucho más del otro. Mi polla está tensa e hinchada en mis
pantalones y la necesito, ahora mismo. He esperado demasiado tiempo
para probarla de nuevo.

Derrito mi boca contra la suya, dejándola sentir todo. Le muestro


mi dolor y mi anhelo solo con ese beso. Le muestro lo mucho que la he
extrañado. Lo desesperado que he estado por contactarla todo este jodido
tiempo. La deseo. La quiero de regreso.

Pero sé que no es el momento.

Necesitamos tomarnos las cosas con calma. No puedo joder otra


cosa buena en mi vida, no ahora que finalmente la tengo de nuevo en mis
brazos. Porque siempre ha sido Hayley, siempre ha sido la única para mí.
Y este beso… sólo confirma lo que he sabido por mucho tiempo. Es la
correcta para mí, y siempre lo será.

Me aparto de sus pecadores labios con un jodido esfuerzo.

—Luke… —susurra Hayley, sus ojos desesperados mientras


conectan con los míos—. No te vayas, Luke. No te vayas ahora. Necesito
que te quedes.

—Debo hacerlo. —Le sonrío débilmente—. Esta vez quiero hacer


esto bien, niña bonita. No servirá de nada para ambos si apuramos las
cosas.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—Bien. —Sus ojos están decepcionados, pero su sonrisa me hace


saber que entiende. Y Dios, quiero quedarme. Pero no debería. Necesito
irme antes de que actúe con esos sentimientos que he estado conteniendo
por años.

Se ríe tímidamente.

—Lo siento. Supongo que me dejé llevar un poco. Tú sólo… te


sientes tan bien, Luke.

—Buenas noches, Hay.

Asiente con una última mirada antes de desaparecer dentro de su


casa. Mi corazón se siente vacío y pleno a la vez mientras la veo encender
las luces dentro de su casa. Camino al otro lado de la calle y me giro para
ver su bonita figura apareciendo en la ventana.

Abre las cortinas y se despide de mí, y hago lo mismo antes de girar


sobre mis talones y regresar a casa.

Acabará conmigo.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Acababa de servirme un Jameson10 en el café cuando el teléfono


sonó. Levantándolo, metí la botella en el cajón de mi escritorio.

—¿Hola?

—Habla Stacy. ¿Y sabes qué? Creo que no te importo —dice


arrastrando la voz—. Me fui del festival, y ahora estoy aquí sola en una
fiesta. No es justo. Quiero estar aquí contigo.

Tomo mi café, dándole un sorbo, estoy acostumbrado a la llamada


borracha de la chica con quien me he acostado gran parte de un año. No
tengo afanes.

—¿Oh, sí, me quieres ahí? —Me levanto y cierro las persianas de


mi oficina, ya duro. Su voz suena a problemas y, ebria o no, me está
excitando.

—Así es —se queja—. Te quiero justo aquí.

—¿Dónde, exactamente? —Me desabrocho los pantalones y


presiono una mano contra mi polla, acariciándome a mí mismo,
pensando en esta pequeña diabla a la que le gustan las cosas sucias en
la oscuridad.

10
Whiskey irlandés.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—Aquí. En la fiesta. Ya te lo dije.

—Dime qué disfraz te pusiste. ¿Eres una sucia zorra esta noche?
—Mi polla se pone más dura mientras detalla las medias de malla, la
minifalda negra, el corpiño rojo alzándole las tetas, los cuernos de diablo
sobre su cabeza—. Oh, sí —digo en el teléfono—. Suenas sexy como el
infierno, Stacy.

—Soy sexy. Y mi coño está jodidamente mojado. Quiero tu cara


entre mis muslos.

—Sabes que no puedo ir. Estoy trabajando esta noche. —Me


acaricio con más fuerza, cerca de correrme, pensando en ella a cuatro
patas, atada y amordazada, golpeando su pequeño coño con mi polla
dura como una roca. Llenaría su coño y entonces me correría sobre todo
su culo.

—No es justo. Ven o le contaré a Chris sobre nosotros.

—No lo harías —digo, mi esperma derramándose en chorros—.


Sabes que eso solo provocaría problemas.

—Dios. Quiero problemas. Soy el diablo esta noche, ya sabes.

—Mierda, Stacy, no juegues conmigo.

—No estoy jugando. Pero le diré si no vienes. Sabes dónde estoy,


amante.

Cuelgo el teléfono, la furia creciendo dentro de mí. Me encanta el


jodido coño apretado de Stacy, pero no voy a estar con una mujer que
cree que puedo meterme en un maldito rincón. Nadie me dice qué hacer,
nadie me da un ultimátum.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

Me subo los pantalones, abrocho el cinturón. Luego salgo de mi


oficina y voy al coche. Voy a poner fin a los juegos de esta chica.

Conduzco salvajemente a la fiesta, sin importarme una mierda


quién me ve. Mis neumáticos se detienen con fuerza en la gravilla, y cierro
la puerta. Voy a encontrar a esta niña que cree que sabe cómo hablarme.
Y voy a callarla de una vez por todas.

La fiesta es alocada, la música resuena, los vasos rojos con cerveza


barata están en manos de todos. En el patio trasero, reviso la multitud.
No hay mucha gente aquí afuera, y no me toma mucho tiempo ver a mi
pequeña zorra hablando con otro hombre.

Sus ojos encuentran los míos y levanto una ceja, alzo la barbilla.
Ella se disculpa y siento sus ojos sobre mí mientras camina a través de
la multitud hacia los árboles.

Sé que Stacy no puede evitar desearme. Soy un hombre con


confianza y poder. Cree que haré lo que dice, que su coño doblegará mi
voluntad, pero tiene un par de cosas que aprender sobre los hombres.

Qué mal que nunca vaya a tener la oportunidad.

—No pensé que vendrías —dice—. Pensé que tendría que contarle
la verdad a Chris.

—No cambié de opinión sobre las cosas, Stacy. Cuando decido algo,
lo llevo a cabo.

Se lleva las manos al cuello, jugando con el pequeño dije alrededor


de su cuello.

—¿Y qué decidiste esta noche? —Se lame los labios, y esos senos
suyos están rogando por una buena follada entre ellos.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—Voy a hacer que te corras hasta que olvides cómo respirar —le
digo.

—Pruébalo —dice dando un paso hacia mí.

No dudo, le subo la falda y le doy vuelta. Se abraza al tronco de un


árbol, y dejo caer mis pantalones. Lleno su coño, tan familiarizado con
mi dura polla. He follado a esta chica tantas veces, de tantas formas, que
ambos hemos perdido la cuenta.

Esta será la última vez que la folle.

La última vez que alguien lo hace.

Empujo dentro de ella, haciéndola gritar de placer.

—Me encanta cuando eres rudo conmigo, bebé —gime.

Le bajo el corpiño, acunándole los senos y moliéndome contra su


culo. Me corro con fuerza en su mojado coño, tirándole del cabello
mientras lo hago, y ella se corre también, sus jugos me bajan por la
pierna.

Mis manos se envuelven en su garganta y trata de apartármelas,


pero yo soy más grande y vine por ella en la oscuridad de la noche, en lo
profundo del bosque. Nadie la escuchará.

Lucha, pero mi agarre es fuerte.

Lucha, pero pierde la pelea.

Su cuerpo se queda laxo entre mis manos, saco mi polla de su coño


todavía húmedo.

Le dije que la follaría hasta que olvidara respirar.

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No estaba mintiendo.

Cuando decido algo, lo hago en serio.

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La noche está llena de un sueño irregular, y no consigo descansar


mucho. Las pesadillas están plagadas de imágenes de mi hermana.

No me gusta pensar en Julie. No porque esté resentido por ser


enviado a la cárcel, sino porque duele demasiado. Un solo pensamiento
sobre ella me provoca dolor. Un solo recuerdo de su bonita sonrisa, su
risa femenina, me hace romperme.

Así que la única vez que la veo es en mis sueños. Y cada vez, son
pesadillas.

Trato de salvarla, pero llego tarde. Trato de devolverle el aire a su


cuerpo inmóvil. Demasiado tarde. Trato de atrapar a su asesino. Otro
asesinato, otro misterio. ¿Quién tomaría venganza por el asesinato de
Julie si no lo hago yo?

Esa es una pregunta que puede que nunca llegue a responder.

Me muevo y doy vueltas toda la noche. Los pocos momentos de


sueño que de verdad consigo se ven interrumpidos pronto por un golpe
en la puerta.

Me despierto, y los golpes siguen.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Miro al reloj de mi mesa de noche y me dice que es temprano. Me


levanto con un gruñido y bajo las escaleras, colocándome la camisa por
la cabeza.

—Ya voy, ya voy —digo al implacable visitante, y abro la puerta—.


¿Qué pasa?

Quedo cara a cara con dos oficiales. Sheldon y Bates, los conozco
a ambos personalmente, ya que trabajan para mi padre.

En especial a Bates, que fue quien me arrestó la noche en que el


asesino de Julie murió.

—¿Qué pasa? —repito cuando ninguno responde. Tienen


expresiones extrañas, mirando al suelo en lugar de mirarme a los ojos—
. ¿Pasa algo? ¿Es Chris?

Mi corazón golpea y debo saber. Si es mi hermano… Dios, no puedo


perder a otro miembro de la familia.

—Tu padre necesita verte en la estación —murmura Sheldon.

—¿Qué pasa? —pregunto—. Debéis decirme. Si mi hermano está


herido…

—Él está bien —dice Bates, calmado—. Vamos, Luke. Debemos


llevarte a la estación.

—Debéis decirme qué está pasando —interrumpo—. ¿Estoy siendo


arrestado o esto es una jodida broma vuestra? ¿Bates?

No me mira a los ojos.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—Por favor, ven con nosotros voluntariamente —dice—. De otra


forma debemos llevarte ahí… de forma diferente.

—Dios —digo entre dientes. Quiero golpearlo directamente en la


cara, pero me contengo—. Vamos, entonces.

El viaje a la estación es terriblemente lento. Una vez que finalmente


llegamos, los recuerdos de hace pocos años se despliegan frente a mis
ojos.

Ser arrestado, enviado a la cárcel. Es demasiado. Sheldon y Bates


caminan conmigo a la estación y me llevan a un cuarto de interrogatorio.
Sheldon juguetea nerviosamente en un rincón mientras Bates va a por
mi padre.

—La última vez, al menos me ofrecieron café —digo—. En especial


a esta hora inhumana.

—Lo siento, señor —dice Sheldon, nervioso—. Digo, Luke. Quiero


decir… mierda.

—Cálmate —digo—. Solo dime qué pasa.

—Espera a tu padre —logra responder, justo cuando Bates y papá


entran al cuarto de interrogatorio.

—Papá —digo—. ¿De qué diablos se trata esto? ¿Qué está pasando?

Se sienta frente a mí, enderezándose la corbata y negándose a


mirarme a los ojos. Y entonces, la verdad finalmente sale.

—Anoche, Stacy fue asesinada. Fue encontrada en una fiesta de


Halloween a la que fuiste con tu hermano y Hayley.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—¿Qué? —Tan solo lo miro mientras el corazón me late en el pecho.


Esto no puede estar pasando. No puede estar pasando. No puede pasar
de nuevo, Dios, por favor, haz que pare.

—Fue asesinada —repite papá—. Se encontró estrangulada.

—Pero yo… —Solo lo miro, lo miro y miro. No puede ser cierto.


Estaba llena de vida anoche. Enojada y ebria, pero viva. No puede
haberse ido—. La vi anoche.

—Es por eso que estás aquí —responde papá en un tono cortante—
. Tenemos unas preguntas.

—¿Crees que lo hice? —pregunto—. Crees que lo hice. —La


segunda declaración es más suave, resignada. Mi padre cree que soy un
jodido asesino.

—¿Tienes una coartada? —pregunta, calmado.

—Sí —digo en voz alta, sintiéndome terriblemente roto—. Yo…


estaba con Hayley. La llevé a casa anoche.

—¿Y ella está dispuesta a corroborar esta… historia? —Papá me


mira con frialdad y apenas logro contenerme. Quiero golpearlo.

—Porque no haces tu jodido trabajo y la llamas —espeto, y sus


manos tiemblan. Puedo decir que quiere lastimarme también. Pero ya lo
ha hecho, más allá de comparación. El hecho de que él crea que
lastimaría a Stacy dice mucho.

En lugar de contestar, mi padre se levanta y consulta con Bates


mientras Sheldon y yo los miramos. Finalmente, asiente, y ambos salen
de la habitación. Me dejan con el nervioso e inquieto Sheldon y mi propia
conciencia culpable.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Pude haber detenido esto.

Si hubiéramos encontrado a Stacy, podríamos haberla salvado.

Pero podría haber estado muerta para entonces, me dice una


pequeña voz en el fondo de mi mente. Tal vez ya estaba jodidamente
muerta.

Siento que voy a enfermarme y convulsiono violentamente, pero


nada sale. Sheldon me consigue un vaso con agua, disculpándose por no
ser uno de vidrio, porque no pueden darme un arma como esa, ¿verdad?

Espero en el cuarto de interrogatorio durante siglos, hasta que


Bates finalmente aparece y me dice que puedo irme… por ahora.

—¿Qué pasó? —pregunto con fuerza. Se niega a mirarme a los ojos.

—Hayley nos dijo que estabas con ella —dice—. Por ahora, no hay
más evidencia en tu contra y eres libre de irte.

—Por ahora —repito con amargura.

Bates me mira un rato, diciendo:

—No salgas del estado.

Gruño, pero logro contenerme. Dejo el jodido cuarto y Sheldon me


muestra la salida, incluso aunque puedo recorrer ese camino con los ojos
cerrados.

Espero a Hayley en la sala de espera, tiene los ojos rojos y el labio


inferior le tiembla cuando encuentra su mirada con la mía.

—Hay —murmuro, y ella salta justo a mis brazos.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—Es horrible —susurra—. Muy horrible, no puedo creerlo.

—Lo sé —digo contra su cabello—. Lo sé, bebé, es horrible.

—¿Chris lo sabe? —Se aparta un poco, resoplando.

—No estoy seguro —replico—. Nadie me dio ningún detalle.


¿Podemos salir de aquí?

—Sí —replica rápidamente—. Conduje hasta aquí. Déjame llevarte


a casa. Es lo menos que puedo hacer.

Siento los ojos de cada jodida persona en ese cuarto mientras


salimos, y sé lo que están pensando.

Lo hizo de nuevo.

Asesinó de nuevo.

Estaba celoso de su hermano y tomó otra vida.

Una vez criminal, siempre criminal.

Respiro el aire fresco de la mañana y espero que se aclare mi


maldita cabeza. La realidad todavía no se ha asentado, y no puedo creer
que se haya ido, solo así. Otra vida tomada.

Hayley me muestra dónde está su auto en silencio, y nos subimos.


El viaje es de diez minutos, pero estamos callados durante la primera
parte de estos. No hay nada que decir. Stacy se ha ido.

—Debemos descubrir quién lo hizo —dice Hayley finalmente, en


tono acalorado—. No podemos dejar que se escape. No como sucedió con
tu… caso.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

Miro el camino frente a nosotros. No tengo ni idea de qué decirle.


¿Quién demonios asesinó a Stacy? Era lo suficientemente popular en el
pueblo, y aparte de algunas tonterías con alguna otra mujer, no tuvo
nunca enemigos.

—Bien —contesto en voz baja—. Quiero hacerlo.

—¿Quieres hacer qué? —pregunta Hay.

—Quiero llegar al fondo de esto —digo, estrellando el puño contra


el tablero. Hayley salta en el asiento del conductor, y me arrepiento por
asustarla.

Dios, tal vez todo el mundo tiene razón. Soy un jodido salvaje.

Tal vez no lo era antes, pero seguro que la prisión me convirtió en


uno.

—Bien —dice—. Hagámoslo.

La miro dudoso.

—¿Solo nosotros?

—Sí —dice, con lágrimas inundándole los ojos. Las parpadea y se


muerde el labio inferior, tratando de concentrarse en el camino—. Y
Chris, si nos ayuda. Debemos descubrir qué sucedió. Debemos llevar al
asesino de Stacy ante la justicia.

Pienso en sus palabras, pero finalmente asiento.

—Si la jodida policía de esta ciudad no puede hacer su trabajo,


debemos hacerlo por ellos.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Para cuando estacionamos en mi casa, es media mañana. Mientras


bajamos del coche hacia la entrada de gravilla, el aire se crispa. No como
en el otoño, parece que en el espacio de un día las estaciones han
cambiado. Octubre se ha ido, el invierno ha llegado.

Todo está frío, cargado.

Tomo la mano de Luke, queriendo calmarlo. Aunque soy pequeña


y ligera en estatura, de otras formas soy fuerte. Puedo sostener su mano,
siempre he querido cargar su corazón.

Hoy, sin embargo, puedo dejar sus cargas y ayudarle a encontrarles


un lugar para descansar.

—¿Tienes hambre? —pregunto cuando entramos a la casa de la


abuela. Enciendo las luces, voy hacia el termostato. Está helado aquí
dentro.

—Siempre intentando alimentar a la gente, Hayley Adams.

—Es lo que hago —le digo, yendo al refrigerador a por las sobras—
. ¿Demasiado temprano para el almuerzo?

—Nunca.

Dejando el contenedor con las enchiladas en el microondas, me giro


hacia Luke.

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—No puedo creer que Stacy se haya ido.

—Lo sé. —Luke se pasa la mano por la cara—. ¿Es demasiado,


verdad? Todo lo que seguía pensando mientras me sentaba en el maldito
cuarto de interrogatorio es que mi vida estaba en auto repetición. En un
maldito camino del que debía largarme. Pero te juro por Dios, que seguía
dando vueltas con un blanco en mi espalda, siempre y cuando la persona
que asesinó a Julie siguiera allí afuera. Libre.

El microondas suena y le paso a Luke un plato de comida, una


cerveza muy merecida, y una servilleta. Quiero cuidarlo. Quiero arreglar
esto para él. Por Stacy. Por todos nosotros.

—¿Tienes algo con lo que comenzar? Digo, la noche en que Julie


murió… ¿recuerdas algo?

Luke levanta su tenedor, pero entonces lo baja, como si perdiera el


apetito. En vez de eso se toma media cerveza de un trago.

—Recuerdo que antes de que muriera, seguía mencionando a ese


tipo que estaba molestándola. Alguien con quien solía salir. No sé si lo
llamaría acechar, exactamente, pero fue lo suficiente para que le hablara
a mi papá al respecto. Él la ignoró. Pero me lo explicó un fin de semana
en que vine a casa desde la universidad, y por supuesto que quise ver
qué clase de lunático era.

—¿Fue el hombre que la mató?

La mandíbula de Luke se tensó, asintió tensamente.

—Tenía toda esta evidencia sobre él después de que ella murió,


¿verdad? Por ejemplo, sabía que había estado siguiéndola, había estado

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llamando. Dejé la universidad, me mudé a casa, y era como no dejarlo ir.


Me obsesioné.

Los ojos de Luke se ponen oscuros, y por un momento olvido que


este hombre al lado de la mesa es Luke Barton. El chico que me enseñó
a jugar a cartas con cara de póker. El chico que se convirtió en un hombre
y a quien, ahora mismo, no podía leer en absoluto.

La rabia destella en él y me estiro sobre la mesa, queriendo que él


sepa que incluso si su mundo se ha destruido en pedazos, algunas partes
no se han roto. Algunas partes están intactas.

—Escucha —dice, apagado—. Sé que suena mal, como si estuviera


de cacería. Y demonios, la verdad es que lo estaba. Encontré cartas en el
morral de Julie que él le había dado. Me metí en su casa y encontré
fotografías de ella que él tomó. Sabía que era él.

—¿Qué pasó? —Trago, dándome cuenta de que, mierda, Luke de


verdad sabía la historia. Y el hecho de que fuera acusado del asesinato
tenía sentido. No solo estaba obsesionado, era un vigilante en busca de
justicia.

Si me dice ahora mismo que sí, que mató a ese hombre, no


apartaría mi mano. Tal vez eso me hace retorcida, queriendo que esta
fantasía que he desplegado en mi cabeza unas cien veces, la fantasía en
la que Luke y yo terminamos juntos, se haga realidad.

Pero no creo que sea retorcida, o loca, o mala. Creo que veo el amor
de Luke. Su implacable deseo de enterrar a su hermana con la gracia y
dignidad que se merecía. Algunos pueden creer que es un asesino, un
lobo feroz, pero no lo es. Es un hombre que sabe diferenciar lo bueno de
lo malo, un hombre que comenzó como un chico encantador, pero se
endureció con la verdad.

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Frankie Love
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La vida no es todo deseos y sueños. No hay magia que pueda traer


de regreso a la vida a una hermana y una amiga muerta. No hay magia
que pueda llevarse dos años pasados en prisión por un crimen que nunca
cometió.

—¿Pero no fue algo bueno, que este tipo fuera asesinado? Quiero
decir, la gente ama ese programa de Dexter, y él va por ahí matando por
justicia.

Luke sacude su cabeza.

—Hayley, esto no es un programa de televisión. Es la realidad. ¿Te


sientes a salvo sabiendo que hay un asesino suelto, tomándose la justicia
en sus manos? Porque seguro como el infierno que yo no.

—Lo entiendo, quiero decir, me hace sentir intranquila estar aquí


en Willow Creek. Stacy no era una criminal… lo cual quiere decir que el
extraño ha dejado de matar por justicia y ha comenzado a hacerlo para
mantener su identidad a salvo.

—¿Un asesino es un asesino, verdad? Pero es más que eso ahora.

Trago.

—¿Entonces qué pasó después de que tuviste toda esa evidencia?


¿Qué hiciste con eso?

—Iba a matarlo. Lo tenía todo planeado. —Traga, su manzana de


Adán se mueve, su mano se aprieta alrededor de mis dedos—. Mira, Hay,
sé que ha pasado mucho tiempo, te fuiste del pueblo y toda esta mierda
sucedió. Y no estoy intentando arrastrarte a una historia de la que no
quieres ser parte.

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Frankie Love
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Sacudo la cabeza, mirando nuestros dedos enlazados, nuestros


brazos estirados sobre la mesa.

—Quiero estar aquí. En esto. —Lo miro, sus ojos brillantes fijos en
los míos—. Quiero estar en esto contigo.

Asiente.

—Salí de prisión, sabes, y la mierda que sucedió allá dentro fue


una maldita locura. Como que me convertí en este hombre que ni siquiera
conozco. Me cambió, Hay. No soy el mismo chico que solías conocer.

—Tampoco soy la misma chica. —Mi boca se abre, queriendo poner


en palabras las formas en que he cambiado—. Por mucho tiempo quise
irme, ser cualquier cosa menos una chica de Willow Creek. Pensé que
quería ser una chef elegante, pero era demasiado estresante trabajar en
esas cocinas de Nueva York. Y entonces regresé a la escuela y aprendí
todas estas complicadas técnicas francesas.

—¿Pero no eras tú, verdad?

—Solo quería hacer tartas con corteza de hojaldre y muffins de


arándanos tan grandes como tu mano. Comida que hace que la gente se
sienta bien, que sonría. No era feliz con mi vida, pero no tenía cómo salir.
Entonces la abuela murió y estuvo claro como el cristal. Lo que quería
era regresar. Volver a casa.

—¿Este lugar no es solo un lugar donde te detienes por un tiempo?


—pregunta Luke—. ¿Willow Creek es tu hogar?

—Podría serlo. —Las lágrimas me pican en los ojos otra vez—. Ni


siquiera ha pasado una semana desde que volví, y parece que nada es lo

93
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que era. Y luego Stacy muere… —Contengo un sollozo, cubriéndome el


rostro con las manos.

—Oye, niña, shhh —dice Luke, levantándose y haciéndome


levantar a mí. Envolviendo sus brazos a mi alrededor, me hundo contra
su pecho, respirándolo. Serrín, pinos y aire libre. Olores familiares que
me asientan—. Está bien, Hay. —Luke me acaricia el cabello mientras las
lágrimas me caen por la cara.

—Estoy tan confundida. ¿Lo asesinaste, Luke?

—No. —Su voz es firme, calmada—. Lo habría hecho, de verdad que


lo habría hecho. Pero mi padre estaba sobre mí. Me detuvo antes de que
pudiera hacer algo que pudiera cambiar el curso de mi vida. —Luke se
rie con sarcasmo y lo acerco más a mí, y cuando habla de nuevo es más
suave, como si mi cuerpo contra el suyo borrara las píldoras de amargura
que ha tragado—. Tomó la evidencia, dijo que no era para que la
conservara, que el departamento del sheriff la necesitaba.

Alzo la mirada hacia él, creyendo que Luke no es un asesino, pero


confundida sobre quién lo era.

—¿Qué pasó entonces, después de eso?

—Fue encontrado asesinado en el arroyo, unos días después. Era


el único sospechoso. Creo que mi padre todavía cree que lo hice. Sabía
que estaba listo para ir tras el tipo. Mierda, suena terrible, ¿verdad? Es
jodido. Estoy feliz de que mis abogados me sacaran, pero que un juez
limpie mi nombre no quiere decir que Willow Creek me vea como algo
más que un asesino.

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—O un héroe… a pesar de todo, debemos encontrar a esta persona.


Saber qué sucedió en realidad. No tiene sentido. Mereces saberlo.
Debemos hablar con tu padre.

—¿Quieres salir de cacería? —Luke sacude la cabeza—. Hay, eres


una buena persona para que te preocupes tanto, pero eres muy buena,
demasiado inocente para mezclarte en este desastre.

Me paso la lengua por los labios.

—Estás equivocado sobre mi inocencia. Tú, más que nadie,


deberías saberlo.

Luke parpadea a cámara lenta. Recuerda. Recuerda todo. La forma


en que me quitó la capa roja. La forma en que me subió el pequeño vestido
azul, me bajó las bragas, revelando mi coño que estaba desnudo y
mojado, y suyo para ser tomado. Un coño que era puro e intacto y
dispuesto para ser tenido. Recuerda pasar su lengua por la longitud de
mi coño, con mis piernas abiertas, su cabeza entre mis muslos,
bebiéndose todo lo que tenía para él.

Lo recuerda.

Y quiero que lo tome de nuevo.

Tómame.

—Stacy fue estrangulada anoche, Hayley. —Las palabras de Luke


me traen de regreso a la realidad.

Qué fácil es desvanecerse; yo en una fantasía, un asesino en medio


de la noche.

Se aleja de mí.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—No podemos. No así.

Asiento con fuerza, avergonzada por los pensamientos que me


nublan la mente.

—Lo sé. —Doy un paso atrás, también. Exhalando, me presiono la


mano contra el pecho—. Tienes razón.

Me agarra de las muñecas.

—Eso no quiere decir que no te quiera. —Me empuja hacia atrás,


contra una pared, sujetándome las muñecas sobre mi cabeza. Su polla
está tensa entre ambos, su pecho presionado contra el mío—. Eso no
quiere decir que no te quiera.

Mis ojos aletean. Mi pecho se eleva. La parte de atrás de mi boca


quema, deseando tener su polla golpeándola mientras le hago una
mamada. Deseando que se corra en mi boca, cubriendo mi garganta
mientras me trago todo lo que lo hace un hombre.

—¿Cuándo? —pregunto, prácticamente rogándole que ponga mis


muslos a su alrededor, presionando su longitud en mi coño, mojado
ahora mismo.

—Pronto. —Su aliento es caliente en mi oreja, y me derrito en la


pared. Él se aleja entonces, sin jugar ningún juego. Dijo que
esperaríamos y lo dijo en serio—. Después de que Stacy sea enterrada.
Pero no antes, Hayley.

Se mueve para irse y lo veo partir, sabiendo que no es justo


presionar. Quiero respetar su decencia. Quiero honrar eso.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Me paro en el porche delantero, mirándolo irse. Despidiéndome de


él, las palabras de la abuela destellan en mi mente. Vale la pena esperar
por todas las cosas buenas. No puedes apresurar al amor, Hayley.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Me paso el día en casa de los Peterson, trabajando en su porche.


Esperando que Chris aparezca, pero no lo hace. Ni siquiera recibo una
llamada de él, ni una respuesta a cualquiera de mis mensajes. Estoy
preocupado, muy preocupado.

Aunque su relación con Stacy no haya sido perfecta, sé que la


amaba, y sé que está sintiendo profundamente su pérdida. Si conozco en
algo a mi hermano, sé que está sufriendo demasiado en este momento y
necesito ayudarlo de la manera que pueda.

Pasé la mitad de la mañana cuidando a la hija más pequeña de los


Peterson, tiene solo cuatro años o algo así, mientras que su madre corría
alrededor de la cocina, cansada y tratando de conseguir que su hija más
grande estuviera lista para la escuela.

Karina es bastante agradable. Fuimos a la escuela secundaria


juntos y no parece tener en mi contra el hecho de que he estado en
prisión. Estaba perfectamente bien con que cuidase a la pequeña Gemma
mientras preparaba la fiambrera de Becca.

La niña charló sobre esto y aquello e incluso me engañó para que


tuviera una fiesta del té con sus muñecas y animales de peluche. Me sentí
como un castrado de mierda, aunque me reí mucho cuando me llamó
señora Barton y me presentó a su familia de peluche como el miembro
más nuevo del club de té.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—¿Y qué desea para el té, señora Barton? —me preguntó


dulcemente, sirviéndome una taza de té imaginario.

—Un sándwich de pepino, por favor —contesté con voz aguda,


haciendo que Gemma riera. Me presentó un plato vacío y fruncí las
cejas—. ¡Con las cortezas cortadas!

Gemma cumplió y cortó la corteza invisible antes de sonreírme.


Dios, ¿dónde se han ido esos años?

En un instante recuerdo lo jodidamente bien que me sentía


caminando por el campus de la Universidad de Washington. Diablos,
pensé que terminaría la escuela, seria reclutado por la NFL y volvería por
Hayley, un hombre con futuro, tal como ella se merecía.

Pero me trago los recuerdos. Murieron junto con mi hermana.

Mientras Karina termina con el almuerzo de Becca, estoy pensando


profundamente y apenas registro sus disculpas por hacerme cuidar a
Gemma.

Me paso el resto del día trabajando duro en su porche. Chris no se


presenta y no contesta el teléfono, lo que me preocupa, pero al final el
trabajo tiene que hacerse igual. A última hora de la tarde, miro con
orgullo el porche casi terminado. Es hermoso, de la manera en que me
imaginaba que sería, y espero que los Peterson también estén contentos
con el progreso.

Al salir, veo a la familia sentada a cenar y me despido antes de


dirigirme hacia mi coche.

El señor Peterson, Emmett, me llama y me detengo. Me doy la


vuelta mientras viene por la acera.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Tiene unos años más que yo.

—¿Qué sucede? —pregunto.

Emmett frunce las cejas y me echa una mirada de soslayo.

—No quiero ser un idiota, Luke —murmura torpemente—. Solo


quería....

Oh dios, aquí viene, pienso, encogiéndose internamente. Va a decir


algo sobre el asesinato, y va a ser torpe como el infierno.

—Es... quiero decir, estás haciendo un buen trabajo en el porche.


—Después de una pausa, Emmett continúa—: Muy buen trabajo. Haces
un buen progreso.

—¿Pero? —le pregunto con intención, deseando que acabe con esto.
No tenemos que andar de puntillas alrededor del tema.

—Preferiría que tu hermano estuviera por aquí —dice finalmente


Emmett, mirando al suelo, incapaz de mirarme a los ojos—. No... lo
siento, hombre, no me gusta que estés aquí solo.

—¿Qué? —Mis ojos se ensanchan—. ¿De qué se trata esto,


Emmett? No estoy seguro de entender lo que quieres decir.

—Simplemente no me gusta que estés cerca de mis chicas —dice,


con una mirada incómoda y defensiva mientras cruza los brazos delante
de su cuerpo—. Vamos, Barton, tienes que entender, eres un delincuente
convicto, por el amor de Dios.

Lo miro fijamente, dejando que sus palabras se hundan en mí.


Tiene razón. He sido jodido por el sistema y siempre voy a tener esa

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

etiqueta. Criminal. Justo cuando estoy a punto de responder, Gemma


corre hacia nosotros y me abraza las rodillas, diciendo:

—Luke, no te vayas todavía, quiero mostrarte mi casa en el árbol.

Emmett tira de ella tan fuertemente que grita y le doy una mirada
dolida.

—Lo siento, cariño —le contesto bruscamente—. Hoy no puedo,


tengo mucho trabajo que hacer, ¿por qué no se la enseñas a tu papá?

Ella hace una mueca cuando una mirada de entendimiento pasa


entre Emmett y yo. Me alejo con los hombros caídos y mirando al suelo.
Saber que nunca podré escapar de este maldito sello sobre mi cabeza me
duele. Y saber que la gente todavía cree que soy un asesino a sangre fría...
eso duele aún más.

Arranco el coche y regreso a casa de Chris. Es mi última noche


aquí, ya que conseguí un contrato de arrendamiento en una pequeña
casa más cerca de la ciudad. Está a unas pocas calles de Hay y es una
verdadera casa, justo del tipo que quiero. Estuve hablando con el dueño
sobre hacer algunas renovaciones en vez de pagar el alquiler y él parece
satisfecho con eso.

Pensar en Hayley me da esperanzas. No sé cómo se siente sobre mí


a largo plazo, claro, pero ese beso en su puerta... fue malditamente
mágico. Y quiero más.

Pero después de Stacy, es difícil pensar racionalmente. Primero lo


primero, no obstante. Necesito comprobar a mi hermano y asegurarme
de que está bien.

101
Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Me paro en la entrada. Hay una luz pequeña en la sala de estar, de


lo contrario la casa estaría a oscuras. Aparco y salgo del coche, llamo a
la puerta antes de entrar. Siempre me siento como un intruso aquí. Como
si no perteneciera. Más hoy, sabiendo lo triste que debe estar mi
hermano.

Entro en la sala de estar. La casa está tranquila, en silencio.


Encuentro a Chris tumbado en el sofá de la sala de estar, respirando
pesadamente y obviamente desmayado. Varias botellas de licor se alinean
en el suelo alrededor del sofá y suspiro, pasándome las manos por el
cabello mientras miro la escena frente a mí.

Mierda. Se ha hundido y no puedo decir que no lo entienda. La vida


de Chris ha sido una montaña rusa desde que le diagnosticaron trastorno
bipolar cuando era niño. Estoy acostumbrado a que sus emociones sean
extremas, a sus cambios de humor y explosiones. Supongo que no lo
conozco tan bien como lo hacía Stacy, sin embargo. Y no sé cómo
ayudarlo después de esto. Me muevo hacia él, sacudiéndolo tan
suavemente como puedo. Gruñe y bizquea hacia la lámpara al lado del
sofá mientras empieza a despertar.

—Oye —digo suavemente—. ¿Cómo estás, Chris?

—¿Qué? —murmura—. Oh, carajo, ¿qué pasó?

No tengo tiempo para contestar mientras recuerda y gime en voz


alta. Jesús, no quiero estar en su lugar. Esto es tan jodidamente
doloroso. Solo quiero golpear algo.

—Se ha ido —dice—. Ella realmente se ha ido.

—Sí —digo suavemente—. Pero vamos a superar esto, Chris, te


ayudaré, y papá también lo hará.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

—¡No voy a estar bien! —grita, con las pupilas dilatadas y la


expresión enfurecida. Es muy diferente a la forma en que se veía hace
unos días—. Perdí a Stacy, hombre. Mi chica... la amé, la amé, carajo.

—Sé que lo hiciste —le digo—. Ella también te amaba, Chris.


Ambos lo sabemos.

Incluso con una mirada distraída, realmente sabía que lo hacía.


Siempre tuvo un punto débil por Chris.

—Al diablo con eso —murmura mi hermano—. Y al diablo con esta


maldita ciudad, ¿oyes eso? ¡A la mierda con Willow Creek!

—Por favor, estaremos bien —trato de decirle—. Vamos a pasar por


esto juntos.

—¿Nosotros? —me gruñe—. ¿Qué tienes que ver con esto, Luke? A
menos que tú la asesinaras también.

Me limito a mirarle fijamente.

—¿Honestamente crees que maté a ese hombre? —pregunto—.


¿Crees que maté al asesino de nuestra hermana?

No responde, en vez de eso simplemente se agarra el cabello y me


mira. Sé que está teniendo un episodio, y sé que debería tratar de ser
racional. Pero saber lo que mi propio hermano cree de mí es una mierda.

—Perdí a Stace —repite—. Perdí a Julie, y también perdí a Hayley


por esta maldita ciudad. —Me mira directamente—. Gracias a ti.

—¿Qué? —digo—. No te quité a Hayley, no la has perdido, está de


vuelta, ¿no?

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—¿Oh, sí? —gruñe, levantándose del sofá y avanzando hacia mí.


Me golpea con un dedo en el pecho, y puedo decir que no podré razonar
con él, no ahora que está tan borracho y su mente está tan lejos—. La
robaste. ¡La tomaste, la besaste y la follaste, Luke!

Se me calientan las mejillas y miro al suelo, y Chris se ríe


maniáticamente.

—Ves, lo sabía —dice amargamente—. Os vi salir del bosque la


mañana siguiente a la fiesta.

—Lo siento. No lo sabía...

—¿No sabías qué? —pregunta, enojado—. ¿Que yo estaba


enamorado de ella? Mierda, Luke, todo el pueblo lo sabía.

—Lo siento —logro decir.

—No lo haces —escupe—. Pero no tiene importancia, perdí a


Hayley, me conformé con Stacy, sé que ella me quería, Luke, sé que lo
hacía.

Su pecho se agita con los sollozos y me encuentro junto a él,


sosteniéndolo mientras las lágrimas le corren por las mejillas. Somos
hermanos, ¿no? Somos una maldita familia.

—Ella te amaba también —le digo suavemente—. Sabes que Stacy


te amó, hace más de dos años que estabas saliendo con ella, te quería
mucho.

—Sí. —Mi hermano se ríe amargamente—. Supongo que lo hizo,


pero no lo suficiente como para ser mía.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Mi cuerpo se congela cuando esas palabras salen de su boca, y no


sé qué decir. Siempre sospeché que Stacy estaba engañándolo, pero
nunca le dije una palabra a mi hermano. Sabía que le haría mucho daño
si averiguaba sobre algún asunto, si alguna vez hubo uno.

Chris coge una botella y actúo por instinto, deteniéndolo en su


camino.

—Creo que ya has tenido suficiente, hermano —le digo mientras le


quito la botella. Solo trato de cuidarlo. Odio que se haga esto a sí mismo.

—Aléjate de mí —gruñe.

—Chris —digo—. Soy tu hermano, por favor, te lo suplico, solo...


déjalo.

Él arremete contra mí y los dos caemos al suelo, nuestros cuerpos


enredados mientras mi hermano trata de sacarme la botella de las
manos. Me enfoco en mantenerlo lejos de mí antes de que nos lastime a
ambos, pero la adrenalina le da una fuerza que no sabía que tenía.

La botella se me rompe en la mano cuando la golpea contra el suelo


y maldigo en voz alta cuando los fragmentos de vidrio penetran en mi
palma. Chris agarra la botella, tomando la cosa medio rota en su mano y
sosteniéndola sobre mi cara.

Sujeto mi mano sangrando y lo miro fijamente. Es como si ni


siquiera lo conociera, y joder, sé que hemos pasado por nuestra lista de
tragedias: con mamá fuera del cuadro y Julie siéndonos arrebatada, y
ahora esta mierda con Stacy, pero Dios... Es como si ni siquiera lo
conociera. Como si no conociera a mi propio hermano.

—Chris. Por favor, cálmate, no hagas esto.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Me mira con los ojos inyectados en sangre, su mano cede la


temblorosa arma mientras me mira fijamente. Y luego un sollozo envuelve
su cuerpo y el fragmento cae al suelo, pasando muy cerca de mi cara y
ahondando en el suelo de dura madera. Las manos de mi hermano vuelan
a su cara y me ayuda a levantarme, sin importarle cuando mi sangre le
ensucia la costosa ropa.

Nos levantamos, hermano y hermano, sabiendo que va a haber


mucha más mierda de donde vino todo esto, pero también sabiendo que
necesitamos superarlo juntos, no hay otra manera.

Chris dice en voz baja:

—Yo... no sé lo que pasó, las cosas se salieron completamente de


control.

—Has recaído —le digo suavemente—. Ya te he visto hacer esto


antes, Chris. ¿Ha estado sucediendo mucho?

Sacude la cabeza con vehemencia, diciendo:

—No, en absoluto. He estado mejor desde... desde que estaba con


ella.

Se pasa las manos por el pelo, y estoy seguro de que ambos


parecemos un completo desastre.

—¿Puedes conseguir el botiquín de primeros auxilios? —le


pregunto suavemente, señalándome la mano—. Estoy sangrando.

—Jesús, por supuesto. —Desaparece en el baño y sale un segundo


más tarde con el kit. Nos sentamos en el sofá y me limpia la herida en
silencio. Ninguno de los dos dice una palabra.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

No hablamos mucho de eso, pero un incidente similar ocurrió


cuando era más joven. Chris no había tomado sus medicamentos por un
tiempo, mi padre no quería que los tomara. Durante uno de sus
episodios, Chris me tiró contra la pared. No soy un saco de huesos que
se pueda lanzar así, pero parece que mi hermano se fortalece cuando la
adrenalina corre a través de sus venas. Me lastimó bastante y tengo una
cicatriz que lo demuestra. Pero no había sucedido desde entonces, al
menos hasta donde yo sé.

—Gracias a Dios que estuviste aquí —murmura mi hermano y le


doy una palmada en la espalda con mi mano intacta.

—Siempre estaré aquí para ayudarte —le prometo. Nos sentamos


por un rato y el silencio que nos rodea por una vez no es opresivo, sino
reconfortante y tranquilo—. Vamos a llegar al fondo de esto —le prometo.

—La policía está en ello —murmura—. Sabes que papá hará todo
lo posible para encontrar al asesino.

—Sí, bueno, él parece pensar que fui yo —logro decir, mi voz


amarga.

—Me enteré —confiesa Chris—. Una maldita cosa, tal vez fue
presionado por la comisaría.

—Tal vez —respondo, aunque no creo ni una palabra—. Pero voy a


llegar al fondo de esto yo mismo si es necesario, y necesitaré tu ayuda,
¿está bien?

—Sí —dice, su voz un poco tensa—. Tenemos que averiguar qué


pasó.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—Lo haremos. —Intercambiamos sonrisas torpes cuando Chris


vuelve a hablar.

—Por cierto —dice—. Quise recuperar el dije, el que le di para


nuestro aniversario, ¿recuerdas?

—Sí. —Asiento. Adquirió un medallón de corazón de oro para Stacy


que ella llevó alrededor del cuello cada día. Cuando estaba nerviosa, solía
morder la cadena.

Frunce las cejas.

—Dijeron que no lo llevaba puesto.

—Eso no suena como ella —le respondo. Aunque Stace estuviera


teniendo un romance... Dios sabe, tal vez se lo quitó cuando estaba con
el otro tipo. No le menciono esto a Chris, sin embargo—. Lo revisaré.

—Gracias —responde—. Sé que lo llevaba la noche de la fiesta.

—Está bien. —Vagamente recuerdo el oro brillando contra su


cuello—. Lo encontraremos.

Chris simplemente asiente.

—Estamos bien, ¿verdad? —me pregunta solícitamente.

—Sí. —Sonrío de regreso. Espero que mi sonrisa falsa sea más


convincente que mi brazo sangrando—. Estaremos bien.

Pero no puedo dejar de preguntarme cuántas veces ha perdido el


control así mi hermano y yo no estuve cerca para detenerlo.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Todo el mundo en Willow Creek está sacudido por la muerte de


Stacy. Era inocente, no la perseguía por la justicia por un crimen
cometido. Era una mujer joven que trabajaba en un bar. Y sí, nunca tuvo
una reputación brillante, pero parece que todo el mundo tiene buenas
cosas que decir sobre ella ahora que se ha ido. Se ha vuelto de la
desvergonzada que vertió Bud Light11 a cada hombre y su padre en este
pueblo, a una santa que fue llevada demasiado pronto.

Tal vez nunca fue un diablo, solo un ángel incomprendido.

Dejo cacerolas y galletas a sus padres, que viven en un remolque


en las afueras de la ciudad. Nunca fuimos cercanos, pero en este
momento eso no importa. Recuerdo a su hija, y para ellos, eso es
suficiente. Eso es todo.

La madre de Stacy toma los contenedores Tupperware de mi mano,


luego envuelve sus manos alrededor de la mía, sus ojos rojos fijan mi
mirada.

—Siempre significaste mucho para ella —me dice—. Me alegro de


que te hayas reconectado antes de que la perdieras.

Budweiser (Anheuser-Busch) es una cerveza de tipo lager americana y una de las más
11

populares en los Estados Unidos. Budweiser se hace con una proporción de arroz de
hasta un 30%, además de lúpulo y malta de cebada. Y tiene una variante que es light.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Su madre dice perdieras como si su vida fuera algo que pudiera


encontrar. Pero esto no es un cuento para dormir para niños y niñas. No
hay cazador con un hacha que venga a salvarla, abriendo el vientre del
lobo y dejando que las niñas inocentes se arrastren vivas y respirando.

No.

Stacy se ha ido. Julie se ha ido.

Y no quiero que nadie se pierda en el bosque.

Voy por la ciudad, buscando respuestas. Tal vez estoy desesperada.


Ávida. Deseo más de lo que me corresponde. Después de todo, me fui.
Pero no soy la única que quiere respuestas. Luke las quiere. Chris las
quiere. Los padres de Stacy las quieren.

Planeo ir primero a la oficina del director de la funeraria. Llevo


regalos, por supuesto. He pasado las últimas semanas cocinando mis
emociones, lo cual es mejor que comerlas, supongo. Pero no me siento
como la chica esperanzada que apareció en Willow Creek, sin equipaje
además del novio de mierda que dejé. El novio que manda mensajes de
texto, insistiendo en que conteste.

El número de Nick destella a través de mi pantalla mientras estoy


examinando mi armario buscando un atuendo adecuado para conseguir
información. Un atuendo para adultos. Uno que Nick realmente habría
aprobado.

Sin querer siquiera tomar el esfuerzo de darle una respuesta,


simplemente respondo, poniéndolo en el altavoz.

—¿Qué? —pregunto. Me pongo bragas negras y un sujetador a


juego, al instante molesta conmigo misma por contestar.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—Hayley, contestaste.

—Sip. ¿Qué necesitas, Nick? He tenido un mes de mierda y no


puedo lidiar con que seas un idiota.

—Woah, woah, Hayley —dice, su tono inesperadamente suave—.


Lo siento.

—¿Oh, sí? —Pongo los ojos en blanco. Nick fue una mala decisión
que duró demasiado tiempo. Nos enganchamos porque lo acepté12. Nos
mudamos juntos porque ahorrábamos en alquiler. Nunca conocí a sus
padres y estuvimos juntos por un año. Nada de nosotros era bueno.
Quiero decir, que Tinder nos presentara fue probablemente la primera
pista.

—Lo hago. Vi un titular sobre Willow Creek y fui al periódico de la


ciudad online, es un montón de mierda, ¿conoces a la que...?

—¿Que murió? —Dejé escapar el aliento que había estado


sosteniendo en el momento en que mencionó Willow Creek. Sentada en
mi cama, tomo el teléfono, lo saco del altavoz y trato de ser algo además
de una perra. Frotándome los ojos, digo—: Sí. La conocía. —Completo. Y
honestamente, suena genuinamente preocupado por mí. Tal vez fuimos
una pareja terrible, pero salí con él un año. No era tan malo. Y es un
buen oyente. Quiero decir, va a la escuela para ser terapeuta, después de
todo.

—¿Quieres que vaya? —pregunta—. Me gustaría verte.

12
En el original: I swiped right que significa deslizar a la derecha y hace referencia a la
forma en que se utiliza la app Tinder, donde para aceptar a una persona tienes que
tocar el corazón verde que significa “Me gusta” o deslizar la foto del perfil hacia la
derecha. Las dos acciones significan que aceptas a esta persona.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—No es una buena idea, ya terminamos, Nick.

—Lo sé, pero a veces, cuando las cosas son difíciles, ver un rostro
familiar hace las cosas mejor.

No le digo que he estado viendo una cara familiar. Que Luke sigue
comprobándome y yo a él. Ayer me paré en donde trabaja con sándwiches
para él y Chris. Antes de trabajar hoy, pasé con café. Y me duermo tarde
todas las noches pensando en la forma en que me fijó los brazos por
encima de la cabeza, en la manera en que dijo: Eso no quiere decir que no
te tendré. Eso no quiere decir que no te quiera.

—Gracias por la oferta —le digo—. Pero estoy tratando de iniciar


un negocio, y todo aquí se siente muy pesado. No lo necesitas en las
fiestas.

—Pero si voy —presiona—, no me rechazarías, ¿verdad?

Me siento presionada, y sin querer ser cortante con él, o realmente


con cualquier persona en este momento, no cuando ya ha habido tantas
lágrimas este mes, suspiro.

—Si te presentas aquí no me negaré a verte, si eso es lo que me


estás preguntando.

Terminamos la llamada y no pregunté cuándo quería venir, porque


honestamente, tengo muchas otras cosas en mi mente.

Como averiguar quién asesinó a mi vieja mejor amiga. Y limpiar el


nombre del tipo del que me estoy enamorando.

Demasiadas cosas.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Tiro el teléfono de vuelta a la cama y lo intento de nuevo con la


ropa.

Me toma unos doce segundos darme cuenta de que no tengo ropa


para adultos, y en su lugar me pongo un par de vaqueros sueltos13,
enrollo los bajos, y encajo un par de Cons14 en mis pies. En el cesto de
ropa limpia al pie de la cama, encuentro mi camiseta favorita, es tan
apropiada como cualquier otra que tenga.

Con las palabras “Soy una Belieber”15 escritas en el centro del


pecho, las acepto como mi verdad, porque ahora mismo tengo que creer
que puedo obtener algunas respuestas.

Me ayuda saber que Justin me cuida la espalda.

En la oficina de la funeraria, en el centro, abogo por mi caso con


los bollos de arándanos y naranja. El hombre que trabaja en la recepción
me escucha, pero al final de mi discurso sacude la cabeza con gravedad.

—Recuerdo el caso, pero no creo que tenga nada que pueda ayudar.
¿Has hablado con los forenses?

Le estrecho la mano, le agradezco su tiempo, haciéndole saber que


el laboratorio forense es mi próxima parada.

Conduzco directamente, sabiendo que si voy ahora mis productos


todavía estarán calientes del horno.

13
En el original: boyfriend jeans, que alude a “robarle el jean a tu novio”. Esta expresión,
tan de moda en esta temporada, significa un pantalón dos o tres tallas más grandes,
como si llevaras los jeans de tu chico, pero algo más ajustados en la cintura y piernas
para destacar las curvas femeninas. Se usan arremangados, con chaquetas al cuerpo y
camisas entalladas, botas o borcegos.
14
Zapatillas Converse, Cons One Star.
15
Fan de Justin Bieber. En el texto se hace un juego de palabras entre I’m A Belieber y
I’m A Believer que significa Soy una Creyente.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

—¿Cómo puedo ayudarte? —pregunta un hombre con traje oscuro.

—Estoy buscando respuestas sobre el asesino de Julie Barton.


Muchas piezas del caso no se ajustan y estamos buscando algunas
respuestas.

—¿Nosotros?

Sostengo mi cesta de bollos, sonriendo fuertemente y sabiendo que


en el momento en que mencione el nombre de Luke, este hombre bien
vestido dejará de estar interesado.

—¿De naranja y arándanos? Son mi especialidad.

Unos minutos más tarde estoy de vuelta en el coche con una


canasta medio vacía y sin pistas. Los forenses sugirieron que indagara
con el sheriff Lee Barton si tengo alguna pregunta, y sé que tienen razón.
Lee va a saber más; todo... Es solo que la percepción que tiene Luke de
su padre no es exactamente generosa. Y meterme en la oficina del sheriff
va a avisar a la ciudad entera de que no estoy satisfecha con lo que ha
sucedido.

Sin embargo, necesito ser valiente. Luchar por lo que es correcto.

Y así me dirijo a la estación, decidida a hablar con el señor Barton.

—Hayley Adams —dice calurosamente, dándome la bienvenida a


su oficina. Parece una versión más vieja de Chris y Luke, guapo y en
forma. Recuerdo que Stacy siempre bromeaba en la escuela secundaria
sobre cuán sexy era. No podía verlo entonces, pero ahora, sentado en su
oficina, puedo ver su atractivo. Él es confiado en la forma en que solía
serlo Luke, con amplias sonrisas y una voz estruendosa.

114
Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

No estoy diciendo que Luke sea inseguro. De ninguna manera. Pero


no usa su autoconfianza de la misma manera. Sus partes brillantes están
desgastadas, y la mayoría de la gente diría que parece agotado,
arruinado.

Yo digo que ha sido refinado por el fuego.

—Entonces, ¿cómo puedo ayudarte, querida? —El señor Barton se


sienta detrás de su escritorio, poniendo el teléfono y las llaves delante de
él.

—Bueno, en realidad, tenía unas cuantas preguntas para usted,


señor Barton —digo, sosteniendo mi cesta de bollos.

Él asiente sabiamente.

—Tuve unas llamadas esta mañana, parece que has estado


haciendo tus rondas.

—Oh. —Me vacila la voz, y al instante me siento como si estuviera


fuera de mi liga—. ¿La funeraria y la oficina forense le dijeron que estuve
allí?

—Claro que sí. —Pasa las manos por el escritorio vacío—. Escucha,
Hayley, sé que eres una buena chica, siempre lo has sido, con una buena
cabeza sobre los hombros...

Lo corté.

—Esto no es sobre mí, en realidad, es sobre lo que le pasó a Julie.

—Dejemos a Julie fuera de eso —dice bruscamente.

Mi rostro se llena de vergüenza.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—Lo siento. No quise lastimar a nadie.

—Sé que no lo quieres, Hayley, pero eso es lo que estoy tratando de


decir: si andas por la ciudad, desenterrando el pasado, las cosas que
Willow Creek ha enterrado, solo harás daño a la gente.

—No ha pasado tanto tiempo, señor Barton, y si pudiera echar un


vistazo al viejo archivo del caso...

—Eso está clasificado, está fuera de discusión, y está más allá de


lo que puedes tratar, Hayley, necesito que lo dejes.

Asiento, no quiero molestarlo más de lo que ya lo hice.

Antes de que me levante para irme, sin embargo, una pelea estalla
en la estación con un hombre que fue arrestado y traído a la estación
para ser interrogado. El señor Barton se pone de pie.

—Dame un segundo, Hayley.

En el momento en que el señor Barton se va para calmar las cosas,


rápidamente agarro el juego de llaves en su escritorio. Sé que es
imprudente. Estúpido. Pero honestamente, ¿qué tengo que perder? ¿Me
van a arrestar? Bien. Al menos sabré que hice mi parte para ayudar a
Luke. Para ayudar a Stacy.

Utilizo las llaves y comienzo a abrir sus cajones, adivinando que al


ser un caso tan personal el señor Barton lo mantendrá cerca. Me trago el
miedo, mis ojos se lanzan hacia arriba, mirando a través de la ventana
de la oficina a la estación. Veo al señor Barton levantando los brazos,
gritando para que todos se calmen.

116
Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Por supuesto, él está molesto de que ande por la ciudad y les


recuerde a todos que una joven fue violada y asesinada en Willow Creek.
Nadie quiere pensar en eso.

Especialmente su padre.

Me siento mal por ir en contra de la voluntad de un hombre que


perdió tanto, pero no puedo evitarlo. Luke estaba obsesionado hace años,
y en una fracción del mismo camino, ahora lo entiendo.

No voy a salir de esta oficina sin intentarlo.

Mi intuición funciona bien. En el cajón inferior, veo un archivo


claramente etiquetado JULIE BARTON: INVESTIGACIÓN CLASIFICADA.
Mi corazón late y cierro el cajón detrás de mí, poniéndome de pie
rápidamente, el corazón palpitándome en el pecho mientras pongo las
llaves donde las encontré.

Metiendo el archivo en mi bolso, lo ajusto en mi hombro, abriendo


la puerta cerrada de la oficina.

La conmoción se calma en la estación, y el señor Barton se excusa


para decirme adiós.

—¿Sabes a dónde voy con esto, cariño? —dice, apoyando la mano


en mi hombro mientras me conduce al vestíbulo. Su mano descansa
precariamente cerca de mi bolso y sus ojos se fijan en los míos, no en la
carpeta de manila que está metida en mi bolso.

—Entiendo totalmente, señor Barton, y muchas gracias por verme,


disfrute de los bollos, ¿sí?, traeré donuts la próxima vez, lo prometo —
digo con un guiño forzando mi rostro a transmitir inocencia.

Inocencia.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Esa palabra implica demasiado.

Afuera, pequeños copos de nieve cubren las aceras de la ciudad, el


aire es helado, el cielo casi demasiado azul. Ni siquiera estoy usando
guantes, la nieve no estaba en el pronóstico.

Saco el teléfono, texteo a Luke para que venga enseguida, no puedo


evitar pensar que es demasiado pronto para la nieve en Willow Creek.

Me meto en el coche, mi intestino me dice que las cosas van a ser


mucho más frías antes de que comiencen a calentarse.

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Luke está aquí, sentado en mi porche delantero, cuando aparezco.


Saliendo de mi furgoneta, coloco mi bolso sobre mi hombro, sabiendo que
la carpeta que robe está segura escondida dentro.

Luke sonríe, observándome avanzar por el camino de grava. La


ligera nieve se ha detenido, y por eso estoy agradecida. Los inviernos en
Nueva York estaban llenos de nieve pero tampoco tuve que conducir en
ese tiempo.

—No creo que alguna vez vuelva a verte conduciendo en esa enorme
furgoneta —bromea.

—Ya te dije que es para mí prometedor negocio. En algún momento


seré una famosa panadera, entregando cosas por todo Willow Creek.

—¿Es eso lo que quieres hacer a largo plazo, Hay? —pregunta,


levantándose de donde estaba apoyado para verme llegar—. ¿Cómo
puedes verte dirigiendo una panadería para siempre?

—Mírate, Luke Barton, preguntando sobre los planes a largo plazo.


Siempre pensé que tenías miedo al compromiso.

Luke niega lentamente y yo desbloqueo la puerta principal,


considerando su pregunta. Es inesperada. Me hace preguntarme dónde
se ve él, cuáles son sus planes a largo plazo. Si encajo en ellos.

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Su mano encuentra la parte baja de mi espalda cuando entramos


y tira de la presilla posterior de mis jeans, enviando una corriente a través
de mi cuerpo.

—No soy el mismo Luke Barton que solías conocer, Hayley.

—¿Y este nuevo Luke Barton, planea quedarse en Willow Creek


para siempre?

—Podría ser peor, puedo verlo ahora, viniendo aquí a la casa de tu


abuela todos los días después del trabajo, tú alimentándome, tomándome
el pelo con ese dulce culo. Podría acostumbrarme a eso. —Da palmaditas
a la mejilla de mi culo, y siento que mis otras mejillas se ruborizan.

—Maldición —le digo, mis cejas levantadas—. La cárcel te hizo


caliente.

Eso me consigue una sonrisa, y me alegro que todavía pueda hacer


eso. Hacer sonreír a Luke.

—Honestamente, Hayley, ¿es tu plan dirigir este negocio de


panadería aquí en Willow Creek?

—¿Por qué crees que estoy de vuelta? Por supuesto que quiero esto.
Y lo mejor es que, si consigo levantar y dirigir el negocio, podré conseguir
una licencia comercial para cocinar aquí, en la casa de la abuela, y hacer
todo el horneado aquí. Se siente correcto, estar en esta cocina, horneando
tartas, galletas y pasteles. Eso la habría hecho feliz.

Luke se vuelve hacia mí y en un instante, estoy en sus brazos. Mete


un mechón de cabello suelto detrás de mi oreja mientras una dulce
sonrisa se extiende por su cansado rostro.

—Creo que a tu abuela también le habría gustado eso, Hay.

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Miro hacia abajo, sonriendo a mí misma, pero Luke no me deja


alejarme.

Levanta mi barbilla con el dedo, lleva mis labios a los suyos. Me


besa de una manera que es tierna, una manera que es cruda. Me gusta
que me haga preguntas sobre lo que quiero en la vida. Es como si sus
palabras encontraran una parte de mi corazón que nadie más se
preocupó en intentar buscar. Es como si me conociera como nadie lo
hace.

Se aleja, pero luego inmediatamente presiona sus labios como si


no quisiera que el beso terminara.

Quiero decirle que no tiene que terminar.

Ni ahora, ni nunca.

Pero no quiero ser la única empujando lo que hay entre nosotros.


Si me quiere, puede tenerme.

—Entonces, ¿por qué me llamaste? Sabes que salí del trabajo


temprano —dice—. Así que es mejor que sea bueno. De lo contrario, Chris
me estrangulará.

En el momento que dice estrangular, ambos nos damos cuenta de


la mala elección de sus palabras.

Nos obliga a separarnos, y el placer que se extiende a través del


pecho se disipa.

Asiento secamente y coloco el bolso sobre el mostrador de la cocina,


abriéndolo. Sus palabras me trajeron de regreso a la realidad, saco la
carpeta de color manila y la coloco en el mostrador.

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—Esto es el por qué te llame.

Luke entrecierra los ojos, confundido. Hablamos sobre buscar


justicia, pero tal vez no pensó que seguiría adelante.

—Fui a la oficina de la funeraria y del forense, no hablaron. Sabía


que había sólo un lugar donde realmente iba a obtener respuestas en
Willow Creek. Así que fui a la estación, pregunté…

—¡¿Qué demonios, Hay?! ¿Hablaste con mi padre?

La explosión de ira de Luke me sorprende, pero sigo adelante,


sabiendo que hay muchos problemas a resolver entre él y su padre,
problemas que ni siquiera entiendo.

—Escucha, Luke —digo con firmeza, sin tomar nada de sus


arrebatos—. No estaba haciendo nada a tus espaldas. Lo hice porque esta
es la única forma en que vamos a averiguar qué diablos pasó.

Luke parece genuinamente sorprendido. Tal vez nunca me había


visto enojada, furiosa.

Después de todo, soy Hayley Adams. La dulce chica que vivía al


lado. La chica quien hace tartas y galletas de azúcar.

No una chica buscando venganza.

—Lo siento —dice, pasando las manos por su cabello—. Sé que sólo
estas intentando hacer algo para ayudar, Hayley. Pero no quiero que
estés tan mezclada en esto que termines teniendo un blanco en tu
espalda. Ya pasé por el infierno en esa prisión, pero ese era yo… no quiero
a nadie, o nada, molestándote.

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Su puño esta apretado en su palma, mandíbula y músculos del


cuello apretados, demasiado en virtud a la apariencia de este hombre.

Presiono las manos en su pecho, queriendo calmarlo.

—Escucha, Luke, estoy de tu lado. Y nadie va a joder conmigo, no


mientras seas tú quien proteja mi espalda. No tengo miedo, porque
estamos juntos. ¿Entendido?

Luke cierra los ojos, toma una profunda respiración, exhala. Muevo
las manos sobre sus bíceps, más allá de sus antebrazos, hasta que mis
dedos encajan con los suyos.

—¿Cómo de difícil fue conseguir ese archivo, Hayley? Habría


matado por eso hace dos años.

—No te enfades —le digo—. Pero lo tomé. Bueno, lo robé. Soy una
ladrona, básicamente. Eso es lo que estoy tratando de decirte.

Luke no se enfada esta vez, tal vez porque nuestras manos están
unidas. Me gustaría pensar que soy alguien que lo estabiliza, que
mantiene sus pies plantados en terreno sólido cuando el mundo que nos
rodea se mueve como la arena.

—Hayley Adams, una ladrona. —Sonríe Luke—. Nunca dejas de


sorprenderme, ¿sabes?

Exhalo, el alivio llena la habitación.

—Veamos esa carpeta —dice él.

Durante las siguientes dos horas examinamos cada pedazo de


papel. Estudiamos las fotografías de la escena del crimen en detalle y
tratamos de darle sentido a los informes. De vez en cuando me levanto

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para traer un bocadillo o hacernos café. Los carbohidratos parecen ser la


única cosa que tragamos a través de esta agotadora tarea: revivir el
doloroso pasado.

—Recuerdo haber encontrado todo esto, toda esta información


sobre el asesino. Me hace sentir como un maldito psicópata por recopilar
demasiado sobre él. Lo loco es que yo tenía razón. Simplemente no se
quien más estaría dispuesto a arriesgar todo para matar a este hombre.

Me detengo a mitad de morder una galleta, pensando en ello.

—Así que, ¿qué paso exactamente después de que tu padre te


detuvo por cometer el crimen? —pregunto.

—El asesino fue encontrado muerto. Mi padre ni siquiera se


molestó en venir cuando supo que me estaban deteniendo. Los policías
se presentaron en su propia casa para arrestar a su maldito hijo. Quiero
decir, lo entiendo, probablemente estaba avergonzado de mí. Pero maldita
sea, dolió estar allí solo. Chris estaba desaparecido en acción, pero su
cabeza no estaba donde debería tenerla, no después de que Julie muriera.
Se volvió desequilibrado, ¿sabes?

Asiento, entendiendo de alguna manera. Recuerdo haber leído una


novela sobre un hombre que sufría DSPT16, y como durante el día parecía
bastante normal, pero por la noche los demonios salían a jugar.

Todos manejamos el dolor de manera diferente.

Ojala pudiera ver la belleza en eso, nuestras diferencias, ahora


mismo, pero todo lo que veo es a Luke.

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Desorden por stress post traumático.

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Y ahora mismo, Luke parece perdido.

—Tal vez esta evidencia no nos ayude. —Me muerdo el labio inferior
sobre la mesa de café, Luke en el sofá a mi lado. Ordeno los papeles en
una pila, tratando de ver si hay algo que olvidamos—. Tal vez fuimos
estúpidos al pensar que podríamos descifrar un caso que el
departamento del sheriff no puede.

Mientras muevo los papeles, algo cae de ellos. Baja al suelo de


madera, y recojo una pequeña llave plateada.

Sosteniéndolo hacia Luke, pregunto:

—¿Qué es esto?

Luke sonríe, negando con la cabeza.

—Tal vez lo que estuvimos buscando toda la tarde.

—¿Qué crees que abre? —Presiono la llave entre el pulgar y el dedo


índice, tratando de pensar lo que podría abrir. Deseando, egoístamente,
que sea la llave del corazón de Luke; que con un giro, fuera capaz de
abrirlo, arrastrarme dentro, y quedarme allí para siempre.

—Podría ir al cerrajero mañana —sugiere Luke—. Tal vez tengan


una idea.

—Es lo más cercano que quizás tengamos a una pista —le digo,
sonriendo. Me levanto y miro por la ventana de la sala, dándome cuenta
que la tarde se ha vuelto noche. El cielo se pone muy oscuro temprano,
ahora que el invierno se ha apresurado.

—Sé que te he estado alimentando con bocadillos toda la tarde,


pero ¿estás listo para una buena comida saludable?

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Frankie Love
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Él se levanta también, listo para responder, cuando hay un gran


ruido sordo en la puerta. Frunciendo el ceño uno al otro, Luke toma mi
mano y me lleva al vestíbulo.

—Extraño —digo, suponiendo que afirmar lo obvio es mejor que el


silencio.

La verdad es que el silencio me asusta.

Luke abre la puerta, y al principio parece que no haber nada allí,


como si nada hubiera hecho ruido en absoluto. Como si eso fuera un
producto de nuestra imaginación.

Un fantasma.

—¿Tal vez algunos niños lanzando pelotas? —sugiero, sabiendo lo


improbable que es. Estoy en una sucia carretera, a las afueras de la
ciudad. No hay niños por aquí, no desde que la familia Barton se mudó
de la casa tres puertas abajo.

—O tal vez es una advertencia. —La voz de Luke se vuelve helada


cuando se agacha para recoger una roca con una hoja de papel escondida
bajo ella.

Un mensaje escrito con sangre.

Me muevo para encender la luz del porche, luego me acerco, quiero


leerlo pero también enterrarlo. Para fingir que esto no está pasando.

Esto es Willow Creek. No es un lugar donde las adolescentes son


violadas y asesinadas, donde los criminales son estrangulados y los
mejores amigos asesinados.

No.

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Esto es Willow Creek. Un lugar donde se dejan mensajes de sangre


para advertir a los que buscan justicia.

El mensaje dice: DEJA DE BUSCAR O MUERE.

Cada cabello en mi cuerpo se levanta. Temblando, me alejo del


porche, del mensaje, queriendo estar lo más lejos posible de quien dejó
esto fuera de la puerta de mi abuela.

—¿Quién haría esto? —pregunto, temblando y de pie en la puerta.

—La persona que querría que dejáramos de cavar en el pasado,


Hay. El asesino sabe que estamos buscando.

Entierro los nudillos en mis labios, aterrorizada al comprender que


esto no es algún crimen muy pequeño que estamos tratando de resolver.

Este es un caso de asesinato.

Múltiples cargos de asesinato.

Quiero ser valiente y fuerte. Quiero entender porque Stacy murió.


Quiero darle sentido a todo.

Pero no quiero ser la próxima víctima.

Tal vez eso me muestre débil. Tal vez me muestre pequeña. Tal vez
no me haga el tipo de chica con que Luke Barton quiere terminar.

Tal vez Luke quiere a una chica que sea es grande, valiente y
hermosa. No una chica muerta de miedo en el pasillo, asustada de salir,
e incluso cuando sé que Luke no es el lobo feroz… ahora mismo, bajo la
luz de la luna, sé que hay un gran lobo allí afuera.

Y él está viniendo por mí.

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Luke debe darse cuenta que estoy temblando, porque da un paso


dentro, el mensaje ensangrentado apretado en su puño, y cierra la puerta
detrás de nosotros.

La victoria que sentimos al encontrar esa estúpida llave de repente


parece tan pequeña.

Muy peligrosa.

—¿Qué vamos a hacer, Luke? ¿Debemos llamar a la policía? —


pregunto.

—¿Y decir qué? ¿Qué el asesino sabe que estamos sobre él, y luego?
¿Tendremos a mi padre, el sheriff, viniendo y viendo toda esta evidencia
de su oficina?

Luke cruza la habitación.

—Maldita sea —dice él—. Sabía que esto iba a ser un problema.
Sabía que estamos llegando demasiado profundo, Hayley. Sabía que esto
era una complicación. Te dije que la última cosa que quiero es que algo
malo te suceda. ¿Y luego qué pasa? Obtenemos las malditas amenazas
de muerte en el porche de tu abuela. El que esté aquí está mal. Necesitas
quedarte lejos de mí.

Me acerco a Luke, odiando la forma en que se aleja cuando está


asustado. Deseando que venga a mí en lugar de huir cada vez que está
sufriendo.

No pudo cuidar de él si no me permite acercarme.

—Luke, no tenemos que hacer nada esta noche. Esta noche sólo
tratemos de… —Niego, alejando las formas en que Luke y yo podemos
intentar pretender que esta vida que estamos ahora teniendo es normal.

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—Para, Hayley. Todo esta tan jodido.

—Sí, lo está, pero tú no estás jodido. Yo no estoy jodida. Así que sí,
es aterrador y honestamente estoy aterrorizada. Pero hay una cosa que
sé. Cuando estoy contigo, no estoy asustada.

Luke cierra la distancia entre nosotros, su cólera desapareciendo,


convirtiéndose en algo roto.

—Las personas en esta ciudad me han marcado como un asesino


a pesar de que soy un hombre libre. Eso te pondrá en la línea de fuego.

Sonrío, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, queriéndolo


cerca.

—Si hay un incendio, apágalo.

—¿Cuándo te convertiste en tan malditamente optimista, Hay? —


Luke envuelve los brazos alrededor de mi cintura, atrayéndome hacia él.

—Me convertí en optimista el día que regrese a Willow Creek. ¿He


estado aquí unas horas y a quien he visto? Al único e incomparable Luke
Barton. Mi lobo feroz.

Luke sonríe, mostrándome sus dientes y esos hoyuelos, y sé que él


y yo vamos a atravesar esto.

—Entonces todo sería diferente —le digo

—¿Mejor? —pregunta Luke suavemente.

—Tal vez —digo, inhalando su olor, aserrín y allspice, como si él ya


estuviera marcado por mí. Tal vez lo está—. Pero Luke, no hay garantías.

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No tenemos la certeza de que si ambos nos hubiéramos quedado,


habríamos terminado así. Y esto, no lo cambiaría.

—Yo tampoco, Hayley. —Luke levanta el dobladillo de mi camisa,


sus ojos encapuchados, su corazón mío—. No lo cambiaría por nada del
mundo.

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En mi habitación, las luces están apagadas, las cortinas abiertas.


Mis pies descalzos se mueven contra el suelo de madera, cierro la puerta
de bisagras crujientes, manteniendo fuera a los monstruos que acechan
a distancia.

No estoy sola, por supuesto. Luke está conmigo, su pecho desnudo,


cubierto de tatuajes que cuentan una historia que estoy comenzando a
comprender. Una historia de un hombre roto cayendo por un valle de
dolor.

Si yo no hubiera regresado, ¿alguien lo habría atrapado, tendido la


mano? La respuesta no cambia nada.

Estoy aquí.

La luz de la luna brilla en la habitación y Luke me mira. Me ve. Sus


manos se mueven sobre mis brazos, cubiertos de piel de gallina, la
sangrienta nota grabada en mi memoria.

—Quiero borrar lo que acaba de suceder —susurro, tratando de


cerrar mentalmente el archivo de Julie y alejarlo de mí—. No seré capaz
de dormir esta noche, Luke. Esto es una pesadilla.

La habitación está tan quieta, nuestra respiración ardua, mientras


nos aferramos a la única cosa que sabemos con certeza. En este
momento, Luke y yo seguimos de pie. Nos tenemos el uno al otro.

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—Déjame ayudar. —Sostiene mi mejilla, y me coloco en su palma.


Cierro los ojos, después de haber esperado tanto tiempo—. Déjame darte
una razón para los dulces sueños.

Mi cuerpo se rinde a él, esto es todo lo que quiero.

Él también lo quiere.

Su boca choca contra la mía, y sostiene mi rostro con ambas


manos. Envuelvo los brazos alrededor de su cintura, agarrando la pretina
de sus jeans, necesitando más de su cálida piel contra la mía.

Su lengua empuja más allá de mis labios, y mis hombros caen, mi


cuerpo débil, sometiéndose a su toque. Mueve sus manos con avidez
sobre mi cuerpo desnudo, ya medio desnudo por él. Mis bragas de encaje
y sujetador negro, oscuro como la noche, todavía permanecen. Tira de las
copas, mis pechos cayendo, y su boca está en mis pezones, besándolos,
inhalándolos como si su supervivencia dependiera de ello. Necesitado.
Hambriento.

Famélico, una vez más.

—Hayley —dice, su voz desigual, su polla dura entre nosotros, mis


manos en los botones de sus jeans—. Cuando estuve en prisión, ¿sabes
lo que pensaba cada maldita noche durante dos años?

—¿Qué? —pregunto, desabrochando sus pantalones, dejándolos


caer al suelo. Sus manos están en mi trasero, empujándome aún más
cerca.

—Tú, permitiéndome tomarte en el bosque. Tú, desnuda.


Ofreciéndome todo lo que tenías para dar. Lo tomé una vez, pero chica,
eso nunca iba a ser suficiente.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

Mis manos tiran de su bóxer, y siento su longitud contra mi


estómago. Él es real y yo soy real y esta noche es nuestra.

—Nunca fuiste a buscarme —digo, revelando algo que he guardado


por demasiado tiempo.

—No querías ser encontrada.

Trago saliva, arqueando la espalda, sabiendo que eso era verdad.


No le di a nadie mi número de teléfono o mi nueva cuenta de correo.
Desaparecí, esperando algo que no creí que encontraría en Willow Creek.
¿Y por qué lo haría? La abuela estaba enferma y necesitaba irme. Luke y
Chris habían desaparecido. Stacy quería irse. No pensé que regresarían.

Resultó que estaba equivocada. Acerca de tanto.

—Regresé —me las arreglo para decir.

—Estoy tan jodidamente contento de que lo hicieras. Cuando te vi


en el supermercado, ¿sabes lo que pensé?

—¿Qué? —Parpadeo, mi pecho apretado, disfrutando de la manera


en que me está ofreciendo tanto a la vez. Su cuerpo. Su corazón. Su
verdad.

—Pensé: finalmente. Finalmente la chica que siempre quise había


vuelto a casa.

Me deslizó fuera de las bragas y movió las palmas sobre mi piel


expuesta.

Luke empujó mis manos alejándolas.

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—No cubras nada, Hayley. Eres perfecta. He estado esperando


tanto maldito tiempo por esto, y ahora quiero ver todo de ti.

—Es tuyo para tomarlo, Luke Barton.

Coge mis muñecas, empujándome a la cama. Me siento en el borde


del colchón, Luke de pie frente a mí. Su polla es tan grande, tan
tentadora.

—Eres más de lo que recuerdo —le digo, tomando su polla en mis


manos. Su suave punta aterciopelada. Mi coño gotea, queriéndolo dentro.
Mi boca, coño, culo. Le quiero toda la noche y lo quiero para siempre.

—Tómame en tu boca, Hayley. He estado soñando con tus suaves


labios alrededor de mi polla durante tanto tiempo. Tuve tu coño antes
que lo tuviera alguien más, pero nunca tuve tu boca en mi polla.

Sus ojos se cierran, sus manos descansando en mi coronilla.


Sostengo su polla, acariciándola suavemente, mi mano balanceando sus
apretadas bolas. Mi núcleo está en llamas de anticipación. Quiero
chuparlo, quiero hacer esto bien. Hacerlo correrse. En mi boca, en mis
pechos y en mi rostro. No me hace sonrojar, ni querer esconderme tras
mis deseos perversos. Quiero su semilla sobre mi piel. Ser cubierta por
todo lo que es Luke Barton.

En la pausa, él dice:

—No te merezco, Hay.

Ni siquiera puedo lograr sacar una respuesta porque no hay


palabras para esa falsedad.

En su lugar, le muestro exactamente lo que él se merece.

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Todo lo que tengo para dar.

Lleno mi boca centímetro a centímetro con su enorme polla,


ahogándome en su grosor, pero queriendo que mi garganta se queme. Lo
chupo, dentro y fuera, dentro y fuera, sus manos sobre mi cabeza
forzándome a ir más profundo.

Más profundo.

Más profundo aún.

Gime encima de mí y estoy desesperada porque sus dedos


presionen profundamente en mi húmedo coño, hasta retorcerme debajo
de él, su dedo follándome hasta correrme en su mano. Luego quiero que
lama sus dedos y me pruebe.

Está cerca de correrse, y balanceo la cabeza arriba y abajo, mis


piernas extendidas, él de pie entre ellas. Yo chupándolo, apretando las
mejillas de su culo, queriendo algo donde aferrarme.

—Joder, Hay, me voy a correr.

Lo saco.

—Córrete en mi boca —le digo, tomándolo de nuevo. Mucho más


fuerte, queriendo hacerlo explotar en mi boca, deseando probar su salada
crema.

Se corre, fuerte, disparando su alivio sin resistencia. Lo trago, como


quería. Como soñé.

Luego lo saco mientras continua liberando listones blancos, y lo


abrigo en mis pechos. Lo acaricio suavemente, deseando más, y me

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recompensa mientras bajo mi rostro, permitiéndole que dispare a través


de mis mejillas, mis labios.

Apunto la lengua hacia afuera, lamiendo su lechosa crema. Levanto


la mirada hacia él; sus ojos entornados, su polla todavía dura, su amplia
extensión de músculos. Es todo un hombre. Y esta noche es todo mío.

—Eres tan jodidamente increíble —me dice.

Agarro las bragas del suelo, limpio mis mejillas, la muevo sobre los
pezones todavía duros.

—Dime más —bromeo. La energía sombría de antes se ha disipado.


Él necesitaba correrse y yo necesitaba probarlo.

Ahora podemos jugar.

—¿Más? —sonríe Luke, pasando las manos a través de mi largo


cabello. Me echa hacia atrás en la cama, mi cabeza apoyada sobre las
almohadas y una suave sabana de franela debajo de mi—. Puedo hacer
eso.

Sonrío, disfrutando estos cumplidos del hombre que he deseado


durante tanto tiempo.

—Recuerdo un verano, tenías quince años, acabas de conseguir


pechos, tu culo se curvó. Bajaste al arroyo, un montón de chicos
estábamos allí. De todos modos, te apareciste en un bikini blanco. ¿Lo
recuerdas?

—Recuerdo ese traje de baño —digo—. No se ha dónde vas con esto,


sin embargo. —Mis manos se mueven por la tinta en su pecho, y él se
cierne sobre mí.

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—Bueno, te metiste en la cuerda del columpio, saltaste al arroyo.


Y cuando saliste, ese traje era translúcido.

—Lo recuerdo. Estaba mortificada. Stacy me dio uno extra que ella
había empacado.

—En el momento que saliste del agua, yo estaba tan malditamente


duro por ti. Fui al baño en el parque estatal, y en un retrete, empecé a
masturbarme.

—¿En serio? —Me muerdo el labio inferior—. No creí que alguna


vez pensaras en mí en ese entonces.

—Eso no es todo. Estaba sosteniendo mi maldita polla, pensando


en tu apretado coño, tus perfectas tetas, y entonces te viniste a cambiar,
y te vi entre las grietas de los retretes, te quitaste ese bikini, y vi trozos
de tu piel desnuda. Tus pezones estaban apretados por el frio, y yo quería
meterte en mi retrete, envolver tus piernas alrededor de mi cintura, y
follarte contra la puerta.

Sus manos bajan hasta mi coño, y mueve los dedos sobre mi


húmeda hendidura. Cierro los ojos, amando su historia, amando su
toque y sólo queriendo más.

—Eras un chico travieso, Luke. Mirándome así.

Entierra un dedo en mí, golpeándolo contra mi punto G, como si


hubiera memorizado mi cuerpo tantos años atrás.

—Yo era muy travieso. Rememoré ese recuerdo por años. —Sonríe
lentamente, su dedo follándome lento y constante, moviéndose más
rápido mientras mi jugoso coño comienza a verter contra él. Mi coño

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siempre se ha puesto muy húmedo por su recuerdo… pero esto no es un


recuerdo. Esto es real.

—¿Y luego que pasó? —pregunto, levantando mi trasero mientras


él presiona otro dedo dentro de mí.

—La noche del festival supe que ya no estaba imaginando cosas.


Por años me había preguntado si me querías… pero yo era un maldito
idiota en ese entonces, nunca aprecié lo que estaba justo delante de mí.
Pero no soy ese hombre, Hayley. Ahora sé que la vida es realmente
valiosa. Un maldito regalo. No voy a joder nada. Especialmente esto.

Saca los dedos, golpeando sus manos contra mis muslos,


presionando el pulgar en su boca y saboreándome.

Lentamente baja sobre mí. Mi cuerpo está listo y su cuerpo está


listo. Hemos esperado bastante.

Me llena de sí mismo, su polla fácilmente entrando en mi dispuesto


coño, extendiéndome, y haciendo que mis dedos caven en su espalda.

Empuja su longitud más profunda dentro de mí y me estremezco


debajo de él.

—No quiero lastimarte —me dice.

—Esto no duele. Esto se siente como… —No puedo encontrar la


palabra correcta. Mis ojos se llenan de lágrimas de placer, de alivio,
liberación.

—Se siente como estar en casa, Hayley. Te sientes como en casa.

Se corre dentro de mí, profundo, duro y bien. Ruedo encima y


sostiene mis pechos mientras me balanceo contra él.

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Sostiene mi corazón mientras lo monto bajo la luz de la luna.

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Despertar con Hayley envuelta a mí alrededor es la mejor maldita


sensación en el mundo. Se queja en su sueño cuando me muevo, y la
empujo más cerca. A medida que lentamente comienza a despertar,
disfruto la sensación de ella en mis brazos, el olor de su cabello, lo genial
de sus caderas contra mi ingle.

Dios, es perfecta, y anoche también lo fue. He estado esperando


por tanto tiempo para esto, para sostenerla de nuevo y decirle lo mucho
que significa para mí. Y la forma en que me chupó anoche… dios, joder,
maldita sea, es increíble. No puedo dejarla ir de nuevo.

—Buenos días, chica soñolienta —murmuro en su cabello mientras


bosteza, estirando su curvado cuerpo. Mis ojos vagan por las líneas, tan
hermosa y tan malditamente dulce. Necesito otra probada.

Mi boca desciende a la suya y ella gimotea en sorpresa mientras la


beso, tratando de alejarse.

—Tengo aliento matutino —dice.

—Me importa un carajo —me rio contra su boca—. Sabe demasiado


bueno. Déjame besarte, niña bonita.

Se funde contra mi toque y me pongo encima de ella, besando esa


bonita boca hasta que ambos estamos jadeando. Finalmente, cuando me
siento hinchado bajo su toque, muevo la punta de mi polla sobre su cálido

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coño, de la misma manera que lo hicimos toda la noche. Me presiono


dentro, envuelve las piernas a mi alrededor, sus ojos cerrados de nuevo
como si estuviera soñando, pero su cuerpo está completamente despierto.

No nos toma mucho tiempo antes de que ambos estemos gimiendo,


corriéndonos fuerte y rápido, nuestros cuerpos pulsando juntos como si
estuviéramos hechos para esto.

Es fin de semana, y hoy no trabajo, lo que significa que puedo


investigar más. Pero por mucho que quiera llegar al fondo del asesinato,
estoy reacio a dejarla sola. Está en peligro, también, después de todo…

—No quiero irme —gruño mientras nos cepillamos los dientes en el


baño.

—Lo sé —se las arregla para dejar salir, dándome una amplia
sonrisa llena de pasta dental. Le sonrió, revolviendo su oscura cabellera.
A cambio, mueve su pequeña curvatura hacia atrás contra mi
entrepierna, y apenas puedo resistir a tirar de sus mechones y hacerla
mía de nuevo.

Escupe la pasta y limpia su hermoso rostro.

—Prometo que me quedaré en casa. Nadie puede herirme aquí. Hay


una alarma antirrobo.

—Está bien —murmuro, aunque no estoy muy contento con su


respuesta—. Pero en serio. No vayas a ninguna parte sin mí, Hay.

—No lo haré —promete, dándome un beso en la mejilla. A pesar de


los acontecimientos de anoche al recibir esa nota en la puerta, ahora las
cosas parecen un poco menos tensas. Tal vez porque todo en lo que
estamos pensando es en nuestros calientes cuerpos presionados juntos…

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Frankie Love
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La tiro contra mí en el camino de entrada, necesitando saborear


una vez más esos labios llenos antes de irme finalmente. La beso
profundamente, saboreándola antes que me aleje juguetonamente.

—Ten cuidado —le pido—. En serio, Hay. Estaré muy preocupado.

—No te preocupes. —sonríe, toda curvas bonitas y líneas suaves.


Es tan impresionante solo usando mi camisa y un par de bragas en el
aire fresco de la mañana.

—Entra —le digo—. Antes que te enfríes.

Me sopla un beso cuando entro al coche y conduzco hacia mi


destino. Conozco el camino de memoria, así que me permito pensar en
anoche… y esta mañana.

Hayley se sintió mejor de lo que recuerdo. La primera vez que


dormimos juntos, yo era un maldito adolescente, pero esta vez… esta vez
soy todo un hombre, y ella es malditamente mía. Y no voy a dejar que eso
cambie en el corto plazo.

Conduzco al cerrajero en piloto automático. Andrew Shaw es un


viejo amigo de nuestra familia, conoce a mi padre desde hace años, y para
mi es algo así como un abuelo. Por supuesto, no lo he visto en dos años…
no desde antes de ir a prisión.

Trago un nudo en la garganta, sabiendo que esto puede ser difícil.


Sé que Andrew estará decepcionado. Sólo espero poder conseguir la
información que necesito de él.

Tomo la llave de mi bolsillo que encontré, girándola sobre la mano


libre en mi regazo. Es pequeña, casi anticuada. Si alguien sabe para qué
sirve, será Andrew.

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Me paro en su camino de entrada y ya puedo verlo de pie en su


porche. No dice una palabra cuando salgo del coche y me dirijo hacia él,
pero cuando lo alcanzo, le veo limpiar una lágrima de sus ojos mientras
me golpea en la espalda.

—Bienvenido a casa —murmura, y tengo que sofocar las emociones


que pensé que habían desaparecido hace tiempo. No sé porque pensé que
Andrew me juzgaría.

Me da la bienvenida con los brazos abiertos, y camino a su casa


sintiendo que he regresado al hogar. Así es Willow Creek, dulce, con la
clase de personas que siempre te respaldan. Conociendo a todo el mundo,
y confiando en que hagan lo correcto.

Me alegro de haber venido.

Andrew se sienta en su sala de estar y nos hace un poco de té,


sirviéndolo con galletas en su mesa para café. Nos sentamos en un
cómodo silencio durante un rato, bebiendo nuestras bebidas calientes.
Aprecio el hecho que no me pregunte acerca de la prisión, y respeta mi
privacidad.

Después de un rato, saco la llave de mi bolsillo y se la muestro a


Andrew.

—¿Esto te resulta familiar? —le pregunto.

Se coloca sus gafas de lectura y toma la llave de mi mano,


mirándola a la luz. Cuando la ve mejor, me sonríe y se ríe entre dientes,
bajo en su garganta.

—Bueno, seré condenado —me dice.

—¿La conoces? —pregunto esperanzadoramente.

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—Por supuesto que lo hago —dice con una sonrisa—. Malditamente


lo hago, será mejor que creas que sé para qué sirve.

Ambos nos reímos de su estupidez, y disfruto este tiempo que estoy


pasando en la compañía del viejo. Es una lástima que nos separáramos,
porque siempre me agradó, teníamos un vínculo especial.

—¿Para qué es? —pregunto, tomando una galleta del plato sobre la
mesa de café y mordiéndola por la mitad. El sabor del pan de jengibre se
hace cargo y saboreo el ligero sabor en mi lengua.

Me hace pensar en Hayley.

—Hice una docena de cajas de seguridad para el banco —me dice


Andrew, devolviéndome la llave. La guardo en mi bolsillo y espero que
continúe la historia—. No se hicieron muchas, pero fueron especiales.
Cobré un considerable precio por ellas, también.

—¿Y todavía están en el banco? —pregunto, y él asiente.

—Lo están, hasta donde yo sé. No sé a quién pertenece, sin


embargo. Tendrás mejor suerte preguntando en el banco —responde.

—¿Y cuándo hiciste estas llaves? —pregunto

—Supongo… —Se aclara la garganta, secándose los ojos con un


pañuelo—. Supongo que fue justo cuando… ese bastardo fue encontrado
muerto. El que hirió a Julie.

Yo podría haber sido cercano a Andrew, pero él era más cercano a


ella. Era como la nieta que nunca tuvo, y sé que perderla le dolió más
profundamente de lo que quería admitir.

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Sin embargo, oírle decir eso, confirma mis pensamientos de que


esta llave está de alguna manera conectada con el asesino de Julie. Me
quedo con Andrew un poco más, y charlamos sobre la ciudad mientras
terminamos nuestro té.

—¿Entonces, ninguna dama especial en tu vida? —pregunta


finalmente, y me rio—. He escuchado que la hermosa chica Adams está
de regreso en la ciudad.

—¿Oh, lo crees? —Le sonrío ampliamente.

—Sip, escuché que se parece a su abuela.

—Todo el mundo sabe que tenías algo por su abuela. —Le guiño un
ojo, y él se inclina.

—No fue una cosa que tuve —murmura—. Fue una cosa que
tuvimos.

—¡Viejo perro! —Palmeo su espalda y ambos reímos. Es agradable


relajarme algunas veces. Nunca supe que él estuvo involucrado con la
abuela de Hayley, y me pregunto lo solo que debe sentirse ahora que
también se ha ido. Hago una nota mental para hacerle una visita pronto,
tal vez con Hay o incluso Chris a remolque.

—De acuerdo —respondo—. Necesito llegar al banco antes que


cierren, ya que es sábado.

Cuando me levanto, Andrew toma mi mano y miro abajo hacia sus


ojos preocupados.

—Luke —dice—. Ten cuidado. Willow Creek ya no es lo que solía


ser.

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—¿Qué quieres decir? —le pregunto.

Simplemente me da un vistazo largo antes de negar con la cabeza.

Llego al banco minutos antes de la hora del cierre, medio esperando


que me muestren la salida. En su lugar, inspeccionan la llave y el
número, y un empleado va a la parte de atrás y regresa con una solemne
expresión, diciéndome que me llevará.

Para ser honesto, estoy sorprendido como el demonio de que estén


de acuerdo en seguir adelante con esto, sólo me muestra la caja de
seguridad sin siquiera pedir ver nada más que mi identificación. Pero no
voy a discutir sobre ello, y sigo al empleado al depósito.

Me muestra una pequeña área llena con docenas de cajas de acero


de aspecto antiguo. Son intrincadas, y puedo decir que son el trabajo de
Andrew por la forma en que firmó cada una de ellas. El empleado del
banco me dice que me tome mi tiempo, otra sorpresa ya que están a
punto de cerrar, y me deja bajo una sola bombilla, lanzando extrañas
sombras por todas las paredes.

Tengo que prepararme antes de abrir la caja de seguridad. Tengo


un sentimiento extraño, como si estuviera a punto de encontrarme cara
a cara con algo que no me gustará mucho. Pero me trago el nudo en la
garganta y desbloqueo la caja con un clic de la llave que traje conmigo.

La cerradura se atasca y tengo que sacudir la llave para que


finalmente se abra. Lo hago una vez, la puerta metálica se abre. Mi
corazón está a punto de estallar al llegar dentro de la caja, medio
esperando que algo me arranque los dedos.

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Siento el alrededor afelpado, rico terciopelo recubre el interior de la


caja, y las puntas de los dedos finalmente entran en contacto con un
objeto rectangular de tamaño mediano. Lo saco y lo observo bajo la luz.

Es una cinta de video, un casete VHS de los que ya no vemos a


menudo. Paso la cinta negra sobre mi mano y encuentro una pequeña
etiqueta blanca con una fecha.

La fecha es de un día antes de la mañana en que mi vida se fue al


demonio. Un día antes que el asesino de Julie fuera encontrado muerto.

Cuidadosamente, guardo la cinta de video dentro de mi chaqueta y


busco alrededor de la caja de seguridad, tratando de ver si hay algo más.
Pero salvo la cinta, la caja está vacía. La vuelvo a cerrar antes de salir.

—¿Encontró todo lo que deseaba, señor? —pregunta el empleado


cortésmente, y le doy un buen vistazo.

—Sí, muchas gracias.

No dice otra palabra mientras me muestra la salida del banco,


cerrando las puertas detrás de mí. Me pregunto cómo me las arreglé para
persuadirlos a extender su hora de cierre por quince minutos. Tal vez
también tienen miedo del lobo feroz.

Me dirijo al auto, sintiendo el peso de la cinta contra mi pecho como


si estuviera llevando una pesada carga. Necesito llegar a la casa de Chris
inmediatamente.

Mientras conduzco me pregunto cómo se sentirá hoy. Hemos


hablado algunas veces por teléfono desde la otra noche, pero parecía un
poco distante. Mientras conduzco, mi mente está girando, preguntándose
por el contenido de la cinta.

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Podría proporcionar las respuestas que estamos buscando… y


también podría ser el final de nuestra vida como la conocemos.

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Las fiestas deberían ser alegres. Llenas de esperanza.

Pero nada se siente de esta manera en estos momentos.

Estoy decidida a cambiar esto, de alguna manera.

Solo hay una cosa en la cual puedo pensar literalmente y que


realmente puede ayudar.

Hombrecitos de pan de jengibre. Bizcocho con frutas. Galletas


dulces. Glaseado. Todo cubierto de azúcar.

Si pones bastante azúcar en cualquier cosa, tiene que endulzarse.

Llevo un delantal que Luke me compró de Etsy, que dice, “Santa


ama a una cocinera sexy”, saco otra bandeja de galletas en forma de árbol
de Navidad del horno.

La Navidad puede estar a más de un mes, pero estoy moviéndome


descaradamente al ritmo de Frank Sinatra con Jingle Bells. Vi un folleto
en la ciudad la semana pasada acerca de una venta de productos
navideños artesanales y voy a vender mis dulces. Por supuesto, necesito
hacerme un nombre allí fuera, pero ahora mismo ni siquiera me
preocupan mis planes de negocio. En este momento, sólo quiero ayudar
a levantar el ánimo a Willow Creek.

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Mi teléfono suena y dejo caer las manoplas en la encimera,


mientras presiono aceptar. He ignorado a Nick las últimas cuatro veces
que ha llamado.

—Hola Nick, ¿qué pasa? —pregunto, forzando un tono alegre.

—Contestaste, pensé que me estabas rechazando.

—No estoy rechazando a nadie, de hecho, estoy decidida a ser


positiva, ya sabes, luchar contra el mal con el bien.

—Entonces llamé en el momento adecuado.

—¿Qué quieres decir? —Lo pongo en altavoz y recojo una bolsa de


glaseado, haciendo un cordoncillo verde en las galletas de azúcar frías.

—Estoy en el pueblo.

—¿En qué pueblo?

—Willow Creek, he venido a verte, Hayley.

—¿Por qué?

—Te lo dije, pensé que podrías necesitar a un viejo amigo.

Trago un largo suspiro.

—Estoy viendo a alguien, Nick.

No parece desanimado.

—No pasa nada. Sinceramente, estoy aquí para comprobarte. No


tienes familia y con todo lo que está pasando pensé...

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—Lo entiendo —le digo, cortándolo. Sinceramente, las lágrimas


pinchan en la esquina de mis ojos—. Es muy amable de tu parte. Estás
siendo demasiado agradable conmigo, rompí contigo, ¿recuerdas?

Se ríe.

—¿Cuándo puedo verte?

Interferencias interrumpen la conversación y tomo mi teléfono,


quitándolo del altavoz.

—¿Nick? —pregunto.

—Estoy aquí. Mala cobertura, supongo. Escucha, estoy en un hotel


en el pueblo. ¿Podemos tomarnos un café o algo?

—Hoy lo tengo muy ocupado. Me voy a un mercadillo de repostería


en el instituto.

—¿Necesitas algo de ayuda?

—No, estoy terminando y sabes que no me gustan manos extra en


la cocina. Si quieres, ¿tal vez nos encontramos ahí? Te enviaré un
mensaje una vez consiga instalarme y te diré dónde estoy.

—¿Podríamos establecer una hora? Estoy aburrido.

—Claro, te encontraré en la entrada trasera del gimnasio a las dos.


Esto me dará tiempo para instalarme, ¿vale?

—Gracias Hayley.

Cuelgo, tengo que ducharme y cambiarme antes de salir intentando


verme como una profesional.

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Envío un rápido texto a Luke diciéndole que Nick está en la ciudad.


Me envía una serie de emoticonos que me permiten relajarme. Ver a Nick
hoy no va joder lo bueno que tengo en marcha con Luke.

En el baño, antes de entrar en la ducha para limpiar el glaseado,


recompenso a Luke por su buena respuesta con un selfie desnuda.
Presiono mis pechos juntos y sostengo la cámara encima de mí para
tomar una foto de la forma más atractiva que puedo manejar.

La envío, esperando que le haga sonrojar. Que lo excite.

Puede que no sea la decisión más responsable, pero sólo estoy


haciendo mi parte para difundir alegría navideña.

En la escuela soy de nuevo asaltada por los recuerdos, el casillero


que Stacy y yo compartimos, tres abajo del de Julie. El cuarto de baño
donde derramé mis lágrimas cuando mi primer novio rompió conmigo
porque pensó que mis aparatos eran feos... y cómo Stacy era la que me
consolaba.

Alejo los recuerdos y elijo sonreír brillantemente a pesar de la


tristeza que rodea este lugar. Saludo a todos los que me encuentro porque
soy la autoproclamada portadora de buenas nuevas.

Encuentro mi mesa asignada y extiendo un mantel rojo brillante


encima. Después de agarro mis bolsas del coche llenas de mis dulces
envasados, los organizo en la mesa, con las pequeñas tarjetas de precio
al lado.

Esta iniciativa está definitivamente por debajo de mi nivel de


experiencia, pero ser un chef de repostería de lujo no hizo nada más que
estresarme. El tiempo que pasé en la cocina preparándome para esta

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venta me dio un sentimiento de calma que durante mucho tiempo ha


estado ausente en mi vida.

Y eso es decir algo considerando que un asesino está suelto.

Doy la mano a los clientes, presentándome como una nueva


repostera en la ciudad, tratando de reintegrarme en la sociedad de Willow
Creek. Si estoy echando raíces aquí, no hay momento como el presente
para empezar. Las palabras de Luke de la otra noche han estado
corriendo por mi cabeza. La vida es muy valiosa. Un puto regalo.

En este momento, sus palabras suenan muy reales.

Nick me ha enviado mensajes de texto varias veces, dejándome


saber que está en camino y luego que está aquí esperando. No es justo
posponer esto por más tiempo.

Le digo a la mujer que está a mí lado que volveré en breve y agarro


mi bolso antes de salir.

La vida de Nick también es preciosa, un regalo. Y no necesito


despreciarlo aunque es un asno que nunca me haya entendido.

Supongo que yo en realidad tampoco lo he entendido.

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Corto su llamada, porque la chica está haciendo demasiadas


preguntas. Esperando causar problemas cuando lo que realmente
necesita es alejarse.

Le seguiré dejando claves hasta que el mensaje sea jodidamente


claro.

No soy un hombre con el que jugar.

Ella no puede manejar los juegos que sé cómo jugar.

Detrás de la escuela, espero a mi objetivo. Pero ella no está allí. La


única que persona que veo es este jodido maricón en un traje de tres
piezas, tratando de ser algo que no es. Un hombre.

La nieve ha comenzado a caer, y trató de averiguar quién es este


tipo.

No puedo ver a Hayley Adams con un estúpido como él, pero nunca
podría verla con Luke tampoco. Hayley piensa que es tan inteligente y
dulce, entrando en Willow Creek como si alguien le hubiese pedido que
volviese. Estoy contento de que se fuera durante todo el tiempo que lo
hizo, o sino mis problemas hubieran aparecido mucho antes.

Hace demasiadas preguntas, pensando que Luke quiere su ayuda.


Era mejor cuando el jodido estaba en la cárcel. Cuando su hermano

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estaba en el hospital. Ahora todo el mundo está aquí, alrededor,


preparados para remover la olla.

¿Dónde está ella? Se supone que debería estar aquí ahora. La nieve
ya está cubriendo el suelo, he estado esperando demasiado.

Mi teléfono suena. Mierda. El trabajo me llama y tengo que irme,


rápido.

El chico mira su teléfono, y decido que no puedo dejarlo después


de todo el esfuerzo. Sonrío, sabiendo que Hayley necesita otro mensaje.
Este será más fuerte. Claro como el agua.

Saliendo de detrás del contenedor donde he estado esperando, el


chico se gira, sorprendido de que alguien esté allí con él.

—Hola —dice, confiando en mí. Camina hacia mí, y le dejo


acercarse tanto como quiere.

—¿Esperando a alguien?

—Sí —dice—. Hayley Adams. ¿La conoces?

—Sí —le digo.

—¿Crees que puedes ayudarme a encontrarla? Me dijo que me


encontrara con ella aquí, pero he estado esperando durante un rato.

—No creo que eso sea posible —le digo.

Un destello de confusión cruza su cara, claramente esperando que


le ayude. Alargo la mano hacia él antes de que se dé cuenta que puedo
parecer una persona segura, pero sólo soy un lobo con piel de cordero.

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Mis dedos agarran su cuello y le estrangulo, cortando el aire de su


garganta, apretando mis dedos en su garganta hasta que sus rodillas se
dejan caer, hasta que su cara se pone blanca. Débil en mis manos, le dejo
caer en la nieve.

Cojo la navaja de mi bolsillo, abro la cuchilla. Le empujo detrás del


contenedor, y empiezo a cortar su brazo. Enviaré de buena gana un
mensaje a la pequeña Hayley Adams. Estoy consumido por el odio y la
venganza y el deseo de proteger mi nombre. No me importa el coste,
mientras no sea mi vida.

Cogiendo su extremidad cortada en mi mano dejo caer la sangre,


letra a letra, escribiendo un mensaje en la pura nieve blanca.

Dejo caer su brazo, su cara está blanca y su cuerpo roto.

Si eso no asusta a la pequeña caperucita, no sé qué lo hará.

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He estado preocupado toda la semana, mi mente nadando entre


pensamientos oscuros y ominosos. Sé que solo una persona puede
ayudarme ahora.

Envié a Hayley un texto rápido antes. Me dijo que estaba en la venta


de pasteles de la escuela, y sonrío cuando pienso en ella vendiendo
galletas y pasteles. Quiero un pedazo.

Decido hacerle una visita en el acto. Apenas noto las cosas raras
que pasan delante de mí. Solo me doy cuenta de que algo extraño está
ocurriendo cuando un hombre con chaleco de color naranja me indica
que salga de la carretera. Frunzo las cejas, saco la camioneta a un lado
de la carretera y me bajo.

—¿Que está pasando aquí? —le pregunto al hombre, y él gesticula


hacia la cinta amarilla que rodea la escuela.

—Escena del crimen —me dice.

—¿Qué? —Siento un bulto grueso en la garganta cuando miro la


escena ante mí. Efectivamente, hay una línea amarilla diciéndome que
no traspase que rodea el área de la escuela. Siento que me estoy poniendo
violentamente enfermo, y camino hacia el hombre del chaleco. Cuando
me ve acercarse, enojado como la mierda y avanzando sobre él como un
toro furioso, se estremece en el aire frío del día.

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—Hombre, no estoy a cargo —me dice con voz estrangulada. Pero


mis manos ya están sobre sus hombros y lo agito con fuerza, exigiendo
respuestas.

—¿Qué pasó? —pregunto—. ¿Quién se lastimó?, dime ahora


mismo.

—Por favor —me suplica, respirando pesadamente, y finalmente lo


suelto por un momento mientras trata de recuperar la compostura—. El
hombre no era de aquí, no lo conocía.

—¿Y qué le pasó? —pregunto con voz áspera, esperando que la


respuesta sea terrible. Mis pensamientos nadan y me resulta difícil
formar una oración coherente. Todo lo que necesito es saber que Hayley
está bien.

—Murió. —El hombre sacude la cabeza con pesar—. Alguien le


arrancó el puto brazo o alguna mierda, está jodido.

Lo miro sin comprender, esperando que las piezas del


rompecabezas encajen en mi cabeza. Finalmente, siento que la historia
está empezando a unirse, y mis dedos se estremecen al mirar al hombre
que está ante mí.

—Su nombre —murmuro, mirándole con urgencia—. ¿Tienes el


nombre del hombre?

—Sí. —Se rasca la cabeza—. Creo que es algo de Nicholas.

—Nicholas... —repito, y entonces me doy cuenta. Jesús, maldición,


no puede ser, seguramente no es... Pero recuerdo el mensaje anterior de
Hayley, mencionando que su ex vendría hoy a la ciudad.

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Había estado celoso como el infierno, aunque hice todo lo posible


para ocultarlo. La idea de que ella viera a un viejo amor hacía que mi piel
se arrastrara por la mierda... Pero ahora, no podía estar jodidamente
desaparecido.

Me paso los dedos por el pelo, preocupado como el infierno y con el


corazón latiendo por Hayley. Tiene que estar bien, tiene que estarlo.
Nunca me perdonaré si algo le sucede.

Paso por delante del hombre y de la cinta, aunque me llama


intentando que vuelva. Creo que está lo suficientemente intimidado como
para mantenerse fuera de mi camino y esas son excelentes noticias. No
puedo confiar en mí ahora, estoy muy enojado y preocupado por Hayley.

Estoy cerca de la escuela. Hay algunos grupos de personas


apiñadas por el terreno y me dirijo al primer grupo que veo al reconocer
una cara familiar entre ellos. La señorita Mayfair, nuestra vieja maestra,
está temblando de frío y los ojos se le ensanchan al verme acercarme.

—Luke —dice en shock, y puedo ver el miedo en sus ojos. Me


imagino que me veo algo temible, desaliñado y cabreado, pero tengo que
presionar a alguien por respuestas.

—Hayley —gruño—. Hayley Adams, no muy alta, curvilínea... La


mujer más guapa que jamás ha visto, estábamos en su clase.

Ella parece asustada como la mierda cuando me acerco.

—Señorita Mayfair, por favor, por favor... necesito encontrarla, por


el amor de Dios...

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Antes de que tenga la oportunidad de terminar mi oración, Sheldon


corre hacia mí y me empuja a un lado. Gracias por eso, porque estoy a
punto de perder mi maldita mente.

—Tranquilízate —me dice, pero su voz está temblando. Puedo decir


que algo malo ocurrió aquí.

—¿Dónde está ella? —le ladro—. ¿Dónde mierda esta mi Hayley?

—Cálmate —repite, pero mi mirada quiere decir problemas. Se


rasca la nuca y suspira—. No se supone que te diga esto, pero está en la
comisaría.

—¿Está bien? —pregunto, con el corazón latiendo fuera de


control—. ¡Dime que está bien!

—No lo sé —dice—. No lo sé, carajo, nadie me dice nada, pero está


allí.

Le empujo y le dejo gritando algo detrás de mí mientras corro hacia


mi coche. Probablemente no debería estar conduciendo en mi estado,
pero necesito llegar a ella. Necesito saber que Hayley está bien.

El paseo hacia la estación de policía es un borrón y me apresuro a


través de varias señales de parada y luces rojas. Gracias a Dios la ciudad
está somnolienta, porque no quiero meterme en más problemas. Cada
oficial de policía parece estar en el lugar del crimen, también, y estoy solo
en el camino.

Aparco descuidadamente en el estacionamiento del recinto, y


camino al edificio, necesitando respuestas. No dejo de pensar en lo que
puede haber pasado con Hayley. Necesito creer que está bien, necesito

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saber que está sana y de una sola pieza. Porque si no lo está... me


desmoronaré también.

Ataco verbalmente a un oficial tan pronto como ingreso en el


edificio, escupiéndole mis preguntas a él. Lo reconozco vagamente, y
también parece saber quién soy yo, jodidas gracias por eso. Me promete
darme algunas respuestas directamente de mi padre y me conduce hacia
la sala de interrogatorio.

—¿Qué mierda? —siseo a su espalda—. ¿Por qué la están


interrogando?

No me responde, simplemente me mira condescendiente antes de


dejarme entrar en la oficina.

Mis ojos se ajustan a la aguda luz en el frío cuarto y lo primero que


veo es a Hayley sentada en la silla ante la enorme mesa de metal, parece
muy pequeña y vulnerable en ese asiento. Se ve perdida, y me lanzo hacia
ella con un gruñido, necesitando protegerla tan ferozmente como puedo.

Cuando me ve, solloza y la envuelvo en mis brazos, necesitando


saber que está bien. Mis manos van a sus caderas, sintiendo su cuerpo,
asegurándose de que esté aquí realmente, conmigo. Finalmente, llego a
sus mejillas y la atrapo en un beso desesperado. Hayley jadea contra mi
boca y no me importa un carajo quién nos está mirando. Ella es mía y
estoy malditamente feliz de que esté bien.

—¿Ya terminaste con el espectáculo? —pregunta una voz fría, y


miro sobre los hombros de Hayley a los ojos de mi padre. Está parado en
el otro extremo de la mesa, sus manos cruzadas frente a su cuerpo y
postura rígida. Shawn flanquea su costado y parece casi avergonzado de
estar allí.

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—¿Me explicas por qué estás interrogando a mi novia? —le


pregunto a mi padre, y puedo sentir a Hayley sonrojarse bajo mi toque.
Supongo que nunca hemos definido realmente nuestra relación, pero en
el calor del momento me importa una mierda. Si no sabe a quién
pertenece en este punto, me aseguraré de hacerle saber que es mía.

—Es una sospechosa en mi caso —me informa con frialdad.

—¿El asesinato de Nick? —escupí—. Es una mujer de metro


sesenta. ¿Parece que podría con un hombre adulto?

Mi padre me fulmina con la mirada mientras me froto las sienes,


suspirando profundamente. Necesito calmarme, lo más importante era
ver que Hayley estaba bien. Ahora puedo concentrarme en llevarla a casa.

En lugar de intentar morder a mi padre, le doy una mirada


tranquila y le pregunto:

—¿Te molesta si hablamos en privado un momento, por favor?

Me devuelve la mirada y se vuelve hacia Shawn.

—Vigila al sospechoso, por favor —le dice antes de hacerme señas


para que le siga fuera de la habitación.

Camino detrás de él, sintiendo en la espalda los ojos de quien


queda en el recinto, ardiendo en mi piel con mil preguntas sin respuesta.
Mi padre no se detiene hasta que estamos en su oficina, y lo sigo,
convenciéndome de mantener la calma.

—Cierra la puerta detrás de ti, por favor —me dice papá, y levanto
las cejas hacia él, pero todavía hago lo que dice. Nos sentamos en su
escritorio y se sirve una copa de Jameson mientras lo fulmino con la
mirada.

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—Pregunta —dice, haciendo señas para que hable—. Sé que tienes


preguntas, esto no tiene ningún sentido.

—Tenemos que hablar —le digo bruscamente—. De hecho,


deberíamos haber empezado a hablar hace mucho tiempo, papá, y creo
que lo sabes.

Él simplemente me devuelve una mirada cansada y sigo hablando,


necesito llegar al fondo de esto.

—¿Por qué está Hayley aquí? —pregunto primero—. No tiene nada


que ver con esto, excepto conocer a Nick de antes, ¿por qué es una
maldita sospechosa?

—¿Sabes lo que pasó? —pregunta con enfado—. ¿Sabes qué le pasó


a ese pobre hombre?

Le devuelvo la mirada, porque realmente no lo sé y necesito que me


lo diga. Por último, sacudo la cabeza.

—Ilumíname.

—Fue encontrado muerto, con el brazo cortado — dice mi padre


enigmáticamente—. Había un mensaje escrito en la nieve, diciéndole a
Hayley que se mantuviera alejada y dejara de indagar.

—Jesús... —suspiro—. Pero ella no ha hecho nada malo, papá, no


es tu principal sospechosa en este caso.

—¡Ella es la única maldita persona que conocía a ese hombre! —


grita papá, su puño bajando sobre el costoso escritorio—. Es la única que
puede darnos una idea, maldita sea, no puedo dejarla ir, podría tener
más respuestas.

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Nos sentamos en silencio por un rato. Tengo que confesar que estoy
de acuerdo con mi padre, si alguien nos puede dar pistas sobre Nick, es
Hayley. Pero dudo que su asesinato tenga algo que ver con el hombre en
sí y más con que Hayley y yo estamos desenterrando el pasado, tratando
de encontrar respuestas. Recuerdo el mensaje que recibimos en su casa.

—Necesitamos encontrar al asesino —le digo—. Es el que asesinó


a Julie, y probablemente también mató a Stacy y a Nick.

—¿Crees que no lo sé? —Papá escupe y le devuelvo la mirada.

—Nunca has hecho un esfuerzo por encontrarle —le digo—. Me


pudrí en la cárcel por eso.

—No me tires eso —ladra—. Traté de todo, cada maldita cosa, para
sacarte de allí, hijo, y te olvidas de que fui yo quien finalmente consiguió
que desaparecieran los cargos.

Me recuesto en la silla, dándome cuenta de que tiene razón.

—Lo siento —murmuro—. Es que estamos todos tan nerviosos


ahora y esto es tan difícil de manejar, solo necesito asegurarme de que
Hayley esté bien.

—Podrás llevarla a casa pronto, lo prometo —dice papá—. Ya casi


terminamos con las preguntas que tenemos para ella.

—¿Hay alguna pista sobre el asesino? —pregunto, desesperado—.


Debe de haber dejado algo atrás...

—Nada —dice papá enojado—. Ni una maldita cosa.

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Parece que hay algo en el aire, quizás algo que me quiere decir, pero
no está seguro de hacerlo. Pero lo presiono, necesitando saber si hay más
en la historia.

—¿Hay algo más? —pregunto preocupado—. Siento que no me


estás diciendo algo, papá.

—Yo... yo no debería decirte esto —dice, tragando con fuerza. Eso


solo despierta más mi interés y le imploro con los ojos que continúe—.
Muy bien, pero jura que no hablarás de esto, ni siquiera con Hayley,
hasta que tengamos pruebas.

—Lo prometo —le digo.

—Siempre sospeché de alguien —dice papá solemnemente—.


Siempre pensé que no podría haber sido él... pero ahora parece más y
más obvio.

—¿A quién te refieres? —pregunto, el corazón latiéndome


fuertemente en el pecho.

—Yo... a tu hermano, Luke.

Miro fijamente a mi padre a través del escritorio y él se lanza a


explicar.

—Sabes que está muy perturbado, incluso cuando era un


adolescente, y después de que te enviaran a la cárcel y con Hayley se
fuera... Bueno, sufrió una terrible crisis... Y tuvo que ir a un hospital
mental para que le atendieran. Él... está dañado.

—Eso no significa que sea un jodido asesino —le escupo a mi padre,


entrecerrando los ojos. El mero pensamiento de que acuse a mi hermano
de algo tan vil me hace querer darle un puñetazo—. Y tiene una coartada.

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—Piénsalo —me dice papá—. Tenía una coartada gracias a Stacy,


y la noche de su asesinato... no tenía, y hoy le llamé, me dijo que estaba
en casa pero no hay nadie que pueda corroborar su historia.

—Voy a… —empiezo a decir, pero mi padre me corta.

—No lo harás, no mentirás por él —me dice severamente—. Si


realmente lo hizo, necesita responder por eso.

—No lo hizo —digo, mi voz fuerte e implacable—. Estoy jodidamente


seguro de que Chris nunca haría daño a otra persona.

—¿Lo estás? —pregunta dudoso—. Recuerdas el episodio que tuvo


contigo, cuando te tiró contra la maldita pared, Luke, ¿te acuerdas?

Lo hago. Y también recuerdo lo que sucedió poco después del


asesinato de Stacy, cuando Chris intentó herirme con una botella de
vidrio rota. No quiero admitirlo, no quiero creerlo.

—Hay una cosa más —le digo—. Encontré... una llave.

—¿Qué clase de llave? —Los ojos de mi padre se estrechan, como


si fuera yo el que estuviera perdiendo la cabeza. Tal vez la estoy
perdiendo, con toda lo que está pasando.

—Me llevó a una caja de seguridad —continúo—. Encontré un


video, marcado el día antes de que Julie... El día que Julie fue asesinada.

—¿Un video? —Se adelanta, acercando la silla al escritorio—.


¿Dónde encontraste la llave que te llevó allí?

—Yo... Hayley lo hizo —le digo débilmente—. Fui al banco y


recuperé la cinta.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

—¿La has visto? —me pregunta, casi con enojo. Medio espero que
él me alcance y me sacuda, exigiendo más respuestas.

A veces olvido que Julie era la nena de papá. Era su única hija, la
niña de sus ojos. Chris y yo siempre supimos que él la amaba mucho.
También me quiere y se preocupaba por Chris y su condición. Sé que
perder a Julie le duele más que a cualquiera de nosotros.

—No lo he hecho —le digo—. He estado tratando de recordar dónde


está nuestro viejo reproductor de VHS, lo encontraré pronto.

—Tienes que traer esa cinta —dice—. No puedes conservarla, es


evidencia, la miraremos aquí y veremos lo que hay.

—De acuerdo —digo—. La traeré mañana, lo prometo.

—Bien —responde mi padre, mirándome distraído y cansado—.


Eso es bueno.

—Creo que tengo que visitar a Chris —murmuro más para mí que
para cualquier otra persona—. Necesito averiguar realmente qué está
sucediendo.

—Solo ten cuidado —me dice papá—. Necesito saber que ambos
estáis a salvo, que ambos estáis bien, odio decir esto, pero... tu hermano
podría ser peligroso.

Solo me miro las manos en lugar de responder, sin saber a quién


creer. Mi padre parece convencido de que esto es obra de mi hermano,
pero no puedo, no quiero creer eso. Siempre tuve un vínculo especial con
Chris y no dejaré que nadie me convenza de que mató a tres personas,
incluyendo a su maldita novia, ¡por Dios!, a sangre fría.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—Ve a visitar a tu hermano —me dice papá—. Me aseguraré de que


Hayley vuelva a casa después de que terminemos con algunas preguntas
más. No debería tomar más de media hora.

—¿Puedes llevarla a casa? —pregunto—. Acompáñala dentro,


asegúrate de que esté bien, ¿de acuerdo?

—Sí. —Mi padre asiente—. Te lo prometo, me aseguraré de que esté


a salvo.

—Gracias, papá —digo suavemente, y nos levantamos. Me tira en


un abrazo torpe, y por una vez, me siento como un niño de nuevo y puedo
acercarme a mi padre con comodidad. Cuando finalmente nos
separamos, le doy a mi padre una larga mirada. Parece que hay más que
no me está diciendo. Sé que no puede darme todos los detalles al ser el
sheriff de la ciudad... pero seguro que me gustaría saber qué está
pasando.

Pero confío en su palabra, y sé qué hará que Hayley llegue bien a


casa. Con eso en mente, me despido y salgo con las manos en los
bolsillos, preparándome para el invernal aire de afuera.

Es hora de enfrentar a mi hermano.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Debería sentirme más segura en el coche de policía del señor


Barton que en cualquier otro lugar en Willow Creek, pero sin embargo me
encuentro tirando de mi abrigo hasta el cuello, cruzando los brazos, y
mordiéndome el interior de la mejilla.

Nick está muerto.

Stacy está muerta.

El cuerpo frío de Nick, tumbado en el glaseado blanco de la nieve,


sus brazos doblados y sus ojos en blanco, me persiguen. No puedo evitar
la sensación de que las cosas van a empeorar antes de mejorar.

Hace unos meses, Nick y yo vivíamos juntos. Le hacía tazas de café


tarde por la noche, mientras él estudiaba para los finales, él pagaba por
mi membresía del gimnasio todos los meses, a pesar de que nunca fui.
No éramos una pareja hecha en el cielo, obviamente, pero era un buen
tipo.

—Seguro que estás tranquila, Hayley —dice el Sr. Barton—. ¿Estás


bien?

Me río bruscamente. ¿Todo bien?

—Nick no merecía morir. Simplemente no puedo creer que se haya


ido.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

—¿Erais pareja?

—No. —Frunzo el ceño, dándome cuenta de que no sabe que Luke


y yo vamos en serio—. Solíamos serlo, sin embargo.

—Es una pena.

Frunzo los labios, no me gusta la selección de palabras del señor


Barton. ¿Es una pena? Es más que eso. Es devastador. Y aterrador.

—Simplemente no lo entiendo. —Niego, frustrada por la realidad de


la situación. No hay pistas y la gente está muriendo. Algo tiene que
suceder—. ¿Qué va a hacer el departamento de policía? Creo que es hora
de que el FBI se involucre —le digo—. Nick y Stacy merecen justicia.

El señor Barton pisa el acelerador. Miro y le veo las manos


agarrando el volante con fuerza.

—Julie merece justicia, también.

—Estoy de acuerdo. Quiero decir, ahí es a dónde deriva todo, ¿no?

—Por supuesto. La gente no puede simplemente salirse con la suya


asesinando a gente.

—Entonces, ¿qué vais a hacer, señor Barton? Porque no puedo


quedarme de brazos cruzados y esperar a que alguien más muera. Sé que
no estoy calificada, pero…

—No lo estás, Hayley. Tienes que dejar esto. Deja que las personas
que llevan armas y esposas lidien con el hombre del saco.

—¿Está bromeando con esto? —pregunto, confundida por su tono.

—No, solo creo que estás adelantándote.

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—Sé que quiere que lo deje, pero señor Barton, se trata de Stacy y
Nick.

Entrecierra los ojos, la frustración claramente escrita en el rostro.


Cuando se detiene delante de mi casa, meto la mano en el bolso para
coger el teléfono y utilizarlo como una linterna.

—Todavía no he conseguido poner una luz en el camino de entrada.


Está muy oscuro aquí —explico, odiando lo incómoda que estuve durante
este viaje. Debe pensar que estoy diciendo que no está haciendo su
trabajo... y honestamente, tal vez lo estoy diciendo.

Aún queda mucho por hacer.

—Déjame acompañarte a la puerta —me dice—. Estás temblando,


y con razón.

Asiento, apreciando el gesto. Si Luke no puede estar aquí, su padre,


el sheriff, es la segunda mejor opción.

Pasamos junto a las calabazas en descomposición, que en verdad


necesitan estar en la basura, los tallos de maíz marchitándose bajo la luz
empolvando la nieve de antes.

En la puerta, lo invito a entrar, odiando la tensión que he creado.

—¿Le gustaría una taza de té? ¿Algo para comer? No ha cenado.

—¿Tienes alguna de tus famosas galletas?

Sonrío, abriendo más la puerta para él.

—Por supuesto, he horneado suficientes extra para vender en


vacaciones.

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Cerré la puerta detrás de nosotros, el vestíbulo oscuro. El aire


quieto. El señor Barton se acerca a mí, un poco demasiado cerca.

Alcanzo el interruptor de la luz, conteniendo la respiración


mientras lo hago.

—Puede quedarse aquí, señor Barton —le digo mientras la casa se


ilumina—. Puedo darle un recipiente para llevar.

El señor Barton se ríe.

—No, creo que voy a tomarte la palabra con el té que me ofreciste,


para acompañar las galletas.

—Claro. —Sonrío con fuerza, sin saber cuándo las cosas se


pusieron tan incómodas entre el padre de Luke y yo.

Me sigue a la cocina y yo cojo el hervidor de agua, tratando de


actuar lo más normal posible. Esto es normal. Solo estoy haciendo té.

En el fregadero lleno el hervidor con agua, de espaldas al señor


Barton, y cuando me giro, está a treinta centímetros de distancia,
blandiendo un cuchillo de cocina.

—¿Qué está haciendo? —pregunto, mi voz temblorosa, mi corazón


latiendo con fuerza, incapaz de dar un paso atrás. El fregadero está
detrás de mí y no hay ningún lugar a donde ir.

—Silenciándote. No sabes lo que es bueno para ti, niña. Sigues


haciendo preguntas, en busca de respuestas. Pero ya no. No después de
esta noche.

Grito mientras apunta el cuchillo hacia mi pecho, pero pongo los


brazos delante de mí, tratando de proteger mi corazón. La cuchilla me

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corta el antebrazo, y la sangre gotea hacia el suelo de madera a cámara


lenta.

Me agacho, corriendo tan rápido como las piernas me lo permiten.


Las lágrimas me llenan los ojos, pero sé que no tengo tiempo para ellas.
Ahora mismo tengo que correr como el viento, correr fuerte, rápido y lejos,
muy lejos. Necesito salvarme.

No puedo morir.

No esta noche.

Así no.

Hay demasiadas cosas que quiero hacer primero.

Nunca he llevado un vestido de novia blanco. Nunca he dado a luz.


Nunca envejecí con el hombre que esperaba.

Hay demasiados nuncas.

La abuela dijo: “Todas las cosas buenas valen la pena la espera. No


se puede precipitar el amor, Hayley.”

Luke dijo: “La vida es jodidamente preciosa. Un puto regalo.”

Acabo de encontrar la vida que estaba buscando para mí, no puedo


perderla antes de tener la oportunidad de vivirla, totalmente.

Corro tan rápido como puedo, el señor Barton detrás de mí, y me


dirijo hacia el arroyo, sabiendo que será el lugar más oscuro y fácil para
esconderme. No hay casas lo suficientemente cerca como para ofrecerme
ayuda.

En Willow Creek, mis ojos analizan el lugar buscando un sitio

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Frankie Love
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donde esconderme, sabiendo que el tiempo no está de mi lado.

Voy hacia el sauce más grande, agachada contra el suelo,


conteniendo la respiración.

La luna está encima de mí y quiero que se oculte, su luz revela


demasiado. Siempre me ha gustado la luna, le pido deseos mientras
apoyo la cabeza en una almohada, pidiendo dulces sueños.

Ahora, le pido a la luna que se oculte, que no me revele. Sacrificaré


los dulces sueños por una pesadilla si eso significa que todavía estaré
viva.

—Te atraparé, niña —grita el señor Barton, acercándose a mí.

Una roca se estrella contra mi cabeza.

Caigo sobre la tierra húmeda, la cabeza dándome vueltas, mis ojos


revoloteando, pero aun así consigo ver la luna que cuelga llena en el cielo;
no se va a ninguna parte. Porque la magia no es real en noches como
ésta.

Nunca vi la torre Eiffel.

Nunca escribí un mensaje en una botella.

Nunca aprendí un segundo idioma.

Nunca le dije a Luke que lo amaba.

Demasiados nuncas.

Mis ojos se cierran.

La magia no es real después de todo.

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Conduzco directamente a casa de Chris, sin parar ni una vez en el


camino. Aunque debo concentrarme en lo que mi padre me dijo, no puedo
dejar de dudar de sus palabras. Estoy seguro de que Chris no es culpable
de los asesinatos, a pesar de sus recientes episodios... Pero es hora de
llegar al fondo de esto.

Agarro la cinta de video de mi chaqueta, maldiciéndome por no


mirarla antes. Técnicamente, podría habérsela entregado a mi padre hace
unos momentos, pero algo me frenó de hacerlo. Quiero verla antes de
dársela, tal vez me dé alguna claridad.

Subo por la entrada de Chris, salgo del coche y llamo a la puerta


de su casa. Una vez más, no hay respuesta y frunzo las cejas,
preguntándome por qué no me deja entrar. Me toco los bolsillos, saco las
llaves que todavía tengo y entro.

El lugar parece casi exactamente igual que la última vez que estuve
aquí. Está desordenado, la decoración femenina de Stacy mezclada con
basura y botellas de cerveza vacías. Suspiro mientras me dirijo a la sala
de estar, asustado por si voy a ver a Chris en un estado aún peor que la
última vez que lo vi.

—Oye —grito una vez que llego—. ¿Estás ahí?

—¿Qué deseas? —gime, levantándose del sofá. Se enfrenta a mí y


le agradezco a cada jodido Dios en el que no creo cuando veo que sus ojos

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están inyectados en sangre, pero no parece borracho. Supongo que bebió


todo lo que había dejado en la casa, pero todavía no se ha aventurado
fuera.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta—. No necesito tu jodida


ayuda.

—Lo sé —respondo—. Pero yo podría necesitar la tuya.

—¿Para qué? —ladra—. De todos modos, todos se han ido, nada de


lo que podamos hacer los traerá de vuelta.

Me uno a mi hermano en el sofá, ignorando la basura crujiendo


bajo mis pies.

—¿Has oído hablar de Nick?

—Sí. —Asiente—. Recibí una llamada de un amigo.

Asiento y nos quedamos sentados en silencio por un momento, con


el corazón latiendo fuera de control. Necesito hacer lo que le prometí a mi
padre. Necesito averiguar si Chris tenía algo que ver con esto.

—¿Qué amigo? —le pregunto.

Me da una mirada extraña antes de responder.

—Sheldon, el oficial que empezó a trabajar para papá.

—Oh —le respondo con dureza—. No sabía que fuerais cercanos.

—¿Qué diablos se supone que significa eso? —pregunta, ya


sonando enfurecido.

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—No lo sé. —Me encogí de hombros con el peso de lo que papá me


dijo sobre el corazón—. Es extraño que ya lo sepas, eso es todo.

—¿Qué? —dice Chris—. ¿Como si no tuviera amigos?

Levanto mis ojos a los suyos.

—¿Dónde estabas cuando Nick murió? —inquiero, mordiéndome el


interior de la mejilla. Dios, esto va a ser horrible, ya puedo decirlo.

—¿Qué mierda? —Mi hermano salta del asiento y me mira—. ¿Qué


te pasa, Luke? ¿Es una especie de maldito interrogatorio?

—No. —Trato de calmarlo y mantener mi nivel de voz—. Solo...


quería asegurarme de que tuvieras una coartada.

—¿Crees que lo maté? —pregunta, y en vez de lanzarse sobre mí


como espero, me mira con una inmensa tristeza en los ojos que me hace
sentir como un enorme idiota.

—No, Chris —le digo honestamente—. Nunca pensé eso, ni siquiera


cuando me llevaron a la cárcel.

—Nunca lo haría —murmura—. Nunca heriría a nadie.

—Trataste de hacerme daño —le señalo con displicencia, y él se


frota los ojos con cansancio.

—Lo sé... Yo... A veces no actúo como yo —admite—. Es como si


tuviera una niebla roja sobre los ojos y no pudiera contenerme.

Le doy una larga mirada.

—¿Ha ocurrido antes, con alguien más? Tengo que preguntarte eso,
Chris, por favor entiende.

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—No, no ha sucedido. Así no. Supongo que pasa contigo porque...


Dios, no puedo hablar de esta mierda.

—Dime —digo—. Soy tu hermano, por Dios, puedes contarme todo.

—Estoy jodidamente celoso de ti, ¿de acuerdo? —gruñe,


suspirando y pasándose las manos por el pelo—. Estoy celoso de que
tengas todo lo que siempre he querido, tienes a Hayley... Tienes el cerebro
y la belleza. Eras el mejor jugador de fútbol. Joder, sé que suena
mezquino, pero es la verdad. No soy nada comparado contigo.

—Jesús, realmente no puedes pensar eso —le respondo—. Fui a la


cárcel, hombre.

—Sí, y tu vida es aún mejor que la mía —dice—. Soy un maldito


fracaso, no tengo nada y estoy totalmente jodido. —Se señala la cabeza—
. Aquí, todo está desordenado, ni siquiera sabes lo malo que es realmente.

—Entonces dime —digo—. Dime lo que realmente está pasando.

—Siento que estoy perdiendo —confiesa—. Siento que estoy


dejando que mis demonios se apoderen de mi maldito cuerpo y que tengo
que luchar contra ellos. Todo lo que hago es una maldita lucha y estoy
cansado, Luke. Tan cansado.

Me levanto y lo atrapo en un abrazo áspero. Nunca he sabido cómo


consolar a mi hermano, pero desde que recibió su diagnóstico, realmente
ha sido muy difícil para nosotros hablar. Esto es lo más que se ha abierto
conmigo y realmente lo aprecio.

—Hablaremos más sobre esto —le prometo—. Te ayudaremos en lo


que necesites. Hayley también está preocupada.

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Él mira hacia otro lado y me doy cuenta de que la mera mención


de ella lo lastima. Es horrible y me odio por traer dolor a su vida.

—Por ahora —me dice Chris—. Necesitamos averiguar quién mató


a Stacy y a Nick.

—Y el asesino de Julie —digo suavemente—. Puedo tener alguna


evidencia.

Me mira con curiosidad mientras retiro la cinta de mi chaqueta y


le explico cómo llegué a tenerla. Se le ensanchan los ojos y él recuerda el
viejo VHS también. Después de unos minutos de excavar en el ático,
bajarlo y configurar todo en la televisión, nos sentamos juntos en el sofá
y me siento más conectado a mi hermano ahora que en años. Tal vez es
finalmente el momento de obtener algunas respuestas.

—¿Estás listo? —pregunta Chris, nervioso.

Asiento.

—Vamos a terminar con esto.

Presiona el control y nos sentamos pegados en el sofá, cuando un


hombre entra en foco en la pantalla de la televisión. Lo reconozco de
inmediato, y me duele volver a verlo después de tanto tiempo.

Justin Reynolds, el hombre que mató a mi hermana.

Hace años, cuando encontraron a mi hermana violada y asesinada,


Justin Reynolds fue el principal sospechoso. Todos sabíamos que él lo
había hecho. Era un chico de la ciudad que había tenido problemas antes
y sobre todo por culpa de Julie. Salió con mi hermana por un corto tiempo
en la escuela secundaria antes de que ella terminara con él. Mi padre,
Chris y yo tuvimos que convencerla de que lo hiciera, estaba enamorada

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de él y estaba convencida de que acabarían juntos aun cuando fuera un


maldito violento.

Pero una vez la empujó contra una pared durante un ataque de


celos y Julie finalmente comprendió que él no era para ella y rompió. No
imaginamos que eso solo conseguiría que Justin se volviera más violento.

Se perdió. Empezó a acechar a Julie, le envió mensajes


amenazantes. Mi padre no lo tomó en serio, pensó que era solo un
adolescente enamorado. La dejó ir a la fiesta de Halloween esa noche,
aunque Justin le había dado una nota espeluznante sobre lo que
planeaba. La dejó ir, y no creo que se haya perdonado por completo,
porque en esa fiesta fue donde Justin llegó hasta ella. La atrajo hacia los
bosques y tomó su joven vida inocente, pero no antes de tener su camino
con su cuerpo.

Más tarde, cuando Justin fue encontrado muerto, yo era el


principal sospechoso y sin coartada, fui arrojado a la cárcel. Sí, tenía
muchos enemigos, pero también el motivo más grande. Me pudrí allí
durante dos años por un crimen que no cometí, por mucho que lo
deseara. Había pasado semanas reuniendo pruebas contra Justin. Pasé
días planeando cómo matarlo, hasta que mi padre me atrapó.

Me habló sensatamente y prometió ir a las autoridades superiores


con la evidencia que tenía. Todos sabíamos que Justin lo había hecho,
pero la evidencia que yo había reunido no era lo suficientemente buena
y probablemente saldría rápido. Odié la idea.

Cuando mis ojos se fijan en sus rasgos en la pantalla, dejé que el


odio por el hombre fluyera libremente por el cuerpo. Me arrepiento de no
haberlo asesinado.

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Pero cuando la cámara se apaga, noto que algo está mal con la
imagen. Justin está atado a una silla, desesperado y con los ojos
inyectados en sangre mientras mira a algún lugar más allá de la cámara,
respirando profundamente mientras los sollozos le rasgan el pecho.

Chris y yo intercambiamos miradas, luego miramos de nuevo a la


televisión.

—Mi nombre es Justin Reynolds —dice con voz temblorosa—. Y


estoy confesando el asesinato de Julie Barton.

—Mierda —respira Chris—. Maldita mierda.

Contemplamos la pantalla con un silencio atónito mientras el


asesino de mi hermana continúa.

—Estoy enamorado de ella, necesitaba tenerla, yo... mierda, no


puedo creer que se haya ido. Fue un error, tiene que creerme.

Justin solloza en la pantalla, lágrimas corriendo por su hermoso


rostro. Dios, lo odio. Odiaré lo que él diga en esta cinta de mierda.

—Quería tenerla, follarla... Me prometió que sería mía. —Se tropieza


con las palabras, aterrado y mirando con miedo a alguien detrás de la
cámara—. La hice mía y le puse la mano sobre la boca para impedir que
gritara — confiesa—. Pero fue, joder, no sé, fue demasiado duro, supongo,
la maté, ella dejó de respirar. Cuando me detuve, yo... la miré y sus ojos
estaban abiertos, inmóviles.

—Jesús —logro aludir, sintiendo lágrimas picándome en los ojos—


. Jesús jodido Cristo.

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—Se ha ido por mi culpa —admite Justin, mirando a la cámara—.


Sé que no puede perdonarme, sé que me iré por un largo tiempo, pero...
esta es mi confesión.

Solloza por unos cuantos largos, horribles momentos, y me vuelvo


hacia mi hermano.

—¿Es esto real? —pregunta, y yo asiento.

Otra voz habla en la cinta. Es extraño, como si el hombre usara


algún tipo de dispositivo para cambiar su tono. Supongo que no quiere
ser reconocido.

—Qué jodidamente desgarrador —la extraña voz se burla de él—.


Sin embargo, no confesaste hasta que te traje aquí.

Justin levanta la mirada de repente, y su cara se contorsiona en


una sonrisa enferma y retorcida. Mis manos forman puños y quiero
golpear la pantalla del televisor. Sé que esa mierda enferma se ha ido,
pero Dios, quiero una última oportunidad para golpearle el presumido
rostro.

—Por supuesto que no —dice con calma—. No quiero desperdiciar


mi maldita vida pudriéndome en la cárcel.

—Me alegra que no lo hagas —le dice la extraña voz con calma—.
Tengo algo más para ti.

Justin parece confundido por un segundo, pero luego grita cuando


una figura sale de las sombras y se coloca detrás de él, sus manos sobre
los hombros de Justin. Su rostro está cortado y todo lo que podemos ver
en la pantalla es una figura oscura.

—No puedes hacerme daño —gimotea Justin—. Mi padre te matará.

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—Veremos eso —dice el hombre, y en un rápido movimiento saca


un cuchillo del bolsillo y le corta la garganta a Justin.

—Maldito Jesucristo —mi hermano respira, inclinándose sobre el


sofá y vomitando violentamente en el suelo. No puedo dejar de mirar, sin
embargo. Miro la pantalla, completamente hipnotizado por lo que está
pasando.

—No es un gran corte —la voz le explica a Justin mientras se ahoga


con su propia sangre. El líquido rojo comienza a brotar de la herida en
su cuello—. Vas a desangrarte fácil y lento como el jodido cerdo que eres.

Justin intenta decir algo, pero es demasiado tarde para él. Si no


consigue ayuda ahora mismo se desangrará. Y todos sabemos cómo
termina su jodida historia.

Solo miro la pantalla mientras la oscura figura se ríe


maniáticamente.

—Fin del juego, Justin —le dice al sanguinario asesino de mi


hermana—. Es un maldito juego.

Hago una pausa para reacomodarme y ayudar a Chris a levantarse.


Se ve pálido como la mierda, limpiándose la boca después de vomitar por
todo el suelo.

—Tenemos que entregar esto —dice débilmente, y yo asiento.

—Lo haremos —respondo—. Iremos a la policía ahora mismo,


vamos a conseguir un vaso de agua y a limpiarte.

Él asiente y me voy a la cocina, tomo un vaso, así como una toalla


húmeda. Vuelvo y le ayudo a limpiarse un poco, asegurándome de que
está bien.

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—¿Crees que deberíamos seguir viendo? —le pregunto, mis dedos


temblorosos cuando recojo el mando a distancia.

—No quiero —admite—. Pero creo que tenemos que hacerlo,


tenemos que ver qué pasa, tenemos que ver si podemos echar un vistazo
al asesino.

—Muy bien —logro decir, presionando el control de nuevo—. Aleja


la mirada si llega a ser demasiado.

El hombre sigue riéndose mientras Justin se desangra en la


pantalla. Mientras Chris mira al suelo, su rostro pálido como una sábana,
no puedo apartar la mirada. Eso es todo. Esta es la evidencia que se
necesita, la evidencia que podría demostrar que no maté a Justin. Todo
lo que necesitamos es una mirada al asesino... un pequeño vistazo del
hombre que lastimó a Justin.

Mi mente gira mientras pienso en todos los hombres de esta ciudad


que hubieran buscado venganza contra Justin. Sé que hay muchos que
estaban horriblemente trastornados después del asesinato de Julie, y sé
que todos querían justicia para mi hermana. Pero, ¿quién iría tan lejos?
¿Y por qué matarían a Stacy y a Nick también?

Justin está sangrando fuerte ahora, y puedo ver la vida lentamente


dejando su cuerpo. Su cabeza se hunde y respira bajo y profundo,
moviéndose cada vez menos mientras el alma se le escapa con su sangre.

El hombre que lo hirió va detrás de la cámara otra vez y narra lo


que va a suceder con esa voz extraña y alterada.

—Un minuto antes de morir —dice tranquilamente—. Entonces voy


a arrojar su cuerpo en el bosque, nunca descubrirán quién hizo esto, nunca
descubrirán que fui yo.

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Chris y yo miramos la pantalla mientras sus palabras se hacen


realidad. Justin finalmente deja de moverse, con la cabeza inclinada
hacia un lado y los ojos mirando fijamente a la cámara, inmóvil y
desenfocado. Muerto. Se ha ido, justo así.

El asesino en la cinta se ríe y coge la cámara.

—Buenas noches, Justin Reynolds —dice con calma, y durante una


fracción de segundo gira la cámara hacia sí antes de apagarla.

Es el momento que lo cambia todo y Chris y yo jadeamos cuando


el asesino entra en foco.

—Jesús... —dice Chris y agarra el sofá tan fuerte que estoy seguro
de que ha roto parte de la tela.

—Mierda —respiro—. Tengo que llamar a Hayley, necesito llamarla.

Las manos de Chris tiemblan mientras marca su número, dándome


el teléfono. Torpemente lo tomo y, finalmente, me lo presiono contra el
oído mientras nos fijamos en el marco congelado del asesino en la
pantalla.

El teléfono suena y suena y suena. Nadie lo atiende. Finalmente, la


línea se muere después de tocar demasiadas veces.

—Tenemos que ir allí —me arreglo para decir estrangulado—.


Tenemos que ir a ver a Hayley ahora mismo.

Chris se levanta del sofá, luciendo más fuerte de lo que lo he visto


en años. Su cuerpo está temblando, pero no con miedo. Con rabia esta
vez.

—Voy a matarlo —me dice—. Voy a sacarle la mierda.

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Le doy una larga mirada.

—No si yo llego primero —murmuro.

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Cuando me levanto, el cielo está cubierto de estrellas. La luna, la


que me traicionó, aún sigue colgada del cielo y yo estoy temblando.
Helada. Atada por cuerdas.

Estoy colgando de un sauce, el arroyo y su lecho de rocas dentadas


a diez pies debajo de mí. Las ramas del árbol son mis salvadoras.

Estoy viva.

Estoy viva.

Estoy viva.

No hay nadie aquí, está completamente tranquilo y la cabeza me


duele, el brazo me late. Me cubre sangre pegajosa. Me inundan recuerdos.
El señor Barton empuñando un cuchillo. Viniendo hacia mi pecho.
Intentando matarme. Cazándome en la oscuridad. Estrellándome la
cabeza contra una roca.

Estoy viva.

Conociendo al señor Barton, no solo me dejaría en un lugar como


este, necesito actuar rápido antes de que regrese de donde sea que fue.
Tengo las muñecas y los pies atados y aunque tiro fuerte de las cuerdas,
es inútil.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

Cierro los ojos fuertemente, tratando de no entrar en pánico. No


quiero gritar, porque si el señor Barton me oye, quién sabe lo que hará.

Cuando pienso en mi vida, nunca ha sido excepcional. Soy una


chica promedio con una predilección por los pasteles. No soy una doctora
que salva vidas o una estrella de cine que entretiene a las personas. Soy
solo una chica que abandonó un pequeño pueblo por una gran ciudad y
retornó a su casa. Mi vida no es grandiosa, digna de un milagro.

Pero maldita sea, quiero uno. Quiero vivir y pelear por una vida que
puede ser pequeña, pero es la mía.

Tiro nuevamente, las cuerdas se me incrustan en los tobillos,


rozándome la piel desnuda.

No me voy a rendir sin pelear.

Pelear por Stacy y por Nick, y por Julie.

Pelear por mí.

Y entonces, una llamada en la noche. Una voz que conozco y que


nunca voy a olvidar.

Luke me está llamando.

En la distancia, Luke y Chris me llaman.

—¡Hayley! —gritan—. ¡Estamos aquí, Hayley!

Mis hombros se sacuden, congelados pero aliviados.

—Estoy aquí —los llamo tan fuerte como puedo, rezando por que
lleguen antes que su padre.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

—Te escuchamos —gritan, y las lágrimas comienzan a caerme por


la cara. Los muchachos que siempre me cuidaban ahora me están
buscando. Salvándome.

Sus pasos chocan contra las zarzas a medida que se acercan al


arroyo, quebrando las ramas rígidas a medida que me alcanzan.

—Bebé —dice Luke, su voz baja y asustada se escucha debajo de


mí—. Aquí estoy.

—No sé lo que hizo para subirme aquí —digo—. Pero va a volver,


no hay manera de que me deje así.

—Fue nuestro padre, ¿no? —pregunta Chris escalando el sauce.


Luke usa las manos para darle impulso a sus pies, y yo giro el cuerpo
para mirar a los chicos Barton.

—Sí, fue él, vino hacia mí con un cuchillo. Me hirió en el brazo y


entonces corrí. Me persiguió hasta el arroyo y me noqueó con una roca.
Me desmaye y desperté así. Ni siquiera sé cuánto tiempo pasó.

Chris está en el árbol, escalando hacia las ramas en donde estoy


atada. Se saca un cuchillo del bolsillo y Luke utiliza la linterna del móvil
para darle más luz. Corta la cuerda que me sujeta los pies al árbol, pero
siguen los tobillos atados. Mis pies caen, me quedo atada solamente de
las muñecas. Estoy balanceándome en la oscuridad de la noche, pero las
manos de Luke me estabilizan el pie.

—Si no hubierais venido a por mí.... —digo con voz ronca.

—Shh, bebé, está bien, estamos aquí ahora —me dice Luke. Pone
su teléfono en el suelo mohoso y levanta las manos mientras Chris corta

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las cuerdas que me atan las muñecas a las ramas. Se le cae el cuchillo y
lo oímos hundirse en el arroyo.

Lloriqueo, sintiendo como si fuera a estar atada por siempre.

—Está bien —promete Chris—. Te bajaremos y trabajaremos en los


nudos de tus manos y pies, ¿vale?

Chris sostiene la cuerda cortada en sus manos y la baja lentamente


mientras caigo en los brazos de Luke.

—Hay, estás sangrando mucho —dice Luke cuando mi pie toca el


suelo. Me estrecha hacia él. Estoy temblando en sus brazos y quiero que
me lleve lejos de allí para comenzar nuestra vida. Me toma las manos
entre las suyas, comenzando a desatarme las muñecas, y me siento
impotente. Chris salta del árbol y se arrodilla para tratar de liberarme los
pies.

Las ramas crujen en la distancia. Alguien está resoplando mientras


corre hacia nosotros.

—¡Oh, Dios mío! —grito aterrorizada de forma espeluznante


mientras el señor Barton corre hacia nosotros, directamente detrás de
Luke y Chris. Sostiene por encima suyo el cuchillo que usó conmigo y
empuja a Chris al suelo, golpeándole la espalda.

—¡No! —tiro del brazo de Luke, apartándolo, sabiendo lo que su


padre es capaz de hacer.

Asesinar a sangre fría.

Pero Luke no quiere escapar de este monstruo. Puede que yo haya


llamado a Luke, el hombre con un dolor tan profundo y ancho como este
arroyo, un lobo feroz, pero él no es alguien a quien temer. Puede sacar

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sus garras y dientes, pero no está buscando destruir lo bueno, santo y


justo.

Busca proteger a los que ama.

A quien ama.

A mí.

—Te voy a matar —grita Luke, agarrando a su padre por la espalda,


lanzándolo contra el suelo, mientras Chris llora en agonía detrás nuestro,
incapaz de levantarse. Rezo para que la herida de Chris no sea mortal.

Sabiendo que preciso ayudar a Chris, me inclino e intento terminar


de desatarme los tobillos.

Luke y el señor Barton están en el suelo, rodando mientras se


aplastan los cráneos. Luke tiene a su padre sujeto por el cuello de la
camisa del uniforme de sheriff, mientras le da un puñetazo en la
mandíbula. Hay huesos rotos, sangre y lágrimas. Las vidas están al
borde.

Mis manos están libres y me revuelvo para llegar hacia Chris, que
está tratando de levantarse, con una mirada de locura. Una mirada de
odio y determinación. Una mirada que no descansará hasta que su padre
pague por sus crímenes. Nunca amé a Chris de un modo sexual, pero en
este momento la gratitud surge a través de mí, teniendo un espacio en
mi corazón para siempre. Chris puede ser imperfecto, pero no es tonto.
Es como Luke, dispuesto a luchar para proteger a quien ama.

En recuerdo de aquellos que amó.

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Chris vuelve a caer de rodillas, incapaz de llegar hacia su padre y


su hermano sin derrumbarse. El señor Barton obliga a Luke a estar en
el suelo, y sostiene un cuchillo encima de la cara de su hijo.

De ninguna manera el hombre que amo morirá esta noche.

Puedo pelear también.

Corro, atacándolo por detrás y tratando de quitarle el cuchillo que


sostiene. No se había dado cuenta de que iba tras él, después de que
forzara a Chris a caer sobre su espalda rasguñada. Pero no me voy a
quedar parada viendo cómo mata a Luke Barton. No, después de haber
esperado tanto tiempo por él.

Sostengo el cuchillo, mirando en sus oscuros ojos de cazador, y no


tengo pausa, no temo. No me arrepiento, mataré a este hombre y pagaré
el precio pero no miraré atrás.

Levantando el cuchillo, me acerco hacia él, pero me sujeta las


muñecas con sus manos y me fuerza a poner el cuchillo hacia arriba,
doblándome los dedos, los nudillos blancos por el agarre del mango de la
cuchilla. Me niego a dejarlo ir, pero él me golpea fuerte la mano y el
cuchillo cae.

—No puedes matarme, pequeña perra —escupe en mi cara,


empujándome lejos como si yo no tuviera una oportunidad de derrotarlo.
Luke está detrás de su padre ahora, ayudando a Chris a ponerse en pie,
y yo grito, diciéndoles que se muevan.

Pero el señor Barton es más rápido y alcanza a Luke desde atrás y


le agarra por el cuello, estrangulándolo, cortándole el flujo de la yugular.

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Usando la maniobra que aparentemente ha perfeccionado con


Stacy y Nick, le observo apretar las manos alrededor de Luke, cortándole
el aire. Su fuerza de vida.

—No —grito, arañándolo, viendo la cara de Luke ponerse blanca


debajo de la luz de la luna abandonada por Dios. Le rompo la ropa como
un animal salvaje. Y quizás lo sea. Me transformo de una chica a una
mujer lobo. Quizás estoy furiosa de rabia. Quizás soy más que una chica
que hornea pasteles, una chica que volvió a una casa vacía buscando un
hogar.

Soy feroz, dispuesta a luchar. Soy fuerte, no estoy dispuesta a


ceder.

Lo desgarro y veo caer de su bolsillo un pequeño dije de oro. El dije


que Chris le dio a Stacy. El dije que ella usó la noche de Halloween. La
noche en que fue asesinada.

Luke se queda flojo en el agarre de su padre. Grito, suplicándole


que pare. A mi lado, Chris, ensangrentado y herido, logra levantar el
cuchillo.

Los ojos del señor Barton se ensanchan, sabiendo que Chris no va


a jugar limpio.

Empujo a Luke, que cae en la tierra mohosa.

Permanezco al lado de Luke, sus ojos pestañean, y sé que está vivo.

Observo a Chris apuñalar a su padre en el pecho. Una vez y otra


vez.

Observo a Chris perforar el corazón. No es una metáfora, no hay


juego de palabras. Esto no es un juego.

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Esto es sangriento. Roto. Destruido. Estos son los fragmentos de


una familia que ya no existe.

Esto es todo lo que queda.

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Acostado boca arriba, miro hacia las ramas del sauce. A lo lejos
escucho el murmullo del arroyo, frío y helado. Exactamente en lo que se
ha convertido mi corazón.

No busco piedad.

Ni ahora, ni nunca.

Durante mucho tiempo, todo lo que buscaba era venganza.

Tal vez siempre tuve el corazón de un asesino. Pero me gusta


pensar que el asesino dentro de mí despertó la noche que Julie murió.

Con Julie muerta, sentí que el mundo se había vuelto más oscuro
de lo que era antes.

Su madre se había ido hacía mucho tiempo, siempre lo había


estado, de una manera u otra.

La noche en que Julie fue asesinada su madre me llamó, llorando


en el teléfono. Traté de explicarle que las cosas horribles suceden, que el
tiempo cura todas las heridas.

Pero sabía que las palabras estaban vacías. Y al día siguiente,


cuando voló desde Phoenix, me miró con las mejillas llenas lágrimas y
me preguntó:

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—¿Cómo pudiste dejar que esto le ocurriese a nuestra niña?

Lo preguntó como si yo hubiese permitido que esto pasase, como


si quisiera que esto pasase.

Podía haber sido un hijo de puta que le puso los cuernos durante
la mayor parte de nuestro matrimonio, pero todavía tenía un alma.

Con el corazón frío o no, tenía un alma.

Hasta que no la tuve más.

La sangre me sale del pecho, las heridas mortales causadas por mi


propia carne y sangre. Chris está a mi lado desquiciado… pero sé que
antes de él, era yo.

Me gusta pensar que no merezco esta muerte, pero ¿qué significa


esa palabra de todos modos?

Merecer.

Y más allá del significado, ¿qué importa?

Lo hecho, hecho está.

La luz de la luna está alta en el cielo oscuro, y Chris solloza en el


suelo junto a mí, el cuchillo en su mano ensangrentada en el suelo. No
lo alcanzaría ni siquiera si tuviera fuerza.

Mi tiempo ha terminado.

Luke y Hayley están en cuclillas a mi lado, con las manos de Hayley


sobre mi carne destrozada. Tal vez ella quiere detener la hemorragia,
debido a que una chica dulce como ella siempre quiere arreglar las cosas.

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Pero algunas cosas están hechas para estar rotas.

Hay cosas que no pueden ser salvadas.

—¿Por qué hiciste esto? —pregunta Luke.

Pero sé que no le va a gustar mi respuesta. Aun así, ya que estas


son mis últimas palabras, supongo que necesita algo más que silencio.

—No quiero que seas el que tenga sangre en las manos —digo,
buscando aire para hablar, mi cuerpo metálico. Siento la hoja del cuchillo
en el corazón. Trato de respirar, pero es una lucha.

—¿Así que esto era mejor? —pregunta—. Matar a un asesino es


una cosa, pero luego esas otras personas inocentes...

—No eran todos inocentes, Luke.

—No eres el juez. No tienes derecho a hacer eso —dice.

Lo miro con los ojos pesados, mi cuerpo pidiéndome dejarme ir.


Miro a Luke, con la barbilla elevada hacia el cielo, creando una silueta
contra la luna.

Es un lobo gritando, llorando por algo que no existe.

—Quería honrar a Julie —le digo.

—No —sisea Chris—. Querías matar. Simple y sencillamente.

Su ira restaura un poco de mi fuerza vital. Cómo me gustaría haber


tratado de explicarlo antes. Pero, ¿cómo podría hacerlo sin arruinar
cualquier fragmento de la familia que nos quedaba?

Era imposible detener el tren que se había puesto en movimiento

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la noche en que Julie murió.

—Nunca fui el mismo después de su muerte —digo—. Así que sí,


empecé a matar a otras personas que habían cometido actos igualmente
atroces. Pero no por amor a la caza. Era por amor a las personas que
quedaron atrás.

Ante esto, Hayley agarra mi cara entre sus manos, negando


violentamente, su largo cabello batido por el viento.

—No, señor Barton —llora—. Esto no fue un acto de amor. Asesinó


a Stacy, mi mejor amiga. Me habría matado. Eso no fue por amor.
Ciertamente no ama a nadie más que a sí mismo.

Hayley deja caer mi cabeza, sin pausa, y sé que estoy casi ido.

Y tal vez es mejor de esta manera.

Como he dicho, no busco su puta pena. Quiero explicarme, pero


quizás para algunas cosas no hay una explicación más allá de la espesa
sangre corriendo por las venas, desesperada por poner las cosas que
están mal, bien. En algún momento, mi deseo de venganza fue
reemplazado por algo maligno.

Algo mortal.

—Lo siento por no proteger a Julie —les digo—. Lo siento. Lo siento


por todo.

Escucho las sirenas en la distancia. Se acabó.

Hace dos años, envié a Chris a un hospital mental para ayudar a


salvarlo de su dolor. Y envié Luke a la prisión para salvarlo de sí mismo,
se había convertido en algo peligroso en su búsqueda del asesino.

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Así que ayudé a mis hijos.

Un padre sabe más que ellos.

Pueden pensar que soy un monstruo, queriendo ocultar la verdad.


Pero en mi corazón, sé que nunca empecé por querer hacer daño a mis
hijos.

Quería protegerlos.

Pero entonces los dos estuvieron libres. Chris vino a casa del
hospital, y más tarde, Luke fue liberado de la cárcel.

Y seguí matando, porque una probada de la muerte no fue


suficiente.

Ahora sé que soy yo el que debería haber sido encerrado, que


necesitaba ser salvado de mis propios demonios.

Pero era demasiado tarde, todo comenzó a desmoronarse y lo que


una vez estuvo contenido se desencadenó.

Así que traté de silenciar la verdad.

Asesinando a Stacy.

Asesinando a Nick.

Intentando matar a Hayley.

Ellos me ven simplemente como un hombre enfermo y retorcido


tendido en la tierra húmeda y fría.

No puedo explicar que no tenía la intención de que así fuera como


terminase la historia.

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Empezó porque buscaba justicia; terminó porque quería proteger a


los que más amaba.

Chris y Luke nunca lo entenderán, y tal vez eso está bien.

Soy un padre, pero también soy un hombre. Roto y defectuoso,


arruinado y destrozado.

Cierro los ojos.

Este cuento retorcido acaba en el bosque, bajo el sauce.

Termina, y yo me libero.

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Mi padre se ha ido.

Mi padre está muerto.

Mi familia está rota.

Casi perdimos a Chris.

Con cada latido del corazón, más de estos pensamientos atraviesan


mi cuerpo, y me estremezco cuando pienso en los acontecimientos de la
semana anterior. No sé cómo salimos todos de una sola pieza, bueno, en
su mayor parte. Pero todos estamos vivos, y parece que eso es lo único
que importa.

Chris fue apuñalado, pero no es algo que una semana o así en el


hospital no pueda curar, gracias a Dios. El corte de Hayley era profundo,
y sus muñecas y tobillos estaban terriblemente lastimados, pero está de
una sola pieza. Podría haber sido tan jodidamente peor. Yo, resulté con
sólo algunos pocos rasguños. No parece justo, que yo terminara en la
mejor forma.

Pero nada de esto era justo.

Mi hermano será dado de alta del hospital en los próximos días, y


Hayley ya está en casa de su abuela. Aún no estoy acostumbrado a decir
que es suya. He estado allí todos los días. No sé cómo puede incluso

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mirarme. La puse de cara al peligro, y mi padre fue responsable de las


muertes de su ex y su mejor amiga.

Pero Hayley perdona. Es pura dulzura, y termina siendo la que me


consuela, aunque todo esto es mi maldita culpa.

No la he tocado, no de esa manera, desde que todo esto pasó. Estoy


demasiado preocupado que me aleje, y aunque estoy necesitándola
mucho, no lo menciono ni una vez. Especialmente no esta noche,
mientras estoy sentado en mi solitaria casa.

Hayley me envió a casa, alegando que yo necesitaba descansar un


poco, porque cuando duermo con ella, no duermo nada. No estuve de
acuerdo con eso. No me gusta dejarla sola después de toda la mierda que
pasó. Pero hice lo que me pidió, aunque a regañadientes.

Me las arreglo para conseguir una hora de sueño, pero me despierta


mi teléfono móvil sonando en el medio de la noche. Me enderezo, listo de
inmediato para otra historia de terror cuando veo el número de Hayley
parpadeando a través de mi pantalla.

—¿Sí? —grito en mi teléfono—. ¿Estás bien? Dime que estás bien,


Hay, por favor.

—Luke —exhala en la línea. Su voz pesada con sueño y puedo decir


que ha estado llorando. El pánico se apodera de mi cuerpo y antes de que
diga una sola palabra, estoy fuera de la cama y poniéndome mi pantalón.

—Voy para allá —le digo mientras ella solloza en el teléfono—. ¿Qué
pasa, Hay? ¿Qué sucedió? ¿Estás a salvo?

Quiero golpear algo. Traté de mantenerla a salvo, y fracasé de


nuevo.

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—Estoy bien —respira—. Yo... sólo tuve una pesadilla ¿Po...


podrías venir?

—Voy para allá, chica bonita —le prometo—. ¿Quieres quedarte en


la línea?

—No, nos prepararé un poco de té —murmura ella, y nos


despedimos rápidamente mientras prácticamente corro fuera y entro en
mi camioneta.

Sé que sólo es una pesadilla, pero la fiera necesidad de proteger a


Hay de todo y todos los que pudieran hacerle daño no dejará mi
conciencia. Necesito asegurarme que está bien, necesito saber que está a
salvo en todo momento.

Mientras conduzco hacia su casa, me hago una promesa de nunca


dejarla así otra vez. Ella me pertenece. Es malditamente mía. Y después
de asegurarme que esté bien, voy a hacer que acepte ese hecho.

Me detengo frente a la casa de su abuela y estaciono el coche


apresuradamente. Hayley me espera en la puerta, la luz del pasillo
iluminando su magnífica figura curvilínea. Lleva una bata mullida y
lindas pantuflas de conejo, una camiseta sin mangas que dice “Reina de
la siesta”, su cabello en un moño desordenado, sin una pizca de
maquillaje. Nunca se ha visto más bella.

—¿Estás bien? —pregunto, tirándola hacia un apretado abrazo. Su


cuerpo se ajusta al mío y la mantengo cerca, necesitando escuchar su
corazón latiendo fuertemente—. Me asusté jodidamente, Hay.

—Estoy bien —susurra, pero puedo sentir sus lágrimas mojando


mi camiseta—. Sólo fue un sueño muy malo.

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No la dejo seguir. Simplemente la levanto como si no pesara nada.

—¡Oye! —Se ríe entre lágrimas—. ¿Qué demonios estás haciendo?


Soy pesada, bájame.

—No pesas nada, chica bonita —le digo, besando sus mejillas
llorosas. La llevo por las escaleras y hacia el dormitorio, pateando las
puertas para cerrarlas detrás de nosotros. No me detengo hasta que la
pongo suavemente sobre la cama y le doy un beso en sus hermosos y
llenos labios.

—¿Puedes quedarte? —susurra—. Alejarte fue un error. Por favor


quédate aquí toda la noche, Luke, te necesito conmigo.

—Por supuesto —digo con un asentimiento—. Voy a estar aquí,


¿quieres que me acueste contigo?

—Sí —dice ella en voz baja—. Pero Luke... no, no importa.

—¿Qué pasa? —le pregunto. Estoy por encima de ella, una posición
de poder. Acaricio su rostro suavemente y se inclina hacia mi palma. Es
la cosa más dulce del mundo—. Dime, sabes que puedes decirme
cualquier cosa.

—Está bien. —Respira profundamente—. Sólo... quiero que me


toques.

—Te estoy tocando. —Respiro contra su cuello.

—Más —suplica—. Quiero más. Por favor, Luke, necesito que me


toques por todas partes.

Gimo, necesito hacer lo que me está pidiendo. No sé si esto es una


buena idea después de todo lo que ha pasado, pero joder, no sé si puedo

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contenerme en este momento.

Mis dedos vagan por su cuello, deteniéndose para descansar en el


hueco en la base de su garganta. Siento su pulso allí y ella inclina su
cabeza hacia atrás, queriendo más de mí. Mis dedos se deslizan más
abajo, sobre su bonita clavícula y hacia sus tetas. Desato el cinturón de
su bata y ella gime, levantando sus caderas de la cama.

—Apresúrate —dice—. Tengo que sentirte dentro de mí. Mi lobo.

Abro su bata y ella se encoge de hombros para quitársela. Su


pijama viene después y consigo quitarle la parte superior y la inferior sin
derramar mi carga por toda su sábana de color rosa. Miro fijamente a su
hermoso cuerpo debajo de mí, glorioso en las sombras de la noche y tan
deliciosamente curvilíneo.

—Dios, Hayley —le digo—. Nunca has lucido más jodidamente


hermosa.

Se sonroja, sus mejillas ardiendo mientras enreda sus dedos en mi


cabello y me tira contra su cuerpo. Nuestros torsos se presionan y gimo.
Se siente jodidamente increíble, y necesito más.

—Fóllame —gimotea contra mis labios cuando comienzo a


besarla—. Por favor, Luke, vuelve a hacer que las cosas estén bien...
necesito estar contigo para saber que todo va a estar bien.

—Lo prometo —murmuro—. Prometo que lo haré, sólo tómalo con


calma, chica bonita, por favor... necesito apreciar este hermoso cuerpo
tuyo, también esta exquisita alma que llevas dentro.

Ella gime cuando muerdo suavemente su labio inferior,


presionando sus caderas más cerca de las mías. Con un gemido, me quito

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la camiseta y revelo mi pecho desnudo. Jadea cuando lo ve y sus dedos


delinean la tinta negra de mi nuevo tatuaje.

—¿Cuándo te hiciste eso? —pregunta suavemente.

—Hace unos días —admito.

—¿Todavía duele?

—Sólo un poco.

Mira el tatuaje por un rato más, acariciándolo suavemente con las


yemas de sus dedos.

—Aunque no eres el gran lobo feroz —dice suavemente—. Tu padre


lo era.

—Siento que lo soy —murmuro—. Como si fuera el villano que trajo


toda esta maldita mierda a tu vida. Siento que te maldije, Hay.

—No lo hiciste —dice suavemente—. No lo hiciste, cariño. Y siempre


serás mi lobo. Pero del tipo bueno, quien me salva al final. —Ríe
suavemente contra mis labios y yo gimo de nuevo, presionándome contra
su apretado y caliente cuerpo pequeño.

Se siente increíble, como si todas las cosas buenas del mundo se


convirtieran en una y me fueran presentadas en un plato de plata.
Además, huele a pan de jengibre y canela, y algo me dice que el invierno
será mejor de lo que fue el otoño en Willow Creek.

—Ahora fóllame —dice de nuevo—. No me hagas esperar, Luke


Barton.

Le sonrío y lentamente empujo hacia abajo mi pantalón y mi bóxer

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junto con él. Mi polla se libera, toda la sangre corriendo hacia ella cuando
la apunto hacia la dulce entrada de Hayley. Ella todavía está usando sus
bragas, y hay una pequeña mancha húmeda en la parte delantera que
me está haciendo enloquecer.

—¿Todavía estás con ese control de natalidad? —le pregunto con


brusquedad, y asiente con un gemido—. Tendremos que hacer algo al
respecto. Voy a querer que tengas a mi hijo en tu vientre muy pronto.

Ella jadea cuando tiro sus bragas hacia un lado, sus ojos abiertos
y sorprendidos mientras me empujo dentro de su estrechez. Ambos
gemimos en segundos, su apretado centro más caliente de lo que
recordaba. Está increíblemente apretada, su coño oprimiendo alrededor
de mi polla y tratando de extraer cada gota de semen que he estado
guardando para ella durante la semana pasada.

—Dios, Hay, te sientes increíble —murmuro en su cabello,


inhalando su dulce aroma—. Nunca seré capaz de dejarte ir.

—Entonces no lo hagas. —Me sonríe, y antes que tenga


oportunidad de reaccionar, me empuja y se sube encima de mí. Sostiene
mis manos en el lugar y estoy tan jodidamente sorprendido que en
realidad la dejo hacer mientras se pone en la cima de mi polla. Coloca la
punta en su centro y la empuja dentro, montándome hasta que está
alojada firmemente dentro de ella y estoy gimiendo su nombre.

—Eso es —dice suavemente—. Quiero sentirte de esta manera,


Luke. Eres tan malditamente grande... Llenándome tan bien, cariño.

—Jesús... —exhalo, pasando mis dedos por su cabello—. Joder,


Hay, eso es asombroso. Sigue haciendo eso, nena, justo así.

Monta mi polla, moliendo sus caderas contra las mías y tirando de

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mí aún más profundo. Se siente como si su coño estuviera apretándome


y no fuera a dejarme ir, haciéndome sentir en casa dentro de ella del
modo que debería.

Puedo sentir mi polla tensándose, lista para estallar para ella, y


Hayley parece que está muy cerca también. Mis dedos van entre sus
piernas y arranco esas malditas bragas mientras ella grita con júbilo.

Tirando a un lado el tejido arruinado, me pongo a trabajar en su


sujetador, rebatiendo el bonito encaje rosado y exponiendo sus tetas con
esos endurecidos pezones a mis hambrientos ojos. Dios, es hermosa.
Nunca tendré suficiente de esto, de ella.

—Móntame con más fuerza —le ordeno, y ella se sonroja


ligeramente.

—Luke... —dice suavemente, protestando.

—Eso es una orden, chica bonita —le gruño, y ella gime, pero sus
caderas comienzan a moverse más rápido por encima de mi polla. La tiro
de su cabello más hacia abajo, tomando su endurecido pezón y rodándolo
entre mis dientes. Un gemido ahogado se le escapa cuando añado mis
propios empujones a sus movimientos, pero pronto se convierte en un
largo gemido y sé que se correrá pronto.

Mantengo una mano en su cabello y entierro la otra entre sus


piernas. No se opone cuando mis dedos encuentran su sensible clítoris y
lo acarician ligeramente, necesitando que se corra sobre mí.

—Muéstrame lo bien que te puedes correr, sólo por mí.

—Luke, yo... —respira, sus mejillas coloreadas de un rojo brillante.

—Shh, Hay —digo—. Sólo córrete en mis dedos. No seas tímida...

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Con un grito estrangulado, se deshace ante el toque de mi mano.


Está gimiendo, susurrando mi nombre, todo su cuerpo temblando ante
el movimiento de mis dedos. Tiembla y siento cómo me pongo más duro
dentro de ella, extendiéndola casi imposiblemente.

—Hay, me voy a correr —le digo con brusquedad—. Córrete


conmigo.

—Sí —respira—. Por favor, Luke, necesito...

Un grito más y se ha ido, echando su cabeza hacia atrás, su oscura


melena desciende por su espalda desnuda. Tomo sus caderas con ambas
manos y me empujo dentro de ella hasta que su coño está tan apretado,
tan húmedo y tan irresistible que me corro con una maldición y derramo
mi semilla por todo su dulce coño.

Baja lentamente de su orgasmo, su cuerpo temblando y mi pene


suavizado aun profundo dentro de ella. Hayley me mira y se ríe
nerviosamente, y coloca su dulce cuerpo contra el mío.

—Eres perfecta para mí, ¿sabes eso, Hayley Adams?

—Lo hago. —Sonríe, sonando sin aliento, se acurruca más cerca y


gime cuando mi pene se mueve dentro de su empapado coño—. Y eres
perfecto para mí.

—Nadie nos va a separar —le prometo, besando la parte superior


de su cabeza amorosamente. Esta chica ahora es mi hogar, y mi futuro.
Y nunca voy a dejarla ir, siempre y cuando ella me quiera ahí—. Eres mía
—le digo, luciendo sorprendido cuando se baja de mí y se mete entre mis
piernas—. ¿Qué estás haciendo, Hay?

—Limpiando tu polla. —Me sonríe y casi lo pierdo justo allí. Pero

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no es nada comparado con lo que su boca de hecho consigue hacer.

Sí. Jodidamente vale la pena conservarla.

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—¿Quieres jarabe de arce en los tuyos? —me pregunta Hayley, y la


miro en su cocina, tan sexy en mi camisa y un par de bragas debajo.

—Sí, por favor, hermosa —respondo, sonriéndole. Menea su culo


hacia mí y vierte jarabe de arce por encima de un montón de panqueques.
Coloca el plato frente a mí y empiezo a comer, voraz como el infierno.

No sé exactamente qué pasó anoche, pero ambos nos sentimos


mucho mejor. Como si finalmente pudiéramos empezar a poner toda la
maldita mierda detrás de nosotros, como si finalmente tuviéramos la
oportunidad de empezar de nuevo.

Hoy nos reuniremos con Chris en la comisaría para dar nuestras


declaraciones finales y limpiar el escritorio de mi padre, y aunque sé que
va a ser difícil, me gusta la idea de dejarlo todo atrás.

Una vez que Hay y yo terminamos nuestros panqueques, nos


vestimos y nos preparamos para el duro día que nos espera. Sin embargo,
no puedo evitarlo, y mientras ella se está poniendo su suéter, palmeo sus
senos por encima de las copas de su sujetador.

—Oye —protesta, riéndose—. Necesito vestirme o llegaremos tarde,


¿qué estás tramando, lobo?

—Sólo dando un toque —le digo con un guiño—. No podré meter


mis manos en ti durante todo el día. —La acerco para un beso

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apasionado, pero sus labios parecen casi vacilantes cuando tocan los
míos.

—¿Qué sucede? —le pregunto una vez que nos separamos.

—Yo solo... —suspira—. Sé que anoche fue perfecto, sólo estoy


preocupada por cómo estás lidiando con todo esto. Y Chris... sólo quiero
que estéis bien, ¿sabes?

—Sí —le digo, mi tono se vuelve sombrío—. Lo sé, Hay. Te lo


prometo, estaré bien. Ahora mismo, estoy feliz de tenerte a mi lado.

Me besa una vez más, suavemente, antes de que terminemos de


prepararnos. Nos dirigimos hacia la comisaría en un silencio amigable,
con mi mano apoyada en su rodilla. Pero cuanto más nos acercamos al
lugar de trabajo de mi padre, más nervioso me pongo.

Noto el coche de Chris en el estacionamiento de inmediato, y lo


encuentro inclinado contra él cuando salimos. Medio espero que muestre
una mueca cuando nos vea juntos, pero en cambio, nos saluda con una
agradable sonrisa.

—Hola —dice suavemente—. Me alegro de veros, ¿te sientes bien?

—Sí —dice Hayley en voz baja—. Mucho mejor, ¿y tú?

—Todo arreglado. —Sonríe, y todos nos quedamos allí incómodos,


fingiendo que este no va a ser el día más difícil de nuestras vidas—.
Probablemente deberíamos entrar.

Le doy un breve asentimiento y entramos con Hayley entre


nosotros. Sé que Chris la protegería con su vida, igual que yo, y me
encanta eso de mi hermano. También creo que los celos finalmente se
han calmado un poco.

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e Isabella Starling Lobo Feroz

Shawn y Sheldon nos saludan cuando entramos a la comisaría,


ambos con expresiones solemnes. Apenas hay suficiente personal en la
estación para tomar nuestras declaraciones, pero logramos hacerlas
durante la siguiente hora. Hablar de mi padre de esta manera, como si
fuera un completo extraño, es más fácil que pensar en él como en mi
papá. Trato de eliminar mis emociones y ser tan racional como sea
malditamente posible mientras explico lo que sucedió.

Para cuando termino, Hay y Chris ya están en la oficina de papá.


Me acerco a ellos y los oigo hablando agradablemente, lo que me hace
feliz. No guardo rencor contra mi hermano. Lo amo, igual que amo a...
Hay.

Mis cejas se fruncen ante el descubrimiento, sabiendo que es


verdad. No sólo estoy enamorado de ella, la amo con todo mi ser. Y
necesito decírselo.

—Hola, chicos —digo mientras entro en la oficina de mi padre—.


¿Hicisteis buen progreso?

Hay corre hacia mí y la tomo para abrazarla. Besa la esquina de mi


boca y le sonrío a mi hermano, feliz de que no esté molesto por la pequeña
demostración amorosa.

—Sí. —Sonríe Chris—. Acabamos de limpiar sus cajones y


encontramos algunas lindas fotos de nosotros de niños.

—Sí, Luke, me olvidé de las mejillas rechonchas que tenías —dice


Hayley con una carcajada. Aprecio su intento de aligerar la situación, y
río en respuesta—. ¡Y también esas orejas tan grandes!

—Para escuchar mejor —le digo, pellizcando su culo cuando Chris


no está mirando. Ella ríe y los tres nos ponemos a trabajar, vaciando el

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resto de la oficina de mi padre.

Pasamos a través de sus pertenencias y, más temprano que tarde,


el ambiente empieza a ponerse triste. Hay muchas de las cosas de Julie
aquí, desde sus trofeos hasta fotos e incluso una cinta que solía usar en
su coleta. Me pone triste, y tanto Hay como Chris también lucen
cabizbajos.

Mientras estamos revisando los cajones, Chris saca otra pila de


fotografías. Nos reunimos para mirarlas, pero saca una de entre la pila y
todos miramos a una Stacy desnuda.

—Jesucristo —gimo, protegiendo mis ojos.

Chris deja caer las fotos en el suelo y sale de la habitación. Supongo


que finalmente tenemos la confirmación: la novia de mi hermano estaba
engañándolo con nadie más que con mi padre.

—Será mejor que vaya a hablar con él —le digo a Hayley, pero ella
me detiene en mi camino.

—Por favor, déjame a mí —me pide suavemente—. Creo que puedo


ayudar.

—De acuerdo —digo, aunque estoy un poco vacilante en cuanto a


estar de acuerdo. Hay me deja con un beso en los labios y la observo irse
con pesar. Me quedo con montones y montones de cosas de mi padre y
gimo, revisándolas yo solo.

Estoy vaciando uno de los cajones en su archivador cuando me


encuentro con un sobre etiquetado con mi nombre. Frunzo el ceño
cuando lo veo y saco una carta crujiente del sobre.

Compruebo para asegurarme que Hay y Chris realmente se han

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ido, y luego me pongo a leer. Reconozco la letra de mi padre de inmediato,


y mis ojos examinan sus palabras.

Querido Luke,

Sé que no hay excusa para lo que he hecho. Debí haber dado un


paso adelante hace dos años cuando te enviaron a la cárcel. No estoy
orgulloso de las cosas que he hecho. He sido un maldito cobarde, Luke, y
dejé que tú y tu hermano sufrierais por mis crímenes.

Sé que nunca me perdonarás. No estoy buscando perdón. Demonios,


si estás leyendo esto, probablemente sea demasiado tarde de todos
modos. Sólo quería decirte que lo que pasó con Julie me rompió.

Perdí el control de la realidad, Luke. Espero que mantengas vivo el


recuerdo de tu hermana. Hay un fondo fiduciario establecido bajo su
nombre. Me gustaría que construyeras algo nuevo en la ciudad con ese
fondo. Algo en el nombre de tu hermana. Haz que recuerden lo bueno, no
lo malo, de los Bartons.

Siento haberlo jodido, Luke. Cuida a tu hermano. La sangre no es


agua, hijo mío.

Te amo,

Papá.

Simplemente me quedo mirando la carta, incapaz de creer a mis


propios ojos. No merece la redención, pero estoy agradecido de que al
menos se tomara el tiempo para escribir esta carta. Hay más información
acerca del fondo fiduciario que mencionó, pero decido no decirles a Chris
y a Hay por el momento.

Me doy cuenta de que he estado en la oficina por demasiado tiempo,

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y con todo el trabajo hecho, decido encontrar a Hay y Chris fuera. Guardo
la carta en mi bolsillo y salgo, encontrándolos conversando
profundamente, apoyados contra mi camioneta.

Me transportan de regreso a nuestros días de instituto. El mismo


trío, la misma desgastada camioneta. Esos malditos buenos tiempos.
Sólo puedo esperar que podamos revivirlos algún día pronto.

—Hola —me saluda Hayley con una sonrisa brillante—.


¿Terminaste?

—Sí, ya está terminado —le digo con una sonrisa—. ¿Te sientes
mejor? —Miro a Chris, medio esperando que esté llorando o alguna
mierda, pero se ve bien.

—Sí —responde lentamente—. Creo que estoy bien y tengo algo que
decirte.

Me preparo para el impacto de sus palabras, adivino que no puede


ser algo bueno. Hayley me sorprende apretando suavemente mi mano y
dándome una pequeña señal para escuchar atentamente lo que mi
hermano tiene que decir.

—Me voy de Willow Creek —anuncia Chris, y mi respiración se


atasca—. Voy a viajar por un tiempo, necesito... necesito lidiar con
algunas otras cosas, tener un cierre. Necesito alejarme de este lugar.

—¿Estás seguro? —le pregunto—. Willow Creek siempre ha sido


nuestro hogar, Chris.

—Bastante bien que me hizo eso —murmura—. Aquí lo perdí todo,


mamá, Julie, Stacy... hasta a ti te perdí por dos años.

Miro el suelo.

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—Me perdí a mí mismo, esa es la peor parte —continúa—. Necesito


encontrarme de nuevo, necesito asegurarme que estoy bien.

—Lo entiendo —digo despacio—. ¿Cuándo te vas?

—Esta noche —responde—. Tengo un amigo que cuidará de mi


casa para que no tengas que hacerlo tú.

—Mierda. —Me río nerviosamente—. Todo esto está pasando tan


rápido. ¿Estás seguro?

—Sí. —Asiente, luciendo más seguro de lo que lo haya visto alguna


vez—. Voy a mantenerme en contacto, no te preocupes. —Le da a Hayley
una sonrisa torcida—. La señorita Adams me ayudó con esta decisión.

Me vuelvo para encarar a Hayley y ella me da una mirada de


disculpa.

—Creo que sería bueno para él —dice en voz baja.

Miro a mi chica por un largo tiempo antes de finalmente suspirar.

—Entiendo que necesites hacer esto —digo, tratando de ocultar mis


emociones—. Sólo desearía que no tuvieras que hacerlo.

—Todo estará bien —dice él, sonriéndome—. Volveré, lo prometo.

No puedo evitarlo, atraigo mi hermano para un abrazo. Creo que


hemos estado abrazándonos más durante las últimas semanas que en
toda nuestra vida. Me gusta el sentimiento familiar de su abrazo,
sabiendo que puede pasar mucho tiempo antes de volver a verlo de nuevo.

—¿Quieres que te llevemos a la estación de tren? —pregunto, y


sacude su cabeza.

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—Estaré bien —responde—. Prometed que cuidaréis de vosotros


mismos, y espero ver una pequeña familia cuando regrese.

Me río nerviosamente, pero Hayley me da una mirada significativa


que me detiene en mis pasos. Dios, es impresionante cuando hace eso.

Después de que ella saluda a Chris, despedimos a mi hermano con


la mano mientras conduce en dirección a su casa. Hay y yo nos
despedimos de los agentes de policía, y la llevo de vuelta a su casa. Es
casi la hora de la cena, y ambos estamos hambrientos después de
saltarnos una comida.

—¿Quieres pedir algo? —pregunta, leyendo los menús que están en


el cajón de su cocina.

Me acerco detrás de ella y envuelvo mis manos alrededor de sus


caderas.

—Quiero salir contigo esta noche —le digo, susurrando en su


oído—. Quiero tratarte como a una maldita princesa, Hayley Adams.

Ella se ríe y me da un golpe.

—Bueno, no me voy a quejar —dice con un guiño—. Hagámoslo.


¿Me recoges en media hora?

—Trato —le digo. Me acompaña a la puerta y me retiro con una


gran sonrisa en mi rostro.

***

Treinta minutos después, me siento como un jodido adolescente de


pie frente a la puerta de Hayley con un ramo de rosas en la mano.

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Ella abre la puerta luciendo como una visión en un sexy vestido y


un par de zapatos con punta y tacón bajo.

—Jesús —logro decir—. Te ves... —Me quedo sin palabras mientras


gira frente a mí. Me encanta su confianza en este momento.

—¿Me veo qué? —dice en un tono bromista.

—Como si mis sueños sucios cobraran vida —murmuro contra su


oído, y se ríe antes de que le entregue las flores.

—Déjame poner éstas en un poco de agua y luego podemos irnos


—dice, entrando por un momento. Una vez que regresa, decidimos
caminar al restaurante principal de la ciudad. No es el paseo más corto,
considerando dónde está su casa, pero ambos queremos disfrutar de un
agradable paseo juntos. El restaurante suele estar lleno los viernes por
la noche. Pensé que podría ser una buena idea mostrar nuestros rostros
en la ciudad de nuevo. Queremos hacer un hogar aquí, así que
necesitamos amigos, no enemigos.

Cuando entramos en el restaurante y la anfitriona nos muestra


nuestra mesa, un silencio cae sobre la habitación. Hayley camina
nerviosamente delante de mí, y quiero golpear a cada uno de esos hijos
de puta por hacerla sentir incómoda. Pero justo cuando estamos a punto
de sentarnos, cada uno de los clientes se levanta y nos vitorea.

Simplemente los observo con incredulidad, mis ojos fijos en


Andrew, el viejo cerrajero, junto al bar. Levanta su bebida hacia mí, me
guiña, y me río, sacudiendo mi cabeza.

—¿Todavía eres cercano a él? —pregunta Hayley mientras nos


sentamos.

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—Me gustaría volver a serlo —le digo honestamente. Puedo decir


que la bienvenida la animó un poco—. Aunque conozco a alguien con
quien también fue cercano.

—¿Quien? —me pregunta con curiosidad, y le guiño un ojo—.


¿Qué? ¡No! No mi abuela.

—La real y verdadera —le digo con una carcajada mientras el


camarero nos entrega los menús.

—Oh, dios. —Hayley se ríe, escondiéndose tras su menú y echando


un vistazo hacia el viejo Andrew—. Nunca más podré mirarlo a los ojos
de nuevo.

Juego con mis pies y los de ella por debajo de la mesa mientras
ordenamos nuestra comida. Varias personas se acercan a nosotros para
desearnos buena suerte con nuestro futuro, o para ofrecernos
condolencias por todo lo que hemos perdido, y realmente lo aprecio.
Siento que Chris no se sintiera bienvenido aquí, porque yo realmente lo
hago. Éste es mi hogar, siempre lo ha sido y siempre lo será.

Hayley sigue dándome estas lindas miradas mientras comemos, y


finalmente le llamo la atención por ello, pero finge no saber de lo que
estoy hablando.

—Vamos... —Le sonrío—. ¿Qué pasa contigo?

—Bueno, si tienes que saberlo. —Se inclina hacia mí de forma


conspirativa y susurra en mi oído—. Puede que no esté usando bragas.

Gimo, sintiendo a mi pene volverse rígido tan pronto como esas


palabras rozan mi oreja, su aliento suave contra mi piel.

—¿Qué me estás haciendo, mujer? Serás mi fin, Hayley Adams.

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—Espero que no. —Se ríe, limpiándose la boca con una servilleta—
. Entonces, ¿qué quieres ahora? ¿Una taza de café? ¿Tal vez un postre
para compartir?

—Sí, claro, de ninguna manera —gruño, sacando mi billetera.


Pongo el dinero sobre la mesa, ignorando las protestas de Hayley, y me
acerco a ella.

Me da una mirada conmocionada cuando la levanto allí mismo y la


llevo afuera mientras todos gritan y celebran. Se está riendo, golpeando
mis hombros juguetonamente.

—Será mejor que no hagas de esto un hábito. —Se ríe.

—¿Quién dice que lo debo y no debo hacer? —le contesto,


burlándome de ella.

—Mi culo siempre en expansión. —Sonríe, besando mi cuello


mientras la saco del restaurante.

—Oh, sí, todavía tengo que reclamar esa parte de ti —digo con un
guiño—. Estoy seguro que una vez que lo haga, aprenderás a ser más
obediente.

Hayley se ríe y se inclina hacia abajo.

—Necesito quitarme los zapatos, me están matando.

—Podría simplemente llevarte en brazos hasta tu casa —digo, y ella


sacude su cabeza con vehemencia, pero ya la he tomado en mis brazos—
.No tiene caso luchar conmigo, pequeña Caperucita Roja —susurro en su
oído.

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En mi casa, no puedo dejar de reír mientras Luke me apoya y me


empuja contra la puerta cerrada.

—Creo que ésta es tu posición favorita —bromeo—. Siempre soy yo


con mi espalda contra algo.

—No te he follado contra una puerta, sin embargo —me dice,


lamiéndose los labios—. Pero eso está por cambiar.

Tira de mi vestido para que se envuelva alrededor de mi cintura y


me río, sabiendo que amará la vista. No llevé bragas para nuestra
“correcta” cita esta noche.

Porque sabía exactamente cómo íbamos a terminar.

—En serio... —Se queja de placer, una verdadera sonrisa en su


rostro—. ¿Te sentaste frente a mí en el restaurante con tu coño desnudo?

—Mm-hm —gimo cuando sus dedos se deslizan por encima de mi


montículo, mis suaves pliegues ensanchándose para él—. Y cuando puse
una servilleta en mi regazo, en ese puesto de la esquina, deslicé mis dedos
bajo mi falda y me toqué mientras comías tus espaguetis con albóndigas.
Trabajé sobre mi clítoris mientras mirabas el menú de postres.

Desabrocho sus pantalones, dejándolos caer al suelo. Su pene


escapa de sus calzoncillos y envuelvo mi mano alrededor de su dureza.

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Mi coño se pone húmedo instantáneamente, muy excitado por su


virilidad.

—Creo que es hora de que tomemos el postre, ¿verdad?

—¿Qué quieres comer? —se burla, susurrando en mi oído, su


aliento caliente forzando mi espalda a arquearse. Alzo mis brazos,
dejando que Luke me saque mi vestido de algodón, mi culo apretado
contra la puerta fría, mis pechos queriendo estar sin las ataduras del
sujetador de encaje que estoy llevando.

—Me excitas tanto —digo mientras sus dedos encuentran mi


apertura. Él levanta mi pierna hacia arriba, y su otra mano comienza a
meter un dedo suavemente en mi coño.

—Ya estás goteando —me dice mientras me acaricia—. Estás tan


jodidamente mojada por mí.

Mete otro dedo dentro mí, follándome más rápido, deslizándolos


dentro y fuera. Me aferro a su cuello, queriendo estar cerca de él, ahora.
Siempre. Por siempre.

—Quiero follarte hasta que no puedas ver bien. —Su pulgar está
contra mi protuberancia redonda, mi clítoris palpitando mientras me
toca. Y añade presión, haciendo que contenga mi respiración.

—Oh, Luke —gimo mientras añade un tercer dedo. Mi mandíbula


se aprieta firmemente, no puedo respirar. Mi coño está goteando contra
su mano, y me encuentro moviéndome contra él, con ganas de más. Más.
Más.

Él saca su mano de mi coño, y le da un tirón hacia abajo a mi


sostén, mis pechos caen para él, mis pezones duros. Mueve su boca hacia

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ellos, chupándome, lo que hace que mi vagina se apriete, a punto de


correrme.

Él envuelve mis dos piernas a su alrededor y levanta mi culo más


arriba contra la puerta, su punta tan cerca de donde yo quiero que esté.

—Cuando me follas —le digo, encontrando su mirada—. Me siento


tan hermosa.

—Bien —dice, poniéndome contra él—. Porque lo eres, Hayley. Eres


hermosa, y serás mía. Ahora, y para siempre.

Suspiro mientras me llena. Mi cuerpo está encendido, vivo y es


suyo.

—Te amo, Hayley. Siempre lo he hecho y siempre lo haré.

Se mete muy dentro de mí, como envalentonado por sus palabras.


Gimo de placer, escuchando las palabras que siempre he soñado
escuchar.

—Te amo, también, Luke Barton —le digo. Son las palabras que
uní a mi corazón hace mucho tiempo, cuando me puso en el suelo, mi
capa roja a un lado, mi pequeño vestido azul empujado lo suficientemente
alto de manera que él supo que mi coño era suyo para tomar. En lo
profundo del bosque, donde me folló por primera vez.

Será el último hombre en follarme, también.

El único hombre que he amado nunca.

Después me besa, nuestros cuerpos resbaladizos y calientes


mientras follamos duro. Nuestros cuerpos presionándose juntos,
nuestras bocas chocando; no podemos escapar de lo único que importa:

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somos uno.

Su lengua llena mi boca. Todo lo que puede dar, me llena con ello.
Su pene, su lengua, su corazón. Soy suya y él es mío.

Mis pechos chocan entre ellos mientras Luke se mete


violentamente más profundo dentro de mí, y siento sus bolas chocando
contra mi coño. Sus manos agarran mi culo mientras me golpea contra
la puerta.

—Voy a correrme —me dice mientras aprieta mis nalgas.

—Córrete en mi coño —le ruego—. Córrete dentro de mí con fuerza.

Lo hace, su cálida semilla llenándome, y mi núcleo apretándose;


las paredes de mi vagina estallan mientras él se corre dentro de mí,
profundo y duro.

—Mierda... —suspiro mientras levanta mi culo para poder


retirarse.

—La dulce Hayley Adams, hablando todo sucio.

—¿Te gusta eso? —pregunto, levantando una ceja, poniendo los


pies en el suelo.

—Me encanta. Te amo. —Las palabras hacen que mi corazón


florezca.

—Me siento muy afortunada. De ser tuya. Es todo lo que siempre


he querido.

Luke toma mis manos y me atrae hacia él. Su cuerpo desnudo está
cincelado a la perfección, sus músculos tensos, su piel llena de tinta, todo

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mío.

Coge mi brazo, el que tiene la cicatriz del cuchillo que cortó mi piel.
El que me recuerda cada día lo que hemos perdido.

Lo que he encontrado.

—Mi abuela siempre me dijo que vale la pena esperar por todas las
cosas buenas. Que no se puede apresurar el amor —digo suavemente.

—Estoy de acuerdo —responde Luke—. Y una vez que encuentras


el amor, no se puede perder ni un minuto de mierda.

—Alguien me dijo que la vida es un puto regalo. Preciosa.

—Ahí estás con tu sucia boca de nuevo —dice Luke, acunando mi


cara entre sus manos—. Pero parece que el consejo debe haber sido de
un tipo muy inteligente.

—El más listo. —Me río, irradiando la gratitud que siento.

—Él es tan inteligente, de hecho, que no va a dejar nada al azar.

—¿Oh sí? —Niego ligeramente, mi cuerpo endureciéndose, porque


este momento ha pasado de tonto a serio. Luke no se ríe, su mirada es
sincera, verdadera.

—Cásate conmigo, Hayley. —No es una pregunta, es una


declaración. Una verdad.

Él me sostiene. Ya tiene mi corazón.

Lo beso, mis labios sellando mi destino.

Solía creer en la magia. Solía creer en cuentos de hadas.

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Supongo que todavía lo hago.

Porque me siento como un personaje de un libro de cuentos para


niños y niñas.

Caperucita Roja, en los brazos del lobo feroz, que está aquí, en la
casa de la abuela. Escondida en el bosque, a las afueras de la ciudad.

Pero no necesito que el cazador venga a salvarme. Ya estaba


perdida y me encontró.

Luke me besa con ternura. Enlazo mis dedos con los suyos, las
palabras Lobo Solitario escritas en su piel.

Pero no está solo. Ya no. Y yo tampoco.

No tengo miedo del lobo feroz.

De hecho, no tengo miedo de nada.

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La casa huele a tarta de calabaza. Mucha tarta de calabaza. Todo
está lleno de tarta de calabaza.

Hay una docena de platos de tarta hojaldrada, crujiente,


perfectamente llenas en el mostrador, listos para ser entregados a las
personas que nos apoyaron a Luke y a mí durante este último año. No es
mucho, pero es lo que hago.

Mientras empujo la última bandeja en el horno, me recuerdo dejar


de minimizar el trabajo de mi vida. No solo los paramédicos y los
bomberos salvan vidas.

A veces una rebanada de algo dulce es la única cura.

—Estás guardando una para nosotros, ¿verdad? —pregunta Luke,


apareciendo detrás de mí en la cocina. Sus manos se envuelven alrededor
de mi cintura, sus labios calientes en mi cuello.

—Sí, quiero tener una buena cena para Chris esta noche. No lo
hemos visto en siglos y quiero que sea especial, sé que tendrá algo que
decirnos... simplemente tengo esa sensación.

—Eres un encanto, ¿sabes?

—Es tu hermano —digo, dando vueltas, golpeando el hombro del


hombre con el que me voy a casar en unos meses.

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—Lo sé, me alegro de que esté aquí este fin de semana. Ha sido un
año largo.

—¿Esperaremos hasta que llegue para ir al cementerio? —


pregunto.

—No, Chris dijo que quería ir solo.

Willow Creek ha pasado por tanto y cada uno parece procesar las
cosas a su manera. Yo, me he metido en mi negocio de repostería, he
conseguido una food truck17. Pensé en conseguir un local, pero quería
poder aparcar mi negocio dondequiera que me pareciera.

Sobre todo, me encuentro estacionando en los lugares donde Luke


tiene contratos para trabajar durante el día.

Soy una mujer de negocios bastante inteligente, si se me permite


decirlo, observando a mi sexy empezar a sudar, con un cinturón de
herramientas colgado alrededor de su cintura, ofreciéndole mis pasteles
en más de una forma.

Sí. Por favor.

—Bueno, vamos a entregar estos pasteles y luego podemos ir a


presentar nuestros respetos, ¿de acuerdo? —Tomo una respiración
profunda. Sabíamos que este día vendría, pero no significa que sea fácil.

El cementerio es tranquilo, las hojas cubren el suelo y estoy


agradecida de que la primera nevada aún no haya llegado. Por alguna
razón escuchar el crujir la nieve helada me rompería el corazón.

17
Es el típico camión de comida que sale en todas las películas americanas.

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La mano de Luke está en la parte baja de mi espalda mientras


estamos ante la tumba de Julie, dejando un ramo de rosas rojas para la
joven que fue llevada de una manera tan horrible. Agarro la mano de
Luke, necesitando aferrarme a la única cosa que nunca deja de
estabilizarme.

En la tumba de Stacy dejo girasoles, los que había pedido vía aérea
especialmente para ella. Brillante, atrevida y más grande que la vida.

Al lado de una tumba sin marcar, coloco una sola margarita,


queriendo recordar a Nick. Su cuerpo fue llevado a casa a su familia, pero
no puedo olvidarlo. Él estaba en Willow Creek para asegurarse de que yo
estaba bien y por eso, estoy eternamente agradecida. Nuestros ojos echan
una ojeada a la lápida del padre de Luke y veo sus hombros hacia atrás,
su mandíbula tensa, su agarre en mi mano apretado cuando pasamos.

—Quieres…

—Vámonos —me dice en voz baja—. Déjalo descansar en paz. Si


voy a esta tumba empezare a sacar cosas que mejor dejamos enterradas.

Comprendiendo, aprieto sus dedos, parpadeando para retener las


lágrimas.

En el coche, Luke pone la calefacción y después de unos minutos


comienzo a calentarme. Pero mi mente está por todas partes.

La manera en que los padres de Stacey tomaron la tarta de mis


manos, la mirada sosteniendo una tristeza que nunca podrán superar.
El hecho de que mi boda con Luke está establecida para la semana antes
de Navidad, una manera de darnos un nuevo comienzo. Pero trago la
realidad sobre las personas que no van a estar allí ese día.

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También está el hecho de que Chris regresará esta noche después


de meses de ausencia, y estoy nerviosa de que él no sea el mismo.

Pero eso no es todo.

—Hay, ¿quieres parar para un chocolate caliente o algo? Estás tan


triste. No me gusta verte así.

—Hm. —Niego moviendo la cabeza, pensando las cosas


detenidamente.

Luke estaciona el coche y levanto la mirada viendo donde ha


aparcado. El río está en la distancia y veo el sauce gigante de pie, fuerte.

—Mierda, no debería haber estacionado aquí. Déjame conducir un


poco más adelante. —Se mueve para poner el coche en marcha atrás,
pero pongo mi mano en la suya.

—No, está bien. De hecho, probablemente sea bueno, no podemos


escondernos para siempre de los recuerdos.

—Lo sé, es sólo que... Veo lo triste que estás, perdida en tus
pensamientos y...

—No —lo corto—. Tengo algo que decirte, pero...

—¿Pero qué? —Luke apaga el motor, toma mis manos en las


suyas—. Hay, puedes decirme cualquier cosa.

—Lo sé, es sólo que esta época del año es cuando deberíamos estar
de luto, pero...

—¿Pero qué? —pregunta de nuevo—. Sólo dilo, nena.

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—Estoy embarazada. —Me muerdo el labio inferior, mirando


nuestras manos—. Es una locura, ¿verdad? Me estaba cuidando y no
habíamos planeando esto... y saberlo ahora…

—Hayley —dijo Luke—. Mírame.

Sacudo la cabeza.

—Se siente mal ser feliz cuando esto está delante nuestro. —Miro
hacia arriba, señalando el sauce por la ventana—. Pero la verdad, Luke,
es que quiero tener tanto a tu bebé. Pero parece que no es justo tener
todo lo que quiero. A ti. Nuestro hijo. Un hogar. Una vida. —Sacudo la
cabeza—. Son demasiadas bendiciones.

—Shh —él dice.

Sonrío entonces, amando la forma en que me silencia, haciendo


que mis miedos se desvanezcan con el solo sonido.

—Mírame, Hayley —me dice de nuevo.

Mis ojos se encuentran con los suyos, asustados de ver pena o


dolor... pero todo lo que veo es amor.

Él sonríe abiertamente.

—¿Vas a tener a mi bebé?

La opresión en mi pecho libera su agarre.

—¿No estás enfadado?

—Joder, ¿estás loca? —Sacude la cabeza con incredulidad—.


Hayley, te he querido desde siempre. Te tengo para siempre. ¿Y ahora que
llevas a nuestro hijo? —Lleva mi cara a la suya, nuestras frentes

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descansan juntas—. Esta noticia honra la vida. Honra nuestro amor. No


estoy enfadado, Hayley. Soy tuyo.

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Crys

Lelu - Crys - Kath - lili-ana - livic15-


mPaznovoa - Gerald

Laavic

Lilith – Lelu

Laavic

Lelu

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Frankie Love y Isabella Starling son dos jóvenes autoras de romance


contemporáneo y oscuro que se van abriendo camino en nuestros corazones
mediante protagonistas que hacen todo para obtener lo que consideran suyo
mediante el amor y el deseo y heroínas fuertes que plantan cara cuando es
necesario y no temen a sus sentimientos.

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Frankie Love
e Isabella Starling Lobo Feroz

Esperamos que lo hayas disfrutado y


nos acompañes en los proyectos
futuros.

Tenemos excelentes historias para


compartir en nuestra lista: muchas ya
publicadas, en proceso o que
tendremos en un futuro cercano.

Si quieres saber más de nosotros o


formar parte de nuestro equipo puedes
contactarnos en:
contactar.sd@gmail.com

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