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Italiana, de familia burguesa, pese a su condición de mujer pudo estudiar ingeniería, medicina,
antropología y filosofía, esta última le llevo a conocer en aquel entonces el incipiente campo de la
psicología. A través de la psicología trabajó con niños considerados perturbados mentalmente, el
trabajar con ellos le fascinó y dedicó su vida a aprender sobre los niños en general. A partir de
trabajar con ellos lo que comprendió es que los niños necesitaban estímulos para aprender.
Se ocupa en la motricidad fina y dura principalmente, por lo que se tiende a excluir el pensamiento
cognitivo en el aprendizaje. Es decir, postulaba que los niños aprenden con los materiales y por
ello deberían tener un contacto cercano a ellos, bajo la premisa de “ayúdame a hacerlo solo” Esto
forma parte de su triangulo que relaciona el amor-el ambiente y la relación niño-ambiente. El
amor se refiere a la empatía, a la comprensión de si mismo respecto al mundo y al otro, el
ambiente es con todo lo que convive y se rodea y la relación de este con el ambiente se basa en
qué conclusiones obtienen a partir de esas experiencias. Al niño se le brinda, dignidad, libertad e
independencia y en eso consiste su aprendizaje. Expresó entonces que el adulto solo puede
ofrecer al niño los medios necesarios y enseñarle a usarlos y que él debe desarrollarse por sí
mismo, a través de un ambiente que se preste para que este niño aproveche el periodo sensible
en el que se encuentra. El desarrollo es personal y nadie lo puede hacer por otro. En esta época
nace su interés por los niños de 0 a 3 años. Dice que la educación debe iniciarse desde el
nacimiento. De ella surgio la idea de las fuentes directas: padres, luego a un compañero de mayor
edad, luego un libro y sino entonces acuda al adulto.
Los períodos sensibles: se refiere a los períodos en los cuales los niños pueden adquirir una
habilidad con mucha facilidad. Se trata de sensibilidades que permiten a los niños ponerse
en relación con el mundo externo de un modo excepcional. Estos momentos son pasajeros y
se limitan a la adquisición de un determinado conocimiento. Maria Montessori los describe
así:
el período sensible del lenguaje, que sitúa aproximadamente entre los 2 meses y los
6 años,
el período sensible de la coordinación de movimientos (± desde los 18 meses hasta
los 4 años),
el período sensible del orden (± desde el nacimiento hasta los 6 años),
el período sensible del aguzamiento de los sentidos (± desde los 18 meses hasta los
5 años),
el período sensible del comportamiento social (± desde los 2 años y medio hasta los
6 años),
el período sensible de los pequeños objetos (un período muy corto en el transcurso
del segundo año).