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HISTORIA DE LA REVISORÍA FISCAL EN COLOMBIA

1. PRIMERAS LEYES
La primera ley que habló del Revisor Fiscal fue la Ley 58 de 1931, la cual creó la
Superintendencia de Sociedades Anónimas. Esta Ley se refirió al Revisor Fiscal en su
Artículo 26 para establecer sus incompatibilidades en los siguientes términos:
"El contador o Revisor Fiscal de la sociedad no podrá en ningún caso tener acciones en
esta, ni estar ligado, dentro del cuarto grado civil de consanguinidad, o segundo de
afinidad, con el gerente, con algún miembro de la administración, con el cajero o con el
contador".
"El empleo del contador es incompatible con cualquier otro empleo de la sociedad".
El Artículo 40 de la misma Ley estableció su responsabilidad frente a la sociedad
indicando que "que los miembros de la administración y los fiscales y revisores son
solidariamente responsables para con la sociedad, de los daños que causen por
violación o negligencia en el cumplimiento de sus deberes".
El Articulo 41 fijo la responsabilidad del Revisor Fiscal frente a los accionistas, así: "Los
miembros de la administración y los fiscales o revisores son solidariamente
responsables para con cada uno de los accionistas y acreedores de la sociedad de
todos los daños que les hubieren causado por faltar voluntariamente a los deberes que
les imponen sus funciones respectivas.
No obstante ser esta la primera Ley que hablo del Revisor Fiscal no fue la primera en
adquirir vigencia o aplicación, puesto que su vigencia se postergó indefinidamente y la
misma no vino a empezar a regir a partir de septiembre de 1937.
Esta misma Ley en su Artículo 46 autorizaba a la Superintendencia de Sociedades
Anónimas para establecer la institución de los Contadores Juramentados, fijándoles las
siguientes funciones principales:
1. revisar los balances y los libros de contabilidad de las sociedades anónimas en los
casos en que considere necesario la Superintendencia.
2. Desempeñar los cargos de liquidadores comerciales de las sociedades anónimas en
liquidación o en quiebra.
3. Servir de peritos oficiales en los casos en que se requieren conocimiento técnicos
especiales, y desempeñar las demás funciones que sobre el remo de sus
conocimientos le fije la Superintendencia de Sociedades Anónima.
Como se puede apreciar, este Artículo no establecía que la Revisoría Fiscal era función
privativa o recomendable para el contador juramentado. Todavía el legislador no
vislumbró que el contador era la persona más indicada para ejercer el cargo de la
Revisoría Fiscal. En la, practica los cargos de Contador, Revisor, Auditor, Contralor,
etc., de las entidades oficiales, los bancos, las compañías de seguros, las sociedades
anónimas o firmas comerciales venían siendo ejercidas por personas de diferentes
profesiones o diferentes especialidades.
La primera Ley que describió a cabalidad la Revisoría Fiscal fue la Ley 73 de 1935 la
cual en su Artículo 6° dispuso que toda sociedad anónima tuviera necesariamente un
Revisor Fiscal con las siguientes funciones:
a) Examinar todas las operaciones, inventarios, actas, libros, correspondencia y
negocios de la compañía, comprobantes de las cuentas;
b) Verificar los arqueos de caja por lo menos una vez a la semana;
c) Verificar la comprobación de todos los valores de la compañía y de los que ésta
tenga bajo su custodia;
d) Cerciorarse que la operaciones que se ejecutan por cuenta de la compañía están
conforme con los estatutos y con las condiciones de la Asamblea General y de la Junta
Directiva; e) Dar oportunamente cuenta por escrito, a la Asamblea General de
Accionistas, a la Junta Directiva y al Gerente, según los casos de irregularidades que
note en los actos de la compañía) Autorizar con su firma los balances mensuales y
semestrales; y
g) Los demás que se le imponga la Asamblea General de Accionistas, compatibles con
las señaladas en los apartes anteriores.
Para darle fuerza a esta función del Revisor Fiscal, el Decreto N° 1946 de 1936, en su
Artículo 1° ordeno que para practicar o renovar la inscripción de las sociedades
anónimas, distintas de los bancos y compañías de seguros en el Registro Público de
Comercio, era requisito esencial que en los documentos presentados a la respectiva
Cámara de Comercio aparecería que la sociedad tiene un Revisor Fiscal, con su
suplente, nombrado por la Asamblea General de accionistas, que cumpla la funciones
enumeradas en el Articulo 6° de la Ley 73 de 1935.
Como la Ley 73 de 1935 empezó a registrar antes de la Ley 58 de 1931, con la
vigencia de esta última quedaron coordinadas las funciones con las incompatibilidades
y responsabilidades.
El Artículo 7° de la Ley 73 de 1935, establecía que: el Revisor será nombrado por la
Asamblea General de Accionistas para período igual al gerente, pudiendo ser
reelegido; tendrá un suplente que lo reemplazará en sus faltas absolutas, temporales o
accidentales.
Al ser este funcionario nombrado privativa y exclusivamente por la Asamblea General
de Accionistas se la dio una relativa independencia, la cual era indispensable para el
fiel desempeño de sus funciones. Sin embargo, la descripción de sus funciones que
hacía la ley 73 de 1935 señalan claramente de que se estaba pensando en un
empleado, con cierta autonomía, para salvaguardar los principales bienes de la
compañía que en esa época eran las operaciones de efectivo en caja y para cuya
función estipulaba que debería hacer arqueos semanales.
En el literal a), donde se hablaba de examinar todas las operaciones, inventarios,
actas, libros, correspondencias y negocios de la compañía y comprobantes de las
cuentas, se está señalando claramente que debería ser una persona ante la que
debían pasar todas las operaciones de la sociedad, función posible en compañías de
actividades reducidas como las de esa época. El literal g) hablaba de que debía
autorizar con su firma los balances mensuales y semestrales, pero como la práctica de
la Contaduría no estaba desarrollada en Colombia para esa fecha, no indicaba qué
trabajo era necesario para autorizar estos balances. De todas maneras, si esta persona
debía cumplir con las funciones que se indicaban en el literal a) estaba lo
suficientemente familiarizada para firmar sin ningún problema un balance que se
suponía era el resumen de las operaciones de la compañía, revisadas previamente por
ella.
2. CALIDAD DE CONTADOR PARA DESEMPEÑAR LA REVISORIA FISCAL
Aun cuando las funciones que les imponía el Articulo 6° de la Ley 73 de 1935 a los
Revisores Fiscales todas eran de carácter contable y en el país ya se conocía la
profesión o, mejor dicho, las actividades que venían desarrollando los Contadores, y no
obstante que los Artículos 40 y 41 de la Ley 58 de 1931 les imponía sanciones cuando
estas obligaciones o deberes no se habían ejercido con idoneidad, en ningún momento
los legisladores pensaron en que el contador o la persona con conocimientos contables
y legales era la más capacitada para desempeñar este cargo.
Desde 1936 un grupo de Contadores de Cartagena se empezaron a reunir para
integrar una Asociación de contadores, labor que se cristalizó con la creación de la
Asociación Colombiana de Contadores en 1937. Esta Asociación a través de su revista
El Contador, cuyo primer número apareció en octubre de 1938, divulgo lo que era la
profesión del Contador. Como veremos en seguida la profesión de Contador se
empezó a tener en cuenta para el ejercicio de la Revisoría Fiscal en los Decretos y
Leyes promulgados posteriormente.
En 1941 la Superintendencia de Sociedades dictó la Resolución No. 531, aprobada por
el Decreto 1357 del mismo año, mediante el cual se reglamentaron las funciones de los
Contadores Juramentados consagradas en el Articulo 46 de la Ley 58 de 1931. En el
Artículo 17, numeral 6, se hizo mención de la Revisoría Fiscal para los Contadores
Públicos, así:
Art. 17 - Son funciones de los Contadores Juramentados:
1. Revisar los balances y los libros de contabilidad de las sociedades anónimas o
cualquier entidad oficial, cuando lo exija la Ley;
2. Desempeñar los cargos de liquidadores comerciales de las sociedades anónimas en
liquidación o declaradas en quiebra;
3. Desempeñar las comisiones especiales que en caos particulares les encargue la
Superintendencia de Sociedades Anónimas, dentro de su profesión y las atribuciones
de esta entidad;
4. Servir de peritos oficiales en los casos que se requiera conocimientos técnicos
especiales;
5. La Superintendencia por medio de resoluciones posteriores, señalará las demás
funciones que sobre el ramo de sus conocimientos deban desempeñar los Contadores
Juramentados y sobre los cuales su atestación haga fe pública, como verificaciones de
cifras en las declaraciones de impuestos, confesión de balances, liquidación de
sucesiones en los casos en que le nombramiento corresponda al funcionario o juez, o
así lo acuerden las partes;
6. Los Contadores Juramentados podrán dar certificaciones, atestaciones, etc., sobre
estados financieros, declaraciones de impuestos, balances, etc. Los Contadores
Juramentados están en capacidad de confeccionar estudios y prospectos técnicos
comerciales sobre organización de compañías y sobre técnica de contabilidad de las
mismas.
Tanto en el Artículo 46 de la Ley 58 de 1931 como el Decreto 1357 de 1941 fueron
demandados ante la Corte Suprema de Justicia por inconstitucionales, y efectivamente
todo el Decreto Reglamentario fue declarado inexequible así como parte del Artículo 46
de la Ley 58 de 1931. Dentro de los argumentos que se exponían sobre la
inconstitucionalidad de estos artículos veamos que se exponía en relación con numeral
6° del Artículo 17 del Decreto 1357.
"Acuso la regla 6° del Artículo 17 del Decreto, que dice lo siguiente:
6a. Los Contadores Juramentados serán tenidos especialmente en cuanta para
provisión de los cargos de Revisores Fiscales de las Sociedades Anónimas.
Esa disposición excede la potestad reglamentaria y viola, además, la regla primera del
Artículo 69 de la constitución, por lo siguiente:
1. El Artículo 46 de la Ley reglamentaria dice que los Contadores Juramentados
tendrán, entre otras funciones, la de revisar los balances y los libros de contabilidad de
las sociedades anónimas en los casos en que lo considere necesario la
Superintendencia; pero la disposición acusada consagra una preferencia excesiva en
favor de los Contadores Juramentados en la provisión del cargo de Revisor Fiscal de
cualquier sociedad anónima y de manera general; cosa distinta es que los Contadores
Juramentados puedan ser Revisores Fiscales de sociedades, a consagrar, con fuerza
de Ley, que solo ellos deben serlo o que deban ser preferidos , puesto que la
obligación de preferir impone la exclusión de los otros revisores que no sean
Contadores Juramentados.
2. El Artículo 69, regla 1a, de la Constitución, dice que sólo el congreso puede, por
medio de Leyes, reformar otras Leyes. La Ley 73 de 1935, Artículo 6°, había
establecido la obligación en que están las sociedades anónimas de tener un Revisor
Fiscal, sin exigir condiciones especiales para el desempeño de esa función. El mismo
Artículo 46 de la Ley 58 de 1931, tampoco las exige.
De modo que ha venido a ser el Decreto que acuso el que diga expresamente que para
ser Revisor Fiscal de sociedades anónimas se requiere ser Contador Juramentado o, al
menos, que debe preferirse a éstos, con lo cal reformo el Artículo 46 de la Ley 73 de
1935, cose que sólo otra Ley podría hacer".
Como se desprende de la argumentación anterior se estaba acusando al numeral 6°
del Artículo 17 del Decreto Reglamentario no porque no fueran Contadores Públicos las
personas más facultadas para desempeñar este cargo, sino porque la Ley a la cual
está reglamentado este Decreto no había mencionado nada en relación con esta
necesidad. Sin embargo, el mismo acusador decía que otra Ley sí podría establecer
este requisito que fue lo que ocurrió más tarde cuando se aprobó el Decreto 2373 de
1956, en el cual se impone como condición que los Revisores Fiscales sean
Contadores Públicos.
Muy a pesar de que desde la década de 1930 en Colombia había firmas de Contadores
Públicos y de que en la década de 1940 se estaba desarrollando en instituciones de
algún prestigio la carrera y otorgando títulos, las actividades de los Contadores
Públicos eran pocos conocidas y las personas que venían desempeñando las
Revisorías Fiscales en las sociedades anónimas en su mayoría no tenían esta calidad,
la cual todavía en la opinión pública aparecía como ejercida por personas con poco
conocimiento y baja calidad técnica. Esto se puede demostrar comprobando que
cuando se hizo un llamado a personas con algún conocimiento empírico para otorgarle
la calidad de Contador Juramentado, la mayoría rehusaba este llamado porque no
consideraba necesario este título y es probable que en su interior pensaran que éste,
en lugar de darles un prestigio, podría desacreditarlo.
3. LA REVISORIA FISCAL EN EL CEDRETO 2521 DE 1950
El Decreto 2521 de 1950, el cual reglamentó toda la legislación que existía relativa a
sociedades anónimas, se refirió a la revisoría Fiscal en los siguientes artículos:
Art. 134. - Toda sociedad anónima tendrá necesariamente un Revisor Fiscal con su
respectivo suplente, elegido por la Asamblea General de Accionistas, para un periodo
igual al del gerente, que pueden ser reelegidos indefinidamente. El Revisor será
siempre una persona natural.
El suplente reemplazará al principal en sus faltas absolutas, temporales o accidentales.
Lo nuevo de este artículo en relación con la legislación anterior está en que el Revisor
Fiscal será siempre una persona natural; sin embargo en la práctica no era nuevo, ya
que por vía de doctrina se había indicado que las responsabilidades contenidas en los
Artículos 40 y 41 de la Ley 58 de 1931 no podían ser elegidas por personas jurídicas
puesto que estos artículos consagraban responsabilidades de carácter civil y también
penal; y como las personas jurídicas no delinquen, para que esa responsabilidad no se
diluya y los derechos tanto de los accionistas como de la sociedad y de los terceros
estén suficientemente garantizados, es menester hacerla recaer en una persona
natural.
Art. 135. - Los nombramientos del Revisor Fiscal y su suplente deberán registrarse en
la Cámara de Comercio, con base en las actas de la Asamblea General.
Este Artículo tampoco trajo nada nuevo en relación con la legislación anterior puesto
que el Artículo 1° del Decreto 1946 de 1936 exigía que para practicar o renovar la
inscripción de las sociedades anónimas en el Registro Público del Comercio, era
indispensable que en el extracto notarial que se le presentara apareciera que la
sociedad
tenía un Revisor Fiscal, con su suplente elegido por la Asamblea General de
Accionistas y con sus funciones enumeradas en el Artículo 6° de la ley 73 de 1935.
Art. 136. - El Revisor Fiscal no podrá en ningún caso tener acciones en la misma
sociedad, ni estar ligado dentro del 4° grado civil de consanguinidad o 2° de afinidad
con el gerente, con alguno de los miembro del Consejo de administración, o Junta
Directiva, con el cajero, o con el Contador. El cargo de Revisor es incompatible con
cualquier otro cargo o empleo de la rama jurisdiccional o del Ministerio Público o de la
misma sociedad.
Estas incompatibilidades del Revisor Fiscal son las mismas contenidas en el Artículo 26
de la Ley 58 de 1931, con excepción de la parte que menciona el cargo o empleo de la
rama jurisdiccional o del Ministerio Público.
Art. 137. - Son funciones del Revisor Fiscal:
a) Examinar todas las operaciones, inventarios, actas, libros, correspondencia y
negocios de la sociedad y comprobantes de las cuentas;
b) Verificar el arqueo de Caja por lo menos una vez en cada semana;
c) Verificar la comprobación de todos los valores de la compañía y de los que ésta
tenga en su custodia;
d) Examinar los balances y demás cuantas de la sociedad;
e) Cerciorarse de que las operaciones que se ejecuten por cuenta de la compañía
están conformes con los estatutos, con las decisiones de la Asamblea General de
Accionistas, a la Junta Directiva o al Gerente, según los casos, de las irregularidades
que anote en los actos de la compañía) Autorizar con su firma los balances mensuales
y semestrales; y
g) Los demás que se le imponga la Asamblea General de Accionistas, compatibles con
las señaladas en los apartes anteriores.
h) Las demás que le señalen los estatutos o la Asamblea General de Accionistas,
compatibles con las indicadas en los apartes anteriores.
Art. 138. - La firma con que el Revisor Fiscal autorice los balances de la sociedad debe
ir precedida de la declaración de que ellos están fielmente tomados de los libros y de
que las operaciones registradas en éstos se conforman con los mandatos legales y
estatutarios y con las decisiones de la Asamblea General y de la Junta Directiva.
Este artículo trae una noción nueva en relación con la firma del Revisor Fiscal, la cual
señala, debe ir precedida de una opinión. Pero esta opinión es simple y puede ser
emitida por cualquier persona sin tener la calidad de Contador Público, puesto que la
misma no dice otra cosa que los balances fueron tomados de los libros y que las
operaciones están conformes con los mandatos legales y estatutarios y con las
decisiones de la Asamblea y la Junta Directiva, y no se requiere la calidad de Contador
Público para poder decir esto.
Art. 139. - Los Revisores Fiscales son responsables conforme al Artículo 121 de este
Decreto.
El Artículo 121 no hace otra cosa sino reproducir las disposiciones contenidas en los
Artículos 40 y 41 de la Ley 1931, en cuya virtud los Revisores Fiscales son
solidariamente responsables con los administradores de los daños que le ocasionen a
la sociedad por los perjuicios que le ocasionen si faltan voluntariamente a los deberes
que sus cargos les imponen.
Art. 140. - En caso de oposición del Revisor Fiscal a un acto u operación de los
administradores, respecto de su conformidad con las leyes, los estatutos o las
decisiones de la Asamblea, deberán someterse el acto u operación al estudio de la
Asamblea.
Este Artículo aparentemente sencillo de la legislación puede ser un artículo polémico a
partir de 1960 en que el Revisor Fiscal se le exigió la calidad de Contador Público, al
entrar a diferenciar que es una opinión independiente y que es un acto administrativo,
porque la verdad es que con esto aparentemente el Revisor Fiscal tiene carácter de
administrador, porque la verdad es que con esto aparentemente el Revisor Fiscal tiene
el carácter de administrador y en la práctica lo era el tener que aprobar las operaciones
individuales; pero hay un tremendo vacío en cuanto a que ocurre si la Asamblea está
de acuerdo con la opinión de las otras personas o los administradores y no con la del
Revisor Fiscal. Aparentemente no ocurre nada y al Revisor Fiscal no le queda otra
alternativa que presentar la renuncia de su cargo.
Art. 141. - Los Revisores Fiscales podrán ser sancionados con multas sucesivas hasta
de $100.00 cuando, requeridos por la Superintendencia de Sociedades Anónimas, no
dieren cumplimiento a sus obligaciones legales y estatutarias.
Este artículo no hace otra cosa que imponer sanciones pecuniarias por faltas del
Revisor Fiscal o más bien por incumplimiento de sus funciones; adicionalmente a esta
multa pecuniaria se ha debido tratar de establecer sanciones disciplinarias;
indudablemente esto no se hizo por que quien podía imponer estas sanciones
disciplinarias era la profesión misma y como todavía no se está exigiendo la calidad de
Contador Público, mal se podría imponer estas sanciones al Revisor Fiscal.
4. LA REVISORIA EN EL DECRETO 2373 DE 1956
A partir del año de 1950 los Contadores Públicos empezaron a preocuparse por darle
una reglamentación legal a su profesión. A pesar de que desde el año 1936 se venían
presentando algunos brotes e inquietudes de personas que estaban ejerciendo
funciones de Contadores para organizarse, las que se cristalizaron con la fundación de
Asociación Colombiana de Contadores en la ciudad de Cartagena (posteriormente la
sede de esta Asociación se traslado a Bogotá donde se extinguió), los demás brotes de
Asociación Seccionales tuvieron vida efímera.
En el año de 1951 se creó el instituto Nacional de Contadores Públicos, agremiación
esta que agrupó a los principales contadores de la época. Con la creación de esta
nueva agremiación se despertó en sus miembros el interés por legislar acerca de la
profesión del Contador Público y se dijeron los pasos para redactar el primer Proyecto
de Ley que se presentó a la consideración del gobierno nacional y fue aprobado en
septiembre de
1956, bajo el número 2373, por medio de la cual se reglamentó el ejercicio de la
Contaduría Pública en Colombia.
Los artículos de este decreto que se refirieron al Revisor Fiscal fueron:
Art. 6°. - Se requerirá haber sido inscrito como Contador Juramentado, conforme a los
artículos anteriores, para todas aquellas actividades en que la leyes exijan dicha
condición, y especialmente para las siguientes:
1° para desempeñar el cargo de Revisor Fiscal de sociedades para las cuales la Ley
exija la provisión de ese cargo, o un equivalente, sea denominación u otra similar.
Si bien era cierto que en algunas compañías el cargo de Revisor Fiscal o su
equivalente seguía siendo desempeñado ya para esta época por contadores, este
artículo impuso la obligación para que los Contadores Públicos estuviesen al frente de
estos cargos.
Para darle fuerza a este numeral el Artículo 7° impuso sanciones cuando se violara el
mismo, como se leerá a continuación:
Art. 7°. - Los funcionarios públicos que acepten documentos 1que deben ser
autorizados por un contador inscrito, sin esa autorización, o que designen como peritos
personas que no sean contadores inscrito, en los casos que deben serlo, incurrirán en
multas de cien pesos ($100.00) a quinientos pesos ($500.00), por primera vez, y en
pérdida del cargo o empleo, en caso de reincidencia.
Las sociedades que estén legalmente obligadas a tener Revisor Fiscal o Auditores y
que designen para tales cargos a personas que no sean contadores inscritos, incurrirán
en multas de doscientos pesos ($200.00) a mil pesos ($1000.00), que se doblará en
caso de reincidencia o de renuncia en hacer una designación ajustada en este decreto.
Art. 15. - La atestación o firma de un Contador Público en los casos que las leyes se lo
exijan hará presumir, salvo prueba en contrario, que el acto o documento respectivo se
ajusta a los requisitos legales de forma lo mismo que a los estatutarios, cuando se trate
de personas jurídicas.
Tratándose de balances la presunción se extenderá, además, al hecho de que han sido
tomados fielmente de los libros, de que éstos se ajustan a las normas legales, y de que
las cifras registradas en ellos reflejan en forma fidedigna la situación financiera en la
fecha del balance.
De la lectura de este artículo podemos concluir que efectivamente no se está haciendo
otra cosa que ajustarse a la legislación anterior sobre las firmas de los Revisores
Fiscales en los balances.
Art. 47. - La Revisoría Fiscal, Auditoría, o Interventoría de cuentas en las sociedades o
entidades que estén obligadas legalmente a la provisión de tales cargos podrá
organizarse en forma de departamento, con las secciones (técnicas, legales, contables,
etc.), que fueren necesarias, y ser desempeñadas por profesionales de cada ramo, en
calidad de jefes de tales secciones. Para la sección o parte contable de la misma
deberá estar siempre a cargo de un Contador.
Art. 48. - La firma con que un Contador juramentado expresa su concepto sobre un
balance general. Como Revisor Fiscal, Auditor o Interventor de cuentas, irá
acompañada de un informe sucinto que deberá mencionar por lo menos:
1. Si ha obtenido todas las informaciones necesarias para cumplir sus funciones.
2. Si se siguieron durante el curso de la revisión los procedimientos convenientes y
necesarios aconsejados por la técnica de la Interventoría de Cuentas.
3. Si, en su concepto, la sociedad o institución lleva su contabilidad conforme a las
normas legales y a la técnica contable y si las operaciones registradas se ajustan a los
estatutos y a las decisiones de la Asamblea General o Juntas Directivas.
4. Si el balance y el estado de pérdidas y ganancias han sido tomados fielmente de los
libros; si en su opinión, el balance presenta en forma fidedigna, de acuerdo con las
normas de contabilidad generalmente aceptadas, la situación financiera de la sociedad
al terminar el período revisado, y si el estado de pérdidas y ganancias refleja el
resultado de las operaciones en dicho período;
5. Las reservas o salvedades a que estuviere sujeta su opinión sobre la fidelidad de los
estados financieros, si las hubiere.
Con este decreto y concretamente con el Artículo 48, se inicia la era profesional del
Revisor Fiscal. En él se indica que la Revisoría Fiscal debe ser exclusiva del Contador
Público y, lo que es más importante, se establece que la misma se debe ejercer
mediante la realización de un trabajo profesional de acuerdo con los procedimientos
aconsejados para hacer una Auditoría o Interventoría de Cuentas. Por otra parte, se
exige que la firma del Revisor Fiscal debe ser acompañada de un dictamen para el que
la profesión dispone de normas sobre su Contenido y de la responsabilidad que el
Contador Público asume en el mismo.
Este decreto tuvo vigencia hasta el año 1960, cuando se expidió la Ley 145 de 1960,
que lo derogo.
5. INTERVENTORIA DE CUENTAS
Conviene detenernos para referirnos a un nuevo término usado en el Artículo 47 y en el
numeral segundo del Artículo 48 cuál es el de Interventoría de Cuentas. Este término,
empleado por primera vez en el Decreto 2373 de 1956, se continuará usando como la
veremos posteriormente en la Ley 145 de 1960 y en Código de Comercio que nos rige
actualmente. Pero lo particular es que, hasta donde se ha investigado, ninguna entidad
o profesional se ha ocupado de definir este concepto que nos rige porque, en parte,
pienso que la mayoría de los contadores consideró el termino como sinónimo de
Auditoría, éste sí ampliamente tratado en texto y eventos profesionales.
Sin embargo, lo particular del caso es que en 1979 la Superintendencia de Sociedades
inició la revisión de papeles de trabajo a los Revisores Fiscales y a pronunciarse acerca
de que éstos, en muchos casos, en el recurso de la revisión, no seguían los
procedimientos aconsejado por la técnica de la Interventoría de Cuentas. De inmediato
se inició un gran debate en torna a cuales eran esos procedimientos, cuando se habían
promulgado y definido. Ante estas circunstancias consideré que era necesario dar
respuesta al interrogante no en una forma subjetiva, sino consultando autores que se
hubieren ocupado del tema; pero no resultó fácil conseguir libros que se refiriesen a las
revisiones con ese nombre; tan solo obtuve uno que se editó por primera vez en 1942
por la UTEHA: Introducción a la Interventoría de Cuentas por Andrew Nelson, LLB CPA
- Versión al español por Germán Sergio San Miguel y Pages C.P., este ultimo Contador
Público de Cuba. De este libro saqué el resumen que se Presenta a continuación, el
cual puede ilustrar al lector acerca de lo que constituye la Interventoría de Cuentas.
Con finalidades prácticas podemos definir la Interventoría de Cuentas diciendo que es
un examen sistemático de los libros y anotaciones contables de una corporación,
sociedad o comerciante con objeto de:
1. Comprobar ciertas situaciones de hecho.
2. Descubrir o prevenir fraudes.
Aspectos variables de la Interventoría de Cuentas. - El proceso de Interventoría es
sistemático y se realiza con objeto de comprobar situaciones, hechos y otros datos en
los que se basan las opiniones que se ofrecen. Virtualmente en toda Interventoría de
Cuentas se encontrarán situaciones peculiares a la empresa y período que se
interviene, en tanto el alcance de la Intervención determinará la extensión del examen o
comprobación a realizar. Estas consideraciones han de sugerir la naturaleza de la labor
del interventor, quien, de acuerdo con las circunstancias, sistemáticas realizará sus
comprobaciones. Resulta obvio decir que el procedimiento a seguir estará determinado
por las circunstancias o condiciones peculiares que ocurran en cada caso.
No es medida sabia tratar de establecer reglas rígidas de procedimiento en las cuentas
a que deba ajustar el interventor en la comprobación de los estados financieros. Tarea
tan enorme no es inconveniente ni factible. No obstante, los interventores están de
acuerdo en cuanto a los puntos principales que deben cubrirse en un Interventoría de
Cuentas, que se realiza en circunstancias normales.
Es de suponer, y así supone, que el todo que considere "interventor capacitado", ha de
realizar la labor que corresponde tal especialista; esta labor, cualquiera que fuere, ha
de ajustarse a los procedimientos o prácticas ya aceptados.
Alcance de una Intervención Máxima. La Intervención más extensa se conoce por el
nombre de "Intervención Máxima". Su finalidad es de resguardo y como tal proyecta
evitar los fraudes; implica, Además, la necesidad de efectuar una investigación de las
medidas, contra posibles fraudes, que el cliente haya podido adoptar en el
desenvolvimiento normal de su negocio, y también, como es natural, descubrir
cualquier fraude que se haya cometido. Unido a este aspecto de la Intervención
Máxima, se encuentra la comprobación del balance general al cierre del período que
cubre la Intervención, y una comprobación del estado de pérdidas y ganancias y la
cuenta de Superávit para el período terminado en la fecha de dicho balance general.
Para llevar a cabo la Intervención Máxima, el interventor tendrá que comprobar,
naturalmente, todas las operaciones de la empresa durante el período que examine, y
muy especialmente, aquéllas que representen ingresos y egresos de efectivo.

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