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1. PRIMERAS LEYES
La primera ley que habló del Revisor Fiscal fue la Ley 58 de 1931, la cual creó la
Superintendencia de Sociedades Anónimas. Esta Ley se refirió al Revisor Fiscal
en su Articulo 26 para establecer sus incompatibilidades en los siguientes
términos:
“El contador o Revisor Fiscal de la sociedad no podrá en ningún caso tener
acciones en esta, ni estar ligado, dentro del cuarto grado civil de consanguinidad,
o segundo de afinidad, con el gerente, con algún miembro de la administración,
con el cajero o con el contador”.
“El empleo del contador es incompatible con cualquier otro empleo de la
sociedad”.
El Articulo 40 de la misma Ley estableció su responsabilidad frente a la sociedad
indicando que “que los miembros de la administración y los fiscales y revisores
son solidariamente responsables para con la sociedad, de los daños que causen
por violación o negligencia en el cumplimiento de sus deberes”.
El Articulo 41 fijo la responsabilidad del Revisor Fiscal frente a los accionistas, así:
“Los miembros de la administración y los fiscales o revisores son solidariamente
responsables para con cada uno de los accionistas y acreedores de la sociedad
de todos los daños que les hubieren causado por faltar voluntariamente a los
deberes que les imponen sus funciones respectivas.
No obstante ser esta la primera Ley que hablo del Revisor Fiscal no fue la primera
en adquirir vigencia o aplicación, puesto que su vigencia se postergó
indefinidamente y la misma no vino a empezar a regir a partir de septiembre de
1937.
Esta misma Ley en su Articulo 46 autorizaba a la Superintendencia de Sociedades
Anónimas para establecer la institución de los Contadores Juramentados,
fijándoles las siguientes funciones principales:
1. revisar los balances y los libros de contabilidad de las sociedades anónimas en
los casos en que considere necesario la Superintendencia.
2. Desempeñar los cargos de liquidadores comerciales de las sociedades
anónimas en liquidación o en quiebra .
3. Servir de peritos oficiales en los casos en que se requieren conocimiento
técnicos especiales, y desempeñar las demás funciones que sobre el remo de sus
conocimientos le fije la Superintendencia de Sociedades Anónima.
Como se puede apreciar, este Articulo no establecía que la Revisoría Fiscal era
función privativa o recomendable para el contador juramentado. Todavía el
legislador no vislumbró que el contador era la persona mas indicada para ejercer
el cargo de la Revisoría Fiscal. En la, practica los cargos de Contador, Revisor,
Auditor, Contralor, etc., de las entidades oficiales, los bancos, las compañías de
seguros, las sociedades anónimas o firmas comerciales venían siendo ejercidas
por personas de diferentes profesiones o diferentes especialidades.
La primera Ley que describió a cabalidad la Revisoría Fiscal fue la Ley 73 de 1935
la cual en su Articulo 6° dispuso que toda sociedad anónima tendría
necesariamente un Revisor Fiscal con las siguientes funciones:
a) Examinar todas las operaciones, inventarios, actas, libros, correspondencia y
negocios de la compañía, comprobantes de las cuentas;
b) Verificar los arqueos de caja por lo menos una vez a la semana;
c) Verificar la comprobación de todos los valores de la compañía y de los que ésta
tenga bajo su custodia;
d) Cerciorarse que la operaciones que se ejecutan por cuenta de la compañía
están conforme con los estatutos y con las condiciones de la Asamblea General y
de la Junta Directiva;e) Dar oportunamente cuenta por escrito, a la Asamblea
General de Accionistas, a la Junta Directiva y al Gerente, según los casos de
irregularidades que note en los actos de la compañía;f) Autorizar con su firma los
balances mensuales y semestrales; y
g) Los demás que se le imponga la Asamblea General de Accionistas, compatibles
con las señaladas en los apartes anteriores.
Para darle fuerza a esta función del Revisor Fiscal, el Decreto N° 1946 de 1936,
en su Articulo 1° ordeno que para practicar o renovar la inscripción de las
sociedades anónimas, distintas de los bancos y compañías de seguros en el
Registro Publico de Comercio, era requisito esencial que en los documentos
presentados a la respectiva Cámara de Comercio aparecería que la sociedad tiene
un Revisor Fiscal, con su suplente, nombrado por la Asamblea General de
accionistas, que cumpla la funciones enumeradas en el Articulo 6° de la Ley 73 de
1935.
Aun cuando las funciones que les imponía el Articulo 6° de la Ley 73 de 1935 a los
Revisores Fiscales todas eran de carácter contable y en el país ya se conocía la
profesión o, mejor dicho, las actividades que venían desarrollando los Contadores,
y no obstante que los Artículos 40 y 41 de la Ley 58 de 1931 les imponía
sanciones cuando estas obligaciones o deberes no se habían ejercido con
idoneidad, en ningún momento los legisladores pensaron en que el contador o la
persona con conocimientos contables y legales era la más capacitada para
desempeñar este cargo.
Desde 1936 un grupo de Contadores de Cartagena se empezaron a reunir para
integrar una Asociación de contadores, labor que se cristalizó con la creación de la
Asociación Colombiana de Contadores en 1937. Esta Asociación a través de su
revista El Contador, cuyo primer número apareció en octubre de 1938, divulgo lo
que era la profesión del Contador. Como veremos en seguida la profesión de
Contador se empezó a tener en cuenta para el ejercicio de la Revisoria Fiscal en
los Decretos y Leyes promulgados posteriormente.
En 1941 la Superintendencia de Sociedades dictó la Resolución No. 531,
aprobada por el Decreto 1357 del mismo año, mediante el cual se reglamentaron
las funciones de los Contadores Juramentados consagradas en el Articulo 46 de la
Ley 58 de 1931. En el Articulo 17, numeral 6, se hizo mención de la Revisoría
Fiscal para los Contadores Públicos, así:
Art. 17 - Son funciones de los Contadores Juramentados:
1. Revisar los balances y los libros de contabilidad de las sociedades anónimas o
cualquier entidad oficial, cuando lo exija la Ley;
2. Desempeñar los cargos de liquidadores comerciales de las sociedades
anónimas en liquidación o declaradas en quiebra;
3. Desempeñar las comisiones especiales que en caos particulares les encargue
la Superintendencia de Sociedades Anónimas, dentro de su profesión y las
atribuciones de esta entidad;
4. Servir de peritos oficiales en los casos que se requiera conocimientos técnicos
especiales;
5. La Superintendencia por medio de resoluciones posteriores, señalará las demás
funciones que sobre el ramo de sus conocimientos deban desempeñar los
Contadores Juramentados y sobre los cuales su atestación haga fe pública, como
verificaciones de cifras en las declaraciones de impuestos, confesión de balances,
liquidación de sucesiones en los casos en que le nombramiento corresponda al
funcionario o juez, o así lo acuerden las partes;
6. Los Contadores Juramentados podrán dar certificaciones, atestaciones, etc.,
sobre estados financieros, declaraciones de impuestos, balances, etc. Los
Contadores Juramentados están en capacidad de confeccionar estudios y
prospectos técnicos comerciales sobre organización de compañías y sobre técnica
de contabilidad de las mismas.
Tanto en el Artículo 46 de la Ley 58 de 1931 como el Decreto 1357 de 1941 fueron
demandados ante la Corte Suprema de Justicia por inconstitucionales, y
efectivamente todo el Decreto Reglamentario fue declarado inexequible así como
parte del Artículo 46 de la Ley 58 de 1931. Dentro de los argumentos que se
exponían sobre la inconstitucionalidad de estos artículos veamos que se exponía
en relación con numeral 6° del Artículo 17 del Decreto 1357.
“Acuso la regla 6° del Artículo 17 del Decreto, que dice lo siguiente:
6a. Los Contadores Juramentados serán tenidos especialmente en cuanta para
provisión de los cargos de Revisores Fiscales de las Sociedades Anónimas.
Esa disposición excede la potestad reglamentaria y viola, además, la regla primera
del Artículo 69 de la constitución, por lo siguiente:
1. El Artículo 46 de la Ley reglamentaria dice que los Contadores Juramentados
tendrán, entre otras funciones, la de revisar los balances y los libros de
contabilidad de las sociedades anónimas en los casos en que lo considere
necesario la Superintendencia; pero la disposición acusada consagra una
preferencia excesiva en favor de los Contadores Juramentados en la provisión del
cargo de Revisor Fiscal de cualquier sociedad anónima y de manera general; cosa
distinta es que los Contadores Juramentados puedan ser Revisores Fiscales de
sociedades, a consagrar, con fuerza de Ley, que solo ellos deben serlo o que
deban ser preferidos , puesto que la obligación de preferir impone la exclusión de
los otros revisores que no sean Contadores Juramentados.
2. El Artículo 69, regla 1a, de la Constitución, dice que sólo el congreso puede, por
medio de Leyes, reformar otras Leyes. La Ley 73 de 1935, Artículo 6°, había
establecido la obligación en que están las sociedades anónimas de tener un
Revisor Fiscal, sin exigir condiciones especiales para el desempeño de esa
función. El mismo Artículo 46 de la Ley 58 de 1931, tampoco las exige.
De modo que ha venido a ser el Decreto que acuso el que diga expresamente que
para ser Revisor Fiscal de sociedades anónimas se requiere ser Contador
Juramentado o, al menos, que debe preferirse a éstos, con lo cal reformo el
Artículo 46 de la Ley 73 de 1935, cose que sólo otra Ley podría hacer”.
Como se desprende de la argumentación anterior se estaba acusando al numeral
6° del Artículo 17 del Decreto Reglamentario no porque no fueran Contadores
Públicos las personas más facultadas para desempeñar este cargo, sino porque la
Ley a la cual está reglamentado este Decreto no había mencionado nada en
relación con esta necesidad. Sin embargo, el mismo acusador decía que otra Ley
sí podría establecer este requisito que fue lo que ocurrió más tarde cuando se
aprobó el Decreto 2373 de 1956, en el cual se impone como condición que los
Revisores Fiscales sean Contadores Públicos.
Muy a pesar de que desde la década de 1930 en Colombia había firmas de
Contadores Públicos y de que en la década de 1940 se estaba desarrollando en
instituciones de algún prestigio la carrera y otorgando títulos, las actividades de los
Contadores Públicos eran pocos conocidas y las personas que venían
desempeñando las Revisorías Fiscales en las sociedades anónimas en su
mayoría no tenían esta calidad, la cual todavía en la opinión pública aparecía
como ejercida por personas con poco conocimiento y baja calidad técnica. Esto se
puede demostrar comprobando que cuando se hizo un llamado a personas con
algún conocimiento empírico para otogarle la calidad de Contador Juramentado, la
mayoría rehusaba este llamado porque no consideraba necesario este título y es
probable que en su interior pensaran que éste, en lugar de darles un prestigio,
podría desacreditarlo.
5. INTERVENTORIA DE CUENTAS
Conviene detenernos para referirnos a un nuevo término usado en el Artículo 47 y
en el numeral segundo del Artículo 48 cual es el de Interventoría de Cuentas. Este
termino, empleado por primera vez en el Decreto 2373 de 1956, se continuará
usando como la veremos posteriormente en la Ley 145 de 1960 y en Código de
Comercio que nos rige actualmente. Pero lo particular es que, hasta donde se ha
investigado, ninguna entidad o profesional se ha ocupado de definir este concepto
que nos rige porque, en parte, pienso que la mayoría de los contadores consideró
el termino como sinónimo de Auditoría, éste sí ampliamente tratado en texto y
eventos profesionales.
Sin embargo, lo particular del caso es que en 1979 la Superintendencia de
Sociedades inició la revisión de papeles de trabajo a los Revisores Fiscales y a
pronunciarse acerca de que éstos, en muchos casos, en el recurso de la revisión,
no seguían los procedimientos aconsejado por la técnica de la Interventoría de
Cuentas. De inmediato se inició un gran debate en torno a cuales eran esos
procedimientos, cuando se habían promulgado y definido. Ante estas
circunstancias consideré que era necesario dar respuesta al interrogante no en
una forma subjetiva, sino consultando autores que se hubieren ocupado del tema;
pero no resultó fácil conseguir libros que se refiriesen a las revisiones con ese
nombre; tan solo obtuve uno que se editó por primera vez en 1942 por la UTEHA:
Introducción a la Interventoría de Cuentas por Andrew Nelson, LLB CPA - Versión
al español por Germán Sergio San Miguel y Pages C.P., este ultimo Contador
Público de Cuba.