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EL ORDEN DE LAS PALABRAS Y LAS IDEAS

En este capítulo, sin negar la utilidad del conocimiento de los principios sintácticos,
nos internaremos en el orden lógico y en el sentido armonioso, ya que en español
la construcción de la oración no está sometida a reglas fijas, sino que goza de
libertad y holgura; pero esto no significa libertinaje ni desconexión arbitraria entre
sus elementos.

Martín Alonso dice: "El escritor que produce sus ideas de un modo íntimo y vital y
redacta por instinto o por reflexión, fabrica las frases a tenor de sus fenómenos
mentales, cambiando, a veces, la distribución directa de los vocablos, para dar
más valor expresivo o ritmo a determinadas formas del lenguaje". Esto es cierto,
puesto que el redactor o escritor expresa en realidad su interés psicológico; sin
embargo, no puede olvidar la construcción sintáctica de la oración, aunque al
escribir no esté pensando en las reglas. Y no puede olvidarse, porque en todo
momento de duda el lector, el escritor novel o el estudiante, puede recurrir a ella
para aclarar dudas y precisar las expresiones.

ORDENACIÓN DE LAS PALABRAS Y DE LAS IDEAS

Si todos escribiéramos con orden sintáctico expresaríamos una idea en forma


idéntica; además, la expresión podría resultar confusa; por ejemplo:

- Mi padre donó todos sus libros a mi hermano poco antes de morir.

(1) (2) (3) (4) (5)

He aquí una oración que, cumpliendo con la estructura sintáctica, es confusa,


porque el complemento circunstancial poco antes de morir, como modificador, se
refiere al sujeto mi padre y podría, por su ubicación, pensarse que mi hermano
(complemento indirecto) fue el que recibió todos los libros poco antes de morir.

En cambio, la expresión es clara cuando se escribe:

1) Poco antes de morir, mi padre donó todos sus libros a mi hermano,


O bien,

2) Mi padre, poco antes de morir, donó todos sus libros a mi hermano.

En ambas oraciones la idea se precisa y se elimina la ambigüedad. En este caso,


el cambio de posición del modificador, complemento circunstancial, nos permite
inferir que los vocablos pueden cambiarse, siempre que se supediten a la idea; es
decir, sin que se modifique la idea genérica, aunque se particularice de acuerdo
con el interés psicológico del redactor. Con esta libertad restringida, el redactor no
sólo aclara el pensamiento, sino que fija la atención del lector. En la primera
oración, la fija en el -tiempo y en el hecho de la muerte; en la segunda, conserva,
en primer término, la atención en el sujeto.

Si se quiere otra forma de expresión psicológica, puede escribirse:

- Todos sus libros los donó mi padre, poco antes de su muerte, a mi hermano.

La idea genérica se conserva, pero el redactor ubica la atención del lector en el


complemento directo: "todos sus libros".

De los distintos ejemplos analizados, se puede concluir que el redactor, con sólo
cambiar la distribución de los vocablos, da más o menos valor, o bien, ritmo a su
propio concepto; pero, insistimos, este cambio no debe ser caprichoso, pues si lo
fuera se alteraría la idea genérica expresada o por expresar, y se caería en un
libertinaje o en una desconexión arbitraria entre los elementos de la frase, con lo
que el pensamiento o idea principal se oscurecería. Para que esto no suceda, el
redactor no debe olvidar jamás que El ORDEN DE LAS PALABRAS DEBE
SOMETERSE AL DE LAS IDEAS; de él que meditemos previamente para
ordenarlas, así como para definir la forma u ordenamiento de los vocablos.

LUGAR DEL VERBO EN LA ORACIÓN

El verbo como vocablo puede también ocupar cualquier lugar en la oración; sin
embargo, para oraciones breves, que se pronuncian en un solo grupo fonético, la
Real Academia Española, en su obra Esbozo de urca Nueva Gramática de la
Lengua Española (Apartados 3.7.5a y 3.7.5b), aconseja que, por artificiosas,
insólitas y pedantes, se eviten las expresiones que lleven el verbo en último lugar.
De la misma obra tomamos dos ejemplos; el primero con sólo tres elementos
sintácticos; y el segundo, con cuatro:

1) Tengo un encargo para usted.

(2) (3) (4)

Para la claridad del sentido nada se opone a que podamos ordenar de cualquier
manera los tres elementos de esta oración; por ejemplo:

1a) Tengo para usted un encargo.

1b) Un encargo tengo para usted.

1 c) Para usted tengo un encargo.

1d) Un encargo para usted tengo.

1e) Para usted un encargo tengo (Evítense.)

No podemos negar que sentimos como insólitas y afectadas las oraciones (1d) y
(1e); es decir, las que llevan el verbo al final. Claro que estas formas son
frecuentes en poesía y en la prosa artística, pero deben evitarse en la
conversación o en una carta.

2) Juan compró una casa el año pasado*

(1) (2) (3) (4)

Escribiéndola en sus diversas formas:

2a) Compró Juan una casa el año pasado.

2b) Compró una casa Juan el año pasado.

2c) Una casa compró Juan el año pasado.

2d) Una casa Juan compró el año pasado.


2e) El año pasado una casa compró Juan. (Evítese)

2f) El año pasado Juan compró una casa.

2g) Una casa el año pasado compró Juan. (Evítese)

2h) Juan una casa el año pasado compró. (Evítese)

2i) El año pasado una casa Juan compró. (Evítense)

2j) Una casa el año pasado Juan compró. (Evítese)

2k) El año pasado Juan una casa compró. (Evítense)

2l) Juan el año pasado una casa compró. (Evítese)

Además de lo asentado, la Academia dice también: "Las oraciones breves de


cuatro elementos incluidos en un sólo grupo fónico, llevan el verbo en primero o
segundo lugar; es poco frecuente, y a veces violento, que lo lleven en tercer lugar,
y totalmente afectado usarlo al fin de la oración". De aquí que deba desecharse
toda construcción similar a (2e), (2g), (2h), (2i) (2J) (2k) y (2L).

ACTIVIDAD

Escriba las combinaciones de las siguientes frases. Indique las incorrectas.

A) Juanito tiene un juguete.

B) Traigo un libro para tu padre.

C) Pedro trajo un delicado regalo.

D) La mesa de mármol es bonita.


REFERENCIAS:

(S/A). El orden de las palabras: construcción lógica-psicológica. (s.f.). Recuperado


25 septiembre, 2019, de
http://ual.dyndns.org/biblioteca/Taller_Redaccion/Pdf/Unidad_11.pdf

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