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En este capítulo, sin negar la utilidad del conocimiento de los principios sintácticos,
nos internaremos en el orden lógico y en el sentido armonioso, ya que en español
la construcción de la oración no está sometida a reglas fijas, sino que goza de
libertad y holgura; pero esto no significa libertinaje ni desconexión arbitraria entre
sus elementos.
Martín Alonso dice: "El escritor que produce sus ideas de un modo íntimo y vital y
redacta por instinto o por reflexión, fabrica las frases a tenor de sus fenómenos
mentales, cambiando, a veces, la distribución directa de los vocablos, para dar
más valor expresivo o ritmo a determinadas formas del lenguaje". Esto es cierto,
puesto que el redactor o escritor expresa en realidad su interés psicológico; sin
embargo, no puede olvidar la construcción sintáctica de la oración, aunque al
escribir no esté pensando en las reglas. Y no puede olvidarse, porque en todo
momento de duda el lector, el escritor novel o el estudiante, puede recurrir a ella
para aclarar dudas y precisar las expresiones.
- Todos sus libros los donó mi padre, poco antes de su muerte, a mi hermano.
De los distintos ejemplos analizados, se puede concluir que el redactor, con sólo
cambiar la distribución de los vocablos, da más o menos valor, o bien, ritmo a su
propio concepto; pero, insistimos, este cambio no debe ser caprichoso, pues si lo
fuera se alteraría la idea genérica expresada o por expresar, y se caería en un
libertinaje o en una desconexión arbitraria entre los elementos de la frase, con lo
que el pensamiento o idea principal se oscurecería. Para que esto no suceda, el
redactor no debe olvidar jamás que El ORDEN DE LAS PALABRAS DEBE
SOMETERSE AL DE LAS IDEAS; de él que meditemos previamente para
ordenarlas, así como para definir la forma u ordenamiento de los vocablos.
El verbo como vocablo puede también ocupar cualquier lugar en la oración; sin
embargo, para oraciones breves, que se pronuncian en un solo grupo fonético, la
Real Academia Española, en su obra Esbozo de urca Nueva Gramática de la
Lengua Española (Apartados 3.7.5a y 3.7.5b), aconseja que, por artificiosas,
insólitas y pedantes, se eviten las expresiones que lleven el verbo en último lugar.
De la misma obra tomamos dos ejemplos; el primero con sólo tres elementos
sintácticos; y el segundo, con cuatro:
Para la claridad del sentido nada se opone a que podamos ordenar de cualquier
manera los tres elementos de esta oración; por ejemplo:
No podemos negar que sentimos como insólitas y afectadas las oraciones (1d) y
(1e); es decir, las que llevan el verbo al final. Claro que estas formas son
frecuentes en poesía y en la prosa artística, pero deben evitarse en la
conversación o en una carta.
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