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Cuando las niñitas son muy chicas (tipo cuatro o cinco años) y se fascinan
comiendo dulces, es fácil manipularlas a través de ellos. Pero los especialistas
son enfáticos en señalar que jamás hay que usar la comida como premio,
recompensa, castigo, o factor de negociación, porque así tienden a ir asociando
la gratificación y el bienestar con ese tipo de alimentos, y cuando llegan a la
preadolescencia y están gordas, se producen los problemas. "Hay que
estructurarles el horario, acostumbrarlas desde chicas a que coman una
variedad de alimentos. No restringirlas, sí darles más posibilidades. También
hay que diferenciar los momentos de juego, de diversión, con los de la comida,
lo que se puede ir haciendo poco a poco en la casa", explica Lilian Urrutia.
3 Jamás decirles que se van a poner "gordas":
4 Reforzarles la autoestima:
Como familia hay que incentivarles la comida sana, y desde muy chicas;
porque si no aprenden a comer desde sus primeros años, después les cuesta
comer frutas y verduras. "El gusto se entrena y se adquiere. Si la familia tiene
un sistema de alimentación poco sano y variado, será difícil que uno de los
hijos tenga una alimentación sana", señala la doctora Urrutia. El doctor
Nudman agrega: "Hay que ayudarles a comer balanceado, incluyendo
chocolates, queques o lo que les guste. Comer estas cosas es normal para ellos
y tienen que hacerlo, pero en el contexto de una dieta sana. Quizá dejarlos
para un par de días a la semana, para los fines de semana, los cumpleaños,
pero que no sean parte de su dieta de todos los días. Tiene que ser una
costumbre familiar: no puede ser que los niños coman una cosa y los padres
otra".
Además, señalan los especialistas, es muy importante que los niños vean a sus
papás haciendo deporte. "Ése es un estilo de crianza más protector que el de
una familia sedentaria", señala Urrutia. Y agrega: "En general los papás no
están presentes en la dinámica de las niñitas. Es más usual que salgan con sus
hijos hombres: con ellos juegan fútbol o suben un cerro. En ese sentido, un
factor protector sería que ellos las incorporaran más a sus actividades, que les
estimularan más la actividad física. Porque las mamás, con quienes están
siempre, son mucho más sedentarias".
Mientras más chicos los niños más influye el ambiente familiar. Cuando hay
menos estructuras en una casa, más caos, se pueden ver más disfunciones.
Mientras en la adolescencia el problema de las niñitas son los kilos de más, en
la niñez y prepubertad pueden producirse problemas de identidad, de
inseguridad, que las pueden ayudar a desarrollar la enfermedad en el futuro.
Alfredo Nudman: "Separaciones matrimoniales y problemas en la casa, las
colocan en situaciones sicológicas más precarias, y muchas veces las niñitas no
tienen recursos adicionales para lidiar con estas situaciones".
Entre los especialistas hay consenso de que hay dos edades peak para el
desarrollo de trastornos alimentarios: en la pubertad - 11, 12, 13, 14 años- , y
luego entre los 16 y los 18, en que comienzan con las relaciones de pareja y
por eso se fijan objetivos de dietas y de bajas de peso. "Antes de que les
llegue la menstruación, cuando están gorditas antes del estirón, es la etapa en
que mayoritariamente se gatillan los trastornos alimentarios. Hoy día existe
mucha más presión social, están más expuestas y, por lo mismo, están más
susceptibles a sentirse gordas y a comenzar a hacer dietas por su cuenta", dice
Lilian Urrutia. El doctor Nudman añade: "La presión de los medios es tan
gigantesca que los cuadros de anorexia los estamos viendo cada día más
temprano, en niñitas de nueve, diez años, y en proporciones importantes. Lo
que quiere decir que las que tienen la predisposición se van a enfermar cada
día más temprano".