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Trabajo final

Consumo de Pasta Base de Cocaína en Uruguay

¿Cómo influye en la vida y el entorno de los


usuarios?

Optativa – Módulo Metodológico

2018

Profa.: Leticia ASZKINAS

Karen TAUZY C.I. 3.903.483-2


Introducción

En este trabajo intentaré abordar algunos aspectos importantes, que posibiliten


una aproximación para entender cómo afecta la Pasta Base de Cocaína (en
adelante PBC), en los usuarios y en su entorno social y familiar.

En cuanto a la elección del tema, se fundamenta en el entendido de la


relevancia que ha cobrado los últimos 16 años el consumo de Pasta Base de
Cocaína en nuestro país, y de los impactos que tiene en las personas
consumidoras, pero por sobre todo, es un intento de comprender los
mecanismos de exclusión, expulsión, estigmatización y determinación por parte
de la sociedad hacia las personas que se encuentran en esa situación, que en
su gran mayoría son jóvenes. Respecto a esto, me parece importante poder ver
a la persona más allá de la sustancia y del consumo, como un ser que tiene
otras características, con vínculos que tal vez haya que re-configurar, y con
potencialidades que trascienden a la sustancia y al consumo.

La PBC es una sustancia de la que en Uruguay, aún hay conceptos


equivocados en cuanto a su composición, a pesar de los avances en
investigación.

Las investigaciones desarrolladas por Eleuterio Umpiérrez en el Polo


Tecnológico de Pando de la Facultad de Química de la UDELAR
demostraron que la PBC es el producto del primer procesamiento de las
hojas de coca y todas las muestras incautadas contienen cocaína como
el principal alcaloide. (Moraes, 2014)

La PBC - según este y otros estudios -, no es ni sulfato ni clorhidrato de


cocaína, así como tampoco su efecto depende de sus solventes. En este
sentido también concluyeron que las muestras de PBC incautadas en nuestro
país, al momento en que es consumida no contienen solventes que intervengan
en sus efectos estimulantes ni en las complicaciones de su uso, y que, al ser
calentada para su consumo, disminuye la concentración de cocaína y aumenta
la concentración de metilegonidina. Al respecto Moraes (2014) afirma que esta

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última puede ser la causante de los efectos, diferentes a los que se producen al
consumir otras sustancias derivadas de la hoja de coca.

Asimismo, nos interrogamos en este trabajo acerca de cómo afecta a los


usuarios de PBC su consumo, entendiendo a este como un proceso complejo,
considerando su relación con el estigma, el encajonamiento de la persona, la
exclusión y la inclusión, así como las rupturas a nivel social y familiar que
derivan del consumo.

En este sentido, intentaremos comprender la relación del consumo de PBC con


un entorno social determinado por un no reconocimiento de la persona, así
como también con el concepto de expulsión social trabajado por Duschatzky y
Corea en su libro “Chicos en Banda”, en el que plantean que: “la expulsión
social provoca un desexistente, un “desaparecido” de los escenarios públicos y
de intercambio” (Duschatzky y Corea, 2002).

Pasta base de cocaína en Uruguay

En Latinoamérica hubo un incremento en el consumo de drogas, y,


particularmente en el Río de la Plata, debido a que se instalaron políticas
neoliberales, que dejaron graves consecuencias como: pobreza, desigualdad
social, desempleo, y un sistema de salud en decadencia.

En Uruguay, a partir de la crisis del año 2002, se introduce la PBC, aunque en


algunos países de la región ya estaba siendo usada desde hacía algunas
décadas. Moraes (2014) afirma: “La presencia de esta sustancia de uso
recreativo generó un gran desafío porque generaba rápidamente una intensa
adicción y la rápida ruptura de los vínculos familiares”, y que el consumo de
esta sustancia se da en población con alta vulneración y marginación. En este
sentido, en nuestro país Suarez H, Ramirez J, Albano G, Castelli L, Martinez E
y Rossal M (2014) produjeron el libro “Fisuras”: dos estudios sobre Pasta Base
de Cocaína en Uruguay, con importantes estudios que demuestran que la
población de consumidores de PBC presenta alta vulnerabilidad, bajos
recursos económicos, baja escolarización, y están sometidos a situaciones de
violencia antes de comenzar con la adicción a la PBC (Moraes, 2014).

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En la crisis de 2002 en Uruguay, en definitiva, se rompía la esperanza de
muchas personas en sus perspectivas y planes de vida a futuro, al
profundizarse la pobreza e indigencia en gran parte de la población, lo que
generaba incertidumbre, miedo e inestabilidad económica, social, emocional,
etc. En este contexto se da el ingreso al “mercado”, y el consumo, de una
sustancia nueva, de bajo costo, con márgenes de ganancia y baja inversión
(Romani, 2006).

La exclusión social, la marginación de amplios sectores y la perdida


de confianza en las seguridades y perspectivas confiables que
garantice el Estado son uno de los grandes vectores que hay que
indagar en el surgimiento de un patrón de consumo tan ruidoso, tan
alarmante y tan conflictivo en el ámbito familiar y comunitario. (Romani
M., 2006, p.3)

Factores de riesgo

El consumo de drogas y las conductas de dependencia, en nuestro país


involucran a una gran cantidad de personas de diversos contextos, con
diversos entornos, en los cuales hay factores de riesgo multicausales. A decir
de Haberkorn (2001), y en esta misma línea, el autor plantea una caída de los
paradigmas unicausales y de las dicotomías que los caracterizaba, por lo cual
hoy podemos pensar a las adicciones desde modelos multidimensionales e
interdisciplinarios.

Becoña (2002) define factor de riesgo como: “un atributo y/o característica
individual, condición situacional y/o contexto ambiental que incrementa la
probabilidad del uso y/o abuso de drogas (en el inicio) o una transición en el
nivel de implicación con las mismas (mantenimiento)”. (p.117).

En tal sentido, para pensar a las conductas de dependencia, debemos hacerlo


no solo desde lo individual y personal, sino desde lo contextual, lo situacional,
lo ambiental y lo social como ejes interrelacionados entres sí: droga – persona
– medio (Haberkorn, 2001). Para este autor se trata del “encuentro entre una
persona, un producto, y un momento sociocultural”.

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En el caso del consumo de PBC, tampoco las conductas de dependencia
tienen una sola causa, sino que los factores implicados en su génesis son
sumamente heterogéneos (Duschatzky y Corea, 2002), en un complejo
proceso que involucra varios factores: neurobiológicos, psicopatológicos y
socio-culturales.

En el libro “Fisuras” – mencionado más arriba -, surge que dentro del


departamento de Montevideo, la prevalencia del consumo de PBC aumenta en
los barrios más pobres, en especial en el oeste de la ciudad, aunque también
hay un consumo elevado en los barrios Centro y Ciudad Vieja, y en un contexto
con niveles educativos muy bajos, siendo la edad promedio de inicio de
consumo los 21 años de edad (Suárez y Ramírez, 2014).

Los usuarios de PBC fuman la droga en diversos dispositivos: pipas hechas


con distintos materiales, bombitas de luz, inhalador, lata etc., colocando en la
base tabaco quemado, que tiene la función de encender y mantener el calor
para la volitizacion de la sustancia. Así es que, al ser fumada, desde los
pulmones pasa rápidamente al cerebro y provoca un efecto psicoestimulante a
muy pocos segundos del consumo. A su vez, el efecto es mucho más rápido
que el de la cocaína esnifada, sin embargo es de más corta duración (pocos
minutos), por lo cual presenta un poder adictivo mucho mayor (Junta Nacional
de Drogas, 2006).

Según la Junta Nacional de Drogas, en el libro PASTA BASE DE COCAÍNA


Prácticas y Gestión de Riesgos en Adolescentes Uruguayos (2006), los efectos
psicológicos que causa el consumo de PBC se puede sistematizar en cuatro
etapas: Euforia – Disforia- Consumo ininterrumpido – Psicosis y Alucinaciones.
En la etapa de la euforia se disminuyen las inhibiciones, hay cambios en los
niveles de atención, hiperexcitabilidad, hipervigilancia, y aceleración de los
procesos de pensamiento. Esto es acompañado por efectos fisiológicos como
disminución del apetito, fatiga, sueño, aumento de la presión arterial, de la
frecuencia cardíaca y respiratoria. A los minutos de su efecto se da un estado
de disforia, en el que aparecen efectos como la angustia, la ansiedad, deseo
incontrolable por seguir consumiendo, depresión, inseguridad y apatía, entre

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otros. En cuanto al consumo ininterrumpido es un patrón de consumo para
evitar la etapa de disforia.

En este trabajo presentado por la Junta Nacional de Drogas (2006), también se


señala que, luego de varios días y semanas de consumo de PBC, pueden
aparecer graves trastornos psíquicos tales como ideas paranoides, agitación,
agresividad y alucinaciones auditivas y visuales. Si el consumo se reduce o se
suprime puede aparecer un síndrome de abstinencia, caracterizado por una
profunda depresión, irritabilidad y letargia e ideación suicida.

En consecuencia, esto produce diversos efectos a nivel psicológico y fisiológico


que, como veremos más adelante, atraviesan todos los ámbitos de la vida del
sujeto.

Vida, familia, entorno, vínculos…

Triaca, Silva, Diogo y Aprile (2007) destacan como característica del consumo
de PBC, la pérdida de filiación y la desesperanza como producto de fuerzas
que propenden a la exclusión social y en virtud de una permeacion familiar
impotente de brindar un modelo alternativo mediante una trama ligadora.
Asimismo, consideran relevantes los trabajos realizados de un dispositivo
grupal ubicado en la frontera de una institución de Tratamiento de Consumos
Problemáticos de Drogas, y se interroga acerca de cómo sostener una clínica
en las fronteras que permita el tránsito desde un afuera sin palabras y actos sin
conexión de sentido, hacia una interioridad que vehiculice una travesía vincular.

Los conceptos de exclusión e expulsión, emergencia social y su relación con el


consumo de PBC, atravesaron este trabajo. Los autores – citando a Agamben-
definen la vida humana como aquellos modos, actos y procesos singulares que
nunca son plenamente hechos, sino siempre y sobre todo posibilidades y
potencia: “un ser de potencia es un ser cuyas posibilidades son múltiples, es un
ser indeterminado. Un ser de nuda vida es un ser al que se le han consumido
sus potencias, sus posibilidades”. Es un ser absolutamente determinado.

En este sentido, estos seres van quedando relegados a la precariedad, que los
determina y se produce un encasillamiento y procesos de desafiliación social
(Castel, 1997), en el que el individuo o bien vive o aprende a vivir, en ausencia

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de estructuras que le den sentido a él y a su vida. Son subjetividades que el
Estado ha invisibilizado, desprotegido y suplantado por políticas de mercado (al
parecer más importantes que las políticas sociales en implicancia con los
sujetos que lo componen.

El contexto actual nos invita permanentemente a estar apegados a la sociedad


de consumo, en donde predomina la imagen por sobre el pensamiento. Esto
implica que el deseo imperante sea tener, y no ser y estar en y con un/os
otro/s. El bombardeo publicitario nos llega a todos de manera permanente, y en
esa vorágine, los sectores más desfavorecidos resultan tener el peor impacto:
inmediatez del placer, deseo de consumo, y de alcanzar lo que no se tiene, y lo
que no se puede, pero el rechazo no tarda en dar el golpe de realidad, sobre
todo en los y las adolescentes.

La alternativa para conseguir lo deseado termina siendo el robo y actos


delictivos varios (rapiñas, rastrillajes, etc.). Esto les permitirá obtener lo que por
otros medios les fue negado o impedido, y, en definitiva darle un valor a esos
logros. “Los jóvenes consumidores de PBC, acusados públicamente de
inadaptados sociales, responden, en realidad de forma hiperadaptada a las
pautas culturales predominantes de nuestra sociedad” (Triaca, Silva, Diogo y
Aprile, 2007).

Es así como son “fieles” a los patrones de consumo y al placer inmediato antes
mencionado, como decía una canción de Luca Prodán: “No sé lo que quiero
pero lo quiero ya”. En este proceso, la sustancia cobra especial relevancia en la
vida del sujeto, se vuelve central, y va de la mano del desenfrenado deseo de
consumir. Para Triaca et al. (2007), para el sujeto, la figura del otro se vuelve
difusa y la trama vincular, utilitaria: “el otro como espejo, como límite, como
lugar de deseo, se desvanece”.

De este modo, el otro se vuelve un vehículo para conseguir la sustancia, y va


perdiendo particularidades propias, manteniendo sólo las necesarias para el
vínculo con la droga. Para Triaca et al. (2007), el desgaste es tal, que muchos
consumidores suelen perder toda identidad e identificación.

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En este escenario es fundamental que la persona tenga una red de apoyo
(familia, amigos, afectos), que no son fáciles de conformar o re – conformar,
debido a la ruptura de vínculos a partir del consumo problemático de PBC, y los
cambios que esto ha provocado en sus tramas familiares.

Asimismo, en el abordaje y las estrategias de intervención, es muy importante


generar espacios adecuados, grupales y no grupales (dependiendo del caso), y
la escucha activa sobre todo de su historia de vida, de su persona, de sus
potencialidades, de sus gustos, de sus afectos, y a partir de allí ir generando y
re- generando una trama vincular.

A modo de conclusión, es importante visualizar la presencia de la PBC y su


uso, desde una mirada que apunte a la prevención de riesgos. Pero para ello,
es necesaria la complicidad de todos los grupos y colectivos que atraviesan a
la comunidad (Haberkorn, 2001, p.93). Esto es posible si se desarrollan
estrategias de participación activa, desde una perspectiva participativa y
multidisciplinaria, enmarcada en una política de salud integral.

En este sentido, Haberkorn propone el trabajo comunitario, invitando a la


comunidad a reflexionar sobre la droga, sobre la prevención y también acerca
de sus hábitos, costumbres, valores, ideas de éxito, de esfuerzo y sobre su
manifestación acerca de la cultura de los grupos de jóvenes.

Pero para dicho trabajo, primero necesitamos comprender que todos estamos
involucrados en mayor o menor medida en la problemática del consumo de
sustancias, para así formar parte de la gran red social necesaria, que
trascienda el individualismo, y se transforme en potencia transformadora.

Pregunta abierta:

¿Estamos dispuestos como comunidad a formar parte de esas redes sociales,


necesarias, potentes y transformadoras, entendiendo al consumo como algo
que nos atraviesa a todos?, comprendiendo que estamos generando
permanentemente mecanismos de exclusión y expulsión social que contribuyen
a determinar para siempre la vida de la persona adicta a la PBC?

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Referencias bibliográficas

Becoña, E. (2002). Bases científicas de la prevención de las


drogodependencias. Madrid: Delegacion del Gobierno para el Plan Nacional
sobre Drogas.

Castel, Robert; Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del


salariado; Paidós. Buenos Aires, 1997.

Duschatzky, S. Corea, C., Chicos en Banda. Paidós. Buenos Aires, 2008.

Haberkorn, P. (2001). “Cuando las buenas intenciones no bastan: ¿de qué


hablamos cuando hablamos de prevención?, Cuaderno “Adicción” publicado
por la Coordinadora de Psicólogos del Uruguay.

Junta Nacional de Drogas (JND). (2006). PASTA BASE DE COCAÍNA


Prácticas y Gestión de Riesgos en Adolescentes Uruguayos. Recuperado de
https://www.researchgate.net/publication/299537624_Pasta_Base_de_Cocaina
-_Practicas_y_Gestion_de_riesgos_en_adolescentes_uruguayos

Moraes, Mario. (2014). Diez años de investigación en pasta base de cocaína en


Uruguay. Archivos de Pediatría del Uruguay, 85(3), 147-148. Recuperado en
11 de diciembre de 2018, de
http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-
12492014000300001&lng=es&tlng=es

Suárez, H; Rossal, M. (2014) Fisuras: dos estudios sobre pasta base de


cocaína en el Uruguay. Aproximaciones cuantitativas y etnográficas.
Montevideo: Observatorio Uruguayo de Drogas: Junta Nacional de Drogas.

Triaca, J., Silva, M., Diogo, S., Aprile, M. (2008). Exclusión – Inclusión. II
Coloquio Emergencia Social. Asociación Psicoanalítica del Uruguay. Biblioteca
Uruguaya de Psicoanálisis. Vol. VIII. Montevideo, 2008.

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