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AUTORES: Aguirre, Emma Simone; Pintos, Franco Alexander.

DEDICACIÓN: Estudiantes de Licenciatura en Trabajo Social. Facultad de


Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Tucumán.
E-MAIL: emmasimone183@gmail.com francopintos80@gmail.com
NOMBRE DEL TRABAJO: La construcción de la identidad a partir del consumo de
sustancias, desde una perspectiva de género.
EJE 3: Nuevos escenarios de intervención: demandas a la formación.
PALABRAS CLAVES: Sustancias – Identidad – Género.
La construcción de la identidad a partir del consumo de sustancias, desde
una perspectiva de género.

Introducción
La elección de esta temática fue concebida a partir de las experiencias de
prácticas pre-profesionales desarrolladas en el Dispositivo Integral de Abordaje
Territorial “Sumak Kawsay”1 en donde abordan a las/los sujetos/as que tienen
consumos problemáticos.
El objetivo de este trabajo es analizar cómo la problemática del consumo de
sustancias está vinculado a la construcción de las identidades masculinas y
femeninas de las personas. Para ello, se basó en datos obtenidos de entrevistas
realizadas a las/los sujetos/as habitantes de San Miguel de Tucumán durante el
periodo julio-diciembre de 2018.
Se espera que las conclusiones de este trabajo puedan llegar a algunas
aproximaciones que aporten a la problemática del consumo, y que pueda servir
de inspiración para futuras investigaciones.

Desarrollo
El consumo de sustancias se ha extendido a toda la sociedad en todos los
estratos de la misma. Por este motivo es que a nivel mundial se propician
estudios que intentan aproximarse a una realidad tan compleja.
Autores como Bauman consideran que las adicciones son una característica o
fenómenos propios del momento y la cultura vigentes.
Bauman (2004) sostiene que las adicciones actuales se encuentran ligadas a
la “sociedad de consumo”, en la cual los productos producen una satisfacción de
corta duración “ya que en el mundo de los consumidores las posibilidades son
infinitas y es posible agotar la cantidad de objetos seductores”. También
considera que “como medio de hallar satisfacción, todas las adicciones son
autodestructivas: destruyen la posibilidad de estar satisfecho alguna vez”.
En Argentina, la Ley 26.934 (2014) en su artículo 2°, considera que el
consumo problemático abarca no solo las adicciones, sino también los
comportamientos compulsivos y otros tipos de consumos más allá de las
sustancias psicoactivas legales e ilegales.
Carballeda (2008) explica que el consumo problemático se constituye como
problemática social en la modernidad a partir de diversos discursos
prohibicionistas: morales (puritanos), médicos (psiquiátricos) y jurídicos
(criminalísticas); que crearon tipos sujetos/as consumidores en cada época.
Siguiendo al mismo autor, éste refiere que la sociedad exalta la vida
adolescente-joven, a la cual se accede de acuerdo a determinados consumos.
Entonces para pertenecer o ser joven es necesario acceder a consumos
simbólicos que día a día van cambiando. El acceso a estos productos también es
una forma de construir identidad, lazos sociales, solidaridad y pertenencia.
1
Esta Institución depende de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina
(SEDRONAR) y de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán.
“Se naturaliza la exclusión social, se crean nuevas formas de
estigmatización y ser joven en una sociedad adolescente puede ser
peligroso, tanto desde lo cotidiano, como en relación con el consumo de
drogas, sus efectos y sospechas. Se considera a los consumidores como
jóvenes, con potencial adictivo y delincuencial Así, la asociación drogas-
juventud es presentada muchas veces desde un fatalismo donde la única
resolución es el control de determinadas poblaciones con una serie de
características”. (Carballeda;2008)
El consumo de sustancias es una práctica que para quien la realiza suele tener
un valor social distinto al que le dan los médicos, religiosos y jurídicos. Los
significados que tienen para los consumidores es muchas veces una
yuxtaposición de los tres discursos, además de la significación que los
consumidores configuran de acuerdo a sus propios contextos socio-históricos.
Teniendo en cuenta las cifras oficiales sobre consumo 2, y lo observado durante
el desarrollo de prácticas pre-profesionales 3, se aprecia que el consumo de
sustancias es una práctica efectuada principalmente por varones. Y para el
presente trabajo entendemos que los significados de ser “varón” y la masculinidad
podían entenderse a partir de examinar el proceso de consumo de las drogas 4.
Connel (2005) explica que la masculinidad es un elemento más o menos
plástico de la identidad y que las caracterizaciones de lo masculino que se tienen
en cada periodo histórico y contexto cultural, depende de cómo se represente lo
femenino. Mientras que Núñez (2007) nos invita a reconocer la masculinidad
como un repertorio de cualidades que pueden ser experimentadas por los
individuos sin distinción de sexo, y que ésta paulatinamente ha ido perdiendo la
propiedad exclusiva de los varones como experiencia genérica.
En otras áreas del orden social encontramos una división sexual en el
consumo de sustancias.
“Las prácticas y los significados del consumo de sustancias son
organizadas en base a una supuesta diferencia de género de los
consumidores, siendo los varones los protagonistas “naturales” del
consumo de drogas. Aún con el incremento de mujeres en el consumo de
drogas, los varones suelen consumir en mayores cantidades, de manera
frecuente, y a lo largo de las diferentes etapas de sus vidas”.
(Measham,2002)
Vázquez García y Castro en su trabajo “Como ser un hombre de bien”
describen que los varones enfrentan presión social para adecuarse a los
imperativos de los modelos predominantes de masculinidad: ser independientes,
autosuficientes, fuertes, robustos y duros. Deben hacerse asumiendo ciertos

2
SEDRONAR (2015): Sexto estudio nacional sobre consumo de sustancias psicoactivas en estudiantes de
enseñanza media 2014. Boletín N° 2 Patrones y magnitud del consumo: diagnóstico región noroeste.
Recuperado de http://www.observatorio.gov.ar/
3
El trabajo de las prácticas pre-profesionales se desarrolló en el Dispositivo Integral de Abordaje Territorial
“Sumak Kawsay” (SEDRONAR) ubicado en Barrio Ampliación Kennedy de San Miguel de Tucumán. La
intervención se desarrolló desde el abordaje Grupal y Comunitario.
4
En este sentido entenderemos al Género como “es una práctica social que hace constante referencia al
cuerpo y lo que los cuerpos hacen” (Connel, 2005).
atributos y roles, los cuales constituyen instrumentos sociales para negociar
estatus y poder de género (2008)5.
En la cultura occidental, para reclamar los privilegios completos de
masculinidad, los varones deben distinguirse de las mujeres a través del ejercicio
poder sobre sí mismos, otras personas (mujeres y niños) y otras cosas (consumos
o formas de vida). Cualquier ausencia de poder fue considerada como una
feminización de la identidad, llevando a los varones en esta situación a ser
catalogados como un sujeto de menor estatus en los grupos sociales con quienes
interactúa6.
La arena sexual se presenta como un escenario donde la corporalización de
los mandatos de masculinidad está a prueba. Para los varones entrevistados el
efecto psicológico y fisiológico que tienen las drogas (cocaína, marihuana) sobre
el cuerpo durante la relación sexual, y especialmente durante el coito 7, es una de
las razones por las que más se recurre a ellas. En el caso de los consumidores de
drogas se hace más evidente, sobre todo cuando encontramos que una de las
motivaciones referidas para consumir es la de generar una experiencia sexual
satisfactoria: Desde la experiencia subjetiva del efecto fisiológico de las drogas,
los informantes refirieron que estas les permiten evitar la vergüenza y el repruebo
de la “impotencia” ya que lo evitan al auto administrarse las dosis que consideren
necesarias para activar el deseo, la firmeza y la duración necesarias para
encarnar la masculinidad exigida.
También se pudo observar que había presencia de consumo de ciertas
sustancias a la hora de realizar una actividad laboral, como cocaína o sustancias
energizantes. Como dijimos antes, la masculinidad se construyó a partir de ciertos
parámetros, entre ellos el rendimiento del trabajo y el poder económico (sobre
todo en una familia). Ligando en este sentido, que de no cumplir con estas
categorías de “rendimiento físico, poder económico (proveedor de la economía
doméstica) y robustez”, se estaría bajo aspectos puramente de la “feminidad”.
El consumo de sustancias psicoactivas también es una forma de crear la
identidad femenina. De las mujeres socialmente se espera una vida de
abstinencia, sobriedad, pasividad, delicadez, una vida relegada al ámbito
doméstico y al mundo privado.
En este sentido, “El estereotipo actual de mujer ideal impone la delgadez, no
sólo como requisito estético, sino como vía para alcanzar el éxito social” (Sánchez
Pardo;2014). El temor a engordar es uno de los factores que más contribuye a
que las mujeres sigan consumiendo ciertas sustancias (principalmente tabaco)
que quiten o reduzcan el apetito8. Pero también se relaciona con su rol tradicional
femenino, centrado en la reproducción y el cuidado del hogar, al fin de tener
mayor rendimiento de su quehacer (para ello se observó mayor consumo de
anfetaminas).
5
Este proceso conlleva ciertos riesgos: violencia, incapacidad para expresar sufrimiento, consumo de
enervantes, velocidad excesiva en vehículos motorizados, mayores tasas de suicidio y homicidio
6
Observamos cotidianamente que la moderación, la abstinencia y la prohibición son disposiciones
presentes en la mayoría de las mujeres, mientras que en la mayoría de los varones se observan burlas hacia
a quienes se atienen a la sobriedad o al no consumo de sustancias.
7
Dado que la masculinidad hegemónica se construye sobre la base de la heterosexualidad, el coito puede
considerarse una práctica con la cual se reitera y reafirma la identidad masculina.
8
El tabaco es la única sustancia en donde hay mayor consumo de mujeres que varones, según las
estadísticas de la SEDRONAR.
“El consumo de alcohol y tabaco -en las mujeres- se relaciona con su
participación en la vida social y la asimilación de hábitos presentes en los
varones” (Sánchez Pardo;2012)9, que es percibido de forma negativa, ya que
estarían entrando en un terreno al cual “no pertenecen”. Estos discursos
prohibicionistas, tiene mayor carga sobre la mujer que consume: juegan un rol
muy importante no tanto lo que opinan los varones que consumen (quienes
tampoco lo aprueban) con las/los vecinos de los barrios, sino las/los adultos del
barrio y otros/as jóvenes.
Las mujeres en situación de consumo problemático se ponen en tratamiento
para superarlos en menor proporción que los hombres. Esto es debido a que las
mujeres se encuentran con mayores dificultades que los hombres para iniciar un
tratamiento10:
a) Cuentan con menos apoyo familiar y social
b) El inicio del tratamiento supone con frecuencia abandonar sus
responsabilidades en el cuidado del hogar y los/las hijos/as menores
c) Temen que hacer público su problema de consumo suponga la retirada de la
custodia de sus hijos/as.
Los discursos heteronormados sobre el consumo de sustancias psicoactivas,
es trasladado a la población gay, a través de los roles sexuales, en donde el
“activo”, quien encarnaría la masculinidad, tiene permitido tener el control de
ciertas sustancias, pero también las exigencias de tener un mayor rendimiento en
el acto sexual, mayor tiempo de erección o control de la eyaculación. Mientras
que el “pasivo”, (asociado a lo femenino) es percibido como una persona menos
fuerte, que tendría que complacer al homosexual activo. El motivo por el cual
estos varones consumen, tienen que ver con el poder desempeñar su rol: ser más
flexibles, tener mayor o mejor dilatación, y también el disminuir el dolor o ser más
dóciles para realizar ciertas prácticas sexuales como el “fisting” o sexo en grupo,
entre otras. El mayor consumo para este grupo son sustancias como el popper,
cocaína y anfetaminas.
Es necesario tener en cuenta la categoría de HSH “Hombres que tienen Sexo
con Hombres”: son varones marcados por los estereotipos de la masculinidad
heteronormada (no se consideran gays) que para realizar estas prácticas
sexuales, necesitan estar bajo los efectos de ciertas sustancias (normalmente
cocaína o marihuana) que les permita desinhibirse y concretar actos sexuales con
otros varones, que comúnmente son trabajadores sexuales.
En relación a las mujeres lesbianas entrevistadas, refieren que el consumir
determinadas sustancias es una forma de integrar a ciertos grupos, ya sea de
amigos/as o de salidas; también lo articulan al ocio y la diversión. Lo que
caracteriza a este grupo es el consumo de sustancias como marihuana y alcohol.
Con respecto a la Población Trans-femenina 11, que rompen con el “deber ser”
que imponen los discursos cisheteropatriarcales, el consumo de sustancias
psicoactivas adquiere otro significado: “La mayor fuente de subsistencia dentro de
9
Entre guiones, nuestro.
10
En datos cuantitativos de personas asistidas en diciembre de 2015: 14.820 (Varones: 11.573 / Mujeres:
3.247) y el total de consultas realizadas en el mismo periodo: 21.574 (Varones: 17.506 / Mujeres: 4.068).
Recuperado de http://www.observatorio.gov.ar
11
Sólo se hace referencia de la población trans-femenina ya que no se entrevistó a varones trans.
la comunidad Travesti Trans es la prostitución. Más del 85% de esta comunidad,
tiene como única subsistencia dicha práctica y sobre ese porcentaje más del 90%
sufre problemáticas de consumo” (Sedronar,2019) 12.
Las entrevistadas refirieron que el uso de sustancias no está asociado al ocio o
diversión (como sí lo era en la población gay y lesbiana), sino a la necesidad de
hacer más soportables las dificultades de trabajo sexual (ej. clientes groseros e
indeseables, malos tratos, amenazas y violencia). “El alcohol y otras sustancias
pueden reducir la capacidad de negociar los términos de un encuentro sexual, lo
que aumenta la vulnerabilidad y el riesgo de infección por VIH y otros patógenos”
(Bockting,2012). El principal consumo de esta población está ligado a la cocaína,
alcohol y pasta base.

Conclusiones
A partir de lo expuesto, surgieron las siguientes aproximaciones a una
interpretación de la problemática:
El discurso cisheteropatriarcal regula los comportamientos de consumos de
sustancias psicoactivas permite que las masculinidades heterosexuales
consuman ciertas sustancias que reafirman su identidad de género.
A su vez atraviesa la feminidad y crea a la mujer heterosexual desde esta
perspectiva, las lleva al consumo de sustancias para poder responder o
“satisfacer” al varón heterosexual.
Como vimos, las relaciones homosexuales, están atravesadas también por
este discurso social, en la cual el gay activo reproduce los significados de
consumo de varones heterosexuales. Mientras que los gays pasivos, al igual que
las mujeres, consumen (otras sustancias) para satisfacer las necesidades del gay
activo. Lo que diferencia a esta última subpoblación de las mujeres
heterosexuales, es que estas últimas consumen en el ámbito privado y no en
espacios públicos.
El consumo de sustancias en mujeres lesbianas, tiene la particularidad de ser
más social, como forma de integración a grupos y para el ocio.
La población Trans-femenina consume a partir de su situación de
vulnerabilidad, a la cual se encuentra expuesta por estos mandatos
cisheteropatriarcales.
En la actualidad, las identidades se construyen a través de diversos consumos,
y pareciera que las drogas se han convertido en un objeto más de consumo
también generando o prometiendo una forma de pertenecer a un grupo. Es una
forma marginal de crear identidad en un mundo individualizado, en donde solo
sobrevive “el más apto”. En donde el neoliberalismo destruye todo sueño de
proyectos colectivos.
Las políticas públicas en materia de prevención y tratamiento de consumos
problemáticos deben tener una perspectiva de género, de reducción de riesgos y

12
El consumo no se ve ligado a la práctica en sí, sino a las condiciones de extrema vulnerabilidad que
vivencian a la hora de estar enfrentadas a factores climatológicos, violencia institucional y pedidos de
prostituyentes, entre otros.
daños y de derechos humanos que permita abordar a los sujetos de forma
integral.

Bibliografía
 Bauman, Z. (2004): Modernidad liquida. Editorial Fondo Cultural
Económico. Bs. As.
 Bockting Walter y Keatley JoAnne (2012): Por la salud de las personas
trans. Elementos para el desarrollo de la atención integral de personas
trans y sus comunidades en Latinoamérica y el Caribe
 Carballeda, Alfredo (2008): Drogadicción y Sociedad. Ed. Espacio. Bs. As.
 Connell, R. W. y Messerschmidt, James W. (2005), “Masculinidad
Hegemónica. Repensar el concepto”, Género y Sociedad. Vol. 19 No. 6.
 Gómez Sánchez, Lucía (2003), Procesos De Subjetivación Y Movimiento
Feminista. Una Aproximación Política Al Análisis Psicosocial De La
Identidad Contemporánea, Universidad de Valencia, tesis de doctorado.
 Elizalde, Silvia (2011): Jóvenes en cuestión. Configuraciones de género y
sexualidad en la cultura. Ed. Biblos. Bs As.
 Guerrero Mandaca, Julio (s/f): Adicción y sobriedad. Los usos de las
drogas y los usos de la masculinidad.
 Honorable Congreso de la Nación Argentina (2014): Ley 26.934. Plan
Integral para el Abordaje de los Consumos Problemáticos. Infoleg.
 Núñez Noriega, Guillermo (2007), “La producción de sujetos sobre los
hombres como sujetos genéricos: reflexiones epistemológicas.”, en Ana
Amuchástegui e Ivonne Szasz (coords.), Sucede que Me Canso de Ser
Hombre: Relatos y Reflexiones sobre ser hombres en México, El Colegio
de México.
 Measham, Fiona (2002), "Haciendo género, haciendo drogas:
conceptualizando la droga de género Culturas ", Problema contemporáneo
de las drogas.
 Sánchez Pardo, Lorenzo (2012): Género y Drogas. Ed. Quinta Impresión,
S.L.
 Sánchez Pardo, Lorenzo (2014): Prevención del consumo de drogas con
perspectiva de género: recomendaciones con base en la evidencia. Ed.
Quinta Impresión, S.L.
 SEDRONAR (2019): Manual de Abordaje Integral de los Consumos
Problemáticos. Direccón de capacitación en materia de drogas.

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