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Los Xita Corpu ó Viejos de Corpus de Temascalcingo, Estado

de México
En los alrededores del rio lerma durante la época prehispánica
cohabitaron los pueblos otomís y mazahuas, se dice que "Rabemzo" ó
"lugar del primer hombre" fue el primer nombre que recibió la región
de Temascalcingo.

La tradición de los Xita y su danza se remonta a la época prehispánica


en donde según los relatos de la gente mayor, a partir de una fuerte
sequía, fue necesario pedir a sus deidades el regreso de las lluvias y que
trajeran consigo buenas cosechas, fue entonces cuando la gente salió a
las calles emitiendo gritos y portando máscaras y vestimentas que
terminaron por llamar la atención de su deidad, se cuenta que las
lluvias no se hicieron esperar.

Han pasado cientos de años desde esa época, sin embargo, en la


actualidad el pedimento se repite año con año pero ahora dirigido al
"Señor de la Coronación", la finalidad al parecer es la misma, seguir
asegurando el agua tan necesaria en las milpas de los lugareños.

Con la conquista española el rito católico de Corpus Christi fue


asimilado por los indígenas gracias a las coincidencias que tenía con el
ciclo agrícola, de manera que su tradición no se perdió, sino que
termino fusionandose con los ritos de la nueva religión.

La tradición de los Xita comienza un día antes del jueves de Corpus, el


tañir de las campanas de la iglesia de cada barrio o rancheria de la
región de Temascalcingo es la señal que reune a los Viejos de cada
comunidad, estos representan a una familia típica, no faltan el "papá y
mamá grande", además tantos hijos como se pueda y un torito de
cartón en cuyo hocico se colocan hojas y hierbas. En la iglesia y en las
calles danzan y hacen travesuras a los lugareños.

Al día siguiente muy temprano acompañan a su santo patrono hacia la


Iglesia de la Coronación del Pueblo de Temascalcingo, lo depositan
dentro de la iglesia junto con el resto de santos de las comunidades
vecinas, entonces los Xitas salen a las calles y visitan los negocios del
pueblo pidiendo limosnas a cambio de sus favores en la mediación con
sus santos.
Al medio día las diferentes familias de Xitas participan en una gran
procesión por las calles de Temascalcingo, cada familia llevando a su
santo patrono, luego regresan nuevamente para despedirse del Señor de
la Coronación, concluir su pedimento y entonces partir de regreso a sus
respectivas comunidades.

Pero el rito aún no termina, ya en sus lugares de origen llevan a cabo


juegos con la gente y danzan al ritmo del violín y el tambor, en su iglesia
simulan preparar la tierra para la cosecha arandola con instrumentos de
cartón que van dejando dulces a cada movimiento, entrada la tarde cada
uno de los Xitas capotea al toro para que finalmente, al llegar su turno
en el juego, "papá grande" fallezca en medio de las lamentaciones de
"mamá grande" y sus hijos. Después de la tragedia familiar se simula el
entierro de "papá grande" con lo que llega el momento de servir los
alimentos a los asistentes y a los danzantes, la fiesta finalmente culmina
con la resurrección de "papá grande" quián saltando y dando gritos llama
la atención y promete su vuelta el año venidero.

En nuestra visita a Temascalcingo, al menos esta primera vez, solo


pudimos ver una familia de Xitas acompañadas por sus músicos, la
mayoría de las familias de Xitas que vimos carecián de este importante
elemento, se dice que existen muchos sones, todos ellos antiquisimos,
sin embargo, muy poco pudimos escuchar, deseamos de verdad que no
se estén perdiendo y que dentro de las comunidades ya en la fiesta se
sigan interpretando y enseñando a las nuevas generaciones.
Historia de Los Viejos de Corpus [Xita Corpus]

El valle de Temascalcingo - Solís, flanqueado por milenarias montañas,


conforma el espacio geológico más sorprendente de la tierramazahua,
en él corre el río Ndareje, (Lerma) entre acantilados de extrañas
formas. Tierra fértil donde se ha desarrollado la vida de animales y
plantas que hoy reclaman su existencia.

Los tambores de la historia aquí anunciaron la presencia del hombre -


montaña; del hombre - río, del hombre - venado y delhombre - maíz, sus
huellas son muy remotas; crearon símbolos e instrumentos que
responden a sus sentimientos y a sus necesidades materiales y
espirituales.

Dentro de las ceremonias más antiguas está la de la fertilidad,


ceremonia de la invocación a la lluvia; ahora es tiempo de llamar a las
nubes, de encender el fuego, de mover las manos y los pies en mágicos
movimientos, de mirar con los ojos del alma, de comunicamos desde
este rincón del universo con las fuerzas del más allá. Lo seguimos
haciendo como lo hicieron nuestros antepasados, los que ya se fueron
pero que ahora están aquí.

Se reúne el grupo de cargueros, Becte, para tomar acuerdos y decidir


qué van a hacer el Jueves de Corpus; entre los acuerdos está la compra
de cohetes, la recolección de flores, la invitación a los hombres del
pueblo para que participen en la cuadrilla de los Xitas o "Viejos de
Corpus". La invitación se hace en forma muy especial a los que
representarán al más viejo y a la vieja, se les lleva obsequios, pan,
pulque, frutas, para ganar su voluntad de participación; a los demás se
les invita en forma sencilla, así también al que portará el "torito" hecho
de madera y forrado de piel.

Días antes de celebrarse las ceremonias del Jueves de Corpus, sale un


grupo de viejitos, recorren el poblado y van de casa en casa, donde
danzan por un momento; anuncian la fiesta, recolectan limosnas para
sufragar algunos gastos.

Llegado el día, todos los pueblos y barrios que participan celebran las
vísperas; se reúnen en el templo los cargueros, cada uno con su
comisión. Las campanas llaman a todo el pueblo y así van llegando las
mujeres con ramos de flores, los músicos con sus tamboras y violines;
en el interior del templo se esparce copal a cada una de las imágenes.
Las mujeres se sientan en tomo a los nichos que portarán a los santos
y les van colocando ofrendas de gran belleza, de unas cazuelas de
barro van tomando flores de di-versos colores y especies: borene,
retama, orquídeas, ramos de mastranto, azucenas, entre otras; también
se les coloca rosarios o guirnaldas de palomitas de maíz, se cuelgan
racimos de capulines, guayabas, plátanos de Jungapeo, y manzanas.

Conforme se van poniendo las ofrendas se esparce copal, que junto con
música de tambora y violín envuelven el ambiente en una atmósfera de
profunda espiritualidad.

Con gran respeto se ofrendan matas de maíz, que se colocan en los


nichos. Entre las flores y las frutas se mueven panes de caprichosas
formas, de mujer, animales, como ardillas, patos, palomas, pajaritos, y
coronas.

Entre los nopales y magueyeras, la noche avanza por esos caminos,


van gritando los Xitas y se dirigen a la iglesia.

Su llegada se anuncia con toques de campana; se les recibe con


música. Se inicia una procesión en el atrio alrededor del templo.

Aquí están los Xitas representando a los antepasados, a los viejos con
renovada energía, llenos de fuerza para invocar la lluvia y la fertilidad.

Hay flores y frutos para la ofrenda y copal para que arome el tiempo
divino.

Se echan cohetes, repican las campanas.

Los Xitas mazahuas con su nuevo rostro, en milenarios movimientos


que transforman el tiempo y el espacio, hacen su entrada al templo con
el mayor de la danza. Con gran reverencia caminan dentro del templo
al ritmo de una tambora y un violín; los reciben
losmayordomos y fiscales, quienes se encuentran en el altar.
El Xita más viejo, a quien también le llaman "tápale" o "Mero Xita", se
acerca a uno de los fiscales para pedir permiso y ponerse de acuerdo
con la participación de la fiesta y le dice:
— Tata fiscal, venimos aquí de antemano a pedirle permiso para que
descansemos un poco, ya que venimos de muy lejos, más allá
de Tarandacoao,Maravatío; sólo hemos comido biznagas,
garambullos y algunos animales, y mis hijos no han comido más que
puros animales: lagartijas, conejos, tlacuaches, tejón, zorrillo, armadillo.
Ya mañana continuará el camino.

El fiscal que se encuentra sentado a un costado del altar y contesta.

— Si ustedes desean descansar un poco, yo aquí les doy permiso, pero


de comer es poco lo que tenemos, porque no ha llovido.

El Mero Xita conversa lo mismo con los demás fiscales, esto también
lo hace la Vieja con voz tipluda y lloriqueos. Ella representa la tierra,
la fertilidad.

El fiscal, con mucha seriedad, se dirige a todos los Xitas y les dice:

— Nosotros queremos que los viejitos rueguen mucho a Dios que nos
socorra la lluvia para dar vida a nuestra siembra, ya que aquí carecemos
mucho de agua, pero con ayuda de los viejitos, y con el permiso de Dios
que nos venga la lluvia... y le den vida a nuestros campos y montañas.

Responde el tata Xita:

— Nosotros rogaremos a Dios para que estas tierras se den


abundantes. Y no se preocupe por nosotros, por donde vamos
caminando le rogaremos a Dios.

Los rostros del pueblo, con mirada profunda y emocionada, les dicen en
forma repetida: rueguen por la lluvia, rueguen por la lluvia...

Una vez que el fiscal concede el permiso, los viejos, formados en


columna, bailan jarabes dentro de la iglesia y salen al atrio, ahí ya se
encuentran muchos vecinos del pueblo. Siguen danzando y lanzan
extraños gritos; se torea el "torito", que es cargado por un hombre en
sus hombros, así lo va haciendo cada uno de los Xitas, traen en sus
manos una reata de lazar. Así transcurre buena parte de la noche, con
asombro de los asistentes. Nuevamente pasan al interior del templo y
continúan danzando. En medio de exclamaciones se despiden de las
imágenes y fiscales; todo está preparado para el día siguiente y
participan en la na mbxcua ra xita carpo.

Con su máscara de noche nos mira la Luna, que se esconde entre los
magueyes bebiendo aguamiel y se pone alegre a danzar con los luceros
en el manantial de agua serenada.

El alba empieza a despuntar el nuevo día, el semanero en el templo


toca las campanas de las cinco de la mañana, anunciando la fiesta de
los Xitas. Despertamos con nuestro nuevo y verdadero rostro, nos
dirigimos al manantial donde brota cristalina el agua; ahí lavo mi antiguo
rostro, el día baña mi cuerpo con su luz temprana, para lucir mi nueva
cara.

Ahí está Menyeje trazando signos sobre el agua, escribiendo los


testimonios de nuestro origen. Sus pequeños ojos me miran, mis hijos
lo miran, es la culebra sagrada que vive en el manantial y que
representa al Señor del Agua. Así me enseñaron mis mayores, así se
lo enseñaré a mis hijos, hay que respetarla y respetamos, nunca
enojamos, ni dañar el manantial, porque si no el agua lo siente y se va.
Nuestra vida es agua, el agua le da vida a lo que existe sobre la tierra y
todo esto dice que no debemos olvidar lo que somos.

Hoy es el día señalado, las campanas siguen sin descanso llamando


para asistir a la fiesta de los Xitas, a la fiesta de la lluvia. Ya están en el
templo loscargueros, cada uno cumpliendo su misión, los músicos tocan
tambores y violines. En el recinto sagrado del fuego está Gosivi, "fogón"
donde se guardan las brazas que luego son sacadas con el guaní para
ser colocadas en el tontze y quemar el copal que arome la fiesta. Van
saliendo las imágenes que son llevadas en nichos sobre los hombros
de mazahuas, se echan cohetes que también anuncian la salida,
repique de campanas, los cargueros van al frente, también las mujeres
de morenos rostros con sus niños en sus espaldas, llevan el Boximo,
otra pequeña campanita que suenan sin cesar, estandartes, pequeñas
cruces, adornan también con flores, panes y frutas. Los xori, cantores y
resanderos, entonan viejos cantos y oraciones de profundos mensajes
que salen de gargantas llenas de fe.

En la parte de atrás de la peregrinación van losXitas, en el espacio


espiritual y terrenal, haciendo invocaciones. Con sus danzas, con sus
gritos conforman una simbología de naturaleza ritual y sagrada. Trazan
con sus danzas el sentido cósmico del ritmo del tiempo pasado - futuro,
año - día. En todo este presente la naturaleza agrícola de la vida
comunitaria influye poderosamente en esta festividad.

Por los caminos de las montañas ya descienden las deidades y los


hombres de diversos pueblos, para unir sus fuerzas terrenales e invocar
a la lluvia y a la fertilidad.

En el cráter del tiempo nació la historia de su pueblo, Niñi Ájanse, San


Pedro el Alto, con sus pasos volcánicos renuevan su tradición y salen
los Xitas en medio de la neblina de su lago, entre los encinos,
madroños, ocote, matorrales de pingüicas y zarzales, a lo lejos los mira
el cerro de Vero. Inician el descenso en su recorrido; al llegar a los
peñascos del Campanario le piden permiso a la montaña para que
descanse la peregrinación; ahí renuevan fuerzas y avanzan por las
cañadas, con dirección a la cabecera municipal. Por estos caminos de
Xeile, los que viven en el cerro del Águila o La Santa Cruz son pocos,
pero es muy grande su emoción.

Por los caminos de las montañas donde sale el Sol, donde están los
montes de La Joya y de Bajomuí, vienen los Xitas del barrio de
Puruahua. Al salir los despiden los ángeles de piedra, que vuelan dentro
del templo; los acompaña ahora la Virgen del Perpetuo Socorro. Su
nicho lleva azucenas blancas, panes, frutas; hay cantos y copal; la
peregrinación avanza por esos caminos que atraviesan profundos
barrancos, entre las milpas verdes, rodeadas de cercas de piedra,
donde crece el maguey verde, nopales y mueven sus ramas los
capulines con sus negros racimos. Por este rumbo está la capilla de las
Ánimas, de donde sale otro grupo de Xitas o Viejos de Corpus.

Del barrio de Bonshó viene San Miguel Arcángel, guiando entre las
nopaleras de tuna bonda a los Xitas que saltan y gritan emocionados,
e invocan la lluvia; ahí van en medio de tamboras y copal.

Por los gigantes, por esos enormes árboles, mueven sus viejas ramas,
vienen corriendo y saltando los Viejos de Corpus de Maro, y ahí viene
a todo galope el señor Santiago con sus ofrendas de maíz, y su pueblo,
el viejo y la vieja con sus hijos, con sus máscaras temibles, con grandes
sombreros de vara de sauce, barbas de ixtle. Entre ellos hay una
máscara enigmática de tronco de maguey, con su mirada muy antigua
que irradia emoción.

El pueblo otomí de La Magdalena también participa, ahí está la colonia,


el centro y La Cruz Blanca; son bastantes viejos, ahora son más que el
año pasado, su alegría y la tambora se oye hasta el paraje La Palma de
Nejapa. Ya se dirigen a la iglesia del Señor San Miguel Arcángel con
sus cantos "Mi Padre Jesús". Vienen echando cohetes, se santiguan en
la cruz blanca frente a las pinturas deTzindo y ahí vienen.

Se oye la tambora, los gritos y la emoción de los Viejos de Ahuacatitlán,


guardianes del valle de Temascalcingo - Solís.

Allá asoman los habitantes de la tierra del relámpago y el trueno, los


Viejos deCalderas; los acompañan de la montaña ardillas, tlacuaches y
tejones que participan en las ceremonias para después ser liberados.

De la rinconada del cerro de La Santa Cruz, vienen bajando


los Xitas de La Corona por las calles de los fresnos y de los álamos.

Allá entre los árboles de zapote blanco salen los Viejos del cerro de El
Calvario, y sus campanas suenan y suenan. Pasan por el árbol del
Gigante, mueven sus asustados brazos y se van corriendo por la calle
de la capilla de las Ánimas. Sus imágenes lucen collares de maíz
reventado; flores y frutas, frescas y olorosas.

Van llegando más grupos, ahí están también los de San Francisco Solís,
con sus máscaras que reflejan el secreto del sabino y el talismán de la
alcantarilla. Bailan, brincan, se abrazan de la montaña y dirigen su
mirada al infinito.

En el cerro Chato y El Chisque bailan y repiten en eco la emoción de los


Viejos de El Puente, los Viejos de Yadi; en la ermita arde el copal de la
montaña, los ailes, sauces, tepozanes ven correr al río Ndareje que
lleva el mensaje de losXitas. Este canto y rezos sagrados van con la
imagen de la Virgen de Guadalupe, que han envuelto en un manto
blanco bellamente adornado y ceñido con una faja mazahua de figuras
de pájaros y corazones.
De todos los caminos, de todos los barrios y pueblos, ya están
presentes losXitas en la plaza principal de Temascalcingo, las
imágenes y símbolos sagrados se han colocado con gran respeto en la
parroquia de San Miguel.

El centro de Temascalcingo se transforma en el centro cósmico de la


invocación, sus pasos con la planta de los pies, los repetidos golpes
sobre el suelo parecen sacar y reproducir los ruidos interiores de la
tierra.

Los mundos mazahua y otomí se encuentra en el espacio sagrado de


los Xitas con las danzas y música de profundas raíces que entrelazan
el tiempo y la historia.

Los invocadores de la lluvia lanzan sus voces de ruego y todo llenan de


energía; suenan las sonajas, cascabeles y metales de diversos sonidos.
En medio de danzas, los brazos y el cuerpo de los Viejos se mueven en
de diversas direcciones, van ataviados con extraños trajes de ropa vieja
o nueva, representando seres reales o míticos; vestidos de caporales o
charros con grandes sombreros de vara de sauce, disfraces de
animales y plantas, demonios con cuernos de becerro o de cabras, y
pintados de rojo; esqueletos que representan la muerte, llenos de vida
y bailan; llevan animales vivos o disecados; sacuden ramas de pirúl con
sus manos. Uno carga una cruz en la que está una lechuza crucificada,
con mensajes ocultos y desconocidos, portan diversos objetos que
cumplen otro sentido.

Los ojos de Jmicha (La Máscara) permiten mirar nuestro interior y


muestra la verdad oculta. La máscara le permite al hombre identificarse
con la naturaleza y tratar de dominarla en forma mágica. Todos traen
unas máscaras, las deXixguaru, de tronco de maguey traídas de lejanos
tiempos; otra de madera de colorín o tronco de palma; de ellas cuelgan
barbas de ixtle, algunas van pintadas; las hay de piel, cartón, metal y de
otros materiales, que se identifican con el yo interno, diseñadas con
gran imaginación.

Continúan las danzas y los recorridos por el centro del poblado; van los
Viejos de puesto en puesto bailando y les obsequian frutas y dulces que
reúnen en una canasta. Sus movimientos asombran, asustan o hacen
reír, y al son de la música siguen los jarabes de Neme yo xita, la gente
les dice: pidan la lluvia, pidan la lluvia...

En esta ceremonia, reviven épocas históricas donde se fusionaron dos


culturas diametralmente opuestas; la tradición europea caracterizada
por su apego al cristianismo, y la nativa, fundamentada en símbolos
mágicos. Así, a través de las danzas, con sus ritos e invocaciones se
logra la cohesión del grupo; danzantes y espectadores se integran a una
actividad comunitaria donde se mezcla lo religioso con lo profano, lo real
con lo fantástico y simbólico; todo lo cual permite liberar impulsos
reprimidos o latentes. Es una catarsis de las tensiones que afligen o
angustian a los participantes.

La cabecera municipal de Temascalcingo se transforma en un universo


pletórico de misterio, de máscaras que irradian la supervivencia de
mitos milenarios de antiguas tradiciones.

Dentro de los ritos que se celebran este día, está la celebración de una
misa, la procesión con las imágenes; las autoridades religiosas de los
diversos pueblos y barrios se reúnen en el atrio, se va integrando la
procesión, cada pueblo lleva su imagen al frente bellamente adornada
con verdes matas de maíz, flores, frutas y panes; mayordomos y
fiscales, todos los cargueros entonan cantos y alabanzas: con la
dirección de los Xorí; se esparce copal, suenan pequeñas campañas,
los mayordomos portan el Boximo, palanganas con flores y ceras y un
bastón, símbolo de mando; los acompaña la música, mujeres que
entonan cantos y amamantan a sus hijos, hay ceras encendidas,
estandartes y ancianos que llevan sus sombreros en la mano; el párroco
lleva una custodia que va colocando en los altares que se han puesto
en trayecto del recorrido y realiza ritos cristianos propios de la fiesta. En
la procesión los acompañan niños y niñas vestidos con la indumentaria
tradicional, les llaman "los inditos", cargan huacales, portan palanganas
que contienen pétalos de flores que esparcen en el trayecto de la
procesión, para hacer el recorrido por las calles aledañas a la parroquia.

Todos los santos tienen una relación con los elementos de la naturaleza
(agua, fuego, viento, tierra. Sol, Luna) que intervienen para la fertilidad
de la tierra. Las comunidades sienten la obligación de cumplir con las
ceremonias religiosas, como la del Jueves de Corpus.
Una vez concluido el recorrido, se hace la entrada en el templo y vuelven
a colocar las imágenes cerca del altar, con todo respeto se les santigua
con humo de oloroso copal.

En el atrio de la iglesia, bajo antiguos y legendarios fresnos, eucaliptos


y olivos, se reúnen los cargueros para dar de comer a losXitas, se
sientan en los prados y antes de tomar la comida, uno de los cargueros
ofrece comida al Mejomui, Señor de la Tierra: una porción de tortilla de
maíz se coloca sobre la tierra con respeto y reverencia; se les invita a
los Xitastomen sus sagrados alimentos, se les sirve en un plato de barro
arroz, mole con carne de guajolote o pollo, frijoles, salsa verde, chiles y
van sacando tortillas de una servilleta que se encuentra dentro de un
chiquihuite; se acompaña la comida con agua natural, refresco o pulque.
Una vez que han terminado de comer, agradecen y vuelven a colocarse
sus máscaras, los grupos de Xitas continúan danzando por diversas
calles de la población.

Ya entrada la tarde, todos los cargueros se organizan y se despiden del


Señor de la Coronación, esparcen copal, todas las imágenes presentes
empiezan a regresar a sus comunidades por los diversos caminos, que
como venas los llevan al corazón de la montaña. Los caminos se
reconstruyen con su fe remota y renovada, con la fuerza y energía de
su invocación. Y van ascendiendo por la montaña entre la luz y la
sombra de los árboles donde cantan libres las aves que anuncian su
retorno.

Han llegado a su pueblo, los reciben con respeto y alegría, los ojos de
los ancianos se llenan de emoción y lágrimas, ellos saben que la
invocación de los Xitas ahuyentará el hambre y habrá maíz para comer;
que caerán los lluvias, para que de la tierra siga brotando la vida, el
alimento y el amor. Repican las campanas, las mujeres atizan
apresuradas para preparar alimentos, los perros corren azorados,
ladran y emocionan; siguen tocando las campanas, se lanzan cohetes;
han llegado los Viejos de Corpus danzando y gritando siguen
invocando. Las imágenes hacen su entrada en el templo y ocupan su
sitio, reciben el respeto de los fiscales y mayordomos quienes esparcen
copal a los cuatro vientos, la música envuelve con nostalgia las
plegarias de la tarde.

Los Xitas con sus máscaras eternas petrifican el instante humano, con
su fe y energía en silencio transmiten sus mensajes en un lenguaje sin
tiempo y en un espacio que libera.

Los Viejos siguen danzando dentro del templo y después salen al atrio
donde continúan con sus invocaciones, gritos y torean el pequeño toro
de madera forrado de cuero que carga un hombre, quien con gran
habilidad lo mueve para embestir, y todos los Viejos pasan a torearlo
queriéndolo lazar; lo mismo hace el más pequeño de los Xitas y sigue
la Vieja. El más viejo es embestido por los cuernos del toro y muere,
esto conmueve a todos y en medio de lloriqueos lo llevan a sepultar;
doblan campanas y en el momento de darle sepultura, el viejo recobra
la vida y continúan los jarabes, la música, hay alegría en todos.

Los Xitas siguen danzando, las sombras de las montañas anuncian la


llegada de la noche; las campanas tocan la despedida de los Xitas,
realizan una ceremonia en el atrio o dentro de la iglesia, o como la del
puente en la ermita ubicada en las márgenes del río Ndareje.

Los Xitas en medio de lamentaciones forman dos filas y se abrazan


inclinando la cabeza en dos movimientos, en dirección del hombro
izquierdo y del derecho. Se piden disculpas, se reafirma el compromiso
de no dejar la tradición y cumplirla, de seguir con la costumbre que
dejaron los abuelos. Se despiden de los mayordomos, fiscales,
cargueros y santos. Las brasas del copal siguen ardiendo, siguen vivas.

Los Xitas, con su energía, se han librado de la tristeza y el dolor, han


dado sus mensajes a la naturaleza a las fuerzas divinas, han cumplido
con su manda. Las montañas los cubren con la cobija de la noche.

Ya en lo alto del cielo en silencio se reúnen las nubes para danzar


fértiles movimientos de lluvia.

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