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de México
En los alrededores del rio lerma durante la época prehispánica
cohabitaron los pueblos otomís y mazahuas, se dice que "Rabemzo" ó
"lugar del primer hombre" fue el primer nombre que recibió la región
de Temascalcingo.
Llegado el día, todos los pueblos y barrios que participan celebran las
vísperas; se reúnen en el templo los cargueros, cada uno con su
comisión. Las campanas llaman a todo el pueblo y así van llegando las
mujeres con ramos de flores, los músicos con sus tamboras y violines;
en el interior del templo se esparce copal a cada una de las imágenes.
Las mujeres se sientan en tomo a los nichos que portarán a los santos
y les van colocando ofrendas de gran belleza, de unas cazuelas de
barro van tomando flores de di-versos colores y especies: borene,
retama, orquídeas, ramos de mastranto, azucenas, entre otras; también
se les coloca rosarios o guirnaldas de palomitas de maíz, se cuelgan
racimos de capulines, guayabas, plátanos de Jungapeo, y manzanas.
Conforme se van poniendo las ofrendas se esparce copal, que junto con
música de tambora y violín envuelven el ambiente en una atmósfera de
profunda espiritualidad.
Aquí están los Xitas representando a los antepasados, a los viejos con
renovada energía, llenos de fuerza para invocar la lluvia y la fertilidad.
Hay flores y frutos para la ofrenda y copal para que arome el tiempo
divino.
El Mero Xita conversa lo mismo con los demás fiscales, esto también
lo hace la Vieja con voz tipluda y lloriqueos. Ella representa la tierra,
la fertilidad.
El fiscal, con mucha seriedad, se dirige a todos los Xitas y les dice:
— Nosotros queremos que los viejitos rueguen mucho a Dios que nos
socorra la lluvia para dar vida a nuestra siembra, ya que aquí carecemos
mucho de agua, pero con ayuda de los viejitos, y con el permiso de Dios
que nos venga la lluvia... y le den vida a nuestros campos y montañas.
Los rostros del pueblo, con mirada profunda y emocionada, les dicen en
forma repetida: rueguen por la lluvia, rueguen por la lluvia...
Con su máscara de noche nos mira la Luna, que se esconde entre los
magueyes bebiendo aguamiel y se pone alegre a danzar con los luceros
en el manantial de agua serenada.
Por los caminos de las montañas donde sale el Sol, donde están los
montes de La Joya y de Bajomuí, vienen los Xitas del barrio de
Puruahua. Al salir los despiden los ángeles de piedra, que vuelan dentro
del templo; los acompaña ahora la Virgen del Perpetuo Socorro. Su
nicho lleva azucenas blancas, panes, frutas; hay cantos y copal; la
peregrinación avanza por esos caminos que atraviesan profundos
barrancos, entre las milpas verdes, rodeadas de cercas de piedra,
donde crece el maguey verde, nopales y mueven sus ramas los
capulines con sus negros racimos. Por este rumbo está la capilla de las
Ánimas, de donde sale otro grupo de Xitas o Viejos de Corpus.
Del barrio de Bonshó viene San Miguel Arcángel, guiando entre las
nopaleras de tuna bonda a los Xitas que saltan y gritan emocionados,
e invocan la lluvia; ahí van en medio de tamboras y copal.
Por los gigantes, por esos enormes árboles, mueven sus viejas ramas,
vienen corriendo y saltando los Viejos de Corpus de Maro, y ahí viene
a todo galope el señor Santiago con sus ofrendas de maíz, y su pueblo,
el viejo y la vieja con sus hijos, con sus máscaras temibles, con grandes
sombreros de vara de sauce, barbas de ixtle. Entre ellos hay una
máscara enigmática de tronco de maguey, con su mirada muy antigua
que irradia emoción.
Allá entre los árboles de zapote blanco salen los Viejos del cerro de El
Calvario, y sus campanas suenan y suenan. Pasan por el árbol del
Gigante, mueven sus asustados brazos y se van corriendo por la calle
de la capilla de las Ánimas. Sus imágenes lucen collares de maíz
reventado; flores y frutas, frescas y olorosas.
Van llegando más grupos, ahí están también los de San Francisco Solís,
con sus máscaras que reflejan el secreto del sabino y el talismán de la
alcantarilla. Bailan, brincan, se abrazan de la montaña y dirigen su
mirada al infinito.
Continúan las danzas y los recorridos por el centro del poblado; van los
Viejos de puesto en puesto bailando y les obsequian frutas y dulces que
reúnen en una canasta. Sus movimientos asombran, asustan o hacen
reír, y al son de la música siguen los jarabes de Neme yo xita, la gente
les dice: pidan la lluvia, pidan la lluvia...
Dentro de los ritos que se celebran este día, está la celebración de una
misa, la procesión con las imágenes; las autoridades religiosas de los
diversos pueblos y barrios se reúnen en el atrio, se va integrando la
procesión, cada pueblo lleva su imagen al frente bellamente adornada
con verdes matas de maíz, flores, frutas y panes; mayordomos y
fiscales, todos los cargueros entonan cantos y alabanzas: con la
dirección de los Xorí; se esparce copal, suenan pequeñas campañas,
los mayordomos portan el Boximo, palanganas con flores y ceras y un
bastón, símbolo de mando; los acompaña la música, mujeres que
entonan cantos y amamantan a sus hijos, hay ceras encendidas,
estandartes y ancianos que llevan sus sombreros en la mano; el párroco
lleva una custodia que va colocando en los altares que se han puesto
en trayecto del recorrido y realiza ritos cristianos propios de la fiesta. En
la procesión los acompañan niños y niñas vestidos con la indumentaria
tradicional, les llaman "los inditos", cargan huacales, portan palanganas
que contienen pétalos de flores que esparcen en el trayecto de la
procesión, para hacer el recorrido por las calles aledañas a la parroquia.
Todos los santos tienen una relación con los elementos de la naturaleza
(agua, fuego, viento, tierra. Sol, Luna) que intervienen para la fertilidad
de la tierra. Las comunidades sienten la obligación de cumplir con las
ceremonias religiosas, como la del Jueves de Corpus.
Una vez concluido el recorrido, se hace la entrada en el templo y vuelven
a colocar las imágenes cerca del altar, con todo respeto se les santigua
con humo de oloroso copal.
Han llegado a su pueblo, los reciben con respeto y alegría, los ojos de
los ancianos se llenan de emoción y lágrimas, ellos saben que la
invocación de los Xitas ahuyentará el hambre y habrá maíz para comer;
que caerán los lluvias, para que de la tierra siga brotando la vida, el
alimento y el amor. Repican las campanas, las mujeres atizan
apresuradas para preparar alimentos, los perros corren azorados,
ladran y emocionan; siguen tocando las campanas, se lanzan cohetes;
han llegado los Viejos de Corpus danzando y gritando siguen
invocando. Las imágenes hacen su entrada en el templo y ocupan su
sitio, reciben el respeto de los fiscales y mayordomos quienes esparcen
copal a los cuatro vientos, la música envuelve con nostalgia las
plegarias de la tarde.
Los Xitas con sus máscaras eternas petrifican el instante humano, con
su fe y energía en silencio transmiten sus mensajes en un lenguaje sin
tiempo y en un espacio que libera.
Los Viejos siguen danzando dentro del templo y después salen al atrio
donde continúan con sus invocaciones, gritos y torean el pequeño toro
de madera forrado de cuero que carga un hombre, quien con gran
habilidad lo mueve para embestir, y todos los Viejos pasan a torearlo
queriéndolo lazar; lo mismo hace el más pequeño de los Xitas y sigue
la Vieja. El más viejo es embestido por los cuernos del toro y muere,
esto conmueve a todos y en medio de lloriqueos lo llevan a sepultar;
doblan campanas y en el momento de darle sepultura, el viejo recobra
la vida y continúan los jarabes, la música, hay alegría en todos.