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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA Y ARTÍSTICA DEL PARAGUAY.

SEDE VILLARRICA.

HISTORIA DEL ARTE DEL PARAGUAY I.

“PARAGUAY EN LA DOMINACION HISPÁNICA”

INTEGRANTES:

 María Romina Cañiza Vera.


 Perla Gisel Martínez Bogado.
 Yonny David Bogado Noguera.

Carrera: Arquitectura.

Curso: 1er Año.

Profesor: Alejandro Casañas.

Año: 2018.
INDICE:

Página:

Introducción. 1.

Objetivos: General y Específicos. 2.

El Paraguay durante la Dominación Hispánica. 3.

Alejo García, descubridor de Paraguay. 4.

La Fundación de Asunción. 5.

Acción Económica y Social. Ideología. 6, 7, 8, 9, 10, 11.

El Urbanismo. Centros Previos a la Legislación Indiana. 12.

Órdenes Religiosas. 13.

Franciscanos. 14, 15.

Mercedarios. 16.

Dominicos. 17.

Jesuitas. 18.

Arquitectura de la Época. 19, 20.

La Herencia de la Colonia. 21, 22, 23.

Sociedad y Cultura Material de los Guaraníes. 24, 25, 26.

Conclusión. 27.

Bibliografía. 28.

Anexo. 29, 30.


INTRODUCCIÓN:

La llegada de los españoles a la América de esa época constituyó en un cambio muy


notable para los indígenas de la zona. Aunque muchos europeos murieron a causa de
aventurarse hacia nuevas tierras como Solís, Alejo García entre otros. También hay que
destacar sus intenciones no solo de colonizar sino también de encontrar metales
preciosos.

Varios adelantados llegaron a América, se formó una gobernación denominada La


Gobernación del Río de la Plata, teniendo como primer gobernador a Don Pedro de
Mendoza. De ahí se fueron fundando varias ciudades entre ellas la capital del gigante de
las indias, Asunción. Su área urbana estaba políticamente estructurada como veremos
más adelante.

La vida social, cultural y económica de los pueblos que ya vivían aquí y también de los
que acababan de llegar dio un giro muy importante, se difundió la cultura guaranítica
entre los europeos, así como también la cultura Europea entre los guaraníes.

Los religiosos trajeron consigo el arte y la arquitectura que marcó la historia hasta los
días de hoy.
OBJETIVOS:

General:

Determinar la importancia de la Dominación Hispánica en el Paraguay, el impacto que


tuvo y como nos beneficia en la Actualidad.

Específicos:

 Conocer la Reseña Histórica del Paraguay.


 Describir la Acción Económica, Social e Ideológica.
 Determinar El Urbanismo. Centro Previo a la Legislación Indiana.
EL PARAGUAY DURANTE LA DOMINACION HISPÁNICA.

RESEÑA HISTÓRICA:

El 8 de octubre de 1515 Juan Díaz de Solís (1470-1516) salió del puerto de Sanlúcar de
Barrameda, Cádiz, al mando de tres carabelas y setenta tripulantes, y se dirigió hacia el
sur del continente americano.

Después de algunos importantes acontecimientos, como la muerte de muchos


tripulantes, los que sobrevivieron quedaron a vivir con los nativos que los acogieron. En
el trascurso de los años que los europeos estuvieron viviendo con los hospitalarios
indígenas, incluso aprendieron el idioma de los nativos, escucharon frecuentemente
algunas relaciones que éstos hacían sobre la existencia de una tierra fabulosa, donde
abundaban el oro y la plata; llamaban a estas regiones la “tierra de los caracaraes”, que
–decían– estaban bajo el dominio de un Rey Blanco. Los territorios a los que se
referían los nativos no tenían, en realidad, nada mitológico, puesto que se trataba nada
menos que el imperio de los Incas.

Juan Díaz de Solís.


Alejo García, Descubridor de Paraguay:

Entre los supervivientes de la fracasada expedición de Solís y huésped de los guaraníes


se hallaba un portugués, natural del Alentejo, llamado Alejo García, quien tomó muy en
serio los relatos y concibió la idea, no menos fantástica, de marchar hacia los territorios
donde estaban aquellas riquezas. Un tiempo después, García logró persuadir a varios de
sus compañeros y con ayuda de dos mil indígenas aliados se lanzó a la búsqueda de las
citadas comarcas.

La expedición partió a principios de 1524 del puerto brasileño de Patos (Río Grande del
Sur) en dirección noroeste y luego atravesó el actual estado de Santa Catalina hasta
llegar al río Paraná. Lo cruzó a la altura del afluente del Monday, (según el historiador
Efraín Cardozo). Fueron recibidos por indios guaraníes que lo atendieron
pacíficamente. Allí el grupo reclutó un pequeño ejército de dos mil indios guaraníes
locales como refuerzo para invadir las tierras prometedoras. Atravesaron el Paraguay
por la ruta que más tarde sería cruzado por Cabeza de Vaca. Desde allí, los
expedicionarios cruzaron a la otra orilla y se internaron en las desconocidas regiones
del “Guarán”. Así pues correspondió a García –quien, para algunos, fue más bien un
aventurero obsesionado por la fiebre del oro– el honor de descubrir Paraguay por
tierra.

Sin percatarse de tal hazaña, García siguió con su gente la ardua marcha por las
inexploradas planicies chaqueñas, allí se enfrentaron a varios obstáculos como la
sequedad, diluvios y las tribus chaqueñas indias sumamente peligrosas pero no tanto
como los indios guaraníes caníbales que acompañaban a García. Hasta que, luego de
padecer mil penurias, logró llegar a las estribaciones andinas y a los territorios de
Chuquisaca. Ya en esta comarca, y al no hallar ningún metal precioso sin propietario,
los aventureros se dedicaron al pillaje de las pacíficas poblaciones indígenas. Tras
capturar un botín de ropas, vasijas y otros valores metálicos de plata y oro, los
expedicionarios retornaron por Paraguay, donde García decidió permanecer un tiempo
para preparar otras incursiones a las regiones recién conquistadas.

Entre los haberes de Alejo García se encuentra, además de ser el primer europeo en
llegar a tierras de Paraguay, luego de una fabulosa travesía por tierra, el haberse
adelantado en algunos años a otro conquistador, Francisco Pizarro (1478-1541), en
conseguir adentrarse por el sur en el dominio de los incas. Los objetos preciosos que
pudo hacer llegar a sus compañeros se convirtieron, con su atractivo de mayores
tesoros, en una de las principales razones para impulsar el proceso de la Conquista en
esta región del continente sur.
La Fundación de Asunción:

Algunos bergantines al mando del Capitán Juan de Salazar de Espinosa luego de


navegar los ríos Paraguay y Paraná, llegaron en una laguna denominada después "La
Frontera" prosiguiendo aguas arriba hasta las altas barrancas que dominaban la ribera
del río, en tierras de los caciques "Cupiratí" y "Caracará", y allí desembarcaron,
comunicándose por medio de los intérpretes o "lenguas" con los autóctonos. Los
intérpretes no necesitaban largas explicaciones para entenderse con los indios; la
parcialidad del cacique "Caracará", llenó de provisiones sus bergantines con batata,
maíz, mandioca, carne de venados, chanchos silvestres, poroto, maní, chicha, etc.

Salazar de agradecimiento les prometió fundar un fuerte a su regreso.

Luego volvieron al "Paraje de la Frontera" a fin de efectuar la fundación prometida.


Esta fundación tuvo lugar el 15 de agosto de 1537, y la ciudad fue denominada "Nuestra
Señora de la Asunción". Lamentablemente, el incendio de 1543 (que destruyó las tres
cuartas partes de la ciudad), quemó el edificio del Archivo, desapareciendo con el fuego
el Acta de Fundación.

Juan de Salazar de Espinosa.


ACCIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL – IDEOLOGÍA:

En cada expedición conquistadora que llegó a América, al Río de la Plata y al Paraguay,


deben reconocerse necesariamente al menos tres diferentes tipos de móviles e
intereses, a veces concordante, a veces divergente. En primer lugar, los que impulsaban
al estado español, buscando afianzar su posición de potencia marítima y metropolitana
en relación con sus flamantes colonias ultramarinas (asegurándose la importación de
ciertos productos básicos, metales preciosos, tributos, etcétera); por otra parte, los de
los propios jefes y capitanes de cada empresa, tratando de lograr sus famosas
"mercedes", feudales (beneficios pecuniarios y nobiliarios) y, en tercer término, pero no
menos importante, las propias aspiraciones de la masa conquistadora enrolada en las
armadas también ansiosa de obtener sus particulares intereses, riquezas y, acaso, el
olvido de un pasado indecoroso o punible en su país de origen.

Al fin de cuentas, fue esta última, la masa de los intrépidos tripulantes llegados a tierra
americana la que contó en su poblamiento definitivo y, en el caso del Paraguay, la que
protagonizó el trascendental proceso de mestizaje, base y sustancia de la conformación
social nacional.

Una vez asentados en Asunción los pocos conquistadores de las primeras expediciones
originadas en la armada de Pedro de Mendoza, y los pocos más que se irían sumando
después, la fiebre del oro y la plata invadió a todos ellos por igual y a su ansiosa
búsqueda destinaron gran parte de sus primeros afanes y trajines por estos territorios.
Sin embargo, frustrada definitivamente la ilusión del enriquecimiento áureo, fácil y
expeditivo en apariencia, un destino más simple, más duro, laborioso y duradero,
terminó por imponérseles obligándoles a sentar las bases de una economía bien
característica.
En 1541, a escasos años de la fundación de Asunción, se creaba el Cabildo, institución
básica del sistema político-comunal español. La Colonia hispano-paraguaya,
comenzaba un lento pero irreversible proceso histórico de organización interna.

Dos formas básicas de organización económica encontraron los españoles a su llegada


al territorio paraguayo. Ambas, en diferentes medidas y en diverso grado, afectarían al
posterior desarrollo histórico-económico de la Provincia del Paraguay.

Habría que agregar, aún, el propio modelo socio-económico hispano, el que llegó con
los conquistadores en sus carabelas, pues de la amalgama entre éste y una de las formas
de organización económica pre-existente en el suelo paraguayo, habría de surgir lo que
podemos denominar la economía de la colonia en el Paraguay.

En la Región Oriental del Paraguay, específicamente en la cuenca oriental de este río, se


hallaron los conquistadores con los pueblos guaraníes caracterizados por una cultura
pre-civilizada, típicamente neolítica: Cultivadores rudimentarios, con pequeñas
parcelas donde practicaban la rosa y el cultivo intensivo de algunas pocas especies
básicas (mandioca, maíz, calabazas, porotos), hasta agotar la fecundidad del suelo, lo
que les obligaba a sucesivos desplazamientos de corto alcance buscando nuevas
sementeras.

Eran, pues, pueblos semi-sedentarios, en el sentido de que se establecían en forma


relativamente estable y su movilidad no constituía un nomadismo permanente sino
sólo una suerte de rotación poblacional, en torno a nuevos suelos, una vez que el
recurso tierra se volvía insuficientemente fértil; mientras los cultivos producían, se
asentaban en aldeamientos más o menos numerosos compuestos de una, dos y hasta
cuatro grandes casas comunales multifamiliares.

Formaban un conjunto de nucleaciones de diferente localización regional que cubría


toda la Región Oriental del Paraguay, llegando hasta Mato Grosso y el actual Estado
brasileño de Paraná, la costa Atlántica brasileña y el delta del estuario rioplatense.
Estas unidades regionales eran, sin embargo, independientes entre sí y, aun cuando
compartían todos los mismos sistemas de organización y producción económica, se
mantenían celosamente autónomas.
Se trataba, desde luego, de una agricultura puramente consuntiva o subsistencial que
era complementada con la caza y la pesca, proveedoras de algunas pocas proteínas de
origen animal para su dieta alimenticia.

Con todo, la economía y la sociedad guaraní, habrían de significar un poderoso factor


de arraigo del conquistador español en suelo paraguayo.

En contraste, toda la Región Occidental estaba poblada por numerosas tribus de


diferentes familias lingüísticas, pero pertenecientes todas al modelo de cultura
paleolítica, con una estricta economía de caza, recolección y pesca. El enorme Chaco
paraguayo era el escenario de las incontenibles correrías de estos pueblos
genuinamente nómadas, que basaban su sustento en la recolección de frutos silvestres
y en especializados sistemas de caza y pesca.

La diferenciación regional entre estas dos grandes áreas del territorio paraguayo estaba
así marcada, desde los propios inicios de la conquista; por formas de organización
económica y social fundamentalmente contrapuestas.

Es más: La mayor parte de los grupos tribales paleolíticos chaqueños, sobre todo
algunos que se desplazaban muy cercanos a la costa occidental del río Paraguay (como
los guaycurúes) o que, incluso, practicaban un habilidoso y activo desplazamiento
fluvial por medio de canoas a lo largo de este río (como era el caso de los payaguáes),
sostenían con los pueblos guaraníes de la orilla oriental un secular enfrentamiento,
sometiendo a estos últimos a permanente asedio, saqueos y violencia y buscando
proveerse de los productos de una práctica económica que no cabía en su universo
social y cultural: La agricultura.

Esta situación era particularmente patente en la región actualmente asuncena, comarca


originalmente poblada por los carios-guaraníes, en constante lucha defensiva contra los
pueblos chaqueños y, muy particularmente, contra los recién mencionados guaycurúes
y payaguáes.

En esta circunstancia encuentra su explicación, en gran parte, el que los españoles


fijaran su primer asiento estable en el territorio asunceno, pues con sus pobladores
nativos cario-guaraníes pudieron entablar, de inmediato, una forma especial de alianza,
familiarizados ambos pueblos con la economía de base agrícola y ligados de inmediato
por recíprocos intereses socio-culturales.

Los guaraníes, en efecto, se sintieron particularmente atraídos por elementos básicos


de la cultura hispana: El metal (sobre todo herramientas aptas para una mayor
productividad, como el caso de las célebres "cuñas" o hachas de hierro), el arma de
fuego, el caballo y, en fin la especial potencia combativa del recién llegado con su
característico equipamiento material.

La notable significación del instrumental de hierro para los guaraníes, es claramente


percibida y expresada por Juan Francisco Aguirre, marino de la Armada Española que,
de su estadía en el Paraguay hacia fines del siglo XVIII, señala certeramente en su
Discurso Histórico, analizando los factores fundamentales del contacto hispano-
guaraní, la extraordinaria importancia que para este último tuvo el hierro.
"Acaso el oro ni la plata que buscaron los españoles -se pregunta Aguirre-, equivalía al
inmenso bien y superior utilidad física y sensible que producía el hierro que empezaron
a conocer los indios con tanta admiración?". Y agrega aún: "Pero podrá contrapesarse
con un monte de oro el inmenso afán que ahorró a los indios un par de tijeras, un
cuchillo y una cuña?".

Se trataba, sin duda, de un verdadero impacto cultural, de la irrupción súbita de la


cultura del hierro en una sociedad neolítica, de agrupaciones regionales dispersas, de
cultivadores rudimentarios con la sencilla tecnología del simple palo cavador y del
hacha de piedra pulida.

Por su parte, la efectividad bélica de la caballería y del arma de fuego españoles,


significaron una interesante expectativa para los guaraníes en su tradicional
enfrentamiento con las tribus enemigas del Chaco.

Los españoles, por su lado, comprendieron enseguida la importancia decisiva de una


alianza con los guaraníes de la costa oriental del río Paraguay: Ellos representaban una
segura retaguardia logística, una sólida base de apoyo económico para la provisión de
bastimentos, además de las dotaciones de hombres guerreros que aportaban para la
etapa inicial y más ardua de la conquista y, posteriormente, para las primeras acciones
ya más estables y proyectivas de la colonización.

Además, basados en su peculiar sistema de vinculación social, a través del parentesco


político, los guaraníes les proveyeron también, por la vía del "cuñadazgo", de otro
elemento de capital importancia para la empresa conquistadora y colonizadora en su
fase inicial: Mujeres, para afianzar el poblamiento.

El ya citado Aguirre ofrece, nuevamente, un comentario irrebatible respecto del papel


trascendental de los guaraníes en el proceso de plasmación histórica de la economía y
de la sociedad colonial paraguaya, al rememorar que los capitanes de la Armada de
Pedro de Mendoza buscaron infructuosamente sitios seguros para establecerse y que,
"al fin, para consuelo de sus trabajos, hallaron en la Provincia del Paraguay a los indios
de generación cario, más adelantados en un chacareo de maíz, porotos, mandioca y
otras legumbres, y en el país abundantes las frutas silvestres y otros recursos esenciales
para los primeros establecimientos". Los cario-guaraníes son los que "en la Asunción
recibieron a los españoles, quienes con su amistad aseguraron la dominación de los
soberanos de Castilla sobre estas regiones... y quienes se complacían en darles sus hijas
y emparentar con ellos, por lo que recíprocamente se llamaban con la expresión de
cuñados".

Nació así una verdadera alianza social basada en lazos de parentesco político, por la
unión del hombre español con la mujer guaraní, de la cual aspiraban los guaraníes
obtener el beneficio de una o de tantas campañas como fueran precisas para exterminar
al temido y odiado enemigo chaqueño.

Esta alianza se vio reforzada por el propio interés de los españoles en llevar adelante
estas expediciones que, más que dirigidas a complacer al aliado nativo, se encaminaban
a afianzar la conquista y -sobre todo- a ampliar su dominio hasta el mismo Perú desde
donde relumbraba el atractivo de las minas de oro y plata.
Este sueño duró poco: Lo suficiente como para que, en sucesivas y laboriosas jornadas
de los hispano-asuncenos cruzando el Chaco hacia las serranías andinas, se constatara
que ya otros osados conquistadores se habían posesionado de los yacimientos que
aquéllos ambicionaban. Con lo cual debieron arraigar definitivamente en suelo
paraguayo, trocando su expansivo ímpetu conquistador en intrépida acción pobladora y
colonizadora de estas tierras.

Y si bien la inicial alianza, amistad y parentesco con los guaraníes, se transformaron


paulatinamente en nuevos sistemas de relación marcados ya irreversiblemente por las
formas institucionales propias del régimen de explotación de la colonización española,
definitivamente trasplantadas al Paraguay, ese vínculo original estaba destinado a
perdurar en la progenie a cada rato renovada y reforzada de los mestizos nacidos de la
conjunción biológica hispano-guaraní.

La población colonial se afianzó con el rápido surgimiento de los nuevos estratos


sociales criollo y mestizo, sin que fuera preciso el aniquilamiento masivo de sus etnias
progenitoras; las poblaciones española y guaraní propiamente tales, sin embargo,
declinaron progresivamente: Aquélla porque paulatinamente disminuyó la afluencia de
nuevos pobladores peninsulares y la otra porque el impacto de las nuevas formas de
organización social y económica implantadas durante la colonia, la condenaron a un
lento pero inexorable ocaso biológico.

En efecto, luego de la llegada del primer contingente de españoles asentados en


Asunción, que no pasaban de tres centenares, la inmigración peninsular se volvió cada
vez más escasa. Estudiosos de este proceso histórico han señalado que, aparte de los
pobladores iníciales arribados con la Armada de Pedro de Mendoza, sólo llegaron
nuevos colonos europeos con Alvar Núñez Cabeza de Vaca, con Juan Ortíz de Zárate y
con algunas otras pocas flotas que recalaron en la Asunción del siglo XVI, cesando este
aporte poblacional casi definitivamente a partir de 1575.

Por su parte, los guaraníes de la cuenca del río Paraguay con quienes los españoles
establecieron sus contactos y vinculaciones más directas, amplias y duraderas, cuando
no quedaron sometidos al proceso de integración que se desarrolló en la Colonia a
través de las instituciones básicas, sufrieron las consecuencias de enérgicas acciones
punitivas que reprimieron sucesivos intentos fallidos de rebelarse contra la dominación
colonial, o se dispersaron de sus originales hábitat regionales desintegrándose social y
culturalmente y conociendo de un paulatino decrecimiento demográfico.

Los guaraníes actualmente sobrevivientes, constituyen una ínfima minoría de las


grandes nucleaciones regionales que se encontraban en toda la Región Oriental del
Paraguay al inicio de la conquista y colonización española. Aún más, estos
sobrevivientes, según estudiosos y especialistas en la materia, descenderían de aquellas
nucleaciones tribales que, amparadas en la impenetrable cuenca selvática del río
Paraná, lograron mantenerse mucho menos expuestas al contacto inter-étnico con los
españoles.
Por último, las tribus chaqueñas aportaron poco o nada a la formación socio-económica
y cultural de la colonia, como no fuera el sostenido asedio hostil a los poblados
hispanos e hispano-guaraníes, situación que se mantuvo hasta bien entrada la época
independiente del Paraguay. Por el contrario, varias de ellas tomaron de los españoles
algunos elementos culturales claves que no sirvieron sino para acrecentar su
nomadismo, su agresividad y su irreductible enemistad con los guaraníes neolíticos de
la Región Oriental, poniendo en zozobra a la propia población ya establecida en su
carácter colonizador en territorio paraguayo.

Tal, fue el caso de los guaycurúes que adoptaron el uso del caballo y provocaron,
durante casi dos siglos, un estado de permanente inseguridad en los poblados criollos,
mestizos y guaraníes de la Provincia del Paraguay, sumando a su economía, ya de por sí
improductiva de cazadores-recolectores-pescadores, nuevos elementos depredatorios
para el sistema económico-social de la colonia: El pillaje, la rapiña y la piratería.

Contra éstos y otros grupos paleolíticos del Chaco, debió concentrarse gran parte de los
esfuerzos de la organización social y política colonial paraguaya en acciones defensivas
o punitivas que se extendieron hasta los propios gobiernos de Francia y López, ya en
pleno Paraguay independiente.

La declinación poblacional de estos grupos, sin embargo, fue también inexorable. Sólo
han quedado grupos aislados y dispersos cuya sobrevivencia ha sido más el resultado
de posteriores políticas de carácter indigenista, encuadradas ya en los marcos de acción
de la moderna organización del Estado paraguayo.

Los pueblos guaraníes que habitaban el Paraguay a la llegada de los españoles,


rindieron así su tributo histórico a la conformación de la sociedad nacional paraguaya
aportando los elementos básicos de su futura organización social y económica. Fueron
sus recursos naturales (tierra, selvas, yerbales, a falta de minas de oro y plata), su
rudimentaria tecnología agrícola, sus mujeres y sus propios brazos, los que se aunaron
al conquistador hispano para asegurar una nueva modalidad de poblamiento y una
nueva estructura económica y social al Paraguay que se incorporaba, desde entonces, a
la historia.
EL URBANÍSMO. CENTROS PREVIOS A LA LEGISLACIÓN INDIANA.

Luego de las fundaciones dadas, debió organizarse la ciudad; fue ahí que surgieron los
gobernadores elegidos por votaciones, esto podría darse gracias a la aparición de la
Cédula Real, creada en España que facultaba a los conquistadores a asumir ciertos
cargos de dirección. La Corona promulgó la Real Cédula del 12 de septiembre de 1537
que facultó a los conquistadores a designar gobernador por votación, luego de la
muerte del primer adelantado don Pedro de Mendoza, y en la presunción de que este no
hubiera dejado reemplazante.

Don Pedro de Mendoza.

Domingo Martínez de Irala, dejado por Ayolas como lugarteniente, tras la muerte de
este último, fue nombrado gobernador por la colonia y aceptado por el emperador
Carlos V.

Domingo Martínez de Irala.

Irala abandonó el Río de La Plata por los constantes ataques que los indios hacían a
Buenos Aires y decidió concentrarse en Asunción, donde se dio por organizar la
ciudad.
Asunción fue convertida en ciudad el 12 de septiembre de 1541 asumiendo la
capitalidad de la conquista. Durante su gobierno se trazaron calles, se estableció una
plaza, un templo, un cuartel, una casa para el asiento del Gobierno.

Sobre el modelo de los municipios castellanos fue creado el Cabildo en el Paraguay, el


16 de septiembre de 1541, por Domingo Martínez de Irala y otros oficiales reales.
Fue un órgano de gobierno muy importante y cumplió un papel de relevancia en el
gobierno de la ciudad, estaba constituido por 5 regidores y fueron nombrados alcaldes
Juan de Salazar y Gonzalo de Mendoza.

El Cabildo de Asunción se encargaba de percibir los impuestos, construcciones y


reparaciones de puentes y caminos, cuidado de la salud del pueblo, además ejerció
funciones de justicia y varia funciones políticas.

Tuvo también participación durante la Revolución Comunera.

ÓRDENES RELIGIOSAS:

Cuatro órdenes religiosas tenían asiento en el Paraguay colonial: Franciscanos,


Mercedarios, Dominicos y Jesuitas.

En la expedición de D. Pedro la Plata en 1536, habían viajado dos mercenarios, Fray


Juan de Salazar y Fray Juan de Almazán y cuatro frailes jerónimos orden esta última
que no llegó a fundar convento en el Paraguay. Los primeros franciscanos fueron Fray
Bernardo de Armenta y Fray Alonso Lebrón, venidos en 1338 en la carabela
“Marañona”, de la cual desembarcaron en la costa del Brasil, y que en 1541 pasaron por
tierra a Asunción, con el adelantado Cabeza de Vaca. Tomaron ambos parte activa de
las controversias de esa agitada época.
El primer Obispo que gobernó la diócesis paraguaya, Fray Pedro Fernández de la Torre,
franciscano, que llegó a su sede por abril de 1556, trajo consigo a varios religiosos de
San Francisco y de la Merced, los cuales de inmediato tomaron a su cargo la tarea de
convertir a los indios a la fe cristiana.
El establecimiento de los dominicos y jesuitas en el Patagua fue bastante posterior y se
produjo a comienzos del siglo XVII.
Estas órdenes, sumadas al clero secular, contribuyeron grandemente al desarrollo de la
vida religiosa y cultural. Sostuvieron iglesias, escuelas y reducciones, para la difusión
de su fe y de las nociones elementales del saber de su tiempo. Sus religiosos se
incorporaron a la vida paraguaya y en todas ellas fue grande la proporción de profesos
criollos y mestizos, que alcanzaron las más altas jerarquías en las respectivas
organizaciones locales.
Las dos figuras de mayor relieve de la difusión del cristianismo entre los indios del
Paraguay fueron el andaluz Fray Luís Bolaños (1550-1629), franciscano, y el P. Roque
González de Santa Cruz, jesuita- paraguayo, martirizado por los indios de Caaró en
1628.
1. FRANCISCANOS.

La Orden de San Francisco de Asís, aprobada en el año 1212 por el Papa Inocencio III,
revolucionó el mundo con su pobreza y sencillez evangélica.

Papa Inocencio III.

Su presencia en América fue la más numerosa y una de las más eficaces en la


evangelización de las nuevas tierras descubiertas por los europeos. Los franciscanos
llegaron al Paraguay en la segunda mitad del Siglo XVI y fueron de los que más gran
influencia ejercieron en la vida política y cultural.

El convento franciscana de Asunción era el más importante de la ciudad, sus


dimensiones, por el número de sus frailes y por la activa intervención de los mismos en
el quehacer cotidiano de la sociedad aquí asentada.

Se dedicaban también los religiosos a la enseñanza de los niños y sostenían cursos de


gramática y artes para sus novicios, a los cuales podían concurrir los jóvenes
asunceños. Por otra parte, al intervenir en frecuentes controversias en defensa de la
causa comunera, contribuían a la formación ideológica de los paraguayos.
El franciscano Luís de Bolaños se destacó por crear las “reducciones”, que tan famoso
habrían de hacer después a los jesuitas. Concibió la idea de “reducir” a los nómadas
pobladores de la región en comunidades fijas y estables. Así fundaron una extensa red
de pueblos. No utilizaron violencia sino persuasión. Con humildad, aprendiendo el
idioma y comiendo los mismos frutos y la misma caza que los guaraníes, se ganaron su
confianza. En las reducciones se producía algodón, tabaco, yerba mate y otros rubros.
El adoctrinamiento en Guaraní fue posible a partir de los estudios Lingüísticos de
Bolaños la reducción a escritura de la lengua Guaraní, y traducción de oraciones y del
catecismo aprobado por el Concilio de Lima en 1583.

Los franciscanos entendieron también que el clima exigía construcciones simples y


prácticas, adoptado en su arquitectura un sistema de corredores laterales, como espacio
de transición entre el interior y el exterior, y como refugio de las lluvias y del ardiente
sol. Ese estilo está presente en el templo de Yaguarón, un sencillo edifico en el que el
exterior de maravillosas imágenes austero contrasta con profusión de dorados. Muchos
de los pueblos del Paraguay todavía mantiene el plano urbanístico de las reducciones
franciscanas con la iglesia aislada en la plaza y las tiras de casa., con corredores
externos e internos, en torno de ella.

Convento de San Francisco de Asunción.


1. MERCEDARIOS.

La orden de la Merced, que en la España medieval se ‘había consagrado a la redención


de los cristianos cautivos de los musulmanes, también tuvo su casa, el Convento
Grande de San José, con Iglesia aneja, en Asunción. Los mercedarios no se dedicaban
de preferencia a la conversión de los indios, pero asistían a gran número de negros,
mulatos y zambos, descendientes de sus esclavos y de indios dándoles por los
gobernadores Ramírez de Velasco y Hernandarias.

Dichos pardos habitaban en la ranchería que rodeaba al convento en una chacra a tres
leguas de la ciudad y en su mayor parte, en a hacienda que la orden poseía en el valle de
Areguá, donde una capilla servía las necesidades del culto.

Los frailes de la Merced impartían enseñanza de las primeras letras y asistían


espiritualmente a las principales familias criollas, las cuales mostraban, notable
preferencia por ser sepultadas en templo.
2. DOMINICOS.

Hacia el año 1621 llegan a Asunción tres frailes dominicos y fundan el convento de
Santa Catalina Virgen y Mártir. Pertenecientes a una orden de predicadores y teólogos
eminentes los frailes de Santo Domingo se dedicaron a la enseñanza y a la asistencia
espiritual de la población urbana.

Comienzan a atender únicamente a la población española, porque los pocos nativos que
existen son atendidos por los Padres jesuitas y franciscanos. Los dominicos han llegado
con el obispo Fray Tomás de la Torre. Les ceden el templo de la Asunción, y comienzan
sus actividades apostólicas.

Inauguran, como es costumbre en la Orden, un pequeño colegio, donde se enseñan las


primeras letras. Este Colegio de Santo Domingo, andando el tiempo, tendrá una
importancia grande en el Paraguay.

En el año 1682 el convento de Santo Domingo contaba con catorce padres. Pronto
tienen abundancia de vocaciones, principalmente de los llamados "Mancebos de la
tierra", es decir, muchachos criollos. Se establece el Estudio General y noviciado propio.
Comienzan a otorgar títulos universitarios.

En 1653 se hacen cargo de la zona misional de Tavapy. Pusieron una capillita y una
Virgen del Rosario, "es pequeñita y se cree ser tan antigua como los dominicos".
3. JESUÍTAS.

A fines de 1607 fue erigida la Provincia independiente de la Compañía de Jesús en el


Paraguay, y su primer provincial fue el padre Diego Torres.

Todas las reducciones tenían una misma organización: La iglesia era levantada en la
parte media de uno de los lados del amplio terreno que ocupaba. Al lado de la iglesia, la
casa de los misioneros, y a continuación el colegio y los talleres; y al otro lado, el
cementerio. Las casa de los indios, generalmente, de piedra o paja y barro, con amplios
corredores, ocupaban los otros lados del terreno.

La principal ocupación era la agricultura: Cultivaban maíz, legumbres, batata,


mandioca, caña de azúcar y otros. Una parte del producto era destinado al Tupã mba'e
(cosa de Dios) y la otra al Avá mba'e (cosa del indio), que los sacerdotes distribuían
entre las familias.

En todas las reducciones funcionaron escuelas de primera enseñanza, a los varones se


les enseñaba a leer, escribir y a hacer operaciones; a las niñas a leer, escribir, hilar y a
cocinar. El castellano se enseñaba para lograr la unidad lingüística. Los sacerdotes
hablaban perfectamente el guaraní, que utilizaban para comunicarse.
Las reducciones contaron con la primera imprenta fundada por los padres Juan
Bautista Neuman y José Serrano, quienes armaron una prensa, fundieron los tipos
necesarios y publicaron los primeros libros. Las impresiones se hicieron en Loreto, San
Javier y Santa María la Mayor. Se publicaron libros en guaraní sobre gramática,
catecismo, manuales de oraciones y hasta un diccionario. La música y el canto
ocuparon un lugar destacado en el proceso de aprendizaje.

El primer libro publicado fue el Martirologio Romano en el año 1700; más adelante, el
Flos Sactorum, del padre Rivadeneira en edición guaraní, y De la diferencia entre lo
temporal y lo eterno, del padre Juan Eusebio Nieremberg.
Misiones Jesuíticas del Paraguay.

ARQUITECTURA DE LA ÉPOCA:

También en la evolución arquitectónica hubo mezcla y asimilación de elementos


culturales aportados por españoles y guaraníes. De por fuerza eran utilizados los
materiales proporcionados por el medio geográfico, sobre todo aquéllos ya usados por
los guaraníes para sus viviendas. Aunque las canteras de Tacumbú podían proveer toda
la piedra necesaria, ésta no fue explotada con fines de construcción en casi toda la edad
colonial prefiriéndose las abundantes maderas de la selva para vigas y horcones, para el
techo las hojas de palma o las pajas y para las paredes la tierra apisonada contenida
entre soportes de tacuaras.

El fuerte que construyó Salazar en 1537 no difería de los «ógas» de los guaraníes a cuyo
cargo corrió presumiblemente su erección, aunque el conquistador Francisco de Villalta
afirma que los españoles la levantaron con gran trabajo, llevando «los palos a cuesta».
Era una casa de madera con techo de paja rodeada de una palizada.

En torno a la Casa Fuerte los españoles apeñuscaron sus casas, del mismo estilo. En
1542 ocupaban los 600 conquistadores y sus agregados femeninos 250 viviendas. La
comparación de estas cifras indica que el español adoptó, al comenzar la Conquista, la
costumbre guaraní de la casa colectiva que abrigaba a varias familias.

El gran incendio de 1543 modificó la estructura urbana. El adelantado Alvar Núñez,


para evitar nuevos incendios y dificultar la promiscuidad prohibió el hacinamiento de
las viviendas. Estas debieron ser construidas aisladas unas de otras, con capacidad
suficiente para el numeroso consorcio indígena adosado a cada conquistador y con
espacioso cercado de ybyrápemby. Alvar Núñez mandó edificar para sí sobre la plaza
mayor una casa a manera de fortaleza con torreones y artillería y que sustituyó a la
destruida Casa Fuerte.
Las primeras iglesias también fueron toscos ranchos de paja, tan desmantelados y
faltos de ornamento que uno de los primeros curas manifestó carecer de capa para las
procesiones. Cuando en 1556 llegó el primer obispo, Fernández de la Torre, el
gobernador bala mandó edificar la Iglesia Catedral, «hecha de buena y bien labrada
madera, las paredes de tapia bien gruesas y cubiertas de tejas hecha de una dura
palma», según refiere Ruy Díaz de Guzmán. Aparece pues un nuevo material de
construcción: Las tejas de palma.

Esta Catedral permaneció muchos años como el principal edificio de la ciudad pero en
1603 estaba tan viejo y amenazaba ser llevada por los raudales que corroían sus
cimientos. Hernandarias decidió levantar una nueva que fuera uno de los más
«suntuosos, fuertes y galanos templos de madera que haya en estas partes», según
informó al Rey. Para animar a los vecinos, iba con ellos a cortar madera en los bosques,
siguiendo el ejemplo de bala. Las constantes ausencias de Hernandarias prolongaron la
construcción. Cuando hacia 1612 Fray Antonio Vázquez de Espinoza visitó Asunción
encontró que la Catedral, de tres naves y de madera urundey «es preciosísima y la
mejor que hay en todas las Indias» muy olorosa y de (madera) dura, está toda
curiosamente labrada y acabada». Lo perecedero del material utilizado no aseguró muy
larga vida a este edificio. El gobernador Diez de Andino mandó levantar otro nuevo
templo, inaugurado en 1689 y que duró hasta un siglo después en que fue restaurada y
se construyó una nueva fachada, por ser considerada la antigua edificación «una
cabaña o galpón despreciable» por el ingeniero Julio Ramón de César.

Aunque hacia 1574 ya se explotaban las canteras de Emboscada, lo fue solamente para
muelas de molinos y de barberos. Tampoco la cal que se descubrió en esa zona tuvo
aplicación en las construcciones. En su «Geografía y Descripción Universal de las
Indias desde el año 1571 al año 1574», Juan López de Velazco describe así las casas:
«Las casas son de tapia, que se hacen en ellas muy fuertes después de secas, cubiertas
de unos canales hechos de palmas, por tejas, que se hacen tan duras y fuertes, que
aunque se podrían hacer tejas (de tierra) las tienen por mejores». La única
modificación importante en la arquitectura primitiva fue pues la sustitución del techo
de paja por el de tejas de palmas partidas.

Uno de los edificios más emblemáticos, y por qué no decirlo el más


importante de nuestro país por el significado que le da la ciudadanía, es
el Oratorio de la Virgen Nuestra Señora de la Asunción y Panteón
Nacional de los Héroes.
LA HERENCIA DE LA COLONIA:

La arquitectura entraba dentro de las características de una manifestación


eminentemente popular, con unos pocos edificios significativos tanto por su escala
como por el uso al que se destinaban. Así sobresalían la casa del gobernador y algunos
conventos y cuarteles, los cuales no han sobrevivido hasta nuestros tiempos, aunque de
algunos de ellos tenemos algún testimonio fotográfico (Ej. Casa del gobernador,
demolida a comienzos del siglo XX). De la arquitectura residencial de la época sí nos
quedan ejemplos, aunque escasos: La casa Viola (hoy museo de la ciudad dentro del
Centro Cultural Manzana de la Ribera), La llamada Casa de la Independencia, hoy
museo, que fuera originalmente residencia de la familia Martínez Sanz, y la casa
Castelví, también como parte del Centro Cultural Manzana de la Ribera.

La Casa Viola.

La Casa de la Independencia.
A mediados del siglo XVIII, los jesuitas acometieron la construcción de templos
monumentales, cambiando los horcones y el adobe por recios muros de piedra labrada
con pilastras, aberturas y hornacinas esculpidas. En 1767, al producirse su expulsión de
los dominios españoles, dejaron inconclusos los de Jesús de Trinidad, que todavía hoy,

pese a la acción de la naturaleza y a las depredaciones de los hombres, maravillan al


viajero. De la gran iglesia que en ese momento tenían en obra en Asunción, no subsiste
el menor rastro.

En nuestro país, con frecuencia pretende verse arte jesuítico en todos los vestigios
coloniales de valar estético. Ello constituye un manifiesto error, ya que mucho de lo
referido debe atribuirse a los franciscanos o al clero secular y aun a artistas y, artesanos
seglares, traídos a veces del exterior para su ejecución.

Las manifestaciones mejor conservadas de la arquitectura no jesuítica son los templos


de Yaguarón y de Capiatá.

La magnífica iglesia de Yaguarón el más imponente y completo de los edificios


coloniales que se mantiene en pié, fue construida entre 1755 y 1772, merced a la
abnegación y al esfuerzo sostenido del Dr. Carlos Penayos de Castro, sacerdote
paraguayo de notable ilustración y de esclarecida ascendencia, que ejerció dicho curato
por espacio de casi cuarenta años. Constituye la más perfecta manifestación del arte
barroco en el Paraguay.

Iglesia de Yaguaron.
La imaginería y el retablo del altar mayor, notables por su belleza y nobles proporciones
son obras de un tallista portugués. José de Sosa Cavadas, contratado en Buenos Aires
para el efecto.

El templo de Capiatá, más pequeño y con su imaginería y tesoro bastante disminuidos,


es de la misma época y de similar escuela. Se supone que el maestro Sosa Cavadas
trabajó también aquí. La parte exterior del edilicio ha sido objeto de reformas, El
retablo del altar mayor de la iglesia parroquial de Valenzuela, claramente barroco y del
siglo XVIII, costeado por el P. Antonio Fernández de Valenzuela, acusa la influencia de
Sosa Cavadas.

Templo de Capiatá.

Del arte franciscano, se conservó casi intacto hasta la última década el templo de
Caazapá, y en el de Itá, que es del siglo XIX, se han utilizado el retablo, las imágenes,
algunas alertas las rejas del edificio franciscano de 1698.

Templo de Caazapá.
SOCIEDAD Y CULTURA MATERIAL DE LOS GUARANÍES:

El pueblo guaraní proviene del Amazona brasileño, y en su caminar en busca de tierras


se asentó una parte en el Paraguay, Misiones y el norte Litoraleño de Corrientes; otro
grupo migró a Bolivia y parte del noroeste Argentino, bajo el nombre de Chiriguanos.

Los Guaraní eran de mediana estatura pero bien proporcionados. Su cabeza, redonda;
el rostro, casi circular; la nariz corta y un poco ancha; boca mediana con labios finos;
ojos pequeños y cabellos largos, rectos, gruesos y negros.

Generalmente estaban desnudos o apenas tapaban sus genitales con un pequeño


chiripá o taparrabos de tela, que envolvía la cintura y se desprendía hacia las rodillas.
En el invierno se colocaban sobre los hombros una capa corta hecha con pieles de
animales.

Las mujeres usaban una prenda mínima de corte triangular realizada con plumas de
ave denominada "tanga". Al llegar los españoles cambiaron la tanga por el tipoy, túnica
sin mangas, hecha de algodón, que cubría el cuerpo desde los hombros hasta las
rodillas. Se adornaban con plumas, pinturas y tatuajes, collares de semillas, huesos,
objetos de forma y materiales diversos, no usaban calzado.

El núcleo familiar era muy importante, razón por la cual construían casas muy grandes
en las que vivían cuñados, hijos, tíos, primos, abuelos, padres, etc.

Entre ellos, los lazos del parentesco inmediatos eran respetados y la familia podía ser
polígama, si los medios de subsistencia lo permitían. Respetaban a los ancianos y
rechazaban el incesto, el adulterio y el aborto.

Se dedicaban especialmente a la horticultura. En la huerta cultivaban legumbres,


verduras y frutales.
La mandioca, el maíz, la batata y el zapallo, el maní, el poroto, el algodón, el mate y la
bixa orellana, de cuyo fruto se extrae una tinta rojiza con la que pintaban sus cuerpos,
complementada con los productos de la caza, de la pesca y de la recolección de especie
silvestres. Sus métodos de producción eran primitivos, pues carecían de implementos
de labranza y de bestias de tiro.

Las viviendas eran comunales, de troncos, techos a dos aguas con ramas, pasto y hojas
de palmera y paredes revocadas con barro. Entre cuatro y ocho de estas chozas
formaban una aldea. Éstas estaban protegidas por zanjas y empalizadas, que servían
para defenderse de los ataques de otras tribus y de los animales salvajes.

Practicaban el cultivo en terrenos de poca extensión, pues la selva tropical se lo tragaba


todo. Utilizaban una técnica para sembrar, conocida como "milpa", que consistía en:
Desmonte, quema de maleza y siembra, todo en un terreno delimitado. Tras la
extensión de fuego, la ceniza acumulada era desparramada por toda la superficie para
que actuase de abono.

Los varones realizaban el corte de la maleza y quemazón; las mujeres, sembraban y


cosechaban. Este método agrícola agotaba el suelo, por lo que debían pasar a otro
terreno y luego a otro. Esta situación llevó a los guaranís a conformar aldeas reducidas
y a mudarse cada cinco o seis años a otras tierras. No eran nómades, pero… Conocían la
técnica de ahumar los peces y la carne de caza, para mantenerla en buen estado.
Machacando el maíz hacían la chica, bebida embriagante.

Los peces más chicos eran pescados con hilo y anzuelo, de madera o metal, y con arco,
los de gran tamaño. Además utilizaban la red, ya que construían pequeños diques en los
arroyos para localizarlos con facilidad.

Gran parte de sus actividades estaban ligadas a los cursos de agua. Fueron hábiles
navegantes y constructores de canoas, que hacían con grandes troncos ahuecados.
También fabricaban balsas con cañas que movían con larguísimos palos.

Sus armas eran la macana o maza de madera, el arco y las flechas, comunes también a
los pueblos pámpidos del Chaco, de los cuales los guaraníes se diferenciaban por el uso
de flechas incendiarias.

Vivían prácticamente en el Neolítico porque además de desconocer el uso de los


metales, su vivienda, sus útiles de labranza, sus armas y su organización social
correspondían a ese estrato cultural.

Practicaban la danza y llevaban el ritmo con el mbaracá, calabaza hueca (porongo) con
piedrecillas adentro. Otros instrumentos eran el mimby, o flauta de caña o de huesos
animales o humanos, de la cual había gran variedad, el turf, o trompa guerrera, el
tacua-pu, largo bastón para marcar el ritmo con golpes contra el suelo, el gualambau,
arco sonoro que tiene una calabaza hueca como caja de resonancia, y otros. Su lengua
era rica y musical. Como ya hemos manifestado, ha sido la única que ha subsistido
como medio de comunicación de criollos y mestizos, y constituyen hasta hoy uno de los
factores aglutinantes de la nacionalidad paraguaya.
Los guaraníes del Paraguay llamaban camba a los indios del Chaco, de cuerpo más
robusto y de tez más oscura. Por analogía el apelativo se extendió a los negros
africanos.

Su ingénita inclinación al aprendizaje, hicieron a los guaraníes aptos para integrarse


antes que otras parcialidades a la sociedad cristiana paraguaya.

Ejercían la medicina los paí avaré, los cariaba y los mencionados payé. A las prácticas
mágicas de la succión y de la sajadura para expulsar a los espíritus malignos y a las
ceremonias expiratorias, agregaban procedimientos más positivos, como el uso de
infusiones y emplastos de substancias vegetales y animales. Diferenciaban las
enfermedades y utilizaban distintos métodos terapéuticos, yerbas medicinales,
amuletos y sortilegios, para cada uno de ellas.

Un sentido de solidaridad unía a los guaraníes frente a las parcialidades ajenas al


grupo, y se podían pactar alianzas o confederaciones circunstanciales para fines
defensivos o para empresas de caza. No obstante, tales acuerdos eran de vigencia
limitada en cuanto al territorio y a su duración. Nunca llegó a concretarse una
organización estable equivalente al Estado Nacional.

En caso de guerra, los ancianos de la tribu elegían a un guerrero distinguido, el


mburuvichá, para conducirlos. Fuera de estas circunstancias, el gobierno era muy
simple y los problemas se resolvían por deliberación de los hombres de más edad y
cabezas de familias o clones.
CONCLUSIÓN:

Podría decirse que durante el periodo colonial hubo épocas en las que el hombre en su
afán de obtener riquezas explotaba y maltrataban a los nativos. Desde un punto de vista
geográfico la conquista de América represento un factor importante para el pueblo de
hoy ya que generalizamos nuestra cultura nos expandimos territorialmente.
La amalgama hispano guaraní tuvo como resultado al primer hombre paraguayo y
la nación paraguaya. Hay destacar que nuestros antepasado que habían llegado con
Colon en 1492 no eran personas nobles sino que eran del bajo mundo. Podría decirse en
parte que nuestra cultura posmodernista se debe a que no poseemos las cualidades
necesarias para abrirnos en el campo, podría decirse que América a pesar de ser un
Jardín del edén también es hogar de descendencia poco noble, aunque por parte de
nuestras madres las mujeres indígenas heredamos un afán de luchar a consta de los
males.
BIBLIOGRAFÍA:

 Una historia del Paraguay-El nacimiento del corazón de América: Web


Page.
 Http://es.evolucion histórica paraguaya.com//mec.es.
 http://www.tierra.es/jftjft/Historia/arte.htm.
 Portal Guaraní - Libros en la Época Heroica.
ANEXO:

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