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Apunte Obligaciones
Apunte Obligaciones
“Conjunto de principios y normas que regulan el reconocimiento jurídico, la estructura, los caracteres y los
efectos de las obligaciones que nacen entre los individuos en el desenvolvimiento de su vida en sociedad.”
(Peñailillo)
Reconocimiento Legislación determina CUANDO un deber es una obligación jurídica protegida por el derecho.
jurídico El derecho no me protege de incumplimientos.
Estructura de las Elementos componen la obligación. Para reconocer una determinada institución debemos
obligaciones saber de qué está compuesto.
Los caracteres Estos determinan clases o categorías de obligaciones que satisfacen necesidades jurídicas.
diferenciadores Existen dos tipos:
- De carácter pecuniario
- De carácter no pecuniario (se duda incluso que sean obligaciones)
Consecuencias o Se derivan si la obligación si está conforme a Derecho. También se incluyen los modos de
efectos extinguir. Si está conforme a derecho entonces la obligación tiene un poder.
CARACTERÍSTICAS
1) SU ALTA PERFECCIÓN TÉCNICA en pocas manifestaciones jurídicas se ha llegado a una tan acabada
elaboración de una teoría general de la institución, haciendo abstracción de los casos particulares; el
derecho de las obligaciones se expresa en fórmulas escuetas de amplia generalización.
2) SU GRAN APLICACIÓN PRÁCTICA Si bien tiene su primera aplicación en el Derecho Civil, la teoría de las
obligaciones es:
- Legislación general
- Legislación supletoria, a falta de disposición especial, en todo el campo del Derecho, no sólo Privado
(Comercial, Industrial, Minas, etc.), sino que Internacional (Público y Privado), e invade incluso el
terreno del Derecho Interno principalmente en el Derecho Administrativo, Derecho Económico y Social,
etc.
Por otra parte, el estudio de las obligaciones es una disciplina fundamental para la formación jurídica.
3) SU PERMANENCIA la teoría de las obligaciones es la que menos ha variado en el tiempo desde que fue
elaborado por los juristas romanos, lo cual, naturalmente, no implica que no haya evolucionado en Roma
misma y después de ella, pero las instituciones romanas subsisten más en esta rama que en otras del
Derecho. La razón es doble.
1. Por un lado la ya señalada perfección técnica alcanzada por la teoría de las obligaciones en Roma.
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2. Y porque tratándose de una materia esencialmente económica privada que afecta fundamentalmente el
interés particular de los individuos, se ha permitido en gran medida a éstos crear su propio derecho de
acuerdo al principio de la autonomía de la voluntad que, con altibajos, domina todo el derecho clásico de
las obligaciones; la generalidad de las normas legales en materia de obligaciones es supletoria de la
voluntad de las partes, quienes pueden alterarlas libremente.
Y cuando las necesidades sociales y económicas, y el mayor desarrollo alcanzado por determinadas
actividades han querido cambios, ellos se han realizado a través de la aparición de ramas especiales del
derecho, desgajadas del tronco común del Derecho, General Privado, al cual retoman una vez que alcanzan
también su propia estabilidad. De normas de excepción pasan a incorporarse a la teoría general.
4) SU EVOLUCIÓN
a) La obligación en el Derecho romano
Se cree que en Roma, como en otras civilizaciones, el concepto de obligación nació en las sociedades primitivas
como consecuencia de la eliminación de la venganza privada y su reemplazo por una composición económica,
esto es, como un derivado de los hechos ¡lícitos. Se celebraba entonces un acuerdo entre ofensor y ofendido
impregnado de formalismo y religiosidad, en que el primero pasaba a tener la categoría de obligado a la
reparación.
El desarrollo económico de los pueblos y su mayor cultura fueron ampliando cada vez más el número de los
negocios jurídicos, pero en el primitivo Derecho Romano el concepto de obligación estuvo dominado por el
origen de ésta; la obligación nacía de un acto formal, de carácter religioso y marcado de subjetivismo.
En virtud de semejante pacto, el deudor quedaba atado en su persona al acreedor, quien incluso adquiría
derechos en la persona física de aquél (manus injectio). Un último rastro de semejante concepción se mantuvo
hasta hace muy poco tiempo: la prisión por deudas.
La obligación evolucionó en el Derecho Romano, pero nunca logró desprenderse integralmente de su marcado
subjetivismo y formalismo. La definición más clásica de los juristas romanos de la obligación la concibe como un
vínculo jurídico que nos fuerza a una prestación para con el acreedor.
Como puede apreciarse, destacaron el aspecto pasivo de la obligación y no el elemento activo que ella
contiene: el del crédito correlativo. No pudieron, como es lógico, prever el desarrollo que el mercantilismo y
capitalismo darían a los valores mobiliarios.
La tradición romana fue recogida por los glosadores medievales, y adicionada con la influencia canónica y de los
precursores del Derecho Moderno francés, principalmente Pothier y Domat.
El Derecho Canónico se caracteriza por su afán de moralizar las relaciones jurídicas; su influencia en este
aspecto ha marcado también la tendencia actual en el Derecho de las Obligaciones.
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Sus intentos medievales por cambiar este Derecho no fueron acogidos por los juristas de la época, respetuosos
como queda dicho de la tradición romana, pero influyeron en cambio en los mencionados precursores del
Derecho francés y a través de ellos en este Código.
1° Desarrollo de la responsabilidad extracontractual En Roma se enumeraban los casos en que los delitos y
cuasidelitos producían obligación de indemnizar; por así decirlo, eran casos de responsabilidad extracontractual
nominados. Los canonistas propugnaron la idea de que habiendo culpa, y siempre que concurran los demás
requisitos legales, la víctima debe ser indemnizada Ello amplio el campo de la reparación extracontractual, cuya
expansión no ha cesado.
2° Cumplimiento de la obligación y consensualismo En Roma existían pactos nudos, sin acción; los canonistas
defendieron el principio de que todo compromiso debe cumplirse, “pacta sunt servanda”. Y ello
independientemente del formulismo, de modo que todo pacto debe dar acción al acreedor para exigir su
cumplimiento. Con ello abrieron camino al consensualismo que, a su turno permitió el posterior desarrollo de la
libre contratación.
Las ideas liberales que alcanzaron su mayor predominio en el Siglo XIX y en las legislaciones dictadas en su
transcurso, impregnaron el derecho de las obligaciones de un marcado individualismo especialmente el
contrato, gobernado por el principio de la autonomía de la voluntad o de la libre contratación, en cuya virtud se
otorga a las partes el poder de crear soberanamente toda clase de obligaciones y regularlas como mejor
estimen conveniente, sin que el legislador intervenga sino para establecer normas supletorias de su voluntad
libremente derogables por los interesados, y algunas pocas restricciones para limitar los desbordes exagerados
de esa voluntad
Por otra parte, el desarrollo de los negocios y la industria dio en el curso del Siglo XIX Un gran auge a la fortuna
mueble desplazando el tradicional valor de los bienes raíces que los Códigos de la época heredaron de Roma
Alcanzó así una gran difusión la circulación de los valores mobiliarios representativos de créditos o derechos
personales. Adquirió relevancia el aspecto activo de la obligación, un tanto apagado hasta entonces por la
concepción de ella como elemento del pasivo del patrimonio del deudor.
Finalmente, en este rápido vistazo, recibieron su plena aceptación y desarrollo instituciones que no la habían
alcanzado por influencia romana Este derecho jamás logró desprenderse íntegramente de la noción de la
obligación como una relación personal entre acreedor y deudor, y de ahí su resistencia a aceptar la
representación, ya que siendo la obligación un vínculo entre personas, les parecía extraño que la contraída por
una persona produjera sus efectos en otra, y la cesión de derechos, pues igualmente ilógico les parecía que esta
relación entre personas que para ellos era la obligación, pudiera pasar a otra persona (N.° 1037).
Hoy todas las legislaciones dan plena acogida a estas instituciones, y aun han llegado algunas a aceptar la cesión
de ciencias
2.° Tendencia a la unificación del Derecho Privado Obligacional Hay una tentativa, de que es buen ejemplo el
Código italiano a refundir las instituciones del Derecho Privado, especialmente Civil y Comercial formulándose
así una teoría única obligacional, sin perjuicio de señalarse normas de excepción según la actividad económica
de que se trate.
3.° Restricción de la autonomía de la voluntad Múltiples fenómenos sociales, políticos y económicos, como
ser la difusión de las ideas socialistas, el intervencionismo estatal y otros cuyo o análisis naturalmente no nos
corresponde, han conducido a una marcada atenuación del principio señalado, yéndose al reemplazo en
muchos contratos de las normas supletorias por otras imperativas y prohibitivas.
4.° Espiritualización y moralización del derecho de las obligaciones Es ésta una tendencia que desde Roma a
nuestros días no se ha detenido, sino que antes por el contrario se ha acentuado; son numerosas las
instituciones que han alcanzado su pleno desarrollo, y algunas su total aceptación, como ser la teoría del abuso
del derecho, del enriquecimiento sin causa, la ampliación de la responsabilidad extracontractual, la imprevisión,
la lesión, la causa ilícita, etc., todas las cuales tienden a moralizar el Derecho y a la búsqueda de soluciones de
mayor equidad.
6.° El formalismo moderno Por último el principio del consensualismo extremo ha venido a menos y se tiende
hoy a un formalismo muy distinto naturalmente del primitivo, sin fórmulas sacramentales, pero que defienda
los intereses de las partes, facilite la prueba y la publicidad de los actos y contratos a fin de proteger a los
terceros.
5) SU UNIVERSALISMO
Con ligeras variantes, se mantiene incólume la concepción romana del derecho de las obligaciones. La evolución
posterior es más o menos semejante en el mundo entero.
Las obligaciones, a diferencia de otras instituciones, presentan un carácter universal, y de ahí que se haya
pensado en una unificación internacional de la legislación en esta parte.
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Semejante tentativa choca en otras materias como filiación, matrimonio, sucesiones, etc., con las distintas
tradiciones, costumbres y concepciones de los pueblos; en cambio, como la economía mundial es cada vez más
solidaria y relacionada, las instituciones jurídicas que la gobiernan, por la necesidad misma del cambio, y la ya
señalada razón del igual origen y parecida evolución, tienden a uniformarse para así cumplir mejor su labor de
herramienta del desarrollo conjunto de las naciones; las actuales tentativas de agrupar a éstas o grupos de ellas
bajo sistemas de Zona de Libre Comercio y Mercado Común, hacen más imperiosa aun la necesidad de contar
con legislaciones unificadas.
Sin embargo, salvo algunos intentos en este sentido, como el Proyecto de Código de las Obligaciones y
Contratos de 1927, común a Francia e Italia; el Proyecto de 1937 del Instituto Americano de Derecho y
Legislación Comparado, etc., no se ha llegado a nada concreto. No obstante, parece evidente que las exigencias
económicas se impondrán finalmente, unificándose la legislación mundial en este aspecto.
OJO Estas características no son las mismas que las características de la obligación.
6) CC CHILENO
Nuestro Código pertenece a la familia de los que reconocen su inspiración en el de Napoleón, y don Andrés
Bello dejó constancia precisamente en el Mensaje con que el Código fue enviado al Congreso, de que en la
materia que nos preocupa es mayormente tributario de su modelo más habitual.
Como quedó dicho ya, destinó a las obligaciones” y “los contratos”, su Libro IV, dividido en 42 títulos Arts. 1.437
a 2.524.
Se inspira en los mismos principios del Código francés, comunes por lo demás a todas las legislaciones del siglo
pasado, y en su vigencia más que centenaria es la parte que menos modificaciones ha sufrido: las más
importantes se refieren al pago por consignación (N.° 628) y al acortamiento de todos los plazos de
prescripción.
Sin duda se encuentra atrasado con respecto a las actuales tendencias, pero ello se ha obviado en parte con
una reglamentación en leyes especiales de algunas materias: desde luego, todo lo relativo al contrato de
trabajo ha pasado a regirse por el Código respectivo y sus leyes anexas, y en materia de arriendos, si bien el
Código no ha sido prácticamente tocado, una frondosa legislación marginal ha restado mucha aplicación y
vigencia a sus normas.
Las obligaciones emanadas de ciertos tipos de contratos ya están teniendo una diferente reglamentación. Ej: el
contrato de trabajo, el contrato de arriendo, el cual es uno de los que se regula en el código, pero se convirtió
en regulación supletoria.
8) CRÍTICAS
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El Código ha sido objeto de críticas en esta parte, no obstante que por ser sabidos a la fecha corrigió algunos de
los defectos de su modelo francés, pero por razones obvias no estableció una teoría general de la obligación,
cualquiera que sea su fuente, sino que más bien reglamentó las contractuales; en todo el Libro IV se nota esta
asimilación, como que se tratan confundidos los efectos del contrato con los de la obligación.
Incluyó, además, materias como las de los regímenes matrimoniales y la prescripción adquisitiva que nada tienen
que hacer en él.
Aun en la misma materia de obligaciones se le ha criticado la ubicación dada a algunos títulos, como por
ejemplo a la cesión de créditos, que es la transferencia de los derechos personales, y que figura entre los
contratos, y a los hechos ¡lícitos, que siendo una fuente de obligaciones, hoy en día de mucha aplicación,
también se reglamentan con los contratos, y se le han señalado también algunos errores de términos jurídicos,
como confundir contrato y convención, rescisión y resolución, etc.
No obstante todo lo anterior, creemos que a esta parte del Código le basta un remozamiento que incorpore las
nuevas instituciones que se echan de menos en él, reordene las materias, pero deje intacto lo mucho de bueno
que en él hay, especialmente su lenguaje, en que nuestro Código es inigualable.
Un tema curioso es que el matrimonio no se encuentra en el CC (la celebración del matrimonio), sino en la Ley
de Matrimonio Civil. El matrimonio no está en el CC original porque el matrimonio en la época que se dicta el
CC era regulado por las leyes canónicas. Después cuando se dictaron las leyes laicas, entre ellas la Ley de
Matrimonio Civil, provocaron revuelo en este país, y se decidió dictar una ley e incorporarla en el CC, este
define el matrimonio en el art. 102, establece los derechos y obligaciones de los cónyuges solamente. Pero no
habla de obligaciones de carácter pecuniario de esas normas.
PRINCIPIOS
Observaciones generales:
a) Antigüedad tienen raíces en Roma, pero se han ido enriqueciendo con permanentes aportes posteriores.
b) Contenido son principios generales del derecho; aplicables a toda la materia jurídica.
- Desde el punto de vista legislativo podrían formar parte antes que de un CC, de una ley de bases
generales.
- Desde el punto de vista doctrinario deberían tratarse en estudios jurídicos generales o
introductorios. Pero como por tradición jurídica sus más claros asientos positivos se incorporan a los
CC y tienen sobresaliente aplicación en las materias civiles, es propio tratarlos entra disciplina.
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más especificados ante determinadas situaciones. Tales elementos que lo adecuan son útiles para asegurar
un funcionamiento más objetivo de la equidad.
f) Análisis de cada principio se suele distinguir entre elementos constitutivos y requisitos de procedencia,
pero en su concreta aplicación debe actuarse con flexibilidad.
g) CC chileno no consagra estos principios en términos generales y expresos. En esta omisión influyen
distintos factores, además estos implican limitaciones al ideario voluntarista que preside la regulación
patrimonial en él contenida. Sin embargo, en determinadas materias específicas los enuncia directamente
o las normas parecen claramente inspiradas en algunos de ellos. Se afirma que estos principios están
consagrados con validez general y que fundados en la equidad, forma parte de todo el ordenamiento.
h) Aclaración terminológica un principio es una proposición valórica. El principio no debe enunciarse como
“principio de buena fe”, sino que como “protección de la buena fe”.
1) Protección de la buena fe
2) Protección de la apariencia
3) Respeto a los actos propios
4) Repudio al enriquecimiento sin causa
1.-PROTECCIÓN DE LA BUENA FE
Se debe comenzar aclarando que el substantivo es la fe, la cual puede revestirse de los adjetivos: buena o mala.
- Fe convicción o creencia.
- Buena fe convicción de actual lícitamente
Ese principio consiste en que el derecho protege a las actuaciones de buena fe, por lo mismo se repudia la
actuación de mala fe.
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Extensión
- La doctrina actual enfatiza este principio y hace procedente darle aplicación en todas las instituciones
jurídicas.
- Incluso se menciona que es fundante de otros principios.
- PERO jamás es excusa para no cumplir la ley (Art. 706 inc. final).
Códigos
Códigos extranjeros del siglo XX le destinan textos de aplicación general con permanente influencia Ej.: CC
alemán, suizo, español, italiano, boliviano, peruano, paraguayo.
El CC chileno consagra este principio expresamente y con alcance general. Sin embargo, se consagra en
numerosas disposiciones: Art. 1546, 122, 702, 706 y 707, 976, 94, 1687, 1739.
Aplicabilidad
Tales disposiciones son suficientes para concluir que tiene definida consagración en nuestro derecho, no
obstante falta de norma general expresa.
Su vigencia como principio con sus diversas funciones surgirá en aquellas situaciones en que no hay norma que
ordene considerarlo y ha de ser el juez quien, atendidas las características del caso, decida que es ocasión de
emplearlo.
Presunción de buena fe
Es generalmente aceptada la conclusión que, salvo que una norma establezca la presunción contraria, se
presume la buena fe (Art. 707). Aunque tal norma está establecida en materia posesoria, se le tiene por norma
de aplicación general.
En cuanto a la mediación o evaluación de los casos concretos, se ha difundido una distinción entre
El autor no comparte tal distinción, por cuanto la fe es una sola. Lo que suele entenderse por fe objetiva es más
bien un método para evaluar la fe del sujeto. Ante la imposibilidad de descubrirla, atendida a su naturaleza
subjetiva, hay que acudir a medios indirectos, entonces aparece la comparación de la actuación del sujeto con
la conducta de tendría que haber adoptado.
Mecanismos de medición
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- Ley ordena expresamente considerar la fe del sujeto, derivando cierto efecto según la tenga buena o mala.
- La ley dispone que ciertos hechos o actuaciones revelan la fe.
Se está en presencia de una presunción judicial, configurándose una evaluación objetiva judicial. Esta es la
actitud que mayoritariamente adopta el legislador.
El juez deberá comparar la conducta del sujeto con lo que él estime por buena o mala fe, o con lo que
objetivamente se entiende por conducta recta.
3° Aplicación del principio cuando no existe norma legal que ordene considerar la fe
Buena fe “creencia” o convicción propia es los derechos reales Ej.: posesión: convicción se ser el dueño.
La buena fe adopta la forma de esta convicción.
Buena fe “comportamiento” propia de las obligaciones y contratos Ej.: ejecución de una obra material.
Es una conducta o modo de comportarse.
No parece convincente separar dos categorías de fe, se trata de dos fisonomías que adopta en diversas
situaciones; más aún, el comportamiento siempre está íntimamente vinculado a la convicción (y hasta deriva
de ella).
Y en cuanto a la adjudicación de campos de aplicación, debe entenderse sólo como un predominio o vigencia
más frecuente.
En ocasiones al negligente se le califica como sujeto de mala fe; diligencia y fe son conceptos diversos.
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Es perfectamente concebible ser negligente y estar de buena fe. Distinto es que haya situaciones en las que
pueda justificarse aplicar a un negligente el mismo tratamiento que se aplica a un sujeto de mala fe.
2.-PROTECCIÓN DE LA APARIENCIA
Ha sido en el Derecho comercial, por influencia de diversos factores (confianza y rapidez), donde se ha ido
desenvolviendo la noción de apariencia, el cual por su evidente justificación ha ganado presencia también en el
derecho civil y en el derecho de las obligaciones.
Concepto
Principio en virtud del cual quien actúa guiándose por las actuaciones que contempla a su alrededor debe ser
protegido si posteriormente se pretende que esas situaciones:
- no existen o;
- tienen características distintas de las ostensibles.
Origen
Tiene su base en gran medida en la buena fe y en cierto sentido viene a resultar una concreción de ella, en
cuanto se parte del supuesto de que el sujeto tiene la convicción de que es realidad lo que observa, y
desconoce la existencia de otra que pudiera ocultarse tras aquella.
OJO Si se demostrare que sabía que lo externo es sólo apariencia y que la realidad era otra, ya no es digno
de protección jurídica.
Es base de Se vincula a la doctrina de los actos propios, en términos que, en base en la buena fe, se protege
a quien actúa guiándose por la apariencia y confiando en la coherencia de los actos propios.
Es una manifestación de Manifestación de como los hechos pueden influir en el derecho, desestimando
soluciones que emergen de la lógica legal para amparar situaciones de hecho. Ej.: arts. 1490, 1576, i 2°, 2173.
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La apariencia es considerada en cuanto reveladora de derechos Los derechos se manifiestan y
exteriorizan mediante su ejercicio, el cual se traduce en hechos concretos, materiales. Entonces, cuando se
configura un conjunto de hechos de esos que se ejecutan cuando se tiene un derecho (hechos reveladores
de un derecho) se puede estar en:
a. Ante una situación en que efectivamente el derecho se tiene (tras los hechos, tras la exteriorización, está
el derecho respectivo)
b. Se puede estar ante una pura apariencia (creencia errónea) “Derechos aparentes”.
Aquí apariencia se vincula con la buena fe, para dotar a la apariencia de efectos jurídicos protegiendo a
los terceros de buena fe, quienes tenían la convicción de que se estaban relacionando con quien
efectivamente era el titular del derecho.
a) En la responsabilidad civil:
Este apoyo se buscaba para tranquilizar la incomodidad que significaba aplicarla en situaciones de silencio legal.
Se postula que si al descubrirse la verdad, se impone la solución jurídica normal, los terceros que actuaron
guiados por la apariencia verían extinguirse sus derechos, sufriendo el consiguiente perjuicio.
Y, por otra parte, si esa apariencia se produjo es porque el verdadero titular omitió u olvidó ejercer sus
prerrogativas, o a veces más, contribuyó activamente a que la apariencia se desarrollare, con lo que incurrió en
negligencia o falta por la que debe responder.
La más adecuada reparación de ese perjuicio es impedir que se impongan soluciones lógicas, manteniéndose
los derechos de los terceros.
En este planteamiento el elemento central es la conducta del verdadero titular, y la apariencia constituye solo
una modalidad que adopta la reparación.
Crítica Ocurre que en muchas ocasiones resulta difícil configurar una falta de parte de titular, y aún más,
suele no existir.
La apariencia, ese hecho o conjunto de hechos que se han configurado confiriendo la creencia de que tras ella
existe el derecho correspondiente, debe provocar el efecto que anuncia, en quienes justificadamente han
creído esa realidad.
En este planteamiento debe agregarse un complemento que estimamos necesario para su integridad, que se
pronuncia sobre el origen del derecho que se reconocerá al tercero que se ha fiado de la apariencia.
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- Ni del titular efectivo (que no los ha querido transferir)
No queda otra opción que concluir que se le derivan de la ley, o, si se le prefiere del ordenamiento jurídico, el
derecho.
En este sentido este principio se erige en una corrección a los categóricos efectos del adagio: “Nadie puede
transferir más derechos de los que tiene”.
El tercero no adquiere el derecho del titular que no lo tenía (solo parecía tenerlo).
El tercero logra el derecho, sólo que no del que parecía transferírselo (en cuyo caso se rompería aquel otro
principio), sino del orden jurídico.
Beneficia a al que quiere actuar, el que quiere emprender negocios o actividades que benefician a la
comunidad. (“seguridad dinámica”)
El principio viene a animar el actuar, ofreciendo a los emprendedores la seguridad de que los derechos que
deriven de sus actuaciones les serán mantenidos.
En estos términos el principio cumple un rol de utilidad social, de estímulo a emprender actividades.
Le infunde temor de ver extinguido su derecho. Pero la seguridad a la que el aspira es estática, que puede
conducir al inmovilismo y que, por lo mismo, resulta socialmente menos útil.
a) Error común impone exigencias determinadas para configurarse. Cuando se padece cumpliendo esos
requisitos, produce su efecto de sanear una situación jurídicamente defectuosa.
- Se exige buena fe del que lo aduce
- Que sea padecido por un número apreciable de personas de la comunidad
- Que existen las llamadas apariencias de legitimidad.
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Estas características han sido exigidas con riguridad, hasta llegarse a la noción de error invencible, es
decir, a exigirse que el error tenga tal fuerza, que no haya sido posible vencerlo, salir de él.
b) Error legítimo noción una menos rigurosa. La flexibilidad se manifiesta en dos sentidos:
- Ya no se exige que el error lo padezca la generalidad del grupo social, basta que lo padezca quien lo
aduce de error común para a ser individual.
- No se exige invencibilidad o que el sujeto haya desplegado intensas averiguaciones para descubrir la
verdad, basta el despliegue de normales averiguaciones, basta una diligencia normal.
Se entiende que a los terceros los incitamos a actuar, con cierta rapidez, cuidando de que sean normalmente
diligentes, pero evitándoles búsquedas que son posibles pero complicadas, y por ende, retardantes.
La jurisprudencia extranjera ha llegado a reconocer la noción de error legítimo, pero sin eliminar la de error
común. Esta coexistencia se explica por diversos entornos en que puede funcionar la apariencia:
Error común: En los negocios de transferencia de inmuebles, los cuales habitualmente se efectúan sin
premura, parece mantenerse las exigencias del error común.
Error legítimo: En materias como el mandato, se adopta el criterio más flexible del error legítimo.
Se admite que es más fácil desatar ampliamente la doctrina de la apariencia si el verdadero titular ha
contribuido a configurarla o la ha tolerado (donde hay una inclinación a sacrificar su seguridad estática frente a
la seguridad dinámica). Si él ha sido extraño a la situación creada, es más difícil.
La ley no está para proteger al negligente No basta la buena fe, debe existir error común o error legítimo
para que la ley lo proteja. La apariencia si se acepta, cumple la función de proteger a los terceros que actúan
(seguridad dinámica)
Elementos
Con el conjunto de ambos elementos se logra el resultado de proteger a quien está de buena fe y se ha
equivocado justificadamente.
El derecho no protege a los negligentes, no basta la buena fe, es necesario que esté en presencia de las demás
exigencias del error común o, al menos del error legítimo.
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La sola ignorancia de la situación no es suficiente, debe tratarse de una ignorancia excusable. Debe quedar
demostrado que esa ignorancia no es atribuible a negligencia del equivocado. En este punto las características
de la víctima son influyentes, pues contribuirán a justificarla o no.
Efectos
Los terceros de buena fe, adquieren efectivamente los derechos que creyeron adquirir del aparente titular.
No lo adquieren ni del verdadero titular (no ha querido), ni el titular aparente (no ha podido), sino que lo
adquieren de la ley, o si no, del ordenamiento jurídico, o del derecho.
De modo que, en rigor, el acto del cual el tercero creyó obtener el derecho sigue siendo una ilusión, sigue
ineficaz. Pero este acto constituye el apoyo fáctico para el surgimiento del derecho y tiene el rol de determinar
cuál es el derecho que le surge el que normalmente deriva de esa situación si hubiese sido real.
No es difícil admitir la apariencia para proteger al tercero cuando a nadie perjudica. Pero con frecuencia hay un
titular verdadero de ese derecho.
Aquí conviene advertir que cuando se concede valor jurídico a la apariencia, su vigor puede ser temible, pues
implica rechazar la solución que normalmente consagra la regla jurídica. Es decir, el efecto es oponible también
al verdadero titular. Ej.: art. 1576 inc. 2°
Al verdadero titular le quedará solo la posibilidad de obtener del aparente titular, si es del caso, indemnización,
o del valor de la prestación que como equivalente haya recibido el titular aparente.
Incluso en ocasiones nacen obligaciones para aquel que por lógica nada debía (caso del seudo mandante que
puede resultar obligado por el mandatario aparente).
Pero como límite a este preocupante avance de la apariencia, se ha postulado que su prevalencia se concede
siempre que el acto del titular aparece con el tercero sea oneroso.
La vigorosa protección la CPR confiere al derecho de dominio (art. 19 n° 24) conduce a un conflicto. Cuando se
pretende aplicar la doctrina de la apariencia, con la referida extinción del derecho del titular verdadero, se
podría plantear que al proceder de ese modo estaría privando de la propiedad sobre su derecho, vulnerando la
norma constitucional.
En otro sentido, el titular aparente no puede aprovecharse de la doctrina de la apariencia por su beneficio.
Cuando él sabía que su titularidad era sólo aparente, impedir que se aproveche de la apariencia es fácilmente
aceptable, pero es más difícil cuando él estaba de buena fe, cuando creía que era el verdadero titular.
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Con todo, aun estando de buena fe el titular aparente, la solución se justifica por el fundamento de la doctrina:
se trata de estimular a los terceros a que actúen y de protegerlos si han efectivamente actuado guiándose por
lo ostensible; se trata de contribuir a la seguridad dinámica, no a obtener beneficio de la situación (estática)
existente.
Por otra parte, quien ha creado una apariencia puede resultar obligado en virtud de ella.
Por último, la doctrina es todavía vacilante en comprometer, frente a terceros, al titular aparente sea junto al
verdadero titular o en lugar de éste. Reconociendo a los terceros la eficacia de sus derechos emanados de la
apariencia, y pudiendo, por tanto, oponerse frente al titular verdadero, generalmente no será necesario
concluir que el titular aparente está también obligado ante ellos; más bien muchas veces será ante el verdadero
titular que ha sufrido los efectos de la apariencia ante quien estará obligado (a reparar el perjuicio sufrido si es
del aso; y tal vez ni eso siquiera, si el verdadero titular ha contribuido a configurar la apariencia o la ha
peligrosamente tolerado).
Se pretende obligar al titular aparente sobre la base de que hay que proceder en todo “como sí” él tuviere
realmente el derecho.
La apariencia en sí, cumple una función de proteger a los terceros que actúan; si esa protección ya se ha
conferido, manteniendo los derechos de terceros y quedando obligado el verdadero titular, ya no es necesario
continuar con la ilusión.
Cuando se trata de AJ aparentes, como los autores de la situación creada normalmente tienen derecho a
decidir o convenir una realidad distinta a la que aparentan, entre ellos puede tener valor esa realidad oculta.
De ahí que, cuando se presenta esta disconformidad, generalmente la consecuencia no es ni tiene porque ser la
nulidad del acto oculto. Entre ellos, puede prevalecer el acto oculto.
Entonces, se trata de conjugar esa validez de la actuación oculta con la protección a los terceros, quienes se
guían por la apariencia.
Aquí surge el concepto de inoponibilidad: el acto oculto podrá ser eficaz para sus autores, para los terceros es
inoponible, es decir, para ellos es ineficaz, es como si no existieran, para ellos lo oponible es la actuación
ostensible, la aparente.
El CC chileno establece muchas disposiciones inspiradas en esta noción, que puede ser ampliado con otros
textos del mismo CC y otros cuerpos legales es perfectamente sostenible la existencia de este principio solo
con algunas limitaciones (objeción constitucional mencionada).
Concepto
Consiste en el deber de sometimiento a una conducta ya manifestada por el sujeto en sus anteriores
actuaciones, evitando así la agresión a un interés ajeno, que su cambio provocaría.
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Exigencia Se exige a cada sujeto que en sus sucesivas actuaciones se mantenga coherente y consecuente, de
modo que las actuaciones posteriores vayan guardando armonía y no contradicción con las precedentes.
Esta exigencia no puede provocar protesta si el sujeto actúa de buena fe, pues actuando así esa coherencia
resultará natural.
La exigencia se justifica en cuanto la conducta pretérita del sujeto crea a su alrededor, en otros que también
actúan de buena fe, la expectativa, una confianza, de que continuará comportándose coherentemente.
Relación entre buena fe y protección apariencia Se concluye que la convicción de actuar lícitamente (buena
fe) a veces se deposita más bien en la apariencia (y permite construir la doctrina protección de apariencia) y a
veces más bien en la coherencia (conduce a la noción del respeto a los actos propios).
Aplicación conduce a vigorizar la solidaridad en el grupo social, cuando cada miembro percibe su
dependencia de los demás y, por ende, la recíproca independencia de todos.
No debe exagerarse la exigencia No se trata de pedir una coherencia absoluta y eterna. Por una parte se trata
de conductas relevantes e influyentes y por tanto meditadas, por lo mismo, tendrán que ser evaluadas
considerando ciertos factores que permitan comprobar cierta solidez.
Considerando la vida cotidiana todo incurrimos en contradicciones, sin pretender defraudar u obtener
provecho; y más aún, por le animo de perfeccionamiento humano conduce a adoptar conductas posteriores
diversas y aun contradictorias.
Como es importante el efecto de expectativa que provoca la actuación de terceros, transcurrido un tiempo
prudente ha de entenderse que ese efecto ha desaparecido. Se comprende que puede haber alteraciones
derivadas de distintas circunstancias, y por tanto será aceptable un cambio de actitud.
Elementos
a) Que el sujeto adopta una conducta Conducta constituida por un acto o un conjunto de actos que
revelan determinada actitud.
- Constituye una adopción de posición ante un estímulo o interés que lo ha incitado, compuesta por
hechos (u omisiones) en determinadas circunstancias.
- Cuando se trata de AJ típicos la actuación no es considerada, tanto por los precisos efectos que
generan, sino por lo reveladora de actitud.
- Se ha concluido que la actitud asumida puede presentar en la persona dos direcciones:
1. Una actitud respecto de su propio derecho actitud viene a constituir una verdadera
autolimitación; las limitantes, debilidades, característica que el manifieste al comportarse en su
ejercicio serán captados por terceros quienes se guiarán por ellas.
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2. Una actitud respecto del derecho de otro su comportamiento implicará que, al reconocer el
derecho de otro y sus características, le impedirán oponerse más tarde al ejercicio de ese
derecho.
En opinión predominante, esta actuación debe ser vinculante, relevante, eficaz y consumada.
No se trata necesariamente de un AJ definido ni menos de uno creador de derechos (contrato), así como
tampoco de un hecho puramente material se trata de una actuación que surte algún efecto jurídico, que
trasciende en el ámbito jurídico de las que importan al derecho y, por lo mismo, que afectan intereses de
otras personas.
Un AJ determinado es por cierto admisible, pero en cuanto importa la adopción de actitud y no mayormente
por sus específicos efectos.
Jurisprudencia española establece que se trata de actos encaminados a crear, modificar o extinguir derechos
entre tras personas, de modo de que “causan estado”, en el sentido de que fijan posición, definiendo
inalterablemente la situación jurídica de su autor. Esa precisa exigencia ha sido discutida y matizada: podría
bastar el ostensible destino a lograr esos efectos aunque no se logren.
Debe tratarse de una actuación que demuestre una actual y definida actitud, quedando excluidos los puros
propósitos, aspiraciones, opiniones, confidencias, expresiones incidentales, careciendo fuerza vinculante.
- Examen de las circunstancias dentro de las cuales la conducta se manifestó; ellas confieren sentido y
dimensión a las actuaciones.
- Frecuentemente estas estarán unidas al hecho o conjunto de hechos, pero si no, quien pretende fiarse de la
actuación ha de indagar esas circunstancias en las que siempre los hechos se insertan.
Esta apreciación objetiva implica restarle importancia al propósito con el que la actuación haya sido desplegada.
Se justifica ello considerando que debe respetarse el acto propio en protección a los terceros que se fían de él,
sin conocer la finalidad de la actuación.
Se estima conveniente no extremar esa objetividad, puesto que si bien los terceros se pueden guiar por la
actuación, también se trata de obtener una coherencia de comportamiento, donde la finalidad de la conducta
no puede ser excluida; en estos términos, la manifestación del propósito contribuirá a definir mejor las
situaciones dudosas.
El acto debe ser unívoco, conducente en un solo sentido o significado, y en conclusión inmediata, sin tener que
efectuar deducciones o investigaciones para establecerlo.
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En principio, el acto que genera la conducta ha de ser eficaz.
Los ineficaces en general no constituyen para los terceros una guía de comportamiento para sus actuaciones.
Pero surgen dos advertencias:
1. En materia de nulidad los actos han de tenerse válidos mientras el órgano jurisdiccional no los declare
nulos. Una conducta posterior de sujeto, contradictoria con un acto suyo, ineficaz (pero en apariencia
eficaz y sin sentencia de ineficacia), pudiere llegar a ser reprochada de contravenir sus propios actos.
2. El haber celebrado un contrato, impediría a su autor o partícipe más tarde impugnarlo, porque contravendría
un acto propio En principio no es así, no hay contradicción, la coherencia que se postula no puede
exigirse en obstáculo para impugnarlo; ya se dijo que los ineficaces generalmente no constituyen guía para
los terceros, pero, además, la titularidad de la acción que proviene de la ley no puede quedar subordinada
a esta doctrina, la cual, de admitirse conduciría una generalizada privación de las acciones de ineficacia a
todo celebrante de actos jurídicos.
Por último, en ocasiones la ley se decide a impedir la impugnación, acudiendo a otro principio: el nemo auditur.
También es admitida la aplicación del principio en aquella circunstancia en que el autor del acto ineficaz y
titular de la acción (renunciable) despliega una conducta incompatible con la impugnación y más tarde
pretende impugnar.
Consumada, no sólo en el sentido de estar concluida en todos los elementos de que se compone su naturaleza,
sino también en el sentido de que en esos términos queda configurado el carácter definitivo de la conducta.
Dos observaciones
2. Error Aquí se aprecia la lucha entre el derecho a enmendarse y la necesidad de proteger a los terceros
que confían en la coherencia.
Se sostiene que si se demuestra haberse adoptado la conducta debido a cierto error, no se aplicaría la
doctrina y sería admisible más tarde contradecirse. Pero se ha negado tal posibilidad prefiriendo la
protección de terceros.
Si el error fue conocido por quién más tarde exige la coherencia o era de tal naturaleza que no podía
menos que percibirlo no sería digno de protección, lo que trae el efecto de que el autor podría
contradecirse.
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Por último, es claro que las conductas contradictorias simultáneas se desvirtúan, los terceros no pueden
pretender amparo ante una posterior conducta del agente, desde luego en esa situación no podrían haber
confiado en que el sujeto será coherente en su actuación futura; además, si actúa más tarde, la incoherencia
que denuncien será con una de las dos primeras, pero siendo así habrá coherencia con la otra (pero quedaría
pendiente la posibilidad por el conocimiento; pudiere ocurrir que un tercero hubiere conocido sólo una, la que
después fue contrariada).
b) Actuación posterior del mismo sujeto la cual debe revelar una actitud o conducta contradictoria con la
anterior.
Esta actuación debe importar una pretensión jurídica; generalmente estará involucrado el ejercicio de un
derecho del sujeto.
Con esta segunda actuación el sujeto pretende obtener a su favor (positivamente, pidiendo algo, o
negativamente oponiéndose a una pretensión en su contra) sin importar su incongruencia.
Para que surja el reproche de esta segunda conducta debe haberse adoptado en el mismo ámbito de
intereses de la primera.
c) Una contradicción que surge de la comparación de las dos actitudes: la segunda se concreta en un
resultado que el agente persigue. Debe fluir con claridad y precisión y sobretodo de un modo inmediato o
directo, no mediante deducciones o investigaciones para desentrañar el sentido de la actuación.
d) Con la segunda actuación ha de resultar afectado un tercero La sola contradicción no sería suficiente.
Se trata de proteger a otros de la incoherencia del sujeto.
La libertad de actuación conduce a respetar contradicciones conductuales o arrepentimientos, que
siempre tienen una explicación que no pueden presumirse ilícita o reprobable como para sancionarlos. Es
el daño a terceros confiados en la actitud antes mostrada lo que justifica coartar esa libertad y aplicar la
regla. En ciertas circunstancias este tercero podría ser un cocontratante, así puede ocurrir con la
conducta de un sujeto en la ejecución de un contrato.
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En cuanto a las consecuencias que se derivan de la contradicción, o en cuanto a los efectos de la aplicación de
la regla se ha producido una dispersión doctrinaria (indemnización al sujeto dañado, pérdida de derecho del
cual era el titular el que se contradice, inoponibilidad)
No se trata de la privación a todo trance del derecho del sujeto que se ha contradicho, más bien es el rechazo al
ejercicio del derecho, facultad o pretensión.
En la generalidad de los códigos no implantan este principio, por ello se efectúan ensayos de búsqueda de
textos que se inspiren en él. Se debe advertir que muchos de ellos pueden tener una motivación más o menos
directa en la buena fe.
CC chileno art. 192 inc. 3°, 669 inc. final, 1230, 1244, 1546, 1566, 1707, 2135.
1. Simples revocaciones de actos celebrados Ej.: un sujeto dona algo a otro y más tarde pretende que no,
que deja sin efecto la donación Se trata de la revocación de un acto; allí el sujeto se está retractando, y
por tanto basta acudir a la regla de la irrevocabilidad del acto o a la seriedad de la voluntad., en definitiva,
basta sostener el nacimiento de un derecho para algún tercero, que no puede ser extinguido por sola
voluntad del sujeto que ya consintió; basta acudir al respeto de los derecho adquiridos.
Es cierto que la irrevocabilidad puede relacionarse en el fondo con el principio que se comenta, pero no
hace falta elevar la conclusión al rango de principio que se comenta, pero no hace falta elevar la
conclusión al rango de principio para solucionar esos casos.
Aplicación
En la doctrina parece predominar su subsidiariedad (o carácter residual) Se le estima aplicable sólo cuando el
ordenamiento no dispone de otra institución que directamente resuelva el conflicto. Conviene recordar que son
muchas las materias en que la ley, por variadas justificaciones o protegiendo diversos intereses, admite la
contradicción. Permite venir contra los actos propios (se trata de casos donde se permiten retractaciones o
revocaciones) Ej.: arts. 999, 1136, 1412, 99 C de C.
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NOCIONES PRELIMINARES
Art. 578 concepto de derecho personal, el cual es incompleto, pues nos presenta dicho derecho sólo desde
su aspecto activo (acreedor): derecho que solamente puede reclamarse una persona (el deudor). Pero también
debe considerarse el punto de vista contrario, del deudor: para él el derecho personal es una deuda, una mera
obligación.
Derecho personal es correlativo a una obligación. Pero el concepto de obligación propiamente tal, es más
amplio que el solo aspecto pasivo. Comprende ambos aspectos: pasivo y activo, el crédito y la deuda.
Las diferencias derivan de su naturaleza, la que es determinada por la forma en que los seres humanos
aprovechan las cosas materiales: directa o indirecta
1) Directa es el caso de los derechos reales, los que se hacen valer sobre la cosa sin respecto a
determinada persona.
2) Indirecta es el caso de los derechos personales, ya que se obtienen por intermedio de una persona la
que se ha puesto en la situación de dar, hacer o no hacer.
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preferencia para el pago a su titular. privilegio, sino en el caso en que el legislador
expresamente lo otorga.
CONCEPTO DE LA OBLIGACIÓN
Etimológicamente la palabra obligación proviene del latín “obligatio”, y éste de “obligare”. (ob = alrededor y
ligare = ligar o atar), de modo que significa ligadura o sujeción física, reflejando la situación del deudor en el
derecho primitivo.
Con carácter restrictivo se le da a la obligación la acepción de sinónimo de deuda, es decir, considerando uno de
los aspectos que comprende. Este es el sentido correcto que se da a la palabra.
También se usa para denominar ciertos títulos de crédito, así se habla de obligaciones de tal sociedad o de tal
Estado (hace sinónimos bono o empréstito). En algunos casos se usa de sinónimo de documento, por ej.: art.
2523 n° 1.
Pothier las obligaciones son un vínculo de derecho que nos liga hacia otro a darle, hacer o dejar de hacer
alguna cosa”.
En el CC chileno erróneamente se dio esta definición para el contrato o convención: Art. 1438.
Andreas von Tuhr da mayor atención al aspecto pasivo de la obligación y dice que esta es la relación jurídica
establecida entre dos o más personas, por virtud de la cual una de ellas – el deudor – se constituye en el deber
de entregar a la otra – el acreedor – una prestación.
CC no da una definición de obligación. Pero diversas disposiciones dan elementos suficientes para establecer el
concepto de que de ella tuvo el legislador:
Art. 1438 pretende definir el contrato, pero en realidad no da una definición sino que determina el
objeto de la obligación: dar, hacer o no hacer.
Art. 1460 insiste en lo anterior.
Art. 2465 y 2469 consagra el denominado “Derecho de Prenda general”, es decir, establecen que
todo deudor al contraer una obligación, afecta la totalidad de su patrimonio a su cumplimiento, y que a
la inversa, cada acreedor tiene para garantizar su acreencia todo el patrimonio del deudor. Salvo
excepciones, todos los bienes del deudor responden al cumplimiento de dar, hacer o no hacer.
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Concepto “vínculo jurídico entre personas determinadas, en virtud del cual una de ellas se coloca en la
necesidad de efectuar a la otra una prestación que puede consistir en dar una cosa, hacer o no hacer algo”.
Distinción obligación con otros deberes
Las obligaciones morales, o los deberes morales o éticos se diferencian fundamentalmente de los deberes
jurídicos, y por ende de las obligaciones:
Deber jurídico (género) norma de conducta impuesta coactivamente por el legislador, en el sentido de que se
sanciona su inobservancia.
Este deber general de conducta puede reducirse a que hay que actuar conforme lo prescribe el
ordenamiento jurídico, estando sancionada cualquiera infracción al mismo.
2. Deberes específicos de conducta el legislador mismo suele calificarlos de obligaciones, aunque no lo son
técnicamente. Ej.: deberes de familia que rigen las relaciones no pecuniarias entre padres e hijos y entre
cónyuges.
3. Obligaciones en su sentido técnico estricto Relación obligatoria. Son susceptibles de ejecución forzada y
de indemnización de perjuicios en caso de infracción (diferencia fundamental con los deberes específicos
de conducta)
CONCEPCIONES
Concepción subjetiva:
- Concibe a la obligación como un deber (deuda).
- La obligación recae básicamente en el comportamiento o conducta del deudor dirigido a la prestación;
recae, concretamente, en un acto que debe efectuar el deudor.
- Esta es una visión ética de la obligación, interesada más que nada en el comportamiento del deudor.
- Le importa el deber prestar.
Concepción objetiva:
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- Concibe a la obligación basada fundamentalmente en la responsabilidad (la cual emana directamente
de la coacción).
- La obligación recae básicamente en el sometimiento de patrimonio del deudor al derecho del
acreedor, a su facultad de agredirlo ante el incumplimiento. Se centra en el resultado que logra el
acreedor, en lo que el obtiene de patrimonio del deudor, en que sea exactamente la prestación
convenida o la indemnización.
- Esta es una visión eminentemente económica de la obligación, interesada en su efectividad.
- Esta concepción explica que algunos autores ofrezcan una definición de obligación como un vínculo
jurídico entre el acreedor y el patrimonio del deudor y, más allá, entre dos patrimonios.
- Le importa el deber recibir.
Postura intermedia ambos elementos: el deber de prestación (el débito o deuda) y la responsabilidad
son igualmente trascendentales y ambos conforman la estructura de la obligación.
- Primero surge la prestación, y si no se cumple,
- Surge la consecuencia de la agresión del acreedor al patrimonio del deudor para impetrar la
ejecución forzosa o la indemnización correspondiente.
1. Por una parte, importa desplegar el comportamiento que supone la prestación contraída
2. Por otra, importa sujetarse, en ese despliegue, a las normas generales de conducta, presidas,
destacadamente, por la diligencia y la buena fe.
Estas concepciones reflejan debates específicos, o dicho en otros términos, las diversas posturas ante debates
específicos en el fondo se están apoyando en estas concepciones generales, ej.: la conveniencia de extender o
restringir la lista de bienes inembargables o la interpretación de una norma en orden a si deja a cierto bien
inembargable o no, se vinculan a ellas.
Otro tanto, ocurre con la lista de causales de inimputabilidad, etc. Quien participe de la primera concepción,
tenderá a ser más generoso con la lista de inembargables y con las causales de inimputabilidad y tenderá a
interpretar las normas en esa misma dirección; y quien participe de la concepción objetiva tenderá a adoptar la
actitud opuesta.
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El débito (debitum, schuld) y;
La responsabilidad (obligatio, haftung).
Se conciben con autonomía, como dos realidades diferentes, independientes, que se presentan habitualmente
juntas, pero que también pueden aparecer separadamente.
Ha tomado base en investigaciones históricas del derecho germánico primitivo, en las cuales quedó establecida
la actuación independiente en aquella época.
La obligación sólo contenía el débito, el deber de cumplir, de ejecutar la prestación. Para que surja
responsabilidad era necesario celebrar, al tiempo o después un acto distinto.
Con el tiempo se ha producido la confusión, de modo que en el derecho moderno ambos elementos surgen
simultáneamente, en un solo acto, al crearse la obligación, pero – conforme a esta tesis – eso no impide que
puedan disociarse.
Así, el dato histórico pasó a constituirse en construcción jurídica y, a continuación, ésta ha llegado a
convertirse en instrumento explicativo de varias figuras del derecho positivo.
En efecto, se pretende que el postulado es aplicable al derecho moderno, en cuyos textos se ven diversas
situaciones que quedarían explicadas precisamente debido al funcionamiento separado ya de uno ya de otro de
los elementos.
a) Habría débito sin responsabilidad en la obligación natural (arts. 1470 y sgtes.) Se debe (y tan es así que
si se paga no se puede pedir restitución), pero si no se paga, nada ocurre al deudor, no responde. Se ha
citado también el de la obligación modal.
b) Habría responsabilidad sin débito en la fianza el fiador responde, pero no debe, quien debe es el
deudor. También en el tercer poseedor de la finca hipotecada; él responde con la finca, pero nada debe
(otros llaman a este caso responsabilidad de cosa, sin débito del propietario de ella).
d) Habría responsabilidad sin deuda actual casos de cauciones para garantizar obligaciones futuras (Arts.
2339, 2412 inc. final).
Cada uno de estos casos se ha rebatido, oponiéndose para ellos explicaciones distintas, que implican negar que
se signifiquen presencia autónoma ya de débito ya de responsabilidad.
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Se ha insistido que en el derecho moderno ya está fundidos ambos elementos, de modo que la obligación se
estructura con ambos (Art. 2465).
ELEMENTOS DE LA OBLIGACIÓN
El Art. 578 al definir el derecho personal o de crédito, señaló que “sólo puede exigirse de ciertas personas”,
destacando el carácter personal de la obligación, que se diferencia precisamente del derecho real.
El vínculo jurídico existe entre personas determinadas, es decir, entre dos personas:
Por eso es que la promesa o propósito que se haga una persona de realizar una prestación determinada no
entra en el campo de la regulación del Derecho Civil, ya que no hay acreedor que pueda exigir el cumplimiento
de esa promesa.
Sujetos de la relación
a) Acreedor sujeto activo de la obligación, el beneficiario ella, aquel en cuyo provecho se ha contraído la
obligación, y quien puede exigir su cumplimiento.
- Para él ella forma parte del activo de su patrimonio.
- Es titular del derecho de crédito.
b) Deudor sujeto pasivo de la obligación. Queda sujeto a la necesidad jurídica de otorgar prestación, y
de no hacerlo así, a la responsabilidad derivada de su incumplimiento.
- Para él la obligación constituye una carga en su patrimonio.
- Es titular correlativo del vínculo jurídico obligatorio.
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Acreedor y deudor forman el elemento subjetivo de la obligación. Abeliuk señala que no obstante la obligación
es un vínculo personal, se ha ido perdiendo su carácter de estrictamente subjetivo. En relación a ello se deben
considerar dos aspectos:
Originariamente la obligación es una relación donde el deudor quedaba sujeto a su acreedor, pero actualmente
existen opiniones doctrinarias que la consideran desde un punto de vista objetivo.
Acreedor y patrimonio del deudor Para algunos en la obligación la relación se produce entre el acreedor
y el patrimonio del deudor, ya que con este responde el obligado del cumplimiento de la obligación, en
virtud del derecho de prenda y general del acreedor, y no con su persona.
Incluso se llega a sostener que el crédito sería un derecho real, ya que se ejercería sobre una cosa, con la
diferencia que el objeto no sería singular, sino universal: el patrimonio.
Relación entre patrimonios (punto de vista activo) Otros afirman la exclusiva patrimonialidad del derecho
personal. La obligación sería una relación entre patrimonios, independiente de la personalidad de los
sujetos de ella.
Estas doctrinas no han tenido general aceptación. Mayoría de los autores siguen la concepción clásica de la
obligación relación entre los patrimonios, a través de las personas de sus titulares.
Hay que tener presente que la objetivización de la obligación ha influido en numerosas instituciones,
permitiendo la existencia de obligaciones sin persona, sino con un patrimonio responsable, lo que en nuestra
legislación no es posible.
La objetivación de la ha permitido cada vez con mayor facilidad el reemplazo del sujeto activo o pasivo, de
primero se lo acepto en ambos sentidos por sucesión por causa de muerte Los herederos adquirían en la
misma calidad de acreedor o deudor que terna el causante conjuntamente con el patrimonio de este. De tal
manera se producía un cambio de sujetos en la obligación salvo en las que se declararon intransmisibles.
Por acto entre vivos no se aceptaba la sustitución de las partes en la relación obligacional, sino que para hacerlo
era preciso extinguir la antigua obligación y reemplazarla por tina nueva por de la novación.
Primeramente se impuso el traspaso del aspecto pasivo de la obligación, a través de la cesión de créditos,
principalmente (N.° 1.047), institución hoy plenamente aceptada.
El legislador nacional concibe el crédito como una relación entre personas determinadas.
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Desde el punto de vista pasivo obligaciones ambulatorias o “propter rem” en las cuales resulta obligado a
efectuar la prestación el que tenga la calidad de dueño o poseedor de la cosa al tiempo de exigirse su
cumplimiento. En ellas el deudor no lo es personalmente, sino en cuanto tiene un derecho sobre la cosa, de tal
forma que si cesa su relación con ella deja de estar obligado. Ej.: Gastos comunes.
Desde el punto de vista activo El sujeto activo estará indeterminado en aquellos casos que se consideran
como declaración unilateral de voluntad. Ej.: Títulos al portador o promesa de recompensa.
Es el elemento objetivo de la obligación: es lo que se debe, la conducta del deudor que puede consistir en dar,
hacer o no hacer (Art. 1438)
Es interés que tiene en la obligación el acreedor y correlativamente lo que el deudor ha obligado para con el
primero.
Temas:
- “inmediato” la prestación.
- “mediato” hecho abstención o cosa en que ésta consiste.
El objeto debe reunir los requisitos comunes a todos los actos jurídicos:
Debe existir, o por lo menos esperarse que exista (Art. 1461) Si la cosa existía pero ha perecido antes de
la obligación, ésta es nula absolutamente, pues falta el objeto (ver art. 1814)
Debe ser comerciable sólo por excepción las cosas son incomerciables como las comunes, los bienes
nacionales de liso público, sin perjuicio de los actos que pueden realizarse su respecto, como la concesión a
un particular, y aquellas que la ley coloca al margen del comercio jurídico, como ocurre con los
estupefacientes, etc.
Debe estar determinada o ser determinable En este último caso el propio acto o contrato debe contener
los datos o fijar las reglas que sirven para determinarlo. La determinación puede ser en especie o cuerpo
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cierto, que es la máxima, y también en género. En todo caso en la obligación genérica debe estar
determinada la cantidad.
Debe ser lícito Cuando se trata de un hecho o una abstención, el objeto debe ser determinado o
determinable, y física y moralmente posible (inc. final del Art. 1461). Y el mismo precepto aclara que es
físicamente imposible el contrario a las leyes de la naturaleza, y moralmente imposible el prohibido por las
leyes, o contrario a las buenas costumbres o al orden público.
2. Patrimonialidad de la prestación.
Doctrina clásica romana (Pothier) sostiene que la obligación debe tener siempre un contenido
económico, y sólo puede no tenerlo, por excepción si el condición o modo de una obligación pecuniaria, o
va acompañada de una pena para el caso de infracción.
El argumento principal de esta doctrina, es que si no concurren las circunstancias de excepción señaladas,
en caso de incumplimiento de la obligación no habría protección jurídica para el acreedor, pues no
procedería ni la ejecución forzada ni la indemnización de perjuicios (principales derechos del acreedor si
el deudor no cumple).
- Ej.: Promesa de pagarle dinero a una persona si estudia Derecho durante un año en Orleans, y la
promesa de una persona de no dedicarse nunca más a los juegos de azar, sujetándose a una multa
para el caso de infracción.
Doctrina de Von Ihering Para que exista obligación basta un interés del acreedor, aunque no sea de
carácter patrimonial, porque el Derecho no ampara sólo los intereses materia les, sino también los
morales de la persona.
En cuanto a la sanción por incumplimiento esta doctrina lleva necesariamente a la indemnización del
daño moral.
- Ej.: Persona enferma da en arrendamiento una de las piezas de su casa a otra imponiéndole la
obligación de no hacer ruidos.
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Doctrina intermedia (Sciojola y Ruggiero) Distinguen la prestación misma, que siempre debe ser
patrimonial, y el interés del acreedor, que bien puede ser meramente afectivo, moral o estético.
- Ej.: persona que por el deseo de poseerlo, encarga un cuadro a pintor famoso.
El interés del acreedor es meramente estético, pero la prestación tiene valor económico, ya que el cuadro
terminado lo tendría y, en consecuencia, es posible si no la ejecución forzada, al menos la indemnización
de perjuicios. Esta es la doctrina de CC italiano.
Los demás Códigos normalmente no se pronuncian sobre el punto; así ocurre con el francés y el nuestro, el
alemán, etc., por lo que la doctrina ha podido sostener que no es requisito indispensable de la obligación su
carácter pecuniario.
3. Debe el objeto debido ser del dominio del deudor cuando consiste en una cosa
- Art. 1460 y sgtes., no lo exigen.
- CC no contiene reglas relativas al poder de disposición hecho de que le sujeto esté habilitado por la
ley para privarse de un bien económico, objeto de derecho.
- Se puede exigir poder de disposición cuando el sujeto que dispone, que se obliga, debe ser el titular del
derecho que pretende constituir en favor del acreedor.
- Como no hay norma general respecto al derecho de disposición, y lo común es que no se exija, es que
son válidos los negocios sobre cosa ajena (Art. 1815); en cambio en otros se exige poder o facultad de
disposición (Art. 1107).
- Conclusión no es requisito, por norma general, que el objeto de la obligación, cuando es una cosa,
sea de propiedad del deudor.
4. La causa de la obligación.
De acuerdo al Art. 1467, no puede haber obligación sin una causa real y lícita, pero no es necesario expresarla, y
la causa es el motivo que induce a celebrar el acto o contrato.
Concentrando el problema en las obligaciones contractuales, ya que en las demás no puede haber más causa
que la propia ley que las establece o el hecho que las origina, la doctrina clásica de Domat distingue tres clases
de obligaciones:
1) En los contratos bilaterales la causa de la obligación de una de las partes es la que asume la
contraparte; así en la compraventa, el vendedor se obliga a entregar la cosa, porque a su vez el
comprador se compromete a pagar el precio;
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2) En los contratos reales aquellos que se perfeccionan por la entrega de la cosa la obligación que
contrae el que recibe la cosa, único obligado, es causada precisamente por la entrega que ha recibido, y
3) En los contratos gratuitos la causa de la obligación es el mero espíritu de liberalidad (Art. 1.467, parte
final del inc. 1°).
No obstante las dudas y críticas en torno a la doctrina de la causa, ella aún conserva importancia:
1° Porque realmente en los contratos bilaterales hay una íntima relación, una interdependencia de las
obligaciones de las partes.
2° Porque en su concurrencia o no, se funda una clasificación de las obligaciones en causadas y abstractas o
formales.
3° Porque la causa del contrato, o sea, el motivo psicológico que induce a una persona a otorgar un contrato, ha
sido utilizada por los autores y jurisprudencia, franceses principalmente, para moralizar las, relaciones jurídicas.
3.-VÍNCULO JURÍDICO
El vínculo es jurídico la obligación difiere de los deberes morales y sociales, pues el ordenamiento jurídico
otorga al acreedor medios para forzar al deudor la cumplimiento:
Cumplimiento forzado
Indemnización de perjuicios
Derechos auxiliares: medidas conservativas, acción oblicua o subrogatoria, acción pauliana y beneficio
de separación.
Esto no ocurre con las obligaciones naturales que no dan derecho para exigir su cumplimiento, pero autorizan
para retener lo dado o pagado en razón de ellas. Art. 1470. De ahí que se les considere como un intermedio
entre la obligación y el deber moral, de ahí que se les considere un intermedio entre la obligación y el deber
moral.
Excepcional No es normal que dos personas estén ligadas por vínculos jurídicos, ya que el radio
económico de acción de un individuo es por esencia limitado.
OJO La obligación es excepcional y corresponde probarla al que alega su existencia (art. 1698). Esta es
una de las razones por las cuales el consensualismo en el derecho de las obligaciones ha debido ceder
ante las necesidades de la prueba.
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Temporal Tiene una duración limitada en el tiempo, ello porque la obligación se contrae para ser
cumplida, esto es para extinguirse.
La obligación dura lo que tarda en ser cumplida o en extinguirse por alguno de los otros modos que
establece la ley. Art. 1567.
Al acreedor le corresponde probar la existencia de la obligación, al deudor le toca acreditar su extinción
Art. 1698.
- Clara diferencia con los derechos reales son permanentes y no transitorios.
Concepto
Fuente de la obligación es un hecho jurídico que le da nacimiento, que origina o genera la obligación.
Antecedentes históricos
1.-EL CONTRATO
Concepto legal Se señala que el art. 1438 define mal el contrato, porque además de confundir el contrato
con la convención, no da un concepto de aquél, sino que nos señala cuál es el objeto de la obligación (no del
contrato), indica en qué puede consistir la prestación que forma el objeto del contrato.
Concepto doctrinario Clásicamente se dice que el contrato es un acuerdo de voluntades cuyo objeto es crear
derechos y obligaciones.
Chile: Tradición Romana nuestra legislación sigue la tradición romana. El contrato produce solamente
obligaciones, crea derechos personales o créditos. No transfiere el dominio; este se desplaza por un acto
posterior e independiente del contrato: la tradición.
El contratante que promete dar una cosa, no la enajena, sino que se obliga a enajenarla. Aquel a quien se dirige
la promesa es acreedor, tiene el derecho a reclamar que se le transfiere el dominio y sólo la tradición de la cosa,
el pago de su crédito, lo convierte en propietario.
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Sistema francés el solo contrato, independiente de la tradición, basta para transferir el dominio. La tradición
no tiene más significación que poner al acreedor en situación de aprovechar la cosa, cuya propiedad ha
adquirido.
2.- EL CUASICONTRATO
La expresión cuasicontrato sugiere la idea de una institución semejante al contrato, que casi lo es, y que no
difiere de él sino que por caracteres accesorios o secundarios.
Contrato Cuasicontrato
Nace de un acuerdo de voluntades de dos o más partes; No existe, o excluye la idea de concurso o
el concurso de voluntades es de la esencia del contrato. concierto de voluntades.
El concurso voluntario de acreedor y deudor forma las las obligaciones resultantes tienen muy diverso
obligaciones que nacen del contrato. origen; no resultan de la voluntad del autor del
La voluntad de las contratantes crea las obligaciones, hecho (NO de la voluntad de las partes)
determina su objeto, alcance, sus modalidades, etc.
La obligación no existe sino en la medida en que ha sido
consentida y aceptada.
Pianiol ha criticado la concepción tradicional del cuasicontrato errada interpretación de las fuentes romanas.
Los romanos conocieron como fuentes de las obligaciones el contrato, el delito y varias diversas causas (variae
causarum figurae)
Las obligaciones nacidas de causas diversas, según sus efectos debían ser consideradas unas veces como
nacidas de un contrato (cuasi ex contrato), y otras, como si provinieran de un delito (cuasi ex delcitus). De este
modo, se trató solamente de determinar el régimen a que debían someterse ciertas obligaciones, sin clasificar
la fuente.
En el cuasicontrato de agencia oficiosa, el agente se obliga y podrá decirse que su acto voluntario le acarrea la
obligación, pero también puede resultar obligado el dueño del negocio a cumplir los compromisos contraídos
por el agente y a reembolsarle las expensas útiles a éste, art. 2290.
Más evidente es la situación en el pago de lo no debido. El que recibe e pago de buena fe no tiene intención de
restituir lo que se le ha pagado; con mayor razón carece de voluntad de restituir el que recibe de mala fe. Por lo
que toca al que paga se excluye la idea de voluntad porque es esencial que el pago se haya verificado por error.
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Para Pianiol, el cuasicontrato no es un acto lícito. En todos los cuasicontratos se descubre, como rasgo común,
un enriquecimiento sin causa, producido a expensas de otro. Semejante enriquecimiento es un hecho ilícito. A
obligación resultante tiene por causa un estado de hecho contrario al derecho.
Los principales cuasicontratos están señalados en el art. 2285, pero no son los únicos, ejemplo: art. 2238
Las obligaciones nacen también a consecuencias de un delito o cuasidelito y en tal caso ella consiste en la
necesidad en que se encuentra colocado el autor del hecho ilícito a reparar los daños causados, sin perjuicio de
las sanciones de carácter penal que pudieran corresponderle.
Caracterizan al delito y cuasidelito civil las circunstancias de ser hechos ilícitos y de causar daño.
En materia penal lo que singulariza al delito y al cuasidelito es la circunstancia de estar penado por la ley
(tipificados), y no necesariamente llevan a incurrir en daños.
- Cada delito está definido y sancionado y el Código Penal es un verdadero catálogo de los delitos y las penas
que le son aplicables.
En materia civil La distinción entre delito y cuasidelito no tiene mayor importancia, porque las consecuencias
de ambos son idénticas la reparación del daño causado, y esta se verifica considerando el monto del daño.
- El Código Civil, en cambio, señala a este respecto una fórmula genérica; los delitos y cuasidelitos son
hechos ilícitos que causan daño y son castigados con una pena única: la indemnización de perjuicios
proporcionada al daño causado.
El daño acompaña regularmente al delito penal, los hechos delictuosos constituyen generalmente un delito
penal y un delito civil. Pero el daño no es esencial en el delito penal, en tanto que sí lo es en el delito civil.
De esta diferencia resulta que no siempre los delitos y cuasidelitos penales sean delitos y cuasidelitos civiles y
viceversa.
Delitos penales son únicamente aquellos que la ley penal castiga y que no causan daño, como la
vagancia, la mendicidad, el delito frustrado y la tentativa de cometer un delito.
Delitos civiles son exclusivamente aquellos que, a pesar del daño que causan, no tienen asignada una
pena por la ley penal, por ejemplo: la ingratitud del donatario.
4.- LA LEY
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Se sostiene que la ley es, en última instancia, la causa de todas las obligaciones, a lo menos mediata.
Pero, en concepto el legislador, obligaciones legales son aquellas que tienen en la ley su fuente única, directa e
inmediata. De acuerdo al art. 578 son obligaciones legales las que tienen como causa “la sola disposición de la
ley”.
Las obligaciones legales tienen un carácter excepcional. Es necesario un texto expreso de la ley que las
establezca, así se desprende del art. 2284 que dispone “…las que nacen de la ley se expresan en ella…”
Son excepcionales:
Derecho de familia alimentos. No son obligaciones, los deberes entre padre e hijo (son deberes jurídicos).
Impuestos y contribuciones
Siegel pretendió haber encontrado otra fuente de las obligaciones, la cual era la declaración unilateral de
voluntad de deudor. Según este autor y sus seguidores, una persona puede por su sola voluntad obligarse, sin
necesidad de que su promesa sea aceptada por otro individuo.
Por declaración unilateral de voluntad se entendería el acto jurídico unilateral que crea una obligación.
Lo importante de esta teoría es que una persona por su mera voluntad crearía un derecho en otra (el acreedor),
sin la concurrencia de la voluntad de este. Se convertía alguien en acreedor sin consultarle. Se vulneraria aquel
principio en virtud del cual nadie puede adquirir derechos en contra de su voluntad.
Esta teoría tiene sus raíces en el Derecho Romano, y fue formulada para justificar cierto tipo de obligaciones
que al parecer no tienen explicación según las fuentes tradicionales. Tal es el caso por ejemplo de la promesa
de recompensa del art. 632.
1. DUV es la única fuente de las obligaciones Aun en los casos que pudiera señalarse que hay bilateralidad,
como sucede en los contratos, no se trataría sino de una conjunción sucesiva de voluntades (Worm, Siegel).
2. DUV es una entre las diversas fuentes y que se admite en ciertos y determinados casos: oferta de
contrato, arts. 99 y sgtes. del C de C; promesa de recompensa, art. 632, estipulación en favor de otro, art.
1449.
Así se dice que considerada desde el punto de vista del deudor, la promesa unilateral puede concebirse, es
posible admitir que una persona cree, por si misma y por ella sola, obligaciones a su cargo.
Pero el problema se presenta con el acreedor, porque nadie puede adquirir derechos en contra o sin su
voluntad. El acreedor no puede adquirir derechos respecto de los que no ha manifestado intención de
incorporarlos a su patrimonio. Es cierto que los que sustentan la teoría de la declaración unilateral de voluntad
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como fuente de las obligaciones exigen siempre la aceptación del acreedor, pero en tal evento se está negando
la posibilidad de que la sola voluntad unilateral del deudor genere derechos y obligaciones.
Se argumenta, además, en contra de esta teoría señalando que en varios de los casos que se señalan como
ejemplo existe la posibilidad de revocación (art. 99 C de C y 1449), y ello es incompatible en esencia con la idea
de obligación.
Además, se señala que es requisito de la obligación que exista un vínculo entre personas determinadas, y según
esta doctrina bastaría la voluntad del deudor para generar una obligación, luego no se sabría quién es el
acreedor. Es decir, no habría un acreedor determinado al momento de la existencia de la obligación.
En el CC Chileno puede aducirse en favor y en contra de esta teoría las mismas opiniones que en doctrina.
Si se quiere afirmar la existencia de esta fuente puede decirse que el art. 1437 no la rechaza. Este art. Habla de
hecho voluntario y la declaración unilateral de voluntad reviste tal carácter. Pero, además, dice “como”, dicho
adverbio de modo denota idea de equivalencia, de igualdad, luego quiere decir “así como en los
cuasicontratos”. Pero ellos no son los únicos hechos voluntarios, otro seria la declaración unilateral de voluntad.
Además, existen los casos de los arts. 632, 1449 CC y 99 y sgtes del C de C.
Las opiniones en contrario se fundan en las razones doctrinarias expuestas, y en que el art. 2284 que señala
cuales son los hechos voluntarios que son fuentes de las obligaciones no contempla la declaración unilateral de
voluntad.
La jurisprudencia ha sido discordante en esta materia. Así, hay sentencias que aceptan la declaración unilateral
de voluntad como fuente de las obligaciones (R.D. y J Tomo 15, sección 1°, pag. 587, Tomo 85, sección 1° pag
104, Tomo 68, sección 1° pag 217) y otras que la rechazan (Tomo 17 seccion 1°, pag 248)
Abeliuk señala que existe una corriente doctrinaria que reconoce tres categorías de fuentes de las obligaciones.
Esta clasificación atiende a la intención del deudor de obligarse, y desde este punto de vista señala que hay:
Fuentes voluntarias aquellas en que el deudor consiente en obligarse: la deuda nace de un acto
voluntario suyo efectuado con la intención de obligarse, ya sea por un acuerdo con el acreedor, que
constituye el contrato, ya sea por su sola voluntad si se acepta la declaración unilateral como fuente de
obligaciones.
Fuentes NO voluntarias el deudor no tiene la intención de obligarse, pero resulta obligado al margen de
su voluntad, por alguno de los siguientes motivos:
a. Por haber cometido un hecho ilícito, sea intencional (delito) o no intencional (cuasidelito), y que
impone al autor la obligación de indemnizar perjuicios.
b. Por haber realizado un acto lícito, sin intención de obligarse, como ocurre en todas las situaciones
agrupadas en los cuasicontratos.
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Fuentes sin participación el deudor acá no se ha realizado acto alguno, licito o ilícito para obligarse. Es la
ley que ha creado directamente la obligación.
Siguiendo la doctrina predominante en su época y al Código de Napoleón, el CC chileno acepta como fuentes de
las obligaciones: los contratos, cuasicontratos, los delitos, los cuasidelitos y la ley, arts. 1437 y 2284.
La doctrina clásica ha sido objeto de diversas críticas. Así, para algunos autores como Pianol y Messineo, la
obligación no puede tener todas las fuentes que aquella señala, sino solamente dos: el contrato y la ley. En el
primero existe voluntad de obligarse, en todos los demás casos es la ley que establece que el deudor queda
obligado.
Esto último es lo que ocurre en los delitos y cuasidelitos: es la ley la que señala cuándo una persona está
obligada a indemnizar los perjuicios ocasionados a otra. En los cuasicontratos es igualmente el legislador el que
establece quién y cuándo resulta obligado.
De acuerdo a esto, las obligaciones nacen, pues, o de un acuerdo de voluntades entre acreedor y deudor, o por
la sola disposición de la ley.
Hay quienes han ido más allá aun y han sostenido que la fuente única de toda obligación es la ley, ya que
cuando los interesados por medio del contrato dan nacimiento a una obligación, es porque el legislador los ha
facultado para hacerlo; las partes no podrían obligarse si la ley prohibiera un determinado contrato que quieren
celebrar.
Los créditos y su aspecto pasivo, las obligaciones, pueden adquirirse originariamente o en forma derivativa:
Modo El crédito se adquiere originariamente en cuanto nace por primera vez en favor de su titular,
originario sin tener existencia anterior. Ello ocurre en todos los casos de fuentes de obligaciones antes
enumerados.
Modo Suponen que la obligación ya existe, aunque con otro titular activo o pasivo.
derivativo
Tratándose del acreedor, este puede variar en el derecho personal por sucesión por causa de
muerte, por tradición o cesión de créditos, y por subrogación personal. Aunque en la práctica
se haya usado con tal objeto, no ocurre lo mismo en la novación por cambio de acreedor,
porque ella supone la extinción de la obligación anterior.
El titular pasivo puede reemplazarse únicamente por causa de muerte, en las legislaciones
que no toleran la cesión de deuda. Lo dicho anteriormente respecto de la novación por
cambio de acreedor, vale en cuanto ella se efectúe por reemplazo del deudor.
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CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES
Obligaciones precontractuales las que se producen en la formación de contrato, para los efectos de
determinar la responsabilidad que puede caberle a quien las infringe
Obligaciones contractuales
Obligaciones extracontractuales
- Cuasicontractuales
- Delictuales
- Cuasi delictuales
- Legales stricto sensu
2) EN CUANTO A SU EFICACIA:
Reglamentación Título 3° del Libro 4° “De las obligaciones civiles y, de las meramente naturales”, Arts. 1470 y
1472.
Obligaciones civiles son aquellas que dan derecho para exigir su cumplimiento.
Obligaciones meramente naturales no confieren derecho para exigir su cumplimiento; pero que
cumplidas, autorizan para retener lo que se ha dado o pagado en razón de ellas.
Se ha criticado la definición por limitarse así a señalar el efecto más importante por definir sólo mediante su
único gran efecto: excepción para retener lo dado o pagado en virtud de ella, pero es éste justamente el que las
separa más categóricamente de las civiles.
Otras disposiciones que se refieren a las obligaciones naturales son los arts. 2295, 2296 y 2297.
Origen
Esta institución proviene del Derecho Romano. En éste existían pactos que no daban acción, pero que
cumplidos daban derecho a retener lo pagado por ellos. Ej.:
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Concepción moderna El Código francés sólo mencionó de paso esta clase de obligaciones, en el inc. 2° del
Art. 1235, en cuya virtud no se puede repetir lo que se haya dado o pagado en razón de una obligación natural.
Nuestro Código, como dijimos, efectuó una reglamentación completa de ellas, pero, según veremos que la
concepción moderna de la obligación natural es mucho más amplia que la de nuestra legislación.
En la doctrina moderna existen dos tendencias en lo que respecta a la concepción de la obligación natural.
1) La obligación natural es una obligación imperfecta, pero obligación de todas maneras, distinta por completo
del deber moral y que existe en el patrimonio del acreedor con anterioridad a su cumplimiento Así el
que paga una obligación natural o la reconoce, transformándola en obligación civil, no hace una liberalidad,
sino que paga una obligación determinada, semejante en todo a la obligación civil, pero que por razones
prácticas está desprovista de acción (Laureni, Aubry y Rau).
Se trata, dicen, de obligaciones que el legislador no reconoce como civiles (obligaciones civiles abortadas) o
de obligaciones que habiendo sido civiles, ya no tienen acción por habérselas retirado el legislador
(obligaciones civiles degeneradas)
Esta posición doctrinal es criticada porque extiende demasiado el concepto de obligación natural. Poca es
la diferencia que se observa entre el cumplimiento de un deber moral y de una liberalidad. La intención de
ejecutar un deber moral se confunde en muchos casos con la intención de hacer una liberalidad.
El legislador establece la obligación natural por razones de moralidad; en muchos casos, por haberse infringido
ciertas disposiciones legales, no puede amparar al acreedor dándole acción para exigir el cumplimiento; pero si
el deudor, por un imperativo de su conciencia, y siendo plenamente capaz, paga, cumple un deber moral, de
conciencia, la ley no le permite el arrepentimiento y que pretenda recuperar lo dado o pagado.
Difiere, pues, la obligación natural de la mera liberalidad, porque en ésta no hay ningún deber específico hacia
el acreedor.
El campo de la obligación puede representarse, en consecuencia, como un trazo, en uno de cuyos extremos
está la obligación civil, en el otro está el deber moral, y entre ambos queda ubicada la obligación natural.
Doctrina clásica que sigue la tradición romana coloca a la obligación natural más cerca de la civil, porque la
concibe como una de ellas que se ha desvirtuado o llegado a ser nula; una deuda civil imperfecta. Supone la
obligación natural la existencia previa de un vínculo jurídico, una obligación civil que por causas diversas
degeneró en meramente natural.
No hay duda alguna de que ésta doctrina inspira nuestro Código, pues los casos que enumera de obligación
natural, suponen todos ellos la previa existencia de una obligación civil.
Doctrina y jurisprudencia francesas, que inspira las legislaciones contemporáneas obligación natural más
cercana al deber moral. Las obligaciones naturales no son únicamente civiles desvirtuadas, sino que se
presentan en el cumplimiento de cualquier deber moral, a condición de que:
El concepto se hace muy amplio y vago, quedando prácticamente al criterio del intérprete precisarlo.
Ej.: deberes de solidaridad familiar, y así en el Código francés los hermanos no se deben, como en el nuestro,
alimentos, no obstante lo cual se ha fallado en dicho país que si se pagan voluntariamente, el hermano
alimentante no puede repetir lo que haya dada Este deber de solidaridad se ha solido extender también a las
relaciones de vecindad.
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Igualmente, si una persona no responde por cualquier causa de un hecho ilícito, pero buenamente y en pleno
uso de sus facultades, paga una indemnización, se considera que ha cumplido un deber moral, y por ende una
obligación natural, y no puede exigir la restitución.
Esta nueva concepción ha entroncado en aquella poderosa corriente moderna que ya hemos señalado, de
moralizar las relaciones jurídicas, y que ha originado otras instituciones como el enriquecimiento sin causa, el
abuso del derecho, etc. Con este criterio la jurisprudencia francesa resuelve el problema de las donaciones
entre concubinos que anula por causa ¡lícita si tienen por objeto continuar las relaciones amorosas, pero si su
fin es ponerles término e indemnizar a la conviviente el daño a su reputación, las declara válidas por constituir
el cumplimiento de una obligación natural.
Es la doctrina que inspira a los Códigos de este siglo: alemán (Art. 814), suizo (Art. 72), italiano (Art. 2.034), etc.
CS chilena aplicó la doctrina francesa en el siguiente caso: un homicida fue indultado con la condición de
pagar una renta vitalicia a la viuda del difunto; tras pagarla un tiempo, el indultado pretendió la restitución de lo
que había dado en cumplimiento de dicha condición, pero la CS negó lugar a ella, fundado en que el pago
importaba el cumplimiento de una obligación natural.
Opinión mayoritaria evidente el carácter jurídico de la obligación natural, desde el momento que merece la
tutela de la ley, no tan perfecta como en la civil, pero suficiente para permitirle producir importantes efectos
civiles.
La doctrina alemana sobre la obligación, que distingue entre deuda y coacción, la obligación natural se
caracteriza porque en ella sólo existe la primera, pero no hay coacción contra el deudor n responsabilidad
alguna por el incumplimiento.
Opinión minoritaria la obligación natural es única mente una causa de justificación del pago.
El art. 1470 enumera, tras decir “tales son”, cuatro categorías de ellas.
1 ° Obligaciones civiles abortadas, nulas o rescindibles (n° 1 y 3 art. 1470) es decir, obligaciones que debieron
haber nacido como civiles, pero que por algún defecto en su constitución u origen, fueron naturales, es decir,
corresponde a obligaciones civiles afectas a ciertos vicios de nulidad n° 1 y 3 art. 1470 se les trata
conjuntamente, porque en ambos hay actos afectos a una nulidad, relativa en el 1° y absoluta en el 3°.
2 ° Obligaciones civiles degeneradas o desvirtuadas (n° 2 y 4 art. 1470) obligaciones que habiendo nacido
como civiles se convirtieron en naturales
Finalmente, se ha discutido si esta enumeración es taxativa, lo que lleva a analizar otros posibles casos de
obligación natural en el Código.
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OBLIGACIONES NULAS O RESCINDIBLES
Según el n° 1 art. 1470, son obligaciones naturales “las contraídas por personas que teniendo suficiente juicio y
discernimiento, son, sin embargo, incapaces de obligarse según las leyes, como la mujer casada en los casos en
que le es necesaria la autorización del marido, y los menores adultos”.
Se trata de obligaciones que debieron haber nacido como civiles, pero que por un defecto (la falta de capacidad
de la persona que se obliga) nacen como naturales.
El precepto no se aplica a cualquier incapaz, la disposición e refiere a aquellos que “teniendo suficiente juicio y
discernimiento”. Por lo que sólo puede aplicarse a las obligaciones de los incapaces relativos; nunca a los
absolutamente incapaces (no tienen suficiente juicio o discernimiento):
- Porque exige en quienes han contraído la obligación juicio y discernimiento suficientes, del que éstos
carecen.
- Además, el inc. 2° del art. 1447 dispone expresamente que los actos de los incapaces absolutos no
producen ni aun obligación natural.
Se contra argumenta diciendo que el precepto menciona a la mujer casada y menor adulto a título de ejemplo,
y si eliminamos al disipador interdicto, de ejemplar la enumeración pasa a ser taxativa; ello tiene una
explicación histórica, porque sucesivas modificaciones del Código eliminaron otros dos casos de incapacidades
relativas: de las personas jurídicas y religiosas que quedaban incluidas en el N.° 1.° del Art. 1.470, y es en razón
de esto que la enumeración del precepto era meramente ejemplar, y ahora pasó a ser taxativa.
Tampoco la disposición comprende todos los actos del menor adulto, sino únicamente aquellos en que el vicio
de nulidad es la incapacidad relativa.
Si hay error, dolo, fuerza, infracción de una prohibición legal, como la de la compraventa entre cónyuges no
divorciados perpetuamente (Art. 1796), no hay obligación natural.
Troncoso Resta, entonces, por saber si las obligaciones contraídas por los disipadores interdictos sin cumplir
con las formalidades habilitantes son o no naturales.
El art. 1470 no menciona a los pródigos interdictos, pero ellos son también relativamente incapaces.
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Sobre el particular hay quienes sostienen que los disipadores no tienen “suficiente juicio y discernimiento”
de manera que las obligaciones contraídas por ellos, sin cumplir con las formalidades habilitantes, no son
naturales. El hecho de gastar dinero en forma desproporcionada y sin mayores razones revela esa falta de
juicio y discernimiento. Luego sus actos no producirían obligaciones naturales.
Otros, en cambio, estiman que “tener suficiente juicio y discernimiento” en el sentido que indica el art.
1470 significa tener inteligencia suficiente y estar en posesión de las facultades necesarias para apreciar la
declaración de voluntad que ha dado origen a la obligación. El disipador, a diferencia del demente, tiene
inteligencia y voluntad. En consecuencia, no se ve por qué las obligaciones contraídas por el pródigo
interdicto no puedan ser consideradas obligaciones naturales.
Nótese que las obligaciones del pródigo sólo serían naturales si se contraen personalmente y estando en
interdicción. Si interviene su curador la obligación es civil porque ha operado la formalidad habilitante. Si el
disipador no está interdicto es capaz y por consiguiente las obligaciones que contraiga son civiles, salvo que
encuadren en alguna de las otras situaciones que contemplan los restantes números del art. 1470.
Por su parte las obligaciones de los menores adultos serán naturales sólo si este actúa sin cumplir las
formalidades habilitantes.
Otros casos de nulidad relativa, fuera de los señalados, no producen obligación natural.
Dos corrientes:
1. Desde que la rescisión ha sido judicialmente declarada porque antes el acto se considera válido y
produce obligación civil, es decir, que la nulidad debe haber sido declarada por sentencia judicial
ejecutoriada para que la obligación sea natural.
Se funda esta opinión en que mientras no se haya declarado la nulidad el acto o contrato produce todos
sus efectos como si hubiera sido legalmente celebrado y que sólo en virtud de la declaración judicial de la
nulidad comenzará ésta a modificar la situación jurídica de las partes. (Art. 1687) (Stitchkin, Fueyo y
Alessandri).
2. Desde la celebración del acto por los incapaces relativos sin la intervención de sus representantes legales, es
decir, se señala que la obligación nace como natural. Es la incapacidad para contratar la que produce el
efecto que la obligación contraída por el incapaz sea natural y no civil. (Luis Claro Solar, Somarriva y la
jurisprudencia de los tribunales).
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Indican, además, que el art. 1687 establece el efecto retroactivo de la nulidad, según el cual
declarada esta, las partes vuelven al estado anterior a la celebración del acto, considerándose este
como no celebrado. ¿Cómo entonces un acto que no tiene existencia puede dar lugar a una
obligación, aunque esta sea natural?
Porque el art. 2375 n° 1 dispone: “Las acciones concedidas por el articulo 2370 no tendrán lugar en
los casos siguientes: 1° cuando la obligación del principal deudor es puramente natural, y no se ha
validado por la ratificación o por el lapso de tiempo”. Este artículo niega la acción de reembolso al
fiador ha pagado al acreedor para que el deudor principal le restituya lo dado o pagado.
Son estas últimas las únicas formas de sanear la nulidad relativa y suponen forzosamente que ella no
ha sido judicialmente declarada; una vez dictada la sentencia que da lugar a la rescisión, no se puede
ratificar ésta, ni menos habrá prescripción de ella. Saneada la nulidad, la obligación pasa a ser civil, y
en consecuencia si la disposición exige que ello no haya ocurrido, es porque no es requisito de la
obligación natural que la rescisión esté judicialmente declarada.
2° Obligaciones nulas que provienen de actos a que faltan las solemnidades legales.
De acuerdo al n°3 del art. 1470, son obligaciones naturales: “las que proceden de actos a que faltan las
solemnidades que la ley exige para que produzcan efectos civiles; como la de pagar un legado, impuesto por un
testamento que no se ha otorgado en la forma debida”.
En este caso, a diferencia del anterior, se trata de actos sancionados con nulidad absoluta; ello porque se ha
omitido un requisito esencial del acto jurídico, la solemnidad que la ley exige y prescribe como único medio de
manifestar la voluntad.
La ley en el número en análisis pone un ejemplo: el legado que se contiene en un testamento nulo por haberse
omitido las solemnidades.
Así un legado impuesto en un testamento que no cumple los requisitos de los arts. 1021 y 1023, es nulo
conforme al artículo 1026. Pero si los herederos cumplen el legado no pueden pedir, con posterioridad
repetición de lo pagado, porque cumplieron una obligación natural.
Problemas:
El n° 3 del art. 1470, ¿se refiere Únicamente a los actos unilaterales o comprende también a los bilaterales?
Se ha discutido el alcance de la expresión “actos” pues ella puede entenderse en dos sentidos:
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La jurisprudencia es vacilante.
Pareciere tener más asidero la opinión restringida, por las siguientes razones:
1° Porque el ejemplo del Código del testamento que no se ha otorgado en forma debida, es de un acto jurídico
unilateral, y de acuerdo al Mensaje con que el Código fue enviado para su aprobación, los ejemplos “ponen a la
vista el verdadero sentido y espíritu de una ley en sus aplicaciones”.
2° Porque si bien es cierto que el Código suele utilizar el término “acto”, también en un sentido amplio,
normalmente cuando quiere involucrar a los uni y bilaterales, habla de acto o contrato.
3° Por un argumento histórico, ya que el caso está tomado de la tradición romana, recogida por Pothier. Las
Partidas y el Proyecto de Código Civil español, de García Goyena, todos limitados al acto jurídico unilateral, y
4° Porque resultaría absurdo e injusto en muchos casos aplicar la disposición a los actos jurídicos bilaterales, y
así, si se otorga una compraventa de bienes raíces por instrumento privado, el comprador podría verse
imposibilitado de repetir el precio pagado, por ser el cumplimiento de una obligación natural, mientras que el
vendedor, aunque quisiere, no podría cumplir con su obligación de entregar, pues el Conservador de llenes
Raíces no puede inscribir documentos privados.
Justo es reconocer que este argumento no milita en los contratos unilaterales, y así el donante de una donación
no insinuada y cumplida voluntariamente no puede repetir, según se ha fallado, porque habría cumplido una
obligación natural.
Este caso de obligación imperfecta se diferencia del anterior en que la sanción es la nulidad absoluta del acto, y
también tendrá lugar únicamente si la nulidad proviene de la ausencia de la solemnidad exigida por la ley, pero
no por la omisión de otro requisito.
La obligación natural nace con la sentencia judicial que declara la nulidad absoluta.
La obligación natural existe desde que la obligación se contrae.
La conclusión según Abeliuk es esta última, y así, se ha inclinado a reconocerlo, aunque con ciertas vacilaciones,
la jurisprudencia de los tribunales.
En efecto, el n°3 del art. 1470, se refiere a las obligaciones que “proceden” del acto nulo y no que provienen de
la declaración de la nulidad. La expresión es muy semejante a la del n° 1: contraídas. Y, enseguida, el art. 2375
n° 1, en cuanto permite la validación por el tiempo (es inaplicable la referencia a la ratificación, pues la nulidad
absoluta no se sanea por esta vía), es igualmente argumento para este caso.
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1° Obligaciones extinguidas por la prescripción, art. 1470 n° 2.
De acuerdo al n° 2 del art. 1470 son obligaciones naturales: “las obligaciones civiles extinguidas por la
prescripción”. Existe una pequeña incorrección de lenguaje porque ésta no extingue la obligación, sino la
acción; está claro en todo caso lo que el Código quiso decir: la obligación nació perfecta, pudo exigirse su
cumplimiento y no se hizo, por lo que ya carece de acción, pero si se cumple a pesar de la prescripción, no cabe
solicitar la restitución.
Por eso se dice que se trata de una obligación civil degenerada o desvirtuada. Lo que se le ha extinguido
entonces a la obligación es su carácter civil, y ha pasado a ser natural.
Desde que transcurre el tiempo necesario para que la acción se extinga por prescripción
Desde que se declara judicialmente la prescripción.
Y aunque es más lógico concluir lo primero, ello choca con el inconveniente de que en tal caso el cumplimiento
de la obligación natural se confundirla con la renuncia de la prescripción.
En efecto, la prescripción debe ser alegada, y no puede el juez declararla de oficio; si no opera de pleno
derecho, quiere decir que la obligación subsiste como civil, máxime si, como queda dicho, ella puede ser
renunciada expresa o tácitamente una vez cumplida. En consecuencia, la prescripción cumplida se renuncia
antes de ser declarada, y si una vez ocurrido esto último se paga la obligación, entonces se ha solucionado una
obligación natural.
Según el n° 4 art. 1470, son obligaciones naturales: “las que no han sido reconocidas en juicio por falta de
prueba”; también en este la obligación fue civil, perfecta con acción para exigir el cumplimiento, pero al hacerlo
así el acreedor fue vencido por no haber podido acreditar suficientemente la existencia de ella; ésta degenera
entonces en una natural.
Para que la obligación natural exista, se requiere, en consecuencia, la concurrencia de tres requisitos:
La Corte Suprema aplicó esta disposición en el siguiente caso: un corredor de propiedades cobró judicialmente
a unos comuneros su comisión por su intervención en la enajenación de un fundo, que en definitiva no se había
efectuado por oposición de algunos de los comuneros, pero perdió el pleito por no haber acreditado la orden
de venta emanada de todos ellos. Sin embargo, posteriormente éstos se la pagaron, y pretendieron repetir lo
pagado, rechazándose su demanda por aplicación del n° 42 art. 1470.
Se ha discutido si el Art. 1.470 contiene todos los casos de obligación natural en nuestra legislación, o hay otros
en el Código.
Hay quienes sostienen que el precepto no es taxativo, pues la expresión “tales son” es meramente enunciativa.
Pero aquí las opiniones se desvían considerablemente, desde quienes aceptan únicamente un caso más, hasta
los que enumeran 5 o más casos.
Se debe tener presente que para calificar una obligación de natural es necesario que:
Y se ha sostenido precisamente que hay obligación natural en todos aquellos casos en que el Código prohíbe la
repetición, a saber:
3° En el beneficio de inventario, en cuanto se paga más allá de lo recibido por herencia, y otras situaciones
semejantes;
Esponsales o desposorios son: “la promesa de matrimonio mutuamente aceptada” (Art. 98). El mismo precepto
agrega que constituyen “un hecho privado que las leyes someten enteramente al honor y, conciencia del
individuo, y que no produce obligación alguna ante la ley civil”. Si se estipula una multa para el caso de no
cumplirse la palabra de matrimonio, no puede ella exigirse, “pero si se hubiere pagado la multa, no podrá
pedirse su devolución” (Art. 99).
El profesor Fueyo opina que es un caso de obligación natural, contra, los señores Alessandri, Somarriva y Claro
Solar. Abeliuk comparte esta última opinión, porque si bien es cierto que en su fundamento moral y en su
efecto principal, se asemeja esta situación a la obligación natural, no lo es menos que no podría producir los
efectos secundarios de novarse o caucionarse, pues la ley ha negado a los esponsales todo efecto ante la ley
civil, como no sea el señalado.
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La verdad es que el pago de la multa en los esponsales no puede ser obligación natural en la concepción de ésta
como obligación civil imperfecta o desvirtuada que adopta nuestro Código, puesto que precisamente el Art. 98
ha declarado que ellos no producen obligación alguna, expresión que, por lo demás, incluye tanto a las civiles
como a las naturales.
De acuerdo al Art. 1468: “no podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a
sabiendas”.
Aparece también el efecto típico de la obligación natural, pero el fundamento es justamente el contrario: no
hay cumplimiento de un deber moral, no se trata de moralizar los actos jurídicos, sino que una sanción de la ley
al que celebró el acto ilícito, impidiéndole repetir lo que haya pagado a sabiendas de la ilicitud, de acuerdo con
el antiguo aforismo de que nadie puede alegar su propia torpeza o fraude. Se hace, pues, excepción al efecto de
la nulidad de que las cosas se retrotraigan al estado en que se encontraban anteriormente.
Existen varias situaciones en que el deudor ve limitada su responsabilidad, y no paga todas sus deudas. Así
ocurre en el beneficio de inventario, en el de competencia, en que el deudor no puede ser obligado a pagar
más allá de lo que buenamente pueda; también en virtud de un convenio con los acreedores puede haber
limitado sus deudas a una parte de ellas, etc.
Se ha sostenido aisladamente que si el deudor paga más allá de lo que está obligado, estaría cumpliendo una
obligación natural; nada más inexacto, lo que pasa es que el deudor renuncia al beneficio de inventario, de
competencia o del convenio, y cumple una obligación perfectamente Civil.
El art. 1208 refiriéndose al mutuo dispone: “si se han pagado intereses, aunque no estipulados, no podrán
repetirse ni imputarse al capital”. Por su parte el art. 15 Ley 18.010 dispone para las operaciones de crédito de
dinero: “si se han pagado intereses, aunque no se hayan estipulado, no podrán repetirse ni imputarse al
capital”. Ambos preceptos contienen, pues, la misma idea.
Concurren en este caso tanto el fundamento, ya que hay un deber moral de retribuir el favor del préstamo
recibido sin intereses, como el efecto principal de la obligación natural: derecho a retener lo pagado. Pero a
pesar de ello es discutible el carácter de obligación natural en nuestra legislación de este caso, porque no existe
una obligación civil previa y no es posible ni la novación ni la caución, pues desde el momento en que las
hubiera, existiría estipulación de las partes, y el precepto se pone justamente en el caso que no la haya.
En la concepción moderna de la obligación natural es evidente que la hay por la razón apuntada: el deber moral
de retribuir a quien nos presta un servicio. Aplicándola sin texto legal alguno en su amparo, la Corte de Talca
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resolvió que el pago de intereses no estipulados en una compraventa constituía obligación natural si del mérito
de autos resultaba equitativo.
Juego y apuesta.
Reglamentan estos contratos aleatorios los Arts. 2259 y siguientes; según ellos, se pueden clasificar en juegos
de azar, de destreza corporal y de inteligencia.
Respecto de los primeros, el Art. 2259 se remite al 1466, o sea, en ellos existe objeto ilícito. En consecuencia, se
les aplica el Art. 1468. Por tanto, no se podrá repetir lo dado o pagado por juego de azar a sabiendas, pero en
ello hay más una sanción que el cumplimiento de una obligación natural.
A los juegos de destreza corporal se refiere el Art. 2263, y dispone que producirán acción con tal que no
contravengan a las leyes y a los reglamentos de policía. En consecuencia, generan una obligación civil perfecta,
provista de acción para exigir el cumplimiento.
A los juegos de inteligencia, como sería el caso del ajedrez, se les aplica la norma del Art. 2260. Dispone este
precepto: “el juego y la apuesta no producen acción, sino solamente excepción. El que gana no puede exigir el
pago. Pero si el que pierde paga, no puede repetir lo pagado, a menos que se haya ganado con dolo”. Como
puede apreciarse, la disposición es muy amplia, pero habiendo normas especiales para los juegos de azar y de
destreza corporal, forzoso es concluir que sólo se aplica a los de inteligencia y a la apuesta lícita.
Y constituye un caso típico de obligación natural en la concepción clásica, pues el efecto, el fundamento y todas
sus características son de ella. El legislador a un acto que normalmente debió producir una obligación civil, por
su desconfianza hacia estos contratos aleatorios, lo priva de una parte de su eficacia
Ello confirma que el Art. 1470 no es enteramente taxativo, y cuando menos hay un caso de obligación natural
ajeno a él.
El efecto fundamental constituye causa suficiente del pago, y no puede repetirse lo que se ha dado o
solucionado por ella. Produce otros efectos también:
Esta expresión no es otra cosa que el efecto que a la obligación natural señala el Art. 1470, pero visto desde el
pago.
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En efecto, la característica fundamental de la obligación natural es que quien paga una de ellas, no puede
repetir, esto es, no está habilitado para solicitar la devolución de lo dado o pagado. Es la única defensa del
acreedor que carece de acción, pues la obligación natural sólo es susceptible de pago voluntario pero no
forzoso.
Pero quien cumple una obligación natural voluntariamente, paga. En consecuencia, en primer lugar, no hay
pago de lo no debido en el cumplimiento de una obligación natural, y de ahí que el legislador lo haya señalado
así al hablar del pago de lo no debido.
- Art. 2296: “no se podrá repetir lo que se ha pagado para cumplir una obligación puramente natural de las
enumeradas en el Art. 1470”.
- Art. 2297: “se podrá repetir aun lo que se ha pagado por error de derecho cuando el pago no tenía por
fundamento ni aun una obligación puramente natural”.
Y en seguida, según lo hemos también destacado, quien cumple una obligación natural no dona, paga.
- Donar se cumple una obligación civil, proveniente de un contrato válido, y por mera libertad con
animus donandi,
- Pagar no hay deber jurídico de cumplimiento coercible.
Para la irrepetibilidad del pago deben concurrir dos circunstancias copulativas. Otros autores agregan un
tercero requisito: que se haga con arreglo a la ley.
1) El pago debe ser voluntario expresión muy semejante a la utilizada por el Art. 1695 a definir la
confirmación (ratificación) tácita de la nulidad relativa como la ejecución voluntaria de la obligación
contraída.
La expresión debe entenderse en el sentido que el cumplimiento de la obligación natural debe ser libre y
espontáneo por parte del deudor y, además, con la convicción de estar cumpliendo una obligación
meramente de esa naturaleza. Así también lo confirma el Art. 2296, antes transcrito, pues niega la
repetición por pago indebido cuando se ha pagado para cumplir una obligación natural, o sea, con este
objeto.
No se cumpliría con esta exigencia si en el pago concurre algún vicio del consentimiento o se paga en virtud
de una ejecución de acreedor.
2) El que paga debe tener la libre administración de sus bienes Esta expresión del Código se ha prestado a
dudas, pues es cosa distinta la capacidad para administrar que capacidad para disponer de los bienes. El
pago, por regla general, es un acto de disposición.
Sin embargo, la verdad es que el Código en numerosas ocasiones ha utilizado la expresión “libre
administración” para exigir la plena capacidad de disposición, por lo cual debe concluirse que en el
cumplimiento de la obligación natural esta última es la que debe concurrir, o sea, el solvens debe ser
mayor de edad, no estar afecto a ninguna otra incapacidad, y la cosa que se da no debe estar sujeta a
prohibición, embargo, etc.
El Art. 1630 dispone que “para que sea válida la novación es necesario que tanto la obligación primitiva como el
contrato de novación sean válidos, a lo menos naturalmente”.
Nada de extraño tiene que así sea, porque la novación es un modo satisfactorio de extinguir las obligaciones,
equivale al pago, y produce su mismo efecto: extinguir la obligación, con el consentimiento del acreedor.
De los restantes modos de extinguir las obligaciones debemos dejar a un lado aquellos que no equivalen al
pago, pues todos ellos se oponen a la exigibilidad de la obligación, y la natural de todos modos no puede
exigirse.
a. La compensación legal no puede tener lugar entre una obligación civil y una natural, porque es
requisito de ella la exigibilidad de las deudas que se extinguen, y además porque en la obligación natural
se exige cumplimiento voluntario, y la compensación opera de pleno derecho, aunque debe ser alegada.
b. La confusión carece de importancia y aplicación porque nadie se va a cumplir voluntariamente a sí
mismo (N.° 741).
c. La dación en pago y nos vemos inconveniente alguno para que el deudor cumpla su obligación
natural con un objeto distinto al debido, si ello es aceptado por el acreedor. No podría el solvens exigir
la restitución, siempre que haya dado en pago voluntariamente y teniendo la libre administración de sus
bienes.
El Art. 1472 dispone de la suerte de las cauciones contraídas para garantizar una obligación natural, y dice: “las
fianzas, hipotecas, prendas y cláusulas penales constituidas por terceros para seguridad de estas obligaciones,
valdrán”.
1° Las cauciones constituidas por el propio deudor no quedan incluidas en él pues se refiere expresamente a las
contraídas por terceros, y la razón es muy lógica: si el acreedor no puede exigir el cumplimiento de lo principal,
menos podrá hacerlo con lo accesorio: prenda, hipoteca, etc.
2° Las constituidas por terceros son las que tienen plena eficacia, y el acreedor, si no puede exigir el
cumplimiento al deudor, podrá hacerlo, por ejemplo, al fiador.
El Código se preocupó especialmente de la fianza constituida por un tercero para garantizar una obligación
natural, negándole al fiador en los Arts. 135 n° 3 y 1375 el beneficio de excusión, para que el acreedor cobre
primero al deudor principal, y el de reembolso, o sea, el derecho del fiador a repetir contra aquél lo que ha
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pagado al acreedor, a menos que la obligación natural se haya validado por la ratificación o el tiempo. Y es
lógico que así sea, pues en caso contrario se estaría persiguiendo al deudor de una obligación natural, lo que no
puede hacerse.
Así lo señala el Art 1471: “La sentencia judicial que rechaza la acción intentada contra el naturalmente obligado,
no extingue la obligación natural”.
El legislador lo dijo para evitar toda duda, pero la disposición es innecesaria, porque si la obligación natural
carece de acción, la sentencia judicial que rechaza la demanda se limita a aplicar este carácter, declara que no
hay obligación civil exigible, pero no impide que posteriormente opere el efecto propio de ella, que es la
retención de lo voluntariamente pagado por el deudor. No podría pensarse que el amplio efecto de la cosa
juzgada cubra esta situación, pero el legislador optó por decirlo expresamente.
Se ha discutido en doctrina si la promesa efectuada por el deudor de una obligación natural de pagarla, da
derecho a exigir el cumplimiento. Dicho de otra manera, la obligación natural es causa suficiente del pago, pero
¿será causa suficiente de un compromiso de pago?
El deudor desea cumplir la obligación natural, pero no estando en situación de hacerlo, se compromete a
pagarla posteriormente, ¿es este compromiso una obligación civil perfecta, y en consecuencia, el deudor no
puede arrepentirse y si lo hace, el acreedor queda facultado para obligarlo al cumplimiento?
En nuestro concepto el problema se soluciona de muy distinta forma, de acuerdo a la concepción que se tenga
de la obligación natural.
En la doctrina de la obligación natural-deber moral no se divisa qué inconveniente puede haber para aceptarlo
así; si la obligación natural puede ser pagada voluntariamente, es lógico que también el deudor pueda
comprometerse a hacerlo, y por ello en Francia es la opinión predominante en la doctrina y jurisprudencia.
En nuestro propio país, una sentencia de la Corte de Santiago de 1881 también declaró que si el testador
reconoció deber una obligación natural y la sucesión tiene bienes suficientes para ello, debe cumplirla.
Sin embargo, creemos que en la doctrina de la obligación civil desvirtuada o degenerada, que acepta nuestro
Código, es necesario efectuar un distingo.
Siempre la obligación natural puede convertirse en civil por la vía de la novación, de acuerdo al Art. 1630, pero
en tal caso la obligación natural primitiva se extingue y da nacimiento a una nueva obligación, en que alguno de
los elementos esenciales (acreedor, deudor, objeto o causa) debe ser diferente. No hay propiamente, pues,
conversión de la obligación natural en civil.
En los demás casos, ella será posible únicamente cuando la ley permite sanear el efecto de la obligación, y en
tal caso la promesa de pago se confunde con dicho saneamiento y debe cumplir sus requisitos.
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En el caso del n° 1 del Art. 1470 (menor adulto) sería la confirmación de la nulidad relativa
En el caso del n° 4 una renuncia a la cosa juzgada del pleito en que se rechazó la acción por falta de prueba.
Pero en el caso del n° 3 vendría a significar una ratificación de una nulidad absoluta, que está prohibida
expresamente.
En los demás casos en que se ha discutido su posible calidad de obligación natural, se hace preciso también
analizarlos uno por uno:
- En el pago de un objeto ilícito a sabiendas el compromiso de pagar sería tan absolutamente nulo
como el acto mismo, y no susceptible de ratificación.
- En el mutuo si se conviene con posterioridad al contrato el pago de intereses, no hay sino una
modificación del contrato plenamente civil y eficaz, justamente el Art. 2208 se pone en el “so de que no
se hayan estipulado intereses ni en el contrato ni posteriormente.
- En el caso de los esponsales y de los juegos de inteligencia y apuestas lícitas en que parece muy
discutible la validez de la promesa de pago, pues la ley ha querido negarles precisamente todo otro
efecto civil que no sea el de retener lo pagado.
Abeliuk establece que esta clasificación se remite a tal clasificación de los contratos, sólo que extendida a
cualquier tipo de obligación, no solamente a las contractuales.
Esta clasificación está enunciada en el art. 1442 CC, y atiende a la manera como existen los contratos:
Accesorios tienen por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación principal, no existen si no hay otra
obligación a la cual acceder. En consecuencia, son los de garantía, que tienen por objeto dar una seguridad al
crédito al cual acceden, o de caución, como también se les llama. Art. 46 CC.
Si bien requiere siempre de una obligación de la cual es accesoria la que se contrae por el contrato accesorio,
no es fuerza que exista otro contrato, porque la obligación principal que se garantiza puede tener su origen no
sólo en aquél, sino en cualquier otra fuente de las obligaciones, y así se puede caucionar el cumplimiento de
una obligación extracontractual, emanada de la sola ley, de un cuasicontrato, de un hecho ilícito, por medio de
un contrato accesorio.
Caución y garantía
Sabemos que el deudor responde de su obligación con todo su patrimonio embargable; es la seguridad que
cualquier crédito da al acreedor, pero ella puede resultar insuficiente frente a un deudor contumaz o
insolvente. Por ello adquiere una importancia fundamental para el acreedor contar con una garantía de
cumplimiento.
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No es lo mismo garantía que caución
La garantía (género) es cualquier seguridad que se le otorga a un crédito, y de la cual no todos ellos gozan;
toda garantía es un accesorio del crédito, pero no tiene vida propia.
La caución (especie) es una obligación accesoria; supone, según lo expresado, un contrato en que las partes
constituyen esta seguridad para un crédito.
Sin embargo, suele usarse la expresión garantía como sinónimo de caución, o sea, se le da un sentido
restringido.
Como el acreedor tiene el derecho de garantía (prenda) general sobre todos los bienes del deudor de acuerdo
al Art. 2.465, si hay un fiador o un codeudor solidario, el acreedor gozará de este derecho sobre un número
mayor de patrimonios, por lo que se hace más difícil que la insolvencia del deudor le impida cobrar su crédito,
pues en tal caso lo hará efectivo en el patrimonio del codeudor solidario o fiador. Tiene una defensa en caso de
insolvencia del deudor, que no existiría sin caución.
Cauciones reales hay una mayor garantía aún, pues consiste en afectar un bien determinado, mueble o
inmueble al cumplimiento de la obligación.
Reduciéndonos a la prenda e hipoteca, son la máxima seguridad de pago, porque constituyen derechos reales, y
otorgan al acreedor facultad para perseguirlos en manos de quien se encuentre la cosa dada en prenda o
hipotecada, y sacarla a remate para pagarse con el producto de la subasta.
Importancia de la clasificación antiguo aforismo, en que “lo accesorio sigue la suerte del principal”, y así
extinguida la obligación principal, igualmente se extingue la accesoria que la garantiza. También, traspasado
por acto entre vivos o por causa de muerte el crédito a que acceden, se traspasan con él sus cauciones.
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A la misma regla se someten todos los demás accesorios del crédito: privilegios, intereses, etc.
Dependientes necesitan también de otro acto jurídico para su existencia, en lo que se asemejan a los
accesorios, pero no aseguran el cumplimiento de una obligación, en lo que se diferencian precisamente de
ellos.
Ej.: la novación, que no puede nacer a la vida jurídica si no existe una obligación primitiva a la cual extingue para
dar nacimiento a una nueva. Y las capitulaciones matrimoniales que el Art. 1.715 define como las convenciones
de carácter patrimonial que celebran los esposos antes de contraer matrimonio o en el acto de su celebración.
Son dependientes, pues no pueden existir sin la celebración del matrimonio.
4) EN CUANTO A SU OBJETO:
Reglamentación Nuestra legislación asigna mucha trascendencia a esta clasificación: Art. 1460, al referirse al
objeto de la obligación y al definir el contrato en el Art. 1438. En esta materia nuestro CC se confundió en el uso
de los términos.
Obligación de dar
Concepto doctrinario Obligación de dar es la que tiene por objeto transferir el dominio o constituir un
derecho real. Dicho de otra manera, es la que nace de los títulos traslaticios de dominio y demás derechos
reales. Ej.: compraventa, en que el vendedor se obliga a dar una cosa al comprador, esto es, a transferirle el
dominio de ella.
Según Troncoso es la que tiene por objeto la entrega de una cosa mueble o inmueble, con el fin de transferir la
propiedad, constituir un derecho real, transferir solo el uso de ella, o restituirla a su dueño.
- Transferir el dominio o constituir otro derecho real es menester que al título que la origina siga un
modo de adquirir, puesto que en nuestro sistema debe haber título y modo. La obligación de dar en ese
evento habrá sido solamente un título para adquirir el dominio.
Hay que recordar además que cuando se trata de obligaciones de dar que transfieren el dominio o
constituyen otro derecho real, el art. 1575 exige, para su pago, “facultad de enajenar en el deudor”.
- Transferir el uso o restituirlo a su dueño ejemplo del primer caso es el arrendamiento, en que se
concede el goce de una cosa al arrendatario, obligándose éste a una contraprestación (Art. 1915). En
este caso el acreedor no se hace dueño de la cosa, el deudor se limite a hacer le una entrega “no
traslaticia”.
Obligación de entregar la doctrina establece que tiene por objeto el simple traspaso material de una cosa, de
su tenencia. El título es de mera tenencia. Siempre en doctrina, la obligación de entregar es de hacer, puesto
que se trata de traspasar materialmente la tenencia de una cosa, lo cual es un hecho.
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Ej.: En el arrendamiento, el arrendador tiene una obligación de entregar, pero no de dar, porque el
arrendamiento es un título de mera tenencia: el arrendatario no adquiere derecho real alguno.
En el CC la obligación de entregar está incluida en la de dar Para algunos autores y fallos es evidente que
nuestro Código confundió los conceptos y en consecuencia, la obligación de entregar queda incluida en la de
dar, y no constituye una obligación de hacer.
Dicho de otra manera, en nuestra legislación la obligación de dar no tiene únicamente por objeto transferir el
dominio o constituir otro derecho real, sino también traspasar la mera tenencia, en consecuencia:
1. El art. 1.548 dispone expresamente que “la obligación de dar contiene la de entregar la cosa”.
Esto quiere decir que en la obligación de dar hay dos operaciones involucradas en ella:
a. Entrega jurídica, que es la obligación de dar propiamente tal como del solo contrato no nacen
derechos reales, consiste en efectuar la tradición de la cosa.
Muebles: tradición art. 684.
Inmuebles: tradición art. 686.
b. Obligación de entregar
Muebles: se cumplirá mediante la entrega material de la cosa que coincide con la tradición.
Inmuebles: se hará con el traspaso material de la propiedad, entregándola físicamente al
adquirente.
2. En la compraventa el legislador, para referirse a la misma obligación, la del vendedor de dar la cosa, la
denomina indistintamente como de dar y de entregar.
- Art. 1793 define la compraventa como “un contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa”,
etc., y cuando toca el momento de reglamentar esta obligación, en el párrafo 6° del título 23 del Libro
4°, lo hace bajo el epígrafe “de las obligaciones del vendedor, y primeramente de la obligación de
entregar”, y en los preceptos del párrafo citado.
- Arts. 1.824 y siguientes, vuelve reiteradamente a hablar de la obligación de “entregar”. En general las
obligaciones del vendedor se reducen a don “la entrega o tradición”, etc.
- Art.1.924 señala que el arrendador está obligado a “entregar” la cosa arrendada, o sea, tiene la misma
obligación que el vendedor, etc.
Todo ello prueba que el legislador utiliza indistintamente ambas expresiones: dar y entregar;
3. Art. 580 Los derechos y acciones se reputan muebles o inmuebles según lo sea la cosa que se debe o
en que han de ejercerse. Se señala como ejemplo: “la acción del comprador para que se le entregue la
finca comprada es inmueble”.
Art. 581 los hechos que se deben se reputan muebles.
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Si la obligación de entregar en nuestra legislación fuere de hacer, sería mueble de acuerdo al Art. 581,
pero el precepto anterior la calificó ya expresamente de inmueble, por lo cual no cabe sino concluir que
no es obligación de hacer, y
4. Como se dejó comanda en la historia fidedigna del CPC, el procedimiento para exigir judicialmente el
cumplimiento-de las obligaciones de dar, incluye las de entregar.
Con los argumentos señalados no cabe duda de que el Código confundió y refundió en una sola las obligaciones
de dar y entregar, y ésta, en consecuencia, comprende dos obligaciones de dar:
- La de dar propiamente tal, en cuanto tiene por objeto transferir el dominio o constituir un derecho real.
- La de dar, que es de entregar, y mediante la cual se traspasa la mera tenencia.
Son distintos según se observen del lado del deudor o del acreedor:
Obligación de restituir
Concepto Forma especial de la obligación de entregar que corresponde al que ha recibido una cosa a título
de mera tenencia y al agotamiento del contrato, en cuya virtud la detenta, debe devolverla a su legítimo dueño
o poseedor o incluso mero tenedor, según quien sea el que le haya traspasado la tenencia material.
Sujeto pasivo Quien ha recibido el título de mera tenencia. La obligación de restituir tiene lugar en los
contratos de mera tenencia.
Razón que la justifica en general, el agotamiento del contrato en virtud del cual detenta la cosa.
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a. Contratos de mera tenencia (acción personal proveniente del contrato): arrendatario, comodatario,
depositario, acreedor prendario, etc., a la expiración de los contratos respectivos, deben restituir la cosa
arrendada, dada en comodato, depositada o dada en prenda, respectivamente, a quien se la entregó
previamente.
b. Otras situaciones: pago de lo indebido, en que debe restituirse lo pagado sin previa obligación, en la
acción de reembolso (N.° 198), por efectos de la resolución del contrato, etc.
c. Derechos reales: la expiración del usufructo el usufructuario debe restituir la cosa fructuaria, y el
poseedor vencido en el ejercicio de la acción reivindicatoria, de petición de herencia, etc., debe restituir
al legítimo dueño, heredero, etc.
La diferencia con los casos anteriores es que aquí existe una acción real para la restitución, mientras en los
primeros hay una acción personal, proveniente del contrato o acto en cuya virtud el acreedor entregó
previamente la cosa.
- No fungible: La obligación de restituir puede corresponder a la misma cosa que fue entregada si ella es
infungible, pero puede ser equivalente a ella cuando el restituyente se ha hecho dueño de la cosa.
En el usufructo el legislador marcó perfectamente esta diferencia entre restituir una cosa no fungible y
volver igual cantidad y calidad del mismo género, o de pagar su valor, si la cosa es fungible (Art. 764).
- Fungible: la obligación de restituir es siempre de dar. EJ.: mutuo, que recae sobre cosas fungibles. El
mutuario no restituye la misma cosa que recibió, sino otras equivalentes. En consecuencia, la obligación
de restituir puede también ser de dar o de entregar, sin que tal distinción tenga mayor importancia en
nuestra legislación según lo dicho en el número anterior.
¿Proceden las indemnizaciones recíprocas? Sí, puede haber lugar a indemnizaciones recíprocas, ya sea:
a. Provenientes de los deterioros o menoscabos que haya sufrido la cosa en poder del restituyente.
b. Por los gastos o mejoras realizadas por éste, y en que habitualmente la ley le otorga el derecho al
deudor de retener la cosa mientras ellas no le sean pagadas por el acreedor: es el derecho legal de
retención.
Obligación de hacer
Concepto tiene por objeto la ejecución de un hecho, el cual, de acuerdo a nuestra legislación no será nunca
la entrega de una cosa, porque en tal caso la obligación no es de hacer, sino de dar.
Según Troncoso son aquellas que tienen por objeto una prestación que consiste en desarrollar cualquier
actividad, corporal o intelectual.
Su efecto principal consiste en que el deudor debe cumplir la obligación sin contravenir el tenor de la
obligación. Para garantizar esta ejecución el acreedor dispone de los derechos que le confieren el art. 1553.
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Las acciones que nacen de estas obligaciones son siempre muebles. Art. 581.
Clasificación
1. Fungibles: donde es indiferente que el hecho lo ejecute el propio deudor u otra persona en lugar suyo.
2. Infungibles: obligaciones donde dependen de una cualidad personal de aquél, por lo que en caso de
incumplimiento, el acreedor no podrá obtener la ejecución forzada del hecho mismo, se extinguen
normalmente por la muerte del deudor, y la imposibilidad en la ejecución se sujeta a reglas especiales.
Ejemplos de obligación de hacer: construir un edificio, transportar una mercadería, defender un pleito, abrir
una calle en terrenos propios en beneficio de los poseedores limítrofes, transportar el petróleo vendido al lugar
convenido, prolongar, limpiar y ensanchar un canal, otorgar una escritura pública, etc.
Obligación de no hacer
Concepto Acá el objeto es una omisión: abstenerse de ejecutar un hecho que de no existir la obligación
podría hacerse. Es como una limitación a la libertad de actuar de una persona, que debe privarse de hacer
ciertas cosas que normalmente y a no mediar la obligación podría llevar a cabo.
Obligación que contrae una persona al enajenar un establecimiento de comercio de no colocar otro de
igual giro en la misma plaza.
Las prohibiciones del art. 404 C de C para los socios de una sociedad colectiva, como la de no explotar
por cuenta propia el ramo de industria en que opera la sociedad.
La de un vecino de no elevar más allá de cierta altura un muro, etc.
Semejanzas ciertas obligaciones de no hacer se asemejan a las servidumbres negativas, pero se distinguen de
ellas por su carácter personal, mientras que la servidumbre es un derecho real.
Incumplimiento e imposibilidad También la obligación negativa está afecta a normas especiales en caso de
incumplimiento, e imposibilidad.
Concepto
Esta clasificación carece de mayor importancia jurídica; consisten las primeras en que el deudor ejecute una
acción, y comprenden las de dar, hacer y restituir. Atiende a la naturaleza de la prestación.
Obligación positiva La actividad que se exige al deudor puede consistir en dar una cosa o realizar algún
hecho, por ello es que su objeto consiste en una prestación que puede ser dar o hacer.
- Importancia: es necesario poner en mora al deudor para que éste quede obligado a la indemnización de
perjuicios. Sólo desde que el deudor es constituido en mora debe indemnización de perjuicios.
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Obligación negativa objeto consiste en una abstención – no hacer - , pues consiste, a la inversa en una
abstención del deudor, que éste deje de hacer algo.
Sus efectos están señalados en el art. 1555. Las acciones que naces de estas obligaciones son muebles art.
581, pues la abstención es un hecho debido por el deudor.
- Importancia: no es menester constituir en mora al deudor, basta que haya realizado el hecho de que
debía abstenerse, art. 1557.
Patrimoniales directamente avaluables en dinero, tienen valor pecuniario y forman parte del patrimonio de
la persona, de acuerdo a lo antes expuesto.
Sin embargo, tanto los derechos de la personalidad como los derechos de familia pueden producir efectos
pecuniarios.
Cuando los derechos de la personalidad son violados dan derecho a una indemnización en dinero, lo que no
impide considerar que siempre en ellos el aspecto principal es moral. En todo caso es indudable que los
derechos pecuniarios a que pueden dar origen, se incorporan al patrimonio.
Entre los derechos de familia los hay algunos netamente económicos, como ocurre con el derecho y su
obligación correlativa de alimentos, el usufructo del padre o madre que tiene la patria potestad sobre los bienes
del hijo, etc. Por eso suele hacerse una distinción entre:
Con todo, los derechos de familia con efectos pecuniarios difieren fundamentalmente de los propiamente
patrimoniales:
Los derechos de familia en general están sujetos a una reglamentación imperativa y obligatoria por el
legislador.
Los derechos propiamente patrimoniales, habitualmente solo da normas supletorias de la voluntad de
las partes, quienes son libres para crearlos ilimitadamente.
Sin embargo, en el Derecho Patrimonial la intervención actual del legislador limitando la soberanía de los
sujetos para la contratación, los ha acercado a los patrimoniales de familia y es así como hay muchas
convenciones sujetas hoy en día a una reglamentación de orden público análogo al Derecho de Familia.
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Por ello algunos autores consideran que todos los derechos y obligaciones tienen un solo fin: permitir a la
persona el desarrollo de sus actividades de todo orden, no sólo económicas la distinción estribaría solamente
en que algunos - patrimoniales- son única y directamente pecuniarios con neta primacía de lo económico; en
los otros, existe un valor moral, social o afectivo, pero también pueden producir efectos económicos, como
aquéllos generar consecuencias morales.
Esta clasificación atiende a la forma en que el ser humano aprovecha las cosas materiales, de las cuales obtiene
utilidad de dos maneras: directa o indirecta.
Obligaciones reales En los cuales el beneficio de la cosa se logra directamente ejercitando un derecho real,
que de acuerdo al Art. 577 CC, “es el que tenemos sobre una cosa sin respecto a determinada persona”.
Así existe una relación directa entre el titular del derecho y la cosa en que se ejerce, y por ello los romanos
hablaban de “Jure in re”, derechos en la cosa.
Obligaciones personales La utilización indirecta de las cosas, se obtiene por intermedio de otra persona, a
la cual coloca en la obligación de dar una cosa, de hacer algo o de abstenerse de hacer algo. En tal caso, nos
encontramos ante los derechos personales o de crédito que el Art. 578 define precisamente como “los que
sólo pueden reclamarse de ciertas personas que, por un hecho suyo o la sola disposición de la ley, han
contraído las obligaciones correlativas”.
El derecho personal se caracteriza, pues, fundamentalmente porque en él no existe una relación directa
entre el titular del derecho y la cosa, sino un vínculo jurídico entre personas: acreedor y deudor; en
consecuencia, el titular del crédito tiene una relación indirecta con la cosa, y por ello los romanos hablaban
de “jure ad rem”, derecho a la cosa.
Esta clasificación ha sido criticada por parte de la doctrina (Planiol) quien sostiene que no existen relaciones
jurídicas entre el ser humano y las cosas, sino únicamente entre personas:
En el derecho real esta relación se presentaría entre su titular y todo el resto de la humanidad, obligada
a respetar y no turbar el ejercicio del derecho por parte de aquél.
En el derecho persona hay una relación entre sujetos determinados.
Esta doctrina no ha prosperado porque esta obligación negativa y vaga no es propiamente una obligación, y
desde luego no figura en el pasivo de nadie. La obligación, en cambio, es un vínculo entre personas
determinadas.
Una de los requisitos del objeto de los actos jurídicos es la determinación, la cual puede ser en especie o cuerpo
cierto o en género (Art. 1461).
Todo objeto debe ser determinado o determinable, pero la determinación puede ser:
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Determinación máxima: se precisa un individuo específico dentro de un género también delimitado. Ej.:
bien raíz de calle Ahumada n°.
- La obligación de especie o cuerpo cierto es la primera, en que el ojeo debido está determinado tanto en
género como en especie;
Determinación meramente genérica: Ej.: una vaca, cien acciones de tal Sociedad Anónima, etc.
- La obligación es de género, aquellas en que se debe indeterminadamente un individuo o una cantidad
de cosas de una clase o género determinados.
Obligaciones de especie o cuerpo cierto aquella que se determina por la individualidad de la cosa o
servicio.
No están especialmente reglamentadas: el legislador no ha reglamentado en forma especial las obligaciones que
recaen en una especie o cuerpo cierto, como lo hizo, según veremos, con las de género, pero se refirió a ellas
en varias disposiciones, en especial en relación con su cumplimiento.
Características de la obligación:
1. Lleva envuelta para el deudor la obligación de conservar la especie o cuerpo cierto hasta la época del
cumplimiento.
2. Debe pagarse la cosa debida y no otra. Esta característica impone en el cumplimiento de la obligación una
indivisibilidad de pago, pues la entrega debe efectuarla, en caso de haber varios deudores, quien posea la
especie o cuerpo cierto (Art. 1.526, N.° 2°).
3. Pérdida de la cosa debida:
Total posibilidad de que la cosa se destruya antes de su entrega:
- Culpable: el deudor responde de los perjuicios, y si se trata de un contrato bilateral, puede pedirse,
además de éstos, la resolución del mismo.
- Fortuita: la obligación se extingue por pérdida de la cosa debida, lo cual también en los contratos
bilaterales da origen a una situación especial, el problema del riesgo (N° 1205)
ParcialN.° 1201.
La obligación de conservación:
De acuerdo al Art. 1548 “La obligación de dar contiene la de entregar la cosa; y si ésta es una especie o cuerpo
cierto, contiene además la de conservarlo hasta la entrega, so pena de pagar los perjuicios al acreedor que no
se ha constituido en mora de recibir”.
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De manera que tratándose de un cuerpo cierto hay tres obligaciones distintas contenidas en la de dar: la de dar
propiamente tal, la de entregar la especie debida, y, para que ello sea posible, la de conservarla hasta la entrega.
- Ej.: si se vende un inmueble, el vendedor está obligado a dar el bien raíz, efectuando la inscripción
correspondiente en el Conservador, que es su tradición; debe entregar materialmente el predio y,
finalmente, conservarlo hasta ese momento.
Agrega el Art. 1549: “la obligación de conservar la cosa exige que se emplee en su custodia el debido cuidado”;
este debido cuidado es el que corresponda, de acuerdo a la naturaleza del contrato (Art. 1.547, inc. 12).
En nuestra legislación se presume la infracción a esta obligación de custodia en el caso de que la especie o
cuerpo cierto se destruya o deteriore; al deudor corresponderá probar la ausencia de culpa suya en el
incumplimiento de la obligación de conservación.
- Actos jurídicos: por ejemplo, el deudor que no ha entregado la cosa, la enajena a otra persona.:
- Actos materiales del deudor: la negligencia o dolo de ése que destruye o deteriora la cosa, y ajenos a él, el
caso fortuito.
Ellos le impondrán responsabilidad si le son imputables, pero según lo dicho, a él le corresponde probar su
ausencia de culpa o el caso fortuito.
Efectos
a. Cuando se trata de una obligación de dar, comprende además la de conservar la cosa hasta su entrega y
emplear en esta conservación el debido cuidado (Art. 1546 y 1529). Es lógico que el legislador imponga
esta obligación al deudor, por el carácter de irremplazable de la especie o cuerpo cierto, si ella se
destruye, no podría cumplirse la obligación
b. Esta se extingue por la pérdida de la cosa debida (Arts. 1570 y 1567 n° 7)
c. El deudor ha de cumplir su obligación entregando precisamente la cosa debida, sin poder sustituirla por
otra (eso si el acreedor puede consentir en que se le dé otra cosa a cambio de la que se le debía y en
este caso se habrá efectuado una dación en pago). Arts. 1569 inc. 2°,1550 y 1820.
Obligaciones de género Se refieren a una determinada cantidad de cierto género, art. 1508. Estas pueden
ser más o menos determinadas, según la amplitud del género a que se refieran. Ej.: automóvil Toyota tercer
o un Toyota tercer modelo 1993.
Reglamentación legislador destinó el título 82 del Libro 4°, Arts. 1508 a 1510.
Concepto legal Art. 1508 “obligaciones de género son aquellas en que se debe indeterminadamente un
individuo de una clase o género determinado”.
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No hay absoluta indeterminación Como se advierte, no es que en las obligaciones de género exista absoluta
indeterminación, porque ello se traduciría en la ausencia de objeto, y nulidad absoluta de la obligación. Y así, no
podría deberse un animal, un árbol, etc. El género debe estar determinado, y además la cantidad del mismo
que se debe. Por ello no es enteramente correcto el precepto al hablar de “un individuo”, pues pueden ser
varios, con tal que se determine o sea determinable la cantidad.
Determinación puede irse haciendo cada vez mayor hasta llegarse muy cerca de la máxima que es la específica
para algunas legislaciones y autores modernos constituyen una verdadera obligación intermedia, que participa
de los caracteres de la de género, pero también de la específica.
Ej.: Si el deudor se compromete a entregar 100 litros de vino tinto, esto es una obligación genérica corriente,
pero si se ha obligado a entregar los mismos 100 litros de la marca y tipo, y correspondiente a la cosecha de tal
año, el deudor debe entregar éstas y no otras. La importancia de esta distinción quedará señalada en el número
que sigue.
Efectos La obligación de género es normalmente FUNGIBLE; puede darse una u otra especie, mientras quede
comprendida en el género debido. De ahí que los efectos -que el legislador reglamentó en el título 8° y no a
propósito del pago, como lo hizo con las de especie- sean radicalmente inversos a los de ésta y así:
1. No hay obligación de conservación Art. 1510 parte final: “el acreedor no puede oponerse a que
deudor las enajene o destruya (las cosas del género debido), mientras subsistan otras para el
cumplimiento de lo que debe”. El deudor puede realizar, en consecuencia, toda clase de actos jurídicos
y materiales respecto de las cosas del mismo género que posea.
Es necesario que el género esté limitado, es decir, no vale por falta de objeto la obligación que se refiere
a un género ilimitado. El género ilimitado no permite la formación de la obligación porque
comprendería individuo sin valor cierto. Lo mismo ocurre con la cantidad que deber der determinada o
determinable.
Por ello, para cumplirla debe procederse a la especificación, o sea, a la elección entre los individuos del
género de aquellos que deben entregarse al acreedor.
La elección no es del acreedor, a menos que así se haya expresamente estipulado: “En la obligación de
género, el acreedor no puede pedir determinadamente ningún individuo” (Art. 1509, primera parte). De
manera que al momento del pago el deudor elige las cosas con que va a cumplir.
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Puede entregar cualquier individuo del género, pero con una limitación que le coloca la ley debe ser
de una calidad a lo menos mediana, si no se ha precisado otra (Art. 1509, parte final).
3. No existe pérdida de la cosa debida Este modo de extinguir la obligación es propio de las obligaciones
de especie o cuerpo cierto, no puede aplicarse a las obligaciones de género. Se dice que el género nunca
perece (genus nunquam perit), y por ello el Art. 1510, en su primera parte dispone que “la pérdida de
algunas cosas del género no extingue la obligación”.
En efecto, como el deudor puede cumplir con cualquier especie del género convenido ninguna
importancia tiene el que la o las cosas con que pensaba cumplir el deudor perezcan si siempre quedan
otras del mismo género para cumplir.
Y si no existe este modo de extinguir las obligaciones en las de género, tampoco tiene en principio
aplicación la teoría del riesgo.
Sin embargo, señalamos en el número anterior la existencia de obligaciones que sin dejar de ser genéricas, se
acercan en cierto sentido a las específicas: las de un género precisado o delimitado, como el ejemplo señalado
del vino de tal marca, calidad y año. Pues bien, en ellas, el deudor deberá conservar las cosas necesarias para
cumplir la obligación, entregar exactamente lo prometido, y puede producirse la posibilidad de pérdida sin
culpa, como lo veremos precisamente a propósito del cumplimiento imposible. La jurisprudencia en general ha
resistido esta última posibilidad.
OJO esta clasificación es aplicable en general a todas las obligaciones, cualquiera sea la prestación. Sin
embargo, tiene especial aplicación cuando se trata de obligaciones de dar.
Pero puede presentarse el caso de pluralidad de unos u otros, y entonces se habla de obligaciones complejas en
cuanto al objeto o los sujetos.
Obligación simple o de objeto único hay un solo objeto debido, y el deudor cumple con él la
obligación.
Obligación compleja o de objeto múltiple existen varios objetos adeudados, pero puede cumplirse de
dos maneras:
Pagando todos ellos, en cuyo caso nos encontramos con las obligaciones acumulativas
Pagando sólo algunos, lo que se presenta en las obligaciones alternativas y facultativas.
1. Obligaciones acumulativas
2. Obligaciones alternativas
3. Obligaciones facultativas
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1.- Obligaciones acumulativas, de simple objeto múltiple, conjuntas o conjuntivas
Son aquellas en que se deben copulativamente varias cosas, de modo que el deudor se libera de su obligación
de entregándolas o ejecutándolas todas. Ej.: Pero vende a Juan un auto y una moto en $3.000.000.-
El acreedor tiene derecho para demandar todas las cosas; el deudor no puede pretender que se le recibe en
pago una sola de las cosas debidas y que se extinga la obligación.
En doctrina se señala que cuando se deben varios objetos, ello puede ocurrir de dos maneras distintas:
2) La obligación es una sola, pero para cumplirla el deudor debe efectuar varias prestaciones de manera que
la obligación no estará cumplida mientras no se satisfagan todos los objetos debidos.
- Ej.: una agencia de viajes que organiza una gira artística debe proporcionar a los viajeros alojamiento,
transportes, visitas a museos, etc., o si se vende una universalidad de hecho, como un amoblado de
comedor, compuesto de una mesa, seis sillas, un aparador, etc.
Hay varias prestaciones y todas ellas deben efectuarse para que la obligación quede cumplida; el acreedor
puede exigir el pago simultáneo de todas ellas. Era es la obligación acumulativa que la ley no ha
reglamentado, por lo que se sujeta a las reglas generales.
Están reglamentadas especialmente en el Título 6° del Libro 4°, Arts. 1499 a 1504.
Concepto Art. 1499: “aquellas por las cuales se deben varias cosas, de tal manera que la ejecución de una de
ellas exonera de la ejecución de las otras”.
De ahí su nombre, pues hay una elección del objeto de la obligación, o una cosa o la otra. Hay varias
prestaciones debidas, pero al deudor le basta el cumplimiento de una de ellas para extinguir la obligación. Ej.:
como si me obligo con una persona a entregarle o un automóvil, o una propiedad raíz o $ 500.000. Las tres
cosas se deben, pero se paga una sola de ellas.
Características
1) Uso de la conjunción disyuntiva “o”; si se usara la acumulativa “y”, todas las cosas se deberían, y serían
varias las obligaciones o una de objeto múltiple, según lo expuesto anteriormente.
2) La elección de la cosa con que se pagará es por RG del deudor, a menos que se haya pactado lo contrario,
puede corresponderle al acreedor (Art. 1500 inc. 2°). Los efectos de la obligación alternativa y que se
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refieren fundamentalmente a la forma de cumplirla, y a la pérdida de las cosas debidas
disyuntivamente, varían radicalmente en uno u otro caso.
3) Los objetos se deben bajo la condición de que sean elegidos para el pago. La obligación alternativa misma
no es condicional, pues no hay ningún hecho futuro o incierto que suspenda su nacimiento o extinción,
pero sí las cosas se deben todas ellas bajo la condición de que el deudor o acreedor, según a quien
corresponda la decisión, las elija para el pago. Elegida una de ellas, es como si las demás nunca se
hubieran debido, y la obligación se refiriera exclusivamente a la cumplida.
4) La obligación será mueble o inmueble, según lo sea el objeto que se determine para el pago;
5) El deudor debe pagar enteramente con una de las cosas debidas (Art. 1.500 inc. 1°: “para que el deudor
quede libre, debe ejecutar o pagar en su totalidad una de las cosas que alternativamente deba; y no
puede obligar al acreedor a que acepte parte de una y parte de otra”)
6) No es indispensable que las cosas debidas sean equivalentes, pues la ley no lo exige.
Efectos
Para determinarlos debemos distinguir tres situaciones, a que nos referiremos en los números siguientes:
Son ellos:
1) Obligación de custodia Al deudor le basta conservar una sola de las especies debidas. Si la elección es
del deudor, está a su arbitrio enajenar o destruir cualquiera de las cosas que alternativamente debe
mientras subsista una de ellas (Art. 1502 inc. 1°).
En la obligación de especie el deudor tiene la obligación de conservarla hasta su entrega, pero como en
la alternativa si la elección es suya, el deudor puede pagar con cualquiera de las debidas, le basta con
conservar una, y así cumplirá con ella;
2) El acreedor no puede exigir determinadamente una de las cosas debidas Lo señala así el Art. 1501:
“siendo la elección del deudor, no puede el acreedor demandar determinadamente una de las cosas
debidas, sino bajo la alternativa en que se le deben”.
No hay con ello excepción al principio del Art. 1569, inc. 2°, según el cual el acreedor no puede ser
obligado a recibir otra cosa distinta de la debida, porque no se le ofrece un objeto diverso, sino uno de
los que se deben, estando el acreedor obligado a recibir el elegido por el deudor.
3) Pluralidad de deudores Si son varios los deudores, y la elección es de ellos, deben hacerla de consuno
(Art. 1526 n° 6), en un caso de indivisibilidad de pago.
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2.-Efectos de la obligación alternativa cuando la elección es del acreedor.
1) Obligación de conservación Debe el deudor conservar todas las especies debidas si la obligación se
refiere a especies o cuerpos ciertos, pues el acreedor puede exigirle cualquiera y será responsable en
caso de haber destruido la que elija éste.
2) El acreedor puede exigir cualquiera de las cosas debidas No tiene aplicación el Art. 1501 y el acreedor,
en consecuencia, demandará la cosa que él decida.
Reglamentación: Art. 1502 inc. 2° e Arts. 1503 y 1504, que aplican las reglas generales.
Hacen necesario efectuar algunos distingos: en primer lugar, si la pérdida es total o parcial, fortuita o culpable, y
finalmente, según de quien sea la elección.
1° Pérdida total
Caso fortuito: Si todas las cosas disyuntivamente debidas perecen, no habiendo culpa del deudor, se
extingue la obligación. (Art. 1504 inc. 1°).
Culpa del deudor:
- El deudor está siempre obligado al precio de una de las cosas y a la indemnización de perjuicios, y lo
único que varía es el precio de qué cosa debe, según de quien era la elección.
- Si la elección correspondía al deudor, deberá el precio de la cosa que él elija y la indemnización de
perjuicios.
- Si la elección correspondía al acreedor, el deudor es obligado al precio de la cosa que aquél elija y a la
indemnización de perjuicios (Art. 1504. inc. 2°).
2° Pérdida parcial
Caso fortuito: “Si una de las cosas alternativamente prometidas no podía ser objeto de la obligación o
llega a destruirse, subsiste la obligación alternativa de las otras; y si una sola resta, el deudor es obligado a
ella” (Art. 1503).
Culpa del deudor: Nuevamente es preciso subdistinguir, según a quién corresponda la elección.
- Si ella es del deudor, sin duda escogerá alguna de las cosas que subsista para liberarse de la
indemnización de perjuicios.
- Si ella es del acreedor, éste puede a su arbitrio, según el inc. 2 del Art. 1302 (de manera que no cabría
oponerle el abuso de derecho) pedir cualquiera de estas dos alternativas:
a. Alguna de las cosas que subsiste, estando obligado el deudor a dárselo.
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b. El precio de la cosa destruida, más la correspondiente indemnización de perjuicios.
3.-Obligaciones facultativas
También las reglamenta el Código, en el Título 7° del Libro 4°, Arts. 1505 y 1507.
Art. 1505: “obligación facultativa es la que tiene por objeto una cosa determinada, pero concediéndose al
deudor la facultad de pagar con esta cosa o con otra que se designa”.
Ej.: el testador, en su testamento, impone a un heredero la obligación de entregar una casa al legatario, pero
dándole la facultad de que si así lo prefiere, cumpla su obligación pagándole la suma de $ 1:000.000.
Se altera la ya citada regla del Art. 1569, inc. 2°, pues se obliga al acreedor a recibir otra cosa distinta de la
debida, pero desde el nacimiento de la obligación el deudor tenía esta facultad.
Lo que distingue a la obligación facultativa es que hay un solo objeto debido, en el ejemplo, la casa; no se deben
la casa y el millón de pesos o una u otro, pero el deudor, al momento del cumplimiento, puede liberarse de la
obligación con el objeto debido o con otro previamente determinado; en tal sentido, la obligación es de objeto
múltiple pero sólo para el deudor.
Efectos
Los efectos se derivan de la característica que hay un solo objeto debido, y en consecuencia:
1) El acreedor sólo puede demandar el objeto debido Así lo dispone la parte primera del Art. 1506: “En la
obligación facultativa el acreedor no tiene derecho para pedir otra cosa que aquella a que el deudor es
directamente obligado”; en el ejemplo propuesto, la casa, porque es lo único debido; sólo a ella está
obligado el deudor. La de pagar $ 1.000.000 podría considerarse como una obligación sujeta a la
condición meramente potestativa de que el deudor quiera cumplirla, lo que equivale a decir que no hay
obligación alguna.
La doctrina y jurisprudencia francesas han establecido una distinción entre las llamadas obligaciones
determinadas o de resultado, y obligaciones generales de prudencia y diligencia o de medios.
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Obligaciones de resultado la obligación es concreta: el deudor debe obtener un resultado determinado, y
así el vendedor ha de entregar la cosa vendida en la época convenida. El deudor ha incurrido en
incumplimiento si no se ha producido el resultado prometido, en el ejemplo entregar lo vendido en el día
señalado.
Obligaciones de medio el deudor se obliga a poner de su parte la diligencia necesaria, a conducirse con
prudencia para obtener el resultado deseado, pero no a conseguir éste. Ej.: ciertos profesionales, como el
médico, quien no se obliga a mejorar al enfermo, sino a prestar toda su diligencia para conseguirlo; o el
abogado, para ganar el pleito que se le ha encomendado, etc.
En las obligaciones de resultado el acreedor nada debe probar, pues al deudor de ellas le corresponde
acreditar que se obtuvo el resultado prometido, y, si él no ha tenido lugar, que no hubo culpa suya en este
hecho.
En las obligaciones de medios no basta establecer que no se obtuvo el resultado, o sea, en los ejemplos, se
murió el paciente, se perdió el pleito, sino que el deudor no se ha comportado con la diligencia o prudencia
necesarias, y esta prueba corresponde al acreedor
En relación con las obligaciones contractuales son normalmente de resultado; sin embargo, como veremos más
adelante, la responsabilidad profesional es normalmente contractual, pero la culpa, según la doctrina en
examen, corresponde probarla al acreedor.
La importancia estriba, pues, en que la presunción de culpa no opera únicamente y siempre en materia
contractual, sino que en una y otra responsabilidad es preciso distinguir según si la obligación infringida es de
medios, en que el peso de la prueba corresponde al acreedor, o de resultado, en que el deudor deberá probar
su ausencia de culpa.
Entre nosotros la distinción no resulta aceptable, pues la disposición del Art. 1547 presume la culpa contractual
sin hacer diferencias y no es posible sostener la existencia de obligaciones de resultados extracontractuales,
pero es digna de tomarse en cuenta en una futura modificación del Código, pues, como lo veremos más
adelante, contiene una gran parte de razón desde un punto de vista teórico.
5) EN CUANTO A LA CAUSA:
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El Art. 1467 declara que toda obligación debe tener una causa real y lícita, aunque no es necesario que se
exprese.
Obligaciones causadas o formales aquellas, como ha dicho una sentencia, que son independientes del
contrato de que emanan, en el sentido de que dicho contrato no puede ser opuesto al acreedor. Ej.: en la
delegación, un tercero -el delegado- asume la obligación ante el acreedor en lugar del delegante, primitivo
deudor.
El acreedor es ajeno totalmente a las relaciones entre delegante y delegado y no se pueden invocar en su
contra: así ocurre también en la fianza, en que el fiador no puede oponer al acreedor sus excepciones fundadas
en el contrato que lo liga al deudor principal, y en la mayor parte de las obligaciones cambiarias, y así, por
ejemplo, al que ha adquirido una letra de cambio por el endoso, no le empece la convención en cuya virtud el
librado aceptó la letra de cambio. (Art. 28 de la Ley 18.092, de 14 de enero de 1982).
Regla general en derecho obligación tenga un solo sujeto activo y un deudor único, pero tampoco hay
inconveniente para que no sea así. El mismo Art. 1438, al definir el contrato señaló que “cada parte puede ser
una o muchas personas”, y lo que la ley dijo del contrato vale para toda clase de obligaciones.
Excepciones Esas obligaciones complejas en cuanto al sujeto por la existencia de más de uno de ellos activa o
pasivamente se pueden, a su vez, clasificar desde dos ángulos:
Concepto aquella que tiene un objeto divisible y hay pluralidad de deudores, de acreedores o de ambos,
pero cada deudor está obligado al pago de su parte en la deuda, y cada acreedor puede demandar únicamente
su cuota en ella.
Ej.: Doy en mutuo $ 30.000 a A, B y C; si no se pacta solidaridad y como el objeto es divisible, cada uno de ellos
pasa a deberme $ 10.000.
En el fondo sucede lo mismo que en las obligaciones con varios objetos existen tantas obligaciones
autónomas como acreedores o deudores concurran, y por eso hay quienes sostienen que existe más bien
disyunción, o sea, separación que no conjunción, unión.
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Regulación El Código no reglamentó especialmente esta clase de obligaciones, pero se refirió a ellas
principalmente en los Arts. 1511 y 1526, inc. 1°.
En nuestra legislación la RG es que la obligación en cuanto al sujeto sea simple. Pero cuando ella es con
pluralidad de sujetos la RG es la obligación simplemente conjunta. Se requiere de una convención, declaración
en el testamento o disposición de la ley para que sea solidaria.
En Chile, a toda obligación con pluralidad de sujetos debe calificársela en principio de mancomunada, salo que
expresamente se le haya negado tal calidad y dado a otra.
Pero en la práctica, es raro encontrar obligaciones mancomunadas originarias. Habitualmente si hay varios
deudores es porque el acreedor así lo ha exigido para mayor seguridad y entonces impone la solidaridad. Más
frecuentes son las obligaciones mancomunadas derivativas, las que se originan principalmente en el caso de
fallecimiento de una de las partes.
Principio fundamental en estas obligaciones hay tantas obligaciones como acreedores y deudores.
Externa, aparentemente se observa una sola obligación. Aún más, desde el punto de vista material hay un solo
título, como sucede cuando en un mismo contrato varias personas se obligan para con otra, pero jurídicamente,
hay tantas obligaciones como partes.
Ej.: A, B y C deben a X $900.000, aunque se obliguen por un solo contrato en realidad tres obligaciones, A con X
por $300.000; B con X por $300.000 y C con X por $300.000.
Características
La categoría de obligaciones con pluralidad de sujetos que estamos analizando presenta principalmente las
siguientes particularidades:
1) Pluralidad de partes y unidad de prestación Para la existencia de una obligación conjunta se precisan a lo
menos tres personas, dos acreedores y un deudor, o dos de éstos y uno de aquéllos; pero la prestación ha
de ser una sola y de cosa divisible, como lo señalan expresamente los Arts. citados, pues si es indivisible ya
no estamos en el terreno de la mancomunidad, sino de la indivisibilidad.
La unidad en la prestación no quita que pueden ser también varios los objetos debidos, como si en el
ejemplo señalado los deudores deben un conjunto de cosas.
2) Debe existir un solo título esta característica le da fisionomía propia a la obligación mancomunada. No
tendría interés el estudio de obligaciones contraídas por varios y en títulos diversos, pues estaríamos ante
obligaciones de sujeto singular.
3) Debe existir unidad de prestación la cosa debida debe ser la misma para todos los deudores. Si cada
deudor se obliga a cosas distintas no tendríamos sino obligaciones de sujeto simple.
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4) Prestación debe ser divisible debe admitir una división en partes. Art. 1511 inc. 1°. Si no puede
ejecutarse por partes la prestación, la obligación sería indivisible.
5) Jurídicamente, constituyen la regla general Como también lo destacan los citados preceptos, aunque en
la práctica suele ser a la inversa, jurídicamente la obligación conjunta es la RG; se requiere una convención,
declaración o disposición legal para que la obligación sea solidaria o indivisible.
En consecuencia, en nuestro Código, a toda obligación con pluralidad de sujetos debe calificársela de
conjunta en principio, salvo que expresamente se le haya negado tal calidad.
b. Derivativa ocurre cuando fallece el acreedor o deudor, únicos o solidarios, esto es, la obligación
nació como única o solidaria, pero por un hecho posterior el fallecimiento de una de las partes, ha
pasado a ser conjunta.
Y ello porque cuando fallece el acreedor sus créditos por RG se dividen entre sus herederos;
corresponderá a ellos en conjunto como cualquier otro bien de la herencia o se dividirán conforme a
sus derechos en ésta, pero no podrá cada uno cobrar más allá de su cuota por sí solo.
Las deudas hereditarias se dividen entre los herederos a prorrata de sus cuotas (inc. 1° del Art. 1354), y
en consecuencia, si por ejemplo he dado en mutuo $ 30.000 a una persona, y ésta fallece dejando 3
herederos por partes iguales, cada uno me está obligado por $ 10.000. La obligación originariamente
entre dos partes ha pasado a ser conjunta.
7) Por RG las obligaciones mancomunadas se dividen entre acreedores y deudores por partes iguales Así lo
comprueba el Art. 2307 ubicado en la comunidad: “si la deuda ha sido contraída por los comuneros
colectivamente, sin expresión de cuotas, todos ellos, no habiendo estipulado solidaridad, son obligados al
acreedor por partes iguales, salvo el derecho de cada uno contra los otros para que se le abone lo que haya
pagado de más sobre la cuota que le corresponda”.
La ley establece una división distinta en el ya citado caso de las deudas hereditarias, que corresponden a
los herederos a prorrata de sus cuotas y éstas no tienen por qué ser siempre iguales. Así, puede haber un
heredero de la mitad y otros dos por un cuarto de la herencia cada uno, y en tal proporción se dividirán
entre ellos las deudas hereditarias.
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La forma de división señalada puede ser alternada por convención de las partes o por la ley, ejemplo de
esto último es el art. 1354.
Efectos
1) Pago de la deuda El deudor no está obligado sino al pago de su cuota de la deuda; si paga de más habrá
un pago de lo no debido, si cometió error, y puede repetir por el exceso contra el acreedor, y si lo hizo
intencionalmente se aplican las mismas reglas del pago efectuado por un tercero extraño.
A su vez, cada acreedor no puede exigir sino el pago de su cuota en la deuda, y si en el hecho percibe más
de ella, el deudor no queda liberado frente a los demás acreedores, y tiene derecho a repetir contra el
acreedor por el exceso, pues hay un pago de lo no debido.
2) Otros modos de extinción Lo que se dice del pago rige para todos los modos de extinguir las
obligaciones y, así, si entre el acreedor y uno de los deudores se produce confusión, ello no afecta a los
demás obligados.
El Código se preocupó expresamente de la nulidad en el Art. 1690: “cuando dos o más personas han
contratado con un tercero, la nulidad declarada a favor de una de ellas no aprovechará a las otras”.
4) La mora La constitución en mora de uno de los deudores por el requerimiento del acreedor, no coloca
en igual situación a los demás, y, a la inversa, el requerimiento al deudor de uno de los acreedores no
aprovecha a los restantes.
5) Insolvencia de un deudor La cuota del deudor insolvente no grava a los demás codeudores. Así lo dejó
expresamente señalado el Art. 1526, lo que constituye una notoria diferencia con la solidaridad, en que la
solución es la inversa.
6) Cláusula penal Como lo veremos en su oportunidad, el Art. 1540, inc. °, establece que si la obligación
principal es de cosa divisible, la pena en principio es conjunta.
1) Si uno de los deudores incumple su obligación y ello genera responsabilidad contractual (indemnización de
perjuicios) ésta solo afecta al incumplidor y no a los otros deudores, art.1526 n° 3, la misma idea aparece
en el art. 1540.
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2) Cada deudor demandado puede oponer a la demanda las excepciones reales – aquellas que emanan de la
naturaleza de la obligación, como ser el pago, nulidad absoluta – y las personales suyas, como ser
incapacidad, nulidad relativa.
3) La prórroga de la jurisdicción que opera a favor de uno de los deudores no afecta a los demás.
4) La extinción de la obligación respecto de un deudor no la extingue respecto de los demás.
5) Si se declara la nulidad de la obligación respecto de uno de los obligados – o de uno de los acreedores – ello
no alcanza a los otros, porque la nulidad es de efectos relativos, art. 1690.
En síntesis, pueden resumirse los efectos de la mancomunidad diciendo que los actos ejecutados por uno de los
acreedores o ayuno de los deudores sólo los afectan a ellos y no a los demás coacreedores o codeudores.
Excepciones a la conjunción
En la solidaridad, en la cual cada acreedor puede demandar el total de la deuda. estando cada deudor
obligado al pago total de ella, y
En la indivisibilidad, en que la prestación por su naturaleza o la convención no puede cumplirse por
parcialidades.
Ambas constituyen en nuestro derecho una excepción al derecho común, y pasamos a estudiarlas en las
siguientes secciones.
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