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Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin

distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico,


color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos
humanos, sin discriminación alguna.
Los derechos humanos son aquellas «condiciones instrumentales que le permiten a la
persona su realización».1 En consecuencia subsume aquellas libertades, facultades,
instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos2 que incluyen a toda
persona, por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna, «sin
distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra
índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición».3
Para autores naturalistas los derechos humanos son independientes o no dependen
exclusivamente del ordenamiento jurídico vigente, por lo que son considerados fuente del
derecho; sin embargo desde el positivismo jurídico la realidad es que solamente los países
que suscriben los Pactos Internacionales de Derechos Humanos o Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (PIDESC) y sus Protocolos –Carta Internacional de Derechos Humanos–
están obligados jurídicamente a su cumplimiento.4 Así, por ejemplo, en relación con la pena de
muerte, contraria a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Segundo Protocolo
Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a abolir la pena
de muerte, no ha sido firmado por países como China, Irán, Estados
Unidos, Vietnam, Japón e India.5
Desde un punto de vista más relacional, los derechos humanos se han definido como las
condiciones que permiten crear una relación integrada entre la persona y la sociedad, que
permita a los individuos ser personas jurídicas, identificándose consigo mismos y con los
demás.6

¿Cuáles son tus derechos humanos?

Empecemos con algunas definiciones básicas:

Humano: sustantivo
Un miembro de la especie Homo sapiens; un hombre, una mujer o un niño;
una persona.

Derechos: sustantivo
Cosas a las que se tiene derecho o están permitidas; libertades que están
garantizadas.

Derechos Humanos: sustantivo


Los derechos que tienes simplemente por ser humano.
Si le preguntaras a la gente en la calle: “¿Cuáles son los derechos humanos?”,
obtendrías muchas respuestas distintas. Te dirían los derechos que conocen,
pero muy pocas personas conocen todos sus derechos.

Como se ha explicado en las definiciones anteriores, un derecho es una


libertad de algún tipo. Es algo a lo que tienes derecho en virtud de ser
humano.

Los derechos humanos se basan en el principio de respeto por el individuo.


Su suposición fundamental es que cada persona es un ser moral y racional
que merece que lo traten con dignidad. Se llaman derechos humanos
porque son universales. Mientras que naciones y grupos especializados
disfrutan de derechos específicos que se aplican sólo a ellos, los derechos
humanos son los derechos que cada quien posee (sin importar quién es o
dónde vive) simplemente porque está vivo.

Sin embargo, muchas personas, cuando se les pide que nombren sus
derechos, mencionarán solamente la libertad de expresión y de creencia y tal
vez uno o dos más. No hay duda de que estos derechos son importantes,
pero el alcance de los derechos humanos es muy amplio. Significan una
elección y una oportunidad. Significan la libertad para conseguir un trabajo,
elegir una carrera, elegir al compañero con quien criar a los hijos. Entre ellos
está el derecho de circular ampliamente y el derecho de trabajar con
remuneración, sin acoso, abuso o amenaza de un despido arbitrario. Incluso
abarcan el derecho al descanso.

En épocas pasadas, no existían los derechos humanos. Entonces emergió la


idea de que la gente debería tener ciertas libertades. Y esa idea, a raíz de la
Segunda Guerra Mundial, resultó finalmente en un documento llamado la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y derechos que todas las
personas poseen.

Las características fundamentales de los derechos humanos proclamados


en la Declaración Universal de los Derechos Humanos son las siguientes:
 Universales. ...
 Inalienables. ...
 Irrenunciables. ...
 Imprescriptibles. ...
 Indivisibles.

Las características fundamentales de los derechos humanos


proclamados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos son
las siguientes:

 Universales. Los derechos que incluye la Declaración


Universal de los Derechos Humanos pertenecen a todos los
seres humanos por el mero hecho de serlo.
 Inalienables. No se pueden enajenar, nadie puede ser
despojado de ellos.
 Irrenunciables. No se puede renunciar a ellos, aunque sea
por propia voluntad, y por lo tanto son
también intransferibles, nadie más que el propio titular
puede valerse de ellos.
 Imprescriptibles. Son para toda la vida, no tienen fecha de
caducidad por ningún motivo.
 Indivisibles. Ningún derecho puede disfrutarse a costa de
otro derecho, no puede prescindirse de ninguno.

Estas distintas características en ocasiones son discutidas,


empezando por la universalidad: se argumenta que los derechos
humanos se deben interpretar dentro de las distintas culturas, de forma
que estas pueden matizar o alterar los principios contenidos en la
Declaración Universal. Por lo tanto, los derechos humanos no serian
siempre los mismos, variarían en función de los contextos culturales. Es
la postura conocida como relativismo cultural. El ejemplo más claro es el
de los países islámicos, que defienden la necesidad de que los derechos
humanos no entren en contradicción con la Ley Islámica.

La realidad es que los particularismos culturales se suelen utilizar para


mantener sistemas opresivos por parte de los respectivos gobiernos (o
de las jerarquías religiosas dominantes), y no suelen ser compartidos por
las respectivas poblaciones, especialmente cuando éstas han tenido
acceso a la información y a la educación. Éste es precisamente uno de
los motivos por el que las Naciones Unidas defienden la universalidad del
derecho a la educación y a la información, en la misma medida que
algunos gobiernos defensores del relativismo cultural, de forma harto
sospechosa, lo restringen.

También se presentan objeciones al principio de indivisibilidad de los


derechos humanos, argumentando que algunos derechos son
prioritarios. Cuando se preparaba el texto de la Declaración Universal
estas discrepancias se pusieron de manifiesto en la prioridad que
asignaban las democracias occidentales a los derechos civiles y políticos
y la presión de los países socialistas para que se reconocieran e
incluyeran los derechos económicos y sociales. En la actualidad estas
discrepancias no están del todo superadas.

Pero la necesaria indivisibilidad de los distintos derechos es evidente: las


personas no pueden mejorar sus derechos económicos, sociales y
culturales sin espacio y libertad política. Y por otro lado, las libertades
políticas, si no se acompañan de un desarrollo económico y social, no
siempre benefician en la práctica a los más necesitados.

A las características de los derechos humanos finalmente hay que añadir


la inderogabilidad, pero con algunos matices, ya que según las distintas
normas internacionales, regionales o nacionales de derechos humanos,
la inderogabilidad no afecta por igual a todos los derechos. En
determinadas circunstancias, de forma excepcional se legitima a los
Estados para derogar algunos derechos. Otros han de ser respetados
siempre, sin excepción alguna, como el derecho a la vida, a no ser
esclavizado o a no ser torturado, a no recibir tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes y a la no discriminación por motivos de raza,
religión, origen social o de cualquier otra índole.

La inderogabilidad de algunos derechos se refleja en distintos


documentos regionales, como el Convenio Europeo de Derechos
humanos de1950 y la Convención Americana sobre Derechos Humanos
de1969. Asimismo, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
y el Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales,
aprobados por las Naciones Unidas en 1966, también contienen
disposiciones derogatorias; el primero de forma garantista y concreta en
el caso de algunos derechos y el segundo de forma más genérica, con
un enunciado similar al de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
"En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará
solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el
reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las
justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad
democrática."
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Artículo 29, segundo aparado
"Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen que, en ejercicio de los derechos
garantizados conforme al presente Pacto por el Estado, éste podrá someter tales derechos
únicamente a limitaciones determinadas por ley, sólo en la medida compatible con la
naturaleza de esos derechos y con el exclusivo objeto de promover el bienestar general en
una sociedad democrática."
Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Artículo 4

3
La dignidad humana es el derecho que tiene cada ser humano, de ser respetado y
valorado como ser individual y social, con sus características y condiciones particulares,
por el solo hecho de ser persona.

La dignidad, o «cualidad de digno» (del latín: dignĭtas, y que se traduce por «excelencia,
grandeza»),1 hace referencia al valor inherente al ser humano por el simple hecho de serlo, en
cuanto ser racional, dotado de libertad.2 No se trata de una cualidad otorgada por nadie, sino
consustancial al ser humano.3 No depende de ningún tipo de condicionamiento ni de
diferencias étnicas, de sexo, de condición social o cualquier otro tipo.4 Según la distinción
introducida por Millán-Puelles, esta es la dignidad ontológica, diferente a la dignidad adquirida,
siendo este último concepto similar al del honor.5

Una Aproximación Conceptual a la Dignidad Humana.


Si bien, en la antigüedad existen algunas precedentes que han
servido en la construcción del concepto moderno de la dignidad, es preciso
señalar que su sentido actual, arranca con el tránsito a la modernidad[5],
esto es, el concepto de dignidad humana como fundamento de los
derechos del hombre, en donde cada uno de nosotros es poseedor de una
dignidad, es decir, somos dignos.
En este contexto, algunos autores le han denominan dignidad del
hombre[6]; otros le llaman dignidad humana[7]; en cambio, algunos más
afirman que se le debe llamar dignidad de la persona humana[8]; también
suele llamársele dignidad del ser humano[9]. Sin embargo, la
denominación, per se, no es lo más importante, sino lo que
verdaderamente tiene relevancia es su contenido semántico y la forma a
través de la cual debe ser protegida la dignidad.
Partiendo del significado etimológico, el
término dignidad, proveniente del latín dignitas, cuya raíz es dignus, que
significa “excelencia”, “grandeza”[10], donde cabe agregar que la dignidad
que posee cada individuo es un valor intrínseco, puesto que no depende
de factores externos.
Así, la palabra dignidad no sólo significa grandeza y excelencia, es
decir, el portador de esta cualidad no sólo se distingue y destaca entre los
demás, sino también denota un merecimiento a un cierto tipo de trato.
Por lo anterior, la dignidad se puede definir como “la excelencia que
merece respeto o estima”[11]. Ejemplo de lo anterior es el caso de una
persona que ocupa un alto rango o un puesto elevado y posee una
dignidad, lo que exige a los demás una respuesta particular, pero esto no
le hace acreedor a una mayor dignidad que el resto, ya que ésta, es igual
para todos los seres humanos, sin importar su condición o puesto que
desempeñe. De ahí que deba existir una relación entre dignidad humana
y los derechos el hombre.
Entonces, inicialmente, podemos entender a la dignidad como aquel
valor inalterable que posee toda persona por el hecho de contar con
capacidad para razonar y decidir, que los otros entes no poseen.
Con lo anterior, podemos darnos cuenta que todos los seres
humanos somos iguales en la medida en que todos somos portadores de
una dignidad común, y por encima de todas las diferencias que nos
individualizan y nos distinguen unos de los otros, es decir, todo ser
humano[12] posee dignidad sin importar la condición en que se encuentre.
Aunque también cabe precisar que el uso constante del concepto de
dignidad humana y la contundencia de los argumentos suele marcar
ciertas imprecisiones[13] y con ello se corre el riesgo de convertirla en una
expresión vacía. Esto significa que en nombre de la dignidad se puede
llegar a soluciones radicalmente contrarias sobre temas fundamentales
que hoy día son de relevancia, ya no sólo para el individuo, sino para la
sociedad misma, entre las que se encuentran las formas de provocación y
manipulación genéticas, el aborto, la disponibilidad de órganos humanos,
los experimentos médicos con personas y la eutanasia, etc.[14].
Si bien las posturas ideológicas sobre la dignidad son muy variadas,
en el contexto de los Derechos Humanos, y desde una perspectiva
doctrinal, la noción de dignidad constituye el valor de cada persona, el
respeto mínimo de su condición de ser humano, lo cual impide que su vida
o su integridad sea sustituida por otro valor social[15].
De ahí que la dignidad humana se erige como principio esencial de
los valores de autonomía, de seguridad, de igualdad y de libertad. Valores
estos que fundamentan los distintos tipos de derechos humanos.
El concepto de dignidad puede abordarse desde dos ópticas. Por un
lado, como una determinada forma de comportamiento de la persona,
precedida por su gravedad y decoro. Por el otro, como la calidad que se
predica de toda persona, con independencia de cual sea su específica
forma de comportamiento, pues ni tan siquiera una actuación indigna priva
a la persona de su dignidad[16].
En palabras de González Pérez, la dignidad es el rango o la
categoría que corresponde al hombre como ser dotado de inteligencia y
libertad, distinto y superior a todo lo creado, y que comparte un tratamiento
concorde a todo momento con la naturaleza humana[17].
En tal virtud, la dignidad humana está dentro del ser de cada
persona, surge en el preciso momento en que ésta empieza a existir y se
convierte en parte de los valores morales del ser humano. Esos valores
serán los que determinarán su conducta, y al momento de ser el hombre
autónomo, podrá decidir haciendo uso de su libertad.
De lo anterior se desprende que la dignidad, en el contexto de los
Derechos Humanos, es la que posee el hombre al momento en que inicia
su desarrollo vital, consolidándose al convertirse en persona. De ahí que
corresponda a todo ser humano y sea exclusiva del mismo, traducida en
la capacidad de decidir libre y racionalmente cualquier modelo de
conducta, con la consecuente exigencia de respeto por parte de los
demás.

3. La Dignidad Humana, Valor Fundamental de la Sociedad.


Sin duda, el ser humano se ha caracterizado porque su vida gira en
torno a un ámbito social, por lo que debe establecerse un orden normativo,
económico y social que esté al servicio del mismo y que le permita a cada
hombre cultivar su propia dignidad. Por eso, la dignidad humana requiere
que el hombre actúe según su conciencia y su libre elección; por lo que los
hombres siendo más conscientes de su propia dignidad, podrán respetarse
unos a otros.
Así, la dignidad humana, en la modernidad, aparece en un contexto
intelectual que ha superado los avatares históricos, ubicándose en un
proceso de humanización y de racionalización que acompaña a la persona
y a la sociedad. Para lo cual, cuando se hace la reflexión de la dignidad
dentro de un ámbito que corresponde a una sociedad bien ordenada, no
se describe la realidad, sino el deber ser de la misma. De ahí que la
dignidad humana sirva como un referente inicial, un punto de partida y
también un horizonte final, un punto de llegada, por lo que podría llamarse
un derecho positivo justo[18].

3.1. La Dignidad Humana, Fundamento de los Valores Superiores.


En el ámbito del Derecho, la dignidad humana no sólo significa
superioridad de los seres humanos sobre los animales, sino que es,
siguiendo a Peces-Barba, la dignidad humana será un fundamento de la
ética pública de la modernidad, siendo el prius de los valores políticos y
jurídicos y de los principios y los derechos que se derivan de esos
valores[19].
Por ello, hay quienes apuntan que la dignidad humana es el
principio guía del Estado, dado que se presenta en dos sentidos, por un
lado, el individuo queda libre de ofensas y humillaciones –negativa–;
mientras que, por el otro, le permite llevar a cabo el libre desarrollo de su
propia personalidad y actuación –positiva–[20].
Esto es, en strictu sensu, la dignidad únicamente pertenece a los
individuos, en virtud de que se presenta en la persona como sujeto
individual único e irrepetible, con una naturaleza racional y, especialmente,
con imperativos morales absolutos e incondicionales[21].
En palabras de Kant, la dignidad constituye un valor para el que no
se puede ofrecer ningún equivalente, esto es, la dignidad posee un
carácter absoluto porque no permite la negociación, La dignidad de la
persona supera cualquier cosa que tenga un precio, y es el valor
irremplazable de un ser con el que nunca se puede negociar[22].
Añade Kant “la dignidad es el atributo de un ser racional que no
obedece a ninguna otra ley que la que él mismo se da”[23]. Por lo tanto, “la
autonomía es el fundamento de la dignidad de la naturaleza humana o de
toda naturaleza racional”[24], de ahí que el hombre tenga dignidad, no
precio. Bajo tal perspectiva se entiende su Teoría del Imperativo
Categórico como regla moral de actuación, pues indica al ser humano:
“obra de tal modo que te relaciones con la humanidad, tanto en tu persona
como en la de cualquier otro, siempre como un fin y no como un medio”[25].
Por ello, la naturaleza humana y la persona humana son realidades
complementarias, donde todos los hombres somos iguales. Partiendo de
la idea de persona, ésta se puede concebir como un ser libre en su
comportamiento y en su capacidad de elección de los fines y metas que
se proponga; un ser que dispone de conocimiento, especialmente en el
campo de los valores y que actúa y decide en función de convicciones
íntimas que no afectan las prerrogativas y libertades de otras personas, en
tanto sujeto de derechos y obligaciones.

a) Valores Básicos Superiores de la Dignidad.


Al convertirse la dignidad en un valor fundamental, no sólo para el
individuo sino también para la sociedad, los juristas la han consideran
como el pilar principal de toda convivencia gregaria, siendo en el ámbito
de la doctrina donde se puede comprender lo que significa ser persona,
portadora de dignidad.
Ello en virtud de que la dignidad humana “[…] constituye una
expresión del máximo respeto y valor que debe otorgarse al ser humano
en virtud de su condición humana”[26].
Por tal motivo, la dignidad humana se erige como principio de los
valores de autonomía, de seguridad, de igualdad y de libertad. Valores que
fundamentan los distintos tipos de derechos humanos. De ahí que “[…] la
dignidad humana sea el fundamento y la razón de la necesidad de esos
valores superiores, es la raíz última de todo [...] su inclusión entre los
valores superiores no es metodológicamente correcta, puesto que éstos
son los caminos para ser real y efectiva la dignidad humana”[27].
En consecuencia, la dignidad se convierte en el atributo “de un ser
racional que no obedece a ninguna otra ley que la que él mismo se da”,
como afirma Kant. Por lo tanto, la autonomía sirve como fundamento de la
dignidad de la naturaleza humana o de toda naturaleza racional. Así,
“cuando algo tiene precio, en un lugar puede colocarse algo diferente como
equivalente; en cambio, aquello que está por encima de todo precio y, por
tanto, no tiene ningún equivalente, posee dignidad”, y la “persona no puede
ser tratada como un medio sino que tiene que ser en todo momento
utilizada al mismo tiempo como fin; en ello consiste la dignidad”[28].
Por lo que la idea de la dignidad humana, o valor atribuido a cada
persona humana, no puede ser sustituida por ninguna otra. Sin embargo,
sus limitaciones pueden verse en los propios valores básicos que la erigen,
como lo son la autonomía, la seguridad, la libertad o, inclusive, igualdad.
En este contexto, la dignidad humana se constituye como el sustrato
y el punto de partida de todos los derechos humanos que se diferencian a
partir de ella, y a la vez actúa como un punto de vista que da perspectiva
a los diferentes derechos humanos lo que permite entenderlos e
interpretarlos[29].
Partiendo de la esencia del hombre, considerándola como “aquello
por lo que una cosa es lo que es”[30], esto es, lo que determina al ser de
una manera y no de otra, en lo que respecta al hombre, su esencia es lo
que determina su modo de ser. De ella se deriva una serie de propiedades
fundamentales que tienen los entes que son participes de una misma
esencia[31]. Las personas entienden porque tienen una naturaleza racional,
pero, además de que poseen raciocinio, también cuentan con un espíritu,
el cual les ayudará a ser dueños de sus actos, conscientes de sí y con una
finalidad que será trascendente en el tiempo[32].
Cada individuo de la especie humana es persona, es decir, un sujeto
único dueño de sí mismo, de sus actos, consciente de sí y con una finalidad
que constantemente busca y trata de cumplir. Siendo esto alcanzar el logro
de su felicidad anhelada.
Esto es, al ser la persona dueña de sus actos, se percibe la
existencia de valores en ella misma, puesto que no surgen del espacio, ni
se dan de los propios sentidos, sino que simplemente captamos y
develamos a partir de la dimensión espiritual con la que cuenta cada uno
de los hombres. Los valores no se pueden tocar, ni oler, ni mucho menos
ver, pues son como una sustancia inmaterial, siendo ésta una limitación
que impone la naturaleza a la persona respecto a los valores, pero lo que
no impide de modo alguno es que se reconozca en su existencia objetiva
(en sí) a estos valores morales[33]. Siendo los valores parte del ser ideal del
hombre, tienen una existencia objetiva que los excluye de la conciencia
que los capta. Por ello, solamente existen y están allí, y el hombre penetra
en ellos a partir de su dimensión espiritual. Pues éstos serán los que lo
obliguen adecuar su conducta a ellos, y lo llevarán a la permanente
búsqueda de su perfección[34].
Bajo esta perspectiva, el humanismo[35] fundamenta el valor de la
persona humana en dos cuestiones; primero, la persona es un individuo;
y, segundo, la persona tiene una dimensión moral. En la primera
encontramos cómo la individualidad del hombre es lo que determina que
cada uno de nosotros sea único e irrepetible. Pues esto es lo que le da
valor a cada ser humano, siendo ese un valor único, incalculable e
inaccesible.
El valor moral que le da el humanismo al individuo, es por el hecho
de que cada hombre vive bajo su propia responsabilidad moral[36]. Así,
cada uno de nosotros está frente a los valores y la responsabilidad de
hacerlos cumplir dependerá de nosotros mismos, puesto que nadie los
puede realizar por nosotros, ni mucho menos cumplirlos bajo nuestra
responsabilidad.
La dignidad del hombre es, entonces, originalmente un valor moral
y toda persona está capacitada para su autorrealización. Es por ello que
el Estado está obligado a protegerla en el marco de sus posibilidades[37].
Al ser los valores morales captados por el hombre a partir de su
dimensión espiritual, lo obliga, le exige, adecuar su conducta a ellos, razón
por la cual el ser humano constantemente debe estar en busca de su
perfección.
Así, la dignidad de la persona constituye un “prius” respecto de
todo ordenamiento jurídico-positivo, por lo que los derechos que le son
inherentes constituyen el fundamento de toda comunidad humana. De
donde se establece que el hombre no existe para el Estado, sino que el
Estado es el que existe para el hombre[38].

4. El Ámbito Constitucional de la Dignidad Humana.


La vida en sociedad exige su regulación por parte de las normas que
se han creado para ello. Las normas deben ser aplicadas de manera
igualitaria para todos sus miembros. Por ello, la igualdad constitucional es
definida como “igualdad ante la ley”[39].
Afirmación respecto a la cual no existe duda, ya que se ha
analizado la importancia que implica ser portador de una dignidad, misma
que debe serle reconocida de manera igualitaria a todos los individuos
como sujetos partícipes de la misma y que cuentan con derechos y
obligaciones al interior del Estado.
Si bien es cierto que la dignidad es un concepto universal, que debe
ser considerado en todo ordenamiento jurídico interno, serán los Estados
quienes se encarguen de protegerla e incluirla dentro de su normativa, a
fin de hacerla efectiva. Para lo cual resulta indudable que la ley
constitucional es la sede más adecuada para ello[40].
En la actualidad existe un gran número de normativas
fundamentales que han incorporado el concepto de dignidad humana a
sus Constituciones. Ejemplo de lo anterior lo es la Constitución griega[41],
misma que en su Título denominado “Dignidad Humana”, señala: “El
respeto y la protección de la dignidad humana constituye la obligación
primaria del Estado”[42].
Cabe destacar, que al ser la dignidad un parte importante de los
individuos, será el Estado quien la tendrá que garantizar para que pueda
ser concretada, para que el propio individuo pueda actuar y realizarse
conforme a su dignidad.
La propia Ley Fundamental griega establece: “La soberanía popular
es la base de la forma de gobierno”[43]; en tal virtud, al considerar que la
dignidad humana es parte de la forma de gobierno, en Grecia se pone de
manifiesto que la base fundamental para dicho Estado es la persona, y que
aunado a ello, el Estado la considera como un elemento que forma parte
esencial de la consolidación de su ordenamiento jurídico.
De igual manera, la Constitución de la República
Portuguesa[44] contiene un apartado que hace alusión a la dignidad, el cual
señala: “Portugal es una República soberana, basada en la dignidad de la
persona”[45], con lo que se pone de manifiesto que este país busca
garantizar los derechos fundamentales de cada ciudadano a través de la
protección de su dignidad, para que de esta forma la Comunidad pueda
desarrollarse.
La Constitución Federal de la Confederación Suiza[46] contiene un
artículo que lleva por título “Dignidad Humana”, donde se enuncia: “La
dignité humaine doit être respetée et protegée”[47].
Dicha disposición garantiza el respeto y la protección de la dignidad,
lo que le da facultad a cada individuo de poder desarrollarse y actuar en la
sociedad sin temor a que se vea violentada su dignidad. Incluye, además,
dentro del Capítulo Segundo –Droits Fondamentaux, Citoyenneté et Buts
Sociaux– los derechos fundamentales que van a complementar a la
dignidad, por lo que todo individuo gozará de derechos que le permiten
actuar libremente.
Así mismo, cabe hacer mención especial a las Constituciones de
Alemania y España, mismas que han elaborado un entramado normativo
que pone a la dignidad humana como piedra angular de sus respectivas
constituciones.
Por lo que respecta a la Constitución española[48], la primera
manifestación que realiza al iniciar su articulado se encuentra en su
Preámbulo, puesto que se “[...] proclama la voluntad de: garantizar la
convivencia democrática de la Constitución y de las leyes conforme a un
orden económico y social justo y dentro del Estado de Derecho, proteger
a los españoles en el ejercicio de los derechos humanos sus culturas y
tradiciones, lenguas e instituciones de los hombres [...] promover el
progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna
calidad de vida”[49].
La Constitución ibérica comprende cinco capítulos en los que se
incorporan cuarenta y cinco artículos. El Título I –“De los Derechos y
Deberes Fundamentales”– está integrado y tiene por objeto regular los
derechos y deberes fundamentales. En principio, se declara, en el
Artículo 10.1, que “[…] la dignidad de la persona, los derechos que le son
inherentes, el desarrollo libre de la personalidad, el respeto a la ley y a los
derechos de los demás, son las bases del orden político y de la paz social,
calidades y derechos que deberán interpretarse conforme a la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y acuerdos internacionales suscritos
por España”[50]. Cabe precisar que la Constitución española considera,
como parte de su ordenamiento, los documentos convencionales
internacionales, mismos que refuerzan las garantías que se le otorgan a
sus habitantes.
La lectura detenida del Artículo 10.1. deja en claro que la dignidad
de la persona es el principio donde se ponen de manifiesto los derechos
inviolables del ser humano, fundamentados, precisamente, en su dignidad.
En consecuencia, el respeto a los derechos de los demás no es sino la
resultante obligada de la afirmación primigenia, esto es, la dignidad es el
patrimonio común de todos y cada uno de los seres humanos, sin
excepción alguna[51].
Por lo que también cabe señalar que a la hora de definir los
fundamentos del orden político y la paz social, destaca, primeramente y
como elemento principal, el respeto a los derechos de los demás. En tal
virtud, dicho ordenamiento ha propugnado siempre el respeto a la dignidad
de todos y cada de los hombres y mujeres.
En el Artículo 15 se consagran otros derechos que sirven de
complemento a la dignidad, estos son el derecho a la vida y a la integridad
física y moral; el derecho a la libertad y la seguridad[52]; el derecho al honor,
a la intimidad personal y familiar[53]. Lo cual implica que el Estado español
busca brindar protección a la dignidad del ser humano, no sólo en el ámbito
individual, sino también en lo social, y para que esto pueda ser posible,
considera necesario el respecto recíproco entre los individuos de la
sociedad. Ahora bien, dicho documento no limita la dignidad, pues sólo se
dedica a brindarle protección y un amplio desarrollo, siendo ésta
materializable a través de las libertades que le brinda al individuo el
Estado.
En este contexto, la libertad, como derecho inherente a cada
individuo, permite desarrollar la personalidad, siendo esto lo que lo hacer
ser digno, tal como lo prevé la Grundgesetz alemana. Es la libertad el valor
más preciado que tiene cada ser humano.
Cabe destacar, que ha sido la Ley Fundamental de Bonn[54] –
Grundgesetz o GG– la primera Constitución Europea que ha colocado, a
la cabeza del texto constitucional el concepto de dignidad[55]. El Artículo 1º,
como dispositivo de apertura constitucional, expresa un rasgo esencial del
nuevo ordenamiento democrático y del Estado de Derecho que viene a
constituir una reacción a las violaciones de los Derechos Humanos por el
régimen nacionalsocialista[56].
La Ley Fundamental de Bonn es enfática “[…] la dignidad del
hombre es intangible y constituye un deber de todas las autoridades del
Estado su respeto y protección”[57]. Así también, en el apartado segundo
del Artículo 1º, se añade que “[…] conforme a ello, el pueblo alemán
reconoce los inviolables e inalienables derechos del hombre como
fundamento de toda comunidad humana, de la paz y de la justicia en el
mundo”.
En dicha normativa, la dignidad de la persona ha sido elevada a una
categoría especial, esto es, de ella se desprenden el resto de los derechos
que le corresponde a cada persona, motivo por el cual su inviolabilidad
está garantizada.
La dignidad del hombre ya no es sólo una declaración ética, sino que
se acepta como un valor jurídico, es decir, una norma jurídico-positiva[58].
Dicha aceptación se ve reforzada por lo mencionado en el artículo
79.3[59] de dicha Ley, que cierra toda posibilidad de reforma constitucional
y protege la dignidad de la persona, salvaguardando la esfera más
personal de cada individuo, entendida aquella como el derecho originario
de todo ser humano.
Considerando lo anterior, en el Artículo 1.1. de la Grundgesetz, se
nos muestra a la persona de una manera estática, es decir, tal cual es;
mientras el Artículo 2.1. G.G, menciona la manera en cómo se concibe a
la persona, es decir, tal como actúa. Con lo cual se aprecia que el Artículo
2.1. G.G[60] tiene una idea esencial del Artículo 1.1. GG como motivo y
núcleo: la garantía del libre desarrollo de la personalidad, responde en
última instancia a la dignidad de la persona, con lo cual se aprecia que el
Artículo 2.1. GG no permite que se vea afectada la libertad personal.
Por ello, la Ley Fundamental no muestra a la dignidad humana
como una obligación del Estado frente a una necesidad material, pues lo
que intenta proteger es la garantía de la dignidad de aquellas agresiones
que pueda sufrir el ser humano, como pueden ser humillaciones,
estigmatizaciones, persecuciones, etc.
En tal virtud, es una obligación del Estado respetar la dignidad de
la persona, pues lejos de ser arbitrariamente tratado el individuo, busca
que le sea garantizada su existencia material, lo que lo hace ser persona,
así, el ejercicio de su libre voluntad le va a permitir autodeterminarse.
El Estado está obligado ha respetar la dignidad del ser humano
cuando la persona esté actuando, y al realizarse en la medida de sus
posibilidades, y no deberá emitir juicio alguno de valor concluyente y
negativo sobre el individuo.
Claramente se puede notar cómo la Ley Fundamental, en su
Artículo 1.1. es precisa al decir que lo más importante para el Estado es el
respeto de la dignidad de cada persona; de igual manera, es también
responsabilidad de cada persona que entienda su dignidad: para poder
otorgar a la persona una protección adecuada de su dignidad, ésta va
depender de la capacidad abstracta y potencial del ser humano para
realizarse como tal[61].
Con base en el Artículo 1.1. la Grundgesetz considera digna a toda
persona, al margen de su grado moral de desarrollo, por lo que el Estado
tiene la obligación de proteger la dignidad de la persona, como también es
responsabilidad de la persona mantenerla dentro del grado moral que
posee. Al menos idealmente, toda persona está capacitada para una
autorrealización moral.
De lo anteriormente se concluye que el ordenamiento constitucional
germano tiene como prioridad el respeto de la dignidad de la persona.
Asimismo, debe recordarse que cuando el hombre es partícipe de
una sociedad, se encuentra sometido a constantes agresiones en su
personalidad, y así como él es libre de actuar y decidir debe buscar la
manera de ejercer su libertad y no abusar de ella. La Ley Fundamental, en
su Artículo 2.1 reconoce que cada persona es libre para actuar de manera
autónoma, es decir, puede hacer lo que mejor le convenga siempre y
cuando vaya de acuerdo a su naturaleza racional y no afecte a terceros.
En conclusión, en Alemania la dignidad es un valor moral de la
persona, y ha sido elevado a la categoría de derecho fundamental.

5. México y la Dignidad Humana.


La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos [62],
promulgada en 1917, inicia una nueva etapa en la historia del
constitucionalismo en México.
A pesar de los innegables avances que el Constituye de Querétaro
imprimió al vigente texto constitucional mexicano[63], la dignidad, como
concepto de naturaleza fundamental, no fue incorporada sino hasta las
reformas realizadas en el 2001.
Sin embargo, de la lectura del texto normativo supremo, se pone
de manifiesto que el concepto de dignidad empleado por el Constituyente
Permanente no es preciso, ni se determina su alcance con exactitud o la
extensión que debe tener. La Constitución únicamente se limita a
mencionarlo y considerarlo como aquel derecho contra el cual no cabe
ataque alguno en el sentido discriminatorio. Es decir, se vincula el
concepto de dignidad humana al concepto de discriminación.
La redacción de la nueva disposición de rango constitucional
expresa: “Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico
o nacional, el género, la edad, las capacidades diferentes, la condición
social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias,
el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y
tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de la
persona”[64].
Resulta plausible la reforma en el sentido de que el Constituyente
Permanente, al incorporar en su ordenamiento jurídico la no-
discriminación –por las razones expuestas con antelación– y el vocablo
dignidad en el párrafo tercero del Artículo 1, ha optado por considerar a la
dignidad de la persona como un valor que le es inherente a todo individuo,
mismo que debe quedar garantizada por el ordenamiento jurídico de toda
sociedad.
Ahora bien, el Artículo 2, fracción II, hace lo propio al afirmar, como
principio general, el respeto a la dignidad humana en el contexto de los
derechos de la mujer indígena. Así, se dispone que la Ley Fundamental
mexicana “[…] reconoce y garantiza el derecho de los pueblos y las
comunidades indígenas a la libre determinación y, en consecuencia a la
autonomía para: […] II. Aplicar sus propios sistemas normativos […]
sujetándose a los principios generales de esta Constitución, respetando
[…] la dignidad e integridad de las mujeres […]”[65]. Mientras que el Artículo
4, en su párrafo séptimo, indica “[...] El Estado proveerá lo necesario para
propiciar el respeto de la dignidad de la niñez y el ejercicio pleno de sus
derechos”.
Incluso, el derecho a la educación también se tamiza por el concepto
de dignidad. De esa forma, el Constituyente, en el Artículo 3, fracción II,
c), establece que la educación impartida por el Estado “[…] Contribuirá a
la mejor convivencia humana, tanto por los elementos que aporte a fin de
robustecer en el educando, junto con el aprecio para la dignidad de la
persona y la integridad de la familia, la convicción del interés general de la
sociedad […]”[66].
Finalmente, no puede soslayarse que el concepto de dignidad
humana se vincula, también, a las disposiciones constitucionales en
materia de la rectoría del desarrollo nacional a cargo del Estado, pues el
Artículo 25 especifica que el desarrollo nacional “[…] mediante el fomento
del crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución del
ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad
de los individuos, grupos y clases sociales […]”[67].
No obstante las anteriores menciones, es preciso subrayar que, en
mi opinión, la noción de dignidad se encuentra difuminada en el texto
constitucional, pues en primer lugar se le vincula a la no discriminación –
en sentido general, y luego con referencia específica a la mujer indígena–
en segundo, se le ubica como objetivo del sistema educativo estatal; y, en
tercer lugar, se le ubica como objetivo a cumplir del desarrollo económico
nacional[68]. Lo anterior no hace de la dignidad humana la “piedra angular”
de todo el ordenamiento jurídico mexicano, como sí lo hacen las
Constituciones española y alemana, mismas que, a diferencia de la
mexicana, señalan, en sus normas constitucionales de apertura, que la
dignidad de la persona es un derecho intangible e inviolable que debe ser
protegido por el Estado. Así mismo, indican que la dignidad, como un valor
principal, constituye el fundamento del orden político y de la paz social.
Veremos a continuación la incidencia del concepto dignidad en los
textos normativos internacionales

6. Los Documentos Convencionales Internacionales


La dignidad humana es un valor distintivo de la especie humana,
de donde dimanan otros valores y derechos fundamentales, tanto para el
individuo como para la colectividad. En tal virtud, todo ser humano debe
ser respetado y protegido en su dignidad y no se debe atentar contra
ella[69].
Bajo esta perspectiva, la dignidad humana ha sido incluida no sólo
en sede normativa interna, sino también en varios documentos jurídicos
convencionales[70], pues la Comunidad Internacional también ha hecho
manifiesta su preocupación por incluir a la dignidad como valor inserto en
el ordenamiento jurídico internacional. Así, la dignidad deviene de ser un
mero valor –o principio, en el mejor de los casos– a precepto de naturaleza
vinculante[71].
Cabe destacar que cada Estado, para adoptar un tratado en su
ordenamiento interno, debe regular dicho procedimiento en su
ordenamiento nacional. Así, en el caso de la Constitución Mexicana, se
especifica por el Artículo 133, mismo que determina “[...] todos los tratados
que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por el
Presidente de la República con aprobación del Senado serán Ley Suprema
de toda la Unión [...]”[72].
Por lo cual, se debe tener presente que al momento que un Estado
forma parte de un tratado, debe respetarlo y hacerlo cumplir ad intra de su
colectividad[73].
A continuación, se examinarán los instrumentos internacionales que
han incluido en su texto el concepto de dignidad humana.

6.1. La Carta de las Naciones Unidas.


La idea de crear un organismo internacional universal surge
durante la Segunda Guerra Mundial. Los líderes mundiales se reunieron
en San Francisco con la intención de poner fin a la guerra que prevalecía
en aquellos tiempos, y consideraron que era momento de crear un
mecanismo que fomentando el dialogo intergubernamental previniera
conflictos bélicos para que pudiera prevalecer la paz y la seguridad en el
mundo[74].
Así, la Carta de las Naciones Unidas[75], en su Preámbulo, enuncia
“[…] la fe de los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el
valor de la persona humana, en la igualdad de derechos del hombres y
mujeres”[76]. Por lo que la inclusión del concepto de dignidad humana en la
Carta constituyó una feliz y trascendente innovación en el Derecho
Internacional positivo. Para lo cual, en el futuro, la noción de la dignidad,
aunque incluida en el Preámbulo de la Carta, sin efecto jurídico vinculante,
ha incidido en la interpretación y el sentido de numerosos instrumentos
internacionales[77].
El Artículo 1º declara, como propósito de la cooperación
internacional, “el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos
y a las libertades fundamentales de todos”. Su Artículo 55-c dispone: ”[...]
la organización promoverá el respeto universal de los derechos humanos
y a las libertades fundamentales de todos”. Y en su artículo 62-2 se señala,
como función del Consejo Económico y Social, la de “hacer
recomendaciones con el objeto de promover el respeto a los derechos
humanos y a las libertades fundamentales de todos, y a la efectividad de
tales derechos y libertades”.
Durante los primeros años de vigencia de la Carta de Naciones
Unidas se hizo evidente una seria deficiencia en su texto, ya que no
contenía disposiciones específicas de derechos humanos –aún y cuando
en su Preámbulo hacia referencia a los mismos–, pues el problema que se
mantenía era si realmente dicha documento convencional imponía
obligaciones jurídicas de comportamiento a los Estados miembros en
materia de derechos humanos[78].
Una vez que se llegó a la conclusión de que dicha Carta no
contenía una enumeración, menos aún, una definición de derechos
humanos y libertades fundamentales, fue necesaria la creación de un
órgano[79] encargado de regular los vacíos que contenía la Carta de las
Naciones Unidas. Tal ente fue la Comisión de Derechos Humanos, misma
que se dio a la tarea de redactar un texto de alcance mundial que
contuviera un catálogo de Derechos Humanos, de esa forma, nació la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.

6.2. La Declaración Universal de los Derechos Humanos.


En 1946 se crea la Comisión de Derechos Humanos de la
Organización de las Naciones Unidas, encomendándosele la redacción de
una Carta Internacional de Derechos. En 1948, la Asamblea General
adopta lo que sería la Declaración Universal de los Derechos Humanos[80],
misma que se convirtió en un documento de interés internacional, puesto
que varios Estados comenzaron a “adherirse” a ella[81].
La Declaración se funda en la consideración ética de que el
Estado, la sociedad y los particulares están obligados a respetar a los
demás como personas.
De esta forma, la dignidad humana se eleva a mandato ético-jurídico
del cual se derivan distintos valores, los cuales serían tutelados por los
Derechos Humanos. Por lo que la primera enunciación a la dignidad se
estipula en su Preámbulo, señalando que “[…] la libertad, la justicia y la
paz en el mundo tienen como base el reconocimiento de la dignidad
intrínseca y de los derechos iguales e inalienables […]”.
Para lo cual, la Declaración clasifica los valores en individuales y
colectivos, es decir, considera al ser humano en su dimensión particular y
como miembro integrante de un grupo social. Siendo los valores jurídicos
relativos a la igualdad, la libertad, y la seguridad jurídica, los que se
encuentran expresados bajo la forma de Derechos Humanos.
Los derechos protegidos por la Declaración son, entre otros, el
reconocimiento de la igualdad en dignidad, pues se afirma que “todos los
seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, dotados
como están de razón y conciencia, deben comportase fraternalmente los
unos y los otros”[82].
La lectura del artículo anterior clarifica que la dignidad y la sana
convivencia son la base fundamental para que pueda existir una sociedad
en armonía, y se pueda lograr el pleno respeto de la persona. Así, de la
dignidad humana se desprenden otros valores inherentes al individuo.
Esto es así puesto que la Comunidad Internacional ha reconocido
que los derechos económicos, sociales y culturales están íntimamente
relacionados con las prerrogativas civiles y políticas. En tal virtud, en 1951,
la Asamblea General de la ONU, acordó que el sistema para llevarlos a la
práctica tenía que ser distinto, y que los derechos económicos, sociales y
culturales debían conseguirse progresivamente, mientras que los civiles y
políticos debían asegurarse inmediatamente. Por tal motivo, la propia
Asamblea General, órgano plenario de las Naciones Unidas, decidió
redactar dos instrumentos convencionales que serían adoptados
conjuntamente el 16 de diciembre de 1966, y que se abrirían para su firma
por parte de los Estados en la misma fecha.
Las negociaciones de ambos tratados se prolongaron durante
quince años esencialmente debido a la falta de consenso. Finalmente,
mediante una Resolución de la Asamblea General de la Naciones
Unidas[83], se adoptan tanto el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales. Ello significó un notable avance, en particular para aquellos
derechos que incorporaron las necesidades mínimas del ser humano en el
aspecto económico, social y cultural, las cuales traducen exigencias éticas
derivadas de la vida de la persona en sociedad[84].

6.3. El Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos.


El Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos[85] incorpora
más prerrogativas que las reconocidas por la propia Declaración Universal
de 1948. Entre otras, garantiza prerrogativas individuales que no se
mencionan expresamente en aquella, como la libertad de no ser
encarcelado por deudas, el derecho de todas las personas privadas de su
libertad a recibir un trato humanitario y con respeto a su dignidad como
derecho inherente a la persona humana.
La protección específica de la dignidad se consagra expressis
verbis en el artículo 10º, que a la letra dice: “Toda persona privada de su
libertad será tratada humanamente y con respeto a la dignidad inherente
al ser humano”[86].
Otros derechos previstos son el derecho la vida, (artículo 6º); así
como el reconocimiento a su personalidad jurídica (artículo 16º); la
protección para que no sea objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en
su vida privada (artículo17º); y, la igualdad de todas las personas ante la
ley (artículo 26º). Todos ellos derivados de la dignidad personal.
Queda clara, pues, la mención que se hace a la dignidad del ser
humano y la protección que debe tener por parte de los Estados parte del
tratado, no importando la situación en que se encuentre cada individuo.

6.4. El Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y


Culturales.
Este documento[87] contiene una serie más amplia y específica de
derechos que la Declaración Universal, tales como la obligación de los
Estados de proporcionar a sus habitantes un nivel de vida adecuado y el
derecho de gozar de los más altos niveles posibles de salud física y mental.
Ya en el Preámbulo se enuncia: “[...] la paz en el mundo tiene por
base el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de
la familia humana […]”[88].
El Pacto tiene la particularidad de no obligar a los Estados parte a
concretar de inmediato los derechos consignados (a diferencia de lo que
prescribe el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos); sólo se dispone
que los Estados deberán tomar las medidas necesarias en la máxima
capacidad de sus recursos disponibles para alcanzar progresivamente la
completa realización de esos derechos.
Siendo un documento que fundamentalmente busca garantizar la
calidad de vida en una sociedad, y uno de los medios en el que se basa la
dignidad es el trabajo, no sólo se humaniza la naturaleza, sino que el
hombre se humaniza a sí mismo, es decir, desarrolla y eleva sus
potencialidades creativas. El trabajo es fuente del desarrollo del hombre,
mismo que preserva y despliega a la humanidad, debiendo ser reconocido
y garantizado en condiciones de igualdad y con respeto a la dignidad del
trabajador.
3.1
Qué es Dignidad:
Dignidad indica el respeto y la estima que todos los seres humanos merecen y
se afirma de quien posee un nivel de calidad humana irreprochable.
La dignidad es la cualidad de digno que significa valioso, con honor, merecedor y
el término dignidad deriva del vocablo en latín dignitas.

En el Preámbulo de La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948


habla de la "dignidad intrínseca (...) de todos los miembros de la familia humana",
y luego afirma en su artículo 1º que "todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos".

La dignidad humana, por lo tanto, es innata, positiva y fomenta la sensación de


plenitud y satisfacción, reforzando la personalidad. La esclavitud, por ejemplo, es
lo contrario de dignidad ya que no se tratan las personas como tales ni como
dignas, siendo que el esclavo no es considerado una persona humana, sino un
objeto.

La dignidad también es el respeto y la estima que merece una cosa o una acción.
Es una excelencia, un realce de esa cosa o acción.

Se habla de dignidad si las personas en su manera de comportarse, lo hacen con


gravedad, decencia, caballerosidad, nobleza, decoro, lealtad, generosidad,
hidalguía y pundonor. Por ejemplo, a la hora de cumplir con los compromisos, la
dignidad se refiere a la formalidad, a la honestidad y a la honra de las personas.

En términos de excelencias, la dignidad es un cargo honorífico o un puesto de


gran autoridad, prestigio y honor, por ejemplo, los cargos políticos, como el cargo
de Rey, de presidente o de emperador. También son denominadas así las
personas que ocupan ese cargo o puesto, siendo representantes y poseedores de
una distinción, siendo ellas dignidades o dignatarios.

Los fundamentos de derecho son los razonamientos o motivaciones jurídicas que el


órgano judicial hace constar en determinadas resoluciones judiciales, los Autos y las
Sentencias, pues las mismas necesitan contener una motivación del acuerdo que se
alcanza, en los Autos, en su parte Dispositiva o Dispongo, y en las ...
4.1

 Principios generales sobre los que se fundan los


derechos humanos:
La Libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la
dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros
de la familia humana. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros.

La realización del ser humano libre necesita condiciones que permitan gozar a cada
persona de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.

El derecho de los pueblos para autodeterminar su destino y su desarrollo


económico, social y cultural, es condición para disfrutar de los derechos y libertades
fundamentales.Favorecen la consolidación, dentro de las instituciones democráticas,
de un régimen de libertad personal y de justicia social fundado en los derechos
esenciales del hombre.

El Estado no podrá destruir ni restringir los Derechos Humanos

Los Estados se han comprometido a respetar en forma absoluta los derechos


individuales y a lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos sociales,
económicos y culturales. Tienen una dimensión histórica y constituyen un ideal
común para los hombres y mujeres de todos los pueblos.

4.2
Fundamentos de Derecho

La Declaración Universal de Derechos Humanos es


considerada generalmente el fundamento de las normas internacionales sobre derechos humanos.

Aprobada hace casi 60 años, la Declaración Universal de Derechos Humanos ha inspirado un valioso
conjunto de tratados internacionales de derechos humanos legalmente vinculantes y la promoción de estos
derechos en todo el mundo a lo largo de las últimas seis décadas. Además, sigue siendo una fuente de
inspiración para cada uno de nosotros, ya sea en momentos de conflicto, en sociedades que sufren
represión, en la lucha contra las injusticias, y en nuestros esfuerzos por lograr el disfrute universal de los
derechos humanos.

La Declaración supone el primer reconocimiento universal de que los derechos básicos y las libertades
fundamentales son inherentes a todos los seres humanos, inalienables y aplicables en igual medida a todas
las personas, y que todos y cada uno de nosotros hemos nacido libres y con igualdad de dignidad y de
derechos. Independientemente de nuestra nacionalidad, lugar de residencia, género, origen nacional o
étnico, color de piel, religión, idioma o cualquier otra condición, el 10 de diciembre de 1948 la comunidad
internacional se comprometió a defender la dignidad y la justicia para todos los seres humanos.
.

Fundamento de nuestro futuro común

A lo largo de los años, ese compromiso se instaló en el campo del derecho, ya sea en forma de tratados,
de derecho internacional consuetudinario, principios generales, acuerdos regionales o leyes nacionales, y
a través de ellos se expresan y garantizan los derechos humanos. De hecho, la Declaración Universal de
Derechos Humanos ha inspirado más de 80 declaraciones y tratados internacionales, un gran número de
convenciones regionales, proyectos de ley nacionales de derechos humanos y disposiciones
constitucionales que, en conjunto, constituyen un sistema amplio jurídicamente vinculante para la
promoción y la protección de los derechos humanos.

Basándose en los logros de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en 1976 entraron en vigor el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, junto con sus dos Protocolos Facultativos, y el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Los dos Pactos han desarrollado la mayoría
de los derechos ya consagrados por la Declaración Universal de Derechos Humanos, haciendo que sean
efectivamente vinculantes para los Estados que los han ratificado. En su mayoría, definen derechos
ordinarios tales como el derecho a la vida, la igualdad ante la ley, la libertad de expresión, el derecho al
trabajo, la seguridad social y la educación. Estos dos Pactos, junto con la DUDH, constituyen la Carta
Internacional de Derechos Humanos.

Con el tiempo, los tratados internacionales de derechos humanos se han ido centrando y especializando
tanto en los temas que abordan como en los grupos sociales que precisan de su protección. La legislación
relativa a los derechos humanos sigue creciendo y ampliando los derechos y libertades fundamentales que
figuran en la Carta Internacional de Derechos Humanos, abordando asuntos como la discriminación racial,
la tortura, las desapariciones forzosas, las personas con discapacidad, y los derechos de la mujer, los niños,
los migrantes, las minorías y los pueblos indígenas.
.

Valores universales
En numerosas convenciones, declaraciones y resoluciones internacionales de derechos humanos se han
reiterado los principios básicos de derechos humanos enunciados por primera vez en la Declaración
Universal de Derechos Humanos, como su universalidad, interdependencia e indivisibilidad, la igualdad
y la no discriminación, y el hecho de que los derechos humanos vienen acompañados de derechos y
obligaciones por parte de los responsables y los titulares de éstos. En la actualidad, todos los Estados
Miembros de las Naciones Unidas han ratificado al menos uno de los nueve tratados internacionales
básicos de derechos humanos, y el 80% de ellos ha ratificado al menos cuatro de ellos, lo que constituye
una expresión concreta de la universalidad de la Declaración Universal de Derechos Humanos y del
conjunto de los derechos humanos internacionales.
.
¿Cómo protege el derecho internacional los derechos humanos?

El derecho internacional de derechos humanos


establece las obligaciones que deben cumplir los Estados. Al pasar a formar parte de tratados
internacionales, los Estados asumen deberes y obligaciones en virtud del derecho internacional, y se
comprometen a respetar, proteger y promover los derechos humanos. La obligación de respetar supone
que los Estados deben abstenerse de restringir los derechos humanos o de interferir en su realización. La
obligación de proteger exige que los Estados protejan a las personas o grupos de personas de las
violaciones de los derechos humanos. La obligación de promover significa que los Estados deben adoptar
medidas positivas para facilitar la realización de los derechos humanos básicos.

A través de la ratificación de los tratados internacionales de derechos humanos, los gobiernos se


comprometen a poner en práctica medidas y leyes nacionales compatibles con los deberes y obligaciones
inherentes a esos tratados. En consecuencia, el sistema jurídico interno proporciona la principal protección
jurídica de los derechos humanos garantizados por el derecho internacional. Cuando los procedimientos
jurídicos nacionales no solucionan las violaciones de derechos humanos, existen mecanismos y
procedimientos a escala regional e internacional para atender las denuncias individuales y de grupo, con
miras a velar por que se respeten, apliquen y hagan cumplir a escala local las normas internacionales en
materia de derechos humanos

5
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión” Bajo este título
se encuentra el artículo 19 de la declaración universal de derechos humanos de 1948,
por tanto, la libertad de expresión forma parte de los derechos de las personas y está
protegida por las leyes de todos los estados democráticos.

La libertad de expresión supone que todos los seres humanos tienen derecho de
expresarse sin ser hostigados o castigados por ello.
Esto representa la posibilidad de realizar investigaciones, de acceder a la información y
de transmitirla sin barreras. Esto me resulta una parte fundamental ya que sin
capacidad de hacerse oír parece muy difícil defender el resto de los derechos humanos.
A pesar de ello, hoy en día en todas las regiones del mundo hay todavía muchas
personas; entre ellas activistas, periodistas, manifestantes pacíficos, sindicalistas o
miembros de minorías religiosas o étnicas, que son acosados, perseguidos,
amenazados, o incluso asesinados por el mero hecho de disentir y ejercer su derecho a
la libertad de expresión.

Según Amnistía Internacional, en 2010 se produjeron ataques contra la libertad de


expresión en al menos 89 países diferentes y en algunos lugares del mundo esta
represión ha aumentado de manera brutal en las calles, como se ha podido apreciar en
la en las revueltas en Oriente Próximo y el norte de África; allí sus ciudadanos han
decidido asumir el riesgo y a ser silenciados. De esta manera observamos como este
derecho, que debería estar más que asumido y protegido por todos y cada uno de los
gobiernos, resulta violado o incluso causa de castigo en numerosas ocasiones. A los
hechos me remito que cuando digo que China es uno de los países en donde más
peligro se encuentra la libertad de expresión. Los gobiernos se han empleado a fondo
para poner límites a las nuevas vías de expresión difusión que posibilitan los avances
tecnológicos. En 2012 en China surgió un nuevo movimiento informal de activistas a
partir del artículo de Xu Zhiyong titulado “China necesita un movimiento de nuevos
ciudadanos”; el fin de este era destapar la corrupción y promover la transparencia
gubernamental. Sin embargo, en 2013 decenas de personas pertenecientes a este
movimiento fueron detenidas, como es el caso del autor del artículo, encarcelado con
una condena de años. ¿ a esto es a lo que nosotros llamamos libertad de expresión?
Obviamente no.

Es cierto que en ocasiones este derecho es llevado a los extremos y aprovechado por
muchos, pero por ello, ya en la constitución, en España concretamente en el artículo
20 de la constitución española, se destaca que aunque la expresión jamás pueda ser
objeto de censura previa está se ve regulada por una responsabilidad anterior; es
decir, no se impedirá que una persona se exprese, pero esta podrá ser sancionado o
penada por sus mensajes. Esto resulta en muchas ocasiones causa de debate ya que
de esta manera la libertad deja de ser absoluta; sin embargo, ¿ acaso una persona que
incite a la violencia, estimule una guerra, cause daños morales no respete el resto de
derechos no debe ser sancionada?

Como Jean Paul Sartre decía “mi libertad termina donde empieza la de los demás”, por
tanto, toda acto realizado con maldad o que provoque consecuencias graves e
inadmisibles deberá ser penado. Ahora para mostrar a un mejor como la libertad de
expresión no es un derecho tan respetado, algunos creen vayamos algo más cercano a
nosotros, la historia de España. Todos habremos oído que España es un país que
respeta y lucha por los derechos humanos, pero como mi abuela bien diría en estos
casos:” dime de presumes y te diré de que careces” a pesar de la sorpresa de muchos,
aquí se han dado casos dan pie a la duda del derecho de la libertad de expresión, sin
remover mucho nos podemos encontrar con un tema muy hablado últimamente; la
“ley mordaza”.

Esta ley abarca diferentes aspectos: no se podrá acompañar a ninguna víctima de


desahucio para intentar frenar su desalojo, no se podrán grabar actuaciones de las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y los agentes podrán incautar cámaras de video o
fotos si lo consideran necesario; éstas podrán ser sancionadas con una multa de hasta
600.000 €. Además habrá que despedir a las pancartas y banderas en edificios así
como los tenderetes para las recolectas de firmas. En mi opinión esta ley ha supuesto
un duro golpe para la sociedad ya que las barreras impuestas son mayores y por
ejemplo con lo de las cámaras se hará imposible conservar pruebas de una violación
de derechos por lo que en ocasiones la justicia que era silenciada .Por otro lado, no
puedo olvidar contaros una experiencia que a mí personalmente me hizo abrir los ojos
y pensar en la realidad en la que vivimos. Un día tuvimos la suerte de que una chica
del Congo llamada Justin viniera a darnos una charla, en ella nos hizo saber que era
perseguida por su gobierno por hacer frente a la situación en la que las mujeres se
encontraban allí. Ahora, vive amenaza de pena de muerte e incluso sus hijos han sido
torturados y amenazados con la intención de frenar la lucha de Justin. Esta situación
me pareció inadmisible y lo peor de todo es lo poco que se ha hecho siempre por
cambiarla, porque aunque no esté ocurriendo aquí ya hemos visto como
perfectamente podría acabar pasando.

En conclusión, al igual que todos los demás derechos humanos, la libertad de


expresión es un aspecto importante para todo ciudadano y muchas veces se ve
violado. Por tanto, no debemos dejarnos engañar; y recordad “todo individuo tiene
derecho a libertad de expresión y de opinión”.¿ acaso vamos a dejar que nos quiten lo
que es nuestro?
TEXTO
ARGUMENTATIVO -
DERECHOS HUMANOS-

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