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Material de Estudio para Filosofía V Filosofía Política
Material de Estudio para Filosofía V Filosofía Política
MATERIAL DE ESTUDIO Y
ACTIVIDADES
NOMBRE: _________________________GRUPO: ____ FECHA: _______
Asignatura: Filosofía V (Filosofía Política)
1. Identifica los conceptos, Identifica los conceptos y categorías básicas de la Filosofía Política y
categorías y especificidad de la de la Ciencia Política.
Filosofía Política.
Es capaz de distinguir la Filosofía Política de otras disciplinas que
2. Diferencia a la Filosofía estudian la política.
Política de la Ciencia Política y
Aplica conceptos básicos de la Filosofía Política en problemas de la
de la práctica política e identifica
vida cotidiana.
sus conceptos fundamentales en
el análisis social. Identifica elementos del gobierno del Estado Mexicano.
3. Muestra interés por los Desarrolla su capacidad de investigación y construcción de sus
problemas de la Filosofía Política saberes.
OBJETIVOS PARTICULARES:
Conocer y manejar categorías de la política como actividad y de la filosofía política.
Analizar las prácticas políticas de algunos personajes de la vida pública nacional.
Criticar algunas prácticas políticas desde la Filosofía Política.
Valorar las ventajas de una buena práctica política, tanto dentro como fuera de la escuela.
Recuperar, sintetizar y evaluar diferentes posiciones respecto a la vida política nacional.
Entablar un diálogo crítico con textos y con personas y poner por escrito su punto de vista.
INSTRUCCIONES: Lee los textos y resuelve las actividades que se solicitan al final de cada uno.
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TEXTO 1. LAS NORMAS Y LA POLÍTICA
• Las normas son reglas conducta obligatoria para relacionarnos con nuestros semejantes.
• Regla: Prescripción para hacer bien algo.
Coercibles Incoercibles
Bilaterales Unilaterales
2
TEXTO 2: La política como actividad
Concepto de política
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A. ¿Qué hace la filosofía política?
• Reflexiona sobre la mejor forma de gobierno, para explicar y argumentar las leyes que rigen a
una sociedad; fundamentar el Estado o el poder político e indagar sobre la esencia o categoría
de lo político.
• El campo de la filosofía política incluye el estudio de los problemas políticos y las posibles
soluciones, las formas de gobierno y su legitimidad, los principios de libertad, igualdad, justicia y
democracia.
• Una filosofía política generalizada y popularizada da forma a las ideologías, ya que su nacimiento
tiene origen en la respuesta al interrogante acerca de cuál es la relación del hombre con la
sociedad.
• Principales problemas; justicia, democracia, igualdad, equidad, legitimidad y la justificación del
planteamiento de las órdenes.
• No se emplean técnicas ni métodos para verificar.
La Filosofía Política se ocupa de temas y problemas relacionados con el estudio y el análisis de los
fenómenos políticos, desde una perspectiva normativo-prescriptiva; algunos de esos temas son: el
origen y las formas de la organización del poder político, el estudio de las instituciones sociales y la
consideración de las normas, principios y valores que las justifican.
La filosofía política también tiene como tarea la construcción, clasificación y esclarecimiento de los
conceptos que componen el universo político; esta tarea la lleva a cabo tanto mediante la construcción
de modelos que faciliten la comprensión del mundo político, como a través del estudio de los principales
problemas políticos y de las diversas soluciones que se han propuesto a lo largo de la historia del
pensamiento político occidental.
Entre los problemas más importantes que se han abordado históricamente desde diferentes
perspectivas teóricas, podemos mencionar: la naturaleza de la política, el estudio de las diversas formas
de gobierno y sus condiciones de legitimidad, las teorías de la justicia, la teoría del contrato social, y
diversos problemas relacionados con la igualdad, la libertad, la justicia y la democracia.
El campo de conocimiento de filosofía política incluye también el estudio de algunas cuestiones de la
filosofía de las ciencias sociales, como la teoría de la decisión y de la acción racional, la teoría de
sistemas, la teoría crítica de la sociedad y otras. Asimismo, se ofrecerán cursos y seminarios sobre
diversos temas de filosofía del derecho.
-UNAM. (2015). Filosofía Política. Programa de maestría y doctorado en Filosofía.
http://www.posgrado.unam.mx/filosofia/campos/fil_pol.html (28-jun-2017).
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Es muy difícil hacer una definición de filosofía. Algo Detrás de la política hay una historia, una doctrina,
ayuda su significación etimológica: la palabra viene una elaboración conceptual, en suma: una filosofía.
del latín philosophia y ésta de la unión de los Esta es la filosofía política, que entraña un conjunto
vocablos griegos philos, que es “amigo”, y sophos, de principios de interpretación del mundo social y
“saber” o “sabiduría”. La filosofía fue, en sus de justificación de los actos humanos dentro de él.
comienzos, la explicación global del mundo, de la Fueron los griegos de la Antigüedad, en el siglo V
vida y del ser. Con el paso del tiempo los principios antes de nuestra era —los sofistas, los socráticos,
filosóficos fueron desglosándose y separándose los aristotélicos—, quienes sistematizaron las
para formar disciplinas científicas autónomas, al primeras nociones de la filosofía política. Lo cual no
ritmo de la evolución del pensamiento. Todas las quiere decir que antes de ellos no se haya pensado
ciencias empezaron por ser filosofía. Pero y discutido acerca del origen de la autoridad
conforme el conocimiento humano fue pública, las funciones de los gobernantes en un
diferenciándose y pasó de lo simple a lo complejo, sentido teleológico, la naturaleza y valor de las
de lo indiferenciado a lo diferenciado y de lo leyes o los derechos y deberes de los gobernantes
homogéneo a lo heterogéneo, los principios y gobernados. En los antiguos regímenes de
filosóficos se desprendieron del núcleo central de Egipto, Babilonia, el Asia Menor, Creta, China, India
las ideas generales, se desenvolvieron, cobraron y otros lugares se formularon ya algunas ideas
autonomía y se plasmaron en diferentes disciplinas acerca de estos temas, que son sin duda la materia
científicas. Esa es la historia de las ciencias. de la filosofía política.
Obedecen a un proceso de diferenciación del
Pero la sistematización de ellas correspondió a los
conocimiento.
griegos, que separaron la política de la superstición.
La filosofía quedó entonces como una explicación La mentalidad griega las abordó con un sentido que
global del mundo y de la vida, de las primeras podríamos llamar de secularización. Sus dioses
causas de los fenómenos, de los valores éticos y eran un poco más que los hombres. Pero no mucho
estéticos que rigen el comportamiento del hombre, más. Hombres y dioses alternaban en la vida
mientras que las ciencias se hicieron cargo de helénica.
profundizar, concretar y especificar los enunciados
La ideología política, en la medida en que entraña
generales de la filosofía. Esta se mantuvo como
una cosmovisión, tiene ingredientes filosóficos. La
conocimiento “nouménico” al paso que la ciencia se
ideología es una forma de ver el mundo y la
erigió como un conocimiento “fenoménico”. El
fenomenología social. Ella implica una peculiar
nóumeno fue el vocablo utilizado por Platón y más
concepción de la vida, una cosmovisión, un
tarde por Kant para designar una “cosa pensada” o
weltanschauung, para utilizar la intraducible
una idea cognoscible por la inteligencia, en
expresión de los alemanes. Idealistas unas,
contraste con fenómeno que es la cosa en sí, la
materialistas otras, las ideologías son, desde el
cosa tal como aparece ante la observación del
punto de vista filosófico, distintas maneras de
hombre.
entender la libertad, la justicia social, el equilibrio
La filosofía fue el tronco común del cual se entre la libertad y la autoridad, el origen del poder,
desprendieron las disciplinas científicas, entre ellas la organización y fines del Estado, la función de
la política en el campo social. La política es un éste en el proceso económico de la sociedad, los
acervo de conocimientos tocantes a la realidad linderos del concepto democrático, la organización
colectiva y la aplicación de ellos a situaciones y participación populares, los límites y
concretas. La teoría y la práctica políticas van responsabilidad social del derecho de propiedad y
juntas y forman una sola unidad aunque mantienen otros temas cardinales de la convivencia humana.
entre sí la misma relación que los principios
generales de cualquier ciencia con el arte que los
aplica a casos concretos.
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El “alma” no existe como entelequia metafísica y lo
que llamamos “espíritu” no es más que la materia
El punto de partida de las ideologías es la filosofía
en determinado grado de evolución.
política. Ella es la que inspira, orienta e informa las
propuestas ideológicas. Por supuesto que aquí El pensamiento humano, sus ideas, sentimientos,
caben muchas posibilidades. Ciertas filosofías que convicciones morales y expresiones psicológicas
endiosan el poder, la raza, la religión, el Estado o la no son más que manifestaciones del cerebro del
guerra de conquista inducen a la formación de hombre. Lo psíquico es una actividad cerebral y del
ideologías políticas autoritarias mientras otras sistema nervioso. Con la muerte del ser humano y
forjan ideologías democráticas. Todo depende de la descomposición del cerebro termina todo.
los valores que cada una de ellas consagra.
De aquí parte la primera gran bifurcación de la De este modo, la línea materialista de la filosofía
filosofía política con sus dos opciones: el desecha toda afirmación metafísica de la existencia
materialismo o el idealismo. Para la primera, la de un espíritu, idea absoluta, alma o cualquier otro
única sustancia universal es la materia. Todas las elemento inasible o incognoscible, como quiera que
demás sustancias no son más que emanaciones y se llame, y sostiene que todos los fenómenos del
formas diversas de ella. Niega por tanto la universo son sólo diversas formas de la materia en
existencia del “espíritu” o de otras sustancias movimiento y en distintas fases de su evolución.
etéreas e inasibles independientes y distintas de la
materia.
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Los orígenes del materialismo, como concepción El mundo de los valores morales, en consecuencia,
del mundo, son muy antiguos. En la vieja Grecia, dimana de una fuente externa al hombre. Proviene
durante el siglo V antes de nuestra era, Demócrito de lo que el filósofo norteamericano John B. Rawls
(460-370 a. C.) sostuvo un pensamiento (1921-2002) llamó el “intelecto” divino, que es el
materialista. Se lo llamó el padre del materialismo. que diseña la estructura normativa para la conducta
Afirmó que “el ser” se reduce a lo material y que humana.
incluso lo que se llama alma no es más que un
El idealismo es también, en otra dirección filosófica,
agregado de átomos que, al dispersarse,
la tendencia a considerar a la idea como el origen
determinan su desaparición aunque esos átomos
del conocimiento e incluso de la existencia, esto es,
vuelven a unirse después para dar origen a nuevos
la tendencia a subordinar la realidad a la idea. La
seres. En la Edad Media esta escuela de
idea es, entonces, el principio del conocer y del ser.
pensamiento tuvo un prolongado eclipse. La Iglesia
Según este punto de vista, el mundo material es
Católica combatió estas ideas y sostuvo que el
una pura “ilusión”: es simplemente la
hombre está compuesto de sustancias corporales y
“representación” que de él tenemos en nuestro
espirituales. Pero ellas renacieron más tarde con la
cerebro.
Ilustración y con el encliclopedismo francés de los
siglos XVII y XVIII. Cobraron fuerza con Hobbes, La Como es lógico, el planteamiento filosófico-político
Mettrie, Holbach, Strauss, Feuerbach, es un elemento esencial del concepto mismo de
Schopenhauer, Lange, Vogt, Büchner y otros partido político. No puede haber partido sin
pensadores. En el XIX se reafirmaron ideología ni ideología sin filosofía política por la
principalmente con Marx, Engels y los pensadores sencilla razón de que los partidos no pueden
marxistas, quienes las unieron con la dialéctica. abstraerse de afrontar las cuestiones de la forma
ideal de organización social, el régimen de
gobierno, la justicia, la concepción política de la
Para la postura materialista el orden moral es un persona, sus derechos y prerrogativas, las
producto de la razón y del sentimiento del hombre. relaciones internacionales. En una palabra: no
No es algo que se le haya impuesto desde fuera ni pueden abstraerse de los problemas de la sociedad
desde arriba sino que es un fruto de su inteligencia y del mundo. Los fundamentos programáticos y los
y de su experiencia, acumulado en el curso de miles planes de gobierno de los partidos son derivaciones
de generaciones. de sus convicciones filosóficas.
Por eso las asociaciones formadas para la defensa
coyuntural de un principio o de un interés
La otra línea filosófica es la del idealismo que
económico determinado no tienen la categoría de
sustenta la tesis de que el mundo está integrado por
partidos políticos porque carecen de la visión global
dos elementos: espíritu y materia. Es una posición
de los problemas de un país y de la continuidad en
a la que se ha denominado dualista por eso. Se
su acción que caracterizan a estos entes políticos.
adhiere a la tesis de que el hombre está compuesto
de dos sustancias: cuerpo y alma. El primer
elemento es perecible, temporal y tangible. Crece,
-Borja, Rodrigo. (2010). Filosofía Política. En:
declina y desaparece con el tiempo. El segundo es
Enciclopedia de la Política.
intangible, eterno y trascendental.
http://www.enciclopediadelapolitica.org/Default.asp
x?i=&por=f&idind=673&termino= (30-jun-2017).
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La filosofía política es una rama de la filosofía que estudia los fundamentos acerca del tema políticos,
como el poder, la libertad, la justicia. La propiedad, los derechos y aplicación en un código legal por la
autoridad, en cuanto su origen, esencia, límites, legitimidad, naturaleza, necesidad y alcances.
La filosofía política se refiere a una perspectiva general, una ética, creencia o actividad específica, que
debe tener la política y no es necesario que deba permanecer a la disciplina técnica de la filosofía.
La filosofía política ha variado a través de la historia, para los griegos la ciudad era el centro y el fin de
toda actividad política, en el medievo es el período histórico que va desde el siglo V al siglo XV de toda
actividad política que se centraba en las relaciones que debe mantener el ser humano con el orden
dado por Dios.
El renacimiento de la filosofía política adopta un enfoque básicamente antropocéntrico que es una
doctrina en el plano de la epistemología que estudia los métodos y fundamentos del conocimiento
científico situada por el ser humano como medida de todas las cosas. En el mundo moderno y
contemporáneo donde surgen y conviven muchos modelos, que van desde los totalitarismos que es el
régimen político que concentra la totalidad de los poderes estatales hasta los sistemas democráticos
participativos donde existen muchas variantes.
La filosofía política va unida con los valores y las costumbres que existieron durante la edad media,
también se relaciona con la ciencia política, que estudia las estructuras políticas que es la que se
encarga de cómo deberían de ser, pero muchas veces la utilizan para justificar las acciones políticas.
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Filosofía Política (E)
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EJERCICIO 3. La Filosofía Política
Con base en las cinco lecturas anteriores elabora en tu cuaderno un cuadro o tabla con 6 entradas en el
que anotes:
LA FILOSOFÍA POLÍTICA
¿Para qué nos puede ser útil? Campos comunes y auxiliares Algunos problemas de la
de la Filosofía Política Filosofía Política
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TEXTO 4: DIFERENCIAS Y RELACIONES ENTRE FILOSOFÍA POLÍTICA Y ÉTICA
CAPÍTULO NOVENO
ELECCIONES GENERALES
Por todas partes te lo van a decir, de modo que no tendremos más remedio que hablar también un
poco de ello. «¡La política es una vergüenza, una inmoralidad, los políticos no tienen ética!», ¿a que
has oído repetir cosas así un millón de veces? Como primera norma, en estas cuestiones de las que
venimos hablando lo más prudente es desconfiar de quienes creen en que su «santa» obligación
consiste en lanzar siempre rayos y truenos morales contra la gente en general, sean los políticos, las
mujeres, los judíos, los farmacéuticos o el pobre y simple ser humano tomado como especie. La ética,
ya lo hemos dicho pero nunca viene mal repetirlo, no es un arma arrojadiza ni munición destinada a
pegarle buenos cañonazos al prójimo en su propia estima. Y mucho menos al prójimo en general, igual
que si a los humanos nos hiciesen en serie como a los donuts. Para lo único que sirve la ética es para
intentar mejorarse a uno mismo, no para reprender elocuentemente al vecino; y lo único seguro que
sabe la ética es que el vecino, tú, yo y los demás estamos todos hechos artesanalmente, de uno en
uno, con amorosa diferencia. De modo que a quien nos ruge al oído: «¡Todos los... (políticos, negros,
capitalistas, australianos, bomberos, lo que se prefiera) son unos inmorales y no tienen ni pizca de
ética!», se le puede responder amablemente: «Ocúpate de ti mismo, so capullo, que más te vale», o
cosa parecida.
Ahora bien: ¿Por qué tienen tan mala fama los políticos? A fin de cuentas, en una democracia políticos
somos todos, directamente o por representación de otros. Lo más probable es que los políticos se nos
parezcan mucho a quienes les votamos, quizá incluso demasiado; si fuesen muy distintos a nosotros,
mucho peores o exageradamente mejores que el resto, seguro que no les elegiríamos para
representarnos en el gobierno. Sólo los gobernantes que no llegan al poder por medio de elecciones
generales (como los dictadores, los líderes religiosos o los reyes) basan su prestigio en que se les
tenga por diferentes al común de los hombres. Como son distintos a los demás (por su fuerza, por
inspiración divina, por la familia a que pertenecen o por lo que sea) se consideran con derecho a mandar
sin someterse a las urnas ni escuchar la opinión de cada uno de sus conciudadanos. Eso sí, asegurarán
muy serios que el «verdadero» pueblo está con ellos, que la «calle» les apoya con tanto entusiasmo
que no hace falta ni siquiera contara sus partidarios para saber si son muchos o menos de muchos. En
cambio quienes desean alcanzar sus cargos por vía electoral procuran presentarse al público como
gente corriente, muy «humanos», con las mismas aficiones, problemas y hasta pequeños vicios que la
mayoría cuyo refrendo necesitan para gobernar. Por supuesto, ofrecen ideas para mejorar la gestión
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de la sociedad y se consideran capaces de ponerlas competentemente en práctica, pero son ideas que
cualquiera debe poder comprender y discutir, así como tienen que aceptar también la posibilidad de ser
sustituidos en sus puestos si no son tan competentes como dijeron o tan honrados como parecían.
Entre esos políticos los habrá muy decentes y otros caraduras y aprovechados, como ocurre entre los
bomberos, los profesores, los sastres, los futbolistas y cualquier otro gremio. Entonces, ¿de dónde
viene su notoria mala fama?
Para empezar, ocupan lugares especialmente visibles en la sociedad y también privilegiados. Sus
defectos son más públicos que los de las restantes personas; además, tienen más ocasiones de incurrir
en pequeños O grandes abusos que la mayoría de los ciudadanos de a pie. El hecho de ser conocidos,
envidiados e incluso temidos tampoco contribuye a que sean tratados con ecuanimidad. Las
sociedades igualitarias, es decir, democráticas, son muy poco caritativas con quienes escapan a la
media por encima O por abajo: al que sobresale, apetece apedrearle, al que se va al fondo, se le pisa
sin remordimiento. Por otra parte, los políticos suelen estar dispuestos a hacer más promesas de las
que sabrían o querrían cumplir. Su clientela se lo exige (quien no exagera las posibilidades del futuro
ante sus electores y no hace mayor énfasis en las dificultades que en las ilusiones, pronto se queda
solo. Jugamos a creernos que los políticos tienen poderes sobrehumanos y luego no les perdonamos
la decepción inevitable que nos causan. Si confiásemos menos en ellos desde el principio, no
tendríamos que aprender a desconfiar tanto de ellos más tarde. Aunque a fin de cuentas siempre es
mejor que sean regulares, tontorrones y hasta algo «chorizos», como tú o como yo, mientras sea
posible criticarles, controlarles y cesarles cada cierto tiempo; lo malo es cuando son «jefes» perfectos
a los cuales, como se suponen a sí mismos siempre en posesión de la verdad no hay modo de
mandarles a casa más que tiros...
Dejemos en paz a los señores políticos, que bastantes jaleos provocan ya sin nuestra ayuda. Lo que a
ti y a mí nos importa ahora es si la ética y la política tienen mucho que ver y cómo se relacionan. En
cuanto a su finalidad, ambas parecen fundamentalmente emparentadas: ¿no se trata de vivir bien en
los dos casos? La ética es el arte de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible; el objetivo
de la política es el de organizar lo mejor posible la convivencia social, de modo que cada cual pueda
elegir lo que le conviene. Como nadie vive aislado (ya te he hablado de que tratar a nuestros semejantes
humanamente es la base de la buena vida), cualquiera que tenga la preocupación ética de vivir bien no
puede desentenderse olímpicamente de la política. Sería como empeñarse en estar cómodo en una
casa pero sin querer saber nada de las goteras, las ratas, la falta de calefacción y los cimientos
carcomidos que pueden hacer hundirse el edificio entero mientras dormimos...
Sin embargo, tampoco faltan las diferencias importantes entre ética y política. Para empezar, la ética
se ocupa de lo que uno mismo (tú, yo o cualquiera) hace con su libertad, mientras que la política intenta
coordinar de la manera más provechosa para el conjunto lo que muchos hacen con sus libertades. En
la ética, lo importante es querer bien, porque no se trata más que de lo que cada cual hace porque
quiere (no de lo que le pasa a uno quiera o no, ni de lo que hace a la fuerza). Para la política, en cambio,
lo que cuentan son los resultados de las acciones, se haga. por lo que se hagan, y el político intentará
presionar con los medios a su alcance —incluida la fuerza— para obtener ciertos resultados y evitar
otros. Tomemos un caso trivial: el respeto a las indicaciones de los semáforos. Desde el punto de vista
moral, lo positivo es querer respetar la luz roja (comprendiendo su utilidad general, poniéndose en el
lugar de otras personas que pueden resultar dañadas si yo infrinjo la norma, etc), pero si el asunto se
considera políticamente, lo que importa es que nadie se salte los semáforos, aunque no sea más que
por miedo a la multa o a la cárcel. Para el político, todos los que respetan la luz roja son igualmente
«buenos», lo hagan por miedo, por rutina, por superstición o por convencimiento racional de que debe
ser respetada a la ética, en cambio, sólo le merecen aprecio verdadero estos últimos, porque son los
que entienden mejor el uso de la libertad. En una palabra, hay diferencia entre la pregunta ética que yo
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me hago a mí mismo (¿cómo quiero ser, Sean como sean los demás?) y la preocupación política por
que la mayoría funcione de la manera considerada más recomendable y armónica.
Detalle importante: la ética no puede esperar a la política. No hagas caso de quienes te digan que el
mundo es políticamente invivible, que está peor que nunca, que nadie puede pretender llevar una buena
vida (éticamente hablando) en una situación tan injusta, violenta y aberrante como la que vivimos. Eso
mismo se ha asegurado en todas las épocas y con razón, porque las sociedades humanas nunca han
sido nada «del otro mundo», como suele decirse, siempre han sido cosa de este mundo y por tanto
llenas de defectos, de abusos, de crímenes. Pero en todas las épocas ha habido personas capaces de
vivir bien o por lo menos empeñadas en intentar vivir bien. Cuando podían, colaboraban en mejorar la
sociedad en la que les había tocado desenvolverse; si eso no les era posible, por lo menos no la
empeoraban, lo cual la mayoría de las veces no es poco. Lucharon —y luchan también hoy, no te quepa
duda— por que las relaciones humanas políticamente establecidas vayan siendo eso, más humanas
(o sea, menos violentas y más justas) pero nunca han esperado a que todo a su alrededor sea perfecto
y humano para aspirar a la perfección y a la verdadera humanidad. Quieren ser los primeros de la
buena vida, los que arrastran a los demás, y no los últimos a la zaga de todos. Quizá las circunstancias
no les permitan llevar más que una vida relativamente buena, peor de lo que ellos deseen... Bueno, ¿y
qué? ¿Serían más sensatos siendo malos del todo, para dar gusto a lo peor del mundo y disgusto a lo
mejor de sí mismos? Si estás seguro de que entre los alimentos que se te ofrecen hay muchos que
están adulterados o podridos, ¿intentarás mientras puedas comer cosas sanas, aún sabiendo que no
por ello dejarán de existir venenos en el mercado, o te envenenarás cuanto antes para seguir la
corriente mayoritaria? Ningún orden político es tan malo que en él ya nadie pueda ser ni medio bueno:
por muy adversas que sean las circunstancias, la responsabilidad final de sus propios actos la tiene
cada uno y lo demás son coartadas. Del mismo modo también son ganas de esconder la cabeza bajo
el ala los sueños de un orden político tan impecable (utopía, suelen llamarlo) que en él todo el mundo
fuese «automáticamente» bueno porque las circunstancias no permitiesen cometer el mal. Por mucho
mal que haya suelto, siempre habrá bien para quien quiera bien; por mucho bien que hayamos logrado
instalar públicamente, el mal siempre estará al alcance de quien quiera mal. ¿Te acuerdas? A esto le
venimos llamando «libertad» hace ya no poco rato...
Desde un punto de vista ético, es decir, desde la perspectiva de lo que conviene para la vida buena,
¿cómo será la organización política preferible, aquella que hay que esforzarse por conseguir y
defender? Si repasas un poco lo que hemos venido diciendo hasta aquí (temo, ay, que el rollo vaya
siendo demasiado largo para que le acuerdes de todo) ciertos aspectos de ese ideal se te ocurrirán en
cuanto reflexiones con atención sobre el asunto:
a) Como todo el proyecto ético parte de la libertad, sin la cual no hay vida buena que valga, el
sistema político deseable tendrá que respetar al máximo —o limitar mínimamente, como prefieras—
las facetas públicas de la libertad humana: la libertad de reunirse o de separarse de otros, la de expresar
las opiniones y la de inventar belleza o ciencia, la de trabajar de acuerdo con la propia vocación o
interés, la de intervenir en los asuntos públicos, la de trasladarse o instalarse en un lugar, la libertad de
elegir los propios goces de cuerpo y de alma, etc. Abstenerse dictaduras, sobre todo las que son «por
nuestro bien» (o por «el bien común», que viene a ser lo mismo). Nuestro mayor bien —particular o
común— es ser libres. Desde luego, un régimen político que conceda la debida importancia a la libertad
insistir también en la responsabilidad social de las acciones y omisiones de cada uno (digo «omisiones»
porque a veces se hace también no haciendo). Por regla general, cuanto menos responsable resulte
cada cual de sus méritos o fechorías (y se diga, por ejemplo, que son fruto de la «historia», la «sociedad
establecida», las «reacciones químicas del organismo», la «propaganda», el «demonio» o cosas así)
menos libertad se está dispuesto a concederle. En los sistemas políticos en que los individuos nunca
son del todo «responsables», tampoco suelen serlo los gobernantes, que siempre actúan movidos por
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las «necesidades» históricas o los imperativos de la «razón de Estado». ¡Cuidado con los políticos para
quien todo el mundo es «víctima» de las circunstancias... o «culpable» de ellas!
b) Principio básico de la vida buena, como ya hemos visto, es tratar a las personas como a
personas, es decir: ser capaces de ponernos en el lugar de nuestros semejantes y de relativizar
nuestros intereses para armonizarlos con los suyos. Si prefieres decirlo de otro modo, se trata de
aprender a considerar los intereses del otro como si fuesen tuyos y los tuyos como si fuesen de otro. A
esta virtud se le llama justicia y no puede haber régimen político decente que no pretenda, por medio
de leyes e instituciones, fomentar la justicia entre los miembros de la sociedad. La única razón para
limitar la libertad de los individuos cuando sea indispensable hacerlo es impedir, incluso por la fuerza
si no hubiera otra manera, que traten a sus semejantes como si no lo fueran, o sea que los traten como
a juguetes, a bestias de carga, a simples herramientas, a seres inferiores, etc. A la condición que puede
exigir cada humano de ser tratado como semejante a los demás, sea cual fuere su sexo, color de piel
ideas o gustos, etc., se le llama dignidad. Fíjate qué curioso: aunque la dignidad es lo que tenemos
todos los humanos en común, es precisamente lo que sirve para reconocer a cada cual como único e
irrepetible. Las cosas pueden Ser «cambiadas» unas por otras, se las puede «sustituir» por otras
parecidas o mejores, en una palabra: tienen su «precio» (el dinero suele servir para facilitar estos
intercambios, midiéndolas todas por un mismo rasero). Dejemos de lado por el momento que ciertas
«cosas» estén tan vinculadas a las condiciones de la existencia humana que resulten insustituibles y
por lo tanto «que no puedan ser compradas ni por todo el oro del mundo», como pasa con ciertas obras
de arte o ciertos aspectos de la naturaleza. Pues bien, todo ser humano tiene dignidad y no precio, es
decir, no puede ser sustituido ni se le debe maltratar con el fin de beneficiar a otro. Cuando digo que
no puede ser sustituido, no me refiero a la función que realiza (un carpintero puede sustituir en su
trabajo a otro carpintero) sino a su personalidad propia, a lo que verdaderamente es; cuando hablo de
«maltratar» quiero decir que, ni siquiera si se le castiga de acuerdo a la ley o se le tiene políticamente
como enemigo, deja de ser acreedor a unos miramientos y a un respeto. Hasta en la guerra, que es el
mayor fracaso del intento de «buena vida» en común de los hombres, hay comportamientos que
suponen un crimen mayor que el propio crimen organizado que la guerra representa. Es la dignidad
humana lo que nos hace a todos semejantes justamente porque certifica que cada cual es único, no
intercambiable y con los mismos derechos al reconocimiento social que cualquier otro.
c) La experiencia de la vida nos revela en carne propia, incluso a los más afortunados, la realidad
del sufrimiento. Tomarse al otro en serio, poniéndonos en su lugar, consiste no sólo en reconocer su
dignidad de semejante sino también en simpatizar con sus dolores, con las desdichas que por error
propio, accidente fortuito o necesidad biológica le afligen, como antes o después pueden afligirnos a
todos. Enfermedades, vejez, debilidad insuperable, abandono, trastorno emocional o mental, pérdida
de lo más querido o de lo más imprescindible amenazas y agresiones violentas por parte de los más
fuertes o de los menos escrupulosos. Una comunidad política deseable tiene que garantizar dentro de
lo posible la asistencia comunitaria a los que sufren y la ayuda a los que por cualquier razón menos
pueden ayudarse a sí mismos. Lo difícil es lograr que esta asistencia no se haga a costa de la libertad
y la dignidad de la persona. A veces el Estado, con el pretexto de ayudar a los inválidos, termina por
tratar como si fuesen inválidos a toda la población. Las desdichas nos ponen en manos de los demás
y aumentan el poder colectivo sobre el individuo: es muy importante esforzarse porque ese poder no
se emplee más que para remediar carencias y debilidades:, no para perpetuarlas bajo anestesia en
nombre de una «compasión» autoritaria.
Quien desee la vida buena para sí mismo, de acuerdo al proyecto ético, tiene también que desear que
la comunidad política de los hombres se base en la libertad, la justicia y la asistencia. La democracia
moderna ha intentado a lo largo de los dos últimos siglos establecer (primero en la teoría y poco a poco
en la práctica) esas exigencias mínimas que debe cumplir la sociedad política: son los llamados
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derechos humanos cuya lista todavía es hoy, para nuestra vergüenza colectiva, un catálogo de buenos
propósitos más que de logros efectivos. Insistir en reivindicarlos al completo, en todas parles y para
todos, no unos cuantos y sólo para unos cuantos, sigue siendo la única empresa política de la que la
ética no puede desentenderse. Respecto a que la etiqueta que vayas a llevar en la solapa mientras
tanto haya de ser de «derechas», de «izquierdas», de «centro» o de lo que sea... bueno, tú verás,
porque yo paso bastante de esa nomenclatura algo anticuada.
Lo que sí me parece evidente es que muchos de los problemas que hoy se nos presentan a los cinco
mil millones de seres humanos que atiborramos el planeta (y el censo sigue, ay, en aumento) no pueden
ser resueltos, ni siquiera bien planteados, más que de forma global para todo el mundo. Piensa en el
hambre, que hace morir todavía a tantísimos millones de personas, o el subdesarrollo económico y
educativo de muchos países, o la pervivencia de sistemas políticos brutales que oprimen sin remilgos
a su población y amenazan a sus vecinos, o el derroche de dinero y ciencia en armamentos, o la simple
y llana miseria de demasiada gente incluso en naciones ricas, etc. Creo que la actual fragmentación
política del mundo (de un mundo ya unificado por la interdependencia económica y la universalización
de las comunicaciones) no hace más que perpetuar estas lacras y entorpecer las soluciones que se
proponen. Otro ejemplo: el militarismo, la inversión frenética en armamento de recursos que podrían
resolver la mayoría de las carencias que hoy se padecen en el mundo, el cultivo de la guerra agresiva
(arte inmoral de suprimir al otro en lugar de intentar ponerse en su lugar)... ¿Crees tú que hay otro
modo de acabar con esa locura que no sea el establecimiento de una autoridad a escala mundial con
fuerza suficiente para disuadir a cualquier grupo de la afición a jugar a batallitas? Por último, antes te
decía que algunas cosas no son sustituibles como lo son otras: esta «cosa» en que vivimos, el planeta
Tierra, con su equilibrio vegetal y animal no parece que tenga sustituto a mano ni que sea posible
«comprarnos» otro mundo si por afán de lucro o por estupidez destruimos éste. Pues bien, la Tierra no
es un conjunto de parches ni de parcelas: mantenerla habitable y hermosa es una tarea que sólo puede
ser asumida por los hombres en cuanto comunidad mundial, no desde el ventajismo miope de unos
contra otros.
A lo que voy: cuanto favorece la organización de los hombres de acuerdo con su pertenencia a la
humanidad y no por su pertenencia a tribus, me parece en principio políticamente interesante. La
diversidad de formas de vida es algo esencial (¡imagínate qué aburrimiento si faltase!) pero siempre
que haya unas pautas mínimas de tolerancia entre ellas y que ciertas cuestiones reúnan los esfuerzos
de todos. Si no, lo que conseguiremos es una diversidad de crímenes y no de culturas. Por ello te
confieso que aborrezco las doctrinas que enfrentan sin remedio a unos hombres con otros: el racismo,
que clasifica a las personas en primera, segunda o tercera clase de acuerdo con fantasías
pseudocientíficas; los nacionalismos feroces, que consideran que el individuo no es nada y la identidad
colectiva lo es todo; las ideologías fanáticas, religiosas o civiles, incapaces de respetar el pacífico
conflicto entre opiniones, que exigen a todo el mundo creer y respetar lo que ellas consideran la
«verdad, y sólo eso, etc. Pero no quiero ahora empezar a darte la paliza política ni contarte mis puntos
de vista sobre todo lo divino y lo humano. En este último capítulo sólo he pretendido señalarte que hay
exigencias políticas que ninguna persona que quiera vivir bien puede dejar de tener. Del resto ya
hablaremos... En otro libro.
Vete leyendo...
«No el Hombre, sino los hombres habitan este planeta. La pluralidad es la ley de la Tierra» (Hannah
Arendt, La vida del espíritu).
«Si yo supiese algo que me fuese útil y que fuese perjudicial a mi Familia, lo expulsaría de mi espíritu.
Si yo supiese algo útil para mi familia y que no lo fuese para mi patria, intentaría olvidarlo. Si yo supiese
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algo útil para mi patria y que Fuese perjudicial para Europa, o bien que fuese útil para Europa y
perjudicial para el género humano, lo consideraría como un crimen, porque soy necesariamente hombre
mientras que no soy francés más que por casualidad, (Montesquieu).
«Aunque los estados observasen los pactos entre ellos perfectamente, es lamentable que el uso de
ratificarlo todo por un juramento religioso haya entrado en las costumbres —como si dos pueblos
separados por un ligero espacio, solamente por una colina o por un río, no estuviesen unidos por lazos
sociales fundados en la propia naturaleza —pues esta práctica hace creer a los hombres que han
nacido para ser adversarios; o enemigos, y que tienen el deber de trabajar en su perdición recíproca,
a menos que se lo impidan los tratados (...). Por el contrario, nadie debería ser tenido por enemigo, si
no hubiese causado un daño real. La comunidad de naturaleza es el mejor de los tratados y los hombres
están más íntima y más fuertemente unidos por la voluntad de hacerse recíprocamente el bien que por
los pactos, más vinculados por el corazón que por las palabras» (Tomás Moro, Utopía).
EJERCICIO 4. La Política y la Ética. Cuestionario sobre Cap. IX “Elecciones Generales” del libro
Ética para Amador de Fernando Savater
1. ¿Cómo define Política el autor?
2. ¿Para qué sirve la Ética?
3. ¿A quién se parecen los políticos en una democracia?
4. ¿Por qué los políticos tienen mala fama?
5. ¿Cómo se relacionan y cómo se distinguen Política y Ética?
6. ¿Qué puede hacer un/una ciudadano/a para mejorar su comunidad, país, región, estado o colonia?
7. ¿A qué le llama Justicia el autor?
8. ¿Qué es la Dignidad?
9. Menciona y explica las condiciones que -según Savater- debe cumplir un gobierno u organización
política para garantizar una vida ética a sus ciudadanos
10. Menciona algunos problemas políticos de la actualidad.
11. Enlista los 6 valores más importantes que toca el capítulo.
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TEXTO 5. La Ciencia Política y Maquiavelo. Cap. XV, XVI, XVII, XVIII de El Príncipe
¿Qué hace la ciencia política? Investiga el proceso y la actividad de un Estado basada en tres conceptos,
la verificación, el uso de técnicas de razonamiento y la abstención de un juicio.
El poder está presente en toda relación humana que pone en juego la práctica de diferentes voluntades,
en donde se puede llegar en un acuerdo o en una desavenencia.
El poder debe estar sujeto o condicionado a otro poder más general y más alto en jerarquía, que
no es menos que el poder de toda una sociedad organizada en el Estado y que está representado por el
gobierno de una nación, la cual se puede conocer como el poder por excelencia.
El poder también se puede entender como una voluntad colectiva, a la vez que esto supone en la
realidad la capacidad individual de inspirar, instigar, mandar o exigir una conducta ajena con el fin de
moderar la relación entre la libertad y el orden.
La Ciencia Política nace con Nicolás Maquiavelo en 1513, tiene como único objetivo estudiar las
relaciones, así como la estructura, los mecanismos y las conductas de estas relaciones de poder para
explicarlas. Tomando en cuenta a los conocimientos que pueden proporcionar las demás ciencias
sociales como: la psicología, la sociología, la economía, el derecho, el arte la religión, la ética, la filosofía,
la mítica, la erótica, etc.
Capítulo XV
De las cosas por las que los hombres, y especialmente los príncipes, son alabados o censurados
Nos resta ahora ver cómo debe conducirse un príncipe con sus gobernados y amigos. Muchos
escribieron ya sobre esta materia; y al tratarla yo mismo después de ellos, no incurriré en el cargo de
presunción, supuesto que no hablaré más que con arreglo a lo que sobre esto dijeron ellos386. Siendo
mi fin escribir una cosa útil para quien la comprende, he tenido por más conducente seguir la verdad real
de la materia387 que los desvaríos de la imaginación en lo relativo a ella388; porque muchos imaginaron
repúblicas y principados que no se vieron ni existieron nunca389. Hay tanta distancia entre saber cómo
viven los hombres y saber cómo deberían vivir ellos, que el que, para gobernarlos, abandona el estudio
de lo que se hace, para estudiar lo que sería más conveniente hacerse aprende más bien lo que debe
obrar su ruina que lo que debe preservarle de ella; supuesto que un príncipe que en todo quiere hacer
profesión de ser bueno, cuando en el hecho está rodeado de gentes que no lo son390, no puede menos
de caminar hacia su ruina. Es, pues, necesario que un príncipe que desea mantenerse, aprenda a poder
no ser bueno, y a servirse o no servirse de esta facultad, según que las circunstancias lo exijan391.
Dejando, pues, a un lado las cosas imaginarias de las que son verdaderas, digo que cuantos hombres
hacen hablar de sí, y especialmente los príncipes, porque están colocados en mayor altura que los
demás, se distinguen con alguna de aquellas prendas patentes, de las que más atraen la censura y otras
la alabanza. El uno es mirado como liberal, el otro como miserable en lo que me sirve de una expresión
toscana en vez de emplear la palabra avaro; porque en nuestra lengua un avaro es también el que tira
a enriquecerse con rapiñas, y llamamos miserable a aquel únicamente que se abstiene de hacer uso de
lo que él posee. Y para continuar mi enumeración añado: éste pasa por dar con gusto, aquel por ser
rapaz; el uno se reputa como cruel, el otro tiene la fama de ser compasivo; éste pasa por carecer de fe,
aquél por ser fiel en sus promesas; el uno por afeminado y pusilánime, el otro por valeroso y feroz; tal
por humano, cuál por soberbio; uno por lascivo, otro por casto; éste por franco, aquél por artificioso; el
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uno por duro, el otro por dulce y flexible; éste por grave, aquél por ligero; uno por religioso, otro por
incrédulo, 392.
No habría cosa más loable que un príncipe que estuviera dotado de cuantas buenas prendas393 he
entremezclado con las malas que les son opuestas; cada uno convendrá en ello, lo sé. Pero como uno
no puede tenerlas todas, y ni aun ponerlas perfectamente en práctica, porque la condición humana no
lo permite, es necesario que el príncipe sea bastante prudente para evitar la infamia de los vicios que le
harían perder su principado; y aun para preservarse, si lo puede, de los que no se lo harían perder394.
Si, no obstante esto, no se abstuviera de los últimos, estaría obligado a menos reserva abandonándose
a ellos395. Pero no tema incurrir en la infamia ajena a ciertos vicios si no puede fácilmente sin ellos
conservar su Estado; porque si se pesa bien todo, hay una cierta cosa que parecerá ser una virtud, por
ejemplo, la bondad, clemencia, y que si la observas, formará tu ruina, mientras que otra cierta cosa que
parecerá un vicio formará tu seguridad y bienestar si la practicas.
Capítulo XVI
De la liberalidad y miseria (avaricia)
Comenzando por la primera de estas prendas, diré cuán útil sería el ser liberal; sin embargo, la liberalidad
que te impidiera que te temieran, te sería perjudicial. Si la ejerces prudentemente como ella debe serlo,
de modo que no lo sepan396, no incurrirás por esto en la infamia del vicio contrario. Pero como el que
quiere conservarse entre los hombres la reputación de ser liberal no puede abstenerse de parecer
suntuoso, sucederá siempre que un príncipe que quiere tener la gloria de ello consumirá todas sus
riquezas en prodigalidades; y al cabo, si quiere continuar pasando por liberal, estará obligado a gravar
extraordinariamente a sus gobernados, a ser extremadamente fiscal y hacer cuanto es imaginable para
tener dinero. Pues bien, esta conducta comenzará a hacerle odioso a sus gobernados397; y
empobreciéndose así más y más, perderá la estimación de cada uno de ellos, de tal modo, que después
de haber perjudicado a muchas personas para ejercer esta prodigalidad que no ha favorecido más que
a un cortísimo número de éstas sentirá vivamente la primera necesidad398, y peligrará al menor
riesgo399. Si reconociendo entonces su falta, quiere mudar de conducta, se atraerá repentinamente la
infamia ajena a la avaricia400.
No pudiendo, pues, un príncipe, sin que de ello le resulte perjuicio, ejercer la virtud de la liberalidad de
un modo notorio, debe, si es prudente, no inquietarse de ser notado de avaricia, porque con el tiempo le
tendrán más y más por liberal, cuando vean que por medio de su parsimonia le bastan sus rentas para
defenderse de cualquiera que le declaró la guerra y para hacer empresas sin gravar a sus pueblos401;
por este medio ejerce la liberalidad con todos aquellos a quienes no toma nada, y cuyo número es infinito
mientras que no es avaro más que con aquellos hombres a quienes no da, y cuyo número es poco
crecido402.
¿No hemos visto en estos tiempos que solamente los que pasaban por avaros hicieron grandes cosas
y que los pródigos quedaron vencidos? El Papa Julio II, después de haberse servido de la reputación de
hombre liberal para llegar al pontificado403, no pensó ya después en conservar este renombre cuando
quiso habilitarse para pelear contra el rey de Francia. Sostuvo muchas guerras sin imponer un tributo
extraordinario, y su larga parsimonia le suministró cuanto era necesario para los gastos superfluos404.
El actual rey de España (Fernando, rey de Castilla y Aragón), si hubiera sido liberal, no hubiera hecho
tan famosas empresas, ni vencido en tantas ocasiones405.
Así, pues, un príncipe que no quiere verse obligado a despojar a sus gobernados y quiere tener siempre
con qué defenderse, no ser pobre y miserable, ni verse precisado a ser rapaz, debe temer poco el incurrir
en la fama de avaro, supuesto que la avaricia es uno de aquellos vicios que aseguran su reinado406. Si
alguno me objetara que César consiguió el imperio con su liberalidad407, y que otros muchos llegaron
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a puestos elevadísimos porque pasaban por liberales, respondería yo: o estás en camino de adquirir
un principado, o te lo has adquirido ya; en el primer caso, es menester que pases por liberal408, y en el
segundo, te será perniciosa la liberalidad. César era uno de los que querían conseguir el principado de
Roma; pero si hubiera vivido él algún tiempo después de haberlo logrado, y no moderado sus dispendios,
hubiera destruido su imperio.
¿Me replicarán que hubo muchos príncipes que, con sus ejércitos, hicieron grandes cosas y, sin
embargo, tenían la fama de ser muy liberales?409. Responderé: o el príncipe en sus larguezas expende
sus propios bienes y los de sus súbditos o expende el bien ajeno. En el primer caso debe ser económico;
y en el segundo, no debe omitir ninguna especie de liberalidad410. El príncipe que con sus ejércitos va
a llenarse de botín, saqueos, carnicerías, y disponer de los caudales de los vencidos, está obligado a
ser pródigo con sus soldados, porque, sin esto, no le seguirían ellos411. Puedes mostrarte entonces
ampliamente generoso, supuesto que das lo que no es tuyo ni de tus soldados, como lo hicieron Ciro,
César, Alejandro412; y este dispendio que en semejante ocasión haces con el bien de los otros, tan lejos
de perjudicar a tu reputación, le añade una más sobresaliente413. La única cosa que pueda perjudicarte,
es gastar el tuyo.
No hay nada que se agote tanto de sí mismo como la liberalidad; mientras que la ejerces, pierdes la
facultad de ejercerla, y te vuelves pobre y despreciable414; o bien, cuando quieres evitar volvértelo, te
haces rapaz y odioso415. Ahora bien, uno de los inconvenientes de que un príncipe debe preservarse,
es el de ser menospreciado y aborrecido. Conduciendo a uno y otro la liberalidad, concluyo de ello que
hay más sabiduría en no temer la reputación de avaro que no produce más que una infamia sin odio,
que verse, por la gana de tener fama de liberal, en la necesidad de incurrir en la nota de rapaz, cuya
infamia va acompañada siempre del odio público416.
Capítulo XVII
De la severidad y clemencia, y si vale más ser amado que temido
Descendiendo después a las otras prendas de que he hecho mención, digo que todo príncipe debe
desear ser tenido por clemente y no por cruel. Sin embargo, debo advertir que él debe temer el hacer
mal uso de su clemencia417. César Borgia pasaba por cruel, y su crueldad, sin embargo, había reparado
los males de la Romaña, extinguido sus divisiones, restablecido en ella la paz, y hechósela fiel418. Si
profundizamos bien su conducta, veremos que él fue mucho más clemente que lo fue el pueblo florentino,
cuando para evitar la reputación de crueldad dejó destruir Pistoya.
Un príncipe no debe temer, pues, la infamia ajena a la crueldad, cuando necesita de ella para tener
unidos a sus gobernados, e impedirles faltar a la fe que le deben419; porque con poquísimos ejemplos
de severidad serás mucho más clemente que los príncipes que, con demasiada clemencia, dejan
engendrarse desórdenes acompañados de asesinatos y rapiñas, visto que estos asesinatos y rapiñas
tienen la costumbre de ofender la universalidad de los ciudadanos, mientras que los castigos que
dimanan del príncipe no ofenden más que a un particular420.
Por lo demás, le es imposible a un príncipe nuevo el evitar la reputación de cruel421 a causa de que los
Estados nuevos están llenos de peligros. Virgilio disculpa la inhumanidad del reinado de Dido con el
motivo de que su Estado pertenecía a esta especie422; porque hace decir por esta Reina:
Res dura et regni novitus me talia cogunt Moliri, et late fines custode tueri.
Un semejante príncipe no debe, sin embargo, creer ligeramente el mal de que se le advierte; y no obrar,
en su consecuencia, más que con gravedad, sin atemorizarse nunca él mismo423. Su obligación es
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proceder moderadamente, con prudencia y aun con humanidad, sin que mucha confianza le haga
impróvido, y que mucha desconfianza le convierta en un hombre insufrible424.
Se presenta aquí la cuestión de saber si vale más ser temido que amado425. Se responde que sería
menester ser uno y otro juntamente; pero como es difícil serlo a un mismo tiempo, el partido más seguro
es ser temido primero que amado, cuando se está en la necesidad de carecer de uno u otro de ambos
beneficios426.
Puede decirse, hablando generalmente, que los hombres son ingratos, volubles, disimulados, que huyen
de los peligros y son ansiosos de ganancias427. Mientras que les haces bien y que no necesitas de
ellos, como lo he dicho, te son adictos, te ofrecen su caudal, vida e hijos428, pero se rebelan cuando
llega esta necesidad. El príncipe que se ha fundado enteramente sobre la palabra de ellos429 se halla
destituido, entonces, de los demás apoyos preparatorios, y decae; porque las amistades que se
adquieren, no con la nobleza y grandeza de alma430, sino con el dinero, no pueden servir de provecho
ninguno en los tiempos peligrosos, por más bien merecidas que ellas estén; los hombres temen menos
el ofender al que se hace amar que al que se hace temer431, porque el amor no se retiene por el solo
vínculo de la gratitud, que en atención a la perversidad humana, toda ocasión de interés personal llega
a romper; en vez de que el temor del príncipe se mantiene siempre con el del castigo, que no abandona
nunca a los hombres432.
Sin embargo, el príncipe que se hace temer debe obrar de modo que si no se hace amar al mismo
tiempo, evite el ser aborrecido433; porque uno puede muy bien ser temido sin ser odioso; y él lo
experimentará siempre, si se abstiene de tomar la hacienda de sus gobernados y soldados, como
también de robar sus mujeres o abusar de ellas434.
Cuando le sea indispensable derramar la sangre de alguno, no deberá hacerlo nunca sin que para ello
haya una conducente justificación y un patente delito435. Pero debe entonces, ante todas cosas, no
apoderarse de los bienes de la víctima436; porque los hombres olvidan más pronto la muerte de un
padre que la pérdida de su patrimonio437. Si fuera inclinado a robar el bien ajeno, no le faltarían jamás
ocasiones para ello: el que comienza viviendo de rapiñas, halla siempre pretextos para apoderarse de
las propiedades ajenas438, en vez de que las ocasiones de derramar la sangre de sus gobernados son
más raras y le faltan con la mayor frecuencia439.
Cuando el príncipe está con sus ejércitos y tiene que gobernar una infinidad de soldados, debe de toda
necesidad no inquietarse de pasar por cruel, porque sin esta reputación no puede tener un ejército unido,
ni dispuesto a emprender cosa ninguna440. Entre las acciones admirables de Aníbal se cuenta que
teniendo un numerosísimo ejército compuesto de hombres de países infinitamente diversos, y yendo a
pelear en una tierra extraña441, su conducta fue tal que en el seno de este ejército, tanto en la mala
como en la buena fortuna, no hubo nunca ni siquiera una sola disensión entre ellos, ni ninguna
sublevación contra su jefe442. Esto no pudo provenir más que de su desapiadada inhumanidad, que
unida a las demás infinitas prendas suyas, le hizo siempre tan respetable como terrible a los ojos de sus
soldados. Sin cuya crueldad no hubieran bastado las otras prendas suyas para obtener este efecto443.
Son poco reflexivos los escritores que se admiran, por una parte, de sus proezas; y que vituperan, por
otra, la causa principal de ellas444. Para convencerse de esta verdad, que las demás virtudes suyas no
le hubieran bastado, no hay necesidad más que del ejemplo de Scipión, hombre muy extraordinario, no
solamente en su tiempo, sino también en cuantas épocas nos recuerda sobresalientes memorias de la
Historia445. Sus ejércitos se rebelaron contra él en España, únicamente por un efecto de su mucha
clemencia, que dejaba a sus soldados más licencia que la disciplina militar podía permitirlo446. Le
reconvino de esta extremada clemencia, en Senado pleno, Fabio, quien, por esto mismo, le trató de
corruptor de la milicia romana. Destruidos los Locrios por un teniente de Scipión, no había sido vengado,
y ni aun él había castigado la insolencia de este lugarteniente. Todo esto provenía de su natural blando
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y flexible, en tanto grado que el que quiso disculparle por ello en el Senado dijo que había muchos
hombres que sabían mejor no hacer faltas que corregir las de los demás447. Si él hubiera conservado
el mando, con un semejante genio, hubiera alterado a la larga su reputación y gloria; pero como vivió
después bajo la dirección del Senado desapareció esta perniciosa prenda, y aun la memoria que de ella
se hacía, fue causa de convertirla en gloria suya448.
Volviendo, pues, a la cuestión de ser temido y amado, concluyo que, amando los hombres a su voluntad
y temiendo a la del príncipe, debe éste, si es cuerdo, fundarse en lo que depende de él449 y no en lo
que depende de los otros, haciendo solamente de modo que evite ser aborrecido como ahora mismo
acabo de decir450.
Capítulo XVIII
De qué modo los príncipes deben guardar la fe dada
¡Cuán digno de alabanzas es un príncipe cuando él mantiene la fe que ha jurado, cuando vive de un
modo íntegro y no usa de astucia en su conducta!451. Todos452 comprenden esta verdad; sin embargo,
la experiencia de nuestros días nos muestra que haciendo varios príncipes poco caso de la buena fe, y
sabiendo con la astucia, volver a su voluntad el espíritu de los hombres453, obraron grandes cosas454
y acabaron triunfando de los que tenían por base de su conducta la lealtad455.
Es menester, pues, que sepáis que hay dos modos de defenderse: el uno con las leyes y el otro con la
fuerza. El primero es el que conviene a los hombres; el segundo pertenece esencialmente a los animales;
pero, como a menudo no basta, es preciso recurrir al segundo456. Le es, pues, indispensable a un
príncipe, el saber hacer buen uso de uno y otro enteramente juntos. Esto es lo que con palabras
encubiertas enseñaron los antiguos autores a los príncipes, cuando escribieron que muchos de la
antigüedad, y particularmente Aquiles, fueron confiados, en su niñez, al centauro Chirón, para que los
criara y educara bajo su disciplina457. Esta alegoría no significa otra cosa sino que ellos tuvieron por
preceptor a un maestro que era mitad bestia y mitad hombre; es decir, que un príncipe tiene necesidad
de saber usar a un mismo tiempo de una y otra naturaleza, y que la una no podría durar si no la
acompañara la otra.
Desde que un príncipe está en la precisión de saber obrar competentemente según la naturaleza de los
brutos, los que él debe imitar son la zorra y el león enteramente juntos. El ejemplo del león no basta,
porque este animal no se preserva de los lazos, y la zorra sola no es más suficiente, porque ella no
puede librarse de los lobos458. Es necesario, pues, ser zorra para conocer los lazos, y león para
espantar a los lobos; pero los que no toman por modelo más que el león, no entienden sus intereses459.
Cuando un príncipe dotado de prudencia ve que su fidelidad en las promesas se convierte en perjuicio
suyo y que las ocasiones que le determinaron a hacerlas no existen ya, no puede y aun no debe
guardarlas, a no ser que él consienta en perderse460.
Obsérvese bien que si todos los hombres fueran buenos este precepto sería malísimo461; pero como
ellos son malos y que no observarían su fe con respecto a ti si se presentara la ocasión de ello, no estás
obligado ya a guardarles la tuya, cuando te es como forzado a ello462. Nunca le faltan motivos legítimos
a un príncipe para cohonestar esta inobservancia463; está autorizada en algún modo, por otra parte,
con una infinidad de ejemplos; y podríamos mostrar que se concluyó un sinnúmero de felices tratados
de paz y se anularon infinitos empeños funestos por la sola infidelidad de los príncipes a su palabra464.
El que mejor supo obrar como zorra tuvo mejor acierto.
Pero es necesario saber bien encubrir este artificioso natural y tener habilidad para fingir y disimular465.
Los hombres son tan simples, y se sujetan en tanto grado a la necesidad, que el que engaña con arte
halla siempre gentes que se dejan engañar466. No quiero pasar en silencio un ejemplo enteramente
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reciente. El Papa Alejandro VI no hizo nunca otra cosa más que engañar a los otros; pensaba
incesantemente en los medios de inducirlos a error; y halló siempre la ocasión de poderlo hacer467. No
hubo nunca ninguno que conociera mejor el arte de las protestaciones persuasivas, que afirmara una
cosa con juramentos más respetables y que al mismo tiempo observara menos lo que había prometido.
Sin embargo, por más conocido que él estaba por un trapacero, sus engaños le salían bien, siempre a
medida de sus deseos, porque sabía dirigir perfectamente a sus gentes con esta estratagema468.
No es necesario que un príncipe posea todas las virtudes de que hemos hecho mención anteriormente;
pero conviene que él aparente poseerlas. Aun me atreveré a decir que si él las posee realmente, y las
observa siempre, le son perniciosas a veces; en vez de que aun cuando no las poseyera efectivamente,
si aparenta poseerlas, le son provechosas469. Puedes parecer manso, fiel, humano, religioso, leal, y
aun serlo470; pero es menester retener tu alma en tanto acuerdo con tu espíritu, que, en caso necesario,
sepas variar de un modo contrario.
Un príncipe, y especialmente uno nuevo, que quiere mantenerse, debe comprender bien que no le es
posible observar en todo lo que hace mirar como virtuosos a los hombres; supuesto que a menudo, para
conservar el orden en un Estado, está en la precisión de obrar contra su fe, contra las virtudes de
humanidad, caridad, y aun contra su religión471. Su espíritu debe estar dispuesto a volverse según que
los vientos y variaciones de la fortuna lo exijan de él; y, como lo he dicho más arriba, a no apartarse del
bien mientras lo puede472, sino a saber entrar en el mal, cuando hay necesidad. Debe tener sumo
cuidado en ser circunspecto, para que cuantas palabras salgan de su boca lleven impreso el sello de las
cinco virtudes mencionadas; y para que, tanto viéndole como oyéndole, le crean enteramente lleno de
bondad, buena fe, integridad, humanidad y religión473. Entre estas prendas no hay ninguna más
necesaria que la última474. Los hombres, en general, juzgan más por los ojos que por las manos; y si
pertenece a todos el ver, no está más que a un cierto número el tocar. Cada uno ve lo que pareces ser;
pero pocos comprenden lo que eres realmente475; y este corto número no se atreve a contradecir la
opinión del vulgo, que tiene, por apoyo de sus ilusiones, la majestad del Estado que le protege476.
En las acciones de todos los hombres, pero especialmente en las de los príncipes, contra los cuales no
hay juicio que implorar, se considera simplemente el fin que ellos llevan. Dedíquese, pues, el príncipe a
superar siempre las dificultades y a conservar su Estado. Si sale con acierto, se tendrán por honrosos
siempre sus medios, alabándoles en todas partes: el vulgo se deja siempre coger por las exterioridades,
y seducir del acierto477. Ahora bien, no hay casi más que vulgo en el mundo; y el corto número de los
espíritus penetrantes que en él se encuentra no dice lo que vislumbra, hasta que el sinnúmero de los
que no lo son no sabe ya a qué atenerse478.
Hay un príncipe en nuestra era que no predica nunca más que paz, ni habla más que de la buena fe, y
que, al observar él una y otra, se hubiera visto quitar más de una vez sus dominios y estimación. Pero
creo que no conviene nombrarle.
Capítulo XIX
El príncipe debe evitar ser despreciado y aborrecido
Habiendo hecho mención, desde luego, de cuantas prendas deben adornar a un príncipe, quiero,
después de haber hablado de las más importantes, discurrir también sobre las otras, a lo menos
brevemente y de un modo general, diciendo que el príncipe debe evitar lo que puede hacerle odioso y
despreciable479. Cada vez que él lo evite habrá cumplido con su obligación, y no hallará peligro ninguno
en cualquiera otra censura en que pueda incurrir480.
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Lo que más que ninguna cosa le haría odioso sería, como lo he dicho, ser rapaz, usurpar las propiedades
de sus gobernados, robar sus mujeres; y debe abstenerse de ello481. Siempre que no se quitan a la
generalidad de los hombres su propiedad ni honor viven ellos como si estuvieran contentos; y no hay
que preservarse ya más que de la ambición de un corto número de sujetos. ¿Pero los reprime uno con
facilidad y de muchos modos?482
Un príncipe cae en el menosprecio cuando pasa por variable, ligero, afeminado, pusilánime, irresoluto.
Ponga, pues, sumo cuidado en preservarse de una semejante reputación como de un escollo, e
ingéniese para que en sus acciones se advierta grandeza, valor, gravedad y fortaleza483. Cuando él
pronuncie sobre las tramas de sus gobernados debe querer que su sentencia sea irrevocable484.
Últimamente, es menester que él los mantenga en una tal opinión de su genio, que ninguno de ellos
tenga ni aun el pensamiento de engañarle, ni entramparle485. El príncipe no hace formar semejante
concepto de si es muy estimado, y se conspira difícilmente contra el que goza de una grande
estimación486. Los extranjeros, por otra parte, no le atacan con gusto, con tal, sin embargo, que él sea
un excelente príncipe y que le veneren sus gobernados.
Un príncipe tiene dos cosas que temer, es a saber: en lo interior de su Estado, alguna rebelión por parte
de sus súbditos; y segundo, por afuera, un ataque por parte de alguna potencia vecina. Se precaverá
contra este segundo temor con buenas armas y, sobre todo, con buenas alianzas, que él conseguirá
siempre si él tiene buenas armas487. Pues bien, cuando las cosas exteriores están aseguradas, lo están
también las interiores, a no ser que las haya turbado ya una conjuración488. Pero aun cuando se
manifestara en lo exterior alguna tempestad contra el príncipe que tiene bien arregladas las cosas
interiores, si ha vivido como lo he dicho, con tal que no le abandonen los suyos489 sostendrá toda
especie de ataque de afuera, como ha mostrado que lo hizo Nabis de Esparta.
Sin embargo, con respecto a sus gobernados, aun en el caso de no maquinarse nada por afuera contra
él, podría temer que, en lo interior, se conspirase ocultamente. Pero puede estar seguro de que no
acaecerá esto si evita ser despreciado y aborrecido, y si hace al pueblo contento con su gobierno; ventaja
esencial que hay que lograr, como lo he dicho muy por extenso antes490.
Uno de los más poderosos preservativos que el príncipe pueda tener contra las conjuraciones es, pues,
el de no ser aborrecido ni menospreciado por la universidad de sus gobernados; porque el conspirador
no se alienta más que con la esperanza de contentar al pueblo haciendo perecer al príncipe491. Pero
cuando él tiene motivos para creer que ofendería con ello al pueblo, la amplitud necesaria de valor para
consumar su atentado le falta, visto que son infinitas las dificultades que se presentan a los
conjurados492. La experiencia nos enseña que hubo muchas conjuraciones, y que pocas tuvieron buen
éxito; porque no pudiendo ser solo el que conspira, no puede asociarse más que a los que cree
descontentos493. Pero, por esto mismo que él ha descubierto su designio a uno de ellos494, le ha dado
materia para contentarse por sí mismo, supuesto que revelando al príncipe la trama que se le ha
confiado, puede esperar éste todas especies de ventajas. Viendo, por una parte, segura la ganancia495,
y por otra no hallándola más que dudosa y llena de peligros496, sería menester que él fuera, para el que
le ha iniciado en la conspiración, un amigo como se ven pocos, o bien un enemigo enteramente
irreconciliable del príncipe, si tuviera la palabra que dio.
Para reducir la cuestión a pocos términos, digo que del lado del conspirador no hay más que miedo,
celos y sospecha de una pena que le atemoriza; mientras que del lado del príncipe hay, para protegerle,
la majestad de su soberanía, las leyes, la defensa de los amigos y del Estado497; de modo que si a
todos estos preservativos se añade la benevolencia del pueblo, es imposible que ninguno sea bastante
temerario para conspirar498. Si todo conspirador, antes de la ejecución de su trama, está poseído
23
comúnmente del temor de salir mal, lo está mucho más en este caso: porque debe temer también, aun
cuando él triunfara, el tener por enemigo al pueblo499, porque no le quedaría refugio ninguno entonces.
Podríamos citar sobre este particular una infinidad de ejemplos500; pero me ciño a uno solo, cuya
memoria nos transmitieron nuestros padres. Siendo príncipe de Bolonia mosén Aníbal Bentivoglio,
abuelo de don Aníbal de hoy día, fue asesinado por los Cannuchis (e), a continuación de una conjuración;
y estando todavía en mantillas su hijo único, mosén Juan, no podía vengarle; pero el pueblo se sublevó
inmediatamente contra los asesinos y los mató atrozmente. Fue un efecto natural de la benevolencia
popular que la familia de Bentivoglio se había ganado por aquellos tiempos en Bolonia. Esta
benevolencia fue tan grande que, no teniendo ya la ciudad a persona ninguna de esta casa que, a la
muerte de Aníbal, pudiera regir el Estado, y habiendo sabido los ciudadanos que existía en Florencia un
descendiente de la misma familia que no era mirado allí más que como un hijo de un trabajador, fueron
en busca suya y le confirieron el gobierno de su ciudad, que él gobernó efectivamente hasta que mosén
Juan hubo estado en edad de gobernar por sí mismo501.
Concluyo de todo ello que un príncipe debe inquietarse poco de las conspiraciones cuando le tiene
buena voluntad el pueblo502; pero cuando éste le es contrario y le aborrece, tiene motivos de temer en
cualquiera ocasión y por parte de cada individuo503.
Los Estados bien ordenados y los príncipes sabios cuidaron siempre de no descontentar a los grandes
hasta el grado de reducirlos a la desesperación504, como también de tener contento al pueblo505. Es
una de las cosas más importantes que el príncipe debe tener en su mira. Uno de los reinos bien
ordenados y gobernados de nuestros tiempos, es el de Francia. Se halla allí una infinidad de buenos
estatutos, a los que van unidas la libertad del pueblo y la seguridad del rey. El primero es el Parlamento
y la amplitud de su autoridad506. Conociendo el fundador del actual orden de este reino, la ambición e
insolencia de los grandes, y juzgando que era preciso ponerles un freno que pudiera contenerlos;
sabiendo, por otra parte, cuánto los aborrecía el pueblo a causa del miedo que les tenía, y deseando,
sin embargo, sosegarlos, no quiso que este doble cuidado quedase a cargo particular del rey. A fin de
quitarle esta carga que él podía repartir con los grandes, y de favorecer al mismo tiempo a los grandes
y pueblo, se estableció por juez un tercero que, sin que el monarca sufriese, vino a reprimir a los grandes
y favorecer al pueblo507. No podía imaginarse disposición ninguna más prudente, ni un mejor medio de
seguridad para el rey y reino. Deduciremos de ello esta notable consecuencia: que los príncipes deben
dejar a otros la disposición de las cosas odiosas, reservándose a sí mismos las de gracia508; y concluyo
de nuevo que un príncipe debe estimar a los grandes, pero no hacerse aborrecer del pueblo.
Creerán muchos, quizá, considerando la vida y muerte de diversos emperadores romanos, que hay
ejemplos contrarios a esta opinión, supuesto que hubo un cierto emperador que perdió el imperio o fue
asesinado por los suyos conjurados contra él, aunque se había conducido perfectamente, y mostrado
magnanimidad. Proponiéndome responder a semejantes objeciones, examinaré las prendas de estos
emperadores, mostrando que la causa de su ruina no se diferencia de aquella misma contra la que he
querido preservar a mi príncipe; y haré tomar en consideración ciertas cosas que no deben omitirse por
los que leen las historias de aquellos tiempos509.
Me bastará tomar a los emperadores que se sucedieron en el Imperio desde Marco el Filósofo hasta
Maximino, es decir, Marco Aurelio, Cómodo su hijo, Pertinax, Juliano Séptimo Severo, Caracalla su hijo,
Macrino, Heliogábalo, Alejandro Severo y Maximino.
Nótese primeramente que en principados de otra especie que la de ellos, no hay que luchar apenas más
que contra la ambición de los grandes e insolencia de los pueblos; pero que los emperadores romanos
tenían, además, un tercer obstáculo que superar; es, a saber, la crueldad y avaricia de los soldados. Lo
cual era tan dificultoso510 que muchos se desgraciaron en ello. No es fácil, efectivamente, el contentar
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al mismo tiempo a los soldados y pueblo, porque los pueblos son enemigos del descanso, y lo son por
esto mismo los príncipes cuya ambición es moderada511, mientras que los soldados quieren un príncipe
que tenga el espíritu marcial, y que sea insolente, cruel y rapaz. La voluntad de los del Imperio era que
el suyo ejerciera estas funestas disposiciones sobre los pueblos, para tener una paga doble, y dar rienda
suelta a su codicia y avaricia512; de lo cual resultaba que los emperadores que no eran reputados como
capaces de imponer respeto a los soldados y pueblo513 quedaban vencidos siempre. Los más de ellos,
especialmente los que habían subido a la soberanía como príncipes nuevos, conocieron la dificultad de
conciliar estas dos cosas, y abrazaban el partido de contentar a los soldados514, sin temer mucho el
ofender al pueblo; y casi no les era posible obrar de otro modo515. No pudiendo los príncipes evitar el
ser aborrecidos de algunos516, deben, es verdad, esforzarse ante todas cosas a no serlo del número
mayor; pero cuando no pueden conseguir este fin, deben ingeniarse para evitar, con toda especie de
expedientes, el odio de su clase que es más poderosa517.
Así, pues, aquellos emperadores que con el motivo de ser príncipes nuevos necesitaban de
extraordinarios favores se apegaron con mucho más gusto a los soldados que al pueblo; y esto se
convertía en beneficio o daño del príncipe, según que él sabía mantenerse con una grande reputación
en el concepto de los soldados518. Tales fueron las causas que hicieron que Pertinax y Alejandro,
aunque eran de una moderada conducta, amantes de la justicia, enemigos de la crueldad, humanos y
buenos519, así como Marco (Aurelio), cuyo fin fue feliz, tuvieron, sin embargo, uno muy desdichado520.
Únicamente Marco vivió y murió muy venerado, porque había sucedido al emperador por derecho
hereditario, y no estaba en la necesidad de portarse como si él lo debiera a los soldados o pueblo521.
Estando dotado, por otra parte, de muchas virtudes que le hacían respetable, contuvo hasta su muerte
al pueblo y soldados dentro de unos justos límites, y no fue aborrecido ni despreciado jamás522.
Pero creado Pertinax para emperador contra la voluntad de los soldados que, en el imperio de Cómodo,
se habían habituado a la vida licenciosa, y habiendo querido reducirlos a una decente vida que se les
hacía insoportable523, engendró en ellos odio contra su persona524. A este odio se unió el menosprecio
de la misma a causa de que él era viejo525 y fue asesinado Pertinax en los principios de su reinado.
Este ejemplo nos pone en el caso de observar que uno se hace aborrecer tanto con las buenas como
con las malas acciones; y por esto, como lo he dicho más arriba, el príncipe que quiere conservar sus
dominios, está precisado con frecuencia a no ser bueno526. Si aquella mayoría de hombres, cualquiera
que ella sea, de soldados, de pueblo o grandes, de la que piensas necesitar para mantenerte, está
corrompida, debes seguir su humor y contentarla527. Las buenas acciones que hicieras entonces se
volverían contra ti mismo528.
Pero volvamos a Alejandro (Severo), que era de una tan agradable bondad que, entre las demás
alabanzas que de él hicieron, se halla la de no haber hecho morir a ninguno sin juicio en el espacio de
catorce años que reinó. Estuvo expuesto a una conjuración del ejército, y pereció a sus golpes, porque,
habiéndose hecho mirar como un hombre de genio débil529, y teniendo la fama de dejarse gobernar por
su madre530, se había hecho despreciable con esto.
Poniendo en oposición con las buenas prendas de estos príncipes el genio y conducta de Cómodo,
Séptimo Severo, Caracalla y Maximino, los hallaremos muy crueles y rapaces. Para contentar ellos a los
soldados, no perdonaron especie ninguna de injuria al pueblo; y todos, menos Severo, acabaron
desgraciadamente. Pero éste tenía tanto valor que, conservando con él la inclinación de los soldados,
pudo, aunque oprimiendo a sus pueblos, reinar dichosamente531. Sus prendas le hacían tan admirable
en el concepto de los unos y los otros, que los primeros permanecían asombrados en cierto modo hasta
el grado de pasmo532, y los segundos respetuosos y contentos533.
Pero como las acciones de Séptimo tuvieron tanta grandeza cuanto podían tener ellas en un príncipe
nuevo, quiero mostrar brevemente cómo supo diestramente hacer de zorra y león, lo cual le es necesario
25
a un príncipe, como ya lo he dicho534. Habiendo conocido Severo la cobardía de Didier Juliano, que
acababa de hacerse proclamar emperador, persuadió al ejército que estaba bajo su mando en
Esclavonia que él haría bien en marchar a Roma para vengar la muerte de Pertinax, asesinado por la
guardia imperial o pretoriana535. Evitando con este pretexto mostrar que él aspiraba al Imperio, arrastró
a su ejército contra Roma, y llegó a Italia aun antes que se tuviera conocimiento de su partida536.
Habiendo entrado en Roma, forzó al Senado, atemorizado a nombrarle por emperador537, y fue muerto
Didier Juliano538, al que habían conferido esta dignidad. Después de este primer principio, le quedaban
a Severo dos dificultades por vencer para ser señor de todo el Imperio: la una en Asia, en que Niger,
jefe de los ejércitos asiáticos, se había hecho proclamar emperador; y la otra en la Gran Bretaña, por
parte de Albino, que aspiraba también al Imperio539. Teniendo por peligroso el declararse al mismo
tiempo como enemigo de uno y otro, tomó la resolución de engañar al segundo mientras atacaba al
primero540. En su consecuencia, escribió a Albino para decirle que, habiendo sido elegido emperador
por el Senado, quería dividir con él esta dignidad; y aun le envió el título de césar, después de haber
hecho declarar por el Senado que Severo se asociaba a Albino por colega541. Éste tuvo por sinceros
todos estos actos y les dio su adhesión. Pero luego que Severo hubo vencido y muerto a Niger, y
habiendo vuelto a Roma, se quejó de Albino en Senado pleno, diciendo que aquel colega, poco
reconocido a los beneficios que había recibido de él, había tirado a asesinarle por medio de la traición,
y que por esto se veía precisado a ir a castigar su ingratitud. Partió, pues, vino a Francia al encuentro
suyo y le quitó el Imperio con la vida542.
Cualquiera que examine atentamente sus acciones hallará que era, a un mismo tiempo, un león
ferocísimo543 y una zorra muy astuta. Se vio temido y respetado de todos, sin ser aborrecido de los
soldados; y no se extrañará de que por más príncipe nuevo que él era hubiera podido conservar un tan
vasto imperio; porque su grandísima reputación544 le preservó siempre de aquel odio que los pueblos
podían cogerle a causa de sus rapiñas.
Pero su hijo mismo Antonino fue también un hombre excelente en el arte de la guerra. Poseía bellísimas
prendas que le hacían admirar de los pueblos y querer de los soldados. Como era guerrero que
sobrellevaba hasta el último grado toda especie de fatigas, despreciaba todo alimento delicado y
desechaba las demás satisfacciones de la molicie le amaban los ejércitos545. Pero como a puras
matanzas, en muchas ocasiones particulares había hecho perecer un gran parte del pueblo de Roma y
todo el de Alejandría, su ferocidad y crueldad sobrepujaban a cuanto se había visto en esta horrenda
especie, le hicieron extremadamente odioso a todos546. Comenzó haciéndose temer de aquellos
mismos que le rodeaban, tan bien, que le asesinó un centurión en medio mismo de su ejército.
Es preciso notar con este motivo que unas semejantes muertes, cuyo golpe parte de un ánimo deliberado
y tenaz, no pueden evitarse por los príncipes; porque cualquiera que hace poco caso de morir tiene
siempre la posibilidad de matarlos. Pero el príncipe debe temer menos el acabar de este modo, porque
estos atentados son rarísimos547. Debe únicamente cuidar de no ofender gravemente a ninguno de los
que él emplea548, y especialmente de los que tiene a su lado en el servicio de su principado, como lo
hizo el emperador Antonino Caracalla. Este príncipe dejaba la custodia de su persona a un centurión a
cuyo hermano había mandado él dar muerte ignominiosa, y que hacía diariamente la amenaza de
vengarse. Temerario hasta este punto549, Antonino no podía menos de ser asesinado, y lo fue.
Vengamos ahora a Cómodo550, al que le era tan fácil conservar el Imperio, supuesto que le había
logrado por herencia como hijo de Marco. Bastábale seguir las huellas de su padre para contentar al
pueblo y soldados. Pero siendo de un genio brutal y cruel, y queriendo estar en proporción de ejercer su
rapacidad sobre los pueblos, prefirió favorecer a los ejércitos, y los echó en la licencia. Por otra parte,
no sosteniendo su dignidad porque se humillaba frecuentemente hasta ir a luchar en los teatros con los
gladiadores, y a hacer otras muchas acciones vilísimas y poco dignas de la majestad imperial, se hizo
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despreciable aun en el concepto de las tropas. Como estaba menospreciado por una parte y aborrecido
por otra, se conjuraron contra él y fue asesinado551.
Maximino, cuyas prendas nos queda que exponer, fue un hombre muy belicoso. Elevado al Imperio por
algunos ejércitos disgustados de aquella molicie de Alejandro que llevamos mencionada ya, no lo poseyó
por mucho tiempo, porque le hacían despreciable y odioso dos cosas552. La una era su bajo origen553,
pues había guardado los rebaños en la Tracia, lo cual era muy conocido, y le atraía el desprecio de
todos. La otra era la reputación de hombre cruelísimo, que, durante las dilaciones de que usó, después
de su elección al Imperio, para trasladarse a Roma y tomar allí posesión del trono imperial, sus prefectos
le habían formado con las crueldades que según sus órdenes ejercían ellos en esta ciudad y otros
lugares del Imperio554. Estando todos, por una parte, indignados de la bajeza de su origen, y animados,
por otra, con el odio que el temor de su ferocidad engendraba, resultó de ello que el África se sublevó,
desde luego, contra él, y que en seguida el Senado con el pueblo de Roma y la Italia entera conspiraron
contra su persona. Su propio ejército, que estaba acampado bajo los muros de Aquilea, y experimentaba
suma dificultad para tomar esta ciudad, juró igualmente su ruina555. Fatigado por su crueldad, y no
temiéndola ya tanto desde que él le veía con tantos enemigos, le mató atrozmente.
Me desdeño de hablar de Heliogábalo, Macrino y Juliano, que hallándose menospreciables en un todo,
perecieron casi luego que hubieron sido elegidos; y vuelvo en seguida a la conclusión de este discurso,
diciendo que los príncipes de nuestra era experimentan menos, en su gobierno, esta dificultad de
contentar a los soldados por medios extraordinarios556. A pesar de los miramientos que los soberanos
están precisados a guardar con ellos, se allana bien pronto esta dificultad, porque ninguno de nuestros
príncipes tiene cuerpo ninguno de ejército que, por medio de una dilatada mansión en las provincias se
haya amalgamado en algún modo con la autoridad que los gobierna, y administraciones suyas557, como
lo habían hecho los ejércitos del Imperio romano. Si, convenía entonces necesariamente contentar a los
soldados más que al pueblo, era porque los soldados podían más que el pueblo. Ahora es más necesario
para todos nuestros príncipes, excepto, sin embargo, para el Turco y el Soldán, el contentar al pueblo
que a los soldados, a causa de que hoy día los pueblos pueden más que los soldados558. Exceptúo al
Turco, porque tiene siempre alrededor de sí doce mil infantes y quince mil caballos de que dependen la
seguridad y fuerza de su reinado559. Es menester, por cierto absolutamente, que este soberano, que
no hace caso ninguno del pueblo, mantenga sus guardias en la inclinación de su persona560. Sucede
lo mismo con el reinado del Soldán, que está todo entero en poder de los soldados; conviene también
que él conserve su amistad, supuesto que no guarda miramientos con el pueblo561.
Debe notarse que este estado del Soldán es diferente de todos los demás principados, y que se asemeja
al del Pontificado cristiano, que no puede llamarse principado hereditario, ni nuevo562. No se hacen
herederos de la soberanía los hijos del príncipe difunto, sino el particular al que eligen hombres que
tienen la facultad de hacer esta elección563. Hallándose sancionado este orden por su antigüedad, el
principado del Soldán o Papa no puede llamarse nuevo, y no presenta a uno ni otro ninguna de aquellas
dificultades que existen en las nuevas soberanías. Aunque es allí nuevo el príncipe, las constituciones
de semejante estado son antiguas, y combinadas de modo que le reciban en él como si fuera poseedor
suyo por derecho hereditario564.
Volviendo a mi materia, digo que cualquiera que reflexione sobre lo que dejo expuesto, verá que el odio
o menosprecio fueron la causa de la ruina de los emperadores que he mencionado. Sabrá también por
qué habiendo obrado de un modo una parte de ellos, y de un modo contrario otra, solo uno, siguiendo
esta o aquella vía, tuvo un dichoso fin, mientras que los demás no hallaron allí más que un desastrado
fin. Se comprenderá porque Pertinax y Alejandro quisieron imitar a Marco, no solamente en balde, sino
también con perjuicio suyo, en atención a que él último reinaba por derecho hereditario y que los dos
primeros no eran más que príncipes nuevos565. Aquella pretensión que Caracalla, Cómodo y Maximino
27
tuvieron de imitar a Severo, les fue igualmente adversa, porque no estaban adornados del suficiente
valor para seguir en todo, sus huellas.
Así, pues, un príncipe nuevo en un principado nuevo no puede sin peligro imitar las acciones de Marco,
y no le es indispensable imitar las de Severo566. Debe tomar de éste cuantos procederes le son
necesarios para fundar bien su Estado, y de Marco lo que hubo, en su conducta, de conveniente y
glorioso para conservar un Estado ya fundado y asegurado567.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-principe--1/html/0005364a-82b2-11df-acc7-
002185ce6064_89.html#I_17_ (22-mar-2018).
ANEXOS:
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ANEXOS:
Por primera vez, cuatro siglos antes de Cristo, las formas del poder común se abren a un
determinado grado de participación colectiva, y la consienta por este poder se conducía por asociaciones
que agrupaban a los hombres libres según su manera de pensar en las cuestiones públicas.
EL PODER.
El poder está presente en toda relación humana que pone en juego la práctica de diferentes
voluntades, en donde se puede llegar en un acuerdo o en una desavenencia.
El poder debe estar sujeto o condicionado a otro poder más general y más alto en jerarquía, que
no es menos que el poder de toda una sociedad organizada en el Estado y que está representado por
el gobierno de una nación, la cual se puede conocer como el poder por excelencia.
El poder también se puede entender como una voluntad colectiva, a la vez que esto supone en
la realidad la capacidad individual de inspirar, instigar, mandar o exigir una conducta ajena con el fin de
moderar la relación entre la libertad y el orden.
29
PODER
Querer
POLÍTICA
MITO IDEOLOGÍA
sentir pensar
LA CIENCIA POLÍTICA
Nace con Nicolás Maquiavelo en 1513, tiene como único objetivo estudiar las relaciones, así como
la estructura, los mecanismos y las conductas de estas relaciones de poder para explicarlas. Tomando
en cuenta a los conocimientos que pueden proporcionar las demás ciencias sociales como: la psicología,
la sociología, la economía, el derecho, el arte la religión, la ética, la filosofía, la mítica, la erótica, etc.
LAS IDEOLOGÍAS
Son doctrinas elaboradas por determinados filósofos o políticos y adoptados por un grupo social,
para poder expresar las necesidades y las aspiraciones del mismo grupo social en donde la aceptación o
el rechazo de una ideología no depende de la verdad que predique o que contenga, sino de la medida en
que corresponda a las necesidades y a las aspiraciones que expresa.
30
• LAS IDEOLOGÍAS POLÍTICAS: No tienen otra preocupación que medir la dosis de libertad que
racionalmente deben guardar los hombres en la convivencia social para obtener los fines de una
voluntad colectiva, que parten de una concepción ética del hombre.
• LAS IDEOLOGÍAS LIBERALES: Son optimistas y piensan que el hombre es bueno por naturaleza y
que la sociedad como la civilización son los medios que lo corrompen.
• LAS IDEOLOGÍAS AUTORITARIAS: Son pesimistas y consideran que el hombre es malo por
naturaleza, el hombre es el lobo del hombre, y la libertad es un riesgo enorme que no debe correrse,
por lo tanto, para ellos es necesario un máximo de autoridad social para adoctrinar las libertades
individuales.
31
LA CONSTITUCIÓN.
Se determina como la ley fundamental de un Estado que define el régimen básico de los derechos
y libertades de los ciudadanos y los poderes e instituciones de la organización política.
-POBLACIÓN
ESTADO -TERRITORIO
-GOBIERNO
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EL GOBIERNO Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
LA DINÁMICA POLÍTICA
Se hace presente cuando las relaciones de poder en una sociedad no se contemplan de manera
estática y sujeta a un modelo, sino funcionando activamente dentro de la interacción humana.
Políticamente la libertad es considerada como la independencia de la voluntad humana frente a
otras voluntades.
El orden por el contrario es la dependencia de nuestra voluntad a otra voluntad que representa la
convivencia social.
LAS ELECCIONES
Se definen como el procedimiento por medio del cual contienden pacíficamente los distintos
partidos políticos para poder obtener el poder.
TIPOS DE ELECCIONES QUE EXISTEN
• Directas. • Uninominales.
• Indirectas. • Plurinominales.
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• Mayoritarias; absolutas o relativas. • Corporativas.
• Representativa, proporcional.
LA OPINIÓN PÚBLICA
También pretenda influir sobre el poder aunque esta pretensión se manifiesta en formas y por
instituciones que no tienen el poder como fin de sus actividades, pero son sin embargo, el centro de la
política misma.
LA PROPAGANDA
Propaganda se entiende por todo aquel recurso oral o impreso que se utiliza de manera
sistemática para inclinar la conducta de grandes masas de la población en determinado sentido. Los
funcionarios públicos le dan uso de la siguiente manera: recurren a los sentimientos cívicos y a las
tendencias comunitarias del hombre, apoyándose en actitudes psicológicas, que exploran profundamente
por medio de la propaganda, mezclándola además con todas aquellas actividades que educan
socialmente: las artísticas, las deportivas, las religiosas, las militares y las patrióticas.
LA OPOSICIÓN
Se constituye exclusivamente por los partidos políticos que no gobiernan directamente, sin
embargo, tienen la función de vigilar la actuación del gobierno con el objeto de mantenerlo dentro de las
atribuciones que le confiere la Constitución.
LA REVOLUCIÓN
Ejerce el descontento popular y su principal fuente es el número de ciudadanos y se encarga de
fundamentar principios y valores.
34
Ejercicio 5: Investigar y entregar:
1. ¿Cuáles son las zonas económicas de México?
2. ¿A cuando asciende el salario mínimo en cada una de estas
zonas?
3. ¿Quiénes son los secretarios/as de la actual administración
federal y local?
4. ¿Quiénes son los delegados/as en la CDMX?
5. ¿Cuáles son los poderes de la Unión, quién los integra y qué
trabajaos les corresponde realizar?
6. ¿Cuántos diputados/as hay en la Asamblea Legislativa y en la
Cámara de Duputados Federal?
7. ¿Cada cuándo se renuevan las cámaras en la CDMX y a nivel
federal?
8. ¿Qué hace un diputado/a y qué un senador/a?
9. Investiga el significado de: elección, elegir, corrupción,
globalización, poder, propaganda, información, controlar,
dominar, gobierno y política.
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Ejercicio 6
A partir de la lectura del libro de Manuel más Araujo (2010). La Política: Porrúa; presenta el tema que te indique
la maestra y rellena el siguiente cuadro
DINÁMICA POLÍTICA.
Elecciones Grupos de Opinión Propaganda Oposición Revolución
Pública
Presión
TIPOS
¿Qué son?
Heterónomas Autónomas
Punibles No punibles
Incoercibles
Unilaterales
Interiores
2 Conforman los Deriva del griego “polis” que era empleado para señalar la comunidad de los ( )
poderes de la hombres libres en el mundo griego, una comunidad que había aprendido a
unión organizarse en constituciones o leyes que se ocupaban de precisar el bien social
y la manera de obtenerlo.
3 Poderes de la Nombrar por elección a una persona para un cargo público o privado. ( )
unión
7 Control Al poder legislativo le corresponde proponer iniciativas de Ley que debe ser ( )
sometido a votación para su previa aprobación o rechazo en virtud de favorecer
siembre a los ciudadanos mexicanos. Al poder ejecutivo, le corresponde, en
primer lugar representar y velar por la soberanía de un estado ante el resto del
mundo y después le siguen un sin fin de actividades a realizar para el bienestar
de su país. Al poder Judicial de la federación, de acuerdo con la legislación vigente
en nuestro país, es el encargado de la aplicación de las normas jurídicas para la
resolución de conflictos etc.
10 Elección Dominio, imperio, facultad y jurisdicción que alguien tiene para mandar o ejecutar ( )
algo. Gobierno de un país. El que corresponde a la soberanía popular para
organizarse, dictando y reformando sus Constituciones. El que se ejerce en la
sociedad al margen de las instituciones legales y en virtud de la capacidad de
presión o autoridad que se posee.
11 Trabajos que les Es un proceso de toma de decisiones usado en las democracias moderna, donde ( )
corresponde los ciudadanos depositan su voto de confianza en el candidato cuyo partido
realizar a los político sea de su simpatía o porque consideran que es la mejor opción para estar
poderes de la a cargo de la administración pública de su entidad.
unión
A continuación encontrarás lecturas con su correspondiente grupo de actividades, es importante que leas con
atención los textos y respondas las actividades en tu cuaderno de trabajo
Debes acudir a asesoría para revisión de actividades.
La ética y la política se refieren ambas a la praxis humana, esto es, a las acciones que podemos realizar
los hombres y a la dirección que vamos a dar a nuestra voluntad y libertad.
La diferencia estriba en que la ética es una praxis íntima, personal y la política es la coordinación de muchas
acciones y, por ello, en esta última hay que tener en cuenta la voluntad de los demás.
La política gira en torno a las leyes e instituciones creadas para elaborarlas y administrarlas.
Ética y política no son simplemente teorías sobre las que los hombres dedican su estudio y se ponen o no
de acuerdo. Son un hecho que no hay que demostrar. Todos los días tomamos opciones éticas o políticas
porque no vivimos en soledad sino en comunidad. Nuestra naturaleza es plenamente social. Pues bien;
Aristóteles era un meteco en Atenas, y por este motivo, no podía participar activamente en la política. Esto,
sin embargo, no menoscabó su interés por el ámbito de la praxis humana. De hecho, nos ha dejado algunas
obras que tratan estos temas con gran profundidad. Estudiaremos primero la ética y luego la política.
LA ÉTICA ARISTOTÉLICA
Aristóteles escribió dos obras sobre ética:
1. Ética a Nicómaco o Ética Nicomaquea, consta de diez libros y su nombre alude quizás a su hijo Nicómaco.
2. Ética a Eudemo que consta de cuatro libros. Eudemo era un discípulo de Aristóteles.
La Gran Ética probablemente no es obra suya, sino de un recopilador.
Según el filósofo, toda actividad humana tiende hacia algún fin (telos). El fin de la actividad de un zapatero
es hacer, producir un zapato bien hecho; El fin de la medicina es procurar o restablecer la salud del enfermo,
etc. Vemos que los fines no son idénticos, ya que dependen de la actividad que se lleve a cabo para
obtenerlos. Las actividades tampoco son iguales. Aristóteles distingue entre la praxis, que es una acción
inmanente que lleva en sí misma su propio fin, y la poiesis, que es la producción de una obra exterior al
sujeto (agente) que la realiza. Por ejemplo, el fin de la acción de construir una estatua no es la propia
producción de la estatua, sino la estatua misma. Pero ésta, además, tiene un fin para lo cual la estatua
misma es un medio: conmemorar un hecho, venerar a un dios, etc. Así, vemos que unos fines se subordinan
a otros, existiendo una jerarquía entre ellos y en las actividades que los producen. Por lo tanto, habrá que
determinar cuál es es fin último del hombre al que estarán subordinados los otros fines. Habrá que buscar
un fin que ya no sea medio para ningún otro fin.
La virtud implica también una cierta medida, un cierto orden entre el exceso y el defecto. Aristóteles intenta
objetivar la virtud: ésta ha de situarse en un término medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por
defecto. Así, el Valor es un medio entre la Cobardía (defecto) y la Temeridad (exceso), y la Generosidad
será el justo medio entre la Prodigalidad (exceso) y la Avaricia (defecto).
La virtud introduce el equilibrio, la mesura y no la mediocridad. Pero ¿Cómo definir el justo medio? ¿Hay
una medida objetiva e impersonal o ha de definirse en función de cada individuo y situación? ¿Todas las
cóleras son injustas y viciosas? ¿Podría haber alguna cólera justa? Según Aristóteles no hay una medida
La más importante de las virtudes dianoéticas es la prudencia (phrónesis). Ésta consiste en la habilidad
intelectual de discernir entre cosas que no son necesarias y pueden ser o no ser. Esta virtud es la guía de
las demás virtudes morales , aquella que indica qué medios son necesarios para alcanzar los fines
propuestos y procurarse el bien.
POLÍTICA ARISTOTÉLICA
FORMAS DE GOBIERNO
Cuantitativamente, pueden darse distintas clases de gobiernos, dependiendo del número de gobernantes:
uno solo, unos pocos o la mayoría y cualitativamente, estas formas podrán ser justas o injustas, atendiendo
a si su mira está puesta en el bien particular o en el bien común. Veámoslo.
• La monarquía es la forma justa de gobierno de un sólo hombre.
• La aristocracia es el gobierno justo de unos pocos: "los mejores" o aristoi.
• La democracia es la forma justa del gobierno del demos o pueblo.
Son tres formas justas porque miran el bien y el interés común. Cuando estas tres formas se desvían de la
justicia y se orientan al interés particular degeneran respectivamente en las siguientes formas injustas de
gobierno: tiranía, oligarquía y demagogia.
Aristóteles·
Política· Libro primero· I· II· III· IV· V ] Política · L. 1°, Cap. V
Del poder doméstico
Ya hemos dicho que la administración de la familia descansa en tres clases de poder: el del
señor, de que hablamos antes, el del padre y el del esposo. Se manda a la mujer y a los
hijos como a seres igualmente libres, pero sometidos sin embargo a una autoridad diferente,
que es republicana respecto de la primera, y regia respecto de los segundos. El hombre,
salvas algunas excepciones contrarias a la naturaleza, es el llamado a mandar más bien que
la mujer, así como el ser de más edad y de mejores cualidades es el llamado a mandar al
más joven y aún incompleto. En la constitución republicana se pasa de ordinario
alternativamente de la obediencia al ejercicio de la autoridad, porque en ella todos los
miembros deben ser naturalmente iguales y semejantes en todo; lo cual no impide que se
intente distinguir la posición diferente del jefe y del subordinado, mientras dure, valiéndose
ya de un signo exterior, ya de ciertas denominaciones o distinciones honoríficas. Esto mismo
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[39] pensaba Amasis {21} cuando refería la historia de su aljofaina. La relación del hombre y
la mujer es siempre tal como acabo de decir. La autoridad del padre sobre sus hijos es, por
el contrario, completamente regia; las afecciones y la edad dan el poder a los padres lo
mismo que a los reyes, y cuando Homero llama a Júpiter {22}
«Padre inmortal de los hombres y de los dioses»,
tiene razón en añadir que es también rey de ellos, porque un rey debe a la vez ser superior
a sus súbditos por sus facultades naturales, y ser, sin embargo, de la misma raza que ellos:
y esta es precisamente la relación entre el más viejo y el más joven, entre el padre y el hijo.
No hay para qué decir que se debe poner mayor cuidado en la administración de los hombres
que en la de las cosas inanimadas, en la perfección de los primeros que en la perfección de
las segundas que constituyen la riqueza, y más cuidado en la dirección de los seres libres
que en la de los esclavos. La primera cuestión respecto al esclavo es la de saber si, además
de su cualidad de instrumento y de servidor, se puede encontrar en él alguna otra virtud,
como la sabiduría, el valor, la equidad, &c., o si no se debe esperar hallar en él otro mérito
que el que nace de sus servicios puramente corporales. Por ambos lados ha lugar a duda.
Si se suponen estas virtudes en los esclavos, ¿en qué se diferenciarán de los hombres
libres? Si lo contrario, resulta otro absurdo no menor, porque al cabo son hombres y tienen
su parte de razón. Una cuestión igual, sobre poco más o menos, puede suscitarse respecto
a la mujer y al hijo. ¿Cuáles son sus virtudes especiales? ¿La mujer debe ser prudente,
animosa y justa como un hombre? ¿El hijo puede ser modesto y dominar sus pasiones? Y
en general, el ser formado por la naturaleza para mandar y el destinado a obedecer, ¿deben
poseer las mismas virtudes o virtudes diferentes? Si ambos tienen un mérito absolutamente
igual, ¿de dónde nace que eternamente deben el uno mandar y el otro obedecer? No se
trata aquí de una [40] diferencia entre el más y el menos; autoridad y obediencia difieren
específicamente, y entre el más y el menos no existe diferencia alguna de este género. Exigir
virtudes al uno y no exigirlas al otro, sería aún más extraño. Si el ser que manda no tiene
prudencia, ni equidad, ¿cómo podrá mandar bien? Si el ser que obedece está privado de
estas virtudes, ¿cómo podrá obedecer cumplidamente? Si es intemperante y perezoso,
faltará a todos sus deberes. Evidentemente es necesario que ambos tengan virtudes, pero
virtudes tan diversas como lo son las especies de seres destinados por naturaleza a la
sumisión. Esto mismo es lo que hemos dicho ya al tratar del alma. La naturaleza ha creado
en ella dos partes distintas: la una destinada a mandar, la otra a obedecer, siendo sus
cualidades bien diversas, pues que la una está dotada de razón y privada de ella la otra.
Esta relación se extiende evidentemente a los otros seres, y respecto de los más de ellos la
naturaleza ha establecido el mando y la obediencia. Así, el hombre libre manda al esclavo
de muy distinta manera que el marido manda a la mujer y que el padre al hijo; y sin embargo,
los elementos esenciales del alma se dan en todos estos seres, aunque en grados muy
diversos. El esclavo está absolutamente privado de voluntad; la mujer la tiene, pero
subordinada; el niño sólo la tiene incompleta. Lo mismo sucede necesariamente respecto a
las virtudes morales. Se las debe suponer existentes en todos estos seres, pero en grados
diferentes, y sólo en la proporción indispensable para el cumplimiento del destino de cada
uno de ellos. El ser que manda debe poseer la virtud moral en toda su perfección. Su tarea
es absolutamente igual a la del arquitecto que ordena, y el arquitecto en este caso es la
razón. En cuanto a los demás, deben estar adornados de las virtudes que reclamen las
funciones que tienen que llenar.
Reconozcamos, pues, que todos los individuos de que acabamos de hablar, tienen su parte
de virtud moral, pero que el saber del hombre no es el de la mujer, que el valor y la equidad
no son los mismos en ambos, como lo pensaba Sócrates{23}, y que la fuerza del uno estriba
FILOSOFÍA POLÍTICA MAESTRO SANTIAGO CHAVARRIA GUEVARAIEMS CDMX IZTACALCO 48
en el mando y la de la otra en la sumisión. Otro tanto digo de todas las demás virtudes, pues
si [41] nos tomamos el trabajo de examinarlas al por menor, se descubre tanto más esta
verdad. Es una ilusión el decir, encerrándose en generalidades, que «la virtud es una buena
disposición del alma» y la práctica de la sabiduría, o dar cualquiera otra explicación tan vaga
como esta. A semejantes definiciones prefiero el método de los que, como Gorgias, se han
ocupado de hacer la enumeración de todas las virtudes. Y así, en resumen, lo que dice el
poeta de una de las cualidades de la mujer:
«Un modesto silencio hace honor a la mujer» {24}
es igualmente exacto respecto a todas las demás; reserva aquella que no sentaría bien en
el hombre.
Siendo el niño un ser incompleto, evidentemente no le pertenece la virtud, sino que debe
atribuirse ésta al ser completo que le dirige. La misma relación existe entre el señor y el
esclavo. Hemos dejado sentado que la utilidad del esclavo se aplicaba a las necesidades de
la existencia, así que su virtud había de encerrarse en límites muy estrechos, en lo
puramente necesario para no descuidar su trabajo por intemperancia o pereza. Pero
admitido esto, podrá preguntarse: ¿los operarios deberán entonces tener también virtud,
puesto que muchas veces la intemperancia los aparta del trabajo? Pero hay una grande
diferencia. El esclavo participa de nuestra vida, mientras que el obrero, por lo contrario, vive
lejos de nosotros, y no debe tener más virtud que la que exige su esclavitud, porque el trabajo
del obrero es en cierto modo una esclavitud limitada. La naturaleza hace al esclavo, pero no
hace al zapatero ni a ningún otro operario. Por consiguiente, es preciso reconocer que el
señor debe ser para el esclavo la fuente de la virtud que le es especial, bien que no tenga,
en tanto que señor, que comunicarle el aprendizaje de sus trabajos. Y así se equivocan
mucho los que rehúsan toda razón a los esclavos, y sólo quieren entenderse con ellos
dándoles órdenes {25}, cuando, por el contrario, deberían tratarles con más indulgencia aún
que a los hijos. Basta ya sobre este punto.
En cuanto al marido y la mujer, al padre y los hijos y la virtud particular de cada uno de ellos,
las relaciones que les unen, su conducta buena o mala, y todos los actos que deben [42]
ejecutar por ser loables o que deben evitar por ser reprensibles, son objetos todos de que
es preciso ocuparse, al estudiar la Política. En efecto, todos estos individuos pertenecen a
la familia, así como la familia pertenece al Estado, y como la virtud de las partes debe
relacionarse con la del conjunto, es preciso que la educación de los hijos y de las mujeres
esté en armonía con la organización política, como que importa realmente que esté ordenado
lo relativo a los hijos y a las mujeres para que el Estado lo esté también. Este es
necesariamente un asunto de grandísima importancia, porque las mujeres componen la
mitad de las personas libres, y los hijos serán algún día los miembros del Estado.
En resumen, después de lo que acabamos de decir sobre todas estas cuestiones, y
proponiéndonos tratar en otra parte las que nos quedan por aclarar, demos aquí fin a una
discusión que parece ya agotada, y pasemos a otro asunto; es decir, al examen de las
opiniones emitidas sobre la mejor forma de gobierno.
———
{21} Amasis hizo de una alfojaina de oro una estatua de un dios, que bien pronto fue adorada
por los egipcios; y contando a los principales de estos la historia de la alfojaina, les dijo, que
él también, antes de llegar a ser rey, había sido un oscuro ciudadano, pero que desde que
había ascendido al trono, había merecido el respeto y el homenaje de sus súbditos.
http://www.filosofia.org/cla/ari/azc03038.htm (22-feb-2017).
En la Constitución de Alemania, Hegel, en concordancia con Montesquieu hace referencia a las tres
formas de gobierno y su sucesión histórica: el despotismo (oriental), la república (antigua) y la
monarquía (moderna).
Norberto Bobbio plantea en la introducción a su libro La teoría de las formas de gobierno en la historia
del pensamiento político que:
1. Cualquier teoría de las formas de gobierno presenta dos aspectos: uno descriptivo (de lo que es) y
uno prescriptivo (de lo que debe o no debe ser).
• Es aspecto descriptivo se resuelve en una tipología o en una clasificación de los diversos tipos de
constitución política que de facto existen.
• Cuando el escritor político no se limita a describir, sino que también indica, de acuerdo con un
criterio de selección, cuál de las formas de gobierno descritas es buena, cuál es mala, cuál es mejor
y cuál es peor; cuando también indica cuál es la óptima y cuál es la más incorrecta y expresa uno
o más juicios de valor y orienta las preferencias ajenas, está prescribiendo.
2. Una tipología puede emplearse de dos modos: uno sistemático y otro axiológico.
• El uso sistemático tiene lugar cuando se usa para dar un orden a los datos recopilados.
• El uso axiológico es el que se da cuando la misma tipología es empleada para establecer entre
los tipos o clases ordenadas un juicio de valor, con el fin de suscitar una actitud de aprobación o
desaprobación y en consecuencia, orientar una preferencia. Consiste en señalar que un tipo de
organización no sólo es deseable sino preferible a otra.
Dentro del uso axiológico hay tres posiciones posibles:
A) Todas las formas existentes son buenas. Relativismo e historicismo. Hegel.
B) Todas las formas existentes son malas. Platonismo
C) Entre las formas de gobierno, unas son buenas y otras son malas. Ésta es la más frecuente.
Aristotelismo y Pizán.
3. Dentro de los escritores políticos hay quienes han elaborado teorías de la óptima República o del
óptimo Estado. Se distinguen tres maneras de hacer un modelo del óptimo Estado:
a. Se puede construir un modelo del óptimo estado mediante la idealización de una forma histórica
como Esparta, Roma, Atenas, Venecia, etc. Modelo histórico. Ejemplo: Hegel.
b. La óptima República se puede construir combinando, en una síntesis ideal, los diversos elementos
positivos de todas las formas buenas para eliminar los vicios y conservar las virtudes. Modelo
ecléctico. Ejemplo: Polibio.
c. La construcción de la óptima República puede ser confiada a la elaboración intelectual pura,
abstraída completamente de la realidad histórica, o incluso a la imaginación, a la visión poética, que
se complace en diseñar estados ideales que jamás existieron y que nunca existirán. Modelo utópico.
Ejemplo: Platón, Thomas Moro, Christine de Pizán, etc.
Ejercicio 11 Lectura 3:
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1. Elabora un cuadro sinóptico o comparativo donde se precise la clasificación que hace Bobbio de las diferentes
posturas que tienen los/las teóricos del estado y las formas de gobierno con su nombre y representante.
2. Investiga quiénes fueron: Polibio, Christine de Pizán (Pisan), Moro y Kant. Rellena la tabla:
Época y lugar
¿Cómo vivió?
¿Qué hizo?
Obras
principales
Aportaciones
a la Filosofía
Política
¿Qué forma
de gobierno le
parecía la
HERODOTO: En la historia de Herodoto existen tres personajes persas: Otanes, Megabyzo y Darío,
quienes nos hablan sobre las mejores formas de gobierno, estas formas de gobierno son la
democracia que es conocida como el gobierno de muchos, la aristocracia que se considera el gobierno
de pocos y la monarquía en donde gobierna uno.
Otanes: está en contra de la monarquía ya que no puede ser una forma de gobierno ordenado,
puesto que el monarca puede hacer lo que le venga en gana sin que nadie pueda detenerlo, el sistema
de gobierno monárquico corrompe la buena ideología del mejor hombre al momento de adquirir tanto
poder depositado en su persona y la posesión de grandes riquezas le aumenta su prepotencia,
entonces la ley ya no se cumple al pie de la letra.
Megabyzo: apoya a la oligarquía, pues considera que de los mejores hombres provienen las
mejores ideas y saben tomar las mejores decisiones.
Está de acuerdo con Otanes respecto a la monarquía y en contra de la democracia ya que
según él, el pueblo es una multitud inepta que no se da cuenta de lo que hace.
Darío: está a favor de la monarquía porque considera que nadie es mejor que un solo hombre
para administrar intachablemente a un pueblo y mantener en silencio los Planes políticos contra los
hombres malévolos.
ARISTÓTELES Y POLIBIO. La mejor forma de gobierno depende de dónde reside el poder del gobierno y cómo
se lleva a cabo.
¿CUÁNTOS GOBIERNAN? ¿CÓMO GOBIERNA? ¿QUIÉN GOBIERNA?
• MONARQUÍA: sistema de gobierno en donde el monarca realiza lo que quiere o le parece mejor sin que
nadie le diga nada. Al tirano se le atribuye la prepotencia, la envidia y la maldad.
• OLIGARQUÍA: existe la falta de una dirección para la unidad del Estado, y las decisiones se hacen en
facciones. Generalmente los más ricos y poderosos de un país toman las decisiones que les favorecen, pero
aparentan estar favoreciendo al pueblo.
• DEMOCRACIA: es la igualdad frente a las leyes y el control lo tiene el pueblo (la mayoría), se caracteriza
por una elección de las personas que ocupan los cargos públicos.
La teoría sobre las formas de gobierno expuesta por Aristóteles (durante el transcurso de los años, 384-322 a.
C.) ha perdurado en la mentalidad de la humanidad durante siglos, casi sin modificaciones a la vez que fomentó
algunas categorías fundamentales que parecen haber quedado fijos por tiempo indefinido, tal que el hombre
actual sigue basándose en algunas de estas categorías para comprender la realidad política.
El tercer libro de Aristóteles de los ocho que están dedicados a la política, es en donde describe el origen del
Estado, en la cuarta critica las teorías políticas anteriores enfocándose en especial sobre la teoría platónica, en
el quinto trata sobre los cambios de la constitución en donde cambian las formas de gobierno de una a otra, la
sexta se avoca en particular sobre las diversas formas de democracia y oligarquía que tal parece son las formas
de gobierno en las que Aristóteles reflexiona con mayor profundidad, culmina con el séptimo y octavo libro en
cuyo contenido se enfoca en la mejor forma de constitución.
Politéia: que habitualmente es traducida como constitución era el término que Aristóteles usaba para determinar
lo que hasta entonces se conocía como (forma de gobierno). Aristóteles consideraba que la constitución es la
estructura que da orden a una ciudad estableciendo el funcionamiento de todos los órganos públicos que
integran un gobierno.
Ya que Constitución y Gobierno sostienen casi el mismo significado y el órgano de gobierno constituye
el poder soberano de una nación, entonces. El ejercicio de poder en las formas de gobierno se hace indiscutible
entre una persona, unos pocos o la mayoría, desde su punto de vista de Aristóteles, no importa mucho si el
uno, unos pocos o la mayoría, ejercen el poder, mientras sea a favor del interés general o común, la conducción
de una constitución será recta mientras tanto. Sin embargo, cuando el uno, unos cuantos o la mayoría tienden
a gobernar con indicios de intereses particulares, entonces decimos que aparecen las desviaciones o el
incumplimiento de las constituciones.
Monarquía.
Es un término cuyo significado etimológico deriva del latín monarchía. “Estado regido por un monarca”.
Forma de gobierno en que el poder supremo corresponde con carácter vitalicio a un príncipe,
designado generalmente según orden hereditario y a veces por elección. Actualmente se define como
una forma de gobierno unipersonal que atiende al interés general, que también se le conoce hasta
Ejercicio 12 Lectura 4:
1. ¿Con quién de los personajes de la discusión de Herodoto estás de acuerdo y por qué?
2. Investiga las características de los tres tipos de personas, según Platón, y anota sus virtudes.
¿Por qué Platón decía que el gobernante debe ser filósofo?
3. ¿Qué crees que pasaría si una mujer gobernara nuestro país? ¿Habría diferencias? ¿Cuáles?
4. Investiga qué significa: monarquía, tiranía, aristocracia, oligarquía, democracia y oclocracia y explica cuál te
parece mejor y por qué.
5. Ejemplifica países para cada forma de gobierno.
5. ¿Qué tipo de gobierno está vigente en nuestro país y por qué lo consideras así? ¿Cómo lo podríamos
mejorar?
El partido de Licorta-Filopémenes era un partido patriótico moderado que había tratado siempre de transigir con
los romanos, aunque sentía antipatía por ellos, y de conservar una cierta independencia frente a Roma y frente
a Macedonia. Pero surgieron acontecimientos demasiado graves para estos políticos provincianos que se creían
astutos, y la muerte de Licorta empeoró las cosas. Habiendo estallado la guerra entre romanos y macedonios,
la Liga Aquea creyó observar una sabia política manteniendo una neutralidad benévola hacia Roma. Era el peor
partido que se podía elegir si se quería salvar la independencia. De este modo, los políticos de la Liga hicieron
posible que los romanos batieran uno tras otro a sus adversarios: primero a los macedonios y después a los
aqueos.
La victoria de los romanos en Pidna (168) determinó la crisis de la Liga: el partido filorromano, queriendo
gobernar con el apoyo de Roma, aprovechó la ocasión para deshacerse de sus adversarios políticos internos.
Y el jefe de este partido fue tan vil que reunió una lista de mil de éstos y los denunció, sin ninguna prueba seria,
como enemigos de Roma, bajo la acusación de mantener tratos secretos con Perseo. Los mil aqueos fueron
llamados a Roma para justificarse. Los romanos tenían demasiado sentido jurídico para llevar a cabo un proceso
que no tenía ninguna base legal, pero también demasiado sentido político para dejarlos en libertad: confinaron
a los acusados en varias ciudades de Italia.
Uno de estos mil aqueos era Polibio, y tal acontecimiento doloroso acabó siendo el más importante y afortunado
de su vida. Sin él, Polibio hubiera sido un mediocre político aqueo, agriado por odios locales; gracias a este
suceso pudo comprender la grandeza de Roma y convertirse en el historiador de aquella grandeza. Había
conocido en Megalópolis a Paulo Emilio, el vencedor de Pidna; fue acogido en su casa como maestro de sus
hijos Fabio Máximo y Escipión Emiliano, y por intercesión de éstos pudo obtener la merced de permanecer en
Roma bajo vigilancia del pretor urbano. En los diecisiete años que Polibio pasó en Roma conoció a los
Sus primeros poemas, baladas de amores perdidos, transmitían la tristeza del amor perdido de su marido y de
las dificultades que conlleva su viudedad, centrándose en el dolor y la soledad. Estos poemas alcanzaron un
gran éxito popular
Proverbes Moreaux. Con el tiempo, Christine amplió los contenidos de su obra y abarcando aspectos
filosóficos, políticos, mitológicos, y de amor cortés. A partir de 1399, comienza a escribir sobre los derechos de
las mujeres. Sus argumentaciones siguen sorprendiendo actualmente por su frescura y la profundidad en
contenidos.
El escritor y poete del amor Jan Meung publica un poema llamado “La Roma de la rose”, donde describe a la
mujer como un ser desnaturalizado, malo y depravado.
“Bien insensato es quien toma mujer, pues la vida en tal estado es difícil y enojosa a causa de las disputas y
las peleas, que son resultado de la necedad y el orgullo de las mujeres, a causa de los obstáculos que ellas
crean todo el tiempo, y los reproches. Las reclamaciones y las quejas que con cualquier motivo………. Quien
se casa con una mujer pobre debe ocuparse de alimentarla, vestirla y calzarla; y si cree mejorar el estado
tomando una mujer rica, apenas logra soportarla, tan orgullosa y arrogante resulta ser…………”
Christine responde al escrito de Jean Meung con frases como: “¡Qué no se me impute como locura, arrogancia
o presunción al hecho de atreverme yo, una mujer, a responder y contradecir a un autor tan sutil cuando él, un
hombre solo, se ha atrevido a difamar y a reprochar sin excepción a todo un sexo”.
Esto provoca un gran debate intelectual en la época. Alrededor de la Universidad de París, se crea la Orden de
la Rosa, que era una asociación masculina que pretendía defender el honor de las mujeres. Christine organiza
“La Querelle de la Rose”, asociación femenina similar a la de los hombres y con la misma finalidad, teniendo un
gran éxito, que llegó hasta el siglo XVII.
Con esta organización, se abre un debate histórico que trata sobre la naturaleza, posición y esencia de la mujer,
planteando el lugar que debía ocupar la mujer en la sociedad y la familia.
En el año 1399, escribe “Epístola del Dios del amor”, rechazando los falsos amores y amantes que prometen
mucho y luego no dan nada. En 1400, escribe dos ensayos “Dechado de Poissy” y “Debate de los dos amantes”,
en donde disecciona el sentido del amor cortés, planteando cual es el papel de la mujer en las composiciones
poéticas.
También opina sobre la política escribiendo “Epístola a la reina Isabel” y sobre la justicia militar de la época con
“El libro de los hechos de armas y caballeros”.
En el año 1405, escribe La ciudad de damas, que comienza así:
FILOSOFÍA POLÍTICA MAESTRO SANTIAGO CHAVARRIA GUEVARAIEMS CDMX IZTACALCO 62
“Me preguntaba cuáles podrían ser las razones que llevan a tantos hombres, clérigos y laicos, a vituperar a las
mujeres, criticándolas bien de palabra, bien en escritos y tratados…….. Yo, que he nacido mujer, me puse a
examinar mi carácter…….
Me propuse decidir, en conciencia, si el testimonio reunido por tantos varones ilustres podría estar equivocado.
Pero por más que intentaba volver sobre ello, apurando las ideas como quien va mondando una fruta, no podía
entender ni asimilar como bien fundado el juicio de los hombres sobre la naturaleza y conducta de las mujeres.
Al mismo tiempo, sin embargo, yo me empeñaba en acusarlas porque pensaba que sería muy improbable que
tantos hombres preclaros, tantos doctores de tan hondo entendimiento y universal clarividencia (me parece que
todos habrán tenido que disfrutar de tales facultades) hayan podido discurrir de modo tan tajante y en tantas
obras que me era casi imposible encontrar un texto moralizante, cualquiera que fuera el autor, sin toparme antes
de llegar al final con algún párrafo o capítulo que acusará o despreciara a las mujeres”.
En esta obra, denuncia el sistema misógino planteando una serie de derechos consustanciales a la mujer. Nos
muestra una visión utópica e ideal de la ciudad perfecta en este libro, que era gobernada por mujeres. Viene
representada por tres figuras femeninas, la Justicia, la Razón y la Rectitud.
Christine asiste a la guerra civil, que se da en Francia, a partir del año 1410 entre los borgoñeses y los armañacs.
Escribe dos libros “Lamentaciones sobre la guerra civil” y “El libro de la paz”. Ante la caótica situación, que vive
París, como consecuencia de la guerra civil, abandona la ciudad en el año 1412, se refugia en el convento de
Poissy, donde se encuentra su hija. Lleva una vida interior tortuosa en el convento y durante diez años deja de
escribir.
Sin embargo, un hecho hace que vuelva a escribir. Son los acontecimientos que en el año 1421, donde la ciudad
de Orleans se encuentra sitiada por los ingleses, apareciendo la figura de Juana de Arco, que guía a las tropas
francesas consiguiendo que se levante el cerco de la ciudad. Ella le dedica el libro “Le Ditie de Jehanne d’Arc”:
Jehanne d’Arc
“Tú, Juana, en buena hora nacida
¡Bendito sea el que creó! (……)
¡Ay! ¡Qué honor para el sexo
Femenino! Bien amado de Dios, según provee,
Cuando todo este gran pueblo desfallecido,
Huye del reino despavorido,
Ahora rescatado y salvado por una mujer
(lo que no pudieron los hombres hacer)
Y los traidores desertores,
Antes apenas hubiesen podido creer que fuera cierto”.
Muere en Poissy a los 66 años. Se le reconoce el mérito de ser la primera mujer dedicada profesionalmente a
escribir. Es considerada como la precursora del movimiento a favor de la mujer, siendo el primer referente del
feminismo.
Nos encontramos con una mujer valiente y muy inteligente, que supo enfrentarse a la discriminación que
imponían en la época los hombres y sobre todo la Iglesia. Es un privilegio resaltar el papel histórico de esta
mujer, Christine de Pisan.
FILOSOFÍA POLÍTICA MAESTRO SANTIAGO CHAVARRIA GUEVARAIEMS CDMX IZTACALCO 63
-Vargas, Pablo. (2012). “Christine de Pisan. La defensora de las mujeres”. En: nuevatribuna.es. Sección:
Mujeres de Película. http://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura---ocio/christine-de-pisan-la-defensora-de-las-
mujeres/20120831140528080409.html (15-oct-2017).
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Cristina de Pizán, una feminista en la Edad Media
Escrito por Esmeralda Merino Junio 2015
Cristina de Pizán o Pisan, indistintamente, fue italiana de nacimiento pero francesa de adopción. De ahí la
diferencia fonética de su apellido. Fue una de las primeras «feministas» de la historia, y logró, nada menos que
en el siglo XIV, ser una escritora reconocida. Lo fue por vocación y por necesidad.
Una biografía medieval
Nació en el año 1364 en Venecia. Su madre siempre quiso estimular su dedicación a las tareas propias del
hogar, pero ella prefería seguir los pasos de su padre. Se llamaba Tomás, y de él heredó su curiosidad
intelectual y su interés por el estudio.
Su padre abandonó la tierra italiana al ser reclamado por Carlos el Sabio, el rey cristiano de Francia que quiso
tenerle a su lado y que ha pasado a la historia como Carlos V de Francia. Tenía entonces Cristina cuatro años
de edad.
Aquel monarca, de quien siempre guardó buen recuerdo, otorgó grandes favores a Tomás de Pizán, que fue su
asesor, su médico, su astrónomo y su leal y fiel consejero. Cristina gozó, por ello, de algunos privilegios.
Fue la suya una infancia feliz, en la que pudo acceder al estudio. Su conocimiento del latín le abrió las puertas
del mundo de los clásicos, y pudo acceder al campo privado de los varones ilustres: la teología, la filosofía, las
ciencias.
Cristina vivía alegre, entregada a las lecturas y gozando de admiración, según relata ella misma. A los quince
años (una edad habitual para la época), se casó con Etienne Castel, que era notario y secretario del rey. No fue
un matrimonio pactado, como tantos otros de aquel momento. Ella le quiso sinceramente y con él tuvo tres hijos.
Sin embargo, su suerte, y también la de Francia, cambió.
El rey Carlos murió en 1380, y las armas sustituyeron a los libros y los astrolabios. Su amado padre moriría
pocos años más tarde cubierto de deudas. El esposo de Cristina pudo conservar su cargo, pero los sueldos de
los oficiales reales se pagaban de forma muy irregular, sobre todo, en un periodo de escasez fiscal.
Poco antes de morir su padre, el marido de Cristina tuvo que acompañar al rey en un viaje. Diez días después
de su partida, la peste se lo arrebató para siempre.
Sola y madre de familia
Viuda a los veinticinco años, se encontró con tres hijos que alimentar –la mayor de nueve años–, el dolor de
perder a un hijo recién nacido, el deber de mantener a su madre, una sobrina pobre a la que había acogido y la
responsabilidad que suponían sus dos hermanos menores. Alguien tenía que tomar las riendas de la situación
y, como no había otro alguien, decidió que lo haría ella.
Tomó la dirección de su casa. Sin embargo, la repentina desaparición de su esposo la había dejado totalmente
indefensa. Hubo un momento en que se la llegó a demandar judicialmente en cuatro tribunales de París con el
fin de negarle el patrimonio que había comprado su marido. Según escribe ella misma, «todavía recuerdo cada
ocasión que pasé en aquellas salas, cómo aquellas gentes, llenas de vino y de grasa, se burlaban de mis
pretensiones».
FILOSOFÍA POLÍTICA MAESTRO SANTIAGO CHAVARRIA GUEVARAIEMS CDMX IZTACALCO 64
Pero una madre que tiene la obligación de velar por sus hijos no se arruga fácilmente, aunque tenga que pasar
por encima de todas las convenciones sociales. Por eso insistió, y aunque tuviera el corazón encogido por
dentro, se armó de dignidad en la mirada por fuera y acudió una y otra vez asistida por lo que ella consideraba
que era la razón.
Aquel duro y largo periodo de juicios y pleitos, de tribunal en tribunal, lleno de respuestas dilatorias, de palabras
desdeñosas y miradas insolentes, produjeron en ella un dolor difícil de comprender para quienes lo analizamos
desde una época en la que la mujer tiene derecho a reclamar justicia y a actuar por cuenta propia.
Mientras esto sucedía, había que comer y, seguramente por inspiración del destino, comenzó a escribir.
Podemos considerar a Cristina de Pizán la primera mujer escritora profesional. Con su pluma, logró alimentar a
toda su familia. Todavía conservamos treinta y siete obras de las que escribió.
Comenzó a adquirir cierta fama, y su nombre traspasó las fronteras de Francia a través de sus escritos.
El conde de Salisbury le propuso enviar a Inglaterra a su hijo mayor, Juan, de doce años, con la promesa de
recibir una educación de caballero. La desgracia quiso que, al poco tiempo, una nueva dinastía, la de los
Lancaster, suplantara en el trono a los Plantagenet, y el protector de su hijo no sobrevivió al cambio.
Durante mucho tiempo la consumió la inquietud por no recibir noticias de su hijo Juan. El nuevo rey de Inglaterra
quiso que se instalase en aquel país, prometiéndole que sus dotes poéticas serían apreciadas, pero ella solo
deseaba que su hijo volviera a Francia, por lo cual se vio obligada a fingir que estaba a sus órdenes para poder
recuperarle. Por fin, consiguió que regresara.
Más tarde, el primer duque de Milán le ofreció una renta perpetua si se trasladaba con su familia a Italia, pero
el duque fue asesinado cuando ya estaban en puertas de iniciar el viaje.
Escribir para educar
Escribió algunas obras con tintes autobiográficos como L’Advision de Christine, y El libro del cambio de fortuna;
en otras, reflejó su visión de la política y de los acontecimientos de la época; algunas más, incluyen
descripciones que hoy nos sirven para conocer algunas costumbres de entonces. También reflejó en sus
escritos la admiración que le produjeron algunos personajes contemporáneos suyos. Recordemos que fue la
única escritora que relató los grandes sucesos provocados por Juana de Arco estando ella viva. Y también
salieron de su pluma muchos versos y muchos consejos pedagógicos para la formación de hombres y mujeres,
con los que fomentaba el cultivo de las virtudes y alertaba contra la ignorancia y el miedo, a los que consideraba
dos enemigos terribles. Pero, sobre todo, escribió defendiendo el derecho de la mujer a ser considerada un ser
humano con conciencia, sensibilidad y cabeza para pensar. Es difícil para nosotros imaginar el revuelo que se
organizó entre los intelectuales de la época y entre los universitarios de París con su «osadía».
Fue testigo de muchos desmanes. Por eso escribió el Libro de los hechos de armas y de caballería, que habría
podido titularse «cómo se hacían antaño las guerras justas». Quiso exponer lo que debe ser la guerra,
recordando que antiguamente no se habría permitido que degenerase en pillaje, ni en brutales disputas
callejeras o venganzas personales.
Concebía la vida con un orden establecido por las virtudes: la razón que ilumina el saber en las artes y las
ciencias, el valor de la palabra empeñada, la dignidad personal, la prudencia, la justicia, la rectitud. Siempre
pensó que cada individuo es responsable de sí mismo y del bien de los demás. Así nacieron los Proverbios
morales, Enseñanzas morales a mi hijo Juan Castel o el Libro de las tres virtudes, entre otros.
La ciudad de las damas es una alegoría en la que Razón, Justicia y Rectitud dirigen la construcción de una
ciudad para las féminas, que estará prohibida a todas aquellas que carezcan de virtudes, para lo cual se vacía
primero el foso donde han de ir los cimientos de la ciudad de todos los prejuicios que los hombres han propagado
sobre las mujeres.
Filósofos, poetas y moralistas parecían hablar al unísono para concluir que la mujer es intrínsecamente mala.
Ella se rebelaba y le preguntaba a Dios por qué no la había hecho nacer varón a fin de no equivocarse en nada.
La Universidad de París adquirió un gran poder político en aquel tiempo que fue testigo del enfrentamiento entre
dos papas. Los últimos papas habían vivido en Aviñón, eran todos franceses y estaban formados por la
Universidad o influidos por ella. Jean de Meung era el abanderado de esa Universidad y tuvo la retorcida idea
de ampliar un best seller del momento, el Roman de la rose, expresando abiertamente su desprecio por la mujer.
Cristina no calló y se produjo la primera disputa feminista de la que tenemos noticia. Escribió que las damas
eran todos los días culpadas, difamadas y engañadas por bellacos, que su honor era pisoteado y que no eran
ellas las que organizaban guerras ni mataban, herían o saqueaban.
Recibió una misiva en la que una alta autoridad eclesiástica manifestaba tener compasión hacia ella y la invitaba
a corregir sus horribles palabras, prometiendo, en ese caso y gracias a su misericordia, darle penitencia
saludable.
Cristina contestó con argumentos apelando a la memoria de las muchas mujeres valientes que habían existido
y la querella se extendió por toda la universidad de París.
Tres años después de comenzar la disputa se creó la Orden de la Rosa, y los hombres que entraban en ella
asumían la defensa del honor de las damas. Ya no estaba sola.
Un testigo singular
En 1415, el ejército francés vio caer a 7000 combatientes en la histórica batalla de Azincourt contra los ingleses,
que ganó Enrique V de Inglaterra al frente de su ejército, en el que apenas hubo 400 ó 500 bajas. La
desproporción de la derrota sumió a Francia en un profundo abatimiento.
Era un momento difícil en la vida personal de Cristina de Pizán, que se había refugiado en la paz del convento
de Poissy, donde había profesado su hija, el único miembro de su familia que todavía vivía. Según sus propias
palabras, la vida le pesaba demasiado y ni siquiera escribiendo encontraba consuelo.
-Merino, Esmeralda. (2015). “Cristina de Pizán, una feminista en la Edad Media”. Esfinge. Apuntes para un
pensamiento diferente. Sección: Filosofía. En: https://www.revistaesfinge.com/filosofia/filosofos/item/1252-
cristina-de-pizan-una-feminista-en-la-edad-media (12-oct-2017).
A continuación, encontrarás lecturas con su correspondiente grupo de actividades, es importante que leas con
atención los textos y respondas las actividades en tu cuaderno de trabajo.
Debes acudir a asesoría para revisión de actividades.
INTRODUCCIÓN
El mundo actual se caracteriza porque tiene un principio dominante de legitimidad política, la democracia;
que actualmente no tiene rivales ideológicos, pero es incompleta.
Podemos usar la noción de democracia representativa cuando los/las ciudadanos/as eligen a gente para
que los represente en el proceso político, estas elecciones deben hacerse bajo la condición de sufragio
universal, y debe haber al menos dos partidos políticos en competencia; los representantes lo serán por un
periodo de tiempo determinado. Si tenemos además en consideración los resultados producidos,
tendríamos que definir la democracia como la forma de gobierno que refleja los deseos de la mayoría
en las decisiones políticas que toma, aunque actualmente, las democracias más sólidas son imperfectas.
La democracia liberal.
Durante el siglo XVIII y principios del XIX, las ideas democráticas fueron esencialmente producto del
liberalismo. En la clasificación de Aristóteles, la democracia y la aristocracia son dos tipos diferentes de
régimen político, mientras que para Montesquieu son dos modalidades de un mismo tipo de gobierno
llamado republicano.
El principio de la participación política directa de los clásicos fue sustituido por el principio de
representación.
La participación plena del individuo en la política se entiende como un bien en sí mismo. He aquí algunos
de los cambios institucionales que se proponen:
1. Potenciar el uso del referéndum para la toma de decisiones en los distintos niveles de la política.
2. Nombramiento por el gobierno de jurados políticos. Su misión sería la de deliberar y aconsejar a
los legisladores.
3. Extender la participación de la vida política a otros ámbitos de la vida como el lugar de trabajo.
4. Reforma del proceso de selección de los líderes de los partidos políticos.
5. Modificación de las normas electorales.
Estos son algunos de los problemas ligados a la democracia participativa en sus variadas versiones:
• El problema de la intensidad, de la autenticidad y de la eficacia de la participación en el autogobierno.
• La democracia sustentada en el referéndum establece un sistema de gobierno donde las mayorías
lo ganan todo y las minorías lo pierden todo.
• La participación activa no implica un entendimiento competente de los participantes, ya que tener
mucha información no significa estar bien informado.
EL CONTRATO SOCIAL
El contrato social está regido por el principio que obedece a que los derechos del uno empiezan cuando
termina los derechos del otro. Se basa en una soberanía nacional, es decir, elegida por el pueblo, en la que
el rey realiza un pacto con los ciudadanos a través de una constitución.
Es una teoría propuesta por Rousseau, que propone superar el estado de naturaleza del hombre mediante
el contrato.
El otro filósofo que plantea esta necesidad es Hobbes, si bien ambos parten de preceptos opuestos: para
Rousseau el hombre es naturalmente bueno y la sociedad lo corrompe, por lo tanto es necesario pactar un
nuevo contrato que lo ayude a reencontrarse; mientras para Hobbes el hombre es un depredador natural de
los otros hombres (homo homini lupus), y por lo tanto es necesario establecer un pacto social que supere la
barbarie. Ambas teorías se oponen a la monarquía, ya que ésta no pacta sino que impone.
I. INTRODUCCIÓN
Etimológicamente democracia quiere decir "poder del pueblo", pero desde el punto de vista filosófico la
democracia es más que poder del pueblo, es un sistema socio político y económico de hombres libres e
iguales; no sólo libres e iguales ante la ley, sino en las relaciones sociales en la vida cotidiana. La
democracia en cuanto concepción del mundo nos conduce a uno de los ideales más sublimes que el hombre
intenta consolidar en la historia: el ideal de la simetría, es decir, de la igualdad y el ideal de la no-
arbitrariedad. La sociedad auténticamente democrática debe ser simétrica y no arbitraria. La historia de la
humanidad está plagada de luchas populares por conseguir esa meta. Algo se ha avanzado, pero falta
mucho camino por recorrer. En otras palabras, faltan nuevas revoluciones, nuevos cambios, para que pueda
concretarse el ideal de una sociedad justa integrada por hombres libres e iguales. En las condiciones
actuales la democracia ha significado un gran paso histórico, pero todavía nos encontramos con una serie
de limitaciones de orden ideológico, político, económico, cultural, técnico, e incluso psicológico, para que
puedan ponerse en práctica aquellas instituciones de la democracia participativa. Se están haciendo
diversos esfuerzos al respecto y en esa tarea estamos porque la democracia no es sólo elección sino
también participación.
Pautas:
CAMBIO DE CONCIENCIA: Este es el eje sobre el que gira todo el trabajo y es fundamental para lograr el
cambio. Cuando hablamos de cambio de conciencia nos referimos ante todo a educar a las grandes masas
populares. Tomando a Freire, podemos decir que la educación es la única arma que tenemos para luchar,
es lo único que nos dará una verdadera libertad. La educación no es neutra, responde a situaciones
históricas determinadas y a condiciones económicas dominantes. La educación que nosotros planteamos
no debe ser una mera reproducción de las bases del sistema; apuntamos a una educación en la que se
invite a reconocer y descubrir críticamente la realidad. Esta educación no se refiere solo a la formal, sino a
una educación en todo los ámbitos de la vida, ya que la educación no es un ámbito de la vida, sino que la
vida es educación y por tal la educación es política. No solo la educación escolar, sino la educación de la
vida, guiada principalmente por su entorno social, y de ser posible, con el ejemplo de los gobernantes. La
educación que hoy se ha implantado tiene como futuro mediato la eficientización de los alumnos con el fin
de programarlos mecánicamente para cumplir funciones económicas principalmente; esta es lo que Freire
dio a llamar Domesticación.
La educación debe ser un medio para que la persona reciba una formación adecuada que le permita la libre
ejecución de sus derechos, de sus ideas, y debe ser fundamentalmente un proceso en el cual el educando
es un sujeto activo que tiene mucho para enseñar; esto difiere de nuestra realidad, donde se considera al
educando como un mero receptor vacío y pasivo, al cual hay que "rellenar" de "conocimientos". No debe
V. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
• Biassi, Orlando José. "Sociedad de consumo ¿Democracia o Mercadocracia?". Actas VII Congreso
Nacional de filosofía y III Congreso de la Asociación Filosófica de la República Argentina. Río Cuarto,
22 al 26 de noviembre de 1993.
• Carpizo McGregor, Jorge. "Reflexiones en torno a la Democracia y otros problemas en
Latinoamérica." Discurso pronunciado al recibir el Doctorado Honoris Causa en la Universidad
Complutense de Madrid. 1993.
• García, Cesar Reinaldo y García, Apolinar Edgardo. "Educación Cívica". Editorial Sainte Claire
S.R.L. Buenos Aires. 1985.
• Freire, Paulo. "La naturaleza política de la educación". Colección: "Obras Maestras del Pensamiento
Contemporáneo". Editorial Planeta-Agostini. España. 1994.
• Sebreli, Juan José. "El vacilar de las cosas". Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1995.
• Touraine, Alain. "La sociedad Post-industrial" y "El postsocialismo". Esto fue obtenido del "Breve
Diccionario de pensadores contemporáneos". El tema es abordado por Sabsay, Fernando.
Ejercicio 14 TEXTO. El cambio de conciencia como paradigma necesario para alcanzar una real
democracia.
RESPONDE EN TU CUADERNO:
1. Según los autores ¿Cuáles son los ideales necesarios en una democracia? Explica por qué no se cumplen
en Argentina ni en México.
FILOSOFÍA POLÍTICA MAESTRO SANTIAGO CHAVARRIA GUEVARAIEMS CDMX IZTACALCO 80
2. Los autores del texto dicen: “La democracia liberal reposa, pues, sobre dos ideas básicas: igualdad de
derechos y deberes, o sea, eliminando los privilegios de grupo y ausentando toda censura o traba para la
expresión de las ideas”. ¿Qué problemas acarrean estos ideales en la realidad de nuestros países?
3. Enlista las razones por las que los autores dicen que no vivimos en una democracia:
4. Explica detalladamente a qué se refieren los autores cuando dicen: “La cultura política de la democracia
supone y requiere actores sociales, prácticas políticas, soluciones institucionales de naturaleza democrática; la
tolerancia de las diferencias y las divergencias; supone la aceptación de la legitimidad de los conflictos y la
necesidad de procedimientos legales para dirimirlos; obligar a buscar instrumentos y mecanismos de diálogo,
negociación y concertación”.
5. Desglosa con precisión lo que -según los autores- necesitamos para verdaderamente construir una
democracia en nuestro país. Toma las pautas que aportan y de ser necesario escribe alguna otra que consideres
necesaria.
TOTALITARISMO
¿Qué es el totalitarismo? Es la absorción completa de la sociedad civil por el estado. El nazismo y el fascismo
son regímenes totalitarios de gobierno.
¿Cómo es un Estado totalitario? Para que esta forma de gobierno pueda sustentarse durante cierto tiempo,
es necesaria un férreo control de los medios de comunicación y del aparato represivo (policía, ejército,
servicios secretos, fuerzas paramilitares, etc.). En un estado totalitario no existe la división de poderes, o , si
existe, no es una verdadera división, ya que el mismo grupo controla todo. Un estado totalitario es dirigido
por una persona o partido único, que tras ganar adeptos y conseguir el poder, convierten al Estado en un
valor absoluto, obligando a todos los demás habitantes a subordinarse a su poder.
En un estado totalitario la libertad de expresión es inexistente, no se respetan los derechos humanos que
interfieran con la voluntad de los dirigentes del Estado, y todas y cada una de las instituciones de cualquier
tipo están controladas por el estado, y deben apoyar a éste.
En general los estados totalitarios cuentan con una doctrina o conjunto de doctrinas ideológicas completas y
complejas, que intentan aplicar, si es necesario por la fuerza, a todos los habitantes. Como es imposible
gobernar sin un mínimo apoyo del pueblo, se busca "convencer" a las personas de que lo único
verdaderamente correcto es lo que propugna el estado; para esto se utilizan carteles de propaganda, medios
masivos de comunicación, se educa a los niños dentro de este sistema, etc.
La esfera de intervención del estado es desmesuradamente amplia, y las libertades individuales han sido
restringidas al máximo. Los gobernantes no son elegidos constitucional ni democráticamente. El estado tiende
a regimentar todas las relaciones sociales, incluyendo aquellas puramente personales; el estado organiza la
vida en sociedad y la vida de cada persona individualmente.
Claro que esto no es literalmente posible, ningún estado está en condiciones de manejar todos los detalles
de la vida de todos sus habitantes, pero por lo menos es lo que desea el estado, e intenta poner en práctica.
En un estado totalitario hay falta de:
• libertades de conciencia (de expresión, de información, de educación);
• libertades políticas (de asociación, y en general de participación independiente – individual y grupal–
en la formación de la voluntad estatal);
• libertades económicas (de propiedad individual, de producción, de comercio).
Hay un partido único, a cuyo frente hay un jefe con poderes prácticamente ilimitados (o, en todo caso,
formidablemente amplios) y él mismo constituye también la máxima autoridad (el superior vértice jerárquico)
FASCISMO
¿Cómo es un estado fascista? Si bien es un régimen totalitario de gobierno, el fascismo tiene numerosas
características propias. El fascismo se dio en Italia desde 1919 hasta 1943. Fue creado por Benito Mussolini,
y en 1921 se constituyó como un partido. A diferencia de las dictaduras militares, para llegar al poder se utilizó
el medio social establecido, sin violar las leyes ni imponerse por la fuerza. Su fuerza se basa en el apoyo de
las masas, principalmente de la clase media, la cual se ve perjudicada por los movimientos obreros y
sindicales, y por los bloques de poder del gran capital.
Una vez en el poder, se acerca a los mencionados bloques de poder del gran capital, y aplasta a los
movimientos obreros y sindicales (y a los obreros y sindicalistas que se le opongan). El fascismo propugna
que las diferencias sociales son naturales y necesarias, y se opone así al movimiento democrático surgido
desde la revolución francesa. Se opone también, consecuentemente, al socialismo y al comunismo. Se
presenta una lista única de gobierno, y, si bien se busca el apoyo de las masas "por las buenas", se destruye
toda oposición expresa al fascismo. Se motiva y anima al pueblo a ser racista y a discriminar a quienes
piensan de una forma distinta.
La vida es controlada por el estado, las libertades se mantienen únicamente cuando no interfieran con la
voluntad de los gobernantes, y se aplican también las demás características de un gobierno totalitario.
Ejemplos de Estados Fascistas: La Italia fascista de Mussolini (el exponente fundamental de este régimen) y
la Alemania nacionalsocialista o nazi de Hitler (a continuación, se verá más sobre esto). Otros movimientos
fascistas: el salazarismo portugués, el falangismo español, la Ustasa de Croacia, la Legión del Arcángel
Miguel en Rumania, las Cruces Flechadas de Hungría, la Unión Británica de Fascistas, el Nasjonal Samling
de Noruega, el rexismo de Bélgica, las Cruces de Fuego de Francia, etc.
¿Por qué cae un estado fascista? Por las mismas razones por las que cae cualquier régimen totalitario. En el
caso del fascismo italiano, Mussolini comenzó a aplicar demasiado el terror y la fuerza en su gobierno, no
previó programas de acción social y no pudo hacer nada para impedir una fuerte crisis económica. Todo eso
sumado a las derrotas militares que sufrieron Alemania e Italia en la 2ª Guerra Mundial, terminó
definitivamente con el fascismo italiano.
NACIONALSOCIALISMO (NAZISMO)
¿Cómo es un estado nacionalsocialista? La palabra "fascista" se refiere a un gobierno totalitario que posee
una serie de características propias, similares a las que aplicó el "duce" Mussolini en Italia entre 1919 y 1943.
Por el contrario, al referirnos al nacionalsocialismo o nazismo nos referimos exclusivamente a un gobierno
fascista (y por lo tanto totalitario) que se aplicó en Alemania en 1925-1945, bajo la dirección de Adolf Hitler.
El filósofo Nietzsche había dicho que la raza aria era superior a todas las demás razas de seres humanos. Al
principio esta doctrina no tuvo muchos adeptos. Luego de la 1ª Guerra Mundial, Alemania cayó en una
COMUNISMO
¿Qué es el comunismo? Es una doctrina filosófica, política y social que propugna la abolición de la propiedad
privada (por lo tanto, los bienes se poseen en común), del Estado y de las clases sociales. Su lema es "cada
cual, según su capacidad, a cada cual según sus necesidades".
En principio (o mejor dicho, en teoría) la doctrina estaba bien, es justa y no perjudica al pueblo (quizás si a
los grandes empresarios y a quienes se hallan en posiciones de privilegio, pero no es mala la idea de
igualdad), sin embargo, en la práctica los dirigentes de este movimiento acapararon el poder (pasando ellos
a ser los privilegiados) y obligaron a todos los habitantes de sus naciones a aceptar y sostener este sistema.
¿Dónde se aplicó? Los ideales del comunismo tienen un largo tiempo de existir (ya Platón y los sofistas
griegos de los siglos V-VI a. C. habían propuesto la abolición de la sociedad privada y la tenencia de bienes
en común), pero en la realidad fue aplicada por primera vez en 1917 en Rusia (donde teóricamente se sigue
aplicando, por lo menos en parte), y luego en China (a partir de 1947 hasta el presente), en Vietnam, Cuba
(cuyas tendencias comunistas han hecho que los países capitalistas la aislasen), Etiopía, Benin, Mozambique
y Angola, Yugoslavia, y muchas naciones que en un tiempo formaron la URSS pero que dejaron el comunismo
hacia la década de los noventa, influidos por la crisis en la Unión Soviética.
¿Cuáles son las fallas de este sistema? Al igual que con muchos otros sistemas políticos, si las aplicaciones
de sus ideales fueran reales, y la organización perfecta, sería un buen sistema. Sin embargo, al imponerlo
por la fuerza y dejar de respetar los derechos propios de quienes se oponen al comunismo, pasa a convertirse
en un sistema que atenta contra la libertad y el desarrollo humano. En todos los países donde se aplicó ha
recibido (al menos por un tiempo) el apoyo de gran parte de la población, y al mismo tiempo se ha obligado
a quienes se oponían a aceptar esta ideología, o a sufrir las consecuencias. Sin embargo, es claro que no
podemos identificar a este régimen como "malo" desde un principio, sino solamente podemos decir que en
ningún caso hasta ahora ha dado resultados satisfactorios a largo plazo. La tendencia mundial es de aceptar
la democracia como forma de gobierno, y a dejar de lado el comunismo y los estados totalitarios.
DICTADURA
Definición
Rasgos distintintivos
respecto de otras
formas contrarias a
la democracia
¿Dónde y cuándo se
llevó a cabo?
2. Redacta una disertación de dos a tres cuartillas donde expliques tu punto de vista respecto a un problema
político contemporáneo.
a) Comienza con explicar de qué vas a hablar, presenta el tema o problema y di por qué es importante y cuál
es tu finalidad. (1 párrafo).
b) Enseguida desarrolla tus opiniones y críticas desglosando el asunto en cuestión y apoyándote en textos del
curso o de otros autores, siempre y cuando menciones la fuente de manera adecuada. (Al menos 5 párrafos)
c) Para finalizar, presenta tus conclusiones y da tus propuestas para solucionar el problema abordado.
Despídete del/la lector/a. (1 párrafo).
Guarda tu archivo en Office Writer o en Linux-Ubuntu (Open Office, Apache, etc.) Letra Arial, N°12, interlineado
1.5, hoja carta. Usar mayúsculas y minúsculas.
No hagas carátula, pero sí escribe en la parte de arriba de la primera hoja: Escuela, Asignatura, Maestra, Título
de tu trabajo, Tu Nombre, Grupo y fecha.
Envía tu trabajo adjunto a: santiago.chavarria@iems.edu.mx
En asunto coloca: NOMBRE. GRUPO. TÍTULO. FECHA
En el cuerpo del mensaje: Saluda, di qué estás enviando y despídete. Firma.
Fecha límite para enviar el escrito: 13 de diciembre de 2019.
Temas: Legitimidad y autoridad, La democracia en México, Los poderes fácticos y su influencia, La Justicia
social, La igualdad de sexos ¿es posible?, La libertad de expresión y la democracia, La pobreza como obstáculo
para la democracia, Las desapariciones forzadas, El Neoliberalismo, Las elecciones 2018.