Está en la página 1de 7

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS - DEPARTAMENTO DE HISTORIA


HISTORIA CONTEMPORÁNEA
EMILY MICHEL LEÓN ROLDÁN

¿Cómo la pintura de la primera mitad del siglo XIX, específicamente en la obra de


Théodore Géricault y Eugéne Delacroix, reflejan los cambios y percepciones sociales y
culturales que estaban sucediendo en Francia a raíz de la revolución?

La producción artística de una sociedad es un eminente reflejo de sus estructuras y hechos


políticos y sociales, pues es el medio a través del que se plasman las interpretaciones que se
tienen de la realidad y se expresan las concepciones del entorno del artista, lo que implica
que, por parte de la pintura, puedan denotarse los cánones, las formas de vida, los temas
recurrentes y las preocupaciones de una sociedad. Así, el arte hace de espejo del contexto en
el que se produce, lo que se ve muy fuertemente marcado en la europa de las revoluciones.

Para 1800 el mundo entero estará en condición de cambio, van a ocurrir fuertes alteraciones
en los sistemas preestablecidos, lo que implicará también un cambio en las formas de crear.
Así, se puede decir que el arte resulta ser una manera pura y sensible para entender cómo se
estaban percibiendo estos cambios y avances en la sociedad más influyente de la época: La
europea, más específicamente en Francia, pues además de los importantísimos
acontecimientos que allí suceden, tuvo una vasta e importante producción artística, que nos
permite acercarnos al entendimiento de la sociedad de la época a través del arte. Con ello,
para esta corta pesquisa me he planteado una pregunta guía, en la que me sitúo desde la
Francia en postrevolución, con dos artistas inmensamente representativos de la época: ¿Cómo
la pintura de la primera mitad del siglo XIX, específicamente en la obra de Théodore
Géricault y Eugéne Delacroix, reflejan los cambios y percepciones sociales y culturales que
estaban sucediendo en Francia a raíz de la revolución?

Para desarrollar este tema he decidido hacer uso del método analítico, y para ello he de hacer
un breve análisis de lo que está sucediendo en el contexto en el que me sitúo, para después
desglosar las distintas producciones artísticas planteadas, y enfrentar las obras de cada artista
para comprender de qué maneras estas nos permiten acercarnos a la cuestión planteada.

En primer lugar, debemos contextualizarnos brevemente acerca de la época y el lugar al que


nos referimos. Entrado el siglo XIX, Francia se encontraba en una situación de
reconstrucciones y cambios, pues había recién acabado de pasar por una serie de hechos
sociales y políticos que transformaron radicalmente todas sus estructuras nacionales, es
cuando ocurre la transición del antiguo régimen a la democracia y marca los cimientos de la
modernidad; a estos hechos se les denomina ​Revolución Francesa. ​Tras este momento,
Francia va a entrar en un proceso de restauración, en el que, primero, estará Napoleón
gobernando, consiguiendo así una amplia expansión territorial, que pronto va a ser detenida y
él derrotado por una coalición europea. Con esta derrota, el antiguo régimen iniciará un
camino para volver a establecerse, esta vez denominándose a sí como una monarquía
parlamentaria y constitucional de corte liberal. Este proceso se dará en la primera mitad del
siglo, y será consecuencia de una serie de revueltas, disputas y conflictos internos de Francia
que se desarrollan a lo largo de este período temporal. Entre estos sucesos destacan la
Revolución de 1830, serie de revueltas que surgen en contraparte a las formas de gobierno de
Carlos X.

Todas estas transformaciones van a fracturar el antiguo pensamiento académico y social en


Francia, empiezan a forjarse ideas basadas en la razón, se pierde el miedo a la revolución y se
amplía el espectro del pensamiento social con la llegada de los Derechos del Hombre y el
surgimiento de clases sociales como la burguesa. En el mundo del arte, a consecuencia de las
revoluciones va a aparecer la corriente del ​Romanticismo,​ irá involuntariamente en contra del
clasicismo, de la restauración y la reacción; e irá en busca de la representación sentimental y
emocional, de la independencia personal que implica el crear desde dentro como individuo y
no desde los perjuicios implantados desde fuera, va en contra de la autoridad creativa.

Este movimiento aprecia especialmente la esencia individual al crear y la expresión de la


subjetividad en la obra, sin embargo, no se alejará en ningún punto del arte figurativo. La
representación del mundo interno se influencia en este movimiento también por la conciencia
histórica, la constante problematización de las condiciones actuales, y con ello un
inconformismo ante las situaciones sociales: “​En todas sus manifestaciones se refleja la
problemática de su situación histórica y el desgarramiento de sus sentimientos”​ (Hauser,. pp.
358) Por lo que, si bien resalta la individualidad de la obra, promueve una tendencia al
colectivismo, ello por el concepto de nación que trajo la Revolución Francesa; el
nacionalismo será gran fuente de este movimiento. Cabe aclarar, por otra parte, que el
romanticismo surge como movimiento burgués, y las perspectivas que se ven evidenciadas
son las de una clase emergente que empieza a tener privilegios en la sociedad.

Dos de los artistas más representativos de este movimiento en Francia son Gericault y
Delacroix, ambos tuvieron como maestros a Pierre-Narcisse Guérin y Jacques-Louis David y
pueden considerarse precursores del movimiento romántico en la pintura, puesto que portan
todas las características que mencioné anteriormente. Van a tener afinidades respecto a la
representación de escenas tanto cotidianas como heroicas, la exaltación de la sensibilidad en
la pintura y el uso marcado del color y la luz, disminuyendo por mucho el de la línea
acentuada. Veamos ahora, algo de la obra de estos importantes artistas.

Jean-Louis André Théodore Géricault fue un artista francés pionero en quebrar las estructuras
del arte preestablecidas y se opondrá fuertemente al neoclasicismo. Se destaca por su fuerte
inspiración en Rubens y su interés por las temáticas inusuales y anteriormente ignoradas,
como los enfermos y los naufragios. En su estética resalta por sobretodo, el manejo de la luz
y la pincelada suelta. Para desglosar sus obras, me pararé desde tres puntos principales.
Primero están los cuadros de carácter histórico, dentro de los que su más reconocida obra fue
“​La balsa de la Medusa​” (Fig. 1). En ella retrata el naufragio de una fragata francesa, donde
murieron varias personas y el resto quedaron heridos y en condiciones deplorables. Este
hecho que se le atribuye a la negligencia de un capitán que actuaba bajo el régimen de la
restauración, lo que causó revuelo internacional. El cuadro puede interpretarse como una
forma de protesta al descuido del funcionario francés y con ello, en protesta a la forma en la
que estaba funcionando el régimen que se estaba estableciendo. En él, resulta evidente el
espíritu colectivista que caracteriza al romanticismo, la empatía y el filantropismo que va
surgiendo en la época. Los gestos de los personajes y las expresiones faciales optan por
transmitir la angustia de la catástrofe, la pesadumbre que genera este tipo de sucesos. El
artista busca generar en el espectador aquel sentimiento de desgracia.

Figura 1. ​La balsa de la medusa (1819)

Después se encuentran las obras que retratan escenas menos dramáticas y sin un carácter de
acontecimiento específico. Como en otra de sus obras representativas “​Coracero herido”​
(Fig. 2), donde se asume que el jinete está lesionado, encontrándose en situación de
incomodidad en su intento de lidiar con ello. Lo que hace especial esta obra es, como en la
anterior, la expresión facial del jinete, y el intento del pintor por transmitir esta atmósfera de
preocupación y agobio.

Figura 2. ​Coracero herido, 1814.


Por último, algo que resalta y es importantísimo dentro de la obra de Géricault, es el retratar a
las gentes menos dichosas: a los enfermos. Este tipo de retratos marcan los primeros signos
de la observación la vida real y cotidiana, pero también las realidades menos privilegiadas,
algo que se intensificará más adelante con el realismo. El pintar a las personas en sus
condiciones más imperfectas, naturales y desdichadas romperá con la noción del arte como
representación de lo ideal, yendo más bien hacia el captar las sensaciones. Este tipo de
imágenes contiene una alta carga emocional, pues lo que busca el artista con ellas, es
transmitir lo que sienten aquellas personas, su sufrimiento y locura.

El cleptómano (1822). La ludópata (1819-1822).

Observemos ahora el segundo artista mencionado. Siendo por mucho el más importante y
representativo del movimiento romántico, y de este período posterior a la revolución,
Ferdinand Victor Eugène Delacroix, marcará un antes y un después en la pintura francesa.
Hijo del político Charles Delacroix, tendrá fuertes influencias de su padre en sus contenidos y
de Gericault en sus estética. Su obra destaca por hacer un uso especial e impresionante del
color, los contrastes fuertes marcan la esencia de su obra, el manejo de la luz y la pincelada
suave son también factores característicos. Veamos ahora, algunas de lass obras más
representativas de este artista.

En primer lugar, he de referirme a las obras que representan de manera explícita y directa los
hechos de la época. La primera pintura a la que me referiré, es sin duda, la más eminente de
la época, y ha trascendido hasta la actualidad convirtiéndose incluso en un tipo de legado
histórico de Francia, se trata de la majestuosa “​La Libertad Guiando al Pueblo​” (Fig. 3). Este
cuadro retrata la Revolución de 1830, que fue una rebelión de carácter esencialmente burgués
pero que también reunirá a gente de todas las clases. Al ver las intenciones de Carlos X de
suprimir el parlamento y acabar con la libertad de prensa, el pueblo se levanta en una
insurrección que dura tres días y desemboca en la apertura de la ​Monarquía de Julio.​ En el
cuadro de composición piramidal, podemos ver personas de varias clases sociales en la parte
inferior: desde burgueses hasta campesinos y obreros pobres, muchos de ellos heridos en
batalla y defendiendo a la libertad. Ella se encuentra sobre estos hombres ondeando una
bandera de Francia, misma que se convirtió en símbolo mundial de la libertad durante la era
de la revolución; vemos asimismo que tiene puesto un sombrero frigio, símbolo de este
mismo concepto desde tiempos de los romanos. La pintura, al ser de carácter figurativo, le da
forma de mujer al concepto abstracto que representa, siendo ella la que lidera esta revuelta;
ello, dado que no hubo un solo cabecilla en este suceso sino varios, pero todos ellos tenían el
mismo objetivo: el alcance de la libertad.

​ igura 3. ​La libertad guiando al pueblo


F
(1830).

Similares a este, podemos ver en la obra de Delacroix, varios cuadros con la categoría de
pintura histórica, pues la conciencia histórica fue una de las consecuencias sociales que va a
dejar la Revolución Francesa, y asimismo, se verá reflejado en el arte de la época. El retomar
y retratar hechos, sobretodo de la época clásica, será una acción recurrente en el arte de
Delacroix, el interés por los grandes acontecimientos empieza a surgir con fervor en sus
lienzos. Lo que ellos nos dicen de la Francia posrevolucionaria no es tan preciso como en el
caso anterior, pues estas pinturas se sitúan en ubicaciones ajenas, marcadas por los viajes del
autor. Tienen por otra parte, su trasfondo en el pensamiento de la época, pues son reflejo del
creciente interés por los temas sociales y la fijación en lo humanístico. Son señal además, de
la potenciación de la Historia como disciplina, de cómo las miradas se empiezan a poner
sobre ella, lo que permitirá que empiece a consolidarse como ciencia social propia. De tal
forma, Delacroix no solo va a retratar acontecimientos de su contemporaneidad, sino también
hechos que ocurrieron tiempos atrás y en otras ubicaciones ajenas a él. Veamos a
continuación algunas de las obras que cumplen estas características.

​ La matanza de Quíos (1824) La batalla de Taillebourg (1837)


Estas pinturas personifican, la primera, una escena de la guerra de independencia de Grecia; y
la segunda ​la batalla de Taillebourg, ​dada en uno de los combates de la guerra de Saintonge
entre Inglaterra y Francia. Ambas imágenes son representaciones de momentos épicos
ocurridos a priori de los tiempos de Delacroix, son retratos del pasado. El dramatismo está
fuertemente representado con las expresiones faciales y corporales de los personajes, los
colores y la luz generan una atmósfera de desastre y conflicto.

Asimismo, Delacroix retrató también algunas imágenes de la cotidianeidad, de realidades a


las que previamente no se les prestaba mucha atención en el arte, inspiradas sobretodo en sus
viajes por Europa y África. Entre ellas destacan:

Mujeres de Argel, 1834, Louvre Boda judía en Marruecos, c. 1839, Louvre.

Otra característica que vemos en este pintor es su interés por la literatura y los personajes
destacados de su época, ello se evidencia en su ​Retrato de Chopin, por ejemplo. O en El
combate de Giaur y Hassán ​(Fig. 4) ​que representa el poema “El Giaour” de Lord Byron,
representante del movimiento romántico desde la literatura.

Figura 4. ​El combate de Giaur y Hassán. (1826)

Ambos pintores, Gericault más bien por lo sensible y Delacroix por lo social y lo histórico,
van a revelar de forma subyacente a sus cuadros, el cambio de pensamiento que se estaba
dando las primeras décadas del siglo XIX a consecuencia de los hechos políticos y sociales
que ocurrieron a previedad. Primero, desde esta obra podemos evidenciar que la Revolución
Francesa generó transformaciones importantes en las formas de pensar; la aparición y
exaltación de los conceptos de libertad y ​nación,​ va a repercutir por completo en las
concepciones de la realidad que se tenían, se masifica la búsqueda de libertad, y el
nacionalismo va a desencadenar la representación de las distintas luchas locales por
alcanzarla.

Ocurre también, una transición de ideas rígidas y dirigidas por terceros, a una primación del
pensamiento racional e individual, a la autonomía de juicio y de creación. El individuo se va
a enaltecer, conceptos como la soledad y la introspección van a tomar popularidad, la
autenticidad empieza a ser buscada por los creadores. El ser por sí mismo se va a extender a
todos los lenguajes artísticos, dejando fluir otras maneras de imaginar; las fantasías y los
misterios comenzarán a tenerse más en cuenta, plantando así los cimientos de las próximas
vanguardias y estilos artísticos.

Hay una potenciación de la sensibilidad hacia uno mismo y hacia los distintos factores
externos, que incluyen los acontecimientos políticos y sociales. Se da cierto realce a los
sentimientos y las emociones, el arte de este momento se convertirá en fuerte reflejo de una
mentalidad sensible, se le pondrá más atención a ese mundo etéreo e intangible que compone
al ser humano. Desde entonces, el interés por lo que siente el otro se va a acrecentar, habrá
cierta fascinación por narrar el mundo interno del ser humano, por transmitirlo y conseguir
que el espectador experimente y palpe otros mundos emocionales desde el arte, que se ponga
en el lugar de los acontecimientos rescatados.

Marcó también, a partir de esta empatía por el otro, una masificación del estudio de las
ciencias sociales, sobretodo el de la Historia. El interés por temas políticos, sociales
culturales, pero también por los acontecimientos del pasado entrará en auge, y serán los
cimientos del arte histórico y político. Para concluir, es propicio afirmar que la producción
artística de la época implicó la reunión de varios factores culturales y sociales que estuvieron
cambiando y apareciendo a raíz de los acontecimientos previos.

Bibliografía:
- ATHANASSOGLOU, N. (2010). ​Théodore Géricault​. New York, EEUU. Phaidon Press.
-CASTELNUOVO, E. (1988). ​Arte, industria y revolución: temas de historia social del arte.​
Barcelona, España. Ediciones península.
- DROZ, J. (1984). ​Europa: Restauración y revolución. 1815-1848. ​Siglo XXI.
- GAUTHIER, M. (1964). ​Delacroix. ​Barcelona, España. Editorial Teide S.A.
- HAUSER, A. (1993). ​Historia social de la literatura y el arte II: desde el rococó hasta la
época del cine​. Barcelona, España. Editorial Labor, S.A.
- ​HOSBABWM, E. ​La era de la revolución, 1789-1848.​ Buenos Aires. Ed Crítica. 2009.

También podría gustarte