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LIBRO DERECHO AGROAMBIENTAL 

Dr. Luis Alberto Arratia Jiménez 

PROLOGO 

Los Derechos de la Madre Tierra desde un punto de vista doctrinal nos plantean
reformular nuestros  soportes epistemológicos y filosóficos en la ciencia jurídica
debido a que una entidad, la Madre Tierra, es portadora de derechos en
contraposición a los derechos exclusivos de los seres humanos, este nuevo 
enfoque traerá como consecuencia la construcción de un nuevo paradigma cuyos
argumentos están  basados en una crítica a la viabilidad del sistema capitalista
como proyecto civilizatorio global y está  propiciando una discusión sobre los
nuevos volares que debería portar la nueva sociedad. 

En consecuencia, pasará a primer orden la responsabilidad de nuestra generación


de proteger y  conservar el medio ambiente bajo el compromiso de equidad
intergeneracional, y los Estados tendrán  que desarrollar y articular una legislación
sobre el uso responsable y sustentable de los recursos  naturales que por encima
del concepto de soberanía pueda asegurar un compromiso global por los 
derechos de todos nosotros, es decir de la Madre Tierra. 

El uso y aprovechamiento de los recursos naturales renovables, especialmente


tierra, agua, aire,  forestales y diversidad biológica, pasan a primer plano en la
formulación de políticas públicas que  deberá tomar en cuenta la diversidad
cultural boliviana y regular la propiedad, acceso, uso y  aprovechamiento de estos
recursos naturales.  

La nueva Constitución Política del Estado, ha establecido el marco jurídico para la


gestión de estos  recursos, generando, así, nuevos contenidos para el Derecho
Agroambiental boliviano, puesto que se  redefinen e incorporan conceptos de
gestión y se establecen nuevos marcos institucionales, normativos  y políticos. 

En este contexto el presente libro incorpora, la variable de sustentabilidad en el


desarrollo de las  actividades agrarias, asumiendo la denominación establecida en
nuestra CPE, de agroambiental, es así  que la innovación radica precisamente en el
enfoque integral sobre las disposiciones jurídicas que  regulan el uso y
aprovechamiento, racional y responsable de los recursos naturales renovables, 
vinculados a un ciclo biológico, cuya finalidad es la producción de vegetales, frutos
y animales.  

En consecuencia, el nuevo Derecho Agroambiental boliviano, no se circunscribe


solamente a la  propiedad agraria, sino que esta vinculada a la seguridad
alimentaria, a la protección del medio  ambiente, y al desarrollo sustentable de las
actividades agrarias, estos temas son desarrollados en el  presente libro.

INTRODUCCIÓN 
Actualmente, nuestra Constitución Política del Estado, reconoce diversas formas
de propiedad agraria,  sujetos sociales agroambientales y organizaciones
económicas que desarrollan actividades agrarias,  esto implica que debemos
reformular los contenidos de nuestro Derecho Agroambiental, a diferencia  de
tratamiento que se da en otras legislaciones donde la unidad de producción
agraria es  preponderantemente empresarial; en nuestro caso, la Constitución y
legislación boliviana, signan de  manera especial el contenido del Derecho
Agroambiental, que en el marco de la pluralidad y el  pluralismo económico,
social, cultural y jurídico, regula las distintas formas de organización económica 
agroambiental, tales como la familiar, comunitaria, asociativa, empresarial y
estatal. 

Es en este contexto, el presente trabajo, de acuerdo a las nuevas doctrina del


derecho agroambiental, estudia los aspectos generales del Derecho
Agroambiental, vinculado al análisis y sistematización de la  información científica
y técnica de las distintas normas jurídicas recientes, que reconstituyen el Derecho 
Agroambiental boliviano, cuyo objetivo es contribuir a la comprensión de la
gestión, administración y  solución de conflictos o controversias derivadas del
núcleo central del nuevo derecho agroambiental  como es “la actividad agraria”. 

El desarrollo de los contenidos esta organizado por institutos jurídicos del Derecho
Agroambiental, es  así que el segundo capítulo se estudia la administración y
gestión de los recursos naturales renovables,  que se presentan entre el Estado y
la sociedad civil; tales como la tierra, los recursos forestales, los  recursos hídricos
para actividades agrarias y los de la biodiversidad. 

En este capítulo, …. se ha desarrollado con especial énfasis la propiedad agraria,


como base a la  actividad agraria, la posesión agraria, como un instituto jurídico
fundamental para la conservación y  adquisición de la propiedad agraria y las
múltiples formas de celebración de contratos agroambientales;  también hemos
sistematizado la legislación que regula las relaciones jurídicas de las distintas
formas  de organización económica agroambiental. 

Finalmente, hemos desarrollado el contenido del nuevo Derecho Procesal


Agroambiental, con sus tres  componentes, el marco institucional, las acciones
agroambientales y el procedimiento agroambiental.
Esperamos generar en el lector una actitud crítica, valorativa e histórica, sobre la
problemática rural, la  legislación agraria que regula las actividades agrarias, el
acceso a la propiedad agraria y su protección  jurídica, así como los instrumentos
jurídicos para resolver problemas contenciosos, derivadas de las  relaciones que
generan estas actividades. 

La pretensión del presente libro, es contribuir con los procesos de enseñanza


aprendizaje, en la  asignatura de Derecho Agrario o Agroambiental en las distintas
carreras de derecho de nuestras  universidades y también servir como material de
consulta para el ejercicio profesional de la abogacía  en materia agroambiental. 

El Autor


ASPECTOS GENERALES DEL
DERECHO 
AGROAMBIENTAL 

1. Origen del Derecho Agroambiental. 

El Derecho Agroambiental funde sus raíces con el origen mismo de la agricultura, en


la prehistoria, cuando  el hombre empezó a participar en la producción de su propio
alimento. La actividad agraria de sembrar,  plantar, domesticar y criar implicaba la
apropiación individual o colectiva, aunque transitoria, de un  terreno, la propiedad
de cada cual o del grupo sobre el suelo.  

La posesión o apropiación de un terreno por un grupo social y la actividad agraria de


cultivo y cría, dieron  surgimiento a relaciones sociales regladas. Para que sea
posible la convivencia, tenían que estar sometidas  a ciertas normas, no
constitutivas desde luego, de un derecho formulado sino consentido por la 
comunidad, es decir, de una costumbre jurídica, lo que dio lugar al nacimiento del
Derecho Agrario. El  desarrollo posterior de la agricultura, la ganadería y la
silvicultura, se constituye en la principal fuerza  propulsora del Derecho que por
milenios es un Derecho, en lo patrimonial, fundamentalmente agrario. La 
alimentación y el vestido son necesidades primarias experimentadas en todos los
tiempos y en todos los  lugares, lo que trajo como consecuencia necesaria, que las
primeras normas jurídicas (consuetudinarias)  tuvieran como objeto regular la
actividad agraria.  

Sin embargo, el moderno Derecho Agrario como disciplina jurídica, desgajada del
Derecho Civil, es de data  reciente, surge con el desarrollo de la agricultura y los
procesos de industrialización, a finales del Siglo 
XIX y principios del Siglo XX, es el desarrollo del capitalismo, que le da otra dinámica
a la agricultura  tradicional, reestructurando la tenencia de la tierra, introduciendo
tecnologías agrícolas, abonos  químicos, mejoramiento de especies y niveles
crecientes de especialización, que dan lugar al tránsito de  una economía de
subsistencia a una economía de mercado. En este contexto, la propiedad agraria es  
asumida como medio de producción y también como patrimonio, es así que surge el
Derecho Agrario para  regular las relaciones sociales derivadas de la actividad
agraria, entendida esta como el cultivo de la tierra,  la ganadería y las actividades
forestales, sobre la base del reconocimiento del derecho de propiedad  agraria. 

Posteriormente, surgen los derechos humanos colectivos de segunda generación,


especialmente los  derechos económicos, sociales y culturales, que son atribuidos a
los grupos sociales que le darán nuevos  contenidos al Derecho Agrario,
especialmente en lo que se refiere a las reivindicaciones campesinas sobre  su
acceso a la tierra y los derechos de los pueblos indígenas sobre recursos naturales y
territorio. En el  ámbito de la propiedad y como manifestación directa de la nueva
concepción que valoriza el trabajo  humano, aparece el concepto de la función social
o función económica social, como elemento intrínseco  de la productividad de la
tierra. El interés de la sociedad en la producción que se manifiesta en la influencia  
pública por la protección y fomento de la agricultura, por estar vinculada a la
seguridad alimentaria, dan  lugar a la generación de nuevas normas que imponen
condiciones, obligaciones y limitaciones para el  ejercicio del derecho de propiedad
agraria. Finalmente emergen los derechos de tercera generación, en  particular el
derecho al desarrollo, a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, a la
seguridad  alimentaria de los consumidores, con los cuales se profundiza la
especialización de la normativa agraria.  (Ulate p. 22); es a partir de la concepción de
que las actividades agrarias deberían ser desarrolladas de  forma sustentable, es
decir a la dimensión ambiental del Derecho Agrario, es que se comienza a utilizar   la
denominación de Derecho Agroambiental. 

1.1. Origen del Derecho Agroambiental boliviano 

El actual Derecho Agrario boliviano como rama especializada del Derecho en


general, tiene su nacimiento  a partir de la promulgación del D. L. Nº 3464 de
Reforma Agraria, el 02 de agosto de 1953, cuyo propósito  central consistía en la
modificación de las relaciones de producción y la estructura de la tenencia de la 
tierra, a partir del tránsito del modo de producción feudal, basado en la renta de la
tierra, al modo de  producción capitalista, basado en el trabajo asalariado y la
propiedad privada de la tierra; en dicha  normativa se establecen los principios
generales del Derecho Agrario boliviano que aún están vigentes,  tales como el
dominio originario de la tierra, la tierra es para quien la trabaja y el cumplimiento de
la  función social de la propiedad agraria. 

Para modificar las relaciones de producción en el agro boliviano las disposiciones


que regulan el proceso  de Reforma Agraria, cuyo objetivo central era y aún es la
distribución, la redistribución y el  reagrupamiento de la tierra, reguló varios
procedimientos, dando lugar a la creación de nuevos institutos  jurídicos agrarios; es
así que se estableció la “afectación” con el propósito de eliminar el “latifundio” y la  
emancipación de los trabajadores del campo que vivían bajo el régimen de
“servidumbre”. Los latifundios  deberían ser la base de una redistribución
democrática de la tierra, y es por esta razón que se creó el  instituto jurídico de la
“dotación” de tierras de ex hacienda para los campesinos; por otra parte, para las 
áreas de “colonización”, se instituyó la “adjudicación” de tierras, en favor de
colonizadores; también, con  el propósito de propiciar la creación de unidades
agropecuarias empresariales, la Reforma Agraria  instituyó las figuras jurídicas de
“inafectabilidad” y “consolidación” de tierras en favor de los ex  hacendados y
empresarios en el oriente boliviano, y con el fin de devolver las tierras de dominio
ancestral  a los indígenas, se creó el instituto jurídico de “restitución” de tierras a las
comunidades indígenas;  posteriormente, se reguló el mecanismo de la “reversión”
de tierras, por tenencia improductiva o  abandono injustificado de la propiedad
agraria. 

Entre otros cambios, la Reforma Agraria estableció, el reconocimiento de distintas


formas de propiedad  agraria, tales como el solar campesino, la pequeña propiedad,
la mediana propiedad, la propiedad de la  comunidad indígena, la propiedad agraria
cooperativa y la empresa agraria, cuya regulación diferenciada  en el marco del
reconocimiento de una sociedad heterogénea y diversa, dará lugar al nuevo
Derecho  Agrario boliviano 

Posteriormente, como consecuencia de muchas denuncias de corrupción y tráfico


de tierras, contra el  Consejo Nacional de Reforma Agraria y el Instituto Nacional de
Colonización, en 1992, se dispuso la  intervención de ambas instituciones a objeto
de realizar la revisión de expedientes agrarios para  identificar trámites fraudulentos
y sobreposición de derechos propietarios. Esta determinación abrió la  posibilidad
de una transición hacia una nueva institucionalidad, planteándose la posibilidad de
elaborar  una nueva política pública de la administración de tierras y la
reconducción de la Reforma Agraria. La  intervención se prolongó hasta octubre de
1996, fecha en que se promulgó la Ley Nº 1715 del Servicio  Nacional de Reforma
Agraria, más conocida como Ley INRA. 

La discusión y elaboración de la Ley Nº 1715 del SNRA, se realizó en un contexto


diferente al del año 1953,  los cambios en la economía mundial, la caída del muro de
Berlín, la variable medioambiental, la  administración de los recursos naturales en el
marco del concepto del territorio y la emergencia de  movimiento sociales de
indígenas, ambientalistas y de mujeres entre otros, bajo la exigencia de una  mayor
participación ciudadana; conjuntamente con las demandas de los distintos sujetos
sociales  agroambientales de originarios, campesinos, colonizadores y empresarios,
han configurado un Derecho  Agrario renovado que regula la compleja realidad rural
boliviana. 

De esta manera, la Ley Nº 1715 del Servicio Nacional de Reforma Agraria de fecha
18 de octubre de 1996,  junto con la Ley Nº 1333 de Medio Ambiente de 27 de abril
de 1992, la Ley Forestal Nº 1700, de 12 de  julio de 1996, la Ley Nº 3545 de
Reconducción Comunitaria de la Reforma Agraria de fecha de 28 de noviembre de
2006, la promulgación de la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional y la 
Promulgación de la Ley Marco de la Madre Tierra de 15 de octubre de 2012, darán
nuevos contenidos al  Derecho Agroambiental boliviano, redefiniendo los alcances
normativos de sus institutos jurídicos y sobre  todo la separación de las atribuciones
administrativas de distribución, redistribución y reagrupamiento de  la propiedad
agraria, que le corresponden al Órgano Ejecutivo, a través del Servicio Nacional de
Reforma  Agraria; de las competencias de administración de justicia agroambiental,
instituyéndose la Jurisdicción  Agroambiental, como parte del Órgano Judicial. 
2. Contenido del Derecho Agroambiental  

Definición de Derecho Agroambiental. El Derecho Agroambiental, es una rama


especializada del Derecho,  que tiene por objeto el estudio de principios y normas
que regulan las relaciones jurídicas derivadas de la  actividad agraria, desarrollada
de forma racional, sustentable y con justicia social. 

El Derecho Agroambiental es la conjunción del Derecho Agrario y el Ambiental, en


consecuencia, podemos  decir que es un conjunto de normas jurídicas que regulan
las relaciones emergentes de la actividad agraria  entendida ésta como el proceso
agrobiológico del cultivo de la tierra, actividades ganaderas y forestales;  y de la
actividad del ser humano con su medio, protegiendo los elementos naturales que
componen el  medio ambiente; velando porque haya una equitativa distribución de
los beneficios del uso y  aprovechamientos de los recursos naturales renovables. 
Los contenidos del Derecho Agroambiental, estas signados por tres componentes: la
actividad agraria, la  protección del medio ambiente y la justicia social, de tal
forma que el Derecho Agroambiental tendrá  como objetivo la regulación normativa
de la actividad agraria, para que ésta sea, económicamente  organizada,
ecológicamente equilibrada y socialmente justa. 

2.1. La actividad agraria. 

En primero de elementos precedentemente mencionados, tiene que ver con el


desarrollo de las  actividades agrarias, estas actividades productivas darán lugar al
nacimiento de relaciones jurídicas,  económicas, y sociales; es decir, a una
estructura agraria, que se define como el conjunto de elementos  interrelacionados
de la actividad agraria, que se realiza en un contexto histórico, social, político y 
económico. La estructura agraria se organiza a su vez, en tres elementos básicos: 

Tenencia de la tierra: el mismo determina la forma de distribución de las distintas


formas de propiedad  de la tierra, cuyo efecto incide en la disponibilidad de los
recursos a los que puede acceder la actividad  agraria. La tenencia de la tierra es la
relación jurídica entre personas, en cuanto individuos o grupos, con  respecto a la
tierra que definen de qué manera pueden asignarse dentro de las sociedades los
derechos  de propiedad de la tierra, cómo se otorga el acceso a los derechos de
utilizar, controlar y transferir la  tierra, así como las pertinentes responsabilidades y
limitaciones. En otras palabras, los sistemas de  tenencia de la tierra determinan
quién puede utilizar, qué recursos naturales renovables, durante cuánto  tiempo y
bajo qué circunstancias. 

Económico y productivo: el mismo comprende los recursos disponibles, las


características del suelo y el  acceso a agua de riego, la realidad socioeconómica de
los agricultores y como es que se pueden colaborar  para permitir implementar la
producción. Estos parámetros son importantes en cuanto definen quiénes 
producen, qué y cómo producen, y para quiénes. Incluye a los recursos disponibles y
la manera en que  estos se combinan para obtener resultados productivos. 

Social: la misma comprende a los diversos grupos sociales que se dedican a las
actividades agrarias, tanto  individuales, como empresariales o colectivos y las
diversas formas mediante las cuales interactúan, 
cooperan y se complementan. Se refiere al conjunto de actores sociales y al
entramado de relaciones  sociales que se dan entre ellos. 

Por lo tanto, el Derecho Agroambiental establecerá regulaciones en cuanto a formas


de propiedad agraria, formas de organización económicas agroambientales y formas
de organización de los sujetos sociales  agroambientales, estableciendo normas y
reglamentos para la adquisición y conservación de la propiedad  agraria, la
constitución y ejercicio de las unidades de producción agraria y los derechos y
obligaciones de  los sujetos sociales agroambientales. 

2.2. Protección del medio ambiente 

Partimos del criterio de que el Derecho Agroambiental tiene por objetivos también,
la regulación de la  planificación, conservación, restauración y mejora de la
capacidad de la tierra, para producir recursos  vitales, protegiendo y mejorando los
recursos naturales y el medio ambiente para las generaciones  presentes y futuras.
El punto de encuentro entre actividad agraria y medioambiente, es que las
actividades  agrarias requieren como base para su producción de la tierra, el agua y
el aire, dichos elementos no  pueden ser deteriorados, contaminados o destruidos.
La dimensión ambiental del Derecho Agrario está referido a que la actividad agraria
debe ejercitarse en armonía con la naturaleza, no puede ser  contaminada ni
contaminante, deberá respetar el ciclo biológico, los bienes destinados a la
alimentación  deben contribuir a mejorar la salud y prolongar la vida de los
consumidores. (Zeledón, 2009: 384). 

La denominación de “Derecho Agroambiental”, surge de la impostergable


necesidad de conciliación entre  las actividades agrarias y la protección de los
recursos naturales renovables. No se trata, de una novedad,  en el escenario
normativo y doctrinario, puesto que el requerimiento de atención al medio
ambiente, en  el desarrollo de las funciones del agro existe desde épocas remotas.
En la actualidad, la presión es mayor,  tomando en cuenta la elevada degradación,
en la cual la explotación agropecuaria también tiene su grado  de participación. 

Por esta razón, la agricultura no puede desenvolverse fuera de las normas


establecidas para la tutela del  ambiente, porque agricultura y naturaleza están
indisolublemente unidas; esto es así, porque es el medio  natural en que ella se
desenvuelve y, si se deteriora el recurso natural suelo por una explotación
irracional,  disminuye la producción y termina con su agotamiento. En consecuencia,
es vital el mantenimiento del  potencial biológico y capacidad productiva del suelo
con fines agrícolas, pecuarios, forestales,  agrosilvopastoriles, con base en un
escrupuloso respeto a los ecosistemas. (Delgado Miguel: 199). 

Por estas razones, en primer lugar, debe primar las obligaciones de conservación, es
decir un disfrute  racional y económicamente sostenible para proteger los recursos
naturales renovables, debe existir un  sentido de protección imperativo para evitar
su degradación y destrucción. Pero también en segundo  lugar, se percibe la
necesidad de introducir límites y prohibiciones, tanto para garantizar la
planificación  y la programación, como para combatir las prácticas nocivas o anti
ambientales en el desarrollo de  actividades agrarias. Junto a estos dos tipos de
obligaciones también hay el de tercer tipo; son  obligaciones de hacer, que van
dirigidas hacia la organización de la producción con el fin de evitar los  daños, la
contaminación y el control de la explotación de los recursos naturales; porque la
unidad de  producción agropecuaria no puede contaminar, dañar o afectar
negativamente a las demás unidades
colindantes en la misma zona; tampoco resulta lógica una defensa suya para
protegerse de las otras. Se  trata de un proceso ambiental complejo ubicable más
allá del propio fundo. Estas medidas han sido  diseñadas para una agricultura capaz
de producir bienes cada vez más sanos y limpios, naturales y no  contaminados,
susceptibles de llegar al mercado con la garantía de respetar la naturaleza. Esta es
la  agricultura del mañana, la preferida por los consumidores. (Ricardo Zeledón
2009: 103). 

Sin embargo debemos puntualizar, el Derecho Ambiental se caracteriza por ser una
disciplina transversal,  que recae en influye en todas las ramas jurídicas; el Derecho
Ambiental trastoca el objeto del Derecho  Agrario, y éste se inclina más por una
producción sustentable, para proteger los recursos naturales que  sirven de base al
desarrollo de las actividades agrarias. Así, el Derecho Ambiental influye en el
conjunto  normativo del Derecho Agrario debido a que se produce una gran
conexitud entre ambiente y actividad  agraria; de esta manera, el Derecho Agrario
se ve transversalizado por el Derecho Ambiental, ya que la  actividad agraria se
desarrolla en un espacio geográfico, en un territorio, donde es imprescindible 
proteger no solamente el recurso tierra, sino los demás recursos naturales
renovables.  

Por lo tanto, el Derecho Agroambiental, no sólo debe ser un instrumento para


fomentar y proteger la  actividad agraria, sino también debe velar porque esa
producción sea compatible con la naturaleza. Debe  convertirse en el instrumento
por el cual se protejan y conserven los recursos naturales, en el marco del 
desarrollo sustentable, entendido este como el proceso mediante el cual se
satisface las necesidades de  la actual generación sin poner en riesgo la satisfacción
de necesidades de generaciones futuras.  

Es este nexo común entre el Derecho Agrario y el Ambiental, entre el ciclo biológico
de la actividad agraria  y el equilibrio ecológico, entre los institutos típicos del
Derecho Agrario y los institutos del Derecho  Ambiental, que han motivado para que
en nuestro ordenamiento jurídico se haya optado renovar la  denominación de
Derecho Agrario, por el de “Derecho Agroambiental”, debido a que es imperativo
que  las actividades agrarias, tales como el cultivo de la tierra, la cría de ganado y el
aprovechamiento forestal,  deban realizarse en el marco del derecho a un ambiente
sano y ecológicamente equilibrado.  

2.3. Justicia social 

El Derecho Agroambiental se caracteriza por alcanzar el más alto grado de justicia


social; por lo tanto,  tiene por función proteger y respetar, los derechos humanos de
los grupos sociales más desfavorecidos,  para que estos cuenten con oportunidades
de vivir bien. La justicia social, vela por el equilibrio entre el  bien individual y el bien
común basado en los valores humanos fundamentales principalmente los de 
dignidad,solidaridad, libertad e igualdad de los seres humanos. En este sentido, el
Derecho Agroambiental  en aplicación de la justicia social enfoca sus esfuerzos en la
búsqueda del bien común, a través por ejemplo  de la equidad en el acceso a la
tierra, el respeto de los derechos de las mujeres, indígenas, campesino y  originarios,
y el fomento y protección de las actividades agrarias que son la base para la
seguridad  alimentaria. 

En consecuencia, podemos mencionar como uno de los valores distintivos del


Derecho Agroambiental, el  de justicia social, cuyos objetivos primordiales son la
protección de los económicamente débiles, la  disminución de los márgenes de
exclusión y discriminación, combatir la pobreza, eliminar los privilegios  que
determinan la desigualdad y crear instituciones que busquen discriminar la
desigualdad económica y 
que permita al Estado una gestión de la cuestión agraria propiciando un reparto más
justo de la riqueza,  en base a criterios de justicia y equidad social.  

El artículo 4.13, de la Ley Nº 300, Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral
Para Vivir Bien,  desarrolla el concepto de Justicia Social en los siguientes términos:
“El Estado Plurinacional de Bolivia  tiene como fin construir una sociedad justa,
equitativa y solidaria sin pobreza material, social y espiritual,  que significa que el
pueblo boliviano en su conjunto cuenta con las capacidades, condiciones, medios e 
ingresos económicos necesarios para satisfacer sus necesidades materiales, sociales
y afectivas, en el  marco del respeto a la pluralidad económica, social, jurídica,
política y cultural para la plena realización  del Vivir Bien”. 

En aplicación del valor de la justicia social, se relativiza la función del mercado para
la redistribución de la  riqueza y se establece la intervención del Estado para
implementar políticas públicas de lucha contra la  pobreza rural y fomento de las
actividades agrarias. 

3. Principios generales del Derecho Agroambiental  

En términos generales los principios jurídicos constituyen un tipo de normas


fundamentales, que se  consideran valiosas y que deben ser realizadas, cuya función
concreta es orientar y guiar el ordenamiento  jurídico. La palabra principio, en el
mundo forense, significa aquello que concede sustancia a la norma o  al instituto
jurídico.  

Los principios generales del Derecho, tienen incidencia importante en el


ordenamiento jurídico, cumplen  las siguientes funciones: la función creativa, la
función interpretativa, y la función integradora. a) La  función creativa establece que
antes de promulgar la norma jurídica, el legislador debe conocer los  principios para
inspirarse en ellos y poder positivarlos. b) La función interpretativa implica que, al 
interpretar las normas, el operador debe inspirarse en los principios, para garantizar
una cabal  interpretación. c) La función integradora significa que quien va a colmar
un vacío legal, debe inspirarse en  los principios para que el derecho se convierta en
un sistema hermético e integrado. 

Los principios generales del Derecho Agroambiental que informan su estructura,


ejercicio y contenido,  han sido establecidos en nuestra CPE y en la legislación
agraria vigente y que se encuentran vinculados a  los derechos humanos
económicos, sociales y culturales de segunda generación tales como: El dominio  
directo del pueblo boliviano sobre los recursos naturales, entre ellos la tierra; la
tierra es para quien la  trabaja, el cumplimiento de la función social, económica y
ambiental de la propiedad agraria, el carácter  estratégico de los recursos naturales,
al principio de pluralidad y pluralismo, protección de los derechos  de los pueblos
indígena originarios campesinos y de las mujeres, el carácter social del Derecho 
Agroambiental y el principio de especialidad. 

También se han incorporado en nuestra Constitución principios de los derechos


humanos de tercera  generación; como son el uso racional de la tierra, el principio
de la seguridad alimentaria, el derecho  humano al desarrollo sustentable, el
principio precautorio y de responsabilidad ambiental y principio de  defensa de los
derechos de la Madre Tierra.
3.1. El dominio directo del pueblo boliviano sobre los recursos naturales 

Este principio establece con claridad que los recursos naturales entre ellos la tierra,
le pertenecen por  dominio directo al pueblo boliviano, éste, en ejercicio de su
soberanía, delega su administración y gestión  al Estado que en el marco de la
Constitución y las leyes y reglamentos que rigen cada uno de los recursos  naturales,
administra directamente dichos recursos y otorga derechos de propiedad,
autorizaciones,  registros, permisos, concesiones para el uso y aprovechamiento
sustentable de los mismos. 

3.2. La tierra es para quien la trabaja 


Partimos de que el trabajo, como ley práctica y humana, le compete al orden moral
y ético; porque cada  individuo tiene el deber social al trabajo. Se debe trabajar no
solamente para nosotros, para nuestras  necesidades y para nuestra satisfacción;
sino que también se debe trabajar para los demás, puesto que  sin los otros no
podríamos ser nosotros. El trabajo es la condición primera y fundamental de la
existencia  humana, que no sólo suministra al hombre los medios de existencia
necesarios, sino que crea al propio  hombre, es por esta razón que el trabajo es un
derecho individual pero también un deber para con la  sociedad.  

Así, el trabajo es un instrumento de emancipación de toda explotación, porque la


tierra no solo sirve de  fuente de subsistencia, sino como fuente de libertad, de
inspiración creadora y dignidad del sujeto social  agropecuario, el trabajo es el
criterio máximo para apreciar la actividad de cada miembro de la sociedad,   que se
realiza para prestar un servicio determinado, para tener derecho a determinados
productos, según  normas establecidas, reglamentadas por la ley y vinculadas al bien
común. 

En aplicación del principio inspirador de la Reforma Agraria, “La tierra es para quien
la trabaja”, nuestra  Constitución establece que: “El trabajo como fuente
fundamental para adquirir conservar la propiedad  agraria”, lo que implica que el
Estado para distribuir, redistribuir o reagrupar tierras, para tutelar el  derecho de
propiedad agraria, tiene que verificar la existencia de trabajo productivo, que
implica un  proceso que se da en la relación del hombre con la naturaleza, en el cual
el trabajador agropecuario determina, regula y controla las reacciones materiales
entre sí y la naturaleza. Al cambiar la forma de lo  que está dado por la naturaleza, el
hombre realiza su objetivo consciente, adapta las cosas a las  necesidades humanas.
En aplicación de este principio, el Derecho Agroambiental, privilegia el trabajo que 
se desarrolla en las unidades de producción agroambiental, protegiendo a la
actividad agraria. 

Sin embargo es bueno aclarar que el trabajo no es una determinación absoluta para
la protección de la  propiedad agraria, ya que también se garantiza el derecho de
propiedad agraria, cuando ésta, está destinada para fines de protección. Por otra
parte, también se relativiza el trabajo directo personal, ya  que se permite la
organización de unidades de producción empresarial que de acuerdo división social
del  trabajo unos realizan trabajo directo y otros trabajo de gerencia y organización,
ambos son  imprescindibles para que la propiedad agraria cumpla su función, no
ocurre lo mismo en las formas de  organización económica familiar donde el trabajo
manual e intelectual es ejercido por la familia. 

La Reforma Agraria de 1953, señalaba como principio fundamental: «La tierra es


para quien la trabaja».  Esta idea fuerza, que influyó en la ejecución de la Reforma
Agraria, se explica porque la intencionalidad 
era generar la constitución de unidades empresariales, en las cuales se exigía el
concurso personal del  propietario o, en su caso, la inversión de capital
suplementario, en contraposición a las antiguas formas  de producción basadas en la
renta de la tierra. En consecuencia, los beneficiarios que no trabajan la tierra 
perjudican el interés colectivo y el Estado puede devolver a dominio directo del
pueblo boliviano las tierras  ociosas. La CPE y la Ley Nº 1715 del SNRA, regulan este
principio al señalar que las propiedades se  conservan y reciben la protección del
Estado siempre que cumplan una función social o función económica  social, es
decir, que no sean abandonadas y sean utilizadas con fines productivos o de
conservación. 

3.3. El cumplimiento de la función social, económica y ambiental de la propiedad


agraria 

Por lo general cuando se habla de la función social, económica y ambiental de la


propiedad agraria, se  refiere a que los derechos de dicha propiedad, deben estar
limitados y regulados por la ley, con la  intención de que los dueños tengan, además
de derechos, responsabilidades con la sociedad. Así, el  derecho de propiedad no
sólo es subjetivo al servicio exclusivo y excluyente de su titular; sino que va más allá,
en tanto que conlleva una serie de deberes colectivos por el hecho de formar parte
de la sociedad,  que pueden ir o no en consonancia con los intereses individuales.
Dicho de otra manera, los límites al  ejercicio del derecho de propiedad agraria
están establecidos por el bienestar colectivo, de tal forma, que  solo es posible
ejercitar el derecho concedido por la ley hasta el umbral en que éste no resultara
nocivo o  perjudicial a los intereses de la sociedad. 

Es por esta razón que, en aplicación a este principio, los propietarios y poseedores
de las propiedades  agrarias, están obligados a cumplir con la función social,
económica y ambiental de la propiedad agraria,  desarrollando sobre las mismas
actividades agrarias sustentables. 

En consecuencia, no se permite un alcance de productividad que conlleve la


destrucción del medio  ambiente o en la utilización del trabajo servidumbral,
tampoco se busca una utilización de la tierra que se  concentre en su totalidad a la
preservación de los ecosistemas y no permita la producción razonable y 
rentabilidad para el actor del medio rural; por esta razón, la función social,
económica y ambiental, deben  aplicarse de manera integral y concomitante. 

3.4. La pluralidad y pluralismo 

Nuestro estado se denomina plurinacional porque reconoce el pluralismo como


principio, es así que en la  segunda parte del artículo 1ro. de nuestra CPE establece
que, “Bolivia se funda en la pluralidad y el  pluralismo político, económico, jurídico,
cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país”. 

Entendemos por pluralidad la convivencia de seres humanos y culturas en un mismo


territorio organizado  en Estado y el pluralismo como la existencia de esa realidad
heterogénea político, económica, jurídica,  cultural y lingüística. 

En el preámbulo de nuestra constitución con referencia a la pluralidad, se expresa lo


siguiente: “Nuestra  amazonía, nuestro chaco, nuestro altiplano y nuestros llanos y
valles se cubrieron de verdores y flores.  Poblamos esta sagrada Madre Tierra con
rostros diferentes, y comprendimos desde entonces la pluralidad  vigente de todas
las cosas y nuestra diversidad como seres y culturas”.
Por esta razón aplicando este principio al Derecho Agroambiental, entendemos por
pluralidad cultural a  la interculturalidad como el encuentro de distintas culturas que
es el instrumento para la cohesión y la  convivencia armónica y equilibrada entre
todos los pueblos y naciones; a la pluralidad económica que  articula las diferentes
formas de organización económica agroambientales, sobre los principios de 
complementariedad, reciprocidad, solidaridad, redistribución, igualdad,
sustentabilidad, equilibrio y  armonía, y la pluralidad jurídica en las relaciones de
coordinación y cooperación entre las distintas  jurisdicciones que ejercen la función
judicial única. 

Por pluralismo reconocemos la diversidad cultural, como la variedad de culturas que


interactúan y  conviven en un mismo espacio geográfico y que han desarrollado
valores y relaciones particulares con los  recursos naturales renovables, entre ellos
la existencia de diversas formas de propiedad agraria; el  pluralismo económico que
se expresa en la existencia de distintas formas de organizaciones económicas 
agroambientales tales como la comunitaria, la estatal, la privada, y la social
cooperativa, ejercida por  distintos sujetos sociales agroambientales; y el pluralismo
jurídico, que es el reconocimiento de distintos  sistemas jurídicos al interior del
Estado Plurinacional, que son ejercidos por las jurisdicciones ordinaria,
agroambiental, indígena originaria campesina y las especiales. 

3.5. Protección de los derechos de los pueblos y naciones indígena, originario


campesinos 

Este principio se halla contenido en el Convenio 169 de la Organización


Internacional del Trabajo (OIT),  sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países
Independientes, ratificado por Bolivia mediante Ley No 1257  del 11 de julio de
1991, cuya norma de protección a los derechos de los pueblos indígenas; prescribe, 
entre otras disposiciones, que sus normas se aplican a los pueblos indígenas en
países independientes y  que los gobiernos deberán asumir la responsabilidad de
desarrollar, con la participación de los pueblos  interesados, una acción coordinada
y sistemática con miras a proteger los derechos de esos pueblos y  garantizar el
respeto a su integridad, imponiendo la necesidad de adoptar las medidas especiales
que se  precisen, respetando la importancia especial que para las culturas y valores
espirituales de los pueblos  interesados reviste su relación con las tierras o
territorios y en particular los aspectos colectivos de esa  relación; también establece
la obligación del Estado de proteger los derechos de estos pueblos y de  garantizar
el respeto a su integridad, en lo que concierne al acceso y tenencia de la tierra 

El artículo 30.I de la CPE, establece que: “El Estado garantiza, respeta y protege los
derechos de las  naciones y pueblos indígena originario campesinos consagrados en
esta Constitución y la ley”. Definiéndose que: Es nación y pueblo indígena originario
campesino toda la colectividad humana que  comparta identidad cultural, idioma,
tradición histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya  existencia es
anterior a la invasión colonial española”. 

El parágrafo II del mismo artículo menciona que las naciones y pueblos indígena
originario campesinos  gozan del reconocimiento en nuestra Constitución de
derechos, en lo referente al régimen agroambiental  y específicamente a la
propiedad agraria estos derechos son: A la titulación colectiva de tierras y 
territorios y a la gestión territorial indígena autónoma, y al uso y aprovechamiento
exclusivo de los  recursos naturales renovables existentes en su territorio sin
perjuicio de los derechos legítimamente  adquiridos por terceros.
En concordancia con estas disposiciones constitucionales la Ley Nº 1715, en su
artículo tercero, ha  establecido que se garantizan los derechos de los pueblos y
comunidades indígenas y originarias sobre  sus tierras comunitarias de origen,
tomando en cuenta sus implicaciones económicas, sociales y  culturales, el uso y
aprovechamiento sostenible de los recursos naturales renovables. La denominación 
de tierras comunitarias de origen comprende el concepto de territorio indígena, de
conformidad a la  definición establecida en la parte segunda del Convenio 169 de la
Organización Internacional del Trabajo  (OIT). 

3.6. Protección de los derechos de la mujer 

Nuestra CPE en su artículo 395.I, reconoce el derecho a la titularidad que tienen las
mujeres, al acceso,  distribución y redistribución de la tierra, sin discriminación por
estado civil o unión conyugal, mediante la  dotación colectiva o comunitaria, como
miembros de organizaciones indígenas originarias campesinas,  comunidades
interculturales originarias, afro bolivianos y comunidades campesinas. Este artículo
permite  a las mujeres a ser incluidas como beneficiarias de dotación de tierras
colectivas y comunitarias 

Por otra parte, el artículo 402.2, del mismo texto constitucional establece que es
obligación del Estado,  promover políticas dirigidas a eliminar todas las formas de
discriminación contra las mujeres en el acceso,  tenencia y herencia de la tierra; con
la que se garantiza el acceso de las mujeres, no solamente a  propiedades colectivas,
sino, también a propiedades individuales, sean estas pequeñas propiedades o 
propiedades empresariales vía la adjudicación de tierras. 

La Ley 1715, en su artículo 3ro, párrafo V, establece que el Servicio Nacional de


Reforma Agraria, en cumplimiento a las disposiciones contenidas en la convención
sobre la eliminación de todas las formas de  discriminación contra la mujer,
ratificada por ley 1100 de 15 de septiembre de 1989, aplicará criterios de  equidad
en la distribución, administración, tenencia y aprovechamiento de la tierra a favor
de la mujer,  independiente de su estado civil.  

3.7. Carácter social del Derecho Agroambiental 

El carácter social del Derecho agroambiental está referido a que debe aplicarse
normas jurídicas para  patentizar la equidad y justicia social, para hacer prevalecer el
interés y derechos del más débil y  vulnerable con el fin de erradicar las
desigualdades sociales y económicas existentes. 

Entendemos que el carácter social del Derecho Agroambiental, es el principio que


privilegia los derechos  de la sociedad antes que el interés individual, es por esta
razón que las normas jurídicas tienen un enfoque  destinado a la realidad social de
los sujetos sociales agroambientales. En aplicación de este principio  nuestro
ordenamiento jurídico, ha previsto leyes, disposiciones y normas que establecen las
medidas de  protección de los sectores sociales menos favorecidos y que permiten
resolver los conflictos sociales, su 
objetivo es ordenar y corregir las desigualdades que existen entre los distintos
sujetos sociales  agroambientales. 

Podemos mencionar que el carácter social del Derecho Agroambiental, es la forma


de reparar las  diferencias que se pueden dar entre los grupos sociales para dar
protección a los menos favorecidos, y 
que se garantiza que los sujetos sociales agroambientales, sin exclusión, puedan
realizarse en el ejercicio  de sus derechos humanos, expresada en la igualdad ante la
ley y la igualdad de oportunidades, y es el  Estado, es el encargado de proveer de
acceso, seguridad, promoción, protección de la propiedad agraria y los recursos
naturales para el desarrollo de actividades agrarias. 
El principio de Carácter Social del Derecho Agroambiental, ha sido desarrollado en
varios de sus aspectos  en el artículo 3, del Reglamento a la Ley Nº 1715,
destacamos los siguientes: 

́ la Función Social
Que, en la resolución de controversias, ante la igualdad de elementos objetivos probatorios, prevalecerá
respecto de la Función Económica social y el bienestar e interés colectivo frente al 
bienestar individual. 

La equidad, en el derecho de acceso y tenencia de la tierra, con preferencia a


quienes no la tienen o la  tienen insuficientemente. 

Que el establecimiento de aranceles y cobros por los servicios que prestan las
instituciones relacionadas  con la materia agraria, deberán ser los estrictamente
necesarios, en el marco de una racionalidad que esté de acuerdo con la realidad
económica nacional, de tal manera que no se impida ni se haga inviable el  acceso a
estos servicios. 

La eliminación de toda forma de discriminación por los servidores públicos de las


instituciones involucradas  en la temática agraria. 

El impulso de oficio a los procesos administrativos o jurisdiccionales, sobre todo en


lo relativo a las  citaciones o notificaciones de inicio de los procesos o con demandas
o resoluciones finales, de tal manera  que no se deje a la voluntad exclusiva de las
partes. 

El no reconocimiento de ningún derecho y la pérdida del mismo, además de la


obligatoria denuncia ante  autoridades competentes, cuando se establezca la
existencia de relaciones servidumbrales como efecto de  cualquier actividad dentro
de un predio agrario. 

3.8. Principio de especialidad 

Por el que las instituciones y autoridades públicas, aplicarán las normas especiales
de esta materia, siendo  aplicables las normas ordinarias sólo cuando así se
disponga de manera expresa. Esto, permite la  aplicación exclusiva de la
Constitución, leyes y reglamentos que regulan las actividades agrarias, antes que   la
aplicación de normas de otras ramas del Derecho en general, que podrían
distorsionar los fines y  objetivos del régimen jurídico agroambiental boliviano. 

3.9. Uso racional de la tierra 

El suelo es un recurso renovable, con una degradación relativamente rápida, y en


contrapartida, con una tasa de formación y regeneración extremadamente lenta. La
protección del suelo es el elemento central  de las buenas prácticas
agroambientales. Es por esta razón, que frente a la constatación de daños como  la
infertilidad del suelo, la erosión de suelos, las dificultades de obtención de recursos
hídricos aptos para 
el riego, disminución de áreas de pastoreo, disminución de áreas de vegetación
nativa, al chaqueo  indiscriminado, uso indiscriminado de pesticidas y la reducción
de la diversidad biológica, entre otros  factores; es que, se ha propiciado un uso más
racional del recurso tierra.  
El uso racional de la tierra, implica el mantenimiento de las características
edafológicas y que no pierdan  su capacidad y aptitud para producir animales y
vegetales, es por esta razón que para evitar el deterioro  y contaminación de los
suelos, es decir para protegerlo contra la erosión, mantener la materia orgánica y  
proteger su estructura, deben ser usados de acuerdo a su vocación natural y su
capacidad de uso mayor.  

Con referencia a la capacidad de uso mayor de la tierra, el artículo 380.II de la CPE,


estipula que: “Para  garantizar el equilibrio ecológico, los suelos deberán utilizarse
conforme con su capacidad de uso mayor  en el marco del proceso de organización
del uso y ocupación del espacio, considerando sus características  biofísicas,
socioeconómicas, culturales y político institucionales”. 

De acuerdo al artículo 3. n), del Reglamento a la Ley Nº 1515, el otorgamiento y


reconocimiento de  derechos agrarios estarán sujetos a la aptitud de uso del suelo y
a su empleo sostenible, en el marco de  las normas ambientales vigentes. 

3.10. Seguridad alimentaria 

Este principio consiste, en que el ordenamiento jurídico debe velar por la


disponibilidad suficiente y  estable de alimentos seguros y el acceso oportuno y
permanente a éstos por parte de todas las personas,  para satisfacer sus
requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida 
activa y saludable. La norma constitucional concilia la necesidad de una ingesta
alimentaria adecuada y  suficiente con el autoabastecimiento, al señalar que la
seguridad alimentaria se alcanzará desarrollando  y privilegiando la producción
agropecuaria desarrollada en el territorio boliviano El artículo 407.1. del  texto
constitucional dispone, que son objetivos de la política de desarrollo rural integral
del Estado, en  coordinación con las entidades territoriales autónomas y
descentralizadas: “Garantizar la soberanía y  seguridad alimentaria, priorizando la
producción y el consumo de alimentos de origen agropecuario  producidos en el
territorio boliviano”. 

De acuerdo al artículo 405.1. de la CPE, el desarrollo rural integral sustentable es


parte fundamental de  las políticas económicas del Estado, que priorizará sus
acciones para el fomento de todos los  emprendimientos económicos comunitarios
y del conjunto de los actores rurales, con énfasis en la  seguridad y en la soberanía
alimentaria, a través de: “El incremento sostenido y sustentable de la  productividad
agrícola, pecuaria, manufacturera, agroindustrial y turística, así como su capacidad
de  competencia comercial”. 

3.11. Principio de sustentabilidad 

El concepto de desarrollado sustentable tiene por objetivo establecer el equilibrio


entre el crecimiento  económico y material de la población y la explotación de los
recursos naturales, evitando comprometer  la vida en el planeta, sea de los seres
humanos, como de la naturaleza y biodiversidad.
El artículo 342 de la CPE, con relación al desarrollo sustentable establece lo
siguiente: “Es deber del Estado  y de la población conservar, proteger y aprovechar
de manera sustentable los recursos naturales y la  biodiversidad, así como mantener
el equilibrio del medio ambiente”; concordante con el artículo 380.I,  que dispone
que: “Los recursos naturales renovables se aprovecharán de manera sustentable,
respetando  las características y el valor natural de cada ecosistema”. 
La Ley de Derechos de la Madre Tierra Nº 338, en su artículo 7.12 define a la
sustentabilidad, como: “La obligación de preservar los sistemas de vida y los
componentes de la Madre Tierra para las futuras  generaciones, promoviendo el
desarrollo productivo integral para el Vivir Bien, en armonía con la Madre  Tierra y
preservando la diversidad genética, respetando los usos y costumbres, reconociendo
a la familia  como el núcleo principal de la producción y de la sostenibilidad
productiva a través del tiempo”. 

3.12. Principio precautorio y de responsabilidad ambiental 

El principio precautorio implica que cuando haya peligro de daño grave e


irreversible al ambiente, se debe  adoptar medidas cautelares provisorias para
impedirlo o morigerarlo, aunque no haya información o  certeza científica plena
respecto de los efectos del hecho, proceso o producto objetado, elaborando 
estrategias tendientes a gestionar y controlar las eventuales consecuencias del
riesgo desconocido o poco  conocido. 

El artículo 4.4 de Ley N° 300, Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral Para
Vivir Bien, con  referencia al principio precautorio establece lo siguiente: “El Estado
Plurinacional de Bolivia y cualquier  persona individual o colectiva se obliga a
prevenir y/o evitar de manera oportuna eficaz y eficiente los  daños a los
componentes de la Madre Tierra incluyendo el medio ambiente, la biodiversidad, a
la salud  humana y a los valores culturales intangibles, sin que se pueda omitir o
postergar el cumplimiento de esta  obligación alegando la falta de certeza científica
y/o falta de recursos”.  

Por su parte, el principio de responsabilidad ambiental constituye un medio de


aplicación del principio de  «quien contamina paga»: en aplicación de este principio,
los contaminadores deben sufragar los costes  que su contaminación ha provocado,
siendo pasibles a la responsabilidad, civil, penal y administrativa por 
incumplimiento de normas de protección ambiental y por la ejecución de
actividades que produzcan  daños ambientales. Dicho de otra manera, el causante
de la degradación del ambiente y de sus  componentes, sea una persona natural o
jurídica, pública o privada, está obligado a adoptar  inexcusablemente las medidas
para su restauración, rehabilitación o reparación según corresponda o,  cuando lo
anterior no fuera posible, a compensar en términos ambientales los daños
generados, sin  perjuicio de otras responsabilidades administrativas, civiles o
penales a que hubiera lugar. De este modo,  el objetivo de este principio, es que el
causante de un daño ambiental asuma su responsabilidad y, en la  medida de lo
posible, reponga el ambiente a su estado anterior.  

3.13. Defensa de los Derechos de la Madre Tierra 

Este principio, obliga a una amplia defensa integral de los derechos a la vida, la
resiliencia y la regeneración de la biodiversidad en todas sus dimensiones.
Según el artículo 3 de la Ley, la Madre Tierra se entiende como aquel “sistema
viviente dinámico  conformado por la comunidad indivisible de todos los sistemas
de vida y los seres vivos, interrelacionados,  interdependientes y complementarios,
que comparten un destino común”; de ahí que la Madre Tierra sea  “considerada
sagrada, desde las cosmovisiones de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos”. 
Los sistemas de vida que reconoce la Ley (artículo 4) son, precisamente, aquellas
comunidades complejas  y dinámicas de plantas, animales, microorganismos y otros
seres y su entorno, en las que interactúan  comunidades humanas y el resto de la
naturaleza como una unidad funcional, bajo la influencia de  factores climáticos,
fisiográficos y geológicos, así como de las practicas productivas, y la diversidad
cultural  de las bolivianas y los bolivianos, y las cosmovisiones de las naciones y
pueblos indígena originario  campesinos, las comunidades interculturales y afro
bolivianas. 

En el ámbito estrictamente jurídico, debe considerarse que para efectos de la


protección y tutela de sus  derechos, la Madre Tierra adopta el carácter de sujeto
colectivo de interés público, por lo que ella y todos  sus componentes, incluidas las
comunidades humanas, son titulares de todos los derechos inherentes  reconocidos
en la misma ley. Así, la aplicación de los derechos de la Madre Tierra debe tomar en
cuenta  las especificidades y particularidades de sus diversos componentes.
Además, los derechos establecidos  en el texto no limitan la existencia de otros
derechos inherentes a la Madre Tierra, según su naturaleza. 

En aplicación de este principio el interés de la sociedad, en el marco de los derechos


de la Madre Tierra,  prevalecen en toda actividad humana y por sobre cualquier
derecho adquirido. 

Por otra parte este principio también se expresa en la garantía de regeneración de


la Madre Tierra,  mediante la cual, el Estado en sus diferentes niveles y la sociedad,
en armonía con el interés común, deben  garantizar las condiciones necesarias para
que los diversos sistemas de vida de la Madre Tierra puedan  absorber daños,
adaptarse a las perturbaciones, y regenerarse sin alterar significativamente sus 
características de estructura y funcionalidad, reconociendo que los sistemas de vida
tienen límites en su  capacidad de regenerarse, y que la humanidad tienen límites en
su capacidad de revertir sus acciones. 

Por último, a través del principio de no mercantilización se ha dispuesto


expresamente que no pueden  ser mercantilizados los sistemas de vida, ni los
procesos que sustentan, ni formar parte del patrimonio  privado de nadie. 

En definitiva, todas las bolivianas y bolivianos que formamos parte de la comunidad


de seres que  componen la Madre Tierra podemos ejercer los derechos establecidos
en la mencionada Ley, de forma  compatible con nuestros derechos individuales y
colectivos, teniendo presente que el ejercicio de los  derechos individuales está
limitado por el ejercicio de los derechos colectivos en los sistemas de vida de  la
Madre Tierra. Por ello, cualquier conflicto entre derechos debe resolverse de
manera que no se afecte  irreversiblemente la funcionalidad de los sistemas de vida,
de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 6 de  la citada ley. (VARGAS Lima Alan E.,
“El derecho al medio ambiente en la Nueva Constitución Política”,  Anuario de
Derecho Constitucional Latinoamericano, Año XVIII, Bogotá, 2012: 251-267). 

Tal como tenemos anotado, la aplicación de los principios generales del Derecho
Agroambiental, visto  su "carácter informador del ordenamiento jurídico",
contribuyen en todo momento a una 
interpretación y creación de las normas que sea congruente con la totalidad del
sistema; pero al mismo  tiempo, permiten encontrar solución en los casos de
lagunas legales, es decir, cuando la ley no haya previsto una regulación para al
caso concreto que se plantea. 
4. Autonomía del Derecho Agroambiental 

Ninguna rama del Derecho puede estar dotada de una autonomía absoluta, por ello,
al Derecho  Agroambiental le resulta natural continuar sosteniendo su indiscutible
especialización y una cierta  autonomía relativa, sin perjuicio de la
interdisciplinariedad y una cierta dependencia de otras ramas del  derecho. La
autonomía relativa del Derecho Agroambiental se caracteriza por haber logrado un 
tratamiento especial caracterizado por lo siguiente: 

Autonomía didáctica. Aquella que se distingue por haber fundado en varios países
la metódica y  especializada enseñanza del Derecho Agroambiental, en las
Facultades de Derecho, tales como las  Universidades de México, España, Argentina,
Rusia, Italia; en Bolivia la materia de Derecho Agrario o  Agroambiental es impartida
en el sistema universitario. 

Autonomía científica. Es la identificación de la actividad agraria como el objeto del


Derecho  Agroambiental, que ha permitido el desarrollo doctrinal y científico de la
materia, a través de la  identificación de sus institutos y, por esa vía, se ha
desarrollado el método, las fuentes y la interpretación,  que ha dado lugar a la
generación de los principios generales del Derecho Agroambiental.  

Autonomía jurídica. Define el carácter especial de esta materia, ya que la


institucionalidad del Derecho  Agroambiental es peculiar e interdependiente en
relación con el Derecho en general, es así que en Bolivia  se han promulgado normas
que regulan los procesos administrativos de distribución, redistribución y 
reagrupamiento de la propiedad agraria, el aprovechamiento forestal y de recursos
hídricos, las formas  de organización económicas agroambientales, los derechos de
la Madre Tierra y también normas que  regulan la Jurisdicción Agroambiental, cuya
competencia es la administración de justicia en esta materia;  de esta forma, es que
tenemos una estructura jurídica compuesta por normas especiales sustantivas y 
adjetivas que regulan estas relaciones sociales tanto con el Estado como entre
particulares. 

Autonomía de codificación. Se distingue por la labor que, hasta este momento, han
emprendido varios  países que ya tienen asentado Derecho y bases jurídicas agrarias
para catalogarlas en cuerpos legales  unísonos y sistemáticos. Así tenemos la
legislación en Rusia, España México y Panamá, con sus códigos  agrarios. En Bolivia
la base de la legislación agroambiental está contenida en la Ley Nº 1715 del Servicio 
Nacional de Reforma Agraria, la Ley, 3545 de Reconducción Comunitaria de la
Reforma Agraria y la Ley  Forestal Nº 1700 y sus respectivos reglamentos y el Código
Procesal Agroambiental.  

5. Objeto del Derecho Agroambiental


El objeto agroambiental constituye la cosa o servicio que por su naturaleza o
destino pertenece a la  actividad agraria o sirve para la realización de sus fines. De
acuerdo con lo expresado el objeto  agroambiental se halla integrado por las cosas o
bienes, o servicios que desde el punto de vista  estrictamente jurídico son las
prestaciones de dar, hacer o de no hacer, vinculados a la actividad agraria,  a que se
someten los sujetos agroambientales de acuerdo con los deberes u obligaciones que
imponen a  los mismos las normas jurídicas agroambientales. 
Con el propósito de explicar el objeto del Derecho Agroambiental, la doctrina ha
elaborado el concepto  de «agrariedad» para explicar que dicha disciplina no se
circunscribe a la propiedad agraria, sino a las  actividades productivas vinculadas a
un ciclo biológico: 

“La teoría de la agrariedad de Carroza, expresada como “la actividad productiva


agrícola, consistente en  el desarrollo de un ciclo biológico, vegetal o animal, ligado
directa o indirectamente al disfrute de las  fuerzas y de los recursos naturales y que
se resuelve económicamente en la obtención de frutos vegetales  o animales,
destinables al consumo directo, bien tales cuales, o bien previa una o múltiples 
transformaciones”. En este sentido se entiende a la actividad agraria principal
orientada hacia la  producción de animales y vegetales. Por ello también la teoría se
denomina “del ciclo biológico”, y el  derecho agrario puede deducir de él, todo el
conjunto de actividades, normativizadas o no, derivadas de  este tipo de
producción”. (Zeledón: 214.) 

En síntesis, el objeto del Derecho Agroambiental es la actividad agraria, que bajo el


concepto de  “agrariedad”, comprende el cultivo de la tierra, la cría del ganado, al
aprovechamiento forestal y las  actividades conexas. Así, las actividades
esencialmente agrarias son tres, agricultura, ganadería y  aprovechamiento forestal
o silvicultura.  

Ahora bien, los caracteres que deben concurrir para que una actividad se considere
esencialmente agraria  son: 

a) Que tenga por objeto la producción de organismos vivos, vegetales o animales,


bajo el control del sujeto  social agroambiental. 

b) Que esté en relación con una cierta extensión de terreno agrícola,


aprovechándose la fuerza productiva  natural de la tierra. 

c) Que tenga por objeto el aprovechamiento económico de aquellos organismos


vivos vegetales y  animales. 

Se consideran actividades conexas a las actividades dirigidas a la transformación,


industrialización y  comercialización de productos agrícolas, cuando están incluidas
en el ejercicio normal de la actividad  agraria. 

Los caracteres que deben concurrir para que se determine que una actividad es conexa son los
siguientes: 

a) Estas actividades de transformación, industrialización y comercialización, están


vinculadas y  derivan de la actividad agraria.
b) Deben ser realizadas dentro del mismo proceso productivo. 
c) Deben ser realizadas por el sujeto social que desarrolla la actividad agraria,
porque si se realiza  por otros agentes económicos independientes y en forma
aislada, estas actividades no son  agrarias y serán reguladas por el Derecho
Comercial.  

Si concurren estos elementos esenciales y conexos, estas actividades, serán


reguladas por el Derecho  Agroambiental. 
Por lo tanto, el núcleo del objeto del Derecho Agroambiental es la actividad
agraria, entendida como  aquella que se realiza en desarrollo del ciclo biológico,
vegetal o animal, ligado directa o indirectamente  con el aprovechamiento de los
recursos naturales y que se resuelve en la producción, transformación, 
industrialización y comercialización de productos agrarios. 

6. Fuentes del Derecho Agroambiental 

Fuentes, son los elementos con los cuales se fija la norma y luego la ley. El Derecho
Agroambiental, como  todas las ramas de derecho, tiene sus fuentes formales y
materiales. Las primeras se hallan constituidas  por los hechos creadores de la
norma jurídica agraria es decir de la forma normativa específica que 
necesariamente debe revestir las valoraciones y convicciones vigentes para pasar a
formar parte del orden  jurídico agroambiental con carácter de normas jurídicas
obligatorias. Las fuentes materiales, en cambio,  sólo expresan una tendencia social
susceptible de normativizarse, e integran el ordenamiento jurídico  agroambiental
cuando asumen una forma determinada, a través de un acto o una serie de actos
que  constituyen precisamente las llamadas fuentes formales. 

Las fuentes formales constituyen las formas obligatorias y predeterminadas que


deben caracterizar a las  reglas de conducta externa para imponerse en el ámbito
social mediante el poder coercitivo del Estado.  En realidad, son las fuentes formales
o directas las verdaderas fuentes del Derecho Agroambiental entre  éstas tenemos: 

6.1. Fuentes formales 

El Derecho Constitucional. Los principios del Derecho Constitucional, como


fundamentos axiológicos,  constituyen también fuente del Derecho Agroambiental,
principalmente los principios constitucionales  del Régimen de Tierra y Territorio y
del Régimen del Desarrollo Rural Integral Sustentable, son la base  para el futuro
desarrollo legislativo en materia agroambiental, es en base a estos preceptos 
constitucionales, que se interpreta la legislación agraria y también se aplican en caso
de ausencia de  norma agroambiental. 

Ley agraria. La ley constituye la fuente primordial del Derecho. Es la norma jurídica
agraria positiva que  permite ordenar regular jurídicamente a las relaciones
agrícolas, sociales y económicas. La ley agraria  consiste en un conjunto de normas
jurídicas que sirven para ordenar y regular las relaciones entre los  sujetos
agroambientales o de aquellos que participan de la actividad agraria en cualesquiera
de sus formas  y especificaciones.
Jurisprudencia. En un sentido amplio se entiende por jurisprudencia a toda decisión
emanada de  autoridad judicial o gubernativa, independientemente de su rango y
categoría, al interpretar y aplicar el  Derecho. Así, por ejemplo, se habla de
jurisprudencia de la ordinaria emitida por el Tribunal Supremo de  Justicia,
jurisprudencia Constitucional, jurisprudencia Agroambiental y jurisprudencia
Indígena Originaria  Campesina. 

La jurisprudencia constituye fuente del Derecho Agroambiental y se la puede definir


como «el  pronunciamiento reiterado formulado por los magistrados del Tribunal
Agroambiental al aplicar la ley. La  jurisprudencia agroambiental, denominada
también precedente judicial, stare decises, doctrina  jurisprudencial, sentencia
normativa, criterio jurisprudencial, es la decisión del más alto tribunal de la 
jurisdicción agroambiental, que al resolver un caso concreto, establece un principio
o doctrina jurídica  vinculante para el propio Tribunal Agroambiental y para todos
los órganos jurisdiccionales inferiores,  mientras no sea derogada o modificada por
resolución debidamente motivada del propio Tribunal.  

También es jurisprudencia Agroambiental, las decisiones emanadas por el Tribunal


Constitucional, cuando  dichas decisiones versan sobre materia de Derecho
Agroambiental.  

Usos y costumbres agrarias. En la práctica de la vida existen ciertas normas


conocidas como reglas  convencionales o usos sociales, como las tendencias,
modales de trato, prácticas culturales, conceptos de  ética, que se observan o
realizan de conformidad a la tradición, que se ejecutan u observan, aunque exista  
cierta presión hacia su cumplimiento. Estas normas establecidas por la costumbre
son las que reciben el  denominativo de Derecho Consuetudinario que es previo o
anterior a toda norma escrita, es decir es su  antecedente. Las costumbres
plasmadas en el Derecho Consuetudinario, generalmente, configuran las  normas
escritas o leyes de los pueblos. De ahí, algunos autores, con sobrada razón,
manifiestan que el  Derecho es producto cultural trasuntado en normas coercitivas. 

De la manera expuesta, los usos y costumbres manifestados desde tiempos


ancestrales, en las diferentes  actividades agrarias de los pueblos, constituyen la
fuente evidente del Derecho Agroambiental que en su  constante evolucionar a
través de los años, han constituido el conjunto de normas jurídicas 
agroambientales. 

Doctrina. La doctrina, o sea el saber de los juristas del Derecho Agroambiental, que
se va construyendo y  renovando gracias a sus investigaciones contribuye, de
manera eficaz al perfeccionamiento del Derecho  y de la legislación agroambiental.
El saber del jurista dedica al Derecho Agroambiental podría aplicarse  con provecho
a través de la ley, de la sentencia, o de la aplicación en aula. 

6.2. Fuentes materiales.  

Son los factores políticos, económicos, sociales, culturales, históricos y técnicos, que
estan presentes en  una determinada sociedad y en momento dado e influyen de
manera importante en la producción y  contenido de normas del ordenamiento
jurídico agroambiental. El hecho técnico constituye fuente  importante del Derecho
Agroambiental por cuanto las nuevas tecnologías de producción agraria, las 
actuales tecnologías de generación de información catastral rural, distintas formas
de organización
económicas agroambientales, la ingeniería genética, las zonas geográficas; entre
otras, darán como  resultado nuevos y particulares preceptos legales. 

7. Interpretación Jurídica del Derecho Agroambiental 

La interpretación es capaz de integrar el Derecho Agroambiental donde se


encuentren vacíos o lagunas,  resolver los antagonismos entre diversos tipos de
normas por su distinta formación histórica o por la  contradicción política misma de
su producción; en este contexto los principios generales del Derecho 
Agroambiental, muchos de ellos contenidos en nuestra CPE, nos posibilitan realizar
una interpretación  genuina acorde a los contenidos esenciales de la materia. 

La interpretación debe vincularse con una actividad creadora y evolutiva. Porque la


labor del intérprete  del Derecho Agroambiental no puede reducirse a una actitud
pasiva frente a un texto, o del texto en  relación con otras normas ubicadas en otros
cuerpos; por el contrario, significa un trabajo constructivo de  carácter analítico,
hermenéutico y axiológico, donde todas las normas deben interpretarse 
sistemáticamente, con lógica, en un sentido valorativo y referido a una realidad
concreta. 

Naturalmente, toda esta elaboración debe partir de un conocimiento profundo de


los institutos jurídicos  agroambientales, de sus vicisitudes en cuanto a límites o
proyecciones, el proceso de doble vía de  aplicación de las normas a los hechos y de
los hechos a las normas, en fin, del domino de la materia jurídica   agroambiental.
Sólo así podría adquirir la dimensión correcta la comprensión actual del problema 
hermenéutico porque deben conocer las normas y a ellas darles su verdadero
sentido en función de la  historia, los valores y la realidad donde deben aplicarse. 

Buena parte de lo dicho es aplicable a la tarea creativa de interpretar y aplicar las


normas, la que debe ser  guiada por un espíritu de moderación y requiere tener
siempre presente los objetivos y fines que persigue  el Derecho Agroambiental; esto
es, inducir el comportamiento de los sujetos sociales agroambientales hacia una
finalidad de bien público, cual es el desarrollo armónico de las actividades agrarias. 

9. Interdisciplinariedad del Derecho Agroambiental 

Conviene aceptar y fortalecer el fenómeno de la interdisciplinariedad; porque la


actividad agraria no es  tan solo un resultado o fin jurídico. Por el contrario, su
producto, representado en el ordenamiento o en  las reglas surgidas de fuentes
meta jurídicas, es la representación de otras disciplinas como la economía,  la
política, la sociología o la agronomía. El recurso a estas otras realidades ya ha dado
resultados  satisfactorios en otras épocas. Concretamente, el mismo concepto de
“agrariedad” surgió bajo este signo. Los fenómenos del futuro vinculados a
productos transgénicos, biodiversidad, o nuevas formas de  agricultura deberán
necesariamente estudiarse sobre estas bases. 

Sin embargo, será más importante, en esta concepción de avanzada, admitir la


interdependencia del  Derecho Agroambiental con otras ramas del Derecho,
especialmente con el constitucional y la ambiental.  Solo de esta forma se podrá
lograr un conocimiento real y profundo del complejo conjunto del nuevo  sistema.
En el futuro, seguramente, seguirán surgiendo fenómenos transversales como el
representado por el  ambiente o el desarrollo, o incluso el del mejoramiento de los
sistemas de administración de justicia, por  ser propios de los derechos humanos, o
movimientos similares a la internacionalización de los mercados  con impacto en el
consumo. Estas grandes transformaciones con impacto en todo el ordenamiento 
jurídico, influyen, necesariamente, en el Derecho Agroambiental para
redimensionarlo. 

No se desnaturaliza el Derecho Agroambiental en sus múltiples y complejas


relaciones de  interdependencia con el Derecho Civil, el Laboral o el Comercial,
sobre todo respecto de una serie de  institutos vinculados desde los orígenes
mismos en el Derecho Romano, en tanto no se sumen a éste  figuras o normas
antagónicas, o se incurra en el error metodológico de no darle la interpretación 
adecuada. 

10. Los sujetos sociales agroambientales 

Se entiende por sujeto social agroambiental a la persona que ejerce o participa en el


desempeño de la  actividad agraria, en forma habitual con aptitudes para ser titular
de derechos y para contraer  obligaciones reguladas por las normas
agroambientales.  

Los sujetos sociales agroambientales son las personas físicas o jurídicas que ejercen
o participan en la  actividad agraria productiva de manera habitual o quienes
contratan protegen o fomentan a la actividad  agraria, en general, por razones de
interés público o bienestar social. Por razón de la naturaleza de la  producción del
lugar donde se obtiene y el destino ulterior que se le da en muchos casos, el sujeto
social agroambiental ejerce actividades conexas además de las productivas. Puede
el sujeto ejercer una  actividad agraria vinculada, pero lo único que le da el carácter
de sujeto social agroambiental es la  actividad agraria productiva. La actividad
agraria ejercida por el sujeto se fija por su actuación o  participación en la
producción. Los demás aspectos de la actividad agraria deben considerarse siempre 
como accesorias o complementarias de la actividad fundamental que es la
productiva. 

10.1. Clasificación de los sujetos sociales agroambientales 

Los sujetos sociales agroambientales se clasifican según su naturaleza, el tipo de


actividad que realizan y  el grado de independencia que gozan en su actividad. 

Según su naturaleza. Se clasifican los sujetos sociales agroambientales en físicos, el


hombre y la mujer  que realizan las actividades agrarias en cualquiera de sus
especializaciones de manera habitual; dentro de  esta categoría podemos ubicar al
empresario, campesino, originario, indígena e intercultural, como  personas
individuales. 

Son sujetos agroambientales de naturaleza jurídica, las personas artificiales capaces


de adquirir derechos  o contraer obligaciones agrarias y que tienen por finalidad
principal desarrollar actividad agraria en forma  habitual. Como sujetos
Agroambientales de este tipo se pueden mencionar, en primer término, a los 
pueblos indígenas, comunidades campesinas, comunidades originarios,
comunidades interculturales,  cooperativas agrarias, asociaciones agrarias y
empresas agrarias.
Dentro de los sujetos de existencia ideal, el Estado desempeña un papel
fundamental, por ser la persona  jurídica que representa a la sociedad organizada
políticamente. Se trata de una persona jurídica pública  cuyas funciones y
atribuciones consisten en realizar el bienestar de la comunidad en general. 

Según el tipo de actividad que desarrollan. Los sujetos agroambientales pueden ser
sujetos productores,  son los que desempeñan una actividad agraria productiva o
que la dirigen personalmente ya se trate del  cultivo del suelo, la cría y el cuidado de
animales y la actividad forestal. Los sujetos productores, son los  sujetos de mayor
relevancia, ya que ellos personifican al agricultor, ganadero o forestal, en sentido  
amplio.  

Según el lugar que ocupan en el desarrollo de las actividades agrarias. Los sujetos
agroambientales  pueden ser independientes o empresarios y dependientes o
auxiliares. 

Los primeros son los que asumen la responsabilidad plena de las tareas o actos
inherentes a la actividad  agraria productiva que desarrollan en sus fundos por sí o
por medio de representantes. El sujeto  agroambiental independiente o empresario
puede ser calificado como tal en cualesquiera de los niveles  económicos a los que
pueda pertenecer el fundo agropecuario que posea. Se entiende aquí por fundo 
agropecuario a la organización productora agraria integrada por bienes y servicios
dirigidos por una  persona que recibe el calificativo de sujeto agroambiental
empresarial o independiente. Los sujetos  agroambientales auxiliares son las
personas dependientes del sujeto agroambiental principal o sea toda  persona que
trabaja o presta servicios en relación de dependencia y que actúa por
representación o por  subordinación al sujeto agroambiental independiente. En esta
clase de sujetos agroambientales se  pueden incluir varios tipos diferentes: sujetos
agroambientales auxiliares permanentes y los sujetos  agroambientales auxiliares
transitorios. 

10.2. Sujeto agroambiental público. El Estado por el hecho de desempeñar


funciones de índole agraria y  ejercer atribuciones de protección fomento y control
de la actividad agraria realizada por los sujetos  agroambientales en general puede
ser denominado sujeto agroambiental público. 

El Estado actúa por medio del gobierno que constituye la suma de los cuatro
órganos fundamentales: El  legislativo que sanciona las leyes y entre las cuales figura
las leyes agroambientales; el órgano  administrador o ejecutivo que hace cumplir las
leyes agroambientales y sus reglamentaciones por medio  de sus instancias
competentes; el órgano judicial que aplica las leyes agroambientales por medio de
los  tribunales competentes en materia agroambiental y el órgano electoral que
administra la elección de los  magistrados del Tribunal Agroambiental. 

El Estado puede ser considerado como sujeto público agroambiental en función de


las actividades que  realiza. No se trata de afirmar que el Estado sea un sujeto
agroambiental, sino que por las actividades que  desempeña en el ámbito
agroambiental, a través de sus poderes y de sus órganos específicos, debe ser 
considerado, a los efectos de la sistematización, como sujeto agroambiental público,
estos sujetos son  especialmente, las entidades que forman parte del Servicio
Nacional de Reforma Agraria, tales como la  Presidencia del Estado, el Ministerio de
Desarrollo Rural y tierras, el Ministerio de Medio Ambiente y  Aguas, el Instituto
Nacional de Reforma Agraria, la Autoridad de Control y Fiscalización de Bosque y 
Tierras, el Servicio Nacional de Riegos, El Servicio Nacional de Áreas Protegidas,
entre otros; también son 
sujetos agroambientales públicos, las autonomías departamentales, municipales e
indígena originaria  campesinas.  

También el Estado puede constituir empresas públicas o mixtas, que desarrollen


actividades  agropecuarias o de fomento y promoción de estas actividades, en estos
casos, también el Estado a través  de la representación legal de dichas entidades es
sujeto agroambiental.  
11. Capacidad 

Se entiende por capacidad jurídica agraria, la aptitud o idoneidad que tiene una
persona, para realizar  actos jurídicos agroambientales, lo que equivale a decir que
es la aptitud para adquirir derechos o contraer  obligaciones agroambientales y
ejercerlos por sí mismos. La capacidad constituye una emanación de la 
personalidad jurídica, con la cual se halla íntimamente vinculada. 

11.1. Capacidad jurídica agroambiental de goce 

La capacidad jurídica agroambiental, es la idoneidad aptitud que tiene una persona


para ser titular de derechos y sujeto de obligaciones, se adquiere con el nacimiento
de una persona natural o con la  obtención de personalidad jurídica de una persona
jurídica. 

11.2. Capacidad jurídica agroambiental de ejercicio 

En las leyes agrarias se halla legislada la capacidad jurídica agroambiental de obrar,


como conjunto de  normas que regulan la forma de ejercer estos derechos, de
manera tal que, si bien todos o un grupo de  sujetos agroambientales son titulares
de capacidad de goce, sólo los que reúnen determinadas  condiciones legales
pueden ejercerlos. 

La capacidad agroambiental de ejercicio se relaciona con los requisitos que la ley


impone, para poder ser  titular de determinados derechos. Ejercer un derecho
significa ponerlo en ejecución. La persona que  ejerce sus derechos agroambientales
puede personalmente disponer libremente de ellos, enajenar,  gravar o ceder, es la
posibilidad jurídica en la que un sujeto social agroambiental hace valer
directamente  sus derechos. 

La capacidad agroambiental de ejercicio, también denominada de derecho, consiste


en la aptitud de  ciertos sujetos agroambientales para gozar de derechos
agroambientales, o sea, implica la facultad que  reconoce la ley para poder ser
titular de derechos.  

Son capacidades de ejercicio en la legislación agroambiental, las que las leyes


otorgan para adquirir  tierras, para explotar bosques, para utilizar aguas públicas,
para acogerse a prórrogas legales en los  contratos agroambientales, a los beneficios
de inembargabilidad o embargabilidad de ciertas formas de  propiedad agraria, o
exención de pago de impuestos sobre la propiedad agraria. 

Con referencia a la capacidad individual nuestra legislación establece que la


capacidad de obrar o de  ejercicio se adquiere a los 18 años edad, en consecuencia,
los sujetos sociales agroambientales, mayores 
de 18 años, podrán ser beneficiarios de distribución de tierras y de realizar actos
jurídicos  agroambientales. 

También, en nuestra legislación la Disposición Final Duodécima, del Decreto


Supremo Nº 29215, que  reglamenta la Ley Nº 1715 del SNRA, con referencia a la
capacidad colectiva, establece lo siguiente: “En  los procesos agrarios se reconoce y
garantiza la personalidad jurídica de las comunidades campesinas,  indígenas,
pueblos originarios y colonizadores, quienes están facultados para adquirir derechos
y contraer  obligaciones en todo el territorio nacional, con arreglo a las disposiciones
vigentes”. Implícitamente las unidades de producción empresarial, cooperativa y
asociativa gozan de los mismos derechos. 

11.3. Incapacidad jurídica agroambiental 

La incapacidad agroambiental es la falta de aptitud para disfrutar de un derecho de


carácter  agroambiental. El fundamento esencial de las incapacidades surge por la
necesidad de proteger el interés  económico o social, mediante la exclusión de
determinadas personas en el goce de derechos o en el  ejercicio de los mismos. 

En realidad, si se analizan cuidadosamente los principios de Derecho Agroambiental,


veremos como la  forma de asegurar su protección y eficacia, en miras al logro de
los fines propios de toda política agraria  científica, es imponer ciertas incapacidades
de derecho o, de hecho, a los Sujetos Sociales Agroambientales. 

Por ejemplo, si las sociedades anónimas, por su interés puramente lucrativo y por el
anonimato de sus  titulares, pueden resultar nocivas para la actividad agraria, sólo
puede lograrse su exclusión mediante la  declaración de una incapacidad agraria de
derecho, que les prohíba, por ejemplo, adquirir bienes  inmuebles rurales; en este
sentido, el artículo 395.III, de la Constitución Política del Estado, establece  que:
“Por ser contraria al interés colectivo, está prohibida la obtención de renta fundiaria
generada por el  uso especulativo de la tierra”, es decir que las empresas de bienes
raíces no tienen reconocida capacidad  de ejercicio para desarrollar actividades de
lucro como producto de compra venta de propiedades agrarias.  

Por otra parte, si se pretende que la gente, que inicia actividades en la agricultura
por medio de  asentamientos humanos (colonización), sea apta para el trabajo
agrario, es obvio que será necesario  «limitar» la capacidad agraria de derecho que
la ley otorga a todo agricultor para adquirir tierra mediante  la creación de una
incapacidad de hecho, o toda persona que carece de algún miembro, padezca
alguna  enfermedad o se halle imposibilitada para trabajar por vejez. 

Las incapacidades se refieren exclusivamente a las condiciones inherentes a la


personalidad de los sujetos sociales agroambientales, y se vincula directamente con
la protección y el fomento de la actividad agraria;  de ahí que a medida de que las
exigencias legales sean mayores, en razón de la necesidad de incrementar  la
producción agropecuaria o de defender los recursos naturales renovables, o bien
lograr una más  equitativa distribución de los beneficios obtenidos del trabajo
agropecuario, o bien de lograr una más  equitativa distribución de los beneficios
obtenidos del trabajo agropecuario, irán sensiblemente  aumentando las
incapacidades agrarias de derecho y de hecho.
12. Domicilio 

El domicilio es el asiento jurídico de la persona, el lugar donde se supone que se


hallará siempre para  todos los efectos legales. 

El domicilio en Derecho Agroambiental constituye un medio de ubicación jurídica de


la persona y una  condición para delimitar el status legal del sujeto social
agropecuario. Puede comprenderse la necesidad  jurídica de esta imposición, si se
tiene en cuenta que el arraigo del hombre en la tierra y su estabilidad  económica
constituyen uno de los propósitos fundamentales de la legislación agroambiental. 
Entre los requisitos que la Reforma Agraria exige a los poseedores legales aspirantes
a adquirir tierras  fiscales, es el que hayan residido o residan en áreas rurales; y
entre las obligaciones que se imponen en la  adjudicación de tierras para
asentamientos humanos, figura siempre la de fijar su residencia en el predio.  La
legislación agroambiental establece como presunción legal que el domicilio de un
productor se halle  en el predio donde vive con su familia y donde trabaja. Pero, la
cuestión inherente al domicilio llega a  tener mayor importancia todavía, cuando la
presunción legal se desvirtúa por la comprobación de que el  agricultor no vive ni
trabaja en el fundo, en cuyo caso, la omisión de tal requisito puede originar la  
calificación de abandono y ello llegar a ser una agravante en la expropiación o
reversión del fundo. 

Para el Derecho Agroambiental, el domicilio legal es el lugar donde la ley agraria


presume sin admitir  prueba en contrario, que una persona reside de manera
permanente para el ejercicio de sus derechos y  cumplimiento de sus obligaciones
agrarias, aunque de hecho no esté allí de modo permanente. El  domicilio legal es
forzoso y por tal motivo la ley presume que la persona reside en tal lugar. Para el 
Derecho Agroambiental el sujeto agroambiental principal tiene su domicilio en el
lugar donde debe  realizar sus actividades agrarias, salvo que éstas fueran
temporarias o periódicas.  

Para los procesos administrativos agrarios de saneamiento, reversión o


expropiación, la ley presupone  que el domicilio es el predio o la propiedad agraria
objeto de dicho trámite; sin embargo, existe la  posibilidad que se tenga como
domicilio de los solicitantes, beneficiarios y denunciados, el fijado por éstos  en la
ciudad asiento de la Dirección Departamental del Instituto Nacional de Reforma
Agraria competente.  En caso de no fijar domicilio se tendrá como tal la secretaria
de la Dirección Departamental del Instituto  Nacional de Reforma Agraria
competente. 

13. Institutos del Derecho Agroambiental 

El concepto de instituto jurídico está ligado a concepto de ordenamiento jurídico,


que se articula en cada  una de sus ramas en torno a subconjuntos de normas que
se ordenan alrededor de un núcleo común de  relaciones jurídicas. El ordenamiento
jurídico que versa sobre el Derecho Agroambiental, cuyo objeto es  la actividad
agraria, del cual derivan subconjuntos de normas y relaciones jurídicas ordenadas
en torno a  una idea común se les denomina institutos jurídicos agroambientales,
estos constituyen una unidad  mínima de análisis que conforman el sistema de
normas. Tomando en cuenta además que lo que dota de 
sentido a las normas agroambientales, es precisamente su adscripción a un
determinado instituto jurídico. Es así, que, para estudiar las normas del Derecho
Agroambiental, es necesario ordenar dichas normas,  tomando como referencia un
núcleo temático común, un conjunto de normas que regulan determinadas 
relaciones jurídicas y construyen conceptualmente un instituto jurídico. 

“El instituto jurídico es la base para asentar el fundamento del sistema. Es el


conjunto de determinaciones  normativas agrupadas bajo el influjo de un objetivo
superior propio de las normas singulares llamadas a  conformarlo. Estas
determinaciones no todos emanan del ordenamiento estatal. Son creaciones
plásticas  representativas de la condensación de determinados contenidos
espirituales del derecho con fragmentos  de la realidad económica y social. Si bien
son producto del arbitrio de un acto legislativo, preexisten al  mismo legislador, pues
siempre hay una idea suya cuya representación es un núcleo de sedimentación  
vinculada a expresiones autóctonas y desarrolladas en el seno de ordenamientos
jurídicos particulares o  paraestatales” (Zeledón 1990: 121). 

Con base en los institutos jurídicos, se podría determinar hasta donde llega lo
agroambiental y cuando se  está en presencia de lo no agroambiental, para lo cual
es necesario remarcar, que el común denominador  entre los institutos jurídicos
agroambientales, es la actividad agraria; considerada como una categoría de 
análisis de las normas e institutos, no expresado por el legislador en los
ordenamientos jurídicos, pero  preexistente. Es así, que los institutos jurídicos de la
materia, en su configuración jurídica, ofrecen  elementos de tutela y protección a la
actividad agraria. 

Los institutos jurídicos agroambientales están caracterizados, en primer lugar por su


carácter público,  debido a que la actividad agraria, es de interés público, en tal
virtud, los derechos que derivan de dicha  actividad tienen una especial regulación
normativa; en segundo lugar, por la carácter social, debido a que  en el derecho
agroambiental, no solo se busca fines económicos o la satisfacción de los intereses 
generales, sino también que internamente se requiere un equilibrio social, donde la
brecha entre los  distintos sujetos sociales agropecuarios, cada vez sea menor y en
tercer lugar se caracterizan por su  carácter humanitario, debido a que el sujeto
social agropecuario, es el centro del sistema y no la  propiedad agraria o los otros
bienes, como forma de reivindicar los derechos humanos económicos,  sociales y
culturales. 

Los principales Institutos Jurídicos del Derecho Agroambiental son la gestión y


administración de los  recursos naturales renovables, la propiedad agraria, la
posesión agraria, los contratos agrarios, las  formas de organización económica
agroambiental y el Derecho Procesal Agroambiental.

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