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PROLOGO
Los Derechos de la Madre Tierra desde un punto de vista doctrinal nos plantean
reformular nuestros soportes epistemológicos y filosóficos en la ciencia jurídica
debido a que una entidad, la Madre Tierra, es portadora de derechos en
contraposición a los derechos exclusivos de los seres humanos, este nuevo
enfoque traerá como consecuencia la construcción de un nuevo paradigma cuyos
argumentos están basados en una crítica a la viabilidad del sistema capitalista
como proyecto civilizatorio global y está propiciando una discusión sobre los
nuevos volares que debería portar la nueva sociedad.
INTRODUCCIÓN
Actualmente, nuestra Constitución Política del Estado, reconoce diversas formas
de propiedad agraria, sujetos sociales agroambientales y organizaciones
económicas que desarrollan actividades agrarias, esto implica que debemos
reformular los contenidos de nuestro Derecho Agroambiental, a diferencia de
tratamiento que se da en otras legislaciones donde la unidad de producción
agraria es preponderantemente empresarial; en nuestro caso, la Constitución y
legislación boliviana, signan de manera especial el contenido del Derecho
Agroambiental, que en el marco de la pluralidad y el pluralismo económico,
social, cultural y jurídico, regula las distintas formas de organización económica
agroambiental, tales como la familiar, comunitaria, asociativa, empresarial y
estatal.
El desarrollo de los contenidos esta organizado por institutos jurídicos del Derecho
Agroambiental, es así que el segundo capítulo se estudia la administración y
gestión de los recursos naturales renovables, que se presentan entre el Estado y
la sociedad civil; tales como la tierra, los recursos forestales, los recursos hídricos
para actividades agrarias y los de la biodiversidad.
El Autor
I
ASPECTOS GENERALES DEL
DERECHO
AGROAMBIENTAL
Sin embargo, el moderno Derecho Agrario como disciplina jurídica, desgajada del
Derecho Civil, es de data reciente, surge con el desarrollo de la agricultura y los
procesos de industrialización, a finales del Siglo
XIX y principios del Siglo XX, es el desarrollo del capitalismo, que le da otra dinámica
a la agricultura tradicional, reestructurando la tenencia de la tierra, introduciendo
tecnologías agrícolas, abonos químicos, mejoramiento de especies y niveles
crecientes de especialización, que dan lugar al tránsito de una economía de
subsistencia a una economía de mercado. En este contexto, la propiedad agraria es
asumida como medio de producción y también como patrimonio, es así que surge el
Derecho Agrario para regular las relaciones sociales derivadas de la actividad
agraria, entendida esta como el cultivo de la tierra, la ganadería y las actividades
forestales, sobre la base del reconocimiento del derecho de propiedad agraria.
De esta manera, la Ley Nº 1715 del Servicio Nacional de Reforma Agraria de fecha
18 de octubre de 1996, junto con la Ley Nº 1333 de Medio Ambiente de 27 de abril
de 1992, la Ley Forestal Nº 1700, de 12 de julio de 1996, la Ley Nº 3545 de
Reconducción Comunitaria de la Reforma Agraria de fecha de 28 de noviembre de
2006, la promulgación de la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional y la
Promulgación de la Ley Marco de la Madre Tierra de 15 de octubre de 2012, darán
nuevos contenidos al Derecho Agroambiental boliviano, redefiniendo los alcances
normativos de sus institutos jurídicos y sobre todo la separación de las atribuciones
administrativas de distribución, redistribución y reagrupamiento de la propiedad
agraria, que le corresponden al Órgano Ejecutivo, a través del Servicio Nacional de
Reforma Agraria; de las competencias de administración de justicia agroambiental,
instituyéndose la Jurisdicción Agroambiental, como parte del Órgano Judicial.
2. Contenido del Derecho Agroambiental
Social: la misma comprende a los diversos grupos sociales que se dedican a las
actividades agrarias, tanto individuales, como empresariales o colectivos y las
diversas formas mediante las cuales interactúan,
cooperan y se complementan. Se refiere al conjunto de actores sociales y al
entramado de relaciones sociales que se dan entre ellos.
Partimos del criterio de que el Derecho Agroambiental tiene por objetivos también,
la regulación de la planificación, conservación, restauración y mejora de la
capacidad de la tierra, para producir recursos vitales, protegiendo y mejorando los
recursos naturales y el medio ambiente para las generaciones presentes y futuras.
El punto de encuentro entre actividad agraria y medioambiente, es que las
actividades agrarias requieren como base para su producción de la tierra, el agua y
el aire, dichos elementos no pueden ser deteriorados, contaminados o destruidos.
La dimensión ambiental del Derecho Agrario está referido a que la actividad agraria
debe ejercitarse en armonía con la naturaleza, no puede ser contaminada ni
contaminante, deberá respetar el ciclo biológico, los bienes destinados a la
alimentación deben contribuir a mejorar la salud y prolongar la vida de los
consumidores. (Zeledón, 2009: 384).
Por estas razones, en primer lugar, debe primar las obligaciones de conservación, es
decir un disfrute racional y económicamente sostenible para proteger los recursos
naturales renovables, debe existir un sentido de protección imperativo para evitar
su degradación y destrucción. Pero también en segundo lugar, se percibe la
necesidad de introducir límites y prohibiciones, tanto para garantizar la
planificación y la programación, como para combatir las prácticas nocivas o anti
ambientales en el desarrollo de actividades agrarias. Junto a estos dos tipos de
obligaciones también hay el de tercer tipo; son obligaciones de hacer, que van
dirigidas hacia la organización de la producción con el fin de evitar los daños, la
contaminación y el control de la explotación de los recursos naturales; porque la
unidad de producción agropecuaria no puede contaminar, dañar o afectar
negativamente a las demás unidades
colindantes en la misma zona; tampoco resulta lógica una defensa suya para
protegerse de las otras. Se trata de un proceso ambiental complejo ubicable más
allá del propio fundo. Estas medidas han sido diseñadas para una agricultura capaz
de producir bienes cada vez más sanos y limpios, naturales y no contaminados,
susceptibles de llegar al mercado con la garantía de respetar la naturaleza. Esta es
la agricultura del mañana, la preferida por los consumidores. (Ricardo Zeledón
2009: 103).
Sin embargo debemos puntualizar, el Derecho Ambiental se caracteriza por ser una
disciplina transversal, que recae en influye en todas las ramas jurídicas; el Derecho
Ambiental trastoca el objeto del Derecho Agrario, y éste se inclina más por una
producción sustentable, para proteger los recursos naturales que sirven de base al
desarrollo de las actividades agrarias. Así, el Derecho Ambiental influye en el
conjunto normativo del Derecho Agrario debido a que se produce una gran
conexitud entre ambiente y actividad agraria; de esta manera, el Derecho Agrario
se ve transversalizado por el Derecho Ambiental, ya que la actividad agraria se
desarrolla en un espacio geográfico, en un territorio, donde es imprescindible
proteger no solamente el recurso tierra, sino los demás recursos naturales
renovables.
Es este nexo común entre el Derecho Agrario y el Ambiental, entre el ciclo biológico
de la actividad agraria y el equilibrio ecológico, entre los institutos típicos del
Derecho Agrario y los institutos del Derecho Ambiental, que han motivado para que
en nuestro ordenamiento jurídico se haya optado renovar la denominación de
Derecho Agrario, por el de “Derecho Agroambiental”, debido a que es imperativo
que las actividades agrarias, tales como el cultivo de la tierra, la cría de ganado y el
aprovechamiento forestal, deban realizarse en el marco del derecho a un ambiente
sano y ecológicamente equilibrado.
El artículo 4.13, de la Ley Nº 300, Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral
Para Vivir Bien, desarrolla el concepto de Justicia Social en los siguientes términos:
“El Estado Plurinacional de Bolivia tiene como fin construir una sociedad justa,
equitativa y solidaria sin pobreza material, social y espiritual, que significa que el
pueblo boliviano en su conjunto cuenta con las capacidades, condiciones, medios e
ingresos económicos necesarios para satisfacer sus necesidades materiales, sociales
y afectivas, en el marco del respeto a la pluralidad económica, social, jurídica,
política y cultural para la plena realización del Vivir Bien”.
En aplicación del valor de la justicia social, se relativiza la función del mercado para
la redistribución de la riqueza y se establece la intervención del Estado para
implementar políticas públicas de lucha contra la pobreza rural y fomento de las
actividades agrarias.
Este principio establece con claridad que los recursos naturales entre ellos la tierra,
le pertenecen por dominio directo al pueblo boliviano, éste, en ejercicio de su
soberanía, delega su administración y gestión al Estado que en el marco de la
Constitución y las leyes y reglamentos que rigen cada uno de los recursos naturales,
administra directamente dichos recursos y otorga derechos de propiedad,
autorizaciones, registros, permisos, concesiones para el uso y aprovechamiento
sustentable de los mismos.
En aplicación del principio inspirador de la Reforma Agraria, “La tierra es para quien
la trabaja”, nuestra Constitución establece que: “El trabajo como fuente
fundamental para adquirir conservar la propiedad agraria”, lo que implica que el
Estado para distribuir, redistribuir o reagrupar tierras, para tutelar el derecho de
propiedad agraria, tiene que verificar la existencia de trabajo productivo, que
implica un proceso que se da en la relación del hombre con la naturaleza, en el cual
el trabajador agropecuario determina, regula y controla las reacciones materiales
entre sí y la naturaleza. Al cambiar la forma de lo que está dado por la naturaleza, el
hombre realiza su objetivo consciente, adapta las cosas a las necesidades humanas.
En aplicación de este principio, el Derecho Agroambiental, privilegia el trabajo que
se desarrolla en las unidades de producción agroambiental, protegiendo a la
actividad agraria.
Sin embargo es bueno aclarar que el trabajo no es una determinación absoluta para
la protección de la propiedad agraria, ya que también se garantiza el derecho de
propiedad agraria, cuando ésta, está destinada para fines de protección. Por otra
parte, también se relativiza el trabajo directo personal, ya que se permite la
organización de unidades de producción empresarial que de acuerdo división social
del trabajo unos realizan trabajo directo y otros trabajo de gerencia y organización,
ambos son imprescindibles para que la propiedad agraria cumpla su función, no
ocurre lo mismo en las formas de organización económica familiar donde el trabajo
manual e intelectual es ejercido por la familia.
Es por esta razón que, en aplicación a este principio, los propietarios y poseedores
de las propiedades agrarias, están obligados a cumplir con la función social,
económica y ambiental de la propiedad agraria, desarrollando sobre las mismas
actividades agrarias sustentables.
El artículo 30.I de la CPE, establece que: “El Estado garantiza, respeta y protege los
derechos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos consagrados en
esta Constitución y la ley”. Definiéndose que: Es nación y pueblo indígena originario
campesino toda la colectividad humana que comparta identidad cultural, idioma,
tradición histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya existencia es
anterior a la invasión colonial española”.
El parágrafo II del mismo artículo menciona que las naciones y pueblos indígena
originario campesinos gozan del reconocimiento en nuestra Constitución de
derechos, en lo referente al régimen agroambiental y específicamente a la
propiedad agraria estos derechos son: A la titulación colectiva de tierras y
territorios y a la gestión territorial indígena autónoma, y al uso y aprovechamiento
exclusivo de los recursos naturales renovables existentes en su territorio sin
perjuicio de los derechos legítimamente adquiridos por terceros.
En concordancia con estas disposiciones constitucionales la Ley Nº 1715, en su
artículo tercero, ha establecido que se garantizan los derechos de los pueblos y
comunidades indígenas y originarias sobre sus tierras comunitarias de origen,
tomando en cuenta sus implicaciones económicas, sociales y culturales, el uso y
aprovechamiento sostenible de los recursos naturales renovables. La denominación
de tierras comunitarias de origen comprende el concepto de territorio indígena, de
conformidad a la definición establecida en la parte segunda del Convenio 169 de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Nuestra CPE en su artículo 395.I, reconoce el derecho a la titularidad que tienen las
mujeres, al acceso, distribución y redistribución de la tierra, sin discriminación por
estado civil o unión conyugal, mediante la dotación colectiva o comunitaria, como
miembros de organizaciones indígenas originarias campesinas, comunidades
interculturales originarias, afro bolivianos y comunidades campesinas. Este artículo
permite a las mujeres a ser incluidas como beneficiarias de dotación de tierras
colectivas y comunitarias
Por otra parte, el artículo 402.2, del mismo texto constitucional establece que es
obligación del Estado, promover políticas dirigidas a eliminar todas las formas de
discriminación contra las mujeres en el acceso, tenencia y herencia de la tierra; con
la que se garantiza el acceso de las mujeres, no solamente a propiedades colectivas,
sino, también a propiedades individuales, sean estas pequeñas propiedades o
propiedades empresariales vía la adjudicación de tierras.
El carácter social del Derecho agroambiental está referido a que debe aplicarse
normas jurídicas para patentizar la equidad y justicia social, para hacer prevalecer el
interés y derechos del más débil y vulnerable con el fin de erradicar las
desigualdades sociales y económicas existentes.
́ la Función Social
Que, en la resolución de controversias, ante la igualdad de elementos objetivos probatorios, prevalecerá
respecto de la Función Económica social y el bienestar e interés colectivo frente al
bienestar individual.
Que el establecimiento de aranceles y cobros por los servicios que prestan las
instituciones relacionadas con la materia agraria, deberán ser los estrictamente
necesarios, en el marco de una racionalidad que esté de acuerdo con la realidad
económica nacional, de tal manera que no se impida ni se haga inviable el acceso a
estos servicios.
Por el que las instituciones y autoridades públicas, aplicarán las normas especiales
de esta materia, siendo aplicables las normas ordinarias sólo cuando así se
disponga de manera expresa. Esto, permite la aplicación exclusiva de la
Constitución, leyes y reglamentos que regulan las actividades agrarias, antes que la
aplicación de normas de otras ramas del Derecho en general, que podrían
distorsionar los fines y objetivos del régimen jurídico agroambiental boliviano.
El artículo 4.4 de Ley N° 300, Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral Para
Vivir Bien, con referencia al principio precautorio establece lo siguiente: “El Estado
Plurinacional de Bolivia y cualquier persona individual o colectiva se obliga a
prevenir y/o evitar de manera oportuna eficaz y eficiente los daños a los
componentes de la Madre Tierra incluyendo el medio ambiente, la biodiversidad, a
la salud humana y a los valores culturales intangibles, sin que se pueda omitir o
postergar el cumplimiento de esta obligación alegando la falta de certeza científica
y/o falta de recursos”.
Este principio, obliga a una amplia defensa integral de los derechos a la vida, la
resiliencia y la regeneración de la biodiversidad en todas sus dimensiones.
Según el artículo 3 de la Ley, la Madre Tierra se entiende como aquel “sistema
viviente dinámico conformado por la comunidad indivisible de todos los sistemas
de vida y los seres vivos, interrelacionados, interdependientes y complementarios,
que comparten un destino común”; de ahí que la Madre Tierra sea “considerada
sagrada, desde las cosmovisiones de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos”.
Los sistemas de vida que reconoce la Ley (artículo 4) son, precisamente, aquellas
comunidades complejas y dinámicas de plantas, animales, microorganismos y otros
seres y su entorno, en las que interactúan comunidades humanas y el resto de la
naturaleza como una unidad funcional, bajo la influencia de factores climáticos,
fisiográficos y geológicos, así como de las practicas productivas, y la diversidad
cultural de las bolivianas y los bolivianos, y las cosmovisiones de las naciones y
pueblos indígena originario campesinos, las comunidades interculturales y afro
bolivianas.
Tal como tenemos anotado, la aplicación de los principios generales del Derecho
Agroambiental, visto su "carácter informador del ordenamiento jurídico",
contribuyen en todo momento a una
interpretación y creación de las normas que sea congruente con la totalidad del
sistema; pero al mismo tiempo, permiten encontrar solución en los casos de
lagunas legales, es decir, cuando la ley no haya previsto una regulación para al
caso concreto que se plantea.
4. Autonomía del Derecho Agroambiental
Ninguna rama del Derecho puede estar dotada de una autonomía absoluta, por ello,
al Derecho Agroambiental le resulta natural continuar sosteniendo su indiscutible
especialización y una cierta autonomía relativa, sin perjuicio de la
interdisciplinariedad y una cierta dependencia de otras ramas del derecho. La
autonomía relativa del Derecho Agroambiental se caracteriza por haber logrado un
tratamiento especial caracterizado por lo siguiente:
Autonomía didáctica. Aquella que se distingue por haber fundado en varios países
la metódica y especializada enseñanza del Derecho Agroambiental, en las
Facultades de Derecho, tales como las Universidades de México, España, Argentina,
Rusia, Italia; en Bolivia la materia de Derecho Agrario o Agroambiental es impartida
en el sistema universitario.
Autonomía de codificación. Se distingue por la labor que, hasta este momento, han
emprendido varios países que ya tienen asentado Derecho y bases jurídicas agrarias
para catalogarlas en cuerpos legales unísonos y sistemáticos. Así tenemos la
legislación en Rusia, España México y Panamá, con sus códigos agrarios. En Bolivia
la base de la legislación agroambiental está contenida en la Ley Nº 1715 del Servicio
Nacional de Reforma Agraria, la Ley, 3545 de Reconducción Comunitaria de la
Reforma Agraria y la Ley Forestal Nº 1700 y sus respectivos reglamentos y el Código
Procesal Agroambiental.
Ahora bien, los caracteres que deben concurrir para que una actividad se considere
esencialmente agraria son:
Los caracteres que deben concurrir para que se determine que una actividad es conexa son los
siguientes:
Fuentes, son los elementos con los cuales se fija la norma y luego la ley. El Derecho
Agroambiental, como todas las ramas de derecho, tiene sus fuentes formales y
materiales. Las primeras se hallan constituidas por los hechos creadores de la
norma jurídica agraria es decir de la forma normativa específica que
necesariamente debe revestir las valoraciones y convicciones vigentes para pasar a
formar parte del orden jurídico agroambiental con carácter de normas jurídicas
obligatorias. Las fuentes materiales, en cambio, sólo expresan una tendencia social
susceptible de normativizarse, e integran el ordenamiento jurídico agroambiental
cuando asumen una forma determinada, a través de un acto o una serie de actos
que constituyen precisamente las llamadas fuentes formales.
Ley agraria. La ley constituye la fuente primordial del Derecho. Es la norma jurídica
agraria positiva que permite ordenar regular jurídicamente a las relaciones
agrícolas, sociales y económicas. La ley agraria consiste en un conjunto de normas
jurídicas que sirven para ordenar y regular las relaciones entre los sujetos
agroambientales o de aquellos que participan de la actividad agraria en cualesquiera
de sus formas y especificaciones.
Jurisprudencia. En un sentido amplio se entiende por jurisprudencia a toda decisión
emanada de autoridad judicial o gubernativa, independientemente de su rango y
categoría, al interpretar y aplicar el Derecho. Así, por ejemplo, se habla de
jurisprudencia de la ordinaria emitida por el Tribunal Supremo de Justicia,
jurisprudencia Constitucional, jurisprudencia Agroambiental y jurisprudencia
Indígena Originaria Campesina.
Doctrina. La doctrina, o sea el saber de los juristas del Derecho Agroambiental, que
se va construyendo y renovando gracias a sus investigaciones contribuye, de
manera eficaz al perfeccionamiento del Derecho y de la legislación agroambiental.
El saber del jurista dedica al Derecho Agroambiental podría aplicarse con provecho
a través de la ley, de la sentencia, o de la aplicación en aula.
Son los factores políticos, económicos, sociales, culturales, históricos y técnicos, que
estan presentes en una determinada sociedad y en momento dado e influyen de
manera importante en la producción y contenido de normas del ordenamiento
jurídico agroambiental. El hecho técnico constituye fuente importante del Derecho
Agroambiental por cuanto las nuevas tecnologías de producción agraria, las
actuales tecnologías de generación de información catastral rural, distintas formas
de organización
económicas agroambientales, la ingeniería genética, las zonas geográficas; entre
otras, darán como resultado nuevos y particulares preceptos legales.
Los sujetos sociales agroambientales son las personas físicas o jurídicas que ejercen
o participan en la actividad agraria productiva de manera habitual o quienes
contratan protegen o fomentan a la actividad agraria, en general, por razones de
interés público o bienestar social. Por razón de la naturaleza de la producción del
lugar donde se obtiene y el destino ulterior que se le da en muchos casos, el sujeto
social agroambiental ejerce actividades conexas además de las productivas. Puede
el sujeto ejercer una actividad agraria vinculada, pero lo único que le da el carácter
de sujeto social agroambiental es la actividad agraria productiva. La actividad
agraria ejercida por el sujeto se fija por su actuación o participación en la
producción. Los demás aspectos de la actividad agraria deben considerarse siempre
como accesorias o complementarias de la actividad fundamental que es la
productiva.
Según el tipo de actividad que desarrollan. Los sujetos agroambientales pueden ser
sujetos productores, son los que desempeñan una actividad agraria productiva o
que la dirigen personalmente ya se trate del cultivo del suelo, la cría y el cuidado de
animales y la actividad forestal. Los sujetos productores, son los sujetos de mayor
relevancia, ya que ellos personifican al agricultor, ganadero o forestal, en sentido
amplio.
Según el lugar que ocupan en el desarrollo de las actividades agrarias. Los sujetos
agroambientales pueden ser independientes o empresarios y dependientes o
auxiliares.
Los primeros son los que asumen la responsabilidad plena de las tareas o actos
inherentes a la actividad agraria productiva que desarrollan en sus fundos por sí o
por medio de representantes. El sujeto agroambiental independiente o empresario
puede ser calificado como tal en cualesquiera de los niveles económicos a los que
pueda pertenecer el fundo agropecuario que posea. Se entiende aquí por fundo
agropecuario a la organización productora agraria integrada por bienes y servicios
dirigidos por una persona que recibe el calificativo de sujeto agroambiental
empresarial o independiente. Los sujetos agroambientales auxiliares son las
personas dependientes del sujeto agroambiental principal o sea toda persona que
trabaja o presta servicios en relación de dependencia y que actúa por
representación o por subordinación al sujeto agroambiental independiente. En esta
clase de sujetos agroambientales se pueden incluir varios tipos diferentes: sujetos
agroambientales auxiliares permanentes y los sujetos agroambientales auxiliares
transitorios.
El Estado actúa por medio del gobierno que constituye la suma de los cuatro
órganos fundamentales: El legislativo que sanciona las leyes y entre las cuales figura
las leyes agroambientales; el órgano administrador o ejecutivo que hace cumplir las
leyes agroambientales y sus reglamentaciones por medio de sus instancias
competentes; el órgano judicial que aplica las leyes agroambientales por medio de
los tribunales competentes en materia agroambiental y el órgano electoral que
administra la elección de los magistrados del Tribunal Agroambiental.
Se entiende por capacidad jurídica agraria, la aptitud o idoneidad que tiene una
persona, para realizar actos jurídicos agroambientales, lo que equivale a decir que
es la aptitud para adquirir derechos o contraer obligaciones agroambientales y
ejercerlos por sí mismos. La capacidad constituye una emanación de la
personalidad jurídica, con la cual se halla íntimamente vinculada.
Por ejemplo, si las sociedades anónimas, por su interés puramente lucrativo y por el
anonimato de sus titulares, pueden resultar nocivas para la actividad agraria, sólo
puede lograrse su exclusión mediante la declaración de una incapacidad agraria de
derecho, que les prohíba, por ejemplo, adquirir bienes inmuebles rurales; en este
sentido, el artículo 395.III, de la Constitución Política del Estado, establece que:
“Por ser contraria al interés colectivo, está prohibida la obtención de renta fundiaria
generada por el uso especulativo de la tierra”, es decir que las empresas de bienes
raíces no tienen reconocida capacidad de ejercicio para desarrollar actividades de
lucro como producto de compra venta de propiedades agrarias.
Por otra parte, si se pretende que la gente, que inicia actividades en la agricultura
por medio de asentamientos humanos (colonización), sea apta para el trabajo
agrario, es obvio que será necesario «limitar» la capacidad agraria de derecho que
la ley otorga a todo agricultor para adquirir tierra mediante la creación de una
incapacidad de hecho, o toda persona que carece de algún miembro, padezca
alguna enfermedad o se halle imposibilitada para trabajar por vejez.
Con base en los institutos jurídicos, se podría determinar hasta donde llega lo
agroambiental y cuando se está en presencia de lo no agroambiental, para lo cual
es necesario remarcar, que el común denominador entre los institutos jurídicos
agroambientales, es la actividad agraria; considerada como una categoría de
análisis de las normas e institutos, no expresado por el legislador en los
ordenamientos jurídicos, pero preexistente. Es así, que los institutos jurídicos de la
materia, en su configuración jurídica, ofrecen elementos de tutela y protección a la
actividad agraria.