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Qué Puede Un Caballo
Qué Puede Un Caballo
Nadie encendía las lámparas del autor uruguayo Felisberto Hernández (1902-1964). Un
autor considerado como uno de los “raros” dentro de la narrativa latinoamericana, “por
que conoció el hambre y la persecución, pero también la felicidad hasta que esta le
El cuento arranca de la siguiente manera: “Hace algunos veranos empecé a tener la idea
de que yo había sido caballo. Al llegar la noche ese pensamiento venía a mí como a un
el narrador tiene más que ver con una dimensión intensiva del animal que con una
idea de caballo que llega como a un galpón de su casa, no plantea una metáfora, sino
que se podría interpretar como un artificio que utiliza el escritor para liberar al caballo
de su forma hasta quedarse con la presencia de su movimiento. Esto desde la ética del
cuerpo que planteaba Espinoza y que Deleuze continuaría, “llegar a elementos que ya
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Pía, Aldana. Coleccionismo y Ritualidad…, 8.
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no tienen forma ni función, que en ese sentido son abstractos, aunque sean
velocidad.3
cuerpo que ya no se define por órganos, ni por ninguna organización sino que está hecho
desde un punto de vista ético está hecho de afectos Nada sabemos de un cuerpo mientras
no sepamos lo que puede, es decir, cuáles son sus afectos, cómo pueden o no
componerse con otros afectos, con los afectos de otro cuerpo, ya sea para des-truirlo o
ser destruido por él, ya sea para intercambiar con él acciones y pasiones, ya sea para
componer con él un cuerpo más potente4 y que sería inseparable de la noche. llí donde
En una de las noches yo andaba por un camino de tierra …De un lado me seguía la luna;
gran esfuerzo los árboles y mi sombra se estrechaba con la de ellos.Yo iba arropado en
mi carne cansada y me dolían las articulaciones próximas a los cascos….En las primeras
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Gilles Deleuze, Mil Mesetas, 258.
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caballo algo muy parecido a lo que había dejado hacia poco en el hombre: una gran
(En este instante, siendo caballo, pienso en lo que me pasó hace poco tiempo,
cuando todavía era hombre. Una noche que no podía dormir porque sentía hambre,
recordé que en el ropero tenía un paquete de pastillas de menta. Me las comí; pero al
actual sentido de caballo. Mis pasos tienen un eco profundo; estoy haciendo sonar un
gran puente de madera. Por caminos muy distintos he tenido siempre los mismos
recuerdos. De día y de noche ellos corren por mi memoria como los ríos de un país.
o en un fondo que situaría a los sujetos, ni en apéndices que fijarían al suelo las cosas y
haecceidad.266
anterior algunas mañas y esa noche utilicé la de saltar un cerco que daba sobre
un camino; apenas pude hacerlo y salí lastimado. Empecé a vivir una libertad
triste…Mi cuerpo no sólo se había vuelto pesado sino que todas sus partes
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Felisberto Hernández, “La mujer parecida a mí” en Felisberto Hernández Narrativa Completa, 324-325.
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tenía mucha astucia para reunirlas; pero lo que más pronto las ponía de acuerdo
El dolor me hacía poner atención en cada una de las partes del cuerpo, a medida que
ellas iban entrando en el movimiento de los pasos. De vez en cuando, y fuera de este
ritmo, me venía un escalofrío en el lomo; pero otras veces sentía pasar como una brisa
El devenir-animal del hombre es real, sin que sea real el animal que él deviene;
y, simultáneamente, el devenir-otro del animal es real sin que ese otro sea real. Ese es el
punto que habrá que explicar: cómo un devenir no tiene otro sujeto que sí mismo.
un cuerpo sólo se define por una longitud y una latitud: es decir, el conjunto de
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Gilles Deleuze, “Devenir-intenso, Devenir-animal, Devenir-imperceptible.” Mil Mesetas, 264.
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Pero, ¿de qué realidad se trata? Pues si devenir animal no consiste en hacer el animal o
Se trata de hacer un cuerpo sin órganos, allí donde las intensidades pasan y hacen que ya no
haya ni yo ni el otro, no en nombre de una mayor generalidad, de una mayor
extensión, sino en 162virtud de singularidades que ya no se pueden llamar
personales, de intensidades que ya no se pueden llamar extensivas. El campo de
inmanencia no es interior al yo, pero tampoco procede de un yo exterior o de un
no-yo. Más bien es como el Afuera absoluto que ya no conoce los Yo, puesto que lo
interior y lo exterior forman igualmente parte de la inmanencia en la que han
fundido.11
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estación, la hora, no son de otra naturaleza que las cosas, los animales o las
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La amiga le había dicho que tenía cara de caballo. Yo miré sorprendido pues la maestra
se me parecía(327)
A mí me parece que Tomasa se expone demasiado llevando ese caballo a casa de ella.
Ya las de Zubiría iban diciendo que una mujer sola en su casa, con un caballo que no
piensa utilizar para nada, no tiene sentido; y mamá también dice que ese caballo le va a
repertorio de mis achaques. Ese día no tuve deseos de recordar nada. (329)
blancas y negras parecían también ropas revueltas. Pero lo que más llamaba mi atención
era mi propia cabeza; cada vez yo la levantaba más. Estaba tan deslumbrado que tuve
que bajar los párpados y buscarme por un instante a mí mismo, a mi propia idea de
En cuanto me quede solo me vinieron encima los pensamientos que había tenido hacía
unos instantes y no me atrevía a mírame al espejo. ¡Parecía mentira! ¡Uno podía ser un
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caballo y hacerse esas ilusiones! Al mucho rato volvió la maestra. Me hizo las cosquillas
haecceidad; se define por una longitud y una latitud, por velocidades y afectos,
caballo, de igual modo que la rata que agoniza se compone con el aire, y el
otra naturaleza que las cosas, los animales o las personas que los pueblan, los
nunca. Había encontrado en el caballo algo muy parecido a lo que había dejado
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hacía poco en el hombre: una gran pereza; en ella podían trabajar a gusto los
recuerdos. Además, yo había descubierto que para que los recuerdos anduvieran,
tenía que darles cuerda caminando. En esa época yo trabajaba con un panadero.
Fue él quien me dio la ilusión de que todavía podía ser feliz. Me tapaba los ojos
isarlo cuando su cuerpo estaba de costado; mi pata resbaló sobre su; pero con los
Llegué a casa a pasos lentos; pensaba entrar en el granero; pero sentí una
pesos; sin duda los que hubieran necesitado para comprarme. Yo ya iba a alegrarme e
pensar que no les costaría nada, cuando sentí que él hablaba de casamiento; y al final, ya
como es que me fui. Pero por lo que más lamentaba no ser hombre era por no tener un
Nuestro primer principio decía: manada y contagio, contagio de manada, por ahí pasa el
devenir animal. Pero un segundo principio parece decir lo contrario: allí donde haya una
multiplicidad, encontraréis también un individuo excepcional, y con él es con quien
habrá que hacer alianza para devenir-animal.16
todo animal es en primer lugar una banda, una manada. Que, más que caracteres, todo
animal tiene sus modos de manada, incluso si cabe hacer distinciones dentro de esos
modos. Ahí es donde el hombre tiene algo que ver con el animal. Nosotros no
devenimos animal sin una fascinación por la manada, por la multiplicidad.
Bibliografía:
Deleuze, Gilles. Mil Mesetas. Trad. Por José Vásquez Pérez con la colaboración de
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