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Angeline Herrera Moreno

¿Qué puede un caballo?

En el año de 1947 se publicó en la ciudad de Buenos Aires la antología narrativa

Nadie encendía las lámparas del autor uruguayo Felisberto Hernández (1902-1964). Un

autor considerado como uno de los “raros” dentro de la narrativa latinoamericana, “por

su posible inscripción en lo fantástico, por sus aproximaciones al surrealismo y por su

atmósfera de misterio y extrañeza, es decir porque su producción resiste o dificulta una

definición precisa y definida dentro del panorama literario”1. El cuento escogido de la

mencionada antología se llama “La mujer parecida a mí” y es la historia de un caballo

que conoció el hambre y la persecución, pero también la felicidad hasta que esta le

trajera pensamientos culpables. La intensión de este escrito es interpretar dicha historia a

partir de lo que Deleuze llamó devenir.

El cuento arranca de la siguiente manera: “Hace algunos veranos empecé a tener la idea

de que yo había sido caballo. Al llegar la noche ese pensamiento venía a mí como a un

galpón de mi casa. Apenas yo acostaba mi cuerpo de hombre, ya empezaba a andar mi

recuerdo de caballo2.” Lo primero a considerar es que la idea de caballo que contempla

el narrador tiene más que ver con una dimensión intensiva del animal que con una

representativa. No se alude a la forma orgánica del caballo sino a su desplazamiento. La

idea de caballo que llega como a un galpón de su casa, no plantea una metáfora, sino

que se podría interpretar como un artificio que utiliza el escritor para liberar al caballo

de su forma hasta quedarse con la presencia de su movimiento. Esto desde la ética del

cuerpo que planteaba Espinoza y que Deleuze continuaría, “llegar a elementos que ya

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Pía, Aldana. Coleccionismo y Ritualidad…, 8.
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Angeline Herrera Moreno

no tienen forma ni función, que en ese sentido son abstractos, aunque sean

perfectamente reales. Sólo se distinguen por el movimiento y el reposo, la lentitud y la

velocidad.3

Lo segundo es la postura pasiva que toma el narrador al acostar su cuerpo, un no-

movimiento. El hombre y su recuerdo de caballo El caballo que el narrador recuerda no

es un caballo, es una manada de caballos y su cuerpo recibe la afectación de una

potencia de manada, que desencadena y hace vacilar el yo”, lo desterritorializa.

Entra en un agenciamiento que es inseparable de la noche, en que un caballo deviene

pensamiento en el hombre al mismo tiempo de el hombre deviene-caballo, formando un

cuerpo que ya no se define por órganos, ni por ninguna organización sino que está hecho

de afectos e intensidades, se compone de

desde un punto de vista ético está hecho de afectos Nada sabemos de un cuerpo mientras

no sepamos lo que puede, es decir, cuáles son sus afectos, cómo pueden o no

componerse con otros afectos, con los afectos de otro cuerpo, ya sea para des-truirlo o

ser destruido por él, ya sea para intercambiar con él acciones y pasiones, ya sea para

componer con él un cuerpo más potente4 y que sería inseparable de la noche. llí donde

haya una multiplicidad, encontraréis también un individuo excepcional, y con él es con

quien habrá que hacer alianza para devenir-animal.5

En una de las noches yo andaba por un camino de tierra …De un lado me seguía la luna;

en el lado opuesto se arrastraba mi sombra…En dirección contraria venían llegando con

gran esfuerzo los árboles y mi sombra se estrechaba con la de ellos.Yo iba arropado en

mi carne cansada y me dolían las articulaciones próximas a los cascos….En las primeras

horas de la noche y a pesar del hambre yo no me detenía nunca. Había encontrado en el

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Gilles Deleuze, Mil Mesetas, 258.
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caballo algo muy parecido a lo que había dejado hacia poco en el hombre: una gran

pereza, en ella podían trabajar a gusto los recuerdos. (324)

(En este instante, siendo caballo, pienso en lo que me pasó hace poco tiempo,

cuando todavía era hombre. Una noche que no podía dormir porque sentía hambre,

recordé que en el ropero tenía un paquete de pastillas de menta. Me las comí; pero al

masticarlas hacían un ruido parecido al maíz.) Ahora, de pronto, la realidad me trae a mi

actual sentido de caballo. Mis pasos tienen un eco profundo; estoy haciendo sonar un

gran puente de madera. Por caminos muy distintos he tenido siempre los mismos

recuerdos. De día y de noche ellos corren por mi memoria como los ríos de un país.

Algunas veces yo los contemplo; y otras veces ellos se desbordan6.

¿Quién se enuncia y desde qué lugar? No es esta acaso la zona de vecindad, de

indiferenciación que a la que Deleuze llamaría devenir. Y lo que se enuncia no sería el

devenir que no tiene otro sujeto que sí mismo.

Pero no hay que pensar que la haecceidad consiste simplemente en un decorado

o en un fondo que situaría a los sujetos, ni en apéndices que fijarían al suelo las cosas y

las personas. Todo el agenciamiento en su conjunto individuado resulta ser una

haecceidad.266

Al poco tiempo tuve una noche muy larga; conservaba de mi vida

anterior algunas mañas y esa noche utilicé la de saltar un cerco que daba sobre

un camino; apenas pude hacerlo y salí lastimado. Empecé a vivir una libertad

triste…Mi cuerpo no sólo se había vuelto pesado sino que todas sus partes

querían vivir una vida independiente y no realizar ningún esfuerzo…el hambre

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Felisberto Hernández, “La mujer parecida a mí” en Felisberto Hernández Narrativa Completa, 324-325.
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tenía mucha astucia para reunirlas; pero lo que más pronto las ponía de acuerdo

era el miedo a la persecución.(325)

Lo anomal una posición o un conjunto de posiciones con relación a una multiplicidad7.

El dolor me hacía poner atención en cada una de las partes del cuerpo, a medida que

ellas iban entrando en el movimiento de los pasos. De vez en cuando, y fuera de este

ritmo, me venía un escalofrío en el lomo; pero otras veces sentía pasar como una brisa

dichosa, la idea de lo que ocurriría después, cuando estuviera descansando; yo tendría

una nueva provisión de cosas para recordar. (328)

pues el devenir no tiene otro sujeto que sí mismo.

El devenir-animal del hombre es real, sin que sea real el animal que él deviene;

y, simultáneamente, el devenir-otro del animal es real sin que ese otro sea real. Ese es el

punto que habrá que explicar: cómo un devenir no tiene otro sujeto que sí mismo.

un cuerpo sólo se define por una longitud y una latitud: es decir, el conjunto de

los elementos materiales que le pertenecen bajo tales relaciones de movimiento y de

reposo, de velocidad y de lentitud(longitud); el conjunto de los afectos intensivos de los

que es capaz bajo tal poder o grado de potencia(latitud). 8

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Gilles Deleuze, “Devenir-intenso, Devenir-animal, Devenir-imperceptible.” Mil Mesetas, 264.
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la posibilidad de una descendencia cuyos grados de modificación dependen de

condiciones exteriores. La historia natural sólo puede pensar en términos de relaciones,

entre A y B, pero no en términos de producción, de A a x.

Lo que es real es el propio devenir, el bloque de devenir, y no los términos

supuestamente fijos en los que se trasformaría el que deviene9.

Los devenires animales no son sueños ni fantasmas. Son perfectamente reales.

Pero, ¿de qué realidad se trata? Pues si devenir animal no consiste en hacer el animal o

en imitarlo, también es evidente que el hombre no deviene ―realmente‖ animal, como

tampoco el animal deviene realmente otra cosa10.

Se trata de hacer un cuerpo sin órganos, allí donde las intensidades pasan y hacen que ya no
haya ni yo ni el otro, no en nombre de una mayor generalidad, de una mayor
extensión, sino en 162virtud de singularidades que ya no se pueden llamar
personales, de intensidades que ya no se pueden llamar extensivas. El campo de
inmanencia no es interior al yo, pero tampoco procede de un yo exterior o de un
no-yo. Más bien es como el Afuera absoluto que ya no conoce los Yo, puesto que lo
interior y lo exterior forman igualmente parte de la inmanencia en la que han
fundido.11

Todo el agenciamiento en su conjunto individuado resulta ser una haecceidad; se

define por una longitud y una latitud, por velocidades y afectos,

independientemente de las formas y de los sujetos que sólo pertenecen a otro

plan. El lobo, o el caballo, o el niño dejan de ser sujetos para devenir

acontecimientos, en agenciamientos que son inseparables de una hora, de una

estación, de una atmósfera, de un aire, de una vida… El clima, el viento, la

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estación, la hora, no son de otra naturaleza que las cosas, los animales o las

personas que los pueblan, los siguen, duermen o se despiertan en ellos12.

(326)

La amiga le había dicho que tenía cara de caballo. Yo miré sorprendido pues la maestra

se me parecía(327)

A mí me parece que Tomasa se expone demasiado llevando ese caballo a casa de ella.

Ya las de Zubiría iban diciendo que una mujer sola en su casa, con un caballo que no

piensa utilizar para nada, no tiene sentido; y mamá también dice que ese caballo le va a

traer muchas dificultades.(327)

Estaba obligado, como un organito roto y desafinado, a ir repitiendo siempre el mismo

repertorio de mis achaques. Ese día no tuve deseos de recordar nada. (329)

De pronto levanté la cabeza y me encontré conmigo mismo, con mi olvidada cabeza de

caballo desdichado. El espejo también mostraba partes de mi cuerpo; mis manchas

blancas y negras parecían también ropas revueltas. Pero lo que más llamaba mi atención

era mi propia cabeza; cada vez yo la levantaba más. Estaba tan deslumbrado que tuve

que bajar los párpados y buscarme por un instante a mí mismo, a mi propia idea de

caballo cuando yo era ignorado por mis ojos. (330)

En cuanto me quede solo me vinieron encima los pensamientos que había tenido hacía

unos instantes y no me atrevía a mírame al espejo. ¡Parecía mentira! ¡Uno podía ser un

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caballo y hacerse esas ilusiones! Al mucho rato volvió la maestra. Me hizo las cosquillas

desagradables pero más daño me hacía su inocencia. (331)

Alcancé a pisarlo cuando su cuerpo estaba de costado

Todo el agenciamiento en su conjunto individuado resulta ser una

haecceidad; se define por una longitud y una latitud, por velocidades y afectos,

independientemente de las formas y de los sujetos que sólo pertenecen a otro

plan. El lobo, o el caballo, o el niño dejan de ser sujetos para devenir

acontecimientos, en agenciamientos que son inseparables de una hora, de una

estación, de una atmósfera, de un aire, de una vida. La calle se compone con el

caballo, de igual modo que la rata que agoniza se compone con el aire, y el

animal y la luna llena se componen juntos. A lo sumo, se distinguirá las

haecceidades de agenciamientos (un cuerpo que sólo es considerado como

longitud y latitud), y las haecceidades de inter-agenciamientos, que señalan

también las potencialidades de devenir en el seno de cada agenciamiento (el

medio de cruzamiento de las longitudes y latitudes). Pero las dos son

estrictamente in-separables. El clima, el viento, la estación, la hora, no son de

otra naturaleza que las cosas, los animales o las personas que los pueblan, los

siguen, duermen o se despiertan en ellos13.

En las primeras horas de la noche y a pesar del hambre, yo no me detenía

nunca. Había encontrado en el caballo algo muy parecido a lo que había dejado

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hacía poco en el hombre: una gran pereza; en ella podían trabajar a gusto los

recuerdos. Además, yo había descubierto que para que los recuerdos anduvieran,

tenía que darles cuerda caminando. En esa época yo trabajaba con un panadero.

Fue él quien me dio la ilusión de que todavía podía ser feliz. Me tapaba los ojos

isarlo cuando su cuerpo estaba de costado; mi pata resbaló sobre su; pero con los

dientes le mordí un pedazo de la garganta y otro pedazo de la nuca. Apreté con

toda mi locura y me decidí a esperar, sin moverme. Al poco rato y después de

agitar un brazo el también dejo de moverse. Yo sentía en mi boca su carne ácida

y su barba me pinchaba la lengua. Ya había empezado a sentir el gusto a la

sangre cuando vi que se manchaban el agua y las piedras. (332)

Llegué a casa a pasos lentos; pensaba entrar en el granero; pero sentí una

discusión en el dormitorio de Tomasa. Oí la voz del novio hablando de los sesenta

pesos; sin duda los que hubieran necesitado para comprarme. Yo ya iba a alegrarme e

pensar que no les costaría nada, cuando sentí que él hablaba de casamiento; y al final, ya

fuera de sí y en actitud de marcharse, dijo “O el caballo o yo”….No sétr`’delp’0 bien

como es que me fui. Pero por lo que más lamentaba no ser hombre era por no tener un

bolsillo donde llevarme aquel retrato. (332)

¿Qué paso con el narrador inicial?

“las relaciones del inconsciente con las fuerzas animales”

El anomal, el elemento preferencial de la manada, no tiene nada que ver con el


individuo favorito, doméstico y psicoanalítico. Pero el anomal tampoco es un
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representante de una especie, aquel que presentaría los caracteres específicos y


genéricos en su estado más puro, modelo o ejemplar único, perfección típica encarnda,
término eminente de una serie, o soporte de una correspondencia absolutamente
armoniosa. El anomal no es ni individuo ni especie, sólo contiene afectos, y no implica
ni sentimientos familiares o subjetivos, ni caracteres específicos o significativos. Tanto
las caricias como las clasificaciones humanas le son extrañas.14

Ni individuo ni especie, ¿qué es el anomal? Es un fenómeno, pero un fenómeno de


borde. Nuestra hipótesis es la siguiente: una multiplicidad se define, no por los
elementos en extensión, ni por los caracteres que la componen en comprensión, sino por
la líneas y las dimensiones que implica en “intensión”. Si cambiáis de dimensiones, si
añadís o retiráis alguna, cambiáis de multiplicidad. De ahí que exista un borde según
cada multiplicidad, que no es en modo alguno un centro, sino la línea envolvente o la
extrema dimensión en función de la cual se pueden contar las otras, todas las que
constituyen la manada en aquel momento (más allá, la multiplicidad cambiaría de
naturaleza).15

Nuestro primer principio decía: manada y contagio, contagio de manada, por ahí pasa el
devenir animal. Pero un segundo principio parece decir lo contrario: allí donde haya una
multiplicidad, encontraréis también un individuo excepcional, y con él es con quien
habrá que hacer alianza para devenir-animal.16

todo animal es en primer lugar una banda, una manada. Que, más que caracteres, todo
animal tiene sus modos de manada, incluso si cabe hacer distinciones dentro de esos
modos. Ahí es donde el hombre tiene algo que ver con el animal. Nosotros no
devenimos animal sin una fascinación por la manada, por la multiplicidad.

Bibliografía:

Deleuze, Gilles. Mil Mesetas. Trad. Por José Vásquez Pérez con la colaboración de

Umbelina Larraceleta. Valencia: Pre-textos, 2002.

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Erminio Corti, “La mujer parecida a mí de Felisberto Hernández: el mundo en la palabra

de un caballo”, Di/segni, nº19 (2017): 135-148.

Hernández, Felisberto. Narrativa Completa. Estudio crítico de Jorge Monteleone.

Buenos Aires: El Cuenco de Plata, 2015.

Aldana, Pía. “Coleccionismo y Ritualidad en Felisberto Hernández: imágenes para una

sacralidad secular”. Concepción: Universidad de Concepción, 2015.

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