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Isabella Aguado Jordan

Pereira

Abril del 2023

El bajo astral

Isa, este es el tercer intento de escribir el ensayo híbrido del que me valí de nuestras

charlas y tu imagen para inspirar. Quería que el texto reflejase la transparencia de una carta a

la mejor amiga, en base a lo que decía Unamuno en ese ensayo del que te leí en semana santa:

que cuando se habla a una multitud, que no hay personalidad en la masa, es como hablar a

nadie, sin verdad, y que únicamente en el monólogo interno, en ese diálogo a solas, se está

en contacto con Dios. Dirigirme a vos es lo más cercano a la eterna oración.

No creo haberte hablado recientemente acerca de lo extraño que ha sido sentir que

debo reformar mi sujeto como individuo, dada la distancia que nos ha supuesto la vida adulta,

porque si somos partes de un alma fragmentada, turba hasta las fibras estar lejos del reflejo

más puro de mi propia esencia, sin mi hermana.

Yo formé todo este personaje (que ahora se exhibe en textos para una multitud de

treinta, bajo la excusa de discurrir para una) a la par del tuyo, que sos la remisora de toda mi

narración interna. Cada instante se ve filtrado por las cascadas de miel rosada que se reservan

en mis ojos después de verte existir, siento como si el hilo de plata que ata el ánima al cuerpo

se estirara también cuando mi corazón está lejos del tuyo.

Pero bueno, la idea de exponerme en nuestro lenguaje, es hacerlo en un acto sincero

por decir algún pensamiento sublime que sirva de lema y me ennoblezca la existencia. Como

te dije, quisiera hacer una mención aleatoria de los maestros que hemos interiorizado.

Empezaré por un tema relativo a Samael Aun Weor1, en honor a la lambonería dentro de la
1
Samael escribía en sus libros como platicando con sus amigos gnósticos, respondiéndoles,
contándoles y también citándolos. Como una dedicación absoluta, y asimismo los amigos escribían
libros respondiéndole.
clerecía gnóstica colombiana y la urgencia de hablar de vos, o de algo de lo que hablamos, en

cualquier escrito u oportunidad.

Te voy a contar una cosa que (creo) nunca te he dicho en este orden de entendimiento:

tengo la certeza de que la parálisis del sueño es un piso bajo de la experiencia astral, y que

cualquier persona, cuando acepte la fuerza onírica de una parálisis (en la que hay una

coincidencia cuantitativa muy alta de alucinación de entidades sombra), puede proceder a

proyectarse fuera del cuerpo con libertad.

En estas semanas, la profesora de Fantástica nos hablaba del plano onírico como

ventana a lo metafísico de lo cotidiano, y mencionó la proyección extracorpórea, dando pie a

comentarios acerca de la ofuscación que hay sobre el tema, aparentemente, tan humano como

soñar, pero aún procesado por una mayoría como un cuento fantástico. En la vulnerabilidad

del cuerpo etérico de la vigilia, puede producirse el desdoblamiento de manera involuntaria

(por cansancio físico) o voluntaria, por medio de la meditación.

Lo que yo comprendo que sucede cuando hay una proyección astral involuntaria,

después de que el cuerpo se queda paralizado (en casi toda ocasión a poco tiempo de

acostarse), es que el cuerpo cae en un profundo sueño, pero la consciencia y los sentidos

visuales y auditivos permanecen funcionales, lo que no se puede es abrir la boca para gritar.

El cuerpo deja mal parqueada a la consciencia, vulnerable, en un plano más grosero de

existencia, habitado por las sombras.

Es como una pesadilla ambientada por una sensación o visual de una presencia

amenazadora en el mismo espacio íntimo en el que se duerme, en su cama, en su ventana. Es

posible sentir invasión física por parte de la entidad extraña, de ahí viene ese mito de los

súcubos y los íncubos: demonios que se alimentan de la energía sexual o baja de los seres

humanos mientras sus cuerpos duermen.


En medio de esta turbulencia emocional y urgencia por salir de la pesadilla, en el

esfuerzo de moverse, se entra en un bucle, en una repetición, el cuerpo etérico es el que logra

moverse y crea la ilusión de que se logró salir, gritar, pedir ayuda, pero todo eso continúa

ocurriendo en aquel plano, con la actividad sensorial y motora y lucidez de la realidad.

En octubre del 2020, estando en Ibagué, mientras dormía en el piso de una casa

antigua, hablaba por el teléfono con algún muchacho acerca de la parálisis del sueño y de mi

teoría. Recuerdo que mi cuerpo se durmiera al instante de disponerme a descansar y mi

consciencia advirtiera la parálisis. Tenía los ojos abiertos, y sentía en la cabeza, en el craneo y

bien adentro en el órgano, una turbulencia vibracional, como ruido de televisor sensorial y

auditivo. Ese día no vi sombras, solo sentí el ruido y vi patrones de nieve visual (geometría).

Recuerdo despertarme a escribirle a la persona con la que hablaba más temprano sobre lo que

me acababa de pasar, le dije que creía que aparte de la circunstancia del cuerpo, estar en un

lugar desconocido y ajeno lo hacía a uno muy susceptible enérgicamente y eso también podía

facilitar la parálisis.

La primera vez que me sentí paralizar y elevar, en alguna forma, lejos de mi cuerpo

(cosa que sentí como morir) tenía 14 años y vivía en una casa muy vieja, en un barrio judio

en los Estados Unidos. Vivía precisamente al lado de una iglesia, y conservo intactas las

anécdotas tan tenebrosas de mi madre al ver por las ventanas del templo. Alguna vez creí

escuchar voces en el cuarto, mientras me bañaba estando sola, y al comentarlo con un

familiar, me respondió que era normal que en esas casas de tantos años uno sintiera y

escuchara presencias. Lo anterior no lo sujeto ahora a la experiencia astral, pero si a mi

inferencia sobre el espacio en el que se generan estas experiencias. Después comprendí que

es más factible desdoblarse cuando el inconsciente ya puede proyectar un lugar del plano

físico, quiero decir, cuando se le conoce.


Desde que empecé a creer que la parálisis del sueño con presencias sombrías era parte

de un proceso para proyectarse conscientemente fuera del cuerpo, tuve una serie de epifanías

y un disparado interés en herramientas esotéricas, una tristeza inmensa, insomnios, y mis

primeros viajes astrales involuntarios. Era la noche oscura del alma, pero ya no estaba

atrapada en el bajo astral.

El autor y adepto a la investigación del kundalini Neven Paar, dice en una de sus

publicaciones acerca de su despertar del kundalini (que es la activación de los chakras altos,

entre los que está el emblemático tercer ojo, chakra Ajna o glándula pineal) 2lo que traduzco

del inglés como «Así como Dios-el creador nos imaginó, nosotros podemos imaginar y

experimentar nuestras imágenes como reales, tan solo si decidimos creer en lo que estamos

viendo».

Tú eres quien me llevó a indagar en los misterios del astral, cuando a tus 14 años (yo

tenía 15) anhelabas de manera tan imperiosa poder proyectarte astralmente y venir a

visitarnos a Ángel y a mí. Recuerdo la impresión con que escuchaba los audios en los que me

relatabas tus primeras experiencias después de la meditación, el sentimiento de vacío y

ausencia de forma, la levitación…

Continúa

Daniela Libreros Londoño

Santiago de Cali

2
Aclaración para los lectores no identificados como Isabella.

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