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ANTOLOGÍA PERSONAL

CULTURA GRECOLATINA

MELISA PAGLIAFORA

REGISTRO 24914

2017

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La imagen de la portada llamada El Olimpo: batalla con los gigantes es un óleo sobre lienzo pintado en 1764 por
Francisco Bayeu. Representa el ataque de los Gigantes al Olimpo, defendido por Júpiter y otros dioses.
Utilicé esta imagen para la portada porque me pareció interesante la forma en que el autor reinterpretó un mito
clásico y le aportó un matiz dramático. El cuadro transmite una fuerte sensación de dinamismo a través de la
posición de los cuerpos que parecen haber sido captados en plena caída o a punto de dar un golpe. Asimismo el
juego de luces y sombras le otorga profundidad y de igual modo contribuye a exaltar la agitación del
enfrentamiento. Se puede apreciar un punto focal al cual se dirige la atención del espectador, este está ocupado
por Zeus. Me gustó este cuadro porque ilustra de forma muy elegante la lucha mítica entre dioses y gigantes,
una de las tantas que quedaron en la historia.

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Literatura griega
1. Así se expresó. Quise entonces efectuar el designio, que tenía formado en mi espíritu, de abrazar
el alma de mi difunta madre. Tres veces me acerqué a ella, pues el ánimo incitábame a abrazarla,
tres veces se me fue volando de entre las manos como sombra o sueño. Entonces sentí en mi
corazón un agudo dolor que iba en aumento, y dije a mi madre estas aladas palabras.

Odisea, XI, vv. 204-210

Este pasaje en el que Odiseo baja al inframundo es verdaderamente emotivo. Aquí se puede ver que
aunque el héroe haya logrado bajar al inframundo, la barrera que separa a los muertos de los vivos es
intransigente; pertenecen para siempre a mundos diferentes. Me gustó porque evoca todo el anhelo y
la frustración que siente el protagonista. Odiseo se da cuenta de que su madre ha muerto en su
ausencia. Es la primera vez que la ve en mucho tiempo y solo para enterarse de que ya no la volverá a
ver jamás; es un reencuentro y una despedida. Representa una escena cargada de sentimientos que
emocionan al héroe y al lector por igual.

2. Llegarás primero a las sirenas que encantan a cuantos hombres van a su encuentro. Aquel que
imprudentemente se acerca a ellas y oye su voz, ya no vuelve a ver a su esposa ni a sus hijos
pequeñuelos rodeándole, llenos de júbilo, cuando torna a su hogar, sino que le hechizan las
sirenas con el sonoro canto sentadas en una pradera y teniendo a su alrededor enorme montón de
huesos de hombres putrefactos cuya piel se va consumiendo.

Odisea, XII, vv. 37-55

Elegí este fragmento porque estas criaturas, las sirenas, me parecen sumamente interesantes. Me
resulta llamativo que la imagen de las sirenas sea actualmente discordante con la de la antigüedad.
Aunque Homero no las describe físicamente, se las tenía por unos seres alados con cara de virgen. Esta
descripción no concuerda con la que comúnmente se conoce, mitad cuerpo de mujer y mitad cuerpo
de pez. Me gustan las sirenas porque son misteriosas y brutales, y culturalmente se las tiene como
seres de arrebatadora la belleza. Me atraen porque representan una especie de belleza primitiva y
salvaje; es una belleza pura que viene de la energía indomable del mar. Además, es increíble la
recepción que han tenido para la posteridad, pues siguen siendo representadas en los diferentes tipos
de artes desde diferentes perspectivas.

3. Algún Sayo alardea con mi escudo, arma sin tacha,


que tras un matorral abandoné, a pesar mío.
Puse a salvo mi vida. ¿Qué me importa el tal escudo?
¡Váyase al diantre! Ahora adquiriré otro no peor.

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Poema 3, Arquíloco

Este poema de Arquíloco me resulta inocentemente gracioso. Es contradictorio porque está hablando
de la guerra pero evoca, para mí, una imagen inocente y simpática. Me agrada porque es como un niño
defendiéndose de una broma molesta. De manera infantil escribió el poema para justificarse, para
burlarse de sí mismo y de quienes se burlaban de él.

4. Me parece igual a los dioses aquel varón que está sentado frente a ti y a tu lado te escucha
mientras le hablas dulcemente y mientras ríes con amor. Ello en verdad ha hecho desmayarse a mi
corazón dentro del pecho: pues si te miro, mi voz no me obedece, mi lengua queda rota, un suave
fuego corre bajo mi piel, nada veo con mis ojos, me zumban los oídos... brota de mí el sudor, un
temblor se apodera de mí toda, pálida cual la hierba me quedo y a punto de morir me veo a mí
misma.

Poema 18, Safo

Seleccioné este poema porque me encanta la forma en que Safo describe los sentimientos. Lo hace de
una forma tan sencilla pero, simultáneamente, sus palabras tienen mucha profundidad en el lector. Me
gusta porque presenta solo los efectos físicos del amor, pero a partir de esto se puede ver todo el
trasfondo psicológico del yo lírico. Además me resulta muy interesante que primero este hablando
como una testigo, fuera de la acción y luego pasa a la primera persona, siendo la protagonista de todas
esas sensaciones desconcertantes.

5. Sobre aquellos que entran en los mismos ríos fluyen por aguas cada vez distintas; y también las
almas se evaporan de las cosas húmedas.

Frag. 12, Heráclito

Elegí esta frase de Heráclito porque concuerdo con lo que expresa. Él está hablando de que el río
siempre está fluyendo, por esto nunca es el mismo y que también las almas fluyen y cambian. En un
momento somos una cosa pero al siguiente somos otra distinta, por eso somos un cambio
permanente. Nada permanece estático, todo se altera, especialmente, en la naturaleza. La idea que
plantea es muy interesante y las palabras que utiliza para mostrarlo resultan atractivas.

Literatura latina
1. “Desde el principio del mundo, un mismo espíritu interior anima el cielo y la tierra y las líquidas
llanuras y el luciente globo de la luna y el sol y las estrellas; difundido por los miembros ese

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espíritu mueve la materia y se mezcla al gran conjunto de todas las cosas; de aquí el linaje de los
hombres […] Esas emanaciones del alma universal conservan su ígneo vigor y su celeste origen
mientras no están cautivas en toscos cuerpos y no las embotan terrenas ligaduras y miembros
destinados a morir: por eso temen y desean, padecen y gozan; por eso no ven la luz del cielo
encerradas en las tinieblas de oscura cárcel. Ni aun cuando en su último día las abandona la vida,
desaparecen del todo las carnales miserias que necesariamente ha infiltrado en ellas su larga
unión con el cuerpo; por eso arrostran la prueba de los castigos y expían con suplicios las antiguas
culpas […] Todos los manes padecemos algún castigo, después de lo cual se nos envía a los Elíseos
Campos. Cumplido un período de mil años, un dios las convoca a todas en gran muchedumbre,
junto al río Leteo, a fin de que tornen a la tierra, olvidadas de lo pasado, y renazca en ellas el deseo
de volver a habitar en humanos cuerpos”.

Eneida, VI, vv. 725-750

Elegí este fragmento porque me pareció sumamente interesante lo que expone. Cuando lo leí pude
relacionarlo con la Teoría de la Reminiscencia de Platón. La misma expone que el alma pertenece al
mundo inteligible y cae al mundo sensible. El alma encarna en el cuerpo del hombre. Esta unión es
accidental porque pertenecen por naturaleza a mundos diferentes. Platón decía que el cuerpo es la
cárcel del alma. Todo esto está expuesto en la Alegoría del carro alado de Platón, que nos cuenta que
el alma está constituida por un auriga y dos caballos, uno blanco y uno negro; el blanco representaba
todas las cosas buenas y bellas y el negro las malas y desagradables. Todo lo bueno, lo sabio y lo bello
es lo que hace que el alma se eleve por encima de los cielos; por otro lado lo malo y lo feo hacen que
descienda hacia la tierra. La historia dice que el alma va, junto con las almas de los dioses, a un lugar
por encima del cielo donde existe un ser que se asemeja a una energía, a un lugar donde está la
Verdad. Un lugar donde las cosas simplemente son. Luego de visitar ese lugar las almas vuelven a su
hogar. Sin embargo a algunas de ellas las guía el caballo negro, esto hace que sus alas se debiliten y
desciendan a la tierra donde son apresabas por un cuerpo. La única manera de que las alas vuelvan a
crecer fuertes es recordando la verdad de ese lugar supraceleste que han olvidado. Esta idea expuesta
por Platón me resulto de alguna manera similar a lo que describe el fragmento. Platón y Virgilio hablan
de las almas como entes libres que son apresados por el cuerpo y son contaminadas por las cosas
mortales, mundanas. Aquí es donde ambas ideas difieren planteando el primero que para que el alma
se purifique debe sufrir diversos pesares para luego llegar a los Campos Elíseos, donde pasará por el rio
Leteo encarnando nuevamente en un cuerpo. El segundo explica que el alma debe recurrir al
conocimiento y encontrar la verdad para liberarse de ese cuerpo que la aprisiona y volver a volar con
su carro por los cielos. Me pareció atractivo plantear una relación entre los conceptos planteados por
ambos autores.

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2. Hay dos puertas del Sueño, una de cuerno, por la cual tienen fácil salida las visiones verdaderas; la
otra de blanco y nítido marfil, primorosamente labrada, pero por la cual envían los manes a la
tierra las imágenes falaces. Prosiguiendo en sus pláticas con su hijo y la Sibila, despídelos Anquises
por la puerta de marfil, desde la cual toma Eneas derecho el camino hacia la escuadra y vuelve a
ver a sus compañeros. Dirígese en seguida, costeando la playa, al puerto de Cayeta; allí echan
anclas y atracan en la orilla.

Eneida, VI, vv. 895-900

Este fragmento me desconcertó mucho cuando lo leí. Me pregunté por qué Virgilio decidió colocarlo al
final de uno de los pasajes más importantes del libro, y sin dar ninguna explicación clara del asunto. Y
lo que es más, ¿por qué Eneas abandona el hades por la puerta de marfil? ¿Por qué Eneas debe
recordar la bajada al inframundo como un sueño y, para colmo, como uno falso? Elegí este fragmento
porque me parece sumamente peculiar y no encuentro una explicación concreta de su significado.

3. Odio y amo. Quizás preguntas por qué hago esto.


No lo sé, pero siento que sucede y me torturo.

Carmen 85, Catulo

Este poema de Catulo me parece hermoso. Es muy simple, pero expresa una profundidad increíble y lo
hace en dos austeros versos. Me gusta como describe la dicotomía entre los sentimientos y la razón;
esa lucha que ha existido desde el principio del tiempo. Se puede apreciar la lucha interna entre los dos
bandos del yo lírico. La razón odia porque debe odiar a quien la ha engañado y traicionado. El corazón
ama porque simplemente no entiende razones, y a pesar de haber sido herido sigue amando a quien lo
hirió. Además, sirve como un tópico y como un modelo de que los sentimientos no cambian en su
esencia a pesar del transcurso del tiempo.

4. Me preguntas cuántos besos tuyos


serían para mí, Lesbia, suficientes.
Tantos cuan grande es el número de las arenas libias
que se extiende por Cirene, rica en laserpicia,
entre el oráculo del ardiente Júpiter
y el sepulcro sagrado del viejo Bato;
o como la multitud de estrellas que, cuando la noche calla,
contemplan los amores furtivos de los hombres:
con que tú besaras tantos besos

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el loco Catulo estaría satisfecho,
tantos que los curiosos ni pudieses contarlos
ni embrujarlos con su lengua malvada.

Carmen 7, Catulo

Me pareció interesante mostrar con este fragmento el contraste de los sentimientos respecto del
poema citado arriba. Aquí podemos ver todo el amor que exclama felizmente el poeta. Me gusta como
describe los besos como algo sin límites, infinito; al mismo tiempo los describe como algo celoso, algo
únicamente de él. Habla de los besos como un tesoro, o una riqueza, no quiere que nadie se los
arrebate o los maldiga. Me parece un poema precioso por las comparaciones y el lenguaje que utiliza, y
que ilustra claramente la primera etapa de ebriedad amorosa de una relación.

5. Cuando hubo dado el último retoque a su obra, el artesano balanceó su propio cuerpo con ambas
alas y agitándolas se suspendió en el aire; aleccionó también a su hijo diciéndole: “Te advierto,
Ícaro, que debes volar a media altura, para evitar que las olas recarguen tus alas si vas demasiado
bajo, y que el calor las queme si demasiado alto vuela entre mar y cielo. Te aconsejo que no mires
al Boyero ni a la Hélice ni tampoco a la espada desnuda de Orión; ¡vuela detrás de mí!” Mientras le
da instrucciones de cómo debe volar, le acomoda las extrañas alas sobre los hombros. Durante la
operación y las advertencias se humedecieron las mejillas del anciano y temblaron sus manos de
padre; dio a su hijo besos que no volvería a dar, y elevándose con sus alas vuela delante, inquieto
por su acompañante, como el ave que desde el encumbrado nido ha lanzado a los aires su
polluelo, y le alienta a seguirle y le instruye en el pernicioso arte y agita él mismo sus alas y se
vuelve a mirar las de su hijo.

Metamorfosis, VIII, vv. 183- 235

Seleccioné este fragmento del mito de Dédalo e Ícaro porque lo encontré bellísimo. Provoca muchos
sentimientos en el lector, ya que de alguna manera va anticipando el trágico final. Genera una
atmosfera angustiante. Me recuerda a Aristóteles, quien proponía que la virtud era el justo medio
entre dos extremos, uno por exceso y otro por defecto. Representa lo que un padre debe enseñarle a
su hijo para que sea una persona buena y feliz. Que no se deje llevar por los vicios, que como en el
mito llevan a Ícaro a la muerte. Es hermosamente triste, no solo se trata de ese momento, es sobre la
vida. Es como una enseñanza que trasciende la historia y le llega al lector.

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