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INTRODUCCIÓN
Semiológicamente, puede padecerse PFA en uno, dos o cuatro miembros, en distribución especial o
determinada (paraplejía crural o branquial), de manera que una hemiplejía aguda no entraría en esta
definición. Asimismo, el concepto abarca la posibilidad de presentar un trastorno motor por lesión
única, como por ejemplo paraplejía por lesión medular dorsal en la mielitis transversa.
La PFA se manifiesta generalmente como un trastorno motor agudo o hiperagudo –por definición de
la OPS/OMS, agudo es hasta cinco días–, de curso progresivo o rápidamente progresivo. En las
pasadas dos décadas, la comunicación obligatoria de las PFA estuvo ligada a la erradicación de la
poliomielitis en América, de manera que los cuadros nosológicos que se describirán a continuación
Representan una urgencia pediátrica porque varios de estos trastornos afectan al sistema
respiratorio; así, frente a un paciente con debilidad muscular (DMA) debemos tener en cuenta tres
aspectos para la resolución inmediata del caso: a) Diagnóstico diferencial; b) Manejo de la deficiencia
DEFINICIÓN
La parálisis se define como la pérdida parcial o total de la capacidad para realizar movimientos
voluntarios; lo que incluye no solamente movimientos de los cuatro miembros, sino también
aquellos con un componente automático como la respiración, la deglución y los movimientos
oculares. En términos clínicos, la parálisis puede resultar de la lesión en uno de los cuatro sitios
anatómicos: neurona motora superior, neurona motora inferior, unión neuromuscular y músculo
estriado. Las lesiones en la neurona motora inferior (Incluidas raíces, plexos, nervios periféricos,
unión neuromuscular y músculo) se presentan con parálisis flácida y pérdida de reflejos. La
denominación de parálisis aguda indica la instalación abrupta de la debilidad muscular, pero también
que la parálisis progresa hasta su acmé en uno a diez días, usualmente en tres a cuatro días.
El síndrome de Parálisis Flácida Aguda (PFA) se caracteriza por un inicio rápido de debilidad muscular
en las extremidades, afectando en ocasiones a los músculos de la respiración y/o a las estructuras
anatómicas dependientes del tronco del encéfalo (bulbares, etc.), que suele alcanzar una intensidad
máxima entre los días 1 y 10 a partir de su comienzo. El término "flácida" (hipotónica) indica la
ausencia de espasticidad o de otros signos de trastorno motor dependiente de la primera
motoneurona (neurona motora cortical y vía piramidal) tales como hiperreflexia, clonus o respuesta
plantar extensora. Aunque puede afectar a individuos de cualquier edad, es fundamentalmente una
enfermedad de la infancia, de ahí su importancia en la vigilancia de la poliomielitis. Se estima que la
PFA afecta a 1/100.000 niños menores de 15 años.
En la etiología de la enfermedad, se describen como causas más frecuentes de parálisis flácida aguda
(PFA) en niños la poliomielitis por poliovirus, la neuropatía periférica (Síndrome de Guillain Barré), la
mielitis aguda (Mielitis transversa aguda MTA, absceso epidural, hematoma y tumores), las lesiones
de la UNM (Miastenia gravis, botulismo, neurotoxinas vegetales, insecticidas organofosforados) y
en músculo, la polimiositis o miopatía inflamatoria idiomática, la parálisis periódica familiar
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
En la tarea de diagnosticar un caso de PFA resulta muy importante saber qué no es síntoma de DMA:
ataxia, astenia, impotencia funcional (por dolor, por acortamiento de miembro, por deformidad que
impide una marcha adecuada, etc.) y hemiplejía aguda.
No es infrecuente, que las notificaciones obedecieran a alguno de estos diagnósticos, pero en aquel
momento lo importante era la notificación de numerosos casos para poder encontrar poliomielitis.
En la historia clínica, que debemos realizar rápidamente, hemos de considerar: 1. Fiebre al inicio; 2.
Dolor al inicio; 3. Distribución y forma de progresión de la parálisis; 4. Trastorno sensitivo y de pares
craneales, y 5. Trastorno autonómico.
Debido a la distribución de inervación de la primera neurona o neurona central y de la segunda
neurona (unidad trófica del sistema nervioso), las características de la DMA, de acuerdo con el grado
de lesión, ayudarán a reafirmar el concepto de PFA . Dependiendo de las características de la DMA,
podemos identificar diferentes niveles de lesión (Tabla II).
aproximadamente la mitad de los pacientes y el diagnóstico diferencial debe incluir absceso epidural,
malformaciones arteriovenosas y neoplasia.
Enfermedades Musculares:
La mayor parte de las miopatías no son de carácter agudo, con excepción de la miopatía inflamatoria
o polimiositis; enfermedad ésta que también se presenta como debilidad muscular aguda de inicio
DEFINICIONES DE CASO:
Clasificación de casos:
* Caso sospechoso:
Todo caso de parálisis fláccida aguda (PFA), incluido el síndrome de Guillain-Barré y la
mielopatía aguda, en un niño menor de 15 años de edad en el que no puede ser identificada
otra causa.
* Caso compatible:
Todo caso de PFA con parálisis residual después de 60 días del inicio, o bien con pérdida del
seguimiento o muerte, en el que no pudieron recogerse dos muestras de heces en las 2
primeras semanas tras el inicio de los síntomas, para ser examinadas por un laboratorio
especializado en virología.
* Caso confirmado:
Todo caso de PFA en el que se aísla poliovirus en alguna de las muestras de heces del paciente
o de un contacto. Una vez confirmado el caso y, de acuerdo a las recomendaciones de la OMS
se clasificará en: caso autóctono de poliovirus salvaje, caso importado de poliovirus salvaje, o
bien caso asociado a la vacunación. Los criterios para estas categorias son:
Como el objetivo de la vigilancia queda limitado por la edad, se deberá notificar todos los casos
de PFA que se diagnostiquen en menores de 15 años de edad. Pero como se asume que en nuestro
medio todos los casos de PFA ingresarán en un hospital, el sistema de detección deberá
concentrarse en los servicios hospitalarios en los que podría ingresar un caso de Parálisis Fláccida
Aguda. Estos servicios que se considerarán como fuentes de información, deben ser claramente
especificados por cada centro hospitalario (Neurología, Pediatría).
EXPERIENCIA CLÍNICA
Entre 1989 y 1991, en el marco del Programa de Erradicación de Poliomielitis en las Américas, se
notificaron 362 casos de PFA Perú, de los cuales 22 (8%) fueron polio, 174 (47%) SGB y 166 (45%) otros
diagnósticos [4] (Tabla IV).
Las PFA o DMA son enfermedades frecuentes en Pediatría. El éxito en el manejo depende de saber
realizar un diagnóstico diferencial rápido y certero, para lo cual la principal arma deberá ser la
historia de debilidad muscular del paciente.
POLIOMIELITIS:
Historia:
La enfermedad fue descrita por primera vez por el alemán Jakob Heine en 1840.Durante las
epidemias agudas de polio a principios del siglo XX, se definieron varias categorías de poliomielitis
para clasificar la extensión y seriedad de la enfermedad. DOS patrones básicos de infección por polio
se describieron: una de menor cuantía, que no afectaba el sistema nervioso central (SNC), llamado
polio abortivo, y la enfermedad mayor, con parálisis o no.
La poliomielitis empezó a controlarse en 1949 cuando el bacteriólogo John Franklin Enders logró
hacer crecer los virus en laboratorio dentro de tejidos. Basándose en esa técnica el epidemiólogo
Jonas Edward Salk desarrolló una vacuna para los tres tipos de poliomielitis conocidos. Tras las
pruebas clínicas pertinentes que demostraron que era segura, en 1954 se empezó la inoculación. La
vacuna Salk, como se la conoce, es inyectable.
En 1964 se autorizó otra vacuna que había sido desarrollada por Albert Bruce Sabin. Se la llamó
trivalente porque atacaba a los tres tipos de virus mencionados. A diferencia de la vacuna de Salk
ésta se administraba por vía oral, por lo que muy rápidamente la Sabin sustituyó a la Salk.
En muy poco tiempo hubo campañas masivas de vacunación y como consecuencia de todo ello, el 21
de junio de 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado a la Región Europea libre
del virus de la polio. Esta región está formada por 51 países y 850 millones de habitantes. El último
caso, en esta región, se dio en Turquía en noviembre de 1998.
En 1988, la OMS emprendió un programa mundial de erradicación. “Cuando iniciamos la campaña de
erradicación en 1988, la polio dejaba paralíticos todos los días a más de mil niños”, informó la
doctora Gro Harlem Brundtland, la entonces directora general de la OMS, quien añadió: “En 2001
hubo mucho menos de mil casos en todo el año”. La polio ya solo está activa en menos de diez
países esto se ha logrado gracias a la gestión que ha hecho rotary international, plasmada en su obra
bandera poner fin a la polio y erradicarla por completo pero se necesitarán más fondos para
erradicarla por completo.
Formas de Poliomielitis
Forma Proporción de casos5
Asintomático 90-95 %
El término poliomielitis se refiere para identificar la enfermedad causada por cualquiera de los tres
serotipos de poliovirus. Se suelen describir dos patrones de infección de la polio: una enfermedad
leve que no se asocia con el sistema nervioso central (SNC), a veces llamado la poliomielitis abortiva,
y una forma que se asocia con una enfermedad grave del SNC, que pueden ser o no-paralítica. En la
mayoría de las personas con un sistema inmune normal, una infección por poliovirus resulta ser
asintomática. Ocasionalmente la infección produce síntomas menores, que pueden incluir infección
del tracto respiratorio superior (dolor de garganta y fiebre), trastornos gastrointestinales (náuseas,
vómitos, dolor abdominal, estreñimiento o, rara vez, diarrea), catarro y enfermedades similares.
El virus entra en el sistema nervioso central en torno al 3% de las infecciones. La mayoría de los
pacientes con toque del SNC no paralítico desarrollan una meningitis aséptica, con síntomas de dolor
de cabeza, cuello, espalda, dolor abdominal y extremidades, fiebre, vómitos, letargo e irritabilidad.
Aproximadamente 1 de cada 200 a 1 de cada 1000 casos, la enfermedad progresa a la forma
paralítica, en la que los músculos se debilitan, se tornan hipotónicos y con movimientos mal
controlados y, por último, completamente paralizados, condición que se conoce como la parálisis
fláccida aguda. Según el sitio de la parálisis, la poliomielitis paralítica se clasifica como espinal, bulbar,
o bulbospinal. La encefalitis, una infección del tejido cerebral en sí, se puede producir en raras
ocasiones y generalmente se limita a los niños. Se caracteriza por la confusión, cambios en el estado
mental, dolores de cabeza, fiebre, convulsiones y con menos frecuencia la parálisis espástica.
Epidemiología
La Organización Mundial de la Salud declara que una zona está libre de una enfermedad cuando
transcurren tres años sin que se dé ningún caso.
En 1994, la OMS consideró a la Región de América (36 países) libre de polio, en el año 2000 lo hizo
con la Región del Pacífico (37 países, incluyendo China). En junio de 2002 se declaró a Europa zona
libre de polio, lo que supone para sus 870 millones de habitantes “el mayor logro del nuevo milenio
en materia de salud pública”, señala la Organización Mundial de la Salud. Gracias a las campañas de
vacunación que durante los pasados catorce años han promovido conjuntamente los 51 Estados
europeos, “hace más de tres años que no se registra ni un solo caso de poliomielitis de cepa
europea”.
modo especialmente visible en zonas con buen saneamiento e higiene. El virus es más infeccioso
entre los días 7-10 previos de la aparición de los síntomas, pero la transmisión es posible siempre y
cuando el virus permanece en la saliva o las heces.
Los factores que aumentan el riesgo de infección por poliomielitis o que afectan la gravedad de la
enfermedad incluyen la deficiencia inmune, la desnutrición, la amigdalectomía, la actividad física
inmediatamente después del inicio de la parálisis, lesiones al músculo esquelético debido a la
inyección de las vacunas o agentes terapéuticos, y el embarazo. A pesar de que el virus puede
atravesar la placenta durante el embarazo, el feto no parece ser afectado por una infección materna
o de la vacunación de la madre contra la poliomielitis. Además, los anticuerpos maternos atraviesan
la placenta, proporcionando una inmunidad pasiva que protege al bebé de la infección de
poliomielitis durante los primeros meses de vida.
Etiología
La poliomielitis es una infección causada por un miembro del género Enterovirus conocido
como poliovirus (PV). Este grupo de virus ARN prefiere el tracto gastrointestinal e infecta y causa
enfermedad solo en los seres humanos. Su estructura es muy sencilla, compuesta de un solo genoma
ARN de sentido (+) encerrado en una cáscara de proteínas llamada cápside. Además de proteger el
material genético del virus, las proteínas de la cápside del poliovirus permite la infección exclusiva de
ciertos tipos de células en el hospedador. Se han identificado tres serotipos de poliovirus: el
poliovirus tipo 1 (PV1), tipo 2 (PV2), y el tipo 3 (PV3), cada uno con una secuencia de proteínas en la
cápside ligeramente diferentes. Los tres serotipos son extremadamente virulentos y producen los
mismos síntomas de la enfermedad. El PV1 es la forma más común, y la más estrechamente
relacionada con la parálisis causada por la poliomielitis.
Las personas expuestas al virus, ya sea por infección o por la inmunización con la vacuna contra la
poliomielitis, desarrollan inmunidad protectora. En los individuos inmunes tienen los
anticuerpos IgA contra la poliomielitis presentes en las amígdalas y el tracto gastrointestinal y son
capaces de bloquear la replicación del virus, mientras que los anticuerpos IgG e IgM contra PV puede
prevenir la propagación del virus a las neuronas motoras del sistema nervioso central. La infección o
Patogenia:
Durante la infección activa, el Poliovirus entra en el cuerpo a través de la boca, infectando a las
primeras células que entra en contacto a nivel de la faringe y la mucosa intestinal. Logra el ingreso de
las células por medio de la unión a un receptor tipo inmunoglobulina, conocido como el receptor del
poliovirus o CD155, en la superficie de la célula. El virus entonces secuestra la maquinaria propia de la
célula huésped, y se comienza a reproducir. El poliovirus se multiplica en las células gastrointestinales
durante aproximadamente una semana, desde donde se extiende a las amígdalas—específicamente
el de células foliculares dendríticas que residen en los centros germinales tonsilares—el tejido
linfoide intestinal, incluyendo las células M de las placas de Peyer, y los ganglios cervicales y
mesentéricos profundos, donde se multiplican abundantemente. El virus es posteriormente
absorbido por el torrente sanguíneo.
ampliamente distribuido en todo el cuerpo. El poliovirus puede sobrevivir y multiplicarse dentro del
torrente circulatorio y linfático durante largos períodos, a veces hasta las 17 semanas. En un pequeño
porcentaje de los casos, se puede propagar y reproducir en otros sitios, tales como grasa parda,
tejidos retículoendoteliales y musculares. Esta replicación sostenida es una de las principales causas
de que haya una incremento de la viremia, y conduce a la aparición de síntomas catarrales.
Raramente, la infección logra progresar de tal forma que el virus invade el sistema nervioso central,
provocando una respuesta inflamatoria localizada. En la mayoría de estos casos lo que provoca es
una inflamación auto-limitada de las meninges, las capas de tejido que rodean el cerebro, lo que se
conoce como meningitis aséptica no-paralítica. La penetración del SNC no ofrece ningún beneficio
para el virus, y es probable que no sea más que una desviación accidental de la infección
gastrointestinal normal. Los mecanismos por los que la poliomielitis se propaga hasta el SNC, son
poco conocidos, pero parece ser ante todo un evento oportunista, en gran medida independiente de
la edad, sexo o posición socioeconómica de la persona.
El síndrome postpolio (PPS por sus siglas en inglés) es una afección que ataca a los sobrevivientes de
la polio. Aproximadamente del 20 al 40% de las personas que se recuperan de la polio posteriormente
desarrollan PPS. El comienzo del PPS puede ocurrir en cualquier momento de 10 a 40 años después
de un ataque inicial poliomielítico. Puede progresar lentamente hasta por diez años.
Cuadro clínico:
En más del 95% de los casos, la infección es asintomática, de modo que la enfermedad tiene en ellos
un curso inaparente pero capaz de estimular una respuesta inmune formadora de anticuerpos. Otras
formas mucho menos frecuentes incluyen una variedad respiratoria grave, una poliomielítis paralítica
bulbar, la polioencefalitis y formas monofásicas. Con mucha más frecuencia se registran formas
catarrales, pre-paralítica y paralítica.
Poliomielitis abortiva:
Poliomielitis pre-paralítica:
Aproximadamente el 5% de los pacientes sintomáticos puede tener afectación del sistema nervioso
central, en la que los síntomas anteriores, el pródromo instalan la enfermedad actual. Tras esa fase
febril y quebrantos de aproximadamente una semana, estos pacientes desarrollan una meningitis
aséptica que aparece como un complejo bifásico. La primera caracterizada por una fiebre recurrente
de unos 39 °C y dolor de cabeza y rigidez en el cuello. El líquido cefalorraquídeo puede tener un leve
aumento en el número de células y un ligero aumento de la concentración de proteína. La segunda
fase suele cursar con irritación meníngea y afectación del sistema nervioso autónomo.
Poliomielitis paralítica:
Normalmente se inicia con fiebre, que ocurre de 5 a 7 días antes que otros síntomas. Aparecen luego
fatiga extrema, dolor muscular y atrofia muscular que causa parálisis flácida, proximal y asimétrica
Diagnóstico:
La poliomielitis paralítica puede ser sospechada clínicamente en individuos que experimentan la
aparición aguda de la parálisis fláccida en uno o más miembros con la disminución o ausencia de
reflejos tendinosos en los miembros afectados, que no puede atribuirse a otra causa aparente, y sin
pérdida sensorial o cognitiva.
En caso de que el poliovirus sea aislado de un paciente que experimenta la parálisis fláccida aguda, se
hacen pruebas a través del mapeo de oligonucleótidos (genético) o, más recientemente, la
amplificación por PCR, para determinar si se trata de un "tipo salvaje" (es decir, el virus encontrado
en la naturaleza) o "tipo de vacunas" (derivado de una cepa de poliovirus utilizadas para producir la
vacuna contra la poliomielitis). Es importante determinar la fuente del virus, porque por cada caso
notificado de poliomielitis paralítica causada por poliovirus salvaje, se estima que existirían otros 200-
3000 sujetos portadores asintomáticos y contagiosos del virus.
Las personas con casos graves pueden necesitar medidas de salvamento, particularmente ayuda con
la respiración.
Pronóstico:
DEFINICIÓN:
La mielitis transversa es un trastorno neurológico causado por inflamación en ambos lados de un
nivel, o segmento de la médula espinal. El término mielitis se refiere a inflamación de la médula
espinal; transversa describe la posición de la inflamación—a través del ancho de la médula espinal.
Los ataques de inflamación pueden dañar o destruir la mielina, la sustancia grasa aislante que cubre
las fibras celulares nerviosas. Este daño causa cicatrices en el sistema nervioso que interrumpen las
comunicaciones entre los nervios de la médula espinal y el resto del cuerpo.
ETIOLOGÍA:
Los investigadores no están seguros de las causas exactas de la mielitis transversa. La inflamación
que causa un daño tan extenso en las fibras nerviosas de la médula espinal podría provenir de
infecciones virales o reacciones inmunitarias anormales. La mielitis transversa también puede
producirse como una complicación de sífilis, sarampión, enfermedad de Lyme, y algunas
Además, algunos cánceres pueden desencadenar una respuesta inmunitaria anormal que puede
llevar a la mielitis transversa.
En algunas personas, la mielitis transversa representa el primer síntoma de enfermedad
desmielinizante subyacente del sistema nervioso central tal como la esclerosis múltiple (MS) o la
neuromielitis óptica (NMO). Una forma de mielitis transversa conocida como mielitis “parcial”,
porque afecta solamente una porción del área transversal de la médula espinal, es más característica
de la MS. La neuromielitis óptica típicamente causa tanto mielitis transversa como neuritis óptica
(inflamación del nervio óptico que causa pérdida de la visión), pero no necesariamente en el mismo
momento. Todas las personas con mielitis transversa deben ser evaluadas para detectar MS o NMO
debido a que las personas con estos diagnósticos pueden requerir distintas formas del tratamiento,
incluyendo terapias para evitar ataques futuros.
FISIOPATOLOGÍA:
ANATOMÍA PATOLÓGICA:
La localización más frecuente es en la médula torácica, pero pueden afectarse varios segmentos
consecutivos. Desde el punto de vista macroscópico, la médula espinal puede aparecer normal o bien
claramente necrótica y edematosa.
CUADRO CLÍNICO:
Precedidos o no por el antecedente infeccioso o vacunal, los síntomas iniciales suelen caracterizarse
por dolor en la espalda, el tórax o el abdomen, correspondiendo al segmento medular afecto, y
parestesias o adormecimiento de las extremidades inferiores, a menudo de comienzo distal y de
progresión proximal (mielopatías o mielitis ascendente). A estos síntomas sensitivos se suman con
rapidez los trastornos motores (paraparesia o paraplejía) y esfinterianos (retención de orina al
comienzo, seguida luego de incontinencia). En la mayoría de los casos, la progresión de los síntomas
se estabiliza en el curso de 1 a 10 días.
Mas rara vez la evolución es hiperaguda, llegándose al máximo deterioro funcional en menos de 12 h,
o bien subaguda, entre 10 días y 4 semanas. En cualquier caso, el clínico se encuentra entonces ante
el cuadro clínico inespecífico de una lesión transversal medular, con paraplejía (o paraparesia), nivel
sensitivo, generalmente localizado en algún dermatoma torácico. Trastornos autonómicos son
también frecuentes, como incontinencia vesical o rectal, urgencia miccional, estreñimiento o
problemas sexuales
La parálisis motora, que en los estadios iniciales puede ser fláccida, se convierte luego en parálisis
espástica con los correspondientes signos piramidales (hiperreflexia tendinosa, clonos, signos de
Babinski).
Como hemos indicado, la región afecta con mayor frecuencia es la dorsal; sólo en el 20% de los casos
se afecta la médula cervical y en el 10% la lumbar. Los fenómenos motores y sensitivos
correspondientes al segmento afecto permitirán la localización precisa de la lesión en cada caso.
DIAGNÓSTICO:
Ante la sospecha de un proceso que curse con todos o parte de estos síntomas y signos, se debe
realizar resonancia magnética (RM) de columna con contraste de forma urgente (Fig. 1a). Un hecho
no infrecuente observado en clínica es que, basándose en un nivel sensitivo, se solicita RM
exclusivamente en dicho nivel, cuando la lesión puede estar por encima. Por ejemplo, ante sospecha
de lesión dorsal, recomendamos solicitar también RM cervical. La primera prioridad será descartar
una lesión compresiva, como un hematoma o un tumor, ya que en estos casos el planteamiento será
completamente distinto. Si no se observa ninguna lesión estructural, la segunda prueba será la
punción lumbar, con estudio en el líquido cefalorraquídeo (LCR) de células blancas, IgG y albúmina,
junto con IgG y albúmina en suero.
Si no existe captación de gadolinio en la ME, ni pleocitosis o índice IgG elevado [(IgG LCR / IgG sérica)
/ (albúmina LCR / albúmina sérica)], se deberá pensar en otras causas de mielopatía aguda (Fig. 1a) o
en una mielitis aguda precoz, por lo que será necesario repetir tanto la RM como la punción lumbar
en menos de siete días desde el inicio de los síntomas. Si se cumple cualquiera de los criterios de
inflamación reseñados anteriormente, podremos diagnosticar una MTA.
En este punto, se plantean dos nuevas cuestiones: etiología e inflamación local de la ME o
diseminada en el sistema nervioso central. Para responder a la primera cuestión, es necesario realizar
los estudios en el LCR y suero propuestos en la figura 1b, así como otras pruebas complementarias
recomendadas y casi siempre necesarias. Según los resultados, podremos asumir una posible causa
de la MTA, aunque algunas veces se deberá ampliar el estudio en suero y con otras pruebas
complementarias opcionales (Fig. 1b). Y para responder a la segunda cuestión, deberemos realizar al
menos una RM cerebral, junto con unos potenciales evocados visuales. Según estos resultados, se
podrá hablar entonces de MTA asociada a un proceso infeccioso, sistémico o tumoral. Por otro lado,
según los resultados del estudio de extensión de la inflamación/desmielinización, se podría
diagnosticar una MTA aislada, una encefalomielitis aguda diseminada, una neuromielitis óptica
(NMO) o incluso una esclerosis múltiple (EM), aunque para este último diagnóstico requeriremos
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL:
El primer paso supone discriminar si nos encontramos verdaderamente ante un proceso medular.
Alguna vez se puede confundir una MTA con un cuadro del sistema nervioso periférico, como, por
ejemplo, el síndrome de Guillain-Barré, ya que ambas condiciones se pueden presentar con una
rápida alteración motora y sensitiva, de predominio en miembros inferiores.
Las diferencias clínicas (debilidad ascendente en el síndrome de Guillain-Barré con posible afectación
de pares craneales, alteraciones esfinterianas en la MTA y cardiovasculares en el síndrome de
Guillain-Barré, alteración de reflejos, etc.), junto con los estudios del LCR, neurofisiológicos y de RM,
nos deben hacer diferenciar ambas entidades.
Una vez tenemos claro que se trata de un verdadero cuadro medular, el diagnóstico, como hemos
visto, se centrará en descartar procesos ocupantes de espacio, normalmente de diagnóstico
accesible con la RM y el LCR (Fig. 3).
Sin embargo, algunas veces, ciertos tumores simulan un falso proceso inflamatorio medular, como
puede ser un linfoma, incluso con captación de gadolinio, y a veces, incluso, con bandas oligoclonales
positivas en el LCR. Además, el tratamiento con corticoides puede mejorar ambos procesos, por lo
que en casos de duda, se propone tratamiento corticoideo, esperar la evolución y repetir la RM. Si
Otros procesos que se deben tener muy en cuenta son las mielopatías de origen vascular (Fig. 4).
Mientras que un sangrado o isquemia arterial no suele conllevar problemas diagnósticos, no puede
decirse lo mismo de las isquemias por malformaciones arteriovenosas, que por congestión venosa
normalmente llevan a una mielopatía progresiva y rara vez cursan por una brusca descompensación
con un mielopatía aguda que rememora una MTA. Como estos cuadros vasculares ocurren en muy
pocas horas de evolución, el Grupo de Trabajo de Mielitis Transversa, por criterio de futuros estudios
lo más homogéneos posible, decidió acotar el período de evolución de una MTA a más de cuatro
horas, intentando excluir de esta forma las mielopatías agudas, ya que, como hemos explicado,
evolucionan hasta el máximo déficit en muy pocas horas. En los casos de duda diagnóstica, estaría
indicada una arteriografía espinal.
PRONÓSTICO Y TRATAMIENTO:
El pronóstico de la MTA se puede resumir en una regla de tercios: una tercera parte recobra la
función neurológica completa o casi completa; otra queda con moderada discapacidad; y la última
con graves secuelas, valorando para dichas secuelas la alteración de la marcha, los síntomas
urinarios/intestinales y la espasticidad resultante. La recuperación, si ocurre, se suele observar a las
ocho semanas, es más rápida a los 3 a 6 meses, y puede continuar más lentamente hasta los dos años
después de la lesión. Se han descrito ciertos marcadores de peor pronóstico, como el dolor de
espalda al inicio (síntoma de mayor inflamación), la rápida progresión, la fase de shock medular y un
nivel cervical. También se han descrito biomarcadores de mal pronóstico, como la presencia de
proteína 14-3-3 en el LCR, o la elevación en el LCR de interleucina-6, de enolasa neuronal-específica o
de la proteína S-100, pero estos resultados se tendrán que contrastar en el fututo.
No existe ningún tratamiento hasta la fecha que haya demostrado clara evidencia de poder modificar
el pronóstico funcional de la MTA. Se administra de forma rutinaria tratamiento corticoideo
intravenoso en dosis altas, al suponer un mecanismo inmunopatogénico de la MTA, y ya que los
corticoides poseen actividad antiinflamatoria, inmunosupresiva y antiproliferativa.
Sorprendentemente, no existe ningún estudio controlado con placebo que demuestre dicha eficacia,
sólo pequeños estudios que describen su efectividad [36-39], así como otros en contra de dicho
supuesto beneficio. Las limitaciones de estos estudios se deben, además del pequeño número de
pacientes, a la heterogeneidad de la muestra y a ser estudios abiertos con grupo control histórico.
Aunque existe la duda de su eficacia, se ofrece universalmente este tratamiento en fase aguda. La
plasmaféresis se puede utilizar en casos moderados o graves que no responden a tratamiento
corticoideo. Los factores predictores de buena respuesta son que se utilice en menos de 20 días
desde el inicio del cuadro, el sexo masculino y que la lesión sea incompleta. De todas formas,
tampoco se ha comprobado dicha eficacia con un ensayo controlado. Tampoco disponemos de
evidencia clara del beneficio de otros tratamientos inmunomodulatorios. En algunos centros utilizan
ciclofosmamida en pulsos intravenosos para MTA que siguen progresando a pesar de lo anterior, o
en casos asociados a lupus eritematoso sistémico, aunque este tratamiento se debe realizar bajo
supervisión de un equipo con experiencia en su utilización.
También se debe considerar tratamiento inmunomodulador, con ciclofosfamida u otros agentes,
como azatioprina, metotrexato o micofenolato, en la MTA recurrente.
El pronóstico a largo plazo depende de las secuelas secundarias a la lesión, aunque es muy
BIBLIOGRAFÍA
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