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Manuel Cruz.
En: “La condición humana”. Hannah Arendt.
Elisabeth Young-Bruehl ha propuesto leer la entera evolución del pensamiento de Arendt utilizando
una categoría que ella utilizó en uno de sus primeros escritos 1, la categoría de paria.
La categoría de paria perderá parte de su ropaje descriptivo para pasar a designar una perspectiva, un
lugar teórico, una mirada que no se incorpora al paisaje pero constituye -ordena- lo mirado, no
únicamente para el conocimiento sino también para la vida.
Para ella, el totalitarismo no es sólo un fenómeno histórico de decisiva importancia sino también
una categoría de explicación filosófica.
◦ Lo que define a las masas es precisamente ese ser puro número, mera agregación de personas
incapaces de integrarse en ninguna organización basada en el interés común: “las masas
carecen de esa clase específica de diferenciación que se expresa en objetivos limitados y
obtenibles”.
Se puede analizar el totalitarismo enfatizando, por ejemplo, los instrumentos fundamentales de los
que se sirve. Se destaca entonces el terror, la mentira, la identificación de control con seguridad y
con falta de novedad. Dimensiones ciertamente reales en una sociedad totalizada.
Todo es posible.
El totalitarismo busca, no la dominación despótica sobre los hombres, sino un sistema en el que
los hombres sean superfluos. El círculo se va estrechando: masas -una de las consecuencias del
aislamiento es la incapacidad para actuar (se actúa entre y con los demás) y la falta de poder-
afirmando que todo es posible, masas incapaces de proponerse objetivos. (Da todo igual- Banalización
del mal)
La característica principal del hombre-masa no es la brutalidad y el atraso, sino su aislamiento y su
falta de relaciones publicas.
1
Rahel Vernhagen: vida de una judía.
Según Arendt, el fenómeno fundamental del poder no es la instrumentalización de una voluntad
ajena para los propios fines, sino la formación de una voluntad común en una comunicación
orientada al entendimiento. El poder2 se deriva básicamente de la capacidad de actuar en común.
Nada hay de apología del individualismo. Hannah Arendt, critica vehementemente el privatismo
instaurados en las sociedades modernas. Aludiendo al mundo griego, ha dejado en claro su modelo:
“...la esfera pública estaba reservada a la individualidad; se trataba del único lugar donde los
hombres podían mostrar real e invariablemente quiénes eran”.
Hannah Arendt entiende la política en tanto que disciplina que tiene como telos un fin práctico: la
conducción de una vida buena y justa en la polis.
Las tres actividades fundamentales bajo las que se ha dado al hombre vida en la tierra:
◦ LABOR: se refiere a todas aquellas actividades humanas cuyo motivo esencial es atender a las
necesidades de la vida (comer, beber, vestirse, dormir).
◦ TRABAJO: incluye aquellas otras en las que el hombre utiliza los materiales naturales para
producir objetos duraderos.
Es en la tercera en donde más claramente se percibe la diferencia cualitativa que separa al hombre
del resto de la naturaleza.
La libertad, para Arendt, no es mera capacidad de elección, sino capacidad de trascender lo dado y
empezar algo nuevo, y el hombre sólo trasciende enteramente la naturaleza cuando actúa.
1. El hecho de la pluralidad humana. (participar del ser con el otro) En palabras de Arendt, “no
un hombre, sino muchos hombres viven sobre la tierra”. INTERSUBJETIVIDAD.
2. La naturaleza simbólica de las relaciones humanas (lenguaje-palabra). LENGUAJE.
3. El hecho de la natalidad en tanto que opuesto a la mortalidad. LA VOLUNTAD LIBRE DEL
AGENTE.
◦ Es en la acción con otros, mediados por la palabra, que el hombre consigue lograr lo
propiamente de su condición humana: la capacidad de ser libre. La acción.
Los dos primeros rasgos dibujan una concepción de hombre incompatible con los totalitarismos.
2
“El poder surge allí donde se juntan las personas y actúan concertadamente”, escribe Arendt en Crisis de la
República.
“los hombres aunque han de morir, no han nacido para eso sino para comenzar”.
Hannah Arendt confía en que su concepto de acción permite sentar las bases para una nueva idea
de la historia. De Benjamín toma el concepto de la historia como construcción y con él comparte
la convicción de que la misión del historiador es hacer saltar por lo aires el continuum histórico a
fin de conquistar un espacio que le permita construirse un juicio crítico y autónomo. La literatura
histórica no es otra cosa que justificación de lo que sucedió, dirá la autora.
No hay conocimiento histórico neutro. Historia para la vida si se quiere, nunca para el consuelo:
“comprender no significa (…) negar lo terrible. (…) significa, más bien, analizar y soportar
conscientemente la carga que los acontecimientos nos han legado sin, por otra parte, negar su
existencia o inclinarse humildemente ante su peso, como si todo aquello que ha sucedido no
pudiera haber sucedido de ninguna otra manera”.