Está en la página 1de 155

M M U ti-

fi-

FLORIS

C/O J


CC
' -öl

2
o o
t

1 0 2 0 0 2 8 2 3 0
MANUEL MARIA FLORES

H ú m . Cías
j N ü n a . Au,t".'
J^úm. <S c
Proe t S e .
Preci >.
Feehfr
Clasificó

POESIAS
«

I F. G R A N A D A Y C.a,
3 4 4 — DIPUTACIÓN — 344
098856
•4 - / V - ¿ v PASIONARIAS

¿ N o flota en las alturas


espíritu de amor, el A l m a inmensa
que derrama la vida en las criaturas?
A ella la flor con su perfume inciensa,
a ella los mundos armoniosos cantan,
2 a ella el éxtasis v a g o
y el suspiro del hombre se levantan;
para ella enciende su fulgor la aurora
M i r e y a . y s j ¿ a ^ o & j
y su pálida lámpara el lucero,
y á ella también el alma soñadora
vuela del arpa en el cantar primero.

0/7?¡J~0 S J a r Y ó S í : de mi corazón al f u e g o vivo,


c o m o raudal desbórdese de flores
de. mis canciones el torrente altivo
al incógnito D i o s de los amores.

H a y una cifra mística, bendita,


con el topacio sideral escrita
en la página azul del firmamento:
hay una voz dulcísima, inefable,
que acompaña la música de 1 viento,
y se mezcla al susurro cadencioso
que estremece los nidos
entre las h o j a s del pinar u m b r o s o ;
que flota en las espumas
del férvido torrente, y j u g u e t e a
en el ritmo de amor con que g o r j e a
el ave a g r e s t e de irisadas plumas.
Misterioso cantar de los cantares
que la Creación levanta,
y en el arpa soberbia de los mares
entre las nubes y las olas c a n t a ;
voz que en el éter cristalino flota
entre las olas de la luz perdida,
dulce y s a g r a d a nota
del alma de los mundos desprendida;
voz errante en la sombra misteriosa
c o m o el suspiro de la noche en c a l m a ;
voz que seduce y habla cariñosa
con impaciente inspiración al alma.
. L o que dice el hosanna de la tierra, a c u y o f u e g o se inflama
la vida en la Creacióñ.
lo que la cifra sideral escribe
Y o ilumino la esperanza,
V mi f o g o s o corazón encierra,
divinizo la hermosura,
dulcifico la a m a r g u r a ,
doy sonrisas al dolor;
y o tan sólo de la dicha
con tu sagrado nombre
g u a r d o la imposible palma,
estremeció de júbilo el vacu>:
y o sol el alma del alma,
soy la vida.,,: Soy Amor.»
¿no se encendió la luz.'
OTRA voz
Asi del hombre
en el gran corazón, tu — " i T o m a , poeta, tu laúd, ardiente,
hace la luz y la existencia inflama, flamee la inspiración!
así sediento el mío y , corona de luz sobre tu frente,
no sabe lo que a m a - , pero am reverbere el incendio de tu mente
al arrojar al mundo tu canción.
j Amar ' ¿ Y qué es a m a r ? ^
¡ Brote de tu alma, cual del sol el día
palpitante de f u e g o y armonía,
la estrofa de tu fe!
L a Gloria soy... Y de la frente mía
m pálidas vírgenes flotantes lauros para la tuya arrancaré!»
de indecible belleza, s
OTRA voz

- — « Y o soy la antorcha
una corona de f ^ ^ ^ S z o que el caos a l u m b r a ;
e s a s son el amorP En
y o soy el vuelo
se reclina mi sien, y y *
que al g e n i o encumbra
oíd lo que las vírgenes del sueno
hasta do tiene
murmuran a mi oído:
su trono Dios.
UNA v o z B a j o mis alas
la inteligencia
- « Y o v e n g o a ti. Soy un ave, abarca el mundo...
mística alondra del cielo, y o sol la Ciencia,
que voy buscando en mi vuelo el día sin noche
de lá Creación.»
el nido de un corazón.
Y o soy la chispa divina
con J e Dios prende la llama
MANUEL M. FlXJKES
io.
brilla el a l j ó f a r
sobre la g r a m a .
OTRA"VOZ ¿ D o v a e l incienso
de l o s a r o m a s ?
• 1 • V A «IV la h e r m o s u r a , ¿ Q u é dice el ritmo
M i ° h ! V C n 3 " " S a b i o l tamb-'én de las p a l o m a s ? . . .
mis o j o s e m b r . a g a n l ^ ) 1 O u r | Y t o d o luce, "
acerca los t u y o s , mi > g o c e s y c a n t a , se a g i t a ,
Á vida s a g r a d a
doquier palpita.
A l z a l a tierra
su a m a n t e c o r o ,
y el sol la p a g a
f J c o n besos de oro.
Y h e m e ' a q u í , " j u v e n t u d , á t i viniendo

w d p
L u e g o , la noche
su n e g r a tienda
abre del m u n d o
L f ^ !
sobre la senda.
I Y entre la sombra
m u d a y tranquila
ECOS a s o m a el a s t r o
su alba pupila.
¿ S o i s , por v e n t u r a ,
M i r a d l a aurora, b l a n c a s estrellas,
m a d r e del d í a , del cielo al m u n d o
¡ cómo derrama l á g r i m á s bellas?
luz, a l e g r í a ! ¿ J o y a s que bordan
A l l á e n el c i e l o el r e g i o v e l o
todo es fulgores; con que a la tierra
¡ t o d o en l a tierra c o b i j a el cielo?
c a n t o s y ñores! ¿ C h i s p a s que lanza
í Sobre las hojas la eterna s o m b r a ?
tiemblan las perlas, ¿ P o l v o que d e j a
vienen l a s b r i s a s D i o s en. su a l f o m b r a ? . . .
a recogerlas.
S a l t a n d o él a v e ,
t r i n a en l a r a m a ,
MANUEL M. FLORES PASIONARIAS

E c o s que el alma
tímida esconde,
ecos que vienen
de no sé dónde.
Q u i z á del verbo
Astros y flores del alma inmensa
quizá no viera que dice al hombre
si amor al alma que vela y piensa:
su luz no diera. « — D e toda vida
y o soy la llama:
L a s v a g a s notas
contempla, adora,
que el arpa lanza,
espera y ama.»
¿ n o son el himno
Y o creo P o r e s o
de la esperanza?
mi alma levanto.
E l alma encierra
A n i o y espero...
luz, armonía,
por e s o canto.
es una aurora
la fantasía.
Doquier que v a g u e
mi pensamiento,
la miel recoge
de un sentimiento. VISION
Cual mariposa
v a la •ilusión
H e visto de la noche
sobre las flores
/ entre la niebla oscura,
de la creación.
I b a j a r c o m o del cielo
E n los rüidos
radiante de hermosura,
que se levantan
la sombra de una v i r g e n
hay dulces ecos,
llegando junto a mí.
v o c e s que cantan.
Eran sus o j o s negros,
R u m o r de besos
blanca su vestidura,
y de suspiros
su cabellera de ángel...
flota en las alas
tú e r a s . . . te conocí.
de los céfiros.
C o m o en la selva
Y te miré tan bella
trinan las aves,
que delirante, ciego,
hay en el a l m a
por detener tu paso,
v o c e s süaves-.
espléndida visión,
E c o s solemnes,
ante tus plantas puse
desconocidos,
mi corazón de f u e g o ,
por voz humana
y — « t ó m a l e » — t e dije,
no traducidos.
MANUEL M. E L O ^ l

L a noche era muy negra. L a s hojas de la palma


de súbito temblaron... y vi que descendía
,algo c o m o la sombra del ángel de mi a l m a ;
mujer, mi eorazon.
hablaba en las tinieblas... Mi corazón o l a :

« — H o m b r e de los dolores,
y o t r a i g o desde el cielo
MI SUEÑO palabras inefables
A de paz y de consuelo.
Herido de tristeza
inclinas la cabeza,
¿ a c a s o no conoces
la vida del amor?»

un ruiseñor c a n t a b a . . . ; — ¿ Q u e , tú eres la esperanza?


(< __Yo canto cuando abren, — Y o doy las ilusiones.
jazmines de la noche, — ¿ E r e s amor acaso? ¿ L a dicha que soñé?
l a s pálidas estrellas — S e encienden a mi p a s o de amor los corazones.
su luminoso broche, Tribútanme su culto, c o n s á g r a n m e su fe.
a la hora en que se llaman Quizá del cielo t r a j e la"'voz de los amores,
los seres que se aman- y me enseñó la dicha los himnos del plácer.
Y o soy entre la sombra E n c a n t o la existencia, ahuyento los dolores,
J a
heraldo del amor.» y soy vida del alma... me llamo la Mujer.
fe Y de la oscura noche iluminóse el cielo,
g i m i ó de a m o r el bosque, la palma retembló,
y la visión celeste tendiéndome su v e l o
I I a l irse, <*>n sus besos, mi frente acarició.
ii
/ y" •A follaie de la siniestra palma
H u y ó también la noche. L a blanca luz del día
la cumbre de los cielos iluminando va.
- « I s S l f c E l mundo se despierta radiante de alegría,
¡ ay! pero el alma dulce, hermana de la mía,
«__Yo soy el a l m a errante el ángel de mi sueño, mi v i r g e n . . . ¿donde está?
que en las tinieblas giro
por recoger del hombre
el tétrico suspiro-
Y o bebo en l a s corolas
1 ' l a s lágrimas que a solas
en hondo d e s a m p a r o
derrama el corazón.»
í
me llena de emoción?
¿ p o r qué se abrasa mi alma
MI A N G E L en éste amor inmenso,
si apenas te conozco,
mujer de bendición?
N o estás ante mis ojos
¡ O h ! niña de mis sueños,
y por doquier te m i r o ;
tan pálida y hermosa
conmigo va tu sombra
c o m o los lirios blancos
por dondequier que voy.
que besa el A t o y a c ;
E s c u c h o tu pisada,
tú la de mis recuerdos
recojo tu suspiro,
i m a g e n luminosa,
y velas a mi lado
el ángel c u y a s a l a s
cuando dormido estoy.
tocáronme al pasar ;
perdona, dulce niña,
¿ N o sabes tú, no sabes,
perdona si mi acento
mujer, que te amo tanto
temblando, de mi alma
c u a n t o sobre la tierra
levántase h a s t a t i ;
el hombre puede amar?
pero tu bella imagen
¿ Q u e diera mi existencia
está en mi pensamiento
por enjugar tu llanto,
no sé ya desde cuándo...
que diera... hasta mi alma,
quizá desque te vi.
tus plantas por besar?
Desde que vi tus ojos,
Y si tuviera un mundo,
tus o j o s de querube,
un mundo te daría ;
tus ojos en que el alma
y si tuviera un cielo
se abrasa de p a s i ó n ;
lo diera y o también,
y desde aquel instante
porque me a m a r a s tanto,
otra ilusión no tuve
mitad del alma mía,
que d a r t e con mi v i d a
que alguna v e z sintiera
mi altivo corazón.
tus labios en mi sien...
Si. apenas te conozco ¿ N o sientes cuando cierra
¿ p o r qué te quiero tanto? tus ojos celestiales
¿por qué mis ojos ávidos el ángel de los sueños
te buscan sin cesar? con su a l a sin color,
¿ p o r qué en el alma siento no sientes que mi alma
tan tétrico quebranto sobre tus labios rojos _
cuando tu rostro de ángel derrama un m a r de besos
no puedo contemplar? con infinito amor?...
¿ P o r qué sueño c o n t i g o
y ,en ti tan sólo pienso?
¿ p o r qué tan dulcé nombre
18 MANUEL M- FLORES

Sé, niña, del poeta ¡ Si- el amor está bendito


la inspiración bendita, desque el mundo redimió!...
la virgen de mis sueños, i Y y o té a m o ! E n f u e g o intenso
la fe del c o r a z ó n ; ardió el c o r a z ó n inmenso
sé mi ángel, sé mi estrella, al rayo de tu mirar,

/
la luz que necesita y se quema c o m o incienso
mi espíritu sediento en el ara de tu altar.
de amor y de ilusión. E r e s la virven s a g r a d a
E x t i e n d e cariñosa del alma de un soñador,
sobre mi sien tu v e l o ; y v e o la tierra alumbrada
/ bajo tus alas blancas por la luz de tu mirada
A de ti camino en pos, y la llama de mi amor.
tu luminosa huella Flota doquier en el viento »
me llevará hasta el cielo: tu esplendorosa visión,
te seguiré, mi ángel, llevo en mi oído tu acento,
para llegar a D i o s . tu ser en mi pensamiento,
tu amor en mi corazón.

é & m i
A UNA ENLUTADA *

I^ : I!
L a de los n e g r o s cabellos,
Melancólica enlutada,
la-de negra vestidura,
pálida virgen s o ñ a d a
la de negros ojos bellos,
por mi ardiente corazón,
¿ n e g r a será como ellos
¿porque mata tu mirada
de mi amor la desventura?
la v e í a s con el crespón?
N o ; ,tú no puedes querer
E i alma a tus ojos llega
que para siempre mi ser
cual mariposa a la luz,
se sepulte en el dolor...
loca, deslumhrada, c i e g a . . .
¡ Si el alma de la m u j e r
y a tus amores se entrega
es un alma toda amor!
c o m o el m á r t i r de la cruz.
Y amor revela, señora,
P e r o no tornes airacja
amor oculto que llora,
tu dulce faz con enojos,
esa palidez ardiente
porque m i a l m a enamorada
que marchitando tu frente
cual tú quedará enlutada
tu semblante descolora.
por el desdén de tus ojos.
Hondo, secreto quebranto
¿ P u d i e r a s v e r un delito
revelan tus ojos bellos;
en el amor infinito
¡ q u é hermoso será su llanto!
que al verte mi alma sintió?
PASIONARIAS
MANUEL M. FLORES 23
2 2 —

| lueg-o, en el alma, m á s dulces que ellas


T a noche ha olvidado su manto de duelo, dos ojos queridos, luceros también.
y, p i d a V i r g e n , cubrióse de un velo, Sonar con caricias, con blandas querellas,
tejido de luz. con trémulos besos que abrasan la sien á
Mirar cual desmayan dos lánguidos oíos
A p e n a s se siente b e s a r una frente bañada en s o n r o j o s
cruzar e l ambiente dos manos que quieren la f a z esconder •
la brisa f u g a z . beber en tus labios ardientes ..y rojos '
N i canto, ni ruido, el tibio suspiro que exhala el placer
ni un eco perdido las *ves # r Penden su vuelo,
del mundo dormido
en nido de flores dos almas juntar
perturban la paz. trayendo a este mundo de Uantos y duelo
las horas d i v i n a s ; los sueños del cielo,
E s la hora en que vierten su copa d e olores l a s dichas .sin nombre... ¡ V i v i r es amar!
pactas corolas c e r r a d a s al s o l ;
B en que el ^ ^ B g ^ En tanto las nubes prodiguen su vuelo,
derrama en el aura que b e s a las flores oleadas de plata del piélago azul
suspiros de amor. S e envuelve dormida la noche en su velo
y pienso mirando los astros del cielo
que el alma es un astro y amor e s su luz

CREATURA BELLA BIANCO VESTITA


Si no sabe el hombre
tu místico nombre,
A m o r , ni tu v o z , 1 o ! a ™= a niña de los labios rojos,
— o í riachuelo
pálida estrella que eu mi noche brilla
i pregúntele al cielo,
cuando .me miran tus divinos ojos '
L.JL/.„tjp a Dios!
siento c o m o que mi alma se arrodilla!
. A m o r ! E s t e nombre lo escribe la aurora, cuento que me ilumina tu presencia
con la luz virginal de la alborada,
lo d ™ serenas l a s ondas del mar,
y que una ola de luz es mi existencia
bañada por el sol de tu mifada
Siento que me transformo, que otra vida,
vida s a g r a d a dentro mi alma brota,
cuando de blanco sideral vestida
tu casta imagen en mi sueño flota.

Sentir la existencia flotando perdida


MANUEL M. FLORES PASIONARIAS

y de mis labios, de pasión encesos,


llevad, llevad para su casta frente
una corona de inmortales besos,
en tanto que en el éter suspendida,
T e vi pasar Iluminando al d í a ; ampo de luz entre la sombra rota,
y a cada paso que tu pie avanzaba hUa, de blanco sideral vestida,
de delicia mi ser se estremecía, entre la bruma de mi sueño flota.
V me sentía feliz... porque te amaba.
O u e es bello para el alma en que se encierra
la inmensa sed de la pasión que abrasa,
tener un sueño y al cruzar la tierra PENSAR, AMAR
ver ese sueño en la mujer que pasa.
Mujer a otra mujer incomparable,
mujer de bendición y poesía, Pensar. Decidme ¿qué nombre
mujer de luz a quien tocar no es dable, se puede dar en la tierra
la mujer ideal del alma mía. al infinito que encierra
el pensamiento del hombre?
El relámpago que prende
su centella en el vacío,
para seguir es tardío
el vuelo que el alma tiende.
Sin ti y o fuera en la desierta vida
El alma, el soplo divino,
la sombra desolada de t u sombra,
cual átomo sideral,
mirada en llanto que te ve perdida,
se pierde en el torbellino
boca que besa de tu pie la alfombra.
de la vida universal.
Y o fuera sin tu amor como el creyente
Y a , de lo inmenso sedienta,
que muere solitario en el tormento,
abarca las soledades
pálida y rota de dolor la frente,
y entre las nubes se asienta,
pero fijo en su Dios el pensamiento.
al tronar las tempestades.
Pero viniste a mí, me levantaste
contigo y hasta ti con tu ternura, Y a , raudal de inspiración
v aquí, dentro del alma, te encerraste que deja fulgentes rastros,
con la infinita luz de tu hermosura. navega como los astros
entre Dios y la*creación.
Contigo v junto a ti quiero sentarme
al festín del Amor, la frente e r g u i d a ; Y en sus vuelos vagabundos
y apurar de tu mano hasta embriagarme del ideal único en pos,
la copa de delicias de la vida. r a s g a el velo de los mundos
¡ Sol de la juventud en sus amores para llegar hasta Dios.
siempre tu rayo el corazón inflame. , P a r a ella es ese mensaje
; Primavera del alma, dame flores oe sagrada inspiración
que al son del arpa y a sus pies derrame! que en misterioso lenguaje
Id raudos genios del insomnio ardiente, murmura la creación;
MANUEL M. FLORES

PASIONARIAS
desde ese trueno que airado
-retumba en el firmamento, f
h a s t a el suspiro del viento y una sonrisa que hasta Dios subía
a s | n o s comprendimos... nada más.
en una flor a p a g a d o .
P a r a ella escribe la aurora
letras de luz en el cielo, rinnl r O S ' m t b , é n ! E n e s t e "H.ndo
p a r a ella se borda el v e l o donde l a g n m a s tantas se derraman,
de la noche inspiradora; as que v.erten quizá los que se aman
para ella esa v o z que nombra tienen y o no sé qué de bendición.
al Ser que el misterio esconde ¡ Amemonos, mi bien! Tiendan sus alas
a quien escucha y responde dos corazones en dichoso vuelo •
entre el silencio y la sombra. amar e s v e r el entreabierto cielo
¿ Q u é importa q u e sola viva? y levantar el alma en asunción.
¿ Q u é importa que sola Vaya? A m a r e s e m p a p a r el pensamiento
E s una ola f u g i t i v a en la f r a g a n c i a del E d é n perdido • «
del m a r que no tiene playa. amar e s amar, e s llevar herido' .
¿ Q u é importa la niebla densa con un dardo celeste el corazón,
a siT vuelo v a g a b u n d o , f-s tocar los dinteles de la gloria
si altiva, creadora, inmensa e s ver tus ojos, escuchar tu acento,
lleva en sí misma su mundo? en el alma sentir el firmamento ¿
E l alma la luz encierra, y morir a t u s pies de adoración" J
el soplo de D i o s la enciende,
y es la lámpara que prende
para su altar en la tierra. PASION
T r a s un destierro maldito
levanta libre su vuelo, ¡ H a b í a m e ! Que tu voz, eco del cielo
águila del infinito,
para perderse en el cielo. c É t J V i e - r a P°r ™ siga . '
JE. tu nada me importa
q u e j desdén en tu labio me maldiga
¡ M í r a m e ! . . . T u s miradas me quemaron
tengo sed de ese mirar, eterno '

¡ A m a r ! Duplicar la vida,
escalar el firmamento,
llevar en el pensamiento , í t hacer del esclavo arrodillado
toda la gloria escondida. ~¡ hombre rey de corazón gigante.
¡ A m a r ! Perder anhelante
d e la existencia la calma
por el inefable instante
T ú pasas., y l a tierra voluptuosa
de d a r un alma a su alma.
Íe e n t i h i a ^ f a m o r ^ajo tus huellas,
|e entibia el aire, se perfuma el pradJ
MANUEL M. FLORES

PASIONARIAS
desde ese trueno que airado
-retumba en el firmamento, f
h a s t a el suspiro del viento y una sonrisa que hasta Dios subía
en una flor a p a g a d o . asi nos comprendimos... nada más.
P a r a ella escribe la aurora
letras de luz en el cielo, rinnl r ° S ' r m b , é n ! E n e s f e mundo
p a r a ella se borda el v e l o donde l a g n m a s tantas se derraman,
de la noche inspiradora; as que v.erten quizá Jos que se aman
para ella esa v o z que nombra tienen y o no sé qué de bendición.
al Ser que el misterio esconde ¡ Amemonos, mi bien! Tiendan sus alas
a quien escucha y responde dos corazones en dichoso vuelo •
entre el silencio y la sombra. amar e s v e r el entreabierto cielo
¿ Q u é importa q u e sola viva? y levantar el alma en asunción.
¿ Q u é importa que sola Vaya? A m a r e s e m p a p a r el pensamiento
E s una ola f u g i t i v a en la f r a g a n c i a del E d é n perdido • «
del m a r que no tiene playa. amar e s amar, e s llevar herido' .
¿ Q u é importa la niebla densa con un dardo celeste el corazón,
a siT vuelo v a g a b u n d o , f-s tocar los dinteles de la gloria
si altiva, creadora, inmensa e s ver tus ojos, escuchar tu acento,
lleva en sí misma su mundo? en el alma sentir el firmamento ¿
E l alma la luz encierra, y morir a t u s pies de a d o r a c i ó n J
el soplo de D i o s la enciende,
y es la lámpara que prende
para su altar en la tierra. PASION
T r a s un destierro maldito
levanta libre su vuelo, ¡ H a b í a m e ! Que tu voz, e c o del cielo
águila del infinito,
para perderse en el cielo. c É t J V i e - r a P°r ™ siga. '
JE. tu nada me importa
q u e j desdén en tu labio me maldiga
¡ M í r a m e ! . . . T u s miradas me quemaron
tengo sed de ese mirar, eterno '

¡ A m a r ! Duplicar la vida,
escalar el firmamento,
llevar en el pensamiento , „i f í a c e r d e I esclavo arrodillado
toda la gloria escondida. ~¡ hombre rey de corazón gigante.
¡ A m a r ! Perder anhelante
d e la existencia la calma
por el inefable instante
de d a r un alma a su alma. T ú pasas, y la tierra voluptuosa
Íe e n t i h i a ^ f amor b a j o tus huellas,
|e entibia el a,re, se perfuma el pradJ
con la embriaguez de la pasión más loca,
y se inclinan a verte las estrellas. y que mi ardiente vida se apag-ara
Quisiera ser la sombra de la noche al soplo de los besos de tu boca!
para verte dormir sola y tranquila,
y l u e g o ser la aurora... y despertarte
con un beso de luz en l a pupila
Soy tuyo, me posees... un solo á t o m o EN EL BAÑO
no hay en mi ser q u e para t. no sea:
dentro mi c o r a z ó n eres latido,
y dentro mi cerebro eres idea.
Alegre y sola en el recodo blando
que f o r m a entre los árboles el río,
al fresco a b r i g o del r a m a j e umbrío
se está la niña de mi amor bañando.

Traviesa con las ondas jugueteando


¡ O h ! por mirar tu frente pensativa e l busto s a c a del remansó frío,
y pálido d e amores tu semblante; y ríe y salpica de glacial rocío
por sentir el alíenlo de tu boca el blanco seno, de rubor temblando.
mi labio acariar un soto-instante;
cor estrechar tus manos virginales A l verla tan hermosa, entre el follaje
sobre mi corazón, y o ' d e rodillas, el viento apenas susurrando g i r a ,
y devorar con mis tremantes besos salta trinando el p á j a r o s a l v a j e ,
lágrimas de pasión en tus mejillas,
y o te diera... no s é - ¡ no t e n g o nada!... el sol m á s poco a poco se retira;
— e l poeta es m e n d i g o de la t i e r r a — todo calla... y Amor, entre el ramaje,
¡ t o d a la s a n g r e que en mis y e n a s arde a escondidas mirándola, suspira.
todo lo grande que mi mente e n e i e n a .

C U A N D O ME DEJAS

M a s no soy para ti... ; Si entre tus brazos « N o te apartes de mí. C u a n d o me d e j a s


la suerte loca me arrojara un día, mi corazón suspende su latir,
al terrible contacto de tus labios me ausento de mí mismo si te alejas,
tal v e z mi corazón..: se rompería! todo mi corazón se v a tras ti.
N u n c a será... P a r a mi n e g r a vida Se van mis ojos tras tu g r a t a sombra,
la inmensa dicha del amor no existe... sueña mi oído con tu dulce voz,
sólo nací para llevar en mi alma . el labio calla, el corazón te nombra,
todo lo que hay de tempestuoso y triste y mi vida suspéndese" veloz.
Y quisiera morir... ¡ pero en t u s brazos,
MANUEL M. FLORES

M a s apenas escucho la armonía A l z o mi frente y contemplo


del leve p a s o de tu pie gentil, que el universo es un templo
despierta conmovida el alma mía que el Creador se levantó.
y siento que la vida vuelve a raí.» ¡ E s tan azul el espacio,
el aire tan transparente,
Porque te a m o con todos los amores lleva la tarde en su frente
que darse puedan b a j o el cielo azul tantas g a s a s de topacio!
c o m o se aman las a v e s y las flores, E l horizonte dilata
como se a m a n los cielos y la luz. su franja azul a lo lejos,
C o m o se ama la ilusión perdida, azul como los espejos
como se a m a la dicha que pasó, del g o l f o que le retrata.
c o m o a m a n cuantos a m a n en la vida, Blancos penachos de espuma
con todos los amores te amo yo. agita la mar sonora,
¡Amala! dijo Dios, c u a n d o me daba y la onda se tuerce y llora
tan rico de ternura el corazón, bajo su manto de bruma.
y yo sin conocerte te b u s c a b a Allá por el valle umbrío,
con l a mística f e de mi ilusión. como una cinta de acero,
pasa ligero, ligero,
Y t e buscaba mi deseo sin calma, sonando apenas, el río.
y preguntaba al mundo, c o m o a D i o s : Y llevando en el cristal
¿ En dónde mi alma encontrará su alma.-' escamado de sus olas
j Dónde mi amor encontrará su amor? las deshojadas corolas
' ¿ M e oiste?... N o lo s é ; m a s c o m o estrella de las flores del juncal.
entre la sombra, aparecer' te vi. T o d o en el bosque es aromas,
¡ Te amo! me dijo tu mirada bella, todo solemnes murmullos,
y todo el cielo descendió hasta mí. y músicas y arrullos
Y me sonrió tu labio cariñoso, de brisas y de palomas.
de inmensa dicha el cora'zón gimió, Y se va a p a g a n d o el día,
y un beso mudo, largo, tembloroso y va suspirando el viento,
nuestras férvidas almas desposó. y se llena el pensamiento
con la imagen de María.
¡ Q u é dicha la de sentir
dulce, profunda, secreta,
TARDE SERENA una pasión de poeta
imposible de decir!
Pasión a un tiempo nacida
E s t a vida ¿ e s don del cielo al c a m b i a r una mirada,
que debemos bendecir? como ninguna sentida,
¿ o venimos a este suelo c o m o ninguna premiada.
para llorar y morir? ¡ Q u é dicha la de soñar
¡ D o n del c i e l o ! - ¿ P o r que no? en este mísero suelo
PASION-ARIAS
MANUEL M- FLORES

que en la ráfaga ligera


con una virgen del cielo del olor de las corolas,
v junto- a ella despertar. que en las alas de la nube,
' V en voluptuoso sopor, que en las del cóndor sereno
en su regazo adormido, que cerca los astros sube,
Oír el suave latido que en las del rápido trueno s
¿ué está murmurando Amor. se perdiera el alma mía.
• \mor! Palabra divina. para sentir la grandeza
Parece que de improviso de embriagarme en la poesía
al pronunciarla nos abre de la g r a n Naturaleza ;
sus puertas el Paraíso. y así, c o m o en un abraco
Si quien la suena delira, ideal, sublime y bendito,
si quien la balbuce canta, abarcar la Creación
si quien la dice levanta en el amor infinito
una nota que suspira que llevo en mi corazón.
con música más suave
que el sonido de la lira
o que los trinos d<¿ ave.
NUPCIAL
H a y en ella sentimiento,
hay en ella bendición,
y no sé qué v a g o acento En el regazo frío
de tristeza y de pasión del remanso escondido en la floresta,
que hace vibrar conmovidas feliz abandonaba '
las fibras más escondidas su hermosa desnudez el amor mío
del ardiente corazon. en la hora calurosa de la siesta
a g u a que temblaba
L a vida, esta rapidez al sentirla en su seno, la ceñía
que nos arrastra en la tierra, con voluptuoso abrazo y la besaba,
este minuto que encierra y a su contacto de placer gemía
niñez, juventud, v e j e z ; con arrullo tan suave y deleitoso,
¿ cómo puede ser bastante como el del labio virginal opreso
a la expansión infinita Por el pérfido labio del esposo
que para su amor gigante al contacto nupcial del primer beso.
I » en un instante?
L a onda ligera desparcía j u g a n d o
¿ Lo inmenso en lo que es pequeño? c a s c a d a gentil de su cabello,

;En la muerte lo inmortal. que luego en rizos de ébano flotando


¿La realidad en un sueno? bajaba por su cuello ;
f El cielo en lo terrenal? y cual ruedan las g o t a s de rocío
y o quisiera, quisiera en los tersos botones de las rosas,
la espuma de las olas,
las estrellas brillaban... las estrellas
que y o querido habría
por el seno desnudo así rodaban para formar con ellas
una corona a la adorada mía.
E n mi hombro su cabeza, y silenciosos
eran ^fcioso porque idioma no tienen los dichosos,
nos miraban pasar estremecidas
las encinas del bosque, en donde apenas
lánguidamente suspiraba el viento,
c o m o en las horas del amor serenas
dulce suspira el corazón contento.

Ardiente en mi mejilla de su aliento


sentía el soplo suavísimo, y sus o j o s
m u y cerca de mis ojos, y tan cerca
m m mi á v i d o labio de sus labios rojos,
que rauda y palpitante
mariposa de amor el alma loca,
en las alas de un beso f u g i t i v o
D e s p u é s , en el tranquilo fué á posarse en el c á l i z de su boca...

i P o r q u é la luna se ocultó un instante


te® y de los viejos árboles c a í a
una sombra nupcial agonizante?
El astro con sus ojos de diamante
al través del follaje ¿ q u é veía?

T o d o callaba en derredor, discreto.


El bosque fué el santuario
de un misterio de amor, y sólo el bosque
guardará en el recinto solitario
de sus plácidas g r u t a s el secreto
de aquella hora nupcial, c u y o s instantes -
tornar en siglos el recuerdo quiso...
¿ Quién se puede olvidar de haber robado
su única hora de amor al paraíso?

Salimos, y la luna v a g a m e n t e
blanqueaba y a g f f e j f c f e
MANUEL M. F L O R E S

en el tibio regazo de sus nidos,


y ellos, alegres, despertando cantan
TU SOL i cantando despiertan
el inquieto rumor de los follajes,
¿ P o r q u é indeciso tu v u e l o y el bosque todo, saludando al día
va v a á la tierra, ya al cielo?
Busca un sol... desata la magnífica armonía
I. RAMÍREZ de sus himnos solemnes y salvajes.

: Y todo es vida rebosando amores


y todo amores rebosando vida
Y no buscaste un sol, n o ; le tenías Desde el trémulo seno de l a s flores
dentro tu corazón, y y a el instante c a r g a d a s de rocío ;
de su feliz oriente presentías. desde el murmullo del cristal del río
y el retumbo soberbio de los m a r e s ;
¡ E s e sol era A m o r ! A s t r o fecundo desde la excelsa cumbre de los montes
que el corazón inflama y el azul de los anchos horizontes
y con su f u e g o iluminando el mundo hasta la inmensidad del firmamento,
c o m o un sol en el alma se derrama. es todo luz, perfumes y cantares,
Ante él los sueños de la f e benditos, es todo amor, y vida, y movimiento.
las blancas ilusiones, la esperanza
y del alma la v i r g e n poesíá,
todo en enjambre celestial se lanza J & f f f d e , t u a m o r - Por mucho tiempo
dentro de tu alma retardó su oriente;
a hacer en torno al corazón el día.
por m u c h o tiempo su divino r a y o
no iluminó sobre tu regia frente
Así también el sol del firmamento p S I m d a f fi°res de tu rico mayo.
f ú l g i d o al asomar. L a flecha de oro ; ° r m . u c . h ! 0 ^ m p o en v a n o la belleza
de su rayo primer r a s g a el espacio. te revistió de sus preciosas g a l a s ,
E n el pálido azul del éter v a g o y en torno de tu espléndida c a b e z a
l a s últimas estrellas impaciente el amor batió sus alas.
. cintilan en sus limbos de topacio,
tiemblan, se a p a g a n tímidas... y l u e g o P o r mucho tiempo así.
- el astro rey desde el confín profundo
sacude sobre el mundo la ancío^^ , L l e £ ó el momento,
la ansiada aurora, el despertar f e c u n d o ;
su cabellera espléndida de fuego..
Lt ^ í t f b i e n "'" d e n t r o d e mi alma
ante el sol de tu amor, alzóse un mundo.
C o m o bocas amantes
que se aprestan al beso voluptuosas, El mundo de mi-loca fantasía '
entreabren palpitantes mi m u n d o de poeta, 4
su incensario de púrpura las rosas. un pedazo de cielo que se abría 3
L a s brisas se levantan en la región del alma más secreta §
a despertar los pájaros dormidos un enjambre de sueños voladores E
MANUEL M. FLORES

en torno de dos almas cariñosas,


cuando sueño con ella me embeleso,
v del alba a los tibios resplandores
y en cada flor con que su senda alfombro
un escondido tálamo de rosas
pusiera un alma c o m o p o n g o un besó.
para el sueño nupcial de los amores.
Allá en la soledad, entre las flores,
U n cáliz desbordado de embriagueces,
nos a m a m o s sin fin a cielo abierto,
de inmortales delicias,
y tienen nuestros férvidos amores
un torrente de besos, de suspiros,
la inmensidad soberbia del desierto.
de l á g r i m a s de amor y de caricias.
Ella, la^ r e g i a , la beldad altiva
• M i ! ¿dónde estaba de mi lira ardiente soñadora de castos embelesos,
la orgullosa canción que supe un día. se doblega cual tierna sensitiva
¿ d o la palabra q u e b a ñ a d o en f u e g o al aura ardiente de mis locos besos.
al oído feliz de la belleza _ 1 tiene el bosque voluptuosa sombra,
en otro tiempo modular sabia? profundos y selvosos laberintos,
,-Do las flores gentiles que el poeta y g r u t a s perfumadas, con alfombra
ál pasar la Hermosura derramaba de eneldos, y tapices de jacintos.
con musa fácil, juvenil e inquieta? Y palmas de soberbios abanicos
mecidos por los vientos sonorosos,
¿ D ó n d e está mi audacia en o t r o tiempo, aves s a l v a j e s de canoros picos
en otro tiempo tan feliz y loca?... y lejanos torrentes caudalosos.
ante el sol del amor que vi en t u s ojos, L o s naranjos en flor que nos guarecen
c a v ó a t u s mes mi adoración de hinojos, perfuman el ambiente, v en su alfombra
mi alma tembló, y enmudeció mi boca. un tálamo los m u s g o s nos ofrecen
de las gallardas palmas a la sombra.
P o r pabellón tenemos la techumbre
del azul de los cielos soberano.
BAJO LAS PALMAS Y por antorcha de Himeneo la lumbre
del espléndido sol americano.
Y se oyen tronadores los torrentes
Morena por e l sol del mediodía y las aves salvajes en concierto,
que en llama de oro f ú l g i d o la baña, en tanto celebramos indolentes
es la agreste beldad del alma mía, nuestros libres amores de! desierto.
la rosa tropical de la montaña. L o s labios de los dos.
Dióle la selva su belleza ardiente, se dicen el secreto de las a l m a s ;
dióle la palma su gallardo talle; después... desmayan lánguidos los besos...
en su pasión h a y a l g o del torrente y a la sombra quedamos de las palmas.
que se despeña desbordado ai valle.
Sus miradas son luz, noche sus ojos,
la pasión en su rostro centellea,
y late el beso entre sus labios rojos
cuando d e s m a y a su pupila hebrea.
M e tiembla el corazón cuando la nombro,

vil su
PASIONARIAS

BESOS
VI

EL ÚLTIMO BESO

PRIMER BESO
E m p u j é , vacilando como un ebrio
la entrecerrada puerta.
« — L a luz del o c a s o moribunda toca Había en la estancia gentes que lloraban,
del pinar los f o l l a j e ! tembladores, y en medio de los cirios funerarios
suspiran en el bosque los rumores ella... ¡ mi vida! muerta.
y las tórtolas g i m e n en la roca.
Pálido mármol que esculpió la muerte
E s el instante que el amor i n v o c a ; con su mano de hielo,
ven junto a m í ; te sostendré con flores la hermosura terrestre de la v i r g e n
mientras roban volando los amores del_ abierto sepulcro por la entrada
el dulce beso de tu dulce boca.» se iluminaba con la luz del cielo.

L a virgen suspiró: s u s labios rojos L l e g u é , me arrodillé... y aquel g e m i d o


apenas el yo te amo murmuraron, que lanzó mi alma loca
se entrecerraron lánguidos los ojos, hizo temblar la llama de los cirios
después... no supe m á s . . . Un beso ; eterno
los labios a los labios se juntaron, c l a v ó a su frente mi convulsa boca.
y las frentes, bañadas de sonrojos,
al peso de la dicha se doblaron. T o d o el llanto de mi alma, el duelo inmenso,
¡ o h niña! de perderte,
estaba en ese beso de la tumba...
¿ t e lo llevó, verdad, llegando al cielo
el ángel de la muerte?

UN BESO NADA MÁS

Bésame con el beso de tu boca, ADIOSES


cariñosa mitad del alma mía,
un solo beso el corazón invoca, NUESTRO ADIÓS
que la dicha de dos... me mataría.
¡ U n beso nada m á s ! Y a su perfume ¡ Si^ no sabía llorar!... Jamás su frente
en mi a l m a derramándose, la e m b r i a g a ; se dobló a los pesares.
y mi alma por tu beso se consume Fué siempre la mujer indiferente,
y por mis laicos impaciente v a g a . la diosa a recibir acostumbrada
incienso de alabanza en sus altares.
PASIONARIAS

BESOS
VI

EL ÚLTIMO BESO

PRIMER BESO
E m p u j é , vacilando como un ebrio
la entrecerrada puerta.
« — L a luz del o c a s o moribunda toca Había en la estancia gentes que lloraban,
del pinar los f o l l a j e ! tembladores, y en medio de los cirios funerarios
suspiran en el bosque los rumores ella... ¡ mi vida! muerta.
y las tórtolas g i m e n en la roca.
Pálido mármol que esculpió la muerte
E s el instante que el amor i n v o c a ; con su mano de hielo,
ven junto a m í ; te sostendré con flores la hermosura terrestre de la v i r g e n
mientras roban volando los amores del_ abierto sepulcro por la entrada
el dulce beso de tu dulce boca.» se iluminaba con la luz del cielo.

L a virgen suspiró: s u s labios rojos L l e g u é , me arrodillé... y aquel g e m i d o


apenas el yo te amo murmuraron, que lanzó mi alma loca
se entrecerraron lánguidos los ojos, hizo temblar la llama de los cirios
después... no supe m á s . . . Un beso ; eterno
los labios a los labios se juntaron, c l a v ó a su frente mi convulsa boca.
y las frentes, bañadas de sonrojos,
al peso de la dicha se doblaron. T o d o el llanto de mi alma, el duelo inmenso,
¡ o h niña! de perderte,
estaba en ese beso de la tumba...
¿ t e lo llevó, verdad, llegando al cielo
el ángel de la muerte?

UN BESO NADA MÁS

Bésame con el beso de tu boca, ADIOSES


cariñosa mitad del alma mía,
tin solo beso el corazón invoca, NUESTRO ADIÓS
que la dicha de dos... me mataría.
¡ U n beso nada m á s ! Y a su perfume ¡ Si^ no sabía llorar!... Jamás su frente
en mi alma derramándose, la e m b r i a g a ; se dobló a los pesares.
y mi alma por tu beso se consume Fué siempre la mujer indiferente,
y por mis laicos impaciente v a g a . la diosa a recibir acostumbrada
incienso de alabanza en sus altares.
PASIONARIAS
MANUliL M. FLORES
•sá .
Y m o j a b a la lluvia su semblante,
Amor junto a ella humilde su semblante tan pálido y tan bello,
las alas p l e g ó inquietas, y el viento de la tarde sollozante
V repitió a su oído suplicante a g i t a b a en desorden su cabello.
el cántico de amor de los poetas. Y o le hablaba, le hablaba... no me oía...
Y acaso el aura fría solamente su mano temblorosa
de la noche besando sus cabellos, se estrechaba convulsa con la mía.
en un v a g o sollozo le traía
una voz de ultratumba en que g e m í a Así fué nuestro adiós... T o d a mi alma
el adi.ós postrimer de alguno de ellos. a e j é en mis labios con pasión opresos,
y me traje la s u y a , que bebieron
M a s no sabía Llorar... en sus ardientes lágrimas mis besos.
y aquella tarde,
una tarde sin luz, triste y lluviosa,
inclinó la c a b e z a silenciosa N O . . . NO TE DIGO ADIÓS
así c o m o las blandas florecillas
que hirió la tempestad. L o s soberanos
ojos cubrióse con e n t r a m b a s manos ¿ P o r qué vienes así, mi enamorada,
y e l llanto desbordó por sus mejillas. cuando dormido estoy? ¿ C u a n d o con lazos
invisibles el sueño ata mis brazos
Lloraba, sí, lloraba:., de rodillas, y no puedo apretarte al corazón?
y o traspasado de dolor le hablaba, ¿ P o r qué vienes as? cuando mis labios
pero elfa no me oía ; cierra el sueño también, y b u s c o ansioso,
¡callaba, sollozaba, se moría!... sin poderle encontrar, el cariñoso
sólo sentí su m a n o que temblaba acento con que te habla mi pasión?
desesperada al estrechar la mía.
¿ P o r qué vienes así?... ¿ S a b e s a c a s o
que son las de la noche las hermosas
E r a aquel nuestro adiós. E r a el momento horas de las estrellas misteriosas,
solemne de pasión y de tormento y , estrella del amor, s u r g e s también?
de un amor inmortal. E r a n dos almas ¿ Porque s a b e s que la hora de los sueños
' » locamente estrechadas en el fuerte e s la hora en que los ángeles sin nombre
nupcial abrazo de una sola vida, bajan del cielo a visitar al hombre,
que separaba, haciéndolas pedazos, con su ala de oro a proteger su sien?
la mano Inexorable de la suerte
. con el fúnebre adiós de la partida.
¿ P o r qué vienes así, pálida mía,
con tus ojos de amor sobre mis ojos,
Y lloraba en mis b r a z o s ; y lloraba y con temblor de besos en los rojos
c o n t a n triste y profundo desconsuelo, labios que a p a g a n en el mío la v o z ?
que en tan lúgubre tarde parecía ¿ Por qué son tan dolientes tus abrazos?
que al mirarla llorar lloraba el cielo ¿ P o r qué tanto sollozo y duelo tanto,
y que por ella se enlutaba el día.
y al besarme me m o j a s con tu llanto, ¿ C ó m o a mí mismo corazón pudiera
dejar en el olvido? •
y sólo sabes la palabra adiós?

Idénticas, mezcladas,, confundidas


N o es un adiós el que mi voz te deja cual la llama y su luz,
llorosa, vida mía, nuestras almas no saben siendo una
que adiós e s la tristísima palabra si eres yo, si soy tú.
de la ausencia sombría.
Y antes yo^ pensaré sin pensamiento
y veré sin mirada,
Q u e adiós es el sollozo que se arranca
que no llevar dentro de mi alma, eterna,
del corazón herido,
el alma cariñosa de mi amada.
que adiós e s el saludo de la muerte,
la c i f r a del olvido.

¡ No, no t e d i g o adiós! P a r a nosotros DESPEDIDA


palabra tal no e x i s t e ;
la boda de las almas e s eterna
cuando amor las asiste. C u a n d o aun a y e r . . . ¡ ayer!... enajenado
reposaba en mi pecho tu cabeza,
Y lo que llaman en el mundo ausencia, y mirando tus ojos, extasiado
distancia, despedida, olvidaba en tu labio nacarado
para aquellos no son que sólo forman con besos y sonrisas mi t r i s t e z a ;
un a l m a y una vida.
¿ c ó m o entonces pensar que llegaría
P a r a aquellos no son que, al f u e g o v i v o esta hora de dolor, negra, sin nombre,
de los labios impresos, que del alma las fuentes abriría,
cual nosotros sus almas desposaron y en lágrimas de hiél, lágrimas de hombre,
en tálamo de besos. tu frente inmaculada bañaría?...

N o , no te d i g o adiós... ¿ Q u i é n de sí mismo A y e r . . . .ayer, bañaban los amores


' se ausenta y se despide? tu semblante con púdicos sonrojos...
¿ C ó m o puedo a mi propio pensamiento hoy... y a borran tan plácidos colores
decir que no me olvide? la mortal palidez de los dolores
y el llanto i n a g o t a b l e de tus ojos.
N o se mira sin luz, y sin ambiente
el pecho se sofoca, E s muy breve la vida p a s a j e r a
y mi luz son tus ojos, y "mi aliento para que con mi amor todo te a m e ;
los besos de tu boca. mas en la eternidad mi alma te espera...
dame el último adiós... tus labios d a m e . . .
y acuérdate de mí cuando me muera.
Y o soy tan sólo corazón, y tú eres
su s a n g r e y su latido.
MANUEL M. FLORES
PASIONARIAS

Si en este instante de supremo duelo,


si en esta inolvidable despedida
una g o t a cupiera de consuelo,
la tendría para llenar mi v i d a :
un beso y una l á g r i m a . . . ¡ H a s t a el cielo!

¡ C u á n t a s veces al rayo de tu luna


ADIÓS Á JALAPA c e r c a d o de mis dulces ilusiones,
he sonado la g l o r i a y la fortuna
T i e r r a de bendición, tierra querida, al arrullo de a m o r de mis canciones!
para siempre quizá de ti me alejo,
y con mi adiós te dejaré mi vida, ¡ C u á n t a s veces sintiendo por mi frente
pues que del alma la mitad te dejo. los besos de tu brisa perfumada,
a l g o di vino descendió a mi mente
Adiós tu azul y transparente cielo, iluminando el ánima turbada!
y la sombra nupcial de tus palmares,
y allá de t u s confines tras el velo ¡ C u á n t a s veces entonce el arpa mía
la línea opaca de los v a g o s mares. c a y o a mis plantas impotente y rota
que decir a los hombres no sabía
Adiós, Jalapa, lánguida paloma la voz del cielo que en tus auras flota!
que reposa a la m a r g e n de la fuente,
entre los bosques de f r a g a n t e aroma, ¡ C u á n t a s veces también el alma quiso
al ruido sonoroso del torrente. al verte a ti, jardín de las delicias,
la mujer sin rival del Paraíso
E l ángel de la noche misterioso para morir de a m o r con sus caricias!
b a j o su n e g r o pabellón de estrellas
te besa con el beso del esposo, Y la encontré tal v e z . . . y v i su sombra
abre sus alas y te duerme en ellas. en el misterio de la noche en c a l m a
una mujer... ¡ m i boca n o la n o m b r a ' "
Y la aurora te encuentra todavía Pero la llevo aquí, dentro del alma!
envuelta en los cendales de la niebla,
h a s t a que te despierta la armonía ¡ Una mujer!... la creó mi fantasía,
con que el zenzontli tu recinto puebla. a sonó mi ilusión, mi amor ansióla,
la encontré, la adoré, la llamé mía,
E r e s g r a t a y gentil como la p a l m a y en mi alma vive refulgente y sola.
del desierto en la arena abrasadora,
frente a d o l l e g a enamorada el alma Unica fe que el corazón cautiva,
la sed a m i t i g a r que la devora. y o la idolatro con mi vida entera,
con inmensa pasión mientras que viva,
P o r eso te idolatra quien te mira, con infinito amor cuando me muera.
y no te olvida quien de ti se aleja,
MANUEL M. FLORES

Adiós ^
Y te d e j o también, luz de mi cielo, . nido p r i r r l l a u , t l m a vez, tierra querida,
única flor de mi desierta v i d a ; que vuelva a v e r a ' de mis a m o r e s ;
solo y perdido en apartado suelo una modesta tu v e r t ® -- y a encontrar perdida
¿qué hará mi alma entre los dos partida? mba, entre tus flores.

, Sin ti ¿ q u é seré yo?... S o m b r a que v a g a


en medio de la noche del desierto,
lámpara de esperanza que se a p a g a , A d i ó s para siempre, iriji.
corazón ¡¡¡y! en desamparo muerto. una alma tan s ó k t e n í a m o s ^ de mi vida,
mas hoy es preciso que esta a?s d o s ;
C u a n d o esté lejos de tus ojos bellos, la a m a r g a palabra del último adf-a divida
o j o s divinos que por mí lloraron,
. acuérdate ¡ a y ! que con pasión en ellos ¿ P o r qué nos separan? ¿ N o saben <.
mis labios tantas l á g r i m a s secaron... q u e pasa la vida cual pasa* la flor? asr
cruzamos el mundo c o m o a v e s de p a s o . . .
Acuérdate ¡ a y ! que con la fe del niño mañana la tumba, ¿ p o r qué hoy el dolor?
me entrego de tu amor a la confianza,
que es la vida de mi alma tu cariño ¿ L a dicha secreta de dos q u e se adoran
y el alma de mi vida tu esperanza. enoja a los cielos, y es fuerza sufrir?

i
¿ T a n sólo son g r a t a s las almas que lloran
| j . vr
Acuérdate ¡ a y ! que tu celeste nombre a l t o r v o destino?... ¿ L a ley es morir?...
alili*!
le solloza mi labio balbuciente, À

IglSf
que mi primera lágrima de hombre ¿ Q u i é n e s el destino?... T e arroja a mis brazos, • -]5V
' AK " X ¡5*
al decirte mi adiós, c a e en tu frente... en ™ a , m a te imprime, te infunde en mi ser,
y b á r b a r o l u e g o me arranca a pedazos

ti
i
el alma y la vida c o n t i g o . . . ¿ p o r qué?
Adiós, Jalapa, búcaro de rosas, y*'fJ^J
1 Hi

S'-lf
manantial a la sombra de la palma, Adiós..-, e s preciso. N o llores... y parte.
región de los ensueños, de las diosas, L a dicha de vernos nos quitan no m á s ;
pero un solo instante dejar de adorarte,

y de las dichaá que idolatra el alma. 1,
hacer que te olvide, ¿ l o pueden?... ¡ J a m á s !
O u é d a t e , adiós, encantadora tierra
Con lazos eternos nos hemos u n i d o ;
de "mi f e , de mi amor, de mi ventura...
en v a n o el destino nos hiere a los dos... 1
hondo sollozo mi g a r g a n t a cierra
¡ las almas que se aman no tienen olvido, '
al decirte el adiós de mi ternura.
no tienen ausencia, no tienen adiós!

A c a s o y a j a m á s . . . j a m á s — ¡ quién sabe!
a verte volveré, suelo q u e r i d o ;
tal vez mi vida solitaria acabe
lejos, muy lejos de mi Edén perdido.
MANUEL M. FLORES PASIONARIAS

AUSENCIA , SU' SOÑANDO


y lo

i «f manos blancas Anoche te soñaba, vida mía,


i Quién me g f a e r a f c m H K , , ^ ^
estaba solo y triste en mi aposento,
para apretarme ^ J j ¡ | g v e s c u c h a n d o
escribía... no sé q u é ; m a s era a l g o
y besarlas... b e s a r ^ r ^ . ^ ^ relias¡
de ternura, de amor, de sentimiento.
de tu amor las < er Porque pensaba en ti. Quizá buscaba
. diera sentir sobre mi pecho la palabra m á s fiel para decirte
i Q m ¿ n B M u lánguida cabeza, la infinita pasión con que te a m a w .
reclinada V^r, c o m o enantes, tus suspiros,
— T P u c % s p i r o s de amor y de tristeza! D e pronto, silenciosa,
una figura blanca y vaporosa
¡ Quién me diera posar c a s t o y suave a mi lado llegó: Sentí en mi cuello
mi cariñoso labio en tus cabellos, posarse dulcemente
v q u e sintieras sollozar mi alma un b r a z o cariñoso, y por mi frente
ón c a d a b e s o que dejara en ellos! resbalar una trenza de cabello.
Sentí sobre mis labios
¡ Quién me diera: robar un solo r a y o el puro soplo de un aliento blando,
de aquella luz de tu mirar en calma, alcé mis ojos y encontré los t u y o s
para tener a l separarnos l u e g o q u e me estaban, dulcísimos, mirando.
con qué alumbrar la soledad del alma! P e r o e s t a b a n tan cerca que sentía
un y o n o sé qué plácido desmayo,
¡ O h ! f quién me diera ser tu misma sombra, que en la luz inefable de su r a y o
el mismo ambiente q u e tu rostro b a ñ a , entraba toda tu alma basta la mía.
y , por besar tus ojos celestiales
la lágrima que tiembla en tu pestaña"! Después, largo, s u a v e
y rumoroso apenas, en mi frente
Y ser un c o r a z ó n todo alegría, un beso melancólico imprimiste,
nido de luz y de divinas flores, y con dulce sonrisa de tristeza
en que durmiese tu alma de paloma resbalando tu m a n o en mi c a b e z a
el sueño virginal de sus amores. en voz b a j a , muy b a j a , me dijiste:
" - M e escribes y estás triste
P e r o en su triste soledad el alma porque me crees ausente, pobre a m i g o ;
es sombra y nada más, sombra y enojos...~ pero ¿ no sabes ya que eternamente
¿cuándo esta noche de la negra ausencia aunque lejos esté, vivo contigo?»
disipará la aurora de tus ojos?...
Y al despertar de tan hermoso sueño
sentí en mi corazón plácida c a l m a ;
PASIONARIAS 59
3 -
y me dije: e s verdad... ¡ eternamente! .. tú, fcíéso de los cielos desprendido
¿ c ó m o puede jamás estar ausente y en medio d e mis lágrimas caído
la que v i v e inmortal dentro del alma? aquí, dentro mi mismo corazón.

¡ O h ! ¡ ven a mí! Mi vida solitaria


TU IMAGEN se acaba, se consume en el h a s t í o ;
necesito de ti, dulce bien mío,
necesito de ti para vivir.
T u imagen vino a visitarme en s u e ñ o s ; E s tu sombra la luz de mi camino,
sentí un aliento acariciar mi frente, sin ti me siento el corazón a t e o ;
y l u e g o un labio trémulo y ardiente me estoy muriendo porque no te veo,
que-ÍSnstíába mi labio... y desperté. porque amar y estar lejos, e s morir.
L a sombra nada más, la triste sombra,
la muda soledad, la negra calma ¡ O h ! si me amas también, si también l l o r a s ;
imagen de la noche de mi alma, si a tu lado buscándome suspiras ;
esto tan sólo al despertar hallé. si sientes este f u e g o que me inspiras;
alma de mi alma enamorada, ¡ v e n !
í A h ! Si en la noche de la triste ausencia .ven a mi pecho, si en el tuyo v i v a
no me sonriera la esperanza hermosa ardiendo está de la pasión la h o g u e r a . . .
de que en tu seno, v i r g e n cariñosa, ¡ O h ! ¡ v e n a mí! mi corazón te espera,
el sueño d e la dicha ha de d o r m i r ; que ardiendo está mi corazón también.
y o me hundiera en mi lóbrega tristeza
hasta llegar a l seno de la m u e r t e ;
porque no puedo ya vivir sin verte, T e v e o en mi sueño... ¡ Y en mi sueño, loco,
porque a m a r y e s t a r lejos, es morir. temblando el alma de pasión, te llamo!
y te g r i t o : . . te g r i t o . . . ¡ que te amo!
Pero, al menos, tú sabes que te a m o ¡ que soy tu dueño, q u e tu esclavo s o y !
con un amor que la Creación llenara, ¡ que instante tras instante de mi -fridá,
con un amor que el ángel envidiara del c o r a z ó n latido tras latido,
si n o f u e r a s un ángel tú también. para volar a ti se han desprendido,
Si dueño fuera de la tierra toda, y que sin vida, que sin alma estoy!
la tierra toda ante tus pies p u s i e r a . . .
Si fuera D i o s . . . ¡ hasta los cielos diera T e llamo en sueños... y venir te siento...
por solo un beso en tu divina sien! el ruido de tu paso me estremece,
y mi frente abrasada palidece
Mis noches son para soñar tu imagen, al eco idolatrado de tu voz.
tu imagen es para encantar mi vida, Y siento que te acercas... que tu aliento
mi vida para ti, virgen querida, ardiente y suave mi mejilla toca,
y tú para mi eterna adoración. y que juntas tu boca con mi boca...
T ú , caricia dulcísima del alma, y despierto... con fiebre el corazón.
6o

¡ V e n ! . . . ¡ y una dicha buscaré suprema*


para p a g a r t e la que tú me dieres, E r a Chapultepec, y la ancha sombra
inundaré tu vida de placeres, - C a n o s o ahuehuetl nos daba a b r i g o ,
incendiaré de amor tu c o r a z ó n ! la luna llena iluminaba el bosque
Y entonces, c u a n d o loco, de tus labios y estábamos, mi vida, sin testigo.
bebiendo esté torrentes de delicias,
¡ mátame, por piedad, con tus caricias! T ú sabes lo demás... E l alma mía
¡ m á t a m e entre tus brazos... de pasión! en su fiebre de amor feliz y loca,
a cada beso t u y o a g o n i z a b a
en el nido de amores de tu boca.

A ROSARIO ¡ O h , ven, mi desposada! E n el ramaie


el rayo de la luna desfallece,
y amor, el mismo amor, tálamo blando
i Q u é . . . . ¿porque nada el porvenir me g u a r d e en las h o j a s caídas nos ofrece.
buscare, luchador desfallecido,
el rincón solitario del olvido
L l e g a n allí, perdidos en las brisas
para morir allí triste y cobarde?
que el bosque perfumadas atraviesan,
arrullos de torcaces que se llaman,
¡ Jamás, mi corazón, jamás!... Aun arde suspiros de las h o j a s que se besan.'
b a j o tu dura nieve comprimido
el f u e g o de un volcán. N o estás vencido,
y para combatir j a m á s e s tarde. ¡ O h , ven!... ¿ A dónde estás?... E n v í a m e loca
en el aire que p a s a tus caricias,
Lucharé y venceré. T o d o se inmola que y o en el aire beberé tus besos
y mi alma embriagaré con tus delicias.
de a m o r ante el esfuerzo temerario;
y en mi alma, del amor b a j o la aureola,
Ven a la g r u t a en que el placer a n i d a ;
c o m o D i o s en el ara del santuario, el viejo bosque temblará de amores,
bella, serena, indestructible y sola suspirarán de amor todas las brisas
resplandece la imagen de Rosario. y morirán de amor todas las flores.

A p a g a r á tus besos el susurro


del aura que suspira en los follajes,
VEN y arrullarán tu sueño entre mis brazos
los himnos de los pájaros salvajes.

¿ M e visita tu espíritu, amor mío?


Y a la luz indecisa de la luna
Y o no lo s é ; pero tu imageh bella
allá a lo lejos, y de ti celosa,
vino a mi lado, y en el mundo v a g o
la antigua Diana, de los viejos bosques
del sueño, anoche deliré con ella.
diosa caída, v a g a r á medrosa.

msm>

L
MANUEL M. FLORÉ
PASIONARIAS

La noche azul nos brinda su


y templo e l bosque a nuestro amor
mi alma te busca, mi pasión te espera
y ebrio de amor mi corazón fallece.
flORAS DISPERSAS
¡ O h , ven, mi seducción, mi cariñosa!
ven a la g r u t a en que el placer anida,
que la dicha no mata... y si m e »mata
tú con tus besos me d a r á s la vida.
E s c u c h a , dulce niña,
que pides al poeta
te d i g a de sus versos,
la inspiración secreta.
NUESTRO AMOR
Suspiros a h o g a el labio
que brota el corazón,
E n medio del ancho mar soberbia roca suspiros que son a y e s
se y e r g u e entre la b r u m a ; dé incógnito dolor.
en torno se sacude ruda y loca
la turbulenta espuma. L á g r i m a s que los ojos
suben a humedecer
L a azota el h u r a c á n ; del rayo torva y vuelven en el a l m a
allí chispea la lumbre, ardientes a caer.
y el D r a g ó n - T e m p e s t a d su dorso encorva
erizado en la cumbre. Palabras que no deben
los labios pronunciar,
L a roca inmóvil se levanta en tanto si aquella a quien se dicen
al beso de la nube, no sabe qué e s amar.
y es, cuando ruge, de su triunfo el c a n t o
que de sus plantas sube. Mis versos son las flores
nacidas en mi llanto;
As!, Rosario, nuestro amor sea r o c a ' de mis suspiros brotan
que inmóvil se l e v a n t e ; las notas de mi canto.
y deja que a sus pies la envidia loca
ruja impotente y nuestro triunfo cantei E n t r e esas flores tristes,
en ese v a g o acento,
palpita todo un mundo
de amor y sentimiento.

L a voz que se levanta


en mi alma solitaria
MANUEL M. FLORÉ
PASIONARIAS

La noche azul nos brinda su


y templo e l bosque a nuestro amor
mi alma te busca, mi pasión te espera
y ebrio de amor mi corazón fallece.
HORAS DISPERSAS
¡ Oh, ven, mi seducción, mi cariñosa!
ven a la gruta en que el placer anida,
que la dicha no mata... y si m e »mata
tú con tus besos me darás la vida.
Escucha, dulce niña,
que pides al poeta
te d i g a de sus versos,
la inspiración secreta.
NUESTRO AMOR
Suspiros ahoga el labio
que brota el corazón,
E n medio del ancho mar soberbia roca suspiros que son ayes
se yergue entre la bruma; de incógnito dolor.
en torno se sacude ruda y loca
la turbulenta espuma. L á g r i m a s que los ojos
suben a humedecer
L a azota el huracán; del rayo torva y vuelven en el alma
allí chispea }a lumbre, ardientes a caer.
y el Dragón-Tempestad su dorso encorva
erizado en la cumbre. Palabras que no deben
los labios pronunciar,
L a roca inmóvil se levanta en tanto si aquella a quien se dicen
al beso de la nube, no sabe qué es amar.
y es, cuando ruge, de su triunfo el canto
que de sus plantas sube. Mis versos son las flores
nacidas en mi llanto;
As!, Rosario, nuestro amor sea r o c a ' de mis suspiros brotan
que inmóvil se levante; las notas de mi canto.
y deja que a sus pies la envidia loca
ruja impotente y nuestro triunfo cantei Entre esas flores tristes,
en ese v a g o acento,
palpita todo un mundo
de amor y sentimiento.

L a voz que se levanta


en mi alma solitaria
MANUEL M. FLORES
PASIONARIAS

tiembla c o m o un sollozo, — D i c e ¿ no oyes?


porque es una plegaria. Y o soy la vida.

Llena de lo imposible ¿ Y qué la rosa,


e s t á mi mente loca, g a l a de un día?
de l á g r i m a s y besos — ¿ N o la oyes? dice:
sedienta e s t á mi boca. Soy la alegría.

A m a b a la e s p e r a n z a ; ¿ Y la a v e en busca
hoy el recuerdo adoro, de Otra región?
amor supremo y triste, — ¿ N o va diciendo
mi culto y mi tesoro. soy ilusión?
s
Soñaba todo un mundo ¿ Y aquel lucero
de amor y de g r a n d e z a , que no se alcanza?
hoy e n la vida, solo, — ¿ N o dice, acaso,
me muero de tristeza. soy esperanza?
»
Ignoro mi destino, ¿ Y esas tinieblas
i g n o r o lo que quiero, en que me pierdo?
tan sólo sé que sufro, — ¿ N o las conoces?
tan sólo sé que muero. Son tu recuerdo.

T ú no comprendes, niña, ¿ Y ese sollozo


lo que mis versos son... de mi dolor?
tampoco ella comprende —¡Tú bien lo sabes,
lo que es mi corazón. ese es tu amor.

V u e l v e a mi corazón, queda escondida,


ilusión imposible de mi vida,
ternura de poeta, pasión loca... Soy una voz de l á g r i m a s que cuenta
Si no h a s de ser dichosa ni creída, la historia de un amor sin esperanza,
vive en mi corazón, calla en mi boca. soy el g e m i d o trémulo que lanza
el alma sin fe y a .

Soy el recuerdo de una dicha, espectro


del a l i r a en las ruinas escondido,
¿ Q u é dice la ola soy un l so corazón herido
que v a perdida? q$|>L —á.
PASIONARIAS
MANUEL M. FLORES

¿ Cómo puede la alondra del valle


Halláronse mis ojos
que pasa ligera
con otros ojos Bellos,
en pos de otro clima, dudar que sus flores
el beso de una virgen
le da primavera?
pasó por mis cabellos,
y penetró en mi alma,
¿ C ó m o pueden las flores que se .abren
y la llenó de luz.
al beso del día,
dudar que el sol de oro, su kmante celeste,
Después... vino la noche,
su luz les envía?
la noche sin luceros;
oi dentro mi pecho
¿ C ó m o el sol que en el cielo la manó
sollozos lastimeros...
divina suspende,
Mi corazón estaba
dudar puede que el Dios de los astros
clavado en una cruz.
sus rayos enciende?

¿ C ó m o puedo dudar que infelice


' d e no verte muero?
¿y tú c ó m o puedes, pedazo del alma,
Mariposas celestes dudar que te quiero?
en lontananza,
son los v a g o s ensueños -
de la esperanza. VIII
¡ A y si corréis tras ellas,
almas ansiosas! LA NIÑA
L o s niños nunca cogen
las mariposas. Si no te enoja, poeta,
mi curiosa pretensión,
Y si a cogerlas llegan, quisiera leer una hoja
quédales sólo del álbum del corazón.
de sus brillantes alas
EL POETA
el polvo de o r o ;
c o m o queda el recuerdo
del bien perdido, Pero, niña, si es un libro,
cuando esperanza "y dicha que ni divierte ni alegra,
nos han huido. un libro en que cada página
es una página negra.
Cuando a vivir empezamos
Qué las almas son rosas ;
spn blancas las hojas todas,
la dicha y la esperanza
después vamos escribiendo
son mariposas.
MANUEL M. FLO>
PASIONARIAS

coplas, sonetos y odas.


H a y p á g i n a s que son versos EL POETA
de música deliciosa,
otras que son elegías, E s t á borrada con llanto.
y otras muchas que son... prosa.

LA NIÑA LA NIÑA

M a s la p á g i n a primera Triste es, poeta, tu callada historia.


¿ no es la del amor quizás?
EL POETA
EL POETA
Siempre de luto el corazón está.
E s la portada del libro,
el prólogo, nada más. LA NIÑA

LA NIÑA ¿ N o hay siquiera f u g a z en tu memoria

¡ L a esperanza es tan querida! el sueño de una dicha transitoria?...


y c u a n d o por fin se alcanza...
EL POETA
EL POETA
¡ L a dicha!... Ni soñarla puedo ya.
Es IX
una página rota
la que habla de la esperanza.
¿ Q u é ? . . . ¿mi corazón d e s p i e r t a -
LA NIÑA y' y a sacudiendo altivo
el p o l v o de su f e muerta
i P e r o 'a gloria, ese lauro se alza con la herida abierta
a c u y a conquista arroja pero palpitante y vivo?
todo su ser el poeta?... ¿ A u n otra ilusión me inspira?
¿ Aun brotarán en mi lira
EL POETA las canciones del amor?
¿ p a r a hallar otra mentira?
N o hay en mi libro esa hoja. ¿ p a r a hallar otro dolor?

LA NIÑA
X •
P e r o al menos la memoria
C o m o para el mundo un cielo,
de haberse querido tanto,
como para el cielo un sol,
la página de la dicha...
cual Dios, que no lo sería
PASIONARIAS 71
7o MANUEL M. FLORES

si lo pudieran ser dos, Angel,' ¿ quién eres?


así para nuestras almas — S o y la esperanza.
existe sólo un amor
que por único y por g r a n d e
e s sol, e s cielo y es D i o s .
Así es la v i d a ; niebla pasajera
1
- i ••

XI que c r u z a v a g a b u n d a por la esfera


deshaciéndose en v a g a lontananza.
T e he d a d o toda mi vida, Y nuestra dicha, frágil é indecisa,
t e he dado toda mi alma, un suspiro que p a s a con la brisa,
todo c u a n t o soy te d i ; y sueño nada m á s nuestra esperanza.
y aun n o he podido p a g a r t e
lo q u e tú me has d a d o a mí. XIV

XII Allá cuando e r a joven, el alma en primavera,


soñando ya e n amarte, mi dulce compañera,
E l a l m a que en la mirada se desbordaba en flores
e s caricia y embeleso, y músicas de amor.
se hace suspiro, y temblando El aura de la vida u n g í a m i cabellera
penetra al alma en un beso. con el celeste a r o m a de la esperanza en flor.

XIII Entonces, una noche... el cielo nos veía


con su mirada de a s t r o s ; la bóveda sombría
Triste e s la tarde, sin luz del cielo. era un "inmenso templo,
Niebla que pasas, ¿ a dónde vas? el sacerdote, D i o s .
Sólo D i o s sabe mi incierto vuelo. Ante E l tu f e me diste, ante E l te di la m í a :
Niebla, ¿ q u é eres? quedaron desposadas las almas de los dos.
— S o m b r a no m a s
Pero hoy... la noche es negra. L a bóveda enlutada
es una inmensa t u m b a . . . Murió mi desposada,
* perdióse en lo infinito
el alma de mi amor.
La noche llega, la flor se aduerme. El templo está desierto, la lámpara a p a g a d a ,
Brisa que pasas con lepto g i r o , y, solo, en las tinieblas solloza mi dolor.
¿adonde vuelas?
— V o y a perderme. XV
D i m e , ¿ q u é eres?
— S o y un suspiro. T ú no supiste nunca
E s alta noche: g r a t o beleño lo qüe es el sentimiento
cierra mis ojos, y en lontananza inmenso, de ternura
un á n g e l blanco miro en mi sueño. que g u a r d a el corazón.
¿ D e qué me sirve el alma? Y cae sobre mi espíritu el e s p a n t o ;
¿ D e qué mi pensamiento?... pero evitar no puedo su presencia,
Y o soy una hoja seca
porque ese triste espectro de mis noches
llevada del turbión.
está en mi propio ser... e s mi conciencia.

En el ingrato mundo
XVIII
mi v i d a es una ola
que no hallará m á s playa
Corazón, ¿ q u é es lo que quieres?
d o pueda descansar,
A m o r , dolores, placeres, \
que una c e r c a n a tumba
ya de todo t e sacié,
abandonada y sola, *
y sin e m b a r g o , ¡ te mueres,
do nadie irá su llanto
y no sabes ni dé qué!...
de amor a derramar.
XIX

XVI En abrazo inmenso c o n f u n d o m i s amores,


ujeres de delicias, mujeres de dolores,
B a j o la sacra bóveda del templo mi infierno de placeres,
d o humea el incensario mi cielo de dolor.
y el oro resplandece, si levanto
mi r u e g o solitario, Mis labios están hartos de l á g r i m a s y besos-,
el alma habla a su D i o s en el santuario. aun tiene sed el alma de no sé qué embelesos...
¿ E n dónde está la dicha?
P e r o en medio del bosque, en el desierto ¿ E n dónde está el amor?
donde v i v e la p a l m a
o a la orilla del mar, d o resplandece XX
Naturaleza en tempestad o en c a l m a ,
es Dios quien habla al alma. Sondead la tierra, y en el seno oscuro
donde g u a r d a el abismo su tesoro,
envuelto en su ropaje de granito,
XVII en tosca piedra encontraréis el oro.

C u a n d o después del f a t i g o s o día Sondead el mar... L a s olas turbulentas


v e n g o p a z a buscar b a j o mi techo Se a g i t a n Con furor por esconderla,
en los brazos del sueño, hay un fantasma pero bajad al fondo del O c é a n o
que se sienta a la orilla d e mi lecho. y allá, en su concha, encontraréis la perla.

E n v a n o quiero separar mis ojos Sondead el cielo, en lo m á s remoto,


de aquel f a n t a s m a que de luto v i s t e ; donde tan sólo D i o s deja su rastro,
allí está, siempre está, siempre me mira del infinito en la perpetua noche,
inmóvil, mudo, pavoroso, triste. mundo de luz, encontraréis el astro.
- • S- | •'

MANUEL M. FLORES PASIONARIAS

Sondead el corazón, hasta ese f o n d o


donde temblando la conciencia entra,
y de su abismo en la tiniebla impura,
XXIII
decidme, ¿..qué se encuentra?...

XXI ¡ Q u é bosque tan f e r a z ! ¡ Y cuán p r o f u s o


en sombras, en misterio y erí reposo!
¡ Q u é dulce es el h o g a r ! Lleno de -sombra ¡ C ó m o cantan l a s aves y cuál rueda
raí corazón traía, el a g u a fresca su raudal copioso!
crucé el umbral de mi modesta c a s a
y ¡ c u á n hermoso fulguraba el día! Por falta de unas g o t a s de esa a g u a ,
y de a l g o de esa s o m b r a r e n el desierto
¡ Q u é b u e n o e s el h o g a r ! A m a r g a s iras jadeante, sin v i g o r , desesperado
me a n e g a b a n el alma, - , c a e el v i a j e r o muerto.
pero al besar las c a n a s de mi madre
llené mi pecho de perdón y calma.

¡ Q u é tierno e s el h o g a r ! ¡ O h ! ¡ cuántas lágrir


en cariño infinitas,
sobre mi frente pálida cayeron V e d esa c a j a en el rincón oculta
dulcísimas, temblantes y benditas! del mísero desván... ¡ c u á n t o tesoro!
Tiemblan las manos del a v a r o , y ruedan
¡ Q u é santo es el h o g a r ! Quizá mi labio los diamantes revueltos con el oro.
el existir maldijo,
pero lloré, y creí con toda mi alma P o r falta nada m á s de una moneda
cuando mi madre santa me bendijo. de ese tesoro por que tantos g i m e n ,
pálida al lupanar la virgen llama,
XXII y marcha el hombre al crimen.

T ú que pasas ruidosa y deslumbrante


en carro d e oro, entre el aplauso inmenso
de la turba servil y del incienso
c o n que falaz lisonja, te importuna, Estremece la bóveda del templo
¿quién eres, cortesana? del ó r g a n o la v o z , g r a v e y severa,
— S o y ' l a reina del mundo, la Fortuna. y el alma del creyente, conmovida,
Y tú, pálida v i r g e n , tan hermosa, 'en su éxtasis v e a D i o s , r u e g a y espera.
q u e v a s a pie, descalza y olvidada,
de estrellas y de espinas coronada, P o r falta de una chispa, de una sola
vuelta la espalda a la fortuna impía, de esa divina fe, paz y consuelo,
¿quién eres, dulce virgen? el hombre en su dolor a D i o s olvida
- — H i j a del cielo s o y : la Poesía. y hasta se n i e g a el cielo.
XXV
XXIV
E l viejo sol en su inmortal carrera
Hermosa y , c o m o siempre, f u g i t i v a , ha alumbrado al monarca y al guerrero,
a mi lado un instante el raudo vuelo al sabio, y al artista y al poeta,
detuvo compasiva al rico altivo, al sacerdote austero.
la E s p e r a n z a feliz, hija del cielo.
H a alumbrado al apóstol y al creyente,
P o s ó su dulce labio en la sombría al inocente, al mártir y al que es justo,
pahda frente del poeta triste y hasta al mismo H o m b r e - D i o s en la figura
y la encontró a p a g a d a , seca y fría santa y hermosa de Jesús augusto.
£ • >
c o m o la frente del que ya no existe.
B u s c ó en sus ojos lágrimas, y estaban C u a n t o viviente ser dentro sus siglos
áridos cual arena del desierto; la triste y vana humanidad encierra,
tocó su pecho ansiosa ha visto el viejo sol... y no ha encontrado
y buscó el corazón... estaba muerto. un solo hombre feliz sobre la tierra.

Entonces la Esperanza, hija del cielo,


XXVI
lanzo un suspiro y prosiguió su vuelo.
¡ Q u é hermoso brilla el sol! D e s q u e amanece
*
hasta que c a e soberbio en el o c a s o
fecunda, vivifica y resplandece.
Pero el hombre infeliz, p a s o tras paso,
D e ella en pos, melancólico y sombrío, sin saber dónde v a , g i m e y p a d e c e ;
con vuelo triste y lento juguete miserable del a c a s o
otro ángel se acercó. Su vestidura todo le e n g a ñ a , le escarnece y hiere
era más negra que la noche oscura hasta que roto se doblega y muere.
y de él én torno sollozaba el viento.
L a frente inanimada del poeta
besó también, pero con tal cariño XXVII
cüal si fuese una madre que adurmiese
en el r e g a z o del amor su niño. He g o z a d o . . . si g o c e e s la locura
Y l u e g o con afán siempre materno, de soñar lo imposible,
en su seno üe sombras descansóla y creerlo realizado, y estrellarse
como para dormir el sueño eterno. contra a l g o infame, estúpido ó risible.

Desde entonces reclino mi cabeza He sufrido... no sé desde qué hora


en el regazo maternal y tierno mi martirio comienza,
del ángel funeral de la Tristeza. pero sé que he llorado, y que llorando,
de mi propio dolor tuve vergüenza.
¡ V e r g ü e n z a fíe encontrarme arrodillado
ante ídolos de lodo,
v e r g ü e n z a de la f a r s a de la vida,
v e r g ü e n z a de los hombres... y de todo!

Ilusión, amistad, amor... locuras


por q u e el hombre delira,
venid para escupiros a la cara
el solo nombre que tenéis... ¡Mentira! S E G U N D A p r h t b

- XXVIII

N o soy más que mi sombra... y a estoy muerto


lo siento en esta c a l m a (COMPOSICIONES ESCRITAS EN VARIOS ÁLBUMS)
que hay en todo mi ser. E s un desierto
lo que llevo en el alma.
GUIRNALDA
T a n t o he querido y con pasión tan loca
• que dejé, sin sentirlo, en mi embeleso, os versos son las flores que el alma del poeta
un p o c o de mi v i d a en c a d a boca, a gentil Belleza derrama en el a l t a r ;
un pedazo de mi alma en cada beso. melgo de mi lira guirnaldas de violeta
vuestros pies, hermosas, las v e n g o a deshojar.

XXIX
LA FORTUNA
¡ N o m á s vida, Señor, y a no más vida!
C u a n d o lloraba el a l m a dolorida Á ROSARIO P.
me nutría el pesar.
A h o r a no sufro y a , no deseo nada ; ¿ En su curso voluble la Fortuna
pero t e n g o , Señbr, mi alma c a n s a d a todo cuanto me diera me q u i t ó ;
y quiero reposar. y la Miseria pálida y hambrienta
al umbral de mi puerta se sentó.

XXX Y llegó la A m i s t a d — l a que en un día


el festín de mis dichas p r e s i d i ó —
U n viaje por un "mar de tempestades y aunque la dije ven, ella, espantada
e s la vida m o r t a l ; la tumba es puerto. . al ver aquel espectro, se alejó.
Morir e s r e g r e s a r a nuestra patria...
no se debe llorar por los que han muerto. . Amor llegó también... Sellé mi labio,
porque temí que se alejara A m o r ;
¡ V e r g ü e n z a fíe encontrarme arrodillado
ante ídok>s de lodo,
v e r g ü e n z a de la f a r s a de la vida,
v e r g ü e n z a de los hombres... y de todo!

Ilusión, amistad, amor... locuras


por q u e el hombre delira,
venid para escupiros a la cara
el solo nombre que tenéis... ¡Mentira! S E G U N D A p r h t b

- XXVIII

N o soy más que mi sombra... y a estoy muerto


lo siento en esta c a l m a (COMPOSICIONES ESCRITAS EN VARIOS ÁLBUMS)
que hay en todo mi ser. E s un desierto
lo que llevo en el alma.
GUIRNALDA
T a n t o he querido y con pasión tan loca
• que dejé, sin sentirlo, en mi embeleso, os versos son las flores que el alma del poeta
un p o c o de mi v i d a en c a d a boca, a gentil Belleza derrama en el a l t a r ;
un pedazo de mi alma en cada beso. melgo de mi lira guirnaldas de violeta
•vuestros pies, hermosas, las v e n g o a deshojar.

XXIX
LA FORTUNA
¡ N o m á s vida, Señor, y a no más vida!
C u a n d o lloraba el a l m a dolorida Á ROSARIO P.
me nutría el pesar.
A h o r a no sufro y a , no deseo nada ; ¿ En su curso voluble la Fortuna
pero t e n g o , Señbr, mi alma c a n s a d a todo cuanto me diera me q u i t ó ;
y quiero reposar. y la Miseria pálida y hambrienta
al umbral de mi puerta se sentó.

XXX Y llegó la A m i s t a d — l a que en un día


el festín de mis dichas p r e s i d i ó —
U n viaje por un "mar de tempestades y aunque la dije ven, ella, espantada
e s la vida m o r t a l ; la tumba es puerto. . al ver aquel espectro, se alejó.
Morir e s r e g r e s a r a nuestra patria...
no se debe llorar por los que han muerto. . Amor llegó también... Sellé mi labio,
porque temí que se alejara A m o r ;
L o s mirtos dicen amores,
pero él sin vacilar, bañado en l á g r i m a s , : la altiva rosa belleza,
vino a mí presuroso... y me abrazó. y la azucena pureza
y recuerdo el miosotis.
Y la Miseria pálida y hambrienta A l g o dice en una tumba
que al umbral de mi puerta se sentó, la doliente cineraria,
a la luz d e aquel ángel que lloraba, y la hiedra parietaria
ella... ¡ l a horrible arpía!... se embelleció. que borda la ruina gris.

Y ¡ cuánto es para el amante


la primer flor anhelada
LAS FLORES que una m a n o idolatrada
furtivamente le dió!
Si en sus pétalos de seda
Á RAMONA
el labio ardiente se posa,
insaciable mariposa
L a s flores son un emblema del néctar de la pasión.
del mundo del sentimiento,
son álbum del pensamiento Si encanta con sus colores,
en sus horas de ilusión; si e m b r i a g a con su perfume,
son p á g i n a s en perfume "fi%i se marchita y consume
por dos almas descifradas, apretada al corazón,
son estrofas no c a n t a d a s es que en su cáliz esconde
del poema del corazón. aliento de la que se a m a ,
y perfume que derrama
E n una flor sus recuerdos en sus besos la pasión.
el corazón a t e s o r a ;
sobre sus pétalos llora E s que a los ojos cerrados
su soledad el d o l o r ; del a l m a en amores presa,
dulce enigma comprendido esa flor e s la promesa
tan sólo por los amores: de eterna felicidad.
quien n o comprende las flores E s una v o z silenciosa
t a m p o c o sabe de amor. que e s t á diciendo te adoro;
nudo de la red de oro
D i o s a la mujer formando en q u e dos almas están.
completó su P a r a í s o ;
tal vez con l a s flores quiso A l m a s locas que no saben,
completar a la mujer. al simbolizar la creencia
¡ Q u é bellas son en su frente! del amor en la existencia
¡ Q u é envidia dan en su seno! efímera de una flor,
¡ Q u é activo dulce veneno que su dicha, su esperanza,
dan en ellas a beber!
su placer y su alegría
flores son... y dura un día
la primavera de amor. LIRIO

Á ROSARIO H.

Y la seca flor guardada Muy pocas flores de ilusión dejaron


que el tiempo cruel descolora, en mi alma borrascosa los pesares ;
reliquia tal vez de una hora mas las pocas fragantes que quedaron
que vale una eternidad; permite que las deje en tus altares.
sombra de flor que no tiene
de lo que fué más que el nombre,
T e traigo de amistad càndido lirio ;
cual los recuerdos del hombre
si en él encuentras una acerba g o t a ,
del alma en la soledad;
perdónala... es la sangre de martirio
que de mi pecho atormentado brota.
fantasma de una esperanza,
mudo adiós del bien perdido, , Hirió mi corazón el desencanto,
del naufragio en el olvido de mi ventura deshojó la palma,
único resto quizá, y en la amargura de infortunio tanto
¿ n o encierra, triste despojo secóse a fuerza de llorar el alma.
sin perfume ni belleza,
la poesía de lá tristeza,
Nublado el horizonte de la vida,
la religión del pesar?
borróse el porvenir en lontananza,
y su tallo dobló descolorida
y marchita la flor de la esperanza.

S í ; las flores simbolizan T a n sólo melancólica y aislada


las f u g a c e s alegrías la triste flor d e los recuerdos brota,
que arrancamos a los días como brota la hierba descuidada
d e la bella juventud. de algún sepulcro entre la piedra rota.
Después tan sólo nos quedan
memorias de amor benditas... M a s no es ese despojo cinerario,
hojas de flores marchitas no es la flor del recuerdo y el martirio
que caen en el ataúd. la que te ofrece el corazón, Rosario,
es d e amistad el apacible lirio.

L l e v a en su cáliz toda la ternura


que a g o t a r no pudieron los pesares ;
y pues tiene de tu alma la blancura,
permite que la deje en tus altares.
MANUEL M. FLORES

Que cuando quiso con pasión el alma,


y lo que quiso para siempre fué,
vivir es y a morir... mas sin la calma
SENSITIVA que la tumba promete al padecer.

Á GUADALUPE Mas otras v e c e s — ¡ he llorado t a n t o ! —


otras veces mis lágrimas vertí
« — ¿ P o r qué estás como y o , pálida y sola? sobre otras flores, y jamás mi llanto
¿También para las flores hay dolor? marchitara esas flores como a ti.
¿ Como mi corazón, es tu corola
copa de llanto, solitaria flor?» ¿ Eres un cáliz de dolor que encierra
gotas de llanto que ofrecer a Dios?
Así una virgen bella y pensativa Pero todas las flores de la tierra
a quien la pena el corazón hirió, son pocas al raudal del corazón.
dijo a la misteriosa sensitiva,
y una lágrima en ella derramó. ¿ Quién eres tú de lánguida corola?
¿ Amaste y te olvidaron, pobre flor?
L á g r i m a de mujer, g o t a sagrada Dímelo... que también pálida y sola
que el arcángel debiera recoger, soy una sensitiva del amor. » —
perla del alma, sangre inmaculada
del mártir corazón de la mujer.
LA SENSITIVA
Calló... la sensitiva estremecida
sus pétalos vivientes recogió,
y la pálida virgen dolorida « — S o y el alma misteriosa
suspiró con tristeza y murmuró: de mis hermanas las flores,
imagen de esos amores
« — ¿ T a n a m a r g o es.mi-llanto, que una g o t a que vivieron un ayer:
basta a a p a g a r la vida de una flor? hija de un rayo de aurora
¿ Cómo el raudal que de mi pecho brota en un día de Primavera,
¡ ay! no a p a g a el recuerdo de mi amor? es mi vida una quimera
como tus sueños, mujer.
¿ P o r qué no extingue de mi ser la llama
el incesante soplo del pesar? Y o soy como la esperanza
¿ P o r qué no muere el corazón que ama que cuando se toca, muere;
su lágrima primera al devorar? y tu lágrima m e hiere
como te hiere el a m o r . ,
¡ Dichosa flor! Moriste a la primera N o es tu lágrima el rocío
r á f a g a del pesar... E n mi aflicción que en mí derrama la noche,
dichosa y o también si se rompiera y ha lastimado mi broche
mi existencia al romperse mi ilusión. como tu seno el dolor.
PASIONARIAS
MANUEL M. FLORES

un pensamiento risueño,
T u a l m a y y o somos dos flores
es el éxtasis de un sueño,
q u e tienen la misma historia.
es a m a r . . . ¡ es ser feliz!
T a m b i é n y o tuve mi gloria
c o m o tuviste tú amor.
D e b e s a tu amor el llanto P e r o es dicha de un instante:
y y o a tu llanto la muerte... con su llama abrasadora
U n a misma e s nuestra suerte... amor su pecho devora,
¡ pobre mujer!... ¡ pobre flor! amor consume su ser.
Y en v a n o son las promesas
de la mentida esperanza...
Por los céfiros mecida,
¡ Ouién a realizar alcanza
por la luz e n g a l a n a d a ,
tu ilusión... pobre mujer?...
por los cantos arrullada
de l a s a v e s del pensil,
e s mi vida un paraíso, S o m o s dos flores hermanas
un pensamiento risueño, hijas del amor del c i e l o ;
es el éxtasis de un sueño, no comprenden nuestro duelo,
e s a m a r . . . ¡ e s ser feliz! ni comprenden nuestro amor.
P o r siempre cierro mis h o j a s ;
por siempre tu llanto trunca...
P e r o es dicha de un instante:
la dicha no vuelve nunca...
de tu lánguida pupila
¡ Pobre m u j e r ! — ¡ Pobre flor!»
rueda a b r a s a d a y tranquila
la g o t a que me mató.
Y en v a n o el cielo f u l g u r a , A s í dijo la tierna sensitiva,
en v a n o las aves cantan, sobre su muerto tallo se dobló:
cielo y á v e s no levantan y la pálida v i r g e n pensativa
mi corola... ¡ p o b r e flor! d e j ó en ella una lágrima f u r t i v a
y triste y en silencio se alejó.
Así la mujer hermosa,
flor d e los cielos querida,
sensitiva desprendida RAMILLETE
de las manos del Señor,
trae a la tierra del llanto Á REMEDIOS
su corola de belleza,
su rocío de pureza
y el perfume de su amor. Símbolo de tu càndida belleza,
son las flores, Remedios, que te envío ;
tu alma, como su cáliz, es pureza,
Y por ensueños mecida,
limpio, c o m o tu llanto, su rocío.
del amor enamorada,
por los himnos arrullada
V i r g e n hermana de las flores bellas
del mundo que v e ante sí,
que bordan y perfuman la campiña,
e s su vida un paraíso,
MANUEL M. FLORES

deja que la amistad teja c o n ellas y que en mi piedra mortuoria


f r e s c a guirnalda que tu frente ciña. arrojase una memoria,
a c a s o una flor, el hombre. *
A l g ú n á n g e l quizá, niña querida,
sobre ti tiende con amor su palma, Soñé, a l destello indeciso
que e s una rosa blanca desprendida de un crepúsculo nupcial,
de los jardines del Edén tu alma. aparecer de improviso
la mujer del P a r a í s o
que flotaba en mi ideal.
P a r a tu dulce corazón, amores,
para tu planta, rosas sin abrojos.. . L a mujer c u y a belleza
y para mi... p a r a mis pobres flores, ilumina la Creación,
una mirada de tus n e g r o s ojos. la m u j e r toda terneza,
la m u j e r c u y a pureza
santifica el corazón.

PASIONARIA
L a mujer a c u y a planta
se pone el alma de alfombra,
Á ÁNGELA
la mujer única y santa,
la mujer que no se nombra
Perdióse ya la dicha d e mi vida pero que siempre se c a n t a . . .
y del alma p a s ó la primavera...
¿ Q u é flor entonces dejaré caída Y esa mujer yo la vi
de tu álbum en la página primera? cuando la dicha s o ñ é ;
el a l m a toda la di,
y su imagen e s t á aquí,
y con ella moriré.
Y o fui la mitad de un alma
buscando su o t r a mitad,
i E r a su faz mi embeleso,
c o m o se b u s c a la c a l m a
era su nombre Alma mía;
y la sombra de la palma
donde su planta ponía,
en ardiente soledad.
mi pensamiento en un beso
adorándola caía.
E n un tiempo el alma mía,
alondra q u e tiende el vuelo
bañada en la luz del día, S o ñ é el placer indecible
sus ricas alas perdía de que ese a r c á n g e l visible
con el zafiro del cielo. me embriagase con su a m o r . . .
S o ñ é la dicha imposible
Soñé pedir a la gloria en la tierra del dolor.
la vida para mi nombre,
Wm

MANUEL M. FLORES

¿ E r a sólo una creación


de mi loca fantasía,
de mi A m a n t e corazón?...
¿ E r a el a l m a que se abría ROCIO
en su aurora de ilusión?
Á PAZ
¿ E r a un sueño?.:. M a s despierto
adoré lo que soñaba... C u a n d o se v a la noche,
Mi corazón está muerto sus lágrimas hermosas
desque en el mundo desierto sobre las flores d e j a
no encontré lo que buscaba. en g o t a s sin c o l o r ;
pero al romper el alba
se tornan luminosas
en perlas cristalinas,
corona de la flor.
P o r e s o v o y del mundo en la corriente
c u a l hoja solitaria.
T r i s t e e s mi vida, pálida mi frente, A s í mis pobres versos
y si f u e r a una flor mi alma doliente sin brillo ni frescura
sería la Pasionaria. de tu álbum en las hojas
a derramarse v a n ;
mas si les d a n tus ojos
U n a flor de tristeza y desconsuelo
la luz d e su hermosura,
que apenas ha vivido
l a s perlas m á s preciosas
levantando su corola al cielo,
d é la amistad serán.
y ya barre sus hojas por el suelo
el viento del olvido.

FLORES MARCHITAS
Perdóname. Buscaba un pensamiento,
A n g e l a , que dejar en esta hoja, Á EMILIA
y el g e m i d o d e l ' a l m a en su tormento
e s ¡ a y ! tan sólo lo que el alma arroja. Primer rayo d e luz, primera rosa,
primer c a n t o del ave en primavera,
Perdóname la nota dolorida suspiro de una lira melodiosa
que exhalara mi lira lastimera, e s de tu álbum la p á g i n a primera.
perdóname esta lágrima caída
de tu álbum en la página primera. L a arpa d e la poetisa resonando
allí vertió dulcísima sus g a l a s ,
blandas c o m o el rumor que al ir v o l a n d o
los ángeles producen con sus alas.
MANUEL M. FLORES

E s t e libro comienza c o m o el día,


L a m á s pálida flor tiene colores
con trinos de a v e y esplendor de a u r o r a ;
cuando el sol con su rayo la abrillanta...
después de su magnífica armonía,
Sean tus ojos un sol para las flores
¿ q u é ha de decir mi corazón, señora?
que vine a deshojar ante tu planta.

Y o , que he d e j a d o olvidada ABROJOS


y de lágrimas bañada
la lira del corazón Á ROSA
y en la tumba idolatrada
de mi postrer ilusión; C o m o dulce canción v a g a y hermosa
que lejos se oye en la nocturna c a l m a ,
yo, pobre alma dolorida así el eco de tu arpa melodiosa
que a t r á s dejando v a y a oí en la triste soledad del alma.
los verjeles de la vida,
hoja en el viento perdida T r i n o d e alondra, murmurar de río,
que no sabe donde v a ; canto en el tierno suspirar bañado
de un pecho de mujer, limpio rocío
deshererado de amores, sobre la flor del corazón r e g a d o ;
sin f e ni consolación
en un valle de dolores... e s o e s tu canto. B e s a nuestro oído
¿dónde ha de c o g e r s u s flores y el corazón a los ensueños lanza,
mi desierto corazón?... porque en sus notas trémulas, perdido
va el acento feliz de la esperanza.

M a s si g o t a s esparce de ambrosía
P e r o ¿ q u é importa, Emilia, que la nota el ritmo de tu arpa vibradora,
que exhala para ti mi lira rota digno de su g r a t í s i m a armonía
sea triste c o m o el alma sin amor, no tengo nada que ofrecer, señora.
si al través del crespón de mí tristeza *
mirando estoy tu poética belleza
c o m o se v e tras de la niebla el sol?...
Corazón que el llanto m o j a ,
corazón que se deshoja
al embate del dolor,
de este álbum para la hoja
Mis pobres rimas ante ti al ponerlas ¿en dónde hallar una flor?
son flores y a marchitas entre abrojos,
pero f r a g a n t e s tú puedes hacerlas
¿ D ó n d e encontrar el ambiente
con la mirada de tus negros ojos.
hecho de brisa olorosa,

de blanca luz transparente esa l á g r i m a que moja
que envuelve tan dulcemente tu macilenta mejilla.
en los jardines la rosa?
E l corazón del poeta
Si tuviera el alma mía en su solitaria c a l m a ,
de inspiración el tesoro, es una c o p a secreta
ilusiones, poesía, de las l á g r i m a s del alma.
¡ cuántas mariposas de oro
para la rosa tendría! L a t u y a vierte sus perlas.
Y o no merezco g u a r d a r l a s ,
¡ C ó m o entonces la envolviera pero quiero recogerlas
el beso de primavera porque quisiera cantarlas.
en una nube de a r o m a !
¡ C o n qué cariño la diera Q u e también el alma mía
sus arrullos la paloma! coronada está de abrojos,
también he sentido un día
M a s mi musa, silenciosá humedecerse mis ojos.
no ha querido, en sus enojos,
que pueda dar otra cosa P o r q u e también he querido,
para el álbum de una R o s a porque también he adorado,
más que lo que doy... abrojos. y lo que amaba he perdido,
y también soy desgraciado.

Y o he sentido la c o n g o j a ,
REMINISCENCIAS del corazón que revienta,
en ese llanto que moja
tu mejilla macilenta.
Á EUGENIA

¡ C ó m o se llora sonriendo!
Pobre a m i g a , pues que lloras,
¡ C ó m o se habla sollozando!
pues que la vida sombría
¡ C ó m o se v i v e muriendo
en ti derrama sus horas
y se muere recordando!
de n e g r a melancolía;
S é lo que es, al adorarse
pues te hieren l o s pesares,
con infinita pasión,
y ha pasado tu contento,
decirse adiós... y arrancarse
como la espuma en los mares,
pedazos del corazón.
c o m o la nube en el viento ;
E n ese adiós sin segundo
permite, sí, que recoja
se v a la existencia entera,
mi buena amistad sencilla
y queda desierto el mundo a fuerza de padecer.
sin el alma compañera. E s la mitad de mi alma,
y siente, sí, mi quebranto,
T o d o es sombras, todo abrojos, como siento y o su llanto
todo noche, todo nada, en mi corazón caer.
desque f a l t a a nuestros ojos
la vida de su mirada.

Y nuestro ser languidece, Perdona, E u g e n i a , si al cantar tus lágrimas


el alma huérfana llora, con las de mi ángel, triste las mezclé.
la esperanza se entristece; No hay un consuelo en mis palabras áridas,
sólo el recuerdo se adora. soy infeliz... y consolar no sé.

Y mientras la negra ausencia P e r o comprendo tu alma melancólica,


nos enluta el corazón, comprendo su doliente viudedad,
vivimos una existencia y son mis versos como flores pálidas
de recuerdo y de visión. que prende en tus crespones la amistad.

E s c u c h o una voz querida


q u e c a r i ñ o s a me nombra, E L ALMA EN FLOR
miro p a s a r una s o m b r a . . .
es su sombra y e s su voz.
Á EULALIA
E s e suspiro que v a g a
en el ambiente perdido,
es un e c o desprendido La juventud sus encantadas puertas,
de su tristísimo adiós. gentil Eulalia, a tu pisada abrió,
y la aurora de Abril en que despiertas
E l ángel que en sueño v e o sus espléndidas rosas te ciñó.
e s Ella que viene a verme.
C u a n d o mi párpado duerme Hoy c o r o n a tu frente la belleza,
y vela mi corazón en tu seno florece la ilusión,
e s Ella, mi cariñosa, y no sabes lo que e s esa tristeza
c u y a alma viene angustiada que marchita y enferma el corazón.
a v a g a r enamorada
en torno de mi pasión.
Mas óyeme: si sabes lo que vale
un alma virginal, un alma en flor,
S u s o j o s están marchitos,
no dejes, que generosa exhale
e s t á gimiendo su pecho,
el celeste}' fume de su amor.
y su corazón deshecho
y queda desierto el mundo a fuerza de padecer.
sin el alma compañera. E s la mitad de mi alma,
y siente, sí, mi quebranto,
T o d o es sombras, todo abrojos, como siento y o su llanto
todo noche, todo nada, en mi corazón caer.
desque f a l t a a nuestros ojos
la vida de su mirada.

Y nuestro ser languidece, Perdona, E u g e n i a , si al cantar tus lágrimas


el alma huérfana llora, con las de mi ángel, triste las mezclé.
la esperanza se entristece; No hay un consuelo en mis palabras áridas,
sólo el recuerdo se adora. soy infeliz... y consolar no sé.

Y mientras la negra ausencia P e r o comprendo tu alma melancólica,


nos enluta el corazón, comprendo su doliente viudedad,
vivimos una existencia y son mis versos como flores pálidas
de recuerdo y de visión. que prende en tus crespones la amistad.

E s c u c h o una voz querida


q u e c a r i ñ o s a me nombra, E L ALMA EN FLOR
miro p a s a r una s o m b r a . . .
es su sombra y e s su voz.
Á EULALIA
E s e suspiro que v a g a
en el ambiente perdido,
es un e c o desprendido La juventud sus encantadas puertas,
de su tristísimo adiós. gentil Eulalia, a tu pisada abrió,
y la aurora de Abril en que despiertas
E l ángel que en sueño v e o sus espléndidas rosas te ciñó.
e s Ella que viene a verme.
C u a n d o mi párpado duerme Hoy c o r o n a tu frente la belleza,
y vela mi corazón en tu seno florece la ilusión,
e s Ella, mi cariñosa, y no sabes lo que e s esa tristeza
c u y a alma viene angustiada que marchita y enferma el corazón.
a v a g a r enamorada
en torno de mi pasión.
Mas óyeme: si sabes lo que vale
un alma virginal, un alma en flor,
S u s o j o s están marchitos,
no dejes, que generosa exhale
e s t á gimiendo su pecho,
el celeste}' fume de su amor.
y su corazón deshecho
el alma que reverbera
Q u e Jas almas en flor ¡ a y ! se deshojan
sus f u l g o r e s , c o m o el sol.
al soplo abrasador de la pasión,
y el llanto en que los párpados se mojan
cae en g o t a s de f u e g o al corazón. Y la esperanza es un ave
que por atraernos canta,
D e j a tus bellas ilusiones de oro y al acercarnos la espanta
dormir en el r e g a z o del c a n d o r ; de nuestro p a s o el rumor.
un día vendrá que viertas su tesoro
en el raudal de verdadero amor. E l amor, fiebre del alma,
locura de un solo día,
H o y , Eulalia, si sabes lo que tienes r e l á m p a g o de alegría
con tu abril, tu beldad y tu alma en ñor, en la nube del dolor.
o y e . . . no lleves tan preciosos bienes
a quemarse en la hoguera del amor.
Apenas el alma sueña,
apenas vibra el latido,
lo que era araor e s olvido,
VIVIR
lo que era dicha, pesar.
Á CARMEN
D e los anhelos del alma,
¿ S a b e s , Carmen, qué es vivir? de la f e del sentimiento,
E s nacer p a r a soñar, del mundo del pensamiento
y tras de b r e v e dormir ¿ s a b e s lo que queda al fin?...
despertar para sentir
y sentir para llorar. U n f a n t a s m a de esperanza,
el adiós del bien perdido,
Sentir q u e se v a muriendo y triunfante del olvido
en el alma la ilusión, el recuerdo funeral.
que, hojas del árbol cayendo,
asi se van desprendiendo El recuerdo, triste sombra,
las creencias del corazón. que al irse, implacable, d e j a
cada g o c e que se aleja
rodando a la eternidad,
mm
E s la dicha f u g a z iris
que de todo lo que ama
que pintan en lontananza,
en esta existencia el hombre,
e n g a ñ o s de la esperanza,
tan sólo le queda... un nombre
mentiras del porvenir.
del alma en la soledad.
o í
Y c o m o el iris del cié
es tan sólo una quirr r>
IOO MANUEL M. FLORES
! to-
^ _ PASIONARIAS
í ftì
tgf

•mu
Y c o m o madre que al mimado niño 1 yp
consuela al mismo tiempo que aconseja,
asi tu santo, fraternal cariño
Ninguno puede aclarar trata a mi corazón cuando se queja.
el enigma del vivir: ^LILILÍ
tal vez vivir es dormir D e mi destino sobre el mar incierto m? U
y morir es despertar. al estallar la tempestad violenta,
mi alma encontró tu corazón abierto
como el ave su nido en la tormenta.

AMISTAD A él me refugio. L a amistad más pura


allí me ofrece cariñoso abrigo,
Á ANITA y siento, aunque bañada de amargura
tranquila el alma, porque está contigo.'
Abro mi corazón, de allí recojo
la dulce flor de la amistad sincera, Amé el amor. Mi juvenil anhelo
y blanca y perfumada la deshojo amor y sólo amor quiso en la tierra
d e tu álbum en la página primera. Ignoraba el tesoro de consuelo
que la amistad de la mujer encierra.
Hoy en la vida juntos nos hallamos ;
pero es un viaje rápido la vida, Si dado fuera a mis cansados Ojos
y cuando adiós por siempre nos digamos la dicha de llorar, hermana mía,
te quedará esta flor en despedida. tu sabes que ese llanto, sin sonrojos
en tu seno no más le vertería.

Que dulce sombra de tranquila palma


Dicen que todo pasa y todo muere, para el que rinde la mortal fatiga,
que todo en este mundo es ¡ ayi mentira, asi es en el desierto para mi alma
mentira es olvidar cuando se quiere tu generoso corazón de amiga.
con esta fe qué tu amistad inspira.

¿ C ó m o dar al olvido aquellas horas


en que, escuchando tu afectuoso acento, ¡ A h ! cuando solo, en apartado suelo,
palabras recogí consoladoras - apure el cáliz de mi negra suerte,
llenas de inteligencia y sentimiento? a JH memoria deberé consuelo

-edienta, el aima de volver a verte.


Pálido, mudo, con la frente triste,
velando mi dolor en falsa calma Y a verte volveré... ¡ Dulce esperanza,
tú me encontraste... y comprender supiste que para amigos cual nosotros dos,
el secreto de lágrimas del alma. no puede el corazón tener mudanza,
»i el tiempo olvido, ni la ausencia adiós!
MANUEL M. FLORES

ADIOS STELLA

Á CLEMENTINA
Á LOLA

Dicen, hermosa niña, que dejas tus hogares, El sol está muriendo. D e ocaso en las regiones
la tierra de las flores, del a g u a y los palmares, revueltos los ceiajcs de cárdeno arrebol,
fantásticos se tienden, se r a s g a n en festones,
la de perenne abril.
y cuelgan en el éter, espléndidos jirones
¡ A d i ó s ! y que los ángeles del alma tutelares
que deja al desgarrarse la púrpura del sol.
sus alas, cariñosos,
extiendan sobre ti.
Y callan los ruidos, y se alzan los rumores,
y pueblan de los c a m p o s la quieta soledad.
Q u e D i o s en tu camino derrame bendiciones, :
Ocultos en las hojas, alados trovadores,
que encuentres a tu paso amantes corazones,
en los encinos altos están los ruiseñores
y flores a tus pies. I sus trinos ensayando de amor y libertad.
E n torno a ti v o l a n d o las c a s t a s ilusiones
los sueños de la dicha El ave retardada el aire cruza a solas,
derramerf en tu sien. suspira el viento apenas l a s h o j a s al mover,
callada está la fuente, dormidas van las olas,
A p e n a s t e c o n o z c o ; apenas he escuchado
y doblan desmayadas las flores sus corolas
tu acento melodioso; apenas he mirado
el manto de los sueños la noche al extender.
t u s ojos de q u e r u b ;
c o m o visión celeste de un sueno idolatrado *
que pasa por el alma,
así pasaste tú.
En tanto allá en el cielo, cual lágrima divina
M a s , pues te doy el nombre g r a t í s i m o de amiga, del éter de zafiro caída en el tisú,
como lejano beso del c o r a z ó n te s i g a asoma tan hermosa la estrella vespertina,
el e c o de mi v o z ; . como será la perla que ruede, Clementina,
y porque no me olvides, dulcísimo te d i g a del cielo de tus ojos c u a n d o florares tú.
¡ adiós, quizá por siemnre,
hermosa L o l a . . . adiós! *

Estrella de la tarde, corona luminosa


de la sagrada noche, diamante del Señor,
¿por qué buscan las almas tu lumbre misteriosa?
¿Acaso te ha encendido la mano Poderosa
porque en el cielo t e n g a su lámpara el amor?
¡ Q u é pálida, qué bella cintilas y resbalas cual pasara b a j o el cielo
por las etéreas cumbres d o lo ignorado está!... ' una procesión de auroras.
N o sé qué v a g a y triste tranquilidad e x h a l a s ,
espíritu—quién s a b e — q u e llevas en tus alas H a s t a que llegó el momento
del alma enamorada los éxtasis quizá. de separarnos los d o s ,
y el hijo a la dulce madre
SÍ eres ¡ oh dulce estrella! la l á m p a r a argentina puso al amparo de Dios.
que enseña de la dicha las sendas del amor,
alumbra los senderos que sigue Clementina; Y quedó sola mi madre,
y c o m o c a s t o lirio, ante tu luz divina sola y triste en el hogar,
se abra para la dicha su corazón en flor. donde el eco de mi nombre
se escuchaba sollozar.

Aquellos ojos queridos


EL ANGEL DEL HOGAR que en mis ojos se miraban,
con lágrimas se dormían,
con lágrimas despertaban.
Á ENRIQUE

L á g r i m a s que debería
U n a madre me dió el cielo ; secar de rodillas yo,
y c u a n d o pequeño fui lágrimas, madre querida,
mi cuna no t u v o ángel - . que y o no merezco, no.
estaba mi madre allí.
Q u e ingrato en tanto buscaba
Y e r a tan dulce su acento, la dicha lejos de ti...
eran sus ojos tan bellos, ¡perdón, madre de mi vida!...
tan blanda la cabecera tú sabes cómo volví.
q u e me d a b a n sus cabellos;
V o l v í , sí. ¡ Q u é dulce llanto
tan dichosa su sonrisa, el volverse a ver arranca!
tan profundo su embeleso, ¡ M a s tu frente estaba pálida,
tan tiernamen inefable tu c a b e z a estaba blanca!
sobre mis ojos su beso,
Q u e mi ausencia desdichada
tu corazón lastimó,
y el pesar de mis pesares
tu cabello emblanqueció...

Juventud, locos placeros,


Y así pasaron, pasaron
ilusiones mundanales,
de mi inocencia las horas,
i §¡¡P! ;

R T
¿valéis una sola g o t a Y pues el cielo te ha dado . Y » '
de los ojos maternales? una tan buena y tan bella,
cuanto amor hay encerrado ' S i i ì
Santa madre, ídolo mío,
mi eulto, mi única fe,
en tu alma, dáselo a ella.
1811
% '
¡ c o n qué dolor a tus plantas E s e ángel que en tus ensueños
confuso me arrodillé!... ves, que se inclina a besarte,
es ella que de tus sueños
las horas viene a robarte. ifPÍEí
¡ C ó m o ¡perdón! te gritaba
y sollozaba tu nombre!
¡ Cómo mojaba tus canas Que para amor como el suyo
con mis lágrimas de hombre! es una vida bien poca, M
y por cada beso tuvo
otra te diera su boca.
¡ Cómo las tuyas bañando
mi rostro... y mi eorazon,
Alma a su alma prendida
derramaban en mi vida
eres con lazo de flores,
el bautismo del perdón!
y la vida de su vida,
y el amor de sus amores.
¡ E n p a g o de mis errores,
en p a g o de mis agravios, A m a l a , no por el cielo,
bendiciones y consuelos ámala, no por deber,
sólo me dieron tus sabios!. sino porque ella es consuelo,
y vida y santo placer.
Y desdé entonces, mi madre, Y en el alma, desde niño,
tú lo sabes... un altar levanta el místico altar
levanté dentro mi alma de un infinito cariño
para el ángel de mi hogar. para el ángel del hogar.

Y mi madre es mi cariño,
mi fe, mi orgullo, mi a m o r ;
EL GRIJALVA
y porque la tengo, creo
en tu bendición, Señor.
Á LA SEÑORA DE TORRE

No soy de aquella tierra. N o tengo mis hogares


a la tranquila sombra que dan los platanares
Enrique, tú en la inocencia allá donde el Grijalva dilata su raudal.
no comprendes todavía Mis campos paternales, primaveral alfombra
lo que es esa Provideficia de flores y esmeralda, se tienden a la sombra
que llamamos Madre mía, de una soberbia tienda de zafir y cristal.

mí« 1

W w
PASIONARIAS
MANUEL M. FLORES

Allí, en la clara noche, oyendo la armonía


E l r e g i o Citlaltépelt. ¿ L e conocéis, señora? solemne de sus a g u a s , la virgen Poesía
Y o vi, cuando era niño, los velos de la aurora t- quizá p l e g ó sus alas, un cántico l a n z ó ;
tender sobre su frente magnífico dosel, y su eco, del Grijalva flotando en los rumores,
bañarle en luz de rosa por un instante... y l u e g o en la arpa melodiosa que pulsan sus cantores
diadema de los mundos, chispeante de oro y fuego, sus notas más hermosas, dulcísimas dejó.
el sol americano alzarse sobre él.
i Q ° e pase el rey soberbio del bosque y el desierto,
Y en la serena tarde, cuando con lento paso de trémulos follajes por el dosel cubierto,
b a j a b a a los abismos remotos del ocaso besado por las flores que moja su cristal!
su frente en un sudario de nubes a esconder, Que pase entre los himnos grandiosos de la selva
entonces el destello, y a tibio, de su lumbre, hasta que como al hombre la eternidad, envuelva
iba a besar muriendo la solitaria cumbre el piélago insondable su pródigo raudal.
de la Montaña estrella, c o m o en adiós postres.

M a s y o no he conocido, señora, los umbríos


bosques de vuestra tierra, allí donde los ríos - Señora, cuando lejos de Méjico la hermosa,
se aduermen al salvaje susurro del m a n g l a r ; al ladó del que os ama feliz y dulce esposa
no he visto aquellas g r u t a s de m u s g o tapizadas las aguas del Grijalva mirando estéis correr,
donde a la tibia sombra que dan las enramadas •si de lejana tierra, cabe del patrio río
la falda de las selvas convida a descansar. -Oshablan los recuerdos... oíd también el mío...
¡quién sabe si y a nunca tornémonos a ver!
Allá en los florestales tranquilos y desiertos,
no oí cómo celebran con dulcidos conciertos
los pájaros errantes su a g r e s t e libertad.
N o oí cómo a lo lejos en el espacio v a g a n , LA V O Z D E L ARPA
y en el rumor del bosque suspiran y se a p a g a n
los ruidos misteriosos de la honda soledad. Á ROSALINDA

N o he visto, pensativo, b a j o el amante umbrío, D e r r a m a en mi alma triste


los pálidos cristales de v u e s t r o patrio río de tu arpa vibradora
que «pasan, pasan, p a s a n . . . » y siempre pasarán. el inefable acorde,
N o he visto c ó m o inclinan las húmedas corolas la música de amor.
sobre el temblante espejo de l a s movibles olas H a y a l g o allá en el fondo
las flores que bordando sus m á r g e n e s están. del corazón, que llora,
y tiene sed de lágrimas
¡ El férvido G r i j a l v a ! Espléndido monarca mi férvido dolor
del bosque y la llanura, que cruza su comarca
tendiendo en el desierto su manto de zafir, ¿ N o sabes que tu arpa
su manto que retrata celajes y arreboles, encierra en sus sonidos
y en c u y a s o n d a s brilla, c o m o un collar de sol«« la voz de los recuerdos
entre un ©láa de e s p u m a , la lumbre del cénit.
MANUEL M. FLORES

que idolatrando v o y ?
¿ N o sabes cuántos rostros
hermosos y queridos
se acercan a mirarme
cuando escuchando estoy? Y pálida y ardiente, soberbia de belleza,
deslumbradora alzando la espléndida cabeza,
¿ N o sabes a qué abismo siendo los ojos noche y la mirada sol,
de amor y de tristeza ondina del Adriático que lleva en la g a r g a n t a
al e c o de tu arpa la voz apasionada del alma cuando c a n t a . . .
desciende el corazón? Elisa, así sois vos.
¿ Y que si abajo entonces
doliente mi c a b e z a Cuando las dos beldades se juntan c o m o hermanas
es porque p a s a en mi alma y forman las dos voces una celeste v o z ,
su pálida visión?... del arte y l a belleza gentiles soberanas
entonces sois las dos.
N o sabes de quién h a b l o ;
la historia no h a s oído
de mi postrera dicha, » ORFANDAD
de mi primer d o l o r ;
no sabes que en las ruinas Á MARÍA
del a l m a hay escondido
el tétrico fantasma ¡ Cuánto e s triste pensar en tu destino,
de mi primer amor. pobre niña que v a s por tu c a m i n o
sin bienhechora l u z ;
D e r r a m a en mi alma triste atrás dejando en sus sepulcros yertos,
de tu arpa vibradora yacer el polvo de tus padres muertos
el inefable acorde, b a j o la negra cruz!
la música de "amor;
hay a l g o allá en el fondo Tú juegas, pobre niña, tú sonríes;
del corazón, que llora, cual linda mariposa entre alelíes
y quiere voz de l á g r i m a s por la existencia v a s .
para llorar mejor. Aun no hieren tu planta los abrojos,
aun no saben de l á g r i m a s tus ojos,
es tu alma toda paz.
LAS DOS
En tus o j o s purísimos aun tienes
ELVIRA Y ELISA algo del cielo azul de donde vienes,
paloma de candor.
Tierna como las flores, suave como el aroma, Toda inocencia, hoy eres todavía
con la mirada dulce que tiene la paloma hermana de los ángeles, María,
de un ángel con el rostro, de un ángel con la voz, la hija del Señor.
Ultima flor... Naciste con el día,
M a s ¡ a y , pobre á n g e l ! cuando el mundo infame
abriste al cielo la gentil corola,
en tu inocente corazón derrame fuiste el amor del sol y de la brisa.,
su veneno m o r t a l ; hoy yaces triste, marchitada y sola.
cuando bañada en l á g r i m a s , María,
exclames sollozando ¡Madre mía!
T a m b i é n y o tuve el cielo de unos oíos,
y madre no hallarás.
os suspiros de un alma enamorada,
as caricias de un ángel... mi tesoro...
los besos de su boca idolatrada.
¡ A y ! una madre... corazón que adora
sin cansarse jamás. ¡ Dolor que llora
Su mano resbalaba en mis cabellos,
nuestro mismo d o l o r ;
reposaba en su seno mi cabeza,
alma a nuestra alma por el cielo unida,
y secando mi llanto con sus besos,
entrañable pedazo de la vida,
se e m b r i a g a b a mi amor en su belleza.
único santo amor!
E s c u c h a b a su voz, canto suave,
U n a madre es así... y así la m í a . . .
inefable murmullo desprendido
y no la tienes tú, pobre M a r í a ;
de un corazón de f u e g o , palpitante,
no hay ángel en tu h o g a r . . .
que me daba latido por latido.
¿ Quién te la pueda dar sobre la tierra?
Cuanto tesoro el universo encierra
Y la llamaba entre mis brazos mía,
no la puede comprar.
y muriendo de amor, la acariciaba,
y muriendo de amor, dábame vida
el beso que mis labios abrasaba.
D i o s que al p á j a r o errante d a la espiga,
y cuida de la alondra, de la hormiga,
y de la ñor de abril;
Dios el clemente, el bondadoso, el Padre,
L a dicha de la vida es una rosa
e s un inmenso corazón de madre
que se seca también y se m a r c h i t a ;
y el cielo te d a r á . . . la tiene allí.
deshojóse la flor... quedó el aroma.,
dulce memoria _de mi amor bendita.

LA U L T I M A FLOR
LAS GRACIAS
Á MANUELA
ÁLBUM DE LAS SEÑORITAS B.***

Ultima flor... para tus hojas secas


tiene el recuerdo su secreto llanto... F Í c S r G r a C Í a S : , ¿ i ó " d e . están? Las busco en vano.
quizá serán las l á g r i m a s postreras E s a s Gracias de Teócrito y V i r g i l i o
del corazón que padeciera tanto. que amenizaban el festín p a g a n o
¿ Q u i é n , t e a m a cual yo, de ti se olvida?
y sallan a danzar en el idilio, ¿(Jítiéa, si cual yo te deja, no te llora?
¿en dónde encontraré? ¿ Por qué no acude, Allí el recuerdo de mi amor se anida,
a l g u n o de los dioses en mi auxilio? allí e m b r i a g ó mis ojos la hermosura,
allí de flores se cubrió mi vida.
E s t o dije en un t i e m p o ; mas no pude Aun o y e el corazón en su locura,
por entonces hallar el g r u p o hermoso como un suspiro melodioso y blando,
a quien la g r i e g a tradición alude. la cariñosa voz de la ternura
E r a el c a s o en verdad dificultoso, dentro de mi alma penetrar llorando.
y y a desasperaba, cuando quiso ¡ En la negra pestaña veo las perlas
mi (iestino voluble y caprichoso de aquellos ojos que besé temblando,
arrojarme al umbral de un Paraíso. temblando de pasión, a l recogerlas!

Allí mi inspiración ansió atrevida


¡ Jalapa la gentil! V a s o de flores alas y extensión p a r a tenderlas
c u y o aroma en el céfiro indeciso por los gloriosos c a m p o s de la vida.
e s un filtro dulcísimo de amores Allí mi lira juvenil y loca
que e m b r i a g a el corazón, que le enardece, lanzó feliz su vibración sentida,
y arrancándole penas y dolores allí la vida parecióme p o c a
la ardiente "copa del placer le ofrece. para a m a r y sentir... ¡ Allí he saciado
de besos y de l á g r i m a s mi boca!...
Jalapa la gentil, g r a t o recinto Allí...
donde la riente F l o r a se adormece
— - ¿ P e r o las Gracias, desdichado,
en su lecho de rosas y jacinto,
de que quisiste h a b l a r ? —
mientras le dan. su incienso los a r o m a s
¡ A y ! es muy cierto,
y en medio del hojoso laberinto
mas el dulce recuerdo idolatrado
le regalan su arrullo las palomas.
que g u a r d a el corazón, hallóle abierto,
y sin pensarlo se escapó impaciente
A l c á z a r de las aves y las flores, de aquel pasado al venturoso huerto.
tierra de promisión, ¿ d e dónde t o m a s ¿Quién no se acuerda de la dicha ausente?
el hechizo inmortal de tus primores, ¿Quién de fría razón sin el auxilio
la g r a c i a sin rival de tus mujeres, puede decir al corazón «detente»?
la férvida pasión de sus amores?

Escondido rincón de ios placeres, L a s Gracias inmortales de V i r g i l i o


mansión primaveral de la Poesía, que amenizaban el festín p a g a n o
¿quién alcanza a decir lo que tú eres? y salían a danzar en el idilio,
¿quién alcanza a pintar la luz del día? derrocado el Olimpo soberano,
se refugiaron lindas y risueñas
Cuán seductora
en un rincón del suelo mejicano
fantasía!
y se apellidan hóy L A S J A L A P E Ñ A S .
10 se enamora?
xtMZ M. FLORES

PASIONARIAS 1x7

LAS DIOSAS el blando m u s g o , la gentil violeta,


el jacinto de pétalos dé seda.
Á LAS SEÑORITAS AGRAMONTE
Y derramó en las brisas empapadas
en la nube sutil de los aromas,
Guando un día de proscripción "y duelo,
el distante rumor de las c a s c a d a s
en busca y a de playas extranjeras,
y el cercano arrullar de las palomas.
de C u b a abandonasteis las praderas,
el sol de f u e g o y el brillante cielo;
\ puso claras fuentes d o pudiera
sin duda que en a m a r g o desconsuelo E v a mirar su espléndida hermosura,
viéndoos partir lloraron sus riberas, y tender su flotante cabellera
y al deciros adiós en sus palmeras cual m a n t o de oro sobre la onda oscura.
gimió la brisa del nativo suelo.
Y dilató a sus ojos extasiados
Porque si C u b a e s concha de los mares, el bosque umbroso, la campiña a m e n a ;
v o s o t r a s sois sus perlas más h e r m o s a s ; y más allá los montes escarpados,
si C u b a es un jardín entre palmares, y la atmósfera azul, limpia y serena.

v o s o t r a s sois sus flores más preciosas; L u z riqueza, esplendor, bienes sin nombre,
y si A m o r levantare sus altares, dióle el Señor a la mujer p r i m e r a ;
de e s o s altares os hiciera diosas. después de Dios ¿ q u é le quedaba al hombre
que dar a su divina compañera?

Nada... y todo. La sangre generosa


ROSARIO que ya en su altivo corazón ardía,
-aquella vida mística y hermosa
que en los jardines del E d é n nacía.
C u a n d o hizo D i o s a la mujer primera
tan bella la encontró que hacerle quiso
un presente de amor que d i g n o fuera Y su alma, la inmortal, la chispa viva
de su beldad, y dióle el Paraíso. que enciende Dios en la terrena escoria,
la siempre soñadora por cautiva
de eternos g o c e s y de eterna gloria.
E r a digno este don de la h e r m o s u r a ;
del sol a los primeros resplandores,
Dios despertó del bosque en la espesura Eva al mirar la g r a n Naturaleza
el mundo de las a v e s y las flores. tan rica tan fecunda y tan hermosa,
a Dios alzó la atónita c a b e z a
Allí tendió para la planta inquieta y le sonrió bellísima y dichosa.
de E v a feliz v a g a n d o en la arboleda,
Pero al mirar al hombre, estremecida
presintiendo de amor los dulces lazos,
¿ Quién PASIONARIAS
;f* -¡sino y en miseria
suspiró ruborosa y conmovida el blando p a t r ¡ a J o ¡nfinito.
y al blanco seno se "cruzó los brazos. V f] ••<"

Y o sólo sé que h a y g o c e s en tus pesares


Y dicha y v i d a y alma, y el portento y que en todos tus g o c e s hay tormento,
del P a r a í s o a n t e su esposa bella ' que Deidad implacable, en tus altares
todo el hombre lo dió por el tormento humea del hombre el c o r a z ó n sangriento.
de amarla mucho y de llorar con ella.
Sólo sé que por ti, ya inobediente,
A s í nació el amor. D i o s no lo q u i s o ; se puso el hombre
el hombre su voz aterradora cón su Dios en g u e r r a ,
el dintel del P a r a í s o y que a m a r g ó proscripto y delincuente,
en pos de la primera pecadora. con su primera lágrima la tierra.
Mas sé también que si de mí delante
Así nació el amor a hora impía Dios pusiera o t r o Edén y me lo diera,
en que D i o s indignado c a s t i g a b a , ¡sin ver... sin vacilar un solo instante
en que Satán g o z o s o sonreía, por la mujer que adoro lo perdiera!
callaba el hombre y la mujer lloraba.

Por eso amor en el Edén nacido


en una hora fatal de encanto y duelo,
e s siempre un ángel al nacer herido ASUNCION
por la celosa cólera del cielo.

Por eso cual reptil la desconfianza ¿ T e acuerdas de su adiós? H a y un instante


se abriga en pechos del amor y a presos, en la revuelta historia de la vida
y tiembla dentro el alma la esperanza que el alma que adoró jamás olvida,
y" se mojan c o n lágrimas los besos. y es el instante del postrer adiós.
Las manos que se estrechan, que se aprietan
convulsas con presión desesperada,
A m o r nacido en el lindero triste las lágrimas que empañan la mirada,
que separa el E d é n del mundo yerto, los sollozos q u e tiemblan en la v o z ;
¿ t e acuerdas de las dichas que perdiste?
¿ a u n respiras las flores de tu huerto? la palidez que los semblantes cubre,
el íntimo dolor de los abrazos,
¿ T e acuerdas cuál g i m i ó b a j o l a s palmas todo quiere decir que hecho pedazos
de aquel beso primer el eco tierno? y agonizando el corazón está.
¿Presientes la ventura de las almas Todo quiere decir que nuestra vida,
én las caricias d e su amor eterno? la vida toda de nuestra alma entera
está en otra alma, dulce compañera
Quién sabe, pobre A m o r , alma y materia que siempre unida a nuestra suerte v a .
t ú , " c o m o el hombre, del Edén proscrito
.....uliL M. FLORES

PASIONARIAS

Este mundo es tan triste; c


de la cuna al sepulcro es tan bu. el blando
que un alma siempre sola no podría y '-
MARGARITA
soportar la fatiga del vivir.
Así lo quiere Dios. Penas y goces Allá cuando fui joven, seductora
debemos compartir con los que amamos, la musa del amor y la belleza
para dicha mayor cuando gozamos, vino hacia mí coqueta y tentadora,
para mejor consuelo en el sufrir. ante mis ojos desplegó sus galas,
y cubriendo un instante mi cabeza
Una alma que está sola, que no tiene con la mágica sombra de sus alas,
ni una pálida luz entre su sombra, de una lira tan pobre cual la mía
que a nadie espera, que a ninguno nombra, | arrancó inspiradora
que no tiene ¡ infeliz! por quien llorar; raudales de pasión y de armonía.
que ante un recuerdo, para siempre amado,
temblando de emoción no se despierta,
¿ no es verdad que es un alma que está muerta j Yo era joven, la musa muy coqueta,
pues la vida del alma es sólo amar? como bella mujer, y sus favores
prodigóme indiscreta.
Entonces por acaso, fui el poeta
Feliz quien -ama, aunque el dolor impío cantor de la hermosura y los amores,
su triste sombra al corazón arroje, y en sus ardientes aras
y tempestuosa la pasión deshoje quemé mi incienso y esparcí mis flores.
la pasajera flor de la ilusión.
Feliz quien ama, sí ; felices ojos
los que saben llorar por el ausente; Mas hoy, pese a mi estrella,
feliz el alma que sufriendo siente en vano busco a la gentil doncella
que otra alma la acompaña en su aflicción. musa gentil de mis tempranos días.
Me deja... ya no tengo para ella
La dicha es nada más el sueño de oro juventud, esperanza ni alegrías.
del infortunio en la mezquina tierra; Inconstante y voluble me abandona,
pero cuanta es posible no la encierra de entre mis brazos, pérfida, se salva,
más que el amor, que goza en padecer; arranca de mis sienes su corona,
feliz, bella Asunción, quien mucho ama la espanta mi aislamiento,
y llena con su amor una existencia; mis ojos ciegos, mi cabeza calva,
feliz quien logra tras amarga ausencia y encontrar a mi lado, torva, fría,
la inmensa dicha de volverse a ver. pálido huésped de los mustios años
en que el otoño de la vida empieza,
la musa funeral de la tristeza,
del tedio y los amargos desengaños.

Así, pues, adorable Margarita,


Margarita preciosa, cual las perlas,
122 MANUEL M. FLORES

Margarita gentil como las flores, y la palabra que a mi labio sube


más bella y exquisita tímida retrocede al corazón?...
que el diamante de vividos fulgores;
¿ qué te puedo decir, mi dulce hermana, Yo, pobre trovador de los recuerdos
que digno de ti sea, de mi alma en el dolor envejecida,
que digno sea de tu beldad temprana? cantor de las tristezas de mi vida
¿Qué te puedo decir, amiga mía, en pos de un sueño de imposible amor;
si tengo el alma de tristezas llena yo, que las florés de mi dicha puras
y está rota mi lira, y ya no suena perderse vi del mundo en la corriente,
«como en un tiempo cuando Dios quería?» ¿ofreceré para ceñir tu frente
las pálidas adelfas del dolor?...
Nada te digo ya... calle el poeta
que no sabe cantar como merece No; yo pregunto al corazón tu nombre,
la grata seducción de la hermosura, y tu nombre levanta en mi memoria,
y que en pálidos versos sólo ofrece, hermosa como el sueño de la gloria,
sin color ni frescura, tu seductora imagen, Isabel.
despojos de una lira que envejece. Ella del corazón en la tiniebla
encenderá la llama inspiradora,
Mas no envejece el corazón nacido hará brotar, destello de la aurora,
para amar y sentir constantemente, en un desierto flores de verjel.
y que sentir y amar siempre ha sabido
cariñoso y ardiente. Yo soy un soñador, un visionario:
Y es él, mi corazón, a quien escucho cuando en la sombra de la noolie velo
cuando te digo, aunque en humilde prosa, miro tal vez imágenes del cielo
pues para hacerlo en verso ya no lucho: el mundo de mi mente atravesar,
¡ Margarita gentil, flor primorosa, son del sueño las vírgenes ideales,
paloma dekhogar, perla preciosa, pálidas, melancólicas y bellas...
Margarita de amor... te quiero mucho! Si te pareces, Isabel, a ellas,
¿cómo puedo tu sombra bosquejar?

¿Qué decir de la mágica sonrisa


que vaga dulce entre tus labios rojos?
ISABEL ¿Qué decir de tus ojos, si tus ojos
son en tu faz como en el cielo el sol?
¿ Qué decir de tu frente soberana?
¡Isabel, Isabel... quiero cantarte! ¿Qué decir de tu poética belleza,
mas ¿qué puedo decir en tu alabanza si mirando" tu espléndida cabeza
si eres más dulce tú que la esperanza, se piensa en los arcángeles de Dios?
si eres más bella tú que la ilusión?
¿ si pensando que te hablo, me parece Si lo que puede Dios pudiera el hombre,
que me miran tus ojos de querube, con estrellas trenzara tus cabellos,
Así como la -aurora entre las flores
y luminosa tejería con ellos va esparciendo sus gotas cristalinas
guirnaldas de luceros a tu sien. de esa tu arpa derrama los primores
Horizontes de luz y de zafiro
a tu mirada de ángel abriría en tantos corazones que fascinas,
y tu senda feliz alfombraría y olvida entre el aplauso y sus loores
con las rosas perdidas del Edén. que eres Rosa y te cercan las espinas.

Y poblara la sombra de tus noches


con visiones de arcángeles risueños,
y tendiera para velar tus sueños LUISA
sus blanquísimas alas sobre ti:
y arrojara del mundo los pesares,
y la tierra llenara de alegría Anoche, al dejarte,
porque nunca una lágrima sombría tu imagen preciosa
marchitara tus labios de rubí. flotaba en mi mente,
tan pura y hermosa
cual flota en un sueño
celeste visión.
Isabel, Isabel... Quise cantarte... Tu frente miraba
mas • rómpanse las cuerdas de mi lira! tan limpia y serena,
el que tus ojos una vez admira tu pálida frente
el alma loca sentirá después. color de azucena,
Corona celestial es tu hermosura... la frente de un ángel
¡ Que la dicha sus flores le entreteja! que está en oración.
Yo... nada soy... pero que ponga deja
el alma entre mis versos a tus pies.
Miraba tus ojos
tus ojos de estrellas,
que tienen miradas
tan dulces y bellas,
ROSA cual rayo de luna
tendido en el mar.
Miraba esa vaga
Dulce cantora de Atoyac, levanta, perenne sonrisa
al süave ritmo de tu lira de oro, que olvida en tu boca
de tu almo verso el revolar canoro de púrpura, Luisa,
y como el ave en la enramada, canta. el ángel del sueño
tu labio al besar.
Voz de pasión en femenil garganta
ya que tiemble feliz en un te adoro, Miraba todo esto,
la que se moje en escondido lloro, fingiendo mi mente
al son de un arpa cual la tuya, canta.
que el mundo es el turbio visiones amadas,
raudal del torrente, también murmurando:
y tú, flor sencilla La vide es amor;
que al margen creció. y entre ellas la virgen,
la virgen bendita
¡ Que nunca sus aguas que arroja en el alma
de amargas congojas pasión infinita,
de tu alma de lirio pasión que es un mundo
se lleven las hojas!... de dicha y dolor.
En ese torrente
mi fe se perdió. Amor con delirio,
con loca terneza,
¡ Feliz si no sabes y huérfano y solo
lo que es en la vida morir de tristeza,
sentir toda el alma sin una esperanza
de amor encendida, de dicha quizá;
poblada de sueños, tan sólo adorando
radiante de fe! la santa memoria
Tener pensamientos de un sueño inefable
que abrasan la frente, de amor y de gloria,
sentir la esperanza que un tiempo gozamos
de dicha impaciente, y no volverá.
vivir delirando,
soñar... no sé qué... ¡ Feliz si no sabes!...
mas no; quien ignora
Oir en el agua lo que es el insomnio
que corre un lamento, del alma que llora
oir un suspiro tristezas celestes,
que pasa en el viento, pesares de amor;
diciendo fugaces quien nunca recuerda
La vida es amor. placeres perdidos,
Y oyendo ese nombre quien triste no guarda,
mirar las estrellas, secretos queridos,
y ver que en el cielo ni vive adorando
escribe con ellas su propio dolor,
la misma palabra
la mano de Dios. es sólo una sombra
que cruza la vida,
. Pasar de la noche estéril, errante,
las horas calladas .mezquina, perdida,
fingiendo en la sombra cerebro sin mente,
MANUEL M. FLORES

pupila sin luz... de luz las alas que soberbio tiende


¡ Amar es el alma un pensamiento qué la gloria inflama.
lanzar al delirio,
bañarse en la dicha Y luz es la existencia, fatuo fuego
sufriendo el martirio, que de la sombra de la cuna brota,
alzarse a los cielos brilla un instante y desaparece luego
clavado en la cruz! de los sepulcros en la noche ignota.
irafsif,kia «oc
Y luz del porvenir es la esperanza,
¡Oh! pálida Luisa, luz del alma la fe, luz de la vida
si encuentras acaso estos sueños de amor y venturanza
un alma enclavada tras los que corre el ánima perdida.
de amor en la cruz,
viajera divina
que cruzas de paso,
¡ sé su ángel de amores, Y luz es tu beldad ¡ oh, Luz más bella ^ H H R L
sé su ángel de luz! que la vaga ilusión que me enamora!
Luz, arcángel que pasas, Luz, estrella 1 fl
en la noche del alma que te adora.
l i i i l
LUZ Yo te amo, sí, fantasma de mis sueños,
con el amor ideal de mis delirios,
¡ Luz es todo lo bello! Luz la aurora, yo, soñador de arcángeles risueños i|í -ir
« JM Í-'S ;
y vírgenes más puras que los lirios.
ráfaga de oro tras la noche umbría, nlijS
y la antorcha del sol deslumbradora
sobre la tierra destellando el día. Como a ellas te amo, sí; qué como ellas
eres himno, perfume, melodía;
fffl
Luz es la luna solitaria y blanca, y si no te coronan las estrellas,
confidente del alma en sus dolores, de tus miradas se desprende el día.
luz la brillante lágrima que arranca l• •Yi •jiv'
f EiÍ i|ttJfjXHst
ii
m 'K
del virgen corazón pena de amores. Estrella de beldad, si Luz te llamas
es porque llevas en tu frente aurora, IPlsíVi
Luz el insomnio de la mente inquieta, porque la luz que con mirar derramas
cuando la casta virgen Poesía alumbra el corazón, y le enamora. sfiBtS
viene a besar la frente del poeta
y a verter en su arpa melodía. Mujer de bendición inolvidable,
realizada creación del pensamiento,
Luz es el alma en que el amor enciende ¡ Nunca a mi lado dejaré que te hable,
por vez primera su celeste llama: nunca, ilusión, te deshará mi aliento!

9
Bien haya la soñadora,
Como la estrella en el azul perdida la de dulce inspiración,
que se mira, se adora y no se alcanza, cuyas notas cuando llora
así, mi Luz, estrella de mi vida, son las perlas de la aurora
te idolatra de lejos mi esperanza. en la flor del corazón.

Que huyen al viento dispersos


los duelos del padecer,
DOLORES oyendo cüal brotan versos
dulces, sonoros y tersos
los labios de una mujer.
Dolopes, bella Dolores,
¿quién ese nombre te dió? Bien hayas tú, la preciosaj
Te soñaron los Amores la bellísima entre mil,
y de" estrellas y de flores luz de aurora, perla hermo sa> §
Dios, sonriendo, te formó. sueño de oro, blanca rosa,
de la vida en el Abril.
Dió a tu frente la pureza Y pues te llamas Dolores,
y el color del azahar, sélo en el nombre no más;
y tu lánguida cabeza para ti... tan sólo flores,
coronó con la belleza: dichas, encantos, amores...
ser hermosa, ¿no es reinar? pero lágrimas... jamás.
Son tus labios ambrosía;
tus palabras melodía,
tus sonrisas arrebol; GENOVEVA
en tu rostro luce el día,
en tus ojos brilla el sol. Sola y oculta en el rincón del huerto
exhala su perfume la violeta;
Dolores, bella Dolores, sola se queja en escondida grieta
¿quién ese nombre te dió? gentil palomá en el pensil desierto.
Si te crearon los Amores,
¿qué dolor, qué sinsabores Sola, del cielo en el confín incierto,
tu presencia no ahuyentó? brilla y derrama inspiración secreta
esa estrella querida del poeta
Bien hayas tú, la galana, que resplandece, cuando el sol ha muerto.
la bellísima entre mil,
la más linda flor poblana Así violeta xle fragante aroma
que descuella soberana que perfuma los místicos altares,
de esta tierra en el pensil. solitaria y dulcísima paloma
MANUEL M. FLORES
ímjllm£ii!il ¡ fimiM iijiii[miijjj rnnTiiTFrii ilTTiT ¡ITTiíji riinim

ajena de este mundo a los azares


y blanca estrella que apacible asoma,
eres tú, Genoveva, en tus hogares.

m« *
CATALINA
F Ú N E B R E S
FGJI
«—Patria, familia, hogar... ¿qué os habéis hecho?
Quedó la patria tras los anchos mares,
destruyó el infortunio mis hogares
cual pobre nido al huracán deshecho.
LA DESPOSADA DE LA MUERTE
¡ Mi familia, mi amor!... Aquí en mi pecho
convertí sus sepulcros en altares,
y he llorado... he llorado mis pesares CORONA FÚNEBRE
huérfana ¡ ay! bajo extranjero techo.»
de la Sra. Ana María de la Serna y Campbell de Thomas
Así te vi exhalar en hondo duelo
quejas que al Dios del desterrado claman,
hija preciosa del cubano cielo. Coronaban su frente todavía
los castos azahares,
Llanto tus ojos con razón derraman; el velo de la esposa la cubría
mas tu patria, tu hogar en 'este suelo, y la nupcial antorcha despedía
está en el corazón de los que te aman. su misteriosa luz en los altares.
Amor, engalanado, jubiloso,,
sus alas recogiendo,
aun estaba con aire victorioso
en los labios el dedo, y malicioso
ante la puerta del hogar sonriendo.
Y aun ebrio con la dicha de su suerte
en tan felices lazos
el esposo dormía, cuando la muerte
llamó impaciente, penetró, y ya inerte,
la arrancó sin piedad de entre sus brazos.
MANUEL M. FLORES
ímjllm£ii!il ¡ fimiM iijiii[miijjj rnnTiiTFrii ilTTiT ¡ITTiíji riinim

ajena de este mundo a los azares


y blanca estrella que apacible asoma,
eres tú, Genoveva, en tus hogares.

m« *
CATALINA
F Ú N E B R E S
FGJI
«—Patria, familia, hogar... ¿qué os habéis hecho?
Quedó la patria tras los anchos mares,
destruyó el infortunio mis hogares
cual pobre nido al huracán deshecho.
LA DESPOSADA DE LA MUERTE
¡ Mi familia, mi amor!... Aquí en mi pecho
convertí sus sepulcros en altares,
y he llorado... he llorado mis pesares CORONA FÚNEBRE
huérfana ¡ ay! bajo extranjero techo.»
de la Sra. Ana María de la Serna y Campbell de Thomas
Así te vi exhalar en hondo duelo
quejas que al Dios del desterrado claman,
hija preciosa del cubano cielo. Coronaban su frente todavía
los castos azahares,
Llanto tus ojos con razón derraman; el velo de la esposa la cubría
mas tu patria, tu hogar en 'este suelo, y la nupcial antorcha despedía
está en el corazón de los que te aman. su misteriosa luz en los altares.
Amor, engalanado, jubiloso,,
sus alas recogiendo,
aun estaba con aire victorioso
en los labios el dedo, y malicioso
ante la puerta del hogar sonriendo.
Y aun ebrio con la dicha de su suerte
en tan felices lazos
el esposo dormía, cuando la muerte
llamó impaciente, penetró, y ya inerte,
la arrancó sin piedad de entre sus brazos.
MANUEL M. FLORES

el ángel del amor, pálido y yerto, LA TUMBA DE LA SEÑORITA CARMEN Z.


las alas agitó con vuelo incierto
y entre sus labios sofocó un gemido.
El soplo helado del espectro rudo Venid, y flores derramad y llanto
sobre esta tumba. La que aquí reposa,
apagó temerario en el jardín del mundo fué una rosa,
la lámpara nupcial... está va mudo y así como las rosas, se agostó.
y desierto el hogar; en el desnudo El ángel tenebroso de la muerte
tálamo, nada más queda un sudario. tendió sobre ella su terrible vuelo,
¡ Ah! ¡ todo en vano fué, todo! ¡ Ventura, y se durmió soñando con el cielo,
juventud y riqueza, y en el cielo con Dios se despertó.
virtud, amor, talento y hermosura;
todo de un soplo se perdió en la oscura
noche, en que la honda eternidad empieza!
MANUEL OCARANZA

¡ Pero no la lloréis!... No, sin ruido Cuando ante el lienzo, virgen todavía,
¿habéis su vaga sombra inmóvil el artista se quedaba,
a vuestro lado alguna vez sentido.' la frente erguida, la mirada ardiente
*"•>" llega sin rumor a vuestro oído y en la mano el pincel, bella, riente
, , voz como de ángeles que os nombra.' hasta él la diosa inspiración bajaba,
Llai dejaba un beso rápido en su frente,
m a ? t l Ella; está invisible, mas no ausente. y tomando la mano en qué temblaba
e s t a e r un instante el cielo el pincel, ya mojado en la paleta,
Venirte a traer, madre doliente, arrojaba en el lienzo del artista
invisibles besos en tu frente, las creaciones del alma del poeta.
.hefable caricia del consuelo.
Así con la osadía
¡No la lloréis! Celeste mariposa, del espíritu en que arde y centellea
la noche del desierto la llama esplendorosa de la idea,
atravesó fugaz y luminosa; la inspiración magnífica del arte,
ahora vaga feliz de rosa en rosa robó Ocaranza su fulgor al día,
por los jardines del divino huerto. su sombra al bosque, su zafir al cielo,
y su honda palidez y desconsuelo
No la lloréis... j feliz! Bodas mejores al rostro de la virgen conmovida
para esas almas bellas que ve, con llanto que del alma brota,
hace el Dios de los místicos amores. la imagen ¡ ay! de su «Ilusión perdida»
Son en el mundo efímeras las flores en la azucena que se inclina rota.
y eternas en el cielo las estrellas.
Quedan allí los acabados cuadros
de su fácil pincel. Naturaleza,
cotao una virgen que el amor conquista
y se deja robar por el amante
beso tras beso en lánguida pereza,
se dejaba robar por el artista
sus secretos de luz y de belleza.

TERCERA PARTE
Un solo cuadro, artista, no acabaste,
el cuadro de tu vida transitoria.
¡ Qué triste y qué incompleto le dejaste!
AÍ través de la gasa mortuoria
que le cubre, se mira inmaculada
brillar como la luz de una alborada _ Traducciones, imitaciones y composiciones varias
la hermosa luz de tu temprana gloria.
A su tenue fulgor, símbolo triste
del abandono cruel y del tormento
que en el mundo acompañan al talento,
se ve una cruz; sencilla y aun reciente,
la corona caída de tu frente APARICION
enlaza de esa cruz los negros brazos,
y al pie de aquella cruz tan triste y sola,
tu mágico pincel hecho pedazos... (VÍCTOR HUGO)

Lo demás es la sombra, la terrible He visto un ángel blanco. Sobre mi sien tendía


sombra que viene del sepulcro abierto, sus alas deslumbrantes: su frente en la sombría .
la sombra pavorosa tiniebla de la noche miré desparecer.
en donde duermes ya, pálido muerto, «—¿Qué es lo que buscas, ángel, en la nocturna calma?»
sin aplauso, sin pompa, sin testigos; le dije, y respondióme:
la sombra de esa noche sin mañana «—Yo vengo por tu alma.»
donde llegar no pueden Entonces tuve miedo, porque era una mujer.
los pobres ruidos de la gloria humana;
mas donde acaso llegue —¡ Oh, déjame mi alma!—gritéle suplicante.
el sollozante adiós de tus. amigos... ¿Adónde te la llevas, incógnito habitante
de yo no sé qué mundo?...
Y nada respondió.
—¿ Te llevarás mi alma al emprender el vuelo;
y qué á mi pobre vida le quedará en el suelo?
El ángel se callaba... El cielo se enlutó.
Quedan allí los acabados cuadros
de su fácil pincel. Naturaleza,
cotao una virgen que el amor conquista
y se deja robar por el amante
beso tras beso en lánguida pereza,
se dejaba robar por el artista
sus secretos de luz y de belleza.

TERCERA PARTE
Un solo cuadro, artista, no acabaste,
el cuadro de tu vida transitoria.
¡ Qué triste y qué incompleto le dejaste!
AÍ través de la gasa mortuoria
que le cubre, se mira inmaculada
brillar como la luz de una alborada _ Traducciones, imitaciones y composiciones varias
la hermosa luz de tu temprana gloria.
A su tenue fulgor, símbolo triste
del abandono cruel y del tormento
que en el mundo acompañan al talento,
se ve una cruz; sencilla y aun reciente,
la corona caída de tu frente APARICION
enlaza de esa cruz los negros brazos,
y al pie de aquella cruz tan triste y sola,
tu mágico pincel hecho pedazos... (VÍCTOR HUGO)

Lo demás es la sombra, la terrible He visto un ángel blanco. Sobre mi sien tendía


sombra que viene del sepulcro abierto, sus alas deslumbrantes: su frente en la sombría .
la sombra pavorosa tiniebla de la noche miré desparecer.
en donde duermes ya, pálido muerto, «—¿Qué es lo que buscas, ángel, en la nocturna calma?»
sin aplauso, sin pompa, sin testigos; le dije, y respondióme:
la sombra de esa noche sin mañana «—Yo vengo por tu alma.»
donde llegar no pueden Entonces tuve miedo, porque era una mujer.
los pobres ruidos de la gloria humana;
mas donde acaso llegue —¡ Oh, déjame mi alma!—gritéle suplicante.
el sollozante adiós de tus. amigos... ¿Adónde te la llevas, incógnito habitante
de yo no sé qué mundo?...
Y nada respondió.
—¿ Te llevarás mi alma al emprender el vuelo;
y qué á mi pobre vida le quedará en el suelo?
El ángel se callaba... El cielo se enlutó.
MANUEL M. FLORES

—Viajero de los cielos, yo quiero conocerte.


¿Acaso eres la vida?... ¿Acaso eres la muerte?
Él ángel se hizo negro, y dijo: ¡DESPIERTA!...
«-—Soy Amor.»
Pero su faz de sombra más bella era que el día,
brillaban sus pupilas entre la niebla fría, (VÍCTOR HUGO)
y vi tras de sus alas los astros del Señor.
Ya brilla la aurora y aun no abres tu puerta,
al beso del aura la flor está abierta
¿y aun duermes y sueñas, angélica flor?
Yo te amo y te canto, señora, despierta...
YO AMO déspierta, mi vida, que es hora de amor.
(ALFREDO DE MUSSET)
Despierta, señora,
y escucha al cantor,
/ Yo amo! Es la palabra melodiosa que canta y que llora
que al viento arroja la Creación entera, su trova de amor.
a las aves del bosque,
al arroyo que cruza la pradera.
Están a tu puerta llamando, alma mía,
¡ Yo amo! Será el postrero dulcísimas voces de blando rumor;
triste suspiro que la tierra lance, la aurora te dice: Abrid, soy el día.
cuando cayendo en la perpetua noche El pájaro canta: Yo soy armonía.
el hondo arcano de su fin alcance. Y mi alma suspira: Yo soy el amor.
/ Yo amo! También vosotras, ¡ Despierta!... Es la hora
blancas estrellas que la noche viste, del ave y la flor,
también cantáis en la sagrada esfera del alma que llora
esta palabra encantadora y triste. sedienta de amor.
La más pequeña de vosotras quiso
de la creación en el supremo instante,
buscar en los espacios sin medida ¡ Arcángel, te adoro! ¡ Mujer, yo te amo!
al sql hermoso, su inmortal amante. Mitades de un alma nacimos los dos;
por eso a tu vida mi vida reclamo,
Y la amorosa estrella por eso te canto, por eso te llamo,
a los espacios se lanzó profundos; por eso nos junta la mano de Dios.
pero también enamorada de ella
otra fué en pos... Despierta, señora;
Y desde aquel momento ya cesa el cantor,
en marcha están los mundos ya pasa la aurora...
alredor del inmenso firmamento. mas queda el amor.

Hay un seno de amor, tibio y tranquilo,


donde reclino pálida mi frente
cuando la copa del dolor, ardiente,
T O JENNY el alma mártir apurando está.
(LORD BYRON) Hay un amor tan grato como el sueño
que tuviera un arcángel en la gloria,
• Hay una virgen de alma cariñosa, un amor para el mundo sin historia,
tan tiernamente al corazón unida, un amor que no sé cómo llamar.
que separar su vida de mi vida
fuera lo mismo que romper las dos. Dos vidas que antes de encontrarse fueron
mitades de una alma desprendidas,
Hay un semblante pálido y hermoso hoy, al hallarse para siempre unidas,
que siempre miro, porque está en mi alma, ¿quién las puede de nuevo separar?
y que en la sombra de la noche en calma
vela con mi ángel cuando duermo yo. Dos corazones hay que a un tiempo mismo
palpitan de placer o se entristecen,
Hay unos negros ojos, adormidos y cuanto más en'adorarse crecen
a la sombra ideal de la pestaña, más ávidos se sienten de pasión.
cuya mirada celestial empaña,
la tristeza dulcísima de amar. Dos almas de ventura tan suprema,
que cruel, al separarlas, la fortuna...
Ojos que buscan en los ojos míos ¿al separarlas?... ¡ no!... sólo son una
el idioma del alma silencioso, que eterna vive de su eterno amor.
ojos dichosos si me ven dichoso,
ojos que lloran si me ven llorar.
Hay la flor de una boca purpurina ANOCHE
que tan sólo mis labios han opreso...
allí temblaba el inefable beso (VÍCTOR HUGO)
del alma casta en su primer amor.
Ayer, el blando soplo del aura de la noche
Hay una voz más grata a mis oídos «e las agrestes flores que tarde abren su broche
que el eco de una música del cielo, llevaba hasta nosotros el embriagante olor.
voz de vaga ilusión, voz de consuelo La noche iba cayendo, los ruidos se adormían,
para el alma cansada de dolor. las alas de la sombra tranquilas envolvían
en su palacio de hojas al pájaro cantor.

Hay un cabello derramado en rizos
que entreteje mi mano cariñosa, El aire estaba tibio; su ráfaga ligera,
una cabeza lánguida y hermosa en oíanle perfumes traía de la pradera
que dulcemente desmayando va. cual de invisibles bocas besándose el rumor.
Y leves susurraban las hojas de las palmas; que exhala, con su llanto, en el olvido
nupcial era la sombra... Allí de nuestras almas un corazón sin esperanza ya.
abrióse a las estrellas la misteriosa flor.
Triste como el sollozo con que damos
Yo estaba junto a ella, su mano entre mis manos, | a la ilusión de amar la despedida,
perdidos en la noche sus ojós soberanos, triste como la lágrima vertida
en mi hombro reclinada la pensativa sien. í'| por el recuerdo del amor primer.
La hablaba en voz muy baja; porque era la hora santa Está llena de lágrimas el alma,
en que algo que va al cielo del alma se levanta, necesita llorar... ¡Ah! si no llora,
y la mirada al cielo levántase también. esta angustia cruel que la devora
acabará con mi cansado ser.
La noche suspiraba; besábanse las palmas;
el estrellado cielo estaba en nuestras almas, ¡ Tanto ha ya que alimento mis pesares
flotaba en los espacios el alma del Amor... aquí en la soledad del alma mía;
tanto ha ya que padezco en la sombría
Y al asomar, el blanco crepúsculo del día, noche de mi existencia funeral,
me dije recordando la imagen de Mana:_ que ya es tiempo que cesen mis dolores...
he visto entre la sombra el ángel del Señor. a sufrir más mi corazón no alcanza!
O que brote en el alma una esperanza
al influjo de tu arpa celestial.

EL ARPA

(LORD BYRON) MAS

Triste el ánima está. Busca en el arpa, (CANTO ESLAVO)

en el arpa de Heber, esos gemidos


de la vibrante cuerda, tan queridos Mirando los tumbos de la ola bravia
a mi ya fatigado corazón. la niña decía:
Si ha' quedado siquier una esperanza «—¿ Hay algo más vasto que el vasto Océano?.
en el fondo de mi alma sin ventura, ¿Hay algo querido aún más que un hermano?
despertará consoladora y pura ¿Hay algo más dulce
al eco de la triste vibración. quizá que la miel?»

Si ha quedado una lágrima postrera M Y un pez le responde, saliendo a la orilla:


en mis áridos ojos escondida, «—¡ Oh, niña sencilla!
ruede por la mejilla enflaquecida El cielo es más vasto que el vasto Océano ;
y ya mi corazón no abrasará. se quiere al amante aun más que al hermano,
Pero quiero una música muy triste... y un beso es más dulce
triste como el rumor de ese gemido que toda la miel.»
«—Soy en la límpida esfera
¡SIEMPRE AMAR!... el hijo vago y risueño
del soy y la primavera,
( A L F R E D O DE MUSSET)
un silfo... menos que un sueño.
Soy el espíritu errante
que desprende del rocío
...¿Qué me importa la muerte?... ¿qué la vida?... la mañana al despertar;
¡ Quiero amar y de amor palidecer! soy del éter habitante,
¡ Tan sólo por un beso, yo daría y en la noche, por el frío,
la idea que siento en mi cerebro arder! soy el huésped del hogar.
¡ Quiero por mi mejilla enflaquecida
de la pasión las lágrimas sentir! Esta tarde, entre las flores,
¡ Quiero gozar la inexplicable dicha una pareja dichosa
déT, por amar con frenesí, sufrir! estaba hablando de amores
en voz baja y cariñosa.
Quiero contar que herido de un engaño Yo de muy cerca la oía;
juró no amar mi corazón jamás... cuando de pronto en un beso
Y ahora es el juramento que hago que su palabra cortó,
no vivir un instante sin amar. cogieron un ala mía...
y aun estaba yo allí preso
Corazón desbordado de amargura, cuando la noche llegó.
¡ despójate de orgullo y de desdén!
Rasga ya la mortaja que te enluta, Es ¡ ay! demasiado tarde
vuelve a la vida y al amor también. para que yo entre a mi broche.
Estoy solo... soy cobarde..;
Después de haber sufrido—es el destino— ¡ Abreme por esta noche!
¡ay! es preciso sin cesar sufrir; Deja que duerma en tu lecho,
después de haber amado ¡ ay! es preciso y cuando vierta la aurora
¡amar... y siempre amar... hasta morir! su luz primera, me iré, •IÍMWI'Í
tendré lugar muy estrecho, - 'M I I
y te prometo, señora,
EL SILFO que muy poco ruido haré. 1 A i f l i i

(VÍCTOR HUGO) Mis hermanos han hallado


un albergue en el rocío;
Estaba la noche muy negra, muy fría; solo y fuera me he quedado...
y ya moribunda la luz del hogar Tengo miedo... y tengo frío.
tras góticos vidrios apenas lucía. ¿Adónde encontrar mi broche?
Adentro una niña... ¿velaba? ¿dormía?... No hay una luz en el cielo,
Alguno por fuera llamaba al cristal. en los campos una flor...
MANUEL M. FLORES

Tengo los bellos colores


¡ Abreme por esta noche! del lirio que me escondía
no tengas ningún recelo... del tenebroso capuz,
¡ Si yo soy... todo candor! y se disputan las flores
mi aliento, todo ambrosía;
¡ Abreme! Sus densos flancos y mi cuerpo, todo luz.
pavorosa la tiniebla
de horribles espectros blancos La ligera mariposa
y negros fantasmas puebla. es pesada junto a mí,
Entre el follaje sombrío y sin perfume la rosa
como lívidas miradas ni belléza el colibrí,
los fuegos fatuos se ven; cuando de gala vestido
y sobre el agua del río con reflejos de topacios
claridades azuladas y zafiro brillador,
lívidas flotan también. voy en la luz escondido
visitando mis palacios
¡ Abreme, señora mía! como rey, de flor en flor.
Porque en los campos desiertos,
tras la colina sombría
están bailando los muertos. Mas ¡ ay! ¡en vano te imploro!
A sus almas desveladas aquí nada tengo mío,
da la noche pavorosa ni mis corolas de oro,
un sudario de vapor. ni mis copas de rocío.
Si estas fantasmas heladas Yo te las diera, señora,
por divertirse, a su fosa porque abrieras tu ventana
me arrebataran... ¡qué horror! un instante para mí;
y no que vendrá la aurora
Si desoyes mi gemido, y triste verá mañana
¿buscaré los musgos viles que ante tu puerta morí.
y disputaré su nido
miserable, a los reptiles? En cambio del hospedaje
¡ Abreme por un momento! que en esta noche me dieres,
Son cariñosos mis ojos ¿de una hada quieres el traje?
y mi palabra de miel; ¿El velo de un ángel quieres?
sé remedar el acento Haré de tu noche, día,
que oye, con dulces sonrojos y sin que corte el desvelo
la niña, de su doncel. tu deleite embriagador,
pasará tu fantasía
Además... ¡ Soy tan hermoso! de los ensueños del cielo
¡ Si vieras temblar lucientes a los ensueños de amor.
mis alas al sol radioso
blancas, puras, transparentes!...
Pero en vano está mi aliento
empañando tu vidriera.
¿Crees que pérfido mi acento MIRANDO AL CIELO
la voz de un amante fuera?
No soy más qué Silfo errante (VÍCTOR HUGO)
a quien lejos de su broche
un ósculo aprisionó, El último destello de la tarde
pero no soy un amante... moría en ocaso. Pálidas v bellas
¡ Abreme por esta noche! unas tras- otras salpicando iban
porque soy el Silfo yo.» el manto de la noche las estrellas.
Dulcemente en mi pecho reclinada,
tan pálida y hermosa como ellas,
* mi lánguida María,
en voz muy baja, cariñosa y triste,
sonriendo me decía:
El Silfo lloraba. De pronto, sonora,
cual dulce reclamo del alma que llora, <(—¿Qué buscan tus miradas en el cielo?
se alzó una voz triste, que luego calló. ¿No estoy aquí? ¿no te amo?
¿Qué voz era aquélla? Por mirar las estrellas no me miras,
La niña, sin miedo, ni escuchas que te llamo.
abrió la ventana, muy quedo, muy quedo... ¡ Oh! vuelve a mí tus ojos;
mas nadie ha sabido si al Silfo la abrió. deja a los cielos en su eterna caima;
no los mires ya más... ¡ Mira mi alma!»
«En esa obscuridad en donde apenas
el tímido lucero se divisa,
COLON ¿qué encontrarás que valga nuestro beso?
¿qué encontrarás que valga mi sonrisa?
(SCHILLER)
¿Qué miras Qn los astros?...
¿Las miradas de amor son menos bellas?
¡Marcha, marcha, Colón! Y si ese mundo Alza el velo de mi alma.
que pides al misterioso del océano ¡Cuán llena está de estrellas!»
no ha sido creado aún, de entre las olas
en premio de tu audacia ¡Cuántos soles! Escucha: cuando amamos
le hará surgir la omnipotente mano. llevamos en el alma un firmamento.
Porque existe en la gran Naturaleza El sol divino del amor alumbra
el eterno Creador, que de su arcano ccn inefable luz el pensamiento.
levantando portentos de belleza, Y cuando la dulcísima tristeza
sabe cumplir en toda su grandeza hija callada del amor la cubre,
las promesas del genio soberano. en medio de esa noche, la esperanza
y los recuerdos adorados, brillan
se cambia en una lira
como esos astros que tu vista alcanza. y nuestro amor celebra... ¡Oh, dueño mío,
La abnegación, el sacrificio, el llanto, vaguemos entre el musgo y el rocío!
más bellos son que Venus cuando asoma Ya no me des enojos,
de la montaña sobre el pico agreste. no más mires al cielo;
Cree mi palabra... el firmamento es nada; estoy celosa de él... ¡ mira mis ojos!»
el cielo de mi alma es más celeste.»
Con voz muy baja, cariñosa y triste,
«Bello es mirar los astros que tachonan así hablaba mi pálida María.
de las sombras magníficas el manto; Brillaba el astro, suspiraba el viento,
bella es el alba y la Creación es bella; la flor su copa" de perfume abría
mas nada tiene el inefable encanto y blanqueaba la luna el firmamento.
de amarse con pasión. El mejor fuego,
la llama más espléndida y sagrada Tranquila soledad de mi retiro,
es aquella que cambian en silencio astros, noche de amor, tímidas flores,
dos almas, en la luz de una mirada.» ¿adónde se perdió tanto suspiro?
¿Qué se hicieron, decidme, mis amores?
«Vale más un amor correspondido
en un rincón humilde de la tierra, ¡ Qué triste es el destino! Aquel instante,
que todos esos ignorados soles eternamente al corazón querido,
en que el Eterno su secreto encierra. pasó como los otros... ¡ Y quién sabe
Dios, el padre del hombre, si para Ella perdióse en el olvido!...
que al hombre siempre lo mejor ha dado,
puso lejos de él el vasto cielo...
la mujer, a su lado. FRIO
Ama y vive, nos dice dondequiera
su acento soberano; (CUENTO BOHEMIO)
ama y vive, mortal; es tu destino:
lo demás, es mi arcano.» La tarde era triste,
la nieve caía,
«j Amemos! He aquí todo. Dios lo quiere. su blanco sudario
Deia esos rayos pálidos que doran los campos cubría;
la región de la sombra... Más hermosos ni una ave volaba,
los verás en los ojos que te adoran. ni oíase rumor.
Amar es comprender toda la vida
y presentir lo eterno. Apena en la nieve
El verdadero amor siempre ha juntado dejando su huella,
alma más grande a corazón más tierno.» pasaba muy triste,
muy pálida y bella,
«Ven ¡ oh mi amor! ¿No escuchas la niña que ha sido
una música vaga que suspira del valle la flor.
a nuestro derredor? Naturaleza
Lleva en el cinto De Júpiter el hijo y de Semele,
su pobre calzado; y los deseos eróticos aun vjvos,
su hermano pequeño quieren que entregue el «corazón capsado
que marcha a su lado a los amores que juzgué perdidos.
le dice:—«¿Ño sienten Y me abraso por ti, rubia Glicere,
la nieve tus pies?» y me enamora tu semblante altivo,
y de tu tez la nieve inmaculada
«—Mis pies nada sienten» como el mármol de Paros terso y fino.
responde con calma. Y me enamora tu habla melodiosa,
«El frío que yo siento tu continuo reir provocativo,
lo llevo en el alma; y de tus ojos húmedos el fuego,
y el frío de la nieve v tu desdén también y tu capricho.
más duro no es.»
Venus me sigue por doquier, me sigue;
Y dice el pequeño conmigo va, detiénese conmigo,
que helado tirita: en contacto de fuego a mí se acerca,
«—¡ Más frío que el de nieve!... domina mi razón y mi albedrío.
¿Cuál es, hermanita? Y ya no más contra el feroz escita,
¡ No hay otro que pueda ni contra el parto, huyendo tan temido,
decirse mayor!...» mi lira tiene cuerdas... Ya no sabe
sino de amor los deleitosos himnos.
«—Aquel que de muerte Apresúrate y ven, rubia Glicere.
las almas taladre; Apresúrate y ven al lado mío,
aquel que en el alma trayendo de marfil la dulce lira
me puso mi madre, grata como el aliento del céfiro,
el día que a mi esposo y a modo de las hijas de Laconia
me unió sin amor.» el sedoso cabello recogido.

¡ Ven, Glicere gentil! A mí te acerca


GLICERE como enantes feliz; cese el desvío. ^fc
Te quiero junto a mí más impetuosa
(HORACIO) que las férvidas olas del Adrático
cuando en el golfo de Calabria, Eolo,
Reina de Pafos y de Gnido, Venus, las agita con áspero rüido.
deja de Chipre el encantado sitio,
y ven aquí, donde Glicere tiene Mientras del lobo perseguido sea
de placer y de amor mágico asilo. el balador cordero, y el marino
Y que las gracias de cintura suelta, tema de Orión el tormentoso influjo,
y que las ninfas de semblante lindo, y :acaricien los trémulos céfiros
y el que alegra los años juveniles de Apolo lá^ dorada cabellera,
grato y feliz amor, vengan contigo. te daré por tu amor el amor mío.
MANUEL M. FLORES

¡ Que resuene el festín grato a los dioses! Del claustro las baldosas funerales
¿Dónde la flauta está de Berecinto? mi seno no enfriarían... está encendida
¿Qué hace-el oboe junto a la lira muda? la llama de mi amor; bajo la muerte
Rosas traedme del jardín, vecino, mi imposible esperanza aun está viva.
y resalte en la nieve de mis canas ¡ Cuántas veces en medio de la noche,
de su corona el purpurino brillo. allá en mi celda solitaria y fría,
Saca del fondo de la cueva, esclavo, levántome a abrazar ¡ oh, mi Abelardo!
el sécubo oloroso, envejecido, tu sombra tan hermosa y tan querida!...
y en la cercana fuente me refresca Sobre tu corazón está mi cielo,
la ánfora esbelta de falerno rico. tú eres mi fe, mi religión, mi guía,
tú mi Cristo también... ¿no soy, acaso,
En tanto yo celebraré a Neptuno; esposo de mi amor, tu prometida?...
y escucharán también plácidos himnos Nuestra tumba será mi Paraíso;
las nereidas de verde cabellera, y para siempre allí, no quiero el día.
mientras ofreces de tu lira el ritmo ¡ Que ¡mis huesos se junten a tus huesos,
a las flechas de Diana y á Latona. tu ceniza se mezcle a mi ceniza!...
Luego mis cantos alzaré contigo ¡ Y eternamente así, para nosotros
a quien reina en las Cíclades, y vuela no haya resurrección... no haya otra vida!.
en un carro por cisnes conducido;
y nuestro himno final será a la noche
del misterio nupcial mudo testigo.

¡ Ea! colocad sobre el altar de césped, JULIETA


junto a la copa del sagrado vino,
esclavos, el incienso y la verbena. (W. SHAKESPEARE)
Tributemos el culto merecido,
y la caliente sangre de la víctima
haga acepto á la Diosa el sacrificio. ¡ Oh, noche, ven a mí! Trae a Romeo,
noche querida y triste;
virgen sagrada de la frente negra
que ya juntos nos viste.
ELOISA
¡ Oh, noche, ven a mí! ¡ Trae a Romeo!
(E. QUINET) y de tu niebla fría
¡luz y calor será!... ¡ Que su presencia
...Sí me acuerdo; llamábame Eloísa haga en la noche, día!
cuando él también llamábase Abelardo.
¡ Oh, noche, ven a mí! ¡ Trae a Romeo!
Los cielos, esos cielos sin medida, y entre tu densa bruma
no son tan vastos que encerrar pudieran como la nieve brillará, del cuervo
el infinito amor del alma mía. sobre la negra pluma.
MANUEL M. FLORES

¡ Que resuene el festín grato a los dioses! Del claustro las baldosas funerales
¿Dónde la flauta está de Berecinto? mi seno no enfriarían... está encendida
¿Qué hace-el oboe junto a la lira muda? la llama de mi amor; bajo la muerte
Rosas traedme del jardín, vecino, mi imposible esperanza aun está viva.
y resalte en la nieve de mis canas ¡ Cuántas veces en medio de la noche,
de su corona el purpurino brillo. allá en mi celda solitaria y fría,
Saca del fondo de la cueva, esclavo, levántome a abrazar ¡ oh, mi Abelardo!
el sécubo oloroso, envejecido, tu sombra tan hermosa y tan querida!...
y en la cercana fuente me refresca Sobre tu corazón está mi cielo,
la ánfora esbelta de falerno rico. tú eres mi fe, mi religión, mi guía,
tú mi Cristo también... ¿no soy, acaso,
En tanto yo celebraré a Neptuno; esposo de mi amor, tu prometida?...
y escucharán también plácidos himnos Nuestra tumba será mi Paraíso;
las nereidas de verde cabellera, y para siempre allí, no quiero el día.
mientras ofreces de tu lira el ritmo ¡ Que ¡mis huesos se junten a tus huesos,
a las flechas de Diana y á Latona. tu ceniza se mezcle a mi ceniza!...
Luego mis cantos alzaré contigo ¡ Y eternamente así, para nosotros
a quien reina en las Cíclades, y vuela no haya resurrección... no haya otra vida!.
en un carro por cisnes conducido;
y nuestro himno final será a la noche
del misterio nupcial mudo testigo.

¡ Ea! colocad sobre el altar de césped, JULIETA


junto a la copa del sagrado vino,
esclavos, el incienso y la verbena. (W. SHAKESPEARE)
Tributemos el culto merecido,
y la caliente sangre de la víctima
haga acepto á la Diosa el sacrificio. ¡ Oh, noche, ven a mí! Trae a Romeo,
noche querida y triste;
virgen sagrada de la frente negra
que ya juntos nos viste.
ELOISA
¡ Oh, noche, ven a mí! ¡ Trae a Romeo!
(E. QUINET) y de tu niebla fría
¡luz y calor será!... ¡ Que su presencia
...Sí me acuerdo; llamábame Eloísa haga en la noche, día!
cuando él también llamábase Abelardo.
¡ Oh, noche, ven a mí! ¡ Trae a Romeo!
Los cielos, esos cielos sin medida, y entre tu densa bruma
no son tan vastos que encerrar pudieran como la nieve brillará, del cuervo
el infinito amor del alma mía. sobre la negra pluma.
¡ Oh, noche, ven a mí! ¡ Trae a Romeo!
y su ceniza fría, y de tal modo tu dolor me aiíige,
¡ cuando llegue a morir, dispersa en astros que las lágrimas bañan mi semblante.
te alumbre como el día! Pero tu triste voz a mí dirige,

y dime de qué modo, en cuál instante,


cuando tan dulcemente suspirabais,
FRANCESCA y en el fondo del alma, vacilante,

(DANTE)
tímido aun vuestr-5 deseo guardabais;
¿dime de qué maneia inesperada
os reveló el Amor que os adorabais?

«La tierra en donde vi la luz primera Ella me respondió:—¡ Desventurada!


¡ no hay pena más aguda, "más impía,
es vecina del golfo en que suspende que recordar la dicha ya pasada
el Po, ya fatigado, su carrera.

Amor, que sin sentir, el alma prende, en medio de la bárbara agonía


a éste prendó del don, que arrebatado de un presente dolor!... y esa tortura
me fué de modo que aun aquí me ofende. la conoce muy bien el que te guía.

Amor, que obliga a amar, al que es amado, Mas ya que tu piedad saber procura
juntónos a los dos con red tan fuerte el cómo aquel amor rasgó su velo,
que para siempre ya nos ha ligado. llorando te diré mi desventura,

Amor hiriónos con terrible suerte; Leíamos con inquietud y grato anhelo
y está Caín de entonces esperando de Lanceloto el libro cierto día,
aquí al perverso que nos dió la muerte.» solos los dos y sin ningún recelo.

Palabras tan dolientes escuchando Mas en tanto leíamos, sucedía


incliné sobre el pecho la cabeza, que dulces las miradas se encontraban
y ¿en qué—dijo el Poeta—estás pensando? y la color del rostro se perdía.
Y respondí, movido de tristeza: Un solo punto nos venció. Pintaban
¡ Ay de mí! ¡ Cuánto bello pensamiento, cómo, de la ventura en el exceso,
cuánto sueño de amor y de terneza en los labios amados apagaban
los condujeron al fatal momento!
Y vuelto a ellos—¡ oh, Francesca!—dije, los labios del amante, con un beso,
al corazón me llega tu lamento; la dulce risa que a gozar provoca;
y entonces éste, que a mi lado preso
para siempre estará, con ansia loca
hizo en su frenesí lo que leía...
temblando de pasión besó mi boca...
CORO DE LOS ESPIRITUS
Y no leímos más en aquel día.
(GOETHE—FAUSTO)

¡ Despareced, arcadas de la sombra!


OFELIA y tras el roto velo,
la claridad dulcísima sonría
(W. SHAKESPEARE.—HAMLET) en el zafir espléndido del cielo.

Estaba sola; entró, tomó mi mano, Y que pasen las nubes fugitivas,
con fuerza la estrechó, y que pasen sus rastros,
y con la otra apretándose la frente, dejando cintilar, pálidos soles,
como si fuera a dibujar mi rostro con tibio rayo los pequeños astros.
de hito en hito, en silencio, me miró.
Bellezas del ideal, hijas del cielo
Así permaneció por mucho tiempo, que sueña la esperanza,
así permaneció... cerrad en torno del gentil mancebo
Febril, de pronto, sacudió mi brazo; el giro voluptuoso de la danza.
y dos veces y tres, la frente lívida,
siniestra y triste, levantó y bajó. Destrenzad la rizada cabellera,
desatad la cintura,
Y de lo más impenetrable y hondo despojaos de la túnica que encubre
del corazón, oí la ardiente desnudez de la hermosura;
que un suspiro lanzó... pero suspiro
que, rompiéndole el pecho, iba a morir. y dejadla caer allá del prado
en el boscaje verde,
Y luego de mi lado lentamente donde a la hora lasciva de la siesta
alejarse le vi... la pareja de amor entra... y se pierde.
pero vuelta la faz sobre la espalda,
su camino sin ver, pasó la puerta, • Oh. la tierna verdura de los sotos!
los ojos fijos... fijos!., sobre mí... ¡ Oh, brazos de las vides!
¡ Oh miosotis azul que en la ribera
está diciendo al corazón «No olvides!»

Amontona la viña sus racimos,


se alegran los hogares,
el vino salta en espumosas olas
y !a púrpura corre en los lagares.
Criaturas del Señor, almas aladas,
¡ tended el raudo vuelo!
Allá a lo lejos, horizontes de oro,
islas de amor confinan con el cielo. UN ASTRO

Todo allí es libertad, risas y juegos (VÍCTOR HUGO)


en la campestre alfombra,
y por las noches, al brillar los astros,
los misterios nupciales de la sombra. Una tierra infeliz, áspera y dura
donde trabajan tristes los vivientes,
Espíritus de amor los pasos guían empapadas las almas de amargura
de tantos amadores, y de sudor las abatidas frentes ;
a la tranquila, luminosa cumbre campos de sol y estériles arenas
de la colina rebosando en flores. que en cambio de trábajo y de quebrantó
a una raza maldita dan apenas
¡ Criaturas del Señor, id a la vida! pan miserable que humedece el llanto;
Hay flores en el suelo... los hijos del oprobio engrandeciendo;
cortadlas... y mirad para vosotras orgullosas ciudades delincuentes,
una estrella de amor, fija en el cielo. de doncJe las virtudes van huyendo
y las* manos torciéndose dolientes;
el orgullo infernal hallando abrrigo
lo mismo del magnate bajo el techo
CANCION que dentro del tugurio del mendigo;
el Odio y el dolor en cada pecho:
(H. HEINE) sobre las cumbres las espesas nieblas;
la inocencia y justicia prostituidas ;
la muerte, espectro ciego, en las tinieblas
riendo feroz y arrebatando vidas;
¡ Que hay en mis versos veneno!... aquí las soledades abrasantes^
eso dices... ¿Cómo no allá, del polo, los eternos hielos,
si de veneno llenaste océanos que rebraman espumantes
mi vida y mi corazón? escupiendo .su cólera a los cielos;
¡ Que hay en mis versos veneiio!... y todas las pasiones engendrando
y ¿cómo no haberlo," di, todos los males, todos los dolores;
las grutas a las fieras abrigando,
si en mi alma llevo serpientes ocultando a los áspides las flores;
y además te llevo a ti? continentes cubiertos de humo y ruido
donde^la guerra infame centellea;
luto, crimen y llantos v rugido
salvaje del furor de la pelea;
era aquélla la casa de mi madre,
pueblos que se desgarran palpitantes aquél era mi hogar.
del odio de Satán, de rabia y celo, Las ventanas "cerradas y las puertas
sangrientos, rencorosos, blasfemantes... me puse a contemplar,
¿Y todo esto es un astro allá en el Cielo? y corrían por mi rostro muchas lágrimas,
y corrían más y más.
Estaba yo a la puerta de mi casa,
FELICIDAD y no quería llamar ;
no quería interrumpir el blando sueño,
(LAMARTINE) el sueño matinal,
de aquellos ojos, cielo de los míos,
que tantas veces ¡ ay!
Como es blanca la página ofrecida que tantas veces sólo por mi causa
a mis versos aquí por tu amistad, lloraron sin cesar.
blanco es también el libro de tu vida; Dicen que el sueño tregua da a las penas
si' lo pudiera yo, niña querida, que afligen al mortal,
'escribiría en él: Felicidad. fuerza da al corazón para que pueda
más penas soportar;
VARIANTE
que el dulce sueño que mi santa madre
aun disfrutando está,
Blanca es la hoja • fuerza la dé esta vez para la dicha
por ti ofrecida de verme al despertar.
aquí a los versos
de la amistad; *

blanco está el libro


aun de tu vida... Y lleno el corazón de una ternura
Si yo pudiese, que no puedo éxplicar,
virgen querida, con los ojos mojados, y temblando
en él pusiera: besaba aquel umbral.
Felicidad. Porque en aquel umbral en que mi labio
posaba con afán,
el polvotle las plantas de mi madre
EN LA PATRIA aun estaba quizás.
eEn este mismo umbral los afligidos
(M. HARTMAN) detiénense a buscar
para sus corazones, esperanza,
La dulce claridad de la mañana para sus labios, pan.
apareciendo ya, ¡ Cuántas veces he visto de mi madre
en la tierra cubierta de rocío la ardiente caridad,
veía reflejar. Ja dádiva celeste del consuelo
Estaba yo sentado de una casa a su óbolo agregar!
en el modesto umbral,
IÓ4 MANUEL M- FLORES

¡Oh! si me ha sido grato, de la vida Era un sueño no más, pero despierto


en la lucha mortal, lloraba todavía.
sufrir por los que sufren, y mi llanto,
a los que lloran dar; Estaba yo soñando, y por la cara,
si he podido llegar al sacrificio, el llanto me corría;
al martirio quizá soñé que te arrancaba de mi lado
por los que sufren, temblorosos miembros alguno, vida mía...
del Cristo celestial: Era un sueño no más, pero despierto
yo sé a quien debo por haberlo hecho lloraba todavía.
mi gratitud alzar ; /
yo sé a quien debo que jamás en mi alma
se entibie la piedad. 1
Si las chispas de amor que hay en mi pecho Estaba yo soñando que me amabas,
no han de morir jamás, ¡ sopando que eras mía!
yo sé de qué alma vienen a la mía,
y yo sé de qué hogar. . yrUnrf
1,oro > m á7s
0 H | "
que ^
0 máS
nunca, todavía. *Ueño,

*
MALICIA
Yo canto a la mujer santa y sencilla (IMITACIÓN DE VITORELLI)
que ignora en su bondad
¡cuánto en su corazón hay de sublime! Supe que al primer destello
¡cuánto de celestial! que lanza al mundo la aurora
Yo canto a la mujer que se llenara te levantaste, señora,
de asombro sin igual, inquieta de... no sé qué...
si llegara a saber que sus-virtudes
quiero glorificar. Supe que a la hora terrible
Canto a mi mismo corazón, mi madre, en que el alto sol abitsa,
el ángel del hogar; • te saliste de tu casa
y tiembla mi alma de ternura, y siento, buscando yo no sé qué.
mis lágrimas rodar.
Supe que en tu faz hermosa
ecnando un discreto velo,
SOÑABA te fuiste a mirar el cielo '
allí... donde no se ve.
(HEINE)

Supe...
Soñaba yo: mis párpados henchidos —Mas ¿quieres decirme-
de lágrimas sentía; quien te informó de este modo?
soñé que estabas en la tumba, muerta, Malicia, que sabe todo,
y muerta te veía... malicia, que todo ve.
«—¡Cómo! ¿es posible?... ¿sola?—gritó Juno
mirándola llegar con faz airada.
¡Oh, virtud! ¡oh, pureza!... ¿Conque nada?»
LAS FURIAS
Isis le dijo: «Nada, ¡ qué oportuno
(LESSING) hubiera sido el viaje más temprano!
Estuviera cumplido
«Mis furias están ya viejas y torpes,» ¡oh, diosa! tu mandato soberano;
Plutón dijo a Mercurio, mensajero hubiérate traído
que se halla de los.dioses al servio lo que tú me pediste... tres doncellas.
«—Necesito cambiarlas: ve a la tierra
y búscame tres mozas Las encontré en verdad; y eran de aquellas
lozanas y capaces del oficio. » que nunca conocieron un amante,
que jamás le pusieron,
Desde luego, Mercurio, diligente, • jamás, á hombre ninguno buen semblante ;
ni en sus glaciales senos
el coturno con alas consintieron la llama devorante
como pudo calzóse prontamente, de amorosa pasión... ni mucho menos.
y atravesando las etéreas salas, Tres doncellas, en fin (sin que esto alarde
ligero y volador como ninguno sea de mi ojo certero),
a la tierra subió. purísimas, castísimas, sin pero,
La diosa Juno, r- como tú las querías... Mas llegué tarde.»
poco tiempo después a su doncella
S o es, su camarista, talla «—¿Cómo tarde?».
también le dijo:-«Mira:
con mengua del honor de las mujeres —Mercurio en ese instante
se jacta de que ya no hay en el mundo para el fiero Plutón las embargaba.
ninguna de ellas que su fiel no sea ¡ Eso no puede ser!... ¡ Cuando pensaba
y que culto no rinda a los placeres. vengar yo de su sexo las injurias!...
y ¿para qué las quiere?»
Para burlarme de ella y del dios ciego —Para Furias.
baja á la tierra luego
Y traéme, por lo menos, tres doncellas,
mas- doncellas... ¿entiendes? JAMAS
enteramente castas todas ellas.» ü
1 (CAMPOAMOR)
Isis p a r t i ó también. Vahe y montaña,
¡ Adiós, mi bien! Es el postrer instante,
ciudad» ^iSblo||aldehuela y aun ermita, pero seca en tu pálido semblante
• todo lo registró la pobrecita; ¡ ay! ese llanto que vertiendo estás,
mas ¡ ay! que todo en vano; lejos me voy, tristísimo y errante.
y paso a paso y mano sobre mano,
cansada y triste, regresó sólita.
en el madero de la cruz ponía.
mas no te olvida el corazón jamás. Y por la noche, cuando ya la oscura
—¿Jamás? majestad de la sombra acrecentaba
el solemne pavor de la llanura
¡ Jamás, mi bien! La noche de la ausencia y de estrellas el cielo sé llenaba;
enlutará mi huérfana existencia cuando tan sólo se escuchaba incierto
y tú mi Corazón no alumbrarás; ése rumor apenas percibido
en vez de tu dulcísima presencia que parece el suspiro del desierto
tu bella imagen miraré no más. en su infinita soledad dormido;
—¿No más? entonces a mi espíritu perdido
en su éxtasis de fe, le parecía
¡ No más, mi bien'. Levanta tu cabeza, que ese vago rumor, que la honda noche,
déjame ver tu pálida belleza y el sjjencio, los seres, y las cosas...
aun otra vez... la postrimer quizás. Naturaleza toda que yacía
De este tu adiós supremo la tristeza de tal recogimiento,
¡ay! ¿cómo, ingrato/olvidaré jamas? mientras oraba sobre el polvo frío
—¿ J amás? de mi lóbrega gruta, se juntaban,
¡ Jamás, mi bien! En mi alma, dondequiera, se juntaban a mí para llevarte
hasta el instante de mi luz postrera, mi alma y mi fe con mi oración, ¡ Dios mío!...
la inolvidable, la única serás... ¿Y ahora?... Rezos, plegarias, asunciones
Y tú ¿me llorarás cuando me muera? del alma a Dios, extáticas visiones
que llenaban de júbilo mi pecho,
En mi tan sólo pensarás no más?
C »- transportes de! espíritu en el santo
fervor de^la oración... ¿qué os habéis hecho?...
—¿No más?
¡ No más, mi bien! De querubín el canto
es la palabra que diciendo estás... LA ESFINGE
¡ Adiós!--- ¡un beso!.,, ¡ Beberé tu llanto!
—¿Te olvidarás de la que te ama tanto.... (HEINE)
—¡Jamás, mitad corazón, jamásr
Por el antiguo bosque del encanto,
LA ORACION del vago sueño y misterioso asilo,
caminaba al azar y sin espanto.
(FLAUBERT)
Su blando aroma derramaba el tilo
y de inefable paz mi alma llenaba v
Por la mañana en el desierto inmenso de la alta luna el esplendor tranquilo.
humeaba el arenal, y sus vapores
se alzaban cual las nubes del incienso. Profundo era el silencio que reinaba;
Luego, en la tarde, cuado el sol mona pero de pronto acarició mi oído
de ocaso entre los tibios esplendores, la música de una ave que cantaba.
de oro y de fuego deslumbrantes flores
Era el canoro ruiseñor, hundido Del castillo a la puerta derruida
en la blanda espesura de las hojas y en granito durísimo tallada
que cantaba, volando, junto al nido, la misteriosa esfinge vi tendida.
los goces del amor y sus congojas- Era su aspecto horrible a la mirada,
Pero aquel su volar era tan triste, pero atractiva a la ánima medrosa.
como el suspiro, corazón, que arrojas Con cuerpo estaba de león formada
recordando la dicha que perdiste; y rostro y seno de mujer hermosa,
mientras que tan alegre era el lamento de mujer hermosísima. Brillaba
cual tu esperanza cuando niño fuiste. su pupila salvaje y voluptuosa
Asi es que al escuchar aquel acerato con sensual embriaguez y desmayaba,
tan triste y tan alegre a un tiempo mismo, mientras el beso del placer ardiente
levantarse sentí en mi pensamiento, en su labio de piedra palpitaba.
" como del vago fondo de un abismo, Sintió terror el ánima tremente,
esperanzas, recuerdos y tristezas pero al par que terror sintió contento.
como viejos ensueños de idealismo. Entonce el ruiseñor cantó impaciente
Siguiendo entre las bravas asperezas y ya no pude resistir... Violento
de aquella hermosa selva, vi que erguía a la Esfinge di un beso, y mi alma loca
un castillo, sobre áridas malezas # presa quedó de aquel encantamiento.
su vieja torre en ruinas, y sombría. Porque vida y acción cobró la roca,
En las almenas de zarzal cubiertas la Esfinge suspiró con embeleso,
ningún viviente ser aparecía. y con sed ardientísima en mi boca,
Las ventanas cerradas y las puertas
estaban, y silencio pavorcfso ¡bebió toda la llama de mi beso!...
reinaba en torno de las cosas muertas, y yo sentí que mi postrer instante
se me escapaba entre sus brazos preso.
como si aquel recinto misterioso Pues mientras que convulsa, jadeante
la misma muerte hubiérase escogido de voluptuosidad me acariciaba,
para el horrible hogar de su reposo. mi carne estremecida y palpitante
Ni una voz, ni un acento, ni un gemido
era aquello la ausencia de la vida con sus garras de fiera destrozaba,
en el silencio eterno del olvido. y entre horribles dolores y delicias
sin nombre y sin igual, me aniquilaba.
I ® ;
ffllllp'- :: ¡ Oh de la muerte vividas primicias!
¡ Oh martirio sin fin, oh goce eterno!
¡ Oh lágrimas mezcladas con caricias!
En tanto que la garra me rompía
'ttlll '
mm la carne, y penetraba hasta mis huesos,
yo de placer y de dolor moría
al contacto monstruoso de sus besos,
y cantó el ruiseñor allá en la oscura
soledad de los árboles espesos: COMPOSICIONES V A R I A S

«—j Oh secreto del cielo y de natura:


¡ Oh amor, oh bella esfinge! ¿por qué enlazas
en tu seno el placer a la tortura?
¿ Por qué con garra el corazón abrazas?
¡ Oh inexplicable Amor, Esfinge hermosa! AL PIE DE LA CRUZ
¿por qué cuando acaricias despedazas?
mi madre, la señora doña Dionisio M. de Flores
¿Cuál es, di, la palabra misteriosa
i l l » que el hondo enigma de tu ser esconde?»
i i i á l . Cesó el canto, la Esfinge pavorosa Abrasa el soy la flor en la llanura
en piedrá convertida, no responde. y la palma gentil en el desierto;
y tibia el agua del Jordán oscura
rueda a la soledad del Lago Muerto.

No un rumor en los quietos olivares,


ni un reptil que se arastre por la senda;
y busca el agareno en sus aduares
la tibia sombra de la móvil tienda.

No perfuman la brisa los aromas


que exhala el cinamomo y el aloe;
mudas están y tristes 'las palomas
allá en los terebintos de Siloe.

A lo lejos, perdida en el incierto


vapor del arenal que vibra y crece,
cuál inmóvil fantasma del desierto,'
la ciudad del Profeta resplandece.
I ® ;
ffllllp'- :: ¡ Oh de la muerte vividas primicias!
¡ Oh martirio sin fin, oh goce eterno!
¡ Oh lágrimas mezcladas con caricias!
En tanto que la garra me rompía
'ttlll '
mm la carne, y penetraba hasta mis huesos,
yo de placer y de dolor moría
al contacto monstruoso de sus besos,
y cantó el ruiseñor allá en la oscura
soledad de los árboles espesos: COMPOSICIONES V A R I A S

«—j Oh secreto del cielo y de natura:


¡ Oh amor, oh bella esfinge! ¿por qué enlazas
en tu seno el placer a la tortura?
¿ Por qué con garra el corazón abrazas?
¡ Oh inexplicable Amor, Esfinge hermosa! AL PIE DE LA CRUZ
¿por qué cuando acaricias despedazas?
mi madre, la señora doña Dionisio M. de Flores
¿Cuál es, di, la palabra misteriosa
i l l » que el hondo enigma de tu ser esconde?»
i i i á l . Cesó el canto, la Esfinge pavorosa Abrasa el soy la flor en la llanura
en piedrá convertida, no responde. y palma gentil en el desierto;
y tibia el agua del Jordán oscura
rueda a la soledad del Lago Muerto.

No un rumor en los quietos olivares,


ni un reptil que se arastre por la senda;
y busca el agareno en sus aduares
la tibia sombra de la móvil tienda.

No perfuman la brisa los aromas


que exhala el cinamomo y el aloe;
mudas están y tristes 'las palomas
allá en los terebintos de Siloe.

A lo lejos, perdida en el incierto


vapor del arenal que vibra y crece,
cuál inmóvil fantasma del desierto,'
la ciudad del Profeta resplandece.

MANUEL M. FLORES

Y más y más el sol su fuego envía


a la hora sofocante de la siesta,
y más se abrasan al calor del día
el campo, la ciudad y la floresta.

Mas de aquella colina allá en la cumbre


se levanta confuso vocerío,
y se agita feroce muchedumbre
cual las olas del piélago bravio. Y en torno a la cruz, rugiendo
estaba el pueblo sin fe;
Es un pueblo que vil y que obcecado iba el sol palideciendo,
su cobarde furor viene escupiendo el Hijo estaba muriendo,
a un hombre que, desnudo, desgarrado, la Madre llorando al pie.
pendiente de una cruz, está muriendo.
Era madre, v en su frente,
Es el Gólgota allí. Su árida cima gota tras gota sentía
que ya tantos patíbulos ha visto, caer la sangre caliente
parece con horror ver a Solima del Hijo en la Cruz pendiente,
la negra cruz al soportar de Cristo. que por el hombre moría.
Y aquella sangre caída
del hombre, en el ingrato mundo las entrañas abrasaba
no tuvo su cabeza; de Madre tan afligida,
bajo el olivo, moribundo, que de dolores transida
el cáliz apuró de la tristeza. juntas las manos alzaba.
Hoy eeñido de bárbaros abrojos, Y era cual dardo acerado
desfigurado, pálido, temblando, en su corazón clavado
de lo alto de la cruz torna los ojos aquel dolor sin segundo...
y en vano ; tengo sed! está clamando.. ¡ El Hijo crucificado,
la Madre sola en el mundo!
¡ Sed, el que da la lluvia a las corolas
y hace vagar las nubes en el viento!
¡ Sed el que agita d'e la mar las olas
y el agua dividió del firmamento!
Pálida virgen María,
Y sangre nada más su labio moja; Madre mártir de Jesús
levanta al cielo su mirar sombrío, y madre también ¡ ay! mía
y clama con la voz de la congoja: ¿cómo contar tu agonía
¿Por qué me abandonaste, Padre míot llorando al pie de la cruz?
¡Tú llorando, virgen bella, resonaban pavorosas
cuando ha besado tu huella en las negras soledades.
el ángel que dijo: «Eres,
».bendita entre las mujeres, Las tinieblas se palpaban,
»¡ hó, purísima doncella!» mugían los mares airados,
los cielos abandonaban
Cuando ha llevado tu seno los ángeles, y lloraban
a Aquel, de quien es el día en torno a la cruz cercados.
sólo un reflejo que envía
de su semblante sereno Y las tinieblas surcaron
sobre la tierra sombría. lívidos rayos inciertos,
y las piedras se chocaron,
¿Cuándo ceñirán tu frente y de sus tumbas alzaron
los luceros diamantinos, su atónita faz los muertos.
cuándo el querub esplendente
se inclinará reverente Y las legiones de ángeles dolientes
ante tus ojos divinos?... que rodeaban el Gólgota tamblaron ;
y sollozando, sus divinas frentes
¿Cómo la tierra que habitas, con sus alas velaron.
y.éstas las razas precitas \

por las que el Hijo se inmola Envuelto en la tiniebla centelleante


de tus lágrimas benditas el Eterno, severo y solitario,
no valen ¡ay! una sola? su mirada terrible en ese instante
apartó del Calvario.
¿Tú llorando en tanto duelo
como en el mundo no hay dos; Entonces ¡ En tus manos me encomiendo!
y no hay para ti consuelo, con grande voz el Redentor gimió;
y eres ia reina del cielo, vibró su espada el querubín tremendo...
¡ Todo se consumó!
y eres la madre de Dios?

Se iba el sol oscureciendo;


y en torno a la cruz, rugiendo LA CRUZ
seguía el pueblo sin fe:
Jesús estaba muriendo, Á TIRSO R. CÓRDOBA
ia madre llorando al pie.
Hace diez y ocho sielos, humillado
Gemían en las heredades y lleno el mundo de terror veía
las tórtolas quejumbrosas, cómo Roma triunfal le conducía
y roncas las tempestades al rudo carro de su gloria atado.
Es cierto... ¡ pero escucha!... De niño te adoraba,
Hace diez y ocho siglos, ignorado al pie de tus altares mi madre me llevó...
del mundo que su fe no conocía, Llorando, arrodillada, la historia me contaba,
un hombre en el patíbulo moría del Gólgota tremendo cuando Jesús murió.
como vil criminal crucificado.
Y vi sobre tu rostro la angustia y el quebranto,
Diez y ocho siglos ha... Tras gloria tanta caía sobre tu frente la sombra de una cruz,
besó Roma imperial el polvo inmundo tus lágrimas rodaban y negro era tu manto...
del bárbaro feroz bajo la planta; todo de un cirio pálido a la siniestra luz.

mientras la cruz del Cristo moribundo Entonces era niño, no comprendí tu duelo;
entre el cielo y la tierra se levanta pero te amé, Señora, ¡ tú sabes que te amé!
sobre el inmenso pedestal del mundo. que dulce, inmaculado, alzábase "hasta el cielo
el infantil acento de mi sencilla fe.

Por esa fe de niño, por el ardiente ruego


MATER DOLOROSA que al lado de mi madre con ella repetí,
¡ Virgen del Infortunio, cuando a tus plantas llegó,
PLEGARIA Virgen del Infortunio, apiádate de mí!

Á MI HERMANA MARINA Tú miras, reina augusta, la senda que cruzamos:


con llanto la regaron generaciones cien,
Virgen del infortunio, doliente Madre mía, a nuestra vez nosotros con llanto la regamos,
en busca del consuelo me postro ante tu altar. y las que vienen luego la regarán también.
Mi espíritu está triste, mi vida está sombría,-
pasaron sobre mi alma las olas del pesar. A nuestro paso vamos dejando en sus abrojos
pedazos palpitantes del roto corazón;
Estoy en desamparo, no tengo quien me acoja; y andamos... más andamos... y no hallan nuestros ojos
hay horas en mi vida de bárbara aflicción; ni tregua a la jornada, ni tregua a la aflicción.
y solo... siempre solo, no tengo quien recoja
las lágrimas secretas que llora el corazón.
Mas tú eres la esperanzarla luz, nustro consuelo,
Es cierto que del mundo en la corriente impura tus ojos levantados suplican al Señor,
cayeron deshojadas las rosas de mi fe, tus manos están juntas en dirección al cielo...
que en pos de mis de juvenil locura
f a n t a s m a s
tú ruegas por nosotros, ¡ oh Madre del dolor!
corriendo, delirante, Señora, te olvidé.
En busca de consuelo yo vengo a tus altares
Que me cegó el orgullo satánico del hombre, con alma entristecida y amargo corazón;
v en mi ánimo turbada la duda penetró; y pongo ante tus ojos, Señora, mis pesares,
Y se olvidó mi labio de pronunciar tu nombre, y en lágrimas se baña la voz de mi oración.
y de mi mente loca tu imagen se borró.
No mires que olvidando tu imagen y tu nombre
al viento de este mundo mis creencias arrojé. Y cortinas de móviles follajes,
Acuérdate del niño y olvídate del hombre... cascada de verdura
mi frente está en el polvo... perdóname... pequé. J cayendo en los barrancos,
daban sombra y frescura
¡ Oh! por mi fe de niño, ñor el ferviente, ruego a grutas que fragantes tapizaban
que al lado de mi madre con ella repetí, rosas purpúreas y jazmines blancos.
Virgen de los Dolores, cuando a tus plantas llego,
Virgen de los Dolores, ¡apiádate de mí! El denso bosque presintiendo el día
poblaba su arboleda de rumores,
el agua alegre y juguetona huía
EVA^Sl^SZ^ entre cañas y juncos tembladores,
el ángel de la niebla sacudía
las gotas de sus alas en las flores,
Á ROSARIO DE LA PEÑA
y flotaba la Aurora en el espacio
envuelta en sus cendales de topacio.
Era la sexta aurora. Todavía
el ámbito profundo
del éter, Fiat-lux estremecía; Era la hora nupcial. Dormía la tierra
era el sereno despertar del mundo como una virgen bajo el casto velo,
del tiempo en la niñez. y el regio sol al sorprenderla amante
para besarla, iluminaba el cielo.
Amanecía,
y del Criador la mano soberana Era la hora nupcial. Todas las olas
ceñía con gasas de topacio y rosa de los ríos, las fuentes y los mares,
como la casta frente de una esposa, ^en un coro inefable preludiaban
la frente virginal de la mañana. un ritmo del Cantar de los Cantares.
El incienso sagrado del perfume
Rodaban en la atmósfera ligera exhalado de todas las corolas,
las olas de oro de la luz primera, flotaba derramado en los céfiros
y levantando púdica su velo que el rumor de sus alas ensayaban
Primavera gentil, rica de galas, un concierto de besos y suspiros;
iba en los campos vírgenes del suelo y cuantas aves de canoro acento
regando flores al batir sus alas. se pierden en las diáfanas regiones,
inundaban de músicas el viento
El monte azul, su cumbre de granito desatando el raudal de sus canciones.
dejando acariciar por los celajes
dispersos en el éter infinito, Era la hora nupcial. Naturaleza,
en campos desplegaba de esmeralda de salir de su caos aun deslumbrada,
la exuberante falda ebria de juventud y de belleza,
de sus bosques tranquilos y salvajes. virginal y sagrada,
velándose en misterio y poesía,
//Sufría?... En aquel retiro
sobre el tálamo en rosas de la tierra sólo el Creador con el dormido estaba.
al hombre se ofrecía.
Era el hombre primer, era el momento
j El hombre!... Allá en el fondo primero de su vida, y ya su labio
más secreto del bosque, do la sombra bosquejaba la voz del sufrimiento.
era más tibia del gentil palmero, La inmensa vida palpitaba en torno,
y más mullida la musgosa alfombra pero él estaba solo. El aislamiento
y más rico y fragante el limonero; transformaba en proscripto al soberano...
donde más lindas se tupían las flores Entonces el Creador tendió su mano
y llevaba la brisa más aromas, y el costado de Adán tocó un instante.
la fuente más rumores,
y trinaban mejor los ruiseñores,
y lloraban más dulce las palomas; Suave, indecisa, sideral, flotante,
do más bellos tendía como el leve vapor de las espumas,
sus velos el crepúsculo indeciso, cual blanco rayo de la luna, errante
allí el hombre dormía, en un jirón de tenebrosas brumas,
aquél era su hogar, el Paraíso. emanación castísima y serena,
del cáliz virginal de la azucena,
El mundo inmaculado perla viviente de la aurora hermosa,
se mostraba al nacer grande y sereno; ampo, de luz del venidero día
Dios miraba lo creado condensado en la forma voluptuosa
y veía que era bueno. de un nuevo ser que vida recibía,
una blanca figura luminosa
alzóse junto a Adán... Adán dormía.
Bañado en esplendor, lleno de aurora,
de aquel instante en la sagrada calma, ¡ La primera mujer! Fúlgido cielo
a la sombra dormido de la palma, que bañó con su lumbre
y del césped florido en el regazo la mañana primer de las mañanas,
estaba Adán, la varonil cabeza ¿viste luego en la vasta muchedumbre
en el robusto brazo, de las hijas humanas
y esparcida a la brisa juguetona alguna más gentil, más hechicera,
la melena gentil; pero la altiva más ideal que la mujer primera?
frente predestinada a la corona,
la noble faz augusta de belleza La misma mano que vistió la tierra
en medio de su sueño, revelaba de azules horizontes,
severa y melancólica tristeza. los campos de esmeralda,
El aura matinal en blando giro y de nieve la cumbre de los montes
su frente acariciaba, y suavemente y de verde oscurísimo su falda;
su pecho respiraba, la que en las olas de la mar sombría
pero algo como el soplo de un suspiro alza penachos de brillante espuma,
por su labio entreabierto resbalaba.
y corona de arco iris y de bruma Y de ella en derredor, rica la vida,
la catarata rápida y bravia; Naturaleza toda palpitante,
la que tiñe con mágicos colores como a la virgen trémula el amante
las plumas de las aves y las ñores; la envolvía cariñosa.
la que tan bellos pinta esos celajes Las brisas y las hojas le cantaban
de oro y ópalo y púrpura que forman la canción del susurro melodioso; .
del cielo de la tarde los paisajes; al compás de las fuentes que rodaban
la que cuelga en el éter cristalino su raudal cristalino y sonoroso;
el globo opaco de la luna fría en torno cefirillos voladores
y en el cénit espléndido levanta _ su cabello empapaban con aromas,
la corona del sol que lanza el día; suspiraban pasando los rumores
la que al tender el transparente velo y trinaban mejor los ruiseñores
del ancho firmamento, como rastros y lloraban más dulce las palomas;
de sus dedos de luz dejó en el cielo en tanto que las rosas extasiadas,
el polvo fulguroso de los astros; húmedas ya con el celeste riego,
la mano que la gran Naturaleza temblando de cariño a su presencia
pródiga vierte perennal hechizo, su pie bañaban de fragante esencia
la del Eterno Dios de la belleza, v se inclinaban a besarle luego.
¡oh primera mujer... esa te hizo!
Iba a salir el sol, amanecía
La dulce palidez de la azucena y a la pálida sombra del palmero
que se abre con la aurora tranquilo Adán dormía.
y el casto rayo de la luna llena, Su frente majestuosa acariciaba
dejaron en su faz encantadora el ala de la brisa que pasaba
la pureza y la luz. Los frescos labios y su labio entreabierto sonreía.
como la rosa purpurina, rojos,
esa mirada en que fulgura el alma
en los rasgados y brillantes ojos Eva le contemplaba
y por el albo cuello, sobre eí inquieto corazón las manos,
voluptuoso crespón de sus hechizos, húmedos y cargados de ternura
la opulenta cascada del cabello los ya lánguidos ojos soberanos;
cayendo en olas de flotantes rizos. y poco a poco, trémula, agitada,
sintiendo dentro el seno, comprimido
Su casta desnudez iluminaba, del corazón el férvido latido;
su labio sonreía, sintiendo que potente, irresistible,
su aliento perfumaba, algo inefable que en su ser habla
y el mirar de sus ojos encendía sobre los labios del gentil dormido
una inefable luz que se mezclaba los suyos atraía,
del albor al crepúsculo indeciso... inclinóse sobre él...
Eva era el alma en flor del Paraíso.
p f f viri

>»1ÍSÍ

Y de improviso cada generación descifra apenas


se oyó ruido de un beso palpitante, algunas letras, de misterio llenas,
se estremeció de amor el Paraíso... S»|J |8¡; i
y se hunde de la tumba en el ocaso.
¡ y alzó su frente el sol en este instante! Mas la conquista de la edad que muere
es el tesoro de la edad que nace.
No es la ciencia relámpago que hiere
un instante la vista y se deshace;
A LOS QUE ESTUDIAN sino el astro inmortal, la estrella fija
que en la serena frente de los siglos
inapagable encienden
¡ Atrás quedad, los viejos horizontes mil ráfagas de luz que se condensan,
que en círculo mezquino ráfagas que alumbrando se desprenden
cercáis la inteligencia de los grandes espíritus que piensan.
y sublime volar del pensamiento!
¡ Atrás quedad! El campo de la Ciencia j La gloria allí! Constelación fulgente
tiene la inmensidad del firmamento. que deja en su transcurso fugitivo
de cada edad el alma inteligente,
El espíritu es luz. ¡ Dejad que brille única aureola con que puede altivo
disipando la sombra que rodea un siglo ilustre coronar su frente.
a Ta sacra Verdad! ¡ Dejad que vuele
en su ala de relámpago la idea!
¿ Quién encadena a estúpido sosiego, Tras esa aureola camináis, hermanos
a lánguido desmayo vosotros, los cerebros en que bulle,
las águilas del trópico, que tienen mariposa de luz, la fantasía,
para mirar el sol ojos de fuego ansiosa de tender sus alas de oro
y alas que cruzan la región del rayo?... en campos inundados por el día.
Vosotros, operarios impacientes
¡ Y es águila del alma el pensamiento que secáis a la hoguera del estudio
que el sol de la verdad busca anhelante, el frescor juvenil de vuestras frentes;
y que quiere en sus giros vagabundos, obreros del saber, cuya faena
chispa de Dios flamígera y errante, comienza con la aurora,
perderse en lo infinito de los mundos! sembradores ahora
de la Ciencia,
¿ Adónde llegará?
Naturaleza
es un libro sellado de misterio,
cuyas profundas páginas empieza Sois nuestra juventud, arca sagrada
el hombre a deletrear. De su camino do con amor guardamos
en él rápido paso la fe del porvenir idolatrada.
y en el cáliz de esencia
Sois en este momento de las flores purísimas de Mayo.
la mano que entreteje, siderales,
de la Patria a los lauros inmortales, No descanséis en la obra del creyente,
las flores luminosas del talento. en buscar como el pan de cada día
Sois el alma dormida en el regazo el pan de la verdad a nuestra mente.
de la casta ilusión, nido de flores, Ola es la vida que a perderse corre
soñando en el abrazo del sepulcro en la bruma; %
de la virgen ideal de los amores. el paso por el mundo es una oleada,
Sois el ardiente corazón mecido y los goces del mundo son espuma.
del esueño en la nube transitoria; Que sea vuestro vivir linfa serena
¡ sed también el espíritu encendido que el campo del estudio fertilice.
en la ambición sublime de la gloria! Que haga brotar el fruto de la Ciencia
la paz en el hogar de la conciencia
¡ Alentad nuestra fe! ¡ Rasgad el velo y fama que después inmortalice.
que el horizonte patrio descolora;
alzad en el oriente de su cielo Sois la esperanza en flor de nuestra gloria,
vuestra frente de aurora! el mañana feliz que ambicionamos;
dejadnos por memoria
Y no sintáis vuestros felices días flores de ciencia que ceñir podamos
del fatigoso estudio a la serena frente de la Historia.
ir consumiendo en la vigilia quieta... Obreros del saber, ¡ prended la Ciencia
Acaso valen más vuestros desvelos como un ala de luz al pensamiento,
que los sueños febriles del poeta. y con ella lanzad la inteligencia
a iluminar el mundo
Los sueños del poeta son estrellas y titán a escalar el firmamento!
de tan remoto cielo, que se apagan
apenas cuando nacen; ¡ Hijos del porvenir, dejad que vuele
efímeras centellas en su ala de relámpago la idea
que de la vida entre la niebla vagan y a su excelso fulgor iluminaos!
y que al soplo del mundo se deshacen. ¡Reine la Ciencia! ¡Que el Progreso sea!...
¡ y al hacerse la luz, rásguese el caos!
¡ No desmayéis! Sus páginas benditas
os abre la Creación: buscad en ellas
la luz de la verdad. Están escritas LA DIVA ANGELA
en el oro inmortal de las estrellas,
del volcán en las lavas seculares, Angela, te escuché. El alma mía
en el pórfido oculto de la roca, del arrobamiento presa,
en el abismo ignoto de los mares, al beso de tu voz se estremecía
del vapor comprimido en la potencia, como al beso del céfiro la hoja,
en la centella eléctrica del rayo,
y en el cáliz de esencia
Sois en este momento de las flores purísimas de Mayo.
la mano que entreteje, siderales,
de la Patria a los lauros inmortales, No descanséis en la obra del creyente,
las flores luminosas del talento. en buscar como el pan de cada día
Sois el alma dormida en el regazo el pan de la verdad a nuestra mente.
de la casta ilusión, nido de flores, Ola es la vida que a perderse corre
soñando en el abrazo del sepulcro en la bruma; %
de la virgen ideal de los amores. el paso por el mundo es una oleada,
Sois el ardiente corazón mecido y los goces del mundo son espuma.
del esueño en la nube transitoria; Que sea vuestro vivir linfa serena
¡ sed también el espíritu encendido que el campo del estudio fertilice.
en la ambición sublime de la gloria! Que haga brotar el fruto de la Ciencia
la paz en el hogar de la conciencia
¡ Alentad nuestra fe! ¡ Rasgad el velo y fama que después inmortalice.
que el horizonte patrio descolora;
alzad en el oriente de su cielo Sois la esperanza en flor de nuestra gloria,
vuestra frente de aurora! el mañana feliz que ambicionamos;
dejadnos por memoria
Y no sintáis vuestros felices días flores de ciencia que ceñir podamos
del fatigoso estudio a la serena frente de la Historia.
ir consumiendo en la vigilia quieta... Obreros del saber, ¡ prended la Ciencia
Acaso valen más vuestros desvelos como un ala de luz al pensamiento,
que los sueños febriles del poeta. y con ella lanzad la inteligencia
a iluminar el mundo
Los sueños del poeta son estrellas y titán a escalar el firmamento!
de tan remoto cielo, que se apagan
apenas cuando nacen; ¡ Hijos del porvenir, dejad que vuele
efímeras centellas en su ala de relámpago la idea
que de la vida entre la niebla vagan y a su excelso fulgor iluminaos!
y que al soplo del mundo se deshacen. ¡Reine la Ciencia! ¡Que el Progreso sea!...
¡ y al hacerse la luz, rásguese el caos!
¡ No desmayéis! Sus páginas benditas
os abre la Creación: buscad en ellas
la luz de la verdad. Están escritas LA DIVA ANGELA
en el oro inmortal de las estrellas,
del volcán en las lavas seculares, Angela, te escuché. El alma mía
en el pórfido oculto de la roca, del arrobamiento presa,
en el abismo ignoto de los mares, al beso de tu voz se estremecía
del vapor comprimido en la potencia, como al beso del céfiro la hoja,
en la centella eléctrica del rayo,
como la cuerda que vibrando arroja El mundo todo dolorido y vago
al viento su armonía de sombras melancólicas y amantes
que en la memoria flota;
¡ Angela, te escuché! Sobre mi frente los pálidos semblantes
se abrió... no sé qué cielo; que a verme vienen, cuando triste y solo,
cruzaron el ambiente árido llanto el corazón me brota;
rumores de alas en ligero vuelo; todos los ecos del pasado, tristes,
v cual chispa que arrastra el torbellino, en la memoria de mi amor dormidos,
me arrebataste en el raudal sonoro, rumores de suspiros y de besos,
en el ritmo divino ayes de adiós, del alma desprendidos,
de la cascada de tus notas de oro. y que quedaron en el alma impresos...

¿Adónde mi alma fué?—Flotó dormida Todo al influjo de tu voz, señora,


del sueño magnífico en la nube. súbito despertó...
Dejó la triste playa de la vida, El alma mía
y en vaga lontananza vivió siquier un hora
sonrió a la dicha, y reposó en el seno la vida de mis sueños:
del ángel inmortal de la esperanza. sentimiento, idealismo, poesía.
Después... vinieron en tropel confuso
memorias vagas de lejanos días,
del corazón las deshojadas rosas. Suena tu voz... las frentes palidecen,
El coro de las almas cariñosas algo inefable el corazón oprime,
que en otro tiempo apellidaba mías. y con un llanto de emoción sublime
los ojos que te miran se enmudecen.
Tal vez sentí sobre mi frente triste
el beso venerando Tu voz es el ruido,
de un padre que no existe; el trémulo susurro melodioso
tal vez sentí por mi mejilla ardiente del céfiro perdido
el tibio llanto de mi madre ausente, de árbol en árbol en el bosque hojoso.
¡ madre del alma que dejé llorando!... Es la música errante en las espumas
del arroyo que plácido resbala;
Quizá cuando sonaba el trino alegre que batiendo el ala
tu nota lastimera, lanzan las aves, al huir las brumas.
pálida ante mi espíritu pasaba, Tu voz es la delicia
ángel caído, mi ilusión primera. del corazón que siente como el mío,
La primera mujer, Eva nacida tan blanda como el soplo que acaricia
del alma virginal entre las flores los pálidos nenúfares del río.
en la casta alborada de la vida, Es vibración que flota
la mujer de mi amor y mis dolores del arpa de oro del querub nacida,
por siempre amada y para siempre ida. incomparable nota
del alma soñadora desprendida.
Es la estrofa divina que, soñando,
acaso un ángel a tu oído canta,
y qué al mundo repites, despertando EN UNA DISTRIBUCION
con músicas del cielo en la garganta.
DE PREMIOS Á LAS E S C U E L A S MUNICIPALES

Bandada de argentinas vibraciones,


aves celestes por el mundo errantes, ¡ Salve, dulce niñez!
tus mágicas canciones Ha i.jticho tiempo
caen en los corazones que las sendas dejé primaverales
como chorro de perlas y diamantes. de la infancia gentil entre los lirios
de mis queridos campos paternales.
Tal vez es poesía El sol que alumbra mi existir ahora
del alma en la embriaguez de la ternura, no es ¡ ay! el de la aurora,
torrente de dulzura, no el que bañó mi juvenil cabeza
cascada de armonía, coronada de sueños y de flores,
inspiración felice de poeta, no el bello sol de mis primeros años;
suspiro de Desdémona y Julieta, sino el opaco sol de los dolores,
inefable delirio de Lucía. de la inmensa tristeza
y de tos incurables desengaños.
Voz de los seres que adorando viven
y la palabra del amor ignoran; Por eso al verte aquí, niñez querida,
casta plegaria que confían al cielo a mi alma conmovida
vírgenes almas que en secreto adoran; viene el recuerdo de mi edad de niño,
verbo supremo, misterioso y blando y al son del arpa, cuanto triste rudo,
que dulce se desprende con supremo cariño,
del corazón al corazón hablando; ¡ niñez, dulce niñez, yo te saludo!
suspiro de ángel que al pasar resbalas
por el alma del hombre
y al cielo le remontas en tus alas; *

canto sublime de Angela, ¡ dilata


• tu ráfaga armoniosa!... Cuando bate gentil la Primavera
¡ Y al perderse en el éter cristalino las alas de sus brisas melodiosas,
en donde el sol del trópico flamea, Flora derrama su festón de rosas,
ese canto magnífico, divino, en el verde tapiz de la pradera.
himno a la gloria de mi patria sea! Tibia la aurora sus cendales rojos
despliega tras el monte,
y va tendiendo a los atentos ojos
su inmensa faja azul el horizonte.
Entonces en el aire transparente
más limpia se destaca la montaña,
brillan más los cristales de la fuente
el hambre, el desaliento,
y es más puro y balsámico el ambiente el fatigado trabajar en vano...
que respira el labriego en su cabana. Vosotros, arrojados por la suerte
al antro de ignorancia donde gimen
Entonces, ¡con qué plácida delicia las víctimas del fuerte,
absorta la mirada a ser la presa inerte
resbala su caricia del infortunio, del dolor, del crimen;
del cielo por la bóveda argentada, ¡ vosotros, levantaos! Ante la puerta
por el vago gentil del horizonte estáis del porvenir vaga y oscura,
que entre la niebla pálida se pierde, pero tomad la lámpra divina
y por la franja del cercano monte que os ofrece el saber; su sacra llama
y de los Campos por la alfombra verde todo sendero lóbrego ilumina.
El viento mece con vaivén sonoro Hijo del proletario
la rica mies en que el labriego espera que la miseria oprime,
ópimo fruto en las espigas de oro. ha sido la ignorancia tu calvario;
mas, como el Evangelio, el silabario
* de la abyección redime.

Así al mirarte aquí niñez querida, Trabajad, estudiad. Trabajo y Ciencia


débil planta de amor y de esperanza, las llaves son del porvenir del hombre;
levantada en el campo de la vida, hacer rica de luz la inteligencia
rica de porvenir y de confianza, * y rico haréis de lustre vuestro nombre.
y abriendo ya la tierna inteligencia
al fecundante rayo Y esta madre inmortal, esta sagrada
de ese sol del espíritu, la ciencia; dulce tierra de amor, Patria bendita,
así al mirar tan pura y floreciente a cuyo nombre el corazón palpita
tu dulce Primavera, y el brazo débil se transforma en fuerte."
el corazón presiente por cuya gloria en el combate rudo -
de tu saber, para mi patria el fruto aun el cobarde desafía la muerte;
y su sacro laurel para tu frente. esta madre gentil ¿ no tiene acaso
lauros para la frente del artista,
A vosotros los niños ignorados, premios para el talento
flores humildes de mi patrio suelo, que los secretos del saber conquista?
a vosotros los niños desgraciados, ¿No elevará con orgulloso anhelo
a vosotros que vais desheredados, la gloria de sus grandes,
está ofreciendo el Porvenir su cielo. como elevan sus cúspides al cielo
los montes de cristal de nuestros Andes?
Hijos de la pobreza
que mora en el hogar del artesano, ¡ Oh, la dulce niñez! Flor de inocencia
cuya cuna mecieron la tristeza, que en rico fruto te abrirás mañana,
¿ no sabes que con oro de la Ciencia
se teje la corona soberana o el alma hermosa de Platón sublime,
de la alma inteligencia? o el alma negra de Nerón infame;
en la vida del hombre se refleja
como en cristal pulido,
crimen, virtud, indiferencia, olvido,
Y vosotras, vosotras, dulces niñas, lo que la madre en la del niño deja...
hijas también del llanto y la pobreza Héroes criaban las madres espartanas
que lleváis en el alma la pureza y mártires y santos las cristianas.
de la modesta flor de las campiñas;
vosotras, mariposas virginales ¡ Tal es, mujer, tu noble sacerdocio,
que sacudiendo el ala voladora tal la augusta misión de tu existencia,
revoláis en un campo de rosales madre del hombre-rey, seno fecundo,
al tibio rayo de la casta aurora; para poder amamantar el mundo,
corazones cerrados por sencillos junta a tu corazón tu inteligencia!
del mundo triste a las amargas penas,
espíritus de paz y de alegría, *
alondras cuyo vuelo
parece todavía ¡ Oh la dulce niñez de las escuelas,
los confines buscar del patrio suelo; tan humilde a la vez y tan querida,
vosotras sois ahora tiende tus alas con altivo vuelo,
la perla del hogar, la flor temprana que el alma de la tierra desprendida
entreabierta a los besos de la aurora, por el estudio, se levanta al cielo!
pero ya la mujer seréis mañana.
Entonces, más que el hombre, Hijos del pueblo, idolatrad la Ciencia,
seréis el porvenir, pues seréis madres; de la ignorancia disipad el caos,
y el alma de una madre es el santuario y a la luz del estudio conquistaos
doride el hijo cree en Dios, el relicario otro pan, otro sol, otra existencia.
de sú primera fe. Tiene en sus manos,
cual blanda cera, el corazón del niño, 4. •
y con la santa fuerza del cariño
todos sus sentimientos se le imprimen. LA CIENCIA
Ella es quien pone el germen escondido
de la virtud o el crimen. Á MI M A E S T R O EN P R I M E R A S LETRAS
Le nutre con *lá sangre de su pecho It.SR. D. ANDRÉS IGLESIAS
y también con su espíritu; endereza
así del cuerpo el indeciso paso La Ciencia es el t iai-iLVx. Verbo fecundo
como el del alma que a vivir empieza; que rasgando la noche
ella hará de ese espíritu fecundo del espíritu humano, le deslumhra;
donde todo se imprime, y cual brotara de la sombra el mund^
según como le inflame, a la voz del Eterno, así su rayo r'*'e-
una creación al pensamiento alumbra.
El alma por la Ciencia iluminada transpone las montañas,
despiértase del Orbe a la poesía, los bosques, los desiertos y los valles...
como al beso de amor la desposada, ¡ Paso libre al vapor! ¡ En las entrañas
como la tierra despertó, besada del Aculzingo se abrirá sus calles!
por la fecunda luz del primer día. Ante esa capa Caprichosa y leve
que se pierde en los mares
Ciencia, antorcha de Dios, que secudiendo y se rasga al cruzar las sementeras,
tus vividos reflejos, no existen valladares
en el hondo horizonte de los siglos y se acercan amigas las fronteras.
alumbras las edades, y a lo lejos ¡ Paso libre al vapor! Símbolo escaso
iluminas los faros de la gloria es del genio del hombre, que anhelante
en las remotas cumbres de la historia. marcha gritando: «¡ Paso!
la voz del Porvenir es ¡Adelante!»
Ciencia, rayo de luz, ráfaga hermosa
de la diadema del Señor caída, Sí, la Ciencia es la luz. En vano el cielo
ala en que se levanta poderosa pretende deslumhrar el ojo humano
el alma, del instante de la vida con su fúlgido sol, o en denso velo
y en lo infinito piérdese radiosa. de negras sombras esconder su arcano:
en vano el mar sus olas
Ciencia, mirada audaz, allá siguiendo sobre el bajel desplomará; la tierra,
en los abismos del vacío profundos en su seno fecundo,
de los cometas pálidos los rastros, la edad en vano guardará del mundo;
rasgando la cortina de los mundos del libro de la Ciencia prodigioso
por saber el misterio de los astros. páginas son las sombras del abismo,
y allí la Geología
Desprende el rayo de la nube ardiente encontrará el bautismo
de la Creación en su primero día.
y mudo le encadena;
y esa sierpe de fuego que terrible
rasga el nublado y el confín atruena, En vano dondequier Naturaleza
hoy surhisa, obediente, ocultará el tesoro
lleva en un hilo de metal flexible de los secretos mil de su grandeza,
del hombre la palabra inteligente. desde el cortejo de sus astros de oro
hasta la pobre flor de la maleza.
¿Donde está la distancia? Entre-espuma Rey "áe lo creado, el hombre se levanta
de las salvajes olas del Atlantg,. de pie sobre su imperio,
fiero corcel del m^s^ír'CFÍh de bruma su corona es un sol, la inteligencia,
sacudiendo el vapor pasa triunfante. y sacude la antorcha de la. Ciencia
Alma que infunde a la materia el hombre, y se rasgan los velos del misterio...
con indomable empuje
el^ra'sto espacio devorando, ruge; ¡ La gloria es del saber! Cual se levJStan
atrás deja los ríos, del Egipto en las mudas soledades
las gigantes pirámides, erguidas corazón de la Patria en que palpita
en eternos cimientos, la fe en el porvenir y la-confianza,
en la extensión así de las edades tú eres fuerza y poder. Tú eres el brazo
se levantan soberbios monumentos en que la Patria buscará su apoyo
al genio del saber; y ante su basa para seguir altiva su camino,
el siglo llega, se arrodilla... y pasa. y reposar al fin en el regazo
del ángel tutelar de su destino.
Grecia vive magnífica en la histora
con el recuerdo de oro Vida le dieron nuestros padres héroes,
del arte y la poesía; lauros y libertad dióle la guerra;
aun parece que oímos el sonoro ¡ que la paz y el saber la den la dicha!...
idioma de Tucídides y Homero Y el poder de esa dicha en ti se encierra.
brotando en armonía,
y contemplamos a Platón severo ¡ Qué el ángel del Progreso
sentado en Sunio, meditando a solas traiga a mi Patria su divino beso!
en grandiosa república, soñada, ¡ Y con él al ungir sus sienes bellas,
al estruendo solemne de las olas. encuentre, Juventud, que salpicaste
su oliva y sus laureles con estrellas!
Roma también. Pasaron sus legiones
con su pompa marcial y sus laureles,
trotaron de Alarico los corceles
en los templos de Júpiter, del solio MI MADRE
se eclipsó el esplendor, y ni las sombras
de los Césares guarda el Capitalio. Á LA SEÑORA DOÑA MARGARITA LLERENA DE PEÑA
Se ausentaron los dioses y los reyes,
pero ante el mundo, Roma ¡ Oh santa madre mía!
quedó inmortalizada por sus leyes. Aun puedo al despertar por los mañanas
santificar mi trabajoso día
¡ La gloria es del saber! ¡ De él es el mundo! con m: beso primer sobre tus canas;
de él ese rico porvenir naciente aun puedo con el alma cariñosa
cuyos albores reflejarse miro, sentir cómo resbala temblorosa
hermana Juventud, sobre tu frente! tu mano en mis cabellos,
acaso por secar, madre piadosa,
¡ Oh, grata Juventud, vivida aurora,.— " 1 la humedad de tus lágrimas en ellos.
que ardiente llegas prometiendo el ¿Ja
de la paz bienhechora Porque tú lo comprendes, tú lo sabes,
al turbio cielo de la ctria mía aunque no te lo diga, madre mía;
Juventud, m a n a ^ , d e i n i » r a c í ^ | j , no soy felix... padezco. Hay en mi alma
alma toda alfer ^ en agita el callado sufrir de la agonía.
un enjamh?e d e n o b l e g ambiciones; Tú lo sabes, lo sabes, y por eso,
rocQastr- ^ n i d o d e es p er anza, presentiendo de mi alma las congojas,
átr¿
al estampar sobre mi frente un beso, inspirada, dulcísima y bendita.
sin quererlo, con lágrimas lo mojas. Quizá la duda con su noche impía
mi fatigado pensamiento puebla:
pero hablas... y se va como la niebla
¿Qué fuera yo sin ti? ¿Dónde encontrara ante la suave claridad del día.
mi triste vida cariñoso abrigo?
¿Quién con mis breves júbilos gozara? Tú eres, madre, la copa del consuelo
¿Quién me buscara por sufrir conmigo? con que la fiebra del pesar se calma,
y brillas como el iris en el cielo
¿Quién me diera valor? ¿Quién me alentara tras la deshecha tempestad del alma.
en esta lucha eterna con la suerte? Madre, tú eres amor, amor bendito,
¿Quién sino la evangélica matrona amor siempre inmortal, amor sin nombre,
a quien llamó Jesús la mujer fuerte? el único en que encuentra un infinito
el insaciable corazón del hombre.
¿ Qué religiosa voz, de mi conciencia
huir hiciera la impiedad bastarda? Siempre tú, sólo tú... Si me arrancara
¿En dónde viera yo sin tu presencia este mi corazón que siento grande
al ángel cariñoso de mi guarda? porque tú estás en él, y le arrojara
al viento en mil pedazos,
Madre, tú eres la fe. Cuando en el templo en cada uno grabada se encontrara
mujer de los dolores, solitaria la imagen de mi madre entre mis brazos.
levantas tu oración, es el querube
quien recoge tus lágrimas y sube ¡ Siempre tú, no más tú! Que en mi existencia
con ellas al Eterno tu plegaria. sólo tú eres bondad, bien y consuelo;
Y es ella, tu oración, tu fe sublime, sombra de ángel al mundo descendida
tu fe de madre que el Señor bendijo,
la que bañada en lágrimas redime
[
J
para en sus alas conducirme al cielo;
fe de mi creencia, luz de mis ideas,
y purifica el corazn de tu hijo.
mitad nunca de mi alma desprendida,
Tú eres piedad y dulce fortaleza: mi ser, mi amor, mi adoración, mi vida,
como el ángel que al Hijo sostenía, madre, imagen de Dios, ¡ bendita seas!
tú levantas del polvo mi cabeza
y también me sostienes, madre mía,
cuando apuro en mis horas de tristeza ARMONIA
mi desbordado cáliz de agonía,
cuando siento que herido de la suerte
mi espíritu está triste hasta la muerte. ¡ Salve a la Juventud! Tienda en el éter
sus blancas alas salpicadas de oro
Tu voz cristiana, fervorosa y santa el ángel inmortal de la Posía,
que habla con Dios y a la oración invita, arranque altivo del laúd sonoro
del santuario de tu alma se levanta el divino raudal de su armonía,
La gran Naturaleza
y al batir de sus alas rumorosas, era un templo sin nombre
cual gotas luminosas alzado del Eterno a la "randeza,
desprendidas del cielo transparente, y sacerdote de este templo, el hombre.
derrame Juventud, sobre tu frente
una lluvia de lirios y de rosas. Y credor a su vez, el hombre ansioso
descorrió el ancho velo
¡ Salve a ti, Juventud! Nobles coronas en que Natura su secreto encierra,
prepara el porvenir para tus sienes, desde la inmensa estrella, flor del éielo,
pues a buscar la gloria que ambicionas hasta la flor, estrella de la tierra.
al sacro templo de las artes vienes.
¡ Salve a ti, Juventud, que te levantas Prestó su oído y escuchó en el viento
sonriendo a la victoria, el inquieto rumor de los follajes,
y con paso atrevido te adelantas " de la paloma tímida el acento,
por las sendas difíciles del Arte el trino de los pájaros salvajes,
al oasis encantado de la gloria! la voz desenfrenada del torrente
desbordando del cauce que la oprime,
*
el estruendo soberbio de los mares,
y todo ese himno místico y sublime,
ese eterno cantar de los cantares
El Arte... una creación. Cuando el Eterno que al nacer y morir de cada día
a la nada sombría la tierra entera al Hacedor envía;
arrojó su genésica palabra, y de esas notas vagas y dispersas
el verbo resonando hizo el hombre una voz... creó la armonía.
en los abismos del no ser profundos,
como arena lanzada por el viento
regó en el firmamento Y la Música fué... Voz de las almas,
el polvo diamantino de los mundos. plegaria del amor, suspiro errante
que en las alas de un ángel invisible
palpita y llega al corazón amante.
Y en vasta muchedumbre ¿ Quién al oir la grata melodía
los mundos levantaron su armonía; que oyera en otro tiempo, conmovido
el sol un rayo de su viva lumbre no parece sentir lo que ha sentido
lanzó a la tierra y se produjo el día. en sus perdidas horas de alegría?
Se cubrieron los campos de verdura, ¿Quién al influjo de una voz cantando
de bosque el monte, de cristal el río, no siente levantarse dentro el alma
de pájaros y flores la espesura, la voz de algún recuerdo sollozando?
de plata y de zafir el mar bravio,
de topacio la atmósfera encendida,
la nube de arreboles, Primera cita del amor, querellas
y palpitó la tierra estremecida de un labio suplicante que nos nombra
como al beso de amor la prometida y a la luz de las trémulas estrellas
al espléndido beso de sus soles. : la faz de un ángel pálido en la sombra.
Palabras en voz b^ja entrecortadas y el entusiasmo en cuya viva llama
por la caricia férvida, embelesos, la inspiración al infinito vuela.
silencios de las dichas desmayadas
sonrisas llenas de aleteo de besos. El Arte es creación... ¡Tiende ese vuelo
El himno de las dichas que pasaron, espíritu inmortal, hijo del cielo,
las frases que temblando se dijeron, alma del hombre! El porvenir es tuyo,
juramentos que luego se olvidaron, el mundo es tu palacio,
suspiros que en el aire se perdieron; tuya la tierra y la creación entera,
anhelos <de ambición, sueños de gloria, tuyo el tiempo también, tuyo el espacio
gritos del corazón desesperado, y más allá la eternidad te espera!
aplauso atronador de-la victoria, Riega doquier las luminosas flores
transportes del espíritu lanzado del Arte, resplandor de la belleza,
al mundo del ideal... todo se agita, del hombre entre las obras portentosas;
despierta, canta, se estremece y gime puebla con ellas la mansión que habitas,
cuando embriagado el corazón palpita y, obra de Dios, ante El álzate brande
bajo tu ala bendita, de Dios entre las flores infinitas.
diosa gentil de la armonía sublime. De tu genio inmortal con el tesoro
engalana la gran Naturaleza,
La Música es la nota vagabunda como engalana con diadema de oro
del alma-Amor que en el espacio flota un rey a la mujer de su terneza.
y da la vida y la creación fecunda; La soberbia armonía
la Música es la alondra fugitiva arrúllela de tu himno de victoria,
de los jardines del Edén divino, y encuentre altiva el esplendor del día
que sobre el alma al desplegar su vuelo, en el sol sin ocaso de tu gloria.
le deja con su trino
el eco blando de la voz del cielo.
A LOS NIÑOS
El Arte es creación. ¡ Gloria a tu empeño,
..artista Juventud, la que ambicionas - EN UNA FUNCIÓN DE PREMIOS
el corazón alzar y el pensamiento
a esa región feliz donde la idea, Estaba la tierra
brillando en las creaciones del talento, desnuda y vacía
nuevas obras inspira y nuevas crea! inmensa tendía
la noche su caos
Y llegarás allí, pues que en tu seno y alzando la Nada
tienes, sacerdotisa inteligente, allí su palacio
también a la mujer, alma que sueña, ni tiempo ni espacio
fe que no muere, corazón que siente, había... sólo Dios.
espíritu celeste que derrama,
con esa fe que el corazón anhela, Mas ¡Hágase! dijo
el sacro fuego que la vida inflama la boca sagrada,
Palabras en voz b^ja entrecortadas y el entusiasmo en cuya viva llama
por la caricia férvida, embelesos, la inspiración al infinito vuela.
silencios de las dichas desmayadas
sonrisas llenas de aleteo de besos. El Arte es creación... ¡Tiende ese vuelo
El himno de las dichas que pasaron, espíritu inmortal, hijo del cielo,
las frases que temblando se dijeron, alma del hombre! El porvenir es tuyo,
juramentos que luego se olvidaron, el mundo es tu palacio,
suspiros que en el aire se perdieron; tuya la tierra y la creación entera,
anhelos <de ambición, sueños de gloria, tuyo el tiempo también, tuyo el espacio
gritos del corazón desesperado, y más allá la eternidad te espera!
aplauso atronador de-la victoria, Riega doquier las luminosas flores
transportes del espíritu lanzado del Arte, resplandor de la belleza,
al mundo del ideal... todo se agita, del hombre entre las obras portentosas;
despierta, canta, se estremece y gime puebla con ellas la mansión que habitas,
cuando embriagado el corazón palpita y, obra de Dios, ante El álzate brande
bajo tu ala bendita, de Dios entre las flores infinitas.
diosa gentil de la armonía sublime. De tu genio inmortal con el tesoro
engalana la gran Naturaleza,
La Música es la nota vagabunda como engalana con diadema de oro
del alma-Amor que en el espacio flota un rey a la mujer de su terneza.
y da la vida y la creación fecunda; La soberbia armonía
la Música es la alondra fugitiva arrúllela de tu himno de victoria,
de los jardines del Edén divino, y encuentre altiva el esplendor del día
que sobre el alma al desplegar su vuelo, en el sol sin ocaso de tu gloria.
le deja con su trino
el eco blando de la voz del cielo.
A LOS NIÑOS
El Arte es creación. ¡ Gloria a tu empeño,
^artista Juventud, la que ambicionas - EN UNA FUNCIÓN DE PREMIOS
el corazón alzar y el pensamiento
a esa región feliz donde la idea, Estaba la tierra
brillando en las creaciones del talento, desnuda y vacía
nuevas obras inspira y nuevas crea! inmensa tendía
la noche su caos
Y llegarás allí, pues que en tu seno y alzando la Nada
tienes, sacerdotisa inteligente, allí su palacio
también a la mujer, alma que sueña, ni tiempo ni espacio
fe que no muere, corazón que siente, había... sólo Dios.
espíritu celeste que derrama,
con esa fe que el corazón anhela, Mas ¡Hágase! dijo
el sacro fuego que la vida inflama la boca sagrada,
rasgóse la Nada las ondas marinas
surgió la creación; de plata y zafir.
y Dios tendió el cielo,
dejando por rastros Por manto de noche
sus dedos los astros, la dió esa tiniebla
sus manos el sol. que borda y que puebla
la flor sideral;
Las aguas llenaron y eterna diadema
el cóncavo abismo, del cielo en la frente,
la tierra el bautismo del sol esplendente
primer recibió; la llama triunfal.
se alzaron los montes,
se hudieron los valles, Dios hizo la tierra
el agua sus calles de encantos tan llena,
corriendo se abrió. que viéndola buena
al hombre la dió;
Las aves cantaron, y haciéndole de ella
se abrieron las flores, señor soberano
y trinos y olores propicio su mano
se alzaron al par, sobre ella tendió
quedando la tierra
tan pura y hermosa
cual virgen esposa *

que llega al altar.


El da a las campiñas
la lluvia fecunda,
Que toda era bella los prados inunda
y espléndida toda; de grato verdor;
sus galas de boda él llena las brisas
vistióla el Señor. de aromas süaves,
Azul y con gasas » | •H él viste las aves,
de nubes, por-velo él pinta la flor.
la dió el vasto cielo
de suave esplendor. El da a los insectos
las húmedas hierbas,
Con verdes praderas, las ondas acerbas
con bosques umbríos, al rápido pez;
con diáfanos ríos al pájaro errante
la quiso vestir, entreabre la espiga,
y luego ciñóla, y deja a la hormiga
cual cinto de ondinas, su grano de mies.
El da sonorosa le dió el corazón;
su música al río, le dió cuanto grande
a la hoja rocío, su espíritu alcanza
sustento al reptil; a hacerle semblanza
él truena en el rayo, e imagen de Dios.
retumba en las olas,
y está en las corolas Y el hombre, ¡ inseñtato!
del lirio gentil. ¿irá por la vida
cual hoja caída
El surca el nublado de efímera flor?
con sierpes de lumbre, ¿Cuál grano de arena,
enciende en la cumbre cual copo de espum'a,
del monte el volcán; >
cual rápida pluma
y tiende del iris que el viento llevó?
las franjas remotas
tras nubes que rotas
: Ü ¿ Irá sin objeto,
y prófugas van. sin luz ni camino,
a ignoto destino
perdido al azar?
Cerebro sin mente,
Dios hizo la tierra pupila sin fuego,
de encantos tan llena, sonánbulo ciego,
que viéndola buena ¿sin alma? ¡Jamás!
al hombre la dió.
Y al hombre, su dueño, Espíritus libres
le dió generoso tranquilos y bellos,
el don más preciaso, serenos destellos
la prenda mejor. de un fuego inmortal,
vosotros los niños,
. Dióle algo más rico las almas de aurora,
que el mar y la tierra, celajes que aun dora
dióle algo que encierra la luz matinal.
en sí la Creación;
» más alto que el astro, Allí a nuestros ojos
m más raudo que el vuelo, se extiende bendito
Sniffisi más vasto que el cielo, el campo infinito
más bello que el sol. del almo saber;
allí es donde toma
Le dió pensamiento, su fe la conciencia,
le dió inteligencia, allí está la ciencia,
le dió la conciencia, la luz y el poder.
La Ciencia—sabedlo— La aurora, el sol de fuego, la misteriosa calma
la Ciencia es victoria; .de la sagrada noche,
camina la gloria los astros del Señor;
siguiéndola en pos. la brisa que sacude las hojas de la palma,
La Ciencia es el ala la sombra y el silencio, hablaban a su alma
flamígera y santa en idioma vago
qué al hombre levanta de dichas y de amor.
del polvo hasta Dios.

Allí están sus palmas, Le habló con sus rumores la selva centenaria,
allí están sus bienes, le habló con su murmullo
ceñid vuestras sienes la brisa del pinar;
con lauro triunfal; y en la remota playa ardiente y solitaria,
y sed nuestro orgullo, oyó cómo entonaban magnífica plegaria
y sed nuestra gloria, los vientos y las olas,
dejando a la Historia los tumbos de la mar.
renombre inmortal.
Y alzó su frente altiva bañada por el día,
en fuego la mirada,
en fuego el corazón;
y cuando al mundo quiso decir lo que sentía,
EL ARTISTA una arpa entre sus manos, temblando de armonía,
para cantar su alma
de súbito encontró.

Dadle aire, luz, espacio... Tened ante su vista Amó... cantó la dicha... Después... vino el tormento.
de un horizonte de oro Amor, ¿no eres acaso
la vaga inmensidad. _ del corazón la cruz?...
¡Dejadle libre y grande! Dejadle... es el Artista; .• Pero es para el artista fecundo el sufrimiento;
su numen es el genio, su sueño la conquista, allí la ciencia aprende el grande sentimiento,
y tiene dos amores: de aquella triste sombra
la Gloria y la Beldad. despréndese la luz.
Hgí"
De niño, cuando sólo resbala por la frente f El es el alma inmensa. La humanidad entera
ei fuego casto y suave palpita en el misterio
del beso maternal, | de su alto corazón,
su frente de poeta, ya pálida y ardiente, f, Es el latido de ella; por ella cree y espera,
estaba pensativa... Poblábase su mente í por ella sufre y llora, y por ella desespera,
de imágenes y sueños por ella del martirio
de un mundo celestial. levántase hasta Dios.
Así cruza el poeta la -senda de la vida.
La paz de la ventura
no se hizo para él. ¡A LAS ARMAS!
Le ignora la fortuna, el porvenir le olvida,
pero su frente triste y pálida-va ungida
con yo no sé qué beso
de cielo en su laurel. No tenemos más rey que las leyes,
no tenemos los libres señor;
¿Qué importa a su gran alma la dicha transitoria que con sangre se tiña de reyes
del oro, la fortuna nuestro bello pendón tricolor.
y el rápido placer?...
Escrita con la cifra de bronce de la historia ¿ Hasta cuándo en vil ocio, hasta cuándo
tal vez al mundo deja la página de gloria yaceréis, mexicanos, dormidos?
que el golpe de la suerte ¿Hasta cuándo seréis tan sufridos
. no puede ya romper. que se os pueda venir a insultar?
No de paz, no de fiestas y danzas
es esta hora que pasa tremenda...
¡ aquí mismo, en la patria, su tienda
ha venido el francés a plantar!

¡ A las armas! Oid cual resuenan


¡ Dadle aire, luz, espacio! Tened ante su vista de conquista los hurras salvajes...
de un horizonte de oro ¿ Hasta cuándo vengáis los ultrajes?
la vaga inmensidad. ¿ Para cuándo queréis el valor?
¡Dejadle libre y grande! Dejadle... es el Artista, El que lleva en su pecho grabada
su numen es el genio, su sueño la conquista, de la patria la imagen querida,
y tiene dos amores: nunca piensa que juega la vida
la Gloria y la Beldad. sólo piensa que gana el honor.
¡ Dejad que su alma sueñe, dejad que su alma espere, Sólo piensa cuando entra en la lucha
y que su vuelo tienda que el oprobio al cobarde le queda;
del ideal en pos! sólo busca lugar en que pueda
La gloria de sus sueños es gloria que no muere..;« la ancha espada mortífera hundir.
Espíritu sublime que lo infinito quiere, Sólo sabe, ya tinto en su sangre,
está lejos del mundo que morir por el niño, la anciana,
porque se acerca a Dios. por la madre, la esposa, la hermana,
por su Dios y su hogar... ¡ no es morir!
Es cumplir por la patria bendita
la misión mas sublime del hombre,
es quizá bautizar con su nombre
una página de oro triunfal; Nuestro sol es el sol de los libres,
es vivir como vive la fama, nuestro suelo es „un-suelo de bravos;
es vivir como vive la gloria, pero si hay corazones de esclavos,
es comprar a la excelsa victoria si hay traidores... ¡maldígalos Dios!
el derecho de ser inmortal. El traidor no es hermano... va solo,
es^Caín vagabundo y proscrito;
¡ A las armas! j El grito de guerra Dios escribe en su frente: ¡maldito!
como el trueno los ámbitos llene, y sus hijos le ven con horror.
y del Gila al Grijalva resuene,
del Pacífico al Golfo también!
¡ Y cual llama de incendio que el soplo ¡ Oh mi Patria! En un tiempo la lucha
de impetuoso huracán arrebata, sin piedad a tus hijos diezmaba;
como trompa que el rayo desata, sangre propia tu seno chorreaba,
se desplome la guerra doquier! sangre extraña tu espada también.
¡ En un tiempo, con mano terrible
¡ A las armas! ¡ Los montes, los valles, la melena real sacuditse
las ciudades vomiten guerreros!... del ibero león, y le oiste
¡ Luz nos den en el día los aceros, ya vencido rugir a tus oies!...
y en las noches alumbre el cañón!
Y que corra la sangre agostando ¿ Cómo es que hoy a tu frente divina
flor y mies en la vasta campiña... el baldón por el galo se escupe?
cuando el agua de rojo se tifia ¿Quién de Puebla arrasó el Guadalupe?
ya podremos lavar el baldón. ¿Quién el sol de tu Mayo apagó?...
¡ A las armas! doquier el incendio
¡ No haya paz! j El flamígero incencio de la guerra tus campos alumbre,
del combate ia atmósfera abrase; y retiemblen la costa y la cumbre
cada pecho que el hierro traspase al feroce tronar del cañón.
multiplique en los otros la fe!
Y no quede un pedazo de tierra ¡ A las armas! ¡ El sol de la Patria
que no moje la sangre enemiga... no vea más nuestra triste vergüenza!
Si es preciso no quede quien diga ¡ Es preciso que México venza,
de nosotros: ¡la Patria aquí fué!... y en el nombre de Dios, vencerá!
¡ Al cadalso, a la tumba, al oprobio
¡Sí!... primero, primero se tornen rodarán el monarca y vasallos...
las ciudades en mudos desiertos, y sus cascos pondrán los caballos
y los campos se cubran de muertos, en la sacra corona » í M a en sus laderas
y la patria perezca en luchar,
que sumisos a un amo extranjero M . , cas legiones,
ofrecer nuestra carne a su vara, ¡ No tenemos má f l o t a n f a s banderas
de vergüenza taparnos la cara no tenemos los h a r d e l o s c a ñ o n e s
y cual pobres mujeres llorar... ni aquí tienen m/ , a y(>2 d e m a n d o
que el cadalso s ^ g j d e l o s b r i d o n e s .
ayer en la ignorada
cumbre de una colina que ceñía
una cinta de frágiles almenas
ODA A LA PATRIA y pobre artillería,
el mexicano pabellón flotaba
(CINCO DE MAYO DE 1862) bajo un cielo de brumas,
como en la frente del guerrero azteca
rico penacho de vistosas plumas.
Alcemos nuestro lábaro en la cumbre Mas no flotaba al beso voluptuoso
esplendorosa de granito y nieve de las brisas del trópico;, crujía
del excelso volcán, a donde raudo al soplo tempestuoso
entre el fulgor de la celeste lumbre de un huracán de muerte, y se tendía
tan sólo el cóndor a llegar se atreve; su lona tricolor, como del iris
donde la nube se desgarra el seno sobre la frente negra de los cielos
para vibrar el rayo la diadema se ostenta
y hacer rodar en el abismo el trueno. cuando huyendo flamígera sacude
Alcemos, si, bajo la arcada inmensa su melena de rayos la tormenta.
del cielo tropical y sobré el ara
diamantina del Ande Y era también un iris de esperanza
el agusto pendón de la victoria, aquel sagrado pabellón erguido
que aun mereciera pedestal más grande ante el genio feroz de la matanza,
la enseña de la Patria y de la Gloria. aquella enseña del derecho herido
alzándose terrible a la venganza.
¡Oh santo nombre de la Patria!... Escuda Allí del mundo de Colón los ojos
con tu prestigio inmenso severos se fijaban, centelleando
esta mi audaz palabra tan desnuda de impaciencia, de cólera y enojos.
de elocuencia y vigor; haz que vibrante Y quién sabe si airadas
al pie de tus altares se levante, allá desde los picos solitarios
y sea como la nube del incienso de la alta cordillera, silenciosas,
ante el ara de Dios; haz que resuene envueltas en sús pálidos sudarios,
potente, y en su vuelo de nuestros héroes muertos asomaban
con tu renombre los espacios llene, las sombras espectrales
y cubra al mundo y se levante al cielo. y el Guadalupe atónitas miraban.

y los campos se cubr& " ¡El Guadalupe!... Ostenta en sus laderas


y la patria perezca en de la Patria las bélicas legiones,
que sumisos a un amo e brillan las armas, flotan las banderas
a la Historia y se mezcla al rodar de los cañones
el toque del clarín, la voz de mando
Gloria,— y el relincho marcial de los bridones.
Y más allá, cruzando la llanura, del corazón indómito qiie aun late
henchidas de de arrogancia, encendido en las iras del combate;
tendiendo al sol las alas voladoras, p instante de terror y de grandeza
las imperiales águilas de Francia en que el débil en bravo se convierte
conduciendo las huestes invasoras. y se hace león el corazón del fuerte;
y convulsa la vida se desgarra,
Las huestes sin rival. En sus pendones y se goza el Horror y ríe la Muerte.
cien y cien veces derramó laureles
propicia la Victoria; ¡ Terrible batallar! Golpe por golpe,
soldados favoritos de la gloria, furor contra furor, vida por vida
en los campos de Europa sus corceles y sangre nada más: allí la fama
han dejado una hulla ensangrentada, del francés vencedor y su pericia
y cien veces sus páginas la Historia contra el derecho transformado en pueblo
abrió a la punta-de su atroz espada. I y armado de justicia...
terribles las legiones
Ellos son los que avanzan... ¡ Dios Supremo! cual de la mar las olas turbulentas
¡ Ah! ¿qué va a ser de nuestra pobre tierra que flagela el furor de las tormentas,
ante esos semidioses de la guerra?... se encuentran y se chocan y se rompen
¿ Qué va a ser del soldado mexicano, feroces y sangrientas...
soldado humilde, sin laurel ni pompa,
de esos titanes al tremendo empuje? ¿ Y e s verdad... es verdad?... Los invencibles,
los que cejar no pueden,
¿Qué va a ser?... Vedlo ya... los tigres de Inkermán y Solferino,
Suena la trompa, ¿ aquí blanca la faz, perdido el tino
silba la bala, la metralla ruge, y con miedo en el alma... retroceden?
avanzan con furor los batallones,
se chocan los guerreros, ¿ En dónde está su incontrastable arrojo?
se desgarran flotando los pendones, ¿En dónde su furor armipotente?
crujen tintos en sangre los aceros, ¿ Do el llegar y vencer que suyo haría
tiembla la cumbre, tiembla la llanura inmóvil de terror el Continente?
al estruendo mortal de la pelea, Las águilas francesas
y de humo y polvo en la tiniebla oscura ¿no midieron, cruzando el Océano,
el cañón formidable centellea. cuánto eres, Libertad, grande y potente
bajo el inmenso cielo americano?...
I Terrible batallar! Potente rabia
de insensato furor ebrio de sangre; Soberbias te arrojaron sus-legiones;
festín de la venganza y viéndolas llegar, en tu mirada
en que sólo resuena pavoroso las iras del ultraje centellearon;
el salvaje rugir de la matanza; y vibrando relámpagos tu espada
en que fiera la vida sus golpes matadores
se escapa palpitante por la herida el rayo de la muerte fulminaron;
sangrienta charca abrióse tu pisada,
nada su rabia de leones pudo
y ante tu fuerte escudo
ellos, los invencibles... se estrellaron. *

¡ Y tres veces así... del Guadalupe


quedaron las laderas Las águilas francesas que algún día
de pálidos cadáveres sembradas, tendieron sobre el mundo
y de francesa sangre ebrias de triunfos las potentes alas
y sangre mexicana ¡ ay! empapadas. llevando entre sus garras las banderas
vencidas y hechas trizas
Y cuando el sol de Anáhuac esplendente de naciones altivas y guerreras ;
bajaba al Occidente, las aves que guiaron la fortuna
el ángel tutelar de la Victoria sangrienta de los fieros Bonaparte,
voló a árrancarle su postrero rayo, no pasaron su vuelo victorioso
bañó con él de México la frente después, del Guadalupe en el baluarte.
sellándola de gloria Y queda allí soberbio monumento
y con letras del sol C I N C O D E M A Y O de patriotismo y gloria,
para los siglos escribió en la Historia. vistiendo con la sangre no lavada
la púrpura triunfal de su victoria.
Entonces... tú lo sabes, Puebla mía, Allí queda a su planta la esforzada
¡ oh, Puebla! cuya heroica bizarría guerrera de Atoyacv Puebla la bella,
nunca ensalzar como merece supe ; la tierra de mi hogar que guarda altiva
tu nombre, sepultado en el olvido, cual cicatrices qüe la gloria sella,
aprendiólo la Francia al estampido sus rotos muros, sus deshechos lares,
del cañón que tronaba en Guadalupe. sus calles destrozadas,
y en pie las ruinas de sus grandes templos
Cayó ese nombre en la soberbia Europa por la bala francesa acribilladas;
con el ruido triunfal de una victoria, elocuente padrón del heroísmo
cayó vestido con el ampo de oro .y del patrio denuedo,
del sol de Mayo que alumbró tu gloria. página de la Historia
del mexicano corazón sin miedo.
Desde entonces, allá, bajo el sereno
dosel de auroras que despliega Oriente, Allí queda la invicta
envuelta en alas de oro por la lumbre amazona mostrando cual trofeo
de aquese sol triunfal, y coronada la palpitante herida del combate,
con el lauro que el tiempo no destroza, por la cual, ante el sol, como en el roto
del Guadalupe yérguese en la cumbre pecho de los guerreros de Tirteo
la figura inmortal de Zaragoza. se ve el valiente corazón que late.

Allí queda ese fuerte de los libres


ante cuyo granito la soberbia y calcinando la desnuda arena,
de los nunca vencidos se destroza; abrasábale impío,
¡ allí queda ese campo de pelea y le azotaba el huracán violento,
donde hallaron las cruces de Crimea y le mojaba gélida la lluvia,
los cascos del corcel de Zaragoza! y le punzaba el frío;
" cuando en la playa, a solas,
¡Allí quedas, mi Puebla! Y si algún día contemplaba con ojos espantados
arroja el extranjero los mares irritados
el grito de la guerra a tu muralla, alzar bramando sus tremendas olas;
renueva tu osadía, cuando dentro su choza que temblaba
vibra de nuevo el matador acero, él temblaba también de miedo yerto,
desata el huracán de la metralla, al escuchar el trueno que rodaba
rulmina fiero de la muerte el rayo, y al ver flamear incierto
y la sangre del campo de batalla el relámpago-pálido, alumbrando
seque aún otra vez la esplendorosa la pavorosa noche del desierto;
lumbre de gloria de tu sol de Mayo. cuando ciego y estúpido, infelice,
con fatigado paso
iba el hombre al acaso
y solo en la Creación... solo en la vida,
solo con sus dolores sin medida,
A LOS ALUMNOS DEL COLEGIO DEL ESTADO solo con su miseria,
como la bestia doblegada al suelo
por el peso mortal de la materia;
(DISTRIBUCIÓN DE PREMIOS)
cuando su mente oscura
ciego abortaba el pensamiento vago,
y no daba a sus lágrimas dulzura
Cuando allá en los confines de la Historia, de la esperanza el cariñoso halago ;
en la aurora del mundo; cuando sin ilusiones ni deseo
cuando el tiempo era niño todavía se arrastraba en el polvo hasta el olvido,
y el Hágase fecundo el corazón ateo,
del Eterno, la gran Naturaleza en tiniebla el espíritu perdido,
sus pompas virginales revestía; errante, débil, infeliz y bravo,
cuando el hombre salvaje
y de pieles cubierto,
vagaba confundido entonces, en tal hora,
con las fieras sin nombre del desierto; era Naturaleza la señora,
cuando tenía que compartir el frutó ¡el Hombre... era el esclavo!...
del árbol con los pájaros errantes
y disputar al bruto
los restos de su presa, palpitantes;
cuando el sol del estío,
fuego lanzando en la región serena
ante cuyo granito la soberbia y calcinando la desnuda arena,
de los nunca vencidos se destroza; abrasábale impío,
¡ allí queda ese campo de pelea y le azotaba el huracán violento,
donde hallaron las cruces de Crimea y le mojaba gélida la lluvia,
los cascos del corcel de Zaragoza! y le punzaba el frío;
" cuando en la playa, a solas,
¡Allí quedas, mi Puebla! Y si algún día contemplaba con ojos espantados
arroja el extranjero los mares irritados
el grito de la guerra a tu muralla, alzar bramando sus tremendas olas;
renueva tu osadía, cuando dentro su choza que temblaba
vibra de nuevo el matador acero, él temblaba también de miedo yerto,
desata el huracán de la metralla, al escuchar el trueno que rodaba
rulmina fiero de la muerte el rayo, y al ver flamear incierto
y la sangre del campo de batalla el relámpago-pálido, alumbrando
seque aún otra vez la esplendorosa la pavorosa noche del desierto;
lumbre de gioria de tu sol de Mayo. cuando ciego y estúpido, infelice,
con fatigado paso
iba el hombre al acaso
y solo en la Creación... solo en la vida,
solo con sus dolores sin medida,
A LOS ALUMNOS DEL COLEGIO DEL ESTADO solo con su miseria,
como la bestia doblegada al suelo
por el peso mortal de la materia;
(DISTRIBUCIÓN DE PREMIOS)
cuando su mente oscura
ciego abortaba el pensamiento vago,
y no daba a sus lágrimas dulzura
Cuando allá en los confines de la Historia, de la esperanza el cariñoso halago ;
en la aurora del mundo; cuando sin ilusiones ni deseo
cuando el tiempo era niño todavía se arrastraba en el polvo hasta el olvido,
y el Hágase fecundo el corazón ateo,
del Eterno, la gran Naturaleza en tiniebla el espíritu perdido,
sus pompas virginales revestía; errante, débil, infeliz y bravo,
cuando el hombre salvaje
y de pieles cubierto,
vagaba confundido entonces, en tal hora,
con las fieras sin nombre del desierto; era Naturaleza la señora,
cuando tenía que compartir el frutó ¡el Hombre... era el esclavo!...
del árbol con los pájaros errantes
y disputar al bruto
los restos de su presa, palpitantes;
cuando el sol del estío,
fuego lanzando en la región serena
hoy, que encierra saber su pensamiento,
amor su corazón, fe su conciencia,
que tierra y firmamento
alumbra con su ciencia,
y que a sus plantas el error enclava
y que le acerca a Dios su inteligencia,
¡el Hombre es rey... Naturaleza, esclava!
Mas hoy que no hay sobre la vasta tierra
ningún poder que su poder resista,
que es para él cada obstáculo una guerra
y entonces cada guerra una conquista; *

hoy que el fiero Océano,


sacudiendo su crin de olas rugientes,
sólo es para el humano
corcel en que cabalga soberano El hombre es rey. La Creación hermosa
visitando los anchos continentes ; como una iira melodiosa y blanda
hoy que da a la palabra como una virgen al amor rendida
el vuelo del relámpago, y la idea le rodea cariñosa,
rápida como el rayo, por el mundo y le brinda en su seno, voluptuosa,
en las alas del rayo se pasea; la copa del misterio de la vida.
hoy que señala su corriente al río, La copa del saber en que se esconde
que enlaza las montañas, del Creador el secreto soberano,
y las hace escuchar, estremecidas, y cuyo néctar a! tocar el labio,
el grito del vapor en sus entrañas; hace un hijo de Dios del ser humano.
hoy que ya del profundo Que la Ciencia, centella desprendida
abismo de la tierra abrió 'as puertas, de la inmensa mirada del Eterno,
y ha preguntado a las edades muertas y en el humano espíritu caída,
el génesis del mundo; desde la triste sombra de este suelo
hoy que sintiendo en su fecunda mente rasgando la tiniebla de la vida
del infinito la atracción suprema le alumbra el mundo y le señala el cielo.
arroja al eielo su pensar ardiente,
deja atrás la región de las centellas Tú eres, Ciencia, del mundo la señora,
y navega, burbuja inteligente, ¡ para ti los laureles y las palmas,
en el mar sin confín de las estrellas; y los himnos del arpa vibradora
hoy que su alma ideal, chispa sagrada y el culto de las almas!
por el Dios encendida, - ¡ Para ti los perfumes y las flores,
no cabe en el instante de la vida, para ti lo mejor de la existencia...
y despreciando la mezquina nada si sólo vive el corazón de amores
no ve en la tumba abierta sólo vive el espíritu de ciencia!
al paso del proscrito
más que la oscura puerta
que conduce a otro mundo... el infinito;
*

EN LA EXPOSICION INDUSTRIAL DE PUEBLA


¡ Oh grata Juventud! Alma de aurora
que vibra estremecida VELADA ARTÍSTICO-LITERARIA
a los primeros soplos de la vida; DEDICADA AL GENERAL ULISES GRANT
dulce generación en Primavera,
a quien deslumhra el esplendor del día,
en quien derrama la ilusión primera,
como una lluvia matinal de flores, I
la inefable pasión-de los amores,
la esperanza, la dicha, la poesía Hay un artista: j Dios! Tendió su cielo
y todos los ensueños seductores y, cual polvo traído de sus huellas,
de la mágica edad de la alegría; derramó en los espacios infinitos
Juventud, porvenir que se levanta, un reguero de mundos: las estrellas.
sangre que hierve, corazón que late,
guerrera que se apresta Habló, dijo: ¡la luz! y la sonora
segura de los triunfos al combate; voz que la inmensidad estremecía,
sacerdotisa eterna de la idea del caos huyendo desprendió la aurora
que en la ara de la Ciencia, y de la aurora desprendióse el día.
a la diosa Verdad, en holocausto,
consagras lo mejor de la existencia; El día, la vasta luz, el torbellino
hermosa Juventud, ¡ álzate grande! de átomos de oro que al tender su vuelo
¡ Alcanza las conquistas del talento, por los campos del éter cristalino
y vuelve a la verdad tu pensamiento encienden con su polvo diamantino
como el soberbio cóndoro del Ande el esplendor magnífico del cielo.
al espléndido sol del firmamento! El día, pompa del sol, regio atavío,
beso de luz que deja en las corolas
el trémulo diamante del rocío,
y chispeando en la cresta de las olas
tiende un collar de soles en el río.
El día que viste de esplendor la tierra,
de iris la flor, de púrpura el celaje,
y en penachos de perlas desparrama
las olas del Atlántico salvaje.
El día que enciende con su llama de oro,
de la ancha tierra el perfume inmenso
para que suba al Dios de las alturas
entre música, flores mil y aromas
el himno universal de las criaturas.
y en torno de él para guardarle vieron
la legión de los ángeles alados.
Creía Adán; pero olvidó un instante
* la cara de su Dios, y en su locura
de Eva al mirar bellísimo el semblante
se arrodilló temblando y palpitante
A la espléndida luz del primer día ante el divino sol de la hermosura.
la tierra, que de amor se estremecía,
desplegó sus soberbios horizontes, Sintió en su alma otro Dios, desconocido,
puso en calma sus mares turbulentos, pero hermoso también, también supremo,
hundió sus valles, levantó sus montes, también Creador y grande sin medida,
hizo soplar suavísimos los vientos, al Dios-Amor incontrastable y fuerte,
cargados de perfumes y rumores, y al presentirle idolatró la vida,
y al extender del bosque la espesura, v por gozarle desdeñó la muerte.
pobló la soledad de la llanura
con torrentes y pájaros y flores. Amó, y su pecho se bañó en ternura,
y desbordó en su labio la dulzura
Y en medio de esta luz, de esta armonía, de Eva al decir el delicioso nombre;
de este nido de amor, de este embeleso, ciñó su talle con gentil abrazo,
el hombre despertóse acariciado reclinó la cabeza en su regazo
por el fuego nupcial del primer beso. v olvidado de Dios, quiso ser hombre.
Y Dios celoso le arrojó irritado
Abrió sus ojos, y el divino rayo del profanado Edén sobre la tierra,
del sol que aparecía, de la hermosa mujer acompañado;
ante sus ojos, se veló un instante, le arrojó a la expiación y a la guerra
que más bella que el mundo que nacía,
más esplendente que la luz del día con todo lo creado.
era la imagen que tenía delante.
Y el hombre se encontró desconocido
en la vasta Creación; ángel caldo
Eva, la flor de Dios, la seductora ausente de su Dios, por un instante
creación del primer sueño, la doncella en los umbrales del Edén perdido
formada en el regazo de la aurora quizá lloró, quemando fugitiva
para sus bodas con Adán, aquella la lágrima primera su semblante;
que ya en el Paraíso tentadora ; mas luego irguióse su cabeza altiva,
cuando apenas nacía, lanzó el remoto cielo una mirada,
rival de Dios después sobre la tierra abarcó luego la desierta tierra,
en el alma del hombre se alzaría. y al sentir en su mente el pensamiento,
en su brazo el vigor, v el ardimiento
Adán creía. Los cielos asombrados en su gigante corazón, lanzóse
- con Dios a solas conversar le oyeron contra la hostil Naturaleza en guerra!
del Edén en los huertos perfumados,
232 MANUEL M. FLORES
PASIONARIAS

prodigan el tesoro
II inagotable de sus venas de oro,
y en cuyos senos el saber profundo
Y de entonces acá, siglo tras siglo, ha hecho decir a las edades muertas
infatigable luchador el hombre el misterioso génesis del mundo.
viene escribiendo su triunfal nombre Vencido, como está Naturaleza
en el libro inmortal de las edades. a quien arranca diligente el sabio
Humilló de las fieras la bravura, secretos de poder y de grandeza...
con su trabajo fecundó la tierra
y tapizó de mieses la llanura. ¿ Qué es esa chispa que en la nube oscura
Derramó en el desierto las ciudades, con ímpetu violento
dominó con sus torres-el espacio lanza el trueno, y fulgura y centellea?
y levantó, soberbio, su palacio En el cielo es el rayo, entre los hombres
junto al templo erigido a" sus deidades. ' es el dócil corcel del pensamiento
y lleva en su relámpago la idea.
En vano el mar, rugiendo de coraje
al sentir en su espalda la barquilla, ¡ Tú eres, Ciencia, del mundo la señora!
su crin de espuma sacudió salvaje ¿Cómo no dominar las tempestades,
y reventó su turbulento oleaje la centella y el piélago bravio,
en las quietas arenas de la orilla. cuando al sol detuviste en su carrera,
Presintiendo del hombre el poderío y fijándote allí tu poderío
en su contra llamó las tempestades, arrojaste a la tierra triunfadora
hizo rodar el trueno en el vacío, a trazar voladora
abrió en la inmensidad sus soledades su curva gigantesca en 'el vacío?...
de hondo misterio y de terror sombrío...
todo en vano... ¡ Oh, Ciencia, eres grandeza!
¿No veis allá a lo lejos por ti, sólo por ti, pudiera el hombre
sobre lascólas de rizada espuma, levantando orgulloso la cabeza
del magnífico sol a los reflejos, llamarse hijo de Dios. Tú eres la llama
tenderse al aire cual gallarda pluma, que nuestro frágil ser inmortaliza,
blanco penacho de indecisa bruma?... y transformando en sacerdote al hombre
¡ És el vapor! Su pabellón de gloria y en templo la Creación le diviniza.
protege al hobbre sobre -el mar perdido;
la inmensidad, el huracán, el trueno, Tú eres vida inmortal. Contigo el Arte
la tempestad flamígera, han huido... crece y vive también. ¿No ha transformado
dragones de la mar ya no la guardan; la tienda que las tribus vagabundas
el mar está vencido. alzaban del desierto en las arenas
y las rústicas aras pastorales,
Vencido está como lo está la tierra, en los sagrados pórticos de Atenas
cuyas entrañas al trabajo abiertas y de Cristo en las santas catedrales?
MANUEL M. FLORES
234

¿No del cincel a los prodigios raros algo también del porvenir del mundo.
bajar hizo a los griegos pedestales Gloria al obrero, al hombre del trabajo,
los magníficos dioses del Olimpo al hijo del taller, al que constante,
a dar vida a los mármoles de Paros?... en su obra de adelanto redentora,
quizá del mundo ante la faz mañana
¡ El Arte es genio, inspiración, grandeza! alto, muy alto con su afán levante
El mismo Dios le teje sus coronas... el nombre de esta tierra mexicana.
¡ El Arte es Rafael robando al cielo
el rostro angelical de sus madonas!
¡ Es Miguel Angel arrancando al suelo
ancha mole de pórfido y granito, III
y arrojando, pujante,
de San Pedro la cúpula gigante Patria, nido de amor, grupo de flores,
a la región azul del infinito! que besa el sol y que enamora el día,
santuario de la fe de mis mayores,
El Arte es esa Italia de Rossini, tierra de la beldad y los amores,
inundando la tierra de armonía, e incomparable amor del alma mía;
es el cisne de Pésaro exhalando hogar del corazón, patria del alma.
en un himno del cielo su agonía: México la gentil, virgen azteca,
es Angela, nuestra Angela llevando como Venus nacida de las olas,
en el canoro y musical gorjeo envuelta como Venus en la espuma,
de su dulce garganta mexicana, y robada al amor de Moctezuma
el espléndido alcázar europeo por las audaces manos españolas;
el trino de la alondra americana. tierra del Anahuac, huerto florido
que en el edén de América descuellas
con tu cielo de azul y de arreboles,
donde brillan tan fúlgidos los soles
y tiemblan tan amantes las estrellas;
¡ Y en tanto que la Ciencia es la grandeza tierra de promisión tan seductora
del hombre, hijo de Dios; mientras el Arte con tus bosques, tus lagos, tus vergeles,
derrama el esplendor de la belleza tus montes de oro, tu tapiz de rosas;
en las obras del genio, y se levanta y tus sabios, tus poetas y guerreros,"
rival de la gentil Naturaleza, y tus hijas con ojos de luceros
he aquí la Industria que también se acerca que parecen mujeres y son diosas;
al festín de la Gloria y la Conquista, Patria del corazón, quiero que te amen
v el himno hermoso de los triunfos canta! -así cual te amo yo, cuantos te miren;
¡ quiero que bella sin rival te llamen
¡ Gloria al sabio inmortal, gloria al artista! y grande te respeten y te admiren!
pero gloria también al artesano,
trabajador fecundo He aquí un huéspede ilustre. Viene amigo
que lleva humilde en su callosa mano un pueblo a visitar, un pueblo hermano
Agréguese a esto la tremenda cola,
que de su gloria y su valor testigo, el alto puff, la enmarañada cresta,
al saludarle con aplauso ufano y dígame cualquiera si no es ésta
no mira eri él al grande presidente una muchacha que se pinta sola.
sino al gran ciudadano,
al brazo varonil, fuerte y potente
que más allá del turbulento Bravo Mancha ninguna su beldad empaña;
hizo pedazos con terrible espada mas yo, aunque dicen que por ella muero,
la afrentosa cadena del esclavo. no la quisiera ver cuando se baña;

¡ Salud al redentor del oprimido, y sólo pide a Dios mi amor sincero


y salud a la América potente, que el viento no se lleve su castaña,
rival de Europa tras los anchos mares, ni le caiga en el rostro un aguacero.
a la tierra de Hidalgo y de Bolívar
de Wàshington, de Lincoln y de Juárez!

¡ Que de la Unión en el extenso cielo


brillen siempre gloriosas sus estrellas ; EN EL ALBUM DE PEPE
y el águila soberbia mexicana
independiente, libre, soberana,
vuele tan alto como brillan ellas! ¿La amaste?... Pues olvídala. Esta vida
de bienes duraderos tan escasa,
¡ Que multiplique América sus grandes amando y olvidando se nos pasa
y le prodigue el porvenir coronas, y cuando más se vive más se olvida.
mientras alcen su cúspide los Andes
P K P Ü
y ruede su cristal el Amazonas! Una pasión es fiebre que, homicida,
Ufi jirif- se nos mete cual Pedro por su casa
¡ Que grande, bello, espléndido, fecundo dentro del corazón, y nos abrasa...
levante Dios con su potente mano No hay, pues, que dar a la pasión cabida.
de las playas de luz americanas,
para alumbrar la libertad del mundo, La mujer es un ángel, no lo niego;
el sol de las Repúblicas hermanas! pero, Pepe, la Biblia es testimonio
de que la ecljaron del Paraíso luego:

estaba en relación con el Demonio,


»¡tasas
PINTURA AL PASTEL y, como no han quebrado, a pensar llego
lílllr que ya hasta contrajeron matrimonio.
¡ Lástima que en verdad no sea de Lola
la cara angelical que lleva puesta!
Pero es suya no más porque le cuesta,
corpo dice el soneto de Argensola.
JUANITA
A LA SOCIEDAD LITERRIA
Mirad a Juana; su cintura es leve, «RODRIGUEZ GALVAN»
blanquísima su frente sin mancilla,
y envidiará el carmín de su mejilla
la fresca rosa que Favonio mueve.
¿Quién temerario a resistir se atreve ¡ Oyeme, Juventud!
el dulce fuego que en sus ojos brilla? Callo en mi labio
¿ Quién temblando de amor no se arrodilla el himno de alabanza,
y besa el polvo de su planta breve? y abro mi corazón, en donde guardo
la voz de la amistad y la confianza.
Todo cuanto Natura en esta tierra Me llamaste a tu seno, y he venido
ha prodigado a la belleza humana, pobre de lo que esperas ;
en Juanita no hay duda que se encierra; mas si jamás talento he poseído,
aun guarda el corazón envejecido
mas ¡ay! que esa beldad tan soberana, algo de sus lejanas primaveras.
queriendo escribir guerra pone gerra,
y firma al pie de sus cartitas: Guana. Aun el fuego divino
que enciende en esa edad la fantasía
y alumbra el pensamiento,
como alumbra el inmenso firmamento
EN UN EJEMPLAR DE LA «DIVINA COMEDIA». el rayo de oro del naciente día;
aun ese fuego deja
la última de sus chispas encendidas
La «Divina Comedia» es el poema dentro de un corazón que ya se aleja
de ese mundo escondido en la secreta de los confines de la edad florida,
sombra del corazón, infierno y cielo, dentro de un corazón que va enfriando
pecado y expiación, perdón y calma; las nieblas de la tarde de la vida.
y Dante es sólo el hombre heoho poeta
errante en los abismos de su alma. Esa chispa se aviva, y a su fuego
el ánimo se inquieta,
y yo su impulso irresistible sigo,
trayendo, más que el canto del poeta,
, la mano cariñosa del amigo.
Deja, pues, que en las cuerdas silenciosas
del arpa abandonada
JUANITA
A LA SOCIEDAD LITERRIA
Mirad a Juana; su cintura es leve, «RODRIGUEZ GALVAN»
blanquísima su frente sin mancilla,
y envidiará el carmín de su mejilla
la fresca rosa que Favonio mueve.
¿Quién temerario a resistir se atreve ¡ Oyeme, Juventud!
el dulce fuego que en sus ojos brilla? Callo en mi labio
¿ Quién temblando de amor no se arrodilla el himno de alabanza,
y besa el polvo de su planta breve? y abro mi corazón, en donde guardo
la voz de la amistad y la confianza.
Todo cuanto Natura en esta tierra Me llamaste a tu seno, y he venido
ha prodigado a la belleza humana, pobre de lo que esperas ;
en Juanita no hay duda que se encierra; mas si jamás talento he poseído,
aun guarda el corazón envejecido
mas ¡ay! que esa beldad tan soberana, algo de sus lejanas primaveras.
queriendo escribir guerra pone gerra,
y firma al pie de sus cartitas: Guana. Aun el fuego divino
que enciende en esa edad la fantasía
y alumbra el pensamiento,
como alumbra el inmenso firmamento
EN UN EJEMPLAR DE LA «DIVINA COMEDIA». el rayo de oro del naciente día;
aun ese fuego deja
la última de sus chispas encendidas
La «Divina Comedia» es el poema dentro de un corazón que ya se aleja
de ese mundo escondido en la secreta de los confines de la edad florida,
sombra del corazón, infierno y cielo, dentro de un corazón que va enfriando
pecado y expiación, perdón y calma; las nieblas de la tarde de la vida.
y Dante es sólo el hombre heoho poeta
errante en los abismos de su alma. Esa chispa se aviva, y a su fuego
el ánimo se inquieta,
y yo su impulso irresistible sigo,
trayendo, más que el canto del poeta,
, la mano cariñosa del amigo.
Deja, pues, que en las cuerdas silenciosas
del arpa abandonada
MANUEL M. FLORES

busque yo las antiguas armonías,


que acaso se llevaron para siempre en la región del alma más secreta
las blandas auras de mis bellos días. un enjambre de sueños voladores
en torno de dos almas cariñosas,
y del alba a los tibios resplandores
Deja un instante que a tus puertas llame, un escondido tálamo de rosas
¡dichosa Juventud! Deja que aliente para el sueño nupcial de los amores;
tu atmósfera de luz, tu ambiente libre, un cáliz desbordado de embriagueces,
y que a tu hogar mi corazón caliente, de inmortales delicias,
que a tu festín primaveral me siente un torrente de besos, de suspiros,
y que mi canto con los tuyos vibre. de lágrimas de amor y de caricias!...»
Que, también como tú, cuando mis horas ¡ El mundo del placer y la ventura
estaban alumbradas todavía ai arrullo del arpa enamorada
por el beso de luz de sus auroras, ante el ara gentil de la hermosura;
y la ilusión y la esperanza ardiente y más allá la fulgurante Diosa,
lanzaban tentadoras eterno y santo amor del pensamiento,
una nube de sueños a mi frente, la (átona, señalando majestuosa
sentí que abrasador el pensamiento su corona de estrellas al talento!
el raquítico cráneo me rompía,
y águila audaz de poderoso aliento,
en pos de libertad y firmamento Y el triunfo austero de la sacra Ciencia
sus alas impacientes sacudía. en la olímpica frente pensadora
del Hombre-rey, alzando brilladora
Entonces, como tú, sintiendo estrecho una aureola inmortal: j la Inteligencia!
a la ansiosa mirada el horizonte
y al agitado corazón el pecho, Y la lucha, el combate misterioso
soñé otro mundo tras el patrio monte, que el alma varonil libra al destino
otro aire azul tras el paterno techo, de la vida en el campo tenebroso;
y en alas del amor y la confianza y 'a conquista, la estruendosa fama
busqué otra inspiración a mis cantares, arrojando en sus cánticos un nombre
otra felicidad a mi esperanza, al porvenir, heraldo que proclama
otro incógnito Dios a mis altares, las victorias del hombre.
¡ otro amor a mi amor!...
. Febril empeño
mi mente enardecía ttodo
J J ese
a CÍenCÍa'
grupo del ideal sagrado >
l a Gloria eI Triunfo,
en pos del mundo que forjó mi sueño. que enciende nuestras almas
y a combate perpetuo las convida,
«¡ El mundo de mi loca fantasía agitando magníficas sus palmas
mi mundo de poeta, en torno al gladiador ensangrentado,
un pedazo de cielo que se abría vencedor en las luchas de la vida...
MANUEL M. FLORES
tender como una alfombra
ramilletes de rosas y de estrellas?
¡Oh esplendor de.los sueños vagabundos ¿No tiembla acaso el alma estremecida
que el espíritu abrasan, tú le encumbras al eco nada más de vuestro nombre?
al través de los soles y los mundos ¿ No sois del alma la mitad querida,
y, sol también, el universo alumbras! las dulces compañeras de la vida,
la sangre, el ser, el corazón del hombre?...

Todo eso en su risueña lontananza,


todo eso en los umbrales de la vida Pues si todo lo sois; si el cielo quiso
pintaba ante mis ojos la esperanza... que el hombre por vosotras olvidara
culpa no es suya si salió mentida. el jardín celestial del Paraíso;
si madre ó prometida
siempre las dueñas sois de nuestra vida,
¡ Pero tú, Juventud, sueña, delira, ¡ abrid, abrid al rayo de la Ciencia,
espera y ambicioná! como la flor al sol su cáliz de oro,
¡ La gloria del talento no es mentira vuestra hermosa y feliz inteligencia!
y es esa gloria la mejor corona! De nada sirve incógnito el tesoro,
la perla más preciosa nada vale
si siempre oculta entre su concha vive,
y sólo padernal es el diamante
si luz y pulimento no recibe.
Acreciente el saber vuestra valía,
en el joyel osténtese la perla,
¡ brille el diamante con la luz del día!...
Y vosotras, vosotras, las gentiles Y al ceñir vuestras frentes ruborosas,
hijas del Atoyac, cuyos hechizos donde tienen su asiento
acaso adivinaron también la inspiración y el talento,
los que a Puebla en un tiempo los laureles se mezclan con las rosas,
la tierra de los ángeles llamaron; vuestro es del hombre el corazón... que os rinda
vosotras sois las flores también el pensamiento;
del mágico pensil de los amores, completad sobre su alma la victoria,
música es vuestra voz y ambrosía y ya que sois su dicha, sed su orgullo;
son esos labios húmedos y rojos; ya que sois su destino, ¡ sed su gloria!
como el brillante so) enciende el día
amor enciende vuestros lindos ojos.
¿ Quién al veros, de vos no se enamora?
¿Qué suspiro hasta vos no se levanta? ¡ Dichosa Juventud, sueña, delira,
¿Qué corazón vuestro desdén no llora? espera y ambiciona!...
¿ Qué trovador vuestra beldad no canta? ¡ La gloria del talento no es mentira
¿Quién en sueños no mira vuestra sombra? y es esa gloria la mejor corona!
¿Quién no quisiera a vuestras plantas bellas
Jpflp
lifcM
silfi? ¡ Dichosa Juventud, álzate, avanza,
el sol del porvenir con sus reflejos
alumbra tu esperanza!...
lllflli
En tanto el sol que iluminó la mía
màm aiíaií
esconde allá a lo lejos
"en las nieblas de ocaso su agonía.

CUANTA PARTE

INSOMNIOS

• • - • Las lágrimas vertidas


del alma alivian la agonía secreta:
he aquí mis versos, lágrimas sentidas,
lágrimas melancólicas caídas
del alma solitaria del poeta.

LA NOCHE

À JUAN B. HIJAR Y HARO

L ' à m e d u poète, àme d ' o m b r e et d ' a m o u r .


C'est une fleur des nuits q u i s ' é p a n o u i t a u x étoiles.
V. HUGO

¡ Salve, noche sagrada! Cuando tiendes


desde el éter profundo
bordada con el oro de los astros
tu lóbrega cortina sobre el mundo ;
cuando, vertiendo la urna de la sombra,
con el blando rocío de los beleños
vas derramando en la Creación dormida
las negras flores de los vagos sueños,
Jpflp
lifcM
silfi? ¡ Dichosa Juventud, álzate, avanza,
el sol del porvenir con sus reflejos
alumbra tu esperanza!...
lllflli
En tanto el sol que iluminó la mía
«IMaí
esconde allá a lo lejos
"en las nieblas de ocaso su agonía.

CUANTA PARTE

INSOMNIOS

• • - • Las lágrimas vertidas


del alma alivian la agonía secreta:
he aquí mis versos, lágrimas sentidas,
lágrimas melancólicas caídas
del alma solitaria del poeta.

LA NOCHE

À JUAN B. HIJAR Y HARO

L ' à m e d u poète, àme d ' o m b r e et d ' a m o u r .


C'est une fleur des nuits q u i s ' é p a n o u i t a u x étoiles.
V. HUGO

¡ Salve, noche sagrada! Cuando tiendes


desde el éter profundo
bordada con el oro de los astros
tu lóbrega cortina sobre el mundo ;
cuando, vertiendo la urna de la sombra,
con el blando rocío de los beleños
vas derramando en la Creación dormida
las negras flores de los vagos sueños,
MANUEL M. FLORES

tu aliento, tempestad... ¡ Y que se pierda


el fúnebre silencio, y la honda calma la ardiente voz de mi agitado seno
que a los misterios del no ser convida, en la explosión magnífica del trueno!
entonces, como flor de las tinieblas,
para vivir en ti, se abre mi alma. ¡ Quiero sentir que mi cabello azota
la ráfaga glacial; quiero en mí frente
Hermosa eres, ¡oh noche! un beso de huracán, y que la lluvia
hermosa cuando límpida, serena, venga a mezclar sus gotas con lagota
rivalizando con el mismo día, en que tal vez mi párpado reviente!
rueda tu luna llena,
joya de Dios, en la región vacía, Noche de tempestad, noche sombría,
hermosa cuando opaca, ¿acaso tú no eres
esa luna, ya triste, se reclina la imagen de lo que es el alma mía?
en la argentada nube Tempestad de dolores y placeres,
que apenas melancólica ilumina, inmenso corazón en agonía...
tan apacible en su divina calma
que, viéndola, los ojos se humedecen También así como en sereno cielo
y sin saber por qué, suspira el alma. de blanca luz y fúlgidas estrellas,
miré pasar en delicioso vuelo,
Hermosa cuando negra como esas nubes que argentó la luna,
como el seno del caos, la eterna sombra, fantásticas y bellas
insondable y desierta, mis quimeras de amor y de fortuna.
chispea de estrellas, que alumbrar parecen Y así también de pronto, la tiniebla
pálidos cirios, a la tierra muerta. mis astros apagó, rasgó la nube
¡ Y más hermosa aun, cuando agitando cárdeno rayo en explosión violenta,
su densa cabellera de tinieblas y en mi alma desátaron
trenzadas con el rayo, la tormenta el dolor y la duda su tormenta.
borra los astros, y fulgura y brama,
y azotando los cielos con la llama ¿ Quién como yo sintió? ¿ Quién de rodillas
del relámpago lívido, revienta!... cayó temblando de pasión ante Ella?
* ¿Quién sintiendo correr por sus mejillas
Entonces, sólo entonces, al aliento el llanto del amor, en ese llanto
del huracán que ruge embravecido, mojó los besos que dejó en su huella?
al rasgar la centella el firmamento, ¿Quién como yo, mirando realizada
al estallar el trueno, es cuando siento la ansiada dicha que alcanzó el empeño,
latir mi corazón, latir henchido al irla a disfrutar vió disiparse
de salvaje embriaguez... Quieren mis ojos en la sombre, en la nada,
su mirada cruzar fiera y sombría • la mentira de un sueño?
con la mirada eléctrica del rayo ¿Quién de la vida al seductor banquete
fatídica también... Mi pecho ansia llegó jamás con juventud más loca?
aspirar en tu atmósfera de fuego
La copa del festín ¿quién más acerba
apartó de su boca?
¿Quién como yo ha sentido
para tanto dolor el seno estrecho, MIS SOMBRAS
y de tanto sollozo comprimido
dolerle el corazón dentro del pecho? A MI H E R M A N O AGUSTÎN
¿Quién a despecho de su orgullo de hombre
ha sentido cual yo, del alma rota D o u x fan ô m e s ! c'est ià q u e je r e v u e d a n s l ' o m b r e
brotar la acerba gota Qu ils v i e n n e n t t o u r à t o u r m'entendrc et me parler.
de un escondido padecer sin nombre? V. HUGO
¿Quién, soñador maldito,
al quemar, como yo, sus dioses vanos,
por sofocar del corazón el grito Es la hora melancólica y serena
se apretó el corazón con ambas manos? de la alta noche. En apacible calma
¿Quién como yo, mintiendo indiferecia brilla la luna, y a lo lejos suena
y hasta risas y calma, música alegre que entristece el alma.
atraviesa tan solo la existencia
con una tempestad dentro del alma? Música de placer para el dichoso
que dulces esperanzas atesora;
¿ Quién busca, como yo, tus muertas horas música para mí como el sollozo
¡oh, noche! y tus estrellas, de un solitario corazón que llora.
fingiendo que son ellas
las lágrimas de luz con que tú lloras? ¡Llegad... llegad, tristezas de la vida!
¿Quién ama como yo tu sombra muda, y aunque en llanto mis párpados se bañen,
tu paz de muerte, y el silencio grave, que en la honda noche de mi fe perdida
a quien la voz de los misterios diste, las sombras de mis dichas me acompañen.
y tus suspiros que las auras llevan,
y tu mirada de' luceros triste? En el tranquilo rayo de la luna
imágenes de amor lleguen flotantes,
bañándome al pasar, una por una,
Mi alma es la flor, la flor de las tinieblas, con la serena luz de los semblantes.
el cáliz del amor y los dolores,
y se abre ¡ oh, noche! en tu regazo frío, Miradlas... Ya se acercan, agrupadas,
y espera, así como las otrás flores, melancólicas, vagas, doloridas
tu bienhechor rocío. de los que amo las sombras adoradas,
las memorias de mi alma tan queridas.
Hijo yo del dolor, tu negra calma
es el mejor abrigo,
para ver en la sombra sin testigo,
una noche en el cielo, otra en el alma. Imagen de mi madre cariñosa,
¿vienes a visitarme, madre mía?..
¿Quién te dijo que a esta hora silenciosa ¡ Venid, sombras, venid! Yo necesito
aquí en mi triste soledad sufría?... en estas horas en que sufro tanto
algo consolador, algo bendito
¿ Sabés que tengo el corazón ppreso? a cuyo amparo derramar mi llanto.
¿Escuchaste el llamar del hijo ausente,
y vienes a dejar tu santo beso ¿Es que ya nada el corazón alcanza
como una bendición sobre mi frente?... del porvenir en la extensión desierta?...
¿ Cayó también la flor de mi esperanza
¡ Compañera de infancia, hermana mía, ¡ ay! en la tumba de mi dicha muerta?...
tu dulce sombra con amor recoja
esta profunda lágrima sombría Yo no sé lo que busco, lo que anhelo,
que a la mejilla el corazón arroja! yo no comprendo lo que mi alma quiere;
tan sólo sé que en el ingrato suelo
lleno de vida el corazón se muere...
¡ Y tú, sangre del alma, mi consuelo,
flor de mi vida solitaria y triste Que hay en el alma idealidad sublime
a quien amé con ilusión del cielo, y realidad vulgar sobre la tierra;
alma del corazón... también viniste?... y que del mundo la estrechez oprime
al corazón que lo infinito encierra.

Y vosotras, mis ángeles perdidos, Que hasta que vaya a reposar tranquilo
las que adoró mi corazón creyente, en el negro sepulcro mi cabeza,
las que al pasar dejasteis suspendidos irá conmigo a mi postrer asilo,
tantos sueños de amor sobre mi frente; amiga inseparable, la Tristeza.
0 - •

mujeres de mi amor, las cariñosas


creaciones del placer y la fortuna
llegad, llegad flotantes, siempre hermosas
al tibio rayo de la casta luna.

Recuerdos todos de mis bellas horas,


locas memorias de mis locos días,
venid y recoged consoladoras
en vuestras alas las tristezas mías.

¡ Mirad mi corazón! Le ha consumido


esta fiebre de amor nunca saciada; _
en pos de un imposible ha envejecido,
en pos de un sueño... que será la nada.
Esta noche en el tálamo, el esposo
su huella borrará con otro beso.

Esta noche tu seno


que el oro compra y al placer se vende,
HORAS NEGRAS despojarás-de las nupciales galas...
mientras que vela, de sonrojo lleno,
S a n g r a n d o está m i herida.^ su faz el ángel del amor, y tiende
¡He ainado á esta m u j e r !
I. M . ALTAMIBANO

de ti muy lejos con rubor sus alas.
Pero, ¿ qué importa el virginal tesoro?
Escúchame, mujer: ¿ Qué la dicha de amar y ser amada,
Tiembla mi labio si a rico precio de oro
sin poderte nombrar... ¿Cuál es el nombre vendió la desposada
bastante infame, di, para el agravio el alma, la belleza y el decoro?...
de pisotear el corazón de un hombre?
¡Escúchame, mujer! ¡Yo necesito ¿No tendrás un magnífico atavío,
arrojar a tu frente mancillada, sedas que crujan, fúlgidos diamantes,
del corazón que te adoró maldito y lujo y vanidad y poderío?
la envenenada sangre, y que a tu pecho ¿No cubrirán las gasas y las perlas
penetre el hondo grito la desnudez del corazón vacío
del alma inexorable en su despecho!... que todo lo vendió para tenerlas?
El reflejo de tu oro poderoso
Mas si del seno herido ¿no encenderá de dichas los fulgores
el veneno llevara la voz mía, en. el fondo de tu alma tenebroso
y su áceñto llegara hasta tu oído, donde murió la luz de los amores?
j ese acento, mujer, te mataría! ¿ No apagarás acaso en el ruido
de tu vida opulenta
Pero no, tú no sufres, tú no puedes esta mi voz postrer, este crujido
ni siquiera sufrir... Si formidable de un corazón amargo que revienta?
hiende el rayo los robles soberanos,
jamás ha herido el tallo miserable
de la rastrera flor de los pantanos.
Oyeme: no es amor esta tristeza.
Deshojaste la flor de. mis amores Brotan malezas de la peña rota,
por ceñir a tus sienes rompiste el corazón, y la maleza
la corona nupcial... Entre las flores hoy de los odios en sus quiebras brota.
castas del azahar, tu linda frente Si alguna vez en tu vivir sombrío,
has escondido todavía caliente al encontrar mi nombre en tu memoria,
del beso voluptuoso por divertir tu hastío
del amante de ayer... ¿Qué importa eso?
MANUEL M. FLORES

recordaste mi historia, y con risa satánica a lanzarte


y ya sin corazón reiste del necio a la negra abyección en que me abismo.
que te elevó de adoración un trono,
acuérdate, mujer, no te desprecio
porque no te perdono.
¡ Oh, rayos de mis sueños de venganza,
Manchando de tu vida la limpieza cuánto el alma halagáis desesperada!...
arrancaste de mi alma la esperanza Mas si a lanzaros mi poder no alcanza,
y arrojaste a mi frente la tristeza... ¿ qué importan a la bella desposada?
Te pagaré mi deuda de venganza.
Sí, ¿qué le importa mi delirio ciego,
qué le importan mis bárbaros pesares,
Réprobo del amor, y descreído, si de mi hoguera no marchita el fuego
con el alma sombría, su corona de blancos azahares?...
iré a buscar a mi dolor olvido ¿Qué le importa llegando a los altares
en el vértigo loco de la orgía. hollar sobre sus gradas, desdeñosa, f
Y cuando esté mi juventud marchita, mi destrozado corazón sangriento?
y rugada mi sien y ya en sosiego,
éste, que inmenso de pasión palpita, ¿Qué te importa, mujer?
salvaje corazón de llanto y fuego; Por si te alegras,
entonces ¡ oh la bella desposada! he dejado que lleve mi lamento
a buscarte vendré.... ¡ como en un día!... algo de sombra de mis horas negras.
Tu alma es un alma vil y profanada,
y digna de ella encontrarás la mía.

Te espantarás de tu obra, tú a quien plugo


que todo lo que es bueno en mí muriera;
temblarás ante mí, tú, mi verdugo,
y a mis pies, lastimera,
me darás de tus ayes el encanto,
la dicha me darás de tus dolores,
y al rumor delicioso de tu llanto
yo te hablaré ¡ feliz! de mis amores.
¡ Entonces te diré cómo se ama,
te diré de las almas la tormenta,
cómo la pena el corazón inflama,
cómo la pena el corazón revienta!...

No me podrás huir... Iré a arrancarte


de entre los brazos del esposo mismo,
Del destino en las aras
el alma te eligió por compañera;
¿en qué mundo encontraras
MARIA quien lo infinito de mi amor te diera?.

Á MANUEL DE OLAGUIBEL

...De l u c e i n c o r o n a t a . . .
María, p r o n t o ascendiste al m í o dolore.
TASSO Era el instante en que vivir apenas
se despertaba el corazón creyente,
cuando cambia por rosas y verbenas
Del roto corazón en las ruinas la Diosa Juventud en nuestra frente
solloza mi dolor... Y a su gemido de la infancia las muertas azucenas.
resucitada y pálida despierta
de las cenizas de mi dicha muerta Era la aurora, el esplendente día
¡ ay! la memoria de mi amor perdido. del alma en Primavera.
Sediento ya mi corazón se abría
¡ Trae la visión que mi dolor ansia a ese inmenso raudal de poesía
insomnio del dolor!... ¡ Trae el delirio que trae consigo la ilusión primera.
y la ventura de mi fe de un día!... Y ya impaciente, soñador, poeta,
Angel de mi pasión y mi niartirio, con loco afán, con esperanza inquieta,
¿en dónde estás, María?... febrio de mi ternura
y entre mis propios sueños indeciso,
! buscaba la pasión y la hermosura,
I la Eva gentil, enamorada y pura
Aquí estás, junto a mí. Tu forma blanca del mundo en el risueño Paraíso.
se dibuja en la sombra
cuando del labio trémulo se arranca ¡ Era la vida! La embriaguez celeste
el profundo sollozo que te nombra. de aire, de luz y libertad que lanza
Aquí estás, melancólica María, al ave joven de su nido agreste.
tan pálida de amor, tan dulce y bella La aparición primer de la Esperanza
como en los cielos al morir el día en los senderos mágicos de flores
sobre la frente de la tarde umbría de la alma juventud con su diadema
lágrima de oro la primer estrella. de ardientes resplandores,
Aquí estás, compañera silenciosa j Era la vida! ¡ La encantada copa
del alma enamorada, rebosando promesas y delicias,
como el misterio de la noche, hermosa, conquistas y placeres,
como la misma luz, inmaculada. torrentes de suspiros, de caricias
y de trémulos besos de mujeres!...
¡ Hora de bendición! En ese instante, ¡ Y de ventura y de pasión perdidos,
hija suprema de la luz del dia en un abrazo delirante presos,
y del sueño de mi alma delirante. ocultamos los rostros confundidos
¡A mí llegaste, celestial María!... empapados en lágrimas y besos!...
¡ Y conmovido, deslumhrado, ciego,
puse a tus pies mi corazón de fuego, ¡ A tu grito de amor, grito sublime,
mi juventud de vida palpitante nuestras férvidas almas desposamos!...
y la inmensa pasión del alma mía. ¡ Ah! ¿qué se hicieron nuestras dichas, dime?...
Para siempre, despues, nos separamos.
Y de mi corazón sobre mi lira
desbordó sus raudales de ternura _ Pero yo te llamaba, te esperaba,
la inspiración en que encendió m; pecho porque mi corazón se me moría...
el sereno esplendor de tu hermosura. ¡ Con qué inmensa ternura sollozaba
este nombre de arcángeles: María!
Eras tan bella que al mirar tus ojos Y luego de los céfiros errantes
temblaba el corazón, y se sentía yo le escuchaba en los volubles giros,
algo... yo no sé qué... como si el alma y respiraba en ellos
se arrodillara y te adorase muda al ámbar de tu aliento y tus cabellos
en éxtasis de amor... ¡ Eras tan bella con el vago rumor de tus suspiros.
que al verte parecía Y demandaba a la Creación entera
que asomaba una estrella la inmortal compañera de mi suerte,
y que esa estrella derramaba el día! y me sentía morir... Porque la muerte
no era perder la vida pasajera,
¡ Con qué pasión te amé! ¡ Con qué delirio no era dejar el mundo... era no verte.
tomaba entre mis manos
tu frente melancólica de lirio
para besar tus ojos soberanos!
¡ Cómo te idolatré! ¡ Mi vida entonces
era un perpetuo abrazo
de mi alma con la dicha
en el nido de amor de tu regazo! Hoy en la triste calma
de mis insomnes noches, silenciosa
siento venir tu imagen cariñosa
Jamás, jamás en el ingrato suelo a la callada soledad de mi alma.
tal dicha tuvo nombre... . Conmigo estás aquí porque has oído
¿Te acuerdas de esas noches en que el cielo la voz de mi dolor... ¡Oh! ¡si supieras
miraba un ángel adorar a un hombre.-' cuánto... cuánto, mi bien, he padecido!
Temblaba mi alma en tu divina boca,
entre mis brazos te llamaba mía, Como náufraga tabla destrozada
y muriendo de amor, llorando loca, va mi existencia, sola,
yo besaba tus lágrimas, ¡ María!
al viento del dolor abandonada la inmensa soledad del mundo triste,
del mundo ingrato en la funesta ola. y dentro el corazón, como un gemido
que no calla jamás, el dolorido
Marchitas ya las flores de mi vida, acento de tu adiós cuando partiste.
ya deshojadas por el llanto mío,
heme aquí con el alma descreída, ¿Por qué dejarme en la espantosa calma
con la esperanza del amor perdida de un mundo para mí yerto y vacío?
viendo avanzar el porvenir sombrío. ¿ Por qué, divino corazón de mi alma,
Murió con mi esperanza mi deseo, tu espíritu de amor no asiste al mío?
los Dioses que adoré me abandonaron, ¿Por qué me desamparas, mi María?
y en el hogar del corazón ateo ¿Que muera loco de sufrir deseas?
ni las cenizas de mi fe quedaron. Pues ven a sonreirme en mi agonía
y te diré al morir: ¡ bendita seas!
Ha mucho tiempo que mi vida es triste, Amame y moriré... ¡mas ven conmigo!
que busco el aislamiento, pondré, al morir, mi espíritu en tus ojos
que de luto se viste mas ¿ por qué me abandonas si te sigo
en la sombra de mi alma el pensamiento; miserable arrastrándome de hinojos?
que llevo oculto en mentirosa calma
un corazón en ruinas,
y un alma...' ¡pobre alma!
coronada de lúgubres espinas. Palidece mi lámpara. Es de día.
He soñado el delirio de mi amor;
Temprano ¡ay! encontraron la noche se refugia al alma mía,
mis creencias en el mundo con su sombra la imagen de María...
el Gólgota, la cruz en que expiraron
entre escarnio y baldón... Ansia sublime Volvamos a la vida y al dolor.
sintiendo de lo grande y de lo bueno,
/ Tengo sed!—gritó el alma, ¡ y te llevaron
cáliz de hiél hasta los bordes lleno!...

Mi espíritu ha cruzado pór desiertos


sin caminos ni luz, mudos, sombríos'
como los campos en que están los muertos,
como la noche de los duelos míos.

Tú, mi ángel, no caminas a mi lado;


estoy solo, tan solo que me espanta
la senda pavorosa
por donde va mi fatigada planta.
Nada en mi derredor; ante mis ojos
MANUEL M. FLORES

¡ Hora de los misterios, noche amiga,


deja que el alma mártir
tu soledad bendiga!...
Sólo tú tienes para mí consuelo
si así puede llamarse
hundirse en tanto duelo,
MI PADRE MUERTO remover los pedazos doloridos
del roto corazón, y abandonarse
Á MI HERMANO LUIS al amargo placer de sus gemidos...

¡ Hay algo de la tumba que yo amo


...Disperato d o l o r che'l c u o r mi preme...,II en tu tremenda calma;
DANTE hay algo de la muerte entre la sombra,
y tengo triste hasta la muerte el alma;
toda ella es amargura,
indecible dolor jamás sentido,
¡Gracias, gracias, Señor!... Me has dado llanto noche en la noche misma, más oscura
y he llorado por fin... ¡Gracias, Dios mío. que el negro manto en la Creación tendido!...
¡ Un pobre corazón que sufre tanto,
un pobre corazón que está vacio Ayer era feliz... y lo ignoraba...
de esperanza y de fe, necesitaba Ayer era feliz... En mis hogares
para no reventar en mil pedazos la dulce paz de la virtud moraba,
reventar en el llanto que le ahogaba!... y mucho tiempo hacía
que a su umbral no llegaban los pesares;
¡ Gracias aun otra vez, porque tu oído sino que en cada sol, una alegría
abriste ¡oh Dios! a mi aflicción... y has hecho el Señor de los buenos les enviaba
que al romper los sollozos de mi pacho como el pan celestial de cada día.
haya mis propias lágrimas bebido!
¡Gracias, inmenso Dios, gracias!...
1 Y ahora De mi padre la frente
iba cubriendo apenas
¡ apura, corazón, el hondo cáliz la primer nieve de la edad, luciente,
del inmenso pesar que te devora! como el pico elevado
¡ Solo, ante Dios, en tu dolor sin nombre de la montaña, el hielo,
inagotable llora para significar, inmaculado,
las más acerbas lágrimas del hombre, la ya cercana vecindad del cielo.
v a ese viento que gime, a esas tinieblas
en que flota el pavor, a ese callado Y allí, sobre esa frente veneranda;
tan espantable caos del infinito, cual rayo oculto que en serena tarde
arroja delirante, de la pérfida nube se desprende
desesperado corazón, tu grito! y la alta encina hiende,
del mismo modo la desgracia impla ¡ Mis labios en los suyos no bebieron
vibró su rayo de dplor y muerte, el suspiro postrer... ni recogieron
y en menos ¡ay! de lo que dura un día, la lágrima que dicen que rodaba
sin el adiós siquier de la agonía única por su faz, cuando sus ojos
la sacra vida quebrantó del fuerte. en el eterno sueño se durmieron!

¡ Oh! ¡dejadme llorar!... ¡Acaso el grito


Era un sueño ¿es verdad?... Estaba loco... de las entrañas mismas arrancado
¡Oh! ¡decid que no es cierto, del corazón de un hijo es infinito!...
que no ha podido ser que delirante ¡Quizá traspase la mortuoria losa
golpease mi qabeza y a través de la tumba y del olvido
sobre la tumba de mi padre muerto!... llegue a la Eternidad donde reposa
el pedazo del alma más querido!...
¿Puede acaso morir quien da la vida?...
¿De un mismo corazón ouede una parte ¡Es mi postrer adiós... el que la muerte
caer en la tumba mientras otra existe? no quiso que te diera, padre mío,
Y Tú, que nos ordenas adorarte, ni me lo dieras tú... cuando por verte
y Padre y Justo y Bienhechor llamarte, un instante brevísimo siquiera,
Dios de inmensa bondad... ¿tú lo quisiste?... al féretro sombrío
donde duermes, mi padre, te siguiera!...
¡Padre, mi padre, escúchame, responde!...
—¡ Horrible desvarío!
¿Es esto un ataúd?... ¿Aquí se esconde ¡Mas calla, corazón, rómpete y calla!
el autor de mi vida? ¿Aquí, Dios mío?..> ¿Quién traduce en palabras el crujido
¿Aquí donde se estrella de un alma de hijo que al dolor estalla?...
convulsa de dolor el alma loca El feretro está allí... ¡ Dios lo ha querido'
y besos tantos con sollozo inmenso,
con desesperación deja mi boca?...
Sombra bendita de mi padre muerto
¡ Dejadme... porque quiero entre mis brazos heme aquí sollozando y de rodillas
estrechar su cadáver!... ¡Estrecharle empapadas en llanto las mejillas
y con mi propia vida reanimarle y de honda herida el corazón abierto
sobre mi corazón hecho pedazos!... Huérfano, en mi dolor no pido al cielo
¡ Un beso más en su serena frente, el alivio mezquino del consuelo;
un beso más en su cabello cano!... sólo quiero tenerte, padre mío,
¿Queréis que el corazón se me reviente?... en amor, en espíritu, en imagen
¡Yo no le vi morir... estaba ausente... de mi recuerdo en el altar sombrío
no me bendijo a mí su santa mano! V hasta el instante en que también sucumba
con mi amor y mis llantos esconderte '
¡ Al cerrarse sus ojos no me vieron, en la secreta tumba
buscóme su alma, me llamó... y no estaba! del alma entristecida hasta la muerte.
IH WP-v figuras mil en los oscuros ángulos
parecían asomar,
y por el muro, en escuadrón fantástico,
en enjambre fugaz,
sombras, bosquejos y perfiles rápidos
de contorno infernal,
caras terribles y a la par ridiculas
A MEDIA NOCHE miraba yo pasar.
Á JUAN DE DIOS PEZA
Soñaron doce campanadas lúgubres,
Ne f r a p p e - t - o n p a s à m a p o r i e ?
y la última al vibrar,
en silencio y de súbito mi lámpara
Dieu p u i s s a n t ! tout m o n c o r p s frissonne,
Q u i vient? q u i m ' a p p e l l e ? — P e r s s o n e .
apagóse...
A . DE MUSSET
¿Quién va?...
¿ Quién á estas horas a mi puerta, insólito,
así puede llamar?
Era la noche; y en mi estancia lóbrega Nadie... Es el viento que empujó colérico
las puertas al pasar.
crecía la oscuridad. Mas ¿quién se queja?... ¿Qué lamento tétrico
Chisporroteaba pálida mi lámpara es ese funeral?
agonizando ya, ¡ Se diría que del seno de algún féretro
y derramaban sus reflejos lívidos ha venido ese ¡ ay!...
siniestra claridad. Nadie... Es el viento que en sus alas rápidas
Afuera, el viento mis ventanas, áspero, trajo un eco... No más.
hacía rechinar;
azotaba, cayendo con estrépito,
la lluvia mi cristal, No llueve ya. Desenfrenada y prófuga
y al rasgar con su espada de relampago la tormenta allá va.
el caos la tempestad, Y entre los rotos nubarrones lóbregos
inmenso grito de dolor y cólera la luna al asomar,
H del cielo herido ya, tiene yo no sé qué de cadavérico,
ronco rodaba por el ancha bóveda de torvo y espectral,
el trueno funeral, como de un muerto la pupila hórrida
y temblaba la tierra y más horrísono su disco... Mas ¿quién va?
bramaba el huracán. He visto la cortina de aquel ángulo
Yo estaba solo, y en mi estancia lóbrega a alguno levantar.
Oigo un paso ligero, suave, rápido...
crecía la oscuridad. ¿Quién es?... ¿Quién llega?... ¡Ah!...
Al fulgor instantáneo del relámpago Inmóvil, negro, pavoroso, fúnebre,
en rápido zig-zag, sentado en un sitial,
leí;

un bulto informe, junto a mí, fatídico, El blanco rayo de la aurora fúlgido


está en la oscuridad. " me encontró al despertar
Milli Quiero gritar... mas mi garganta anúdase arrodillado, y con la frente pálida
y no puedo gritar, caída en el sitial.
tiembla mi carne, y llénase mi espíritu Y murmurando con los labios trémulos
de pánico mortal... el nombre celestial
de aquella mártir de mi amor dulcísima,
que ha tanto tiempo ¡ ay!
a la sombra del sauce melancólica
La sombra, negra en la tiniebla, fúnebre, durmiendo el sueño de la muerte está.
en el sitial está;
nada de humano, sin figura, tétrica,
sin contorno ni faz,
sin ojos... pero yo siento fatídica
su mirada espectral,
helada y pavorosa hasta la médula
de mis huesos entrar...
¿Quién eres?—digo, con la lengua trémula,
¿quién eres? por piedad...

Y se cambia la sombra en una lívida


y vaga claridad.
Es una forma de mujer angélica
pero difunta ya;
y veo un rostro de virgen... ya muy pálido,
tras un velo nupciajj
y la conozco..: y mis miradas ávidas
devorándola están,
cuando los muertos y cerrados párpados
comenzó a levantar...
Un soplo helado pasa por mi espíritu
y ya no supe más...

§ § « 1
Sí, ¡ bésame, mujer!... Dame el olvido
que busco en la demencia del festín...
entre besos y copas, aturdido...
¿Qué me importa la dicha que perdí?
¡ Llenad las copas, que desborde, el vino!
¡ Hay algo aquí que necesito ahogar;
ORGIA que pase por el alma un torbellino
y barra en ella cuanto en ella hay!
AL SR. IGNACIO M. ALTAMIRANO ¡ Miserable de mí! ¿Cómo no puedo
ahogarte con mis manos, corazón?...
O h ! q u e n'ai-je a u s s i , moi des b a i s s e u r s q u i dévorent. Venid, bebamos, porque tengo miedo
Des caresses q u i f o n m o u r i r -
V . HUGO
de volver a eso... que llamáis razón.
¡ Bebed, amigos! La existencia es sueño,
y mentira de un sueño es la mujer;
¡Ven,-cortesana!... ¡Abrásame en delicias! de sus caricias al letal beleño
Quiero las tempestades del placer, soñemos la mentira del placer.
tropicales, frenéticas carias
con que reanime mi cansado ser. ¡ Bebed, amigos! Si al vivir soñamos,
¿despertaremos al morir quizá?...
El fuego del deleite reverbera ¿Qué será despertar? Y bien... ¡bebamos!...
en tu pupila brilladora... ¡ven! ¡ Qué importa lo que traiga el más allá!...
En la férvida llama de esa hoguera _
quiero quemarme el corazón también. Arde mi frente—es un volcán—¡ me abraso!
¡ Oh si llegara de mi vida el fin!...
¡ Prendan el fuego del deseo tus ojos, ¡ Dame un beso, mujer!... ¡ Llenad mi vaso!...
alumbren tus miradas el festín, ¡ Qué grato es el arrullo de un festín!...
mis labios beban en tus labios rojos
ansia perpetua del placer sin fin!
*
Del bacanal en el discorde ruido
pase el mañana con el triste ayer...
¿Qué importa al corazón lo que hayas sido.-'... Llena, Mercedes, la apurada copa;
Eres hermosa... ¡bésame, mujer! bebamos... hasta el fin... así... vacía.
Y ahora... ¡desgarra la importuna ropa,
Beldad de los festines, en tu seno desnuda el seno al beso de la orgía!
quizá mi corazón olvidaré,
mi corazón de tempestades lleno Mitiga de esa lámpara la llama,
el corazón imbécil con que amé. porque quiere un crepúsculo el placer,
¡ El amor... el amor! ¡ Ah! hubo un día
el misterio nupcial que se derrama en que su llama enardeció mi ser,
del velo de la sombra en la mujer. en que se alzó dentro del alma mía,
rival del mismo Dios, una mujer.-
Destrenza tu magnífico cabello
sobre la desnudez de tus hechizos; Y a Dios negué mi culto, mi creencia,
¡ cómo seducen en contraste bello y ante ella-—¡miserable!—me postré...
tan blancos hombros y tan negros rizos!
Disfrazada de un ángel de inocencia
¡Qué bella estás, Mercedes! ¡Me sofoca era una meretriz la que adoré...
el vértigo letal de las delicias,
tus besos de mujer queman mi boca,
la angustia del placer son tus caricias!
¿Conoces la embriaguez de una sonrisa?
¿De un suspiro el deleite sobrehumano?
¡ Mujer, mujer! Hay fiebre en tus abrazos, ¿Cómo la hoja al aliento de la brisa
fiebre en tus labios con furor impresos... ha temblado al contacto de una mano?
¡ Hurra... la orgía!... ¡ El choque de los vasos
sea la música ardiente de los besos!
Lleno de turbación ¿has recogido
tu sentir, tu pesar y tu alma entera
para ponerlo todo en el oído
Basta... pasó. Tu frenesí y el mío y oir de un paso la armonía ligera?...
apaga el tedio con su mano helada;
fantasma del placer, en él hastío ¿Has escuchado al corazón violento
escondes la vergüenza de tu nada. cómo en cada latir a su Dios nombra?...
¿Te ha desvelado el eco de un acento?
Siempre en la copa del placer el tedio, ¿Besaste el muro en que pasó una sombra?.
siempre en la copa del amor el duelo;
para el alma enferma no hay remedio, ¿Y presentiste el cielo en todo eso,
para un maldito corazón no ha}' cielo. y de rodillas, pálido, caíste
sobre tus labios al sentir un beso?...
Y en vano el llanto Con la pena crece... Dime ¿has amado así... y aborreciste?...
¿De qué sirven las lágrimas mezquinas
si el recuerdo verdugo se -guarece
del roto corazón en las ruinas?... Así amé y hoy detesto.,. Y roto hubiera
el corazón mezquino tanto duelo,
¿De qué sirve el amor, chispa que el cielo si el vino de la orgía no escupiera
prende en el alma y lo ilumina todo, a esa memoria del perdido cielo...
si en vez de alzarse, se rebaja al suelo
como reptil para arrastrase en lodo?
¡ Oh! la vida... la vida es una orgía; Dios de mi madre en quien ayer creía,
de llanto y hiél añte la copa llena, ¿no eres ya tú mi Dios?...
siéntese en el festín de la alegría ¡ Mi labio calla,
espectro el corazón, ebrio de pena. y al frenético trueno de la orgía
mi carcajada de dolor estalla!...
¡Suene el laúd y desparramen flores!...
Y agonizando del placer en brazos, ¡ Oh! yo bien sé que si dijera al mundo
escupamos la cara a los dolores lo que el dolor desesperado calla,
con la sangre del alma hecha pedazos. si dejara escapar el ¡ ay! profundo
del tempestuoso corazón que estalla;
¿No es mejor levantar a los placeres
un insolente altar, a pleno día, sí; yo bien sé que réprobo y blasfemo
y llamar.^, por su nombre a las mujeres la austera sociedad me llamaría,
y saber lo que son en una orgía, y del llanto de fuego en que me quemo
el corazón, la sociedad reiría.
que envilecer el alma y estrecharla
a un pobre culto que jamás la encierra, La sociedad... la sociedad... Perdida
y a todo su pesar, arrodillarla meretriz que de diosa se disfraza...
ante mezquinos ídolos de tierra?... _ Al través de mi copa enardecida
la veo pasar con su risible traza.
¡ Oh! si el alma es la luz, la llama santa Con su rico tesoro de pobreza,
que al soplo del Señor queda encendida, con el llanto y dolor de sus placeres;
¿por qué no de este fango se levanta veo fealdad al través de su belleza,
en que yace tan ruin y envilecida? al través de sus ángeles... mujeres.
¿ Dónde está el Dios que enalteció su hechura Los hombres con su honor y su decoro,
y vió su imagen complacido en ella? con su virtud las púdicas doncellas...
Empapada de infamia y amargura Ellos no tienen más honor que el oro,
está la tierra que el humano huella. oro que compra la virtud de aquéllas.
¡ Dios... el Señor!... Su maldición escrita ¿En dónde está el Poeta, sacerdote
está en mi frente doblegada al suelo... implacable y severo de la idea,
Desde esta tierra de pasión maldita que en tu carne crujir haga el azote,
no alcanzo a verle en su dichoso cielo. - ¡ oh! sociedad hipócrita y atea?

Incomprensible Ser, cuando te invoco, El poeta para ti sólo es un paria;


¿es que te busco?... ¿que tus iras temo?... pero ignorado Prometeo del suelo
Yo no lo sé... Perdóname si loco en su alma llfeva inmensa y solitaria
en el delirio del sufrir blasfemo. la sacra lumbre que robara al cielo.
El poeta, el soñador, el rey proscrito,
hijo del pensamiento y la visión,
cruza la tierra y marcha al infinito
a solas con su ideal en la Creación.
En alas de sus sueños vagabundos,
espíritu de amor va de él en pos, LAS ESTRELLAS
y rota la cortina de los mundos
le busca allí donde se busca a Dios. Á D. ANTONIO FÉRNÁNDEZ MERINO

¿Sois p u p i l a s de D i o s , blancas estrellas?


jHurra!... ¡bebed!... En la impasible senda
de la vida, tocamos con la nada;
levantemos, viajeros, nuestra tienda,
y pongamos ya fin a la jornada.
Amo la noche; el corazón ansia
¡ Hurra!... ¡ bebed!... En deliciosos lazos sus sombras y su calma.
el importuno día nos halle presos... Para el mundo y los hombres es el día,
¡ Hurra!... ¡ bebed!... ¡ El choque de los vasos la noche y su misterio para el alma.
sea la música ardiente de los besos!
Cubrir parece el tenebroso velo
¡Vino!... ¡más vino aun!... un mundo que no existe,
¡ Aquí está el día!... el pensamiento se levanta al cielo
Sol que la tierra miserable alegras, profundamente religioso y triste.
al opacar las luces de la orgía
tornas las horas de mi vida negras!
Errante vaga y se dilata y sube
hasta el dosel inmenso,
IK como en los templos del Señor la nube
aromática y pura del incienso.

Que templo es la Creación, templo bendito


del dios de los mortales;
llena su inmensidad el infinito
y se sienta el Misterio en sus umbrales.

¿Dónde está Dios?—-pregúntase burlando


el hombre miserable
del torpe mundo en el turbión nefando.—
¿Dónde está Dios? ¡ Que se revele y hable!
PASIONARIAS

Y es verdad, es verdad... a la impureza Está en la soledad, cuando natura,


y al orgullo del hombre al parecer inerme,
esconde al parecer Naturaleza bajo las alas de la niebla oscura
la presencia de Dios y hasta su nombre. en el regazo de la Noche duerme

¿Dónde está Dios?—Dejad vuestros salones Yo he sentido pasar cual de su aliento


do alumbra esa bujía, la llama abrasadora,
que parece que ve nuestras pasiones en la tormenta que dispersa al viento
y tiembla y se avergüenza ante la orgía. la legión de las nubes voladora.

Dejad la cárcel y el estrecho muro Y cuando tempestad en lo infinito


de la ciudad ruidosa, flamígera pasea,
y la vista tended al cielo oscuro paréceme leer su nombre escrito
donde reina la noche silenciosa. del rayo en el zig-zag q u e centellea;

Allí su trono está. Dulces y bellas pero nunca te vi, nunca, Dios mío,
cual flores de topacio, como al tender su velo
cintilan temblorosas las estrellas ja noche en las llanuras del vacío;
en los oscuros campos del espacio. la tierra olvido y me remonto al cielo.

Mundos de oro de luz ruedan sin nombre Ante él, entre la sombra, solitario
en aparente calma, siento que espero y creo:
como los sueños del amor del hombre el cielo de la noche es el santuario
en la infinita soledad de su alma. mi Dios, mi eterno Dios, donde-te veo.

Pero Dios está allí... Yo le he buscado Cada astro, de tu nombre es una letra
al pie de los altares, cada rumor te nombra;
yo su nombre magnífico he escuchado allí me hablas, Señor, allí penetra
en el ronco retumbo de los mares. tu incomprensible espíritu mi sombra

Yo, cuando aurora sus celajes tiende


del cielo americano
en el diáfano azul, quien los enciende
creo que es de Dios la luminosa mano.
M A N U E L M. FLORES

¿ Dónde entonces están la tierra triste,


el hombre y su delito?
E l mundo de los hombres ya no existe...
estoy solo con D i o s en lo infinito.

Solemnes v a n las horas y tranquilas;


y en tanto que asi velo,
me miran cintilando esas pupilas
que llamamos estrellas, desde el cielo.

t m ^ P*BTE

E l alma e n p r _ ... ... -


E c o s -- ••• " ... ...
Visión--• ••• ... —
M'v s u e ñ o - - • . . . .•- ••• •

Pensar, a m a r - - .......
A d o r a c i ó n - - "" . ... -
Amémonos- - - ... ... - -
Pasión- - — C u a n d o m e deias- •
E n el baño. ^
Tarde serena- - . ... ...
Nupcial- - y ^ - i
MANUEL M. FLORES

¿ Dónde entonces están la tierra triste,


el hombre y su delito?
E l mundo de los hombres ya no existe...
estoy solo con D i o s en lo infinito.

Solemnes v a n las horas y tranquilas;


y en tanto que asi velo,
me miran cintilando esas pupilas
que llamamos estrellas, desde el cielo.

t m ^ P*BTE

E l alma e n P r j g g j jg -
E c o s -- ••• " ... ...
Visión--- ••• ... .-- —
M'v sueño- - • ... .•• ••• •

Pensar, a m a r - - .......
adoración--- - " ... ... ... -
Ornémonos- - - ... ... - -
Pasión.- - — c ; a n d o m e dejas-- •
E n el baño. ^
Tarde serena- - .. ... ...
Nupcial- - y ^ - i
ÍNDICE

Págs.
B a j o las palmas...
A los niños... 207 —-
Besos
El artista 212
Adioses
¡ A las armas! 215
Ausencia
A los alumnos del colegio del Estado 224 —
Soñando E n la Exposición industrial de Puebla 229
T u imagen . Pintura al pastel 2-34
A Rosario.—Ven. En el álbum de Pepe... ¿a* ... 237
Nuestro amor... .
Juanita ... ... . . v „ . ... 238
Horas dispersas..
En un ejemplar de «La Divina Comedia».. 238
A la sociedad literaria «Rodríguez Galván» 239

CUARTA PARTE

Guirnalda.—La Fortuna..
Las flores Insomnios.-—La noche ... 245
Lirio... Mis sombras ... ... 24íT
Sensitiva Horas negras : 9^2
Ramillete María - - -. '254
Pasianaria Mi padre muerto
R o c í o . — F l o r e s marchitas A media noche g64
Abrojos
•••• ÉO
Reminiscencias.. L a s estrellas... . . . . . . 277
El alma en flor
Vivir
Amistad
Adiós
Stella ;
El ángel del hogar

)]

También podría gustarte