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EL PRINCIPIO DE LA BUENA FÉ EN MATERIA CONTRACTUAL EN EL

SISTEMA COLOMBIANO

KAREN CEUDY NORELA BORDA GORDILLO


CLAUDIA MILENA TARAZONA FLECHAS

ENSAYO

DOCENTE:

YENNY ALEXANDRA SUÁREZ

UNIVERSIDAD DEL TOLIMA

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y ARTES

PROGRAMA DE DERECHO

IBAGUÉ – TOLIMA

2019

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CONTENIDO

Pág.

INTRODUCCIÓN___________________________________________________3

1. EL PRINCIPIO DE LA BUENA FÉ EN MATERIA CONTRACTUAL EN EL


SISTEMA COLOMBIANO____________________________________________4

2. CONCLUSIONES ________________________________________________9

BIBLIOGRAFÍA___________________________________________________10

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INTRODUCCIÓN

El principio de buena fe en materia contractual, con el transcurso del tiempo ha


sido uno de los principios fundamentales para la esencia del derecho en el sistema
colombiano, esta se encarga de desarrollar unas pautas al momento de ejecutar
una relación jurídica, es un deber de los sujetos proceder con lealtad, de tal
manera que en el Artículo. 83 de la constitución política colombiana, se protege
como un mecanismo para conseguir la seguridad en la vida de los negocios y
relaciones entre las personas y de éstas con el Estado.

Por ende, este principio constitucional, hace alusión que la fe se presume, es


decir, la ley presume que todas las personas actúan de buena fe, son deberes
necesarios y obligatorios, brindar asesoría a la parte contratante porque un
contrato es una herramienta que proporciona regocijo en las disposiciones
individuales de cada uno de los contratantes. La buena fe nace en la
jurisprudencia como un reglamento de naturaleza genérica, orientada a eludir,
inhabilitar y punir actos improcedentes, para evitar que se presente estas
situaciones, la jurisprudencia constitucional dispone de límites a la buena fe e
integra el ejercicio de los derechos y libertades fundamentales.

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EL PRINCIPIO DE LA BUENA FÉ EN MATERIA CONTRACTUAL EN EL
SISTEMA COLOMBIANO

El principio de la buena fe en el derecho colombiano es de amplia aplicación, y es


protegido por la ley para que se cumplan con las obligaciones que de él emanan a
cabalidad, sin embargo, ¿es éste principio cumplido a cabalidad?, Podemos ver
que de acuerdo a la normatividad, el principio de la buena fe está establecido para
comenzar a operar desde la etapa pre contractual hasta la culminación del
negocio, sin embargo, se piensa en muchas ocasiones que el principio únicamente
aplica durante la etapa contractual, y que además, no es necesario considerarlo
en cada etapa de la negociación, sino únicamente en la celebración del contrato
que genera las obligaciones.

Como se indica en la doctrina, la buena fe es obligatoria para las partes que


celebran un contrato, “como si la obligación le fuera impuesta por la ley”. [ CITATION Lar
\l 3082 ], por lo que se entiende que se debe dar aplicación a esta en todas las
etapas del contrato y del negocio jurídico, además, se debe interpretar como un
sub contrato que establece otro tipo de obligaciones entre las partes de acuerdo al
contrato del que emana, por ello, es muy importante recalcar su aplicación y velar
por su cumplimiento.

Según la jurisprudencia, podemos ver que el principio de la buena fe, más que un
postulado, se ha convertido en un principio constitucional, que implica nuevas
obligaciones entre las partes, la Corte constitucional plantea:

La Corte Constitucional ha considerado que en tanto la buena fe ha pasado de ser un


principio general de derecho para transformarse en un postulado constitucional, su
aplicación y proyección ha adquirido nuevas implicaciones, en cuanto a su función
integradora del ordenamiento y reguladora de las relaciones entre los particulares y entre
estos y el Estado, y en tanto postulado constitucional, irradia las relaciones jurídicas entre
particulares, y por ello la ley también pueda establecer, en casos específicos, esta
presunción en las relaciones que entre ellos se desarrollen. [ CITATION Cor4 \l 3082 ]
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Como se observa, la Corte Constitucional le da una gran importancia a la
aplicación de este principio, por ello, se hace pertinente preguntarse qué tanto se
aplica este principio en la actualidad, y que mecanismos contempla la ley para
velar por su aplicación y castigar a aquellas partes que no cumplan con sus
obligaciones de acuerdo al principio de la buena fe, vemos que en la legislación
Colombiana, se consagran diferentes sanciones tanto civiles como penales debido
a la mala fe, y que además, en ciertas actuaciones, este tipo de conductas
generan una agravación en las penas o multas e indemnizaciones de perjuicios
por los daños causados a la parte afectada, pero a pesar de todo ello, en la
práctica sucede que se presentan múltiples actuaciones en las que alguna de las
partes, no está actuando de acuerdo a la buena fe, y no se puede probar por
diversas circunstancias, siendo una de las más evidentes, el hecho de que la
buena fe sea una presunción en las actuaciones de los particulares y del Estado,
por ello, ¿es pertinente en el contexto social actual que sea presumida la buena fe
en las actuaciones de los particulares?, o por el contrario, ¿debe modificarse el
ordenamiento jurídico haciendo que esta presunción deje de existir?, para
responder esta pregunta, podemos basarnos en pronunciamientos de la Corte
Constitucional, la cual ha establecido:

¿Desconoce la presunción de inocencia, prevista en el artículo 29 de la Constitución


Política, la presunción de dolo y culpa que, en los procesos únicos de policía por
afectaciones al ambiente, al patrimonio ecológico y a la salud pública, introduce la Ley
1801 de 2016 y al determinar que, en estos casos, le corresponderá al infractor demostrar
que no está incurso en el comportamiento endilgado? Para responder a este problema
jurídico y, determinar por esta vía la constitucionalidad de la norma demandada, la Corte
pone de relieve, de acuerdo con la jurisprudencia en la materia: (i) el carácter no absoluto
del derecho a la presunción de inocencia, lo que ha permitido, bajo ciertas condiciones, la
aceptación de (ii) presunciones de dolo y culpa, como formas constitucionales de
responsabilidad subjetiva. Para la Sala, al tratarse de una norma que no incluye una
presunción de responsabilidad, construida a partir de la lógica y la experiencia, razonable
y proporcionada a los beneficios que pretende, el artículo 220 de la Ley 1801 de 2016 es
declarado exequible, salvo la expresión “a quién le corresponde probar que no está
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incurso en el comportamiento contrario a la convivencia correspondiente” que, como
quedó explicado (Supra numeral 34), es expulsada del ordenamiento jurídico por
contrariar el artículo 29 de la Constitución Política, al relevar a la autoridad administrativa
de la carga de la prueba de la realización del comportamiento y de su imputabilidad
fáctica. [ CITATION Cor5 \l 3082 ]

De acuerdo al planteamiento de la Corte, hay ciertos casos en los cuales se


plantea la no aplicación de este principio en todos los casos, sin embargo, en
materia contractual, al ser un aspecto de carácter civil, en el cual el Estado no
intervendrá a menos que se presente querella por parte de quien este legitimado
en la causa, no se puede prevenir que haya fallas en la aplicación del principio, ni
se puede controlar a cabalidad que sea respetado en todos los aspectos
contractuales, por ejemplo, cuando se presenta aprovechamiento del error ajeno,
siendo esto una oportunidad para que aquellas personas con intenciones
inescrupulosas, saquen provecho del error que les beneficie por parte de su
contraparte, siendo un hecho que la mayoría de la población, de acuerdo a su
idiosincrasia, nivel de educación y valores, no dejará pasar la oportunidad de
sacar ventaja de este tipo de error, ¿es realmente conveniente aplicar éste
principio indiscriminadamente en materia contractual? De acuerdo a lo que hemos
podido ver hasta ahora, se hace bastante improbable que se presenten cambios
en la cantidad de casos de mala fe en los negocios jurídicos, por lo que, hasta el
momento, consideramos que el principio de la buena fe, cumple de manera
ineficaz con las garantías que el Estado debe brindar a sus ciudadanos, pues si
bien es cierto, la credibilidad y buen nombre, son derechos de los que la población
merece disfrutar, el Estado deja en cierta desventaja a aquellas partes que se ven
afectadas por la actuación de mala fe de su contraparte, pues el Estado, no
invierte recursos en políticas de educación que refuercen los valores de los
ciudadanos en pos del cumplimiento del contrato social al cual están sujetos al ser
parte de nuestra sociedad, siendo esto, una gran desventaja para aquellas partes
dispuestas a negociar de manera transparente, pues no se pueden evidenciar
proyectos que propendan por mejorar las actuaciones de los particulares,
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haciendo que el Estado, en cierto modo, tenga una imagen paternalista y
proteccionista, descuidando a los ciudadanos que actúan de buena fe, y
garantizando los derechos de aquellos que omiten este principio, por encima de
aquellos que lo aplican en sus actuaciones.

Por ejemplo, podemos ver en una sentencia proferida por la Corte Constitucional,
que el principio de la buena fe, es fundamental, pero debe verse desde una
perspectiva objetiva, teniendo así, que beneficie a todas las partes involucradas en
la actuación.

Encuentra la Corte que no desconoce el principio de buena fe (art. 83 CP) la norma según
la cual puede demandarse la revocación o simulación de los negocios celebrados por el
deudor durante los 18 meses anteriores al inicio de un proceso de reorganización
empresarial, cuando no aparezca demostrado que el adquirente, arrendatario o
comodatario obró de buena fe. En consecuencia, declarará exequible, por el cargo
analizado en esta sentencia, el numeral 1º del artículo 74 de la Ley 1116 de 2006, “por la
cual se establece el Régimen de Insolvencia Empresarial en la República de Colombia y
se dictan otras disposiciones”. [ CITATION Cor6 \l 3082 ]

Anteriormente, vemos como la Corte, plantea que aquellos que deseen revocar
aquellos negocios con empresas en proceso de reorganización, no vulnera el
principio de la buena fe, lo cual, es una medida que acerca cada vez más a un
equilibrio de la protección que se da a cada una de las partes en un contrato,
puesto que no se debe desconocer, que muchas empresas, realizan estos
procesos con el fin de declarar su insolvencia y así, librarse de las cargas
financieras que no desea pagar, incluso teniendo el capital suficiente como para
cubrir sus obligaciones.

Teniendo en cuenta esto, se puede ver como la buena fe, tiene bastante más
extensión en cuanto a su aplicación a favor de quien podría realizar una actuación
fraudulenta, y menos mecanismos para quienes se verían afectados en tal caso,

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por lo que se debe buscar que se equilibren las cargas que ambas partes llevan y
que se haga de acuerdo a la ley en sus actuaciones a nivel civil o comercial.

De acuerdo a la autora Martha Lucía Neme, “la buena fe otorga especial realce al
deber de información que se deben las partes como manifestación de los deberes
de corrección y lealtad exigibles en todo trato negocial” , por lo cual si bien es
cierto que el Estado no ha concebido llegar a una reeducación de la población
para preparar mejor a sus ciudadanos para llevar unas actuaciones de acuerdo a
derecho, tampoco ha dejado de lado totalmente los mecanismos que podrían
significar una protección para ambas partes, pero incluso aquí, se puede
evidenciar que la parte débil en la negociación, depende de su diligencia para
solicitar la información pertinente con el fin de llegar a una buena negociación, lo
que hace que se presenten múltiples inconvenientes relacionados con el propósito
principal, que es la protección de las partes, y las actuaciones conforme a
derecho, pues, incluso siendo la parte débil diligente, pueden presentarse
falsificaciones en la documentación proveída por aquella parte a quien se le
requiere, teniendo de este modo que, nuevamente considerar, ¿ es conveniente
en nuestro contexto social que se presente la presunción de buena fe en material
contractual?

Finalmente, consideramos que no es pertinente que se presente la presunción de


la buena fe en materia contractual, en el contexto social en el cual nos
desenvolvemos, sin restricciones y sanciones de peso, que garanticen en mayor
medida su cumplimiento, y la rectitud en las actuaciones de los particulares y del
Estado, por lo que, se debe replantear de manera objetiva y en consideración al
contexto social colombiano, la aplicación de este principio, y regular de una
manera más extensa sobre él, con el fin de que se equilibre y se dé igual
protección a ambas partes del contrato, sin prelación indirecta por aquella que
tenga superioridad en la negociación.

CONCLUSIONES

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El principio de buena fe es una obligación en todos los contratos, no solo incluye lo
acordado lo estricto del contrato, también abarca todo lo que rodea la naturaleza
del mismo. En materia comercial, administrativa y de sociedad este principio es
fundamental y desprende de él una serie de deberes que garantizan la equidad, la
competencia leal, el buen gobierno corporativo, el manejo adecuado de la
información, la protección al consumidor, calidad de bienes y servicios, entre otros.

La presencia de este principio debe estar implícita en todos los momentos del
contrato, desde su concepción, celebración y periodo post-contractual, y su
aplicación debe ser evaluada de forma integral para todas las partes del contrato.
La relación jurídica y contractual, obliga a la administración pública y a los
particulares contratistas a ceñirse a las exigencias éticas que surgen de la
confianza mutua durante el proceso del contrato, estableciendo límites claros entre
el administrador y el administrado.

Aunque la buena fe no se estipula dentro del contrato, esta tiene la capacidad de


crear reglas permanentes dentro del mismo (lealtad, cumplimiento, honestidad,
etc.) y también es dinámica, ya que a medida que avanza lo acordado, la buena fe
se extiende hacia las eventualidades que puedan presentarse, convirtiendo así
este principio en creador de reglas.

BIBLIOGRAFÍA

9
Neme Villareal, M. L. (2006), p. 93. El principio de buena fe en materia contractual
en el sistema jurídico colombiano. Revista de Derecho Privado N11.

Largo Taborda, A. (2012), p. 41. Tensión entre la autonomía privada y la buena fe


en la contratación privada contemporánea. Medellín: Universidad de Antioquía.
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.

Corte Constitucional, Sentencia C-1194/08: M.P: Dr. Rodrigo Escobar Gil, 2008.

Corte Constitucional, Sentencia C-527/13: M.P: Dr. Jorge Iván Palacio Palacio,
2013.

Corte Constitucional, Sentencia C-225/17: M.P: Dr. Alejandro Linares Cantillo,


2017.

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