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Historia clínica

Nombre: Vincent van Gogh

Sexo: masculino

Fecha de nacimiento: 30 de marzo de 1853

Lugar de nacimiento: Zumbert, Holanda

Escolaridad: Estudio 2 años en la secundaria King Willem II, Posteriormente estudio teología
(Lugones, 2006)

Ocupación: Pintor

Estado civil: Soltero

Religión: protestante

Nivel socioeconómico: Bajo

Biografía breve descripción de las patologías que padeció Vincent van Gogh

Vincent van Gogh Nació el 30 de marzo de 1853. Hijo de un austero y humilde pastor protestante
neerlandés llamado Theodorus y de su mujer Anna Cornelia, Vincent recibió el mismo nombre que
le habían puesto a un hermano que nació muerto exactamente un año antes. El 1 de mayo de
1857 nació su hermano Theo y ambos tuvieron cuatro hermanos más: Cornelius Vincent,
Elisabetha Huberta, Anna Cornelia y Wilhelmina Jacoba.

Desde muy joven mostró un carácter difícil y un temperamento fuerte. Tras abandonar los
estudios y después de un año en Zundert, van Gogh empezó a trabajar en 1869, a la edad de 16
años, como aprendiz en Goupil & Co. (más tarde Boussod & Valadon), una importante compañía
internacional de comercio de arte de La Haya de la que su tío Vincent fue socio.9 Se adaptó
bastante bien a esta nueva vida, llegando a escribir:

Es un negocio maravilloso. Cuanto más tiempo se trabaja en él más ambicioso se vuelve uno.

Cuatro años después fue trasladado a Londres para suministrar obras de arte a los comercios del
lugar y fue allí donde tuvo un primer contacto con Eugenia, hija de Úrsula Loyer, patrona de la
pensión donde se hospedó. Se enamoró de ella, pero la chica estaba comprometida y lo
rechazó.10 En 1874, un año después de su estancia en Londres, pasó las vacaciones en familia en
Helvoirt y confesó su malestar por Úrsula. Vivió aislado, leyendo libros religiosos y perdiendo el
interés por su trabajo.6

En mayo de 1875 fue destinado a París, donde creció su amor por el arte. En una exposición de
dibujos de Jean-François Millet comentó:

Cuando entré en la sala del hotel Drouot, donde estaban expuestos, sentí alguna cosa como:
descálzate porque el suelo que pisas es sagrado.11
El 10 de enero de 1878, en una carta dirigida a su hermano Theo, comunicó que había sido
despedido de la galería de arte y que tendría que irse el 1 de abril.12 El despido fue debido a que
interponía sus gustos personales sobre las ventas que debía hacer. Sin embargo, en Boussod &
Valadon se quedó su hermano Theo, cuatro años menor que él, que trabajaría allí desde 1873
hasta su muerte y sin cuya abnegación nunca hubiera sido posible la corta e intensa carrera
artística de su hermano mayor. Su familia le propuso que abriera él mismo una galería, donde
podría ofrecer la clase de pintura que él escogiera. Rechazó la idea y más tarde insistió a su
hermano, también marchante de arte, para que dejase su trabajo ya que «el comercio de arte era
una farsa».13

Religión

A finales de marzo de 1876 regresó a Inglaterra, donde permaneció dos años. Por aquel tiempo,
Van Gogh aumentó su fanatismo religioso. Le entusiasmaba la lectura de la Biblia, y La imitación
de Cristo de Tomás de Kempis. Después de estar un tiempo como maestro auxiliar en Ramsgate,
empezó a trabajar en Isleworth como ayudante del predicador metodista Jones, donde llegó a
subir al púlpito de la iglesia y leer un sermón que se había preparado escrupulosamente. Sobre
este primer sermón existe una copia que envió a su hermano Theo con frases como:

Cuando me encontraba en el púlpito, me sentía como quien desde una oscura cueva subterránea
vuelve a salir a la plena luz, y es maravilloso pensar que, desde ahora, predicaré el Evangelio por
todo el mundo.

Pasó unos seis meses en Dordrecht como empleado de una librería, y en mayo de 1877 se trasladó
a Ámsterdam donde quiso hacerse teólogo. Tuvo que desistir y también abandonar sus deseos de
entrar en una escuela metodista. Fue rechazado por no saber ni latín, ni griego, y su dificultad para
hablar en público, aunque realmente el motivo era su falta de subordinación. Cada vez le era más
difícil adaptarse a un cierto orden y someterse a alguien que le dirigiese.14

En 1879, compadecidos por su profundo fervor, fue enviado como misionero a la región de Mons,
a las minas de Borinage, en Bélgica, donde en condiciones extremadamente duras realizó durante
22 meses un trabajo evangelizador entre los mineros de la zona. Pero con su fanatismo lo que
conseguía era que le llegaran a temer. Dormía en una pequeña barraca y su estado se degradaba
cada día más. Además, repartía entre los pobres lo poco que tenía. Decía que estaba obligado a
creer en Dios para poder soportar tantas desgracias. Sus superiores decidieron entonces enviarle a
Cuesmes, permaneciendo un año completo en una absoluta pobreza y en contacto con los
mineros, por los que sentía una gran simpatía:

Los carboneros y los tejedores siguen constituyendo una raza aparte de los demás trabajadores y
artesanos y siento por ellos una gran simpatía y me sentiría feliz si un día pudiera dibujarlos, de
modo que estos tipos todavía inéditos o casi inéditos fuesen sacados a luz.15

Después se le suprimió el pequeño sueldo que recibía. Ante todo esto, siguió los consejos de su
hermano Theo, del que ya estaba recibiendo ayuda económica, y decidió dar un cambio a su vida y
dedicarse a la pintura.

Durante la infancia acudió a la escuela de manera discontinua e irregular, pues sus padres le
enviaron a diferentes internados. El primero de ellos en Zevenbergen en 1864, donde estudió
francés y alemán.6 Dos años después se matriculó en la escuela secundaria HBS Koning Willem II
(Tilburg) viviendo con la familia Hannik en la calle Sint Annaplein 18-19 y permaneció allí hasta que
dejó los estudios de manera definitiva a los 15 años.7 Allí nació su afición por la pintura, aunque
durante el resto de su vida se enorgulleció de ser autodidacta.

Sobre su infancia, Vincent van Gogh comentó: «Mi juventud fue triste, fría y estéril».8Después de
la lectura de la patografía de Vincent van Gogh con la clave de una psicosis cicloide,presentaremos
y discutiremos críticamente los diagnósticos más importantes que han sido propuestos para su
enfermedad.

El primer diagnóstico y probablemente el más importante es el de una epilepsia, propuesto por el


director de la clínica en Saint Remy, el Dr. Peyron, al recibir al artista. Otros autores apoyaron más
tarde ese diagnóstico. Así, por ejemplo, Evenson observó que una manía con alucinaciones
terroríficas coincidía plenamente con la definición de epilepsia como enfermedad fundamental de
aquella época. A decir verdad, Evenson no ofreció ningún argumento en favor de ese diagnóstico,
pero lo mantuvo porque una parálisis progresiva o una dementia praecox le pareció improbable.
Señaló sin embargo que durante toda la internación en Saint Remy no se observó ningún ataque
convulsivo epiléptico. (7)

Gastaut(10) sostuvo que la enfermedad era una epilepsia psicomotora; Morrant(23) afirmó que se
trataba de una epilepsia temporal lobular, pero se apoyó en la afirmación, que no aclaró en ningún
lado, de que los episodios en Saint Remy, al contrario de la primera manifestación en Arles, eran
ataques. Sin embargo, el curso de los episodios permite suponer que la denominación de “ataque”
fue utilizada por Vincent y el Dr. Peyron en razón del comienzo abrupto. Morrant indicó luego un
cuadro clínico perturbado (clouded), lo que no se corresponde con las informaciones de los
documentos históricos, pues los síntomas no eran equívocos, sino variados, como este mismo
autor lo observó más adelante. Como argumento principal a favor de una epilepsia, Morrant
ofreció una pérdida de la conciencia; sin embargo, ese síntoma no se encuentra ni en las cartas de
van Gogh ni en las notas del Dr. Peyron; de la misma manera, la amnesia a que se refiere se
presentó durante los episodios como recuerdo vago y confusión, pero no como pérdida completa
de la conciencia.(7, 29) A Morrant le resultó difícil unificar la sintomatología bajo un único
diagnóstico y en sus conclusiones debió presentar nada menos que cinco diagnósticos para
explicar la enfermedad psíquica del pintor (epilepsia compleja-parcial, insolación, intoxicación con
terpentina, perturbación de la personalidad, depresión y enfermedad maníaco-depresiva). Este
autor sólo pudo ofrecer como evidencia de la enfermedad epiléptica el carácter de “ataque”, la
sintomatología “poco clara” y la perturbación de la conciencia. No se discutió para nada el hecho
de que los “ataques” de van Gogh en Saint Remy tuvieron una duración de hasta dos meses y
estaban acompañados de perturbaciones del sueño, pesadillas y alucinaciones que Vincent
recordaba más tarde, y que esos síntomas oscilaban de instante a instante entre la conciencia
clara y los pensamientos delirantes excitados. Es imposible relacionar este modelo con una
epilepsia ni con perturbaciones postictales de la conciencia. A la misma conclusión llegaron Lemke
y Lemke, que analizaron el intercambio epistolar de Vincent con su hermano y la obra artística.
Pudieron demostrar que después de la irrupción de la enfermedad la capacidad creadora de
Vincent siguió desarrollándose no sólo cualitativamente, sino también cuantitativamente, lo que
sería difícil de relacionar con una causa psicoorgánica. Sin embargo, estos autores no propusieron
un diagnóstico final. (18)
Arnold explicó el abuso del ajenjo o un craving por el pineno, el alcánfor y la terpentina como una
posible causa de la enfermedad de Vincent.(3) Como apoyo de su tesis alegó que van Gogh había
ingerido colores y había sufrido excitaciones, así como ataques epilépticos. Contra esta tesis habla
el hecho de que los Dres. Peyron y Rey nunca mencionaron el abuso del ajenjo como diagnóstico,
a pesar de que en esa época ocurría en Arles cinco veces más que en el resto de Francia. (23)
Muchos otros argumentos hablan en contra de la génesis tóxica: para suponer un craving y una
enfermedad abrupta y psicoorgánica debería probarse un abuso consistente y continuo del ajenjo
o de la terpentina. Semejante abuso, en el caso de ser posible, no hubiera pasado desapercibido
en Saint Remy y habría causado un daño continuo de la fuerza creadora y un cambio de la
personalidad. A decir verdad, el Dr. Peyron informó sobre la ingestión de colores, pero en relación
con los episodios de la enfermedad. (7) En ningún lado se encuentran indicios de una conducta
semejante al craving. Si Vincent hubiera continuado abusando, su constitución no hubiera sido
sana y fuerte, como comprobó su cuñada al ser dado de alta en Saint Remy. Incluso la única
explicación posible de un ocultamiento de la adicción con una deshabituación exitosa en Saint
Remy, que ni siquiera los defensores de esta tesis consideraron, se debilita por las fases de la
enfermedad que aparecieron poco tiempo antes de ser dado de alta.

Arenberg y col. interpretaron la automutilación de van Gogh como indicio de que había sufrido de
tinnitus y probablemente de un morbus menière.(2) Los autores llegaron incluso a considerar
como indicio de un Nystagmus las alucinaciones ópticas sobre las que informó van Gogh. Esa
versión fue criticada porque descuidaba importantes aspectos de la enfermedad y se basaba en
una valoración tendenciosa de síntomas aislados. (5, 8, 9) Además hay que tener en cuenta la
interpretación parcial de Arenberg del término francés “vertige” como “mareo” (Schwindel), que
se utilizó para los ataques del pintor en la traducción francesa de sus cartas escritas al principio en
holandés. En francés “vertige” significa tanto “embriaguez” (Rausch) como “desorientación”
(Verwirrung). Sobre todo, habla en contra de un morbus menière el hecho de que van Gogh nunca
mencionó en sus cartas ruidos auditivos que indicaran un tinnitus. Más bien informó sobre voces y
visiones, es decir, sobre alucinaciones complejas y estructuradas que no se pueden armonizar con
un morbus manière. Por último, quedan sin explicar por este diagnóstico las ideas delirantes, el
afecto cambiante, los giros religiosos “absurdos”, las fases de felicidad y de entusiasmo.

El diagnóstico de una porfiria intermitente es más bien una curiosidad. (15) También esta
interpretación, que presupone ataques de dolor de estómago, fastidio, anorexia, angustia y
alucinaciones, carece de base en los documentos sobre la enfermedad de van Gogh. La
observación de que no pudo comer durante un ataque a causa de un malestar estomacal (el autor
no ofrece el número de ninguna carta para esta cita, de manera que el pasaje no pudo ser
encontrado para la presente investigación), seguramente no justifica esa interpretación. Los
accesos de entusiasmo, los delirios, las alucinaciones y la perturbación del sueño con angustia, así
como el rápido cambio de la sintomatología en el término de instantes no se pueden explicar por
medio de una porfiria. Tampoco en las notas del Dr. Peyron se encuentran indicios de los síntomas
físicos de una porfiria.

A decir verdad, se explicó muchas veces una intoxicación con digitalis,(4, 16, 17, 25) pero el
estímulo para esa interpretación surgió más bien a causa de las interesantes analogías entre los
síntomas de una intoxicación con digitalis y aspectos parciales de la obra del artista. A pesar de
que el digitalis era utilizado ocasionalmente en aquella época para el tratamiento de las epilepsias,
(17) van Gogh mencionó un tratamiento con bromo y alcánfor, no con digitalis. Asimismo, los
apuntes del Dr. Peyron no contienen indicaciones para esa terapia. Aun cuando van Gogh haya
sido tratado con digitalis después de la manifestación de su psicosis, eso no explica la irrupción de
la enfermedad ni la sintomatología, y menos aún los cuadros correspondientes (por ejemplo, el
Café nocturno) que surgieron antes de la irrupción de la psicosis, es decir, en el verano de 1888.
Por eso la mayoría de los autores llegaron a la conclusión de que la elección de los colores era una
elección artística de van Gogh.(4, 17) Incluso se propuso utilizar los cuadros correspondientes de
van Gogh sólo como sostén de la memoria, para recordar que el digitalis puede provocar
xantocromatopsia.

La hipótesis de una esquizofrenia fue favorecida sobre todo en la década de 1920, pero más tarde
se dejó de sostenerla seriamente. Propuesta por Jaspers en 1924, se basaba en informaciones
incompletas sobre la vida de van Gogh;(14) otros sostenedores de esa teoría fueron Schilder,(27)
Westermann-Holstijn(33) y Riese.(26) Jaspers supuso una esquizofrenia en base a un número,
como él mismo se lamentó, limitado de documentos biográficos y de historia del arte que lo
motivaron a ver en los cuadros de los últimos meses un engrosamiento de las líneas. De todas
maneras, el mismo Jaspers escribió respecto de ese análisis personal de la obra: “Creo que mis
observaciones son muy pobres porque me falta una formación artística, artesanal y científica; y
me resulta doloroso no poder realizar por falta de material suficiente una investigación que me
parece esencial”. En su consideración final reconoció que “el hecho de haber mantenido
totalmente la capacidad crítica y la disciplina, a pesar de unos ataques psicóticos tan violentos,
durante dos años, no era usual en la esquizofrenia, pero era posible”. Por “escrupulosidad
psiquiátrica” señaló “el mínimo de inseguridad que había en el diagnóstico de van Gogh, al
contrario de Hölderlin y Strindberg”.(14)

Seguramente que, si utilizamos un concepto tan amplio de esquizofrenia como el que utilizó
Jaspers, deberemos pensar en ese diagnóstico. Sin embargo, el curso y la sintomatología
transversal siguen siendo no típicos, tal como debió comprobarlo el mismo Jaspers. En cambio, es
paradigmática para este dilema la consideración de Riese, que en su análisis llegó al juicio
comprensivo de que van Gogh “sufrió una enfermedad mental que se manifestaba con ataques.
Durante esos ataques el artista estaba desorientado, excitado-angustiado y tenía alucinaciones. El
primer ataque se produjo en forma aguda y repentina. En el tiempo entre los ataques van Gogh
estuvo mentalmente indemne y con una gran visión de la enfermedad”. A pesar de esta
descripción de un curso fásico con excitaciones del afecto predominantes y remisión total, Riese se
adhirió a la interpretación de Karl Jaspers y propuso una esquizofrenia como el diagnóstico más
plausible. Como indicio ofreció entre otras cosas las dificultades de Vincent en la estructuración de
la vida diaria con la búsqueda de un marco protector (“servicio militar u hospital”).(26) Sin
embargo, ese marco no fue buscado por el mismo Vincent, sino que le fue aconsejado por sus
amigos y su hermano Theo (“¡Dios mío, entonces voy a Saint Remy!” (3/5/89, 576, 590); los
problemas en la vida diaria se referían sólo a los estados de agotamiento postremisivos.

En algunos posicionamientos se diagnosticó, desde el punto de vista psiquiátrico, más bien una
enfermedad afectiva fásica. Así, Hemphill llegó a la conclusión de que van Gogh sufría de una
enfermedad maníaco-depresiva. Sin embargo, este autor reconoció que las perturbaciones de la
conciencia y las crisis súbitas no era típicas y postuló por lo tanto adicionalmente un abuso del
ajenjo. (11) Otros sostenedores de la hipótesis de una enfermedad maníaco-depresiva fueron
Perry(24) y Jamison.(13) Así, Jamison señaló que la anamnesis familiar había sido positiva (la
hermana Wilhelmina pasó años en una clínica psiquiátrica y el hermano menor, Cor, se suicidó). A
decir verdad, el autor discutió la duración breve no típica de las fases de la enfermedad, pero las
relacionó con el diagnóstico de una enfermedad afectiva. Sin embargo, ese breve análisis no
parece suficientemente detallado respecto del corte transversal y el curso de la enfermedad,
como para asegurar el diagnóstico. En especial quedan sin considerar el comienzo abrupto, el
carácter polimórfico y fluctuante con rápidos cambios del estado anímico, los síntomas psicóticos
y las perturbaciones de la conciencia. Además, no queda claro cuáles fases deben considerarse
como depresiones y cuáles como manías. Tampoco es posible probar la acumulación de las fases
según las estaciones del año propuesta por este autor (diciembre 1888, febrero 1889, agosto
1889, diciembre 1889, marzo/abril 1890, julio 1890). La anamnesis familiar es positiva sólo para las
enfermedades nerviosas, pero no es inequívoca para las enfermedades maníaco-depresivas, y por
lo tanto no puede se considerada como orientadora para la enfermedad de van Gogh, ya que
también son posibles las acumulaciones familiares en las psicosis cicloides.

Para el diagnóstico de una enfermedad maníaco-depresiva vale lo mismo que para una
esquizofrenia: si utilizamos una definición amplia, tendríamos en el DSM-IV una grave
perturbación bipolar de tipo I con episodios mixtos, rasgos psicóticos del estado de ánimo
incongruentes y cambio rápido de las fases (cuatro o más fases por año, 296.64). De todos modos
también aquí se trataría de una casuística inusual en muchos aspectos, con ideas delirantes
incongruentes con el estado de ánimo, alucinaciones, angustia, comienzo abrupto y cambio rápido
en el término de instantes, así como de un autoperjuicio extravagante no suicidal.

Monroe (22) propuso el diagnóstico de una reacción psicótica episódica en base a la


sintomatología y al curso. Sin embargo, en los documentos supérstites la suposición implícita de
una perturbación reactiva no encuentra ningún apoyo. Además, este autor defendió la hipótesis
(incompatible con nuestra comprensión actual de la relación entre psicosis y epilepsias) de que
para la psicosis podrían ser responsables descargas epilépticas en el sistema límbico.

CONCLUSION Y POSIBLE DIAGNOSTICO

Si tenemos en cuenta todas las informaciones a nuestro alcance, sólo una psicosis puede explicar
los síntomas de la enfermedad de Vincent van Gogh. Para suponer una enfermedad orgánica con
la inclusión de una epilepsia psicomotora deberíamos dejar de lado o valorar en forma parcializada
numerosos aspectos de la patografía del artista. La explicación de la psicosis como esquizofrenia,
sobre todo en la década de 1920, como enfermedad maníaco-depresiva en los trabajos más
recientes responde a las corrientes de las convenciones de clasificación actuales. A pesar de eso, la
psicosis de van Gogh no es típica ni para una esquizofrenia ni para una enfermedad afectiva, como
lo reconocen además los sostenedores de esos diagnósticos. La ventaja de la propuesta de Karl
Leonhard consiste en cambio en el hecho de que la enfermedad de van Gogh representa una
casuística típica para una psicosis cicloide de angustia-felicidad y que este diagnóstico se puede
relacionar con todas las informaciones psicopatológicas que se encuentran en los documentos
históricos. A ello responde también el tipo excesivo observado por Leonhard en el campo de las
psicosis cicloides. Además de los pasajes textuales citados por otros autores y por el mismo
Leonhard, se pudieron encontrar nuevos indicios en las cartas y en las obras de van Gogh que
apoyan la interpretación de Leonhard; también es igualmente importante el hecho de que no se
hayan encontrado en las fuentes indicios que contradijeran esa interpretación. En primer plano
encontramos particularmente tristeza y melancolía en los estadíos prodrómicos y en los síndromes
de agotamiento postremisivos, pero no durante los episodios psicóticos agudos.

Otro elemento que debemos agregar como prueba a favor de una psicosis cicloide consiste en que
se cumplen, en base a los datos investigados y para todos los episodios de la enfermedad, los
criterios del diagnóstico correspondiente del ICD-10, es decir, de una perturbación psicótica
polimórifca aguda sin sintomas esquizofrénicos (F23.0). Incluso el largo episodio de marzo/abril de
1890 no contradice ese diagnóstico (véase la Tabla 3, a pesar de que aquí faltan datos más
cercanos y específicos. Sobre todo, coinciden los síntomas “típicos” del ICD-10, es decir, el cuadro
de manifestación polimórfico, así como el comienzo abrupto, considerado importante. Los
criterios de una esquizofrenia no se cumplen en ningún episodio. En base al criterio de un tiempo
mínimo de dos semanas no entra en consideración una perturbación afectiva bipolar mixta: contra
ese diagnóstico habla igualmente el carácter polimórfico de la sintomatología con síntomas
psicóticos. De todas maneras, debemos señalar que en los sistemas cuyos criterios para las
psicosis cicloides son esencialmente más restrictivos (por ejemplo, DSM-IV: breve perturbación
psicótica, cf. 298.8), muchas psicosis de angustia-felicidad o perturbaciones psicóticas polimórifcas
(según el ICD-10) deben incluirse en la categoría de las perturbaciones bipolares como casos no
típicos.

Aun cuando en la vida de este artista extraordinario se encuentren regularidades y elementos


comunes con otros enfermos mentales bajo la forma de síntomas psiquiátricos, tal como hemos
intentado demostrar aquí, su obra, en razón de sus características únicas, escapa a todo análisis
científico-psicológico. Puesto que Vincent van Gogh invitó ocasionalmente en sus cartas a
contemplar determinadas obras también como espejo de su vida espiritual, permítasenos como
conclusión de este trabajo proponer un cuadro poco tenido en cuenta por la historia del arte,
como indicio de que van Gogh sintió en su enfermedad, como dos sentimientos estrechamente
emparentados, los dos polos opuestos de angustia y felicidad, que se encuentran en los rostros de
los niños retratados

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