Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
AEPCP Revista de Psicopatología y Psicología Clínica Vol. 13, N.º 2, pp. 65-84, 2008
Asociación Española
de Psicología Clínica ISSN 1136-5420/08
y Psicopatología
como en el contenido de los síntomas, así como subtipo de TOC), como de evaluación y diag-
en los diferentes patrones de respuesta al trata- nóstico (p.ej., creación y uso de métodos y
miento que no parecen ser explicables apelan- herramientas de evaluación mejores que a su
do únicamente a factores como la comorbilidad, vez proporcionen un mejor conocimiento de
la duración del trastorno, o aspectos de tipo estas manifestaciones del trastorno), y terapéu-
demográfico (vgr., nivel educativo, género, tico (p.ej., detección de aquellos subtipos que
edad, etc.). Es asimismo relativamente frecuen- respondan peor a la terapia y desarrollo de pro-
te observar la coexistencia, en un mismo tocolos de tratamiento específicos y más efi-
paciente, de modalidades y/o contenidos muy caces).
distintos de obsesiones y compulsiones, o El acercamiento al estudio de la heterogenei-
incluso la transición de unas a otras a lo largo dad se ha realizado desde el supuesto de que los
del curso evolutivo del trastorno. Esta comple- diferentes «fenotipos» (basados en las manifes-
jidad, que en muchos casos hace dudar de la taciones clínicas de los síntomas —contenido,
homogeneidad o unicidad del trastorno, empie- función, gravedad— o en la respuesta al trata-
za a hacerse patente también en la investiga- miento) son la expresión de diferentes «genoti-
ción, ya que un número creciente de investiga- pos», entendiendo genotipo en un sentido muy
dores está planteando la posibilidad de que nos amplio que abarcaría diferencias en aspectos
hallemos ante una psicopatología más hetero- muy diversos, como las creencias sobre los sín-
génea de lo que cabía esperar. Muestra de ello tomas, la edad de inicio del trastorno, la comor-
es la publicación en los últimos años de varios bilidad con otras psicopatologías, etc. Así, el
artículos de revisión sobre este tema (vgr., estudio de la heterogeneidad del TOC se ha
Mataix-Cols, do Rosario-Campos y Leckman, centrado en la delimitación de los diferentes
2005a; McKay, Abramowitz, Calamari, Kyrios, «fenotipos», y en la búsqueda de las diferencias
Radomsky, Sookman et al., 2004), además de que subyacen a los mismos. No obstante, hay
números monográficos de publicaciones perió- que decir que tanto la delimitación de los
dicas de prestigio dedicados al análisis de la «fenotipos» como la de los «genotipos» se han
heterogeneidad del TOC (Behaviour Therapy, realizado en muchas ocasiones sobre la base de
2005, 36). En este mismo contexto, cabe segu- los mismos o muy parecidos criterios. Por
ramente situar el debate que se está producien- ejemplo, se ha trabajado con las creencias dis-
do en el grupo de consenso que trabaja en la funcionales como «fenotipo» o criterio para
reorganización y categorización de los trastor- clasificar a los pacientes en grupos, pero tam-
nos de ansiedad para la futura versión V del bién como «genotipo» explicativo de esas mis-
DSM ( 2006; Mataix-Cols, Pertusa y Leckman, mas agrupaciones de pacientes.
2007). Respecto a la delimitación del «fenotipo», se
La posibilidad de identificar subconjuntos o han propuesto taxonomías basadas en criterios
categorías diferenciadas de pacientes dentro de tan variados como los siguientes: (1) las carac-
un mismo trastorno y, como consecuencia, el terísticas demográficas y clínicas, como la edad
desarrollo de un sistema de subtipos sencillo de de comienzo del trastorno (p.ej., Geller, Bieder-
emplear, fiable, válido, comprensible y signifi- man, Jones, Park, Schwartz, Shapiro et al.,
cativo, tiene importantes implicaciones positi- 1998) o la historia familiar de TOC (p.ej.,
vas, tanto desde el punto de vista teórico, como Christensen, Kim, Dysken y Hoover, 1992); (2)
desde una perspectiva más aplicada (Zubeidat, la gravedad de los síntomas, su interferencia o
Sierra, y Fernández, 2007). En el caso del TOC, el malestar que provocan (p.ej., Amir, Foa y
además de proporcionar una descripción más Coles, 1997; Fals-Steward, 1992; McKay,
exacta y definida de la psicopatología del tras- Danyko, Neziroglu y Yaryura Tobias, 1995); (3)
torno, puede tener importantes repercusiones condiciones comórbidas como la presencia o
tanto a nivel etiológico (p.ej., buscar una etio- ausencia de tics (p.ej., Leckman, Grice, Barr,
logía común para el desarrollo de unos sínto- deVries, Martin, Cohen et al., 1995) o de tras-
mas determinados o patrones de creencias aso- tornos de personalidad (p.ej., Fals-Steward y
ciadas distintas, en función de la modalidad o Lucente, 1993; Sobin, Blundell, Weiller, Hai-
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 67
man y Karayiorgou, 2000); (4) la forma de apa- consideraciones tales como los contenidos de
rición de las obsesiones (duda, pensamiento, las obsesiones y/o de las compulsiones (p.ej.,
impulso, miedo o imagen) (p.ej., Akhtar, Wid, Foa y Wilson, 1992; Kozak, Foa y McCarthy,
Verna, Pershod y Verna, 1975); (5) el tipo de 1988; Lewis, 1936; Marks, 1987), a partir de la
déficit neuropsicológico asociado al trastorno observación clínica sistemática de las personas
(p.ej., Harris y Dinn, 2003). Con todo, la mayo- con psicopatología obsesivo-compulsiva.
ría de estudios que desarrollan clasificaciones Una de las clasificaciones más relevantes y
del TOC, tanto a nivel racional como a nivel más utilizadas en la práctica clínica, es la que
empírico, se han centrado en establecer taxono- clasifica a los pacientes TOC en dos grandes
mías sobre la base del contenido de la sintoma- grupos, en función de la ausencia o presencia
tología obsesivo-compulsiva (OC), esto es, en de compulsiones manifiestas u observables
la expresión más observable o manifiesta del (p.ej., rituales de limpieza, comprobación). Los
trastorno, o si se quiere, más inequívocamente pacientes que no presentan compulsiones mani-
«fenotípica». fiestas son tradicionalmente identificados como
La revisión que aquí se presenta adopta esa «obsesivos puros» o «rumiadores», mientras
misma perspectiva. Se describen por tanto los que a los pacientes con compulsiones se les eti-
resultados derivados de los planteamientos queta como «obsesivos con compulsiones
racionales o teóricos (que hemos denominado manifiestas» (Rachman, 1971). Esta división es
«taxonomías racionales»), como los que pro- la que han seguido los sistemas de clasificación
porcionan las investigaciones empíricas («taxo- psiquiátricos: por ejemplo, la CIE-10 especifi-
nomías empíricas»). Estas segundas, toman ca tres subgrupos de TOC, los que manifiestan
como referente bien las agrupaciones de sínto- predominantemente obsesiones, los que tienen
mas obsesivo-compulsivos en personas con más compulsiones y los mixtos. Por tanto, se
TOC, bien las agrupaciones de productos cog- centra en los aspectos más observables del tras-
nitivos análogos a las obsesiones clínicas (pen- torno, obviando aspectos importantes como,
samientos, imágenes e impulsos intrusos obse- por ejemplo, la existencia de temas obsesivos
sivos) que experimenta la población general. diferentes o los mecanismos diferenciales
Hay que recalcar el hecho de que ambas moda- potencialmente implicados en su génesis y
lidades de taxonomía están basadas en la mani- mantenimiento. Esta clasificación ha provoca-
festación sintomática (o análoga) y no en otras do no pocas confusiones, de las que quizá la
consideraciones de la psicopatología TOC (vgr., más importante haya sido la de asimilar cual-
demografía, respuesta al tratamiento, creencias quier estrategia que los pacientes utilizan para
disfuncionales subyacentes, estrategias de con- controlar o afrontar las obsesiones, con una
trol, etc.). En nuestra opinión, este enfoque es modalidad concreta de ellas: la «compulsión».
un primer paso necesario para la búsqueda y Y la realidad es que ese término alude a estra-
caracterización de posibles subtipos y/o moda- tegias (encubiertas o manifiestas) siempre ritua-
lidades del TOC. Dicho en otros términos: en lizadas, que implican la pérdida del control
la medida en que se pueda constatar que hay voluntario de los actos o la dificultad o impo-
variantes claramente identificables del TOC sibilidad de dejar de realizar la conducta (p.ej.,
(«fenotipos clínicos»), se estará en disposición el lavado repetitivo de las manos o el conteo
de emprender la búsqueda sistemática de las mental). En todo caso, hay pocos trabajos que
razones que expliquen tal diversidad, es decir, hayan estudiado características diferenciales
estará justificada la investigación «genotípica». «genotípicas» entre los obsesivos puros y los
obsesivos con compulsiones. Hace más de una
década, Arts, Hoogduin, Schaap y de Haan
TAXONOMÍAS RACIONALES DEL TOC (1993) investigaron las diferencias entre ambos
subgrupos en variables demográficas y clínicas,
Las primeras taxonomías relativas al TOC se y encontraron que los obsesivos puros solían
realizaron desde una perspectiva racional, defi- estar casados, tenían un menor nivel educativo,
niendo subgrupos de síntomas derivados de las quejas habían empezado a una edad más tar-
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 68
día, describían más síntomas depresivos y se combinación de estos tres criterios da lugar a
manifestaban como menos inteligentes. Las ocho subtipos de TOC de los cuales solo seis
implicaciones de estas diferencias no fueron, son observables en realidad en la clínica: com-
sin embargo, objeto de análisis ni, que sepa- probación-limpieza, orden-limpieza, repetición,
mos, los resultados han sido posteriormente y las correspondientes 3 modalidades de obse-
replicados. sivos «puros». Foa y su grupo, al igual que
Las clasificaciones que se presentan a conti- otros muchos autores, defienden que los subti-
nuación no difieren excesivamente de la dicotó- pos no son mutuamente excluyentes, ya que un
mica que acabamos de describir, porque las paciente puede tener síntomas de varios tipos
manifestaciones observables del trastorno (algo que también indican de Silva y Rachman,
siguen teniendo mucho peso y los subtipos se 1992). Además, más que la presencia versus la
establecen especialmente en función del tipo de ausencia total de estímulos disparadores y de
compulsiones que presenta el paciente (p.ej., anticipación de consecuencias catastróficas, los
limpieza, comprobación, repetición, orden), por autores realizan esta distinción atendiendo a
lo que los pacientes sin compulsiones manifies- tendencias generales o cuestiones de grado, por
tas se suelen incluir en un «cajón de sastre», que lo que postulan un modelo inequívocamente
recibe varios nombres: «obsesiones» (Marks, dimensional, mas que categorial excluyente, a
1987), «obsesivos sin conductas compulsivas la hora de establecer las diferentes modalidades
manifiestas» (de Silva y Rachman, 1992) u o subtipos de TOC.
«obsesivos» (Kozak, Foa y McCarthy, 1987). En síntesis, si se suman las distintas modali-
Por otro lado, aunque existen diversas clasifica- dades o manifestaciones del trastorno que se
ciones, ninguna de ellas cuenta con un consen- han postulado desde una perspectiva racional,
so generalizado. Comentaremos brevemente las se observan siete categorías o tipos de TOC, no
de Marks (1987), de Silva y Rachman (1992) e necesariamente excluyentes (es decir, que un
Insel (1984, 1985), y el modelo del grupo de paciente puede presentar más de una): (1)
Foa (Foa y Wilson, 1992; Foa, Steketee y Oza- Obsesiones puras; (2) Compulsiones de limpie-
ron, 1985; Kozac et al., 1987). za/lavado; (3) Compulsiones de comprobación;
Marks (1987) diferencia tres tipos de mani- (4) Compulsiones de repetición; (5) Compul-
festaciones clínicas en el TOC: (1) rituales siones de orden; (6) Compulsiones de acumu-
compulsivos con obsesiones, (2) lentitud sin lación; (7) Lentitud. Como veremos a continua-
rituales visibles y las (3) obsesiones. En una ción, esta caracterización clínica va a ser
línea similar, de Silva y Rachman (1992) iden- determinante a la hora de analizar empírica-
tifican cinco subtipos: (1) compulsiones de lim- mente su presencia, dado que las investigacio-
pieza/lavado, (2) compulsiones de comproba- nes se han realizado sobre la base de inventa-
ción, (3) otro tipo de compulsiones manifiestas, rios o cuestionarios que recogen, en su totalidad
(4) obsesiones no acompañadas de conducta o parcialmente, estas siete modalidades.
compulsiva manifiesta y (5) lentitud obsesiva
primaria. Por su parte, Insel (1984, 1985) seña-
ló los siguientes subtipos: (1) obsesivos de lim- TAXONOMÍAS EMPÍRICAS DEL TOC
pieza, (2) dubitativos con conductas de compro-
bación, (3) rumiadores con pensamientos pero El análisis empírico de la heterogeneidad de
sin conductas obsesivas y (4) obsesivos con los contenidos obsesivo-compulsivos se ha reali-
enlentecimiento. zado desde diferentes vertientes, pero en general
El grupo de Foa (Foa et al., 1985; Kozak et coinciden en utilizar listados de síntomas evalua-
al., 1987) propuso una clasificación a partir de dos a su vez por medio de autoinformes o entre-
la combinación de tres elementos: (1) el tipo de vistas semiestructuradas. Con este objetivo se han
indicios que provocan ansiedad, (2) la presen- empleado tanto instrumentos de síntomas obse-
cia o ausencia de pensamientos sobre posibles sivo compulsivos, como de pensamientos intru-
consecuencias catastróficas y (3) el tipo de acti- sos obsesivos análogos a las obsesiones, y se ha
vidad/compulsión que reduce la ansiedad. La empleado tanto población clínica TOC como no
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 69
clínica. Además, esta aproximación se ha realiza- entre la normalidad (vgr., intrusiones cogniti-
do desde dos vertientes teóricas diferentes que se vas con contenidos obsesivos) y la psicopatolo-
han asociado a dos técnicas estadísticas multiva- gía (obsesiones), los estudios se han realizado
riadas difíciles de integrar: el análisis de clusters tanto en población clínica TOC como en perso-
y el análisis factorial. Desde la primera perspec- nas sin psicopatología. En realidad, una parte
tiva se trata de describir subtipos o categorías muy sustantiva de estudios se ha realizado con
homogéneas de sujetos con TOC (p.ej., Calama- población no clínica, buscando posteriormente
ri, 2005), mientras que desde la segunda se trata la confirmación de la estructura obtenida en
más bien de establecer conjuntos de síntomas, a pacientes TOC. A continuación se resumen los
los que solo en un momento posterior se asigna- principales resultados de ambos tipos de inves-
rían los pacientes (p.ej., Mataix-Cols et al., tigaciones: las realizadas desde una perspecti-
2005a). En este caso, además, un mismo pacien- va tipológica (llevadas a cabo únicamente con
te podría encuadrarse en más de un subgrupo o población clínica) y las diseñadas desde un
conjunto de síntomas, que además variarían a lo planteamiento dimensional, analizadas tanto en
largo de un continuo de intensidad o presencia población general como clínica.
(por ejemplo, definido en términos de frecuen-
cia, interferencia, molestia, etc.).
En definitiva, el primer enfoque, de tipo Enfoque dimensional: estudios con
categorial, parte de asumir que el TOC está for- población general no clínica
mado por subtipos, subgrupos o categorías dife-
rentes, y desde esta perspectiva las investiga- Partiendo de uno de los supuestos centrales
ciones buscan establecer tipologías de pacientes del modelo cognitivo, una línea importante de
en función de sus síntomas (p.ej., Abramowitz, investigación ha trabajado la heterogeneidad del
Franklin, Schwartz y Furr, 2003; Calamari, TOC utilizando población no clínica. Y esta
Wiegartz, y Janeck, 1999; Calamari, Wiegartz, aproximación se ha realizado de dos formas
Riemann, Cohen, Greer et al., 2004). Lógica- diferentes: (1) por medio del empleo de instru-
mente, desde esta perspectiva todos los traba- mentos desarrollados específicamente para
jos se han realizado con población clínica TOC. evaluar obsesiones y compulsiones y (2) con
Sin embargo, desde el segundo enfoque, dimen- instrumentos desarrollados para evaluar pensa-
sional, los subtipos no existen por sí mismos, mientos intrusos obsesivos, es decir, análogos
sino que son puntos extremos dentro de un con- normales de las obsesiones clínicas.
tinuo. Estos trabajos utilizan técnicas de análi- Dado que la población no clínica no presenta
sis factorial (exploratorio y confirmatorio) para obsesiones ni compulsiones propiamente dichas,
desvelar la estructura o dimensiones subyacen- parece más apropiado emplear instrumentos
tes a las manifestaciones sintomáticas observa- desarrollados para la evaluación de ambos fenó-
das en las medidas de síntomas TOC (p.ej., menos sin que necesariamente ello comporte sig-
Denys, de Geus, van Megen y Westenberg, nificado clínico. Por tanto, centraremos nuestra
2004; Mataix-Cols, Rauch, Manzo, Jenike y atención en la segunda aproximación. Sin embar-
Baer, 1999; Summerfelt et al., 1999), o alterna- go, ya desde este momento es preciso anotar lo
tivamente, en las medidas de intrusiones análo- que se podría entender como una limitación de
gas a las obsesiones clínicas, como el Cuestio- este enfoque: la investigación sobre pensamien-
nario de Intrusiones Cognitivas (CIQ) tos intrusos obsesivos (PIO) se realiza exclusiva-
(Freeston, Ladouceur, Thibodeau y Gagnon, mente sobre ellos, en tanto que se les considera
1991) o el Revised Obsessional Intrusions como análogos válidos de las obsesiones clínicas.
Inventory (ROII; Purdon y Clark, 1994b). Las Y, como desde la perspectiva cognitiva, las com-
dimensiones o factores que se derivan no son pulsiones forman parte de las estrategias de neu-
mutuamente excluyentes como los subtipos, tralización consecuentes a la experiencia de un
porque cada individuo puede «puntuar» en una PIO, estas estrategias se examinan en relación
o más dimensiones de síntomas a la vez. Dado con contenidos concretos de estos pensamientos,
que el modelo dimensional asume un continuo y no de manera independiente.
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 70
Se han desarrollado diferentes instrumentos diado la estructura factorial del ROII, y han con-
para evaluar la frecuencia de PIO en población firmado una estructura de dos factores que se
normal, si bien la mayoría de los mismos parten ajusta a su modelo teórico (obsesiones autóge-
de una definición amplia de qué es un pensa- nas y reactivas) que se comenta más adelante
miento intruso, evaluando no solo PIO sino tam- (véase Tabla 1). El primer factor, Autógeno,
bién pensamientos automáticos negativos o pre- sería equivalente al primer factor encontrado por
ocupaciones. Por ejemplo, Freeston et al. (1991) Purdon y Clark (1993) y Belloch et al. (2004) y
hallaron que los factores del Cuestionario de contendría PIO de contenido sexual, agresivo,
Intrusiones Cognitivas (CIQ) correlacionaban inmoral o blasfemo. El segundo factor (Reacti-
más con síntomas depresivos y ansiosos que vo) haría referencia al factor encontrado por
obsesivo-compulsivos. Por ello, nos centraremos Purdon y Clark (1993) únicamente en las muje-
en el único instrumento con el que se han reali- res y al segundo factor identificado por Belloch
zado factorizaciones de los contenidos de los et al. (2004) tanto en hombres como en mujeres,
PIO, pues el resto de trabajos que los han eva- incluyendo temas de contaminación, accidentes,
luado y analizado su estructura factorial, han orden, simetría, y errores. Más recientemente,
incluido además otras variables, tales como Moulding, Kyrios, Doron y Nedeljkovic (2007)
molestia, duración o aceptabilidad de los PIO han constatado que la estructura bidimensional
(p.ej., Edwards y Dickerson, 1987; England y propuesta por Lee y Kwon (2003) tiene un
Dickerson, 1988; Parkinson y Rachman, 1981). mejor ajuste que la unidimensional. En síntesis,
Nos referimos al Inventario de Intrusiones los trabajos que han estudiado la estructura del
Obsesivas (OII; Purdon y Clark, 1993), el Inven- ROII muestran de forma consistente la presen-
tario de Intrusiones Obsesivas Revisado (ROII; cia de dos factores: un primer factor con PIO de
Purdon y Clark, 1994) y una reciente modifica- contenido agresivo, sexual, sobre conductas ina-
ción y adaptación del mismo realizada por nues- propiadas o inmorales y un segundo factor que
tro grupo, el Inventario de Pensamientos Intru- se caracteriza por la presencia de PIO de conte-
sos Obsesivos (INPIOs) (García-Soriano, 2008). nido de simetría, orden, contaminación y duda.
A partir de una serie de análisis factoriales Lee y Kwon (2003), sobre la base de la solu-
exploratorios (AFE) del OII, que evalúa 52 PIO ción de dos factores del ROII, desarrollan un
de diferente contenido, Purdon y Clark (1993) modelo teórico sobre los PIO (que extrapolan a
hallaron una estructura de un factor sobre temas las obsesiones clínicas). Este modelo recuerda
sexuales y agresivos en el caso de los hombres, a la distinción clásica entre obsesiones con y
y dos factores (contenidos de sexo y agresión y sin compulsiones, pero presenta algunas varian-
suciedad y contaminación) en las mujeres. En la tes interesantes. Desde el punto de vista temá-
revisión del instrumento, Purdon y Clark tico o de contenido, las obsesiones autógenas
(1994b; ROII) propusieron emplear la puntua- se corresponderían a lo que Rachman (2003)
ción total del inventario. El ROII ha sido tradu- definió como obsesiones (i.e., temática sexual,
cido y validado en muestras clínicas españolas blasfema y religiosa), mientras que las obsesio-
con TOC (Morillo, Belloch y García-Soriano, nes reactivas serían todas aquellas que se han
2007) y no clínicas (Belloch, Morillo, Lucero, calificado clásicamente como «obsesiones con
Cabedo y Carrió, 2004). Siguiendo el trabajo de compulsiones» (i.e., pensamientos sobre con-
Purdon y Clark (1993), Belloch et al. (2004) taminación, orden o comprobación). Pero la
realizaron un AFE sobre los 46 ítems (del total diferenciación entre obsesiones autógenas y
de 52) que habían sido experimentados por más reactivas intenta ir más allá de la mera caracte-
de un 80% de la muestra (N=336 no clínicos). rización fenotípica en función de la presencia o
La solución factorial que mejor se ajustaba, tan- ausencia de compulsiones y, centrándose en la
to para hombres como para mujeres, fue la de importancia del contenido de las obsesiones,
dos factores, equivalente a grandes rasgos a la postula un modelo teórico sobre los posibles
solución factorial obtenida por Purdon y Clark factores cognitivo-conductuales implicados en
(1993) para la muestra de mujeres. De forma el desarrollo de los dos tipos de obsesiones.
paralela, Lee y Kwon (2003) también han estu- El INPIOs incluye una mayor heterogeneidad
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 71
Tabla 1. Características diferenciales entre las obsesiones autógenas y reactivas (basado en Lee y Kwon, 2003)
Facilidad para identificar los estímulos Relativamente difícil. Aparición abrup- Relativamente fácil. Estímulo evocador
desencadenantes ta en el flujo de pensamiento externo identificable
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 20/8/08 15:57 P gina 72
de van Oppen et al. (1995) se elaboró a partir el instrumento que ha recibido más atención den-
de población con TOC. tro del estudio de la heterogeneidad del TOC
Con estos primeros instrumentos, MOCI y debido a que constituye el listado más amplio de
Padua, se observa de forma consistente la pre- obsesiones y compulsiones y se centra en el con-
sencia de tres dimensiones que, en general, con- tenido de las mismas. La Y-BOCS-SC recoge 50
tienen tanto obsesiones como compulsiones expresiones de obsesiones y compulsiones, que
asociadas a limpieza, duda-comprobación y abarcan 15 categorías en función de la expresión
obsesiones «puras». Sin embargo, éstas no son conductual (p.ej., lavado) o del contenido temá-
más que el reflejo de las dimensiones sobre las tico (p.ej., agresión, contaminación). Estas cate-
que se desarrollaron los instrumentos emplea- gorías se desarrollaron a partir del juicio clínico,
dos y representan los síntomas más reconoci- y en la mayoría de trabajos se consideran 8 cate-
dos en la literatura del TOC en el momento en gorías de obsesiones (agresivas, contaminación,
que se desarrollaron ambos instrumentos (i.e., sexuales, acumulación, religiosas, somáticas,
limpieza y comprobación). simetría y misceláneas/diversas) y 7 de compul-
Ante las limitaciones de los instrumentos ante- siones (limpieza, comprobación, conteo, orden,
riores, se desarrolló la Escala Yale-Brown de acumulación, repetición y misceláneas/diversas).
Obsesiones y Compulsiones (Y-BOCS; Yale- Además, el Y-BOCS-SC incluye también ítems
Brown Obsessive-Compulsive Scale; Goodman, abiertos. En el Tabla 2 se recogen los principales
Price, Rasmussen, Mazure, Fleischmann, Hill et estudios publicados con este instrumento realiza-
al., 1989), cuyo listado de síntomas (YBOCS-SC; dos sobre pacientes TOC (únicamente los de Wu,
Symptom Checklist of the Yale-Brown Obsessi- Watson y Clark, 2007, incluyen además pobla-
ve-Compulsive Scale; Goodman et al., 1989) es ción no clínica).
Tabla 2. Estudios que analizan la estructura del Y-BOCS-SC a través de análisis factorial exploratorio y confirmatorio
Tipo
Pacientes Ítem o Solución factorial (número y
Estudio
TOC
Síntomas Análisis
categorías2 Punt.3 descripción de los factores extraídos) %4
Factorial1
Baer 107 Actuales AFE CP 13 categorías 0 a 2 (1) simetría y acumulación: O de sime- 20,7%
(1994) Varimax tría, acumulación y C de acumulación,
orden, repetición y conteo
(2) limpieza y comprobación: O conta- 16%
minación y somáticas y C de limpieza
y comprobación
(3) O puras: O sexuales, religiosas, y 11,3%
agresivas 48%
Hantouch 615 Actuales AFE CP 15 categorías ND (1) O de simetría y C de orden, repeti- 32,5%
e et al. Varimax ción, conteo
(1996) (2) O de duda y contaminación y C de
limpieza y comprobación
(3) O puras: O sexuales, religiosas, y
agresivas
Leckman 208 Actuales AFE CP 13 categorías 0 a 1 (1) O puras y comprobación: O agresi- 30,1%
et al. y pasados Varimax vas, sexuales, religiosas, somáticas, y
(1997) C de comprobación
(2) simetría y orden: O de simetría, 13,8%
perfeccionismo, no errores, etc. y C de
repetición, contar y ordenar
(3) contaminación/limpieza: O de con- 10,2%
taminación y C de lavado
(4) acumulación: O y C 8,5%
62,6%
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 20/8/08 15:57 P gina 73
Tabla 2. Estudios que analizan la estructura del Y-BOCS-SC a través de análisis factorial exploratorio y confirmatorio
(Continuación)
Tipo
Pacientes Ítem o Solución factorial (número y
Estudio
TOC
Síntomas Análisis
categorías2 Punt.3 descripción de los factores extraídos) %4
Factorial1
Mataix- 354 Actuales AFE CP 13 categorías 0 a 2 (1) simetría/orden: O simetría y C de 19%
Cols et al. varimax repetición, contar, ordenar
(1999) (2) acumulación: O y C de acumulación 13,8%
(3) contaminación/limpieza: O de con- 12,7%
taminación y C de limpieza
(4) O agresivas y comprobación: O 10,4%
agresivas y C de comprobación
(5) O religiosas y sexuales: O religio- 9,7%
sas y sexuales 65,5%
Feinstein 160 Actuales AFE CP 38 ítems 0a1 (1) O de responsabilidad y daño y C 39,3%
et al. Ortogonal de comprobación:
(2003) (2) contaminación/limpieza: O de con-
taminación y C de lavado
(3) O sexuales
(4) acumulación, simetría y repetición:
O de simetría y C de repetición, con-
tar y ordenar y O y C de acumulación
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 20/8/08 15:57 P gina 74
Tabla 2. Estudios que analizan la estructura del Y-BOCS-SC a través de análisis factorial exploratorio y confirmatorio
(Continuación)
Tipo
Pacientes Ítem o Solución factorial (número y
Estudio
TOC
Síntomas Análisis
categorías2 Punt.3 descripción de los factores extraídos) %4
Factorial1
Denys et 335 Actuales AFE CP 44 ítems 0a2 (1) contaminación/limpieza: O de con- 16,4%
al. (2004) taminación y C de limpieza
(2) O puras: O agresivas, sexuales y 9,8%
religiosas
(3) O somáticas y comprobación: O 5,19%
somáticas y C de comprobación
(4) simetría y perfeccionismo: O de 5,6%
acumulación y simetría y C de repeti-
ción, contar, ordenar y acumulación
(5) valoración de alto riesgo y compro- 4%
bación: responsabilidad exagerada y 40,99%
miedo hacer daño y C de comprobación
Hasler et 153 Actuales AFE CP 13 categorías 0 a 1 (1) O agresivas, sexuales, religiosas, 20%
al. (2006) y pasados Varimax somáticas y C comprobación
(2) O simetría, rituales repetición, C 17,8%
conteo, orden
(3) O contaminación y C limpieza 13,8%
(4) O y C de acumulación. 13,4%
65%
Wu et al. 149 Actuales AFC ML 13 categorías Likert AFC: a prueba modelo Baer (1994) y
(2007) clínicos AFE 5 el de Leckman et al. (1997): ninguno
(53 TOC) ajusta.
419 no AFE: soluciones de 4 (similar a la de
clínicos Leckman) y 5 factores
Nota: 1 AFE: análisis factorial exploratorio, CP: componentes principales, AFC: análisis factorial confirmatorio, ML: método
de estimación máxima verosimilitud. En caso de estar disponible se indica el tipo de rotación del AFE. 2 se indica si el
análisis se ha realizado a nivel de ítem o de categorías, así como el número de ítems o categorías incluidas. 3 Punt.: sistema
de puntuación de la Y-BOCS-SC que se ha empleado. 4 porcentaje de varianza explicada de la Y-BOCS-SC en cada uno de
los factores y total (en un recuadro). ND: información no disponible. O= Obsesiones; C= Compulsiones.
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 75
La mayor parte de los trabajos (Baer, 1994; pesar de algunas imprecisiones metodológicas,
Cavanilli, Di Bella, Siliprandi, Malchiodi y supuso un paso adelante al comparar modelos
Bellodi, 2002; Feinstein, Fallon, Petkova y Lie- hipotéticos (teóricos o extraídos a partir de
bowitz, 2003; Hantouche, Bourgeois, Bouhas- AFE) con una prueba estadística más potente,
sira y Lancrenon, 1996; Hasler, Kazuba y el AFC, que permite comparar diferentes
Murphy, 2006; Leckman, Grice, Boardman, estructuras y genera índices de ajuste para las
Zhang et al., 1997; Mataix-Cols et al., 1999; mismas, haciendo posible comparar de forma
Matsunaga, Maebayashi, Hayashida, Okino, simultánea diferentes modelos de agrupaciones.
Matsui et al., 2008; Tek y Ulug, 2001) encuen- Estos autores pusieron a prueba, tanto a nivel
tran que las categorías del Y-BOCS-SC se agru- de ítem como de paquetes de ítems, los mode-
pan en cuatro factores: simetría y orden, conta- los unifactorial, bifactorial (obsesiones versus
minación y limpieza, obsesiones religiosas y compulsiones), el propuesto por Baer (1994) y
sexuales, y acumulación, si bien en las estruc- el de Leckman et al. (1997). La serie de AFC a
turas encontradas por Baer (1994) y Tek y Ulug nivel de categoría indicó que el modelo que
(2001) la acumulación no aparece como un fac- mejor se ajustaba a los datos era el propuesto
tor diferente sino asociado a la simetría/orden por Leckman et al. (1997), pero no a nivel de
en el primer caso, y a la comprobación en el ítem. En cualquier caso, este trabajo supone la
segundo. Sin embargo, las compulsiones de constatación de que uno de los mejores mode-
comprobación y las obsesiones agresivas, aun- los, o de los menos malos, es el de cuatro fac-
que suelen aparecen juntas en un mismo factor tores propuesto por Leckman et al. (1997).
(excepto en el modelo de Baer en que compro- Más recientemente Cullen, Brown, Riddle,
bación se asocia con contaminación), aparecen Grados et al. (2007) y Wu et al. (2007) han
a veces como factores independientes (Feins- publicado trabajos aplicando también AFC. Los
tein et al., 2003; Mataix-Cols et al., 1999; Tek primeros autores han observado que la estruc-
y Ulug, 2001), y en otras ocasiones se agrupan tura que mejor se ajusta a sus datos es la de 4
con las obsesiones religiosas y sexuales (Cava- factores, similar a grandes rasgos a la de Leck-
nilli et al., 2002; Leckman et al., 1997). man et al. (1997). Por su parte, Wu et al.
Todos estos estudios han asumido que las (2007), con una versión del Y-BOCS-SC en la
categorías racionales propuestas en el Y- que el formato de respuesta es tipo Likert, han
BOCS-SC son buenas y homogéneas y han tra- puesto a prueba los modelos de Baer (1994) y
tado de reducirlas a un número menor de facto- Leckman et al. (1997). Ninguno de los dos
res (de 13 categorías a 3-5 factores). Sin modelos presentaba un ajuste apropiado a nivel
embargo, otra posibilidad es no asumir que las de categoría de ítems, por lo que, sobre la base
categorías racionales sean homogéneas y ana- de su propio AFE, acaban proponiendo un
lizar la estructura del Y-BOCS-SC a nivel de modelo tri-factorial, semejante a grandes ras-
ítems, algo que amplía las posibles combinacio- gos al de Baer (1994). La diferencia fundamen-
nes (74-38 ítems versus las 13 categorías). tal entre ambos modelos, es que en el de Baer
Feinstein et al. (2003) repitieron su AFE a nivel (1994) la comprobación saturaba en el factor de
de ítems obteniendo también un modelo de 4 contaminación, mientras que en el modelo de
factores, pero no coincidente con el extraído a Wu et ál (2007) en el de orden.
nivel de categorías. Por su parte, Denys et al. Como ya hemos señalado, todos estos traba-
(2004), también a nivel de ítem, obtuvieron los jos han excluido las escalas de obsesiones y
cuatro grandes factores que se han ido obte- compulsiones misceláneas de la Y-BOCS-SC.
niendo de forma consistente a través de los Esto ha dado lugar a que 18 de los síntomas ini-
diferentes estudios. ciales (p.ej., el único ítem que reflejaba un
Hasta la fecha son escasas las investigacio- ritual mental, o los ítems de superstición) no
nes que hayan puesto a prueba la estructura del hayan sido considerados en las agrupaciones
Y-BOCS-SC mediante análisis factorial confir- propuestas. Summerfeldt, Kloosterman, Ant-
matorio (AFC). La primera fue la de Summer- hony, Richer y Swinson (2004) han estudiado
feldt, Richter, Antony y Swinson (1999), que a las respuestas dadas a las escalas misceláneas
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 76
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 20/8/08 16:00 P gina 77
Tabla 3. Estudios que analizan la estructura del Y-BOCS-SC a través de Análisis Cluster
N
Estudio N TOC Puntuación Clusters
categorías
Calamari et 106 15 0a2 (1) daño: altas O de agresión y C de comprobación; O simetría
al. (1999) (2) acumulación: altas O de acumulación y contaminación y C
acumulación
(3) contaminación: altas O contaminación y C limpieza
(4) certeza: altas O y C varias (somáticas, misceláneas, agresivas,
comprobación, simetría)
(5) obsesivos: altas O y C misceláneas
Calamari et 114 15 0a2 (1) daño: O de daño y C de comprobación
al. (2004) (2) simetría
(3) contaminación
(4) certeza
(5) obsesivos
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 78
(Calamari et al., 1999) constataron cinco clus- diferenciada: (1) contaminación/limpieza, (2)
ters donde las obsesiones de simetría estaban simetría/orden, (3) obsesiones religiosas y
compartidas por los clusters 1 y 4. No obstan- sexuales. Junto a ellos, aparecen los otros dos
te, la ausencia de un subtipo de simetría no se subtipos o factores: acumulación, que aparece
pudo replicar en un trabajo posterior en el que como factor único o unido a simetría o a com-
obtuvieron dos estructuras de 5 y 7 factores res- probación, y agresión/ comprobación, que apa-
pectivamente (Calamari, Wiegartz, Riemann, recen juntos en la mayor parte de los casos,
Cohen et al., 2004). Estos autores concluyen aunque en otras ocasiones se asocian a las obse-
que la estructura que parece ajustarse más a la siones religiosas y sexuales.
realidad TOC es la de 7 clusters (Calamari et En el caso de las investigaciones con PIO en
al., 2004): (1) contaminación; (2) daño; (3) acu- población no clínica, los contenidos de estas
mulación; (4) obsesivos; (5) simetría; (6) certe- intrusiones se agrupan en dos factores: en el
za y (7) contaminación/daño mental. primero se incluyen las intrusiones con conte-
Con el objetivo de apresar mejor los rituales nidos sexuales, religiosos y agresivos, y en el
y compulsiones mentales, Abramowitz et al. segundo los de simetría, orden, contaminación
(2003) realizaron un análisis cluster con la ver- y duda. Estas dos agrupaciones se adecuan en
sión revisada del Y-BOCS-SC (Foa y Kozac, general a la propuesta de Lee y Kwon (2003)
1995) que contiene una categoría específica sobre la diferenciación entre contenidos autó-
para la neutralización mental (p.ej., repetirse genos y reactivos. Por otro lado, en el análisis
frases) y revisión mental (p.ej., de la propia realizado con el INPIOs (García-Soriano,
conducta), constatando que la agrupación de 5 2008), ha mostrado que es posible compatibili-
clusters fue la mejor solución: (1) Obsesiones zar los modelos multi-factoriales obtenidos a
de agresión y compulsiones de comprobación; través de los estudios que utilizan la Y-BOCS-
(2) Obsesiones de contaminación y compulsio- SC con el modelo bifactorial de las obsesiones
nes de limpieza; (3) Obsesiones y compulsio- propuesto por Lee y Kwon (2003). Los resulta-
nes de acumulación; (4) Obsesiones de simetría dos de este trabajo muestran la existencia de
y compulsiones de orden y (5) Obsesiones seis factores de primer con los siguientes con-
moralmente problemáticas (agresivas, sexuales, tenidos 1) agresivos; 2) sexuales, religiosos,
y religiosas) y rituales encubiertos. Indepen- repugnantes; 3) simetría y orden; 4) dudas y
dientemente de si estos cinco «subtipos» de comprobación; 5) limpieza y contaminación y
pacientes representan adecuadamente la gama 6) superstición, englobados en una estructura
de posibilidades, estas agrupaciones poseen un de segundo orden de dos factores.
indudable sentido clínico y, hasta cierto punto, En términos comparativos, por tanto, hay al
lógico o esperable. Resulta asimismo interesan- menos cuatro contenidos de PIO y Obsesiones
te constatar que los pacientes con obsesiones de que surgen de forma consistente, tanto cuando
contenido agresivo en ocasiones desarrollan se examina población general como personas
compulsiones de comprobación (cluster 1) y en con TOC: agresión, sexo/religión, simetría/or-
otras, rituales encubiertos (cluster 5). den, limpieza/contaminación.
Por otro lado, es evidente que otros conteni-
dos o modalidades no suelen aparecer en las
CONCLUSIONES investigaciones realizadas, especialmente por-
que no se incluyen en los instrumentos de eva-
A pesar de las inconsistencias observadas en luación que se vienen utilizando, o están infra-
los diferentes trabajos, tanto a partir de los aná- representadas en esos instrumentos: un ejemplo
lisis cluster (grupos de pacientes) como de aná- palmario de ello lo constituyen las obsesiones
lisis factoriales (agrupaciones de obsesiones) o PIO de contenido somático. Como señalan
se constatan, tomando como referencia la Y- Mataix-Cols et al. (2005) será necesario acla-
BOCS-SC, cinco conjuntos bastante consisten- rar el papel que juegan estas obsesiones somá-
tes de contenidos obsesivos. De ellos, tres sue- ticas de la Y-BOCS-SC (‘preocupación asocia-
len aparecer de forma aislada o más claramente da a la enfermedad’ y ‘preocupación excesiva
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 79
asociada a una parte del cuerpo o al aspecto tivamente estable a lo largo del tiempo (Mataix-
físico’) pues en ocasiones se asocian a conta- Cols et al., 2002), no siempre está exento de
minación/ limpieza (i.e., Baer, 1994; Hantou- fluctuaciones (Rachman y Hodgson, 1980).
che y Lancrenon, 1996), en otras a comproba- Otro aspecto que conviene determinar es en
ción/ obsesividad (i.e., Cavanilli et al., 2002; qué medida los trabajos publicados sobre hete-
Leckman et al., 1997), y en otras a las obsesio- rogeneidad del TOC recogen como síntomas
nes sexuales (i.e., Feinstein et al., 2003). En del TOC algunos elementos que quizá constitu-
nuestra opinión, habría además que replantear yen trastornos independientes o, al menos, dife-
si este tipo de síntomas y/o contenidos son renciables del TOC. Este es el caso de la acu-
representativos del TOC o se hallan en realidad mulación, sobre la cual existe una controversia
más próximos a intrusiones característicos de no resuelta en tanto que hay autores que la con-
otros trastornos, como la hipocondría o la dis- sideran como un trastorno independiente del
morfofobia. TOC, aunque dentro de su espectro, mientras
Estos problemas, así como en especial, la que otros la consideran como un subtipo del
escasa consistencia y acuerdo entre las investi- trastorno. La información disponible sobre una
gaciones revisadas, revelan además una limita- u otra opción es escasa y confusa, y por lo tan-
ción importante: todas las clasificaciones pro- to, resulta difícil decantarse (p.ej., Saxena,
puestas se basan en medidas de autoinforme, 2007; van Grootheest y Cath, 2007).
cuya validez y fiabilidad no son desde luego Con todo, la limitación más importante que
perfectas, pero sobre todo se basan en la infor- surge de esta línea de investigación es la de en
mación disponible sobre el conocimiento que qué medida una caracterización basada en el
se tiene sobre el TOC en el momento de desa- fenotipo o en los síntomas puede ayudar a
rrollar el instrumento. De hecho, ninguno de los entender mejor el TOC (Clark, 2005; Ra-
instrumentos empleados representa de forma domsky y Taylor, 2005). El estudio de manifes-
adecuada todas las manifestaciones que se han taciones clínicas asociadas a estos factores o
observado en el TOC. La Y-BOCS-SC supuso subtipos y la creación de modelos cognitivos
una mejora en la validez de contenido respecto como el de Lee y Kwon (2003) incrementan la
a los instrumentos anteriores, pero obvia algu- utilidad de las clasificaciones. Pero una vez
nos síntomas relevantes y otros los agrupa en la establecida la taxonomía y variables asociadas,
categoría de «misceláneas», categoría que necesitaremos desarrollar un sistema mediante
muchos de los estudios han ignorado. Los ins- el cual los sujetos puedan ser asignados a los
trumentos posteriores (OCI-R, VOCI, C-BOCI) grupos. Y, atendiendo a la variabilidad sintoma-
no se han desarrollado para mejorar la Y- tológica de los pacientes, esta tarea parece muy
BOCS-SC ni para estudiar la heterogeneidad compleja (Radomsky y Taylor, 2005). Estos
del TOC, sino más bien como medidas de cri- autores ponen de manifiesto esta dificultad
baje o detección de personas con TOC. Por otro mediante un ejemplo: pensemos en alguien que
lado, el ROII tampoco abarca todos los conte- de forma compulsiva comprueba el fuego de la
nidos de PIO de forma representativa, pues tie- cocina para estar seguro de que está apagado,
ne una sobre representación de PIO de temáti- tratando de proteger a su familia de un incen-
ca agresiva, sexual y religiosa y no contempla dio; otra persona podría comprobar también el
todos los tipos de contenidos descritos en el fuego de forma compulsiva para estar seguro de
TOC (p.ej., supersticiosos o de acumulación). que está limpio, tratando de proteger a su fami-
El INPIOs supone una importante mejora al lia de contaminarse o contraer una enfermedad.
incrementar la representatividad de los conte- A pesar de que los subtipos de comprobación y
nidos obsesivos, pero la investigación con este contaminación parecen dos de los más genera-
instrumento está solo en sus inicios. lizados y contrastados, asignar a estas personas
Un problema adicional asociado a las taxo- a uno de los grupos parece complicado. Está
nomías basadas en síntomas (McKay, Abramo- claro que la primera persona se incluiría en el
witz, Calamari, Kyrios et al., 2004), es el del grupo de comprobadores, pero ¿y la segunda?
curso de los síntomas TOC, que aunque es rela- ¿ se asignaría al subtipo de comprobación, con-
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 80
taminación o a ambos?. Este sencillo ejemplo, do de múltiples factores. Por tanto, a pesar de
revela una problemática subyacente a esta que es posible integrar ambas aproximaciones,
«lucha» por encontrar subtipos o factores rele- la decisión sobre si el TOC se entiende mejor
vantes en el TOC con los que poder definir o desde una perspectiva dimensional o desde otra
«controlar» la heterogeneidad del trastorno. categorial, depende más de planteamientos de
Desde una orientación cognitivo-conductual, tipo teórico o conceptual que empíricos, al
podríamos pensar que el mejor modo de esta- menos por el momento.
blecer subtipos es basándose en la funcionali- Esta problemática ha generado controversia
dad de los síntomas. Por ejemplo, la compro- entre los defensores de una y otra aproxima-
bación no sería suficiente para adscribir a la ción, que se esfuerzan por justificar sus traba-
persona en un subtipo, si no conocemos la fina- jos (p.ej. cartas al editor de: Calamari, 2005 y
lidad con la que comprueba y las variables cog- Mataix-Cols, do Rosario-Campos y Leckman,
nitivas asociadas a esa comprobación. Estudiar 2005b). Los defensores de los enfoques cate-
las obsesiones nos puede indicar el «motivo» goriales (que utilizan el análisis cluster como
por el que comprueba. Sin embargo, no en herramienta de estudio), como Calamari
todas las ocasiones se puede acceder a la obse- (2005) señalan entre sus ventajas que los suje-
sión que está en la base de las estrategias de tos se asignan a grupos de forma no ambigua,
control (incluidas las compulsiones): este sería mientras que en el análisis factorial a cada
el caso de pacientes crónicos que son incapaces sujeto se le asigna una puntuación en todas las
de «recordar» la obsesión que «motivó» las dimensiones latentes identificadas. Y sus
estrategias que emplea. En estos casos un enfo- detractores enfatizan los problemas que conlle-
que basado únicamente en el contenido de las va asumir un enfoque categorial en el que cada
obsesiones ayudaría muy poco a definir el paciente presenta en general un sínto-
«subtipo» concreto de TOC al que pertenece. ma/subtipo principal, cuando en la práctica se
Por lo que se refiere a las ventajas e incon- observa un elevado número de pacientes que
venientes de los dos enfoques revisados, el presentan simultáneamente diferentes modali-
categorial y el dimensional, la pregunta que dades de obsesiones y compulsiones (Akhtar
cabe hacerse es cuál resulta más útil. Tras nues- et al., 1975), así como cambios en los síntomas
tra revisión queda sin resolver la cuestión de si a lo largo del tiempo (Skoog y Skoog, 1999).
el TOC responde más a un modelo de subtipos Los defensores de la aproximación dimensio-
discretos o a uno de dimensiones, pues ambas nal (que utilizan los análisis factoriales como
aproximaciones tienen implicaciones diferen- herramientas de investigación) (Mataix-Cols et
tes (Haslam, Williams, Kyrios, Mckay y Taylor, al., 2005a) enfatizan que el TOC es dimensio-
2005; Radomsky y Taylor, 2005). En un mode- nal, pues asumen que se distribuye de forma
lo categorial se asume que un sujeto presenta o normal entre la población y que sus síntomas
no una determinada tipología, por lo que no tie- nucleares (obsesiones y compulsiones) se pre-
nen cabida posiciones intermedias, ni tiene sen- sentan en otros trastornos neurológicos o men-
tido una evaluación que las considere; además, tales además de en el TOC (p.ej., la acumula-
los tratamientos tendrían un mismo efecto sobre ción se ha observado en trastornos como la
todos los pacientes de un mismo subtipo. Por demencia, esquizofrenia o trastornos alimen-
su parte, en un modelo dimensional no tendría tarios; Mataix-Cols et al., 2005a). Sin embar-
sentido hablar de subtipos, pues los sujetos se go, esta aproximación no está exenta de pro-
distribuirían a lo largo de un continuo de gra- blemas. De hecho, hemos visto como a través
vedad, y tanto la evaluación como los trata- de diferentes estudios no se han conseguido
mientos y sus efectos variarían también a lo lar- replicar las mismas dimensiones, a pesar de
go de ese continuo. Respecto a la etiología, emplear el mismo instrumento, y además no
mientras que los subtipos surgen a partir de hay estudios con propuestas de perfiles de sín-
unos pocos factores causales (p.ej., presencia tomas basados en las dimensiones TOC (Clark,
versus ausencia de una experiencia de aprendi- 2004). Por otro lado, algunas de estas propues-
zaje crítica), las dimensiones serían el resulta- tas confunden lo que significa, en términos
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 81
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 82
Calamari, J.E. (2005). Understanding the heterogeneity of Fals-Steward, W., y Lucente, S. (1993). An MCMI cluster
OCD. The American Journal of Psychiatry, 162, 2193- typology of obsessive-compulsives: a measure of per-
2194. sonality characteristics and its relationship to treatment
Cavallini, M.C., Di Bella, D., Siliprandi, F., Malchiodi, F., participation, compliance and outcome in behaviour
y Bellodi, L. (2002). Exploratory factor analysis of therapy. Journal of Psychiatric Research, 27, 139-154.
obsessive-compulsive patients and association with 5- Feinstein, S.B., Fallon, B.A., Petkova, E., y Liebowitz,
HTTLPR polymorphism. American Journal of Med- M.R. (2003). Item-by-item factor analysis of the Yale-
ical Genetics (Neuropsychiatric Genetics), 114, 347- Brown Obsessive Compulsive Scale symptom check-
353. list. Journal of Neuropsychiatry and Clinical Neuro-
Christensen, K.J., Kim, S.W., Dysken, M.W., y Hoover, sciences, 15, 187-193.
K.M. (1992). Neuropsychological performance in First, M.B. (2006) Obsessive Compulsive Spectrum Dis-
obsessive-compulsive disorder. Biological Psychiatry, orders Conference. En:
31, 4-18. Foa, E.B, Stekeee, G.S., y Ozarov, B.J. (1985). Behaviour
Clark, D.A. (2004). Cognitive-behavioural therapy for therapy with obsessive-compulsives. En M. Mavis-
OCD. New York: The Guilford Press. sakalian, S.M. Turner, y L. Michelson (Eds.), Obses-
Clark, D.A. (2005). Lumping versus splitting: a commen- sive Compulsive Disorder (pp. 49-129). Nueva York:
tary on subtyping in OCD. Behavior Therapy, 36, 401- Plenum.
404 Foa, E.B., y Wilson, R. (1992). Venza sus obsesiones.
Clark, D.A., y Beck, A.T. (2002). Manual for the Clark- Barcelona: Robin Book.
Beck Obsessive Compulsive Inventory. San Antonio, Foa, E.B., Huppert, J.D., Leiberg, S., Langner, R., Kichic,
TX: Psychological Corporation. R., Hajcak, G., y Salkovskis, P.M. (2002). The Obses-
Clark, D.A., Antony, M.M., Beck, A.T., Swinson, R.P., y sive-Compulsive Inventory: development and valida-
Steer, R.A. (2005). Screening for Obsessive and com- tion of a short version. Psychological Assessment, 14,
pulsive Symptoms: Validation of the Clark-Beck 485-496.
Obsessive-Compulsive Inventory. Psychological Foa, E.B., Kozak, M.J., Goodman, W.K., Hollander, E.,
Assessment, 17, 132-143. Jenike, M.A., y Rasmussen, S.A. (1995). DSM-IV
Cullen, B., Brown, C.H., Riddle, M.A., Grados, M., Bien- field trial: obsessive compulsive disorder. American
venu, J., Hoehn-Saric, R., Shugart, Y.Y., Liang, K.-Y., Journal of Psychiatry, 152, 990-996.
Samuels, J., y Nestadt, G. (2007). Factor analysis of the Foa, E.B., Kozak, M.J., Salkovskis, P., Coles, M.E., y
Yale-Brown Obsessive Compulsive Scale in a family Amir, N. (1998). The validation of a new obsessive-
study of obsessive-compulsive disorder. Depression compulsive disorder scale: The Obsessive-Compulsive
and Anxiety, 24, 130-138. Inventory. Psychological Assessment, 10, 206-214.
De Silva, P., y Rachman, S. (1992). Obsessive-compulsive Freeston, M.H., Ladouceur, R., Thibodeau, N. y Gagnon, F.
disorder. Oxford: Oxford University Press. (1991). Cognitive intrusions in a non-clinical population:
Denys, D., de Geus, F., van Megen, H.J.G.M., y Westn- I. Response style, subjective experience, and appraisal.
berg, H.G.M. (2004). Use of factor analysis to detect Behaviour Research and Therapy, 29, 585-597.
potential phenotypes in obsessive-compulsive disorder. García-Soriano, G. (2008). Pensamientos intrusos obsesi-
Psychiatry Research, 128, 273-280. vos y obsesiones clínicas: contenidos y significado
Edwards, S., y Dickerson, M. (1987). On the similarity of personal. Tesis Doctoral no publicada. Universidad de
positive and negative intrusions. Behaviour Research Valencia.
and Therapy, 25, 207−211. Geller, D., Biederman, J., Jones, J., Park, K., Schwartz, S.,
Emmelkamp, P.M.G., y Aardema, A. (1999). Meta-cogni- Shapiro, S., y Coffey, B. (1998). Is juvenile obsessive-
tion, specific obsessive-compulsive beliefs and obses- compulsive disorder a developmental subtype of the
sive-compulsive behaviour. Clinical Psychology and disorder? A review of the pediatric literature. Journal
Psychotherapy, 6, 319-145 of the American Academy of Child and Adolescent Psy-
England, S.L., y Dickerson, M. (1988). Intrusive thoughts; chiatry, 37, 420-427.
unpleasantness not the major cause of uncontrollabil- Goodman, W.K., Price, L.H., Rasmussen, S.A., Mazure,
ity. Behaviour Research and Therapy, 26, 279−282. C., Freischmann, R.L., Hill, C.L., Heninger, G.R., y
England, S.L., y Dickerson, M. (1988). Intrusive thoughts; Charney, D.S. (1989). The Yale-Brown Obsessive-Com-
unpleasantness not the major cause of uncontrollabil- pulsive Scale. I: Development, use, reliability, and
ity. Behaviour Research and Therapy, 26, 279−282. validity. Archives of General Psychiatry, 46, 1006-1011.
Fals-Steward, W. (1992). A dimensional analysis of the Hantouche, E.G., y Lancrenon, S. (1996). Modern typol-
Yale-Brown Obsessive Compulsive Scale. Psycholog- ogy of symptoms study of 615 patients. Encephale, 22,
ical Reports, 70, 238-240. 9-21.
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 83
Hantouche, E.G., Bourgeois, M., Bouhassira, M., y Lan- Mataix-Cols, D., do Rosario-Campos, M.C., y Leckman,
crenon, S. (1996). Aspects cliniques des troubles et des J.F. (2005a). A multidimensional model of obsessive-
syndromes obsessionnels-compulsifs: Résultats de la compulsive disorder. American Journal of Psychiatry,
phase 2 d’une large enquete française. Encephale, 22, 162, 228-238.
255-263. Mataix-Cols, D., do Rosario-Campos, M.C., y Leckman,
Harris, C.L., y Dinn, W.M. (2003). Subtyping obsessive- J.F. (2005b). Reply to Calamari Understanding the het-
compulsive disorder: Neuropsychological correlatos. erogeneity of OCD. American Journal of Psychiatry,
Behavioural Neurology, 14, 75-87. 162, 2194.
Haslam, N., Williams, B.J., Kyrios, M., Mckay, D., y Tay- Mataix-Cols, D., Rauch, S.L., Baer, L., Eisen, J.L., Shera,
lor, S. (2005). Subtyping Obsessive-Compulsive Dis- D.M., Goodman, W.K., Rasmussen, S.A., y Jenike,
order: A Taxometric Analysis. Behavior Therapy, 36, M.A. (2002). Symptom stability in adult obsessive-
381-391. compulsive disorder: Data from a naturalistic two-year
Hasler, G., Kazuba, D., y Murphy, D.L. (2006) Factor follow-up study. American Journal of Psychiatry, 159,
Analysis of Obsessive-Compulsive Disorder YBOCS- 263-268.
SC Symptoms and Association With 5-HTTLPRSERT Mataix-Cols, D., Rauch, S.L., Manzo, P.A., Jenike, M.A.,
Polymorphism. American Journal of Medical Genet- y Baer, L. (1999). Use of factor-analyzed symptom
ics Part B (Neuropsychiatric Genetics) 141B, 403-408. dimensions to predict outcome with serotonin reuptake
Hodgson, R.J., y Rachman, S. (1977). Obsessional-com- inhibitors and placebo in the treatment of obsessive-
pulsive complaints. Behaviour Research and Therapy, compulsive disorder. American Journal of Psychiatry,
15, 389-395 156, 1409-1416.
Insel, T.R. (1985). Obsessive-compulsive disorder. The Matsunaga, H., Maebayashi, K., Hayashida, K., Okino,
Psychiatric Clinics of North America, 8, 105-117. K., Matsui, T., Ketani, T., Kiriike, N., y Stein, D.J.
Insel, T.R. (1984). Obsessive-compulsive disorder: the (2008). Symptom Structure in Japanese Patients with
clinical picture. En Insel, T. (Ed.), New findings in Obsessive-Compulsive Disorder. American Journal of
obsessive-compulsive disorder. Washington: American Psychiatry, 165, 251-253.
Psychiatric Press. McKay, D., Abramowitz, J.A., Calamari, J.E., Kyrios, M.,
Khanna, S., Kaliaperumal, V.G., y Channabasavanna, S.M. Radomsky, A., Sookman, D., Taylor, S., y Wilhelm, S.
(1990). Clusters of obsessive-compulsive phenomena (2004). A critical evaluation of obsessive-compulsive
in obsessive-compulsive disorder. British Journal of disorder subtypes: Symtoms versus mechanisms. Clin-
Psychiatry, 156, 51-54. ical Psychology Review, 24, 283-313.
Kozak, M.J., Foa, E.B., y McCarthy, P. (1987). Asessment McKay, D., Danyko, S., Neziroglu, F., y Yaryura Tobias,
of Obsessive compulsive disorder. En C. Last y M. J.A. (1995). Factor structure of the Yale-Brown Obses-
Hersen (Eds.), Handbook of anxiety disorders. New sive Compulsive Scale: A two dimensional measure.
York: Pergamon Press. Behaviour Research and Therapy, 33, 865-869.
Leckman, J.F., Grice, D.E., Boardman, J., Zhang, H., Morillo, C., Belloch, A., y García-Soriano, G. (2007a).
Vitale, A., Bondi, C., Alsobrool, J., Peterson, B.S., Clinical obsessions in obsessive-compulsive patients
Cohen, D.J., Rasmussen, S.A., Goodman, W.K., and obsession-relevant intrusive thoughts in non-clin-
McDougle, C.J., y Pauls, D.L. (1997). Symptoms of ical, depressed and anxious subjects: Where are the dif-
obsessive-compulsive disorder. American Journal of ferences? Behaviour Research and Therapy, 45, 1319-
Psychiaty, 154, 911-917. 1333
Leckman, J.F., Grice, DE., Barr, LC., deVries, ALC., Mar- Moulding, R., Kyrios, M., Doron, G., y Nedeljkovic, M.
tin, C., Cohen, DJ., Goodman, WK., y Rasmussen, SA. (2007). Autogenous and reactive obsessions: Further
(1995). Tic-related vs non-tic related obsessive com- evidence for a two-factor model of obsessions. Jour-
pulsive disorder. Anxiety, 1, 208-215 nal of Anxiety Disorders, 21, 677-690.
Lee, H.J., y Kwon, S.M. (2003). Two different types of Parkinson, L., y Rachman, S. (1981). Part II. The nature
obsession: autogenous obsessions and reactive obses- of intrusive thoughts. Advances in Behaviour Research
sions. Behaviour Research and Therapy, 41, 11-29. and Therapy, 3, 101−110.
Lewis, A. J. (1936). Problems of obsessional illness. Pro- Purdon, C., y Clark, D.A. (1993). Obsessive intrusive
ceedings of the Royal Society of Medicine, 29, 325- thoughts in non-clinical subjects. Part I. Content an
336. relation with depressive, anxious and obsessional
Marks, I. (1987). Fears, phobias and rituals. Panic, anx- symptoms. Behaviour Research and Therapy, 31, 713-
iety and their disorders (vols. I y II). Nueva York: 720.
Oxford University Press. (Versión española: Martínez- Purdon, C., y Clark, D.A. (1994). Perceived Control and
Roca, Barcelona, 1986) Appraisal of Obsesssional Intrusive Thoughts: A repli-
© Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84
18280_01_PSICO_13_2:18280_01_PSICO_13_2 12/8/08 13:41 Página 84
cation and extension. Behavioural and Cognitive Psy- type in OCD. Journal of Psychiatric Research, 34,
chotherapy, 22, 269-285. 25-24.
Rachman, S.J. (1971). Obsessional rumiations. Behaviour Summerfeldt, L.J., Kloosterman, P.H., Antony, M.M.,
Research and Therapy, 9, 229-235. Swinson, R.P., y Richter, M.A. (2004). The relation-
Rachman, S.J. (2003). The treatment of obsessions. New ship between miscellaneous symptoms and major
York: Oxford University Press. symptom factors in obsessive-compulsive disorder.
Rachman, S.J., y Hodgson, R.J. (1980). Obsessions and Behavior Research and Therapy, 42, 1453-1476.
Compulsions. Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall. Summerfeldt, L.J., Richter, M.A., Antony, M.M., y Swin-
Radomsky, A.S., y Taylor, S. (2005). Subtyping OCD: son, R.P. (1999). Symptom structure in obsessive-com-
Prospects and Problems. Behaviour Therapy, 36, 371-379 pulsive disorder: a confirmatory factor-analytic study.
Reina, N. (2007). Validación y adaptación para su uso en Behavior Research and Therapy, 37, 297-311.
población española del Inventario de Obsesiones y Tek, C., y Ulug, B. (2001). Religiosity and religious
Compulsiones de Clark y Beck (CBOCI). Trabajo para obsessions in obsessive-compulsive disorder. Psychi-
la obtención del DEA. Universidad de Valencia. atry Research, 104, 99-108.
Rosario-Campos, M.C., Miguel, E.C., Quatrano, S., Cha- Thordarson, D.S., Radomsky, A.S., Rachman, S., Shafran,
con, P., Ferrao, Y., Findley, D., Katsovich, L., Scahill, R., Sawchuk, C.N., y Hakstian, A.R. (2004). The Van-
L., King, R.A., Woody, S.R., Tolin, D., Hollander, E., couver Obsessional Compulsive Inventory. Behaviour
Kano, Y., y Leckman, J.F. (2006). The dimensional Yale- Research and Therapy, 42, 1289-1314.
Brown Obsessive-Compulsive Scale (DY-BOCS): an Van Grootheest, D.S., y Cath, D.C. (2007). Compulsive
instrument for assessing obsessive-compulsive symp- Hoarding and OCD: Two distinct disorders? (editori-
tom dimensions. Molecular Psychiatry, 11, 495-504. al) American Journal of Psychiatry, 164, 1435-1436.
Sanavio, E. (1988). Obsessions and compulsions: the Pad- Van Oppen, P., Hoekstra, R.J., y Emmelkamp, P.M.G.
ua Inventory. Behaviour Research and Therapy, 26, (1995). The structure of obsessive-compulsive symp-
167-177. toms. Behaviour Research and Therapy, 33, 15-23.
Saxena, S. (2007). Is compulsive hoarding a genetically Wu, K.D., Watson, D., y Clark, L.A. (2007). A self-report
and neurobiologically discrete syndrome? Implications version of the Yale-Brown Obsessive-Compulsive
for diagnostic classification (editorial). American Jour- Scale Symptom Checklist: Psychometric properties of
nal of Psychiatry, 167, 380-384. factor-based scales in three samples. , 21, 644-661.
Skoog, G., y Skoog, I. (1999). A 40-year follow-up of Zubeidat, I., Sierra, J.C., y Fernández-Parra, A. (2007).
patients with obsessive-compulsive disorder. Archives Subtipos de ansiedad social en población adulta e
of General Psychiatry, 56, 121-127. infanto-juvenil: Distinción cuantitativa versus cualita-
Sobin, C., Blundell, F., Weiller, C., Haiman, C., y tiva. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica,
Karayiorgou, M. (2000). Evidence of a schizotypy sub- 3, 147-162.
Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2008, Vol. 13 (2), 65-84 © Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología