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TECHOS PLANOS E INCLINADOS.


Materiales, Técnicas, Ventajas y desventajas.
Llegó la hora de decidir que cubierta colocar en una obra y la
pregunta que surge casi inmediatamente es ¿plano o inclinado? La
respuesta no es fácil ni directa, porque para responderla habrá que
evaluar un sinnúmero de factores. Muchos de ellos son subjetivos, y
tienen que ver con el estilo arquitectónico de la vivienda, los gustos
del Comitente o las propias inclinaciones estéticas del arquitecto
que se ocupa del diseño de la obra. Sin embargo, existen otras
cuestiones de carácter técnico, y por lo tanto más objetivas, que
deben tenerse en cuenta a la hora de decidir.

Clima: Sin dudas, el primer aspecto a considerar es la ubicación


donde se encuentra la obra en cuestión. Si se trata de una zona con
lluvias copiosas y muy frecuentes, la balanza se inclinará para el
lado de los techos inclinados.
La razón es bastante evidente: dada la pronunciada inclinación de la
cubierta, el agua se evacuará fácilmente. Esto no invalida que se
puedan ejecutar techos planos si la estética de la obra lo impone.
Eso sí, habrá que tomar más precauciones para asegurarse de que
una vez terminada la construcción no aparezcan las malditas
goteras. En realidad, un techo plano no es estrictamente horizontal,
si no, el agua no escurrirá. Se los denomina así porque la pendiente
promedio de un techo plano (entre 1 y 3 centímetros por cada metro
de desarrollo horizontal) es sensiblemente menor a la de un techo
de tejas: ésta puede oscilar entre 0,30 metros como mínimo hasta
1,00 metro como máximo por cada metro de desarrollo horizontal de
techo.
Por lo tanto es más probable que ante fuertes lluvias, el agua se
acumule mucho más en un techo plano que en uno inclinado. Y así,
aumentarán las posibilidades de filtraciones. Sobre todo si el techo
no tiene resueltos en forma óptima los encuentros de la aislación de
la cubierta con las paredes (las llamadas babetas). O si no fueron
bien construidas las uniones en los embudos o rejillas por donde se
desagotará el agua.
Si nieva en el lugar donde se construirá la obra, la elección es una
sola: en estos casos se impone el techo inclinado. Incluso, si es
posible, convendrá que el techo sea lo más sencillo posible. Así se
evitarán los quiebres, denominados limahoyas y limatesas, que son
los puntos débiles de un techo inclinado.

Vegetación: Las zonas muy arboladas son un peligro para los


techos. Porque las hojas suelen obstruir los desagües.
En estos casos muchos profesionales del diseño recurren al techo
plano con libre escurrimiento, es decir, sin canaletas. De esta
manera, las hojas no serán retenidas por ningún elemento
constructivo del techo. Esta técnica de evitar los caños de desagüe
y, en cambio, dejar aleros de libre escurrimiento también podría
utilizarse con techos planos. En ese caso, habría que balancear si
estéticamente es aceptable en relación con el estilo de la casa. Otro
aspecto que hay que poner en la balanza para decidir el techo que
más le conviene a nuestra obra, tiene que ver con el uso que se le
dará: si será accesible o no. Si se lo va a usar como terraza deberá
optarse por un techo plano.
Dentro de esta opción, se encuentran varias posibilidades de
terminación. La habitual es la terraza con las típicas baldosas
coloradas. Pero también se puede hacer una terraza – jardín, esa

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que a los arquitectos del Movimiento Moderno solía denominar la
quinta fachada.

¿Qué es la quinta
quinta fachada?
fachada?
Cuando el arquitecto suizo-francés Le Corbusier lanzó sus famosos
preceptos a los que llamó 5 puntos para una nueva arquitectura no
se olvidó de la cuestión de los techos de los edificios. Justamente,
uno de esos puntos detallaba que las construcciones modernas
debían culminar en una terraza – jardín. El Corbu proponía
devolverle al paisaje la misma cantidad de verde que el edificio le
había quitado. Aunque era un hombre de lengua afilada, este famoso
arquitecto, (considerado uno de los padres de la arquitectura de
este siglo) no se quedaba tan solo en las palabras: llevaba a las
obras todas las teorías que declamaba.
Por ejemplo, en las terrazas de la conocida Unidad de Habitación de
Marsella (un edificio de departamentos en dúplex con un piso
intermedio de locales comerciales), Le Corbusier dio rienda suelta a
su portentosa imaginación y creó una azotea habitable: Si se lo
contempla desde un avión, este techo se transforma en una quinta
fachada, como él solía denominarlo.
A partir de las ideas de ¨Corbu¨ y de toda la camada de arquitectos
modernos, el techo inclinado fue defenestrado y casi condenado a
desaparecer. No obstante, a la gente común, ajena a éstas teorías,
los techos de tejas les seguían gustando. Al punto de que el propio
Le Corbusier vio varias de sus obras de sintéticos planos
¨arruinadas¨ porque los dueños, al tiempo de habitarlas, les
colocaban un techo de tejas encima de su quinta fachada.
De todas formas, no todos los arquitectos del movimiento moderno
siguieron plasmando en sus proyectos los preceptos de la
denominada (con ironía) la Biblia corbusierana. Uno de sus
contemporáneos, el finlandés Alvar Aalto, al parecer por sus obras,
no se encasilló dentro de ninguna regla específica. En el Sanatorio
para tuberculosos de la localidad finlandesa de Paimio, por
ejemplo, se ajustó al canon del techo plano. Pero en otras obras,
como la de la Municipalidad de Sainatsalo (una serie de edificios de
ladrillos dispuestos en torno a un patio verde), usó techos
inclinados que se vuelcan al espacio abierto, reforzando el carácter
del patio central que organiza el proyecto. Hoy, algunos de los
arquitectos que ocupan la primera línea mundial, como el
estadounidense Frank Gehry o el japonés Toyo Ito, parecen haber
tornado obsoleta la polémica entre techo plano o inclinado. Ellos,
computadoras e imaginación mediante, inventan techos curvos u
ondulantes en los cuales, en ocasiones es difícil distinguir donde
terminan las paredes y donde comienza el techo.
Una verdadera quinta fachada releída.

Regreso
Regreso a los techos planos o inclinados
Volviendo al tema de los techos (que interrumpimos brevemente para
ocuparnos de ciertos temas “históricos”), diremos que un techo-
jardín tiene una técnica especial de construcción. Además de una
correcta aislación hidrófuga, se le debe adicionar un manto de
pedregullo o piedra partida por debajo de la tierra vegetal. Así la
piedra funciona como un filtro que impide que los desagües se tapen
con tierra. Una opción intermedia es la combinación de los techos
planos con los inclinados. En esta variante las partes planas
generalmente se utilizan como balcones terraza, mientras que la
mayor parte del techo se construye inclinada.

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El carácter
carácter térmico de una cubierta
Una cubierta no es óptima tan solo porque evita que se filtre agua de
lluvia al interior de nuestra obra. Tampoco deberá permitir el
ingreso de las altas temperaturas exteriores en verano, ni las bajas
temperaturas durante el invierno. A ésta capacidad la denominamos
aislación térmica. ¿Cómo se logra?
Existen varias técnicas, pero casi todas se basan en la incorporación
de una o varias capas de materiales livianos y porosos como el
poliestireno expandido (cuya denominación comercial más común es
¨telgopor¨), la lana de vidrio, spray de poliuretano.
Dichos aislantes pueden utilizarse tanto en los techos inclinados
como en los planos. Sólo variará la manera de disponer del
“sándwich” de los distintos materiales componentes de la cubierta.

Creación del ¨escudo¨ contra la humedad


También hay que considerar la colocación de una capa denominada
barrera de vapor. En los techos planos ésta se puede materializar
con una pintura impermeable, y en los inclinados de teja o chapa,
pueden materializarse con una lámina de polietileno. La función que
cumple la barrera de vapor es impedir que se condense la humedad
en la cara inferior del techo o, lo que es peor, dentro de la misma
estructura de la cubierta.

El peso de la cubierta.
El peso del techo es otro de los puntos que pueden incidir en la
elección de la cubierta. Por lo general, los techos planos
construidos por losas, ya sean macizas o cerámicas, entran en la
categoría de cubiertas pesadas. En cambio, los techos inclinados
suelen ser livianos, porque se construyen con delgadas estructuras
de madera o metálicas.
Si el techo será inaccesible, conviene colocar una cubierta liviana
porque de ésta forma se restará peso a la estructura de sostén de
la construcción. Una tendencia actual es adoptar ésta solución
incluso en edificios de varios pisos. Así, el techo del último piso se
le puede otorgar un tratamiento estético especial porque se
convierte en el remate del edificio.
A medio camino entre las cubiertas planas y las inclinadas, se
encuentran los techos curvos. Y por sus características se los
puede asimilar tanto a un techo liviano como a uno pesado. Dentro
del primer caso se encuentran las cubiertas con estructuras
metálicas, generalmente conocidas como parabólicas. Este tipo de
techos se suelen cubrir con chapas metálicas. Por ello, se los suele
considerar como un caso especial de techo inclinado.
En el segundo grupo se encuentran las bóvedas, tanto las de
hormigón armado como las de ladrillos. En este caso se debe
brindar una aislación hidrófuga similar a la que utilizan los techos
planos. El balance de estos datos técnicos seguramente servirá de
referencia al diseñador en la toma de decisiones.

Cubierta de hormigón armado con techado asfáltico.


Sobre la losa de hormigón armado que constituye la estructura
resistente se construye un contrapiso de hormigón hidráulico pobre,
con el empleo de cal hidráulica como aglomerante principal y la
incorporación de cascotes de ladrillos como agregado grueso.
A los efectos de mejorar sus condiciones de fragüe y resistencia, se
ha reforzado con la adición de una pequeña cantidad de cemento en
carácter de aglomerante secundario.

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La función del contrapiso, es la de lograr una pendiente para el
escurrimiento del agua de lluvia, ya sea por libre escurrimiento o
hacia un embudo de desagüe. Dicha pendiente debe ser por lo menos
del 2%, es decir 2 cm. por cada metro de desarrollo.
El espesor del contrapiso, estará determinado por la dimensión del
agregado grueso, que se estima en 5 cm., mientras que el espesor
máximo queda determinado por el desarrollo de la pendiente, que
depende de la longitud.

Sobre este contrapiso, se realiza un alisado de cemento impermeable


con mortero 1:3 con adición de hidrófugo.
Una vez ejecutado el manto de cemento alisado, tiene principio la
organización de la membrana impermeable constituida por el techado
asfáltico armado ¨in situ, que consiste primeramente en que la capa
de cemento reciba una capa de asfalto en caliente, (mano de
imprimación), utilizando una pintura llamada primaria, constituida por
bitumen asfáltico en vehículo volátil. La función de esta primera capa
es la de asegurar un buen anclaje mecánico.
La segunda etapa consiste en la aplicación de la primer capa de
asfalto en caliente mencionada en el párrafo anterior y sobre ésta,
en una tercer etapa, se extiende el primer fieltro asfáltico cuyas
juntas serán solapadas y pegadas con bitumen a fin de constituir
una superficie continua.
La cuarta etapa repite un tendido de asfalto en caliente, y la quinta
etapa un nuevo fieltro, a la que sucederá, en la sexta etapa, otra
capa de asfalto en caliente. En este puno el proceso puede darse
por terminado, o bien, para mayor seguridad, proceder a la
colocación en una séptima y última etapa, de una capa de terminación
constituida por un techado asfáltico en lugar de fieltro, por cuanto
siempre se debe finalizar con una capa impermeable.

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Una vez completado el techado armado como acaba de indicarse,
puede quedar como cubierta definitiva o complementarse con una
terminación de baldosas cerámicas, losetas premoldeadas, etc. Si se
requiere una superficie transitable.

Cubierta con baldosas cerámicas.

Con el objeto de mejorar la adherencia del mortero de asiento de


baldosas, es conveniente esparcir arena gruesa sobre la última capa
de bitumen asfáltico cuando aún se encuentra caliente. Las baldosas
cerámicas se colocan con sus juntas abiertas, aproximadamente 10
mm. las que luego, se sellaran con M.C.I. teniendo la precaución de
dividir la superficie total en paños que no superen los 20 m2,
mediante juntas más anchas que posteriormente se llenarán con
materiales cuya plasticidad permita absorber las dilataciones
producidas por los cambios de temperaturas. Para tal fin puede
utilizarse el mastic asfáltico.

Selladores de juntas de dilatación.


La junta de dilatación que es, básicamente una interrupción de la
continuidad del piso o cubierta, debe ser convenientemente sellado
para evitar el paso del agua y el material a utilizar debe poseer
elasticidad perdurable a toda influencia externa.

Normas para su aplicación.

• Limpieza: se eliminará a fondo el polvo y la humedad de la junta.


• Imprimación: se aplicará sobre las paredes de la junta, dejando
secar antes de colocar el sellador.
• Elemento soporte: Característica fundamental, puede utilizarse para
papel--pioliestireno expandido, cartón
materializarla en obra papel
corrugado, etc.
• Colocación del sellador bituminoso.

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Cubierta asfáltica con sobrecubierta horizontal.
La sobrecubierta horizontal permite que sea transitable una
superficie que normalmente no lo es, ya que el bitumen asfáltico no
cumple con esas condiciones. Otra solución es la de protectora
contra los efectos de la acción solar sobre la membrana hidrófuga.
Su ejecución se basa en una serie de pilares que sirven de apoyo a
elementos horizontales, como pueden ser losetas de hormigón
premoldeado. Los pilares pueden ejecutarse con ladrillos comunes o
con elementos premoldeados de hormigón siendo la altura de los
mismos variable. Entre las losetas de horno premoldeado se deja 2
cm. de separación a fin de que el agua de lluvia pueda llegar hasta
la membrana hidrófuga y ser conducida en virtud de la pendiente,
hacia lo embudos de desagüe.

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Cámara de aire.
Uno de los problemas que pueden presentarse en este tipo de
cubiertas de hormigón armado, es la aparición de fisuras en las
paredes exteriores, en correspondencia aproximada con la ubicación
de la losa de Hº Aº.
Estos problemas se deben a las dilataciones que experimenta el
hormigón, por efecto de los aumentos de temperatura. Por ejemplo,
una estructura de hormigón armado de 30 metros de longitud, ante
aumentos de temperatura de 30º C, sufre un incremento de longitud
de aproximadamente 9 mm. La inclusión de juntas de dilatación y
protecciones térmicas adecuadas pueden reducir los efectos de la
dilatación.
Pero el aumento de volumen que experimentan algunos materiales
deben atribuirse no solo al aumento de la temperatura, sino también
a al humectación. Los metales, por no ser absorbentes, no sufren
movimientos, pero es sabido que las maderas sufren movimientos que
pueden llegar a representar el 12% con respecto a su dimensión
inicial.
En hormigones porosos, estos valores pueden representar el 0,05
%, y aún mayores cuanto más porosos sean.
Por efecto de la humectación, el contrapiso es capaz de reproducir
un aumento de volumen que se habrá de traducir en una presión,
ejercida contra el muro de carga, provocando su desplazamiento, y
como consecuencia la fisuración de la mampostería.

Como solución a ese problema, se deja un espacio vacío entre el


contrapiso y la pared, con el fin de que los movimientos producidos
por dicho contrapiso no hagan aparecer en el muro, fisuras. De la
misma forma se hace para la losa de hormigón armado (FIG. 83). A
este espacio vacío se lo suele denominar “cámara de expansión” o
“cámara de aire”.

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Barrera de vapor.

Existe una producción de humedad desde el interior de los locales.


En este habrá una determinada temperatura, y una cierta cantidad de
agua en forma de vapor, que representa la Humedad Absoluta (que
denominaremos HA). Para la temperatura considerada, el aire admite
un máximo de vapor de agua que se denomina Humedad de saturación
(HS), cuyo valor es generalmente es mayor que HA. El cociente entre
HA/HS nos da el valor de humedad relativa ambiente, (HR) que se
expresa porcentualmente.
Cuando los valores de HS y HA se igualan, el valor de la humedad
relativa ambiente será de 100%, y a partir de esa temperatura que se
denomina punto de rocío, todo descenso de temperatura determinará
que una cierta cantidad de vapor de agua no puede coexistir con el
aire debido a que éste disminuye su receptividad al descender la
temperatura, y por lo tanto deberá desaparecer, hecho que se
produce pasando al estado líquido en virtud de un fenómeno que
llamaremos condensación superficial, y que se produce con
temperaturas por debajo del punto de rocío, sobre las que se
depositará en forma de gotas.
El vapor de agua del ambiente pasará a través de la losa y llegará
cada vez a planos más fríos, hasta que encontrará un plano tan frío
como para condensarse dentro del espesor de la estructura
resistente o del contrapiso, fenómeno que recibe el nombre de
condensación intersticial. En la Figura 88, podemos observar un
supuesto gradiente térmico y el nivel que corresponde a la
temperatura del punto de rocío.

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Cámara de aire.
Por el punto en que la línea de la temperatura de rocío corta al
gradiente térmico, pasará el plano de condensación que ha quedado
ubicado dentro de la masa del contrapiso.
Luego, la condensación del vapor de agua dentro del contrapiso
producirá la humectación del mismo, y como consecuencia su aumento
de volumen y las fisuras de la pared.
Conocida la fuente de humedad, es posible buscar soluciones.
Una de ellas ya la hemos mencionado, y es el de la “cámara de aire”.
Otra solución es la de no permitir que el vapor de agua pase por
permeabilidad a través de la estructura, a efectos de evitar que
llegue hasta el plano de condensación, lo que puede conseguirse
interponiendo un elemento impermeable a los gases, que debe
ubicarse antes del plano de condensación. El lugar elegido puede
ser sobre una losa de hormigón armado, este elemento puede estar
constituido por una capa de bitumen asfáltico, un techado asfáltico
o una película metálica. A estos elementos se los conoce con el
nombre de Barrera de vapor.
Esta barrera también nos permite solucionar el problema del
ampollamiento del techado asfáltico. La causa de esos
ampollamientos obedece a las fuerzas expansivas que desarrolla la
humedad al evaporarse, ya sea desde el contrapiso o de la misma
losa de hormigón armado. Es por eso que también se consigue
mediante la ejecución de una capa de mortero de cemento
impermeable, como base de la membrana asfáltica, evitando que
vapores lleguen a dicha membrana.

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Detalle de colocación de tejas coloniales.

Las tejas pueden colocarse en dos posiciones diferentes, con su


concavidad hacia arriba, con el objeto que pueda recibir a la teja
que tiene que superponerse. Esta última, recibe el nombre de teja
canal. Cada una de ellas que forman una hilera, se fijan a los
listones de apoyo mediante clavos de acero galvanizados, utilizando
para ello uno de los dos orificios ubicados en ambos bordes de la
teja. Una vez colocadas las sucesivas hileras de tejas canal,
comenzando por el borde inferior de la cubierta, se procede a cubrir
el espacio abierto que queda entre ellas, para lo cual se utilizan las
mismas tejas pero colocadas con su convexidad hacia arriba, y su
diámetro menor hacia la parte superior. Esta segunda posición se
conoce con el nombre de cobija.

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Detalle de colocación de tejas francesas.


Esta teja es una pieza de material cerámico que se caracteriza por
presentar una superficie con una serie de estrías y acanaladuras que
tiene por función encauzar el escurrimiento del agua de lluvias. Esta
forma influye en el peso propio de la cubierta la cual resulta más
liviana, disminuyendo el número de piezas necesarias por unidad de
superficie. La disposición de las piezas estructurales resistentes
(armaduras, correas y cabios) no presenta casi ninguna diferencia
con la del armado de la cubierta de tejas coloniales, la única
diferencia la constituye la eliminación de los listones longitudinales
que no tienen razón de ser.
Cuando la cubierta requiera de un mejor tratamiento térmico, se
depondrá de rollos de fibra de vidrio, entre los listones de apoyo
de tejas, pudiéndose utilizar como variante el poliestireno expandido
o similar.

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Detalle de colocación de tejas planas.


Son piezas de material cerámico. Las dimensiones de esta teja,
oscilan entre 15 a 16 cm. para el ancho y de 25 a 28 cm. para su
longitud. A pesar de su nombre, suelen no ser planas, puesto que de
serlo se vería favorecida la posibilidad de filtraciones por
capilaridad. Para evitar este problema es conveniente dar una
pequeña curvatura a cada pieza con el objeto de anular la posible
capilaridad entre las piezas. Realizada la estructura resistente de
la cubierta y con los cabios dispuestos de acuerdo con el mismo
criterio adoptado para los casos anteriores, deben colocarse sobre
ellos los listones para el apoyo y clavado de tejas. Estas se
colocan dando comienzo por el borde inferior, en hileras cuyas
juntas longitudinales deben alternarse con respecto a las de la
siguiente hilera.
Dado que las tejas planas no pueden superponerse lateralmente
como las tejas mecánicas, si el recubrimiento no fuera suficiente
quedarán espacios sin cubrir. Este problema queda resuelto si la
superposición es mayor que la mitad de la longitud de la teja, dicho
recubrimiento alcanzará a los 2/3, de modo que quedará visible 1/3
del largo total de la pieza, lo que a su vez determinará la
separación de los listones. Este tipo de cubierta resulta de costo
elevado, puesto que requiere mayor cantidad de listones debido a la
proximidad entre ellos. Además su peso propio es considerable ya
que necesitan entre 50 y 60 tejas por metro cuadrado de cubierta.

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Detalle de colocación de tejas de pizarra.
Estas tejas están compuestas por una mezcla de asbesto, cemento
Pórtland y agua, dicha masa está coloreada y fuertemente
comprimida. Sus dimensiones pueden ser de 40 x 20 – 60 x 30 cm. y
su espesor de 4 mm. Sus características generales son: reducido
peso, facilidad y rapidez de colocación, es impermeable, inalterable
por bajas temperaturas, incombustible y de color inalterable. La
pendiente mínima es de 25º. Esta cubierta se puede fijar sobre dos
tipos de elementos:

a. Sobre entablonado de madera.


b. Sobre listones horizontales, que es lo más común. La superficie de
superposición entre pizarras varía según su pendiente.

Detalle de cubiertas de chapa acanalada de hierro galvanizada.


Los espesores de estas chapas de acero que usualmente se utilizan
son de 0,56 y 0,45 mm. debido a su reducido espesor, carecen por
completo de rigidez. Esta se consigue aumentando el momento de
inercia de la sección para responder a las solicitaciones de flexión,
con lo cual se modifica la forma, ondulando la superficie de la
chapa, lo que da origen a una forma comercial que se identifica con
la denominación de chapa ondulada o acanalada.
Con respecto al problema de la corrosión que presenta el acero, la
solución consiste en dotarlas de un recubrimiento protector de
efecto duradero. Para ello se incorpora a su superficie una delgada
película de zinc, firmemente adherida, que puede lograrse por medio
de procesos electrolíticos, o bien, como se hace habitualmente,
introduciendo la chapa en un baño de zinc de modo que al retirarla
queda adherida la protección en ambas caras. Las dimensiones
comerciales varían en cuanto a su longitud, desde 1,83 m. hasta
3,66 m-, su ancho permanece constante y es de 0,66 m.
Por tratarse de un material de óptima respuesta a las solicitaciones
de flexión y en que la deformabilidad derivada de su pequeño
espesor, se ha superado debido a la forma que le confiere el
ondulado, es posible aumentar considerablemente la distancia entre
sus apoyos, pudiendo llegarse a una distancia de 1,50 mts.,
considerando la sobrecarga correspondiente a una persona. Esto
representa una sensible disminución de piezas de sostén para las
chapas. La estructura de apoyo de chapas, se organizará en correas
que ya no necesitarán apoyarse en cabios, sino que lo podrán hacer
directamente sobre el cordón superior de las armaduras. Las
correas, aparte de utilizarse como un elemento estructural, sirve de
sujeción de las chapas.

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La cubierta de chapa puede organizarse de la siguiente manera:

La estructura resistente, compuesta por correas de madera de 2¨ x


4´, en la cual van apoyadas las chapas acanaladas. Sobre estas
correas pero del lado interior se organiza el cielorraso de un
machihembrado de madera clavado sobre ésta última. Apoyado sobre
el machimbre se ubica la barrera de vapor y sobre ésta la aislación
térmica. Pudiendo estar constituida por poliestireno expandido o
lana de vidrio de 2,5 cm. de espesor.

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Detalle de cubiertas de chapa acanalada de aluminio.


Son numerosas las ventajas que ofrecen las chapas de aluminio con
respecto a las de acero cincado. Una de las ventajas es su mejor
comportamiento en lo que hace el aislamiento térmico ya que su
superficie brillante rechaza parte de las radiaciones solares, esto
significa una solución integral del problema del aislamiento, a no
ser que se complemente con otros elementos aislantes. Otros
aspectos favorables son su bajo peso, aproximadamente la tercera
parte del acero, otra ventaja la constituye su buen comportamiento
frente a la acción destructiva de la corrosión, en virtud de la
autoprotección propia del aluminio. Hay que destacar que su precio
en el comercio es superior al del acero zincado.
La estructura de la cubierta es similar a las de acero zincado,
debiendo tenerse la precaución de utilizar para su fijación, clavos
de aleación de aluminio o de aceros recubiertos con cadmio o zinc, a
los efectos de evitar que se genere un par galvánico y con ello la
destrucción del material. En el caso de emplearse correas de
perfiles metálicos, la fijación de las chapas se realiza en forma
similar a la estudiada para las chapas de acero, vale decir, mediante
grapas cadmiadas o zincadas.

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En cuanto a las dimensiones de los elementos existen ventajas con
respecto al acero, ya que se presentan de la misma longitud pero con
un ancho aproximadamente de 1,15 m. lo que implica un menor número
de juntas longitudinales. El recubrimiento exigido es el mismo para
las chapas de acero y se aconsejan pendientes mínimas de 18º, es
decir del orden del 32%. Además del diseño común, que es
sinusoidal, existen otras formas de sección, entre ellas la
trapezoidal, que puede obtenerse con longitudes de hasta 16 m. y
anchos de 1,06 m., siendo sus espesores variables entre 0,6 mm. y
1,25 mm.

Detalle de cubiertas de chapa acanalada de fibro - cemento.


Este material también llamado asbesto-cemento, es un conglomerado
pétreo artificial, constituido por una pasta de cemento a la que se le
adicionan fibras de asbesto.
La pasta de cemento endurecida no es satisfactoria desde el punto
de vista mecánico, ya que las contracciones del fragüe no son
uniformes y genera esfuerzos de tracción que el material no resiste
y se fisura. Además como todo pétreo su resistencia a la tracción es
mínima. Para lograr su resistencia a la flexión se le agrega un
material llamado asbesto o amianto (silicato de magnesio hidratado)
cuya característica es su constitución fibrosa y que se separa de las
rocas que contiene amianto mediante procedimientos industriales.
Estas fibras le confieren una buena resistencia a los esfuerzos de
tracción a las chapas.
Con el asbesto-cemento se obtienen diferentes productos: chapas
acanaladas, chapas lisas, pizarras, tejas, accesorios, etc. Estas
mismas producen diversos tamaños, formas, colores y espesores de 6
mm a 8 mm).
Su aislación térmica es un poco más eficaz que la chapa galvanizada
de hierro, condensa poco la humedad, debido a que es absorbida por
los poros del material. Es más frágil que el hierro galvanizado y las
vibraciones lo perjudican.
Como material de cubierta, resulta económico y no presenta el
problema de la corrosión como en las chapas de acero. Existe una
variedad que se diferencia por la inclusión de celulosa, compuesto
que le quita parte de su fragilidad característica, lo que le permite
el agujereado con mechas comunes sin mayores riesgos de rotura.
La estructura necesaria para su colocación no difiere mucho de la
vista en chapas de hierro galvanizadas, vale decir, que se apoyan
directamente sobre correas cuya separación depende de la longitud
de las chapas que se emplean. La superposición longitudinal entre
chapas es de 14 cm., mientras que en el sentido transversal el
recubrimiento es de 9 cm. que es la medida que corresponde a ½
onda.

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Se pueden utilizar chapas sin apoyo intermedio hasta longitudes de


1,50 m. cuando se excede dicha medida al utilizar chapas de 1,83 m.
y 2,44 m. se hace necesario un apoyo intermedio. La colocación de
las chapas tiene comienzo en la parte inferior y en el orden que se
señala en la figura 104. A los efectos de que en el punto de
encuentro de cuatro chapas no se acumulen los espesores, es
necesario efectuar cortes en algunos ángulos. Dado los intersticios
que quedan entre las chapas, la pendiente que se aconseja es del
35% al 100%, a pesar de que dichos intersticios pueden obturarse
aplicando en las juntas un mástic asfáltico o algunos materiales
compresibles como las espumas plásticas impregnadas con bitumen
asfáltico. Este tipo de cubiertas puede completarse con una serie de
accesorios: cumbrera articulada, cenefas, cumbreras fijas, unión con
muros, etc.

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Detalle de cubiertas autoportantes.
Las cubiertas autoportantes cumplen con dos funciones: la de
resistentes y la de protectora. Estas dos propiedades se logran
mediante el empleo de materiales capaces de absorber las
solicitaciones mecánicas y que simultáneamente ofrezcan propiedades
adecuadas especialmente en lo que se refiere a la impermeabilidad.
Entre los materiales que cumplen con estas condiciones podemos
nombrar al acero por su alta resistencia mecánica y su absoluta
compacidad unida a la posibilidad de obtener chapas delgadas, los
espesores de éstas chapas oscilan entre 2 mm y 3 mm, siendo
necesario conformar su sección transversal, a fin de conseguir un
plegado en forma de canalones que confiere resistencia por forma.
El diseño de la sección en cuanto a forma y dimensión es función de
las luces entre apoyos, que pueden superar los 30 m., aunque desde
el punto de vista económico es aconsejable limitarla a 2,5 m.
aproximadamente.

En razón de las dilataciones que presenta el acero debido al


incremento de temperatura, es necesario que la cubierta no se
vincule directamente a las paredes a fin de evitar que los
movimientos se transmitan a la mampostería. Los canalones deben
mantener una separación de 4 cm. del paramento, anclándose
mediante elementos cuya elasticidad permita los movimientos
aludidos la cubierta se complementa con una chapa soldada en
posición vertical que oficia de tapa de los canalones y con la
ejecución de una babeta embutida en el muro.

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Detalle de cubiertas autoportantes de fibrocemento.


Este tipo de cubiertas se producen utilizando asbesto-cemento. Este
material brinda interesantes respuestas a las necesidades de
obtener economía en la construcción masiva de viviendas, economía
que se pone de manifiesto por la posibilidad de prescindir de
estructuras de soporte, ya que su diseño, le confiere resistencia por
forma en grado tal que permite obviar los apoyos intermedios para
cubrir luces apreciables, por lo que se convierte en una chapa
estructural autoportante. Estas piezas, que comercialmente se
conocen con el nombre de canalones, tienen perfil simétrico, y se
producen en largos que varían entre los 5 y 9 m. con un espesor
constante de 8 mm.
Utilizando una sola hilera de canalones puede cubrirse luces de
hasta 7 m., admitiendo cargas uniformemente repartidas de 25 kg/m2 y
cargas accidentales concentradas de hasta 200 kg, y en el caso de
un extremo en voladizo, de hasta 2 m, puede resistir cargas
accidentales concentradas de 100 kg.

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Fin

Bibliografía consultada de la cátedra

Del

Arquitecto Gustavo Di Costa

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